CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO

01-03
Y aconteció después, que Jesús caminaba por ciudades y aldeas, predicando y anunciando el reino de Dios: y los doce con El, y también algunas mujeres, que había El sanado de espíritus malignos y de enfermedades; María, que se llama Magdalena, de la cual habían salido siete demonios, y Juana, mujer de Cusa, procurador de Herodes, y Susana, y otras muchas, que le asistían de sus haciendas. (vv. 1-3)
 
Teofilacto
El que bajó del cielo, para servirnos de ejemplo y de modelo, nos enseña a instruir sin negligencia. Por esto dice: "Y aconteció después, que Jesús caminaba", etc.
 
San Gregorio Nacianceno
Va de un lugar a otro, no sólo para ganar a muchos, sino para santificar también muchos lugares. Duerme y trabaja para santificar el trabajo y el sueño. Llora para dar valor a las lágrimas. Predica el reino de los cielos, para elevar a los que lo oyen.
 
Tito Bostrense
El que bajó del cielo a la tierra explica a los que la habitan el reino celestial, con el fin de convertir la tierra en cielo. ¿Quién puede predicar el reino, sino únicamente el Hijo de Dios, a quien este reino pertenece? Habían venido muchos profetas, pero no predicaron el reino de los cielos; porque ¿cómo pretenderían hablar de lo que no habían visto?
 
Isidoro Abad
Este reino de Dios creen algunos que está más alto y que es mejor que el reino de los cielos. Pero otros creen que es uno mismo en cuanto a la esencia, aun cuando se expresa de diverso modo. Algunas veces se le llama reino de Dios, a causa de su Rey, otras veces se le llama reino de los cielos, a causa de los súbditos, los ángeles y los santos, que se llaman cielos.
 
Beda
Como el águila que excita a volar a sus polluelos, el Señor eleva suavemente a sus discípulos hacia las cosas sublimes. Pues primeramente enseñó en las sinagogas e hizo milagros. A continuación eligió a los doce, que llamó apóstoles. Después los llevó a ellos solos, predicando por las ciudades y aldeas. Por esto sigue: "Y los doce con El".
 
Teofilacto
No enseñando ellos ni predicando, sino siendo instruidos por El. No impedía tampoco que las mujeres lo siguiesen. Y por esto añade: "Y también algunas mujeres que había El sanado de espíritus malignos y de enfermedades: María que se llama Magdalena, de la cual habían salido siete demonios".
 
Beda
María Magdalena es aquella misma de quien dijo en el capítulo precedente, callando su nombre, que había hecho penitencia. Con toda oportunidad el evangelista la da a conocer con este nombre, cuando dice que seguía a Jesucristo. Pero cuando la describe como pecadora (pero penitente), la llama solamente mujer, para no empañar un nombre de tanta fama con el recuerdo de los pasados extravíos, de quien se dice habían salido siete demonios, significando que había tenido todos los vicios.
 
San Gregorio in Evang. hom. 33
¿Qué se entiende por siete demonios, sino todos los vicios? Pues como en siete días se presenta todo el tiempo, así el número siete representa la universalidad. María tuvo siete demonios, porque había cometido toda clase de pecados.
Prosigue: "Y Juana, mujer de Chusa, procurador de Herodes y Susana, y otras muchas; que le asistían de sus haciendas".
 
San Jerónimo in Mat. 27, 55
Era costumbre entre los judíos, y no incurrían en pecado según se hacía antiguamente, que las mujeres diesen de comer y vistiesen de su propio peculio a los que las instruían. San Pablo refiere ( 1Cor 9) que abolió esta costumbre porque podía escandalizar a los gentiles. Asistían de sus bienes al Señor para que recibiese de ellas las cosas temporales, mientras ellas recibían de El las espirituales. No porque el Señor necesitase comer a costa de sus criaturas, sino para ser el modelo de los maestros, los cuales deben contentarse con el alimento y el vestido de sus discípulos.
 
Beda
María quiere decir mar amargo 1, por el rigor de su penitencia; Magdalena quiere decir torre, o mejor dicho, la de la torre, a causa de la torre, de la que se dice ( Sal 60,4): "Tú eres mi esperanza, la torre de la fortaleza contra mi enemigo"; Juana quiere decir el Señor es su gracia o misericordioso, porque de El es todo cuanto nos mantiene. Y si María, una vez purificada de todas sus culpas, representa la Iglesia de los gentiles, ¿por qué Juana no ha de representar la misma Iglesia, en otro tiempo dedicada al culto de los ídolos? Porque todo espíritu maligno, mientras trabaja por el imperio del diablo, es semejante al procurador de Herodes. Susana quiere decir lirio o su gracia, por el candor oloroso de la vida celeste y por la caridad de oro de su amor interno.

Notas
1. La derivación científica del nombre, a pesar de muchos ensayos de explicación, sigue siendo incierta. Algunos estudiosos opinan que puede significar: ser contumaz; ser corpulento; "amada de Yahveh"; "la vidente"; "señora"; "elevada" o "excelsa"; etc. La explicación de "estrella del mar" es resultado de una corrupción del texto: el latín stilla maris, traducción jeronimiana del hebr. miryam, fue desfigurado en stella maris. (Haag-Van den Born-Ausejo: Diccionario de la Biblia)
   
04-15
Y como hubiese concurrido un crecido número de pueblo, y acudiesen solícitos a El de las ciudades, les dijo por semejanza: "Salió el que siembra, a sembrar su simiente. Y al sembrarla, una parte cayó junto al camino y fue hollada, y la comieron las aves del cielo. Y otra cayó sobre piedra: y cuando fue nacida, se secó, porque no tenía humedad. Y otra cayó entre espinas, y las espinas que nacieron con ella la ahogaron. Y otra cayó en buena tierra: y nació, y dio fruto a ciento por uno". Dicho esto, comenzó a decir en alta voz: "Quien tiene orejas de oír, oiga". Sus discípulos le preguntaban qué parábola era ésta. El les dijo: "A vosotros es dado el saber el misterio del reino de Dios, mas a los otros por parábolas: para que viendo no vean y oyendo no entiendan. Es, pues, esta parábola: La simiente es la palabra de Dios. Y los que están junto al camino, son aquéllos que la oyen; mas luego viene el diablo, y quita la palabra del corazón de ellos, porque no se salven creyendo. Mas los que sobre la piedra, son los que reciben con gozo la palabra, cuando la oyeron; y éstos no tienen raíces; porque a tiempo creen, y en el tiempo de la tentación vuelven atrás. Y la que cayó entre espinas, éstos son los que la oyeron, pero después en lo sucesivo quedan ahogados de los afanes, y de las riquezas, y deleites de esta vida, y no llevan fruto. Mas la que cayó en buena tierra; éstos son, los que oyendo la palabra con corazón bueno y muy sano, la retienen, y llevan fruto con paciencia". (vv. 4-15)
 
Teofilacto
Lo que David había predicho de la persona de Jesucristo "Abriré mi boca en parábolas" ( Sal 77,2), lo cumple aquí el Señor. Por esto se dice: "Y como hubiese concurrido un crecido número de pueblo, y acudiesen solícitos a El de las ciudades, dijo por semejanza". El Señor hablaba por medio de parábolas primeramente para que le oyesen con más atención, porque acostumbraban los hombres a ejercitarse en las cosas oscuras, menospreciando las más claras. En segundo lugar, para que los indignos no comprendiesen lo que se les decía místicamente.
 
Orígenes
Por esto se dice terminantemente: "Y como hubiese concurrido un crecido número y acudiesen de las ciudades", etc. No son muchos, sino pocos, los que andan por el camino estrecho y los que encuentran el camino que conduce a la vida. Por esto dice San Mateo ( Mt 13), que fuera de la casa enseñaba por medio de parábolas, pero que explicaba estas mismas a sus discípulos, cuando se encontraban dentro.
 
Eusebio
El Señor expone muy oportunamente esta primera parábola a la muchedumbre, no sólo a la que estaba presente, sino también a la que después de ella había de venir, invitándolos a escuchar sus palabras, cuando dice: "Salió el que siembra, a sembrar su simiente".
 
Beda
No podemos entender que este sembrador sea otro que el Hijo de Dios, quien saliendo del seno de su Padre, a donde las criaturas no podían llegar, vino a este mundo, para dar testimonio de la verdad ( Jn 19).
 
Crisóstomo in Mat. hom. 45
Salió el que está en todas partes y no en un solo lugar, pero se aproximó a nosotros por medio del vestido de la carne. Con razón Jesucristo designa su venida con el nombre de salida, porque estábamos excluidos de Dios y como rebeldes condenados por el Rey. De esta manera el que quiere reconciliarlos, saliendo fuera hacia ellos, les habla hasta que, resultando dignos de la presencia del Rey, los introduce. Así obró Jesucristo.
 
Teofilacto
Sale ahora no para perder a los labradores, ni a quemar la tierra, sino a sembrar; porque muchas veces el labrador que siembra, sale con otro fin, y no sólo a sembrar.
 
Eusebio
Salieron también algunos de la patria celestial y bajaron a los hombres, no a sembrar, puesto que no eran sembradores, sino enviados a ejercer el oficio de ministros del Espíritu. Moisés, y los profetas después de él, no sembraron en los hombres los misterios del reino de los cielos; pero retraían a los insensatos del error de la maldad y del culto de los ídolos. Cultivaban, por decirlo así, las almas de los hombres, y las convertían en campos nuevos. Sólo el sembrador de todos, el Verbo de Dios, salió a evangelizar la nueva semilla, esto es, los misterios del reino de los cielos.
 
Teofilacto
No cesa el Hijo de Dios de sembrar en nuestras almas, porque no solamente cuando enseña, sino también cuando crea, siembra en nuestras almas las buenas semillas.
 
Tito Bostrense
Salió a sembrar su propia semilla, porque no recibió la palabra como prestada, puesto que El es por naturaleza el Verbo de Dios vivo. La semilla de Pablo ni la de Juan son propias; la tienen porque la han recibido. Jesucristo, por el contrario, tiene su propia semilla, sacando de su naturaleza la doctrina. Por eso los mismos judíos decían: "¿Cómo conoce éste las letras, que no aprendió?" ( Jn 7,15).
 
