CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO

01-12
Y el primer día de la semana fueron muy de mañana al sepulcro, llevando los aromas que habían preparado. Y hallaron revuelta la losa del sepulcro. Y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Y aconteció, que estando consternadas por esto, he aquí dos varones que se pararon junto a ellas con vestiduras resplandecientes. Y como estuviesen medrosas y bajasen el rostro a la tierra, las dijeron: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí: mas ha resucitado; acordaos de lo que os habló, estando aún en Galilea, diciendo: es menester que el Hijo del hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado y resucite al tercer día". Entonces se acordaron de las palabras de El. Y salieron del sepulcro, y fueron a contar todo esto a los once y a todos los demás. Y las que refirieron a los Apóstoles estas cosas, eran María Magdalena y Juana, y María, madre de Santiago, y las demás que estaban con ellas. Mas ellos tuvieron por un delirio estas palabras, y no las creyeron. Mas levantándose Pedro, corrió hacia el sepulcro, y bajándose, vio sólo los lienzos que estaban allí echados, y se fue admirando dentro de sí lo que había sucedido. (vv. 1-12)
 
Beda
Aquellas piadosas mujeres, no sólo en el día de la parasceve, sino una vez concluido el sábado (esto es, cuando se puso el sol) cuando hubo permiso para trabajar, compraron aromas para ungir el cuerpo de Jesús. Así lo dice San Marcos: pero como en seguida se vino la noche, no pudieron ir al sepulcro, por ello dice el evangelista: "Y el primer día de la semana fueron muy de mañana al sepulcro", etc. El primer día del sábado -o sea el primer día que se encuentra después del sábado- es el que le sigue inmediatamente, al que quienes somos cristianos llamamos día de domingo por la resurrección del Señor. Si vinieron muy de mañana las mujeres al sepulcro, fue porque habían de enseñar a buscarlo y encontrarlo con el fervor de la caridad.
 
San Ambrosio
De aquí nace una duda para muchos. San Lucas dice que vinieron muy de mañana, y San Mateo que vinieron las mujeres al sepulcro en la tarde del día sábado. Se puede pensar que los evangelistas, al hablar de distintos tiempos, se referían a distintas mujeres y a distintas visiones. Pero cuando se ve escrito( Mt 28,1) que "en la tarde del sábado, al amanecer el primer día de la semana" el Señor resucitó, debe entenderse así: que ni era la mañana del domingo -que es la primera después del sábado-, ni se puede admitir que la resurrección se verificó en el sábado, porque ¿cómo se completarían los tres días? Por lo tanto, no resucitó después de tres días, sino al terminar la noche 1. Finalmente el texto griego explica la palabra tarde: la tarde, dice, es la hora en que concluye el día y toda cosa que se hace tarde, como cuando se dice: tarde se me ha ayudado. Por tarde también se entiende lo más profundo de la noche, por esto las mujeres tenían la posibilidad de acceder al sepulcro por el sueño de los guardias. Y para que se vea que era muy de noche, otras mujeres no lo supieron: lo saben las que velan de día y de noche, pero no lo saben las que se retiraron. San Juan dice que una María Magdalena no lo supo; y dado que esta lo sabía no pudo ignorarlo después, por lo tanto, si hubieron varias Marías, quizás hubieron varias Magdalenas, puesto que el segundo nombre sólo se toma del lugar.
 
San Agustín De conc. evang. lib. 3, cap. 24
San Mateo quiso dar a entender que ya era de noche cuando habla de la primera parte de la noche, a lo que se llama tarde. Al final de esta noche es cuando vinieron al sepulcro, pues ya habían preparado los aromas y les era lícito llevarlos porque ya había pasado el sábado.
 
San Eusebio
El cuerpo del Divino Verbo descansaba muerto, una gran piedra cerraba el sepulcro, como si la muerte le tuviese cautivo. Pero apenas había llegado el tercer día -cuando ya pudo haber convicción de que había muerto realmente- se devolvió la vida. Por esto sigue: "Y encontraron revuelta la losa", etc.
 
Teofilacto
Un ángel la había movido, como atestigua San Mateo.
 
Orígenes
La piedra fue quitada después de la resurrección para que las mujeres creyesen que el Señor había resucitado, cuando viesen que el sepulcro estaba vacío. Por ello sigue: "Y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús".
 
San Cirilo
No habiendo encontrado el cuerpo de Jesús porque había resucitado, eran agitadas por diversas ideas. Como amaban tanto al Señor, y como se hallaban tan apenadas por su desaparición, merecieron la presencia de un ángel. Prosigue: "Y aconteció, que estando consternadas por esto, he aquí dos varones que se pararon junto a ellas, con vestiduras resplandecientes".
 
San Eusebio
Los indicios de gozo y de alegría se ven brillar por medio de las refulgentes vestiduras de quien anuncia la imponente resurrección del Señor. Moisés vio un ángel en la llama de fuego, cuando preparaba las plagas de Egipto, pero las mujeres que fueron al sepulcro no los vieron así, sino humildes y contentos, como deben verse en el reino y en la gloria de Dios. Y así como en la pasión se eclipsó el sol, produciendo tristeza y temor a los que habían crucificado al Hijo de Dios, así ahora los ángeles que anuncian su vida y su resurrección, manifestaban su regocijo con sus vestidos, propios de la alegría que anunciaban.
 
San Ambrosio
Pero ¿cómo es que San Marcos habla de un joven sentado, cubierto de vestidos blancos, y San Mateo también habla solamente de uno solo, mientras que San Juan y San Lucas hacen mención de que se vieron dos ángeles vestidos de blanco?
 
San Agustín De conc. evang. ut supra
Puesto que San Marcos y San Mateo hablan de que las mujeres vieron un solo ángel, podemos entender que sucedió así cuando entraron en el lugar de la sepultura, es decir, en algún sitio rodeado de un muro que se encontraba delante del sepulcro de piedra. Allí vieron al ángel sentado al lado derecho, como dice San Marcos, y luego dentro del mismo sepulcro, cuando inspeccionaban el lugar en que había estado el cuerpo del Señor, vieron a otros dos ángeles en pie, como dice San Lucas, quienes les hablaron para animarlas y robustecer su fe. Por lo que sigue: "Y como estuviesen medrosas", etc.
 
Beda
No se dice que cayeran estas santas mujeres postradas en tierra cuando vieron a los ángeles, sino que inclinaron la cabeza. Tampoco leemos que alguno de los santos que vieron al Señor o a los ángeles después de la resurrección los adorasen postrados en tierra. Por esto sucede que el sacerdote católico, cuando hace mención de la resurrección gloriosa del Señor o cuando conmemora en los domingos la esperanza como en todo el tiempo de quincuagésima, no oremos arrodillados, sino con la cabeza inclinada hacia el suelo. No debía buscarse en el sepulcro -que es lugar donde habitan los muertos- Aquel que había resucitado a la vida. Por esto añade: "Les dijeron", esto es, los ángeles a las mujeres: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? no está aquí: mas ha resucitado". Como había dicho a las mujeres, y antes a sus discípulos varones, celebró el triunfo de su resurrección al tercer día. Por lo que sigue: "Acordaos de lo que os habló: es menester que el Hijo del hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, que sea crucificado y resucite al tercer día", etc. Por lo tanto, entregó su espíritu en la hora nona de la Parasceve, fue sepultado en la tarde del mismo día y resucitó al amanecer del primer día después del sábado.
 
San Atanasio, lib. De Incanat. Filii Dei
Podía haber resucitado su cuerpo inmediatamente, pero hubiese quedado la duda de si había muerto en realidad, o si la muerte no se habría apoderado de El en absoluto. Y si la resurrección se hubiera dilatado, hubiese quedado oculto el honor de la incorruptibilidad de su cuerpo. Quiso pasar un día en el sepulcro para probar que su cuerpo había muerto verdaderamente y al tercero probó la incorruptibilidad de su cuerpo.
 
Beda
Estuvo un día y dos noches en el sepulcro porque unió el brillo de su muerte sencilla a las tinieblas de nuestra muerte duplicada.
 
