CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO

01-02
El año décimoquinto del imperio de Tiberio César, gobernando Poncio Pilato la Judea, siendo Herodes tetrarca de la Galilea, y su hermano Filipo tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene, hallándose Sumos Sacerdotes Anás y Caifás, el Señor hizo entender su palabra a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. (vv. 1-2)
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 20
Se designa el tiempo en que el precursor de nuestro Redentor recibió la misión de predicar el Divino Verbo, haciendo mención del jefe de la República de Roma y de los reyes de Judea, cuando se dice: "El año décimo quinto de Tiberio César, gobernando Judea Poncio Pilatos, siendo Herodes tetrarca de Galilea", etc. Como venía para anunciar a Aquel que había de redimir a muchos, tanto de entre los judíos como entre los gentiles, se señala el tiempo de su predicación con el nombre del rey de las naciones y de los príncipes de los judíos. Pero como que los gentiles habían de ser reunidos, se dice que gobernaba uno solo la República romana con estas palabras: "Del imperio de Tiberio César".
 
Griego
Muerto el monarca Augusto, de quien los príncipes tomaron el nombre de Augusto, le sucedió Tiberio en el gobierno de la monarquía, y se encontraba en el año décimoquinto de su gobierno.
 
Orígenes, in Lucam, 21
Y en las profecías anunciadas sólo a los judíos se describe únicamente el reino de ellos. "La visión, dice, de Isaías en tiempo de Osías, Joatán, Achám y Ezequías, reyes de Judá" ( Is 1,1). Pero en el Evangelio, que debía predicarse a todo el mundo, se hace mención del dominio de Tiberio César, que era quien mandaba en todo el orbe. Porque si hubieran de salvarse solamente los que eran gentiles, era lo suficiente el haber hecho mención de solo Tiberio. Pero como convenía que los judíos creyesen, era preciso describir también los reinos de los judíos, o sea las tetrarquías, como se expresa en las palabras siguientes: "Gobernando Poncio Pilatos la Judea, siendo Herodes tetrarca", etc.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 20
Como Judea debía ser disuelta por su perfidia, eran muchos los que gobernaban las distintas regiones en que se había dividido, conforme a la siguiente sentencia ( Lc 11,17): "Todo reino dividido en partidos contrarios quedará destruido".
 
Beda
Pilatos, enviado el año duodécimo del imperio de Tiberio César a Judea, se encargó del gobierno del pueblo, y allí permaneció por espacio de diez años continuos hasta casi el fin de Tiberio. Herodes, Filipo y Lisanias, eran hijos de aquel Herodes en cuyo tiempo nació el Señor, entre los que se encontraba el mismo Herodes Arquelao, hermano de éstos, que reinó diez años, y que, acusado por los judíos ante Augusto, fue desterrado a Viena, en donde murió. Este mismo Augusto fue el que dividió el reino de Judea en tetrarquías para hacerlo menos fuerte.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 20
Como San Juan anunciaba al que había de ser a la vez Rey y Sacerdote, el evangelista San Lucas señaló el tiempo en que predicó, no sólo con los nombres de los reyes, sino con el de los sacerdotes. Dice, pues: "Hallándose Sumos sacerdotes Anás y Caifás".
 
Beda
Los dos (esto es, Anás y Caifás) eran príncipes de los sacerdotes, cuando San Juan empezó su predicación, pero Anás ejerció en aquel año, y Caifás, cuando fue crucificado Nuestro Señor. En medio del pontificado de estos, hubo otros tres sumos sacerdotes, pero el evangelista sólo hace mención de los que mandaban en el tiempo de la pasión del Señor. Suspendidos los preceptos de la ley, no se concedía el honor del pontificado al mérito ni a la clase, confiriéndose el sumo sacerdocio por la potestad romana. Refiere Josefo, que Valerio Grato nombró pontífice a Ismael, hijo de Bafo (cuando se le quitó el sumo sacerdocio a Anás), pero que también a éste se le quitó poco después, nombrando en su lugar a Eleázaro, hijo del pontífice Ananías. Un año después, separándolo del cargo, nombró para que le sucediese a un tal Simón, hijo de Caifás, quien lo desempeñó no más de un año, teniendo por sucesor a Josefo, (a quien también se le da el nombre de Caifás). Y así se describe todo el tiempo en que Nuestro Señor Jesucristo estuvo predicando, o sea el periodo de cuatro años.
 
