CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO

01-10
Y habiendo entrado Jesús, paseaba por Jericó. Y he aquí un hombre, llamado Zaqueo; y éste era uno de los principales entre los publicanos, y rico. Y procuraba ver a Jesús quién fuese; y no podía por la mucha gente, porque era pequeño de estatura. Y corriendo delante, se subió en un árbol cabrahigo para verle, porque por allí había de pasar. Y cuando llegó Jesús a aquel lugar, alzando los ojos le vio, y le dijo: "Zaqueo, desciende presto, porque es menester hoy hospedarme en tu casa". Y él descendió apresurado y le recibió gozoso. Y viendo esto, todos murmuraban, diciendo que había ido a posar a casa de un pecador. Mas Zaqueo, presentándose al Señor, le dijo: "Señor, la mitad de cuanto tengo doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, le vuelvo cuatro tantos más". Y Jesús le dijo: "Hoy ha venido la salud a esta casa; porque él también es hijo de Abraham. Pues el Hijo del hombre vino a buscar, y a salvar lo que había perecido". (vv. 1-10)
 
San Ambrosio
Zaqueo se encuentra sobre un sicómoro y el ciego en el camino; el Señor espera a uno de ellos para curarle y honra al otro penetrando en su casa. Acerca de esto se dice: "Y habiendo entrado Jesús, pasaba por Jericó", etc. Y con razón elige a un jefe de los publicanos, porque ¿quién desesperará de sí cuando éste alcanzó la gracia, siendo así que recaudaba los tributos con engaño? Y en verdad que era rico, para que conozcas que no todos los ricos son avaros.
 
San Cirilo
Pero Zaqueo no se detuvo por este obstáculo (su riqueza), por lo que se hizo acreedor a la gracia de Dios que ilumina a los ciegos y llama a los que están lejos.
 
Tito Bostrense
Había germinado en él la semilla de la salvación, porque deseaba ver al Salvador. Por esto sigue: "Y procuraba ver a Jesús, quien quiera que fuese" a pesar de que nunca le había visto, porque si le hubiera visto sin duda se hubiese apartado de la mala vida de publicano. Por tanto, si alguno ve a Jesús ya no puede continuar con mala vida. Dos obstáculos le habían impedido verle: la muchedumbre, no tanto de los hombres como de sus pecados (o crímenes) y el ser pequeño de estatura; por eso sigue: "Y no podía por la mucha gente, porque era pequeño de estatura".
 
San Ambrosio
¿Qué significa que no se hable de la estatura de ningún otro? Véase si es que era pequeño por su malicia, o pequeño por su fe, porque aún no estaba dispuesto cuando subió al árbol y todavía no había visto al Salvador.
 
Tito Bostrense
Pero se le ocurrió una buena idea. Porque apresurándose subió a un sicómoro, y entonces pudo ver, como deseaba, a Jesús que pasaba. Por esto sigue: "Y corriendo delante, se subió a un sicómoro para verle, porque había de pasar por allí". El solamente deseaba verlo; pero el que hace por nosotros más de lo que pedimos, le concedió más de lo que esperaba. Continúa, pues: "Y cuando Jesús llegó a aquel lugar, le vio".
 
San Cirilo
Vio, en verdad, que aquel hombre hacía los mayores esfuerzos por vivir santamente y lo convirtió a la piedad.
 
San Ambrosio
No habiendo sido invitado por él, se invita a sí mismo. Por esto dice: "Y le dijo: Zaqueo, desciende pronto, porque", etc. Sabía, pues, que su hospitalidad obtendría una gran recompensa, aun cuando no había oído todavía la voz del que le había de convidar; pero ya conocía su deseo.
 
Beda
He aquí cómo el camello, dejando la carga de su jiba, pasa por el ojo de la aguja; esto es, el publicano siendo rico, habiendo dejado el amor de las riquezas y menospreciando el fraude, recibe la bendición de hospedar al Señor en su casa. Sigue pues: "Y él descendió apresurado, y le recibió gozoso", etc.
 
San Ambrosio
Aprendan los ricos que no consiste el crimen en las riquezas, sino en no saber usar de ellas; porque así como las riquezas son impedimentos para los malos, son también un medio de virtud para los buenos.
 
Crisóstomo
Pero considera la excesiva bondad del Salvador. El inocente trata con los culpables, la fuente de la justicia con la avaricia, que es fundamento de perversidad; cuando ha entrado en la casa del publicano, no sufre ofensa alguna por la nebulosidad de la avaricia; antes al contrario hace desaparecer la avaricia con el brillo de su justicia. Pero los murmuradores y los amantes de censurar, empiezan a tentarle acerca de lo que hacía. Sigue, pues: "Y como todos vieron esto, murmuraban diciendo que había ido a hospedarse a la casa de un pecador", etc. Pero El, acusado como convidado y amigo de los publicanos, despreciaba todas estas cosas, con el fin de llevar adelante su propósito; porque no cura el médico si no soporta la hediondez de las llagas de los enfermos y sigue adelante en su propósito de curarle. Esto mismo sucedió entonces: el publicano se había convertido y se hizo mejor que antes. Prosigue: "Mas Zaqueo, presentándose al Señor, le dijo: Señor, la mitad de cuanto tengo doy a los pobres", etc. Cosa admirable. Todavía no se le habla y ya obedece. Y como el sol no ilumina una casa con palabras, sino con hechos, así el Salvador con los rayos de su justicia hace huir la niebla de la torpeza; porque la luz brilla en las tinieblas. Todo lo que está unido es fuerte, pero lo que está dividido es débil, por eso Zaqueo dividió su fortuna. Debe considerarse con atención que no todas las riquezas de Zaqueo eran injustas, sino que también las había reunido por lo que había heredado de sus padres. De otro modo, ¿cómo hubiera podido restituir el cuádruplo de lo que se había adquirido mal? Sabía muy bien que la ley mandaba restituir el cuádruplo de lo que se había adquirido mal para que se mitiguen los castigos por no haber temido la ley. Pero Zaqueo no espera el castigo de la ley y se constituye en juez de sí mismo.
 
Teofiactus
Pero si se examina con más atención, nada le quedaba de su propia fortuna. Si daba la mitad de sus bienes a los pobres, con lo que quedaba cedía a los perjudicados el cuádruplo, y no sólo prometía esto sino que también lo hacía, porque no dice: "daré la mitad y restituiré el cuádruplo", sino: doy y restituyo. Entonces el Salvador le ofrece la salvación. Sigue pues: "Y Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa" dando a conocer que el mismo Zaqueo había recibido la salvación, significando por casa al que la habita. Sigue pues: "Porque él también es hijo de Abraham". Y no habría llamado hijo de Abraham a una cosa inanimada.
 
Beda
Se dice que Zaqueo es hijo de Abraham, no porque hubiese nacido de su estirpe, sino porque le imitó en su fe, y así como aquél abandonó su país y la casa de su padre, así éste abandonaba también sus bienes distribuyéndolos a los pobres. Muy oportunamente dice: "Porque él también", por cuanto declara que no sólo aquellos que viven bien, sino aquellos que dejan la mala vida, pertenecen a los hijos de la promesa.
 
Teofiactus
No dijo tampoco que era hijo de Abraham sino que ahora lo es; porque primeramente cuando era jefe de publicanos, como no tenía semejanza alguna con el justo Abraham, no era hijo de Abraham; pero como murmuraban algunos porque habitaba con un hombre pecador, añadió para hacerles callar: "Pues el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar", etc.
 