Eusebio
Enseña que hay dos grados entre aquellos que reciben la divina semilla. El primero se compone de aquellos que se hicieron dignos de la vocación del cielo, pero que pierden la gracia por negligencia y tibieza. El segundo se compone de aquellos que multiplican la semilla por medio de buenos frutos. Además San Mateo establece tres diferencias en cada uno de estos grados. Porque aquellos que sofocan la semilla no tienen igual modo de perderla y los que fructifican con ella, no reciben la misma abundancia. Por esto da a conocer las ocasiones en que se pierde la semilla. Los unos, sin haber pecado, pierden la semilla saludable que hay en sus almas, sustraída a su atención y a su memoria por los espíritus malignos y por los demonios que vuelan en el aire, o por los hombres engañosos y astutos, que llamó volátiles. Por esto añade: "Y cuando sembraba, una parte cayó junto al camino".
 
Teofilacto
No dijo que, el que siembra, arrojó la semilla junto al camino, sino que la semilla cayó. El que siembra enseña buena doctrina, pero su palabra cae sobre los oyentes de diversa manera, de suerte que algunos de ellos se consideran como camino: "Y fue hollada, y las aves del cielo la comieron".
 
San Cirilo
Todo camino es árido e inculto en cierto sentido, porque es pisado por todos y ninguna semilla puede desarrollarse en él. Así, en los que tienen su corazón indócil, no pueden penetrar las divinas enseñanzas ni germinar la alabanza de las virtudes. Estos son el camino frecuentado por los espíritus inmundos. Hay también algunos que reciben la fe de una manera superficial, como si ésta sólo consistiese en palabras. La fe de éstos carece de raíz. Y por esto añade: "Y otra cayó sobre piedras, y cuando fue nacida, se secó, porque no tenía humedad".
 
Beda
Llama piedra al corazón endurecido e indomable. Por el contrario, la humedad es agua para la raíz de la semilla, que en otra parábola está figurado por el óleo, destinado a alimentar las lámparas de las vírgenes ( Mt 25), y que representa el amor y la perseverancia en la virtud.
 
Eusebio
Hay también algunos que Cristo llama espinas, por la avaricia, por el apetito sensual y por los cuidados del mundo. Sofocan la semilla que en ellos se sembró. Acerca de lo que dice: "Y otra cayó entre espinas", etc.
 
Crisóstomo in Mat. hom. 4
Así como las espinas no permiten que nazca la semilla, sino que la sofocan por su espesor, así los cuidados de la vida presente, no permiten que fructifique la semilla espiritual. Reprensible sería el labrador que sembrase sobre espinas punzantes, sobre piedras y en el camino. Porque no es posible que la piedra se haga tierra, ni que el camino deje de ser camino, ni que las espinas dejen de ser espinas. Al contrario, no sucede lo mismo en las cosas espirituales, pues es posible que la piedra se convierta en tierra rica, que el camino no se pise y que las espinas desaparezcan.
 
San Cirilo
Son tierra rica y fértil las almas humildes y buenas, que en su humildad reciben la semilla de la palabra, la conservan y la hacen fructificar. Y en cuanto a esto se dice: "Y otra cayó en buena tierra, nació y dio fruto de ciento por uno". Cuando se introduce la palabra divina en una inteligencia limpia de los cuidados mundanos, echa raíces profundas, produce espigas y crece oportunamente.
 
Beda
El fruto centuplicado es el que llama fruto perfecto, pues el número diez expresa siempre la perfección, porque la custodia de la ley (esto es, su observancia) se contiene en diez preceptos. El número diez multiplicado por sí mismo, forma el número cien, y con este número se representa la gran perfección.
 
San Cirilo
Cuál es el sentido de esta parábola, lo vamos a saber por Aquel que la compuso. Por esto sigue: "Dicho esto, comenzó a hablar en alta voz diciendo: Quién tiene orejas de oír, oiga".
 
San Basilio
Oír pertenece al entendimiento. Por esto el Señor llama la atención a los que lo oyen, para que comprendan bien lo que va a decir.
 
Beda
Cuantas veces se hace esta advertencia, ya en el Evangelio ya en el Apocalipsis de San Juan. Anuncia que lo que se dice es misterioso y que debemos meditarlo con más atención. Por eso los discípulos, ignorándolo, preguntaban al Salvador. Sigue, pues: "Sus discípulos le preguntaban qué parábola era ésta". Sin embargo, no se crea que los discípulos le preguntaron al punto que terminó la parábola, sino que, como dice San Marcos: "Le preguntaron estando solo" ( Mc 4,10).
 
Orígenes
La parábola es el relato de un hecho imaginario que no aconteció como se cuenta, pero que es posible, y que significa otra cosa por la aplicación de lo que se refiera en la parábola. Un enigma es la consecuencia de una relación imaginaria, que ni aconteció ni es posible, pero que tiene un sentido oculto, como aquello que se dice en el libro de los Jueces: "Que los árboles se reunieron para elegir rey" ( Jue 9,8). No aconteció a la letra como lo refiere el evangelista, aunque fue posible que se hiciese.
 
Eusebio
El Señor les dijo el motivo por qué hablaba a las turbas por medio de parábolas. Por esto añade: "Y les dijo: A vosotros es dado el saber el misterio del reino de Dios".
 
San Gregorio Nacianceno
Cuando oigas esto no introduzcas diferentes naturalezas, como ciertos herejes, que piensan que la naturaleza de unos es de perderse, y la de otros de salvarse. Sin embargo algunos son de tal modo, que su voluntad los lleva a lo peor o a lo mejor. Pero añade a esto que se dice: "A vosotros es dado". Es dado a los que quieren y a los simplemente dignos.
 
Teofilacto
A los que son indignos de tan grandes misterios, se les dice de un modo oscuro. De donde sigue: "Mas a los otros en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan". Ellos creen que ven, pero no ven; y oyen ciertamente, pero no entienden. Jesucristo les ha ocultado esto para que no reciban un daño mayor si llegan a despreciar estos misterios divinos después de conocerlos, pues el que primero entiende y después desprecia, merece mayor castigo
 
Beda
Así oyen sólo en parábolas, cuando cerrados los sentidos de su alma, no se cuidan de conocer la verdad, olvidándose de lo que dijo el Señor: "Quien tiene orejas de oír, oiga".
 
San Gregorio in Evang. hom. 15
El Señor se dignó explicar lo que había dicho para que sepamos buscar la significación de todas las cosas, aun de aquéllas que no nos quiso explicar. Porque sigue: "Es, pues, ésta la parábola: La simiente es la palabra de Dios".
 
San Eusebio
Dice que hay tres causas por medio de las que se destruye la semilla que cae sobre nuestras almas. Unos destruyen la semilla escondida en sus almas, dando oídos a todos los que quieren engañarlos. De éstos añade: "Y los que junto al camino, son aquéllos que la oyen; mas luego viene el diablo y quita la palabra del corazón de ellos".
 
Beda
Estos son los que oyen la palabra divina sin fe, sin deseo de conocerla, sin ninguna intención de sacar provecho de ella aplicándola a sus acciones.
 
Eusebio
Otros, no habiendo recibido la palabra de Dios en el fondo de su alma, la dejan perecer cuando llega el día de la adversidad, acerca de los que dice el Señor: "Mas los que sobre piedra, son los que reciben con gozo la palabra cuando la oyeron, y éstos no tienen raíces, porque a tiempo creen y en el tiempo de la tentación vuelve atrás".
 
San Cirilo
Cuando entran en la iglesia oyen la explicación de los divinos misterios con poca voluntad y cuando han salido de la iglesia se olvidan de los sagrados misterios. Y si la fe cristiana está en paz, perseveran. Pero si la persecución la turba, su alma huye, porque su fe no tiene raíces.
 
San Gregorio, hom. 15, in Evang
Muchos emprenden buenas obras y cuando empiezan a ser molestados por las adversidades o por las tentaciones, abandonan lo empezado. La tierra pedragosa de sus corazones no tuvo humedad suficiente para poder hacer germinar la semilla que recibió y que llegase a dar fruto.
 
Eusebio
Algunos, en verdad, sofocan también la semilla escondida en sus corazones con las riquezas y con los placeres, como con espinas punzantes. Respecto de los que se añade: "Y la que cayó entre espinas; éstos son los que la oyeron, pero en quienes es sofocada por los afanes, por las riquezas y los deleites de la vida", etc.
 
San Gregorio ut sup
Es digno de admiración el considerar cómo el Señor llamó a las riquezas espinas, siendo así que éstas punzan y aquéllas deleitan. Y sin embargo, son espinas, porque hieren la inteligencia con las punzadas de sus pensamientos y cuando la conducen hasta el pecado, le infieren cruelmente una terrible herida. Las riquezas llevan consigo dos cosas: los cuidados y las satisfacciones; porque oprimen la inteligencia con el afán de los cuidados y la disipan con su afluencia. Sofocan también la semilla, porque interceptan el camino de la inteligencia con vanos pensamientos, y no permitiendo que entre en el corazón ningún buen deseo, cierran la puerta a la inspiración divina.
 
Eusebio
Todo esto fue predicho por el Salvador y ha sido demostrado por los hechos. No se ha dado ninguna otra manera de culto divino, sino según alguno de los modos predichos por El.
 
Crisóstomo in Mat. hom. 45
Y para compendiar esto en pocas palabras, diremos que éstos no quieren oírlo por negligencia, aquéllos por cobardía o debilidad, los otros, en fin, porque se han hecho como esclavos del placer y de las cosas del mundo. Bueno es el orden del camino, de la piedra y de las espinas. Necesarias son, por consiguiente, en primer lugar la memoria y la cautela, después la fortaleza y consiguientemente el menosprecio de las cosas presentes. Habla después de la buena tierra, que hace lo contrario que el camino, la piedra y las espinas, cuando añade: "Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que, oyendo la palabra con corazón bueno y muy sano, la retienen", etc. No la retienen los que están junto al camino, porque el diablo les roba la semilla; los que están sobre la piedra no sostienen con paciencia el empuje de la tentación por su imbecilidad; y los que están sobre espinas, no fructifican, sino que se sofocan.
 
San Gregorio ut sup
La tierra buena produce el fruto por medio de la paciencia. Porque son inútiles todas nuestras buenas obras si no sufrimos con resignación aun las malas acciones de nuestros prójimos. Así producen frutos de paciencia, porque sufriendo humildemente todas las contrariedades, son admitidos después de las pruebas al gozo y al reposo.
   
