CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO |
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01-10 |
Y habiendo entrado Jesús,
paseaba por Jericó. Y he aquí un hombre, llamado Zaqueo; y éste era
uno de los principales entre los publicanos, y rico. Y procuraba ver a
Jesús quién fuese; y no podía por la mucha gente, porque era pequeño
de estatura. Y corriendo delante, se subió en un árbol cabrahigo para
verle, porque por allí había de pasar. Y cuando llegó Jesús a aquel
lugar, alzando los ojos le vio, y le dijo: "Zaqueo, desciende presto,
porque es menester hoy hospedarme en tu casa". Y él descendió
apresurado y le recibió gozoso. Y viendo esto, todos murmuraban,
diciendo que había ido a posar a casa de un pecador. Mas Zaqueo,
presentándose al Señor, le dijo: "Señor, la mitad de cuanto tengo doy
a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, le vuelvo cuatro
tantos más". Y Jesús le dijo: "Hoy ha venido la salud a esta casa;
porque él también es hijo de Abraham. Pues el Hijo del hombre vino a
buscar, y a salvar lo que había perecido". (vv. 1-10)
San Ambrosio
Zaqueo se encuentra sobre un sicómoro y el
ciego en el camino; el Señor espera a uno de ellos para curarle y
honra al otro penetrando en su casa. Acerca de esto se dice: "Y
habiendo entrado Jesús, pasaba por Jericó", etc. Y con razón elige a
un jefe de los publicanos, porque ¿quién desesperará de sí cuando éste
alcanzó la gracia, siendo así que recaudaba los tributos con engaño? Y
en verdad que era rico, para que conozcas que no todos los ricos son
avaros.
San Cirilo
Pero Zaqueo no se detuvo por este
obstáculo (su riqueza), por lo que se hizo acreedor a la gracia de
Dios que ilumina a los ciegos y llama a los que están lejos.
Tito Bostrense
Había germinado en él la semilla de la
salvación, porque deseaba ver al Salvador. Por esto sigue: "Y
procuraba ver a Jesús, quien quiera que fuese" a pesar de que nunca le
había visto, porque si le hubiera visto sin duda se hubiese apartado
de la mala vida de publicano. Por tanto, si alguno ve a Jesús ya no
puede continuar con mala vida. Dos obstáculos le habían impedido
verle: la muchedumbre, no tanto de los hombres como de sus pecados (o
crímenes) y el ser pequeño de estatura; por eso sigue: "Y no podía por
la mucha gente, porque era pequeño de estatura".
San Ambrosio
¿Qué significa que no se hable de la
estatura de ningún otro? Véase si es que era pequeño por su malicia, o
pequeño por su fe, porque aún no estaba dispuesto cuando subió al
árbol y todavía no había visto al Salvador.
Tito Bostrense
Pero se le ocurrió una buena idea. Porque
apresurándose subió a un sicómoro, y entonces pudo ver, como deseaba,
a Jesús que pasaba. Por esto sigue: "Y corriendo delante, se subió a
un sicómoro para verle, porque había de pasar por allí". El solamente
deseaba verlo; pero el que hace por nosotros más de lo que pedimos, le
concedió más de lo que esperaba. Continúa, pues: "Y cuando Jesús llegó
a aquel lugar, le vio".
San Cirilo
Vio, en verdad, que aquel hombre hacía los
mayores esfuerzos por vivir santamente y lo convirtió a la piedad.
San Ambrosio
No habiendo sido invitado por él, se
invita a sí mismo. Por esto dice: "Y le dijo: Zaqueo, desciende
pronto, porque", etc. Sabía, pues, que su hospitalidad obtendría una
gran recompensa, aun cuando no había oído todavía la voz del que le
había de convidar; pero ya conocía su deseo.
Beda
He aquí cómo el camello, dejando la carga
de su jiba, pasa por el ojo de la aguja; esto es, el publicano siendo
rico, habiendo dejado el amor de las riquezas y menospreciando el
fraude, recibe la bendición de hospedar al Señor en su casa. Sigue
pues: "Y él descendió apresurado, y le recibió gozoso", etc.
San Ambrosio
Aprendan los ricos que no consiste el
crimen en las riquezas, sino en no saber usar de ellas; porque así
como las riquezas son impedimentos para los malos, son también un
medio de virtud para los buenos.
Crisóstomo
Pero considera la excesiva bondad del
Salvador. El inocente trata con los culpables, la fuente de la
justicia con la avaricia, que es fundamento de perversidad; cuando ha
entrado en la casa del publicano, no sufre ofensa alguna por la
nebulosidad de la avaricia; antes al contrario hace desaparecer la
avaricia con el brillo de su justicia. Pero los murmuradores y los
amantes de censurar, empiezan a tentarle acerca de lo que hacía.
Sigue, pues: "Y como todos vieron esto, murmuraban diciendo que había
ido a hospedarse a la casa de un pecador", etc. Pero El, acusado como
convidado y amigo de los publicanos, despreciaba todas estas cosas,
con el fin de llevar adelante su propósito; porque no cura el médico
si no soporta la hediondez de las llagas de los enfermos y sigue
adelante en su propósito de curarle. Esto mismo sucedió entonces: el
publicano se había convertido y se hizo mejor que antes. Prosigue:
"Mas Zaqueo, presentándose al Señor, le dijo: Señor, la mitad de
cuanto tengo doy a los pobres", etc. Cosa admirable. Todavía no se le
habla y ya obedece. Y como el sol no ilumina una casa con palabras,
sino con hechos, así el Salvador con los rayos de su justicia hace
huir la niebla de la torpeza; porque la luz brilla en las tinieblas.
Todo lo que está unido es fuerte, pero lo que está dividido es débil,
por eso Zaqueo dividió su fortuna. Debe considerarse con atención que
no todas las riquezas de Zaqueo eran injustas, sino que también las
había reunido por lo que había heredado de sus padres. De otro modo,
¿cómo hubiera podido restituir el cuádruplo de lo que se había
adquirido mal? Sabía muy bien que la ley mandaba restituir el
cuádruplo de lo que se había adquirido mal para que se mitiguen los
castigos por no haber temido la ley. Pero Zaqueo no espera el castigo
de la ley y se constituye en juez de sí mismo.
Teofiactus
Pero si se examina con más atención, nada
le quedaba de su propia fortuna. Si daba la mitad de sus bienes a los
pobres, con lo que quedaba cedía a los perjudicados el cuádruplo, y no
sólo prometía esto sino que también lo hacía, porque no dice: "daré la
mitad y restituiré el cuádruplo", sino: doy y restituyo. Entonces el
Salvador le ofrece la salvación. Sigue pues: "Y Jesús le dijo: Hoy ha
venido la salvación a esta casa" dando a conocer que el mismo Zaqueo
había recibido la salvación, significando por casa al que la habita.
Sigue pues: "Porque él también es hijo de Abraham". Y no habría
llamado hijo de Abraham a una cosa inanimada.
Beda
Se dice que Zaqueo es hijo de Abraham, no
porque hubiese nacido de su estirpe, sino porque le imitó en su fe, y
así como aquél abandonó su país y la casa de su padre, así éste
abandonaba también sus bienes distribuyéndolos a los pobres. Muy
oportunamente dice: "Porque él también", por cuanto declara que no
sólo aquellos que viven bien, sino aquellos que dejan la mala vida,
pertenecen a los hijos de la promesa.
Teofiactus
No dijo tampoco que era hijo de Abraham
sino que ahora lo es; porque primeramente cuando era jefe de
publicanos, como no tenía semejanza alguna con el justo Abraham, no
era hijo de Abraham; pero como murmuraban algunos porque habitaba con
un hombre pecador, añadió para hacerles callar: "Pues el Hijo del
hombre vino a buscar y a salvar", etc.