Crisóstomo
¿Por qué me recrimináis si encamino bien a los pecadores? Tan distante está de mí el odio a los pecadores, que si he venido al mundo ha sido por ellos; porque he venido como médico y no como juez; por esto me convido en casa de los enfermos, sufro el mal olor que despiden y les aplico los remedios. Dirá alguno: ¿cómo es que San Pablo manda que si uno de nuestros hermanos es lascivo o avaro no comamos siquiera con él, y Jesucristo se convida en casa de los publicanos? ( 1Cor 5,11). Pero éstos todavía no habían llegado a ser hermanos, y San Pablo mandó que no se tratase con los hermanos cuando obran mal; pero ahora todos habían cambiado.
 
Beda
En sentido espiritual puede decirse que Zaqueo, cuya palabra quiere decir justificado, significa al pueblo creyente que nacería de los gentiles, a pesar de que por las preocupaciones que tenía por las cosas temporales vivía como oprimido y empequeñecido, pero fue santificado por Dios; deseó ver al Salvador cuando entró en Jericó queriendo participar de la fe que trajo al mundo.
 
San Cirilo
La turba es la confusión de la multitud ignorante, que no pudo alcanzar la altura de la sabiduría; por esto Zaqueo no vio al Señor mientras andaba entre las turbas; pero sobreponiéndose a la ignorancia de la plebe mereció tener a su mesa a quien había deseado ver.
 
Beda
La turba, esto es, la costumbre de los vicios, que era la que increpaba al ciego para que no pidiese la luz, es también la que impide que éste vea a Jesús; pero así como el ciego gritando más venció a la turba, así este pequeño, dejando las cosas de la tierra y subiendo al árbol de la cruz, se levanta sobre la turba. El sicómoro, pues, que es un árbol de hojas semejantes al moral, pero de más altura (por lo que los latinos le llaman celsa), se llama higuera salvaje o sin fruto; también la cruz del Salvador alimenta, como la higuera, a los que creen en El; pero los incrédulos se burlan de la cruz creyéndola estéril. A este árbol (de la cruz) se sube el pequeño Zaqueo para elevarse; y dice, como todo humilde y que conoce su propia debilidad: "No quiero gloriarme en otra cosa más que en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo" ( Gál 6,14).
 
San Ambrosio
Muy oportunamente añade que el Señor había de pasar por donde estaba el sicómoro, o cerca de Zaqueo, para que conociese el misterio y difundiese la gracia; porque había venido así para venir a los gentiles por medio de los judíos. Así vio a Zaqueo en lo alto; porque brillaba ya la sublimidad de su fe entre los frutos de las buenas obras, y en la altura de la fecundidad del árbol. Zaqueo está sobre el árbol porque se sobrepone a la ley.
 
Beda
Adelantándose el Señor, llegó al sitio en donde Zaqueo se encontraba subido al sicómoro; porque enviando sus predicadores por todo el mundo, por los cuales hablaba y marchaba El, vino al pueblo gentil que se había elevado ya por la fe de su pasión; a quien levantando la vista vio, porque le eligió por la gracia. Alguna vez se detenía el Señor en la casa del principal de los fariseos, pero mientras El hacía cosas dignas de Dios ellos le mortificaban con su lengua. Por lo que el Salvador, detestando su proceder, se salió diciendo: "Quedará vuestra casa desierta" ( Mt 23,38). Pero hoy conviene que permanezca en la casa del pequeño Zaqueo, esto es, que descanse en el corazón de las naciones humildes, resplandeciendo la gracia de la ley nueva. Respecto a que se le manda bajar del árbol y preparar un lugar en su casa, ya lo explica el Apóstol cuando dice: "Y si hemos visto a Jesucristo según la carne, ahora ya no le vemos" ( 2Cor 5,16); y otra vez dice en otro lugar: "Y si ha muerto según la debilidad (de la carne), vive según la fuerza de Dios". Con esto se da a entender que los judíos habían detestado siempre la salud de los gentiles; pero la salud que en otros tiempos llenaba las casas de los judíos, hoy brilla en el pueblo pagano, porque El también era hijo de Abraham, creyendo en Dios.
 
Teofiactus
Es fácil traducir todo esto en una enseñanza moral: todo el que aventaja a los demás en malicia es pequeño en su estatura espiritual, y no puede ver a Jesús en medio de la turba; porque, aturdido por las pasiones y por los cuidados del siglo, no ve a Jesús cuando pasa, esto es, cuando obra sobre nosotros, no conociendo su proceder. Subió sobre un sicómoro, esto es, la dulzura de la voluptuosidad representada por el higo, y abatiéndole, es elevado, ve y es visto por Jesucristo.
 
San Gregorio Moraluim 27, 26
Pero como el sicómoro es una higuera que no produce higos, el pequeño Zaqueo subió a él y vio al Señor; porque los que eligen humildemente la necedad del mundo contemplan el brillo de la sabiduría del Señor. ¿Qué cosa hay más necia en este mundo que no buscar lo que se ha perdido, dejar lo que se tiene para que lo roben y no pagar injurias con injurias? Por esta sabia necedad, aun cuando todavía no se haya adquirido de una manera sólida tal y como es, llegamos a ver la sabiduría de Dios por la luz de la contemplación.
 
Teofiactus
Y el Señor le dice: "Desciende presto"; esto es, has subido por la penitencia a ese elevado lugar, baja por la humildad para que no te sorprenda el orgullo, porque me conviene descansar en la casa del humilde. En nosotros existen dos especies de bienes (a saber: los corporales y los espirituales); el justo deja todo lo corporal para los pobres, pero no abandona los bienes espirituales; mas si tomó algo de alguno le devuelve cuatro veces más; dando a conocer por esto que si alguno por la penitencia marcha por el camino contrario al de su maldad primitiva, enmienda por sus muchas virtudes todas sus antiguas faltas; y así es como merece la salvación y ser llamado hijo de Abraham, porque renuncia a su propia estirpe, es decir, a la antigua maldad.
   
11-27
Oyendo ellos esto, prosiguió diciéndoles una parábola, con ocasión de estar cerca de Jerusalén, y porque pensaban que luego se manifestaría el reino de Dios. Dijo pues: "Un hombre noble fue a una tierra distante para recibir allí un reino, y después volverse. Y habiendo llamado a diez de sus siervos les dio diez minas, y les dijo: traficad entre tanto que vengo: Mas los de su ciudad le aborrecían: y enviando en pos de él una embajada, le dijeron: No queremos que reine éste sobre nosotros. Y cuando volvió, después de haber recibido el reino, mandó llamar a aquellos siervos a quienes había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno. Llegó, pues, el primero, y dijo: Señor, tu mina ha ganado diez minas. Y le dijo: Está bien, buen siervo: pues que en lo poco has sido fiel, tendrás potestad sobre diez ciudades. Y vino otro y dijo: Señor, tu mina ha ganado cinco minas. Y dijo a éste. Tú tenla sobre cinco ciudades. Y vino el tercero, y dijo: Señor, aquí tienes tu mina, la cual he tenido guardada en un lienzo: Porque tuve miedo de ti, que eres hombre recio de condición, llevas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste. Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te condeno: sabías que yo era hombre recio de condición, que llevo lo que no puse y siego lo que no sembré. ¿Pues por qué no diste mi dinero al banco, para que cuando volviese lo tomara con las ganancias? Y dijo a los que estaban allí: Quitadle la mina y dádsela al que tiene las diez minas. Y ellos le dijeron: Señor, que tiene diez minas. Pues yo os digo que a todo aquel que tuviere, se le dará y tendrá más: mas al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Y en cuanto a aquéllos mis enemigos, que no quisieron que yo reinase sobre ellos, traédmelos acá y matadlos delante de mí". (vv. 11-27)
 
San Eusebio
Creían algunos que vendría el reino del Salvador en su primera venida y creían que esto se verificaría cuando subiese a Jerusalén; tanto les habían admirado los milagros divinos que hacía. Por esto les da a conocer que no se recibirá el Reino dado por el Padre antes de ir al Padre por los hombres. Y así dice: "Oyendo ellos esto, prosiguió diciéndoles una parábola con ocasión de estar cerca de Jerusalén".
 