16-18
"Nadie enciende una antorcha, y la cubre con alguna vasija, o la pone debajo de la cama, sino que la pone sobre el candelero, para que vean la luz los que entran. Porque no hay cosa encubierta, que no haya de ser manifestada; ni escondida, que no haya de ser descubierta y hacerse pública. Ved, pues, como oís: porque a aquél que tiene le será dado, y al que no tiene, aun aquello mismo que piensa tener, le será quitado". (vv. 16-18)
 
Beda
El Señor había dicho a sus apóstoles: "A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios, mas a los otros en parábola". Y ahora manifiesta que también habrán de revelarse alguna vez a los demás los divinos misterios, diciendo: "Nadie enciende una antorcha, y la cubre con alguna vasija, o la pone debajo de la cama", etc.
 
Eusebio
Como diciendo: Así como la luz se enciende para que luzca y no para que sea escondida bajo el celemín o bajo la cama, así también los misterios del reino de los cielos publicados por medio de parábolas, aunque se oculten a los extraños, no tendrán para todos un sentido desconocido. De donde prosigue: "Porque no hay cosa encubierta que no haya de ser manifestada, ni escondida, que no haya de ser descubierta y hacerse pública". Es decir, aunque se han dicho muchas cosas por medio de parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no comprendan -por su incredulidad-, sin embargo, toda palabra será explicada.
 
San Agustín, de quaest. evang. 2, 12
O de otro modo, con estas palabras enseña de una manera figurada la confianza con que debe predicarse para que no haya quien esconda la luz de la ciencia por temor a los inconvenientes carnales. Con el nombre de vasija o de cama significa la carne, y con la palabra antorcha designa la palabra divina. El que la oculta por miedo a los inconvenientes carnales, antepone la carne a la manifestación de la verdad, y el que teme predicar, cubre, por decirlo así, la palabra con su carne. Aquél, por el contrario, que pone la luz sobre el candelero es el que somete su cuerpo al servicio de Dios, de suerte que la predicación de la verdad esté encima y la servidumbre del cuerpo debajo.
 
Orígenes de serm. Dom. 1, 12
Y el que quiera adaptar la antorcha a los discípulos más perfectos de Jesucristo, nos lo dará a conocer por medio de aquellas palabras que se dijeron de San Juan, a saber: "Que él era la antorcha que ardía y que lucía". No conviene, pues, que aquél que tiene luz en su inteligencia la esconda bajo la cama en la cual se descansa, ni debajo de un vaso, porque el que hace esto no facilita la entrada a la casa a aquéllos para quienes se ha preparado la luz, sino que la debe poner sobre el candelero, esto es, para toda la Iglesia.
 
Crisóstomo in Mat. hom. 45
Con estas palabras los estimula a la vida activa, manifestándoles que deben ser esforzados, como expuestos a las miradas de todos y batallando en el mundo como en un teatro. Como diciendo: No consideréis que permanecemos en una pequeña parte del mundo, sino que seréis conocidos de todos, porque una virtud tan grande es imposible que quede oculta.
 
San Máximo
O acaso el Señor se llama a sí mismo antorcha que ilumina a todos los que habitan en la casa, esto es, en el mundo. Pues siendo Dios por naturaleza y habiéndose hecho hombre por misericordia, es semejante a la luz de una lámpara retenida en un vaso de carne por medio del alma, como el fuego es retenido por medio de la mecha en el vaso de una lámpara. Llama candelabro a la Iglesia, sobre la que brilla el Verbo divino y la alumbra con los rayos de la verdad como si fuese una casa. Llamó por medio de semejanzas vasija y cama al culto material de la ley, debajo del cual no quiere ser adorado.
 
Beda
Con insistencia nos enseña Jesucristo a escuchar la divina palabra, para que la meditemos continuamente en nuestra alma y la podamos hacer oír a otros. Por esto sigue: "Ved, pues, cómo oís: porque a aquel que tiene se le dará", etc. Como diciendo: Aplicad toda vuestra atención a la palabra que vais a oír; porque al que ama la palabra, le será dado comprender el sentido de lo que ama; pero el que no tiene amor de oír, por mucho ingenio que tenga, y por muy ejercitado que esté en el estudio de las letras, ninguna dulzura gustará de la Sabiduría. Muchas veces el perezoso recibe ingenio para ser más justamente castigado por su negligencia, porque lo que pudo conseguir a costa de poco trabajo, no quiso conocerlo; y a veces el estudioso de tarda inteligencia, sufre, a fin de que su recompensa sea tanto más grande, cuanto más trabaja para aprender.
   
19-21
Y vinieron a El su Madre, y sus hermanos, y no podían llegar a El por la mucha gente. Y le dijeron: "Tu Madre y tus hermanos están fuera, que te quieren ver". Mas El respondió, y les dijo: "Mi Madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios, y la guardan". (vv. 19-21)
 
Tito Bostrense
Una vez dejados los parientes según la carne, el Señor insistía en la doctrina del Padre. Mas como era deseado a causa de la ausencia, vinieron a El. Por esto sigue: "Y vinieron a El su Madre y sus hermanos", etc. Cuando oigas hablar de los hermanos de Jesús, acuérdate de su misericordia y comprende su gracia. Nadie hay que pueda ser hermano del Salvador según la divinidad (porque es unigénito), pero por gracia de su misericordia, comunicó con nosotros en la carne y en la sangre, y se hizo hermano nuestro, siendo Dios por naturaleza.
 
Beda
Los que se llaman hermanos del Señor según la carne, no son hijos de la Santísima Virgen, como dice Helvidio, ni hijos de San José por medio de otra esposa, según algunos quieren decir, sino parientes de ellos.
 
Tito Bostrense
Creían sus parientes que en cuanto Jesús se diese cuenta de su presencia, abandonaría al pueblo por el respeto de su Madre y que se doblegaría por el amor que la profesaba. De aquí sigue: "Y le dijeron: Tu Madre y tus hermanos están fuera", etc.
 
Crisóstomo in Mat. hom. 45
Considera que hacerle salir era sustraerle a todo el pueblo, que estaba pendiente de sus labios, empezada ya la predicación. Por cuya razón el Señor, como reprendiendo, contestó: "Mi Madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios", etc.
 
San Ambrosio
El Maestro moral, que se ofrece como ejemplo a los demás, había de mandar a todos que abandonasen a su padre y a su madre, porque en caso contrario no serían dignos de llamarse hijos de Dios. El se sujetó primero a esta sentencia, no menospreciando el respeto debido a la madre, porque suyo es este precepto: El que no honrare a su padre y a su madre será castigado de muerte ( Ex 21,15). Lo hizo porque sabe que debe más a los misterios del Padre que a los afectos de la Madre. Tampoco rechaza con injuria a los padres, sino que enseña que el vínculo de las almas es más sagrado que el de los cuerpos. No niega que sea su Madre (como algunos herejes pretenden), a quien también conoció desde la cruz, sino que da la preferencia a los mandatos del cielo sobre los vínculos de la carne.
 
Beda
Todos aquellos que oyen la palabra de Dios y la practican se llaman madre del Señor, porque le alumbran en sus corazones y en los de sus prójimos todos los días, por medio del ejemplo y de la palabra; son también hermanos suyos, puesto que también hacen la voluntad de su Padre que está en el cielo.
 
Crisóstomo in Mat. hom. 45
No dice esto reprendiendo a su Madre, sino ayudándola mucho. Porque si era solícito para los demás, a fin de que formasen de El juicio acertado ¿cuánto más respecto de su Madre? No la hubiese elevado a tanta dignidad si ella hubiese esperado que El la obedecería siempre como a un hijo y no lo hubiese considerado como Dios.
 
Teofilacto
Algunos entienden esto diciendo que, cuando Jesucristo enseñaba, algunos le tenían envidia y se proponían rebajarle en la sublimidad de su doctrina, por lo que dijeron: "Tu Madre y tus hermanos están fuera y te quieren ver"; como para recordarle la oscuridad de su nacimiento. Y por lo tanto, el Señor, que conocía sus intenciones, les respondió manifestando que el parentesco humilde no daña, pero que si alguno es de condición humilde y oye la palabra de Dios, lo considera como pariente suyo. Sin embargo, como sólo escuchar no basta para salvarse, sino que más bien condena, añadió: "Y la practican". Conviene, pues, oír y practicar. Llama a su doctrina la palabra de Dios, porque todo lo que decía venía del Padre.
 
San Ambrosio
En sentido místico, el que busca a Cristo no debe estar fuera. Porque se dice: "Acercaos a El y seréis iluminados" ( Sal 33,6). Si están fuera, ni aun los mismos parientes son reconocidos; y acaso no son reconocidos para nuestro ejemplo. ¿Cómo, pues, seremos nosotros reconocidos por El, si estamos fuera? También se puede entender por parientes a los judíos, de quienes procedía Jesucristo según la carne, y que la Iglesia debe ser preferida a la sinagoga.
 
Beda
Enseñando El dentro, los que vienen no pueden entrar, menospreciando el sentido espiritual de sus palabras. Precediéndoles la turba, entró en la casa, porque, mostrándose indiferente la Judea, la gentilidad afluyó en tropel a Jesucristo. Los que están fuera quieren ver a Jesucristo, no buscando el sentido espiritual, sino deteniéndose fuera a guardar la letra y como obligando a Cristo a salir para enseñarles cosas carnales, más bien que consentir en entrar a aprender las espirituales.
   
22-25
Y aconteció que un día entró El con sus discípulos en un barco, y les dijo: "Pasemos a la otra ribera del lago". Y se partieron. Y mientras ellos navegaban, El se durmió, y sobrevino una tempestad de vientos en el lago, y se henchían de agua, y peligraban. Y llegándose a El, le despertaron, diciendo: "Maestro, que perecemos". Y levantándose, increpó al viento, y a la tempestad del agua y cesó, y fue hecha bonanza. Y les dijo: "¿Dónde está vuestra fe?": Y ellos, llenos de temor se maravillaban y decían los unos a los otros: "¿Quién piensas es éste, que así manda a los vientos, y al mar, y le obedecen?" (vv. 22-25)
 
San Cirilo
Como los discípulos veían que todos recibían beneficios de Cristo, convenía también que ellos se deleitasen con los que recibieran a su vez; porque ninguno considera igualmente las cosas que se hacen en los cuerpos ajenos, como las que se hacen en el suyo propio. Por eso el Señor expuso a sus discípulos a los peligros del mar y de la tempestad. De donde sigue: "Y aconteció que un día entró El y sus discípulos en un barco, y les dijo: pasemos a la otra ribera; y partieron".
 
Crisóstomo in Mat. hom. 29
Queriendo San Lucas evitar cuestiones que podrían suscitarse respecto del orden de los sucesos, dijo que Jesús entró cierto día en la nave.
 