Crisóstomo
¿Por qué me recrimináis si encamino bien a
los pecadores? Tan distante está de mí el odio a los pecadores, que si
he venido al mundo ha sido por ellos; porque he venido como médico y
no como juez; por esto me convido en casa de los enfermos, sufro el
mal olor que despiden y les aplico los remedios. Dirá alguno: ¿cómo es
que San Pablo manda que si uno de nuestros hermanos es lascivo o avaro
no comamos siquiera con él, y Jesucristo se convida en casa de los
publicanos? ( 1Cor 5,11). Pero éstos todavía
no habían llegado a ser hermanos, y San Pablo mandó que no se tratase
con los hermanos cuando obran mal; pero ahora todos habían cambiado.
Beda
En sentido espiritual puede decirse que
Zaqueo, cuya palabra quiere decir justificado, significa al pueblo
creyente que nacería de los gentiles, a pesar de que por las
preocupaciones que tenía por las cosas temporales vivía como oprimido
y empequeñecido, pero fue santificado por Dios; deseó ver al Salvador
cuando entró en Jericó queriendo participar de la fe que trajo al
mundo.
San Cirilo
La turba es la confusión de la multitud
ignorante, que no pudo alcanzar la altura de la sabiduría; por esto
Zaqueo no vio al Señor mientras andaba entre las turbas; pero
sobreponiéndose a la ignorancia de la plebe mereció tener a su mesa a
quien había deseado ver.
Beda
La turba, esto es, la costumbre de los
vicios, que era la que increpaba al ciego para que no pidiese la luz,
es también la que impide que éste vea a Jesús; pero así como el ciego
gritando más venció a la turba, así este pequeño, dejando las cosas de
la tierra y subiendo al árbol de la cruz, se levanta sobre la turba.
El sicómoro, pues, que es un árbol de hojas semejantes al moral, pero
de más altura (por lo que los latinos le llaman celsa), se llama
higuera salvaje o sin fruto; también la cruz del Salvador alimenta,
como la higuera, a los que creen en El; pero los incrédulos se burlan
de la cruz creyéndola estéril. A este árbol (de la cruz) se sube el
pequeño Zaqueo para elevarse; y dice, como todo humilde y que conoce
su propia debilidad: "No quiero gloriarme en otra cosa más que en la
cruz de Nuestro Señor Jesucristo" ( Gál
6,14).
San Ambrosio
Muy oportunamente añade que el Señor había
de pasar por donde estaba el sicómoro, o cerca de Zaqueo, para que
conociese el misterio y difundiese la gracia; porque había venido así
para venir a los gentiles por medio de los judíos. Así vio a Zaqueo en
lo alto; porque brillaba ya la sublimidad de su fe entre los frutos de
las buenas obras, y en la altura de la fecundidad del árbol. Zaqueo
está sobre el árbol porque se sobrepone a la ley.
Beda
Adelantándose el Señor, llegó al sitio en
donde Zaqueo se encontraba subido al sicómoro; porque enviando sus
predicadores por todo el mundo, por los cuales hablaba y marchaba El,
vino al pueblo gentil que se había elevado ya por la fe de su pasión;
a quien levantando la vista vio, porque le eligió por la gracia.
Alguna vez se detenía el Señor en la casa del principal de los
fariseos, pero mientras El hacía cosas dignas de Dios ellos le
mortificaban con su lengua. Por lo que el Salvador, detestando su
proceder, se salió diciendo: "Quedará vuestra casa desierta" (
Mt 23,38). Pero hoy conviene que permanezca
en la casa del pequeño Zaqueo, esto es, que descanse en el corazón de
las naciones humildes, resplandeciendo la gracia de la ley nueva.
Respecto a que se le manda bajar del árbol y preparar un lugar en su
casa, ya lo explica el Apóstol cuando dice: "Y si hemos visto a
Jesucristo según la carne, ahora ya no le vemos" (
2Cor 5,16); y otra vez dice en otro lugar: "Y si ha muerto
según la debilidad (de la carne), vive según la fuerza de Dios". Con
esto se da a entender que los judíos habían detestado siempre la salud
de los gentiles; pero la salud que en otros tiempos llenaba las casas
de los judíos, hoy brilla en el pueblo pagano, porque El también era
hijo de Abraham, creyendo en Dios.
Teofiactus
Es fácil traducir todo esto en una
enseñanza moral: todo el que aventaja a los demás en malicia es
pequeño en su estatura espiritual, y no puede ver a Jesús en medio de
la turba; porque, aturdido por las pasiones y por los cuidados del
siglo, no ve a Jesús cuando pasa, esto es, cuando obra sobre nosotros,
no conociendo su proceder. Subió sobre un sicómoro, esto es, la
dulzura de la voluptuosidad representada por el higo, y abatiéndole,
es elevado, ve y es visto por Jesucristo.
San Gregorio Moraluim
27, 26
Pero como el sicómoro es una higuera que
no produce higos, el pequeño Zaqueo subió a él y vio al Señor; porque
los que eligen humildemente la necedad del mundo contemplan el brillo
de la sabiduría del Señor. ¿Qué cosa hay más necia en este mundo que
no buscar lo que se ha perdido, dejar lo que se tiene para que lo
roben y no pagar injurias con injurias? Por esta sabia necedad, aun
cuando todavía no se haya adquirido de una manera sólida tal y como
es, llegamos a ver la sabiduría de Dios por la luz de la
contemplación.
Teofiactus
Y el Señor le dice: "Desciende presto";
esto es, has subido por la penitencia a ese elevado lugar, baja por la
humildad para que no te sorprenda el orgullo, porque me conviene
descansar en la casa del humilde. En nosotros existen dos especies de
bienes (a saber: los corporales y los espirituales); el justo deja
todo lo corporal para los pobres, pero no abandona los bienes
espirituales; mas si tomó algo de alguno le devuelve cuatro veces más;
dando a conocer por esto que si alguno por la penitencia marcha por el
camino contrario al de su maldad primitiva, enmienda por sus muchas
virtudes todas sus antiguas faltas; y así es como merece la salvación
y ser llamado hijo de Abraham, porque renuncia a su propia estirpe, es
decir, a la antigua maldad.
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11-27 |
Oyendo ellos esto,
prosiguió diciéndoles una parábola, con ocasión de estar cerca de
Jerusalén, y porque pensaban que luego se manifestaría el reino de
Dios. Dijo pues: "Un hombre noble fue a una tierra distante para
recibir allí un reino, y después volverse. Y habiendo llamado a diez
de sus siervos les dio diez minas, y les dijo: traficad entre tanto
que vengo: Mas los de su ciudad le aborrecían: y enviando en pos de él
una embajada, le dijeron: No queremos que reine éste sobre nosotros. Y
cuando volvió, después de haber recibido el reino, mandó llamar a
aquellos siervos a quienes había dado el dinero, para saber lo que
había negociado cada uno. Llegó, pues, el primero, y dijo: Señor, tu
mina ha ganado diez minas. Y le dijo: Está bien, buen siervo: pues que
en lo poco has sido fiel, tendrás potestad sobre diez ciudades. Y vino
otro y dijo: Señor, tu mina ha ganado cinco minas. Y dijo a éste. Tú
tenla sobre cinco ciudades. Y vino el tercero, y dijo: Señor, aquí
tienes tu mina, la cual he tenido guardada en un lienzo: Porque tuve
miedo de ti, que eres hombre recio de condición, llevas lo que no
pusiste, y siegas lo que no sembraste. Entonces él le dijo: Mal
siervo, por tu propia boca te condeno: sabías que yo era hombre recio
de condición, que llevo lo que no puse y siego lo que no sembré. ¿Pues
por qué no diste mi dinero al banco, para que cuando volviese lo
tomara con las ganancias? Y dijo a los que estaban allí: Quitadle la
mina y dádsela al que tiene las diez minas. Y ellos le dijeron: Señor,
que tiene diez minas. Pues yo os digo que a todo aquel que tuviere, se
le dará y tendrá más: mas al que no tiene, se le quitará aun lo que
tiene. Y en cuanto a aquéllos mis enemigos, que no quisieron que yo
reinase sobre ellos, traédmelos acá y matadlos delante de mí". (vv.