San Cirilo
Una vez instruidas las mujeres por lo que les habían dicho los ángeles, volvieron a toda prisa a referirlo a los discípulos. Por esto sigue: "Entonces se acordaron de las palabras de El y salieron del sepulcro y fueron a contar todo esto a los once, y a todos los demás". Como la mujer había sido en otro tiempo la causa de la muerte de la humanidad, ahora es la primera elegida para anunciar a todos el gran misterio de la resurrección. Se prefirió el sexo femenino para anunciar el perdón del pecado y la desaparición de la iniquidad.
 
San Ambrosio
No se permite a las mujeres que enseñen en la Iglesia, pero sí que exhorten a sus maridos en la casa. La mujer es la enviada a los que le son de su casa. Manifiesta quiénes son estas mujeres, diciendo: "Eran estas María Magdalena".
 
Beda
la hermana de Lázaro, "y Juana" (la mujer de Chus, procurador de Herodes) "y María, madre de Santiago" (esto es, la madre de Santiago el menor y de José). De las demás se habla en general, diciendo: "Y las demás que estaban con ellas", referían a los apóstoles todo esto. Para que la mujer no continuase sufriendo el castigo de su culpa sometida al dominio del hombre, la que le había trasmitido la desgracia, le trasmitió también la gracia.
 
Teofilacto
Para los mortales el milagro de la resurrección es increíble por naturaleza. Por ello sigue: "Y ellos tuvieron por un desvarío estas palabras y no les creyeron". Esto ocurrió no tanto por su ignorancia como para nuestra no-ignorancia -si así puede decirse-. La resurrección se dio a conocer a aquéllos, por medio de pruebas incontestables, porque dudaban de ella. Pero cuando nosotros leemos todo esto, lo creemos con más firmeza, basados en la duda de aquéllos.
 
Teófil
Pedro en cuanto oyó esto, dejando la pereza, va al sepulcro como el fuego que apoderado de la materia no se detiene. Por esto sigue: "Mas levantándose Pedro, corrió al sepulcro".
 
San Eusebio
Unicamente él creyó a las mujeres que decían haber visto a los ángeles y como amaba más que los otros, se encontraba más deseoso de verle, creyendo que le veía por todas partes. Prosigue: "Y bajándose, vio sólo los lienzos que estaban allí dejados".
 
Teófil
Habiendo ido al sepulcro, consiguió primeramente admirar aquello de lo que él mismo y los otros se habían reído. Prosigue: "Y se fue, admirando entre sí lo que había sucedido", esto es, admirándose dentro de sí de lo ocurrido: cómo habían quedado únicamente las sábanas, cuando el cuerpo había sido ungido con mirra, y cuánta astucia habría tenido quien le hubiere robado, dejando allí las sábanas con que estaba envuelto y llevándose el cuerpo, a pesar de estar rodeado de soldados.
 
San Agustín De conc. evang. lib. 3, cap. 15
Se cree que San Lucas puso esto seleccionando acerca de San Pedro. Este corrió al sepulcro a la vez que Juan, en cuanto las mujeres les anunciaron -especialmente María Magdalena- que el cuerpo del Señor había sido quitado; después se trató de la presencia de los ángeles. San Lucas sólo hace mención de San Pedro, porque él fue el primero a quien María habló. Además debe advertirse que San Pedro no entró sino que únicamente se asomó, y en cuanto vio las sábanas, se marchó admirado. Pero San Juan dice que vio las sábanas en el sepulcro y que él entró después que San Pedro. Debe comprenderse que primero San Pedro vio inclinándose -San Lucas dice lo que San Juan calla- y que después entró, antes que San Juan.
 
Beda
En sentido místico puede decirse que las mujeres vinieron muy temprano al sepulcro, dándonos un ejemplo, para que vengamos a recibir el cuerpo del Señor tan pronto como desaparezcan las tinieblas de los pecados. Porque aquel sepulcro es figura del altar del Señor, en que los misterios del Cuerpo de Cristo deben consagrarse no en seda ni en paño teñido, sino en hilo puro, imagen de la sábana con la que José lo envolvió; porque el lienzo puro debe consagrarse. Y así como El ofreció a la muerte todo lo que tenía de humano, por testimonio de gratitud debemos ofrecerle sobre su altar, lo más puro de cuanto produce la tierra, lo más inocente y mortificado por medio de la penitencia, así ofreceremos el lino sobre el altar. Los aromas que llevaron las mujeres significan el olor que deben producir nuestras virtudes y la suavidad de nuestra oración, con las que debemos aproximarnos al altar. La separación de la losa representa la resiembra de los misterios que estaban encubiertos con el velo de la letra de la Ley, escrita en piedra. Pero una vez quitada la piedra que cubría el cuerpo del Señor no se le encuentra muerto sino que se le anuncia vivo, porque aun cuando hemos visto vivir a Jesús en carne mortal, ahora ya no lo vemos. "Si conocimos a Cristo según la carne, mas ahora ya no le conocemos" ( 2 Cor 5,16). Como vemos que los ángeles se encuentran rodeando el cuerpo del Señor en el sepulcro, así debemos creer que también se encuentran tributándole homenaje en la consagración. Por lo tanto nosotros, a imitación de las santas mujeres, cuantas veces nos acerquemos a los Sagrados Misterios, debemos inclinar nuestra frente al suelo por respeto a los ángeles y reverencia a la Santa Ofrenda, recordando que somos tierra y ceniza.
 
Notas
1. Cuando afirmamos que "resucitó al tercer día", hay que tener en cuenta que según los judíos el día terminaba al anochecer, en las "vísperas". Entonces empezaba un nuevo día, que duraba hasta el siguiente anochecer. El que el Señor resucitara al tercer día se entiende si se cuenta así: el primer día es el viernes, cuando murió; el segundo día es el sábado, cuando descansó en el sepulcro; el tercer día empieza en lo que para los judíos era la víspera del sábado, el atardecer.
   
13-24
Y dos de ellos, aquel mismo día, iban a una aldea llamada Emaús, que distaba de Jerusalén sesenta estadios. Y ellos iban conversando entre sí de todas estas cosas, que habían acaecido. Y como fuesen hablando y conferenciando el uno con el otro, se llegó a ellos el mismo Jesús, y caminaba en su compañía. Mas los ojos de ellos estaban detenidos, para que no le conociesen, y les dijo: "¿Qué pláticas son ésas que tratáis entre vosotros caminando, y por qué estáis tristes?" Y respondiendo uno de ellos, llamado Cleofás, le dijo: "¿Tú sólo eres forastero en Jerusalén, y no sabes lo que allí ha pasado estos días?" El les dice: "¿Qué cosa?" Y respondieron: "De Jesús Nazareno, que fue un varón profeta, poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo. Y cómo le entregaron los sumos sacerdotes y nuestros príncipes a condenación de muerte, y le crucificaron; mas nosotros esperábamos que El era el que había de redimir a Israel; ahora sobre todo esto ya hoy es el tercer día, que han acontecido estas cosas. Aunque también unas mujeres de las nuestras nos han espantado, las cuales, antes de amanecer, fueron al sepulcro, y no habiendo hallado su cuerpo, volvieron, diciendo que habían visto allí visión de ángeles, los cuales dicen que El vive. Y algunos de los nuestros fueron al sepulcro, y lo hallaron así como las mujeres lo habían referido, mas a El no lo hallaron". (vv. 13-24)
 
Glosa
Después de la manifestación de la resurrección de Jesucristo a las mujeres por medio de los ángeles se da a conocer la resurrección por medio del mismo Cristo. Por ello dice: "Y dos de ellos, en aquel mismo día, iban", etc.
 
Teófil
Algunos dicen que uno de éstos era San Lucas y que por ello ocultó su nombre.
 
San Ambrosio
El Señor también se había manifestado a dos de sus discípulos, aparte, en la misma tarde: a Amaón y a Cleofás.
 
San Agustín De conc. evang. lib. 3, cap. 25
No tomemos como un absurdo la palabra ciudadela, puede llamarse una villa como la titula San Marcos. Después la describe diciendo: "Que distaba de Jerusalén sesenta estadios, y se llamaba Emaús".
 