Teofiactus
Pero el Señor les desvanece la ilusión de sus pensamientos; porque el reino de Dios no es sensible. Manifiesta también que, como Dios, conoce sus pensamientos, proponiéndoles la siguiente parábola. Prosigue: "Dijo, pues: Un hombre noble fue a una tierra distante a recibir allí un reino y después volverse".
 
San Cirilo
El espíritu de esta parábola describe todos los misterios de Jesucristo desde el primero hasta el último, porque Dios se ha hecho hombre existiendo como Verbo, y aun cuando se ha convertido en siervo, es, sin embargo, noble, según su inefable nacimiento del Padre.
 
San Basilio, in Isaiae, cap. 13 visione 13
El Señor no sólo es noble según la Divinidad sino también según su naturaleza humana, puesto que descendía de David según la carne. Se había marchado a una región muy distante, no tanto por la distancia local como por sus condiciones naturales. Porque el mismo Dios está cerca de nosotros cuando nos aproximan a El nuestras buenas obras, y está distante siempre que, esforzándonos por perdernos, nos colocamos a distancia de El. Vino, por lo tanto, a esta región terrena muy distante de Dios para recibir el reino de los gentiles, según las palabras del Salmo: "Pídeme y te daré todas las gentes como heredad tuya" ( Sal 2,8).
 
San Agustín, De quaest. evang. 2,46
O bien la región distante es la Iglesia de los gentiles, que llega hasta los confines de la tierra, porque se marchó para que pudiese entrar la plenitud de las naciones y volverá para que pueda salvarse todo Israel.
 
San Eusebio
Esta marcha a una región distante significa su ascensión desde la tierra al cielo. Y cuando añade: "Para recibir un reino y volverse después" da a conocer su segunda venida gloriosa y regia. Y así en primer lugar se llama hombre por su nacimiento según la carne; después se llama noble. Y no se llama todavía rey porque no ostentaba aún la majestad real en su primera venida. Por esto dice muy oportunamente: "a recibir un reino" porque dándoselo el Padre, lo obtuvo según las palabras de Daniel: "He aquí que el Hijo del hombre venía sobre las nubes, y se le dio un reino" ( Dan 7,13).
 
San Cirilo
Subiendo, pues, a los cielos, está sentado a la diestra de la majestad en lo Alto ( Heb 1); y antes de subir dispensa a los creyentes diferentes gracias divinas, así como las facultades del amo pueden trasmitirse a los siervos para que las hagan fructificar, haciéndolos dignos de recompensa. Prosigue: "Y habiendo llamado a diez de sus siervos, les dio diez minas".
 
Crisóstomo
Acostumbra la Sagrada Escritura a usar como señal de perfección el número diez, para pasar del cual es preciso empezar otra vez por la unidad, como si la decena tuviese un término, y por eso se dice en la distribución de los talentos que ha llegado hasta la perfección del divino servicio el que ha recibido diez minas.
 
San Agustín, ut sup
O bien por diez minas significa la ley a causa del Decálogo, y los diez siervos son aquellos que estaban sometidos a la ley y a los que se anunció la gracia. Así debe entenderse que se les han concedido las diez minas para su uso, después que han entendido que la ley representaba al Evangelio, aunque encubierta por un velo.
 
Beda
La mina, pues, que los griegos llaman mna, tiene cien dracmas y toda la Sagrada Escritura resplandece con el valor del número ciento, porque figura la perfección de la vida eterna.
 
San Eusebio
Por medio de aquellos que reciben las minas significa a sus discípulos, a los que dando minas les encarga que hagan igual dispensación a todos, y les manda negociar. Sigue, pues: "Y les dijo: Negociad mientras vengo". Este negocio no era otro que la doctrina del Reino de los Cielos que habían de predicar sus discípulos a los hombres. Una misma había de ser la doctrina para todos, una misma fe y un solo bautismo. Por esto se da una mina a cada uno.
 
San Cirilo
Hay mucha diferencia, sin embargo, entre éstos y aquellos que han combatido el reino de Dios, de los cuales dice: "Mas los de su ciudad le aborrecían", etc. Esto es lo que Jesucristo reprochó a los judíos diciéndoles: "Ahora me han visto, y me aborrecen a mí y a mi Padre" ( Jn 15,24). Renunciaron a su reino, diciendo a Pilato: "No tenemos otro rey que el César" ( Jn 19,15).
 
San Eusebio, ut sup
Cuando dice "sus ciudadanos", se refiere a los judíos nacidos de la misma progenie según la carne, y también porque cumplía como ellos con los preceptos de la ley.
 
San Agustín, De quaest. evang. 2,61
Enviaron también legados después de El, porque aun después de su resurrección persiguieron a los apóstoles y despreciaron la predicación del Evangelio.
 
San Eusebio, ut sup
Después que el Salvador dijo que esto se refería a su primera venida, anuncia a continuación su vuelta majestuosa y gloriosa diciendo: "Y cuando volvió después de haber recibido el reino", etc.
 
Crisóstomo, hom. 39, in 1 ad Cor
La Sagrada Escritura hace mención de dos reinos de Dios: el uno de la creación, en virtud del cual es considerado como el rey del Universo por derecho de la creación, y el otro de la sumisión, según el cual domina sobre los justos sometidos a El voluntariamente, y éste es el reino que se dice recibió.
 
San Agustín, De quaest. evang. 2,41
Vuelve después de recibido el reino, porque habrá de venir con un brillo clarísimo quien antes apareció humilde entre los hombres cuando dijo, según San Juan: "Mi reino no es de este mundo" ( Jn 18,36).
 
San Cirilo
Cuando vuelva Jesucristo después de recibido su reino, merecerán alabanzas los ministros de la palabra, y tendrán suma complacencia en los honores celestiales, porque multiplicaron el talento habiendo adquirido otros muchos. Por esto añade: "Llegó, pues, el primero y dijo: Señor, tu mina ha ganado diez minas".
 
Beda
El primer siervo es el orden de los doctores enviados al pueblo de la circuncisión, que recibió una mina para que fructificase, porque se le mandó predicase una sola fe; pero esta mina produjo diez, porque su enseñanza asoció con ellos al pueblo que vivía bajo el yugo de la ley. Le dijo, pues: "Está bien, siervo bueno: pues que en lo poco has sido fiel", etc. El siervo es fiel en lo poco, porque no adultera las palabras de Dios. Todos los dones que recibimos en la vida presente son pocos en comparación con los de la otra vida.
 
Grieg
Pero como recibió la gracia de los propios bienes se le dice que mande en diez ciudades. Acerca de estas promesas, juzgando algunos de una manera baja, creen que se habrán de conceder dignidades y prefecturas en la Jerusalén de la tierra reparada con piedras preciosas si cumplen bien con Jesucristo, dominada su alma por la ambición del poder y de las preferencias.
 
San Ambrosio
Las diez ciudades son las almas, a las que preside con derecho el que haya depositado en el corazón de los hombres el tesoro del Señor y su santa palabra como plata acrisolada ( Sal 11). Porque así como se dice que Jerusalén ha sido edificada como una ciudad ( Sal 120), así sucede con las almas pacíficas; y del mismo modo que los ángeles gobiernan, así gobernarán también los que merezcan la vida de los ángeles.
Prosigue: "Y vino otro, y dijo: Señor, tu mina ha ganado cinco minas".
 