11-27)
San Eusebio
Creían algunos que vendría el reino del
Salvador en su primera venida y creían que esto se verificaría cuando
subiese a Jerusalén; tanto les habían admirado los milagros divinos
que hacía. Por esto les da a conocer que no se recibirá el Reino dado
por el Padre antes de ir al Padre por los hombres. Y así dice: "Oyendo
ellos esto, prosiguió diciéndoles una parábola con ocasión de estar
cerca de Jerusalén".
Teofiactus
Pero el Señor les desvanece la ilusión de
sus pensamientos; porque el reino de Dios no es sensible. Manifiesta
también que, como Dios, conoce sus pensamientos, proponiéndoles la
siguiente parábola. Prosigue: "Dijo, pues: Un hombre noble fue a una
tierra distante a recibir allí un reino y después volverse".
San Cirilo
El espíritu de esta parábola describe
todos los misterios de Jesucristo desde el primero hasta el último,
porque Dios se ha hecho hombre existiendo como Verbo, y aun cuando se
ha convertido en siervo, es, sin embargo, noble, según su inefable
nacimiento del Padre.
San Basilio,
in Isaiae, cap. 13 visione 13
El Señor no sólo es noble según la
Divinidad sino también según su naturaleza humana, puesto que
descendía de David según la carne. Se había marchado a una región muy
distante, no tanto por la distancia local como por sus condiciones
naturales. Porque el mismo Dios está cerca de nosotros cuando nos
aproximan a El nuestras buenas obras, y está distante siempre que,
esforzándonos por perdernos, nos colocamos a distancia de El. Vino,
por lo tanto, a esta región terrena muy distante de Dios para recibir
el reino de los gentiles, según las palabras del Salmo: "Pídeme y te
daré todas las gentes como heredad tuya" ( Sal
2,8).
San Agustín,
De quaest. evang. 2,46
O bien la región distante es la Iglesia de
los gentiles, que llega hasta los confines de la tierra, porque se
marchó para que pudiese entrar la plenitud de las naciones y volverá
para que pueda salvarse todo Israel.
San Eusebio
Esta marcha a una región distante
significa su ascensión desde la tierra al cielo. Y cuando añade: "Para
recibir un reino y volverse después" da a conocer su segunda venida
gloriosa y regia. Y así en primer lugar se llama hombre por su
nacimiento según la carne; después se llama noble. Y no se llama
todavía rey porque no ostentaba aún la majestad real en su primera
venida. Por esto dice muy oportunamente: "a recibir un reino" porque
dándoselo el Padre, lo obtuvo según las palabras de Daniel: "He aquí
que el Hijo del hombre venía sobre las nubes, y se le dio un reino" (
Dan 7,13).
San Cirilo
Subiendo, pues, a los cielos, está sentado
a la diestra de la majestad en lo Alto ( Heb
1); y antes de subir dispensa a los creyentes diferentes gracias
divinas, así como las facultades del amo pueden trasmitirse a los
siervos para que las hagan fructificar, haciéndolos dignos de
recompensa. Prosigue: "Y habiendo llamado a diez de sus siervos, les
dio diez minas".
Crisóstomo
Acostumbra la Sagrada Escritura a usar
como señal de perfección el número diez, para pasar del cual es
preciso empezar otra vez por la unidad, como si la decena tuviese un
término, y por eso se dice en la distribución de los talentos que ha
llegado hasta la perfección del divino servicio el que ha recibido
diez minas.
San Agustín,
ut sup
O bien por diez minas significa la ley a
causa del Decálogo, y los diez siervos son aquellos que estaban
sometidos a la ley y a los que se anunció la gracia. Así debe
entenderse que se les han concedido las diez minas para su uso,
después que han entendido que la ley representaba al Evangelio, aunque
encubierta por un velo.
Beda
La mina, pues, que los griegos llaman
mna, tiene cien dracmas y toda la Sagrada
Escritura resplandece con el valor del número ciento, porque figura la
perfección de la vida eterna.
San Eusebio
Por medio de aquellos que reciben las
minas significa a sus discípulos, a los que dando minas les encarga
que hagan igual dispensación a todos, y les manda negociar. Sigue,
pues: "Y les dijo: Negociad mientras vengo". Este negocio no era otro
que la doctrina del Reino de los Cielos que habían de predicar sus
discípulos a los hombres. Una misma había de ser la doctrina para
todos, una misma fe y un solo bautismo. Por esto se da una mina a cada
uno.
San Cirilo
Hay mucha diferencia, sin embargo, entre
éstos y aquellos que han combatido el reino de Dios, de los cuales
dice: "Mas los de su ciudad le aborrecían", etc. Esto es lo que
Jesucristo reprochó a los judíos diciéndoles: "Ahora me han visto, y
me aborrecen a mí y a mi Padre" ( Jn 15,24).
Renunciaron a su reino, diciendo a Pilato: "No tenemos otro rey que el
César" ( Jn 19,15).
San Eusebio,
ut sup
Cuando dice "sus ciudadanos", se refiere a
los judíos nacidos de la misma progenie según la carne, y también
porque cumplía como ellos con los preceptos de la ley.
San Agustín,
De quaest. evang. 2,61
Enviaron también legados después de El,
porque aun después de su resurrección persiguieron a los apóstoles y
despreciaron la predicación del Evangelio.
San Eusebio,
ut sup
Después que el Salvador dijo que esto se
refería a su primera venida, anuncia a continuación su vuelta
majestuosa y gloriosa diciendo: "Y cuando volvió después de haber
recibido el reino", etc.
Crisóstomo,
hom. 39, in 1 ad Cor
La Sagrada Escritura hace mención de dos
reinos de Dios: el uno de la creación, en virtud del cual es
considerado como el rey del Universo por derecho de la creación, y el
otro de la sumisión, según el cual domina sobre los justos sometidos a
El voluntariamente, y éste es el reino que se dice recibió.
San Agustín,
De quaest. evang. 2,41
Vuelve después de recibido el reino,
porque habrá de venir con un brillo clarísimo quien antes apareció
humilde entre los hombres cuando dijo, según San Juan: "Mi reino no es
de este mundo" ( Jn 18,36).
San Cirilo
Cuando vuelva Jesucristo después de
recibido su reino, merecerán alabanzas los ministros de la palabra, y
tendrán suma complacencia en los honores celestiales, porque
multiplicaron el talento habiendo adquirido otros muchos. Por esto
añade: "Llegó, pues, el primero y dijo: Señor, tu mina ha ganado diez
minas".
Beda
El primer siervo es el orden de los
doctores enviados al pueblo de la circuncisión, que recibió una mina
para que fructificase, porque se le mandó predicase una sola fe; pero
esta mina produjo diez, porque su enseñanza asoció con ellos al pueblo
que vivía bajo el yugo de la ley. Le dijo, pues: "Está bien, siervo
bueno: pues que en lo poco has sido fiel", etc. El siervo es fiel en
lo poco, porque no adultera las palabras de Dios. Todos los dones que
recibimos en la vida presente son pocos en comparación con los de la
otra vida.
Grieg
Pero como recibió la gracia de los propios
bienes se le dice que mande en diez ciudades. Acerca de estas
promesas, juzgando algunos de una manera baja, creen que se habrán de
conceder dignidades y prefecturas en la Jerusalén de la tierra
reparada con piedras preciosas si cumplen bien con Jesucristo,
dominada su alma por la ambición del poder y de las preferencias.
San Ambrosio
Las diez ciudades son las almas, a las que
preside con derecho el que haya depositado en el corazón de los
hombres el tesoro del Señor y su santa palabra como plata acrisolada (
Sal 11). Porque así como se dice que
Jerusalén ha sido edificada como una ciudad ( Sal
120), así sucede con las almas pacíficas; y del mismo modo que los
ángeles gobiernan, así gobernarán también los que merezcan la vida de
los ángeles.
Prosigue: "Y vino otro, y dijo: Señor, tu
mina ha ganado cinco minas".