San Cirilo
Si hubiese ocurrido la tempestad cuando el Señor estaba despierto, o sus discípulos no hubiesen tenido miedo, o no hubiesen creído que Jesús podía hacer tales prodigios. Por eso duerme, dando ocasión al miedo. Sigue, pues: "Y mientras ellos navegaban, El se durmió, y sobrevino una tempestad de viento en el lago".
 
San Ambrosio
Arriba se dice que pasaba la noche en oración. ¿Cómo es que aquí se duerme durante la tempestad? Para expresar la seguridad del poder, durmiendo solo, intrépido, mientras todos temían; pero descansaba con el sueño del cuerpo, atento al misterio de la divinidad, pues nada se hace sin el Verbo.
 
San Cirilo
Aconteció por su providencia que los discípulos no le pidiesen socorro apenas la tempestad empezó a empujar la barca, sino cuando el peligro fue mayor, a fin de que el poder de la Divina Majestad se hiciese más manifiesto. De donde se dice: "Y eran empujados y peligraban". Lo cual permitió el Señor para probarlos, a fin de que, después de haber confesado el peligro, reconociesen la grandeza del milagro. Así, cuando la gravedad del peligro les produjese un miedo intolerable, no teniendo otra esperanza de salvación, sino sólo el Señor Todopoderoso, lo despertasen.
Prosigue: "Y llegándose a El le despertaron, diciendo: Maestro, que perecemos".
 
San Agustín de cons Evang. 2, 24
San Mateo dice: "Señor, sálvanos, que perecemos" ( Mt 8,25). Y San Marcos dice: "Maestro, ¿no te apuras porque sucumbimos?" ( Mc 4,38). Pero dicen lo mismo los que despiertan al Señor, que los que quieren salvarse. No es necesario averiguar cuál de estas cosas fue la que se dijo al Señor. Ya hayan dicho algunas de estas tres cosas, ya otras palabras que ninguno de los Evangelistas refirió, significando lo mismo, ¿qué más da en el asunto de que se trata? Por otra parte, pudo muy bien suceder que muchos, queriéndole despertar, dijesen todas esas cosas, cada uno de distinta manera.
 
San Cirilo
No era posible que los discípulos se ahogaran, estando con ellos el Omnipotente; por eso Cristo, que tiene poder sobre todas las cosas, se levanta al punto y apacigua súbitamente la tempestad y el furor de los vientos. "Y la tempestad cesó, y se hizo la calma". Con lo cual demostró que era aquel Dios a quien se dice en el Salmo: "Tú dominas el poder del mar, y calmas la agitación de sus olas" ( Sal 88,10).
 
Beda
Así, en esta navegación, el Señor demuestra las dos naturalezas en una sola persona, puesto que El, que duerme como hombre, apacigua como Dios el furor del mar con la palabra.
 
San Cirilo
A la vez que calmó la tempestad de las aguas, calmó también la tempestad de las almas. Por esto sigue: "Y les dijo: ¿Dónde está vuestra fe?". En cuya palabra manifiesta que no es la tentación la que produce el terror, sino la imbecilidad del alma. Pues como el oro se prueba con el fuego, la fe se prueba con las tentaciones.
 
San Agustín de cons Evang. 2, 24
Los demás evangelistas dijeron esto mismo, pero con diferentes palabras. San Mateo hace decir al Señor (8,26): "¿Por qué teméis, hombres de poca fe?" San Marcos dice (4,40): "¿Qué teméis?, ¿no tenéis fe todavía?", esto es, aquella fe perfecta semejante al grano de mostaza. Esto, pues, dice también aquél: "Hombres de poca fe"; y San Lucas dice: "¿Dónde está vuestra fe?". Y todo esto pudo decirse a la vez: "¿Por qué tenéis miedo? ¿Dónde está vuestra fe? Hombres de poca fe". De donde cada uno refiere una de estas cosas.
 
Ambrosio
Calmada la tempestad ante el mandato de Jesucristo, los discípulos, asombrados, hablaban unos con otros acerca de aquel milagro. Por esto sigue: "Y ellos, llenos de terror, se maravillaron", etc. No decían esto sus discípulos como desconociendo al Salvador, pues habían conocido que Jesús era Dios e Hijo de Dios. Lo que admiraron fue la abundancia de su poder eterno y la gloria de su divinidad, aunque era semejante a nosotros y visible según la carne. Por esto decían: "¿Quién piensas es éste?". Esto es, ¡cuán grande y cuán admirable es, y cuánto es su poder y su majestad! Porque la obra es hecha con poder, el precepto dominador, no una súplica de siervo.
 
Beda
Puede ser también que no sean los discípulos, sino los otros que estaban en la barca, los que se admiraron.
En sentido alegórico el mar o el lago representa la agitación tenebrosa y amarga de este mundo. La barca representa el árbol de la cruz, por cuyo medio los fieles pueden ganar la orilla de la patria celestial, surcando las olas de este mundo.
 
San Ambrosio
Y así el Señor, que sabía perfectamente que El había venido a la tierra a causa de un misterio divino, dejando a los parientes, se subió a la barca.
 
Beda
Advertidos sus discípulos, suben también con El. De donde dice: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" ( Mt 16,24). Mientras que los discípulos navegan, esto es, mientras que los fieles pisotean el mundo y meditan en su alma el reposo del siglo futuro, mientras que, empujados por el soplo del Espíritu Santo o por los esfuerzos de sus almas, atraviesan a porfía las vanidades inconstantes del mundo, el Señor duerme. Es decir, el tiempo de la pasión del Señor llega y la tempestad avanza, porque durante el sueño de la muerte que el Señor sufrió en la cruz, las olas de las persecuciones se levantan excitadas por el soplo del demonio. La paciencia del Señor no se altera por las olas; pero la imbecilidad de sus discípulos se agita y tiembla. Despiertan al Señor, temerosos de perecer durante su sueño; es decir, que habiendo visto su muerte, aguardaban su resurrección, la cual, si se difiriese, perecerían para siempre. Por esto, levantándose, increpa al viento, porque con su pronta resurrección de la muerte destruyó la soberbia del diablo que tenía el imperio de la muerte. Calmó la tempestad del agua, porque resucitando destruyó la rabia de los judíos que insultaban su muerte.
 
San Ambrosio
Para que comprendas que nadie puede vivir en el mundo sin tentaciones, porque la prueba de la fe es la tentación. Estamos expuestos a los peligros de la tormenta espiritual; pero, como marinos vigilantes, procuremos despertar al Piloto no para que sirva, sino que mande a los vientos; el cual, aunque ya no duerme con el sueño de su cuerpo, cuidemos de que no duerma ni descanse para nosotros, a causa del sueño de nuestro cuerpo. Con razón eran reprendidos los que temían, estando Jesucristo presente, porque los que están unidos a El no pueden sucumbir.
 
Beda
Una cosa parecida tiene lugar después de su muerte, cuando, apareciéndose a sus discípulos, les reprendió su incredulidad ( Mc 15). Finalmente, calmadas así las hinchadas olas, manifestó a todos el poder de su Divinidad.
   
26-39
Y abordaron a la tierra de los Gerasenos, que está enfrente de la Galilea. Y luego que saltó en tierra fue a El un hombre que tenía el demonio hacía largo tiempo, y no vestía ropa ninguna, ni habitaba su casa, sino en los sepulcros. Este, luego que vio a Jesús, se postró delante de El, y exclamando en alta voz, dijo: "¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús Hijo del Dios Altísimo? Ruégote que no me atormentes". Pues mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre, que agitaba con violencia mucho tiempo hacía. Y aunque le tenían encerrado y atado con cadenas y con grillos, rompía las prisiones y era llevado por el demonio a los desiertos. Y Jesús le preguntó, diciendo: "¿Qué nombre tienes tú?" Y él respondió: "Legión": porque habían entrado en él muchos demonios. Y le rogaron, que no les mandase ir al abismo. Andaba allí una grande piara de cerdos paciendo en el monte, y le rogaban que les permitiese entrar en ellos. Y se lo permitió. Salieron, pues, los demonios del hombre y entraron en los cerdos, y luego los cerdos se arrojaron por un despeñadero impetuosamente en el lago y se ahogaron. Cuando esto vieron los pastores, huyeron y lo dijeron en la ciudad y por las granjas. Y salieron a ver lo que había sido, y vieron a Jesús, y hallaron sentado al hombre de quien habían salido los demonios, que estaba vestido, y en su juicio, a los pies de El y temieron. Y les contaron, los que lo habían visto, cómo había sido librado de la legión. Y le rogó toda la gente del territorio de los Gerasenos que se retirase de ellos, porque tenían grande miedo, y El subió en el barco y se volvió. Y el hombre de quien habían salido los demonios, le rogaba por estar con El. Mas Jesús le despidió, diciendo: "Vuelve a tu casa, y cuenta cuán grande merced ha hecho Dios contigo". Y fue diciendo por toda la ciudad cuánto bien le había hecho Jesús. (vv. 26-39)
 
Crisostomo
Navegando el Salvador con sus discípulos, llegó al puerto. Y por esto dice: "Y navegaron a la tierra de los gerasenos, que está enfrente de la Galilea".
 
Tito Bostrense in Mat
Los ejemplares más correctos no dicen ni gerasenos ni gádaros, sino gergesenos; en efecto, Gádara es una ciudad que hay en la Judea; no hay junto a ella lago ni mar alguno. Gerasa es una ciudad de la Arabia, que tampoco tiene lago ni mar. Pero Gérgesa, de donde proceden los gergesenos, es una ciudad antigua junto al lago de Tiberíades, cerca de la cual hay una roca próxima al lago, donde se muestra el lugar por el que los demonios precipitaron a los puercos. Sin embargo, como Gerasa y Gádara confinan con la tierra de los gergesenos, es verosímil que los puercos hubieran sido llevados desde el territorio de los primeros a los de éstos 1.
 
Beda
Gerasa es una ciudad insigne de la Arabia a la otra parte del Jordán situada en la falda del monte Galaad, que ocupó la tribu de Manasés, no lejos del lago de Tiberíades, en el que fueron sumergidos los puercos.
 
Crisóstomo in Mat. hom. 29
Habiendo salido el Señor del mar, le ocurrió otro milagro más terrible; pues un endemoniado, como un siervo en presencia de su Señor, confesó delante de El su sujeción. De donde sigue: "Y luego que saltó en tierra fue a El un hombre", etc.
 