Beda
Aquel siervo figura a los que han sido enviados a predicar a los gentiles, cuya mina (esto es, la fe evangélica) había producido cinco minas; porque convirtió a la gracia de la fe evangélica a las naciones esclavas de los sentidos del cuerpo. Prosigue: "Y a éste le dice: Y tú gobierna sobre cinco ciudades". Esto es, brille tu justicia sobre las almas en que has imbuido la fe.
 
San Ambrosio
O bien, adquirió cinco minas el que enseña la moral, porque son cinco los sentidos corporales; el que adquirió diez, el duplo, representa a aquellos que enseñan los preceptos místicos de la ley y la santidad de la moral. También podemos entender aquí por diez minas las diez palabras (esto es, la doctrina de la ley), y las cinco minas son las enseñanzas de la doctrina, pero el legisperito debe ser perfecto en todas las cosas. Y con razón dice, hablando de los judíos, que sólo dos habían devuelto el dinero multiplicado, no ciertamente por el dinero, sino por su buena administración. Porque una cosa es la usura del dinero, y otra la de la doctrina celestial.
 
Crisóstomo
En efecto; porque con los bienes de la tierra no se enriquece uno si no se empobrece otro; pero respecto de las cosas espirituales no puede enriquecerse uno sin enriquecer a los demás. En las cosas corporales, pues, disminuye esta participación; en las espirituales aumenta.
 
San Agustín, De quaest. evang. 2,46
Cuando dice que uno de aquellos que agenciaron bien las minas adquirió diez y el otro cinco, da a conocer que éstos son los que entran en el rebaño del Señor, porque ya conocen la ley en virtud de la gracia, por los diez mandamientos de la ley, o porque el que la dictó escribió cinco libros. A esto se refieren también las diez y las cinco ciudades que pone bajo sus órdenes, porque la variedad o diversidad de cada precepto o de cada libro multiplica su inteligencia, y reducida o convertida en un sentido, forman como una ciudad de los que viven de pensamientos eternos, porque una ciudad no es una reunión de animales cualesquiera, sino de racionales que viven unidos por una misma ley. Que los siervos que dan cuenta de lo que han recibido sean alabados por el fruto que han hecho, significa que dan buena cuenta los que emplean bien lo que han recibido para aumentar las riquezas del Señor, por aquellos que creerán en El; pero los que no quieren obrar así, son retratados en aquel que guarda su mina en un lienzo. Por esto dice: "Y vino el tercero diciendo: Señor, he aquí la mina que me entregaste, y que he guardado en un lienzo". Hay algunos hombres que, haciendo alarde de su maldad, dicen: es suficiente que cada uno dé cuenta de lo que ha recibido. ¿Qué necesidad hay de predicar a otros y de ayudarles para tener que dar cuenta también de ellos? Pues no tendrán excusa delante de Dios aquellos a quienes no se les halle anunciando la ley, ni tampoco aquéllos que no hayan obedecido al Evangelio después de haberle oído, puesto que por la criatura pudieron conocer al Creador. Por esto sigue: "Porque tuve miedo de ti que eres hombre severo", etc. Esto es tanto como segar donde no se ha sembrado; esto es considerar como reos de impiedad a aquéllos por quienes no ha sido anunciada la ley ni el Evangelio. Por esto, queriendo evitar el peligro de la cuenta que habrán de dar, se abstienen del trabajo de predicar la divina palabra, y esto equivale a esconder la mina en un lienzo.
 
Teofiactus
Con el lienzo o sudario se vela la cara de los muertos. Con razón, pues, se dice que este perezoso había envuelto la mina en un lienzo, porque ocultándola y no usando de ella, no mejoró su condición ni aumentó su valor.
 
Beda
El colocar la moneda en un sudario, es tanto como sepultar los dones recibidos bajo el ocio de una muelle pereza. Pero lo mismo que dijo para excusarse se convirtió en su acusación. Por esto sigue: "Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te condeno". Es llamado mal siervo, porque fue perezoso en el cumplimiento de su deber, y soberbio en acusar el juicio del Señor. "Sabías que yo era hombre severo, que llevo lo que no puse, y siego lo que no he sembrado, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco?". Como diciendo: Si sabías que yo era duro y que me gusta utilizar lo ajeno, ¿por qué este pensamiento no te ha llenado de premura, previendo que yo había de buscar lo mío con mayor solicitud? El dinero o la plata es la predicación del Evangelio y la palabra divina, porque la palabra de Dios es santa y pura como el oro probado por el fuego ( Sal 11). Esta palabra del Señor debía ponerse en el banco, o lo que es lo mismo, inculcarla en los corazones que están dispuestos y preparados.
 
San Agustín, ut sup
O bien, el banco en que debe colocarse el dinero es la profesión de la religión que públicamente se propone como medio necesario a la salvación.
 
Crisóstomo
En las riquezas materiales, los que deben no están obligados más que a conservarlas, porque han de entregar tanto cuanto reciben, y nada más se les exige. Mas en las cosas divinas, no solamente tenemos obligación de conservarlas, sino que se nos amonesta para que las aumentemos. Por esto sigue: "Para que cuando volviese lo tomara con las ganancias".
 
Beda
El que recibe el dinero de la palabra creyendo en lo que se le enseña, queda obligado a devolverlo con ganancias trabajando; o bien que, según lo que ha oído, procure entender lo que aún no ha aprendido por boca de los predicadores.
 
San Cirilo
Es obligación de los doctores inculcar en los oyentes la doctrina santa y provechosa; pero corresponde a la gracia divina el atraer obedientes a los que la oyen, haciendo fecundo su entendimiento. No merece, por tanto, alabanza este siervo ni se hizo acreedor a que se le honre, sino que más bien debe condenársele por perezoso. Por esto sigue: "Y dijo a los que estaban allí: quitadle la mina y dádsela al que tiene diez".
 
San Agustín, ut sup
Por esto da a entender que este siervo podía perder la gracia de Dios, porque teniéndola obraba como si no la tuviese; esto es, que no la utilizaba, y por esto debía aumentarse a aquél que teniéndola, la tiene; esto es, usa bien de ella.
 
Beda
En sentido espiritual esto quiere decir (según yo creo), que cuando entrase la plenitud de las gentes se salvaría todo Israel ( Rom 11) y que entonces se concedería la abundancia de la gracia espiritual a los doctores.
 
Crisóstomo, hom, 43 in Acta versus finem
Por tanto, dice a los que estaban presentes: "quitadle la mina", porque no es propio del prudente el castigar por sí mismo, sino que necesita de otro cualquiera (esto es, de un ministro), para que ejecute lo que el juez le ordene; porque no es Dios mismo quien aplica los castigos, sino que lo hace por medio de sus ángeles.
 
San Ambrosio
Nada dice de los demás siervos, que pródigos han perdido como deudores lo que habían recibido. En los dos siervos que ganaron se designa a los pocos que son destinados dos veces al cultivo de la viña; en los demás a todos los judíos. Prosigue: "Y ellos le dijeron: Señor, que tiene diez minas"; y para que no se crea que esto no es justo, añade: "Que a todo aquél que tuviere se le dará".
 
Teofiactus
Porque como ha aumentado las diez, duplicándolas, es evidente que duplicando un número mayor dará un beneficio más importante a su Señor. Se le quitará aun lo que tiene al desidioso y ocioso que no se esfuerza en aumentar lo que tiene. Por esto sigue: "Mas al que no tiene se le quitará aun lo que tiene", para que no sea infructuoso el dinero del Señor, siendo así que puede darle a otros que lo aumenten. Esto no se refiere sólo a la predicación y a la enseñanza, sino también a las virtudes morales; porque el Señor nos da por ellas sus gracias, dotando a uno del ayuno, a otro de la oración, a otro de la mansedumbre y de la humildad, cuyas virtudes multiplicaremos si vigilamos; pero si nos damos a la ociosidad, las perderemos. Después añade hablando de los contrarios: "Y en cuanto a aquellos mis enemigos que no quisieron que yo reinase sobre ellos, matadlos", etc.
 