Beda
Esta es Nicópolis, ciudad distinguida de la Palestina que después de la guerra de la Judea fue restaurada por el príncipe Marco Aurelio Antonino, habiéndole cambiado la forma y el nombre. Un estadio -como dicen los griegos-, es un espacio de camino determinado 1, como había dispuesto Hércules, y es la octava parte de una milla, por lo tanto, sesenta estadios representan un espacio de siete mil cincuenta pasos,esto es siete millas y media. Este fue el espacio de camino que recorrieron aquellos que, estando seguros de la muerte y sepultura del Salvador, aún dudaban acerca de su resurrección. Porque nadie dudará que la resurrección -que se verificó después del séptimo día llamado sábado- está representada en el número ocho. Los discípulos que marchaban hablando del Señor habían completado seis millas del camino emprendido, porque se dolían de que El, habiendo vivido sin ofensa, hubiera llegado a la muerte que sufrió en el sexto día de la semana. Habían completado también la séptima milla porque no dudaban que hubiese descansado en el sepulcro. Pero no habían recorrido más que la mitad de la octava milla, porque no creían de un modo perfecto en la gloria de la resurrección que ya se había verificado.
 
Teófil
Los citados discípulos hablaban entre ellos de lo sucedido, no como creyendo en ello, sino como admirados por cosas tan extrañas. Por ello sigue: "Y ellos iban conversando entre sí de todas estas cosas que habían sucedido".
 
Beda
Cuando hablaban de El, Jesús se aproximó y los acompañaba, para inculcar en ellos la fe de la resurrección y para cumplir lo que había ofrecido, de que "cuando estén congregados en mi nombre dos o tres, allí estoy yo en medio de ellos" ( Mt 18,20). Por esto sigue: "Y como fuesen hablando y deliberando el uno con el otro, se llegó a ellos el mismo Jesús".
 
Teófil
Una vez asumido el cuerpo glorioso, no había dificultad en las distancias porque ya podía encontrarse donde le pareciese, pues las leyes naturales no regían ya a su cuerpo, sino las espirituales y sobrenaturales. Por esto -como dice San Marcos- ellos le veían con otra forma, en la que no podían reconocerle. Prosigue: "Mas los ojos de ellos estaban detenidos para que no le conociesen", esto es, para que no penetrasen todos sus propósitos y descubriendo la herida, encuentren la medicina. Y no se presentaba de modo que pudiese ser visible para todos, sino únicamente para aquéllos que El quisiese que le viesen, para que comprendiesen que aquel cuerpo que había padecido, era el mismo que había resucitado. Y para que no duden acerca del silencio que guarda al vulgo sobre esto, da a entender que su trato después de la resurrección no debe ser digno de todos los hombres, sino más bien divino, lo cual es una figura de la futura resurrección, en la que conversaremos como ángeles e hijos de Dios.
 
San Gregorio in Evang. hom. 23
No se les manifiesta de modo que puedan conocerle y en ello obra con suma prudencia, haciéndolo así respecto de los ojos del cuerpo, a la vez que les abría los ojos interiores del corazón, a pesar de que ellos le amaban interiormente, pero dudaban. Presentándose entre ellos les dio a conocer que hablaban de El mismo pero como aún dudaban sobre si conocerle, les ocultó su aspecto. Pero les dirigió palabras interesantes, porque sigue: "Y les dijo: ¿Qué pláticas son ésas que tratáis?", etc.
 
San Gregorio
Conversaban entre sí como si ya desconfiasen de que el Salvador podría vivir, lamentándose de su muerte. Por ello sigue: "Y respondiendo uno de ellos, cuyo nombre era Cleofás, le dijo: "Tú sólo", etc.
 
Teófil
Como diciendo: ¿Tú sólo eres peregrino, y como habitas fuera del término de Jerusalén, desconoces por ello lo que aquí ha sucedido?
 
Beda
Dice esto porque lo creían un peregrino, cuya cara no conocían. Y en verdad que para ellos era un peregrino, porque una vez realizada la gloria de la resurrección estaba muy distante de ellos, por lo que aparecía como peregrino para ellos, puesto que no creían aún en su resurrección. Pero el Señor pregunta: "Y El les dijo: ¿Qué cosa?". Y se pone a continuación la respuesta, cuando dicen: "De Jesús Nazareno que fue un varón profeta". Le confiesan profeta y se callan que sea Hijo de Dios porque como aún no creían con verdadera fe, y andaban con recelos de caer en manos de los judíos que los perseguían, como no sabían quién era, ocultaban lo que en realidad creían. A cuya recomendación añadieron: "Poderoso en obras y en palabras".
 
Teófil
Primero se debe obrar y después se debe hablar. Nadie es atendido si antes no demuestra que practica lo que dice. La acción precede a la vista, porque si no limpias el espejo del entendimiento por medio de las acciones, no puede decirse que brilla la hermosura deseada. Por esto sigue todavía: "Delante de Dios y delante de los hombres". Primero se debe agradar a Dios, y después, en cuanto sea posible, se debe cuidar de la inocencia ante los hombres, para que precediendo el honor de Dios, podamos vivir de modo que no se escandalicen los demás.
 
Griego
A continuación expresan la causa de su tristeza: la entrega y la pasión del Salvador, cuando sigue: "Y cómo le entregaron". En seguida aparece el lamento de los que desesperan: "Mas nosotros esperábamos que había de redimir a Israel". Dijo esperábamos, no esperamos, como si la muerte del Salvador se pareciese en algo a la de los demás.
 
Teófil
Esperaban que Jesucristo salvaría y redimiría a Israel de todos los males que le asediaban, especialmente del dominio de los romanos. Creían también que sería un rey terreno que podría librarse de la sentencia de muerte lanzada contra El.
 
Beda
Con razón, pues, andaban tristes, y se reprendían a sí mismos por haber llegado a esperar que los redimiría Aquel que ya estaba muerto y en cuya resurrección no creían. Pero lo que más sentían era que había sido muerto sin motivo alguno, cuando lo creían inocente.
 
Teófil
No parece que fuesen del todo incrédulos aquellos hombres, por lo que ahora sigue: "Y ahora sobre todo esto, hoy es el tercer día que han acontecido estas cosas". En lo que parece que recordaban que Jesús les había ofrecido resucitar al tercer día.
 
Griego
También hacen mención de lo que habían oído a las mujeres acerca de la resurrección, cuando dicen: "Aunque también unas mujeres de las nuestras, nos han espantado", etc. En verdad dicen esto como no creyendo, porque dicen que fueron asustados, es decir, que estaban desconcertados. Pues no consideraban como verdadero el relato o lo referido a la presencia del ángel, sino que su estupor y turbación nacían de ello. No admitían, sin embargo, lo que San Pedro les había dicho sobre el particular, porque no decía que había visto al Señor, sino que deducía su resurrección porque su cuerpo no estaba en el sepulcro. Por esto sigue: "Y algunos de los nuestros", etc.
 
San Agustín De conc. evang. lib. 3, cap. 25
Cuando San Lucas dice que San Pedro corrió al sepulcro, a la vez que afirma que Cleofás dijo que fueron algunos de los discípulos, parece corroborar a San Juan que dice que dos fueron al sepulcro, pero antes mencionó sólo a San Pedro porque María le había anunciado primero este acontecimiento.
 
Notas
1. Unos 180 metros.
   