San Agustín de cons Evang. 2, 24
Aunque San Mateo dice que fueron dos endemoniados y San Marcos y San Lucas hacen mención solo de uno, debe entenderse que uno de ellos fue persona más considerable y conocida, a quien toda aquella comarca compadecía más, y por cuya curación rogaba mucho. Queriendo los dos Evangelistas dar esto a conocer, creyeron oportuno hacer mención de este suceso cuya fama se había extendido mucho y de una manera evidente.
 
Crisóstomo ut sup
Acaso San Lucas escogió el más furioso de aquellos dos endemoniados. Por eso cuenta más tristemente su infortunio, cuando añade: "Y no vestía ropa alguna, ni habitaba en casa, sino en los sepulcros", etc. Los demonios frecuentan los sepulcros de los muertos para inspirar a los hombres doctrinas peligrosas, a saber, que las almas de los muertos se hacen demonios.
 
San Cirilo
Como andaba desnudo por los sepulcros de los muertos, representaba la fiereza de los demonios. Dios permite, pues, que algunos estén sometidos a los demonios, para que conozcamos lo que éstos son respecto de nosotros y evitemos someternos a ellos, escarmentando muchos con el ejemplo de uno 2.
 
Crisóstomo ut sup
Como los pueblos le confesaban un hombre, vinieron los demonios a publicar su divinidad, que el mar apaciguándose había proclamado también. Por esto sigue: "Este, luego que vio a Jesús, se postró delante de El, y exclamó en alta voz", etc.
 
San Cirilo
Nótese aquí el temor, unido al atrevimiento y a una desesperación grande. El signo de la desesperación diabólica consiste en atreverse a decir: "¿Qué hay entre tú y yo, Jesús, Hijo del Altísimo?". Y de temor, cuando ruega diciendo: "Ruégote que no me atormentes". Pero si has conocido que es el Hijo de Dios Altísimo, confiesas también que es Dios del cielo y de la tierra y de todas las cosas que en ellos se contienen. ¿Cómo, pues, usurpas lo que no es tuyo sino suyo, y dices: "¿Qué hay entre ti y mí?". ¿Y quién de los reyes de la tierra podrá permitir que los súbditos de su imperio sean mortificados por los bárbaros? Por esto sigue: "Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre". Y manifestaba la necesidad de este precepto, añadiendo: "Porque mucho tiempo había que le atormentaba", etc.
 
Crisóstomo ut sup
De aquí que como ninguno se atrevía a sujetar al endemoniado, el mismo Jesucristo se acercó a él hablándole.
Prosigue: "Y Jesucristo preguntó y le dijo: ¿Qué nombre tienes tú?"
 
Beda
No le preguntó esto como ignorando su nombre, sino para que confesase la malicia que encerraba y brillase mejor la virtud del que curaba. También los sacerdotes de nuestra época, que pueden arrojar a los demonios en virtud del exorcismo, suelen decir a los poseídos que no pueden curarse sino después de haberse confesado claramente de todo lo que han sufrido de los espíritus inmundos, ya velando, ya durmiendo; sobre todo cuando tratan de introducirse entre varios al cuerpo humano y lo logran. De donde aquí se añade la confesión: "Y respondió, diciendo: Legión, porque habían entrado en él muchos demonios".
 
San Gregorio Niceno
Imitando los demonios las milicias celestes y las legiones de los ángeles, se llaman algunas veces legiones, así como su jefe decía que pondría su trono sobre los astros para hacerse semejante al Altísimo.
 
Crisóstomo ut sup
Después que Jesucristo vino al mundo, perturbaban a los demonios a las criaturas de Dios, creyendo, por la importancia de los acontecimientos que sucedían, que no debía tardar el tiempo de su humillación, y como no podían confesar su culpa, instaban para que no se les impusiese la pena. Por esto sigue: "Y le rogaban que no les mandase ir al abismo".
 
Teofilacto
Esto lo pedían los demonios, queriendo habitar en el hombre todavía.
 
San Cirilo
Aquí nos hace ver que las tropas enemigas de la Majestad Divina eran arrojadas al infierno por el poder inefable del Salvador.
 
Máximo
Dios ha establecido ya una pena acomodada a la naturaleza de cada pecado. El fuego del infierno para el ardor de la carne; el rechinar de dientes para la risa lasciva; la sed intolerable para la voluptuosidad y la crápula; el gusano que siempre roe para el corazón torcido y maligno; las tinieblas perpetuas para la ignorancia y el engaño; la profundidad del abismo para la soberbia. Por esto el abismo está destinado a los demonios soberbios.
Prosigue: "Andaba allí una gran piara de cerdos", etc.
 
San Agustín de cons. Evang. 2, 24
San Marcos dijo que esta piara estaba cerca del monte, y San Lucas que estaba en el monte, y en ello no hay contradicción. La piara de cerdos era tan grande, que parte de ellos estaba en el monte y parte cerca del monte; eran como unos dos mil puercos, según dice San Marcos ( Mc 5).
 
San Ambrosio
Los demonios no podían resistir el resplandor de la luz celestial, como los que tienen enferma la vista no pueden tolerar los rayos solares.
 
San Cirilo
Por eso la multitud de aquellos espíritus inmundos pidió introducirse en el rebaño de aquellos puercos inmundos, semejantes a ellos. Prosigue, pues: "Y le rogaban que les permitiese entrar en ellos".
 
San Atanasio in vita antonii
Si los demonios no tienen poder sobre los puercos, mucho menos pueden tenerlo sobre los hombres formados a imagen de Dios. Conviene, pues, temer sólo a Dios y despreciar los demonios.
 
San Cirilo
El Señor, pues, les concedió lo que pedían para que entre otras cosas fuese un motivo de felicidad, de esperanza y de valor para nosotros. Prosigue: "Y se lo permitió". Conviene, pues, considerar que los demonios son malos y que ofenden a los que les están subordinados. Puede conocerse esto en el mero hecho de haber precipitado a los puercos y haberlos ahogado en las aguas. De donde sigue: "Salieron, pues, los demonios del hombre y entraron en los cerdos, y el rebaño se arrojó con ímpetu por un despeñadero en el lago", etc. Jesucristo concedió esto a los que se lo pedían, para que se conozca por medio de este suceso cuán crueles eran. También era necesario demostrar que el Hijo de Dios no tiene menos poder que el Padre en todas las cosas, para que aparezca igual resplandor en ambos.
 
Tito Bostrense
Los pastores huyeron precipitadamente, temerosos de sucumbir con los puercos. Por esto sigue: "Cuando esto vieron los pastores, huyeron y lo dijeron en la ciudad y por las granjas", y sembraron este temor entre aquellos habitantes. El perjuicio que habían experimentado, los llevó a ver al Salvador. Prosigue: "Y salieron a ver lo que había sucedido, y vinieron a Jesús". En lo cual debemos considerar que cuando Dios castiga a los hombres en las cosas materiales, hace beneficios a sus almas. Y habiendo venido, vieron curado a aquel a quien los demonios maltrataban. Prosigue: "Y hallaron sentado al hombre, de quien habían salido los demonios, que estaba vestido (porque antes estaba desnudo), y teniendo ya su juicio sano, estaba sentado a sus pies ". No se separaba de los pies de Aquel que lo había curado, y así a la vista de aquel signo admiraron el remedio del mal y se llenaron de asombro por lo que había sucedido. Sigue pues: "Y temieron". Esto lo vieron en parte por sus propios ojos y en parte lo habían oído de palabra. Sigue: "Y les contaron los que lo habían visto, cómo había sido librado de la legión". Convenía, pues, que ellos rogasen al Señor que no se marchase de allí, para que defendiese aquella región y evitase que los demonios volviesen a entrar en ella. Pero por el temor perdieron su propia felicidad, rogando al Salvador que se marchase.
Prosigue: "Y le rogó toda la multitud del territorio de los gerasenos que se retirase de ellos; porque tenían grande miedo".
 
Teofilacto
Ellos temían que les sobreviniese un nuevo daño, como les había sucedido en la sumersión de los puercos.
 
Crisóstomo ut sup
Veamos aquí la humildad del Señor. Después que les ha concedido tan grandes beneficios, lo despiden, y no se opone, sino que se marcha, dejando a aquellos que se habían declarado indignos de su doctrina.
Prosigue: "Y El subió al barco y se volvió".
 
Tito Bostrense
Pero cuando El se marchaba, aquel que había estado poseído del demonio no se separaba del Salvador. Sigue pues: "Y el hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le dejase estar con El".
 
Teofilacto
Así, el que fue curado, temía que, al alejarse Jesús, podría otra vez caer en poder de los demonios. Pero el Señor le manifestó que, aunque no estuviese con él personalmente, lo podía proteger con su gracia. Sigue pues: "Mas Jesús le despidió, y le dijo: Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grande merced ha hecho Dios contigo". No dijo, pues, cuánto he hecho contigo, enseñándole a ser humilde, para que nosotros dirijamos a Dios todas nuestras buenas acciones.
 
Tito Bostrense
Y en ello no peca contra la ley de la verdad, porque lo que hace el Hijo, lo hace el Padre. Mas ¿por qué el que antes decía a todos los que libraba que no se lo dijeren a nadie, después de haber librado de la legión a este hombre, le dice: "Cuenta cuán grande merced ha hecho Dios contigo"? Porque toda aquella región ignoraba a Dios y daba culto a los demonios. O mejor, cuando refiere un milagro al eterno Padre, dice: "Cuenta"; pero cuando habla de sí mismo, manda que no se diga a nadie. Mas aquel que había sido librado de los demonios, había conocido que Jesús era Dios, y por eso publicó todo lo que Jesús había hecho con él. Sigue pues: "Y fue diciendo por toda la ciudad", etc.
 
Crisóstomo ut sup
Y así al abandonar a todos aquellos que se habían manifestado indignos de su celestial doctrina, les dejó, como maestro, al que El había librado de los demonios.
 
Beda
Gerasa representa las naciones de los gentiles, hablando en sentido espiritual, a quienes el Señor visitó después de su pasión y resurrección por medio de sus predicadores. Por esto Gerasa o Gergesa como algunos leen, significa arrojar al habitante, esto es, al diablo, por quien había sido ocupada antes; o también forasteros que se acercan y que antes estaban lejos.
 
San Ambrosio
Aún cuando no hay conformidad respecto del número de los curados por Jesucristo entre San Lucas y San Mateo, sin embargo, están conformes en el misterio. Pues del mismo modo que éste, que tenía el demonio, es figura del pueblo gentil; del mismo modo también los dos eran figura de dos pueblos gentiles porque, aunque Noé engendró tres hijos, Sem, Cam y Jafet, sola la familia de Sem fue llamada a la posesión de Dios, y de los otros dos salieron los pueblos de diversas naciones. El pueblo tenía desde mucho tiempo el demonio, puesto que desde el diluvio hasta la venida del Señor era cruelmente atormentado. Estaba también desnudo, porque había perdido el manto de su naturaleza y de la virtud.
 