San Agustín, ut sup
En esto da a conocer la perfidia de los judíos, que no quisieron convertirse a El.
Teofiactus
A quienes entregará a la muerte arrojándolos al fuego exterior, pero en este mundo fueron inmolados de una manera lamentable por el ejército romano.
 
Crisóstomo
Esto es contra los marcionitas 1; porque Jesucristo dice: "Traed a mis enemigos y matadlos en mi presencia"; no obstante, éstos dicen que Jesucristo es bueno pero que es malo el Dios del Antiguo Testamento. Pero es evidente que el Padre y el Hijo hacen una misma cosa; porque el Padre envía un ejército a su viña ( Mt 21), y el Hijo hace matar en su presencia a los enemigos 2.
 
Crisóstomo, hom. 79 in Math
Esta parábola de San Lucas se diferencia de la que refiere San Mateo hablando de los talentos. En la primera el mismo capital recibido da diferentes productos porque con una mina uno ganó diez talentos y el otro ganó cinco; y en la de San Mateo dice lo contrario, porque el que recibió dos ganó otros dos, y el que recibió cinco ganó otros cinco; por tanto los premios no son iguales.
 
Notas
1. Originario de Sínope, en el Ponto (en la actual Turquía), Marción dio origen a la herejía que lleva su nombre (marcionismo). Nació, según se cree, a principios del siglo II. Enseñaba que uno es el Dios del Antiguo Testamento, creador del mundo material, justiciero y malo, y otro distinto el Dios del Nuevo Testamento, Padre bondadoso y Redentor de misericordia. Consecuencia de esto es el rechazo del Antiguo Testamento y la aceptación del Nuevo, depurado de toda doctrina que lo asemeje al judaísmo; de allí que sólo aceptara diez libros del canon neotestamentario negando la inspiración de Mateo, Marcos y Juan, las cartas pastorales y la carta a los Hebreos entre otros. Desde su rechazo a la materia, profesa una cristología docetista, negando la humanidad real del Señor Jesús. Marción fundó una Iglesia heterodoxa que alcanzó cierta difusión, subsistiendo incluso hasta el inicio del Medioevo. Fue combatido por los grandes apologistas: San Ireneo, Orígenes, Tertuliano, Justino, etc.
2. Indica la continuidad y unidad entre la concepción de Dios del Antiguo y del Nuevo Testamento. La figura utilizada, propia del estilo oratorio, no debe llevarnos a creer que Jesús es cruel. Son figuras que indican que los pecadores sufren la consecuencia de sus propios pecados.
   
28-36
Y dicho esto iba delante subiendo a Jerusalén. Y aconteció, que cuando llegó cerca de Betfagé y de Betania al monte que se llama del Olivar, envió dos de sus discípulos. Diciendo: "Id a esa aldea que está enfrente, y luego que entrareis hallaréis un pollino de asna atado, sobre el cual nunca se sentó hombre alguno; desatadlo y traedlo. Y si alguno os preguntare: ¿Por qué lo desatáis?, le responderéis así: Porque el Señor lo ha menester". Fueron, pues, los que habían sido enviados, y hallaron al pollino que estaba como les había dicho. Y cuando desataban al pollino les dijeron sus dueños: "¿Por qué desatáis al pollino?" Y ellos respondieron: "Porque el Señor lo ha menester". Y lo trajeron a Jesús. Y echando sobre el pollino sus ropas, pusieron encima a Jesús. Y yendo El así, tendían sus vestidos por el camino. (vv. 28-36)
 
Tito Bostrense
Como el Señor había dicho: "El reino de Dios se acerca", viendo que subía a Jerusalén, creían que se encaminaba allí para empezar el reino de Dios. Una vez terminada la parábola en la que enmendó el error predicho, y habiendo manifestado que todavía no había vencido a la muerte que se le preparaba, se encamina hacia su pasión subiendo a Jerusalén. Por esto dice: "Y dicho esto, iba delante subiendo a Jerusalén".
 
Beda
Manifestando también que la parábola anterior se refería al destino de esta ciudad, que lo había de matar, y perecería ella a manos de sus enemigos. Prosigue: "Y aconteció que cuando llegó cerca de Bethphage", etc. Bethphage era un lugar de los sacerdotes, que estaba en el monte de los Olivos; también Betania era una ciudad o una villa que se encontraba a la falda del mismo monte, y distaba de Jerusalén unos quince estadios.
 
Crisóstomo, in Mat. hom. 67
Al principio el Señor se mostraba sencillamente a los judíos; pero cuando les hubo dado pruebas evidentes de su poder los trató con mucha autoridad. Hace muchos milagros; predice que habrían de encontrar un pollino que nadie había montado, y esto es lo que les da a conocer cuando les dice: "Id a esa aldea que está enfrente", etc. Les predice también que nadie les impedirá traer al pollino, antes bien que cuando los oigan, callarán; por esto sigue: "Desatadle y traedle".
 
Tito
En esto da a conocer la divinidad de su palabra, porque nadie puede resistir a Dios cuando pide lo que le pertenece. Así, pues, los discípulos encargados de llevar al pollino no se opusieron a pesar de lo humilde de la misión, sino que fueron a traerle. Por esto sigue: "Fueron, pues, los que habían sido enviados", etc.
 
San Basilio
Así también debemos hacer nosotros, que debemos acometer con mucho afecto y gran solicitud cuanto se nos mande, por bajo que sea, sabiendo que todo lo que se hace por Dios no es pequeño, sino digno del Reino de los Cielos.
 
Tito
Enmudecieron ante la excelencia del poder divino, no oponiendo dificultad alguna a las palabras del Salvador, aquellos que habían atado al pollino. Sigue, pues: "Y cuando desataban al pollino, les dijeron sus dueños: ¿Por qué desatáis al pollino? Y ellos respondieron: Porque el Señor lo ha menester", etc. El nombre del Señor está lleno de majestad, porque debía venir como rey a la vista de la muchedumbre.
 
San Agustín, De cons. Evang. 2,66
No hay para qué llame la atención que San Mateo diga que trajeron una burra con su pollino, y que los demás evangelistas nada digan de la burra; puesto que, pudiendo entenderse uno y otro, no hay contradicción en que uno lo refiriera de un modo y otros de otro y mucho menos debe haber en que un evangelista hable de la burra y de su pollino y los otros hablen sólo del pollino.

Glosa
No solamente obedecieron al Salvador sus discípulos llevando un pollino que no era suyo, sino también pusieron sus propios vestidos, parte sobre el pollino y parte extendidos en el camino; por lo que sigue: "Y le condujeron a Jesús", etc.

Beda
Según los demás evangelistas, no fueron sólo los discípulos los que extendieron sus ropas en el camino, sino también muchos de los de la multitud.

San Ambrosio, in Lucam l. 9
En sentido espiritual puede decirse que el Señor vino al monte de los Olivos para plantar nuevos olivos de sublime virtud, y también puede decirse que ese monte es Cristo; porque ¿quién otro produciría tales frutos de olivas, fecundadas por la plenitud del Espíritu?
 
Beda
Bellamente se habla de las ciudades colocadas en el monte de los Olivos, esto es, en el mismo Dios, el cual fomenta más la unción de las gracias espirituales por la luz de la ciencia y la piedad.
 
Orígenes, hom. 37 in Lucam
Betania, pues, quiere decir casa de obediencia, y Bethphage casa de las quijadas, cierto lugar sacerdotal, porque se les debían ofrecer las quijadas según estaba mandado en la ley. Allí, pues, a la casa de la obediencia y de los sacerdotes fue donde el Salvador mandó a sus discípulos para que soltasen al pollino de la burra.
 