25-35
Y Jesús les dijo: "¡Oh necios y tardos de corazón, para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿Pues qué, no fue menester que el Cristo padeciese estas cosas, y que así entrase en su gloria?" Y comenzando desde Moisés, y de todos los profetas, se lo declaraba en todas las Escrituras, que hablan de El. Y se acercaron al castillo a donde iban; y El dio muestras de ir más lejos. Mas lo detuvieron por la fuerza, diciendo: "Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y está ya inclinado el día". Y entró con ellos. Y estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, y habiéndolo partido se lo daba. Y fueron abiertos los ojos de ellos, y lo conocieron; y El entonces se desapareció de su presencia. Y dijeron uno a otro: "¿Por ventura no ardía nuestro corazón dentro de nosotros cuando en el camino nos hablaba y nos explicaba las Escrituras?" Y levantándose en seguida, volvieron a Jerusalén; y hallaron congregados a los once, y a los que estaban con ellos, que decían: "Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón". Y ellos contaban lo que les había sucedido en el camino, y cómo le habían conocido al partir el pan. (vv. 25-35)
 
Teófil
Como los antedichos discípulos estaban sumidos en la mayor duda, el Señor los reprendió. Por esto dice: "Y Jesús les dijo: ¡Oh necios...!"; casi lo mismo habían dicho los que presenciaron la crucifixión ( Mt 27,42): a otros salvó y no ha podido salvarse a sí mismo. "...y tardos de corazón para creer en todo lo que los Profetas han dicho!" Sucedió que creían algo de lo sucedido, pero no todo. Creen lo que dicen los Profetas sobre la crucifixión del Salvador, como aquello del Salmo ( Sal 21,17): "Taladraron mis pies y mis manos"; pero no creían lo que se decía de la resurrección, como aquella otra cita del salmo ( Sal 15,10): "No permitirás a tu santo experimentar la corrupción". Conviene, por lo tanto, dar fe a lo que dicen los profetas tanto de los tormentos, como de las glorias del Señor, ya que los tormentos abren el paso a las glorias. Por esto sigue: "¿Pues qué, no fue menester que el Cristo padeciese estas cosas, y que así entrase en su gloria?", esto es, según la humanidad.
 
San Isidoro
Aun cuando convenía que el Cristo padeciese, los que le crucificaron merecían castigo porque no se proponían realizar lo que Dios tenía dispuesto, por ello su acción fue impía. Pero Dios convirtió su iniquidad en remedio general de los hombres, como se emplea la carne de las víboras en curar a los envenenados.
 
Crisóstomo
El Señor probó a continuación que todo esto no sucedió de un modo eventual, sino como realización de lo que ya tenía planificado. Por esto sigue: "Y comenzando desde Moisés y de todos los profetas, se lo declaraba en todas las Escrituras que hablaban de El", como diciendo: a pesar de que sois tardos, yo os volveré prontos explicándoos los misterios de las Sagradas Escrituras. Porque el sacrificio de Abraham, cuando sacrificó el cordero -después de dejar a Isaac- prefiguró todo esto, pero también en las demás Escrituras proféticas se encuentran distribuidos los misterios de la pasión y resurrección del Señor.
 
Beda
Y si Moisés y los profetas han hablado de Jesucristo y han predicho que entraría en la gloria por medio de la pasión, ¿cómo puede gloriarse de llevar el nombre de cristiano quien no se ocupa de investigar de qué modo las Escrituras se refieren a Cristo? En este concepto no aspira a la gloria que desea tener con Cristo por medio de la pasión.
 
Griego
Como dijo el evangelista: "Los ojos de ellos estaban detenidos, para que no le conociesen". El Señor tuvo sujetos sus sentidos en su misma presencia hasta el momento en que iluminase sus corazones por medio de la fe. Por esto sigue: "Y se acercaron a la aldea a donde iban, y El dio muestras de ir más lejos".
 
San Agustín De quaest evang. 2, 51
Ello no pertenece a la mentira, porque no todo lo que fingimos es mentira, sino que, cuando fingimos lo que nada significa, entonces es cuando mentimos. Pero cuando nuestra ficción tiene algún objeto no es mentira, sino que lleva un viso de verdad, de otro modo todo lo que han dicho los sabios y los santos varones, y aun el mismo Dios, en sentido figurado, lo consideraríamos como mentira, porque según se cree generalmente, la verdad no consiste en tales expresiones. Como las palabras, también las obras se figuran sin mentira, para significar alguna cosa.
 
San Gregorio in evang. hom. 22
Como todavía era peregrino en sus corazones por la fe, fingió que iba más lejos. Fingir decimos que es componer, por esto a los que hacen obras de barro los llamamos alfareros 1. La verdad sencilla nada hace con doblez, sino que se les presentó como cuerpo como lo tenían en la inteligencia. Pero no podía ser extraños a la caridad estos que marchaban con la caridad, así que lo invitan a su hospedería. Por esto sigue: "Mas lo detuvieron por fuerza". De lo que deducimos que no sólo debemos ofrecer hospitalidad a los peregrinos, sino que debemos obligarles.
 
Glosa
Y no sólo le obligan con obras, sino también con palabras. Sigue, pues: "Diciéndole: 'Quédate con nosotros, porque es tarde, y está ya inclinado el día'", esto es, al ocaso.
 
San Gregorio ut supra
Aquí se ve cómo Jesucristo es recibido por los suyos, y cómo honra por sí mismo a los que le invitan. Prosigue: "Y entró con ellos". Le ponen la mesa, le ofrecen alimentos y conocen en el modo de partir el pan al que no habían conocido por la explicación de las Escrituras. Prosigue: "Y estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan, y lo bendijo, y habiéndolo partido, se lo dio. Y fueron abiertos los ojos de ellos, y lo conocieron".
 
Crisóstomo. vel anonimus un Cat. graec. Patr
Esto se dice, no de los ojos materiales, sino de los del espíritu.
 
San Agustín De conc. evang. lib. 3, cap. 25
No estaban, sin embargo, tan ciegos, que no vieran algo, pero había algún obstáculo que les impedía conocer lo que veían (lo que suele llamarse niebla, o algún otro obstáculo). No porque Dios no podía transformar su carne y aparecer diferente de como lo habían visto en otras ocasiones, ya que también se transformó en el Tabor antes de su pasión, de tal modo que su rostro brillaba como el sol. Pero ahora no sucede así, pues no recibimos este impedimento inconvenientemente, sino que el que Satanás haya impedido a sus ojos el reconocer a Jesús, también ha sido permitido por Cristo. Hasta que llegó al misterio del Pan, dando a conocer que cuando se participa de su Cuerpo desaparece el obstáculo que opone el enemigo para que no se pueda conocer a Jesucristo.
 
Teofilacto
También dio a entender otra cosa, a saber: que se abren los ojos a quienes comen de este Pan para que puedan conocer al Señor. En verdad es grande el poder de la Carne de Jesús.
 
San Agustín De quaest. 2, 51
Que el Señor haya hecho ademán de ir más lejos cuando acompañaba a sus discípulos, explicando las Sagradas Escrituras a quienes ignoraban que fuese El mismo, significa que ha inculcado a los hombres el poder acercarse a su conocimiento a través de la hospitalidad; para que cuando El mismo se haya alejado de los hombres -al cielo- sin embargo, se quede con aquellos que se muestran como sus servidores. Aquel que una vez instruido en la doctrina participa de todos los bienes con el que lo catequiza, detiene a Jesús para que no vaya más lejos. He aquí, por qué estos fueron catequizados por la palabra, cuando Jesucristo les expuso las Escrituras. Y como honraron con la hospitalidad a Aquel que no conocieron en la exposición de las Escrituras, lo conocieron en el modo de partir el Pan. No son buenos delante de Dios los que oyen su palabra, sino los que obran según ella ( Rom 2,13).
 
San Gregorio in evang. hom. 3
Todo el que quiere entender lo que oye, apresúrese a practicar lo que ya puede comprender. El Señor no fue conocido mientras habló, pero se dejó conocer cuando fue alimentado. Prosigue: "Y El entonces, se desapareció de su vista".
 
Teofilacto
No tenía el cuerpo de tal modo que debiese permanecer con ellos por mucho tiempo para acrecentar así su afecto. Por esto sigue: "Y se dijeron uno a otro: ¿por ventura no ardía nuestro corazón dentro de nosotros, cuando nos hablaba en el camino, y nos explicaba las Escrituras?".
 
Orígenes
En esto dan a conocer que los sermones pronunciados por el Salvador, encienden los corazones de los que los oyen en el fuego del amor divino.
 
San Gregorio in homil. pentec
El alma se enardece al oír la palabra divina, desaparece el hielo de la pereza y el espíritu se eleva al deseo y a la ansiedad de las cosas del cielo. Conviene, pues, oír las divinas enseñanzas, y lo que es enseñado por medio de la ley, como si se inflamase por una porción de antorchas.
 