San Agustín, de quaest. evang. 2, 13
No habitaba en la casa, esto es, no descansaba en su conciencia; residía en los sepulcros, porque se gozaba en las obras muertas (esto es, en los pecados).
 
San Ambrosio
¿O qué son los cuerpos de los malos, sino ciertos sepulcros, en donde no mora la palabra de Dios?
 
San Agustín ut sup
Los grillos y las cadenas de hierro que ligaban sus miembros, representan las leyes duras y pesadas de los gentiles, que reprimen también el crimen en sus repúblicas. Que, rotos tales vínculos, era llevado por los demonios al desierto, significa que, traspasadas también aquellas leyes, era llevado por la pasión a tales crímenes que ya excedían la costumbre vulgar. La legión de demonios que había en él es figura de los gentiles, que adoraban a muchos demonios. Y el permiso que se concedió a los demonios para que entrasen en los cuerpos de los puercos, que pacían en el monte, representa a los hombres inmundos y soberbios, a quienes domina el diablo por medio del culto de los ídolos.
 
San Ambrosio
Son puercos todos aquellos que, parecidos a animales inmundos, privados de razón y de la palabra, manchan el brillo de sus virtudes naturales con los actos impuros de su vida.
 
San Agustín ut sup
Fueron precipitados en el lago para significar que la Iglesia está ya purificada y que, librado el pueblo gentil de la dominación de los demonios, los que no quisieron creer en Cristo, sumergidos en una ciega y profunda necedad, se van a los abismos a celebrar sus ritos sacrílegos.
 
San Ambrosio
Se precipitan con ímpetu, porque no son retenidos por la consideración de ningún mérito; sino que como arrojados de lo alto por la pendiente de la iniquidad, perecen ahogados en las olas de este mundo. Ni puede haber comercio vital de espíritu alguno en aquellos que son llevados de aquí para allá por las agitadas olas de la voluptuosidad. Vemos, pues, que el hombre es el autor de su desgracia; porque si no viviese como los puercos, nunca el demonio recibiría poder sobre él; y si le recibiera, no sería para perderle sino para probarle. Y acaso el demonio que, después de la venida del Señor, no puede seducir a los buenos, no busca ya la ruina de todos los hombres, sino tan sólo la de los más débiles, así como el ladrón no ataca a los armados, sino a los inermes. Los pastores de aquellos, rebaños apenas, vieron esto huyeron. Ni los filósofos, ni los príncipes de la sinagoga pueden traer remedio a los pueblos que perecen. Sólo Jesucristo es quien puede librar a los pueblos del pecado.
 
San Agustín ut sup
O los pastores de los puercos, que huyendo anunciaron todo esto, representan ciertos jefes de los impíos que, aunque no observan la ley del cristianismo admiran, sin embargo, y anuncian con asombro su poder entre los gentiles. Los gerasenos que, conociendo lo que había pasado, sobrecogidos de espanto, ruegan a Jesús que se aleje de ellos, representan a la multitud encenegada en sus inveteradas pasiones, que honra la ley cristiana, pero que no quiere abrazarla, diciendo que no la puede cumplir, admirando, no obstante, al pueblo fiel, curado en su perdido estado antiguo.
 
San Ambrosio
O la ciudad de los gerasenos representa la sinagoga, que le rogaba se alejase, porque era grande su temor; pues el espíritu enfermo no comprende la palabra de Dios, ni puede resistir el peso de la sabiduría. Y por lo tanto el Señor no molestó por más tiempo, sino que subió de las cosas inferiores a las superiores; esto es, de la sinagoga a la Iglesia. Se volvió por el lago, porque ninguno pasa sin peligro de condenación de la Iglesia a la sinagoga; mas el que quiera pasar de la sinagoga a la Iglesia, que lleve su cruz para evitar el peligro.
 
San Agustín ut sup
Por aquel hombre curado, que quería permanecer con Cristo, y a quien se dice: "Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grande merced ha hecho Dios contigo", hay que entender que cada uno, después del perdón de los pecados, debe volver a entrar en la buena conciencia como en una casa y servir al Evangelio para la salvación de los demás a fin de descansar un día con Cristo, no sea que, queriendo estar con El antes de tiempo, descuide el ministerio de la predicación, acomodado a la salvación de sus hermanos.
 
Notas
1. En algunos manuscritos de Lc 8,26 aparece efectivamente Gérgesa. Por otro lado, la región de Gerasa no se extendía hasta la otra orilla del lago.
2. "El poder de Satán no es infinito. No es más que una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero siempre criatura: no puede impedir la edificación del Reino de Dios. Aunque Satán actúe en el mundo por odio contra Dios y su Reino en Jesucristo, y aunque su acción cause graves daños -de naturaleza espiritual e indirectamente incluso de naturaleza física- en cada hombre y en la sociedad, esta acción es permitida por la divina providencia que con fuerza y dulzura dirige la historia del hombre y del mundo. El que Dios permita la actividad diabólica es un gran misterio, pero "nosotros sabemos que en todas la cosas interviene Dios para bien de los que los aman"". Catecismo de la Iglesia Católica, 395.
   
40-48
Y aconteció que, habiendo vuelto Jesús, le recibió la muchedumbre, pues todos le estaban esperando. Y vino un hombre, llamado Jairo, que era príncipe de la sinagoga; y postrándose a los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa, porque tenía una hija única, como de doce años, y ésta se estaba muriendo. Y mientras que El iba, apretaban las gentes. Y una mujer padecía flujo de sangre doce años hacía, y había gastado cuanto tenía en médicos, y de ninguno pudo ser curada. Acercóse a El por detrás, y le tocó la orla de su vestido; y al punto cesó el flujo de su sangre. Y dijo Jesús: "¿Quién me ha tocado?" Y negándolo todos, dijo Pedro, y los que con él estaban: "Maestro, las gentes te aprietan y oprimen, y dices: ¿Quién me ha tocado?" Y dijo Jesús: "Alguno me ha tocado: porque yo he conocido que ha salido virtud de mí". Cuando la mujer se vio así descubierta, vino temblando, y se postró a sus pies; y declaró delante de todo el pueblo la causa por qué le había tocado, y cómo había sido luego sanada. Y El le dijo: "Hija tu fe te ha sanado: vete en paz". (vv. 40-48)
 
San Agustín, de cons Evang. 2, 28
Después de referido aquel milagro entre los gerasenos, pasa el evangelista a referir el de la hija del príncipe de la sinagoga; diciendo: "Y aconteció, que habiendo vuelto Jesús le recibieron las gentes, pues todos le estaban esperando".
 
Teofilacto
Tanto por su predicación como por sus milagros.
 
San Agustín ut sup
Respecto a lo que añadió: "Y vino un hombre llamado Jairo", no se ha de entender que esto sucedió en seguida, sino que primero se verificó el convite de los publicanos, como refiere San Mateo; a lo cual unió esto, para que no pueda entenderse otro hecho después.
 
Tito Bostrense
Se ha puesto el nombre, por causa de los judíos -que conocieron entonces lo que sucedió- para que el nombre conserve siempre el recuerdo de aquel suceso. Se acercó al Salvador, no un enfermo cualquiera, sino un príncipe de la sinagoga, para que se pudiesen cerrar mejor las bocas de los judíos. De aquí prosigue: "Que era príncipe de la sinagoga". Se aproximó a Jesús por necesidad. Alguna vez nos obliga el dolor a hacer las cosas que convienen, según aquello del: "Cierra sus mandíbulas con el bocado y con el freno a aquellos que no se acercan a ti" ( Sal 31,9).
 
Teofilacto
Por lo que, urgido por la necesidad, cayó a sus pies. Por esto sigue: "Y postrándose a los pies de Jesús". Más regular era que, sin ser obligado por la necesidad, hubiese caído a sus pies, y reconocido que era Dios.
 
Crisóstomo
Pero considera su ignorancia y le pide a Cristo que venga a su casa; porque sigue: "Le rogaba que entrase en su casa", esto es, ignoraba que pudiese curar estando ausente, porque, si lo hubiese sabido, habría dicho como el centurión: Di una palabra, y se curará mi hija ( Mt 8,8).
 
Griego
Se indica la causa de su venida, cuando se añade: "Porque tenía una hija única", que era la esperanza de la casa, la sucesión de su raza; "y tenía como doce años", esto es, en la flor de su edad; "y ésta se moría", esto es, en vez del casamiento se le presentaba la tumba.
 
Crisóstomo
Había venido el Salvador, no para juzgar al mundo, sino para salvarle, por lo que no mira la dignidad de la persona que pide y prosigue tranquilamente su obra, sabiendo que acontecería algo más grande que lo que se le pedía. En efecto, se le llamaba para curar a un enfermo; pero conoció que resucitaría a la que ya estaba muerta, y que sembraría en la tierra, la firme esperanza de la resurrección.
 
San Ambrosio
Antes de resucitar a la muerta, curó a la hemorroisa para inspirar la fe en el príncipe de la sinagoga. Y por esto se celebra la resurrección temporal en la pasión del Señor, para que se entienda perpetua. "Y medió que cuando iba era apretado por la turba".
 
San Cirilo
Lo que era una gran prueba de que había vestido verdadera carne, humillando toda soberbia, porque no le seguían de lejos, sino que le rodeaban.
 
Griego
Cierta mujer afectada por una enfermedad grave, en la que le habían consumido los médicos toda su fortuna, no halló otra esperanza en tan grande desaliento, que postrarse ante el Señor. Acerca de la cual dice: "Y una mujer que padecía flujo de sangre", etc.
 
Tito Bostrense
Es muy digna de alabanza esta mujer que, careciendo de fuerzas corporales por el continuo flujo de sangre, y en presencia de una concurrencia tan numerosa -fortificada por su amor y su fe- pedía a todos que le dejasen paso; y escondiéndose a la espalda del Salvador, le tocó la orla de su vestido.
 
San Cirilo
No les estaba permitido a los inmundos tocar a alguno de los santos, ni acercarse a un varón santo.
 
Crisóstomo
La enfermedad de esta clase era considerada como inmunda ante la ley. Por otra parte, ella no había formado todavía juicio cabal del Señor, porque no hubiera pensado esconderse; sin embargo, se acercó, confiando en que sería curada.
 