San Ambrosio
Estaba en la aldea, y el pollino, como estaba atado con su madre, no podía ser desatado sino por mandato del Señor, y la mano de los apóstoles lo desató. Tal era aquel acto, tal aquella vida y tal aquella gracia. Sé tú de tal modo que puedas soltar a los que están atados. En la burra quiso representar San Mateo a la madre del error; en el pollino representó la generalidad del pueblo gentil. Y con razón dice: "En el que nadie se ha sentado"; porque ninguno antes de Jesucristo llamó a los pueblos a su Iglesia. Estaba detenido por los vínculos de la maldad; sujeto a un amo inicuo y esclavo del error, y no podía reivindicar su libertad como reo que era, no por naturaleza, sino por su propia culpa; por tanto, cuando se dice "Señor" se reconoce a Jesús como al único dueño. Desgraciada es aquella esclavitud cuyo derecho es vago, porque tiene muchos dueños el que no tiene ninguno. Los extraños atan para poseer; pero el Señor suelta para tener. Conoce, pues, que los beneficios pueden más que los lazos.
 
Orígenes, ut sup
Muchos eran los dueños de este pollino antes que el Salvador lo tomara por necesidad. Pero después que El empezó a ser su dueño, cesaron los demás. Porque ninguno puede servir a Dios y a las riquezas. Cuando servimos a la maldad nos vemos esclavizados por muchas pasiones y vicios ( Mt 12). El Señor necesita el pollino, porque desea soltar los vínculos de nuestros pecados.
 
Orígenes, sup. Ioan tomo sive tract. 11
Yo opino, sin temor a equivocarme, que la aldea donde se encontraba la burra atada con el pollino es este mundo (esto es, la tierra); porque toda la tierra, vista desde arriba, es como una aldea respecto del universo, y por tanto se la designa así, sin añadirle otro nombre.
 
San Ambrosio
Tampoco es indiferente que sean dos discípulos los que se encaminan a aquel sitio. Pedro fue enviado a Cornelio, y Pablo a los demás; por tanto, no designó a las personas, sino estableció el número de ellas. Con todo, si alguno desea conocer sus nombres, puede creer que uno fue Felipe, a quien el Espíritu Santo envió a Gaza, cuando bautizó al eunuco de la reina Candace ( Hch 8).
 
Teofiactus, super misit. duos discípulos
También da a conocer la circunstancia de que envió dos que al entrar el pueblo gentil y sujetarse al yugo del Señor constituyen dos jerarquías: la de los profetas y la de los apóstoles. Le llevan a cierta aldea para darnos a conocer que este pueblo era rústico e ignorante.
 
San Ambrosio
Habiendo ido, pues, para desatar al pollino, no hablaron por cuenta propia sino que dijeron las mismas palabras que Jesús; para que conozcamos que infundieron la fe en los pueblos gentiles, no por su palabra, sino por la de Dios, y no en su propio nombre, sino en el de Cristo y que las potestades enemigas, que dominaban a los gentiles, cesaron en virtud del mandato divino.
 
Orígenes, ut sup
Los discípulos ponen sus vestidos sobre el pollino y hacen subir sobre él al Salvador cuando toman la palabra de Dios y la ponen sobre las almas de los que la oyen. También se quitaban sus vestidos y los tendían sobre el camino, porque los vestidos de los apóstoles no eran otra cosa que las buenas acciones; y en verdad que una vez soltado el pollino por los discípulos, y llevando sobre sí a Jesús, marcha por encima de los vestidos de los apóstoles cuando se imita su doctrina y su vida. ¡Quién de nosotros tan dichoso que lleve sobre sí a Jesús!
 
San Ambrosio
No se complacía el Señor del mundo en ir sobre el lomo de un pollino; pero era éste un misterio latente de su presencia invisible en lo interior de las almas, en que se asienta como místico guía, dirige los pasos de la inteligencia y refrena la concupiscencia de la carne, siendo su palabra la rienda y el aguijón.
   
37-40
Y cuando se acercó a la bajada del monte del Olivar, todos los discípulos, en tropas, llenos de gozo, comenzaron a alabar a Dios en alta voz por todas las maravillas que habían visto. Diciendo: "Bendito el Rey, que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo y gloria en las alturas". Y algunos de los fariseos que estaban entre las gentes le dijeron: "Maestro, reprende a tus discípulos". El les respondió: "Os digo, que si éstos callasen las piedras darán voces". (vv. 37-40)
 
Orígenes, in Lucam hom. 37
Todo el tiempo que el Salvador permaneció en el monte estuvo solo con los apóstoles; pero cuando empezó a bajar le salió al encuentro una turba de gentes; por esto dice: "Y cuando se acercó a la bajada del monte del Olivar, todos los discípulos en tropas", etc.
 
Teofiactus
Llama discípulos, no sólo a los doce o a los setenta y dos, sino también a todos los que seguían a Cristo, por sus milagros o por lo que les complacía su doctrina, habiendo niños entre ellos, como refieren los demás evangelistas. Por esto sigue: "Por todas las maravillas que habían visto".
 
Beda
Habían visto muchos milagros del Señor, pero estaban especialmente asombrados por la resurrección de Lázaro; porque, como dice San Juan: Venían muchas gentes detrás de El, porque sabían que había hecho este milagro ( Jn 21,18). Debe advertirse que no era ésta la primera vez que el Salvador iba a Jerusalén, sino que había ido muchas otras veces, como dice San Juan.
 
San Ambrosio
Como las multitudes ya conocían al Señor, le llaman rey, repiten las palabras de las profecías, y dicen que ha venido el hijo de David, según la carne, tanto tiempo esperado. Por esto sigue: "Diciendo: Bendito el rey, que viene en el nombre del Señor".
 
Beda
Esto es, en el nombre de Dios Padre; aun cuando también puede entenderse que en su propio nombre, porque El es Dios mismo; pero sus palabras dirigen mejor nuestro entendimiento cuando nos dice por medio de San Juan: "Yo he venido en el nombre de mi Padre" ( Jn 5,43). Jesucristo es, por tanto, el maestro de la humildad. No se dice que el Salvador sea rey que viene a exigir tributos, ni a armar ejércitos con el acero, ni a pelear visiblemente contra los enemigos; sino que viene a dirigir las mentes para llevar a los que crean, esperen y amen, al Reino de los Cielos; y que quisiera ser rey de Israel es un indicio de su misericordia y no para aumentar su poder. Pero como Jesucristo apareció en carne mortal para hacerse propicio a todo el mundo, cantan perfectamente a la vez en alabanza suya los cielos y la tierra. Cuando nació cantaron las legiones celestiales; y cuando ha de volver al cielo, los mortales repiten a su vez sus alabanzas. Por esto sigue: "Paz en el cielo".
 
Teofiactus
Esto es, la guerra antigua que hacíamos al Señor ha concluido. Y el gloria en las alturas es una alabanza de los ángeles a Dios por tal reconciliación. Porque en el mero hecho de andar Dios visiblemente por territorio de sus enemigos, se da a conocer que ha establecido la paz con nosotros. Pero cuando los fariseos oían esto murmuraban, porque la turba le llamaba rey y le alababa como a Dios; creían que el nombre de rey era una sedición y el de Dios una blasfemia. Por esto sigue: "Y algunos de los fariseos le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos".
 
Beda
Es admirable la locura de los envidiosos. Aquel a quien no dudan que debe llamarse maestro, porque conocían que enseñaba verdaderas doctrinas, creen que, como si ellos fueran más sabios, debe reprender a sus discípulos.
 