Teofilacto
Ardía, pues, el corazón de aquéllos o por el fuego de las palabras del Salvador, por las que se sostenían tantas verdades, o bien porque mientras El explicaba las Escrituras, tocaba interiormente el corazón de los que le escuchaban, haciéndoles comprender que era el Señor quien hablaba. Se alegraron tanto que se volvieron a Jerusalén sin detenerse ni un momento. Prosigue: "Y levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén". Se levantaron al momento y anduvieron once kilómetros por espacio de muchas horas.
 
San Agustín De conc. evang. lib. 3, cap. 25
Ya corría la voz de que Jesús había resucitado, y era proclamado por las mujeres y Pedro, a quien se había aparecido. Por lo tanto, estos dos encontraron a los de Jerusalén hablando de lo mismo cuando vinieron a comunicarles sus experiencias. Sigue pues: "Y encontraron congregados a los once, y a los que estaban con ellos, diciendo que había resucitado el Señor verdaderamente, y se había aparecido a Simón".
 
Beda
Parece muy natural que el primero de los hombres a quien Jesús debía aparecerse era a Pedro, como atestiguan los cuatro evangelistas y San Pablo.

Crisóstomo
No se aparecía a todos del mismo modo cuando sembraba la semilla de la fe, porque el primero que lo vio y se cercioró, lo refería a los demás; después, continuando con el uso de la palabra, disponía el ánimo de quien le oía para que viese. Por esto se apareció primero al más digno y fiel de todos. Convenía, pues, que el alma fiel que lo había visto primero, no se turbase con aquella visión inesperada, por esto lo vio Pedro antes que los demás porque el primero que le había confesado como el Cristo era el primero que había merecido verle después de la resurrección. Del mismo modo, porque le había negado quiso aparecérsele primero para que no desesperase. Después de San Pedro se apareció a los demás, unas veces a muchos, otras veces a pocos, como dicen los dos discípulos. Prosigue: "Y ellos contaban lo que les había sucedido en el camino, y cómo le habían conocido al partir el pan".
 
San Agustín ut supra
San Marcos dice: "Lo anunciaron a los demás, aunque no les creyeron" ( Mc 16,13), cuando San Lucas dice que ya estaban diciendo que verdaderamente había resucitado el Señor, no indica otra cosa sino que había allí algunos que no querían creer.
 
Notas
1. En Latín figulus (alfarero) viene del verbo fingo que significa fingir o componer.
   
36-40
Y estando hablando estas cosas, se puso Jesús en medio de ellos, y les dijo: "Paz a vosotros; yo soy; no temáis". Mas ellos, turbados y espantados, creían que veían algún espíritu; y les dijo: "¿Por qué estáis turbados, y suben pensamientos a vuestros corazones? Ved mis manos y mis pies, que yo mismo soy: palpad y ved, que el espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo": y dicho esto, les mostró las manos y los pies. (vv. 36-40)
 
San Cirilo
Como la noticia de que Jesucristo había resucitado ya se extendía por todas partes y como el afecto de sus discípulos se había encendido en el deseo de verle, vino el deseado y se dio a conocer a los que le deseaban y buscaban. Y se presenta a ellos, no de una manera dudosa, sino con toda evidencia. Por esto dice: "Y estando hablando de estas cosas, se puso Jesús en medio de ellos".
 
San Agustín De conc. evang. lib. 3, cap. 25
San Juan también hace mención de esta aparición del Salvador, después de su resurrección gloriosa, pero añade que Santo Tomás no estaba con ellos porque, según San Lucas, era uno de los dos que volvieron a Jerusalén, encontrando reunidos a los once. Esto da a entender que Santo Tomás había salido antes que el Salvador apareciese. San Lucas da ocasión a creer que esto es así, porque mientras hablaban de este modo, salió Santo Tomás y a continuación entró el Salvador. Algunos dicen que no eran aquellos once que ya se llamaban apóstoles, sino que eran otros once del número de los discípulos que se encontraban allí. Pero como añade San Lucas: "Y a los que estaban con ellos", dio a entender de una manera evidente que aquellos once a los que él se refiere eran los apóstoles, con quienes se encontraban los demás.
Pero veamos en virtud de qué misterio había mandado decir el Salvador cuando resucitó, según refieren San Mateoy San Marcos: "Iré delante de vosotros a Galilea; allí me veréis" ( Mt 28,10; Mc 16,7). Lo cual si bien se cumplió, sucedió después de muchos otros acontecimientos, porque como esto se había anunciado así, parece que debía haber sucedido antes que lo demás, o ser lo único que sucediese.
 
San Ambrosio
Creo que fue muy conveniente que Jesús anunciase a sus discípulos que le verían en Galilea pero se presentó antes, cuando estaban reunidos, porque tenían miedo.
 
Griego
Y esto no representa la transgresión de una promesa, sino más bien el cumplimiento adelantado y la manifestación de su bondad, ya que quería animar la pusilanimidad de sus discípulos.
 
San Ambrosio
Después que hubo fortalecido sus corazones, se dice que aquellos once marcharon a Galilea. Y nada se opone a que pueda decirse que había unos pocos reunidos, y muchos en el monte.
 
San Eusebio
Dos Evangelistas, esto es, San Lucas y San Juan, dicen que se apareció sólo a los once en Jerusalén, y los otros dos relatan que el ángel y el Salvador ordenaron no sólo a los once, sino también a todos los discípulos y hermanos, que se apresuraran a ir a Galilea, de los cuales hace mención también San Pablo cuando dice: Después se apareció a la vez a más de quinientos hermanos" ( 1Cor 15,6). Pero es más probable la primera solución, de que se apareció primero en Jerusalén a los discípulos acobardados, consolándolos, y que en Galilea se apareció no a la pequeña asamblea, ni una ni dos veces, sino que hizo ostentación de su gran poder presentándose vivo a ellos después de su pasión, y en muchas oportunidades, como dice San Lucas en los Hechos de los Apóstoles.
 
San Agustín De conc. evang. lib. 3, cap. 25
Lo que dijo el ángel -esto es, el Señor- debe entenderse en sentido profético. Pues el Señor se le aparece en Galilea conforme a la significación de esta palabra que quiere decir transmigración, porque ellos habían de transmigrar del pueblo de Israel a los gentiles, quienes no hubiesen creído en la predicación de los apóstoles, si Jesucristo no les hubiese preparado el camino en el corazón de los hombres. En este concepto se entiende: "Irá delante de vosotros a Galilea" ( Mt 28,7). En cuanto que Galilea quiere decir revelación 1, da a entender que el Señor se manifiesta ya no en forma de siervo, sino en la que es igual al Padre, y que es la que ha ofrecido a sus escogidos. Cuando le veamos en la verdadera Galilea se nos presentará tal y como es (ver 1Jn 3,2). Ella será la mejor marcha de este mundo a la eternidad, en donde ya no se separará de nosotros cuando venga y habiéndonos precedido, no nos abandonará.
 
Teofilacto
Cuando el Salvador se encontraba en medio de sus discípulos, disipaba su temor con las palabras de su saludo: "La paz sea con vosotros", dando a entender que El era igualmente su maestro cuando les saludaba con estas palabras que cuando los fortalecía para que fuesen a predicar. Por esto sigue: "Y les dijo: Paz a vosotros; yo soy, no temáis".
 
San Cirilo
Avergüéncenos el prescindir del saludo de la paz que el Señor nos dejó cuando iba a salir del mundo. La paz es un don y una cosa dulce, que sabemos proviene de Dios, según lo que el Apóstol dice a los Filipenses: "La paz de Dios" ( Flp 4,7), y aquéllo de: "Dios de la Paz" ( 2Cor 13,11) y Dios mismo es la Paz, según aquéllo de: "El es nuestra paz" ( Ef 2,14). La paz es un bien recomendado a todos, pero observado por pocos. ¿Cuál es la causa de ello? Acaso el deseo del dominio, o la ambición, o la envidia, o el aborrecimiento del prójimo, o el desprecio, o alguna otra cosa que vemos a cada paso en los que desconocen al Señor. La paz procede de Dios, que es quien todo lo une, cuyo ser es unidad de su naturaleza y de su estado pacífico. La transmite a los ángeles y a las potestades del cielo, que están en constante paz con el Señor y consigo mismos. También se extiende por todas las creaturas que desean la paz. En nosotros subsiste, según el espíritu de cada cual, por medio de la búsqueda y ejercicio de las virtudes, y según el cuerpo, en el equilibrio de los miembros y los elementos de que se forma. Lo primero se llama belleza, lo segundo salud.
 