Beda
Aquel siervo figura a los que han sido
enviados a predicar a los gentiles, cuya mina (esto es, la fe
evangélica) había producido cinco minas; porque convirtió a la gracia
de la fe evangélica a las naciones esclavas de los sentidos del
cuerpo. Prosigue: "Y a éste le dice: Y tú gobierna sobre cinco
ciudades". Esto es, brille tu justicia sobre las almas en que has
imbuido la fe.
San Ambrosio
O bien, adquirió cinco minas el que enseña
la moral, porque son cinco los sentidos corporales; el que adquirió
diez, el duplo, representa a aquellos que enseñan los preceptos
místicos de la ley y la santidad de la moral. También podemos entender
aquí por diez minas las diez palabras (esto es, la doctrina de la
ley), y las cinco minas son las enseñanzas de la doctrina, pero el
legisperito debe ser perfecto en todas las cosas. Y con razón dice,
hablando de los judíos, que sólo dos habían devuelto el dinero
multiplicado, no ciertamente por el dinero, sino por su buena
administración. Porque una cosa es la usura del dinero, y otra la de
la doctrina celestial.
Crisóstomo
En efecto; porque con los bienes de la
tierra no se enriquece uno si no se empobrece otro; pero respecto de
las cosas espirituales no puede enriquecerse uno sin enriquecer a los
demás. En las cosas corporales, pues, disminuye esta participación; en
las espirituales aumenta.
San Agustín,
De quaest. evang. 2,46
Cuando dice que uno de aquellos que
agenciaron bien las minas adquirió diez y el otro cinco, da a conocer
que éstos son los que entran en el rebaño del Señor, porque ya conocen
la ley en virtud de la gracia, por los diez mandamientos de la ley, o
porque el que la dictó escribió cinco libros. A esto se refieren
también las diez y las cinco ciudades que pone bajo sus órdenes,
porque la variedad o diversidad de cada precepto o de cada libro
multiplica su inteligencia, y reducida o convertida en un sentido,
forman como una ciudad de los que viven de pensamientos eternos,
porque una ciudad no es una reunión de animales cualesquiera, sino de
racionales que viven unidos por una misma ley. Que los siervos que dan
cuenta de lo que han recibido sean alabados por el fruto que han
hecho, significa que dan buena cuenta los que emplean bien lo que han
recibido para aumentar las riquezas del Señor, por aquellos que
creerán en El; pero los que no quieren obrar así, son retratados en
aquel que guarda su mina en un lienzo. Por esto dice: "Y vino el
tercero diciendo: Señor, he aquí la mina que me entregaste, y que he
guardado en un lienzo". Hay algunos hombres que, haciendo alarde de su
maldad, dicen: es suficiente que cada uno dé cuenta de lo que ha
recibido. ¿Qué necesidad hay de predicar a otros y de ayudarles para
tener que dar cuenta también de ellos? Pues no tendrán excusa delante
de Dios aquellos a quienes no se les halle anunciando la ley, ni
tampoco aquéllos que no hayan obedecido al Evangelio después de
haberle oído, puesto que por la criatura pudieron conocer al Creador.
Por esto sigue: "Porque tuve miedo de ti que eres hombre severo", etc.
Esto es tanto como segar donde no se ha sembrado; esto es considerar
como reos de impiedad a aquéllos por quienes no ha sido anunciada la
ley ni el Evangelio. Por esto, queriendo evitar el peligro de la
cuenta que habrán de dar, se abstienen del trabajo de predicar la
divina palabra, y esto equivale a esconder la mina en un lienzo.
Teofiactus
Con el lienzo o sudario se vela la cara de
los muertos. Con razón, pues, se dice que este perezoso había envuelto
la mina en un lienzo, porque ocultándola y no usando de ella, no
mejoró su condición ni aumentó su valor.
Beda
El colocar la moneda en un sudario, es
tanto como sepultar los dones recibidos bajo el ocio de una muelle
pereza. Pero lo mismo que dijo para excusarse se convirtió en su
acusación. Por esto sigue: "Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu
propia boca te condeno". Es llamado mal siervo, porque fue perezoso en
el cumplimiento de su deber, y soberbio en acusar el juicio del Señor.
"Sabías que yo era hombre severo, que llevo lo que no puse, y siego lo
que no he sembrado, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco?". Como
diciendo: Si sabías que yo era duro y que me gusta utilizar lo ajeno,
¿por qué este pensamiento no te ha llenado de premura, previendo que
yo había de buscar lo mío con mayor solicitud? El dinero o la plata es
la predicación del Evangelio y la palabra divina, porque la palabra de
Dios es santa y pura como el oro probado por el fuego (
Sal 11). Esta palabra del Señor debía ponerse
en el banco, o lo que es lo mismo, inculcarla en los corazones que
están dispuestos y preparados.
San Agustín,
ut sup
O bien, el banco en que debe colocarse el
dinero es la profesión de la religión que públicamente se propone como
medio necesario a la salvación.
Crisóstomo
En las riquezas materiales, los que deben
no están obligados más que a conservarlas, porque han de entregar
tanto cuanto reciben, y nada más se les exige. Mas en las cosas
divinas, no solamente tenemos obligación de conservarlas, sino que se
nos amonesta para que las aumentemos. Por esto sigue: "Para que cuando
volviese lo tomara con las ganancias".
Beda
El que recibe el dinero de la palabra
creyendo en lo que se le enseña, queda obligado a devolverlo con
ganancias trabajando; o bien que, según lo que ha oído, procure
entender lo que aún no ha aprendido por boca de los predicadores.
San Cirilo
Es obligación de los doctores inculcar en
los oyentes la doctrina santa y provechosa; pero corresponde a la
gracia divina el atraer obedientes a los que la oyen, haciendo fecundo
su entendimiento. No merece, por tanto, alabanza este siervo ni se
hizo acreedor a que se le honre, sino que más bien debe condenársele
por perezoso. Por esto sigue: "Y dijo a los que estaban allí: quitadle
la mina y dádsela al que tiene diez".
San Agustín,
ut sup
Por esto da a entender que este siervo
podía perder la gracia de Dios, porque teniéndola obraba como si no la
tuviese; esto es, que no la utilizaba, y por esto debía aumentarse a
aquél que teniéndola, la tiene; esto es, usa bien de ella.
Beda
En sentido espiritual esto quiere decir
(según yo creo), que cuando entrase la plenitud de las gentes se
salvaría todo Israel ( Rom 11) y que entonces
se concedería la abundancia de la gracia espiritual a los doctores.
Crisóstomo,
hom, 43 in Acta versus finem
Por tanto, dice a los que estaban
presentes: "quitadle la mina", porque no es propio del prudente el
castigar por sí mismo, sino que necesita de otro cualquiera (esto es,
de un ministro), para que ejecute lo que el juez le ordene; porque no
es Dios mismo quien aplica los castigos, sino que lo hace por medio de
sus ángeles.
San Ambrosio
Nada dice de los demás siervos, que
pródigos han perdido como deudores lo que habían recibido. En los dos
siervos que ganaron se designa a los pocos que son destinados dos
veces al cultivo de la viña; en los demás a todos los judíos.
Prosigue: "Y ellos le dijeron: Señor, que tiene diez minas"; y para
que no se crea que esto no es justo, añade: "Que a todo aquél que
tuviere se le dará".
Teofiactus
Porque como ha aumentado las diez,
duplicándolas, es evidente que duplicando un número mayor dará un
beneficio más importante a su Señor. Se le quitará aun lo que tiene al
desidioso y ocioso que no se esfuerza en aumentar lo que tiene. Por
esto sigue: "Mas al que no tiene se le quitará aun lo que tiene", para
que no sea infructuoso el dinero del Señor, siendo así que puede darle
a otros que lo aumenten. Esto no se refiere sólo a la predicación y a
la enseñanza, sino también a las virtudes morales; porque el Señor nos
da por ellas sus gracias, dotando a uno del ayuno, a otro de la
oración, a otro de la mansedumbre y de la humildad, cuyas virtudes
multiplicaremos si vigilamos; pero si nos damos a la ociosidad, las
perderemos. Después añade hablando de los contrarios: "Y en cuanto a
aquellos mis enemigos que no quisieron que yo reinase sobre ellos,
matadlos", etc.