Teofilacto
Asimismo, cuando alguno acerca su vista a una antorcha encendida, o arroja espinas al fuego, al instante se produce el efecto; así, el que viene con fe a Aquél que le puede curar, al punto consigue la curación. Por esto sigue: "Y al punto cesó el flujo de su sangre".
 
Crisóstomo
Los vestidos solos del Señor no salvaron a la mujer, sino la intención de su fe, pues los soldados también los sortearon entre sí.
 
Teofilacto
Creyó, y fue salva; y como convenía, primero tocó a Jesucristo intelectualmente, y después corporalmente.
 
Griego
El Señor oyó las reflexiones interiores de aquella mujer, y callando, curó a la que callaba, permitiendo espontáneamente el robo de la salud; pero después publica el milagro. Por esto sigue: "Y dijo Jesús: ¿Quién me ha tocado?"
 
San Cirilo
No se le ocultó al Señor que había hecho un milagro; pero El, que todo lo sabe -como si no lo supiese- preguntó.
 
Griego
Ignorando los discípulos lo que preguntaba y creyendo que hablaba de un simple contacto, responden a la cuestión del Señor. Sigue, pues: "Y negando todos, dijo San Pedro y los que con él estaban: Maestro, las gentes te oprimen, y tú dices: ¿Quién me ha tocado?", etc. Por eso el Señor distingue el tacto con su respuesta. Prosigue, pues: "Y díjoles Jesús: Alguno me ha tocado". Así como también había dicho en otra ocasión: "El que tiene orejas de oír, oiga"; pues aunque todos tengan las orejas del cuerpo, no oye verdaderamente el que oye sin inteligencia; así como tampoco toca verdaderamente el que toca sin fe.
 
San Cirilo
Publica en seguida lo que ha sucedido, cuando añade: "Porque yo he conocido que una virtud ha salido de mí". Responde de una manera material, conforme con la manera de entender de sus oyentes. Aquí se nos da a conocer que Jesús es verdadero Dios, tanto por sus milagros, cuanto por sus enseñanzas. Supera a nuestra naturaleza (y también a la de los ángeles), eso de poder dejar salir una virtud de sí mismo, como de su propia naturaleza. Esto únicamente es propio de la naturaleza divina. Ninguna criatura tiene poder de curar ni de hacer milagros semejantes, si no se le concede esta gracia por Dios. Si no quiso que quedase oculta aquella manifestación del poder divino, a diferencia de las muchas veces que mandó callar sus milagros, no fue por ambición de gloria, sino porque miraba a la utilidad de aquellos que son llamados por la fe a la gracia.
 
Crisóstomo in Mat. hom. 32
Primero calmó el temor de la mujer, para que no le remordiese la conciencia, como si hubiese robado la gracia; después le reprende de haber creído que se podía ocultar; y luego publica su fe delante de todos, para que otros la imiten. Así, cuando muestra que conoce todas las cosas, manifiesta un milagro no menor que el del estancamiento de la sangre.
 
San Cirilo
Además, invitaba al príncipe de la sinagoga a que creyese sin vacilar que arrancaría a su hija de los brazos de la muerte.
 
Crisóstomo ut sup
El Señor no había descubierto en seguida a esta mujer, a fin de que, demostrado que todo le era posible, ella publicase lo que había ocurrido, y así no se pudiese dudar del milagro. Por ello sigue: "Cuando la mujer se vio así descubierta, vino temblando", etc.
 
Orígenes
La misma curación que aquella mujer alcanzó con el contacto, la confirmó por medio de la palabra el Salvador. Por esto sigue: "Y El le dijo: Hija, tu fe te ha sanado: vete en paz"; esto es, queda buena de tu enfermedad. Sana primero su alma con la fe, y después del cuerpo.
 
Tito Bostrense
La llama hija, sanada ya a causa de su fe, porque la fe nos muestra la gracia de adopción.
 
Eusebio, Hist. Eccl., lib. 7, cap. 14
Dícese que esta mujer elevó un monumento insigne al beneficio que había recibido del Salvador, en Paneade (o Cesarea de Filipo, de donde era natural). Había a la entrada de su casa, sobre una alta base, una estatua de bronce, representando una mujer arrodillada, con las manos juntas y en actitud de súplica. Del lado opuesto se levantaba otra estatua del mismo metal, representando a un hombre vestido de una túnica, y extendiendo la mano hacia aquella mujer. A sus pies, sobre la base misma, nació una planta exótica, que llegaba hasta el borde del manto de metal, y que se decía era una medicina para todas las enfermedades. Decían que esta estatua, que destruyó Maximino, representaba a Cristo.
 
San Ambrosio
Místicamente, Cristo había dejado la sinagoga entre los gerasenos, y a Aquél, a quien los suyos no conocieron, nosotros, que somos extraños, lo recibimos.
 
Beda
O al fin de los tiempos, el Señor ha de volver a los judíos y le recibirán con gusto por la confesión de la fe.
 
San Ambrosio
¿Quién pensamos que podrá ser el príncipe de la sinagoga, sino la ley, en consideración a la cual el Señor no dejó enteramente la sinagoga?
 
Beda
O por príncipe de la sinagoga se entiende a Moisés. Por esto se llama Jairo (esto es, que ilumina o iluminado), porque el que está encargado de darnos palabras de vida, por ese hecho ilumina a los demás y es iluminado por el Espíritu Santo. El príncipe de la sinagoga se postró a los pies de Jesús, porque el legislador, con toda la familia de los patriarcas, conoció que Jesucristo -que había de aparecer vestido de carne mortal- sería muy superior a ellos. Si Dios es la cabeza de Jesucristo, los pies deben representar su encarnación, por la cual tocó la tierra de nuestra mortalidad. Le rogó también que entrase en su casa. Porque deseaba ver su advenimiento. La hija de él era la sinagoga, única que estaba constituida en forma legal; la cual moría a los doce años de edad (esto es, cuando se aproximaba el tiempo de la pubertad), porque, educada noblemente por los profetas, después que había llegado a la edad de la inteligencia en que debía engendrar para Dios frutos espirituales, fue de repente invadida de la enfermedad de los errores y omitió entrar en el camino de la vida espiritual y si Jesucristo no hubiese venido en su socorro, hubiera muerto. Cuando el Señor marchaba a curar a la joven, era oprimido por la multitud, porque dando saludables consejos a la nación judaica, fue oprimido por la interpretación material que daban a sus enseñanzas.
 
San Ambrosio
Mientras el divino Verbo se dirigía a curar la hija del príncipe de la sinagoga, para salvar a los hijos de Israel, la Iglesia santa, formada de los gentiles -que perecía por la enfermedad de sus crímenes vergonzosos- obtiene por su fe la curación que estaba preparada para otros.
 
Beda
El flujo de sangre debe entenderse de dos maneras, esto es, o de la prostitución de la idolatría, o de aquellos que se entregaban a los placeres de la carne y de la sangre.
 
San Ambrosio
¿Por qué esta hija del príncipe moría a los doce años y esta mujer padecía de flujo de sangre ya doce años, sino para que se entienda que todo el tiempo que la sinagoga estuvo en vigor padecía la Iglesia?
 
Beda
La sinagoga empezó a nacer entre los patriarcas, casi al mismo tiempo que la idolatría manchó al pueblo gentil.
 
San Ambrosio
Así como aquella mujer había gastado toda su fortuna en los médicos, así el pueblo gentil había perdido todos los dones de la naturaleza.
 
Beda
Por estos médicos deben entenderse los falsos teólogos, los filósofos y los doctores de las leyes temporales, que, disertando mucho sobre las virtudes y los vicios, prometían dar a los hombres enseñanzas útiles a la vida. O se deben entender los mismos espíritus inmundos, los cuales, como aconsejando a los hombres, se hacen adorar en lugar de Dios; y cuanto más había gastado la gentilidad de sus fuerzas naturales para oírles, tanto menos pudo curarse de la mancha de su iniquidad.
 
San Ambrosio
Oyendo que el pueblo judío estaba enfermo, empezó a esperar el medio de su salvación. Conoció que había llegado el tiempo en que el Médico bajaría del cielo, se levantó para salirle al encuentro, confiada por la fe, y tímida por el pudor. Es propio del pudor y de la fe reconocer la enfermedad, no desesperar del perdón. Pudorosa, tocó la orla; fiel, se acercó; religiosa, creyó; sabia, conoció que estaba curada; así la parte del pueblo santo de los gentiles, que creyó en Dios, se ruborizó del pecado para salir de él, abrazó la fe para creer, mostró su piedad para orar, vistió la sabiduría para sentir en sí mismo su curación, tomó confianza para confesar que había sustraído lo ajeno. Jesucristo es tocado por detrás, porque está escrito: "Andarás en pos de Dios tu Señor" ( Dt 13,4).
 
Beda
Y El mismo dice: "Si alguno me sirve, que me siga" ( Jn 12,26). O porque el que no ve al Señor presente en su carne, si practica los sacramentos de su misericordia temporal, empieza a seguir sus huellas por la fe.
 
San Gregorio Moralium 3, 14 super Job 2, 9
Oprimiendo las muchedumbres al Redentor, una sola mujer le tocó; porque en la Iglesia, todos los que son carnales, aunque le opriman, están lejos de El, y aquéllos que lo tocan, se le unen verdaderamente por la humildad. La muchedumbre, pues, lo oprime y no lo toca, porque es inconstante en cuanto a su presencia y ausente en cuanto a su vida.
 
Beda
O una mujer fiel toca al Señor, porque el que es afligido por el desorden de diversas herejías, sólo es buscado fielmente por el corazón de la Iglesia católica.
 
San Ambrosio
No creen los que oprimen, creen los que tocan. Con la fe se toca a Cristo, con la fe se le ve. Finalmente, para demostrar la fe de quien le toca, dice: "Yo he conocido que ha salido virtud de mí", lo cual es indicio evidente de que la divinidad no está limitada dentro de la posibilidad de la condición humana, ni dentro del claustro del cuerpo, sino que la virtud eterna desborda más allá de los límites de nuestra medianía. No se libra el pueblo gentil por auxilio humano, sino que es un don de Dios la reunión de las naciones, quienes con una fe, aun imperfecta, inclinan la misericordia eterna. Porque si consideramos cuál es nuestra fe y cuánta es la grandeza del Hijo de Dios, veremos por esta comparación que no tocamos sino la orla, y que no podemos alcanzar a la parte más alta de su vestido. Si queremos curarnos, toquemos la orla de Jesucristo por medio de la fe. Nadie lo toca sin que El lo sepa. Bienaventurado el que toca la menor parte del Verbo; pues ¿quién puede abarcarle todo?
   