Beda
Los discípulos sabían que el Salvador era verdadero hombre, puesto que habían tratado con El por espacio de mucho tiempo. Pero después que fue muerto, no creen que pudiera resucitar del sepulcro en verdadera carne. Por lo tanto, creen que ven el espíritu que salió de El en el momento de expirar. Por esto sigue: "Mas ellos, turbados y espantados, pensaban que veían un espíritu". Aquel terror de los discípulos dio lugar a la secta de los Maniqueos.
 
San Ambrosio
Pero guiados por los ejemplos de sus virtudes, no creemos que Juan y Pedro pudiesen dudar. ¿Por qué dice San Lucas que estaban espantados? En primer lugar, porque el parecer de unos pocos es absorbido por el parecer de muchos; en segundo lugar, porque aun cuando San Pedro creía en la resurrección, pudo turbarse; sin embargo, pudo asustarse porque de un momento a otro el Señor se presentaba corporalmente, cuando todo estaba cerrado.
 
Teofilacto
Porque como por medio de la palabra paz no se tranquilizó la turbación en los corazones de los discípulos, por otra parte les indica que El era el Hijo de Dios que conocía los misterios del corazón; por lo que dice: "Y les dijo: '¿Por qué estáis conturbados y suben pensamientos a vuestros corazones?'".
 
Beda
¿Qué pensamientos, sino los falsos y recelosos? Jesucristo hubiese perdido todo el fruto de su pasión si no hubiese resucitado verdaderamente. Como si el buen labrador dijese: Lo que allí he plantado lo encontraré, esto es, la fe que baja sobre el corazón porque viene de lo alto. Pero estos pensamientos de los discípulos no bajaban de lo alto, sino que subían a sus corazones del abismo, como brota la mala hierba de la tierra.
 
San Cirilo vel anonimus in Cat. Graec
Esto fue una señal evidente de que quien ahora veían no era otro que Aquel que vieron muerto en la cruz y colocado en el sepulcro, el que no se ocultaba como hombre a ninguno de los que estaban.
 
San Ambrosio
Veamos en virtud de qué gracia, según San Juan, vieron y se alegraron los discípulos, pues según San Lucas aparecen como incrédulos. Pero me parece que San Juan -como Apóstol- tiene un conocimiento más alto y sublime cuando expone lo que ha de suceder a la humanidad. Aquél expone en sentido histórico, éste en compendio, pero no puede dudarse de él porque da testimonio de lo que presenció. Por lo tanto consideramos como cierto lo uno y lo otro, teniendo en cuenta que si bien es verdad que San Lucas dice primero que no creyeron, asegura después que sí.
 
San Cirilo
El Señor queriendo probar que la muerte ha sido vencida y que su naturaleza humana ya había dejado la corrupción, les enseña en primer lugar las manos y los pies y los agujeros de los clavos. Prosigue: "Ved mis manos y mis pies, que yo mismo soy".
 
Teofilacto
Dijo además que le tocasen las manos y los pies cuando añade: "Palpad y ved; el espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo". Como diciendo: Vosotros creéis que soy espíritu -esto es, fantasma- como suele suceder acerca de muchos muertos alrededor de sus sepulcros, pero entended que el espíritu no tiene ni carne ni huesos, y yo tengo una y otra cosa.
 
San Ambrosio
El Señor dijo esto para indicarnos la forma en que tendrá lugar la resurrección, porque lo que se toca es cuerpo, y en cuerpo habremos de resucitar. Pero aquél será más sutil, mientras éste es más rudo por estar sujeto todavía a las caídas de la carne. Jesucristo, por lo tanto, no entró en el recinto cerrado porque su naturaleza fuese incorpórea, sino porque su naturaleza humana tenía ya las cualidades de un cuerpo glorioso.
 
San Gregorio moralyum 13, 51
Nuestro cuerpo no será impalpable en el día de la resurrección general, ni más sutil que el aire -como dijo Eutiques-, sino sutil, por la identificación del poder espiritual, y palpable por la virtud de la naturaleza.
Prosigue: "Y dicho esto, les mostró las manos y los pies".
 
Beda
En los que se vieron claramente las marcas de los clavos. Pero según San Juan, también les enseñó el costado que había sido abierto con la lanza, para que, viendo las cicatrices de las heridas, pudiesen curar las heridas de sus dudas. Los gentiles suelen juzgar diciendo que el Señor no pudo curar sus heridas. A éstos debe responderse que no hubiera dejado de hacer lo menor quien hizo lo mayor. Pero por sus fines especiales, el que había destruido la muerte no quiso borrar las señales de ella. En primer lugar, para confirmar la fe de la resurrección en sus discípulos; en segundo lugar, para poderlas presentar a su Padre cuando intercediese por nosotros, manifestándole la clase de muerte que había sufrido por nosotros; en tercer lugar, para demostrar siempre a los redimidos con su muerte la gran caridad que con ellos empleó, presentándoles las señales de su pasión; y finalmente, para probar la justicia con que serán condenados los impíos el día del juicio.
 
Notas
1. Galilea proviene de una voz hebrea que parece significar más bien circuito, marcha, viaje.
   
41-44
Mas como aún no lo acabasen de creer, y estuviesen maravillados de gozo, les dijo: "¿Tenéis aquí algo de comer?" Y ellos le presentaron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y habiendo comido delante de ellos, tomó las sobras y se las dio diciéndoles: "Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: Que era necesario que se cumpliese lo que está escrito de mí, en la ley de Moisés, y en los profetas y en los salmos". (vv. 41-44)
 
San Cirilo vel anonymus in cat. Graec
El Salvador había enseñado a sus discípulos sus manos y sus pies, para demostrarles que aquel cuerpo que había sido crucificado era el mismo que había resucitado. Y para probarles esto mejor, les pide algo para comer. Por esto dice el evangelista: "Mas como aún no lo acabaran de creer", etc.
 
San Gregorio Niceno Orat. 1 De resurrect. prope finem
En virtud de lo mandado por la Ley, la Pascua se celebraba con hierbas amargas porque continuaba aún la amargura, pero después de la resurrección, ésta se dulcificaba comiendo panal de miel. Por esto sigue: "Mas ellos le presentaron", etc.
 
Beda
Para demostrarles la veracidad de su resurrección, no sólo quiso que le tocasen sus discípulos, sino que se dignó comer con ellos para que viesen que había aparecido de una manera real y no de un modo fantasmal. Por esto sigue: "Y habiendo comido delante de ellos, tomó las sobras y se las dio". Comió para manifestar que podía, y no por necesidad. La tierra sedienta absorbe el agua de un modo distinto a como la absorbe el sol ardiente: La primera por necesidad, el segundo por potencia.
 
Griego
Pero alguno dirá: Si admitimos que el Señor comió verdaderamente, podemos esperar que comeremos también nosotros después de la resurrección general. Pero lo que hace el Señor en virtud de un poder especial, no constituye una regla o norma de naturaleza. Nuestros cuerpos resucitarán, no mutilados, sino perfectos e incorruptibles, a pesar de que conservó las heridas que en el suyo habían abierto los clavos y la lanza, para demostrarnos que la naturaleza corpórea permanece después de la resurrección y no se transforma en otra sustancia.
 