San Agustín,
ut sup
En esto da a conocer la perfidia de los
judíos, que no quisieron convertirse a El.
Teofiactus
A quienes entregará a la muerte
arrojándolos al fuego exterior, pero en este mundo fueron inmolados de
una manera lamentable por el ejército romano.
Crisóstomo
Esto es contra los marcionitas
1;
porque Jesucristo dice: "Traed a mis enemigos y matadlos en mi
presencia"; no obstante, éstos dicen que Jesucristo es bueno pero que
es malo el Dios del Antiguo Testamento. Pero es evidente que el Padre
y el Hijo hacen una misma cosa; porque el Padre envía un ejército a su
viña ( Mt 21), y el Hijo hace matar en su
presencia a los enemigos
2.
Crisóstomo,
hom. 79 in Math
Esta parábola de San Lucas se diferencia
de la que refiere San Mateo hablando de los talentos. En la primera el
mismo capital recibido da diferentes productos porque con una mina uno
ganó diez talentos y el otro ganó cinco; y en la de San Mateo dice lo
contrario, porque el que recibió dos ganó otros dos, y el que recibió
cinco ganó otros cinco; por tanto los premios no son iguales.
Notas
1.
Originario de Sínope, en el Ponto (en la actual Turquía), Marción dio
origen a la herejía que lleva su nombre (marcionismo). Nació, según se
cree, a principios del siglo II. Enseñaba que uno es el Dios del
Antiguo Testamento, creador del mundo material, justiciero y malo, y
otro distinto el Dios del Nuevo Testamento, Padre bondadoso y Redentor
de misericordia. Consecuencia de esto es el rechazo del Antiguo
Testamento y la aceptación del Nuevo, depurado de toda doctrina que lo
asemeje al judaísmo; de allí que sólo aceptara diez libros del canon
neotestamentario negando la inspiración de Mateo, Marcos y Juan, las
cartas pastorales y la carta a los Hebreos entre otros. Desde su
rechazo a la materia, profesa una cristología docetista, negando la
humanidad real del Señor Jesús. Marción fundó una Iglesia heterodoxa
que alcanzó cierta difusión, subsistiendo incluso hasta el inicio del
Medioevo. Fue combatido por los grandes apologistas: San Ireneo,
Orígenes, Tertuliano, Justino, etc.
2.
Indica la continuidad y unidad entre la concepción de Dios del Antiguo
y del Nuevo Testamento. La figura utilizada, propia del estilo
oratorio, no debe llevarnos a creer que Jesús es cruel. Son figuras
que indican que los pecadores sufren la consecuencia de sus propios
pecados.
|
28-36 |
Y dicho esto iba delante
subiendo a Jerusalén. Y aconteció, que cuando llegó cerca de Betfagé y
de Betania al monte que se llama del Olivar, envió dos de sus
discípulos. Diciendo: "Id a esa aldea que está enfrente, y luego que
entrareis hallaréis un pollino de asna atado, sobre el cual nunca se
sentó hombre alguno; desatadlo y traedlo. Y si alguno os preguntare:
¿Por qué lo desatáis?, le responderéis así: Porque el Señor lo ha
menester". Fueron, pues, los que habían sido enviados, y hallaron al
pollino que estaba como les había dicho. Y cuando desataban al pollino
les dijeron sus dueños: "¿Por qué desatáis al pollino?" Y ellos
respondieron: "Porque el Señor lo ha menester". Y lo trajeron a Jesús.
Y echando sobre el pollino sus ropas, pusieron encima a Jesús. Y yendo
El así, tendían sus vestidos por el camino. (vv. 28-36)
Tito Bostrense
Como el Señor había dicho: "El reino de
Dios se acerca", viendo que subía a Jerusalén, creían que se
encaminaba allí para empezar el reino de Dios. Una vez terminada la
parábola en la que enmendó el error predicho, y habiendo manifestado
que todavía no había vencido a la muerte que se le preparaba, se
encamina hacia su pasión subiendo a Jerusalén. Por esto dice: "Y dicho
esto, iba delante subiendo a Jerusalén".
Beda
Manifestando también que la parábola
anterior se refería al destino de esta ciudad, que lo había de matar,
y perecería ella a manos de sus enemigos. Prosigue: "Y aconteció que
cuando llegó cerca de Bethphage", etc. Bethphage era un lugar de los
sacerdotes, que estaba en el monte de los Olivos; también Betania era
una ciudad o una villa que se encontraba a la falda del mismo monte, y
distaba de Jerusalén unos quince estadios.
Crisóstomo,
in Mat. hom. 67
Al principio el Señor se mostraba
sencillamente a los judíos; pero cuando les hubo dado pruebas
evidentes de su poder los trató con mucha autoridad. Hace muchos
milagros; predice que habrían de encontrar un pollino que nadie había
montado, y esto es lo que les da a conocer cuando les dice: "Id a esa
aldea que está enfrente", etc. Les predice también que nadie les
impedirá traer al pollino, antes bien que cuando los oigan, callarán;
por esto sigue: "Desatadle y traedle".
Tito
En esto da a conocer la divinidad de su
palabra, porque nadie puede resistir a Dios cuando pide lo que le
pertenece. Así, pues, los discípulos encargados de llevar al pollino
no se opusieron a pesar de lo humilde de la misión, sino que fueron a
traerle. Por esto sigue: "Fueron, pues, los que habían sido enviados",
etc.
San Basilio
Así también debemos hacer nosotros, que
debemos acometer con mucho afecto y gran solicitud cuanto se nos
mande, por bajo que sea, sabiendo que todo lo que se hace por Dios no
es pequeño, sino digno del Reino de los Cielos.
Tito
Enmudecieron ante la excelencia del poder
divino, no oponiendo dificultad alguna a las palabras del Salvador,
aquellos que habían atado al pollino. Sigue, pues: "Y cuando desataban
al pollino, les dijeron sus dueños: ¿Por qué desatáis al pollino? Y
ellos respondieron: Porque el Señor lo ha menester", etc. El nombre
del Señor está lleno de majestad, porque debía venir como rey a la
vista de la muchedumbre.
San Agustín,
De cons. Evang. 2,66
No hay para qué llame la atención que San
Mateo diga que trajeron una burra con su pollino, y que los demás
evangelistas nada digan de la burra; puesto que, pudiendo entenderse
uno y otro, no hay contradicción en que uno lo refiriera de un modo y
otros de otro y mucho menos debe haber en que un evangelista hable de
la burra y de su pollino y los otros hablen sólo del pollino.
Glosa
No solamente obedecieron al Salvador sus
discípulos llevando un pollino que no era suyo, sino también pusieron
sus propios vestidos, parte sobre el pollino y parte extendidos en el
camino; por lo que sigue: "Y le condujeron a Jesús", etc.
Beda
Según los demás evangelistas, no fueron
sólo los discípulos los que extendieron sus ropas en el camino, sino
también muchos de los de la multitud.
San Ambrosio, in Lucam l. 9
En sentido espiritual puede decirse que el
Señor vino al monte de los Olivos para plantar nuevos olivos de
sublime virtud, y también puede decirse que ese monte es Cristo;
porque ¿quién otro produciría tales frutos de olivas, fecundadas por
la plenitud del Espíritu?
Beda
Bellamente se habla de las ciudades
colocadas en el monte de los Olivos, esto es, en el mismo Dios, el
cual fomenta más la unción de las gracias espirituales por la luz de
la ciencia y la piedad.