San Cirilo
Pero el Señor no impuso silencio a los que le alababan como a Dios, sino más bien a los que los reprenden; con lo cual atestigua la gloria de su divinidad. Por esto sigue: "El les respondió: Os digo que si éstos callaren, las piedras darán voces".
 
Teofiactus
Como diciendo: No me alaban así los hombres sin motivo, puesto que han aprendido en los milagros que han visto.
 
Beda
Una vez crucificado el Señor, como callaron sus conocidos por el temor que tenían, las piedras y las rocas le alabaron, porque, cuando expiró, la tierra tembló, las piedras se rompieron entre sí y los sepulcros se abrieron.
 
San Ambrosio
Y no es extraño que las piedras, contra su naturaleza, publiquen las alabanzas del Señor, siendo así que se confiesan más duros que las piedras los que lo habían crucificado; esto es, la turba que poco después había de crucificarle, negando en su corazón al Dios que confesó con sus palabras. Además, como habían enmudecido los judíos después de la pasión del Salvador, las piedras vivas, como dice San Pedro, lo celebraron.
 
Orígenes, in Lucam hom. 37
También cuando nosotros callamos, esto es, se enfría la caridad de muchos, las piedras levantan la voz; porque Dios puede hacer que de las piedras broten hijos de Abraham.
 
San Ambrosio
Sabemos bien que las turbas que alababan al Señor, le salieron al encuentro cuando bajaba del monte, para dar a conocer que bajaba del cielo el que obraba el misterio espiritual.
 
Beda
También cuando bajaba el Señor del monte de los olivos, bajaban las turbas; porque una vez humillado el autor de la caridad, se hace preciso que los que necesitan de ella imiten sus pasos.
   
41-44
Y cuando llegó cerca, al ver la ciudad, lloró sobre ella, diciendo: "¡Ah si tú reconocieses siquiera en este tu día lo que puede traerte la paz! Mas ahora está encubierto a tus ojos. Porque vendrán días contra ti, en que tus enemigos te cercarán de trincheras, y te pondrán cerco, y te estrecharán por todas partes. Y te derribarán en tierra, y a tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra; por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación". (vv. 41-44)
 
Orígenes, in Lucam hom. 38
Jesucristo confirma con su ejemplo todas las bienaventuranzas de que ha hablado en el Evangelio, así, como había dicho: "Bienaventurados los mansos" ( Mt 5,4), lo prueba diciendo: "Aprended de mí que soy manso" ( Mt 11,29); y como había dicho: "Bienaventurados los que lloran" ( Mt 5,5), El también lloró sobre la ciudad. Por esto dice: "Y cuando llegó cerca", etc.
 
San Cirilo
Se compadecía de éstos el Señor, que quiere que todos los hombres se salven, lo cual no nos sería manifiesto, si no lo hubiera evidenciado por medio de algo humano; pues las lágrimas vertidas son señal de tristeza.
 
San Gregorio, in evang. hom. 39
Lloró, pues, el piadoso Redentor la destrucción de aquella pérfida ciudad, las desgracias que ella misma ignoraba habrían de venirle. Por esto añade: "¡Ah si tú conocieses siquiera!" llorarías con amargura, la que ahora tanto te alegras, porque desconoces lo que te amenaza. Por esto añade: "Siquiera en éste tu día", etc. Como en aquel día se había consagrado a todos los goces materiales, tenía todo lo que podía procurarle la paz. Manifiesta después cómo los bienes presentes hacen su paz, cuando añade: "Mas ahora está encubierto a tus ojos"; porque si los males que la amenazan no estuviesen ocultos a los ojos de su corazón, no se alegraría tanto por las prosperidades presentes; por esto añade la pena que lo amenaza, cuando dice: "Porque vendrán días contra ti".
 
San Cirilo
"¡Ah si tú conocieses!" No eran dignos de comprender las Sagradas Escrituras divinamente inspiradas, que refieren el misterio de Cristo. En efecto, cuantas veces se lee a Moisés, un velo cubre su corazón para que no vean que todo se ha cumplido en Jesucristo, que como verdad hace huir las sombras; y como no conocían la verdad, se hicieron indignos de obtener la salud que mana de Jesucristo. Por esto sigue: "Siquiera en éste tu día", etc.
 
San Eusebio
En lo que da a conocer que su venida tenía por objeto la pacificación de todo el mundo; había venido, pues, a predicar la paz a los que estaban cerca y a los que estaban lejos; pero como no quisieron recibir la paz anunciada, quedaron ocultas para ellos estas cosas. Por esto añade: "Mas ahora está encubierto a tus ojos". Así, pues, predice con toda claridad el sitio que dentro de poco habría de sufrir, diciendo: "Porque vendrán días contra ti", etc.
 
San Gregorio, ut sup
Esto señala a los príncipes romanos; porque habla de la destrucción de Jerusalén, que sucedió bajo Vespasiano y Tito, príncipes romanos. Por esto continúa: "Y te pondrán cerco", etc.
 
San Eusebio
Cómo se cumplió todo esto, podemos conocerlo por lo que refiere Josefo, quien a pesar de ser judío refiere estas cosas tal y como Jesucristo las había predicho.
 
San Gregorio, ut sup
También en esto que añade: "Y no dejarán en ti piedra sobre piedra", está atestiguada la reubicación de esta misma ciudad; porque ahora está construida en aquel sitio donde el Salvador fue crucificado, fuera de la puerta: la primera fue destruida en absoluto. Dice luego la culpa por la que fue condenada a la destrucción, añadiendo: "Por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación".
 
Teofiactus
Esto es, de mi venida; porque he venido a visitarte y a salvarte, y si lo hubieras comprendido así, y creyeras en mí, estarías en paz con los romanos y libre de todos los peligros, así como todos aquellos que creyeron en Jesucristo pudieron evadirse.
 
Orígenes, ut sup
Yo no niego que aquella Jerusalén fuese destruida por los pecados de sus habitantes; pero pregunto si estas lágrimas han sido vertidas también sobre vuestra Jerusalén. Cuando alguno peca después de participar de los misterios de la verdad, se llorará por él; pero no por ningún gentil, sino sólo por aquel que perteneció a Jerusalén y después la abandonó.
 
San Gregorio, in evang. hom. 39
Nuestro Redentor no cesa de llorar por sus escogidos cuando ve caer en el mal a los que poseían la virtud; porque si éstos conociesen la condenación que les espera, se llorarían a sí mismos con las lágrimas de los escogidos. El hombre de inclinaciones malas tiene aquí su día, que goza por breve tiempo, y se complace en las cosas temporales disfrutando de cierta paz; por esto huye de prever el porvenir, para que no se turbe su alegría presente. Por esto sigue: "Mas ahora está encubierto a tus ojos", etc.
 
Orígenes, ut sup
Llora además por nuestra Jerusalén, a la que, después que ha pecado, sitian sus enemigos, esto es, el espíritu maligno, y la rodean de trincheras para cercarla y no dejar piedra sobre piedra; especialmente cuando alguno es vencido después de mucha continencia y de algunos años de castidad, y atraído por los halagos de la carne, pierde la paciencia y la castidad. Y si fuese fornicador no dejarán en él piedra sobre piedra, según las palabras de Ezequiel: "No me acordaré de sus primitivas virtudes" ( Ez 18,24).
 