Beda
No comió después de su resurrección porque necesitase comer, ni para decirnos que necesitaremos comer después de la resurrección que esperamos, sino para enseñarnos la forma en que resucitará nuestra naturaleza corporal.
En sentido místico, el pez asado que comió el Salvador representa a Jesucristo que ha padecido, porque El se dignó estar oculto en las aguas de la humanidad, quiso ser cogido en el lazo de nuestra muerte, y ser asado en el fuego de la tribulación durante el tiempo de su pasión, pero nos ofreció el panal de miel en su resurrección. Demostró la doble naturaleza de su única persona en el panal de miel: el panal consta de cera mezclada con miel, y miel mezclada con cera, como la divinidad está en la humanidad.
 
Teofilacto super obtulerunt ei partem piscis
Parece que este acto de comer representa otro misterio. Cuando comió parte de un pez asado, dio a entender que nuestra naturaleza está nadando en el mar de esta vida, y que el Señor, asándola en el fuego de su divinidad, y secando la humedad que había contraído mientras vivía en lo profundo de los abismos, hizo de ella una comida divina. Y así, por medio de ella preparó a Dios una comida suave, a pesar de que antes era tan detestable, y esto es lo que representa el panal de miel. También significa por medio del pez asado la vida activa, que consume nuestra humedad en las brasas de los trabajos, además por medio del panal de miel significa la contemplación de la dulzura de la palabra divina.
 
Beda
Después que el Señor fue visto y tocado, y después que comió para que no pareciese que había engañado a alguno de los sentidos humanos, empezó a ocuparse de las Escrituras. Por esto sigue: "Y les dijo: éstas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros", esto es, cuando aún vivía en carne mortal, como vivís vosotros. Entonces había resucitado en la misma carne, pero que ya no estaba en la misma mortalidad, y añade: "Que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés", etc.
 
San Agustín De conc. evang. lib. 1, cap. 11
Entiendan que desvarían los que dicen que Jesucristo pudo hacer tanto prodigio en virtud del arte mágico, y que en virtud del mismo arte pudo dar a conocer su nombre a los pueblos para que se convirtiesen a El. Y si acaso esto es así, ¿no puede decirse que en virtud de arte mágico cumplió lo que de El habían dicho las profecías, inspiradas por el Espíritu Santo antes que naciese en la tierra? Pero si en virtud de arte mágico consiguió ser adorado estando muerto, habría que decir que había sido mago antes de nacer, ya que para vaticinar su nacimiento había sido designada una nación.
   
45-49
Entonces les abrió el sentido para que entendiesen las Escrituras, y les dijo: "Así está escrito, y así era menester que el Cristo padeciese y resucitase al tercer día de entre los muertos, y que se predicase en su nombre penitencia y remisión de pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas cosas, y yo envío al Prometido de mi Padre sobre vosotros; mas vosotros permaneced aquí en la ciudad, hasta que seáis vestidos de la virtud de lo alto". (vv. 45-49)
 
Beda
Después que el Señor se dejó ver y tocar, les recordó lo que decían las Escrituras, y a continuación les abrió el entendimiento para que entendiesen lo que leían. Por esto sigue: "Entonces les abrió el sentido para que entendiesen las Escrituras".
 
Teofilacto
De otro modo ¿cómo hubiesen podido sus almas turbadas y vacilantes estudiar los misterios de Jesucristo? Pero les enseñó también con palabras; prosigue, pues: "Y les dijo: así está escrito, y así era menester que el Cristo padeciese", esto es, por medio de la cruz.
 
Beda
Jesucristo hubiese perdido el fruto de su pasión si su resurrección no hubiese sido verdadera. Por ello dice: "Y resucitase de entre los muertos", etc. Después de probar la realidad de su cuerpo, recomienda la unidad de su Iglesia, añadiendo: "Y que se predicase en su nombre penitencia y remisión de los pecados a todas las naciones".
 
San Eusebio
Se había dicho: "Pídeme y te daré todas las gentes en herencia" ( Sal 2,8). Convenía, por lo tanto, que los convertidos de entre los gentiles fuesen purificados por medio de la virtud divina de todo contagio y mancha, por haber estado contaminados con la malicia de la idolatría del demonio, y como recién convertidos de aquella vida detestable e inmoral. Por lo tanto, dice que primero se debe predicar penitencia, y después conceder el perdón de los pecados a todas las gentes. Concedió, pues, el perdón de sus pecados por medio de su gracia, a todos los que hicieron antes penitencia de sus pecados, y por quienes había sufrido la muerte de la cruz.
 
Teófil
Cuando dice penitencia y remisión de pecados hace mención también del bautismo, en el que, por la deposición de las culpas pasadas, sigue el perdón de los pecados. Pero ¿cuál es la razón por la que se entenderá que el bautismo se confiere sólo en el nombre de Cristo, cuando en otro lugar dice que debe bautizarse en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo? En primer lugar decimos que no se entiende que el bautismo se administre sólo en el nombre de Cristo, sino que alguien sea bautizado con el bautismo de Cristo, es decir, espiritualmente. No según los judíos, ni como San Juan, que bautizaba invitando sólo a penitencia, sino para participar del Espíritu divino como cuando Jesucristo se bautizó en el Jordán, cuando apareció el Espíritu Santo en forma de paloma. Por lo tanto, entiéndase esto del bautismo administrado en nombre de Cristo (esto es, por la muerte de Jesucristo). Así como el Señor resucitó al tercer día después de muerto, así nosotros somos tres veces sumergidos en las aguas y somos sacados de ellas, recibiendo como prenda de incorruptibilidad la gracia del Espíritu Santo. También esto contiene en sí el nombre de Cristo: el Padre como el que unge, el Espíritu Santo como unción y el Hijo como ungido (esto es, según la naturaleza humana). No era conveniente que siguiese dividido el género humano en judíos y gentiles, por lo tanto, para unirlos a todos en un solo pueblo, mandó que se empezase a predicar desde Jerusalén para culminar en los gentiles. Por ello sigue: "Comenzando desde Jerusalén".
 
Beda
No sólo porque a los de Jerusalén venía confiada la revelación divina y tenían la gloria de haber sido adoptados como hijos, sino porque como se habían contaminado con algunos de los errores de los gentiles, debían ser los primeros llamados a tener la esperanza de alcanzar la piedad divina, en virtud de la que podían obtener el perdón aun aquéllos mismos que habían crucificado al Hijo de Dios.
 
Crisóstomo homil. in acta
Además, para que no dijesen algunos, que abandonando a los suyos había ido a manifestarse -y aún con cierta ostentación, a alardearse- a los extraños, ordenó que se diesen a conocer las pruebas de su resurrección primeramente a los mismos que habían matado a Jesús en la ciudad en la que se cometió el temerario atentado; porque si los que habían crucificado al Señor mostraban que creían, se tendría una gran prueba de la resurrección.
 
San Eusebio
Pero si todo lo que Jesús había predicho ya debía producir efecto, y ya su palabra, viva y eficaz, empezaba a verse por todo el mundo por medio de la fe, era llegado el momento en que no hubiese incrédulos respecto de Aquel que había producido esta fe. Conviene, pues, que lleve una vida muy santa aquél cuyas obras vivas deben estar conformes con sus palabras. Todo esto se cumplió por el ministerio de los apóstoles. Por esto añade: "Y vosotros, testigos sois de estas cosas", etc.. Esto es, de la muerte y de la resurrección del Señor.
 
Teófil
Por lo tanto, para que no se turbasen pensando: ¿de qué modo nosotros, hombres ignorantes, daremos testimonio de esto a los gentiles y a los judíos que te han crucificado?, añade: "Y yo envío al Prometido de mi Padre", etc. Esto lo había prometido por medio de Joel, diciendo: "Derramaré mi Espíritu sobre toda carne", etc ( Jl 2,28).
 
Crisóstomo hom. 1 in act
Así como cuando un ejército se dispone a atacar al enemigo, el general no permite salir a nadie hasta que todos estén armados, así Jesús no permite que sus Apóstoles salgan a pelear, hasta que sean armados con la venida del Espíritu Santo. Por esto añade: "Mas vosotros permaneced aquí, en la ciudad, hasta que seáis vestidos de la virtud de lo alto".
 
Teofilacto
Esto es, de un poder no humano, sino divino. No dijo recibáis, sino seáis revestidos, indicando así toda la protección de la gracia divina.
 