Orígenes,
hom. 37 in Lucam
Betania, pues, quiere decir casa de
obediencia, y Bethphage casa de las quijadas, cierto lugar sacerdotal,
porque se les debían ofrecer las quijadas según estaba mandado en la
ley. Allí, pues, a la casa de la obediencia y de los sacerdotes fue
donde el Salvador mandó a sus discípulos para que soltasen al pollino
de la burra.
San Ambrosio
Estaba en la aldea, y el pollino, como
estaba atado con su madre, no podía ser desatado sino por mandato del
Señor, y la mano de los apóstoles lo desató. Tal era aquel acto, tal
aquella vida y tal aquella gracia. Sé tú de tal modo que puedas soltar
a los que están atados. En la burra quiso representar San Mateo a la
madre del error; en el pollino representó la generalidad del pueblo
gentil. Y con razón dice: "En el que nadie se ha sentado"; porque
ninguno antes de Jesucristo llamó a los pueblos a su Iglesia. Estaba
detenido por los vínculos de la maldad; sujeto a un amo inicuo y
esclavo del error, y no podía reivindicar su libertad como reo que
era, no por naturaleza, sino por su propia culpa; por tanto, cuando se
dice "Señor" se reconoce a Jesús como al único dueño. Desgraciada es
aquella esclavitud cuyo derecho es vago, porque tiene muchos dueños el
que no tiene ninguno. Los extraños atan para poseer; pero el Señor
suelta para tener. Conoce, pues, que los beneficios pueden más que los
lazos.
Orígenes,
ut sup
Muchos eran los dueños de este pollino
antes que el Salvador lo tomara por necesidad. Pero después que El
empezó a ser su dueño, cesaron los demás. Porque ninguno puede servir
a Dios y a las riquezas. Cuando servimos a la maldad nos vemos
esclavizados por muchas pasiones y vicios ( Mt
12). El Señor necesita el pollino, porque desea soltar los vínculos de
nuestros pecados.
Orígenes,
sup. Ioan tomo sive tract. 11
Yo opino, sin temor a equivocarme, que la
aldea donde se encontraba la burra atada con el pollino es este mundo
(esto es, la tierra); porque toda la tierra, vista desde arriba, es
como una aldea respecto del universo, y por tanto se la designa así,
sin añadirle otro nombre.
San Ambrosio
Tampoco es indiferente que sean dos
discípulos los que se encaminan a aquel sitio. Pedro fue enviado a
Cornelio, y Pablo a los demás; por tanto, no designó a las personas,
sino estableció el número de ellas. Con todo, si alguno desea conocer
sus nombres, puede creer que uno fue Felipe, a quien el Espíritu Santo
envió a Gaza, cuando bautizó al eunuco de la reina Candace (
Hch 8).
Teofiactus,
super misit. duos discípulos
También da a conocer la circunstancia de
que envió dos que al entrar el pueblo gentil y sujetarse al yugo del
Señor constituyen dos jerarquías: la de los profetas y la de los
apóstoles. Le llevan a cierta aldea para darnos a conocer que este
pueblo era rústico e ignorante.
San Ambrosio
Habiendo ido, pues, para desatar al
pollino, no hablaron por cuenta propia sino que dijeron las mismas
palabras que Jesús; para que conozcamos que infundieron la fe en los
pueblos gentiles, no por su palabra, sino por la de Dios, y no en su
propio nombre, sino en el de Cristo y que las potestades enemigas, que
dominaban a los gentiles, cesaron en virtud del mandato divino.
Orígenes,
ut sup
Los discípulos ponen sus vestidos sobre el
pollino y hacen subir sobre él al Salvador cuando toman la palabra de
Dios y la ponen sobre las almas de los que la oyen. También se
quitaban sus vestidos y los tendían sobre el camino, porque los
vestidos de los apóstoles no eran otra cosa que las buenas acciones; y
en verdad que una vez soltado el pollino por los discípulos, y
llevando sobre sí a Jesús, marcha por encima de los vestidos de los
apóstoles cuando se imita su doctrina y su vida. ¡Quién de nosotros
tan dichoso que lleve sobre sí a Jesús!
San Ambrosio
No se complacía el Señor del mundo en ir
sobre el lomo de un pollino; pero era éste un misterio latente de su
presencia invisible en lo interior de las almas, en que se asienta
como místico guía, dirige los pasos de la inteligencia y refrena la
concupiscencia de la carne, siendo su palabra la rienda y el aguijón.
|
37-40 |
Y cuando se acercó a la
bajada del monte del Olivar, todos los discípulos, en tropas, llenos
de gozo, comenzaron a alabar a Dios en alta voz por todas las
maravillas que habían visto. Diciendo: "Bendito el Rey, que viene en
el nombre del Señor; paz en el cielo y gloria en las alturas". Y
algunos de los fariseos que estaban entre las gentes le dijeron:
"Maestro, reprende a tus discípulos". El les respondió: "Os digo, que
si éstos callasen las piedras darán voces". (vv. 37-40)
Orígenes,
in Lucam hom. 37
Todo el tiempo que el Salvador permaneció
en el monte estuvo solo con los apóstoles; pero cuando empezó a bajar
le salió al encuentro una turba de gentes; por esto dice: "Y cuando se
acercó a la bajada del monte del Olivar, todos los discípulos en
tropas", etc.
Teofiactus
Llama discípulos, no sólo a los doce o a
los setenta y dos, sino también a todos los que seguían a Cristo, por
sus milagros o por lo que les complacía su doctrina, habiendo niños
entre ellos, como refieren los demás evangelistas. Por esto sigue:
"Por todas las maravillas que habían visto".
Beda
Habían visto muchos milagros del Señor,
pero estaban especialmente asombrados por la resurrección de Lázaro;
porque, como dice San Juan: Venían muchas gentes detrás de El, porque
sabían que había hecho este milagro ( Jn
21,18). Debe advertirse que no era ésta la primera vez que el Salvador
iba a Jerusalén, sino que había ido muchas otras veces, como dice San
Juan.
San Ambrosio
Como las multitudes ya conocían al Señor,
le llaman rey, repiten las palabras de las profecías, y dicen que ha
venido el hijo de David, según la carne, tanto tiempo esperado. Por
esto sigue: "Diciendo: Bendito el rey, que viene en el nombre del
Señor".
Beda
Esto es, en el nombre de Dios Padre; aun
cuando también puede entenderse que en su propio nombre, porque El es
Dios mismo; pero sus palabras dirigen mejor nuestro entendimiento
cuando nos dice por medio de San Juan: "Yo he venido en el nombre de
mi Padre" ( Jn 5,43). Jesucristo es, por
tanto, el maestro de la humildad. No se dice que el Salvador sea rey
que viene a exigir tributos, ni a armar ejércitos con el acero, ni a
pelear visiblemente contra los enemigos; sino que viene a dirigir las
mentes para llevar a los que crean, esperen y amen, al Reino de los
Cielos; y que quisiera ser rey de Israel es un indicio de su
misericordia y no para aumentar su poder. Pero como Jesucristo
apareció en carne mortal para hacerse propicio a todo el mundo, cantan
perfectamente a la vez en alabanza suya los cielos y la tierra. Cuando
nació cantaron las legiones celestiales; y cuando ha de volver al
cielo, los mortales repiten a su vez sus alabanzas. Por esto sigue:
"Paz en el cielo".
Teofiactus
Esto es, la guerra antigua que hacíamos al
Señor ha concluido. Y el gloria en las alturas es una alabanza de los
ángeles a Dios por tal reconciliación. Porque en el mero hecho de
andar Dios visiblemente por territorio de sus enemigos, se da a
conocer que ha establecido la paz con nosotros. Pero cuando los
fariseos oían esto murmuraban, porque la turba le llamaba rey y le
alababa como a Dios; creían que el nombre de rey era una sedición y el
de Dios una blasfemia. Por esto sigue: "Y algunos de los fariseos le
dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos".
Beda
Es admirable la locura de los envidiosos.
Aquel a quien no dudan que debe llamarse maestro, porque conocían que
enseñaba verdaderas doctrinas, creen que, como si ellos fueran más
sabios, debe reprender a sus discípulos.