San Gregorio, ut sup
Los espíritus malignos asedian el alma en cuanto sale del cuerpo, y como ama la carne en los placeres carnales, la inquietan con el engaño del deleite; la rodean de trincheras, presentando a su vista las iniquidades que cometió, y la estrechan con los que son compañeros de su condenación, con el fin de que ella vea, una vez en el último instante de su vida, la clase de enemigos que la asedian y no pueda encontrar medio de evadirse, porque ya no puede hacer el bien que despreció cuando pudo hacerlo; estrechan al alma por todas partes poniéndole a la vista la iniquidad, no sólo de sus obras, sino también de sus palabras y de sus pensamientos; para que así como antes se había solazado tanto en la maldad, sienta en su última hora la angustia que merece en pago. Entonces el alma, por la condición de su culpa, se aterra cuando ve que su carne, que creyó que era su vida, va a convertirse en polvo; entonces mueren sus hijos cuando los pensamientos ilícitos, que ahora nacen de ella, se disipan en el último momento de la venganza; estos pensamientos pueden representarse por las piedras. La mente perversa, cuando añade a un pensamiento malo otro peor, pone, por decirlo así, una piedra sobre otra; pero cuando es llevada a su castigo, se destruye todo el edificio de sus pensamientos. Sin embargo, el Señor visita al alma culpable para su enseñanza alguna vez mediante la desgracia, otras con los milagros, con el fin de que conozca las verdades que ignoraba, y menospreciando el mal vuelva por la compunción del dolor u obligada por los beneficios, y se avergüence de lo mal que obró. Pero porque no conoció el tiempo en que fue visitada, al final de su vida será entregada a sus enemigos, con quienes se verá unida en el juicio eterno de su perpetua condenación.
   
45-48
Y habiendo entrado en el templo comenzó a echar fuera a todos los que vendían y compraban en él. Diciéndoles: "Escrito está: mi casa de oración es. Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones". Y cada día enseñaba en el templo. Mas los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los principales del pueblo, le querían matar. Y no sabían qué hacerse con él. Porque todo el pueblo estaba embelesado cuando le oía. (vv. 45-48)
 
San Gregorio, in evang. hom. 39
Después de haber predicho los males que habían de venir, se introdujo a continuación en el templo para arrojar de allí a los que vendían y compraban, dando a conocer que la ruina del pueblo venía principalmente por culpa de los sacerdotes. Por esto dice: "Y habiendo entrado en el templo comenzó a echar fuera a todos los que vendían y compraban en él", etc.
 
San Ambrosio
El Señor no quiere que sea el templo casa de mercaderes, sino de santidad; ni tampoco que se vendan, sino que se den gratuitamente las funciones del ministerio sacerdotal.
 
San Cirilo
Había en el templo una multitud de mercaderes que vendían animales para ofrecer los sacrificios que debían celebrarse, según estaba prescrito en la ley. Pero ya había venido el tiempo en que debía desaparecer la sombra y brillar la verdad en Jesucristo; por esto Jesucristo, que era adorado a la vez que su Padre en el templo, ordenó que se enmendasen los ritos de la ley y que se convirtiese el templo en casa de oración. Por esto añade: "Diciéndoles: Escrito está, mi casa", etc.
 
San Gregorio, ut sup
Y se sabía que los que estaban en el templo para recibir las ofrendas tenían exigencias gravosas con los que no les daban.
 
Teofiactus
Esto también lo hizo el Señor al principio de su predicación, como cuenta San Juan; y ahora lo repite para hacer más inexcusable la culpabilidad de los judíos, que no se habían enmendado con su primera lección.
 
San Agustín, De quaest. evang. 2,48
Hablando en sentido espiritual, debe entenderse que el templo es el mismo hombre Cristo, que también lleva unido a sí su cuerpo que es la Iglesia. Así, pues, como cabeza de la Iglesia, dice con las palabras de San Juan: "Destruid este templo, y lo reconstruiré a los tres días" ( Jn 2,19). Y como está unido a la Iglesia que es su cuerpo, debe entenderse que ella (la Iglesia) es el templo de quien dice el mismo Evangelista: "Quitad esto de aquí", etc. Da a conocer con esto que habría de haber en la Iglesia quien se ocupase de sus negocios y tuviese allí un asilo para ocultar sus crímenes, en vez de imitar la caridad de Jesucristo y de corregirse para alcanzar con la confesión el perdón de sus pecados 1.
 
San Gregorio, ut sup
Pero nuestro Redentor no excluye de su predicación ni a los indignos ni a los ingratos. Por lo que después que restableció el rigor de la disciplina arrojando a los malos, les da a conocer el don de su gracia diciendo: "Y cada día enseñaba en el templo".
San Cirilo
Debían, pues, adorarle como a Dios por todo lo que había dicho y hecho; pero en vez de hacerlo así, trataban de matarle. Sigue pues: "Mas los príncipes de los sacerdotes y los escribas, y los principales del pueblo, querían matarle".
 
Beda
Y como todos los días enseñaba en el templo y había arrojado de él a los ladrones, o bien porque venía como Rey y Señor, le recibió una numerosa multitud de creyentes alabándolo con himnos celestiales.
 
San Cirilo
El pueblo tenía en más estimación a Jesucristo que los escribas, los fariseos, y los príncipes de los judíos, los que, como no aceptaban la fe de Jesucristo, reprendían a los demás. Por esto sigue: "Y no hallaban medio de hacer nada contra El; porque todo el pueblo estaba embelesado cuando le oía".
 
Beda
Esto puede entenderse de dos modos: o porque temían un alboroto del pueblo, en cuyo caso no sabían qué hacer de Jesús a quien trataban de perder, o porque trataban de perderlo poniendo por causa que muchos habían rechazado la enseñanza de los judíos por ir a escucharlo.
 
San Gregorio, ut sup
En sentido místico puede decirse, que así como el templo de Dios se encuentra en la ciudad, así en el pueblo fiel se encuentra la vida de los religiosos. Y muchas veces sucede que algunos toman el hábito religioso, y mientras llenan las funciones de las sagradas órdenes, hacen del ministerio de la santa religión un comercio de asuntos terrenales. Los que venden en el templo son los que ponen a precio de dinero lo que a cada uno le corresponde por derecho; porque el que pone a precio la justicia, la vende. Y los que compran en el templo son aquellos que mientras no quieren pagar a su prójimo lo que es justo, y no hacen aprecio de cumplir lo que por derecho es debido, una vez que han premiado a sus patronos compran el pecado.
 
Orígenes, in Lucam hom. 38
Por tanto, si alguno vende, será arrojado fuera; especialmente si vende palomas. Porque si yo vendiere al pueblo por dinero lo que el Espíritu Santo me ha revelado o confiado, o no lo enseñase sin pagarlo, ¿qué otra cosa hago que vender la paloma, esto es, el Espíritu Santo?
 
San Ambrosio
Por esto el Señor nos enseña en general que los contratos temporales deben ser desterrados del templo. Rechaza espiritualmente a los cambistas; los cuales tratan de lucrar con el dinero del Señor, esto es, la Sagrada Escritura, sin hacer distinción entre el bien y el mal.
 
San Gregorio, ut sup
Estos convierten la casa de Dios en cueva de ladrones; porque cuando los hombres malos ocupan el lugar de la religión, matan con las espadas de su malicia allí donde debieran vivificar a sus prójimos por la intercesión de su oración. También es templo el espíritu de los fieles; y si lo invaden malos pensamientos con perjuicio del prójimo, residen allí como en una cueva de ladrones. Pero cuando se instruye sutilmente al espíritu de los fieles para que eviten el pecado, es la verdad la que enseña todos los días en el templo.
 
Notas
1. Alude San Agustín al derecho de asilo reconocido en la época. Toda persona que buscase refugio en un templo quedaba protegida por la Iglesia, y no podía ser sacado de allí a la fuerza. Pensada en principio para proteger a los débiles, los esclavos y los más pobres, esta norma también fue aprovechada por personas que habían cometido delitos, y que recurrían a la Iglesia para defenderse a sí mismas y sus mezquinos intereses.