Beda
Acerca de este poder, es decir, del Espíritu Santo, el ángel dijo también a María: "Y la virtud del Altísimo te cubrirá" ( Lc 1,35). Y el mismo Señor en otro lugar: "Porque he conocido que ha salido de un poder de mí " ( Lc 8,46).
 
Teofilacto
¿Por qué no vino el Espíritu Santo cuando Jesús estaba presente, o apenas se marchó? Convenía que lo deseasen, y que recibiesen la gracia para ello. Nos aproximamos a Dios tanto más, cuanto la necesidad más lo exige. Convenía también que nuestra naturaleza se presentase en el cielo y que se realizasen las alianzas, y que después viniera el Espíritu Santo y se celebrasen los eternos gozos. Obsérvese también, con qué fuerza les impuso la necesidad de permanecer en Jerusalén, pues les había ofrecido que allí les concedería el Espíritu Santo. Y para que no volviesen a separarse después de su ascensión, los detuvo con esta expectación, como ligados allí con un vínculo especial. Dice pues: "Hasta que seáis vestidos de la virtud de lo alto". Y no les dijo cuándo, para que estuviesen siempre velando. ¿Por qué te admiras si no nos dice cuál será este día próximo, cuando no quiso que se supiese?
 
San Gregorio Reg. pastor part. 3, cap. 26
Amonéstese a aquellos a quienes su precipitación les empuja a predicar, cuando sus malas dotes o sus muchos años los excusan de esta obligación. No sea que, mientras ponen sobre sí esta carga, dejen de lograr la enmienda de las costumbres. La Verdad divina, después de haber instruido suficientemente a sus discípulos acerca del valor de la predicación, les mandó que permaneciesen en la ciudad hasta el momento en que fuesen investidos del poder divino. Al preparar de este modo a los que quería que predicasen, ha dado ejemplo a los demás para evitar que predicasen sin preparación. Permanecemos en la ciudad, cuando nos recogemos interiormente para no disiparnos hablando exteriormente, pero cuando somos investidos del poder divino, debemos como salir de nosotros mismos, instruyendo a los demás.
 
San Ambrosio
Consideremos cómo, según San Juan, recibieron el Espíritu Santo. Aquí, sin embargo, se les manda que permanezcan en la ciudad hasta que sean revestidos del poder de lo alto. Pero ya sea que insufló el Espíritu Santo a aquellos once -como a los más perfectos- y los envía a repartirlo después al resto, o ya sea que allí insufló sobre los mismos lo que aquí prometió, no parece que haya en esto contradicción, habiendo reparticiones de gracias. Luego, allí insufló un tipo de gracia, aquí ofrece otra, pues allí se dio la gracia de perdonar los pecados, lo cual parece más augusto y, por esto, es dado por Cristo para que creas que es el Espíritu de Cristo y que el Espíritu procede de Dios, puesto que sólo Dios perdona los pecados. San Lucas, en cambio, describe el modo como se les infundió el don de lenguas.
 
Crióstomo
Dijo el Salvador a sus discípulos: "Recibid el Espíritu Santo"( Jn 20,22); para hacerlos así idóneos, como era necesario, les indicó al presente lo que después se proponía concederles.
 
San Agustín De Trinit. 15, 26
El Señor concedió su Espíritu Santo dos veces después de su resurrección. Una vez, estando aún sobre la tierra, en señal de su amor al prójimo; y otra desde el cielo, como testimonio de amor divino.
   
50-53
Y los sacó fuera hasta Betania, y alzando sus manos les bendijo; y aconteció, que mientras los bendecía, se apartó de ellos, y era llevado al cielo. Y ellos, después de haberle adorado, se volvieron a Jerusalén con grande gozo. Y estaban siempre en el templo, loando y bendiciendo a Dios. Amén. (vv. 50-53)

Beda
Omitiendo todo lo que el Señor había hecho con sus discípulos en el espacio de cuarenta días, el evangelista pasa del primer día de su resurrección al último día en que subió a los cielos, diciendo: "Los sacó fuera, hasta Betania". Ante todo, por lo que dice el nombre de la ciudad -que quiere decir casa de obediencia - entendemos que el que había bajado del cielo por la desobediencia de los malos, subió por la obediencia de los convertidos. Además, por el lugar que ocupaba la ciudad (que según se dice estaba a la falda del monte de los Olivos), porque la casa de la Iglesia obediente debía estar a la falda del monte mismo (esto es, de Cristo), en donde ha colocado los fundamentos de la fe, de la esperanza y de la caridad. Bendijo a quienes había mandado enseñar. Por ello sigue: "Y alzando las manos los bendijo".
 
Teófil
Les infundió la fuerza que conserva hasta la venida del Espíritu Santo. Nos enseñó que cuantas veces nos separamos, encomendemos a nuestros súbditos a Dios por medio de las bendiciones.
 
Orígenes
El acto de levantar las manos y bendecirlos, significa que el que bendice debe estar adornado de buenas y heroicas obras, para bien de los demás; por esto levantó las manos al cielo.
 
Crisóstomo
Obsérvese que el Señor nos hace ver sus promesas. Había ofrecido que resucitarían los cuerpos; resucitó El de entre los muertos, y confirmó a sus discípulos en esta fe por espacio de cuarenta días. Ofreció también que seremos arrebatados al cielo, y probó esto también por medio de las obras. Prosigue: "Y aconteció, que mientras los bendecía", etc.
 
Teófil
Elías también parecía ser llevado al cielo, pero el Salvador mismo ascendió al cielo como precursor de todos para presentarse en su cuerpo sacratísimo como primicia ante el Padre. En este concepto, ya fue honrada nuestra naturaleza con todas las virtudes de los ángeles.
 
Crisóstomo
Pero dirás: ¿a mí en qué me interesa? Pues tú serás igualmente llevado a los cielos, porque tu cuerpo es de la misma naturaleza que el cuerpo de Jesucristo. Tu cuerpo, pues, será tan ágil, que podrá atravesar los espacios; porque así como la cabeza, es el cuerpo; como el principio, así el fin. Véase cómo fuimos honrados por este principio. El hombre era la clase más ínfima de las creaturas racionales, pero los pies se hicieron semejantes a la cabeza, fueron encumbrados en una torre real por virtud de Jesucristo, su cabeza.
 
Beda
Habiendo subido el Señor a los cielos y habiendo adorado sus discípulos el último lugar que pisaron sus pies, volvieron apresuradamente a Jerusalén, en donde se les había mandado esperar la promesa del Padre. Prosigue: "Y ellos, después de haberle adorado, se volvieron", etc. Estaban embargados de una grande alegría, porque después del triunfo de la resurrección, habían visto a su Dios y Señor penetrar en los cielos.
 
Griego
Y velaban, ayunaban y oraban, porque no descansando en sus propias casas, sino esperando constantemente la gracia de lo alto, estaban siempre en el templo, aprendiendo en él, entre otras virtudes, la piedad y la honestidad. Prosigue: "Y estaban siempre en el templo".
 
Teofilacto
Todavía no había venido el Espíritu Santo y ya hablaban espiritualmente. Al principio estaban encerrados, pero ahora ya no tenían inconveniente en presentarse delante de los príncipes de los sacerdotes, sin preocuparse de las cosas del mundo, antes bien, alababan todos a Dios, desestimando todo esto. Prosigue: "Loando y bendiciendo a Dios. Amén".
 
Beda
Obsérvese que San Lucas se distingue por el toro, entre los cuatro animales del cielo, porque el toro se ofrecía como víctima por los sacerdotes, y en atención a que se ocupó del sacerdocio más que los otros evangelistas. Además empezó su Evangelio por el ministerio sacerdotal de Zacarías en el templo, y lo concluyó con la reunión de los apóstoles en el templo, no ofreciendo sacrificios cruentos, sino como ministros del nuevo sacerdocio, alabando y bendiciendo a Dios, para prepararse así a recibir dignamente la venida del Espíritu Santo.
 
Teófil
Prosigamos imitándolos siempre en una vida santa, alabando y bendiciendo a Dios, de quien es la gloria, la dicha y el poder por los siglos. Amén.