San Cirilo
Pero el Señor no impuso silencio a los que
le alababan como a Dios, sino más bien a los que los reprenden; con lo
cual atestigua la gloria de su divinidad. Por esto sigue: "El les
respondió: Os digo que si éstos callaren, las piedras darán voces".
Teofiactus
Como diciendo: No me alaban así los
hombres sin motivo, puesto que han aprendido en los milagros que han
visto.
Beda
Una vez crucificado el Señor, como
callaron sus conocidos por el temor que tenían, las piedras y las
rocas le alabaron, porque, cuando expiró, la tierra tembló, las
piedras se rompieron entre sí y los sepulcros se abrieron.
San Ambrosio
Y no es extraño que las piedras, contra su
naturaleza, publiquen las alabanzas del Señor, siendo así que se
confiesan más duros que las piedras los que lo habían crucificado;
esto es, la turba que poco después había de crucificarle, negando en
su corazón al Dios que confesó con sus palabras. Además, como habían
enmudecido los judíos después de la pasión del Salvador, las piedras
vivas, como dice San Pedro, lo celebraron.
Orígenes,
in Lucam hom. 37
También cuando nosotros callamos, esto es,
se enfría la caridad de muchos, las piedras levantan la voz; porque
Dios puede hacer que de las piedras broten hijos de Abraham.
San Ambrosio
Sabemos bien que las turbas que alababan
al Señor, le salieron al encuentro cuando bajaba del monte, para dar a
conocer que bajaba del cielo el que obraba el misterio espiritual.
Beda
También cuando bajaba el Señor del monte
de los olivos, bajaban las turbas; porque una vez humillado el autor
de la caridad, se hace preciso que los que necesitan de ella imiten
sus pasos.
|
41-44 |
Y cuando llegó cerca, al
ver la ciudad, lloró sobre ella, diciendo: "¡Ah si tú reconocieses
siquiera en este tu día lo que puede traerte la paz! Mas ahora está
encubierto a tus ojos. Porque vendrán días contra ti, en que tus
enemigos te cercarán de trincheras, y te pondrán cerco, y te
estrecharán por todas partes. Y te derribarán en tierra, y a tus
hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra;
por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación". (vv. 41-44)
Orígenes,
in Lucam hom. 38
Jesucristo confirma con su ejemplo todas
las bienaventuranzas de que ha hablado en el Evangelio, así, como
había dicho: "Bienaventurados los mansos" ( Mt
5,4), lo prueba diciendo: "Aprended de mí que soy manso" (
Mt 11,29); y como había dicho:
"Bienaventurados los que lloran" ( Mt 5,5),
El también lloró sobre la ciudad. Por esto dice: "Y cuando llegó
cerca", etc.
San Cirilo
Se compadecía de éstos el Señor, que
quiere que todos los hombres se salven, lo cual no nos sería
manifiesto, si no lo hubiera evidenciado por medio de algo humano;
pues las lágrimas vertidas son señal de tristeza.
San Gregorio,
in evang. hom. 39
Lloró, pues, el piadoso Redentor la
destrucción de aquella pérfida ciudad, las desgracias que ella misma
ignoraba habrían de venirle. Por esto añade: "¡Ah si tú conocieses
siquiera!" llorarías con amargura, la que ahora tanto te alegras,
porque desconoces lo que te amenaza. Por esto añade: "Siquiera en éste
tu día", etc. Como en aquel día se había consagrado a todos los goces
materiales, tenía todo lo que podía procurarle la paz. Manifiesta
después cómo los bienes presentes hacen su paz, cuando añade: "Mas
ahora está encubierto a tus ojos"; porque si los males que la amenazan
no estuviesen ocultos a los ojos de su corazón, no se alegraría tanto
por las prosperidades presentes; por esto añade la pena que lo
amenaza, cuando dice: "Porque vendrán días contra ti".
San Cirilo
"¡Ah si tú conocieses!" No eran dignos de
comprender las Sagradas Escrituras divinamente inspiradas, que
refieren el misterio de Cristo. En efecto, cuantas veces se lee a
Moisés, un velo cubre su corazón para que no vean que todo se ha
cumplido en Jesucristo, que como verdad hace huir las sombras; y como
no conocían la verdad, se hicieron indignos de obtener la salud que
mana de Jesucristo. Por esto sigue: "Siquiera en éste tu día", etc.
San Eusebio
En lo que da a conocer que su venida tenía
por objeto la pacificación de todo el mundo; había venido, pues, a
predicar la paz a los que estaban cerca y a los que estaban lejos;
pero como no quisieron recibir la paz anunciada, quedaron ocultas para
ellos estas cosas. Por esto añade: "Mas ahora está encubierto a tus
ojos". Así, pues, predice con toda claridad el sitio que dentro de
poco habría de sufrir, diciendo: "Porque vendrán días contra ti", etc.
San Gregorio,
ut sup
Esto señala a los príncipes romanos;
porque habla de la destrucción de Jerusalén, que sucedió bajo
Vespasiano y Tito, príncipes romanos. Por esto continúa: "Y te pondrán
cerco", etc.
San Eusebio
Cómo se cumplió todo esto, podemos
conocerlo por lo que refiere Josefo, quien a pesar de ser judío
refiere estas cosas tal y como Jesucristo las había predicho.
San Gregorio,
ut sup
También en esto que añade: "Y no dejarán
en ti piedra sobre piedra", está atestiguada la reubicación de esta
misma ciudad; porque ahora está construida en aquel sitio donde el
Salvador fue crucificado, fuera de la puerta: la primera fue destruida
en absoluto. Dice luego la culpa por la que fue condenada a la
destrucción, añadiendo: "Por cuanto no conociste el tiempo de tu
visitación".
Teofiactus
Esto es, de mi venida; porque he venido a
visitarte y a salvarte, y si lo hubieras comprendido así, y creyeras
en mí, estarías en paz con los romanos y libre de todos los peligros,
así como todos aquellos que creyeron en Jesucristo pudieron evadirse.
Orígenes,
ut sup
Yo no niego que aquella Jerusalén fuese
destruida por los pecados de sus habitantes; pero pregunto si estas
lágrimas han sido vertidas también sobre vuestra Jerusalén. Cuando
alguno peca después de participar de los misterios de la verdad, se
llorará por él; pero no por ningún gentil, sino sólo por aquel que
perteneció a Jerusalén y después la abandonó.
San Gregorio,
in evang. hom. 39
Nuestro Redentor no cesa de llorar por sus
escogidos cuando ve caer en el mal a los que poseían la virtud; porque
si éstos conociesen la condenación que les espera, se llorarían a sí
mismos con las lágrimas de los escogidos. El hombre de inclinaciones
malas tiene aquí su día, que goza por breve tiempo, y se complace en
las cosas temporales disfrutando de cierta paz; por esto huye de
prever el porvenir, para que no se turbe su alegría presente. Por esto
sigue: "Mas ahora está encubierto a tus ojos", etc.
Orígenes,
ut sup
Llora además por nuestra Jerusalén, a la
que, después que ha pecado, sitian sus enemigos, esto es, el espíritu
maligno, y la rodean de trincheras para cercarla y no dejar piedra
sobre piedra; especialmente cuando alguno es vencido después de mucha
continencia y de algunos años de castidad, y atraído por los halagos
de la carne, pierde la paciencia y la castidad. Y si fuese fornicador
no dejarán en él piedra sobre piedra, según las palabras de Ezequiel:
"No me acordaré de sus primitivas virtudes" ( Ez
18,24).