49-56
Aún no había acabado de hablar, cuando vino uno al príncipe de la sinagoga, y le dijo: "Muerta es tu hija, no le molestes". Mas Jesús, cuando oyó esto, dijo al padre de la muchacha: "No temas, cree tan solamente, y será sana". Y cuando llegó a casa no dejó entrar consigo a ninguno, sino a Pedro y a Santiago, y a Juan, y al padre y a la madre de la muchacha. Todos lloraban y la plañían. Y El dijo: "No lloréis, no es muerta la muchacha, sino que duerme". Y se burlaban de El sabiendo que era muerta. Mas El la tomó por la mano, y dijo en alta voz: "Muchacha, levántate". Y volvió el espíritu a ella, y se levantó luego: y mandó que le diesen de comer. Y sus padres quedaron espantados, a quienes mandó que a nadie dijesen lo que habían visto. (vv. 49-56)
 
Crisóstomo in Mat. hom. 32
El Señor esperaba oportunamente la muerte de aquella niña para que se divulgase el milagro de su resurrección. Por esta causa anduvo más despacio y habló largamente con aquella mujer, para que expirase la hija del príncipe de la sinagoga, dando lugar a que viniese la noticia de este acontecimiento. Por esto dice: "Aún no había acabado de hablar, cuando vino uno al príncipe de la Sinagoga, y le dijo: Muerta está tu hija, no le molestes", etc.
 
San Agustín de cons. Evang. 2, 28
Cuando San Mateo refiere que el principe de la sinagoga dijo al Señor, no que su hija iba a morir, sino que estaba muerta; mientras que San Lucas y San Marcos dicen que no había muerto todavía, si bien añaden que vinieron en seguida a anunciar su muerte, no debe verse una contradicción. Sino que debe entenderse que San Mateo, en obsequio a la brevedad, quiso decir más bien que se pidió al Señor la gracia de que hiciese lo que se sabe que hizo, esto es, resucitar a la muerta. Atiende, no a las palabras del padre intercediendo por su hija, sino (lo que es mucho más) a su voluntad. Indudablemente si los otros dos evangelistas, o cualquiera de ellos, hubiere hecho decir al padre lo que dijeron aquellos que vinieron de la casa, a saber, que no molestase ya a Jesús porque la joven había muerto, parecería en cierto sentido que se oponían a su modo de pensar las palabras que escribió San Mateo. Pero no se lee que el mismo padre se uniese a los enviados para impedir al Maestro ir. Por esto el Señor no respondió al que desconfiara, sino que confirmó más la fe del que creía. De aquí prosigue: "Mas Jesús, cuando esto oyó, dijo al padre de la muchacha: Cree tan solamente", etc.
 
San Atanasio
El Señor exige la fe a aquellos que le invocan, no porque necesite de la ayuda de otros (porque El es el Señor y quien concede la fe), sino para que no se crea que dispensa sus gracias según la acepción de personas. Demuestra que favorece a los que le creen, para que no reciban sus beneficios sin fe y los pierdan por su infidelidad. Quiere que, cuando hace bien, dure la gracia, y cuando cura permanezca inconcluso el remedio.
 
Teofilacto
Cuando se disponía a resucitar a la muerta, alejó a todos, dándonos a entender que no tenía vanagloria y que nada hacía por ostentación. Así cuando alguno deba hacer milagros, no conviene que esté en medio de muchos, sino solitario y separado de los demás. Por esto sigue: "Y cuando llegó a la casa, no dejó entrar consigo a ninguno, sino a Pedro y Santiago y Juan". Unicamente quiso que entraran éstos, como jefes de sus discípulos y capaces de callar el milagro. No quería, pues, que éste fuese conocido antes de tiempo, acaso por la envidia de los judíos. Así cuando alguno nos tiene envidia, no debemos manifestarle nuestras virtudes, para que no sea mayor la ocasión de su envidia.
 
Crisóstomo ut sup
No entró consigo a los demás discípulos, excitándolos a que tuviesen mayor deseo y también porque no estaban todavía bien dispuestos. Llevó consigo a Pedro y a los hijos de Zebedeo, para que otros les imiten. También llevó como testigos a los padres de la niña, para que no hubiese quien dijera que el milagro de aquella resurrección era falso. Nótese también que hizo salir de la casa a los que lloraban, manifestando que no eran dignos de presenciar el milagro. Prosigue, pues: "Y todos lloraban y la plañían". Y si entonces los hizo salir, con mayor razón ahora; porque entonces todavía no era evidente que la muerte habría de ser convertida en sueño. Ninguno se burle en adelante infiriendo injuria a la victoria, por la cual Jesucristo venció a la muerte convirtiéndola en un sueño. Para probar esto, añade: "Y El dijo: No lloréis, no es muerta la muchacha, sino que duerme", etc. Manifiesta que todo le era igualmente fácil, devolverla a la vida, como despertarla de un sueño; a pesar de todo, se reían de El. Prosigue, pues: "Y se burlaban", etc. No reprendió ni reprimió la risa, a fin de que esta burla fuese un indicio de la muerte; pues como muchas veces sucede, que después de los milagros, los hombres continúan siendo incrédulos, los previene con sus palabras. Y a fin de disponerlos como por la vista a la fe de la resurrección, toma la mano de la joven. Por esto sigue: "Mas El la tomó de la mano, y dijo en voz alta: Muchacha, levántate". Y habiéndola tenido de la mano, la resucitó. Por esto sigue: "Y volvió el espíritu a ella, y se levantó luego". No le infundió otra alma, sino que restituyó aquélla misma que había espirado. No solamente resucita a la joven, sino que manda se le dé de comer. Sigue: "Y mandó que le dieren de comer", para que no se creyese fantástico lo que acababa de hacer. No es El quien le da de comer, sino que lo manda a los otros; así como dijo en la resurrección de Lázaro ( Jn 11,44): "Desatadle", y después le hizo participante en la mesa.
 
Griego
Después, a todos los que estaban admirados y a los padres que casi gritaban, les prohibe que publiquen el hecho. Por esto sigue: "Y sus padres quedaron espantados, y les mandó que a nadie dijesen lo que se había hecho". Demostrando así que derrama sus beneficios, pero que no es codicioso de gloria; que lo da todo, no recibiendo nada. El que busca la gloria de sus obras, da con una mano y recibe con otra.
 
Beda
Místicamente, apenas la mujer fue curada del flujo de sangre, se anuncia la muerte de la hija del príncipe de la Sinagoga, porque, cuando la Iglesia fue purificada de sus vicios, al punto la sinagoga espiró por perfidia y envidia. De perfidia, porque no quiso creer en Jesucristo; de envidia, porque se dolió de la fe de la Iglesia.
 
San Ambrosio
Aún no creían los criados del príncipe de la sinagoga en aquella resurrección, que Dios había predicho en la ley, y que después cumplió en el Evangelio. Por esto dice: "No lo molestes", considerando que sería imposible el resucitar la muerta.
 
Beda
O acaso por ellos dicen esto hoy los que ven el estado de la sinagoga totalmente caído, que no creen pueda restaurarse, por lo que no juzgan conveniente rogar por su resurrección; mas lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios. Por esto el Señor le dijo: "No temas, cree tan solamente y será sana". El padre de la niña representa el congreso de los doctores de la ley, quien si hubiese querido creer, también hubiese podido salvar a la sinagoga que le estaba confiada.
 
San Ambrosio
Y así cuando vino a la casa eligió a pocos que fueren testigos de la futura resurrección, porque la resurrección no fue creída inmediatamente por muchos. ¿Cuál es la causa de esta diferencia? Antes el hijo de la viuda fue resucitado públicamente, aquí se separa a muchos que quieren presenciar el milagro. Creo que el Señor manifiesta así su bondad, porque aquella viuda, madre de un hijo tísico, no podía sufrir que se tardase. Además, su sabiduría figuraba en el hijo de la viuda la fe pronta de la Iglesia, mientras que en la hija del príncipe de la sinagoga figuraba el pequeño número de los que habían de creer de entre la muchedumbre de los judíos. Finalmente, cuando dijo el Señor: "La muchacha no está muerta, sino que duerme", se burlaban, porque todo el que no cree se burla. Lloren, pues, a sus muertos los que los creen muertos; en donde existe la fe de la resurrección, no hay temor de muerte, sino esperanza de descanso.
 
Beda
Así la sinagoga, que ha perdido la alegría del esposo, con la que podía vivir, yace, por decirlo así, en medio de los que la lloran, sin comprender siquiera por qué lloran.
 
San Ambrosio
Tomando el Señor la mano de la muchacha, la resucitó. ¡Dichoso aquel a quien la Sabiduría toma de la mano para introducirle en su casa y mandar que se le dé de comer! Pues el pan del cielo es el Verbo divino; por eso esta Sabiduría, que llenó los altares de los alimentos del cuerpo y la sangre de Dios, dijo: "Venid, comed mis panes, y bebed el vino que he mezclado para vosotros" ( Prov 9,5).
 
Beda
La joven resucitó al momento, porque el hombre vuelve en sí de la muerte del alma desde el instante en que Cristo conforta su mano. Hay algunos que se dan la muerte con sólo el pensamiento secreto del pecado, y para significar que los vivifica, el Señor resucita a la hija del príncipe de la sinagoga. Otros, haciendo el mal en que se complacen, sacan a su muerto como fuera de la ciudad; y demostrando que también puede resucitar a éstos, resucitó al hijo de la viuda, fuera de las puertas de la ciudad. Otros, en fin, por la costumbre del pecado, se corrompen por decirlo así, y se sepultan, y la gracia del Salvador también está pronta a levantar a éstos; y para demostrarlo resucitó a Lázaro, que yacía cuatro días en el sepulcro. Cuanto es más cierta la muerte del alma, tanto más grande debe ser el fervor del penitente; por eso habla suavemente, para resucitar a la joven, tendida en su casa, y habla más fuerte para reanimar al joven llevado de la ciudad; mas para resucitar al que había muerto cuatro días hacía, se esforzó sobremanera, derramó lágrimas, y exclamó en alta voz. Pero aquí también debe advertirse que una ofensa pública necesita de público remedio; mientras que los pecados leves pueden borrarse con la penitencia secreta. La joven que estaba tendida en su casa, resucita con poco esfuerzo; el joven que era llevado fuera de su casa, fue resucitado en presencia de la multitud; y Lázaro, llamado del sepulcro, fue conocido por muchos pueblos.