San Gregorio,
ut sup
Los espíritus malignos asedian el alma en
cuanto sale del cuerpo, y como ama la carne en los placeres carnales,
la inquietan con el engaño del deleite; la rodean de trincheras,
presentando a su vista las iniquidades que cometió, y la estrechan con
los que son compañeros de su condenación, con el fin de que ella vea,
una vez en el último instante de su vida, la clase de enemigos que la
asedian y no pueda encontrar medio de evadirse, porque ya no puede
hacer el bien que despreció cuando pudo hacerlo; estrechan al alma por
todas partes poniéndole a la vista la iniquidad, no sólo de sus obras,
sino también de sus palabras y de sus pensamientos; para que así como
antes se había solazado tanto en la maldad, sienta en su última hora
la angustia que merece en pago. Entonces el alma, por la condición de
su culpa, se aterra cuando ve que su carne, que creyó que era su vida,
va a convertirse en polvo; entonces mueren sus hijos cuando los
pensamientos ilícitos, que ahora nacen de ella, se disipan en el
último momento de la venganza; estos pensamientos pueden representarse
por las piedras. La mente perversa, cuando añade a un pensamiento malo
otro peor, pone, por decirlo así, una piedra sobre otra; pero cuando
es llevada a su castigo, se destruye todo el edificio de sus
pensamientos. Sin embargo, el Señor visita al alma culpable para su
enseñanza alguna vez mediante la desgracia, otras con los milagros,
con el fin de que conozca las verdades que ignoraba, y menospreciando
el mal vuelva por la compunción del dolor u obligada por los
beneficios, y se avergüence de lo mal que obró. Pero porque no conoció
el tiempo en que fue visitada, al final de su vida será entregada a
sus enemigos, con quienes se verá unida en el juicio eterno de su
perpetua condenación.
|
45-48 |
Y habiendo entrado en el
templo comenzó a echar fuera a todos los que vendían y compraban en
él. Diciéndoles: "Escrito está: mi casa de oración es. Mas vosotros la
habéis hecho cueva de ladrones". Y cada día enseñaba en el templo. Mas
los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los principales del
pueblo, le querían matar. Y no sabían qué hacerse con él. Porque todo
el pueblo estaba embelesado cuando le oía. (vv. 45-48)
San Gregorio,
in evang. hom. 39
Después de haber predicho los males que
habían de venir, se introdujo a continuación en el templo para arrojar
de allí a los que vendían y compraban, dando a conocer que la ruina
del pueblo venía principalmente por culpa de los sacerdotes. Por esto
dice: "Y habiendo entrado en el templo comenzó a echar fuera a todos
los que vendían y compraban en él", etc.
San Ambrosio
El Señor no quiere que sea el templo casa
de mercaderes, sino de santidad; ni tampoco que se vendan, sino que se
den gratuitamente las funciones del ministerio sacerdotal.
San Cirilo
Había en el templo una multitud de
mercaderes que vendían animales para ofrecer los sacrificios que
debían celebrarse, según estaba prescrito en la ley. Pero ya había
venido el tiempo en que debía desaparecer la sombra y brillar la
verdad en Jesucristo; por esto Jesucristo, que era adorado a la vez
que su Padre en el templo, ordenó que se enmendasen los ritos de la
ley y que se convirtiese el templo en casa de oración. Por esto añade:
"Diciéndoles: Escrito está, mi casa", etc.
San Gregorio,
ut sup
Y se sabía que los que estaban en el
templo para recibir las ofrendas tenían exigencias gravosas con los
que no les daban.
Teofiactus
Esto también lo hizo el Señor al principio
de su predicación, como cuenta San Juan; y ahora lo repite para hacer
más inexcusable la culpabilidad de los judíos, que no se habían
enmendado con su primera lección.
San Agustín,
De quaest. evang. 2,48
Hablando en sentido espiritual, debe
entenderse que el templo es el mismo hombre Cristo, que también lleva
unido a sí su cuerpo que es la Iglesia. Así, pues, como cabeza de la
Iglesia, dice con las palabras de San Juan: "Destruid este templo, y
lo reconstruiré a los tres días" ( Jn 2,19).
Y como está unido a la Iglesia que es su cuerpo, debe entenderse que
ella (la Iglesia) es el templo de quien dice el mismo Evangelista:
"Quitad esto de aquí", etc. Da a conocer con esto que habría de haber
en la Iglesia quien se ocupase de sus negocios y tuviese allí un asilo
para ocultar sus crímenes, en vez de imitar la caridad de Jesucristo y
de corregirse para alcanzar con la confesión el perdón de sus pecados
1.
San Gregorio,
ut sup
Pero nuestro Redentor no excluye de su
predicación ni a los indignos ni a los ingratos. Por lo que después
que restableció el rigor de la disciplina arrojando a los malos, les
da a conocer el don de su gracia diciendo: "Y cada día enseñaba en el
templo".
San Cirilo
Debían, pues, adorarle como a Dios por
todo lo que había dicho y hecho; pero en vez de hacerlo así, trataban
de matarle. Sigue pues: "Mas los príncipes de los sacerdotes y los
escribas, y los principales del pueblo, querían matarle".
Beda
Y como todos los días enseñaba en el
templo y había arrojado de él a los ladrones, o bien porque venía como
Rey y Señor, le recibió una numerosa multitud de creyentes alabándolo
con himnos celestiales.
San Cirilo
El pueblo tenía en más estimación a
Jesucristo que los escribas, los fariseos, y los príncipes de los
judíos, los que, como no aceptaban la fe de Jesucristo, reprendían a
los demás. Por esto sigue: "Y no hallaban medio de hacer nada contra
El; porque todo el pueblo estaba embelesado cuando le oía".
Beda
Esto puede entenderse de dos modos: o
porque temían un alboroto del pueblo, en cuyo caso no sabían qué hacer
de Jesús a quien trataban de perder, o porque trataban de perderlo
poniendo por causa que muchos habían rechazado la enseñanza de los
judíos por ir a escucharlo.
San Gregorio,
ut sup
En sentido místico puede decirse, que así
como el templo de Dios se encuentra en la ciudad, así en el pueblo
fiel se encuentra la vida de los religiosos. Y muchas veces sucede que
algunos toman el hábito religioso, y mientras llenan las funciones de
las sagradas órdenes, hacen del ministerio de la santa religión un
comercio de asuntos terrenales. Los que venden en el templo son los
que ponen a precio de dinero lo que a cada uno le corresponde por
derecho; porque el que pone a precio la justicia, la vende. Y los que
compran en el templo son aquellos que mientras no quieren pagar a su
prójimo lo que es justo, y no hacen aprecio de cumplir lo que por
derecho es debido, una vez que han premiado a sus patronos compran el
pecado.
Orígenes,
in Lucam hom. 38
Por tanto, si alguno vende, será arrojado
fuera; especialmente si vende palomas. Porque si yo vendiere al pueblo
por dinero lo que el Espíritu Santo me ha revelado o confiado, o no lo
enseñase sin pagarlo, ¿qué otra cosa hago que vender la paloma, esto
es, el Espíritu Santo?
San Ambrosio
Por esto el Señor nos enseña en general
que los contratos temporales deben ser desterrados del templo. Rechaza
espiritualmente a los cambistas; los cuales tratan de lucrar con el
dinero del Señor, esto es, la Sagrada Escritura, sin hacer distinción
entre el bien y el mal.
San Gregorio,
ut sup
Estos convierten la casa de Dios en cueva
de ladrones; porque cuando los hombres malos ocupan el lugar de la
religión, matan con las espadas de su malicia allí donde debieran
vivificar a sus prójimos por la intercesión de su oración. También es
templo el espíritu de los fieles; y si lo invaden malos pensamientos
con perjuicio del prójimo, residen allí como en una cueva de ladrones.
Pero cuando se instruye sutilmente al espíritu de los fieles para que
eviten el pecado, es la verdad la que enseña todos los días en el
templo.
Notas
1.
Alude San Agustín al derecho de asilo reconocido en la época. Toda
persona que buscase refugio en un templo quedaba protegida por la
Iglesia, y no podía ser sacado de allí a la fuerza. Pensada en
principio para proteger a los débiles, los esclavos y los más pobres,
esta norma también fue aprovechada por personas que habían cometido
delitos, y que recurrían a la Iglesia para defenderse a sí mismas y
sus mezquinos intereses.
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