San Ambrosio
Antes de congregar a la Iglesia, obra el Hijo de Dios en su siervo, y por ello se dice oportunamente: "El Señor hizo entender su palabra a Juan", etc. Con el objeto de que la Iglesia no empezase por un hombre, sino por el mismo Divino Verbo. Con toda oportunidad lo compendia así San Lucas, para expresar que Juan era profeta diciendo: "El Señor hizo entender su palabra a Juan", sin añadir ni una palabra más, porque el que está lleno de la palabra de Dios, no necesita de su propio juicio. De este modo, con una sola palabra lo declaró todo. Pero San Mateo y San Marcos quisieron señalar al profeta por el vestido, por el ceñidor y por el alimento.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 10
Se dice aquí que fue enviado el Verbo de Dios, porque el hijo de Zacarías no vino por su voluntad, sino movido por Dios.
 
Teofilacto
San Juan estuvo oculto en el desierto todo el tiempo que precedió a su manifestación, que es por lo que dice: "en el desierto", para que los hombres no tuviesen ninguna clase de sospecha, de que si atestiguaba tales cosas de Cristo, era a causa de su parentesco, o de una amistad contraída desde sus más tiernos años; y esto lo atestigua él mismo diciendo ( Jn 1,31): "Yo no le conocía".
 
San Gregorio Niceno, de Virginitate, 6
El que había venido a la vida en el espíritu y la virtud de Elías, estaba separado del trato de los hombres, y entregado a la contemplación de las cosas invisibles, para no acostumbrarse a los engaños de este mundo, que entran por los sentidos, y de este modo evitar incurrir en alguna confusión o error, respecto del conocimiento del varón bueno, a quien él precedía. Y por tanto, fue elevado a tal altura de gracias divinas, que mereció de ellas más que los profetas; porque limpio y exento de toda pasión natural, desde el principio hasta el fin, se consagró a la contemplación divina.
 
San Ambrosio
El desierto es también la misma Iglesia, porque ya son muchos más los hijos de la que había sido desechada, que de aquélla que tenía marido ( Is 54,1). Y ahora ha venido el Verbo divino para que la tierra, que antes estaba desierta, produzca frutos para nosotros.
   
03-06
Y vino por toda la ribera del Jordán, predicando un bautismo de penitencia, para remisión de los pecados, como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; enderezad sus sendas. Todo valle será terraplenado, todo monte y cerro rebajado; y los caminos torcidos serán enderezados, y los escabrosos allanados: y verán todos los hombres la salud de Dios. (vv. 3-6)
 
San Ambrosio
Hecho el Verbo, siguió la voz. El Verbo obra primero en el interior, y la voz es como su eco. Por ello se dice: "Y vino por toda la ribera del Jordán".
 
Orígenes, in Lucam. 21
La palabra Jordán quiere decir el que baja y el río de agua saludable baja de Dios. ¿Por qué otro lugar convenía que anduviese el Bautista, sino por las cercanías del Jordán, para que, si alguno quería hacer penitencia, inmediatamente lo llevase su humildad a aquella corriente a recibir el bautismo de penitencia? Y añade: "Predicando el bautismo de penitencia para remisión de los pecados".
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 20
Por este relato se ve, que San Juan, no sólo predicó el bautismo de penitencia, sino que también lo administró a muchos; pero no pudo dar su bautismo para remisión de los pecados.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 10
No habiéndose ofrecido aún el divino sacrificio, y no habiendo bajado el Espíritu Santo, ¿cómo había de concederse el perdón de los pecados? Por lo cual ¿qué es lo que dice San Lucas: "Para remisión de los pecados"? Los judíos eran ignorantes, y por ello, no pensaban en sus propias culpas. Pero como ésta era la causa de todos sus males -para que conociesen sus pecados, y pudiesen buscar al Redentor- vino San Juan exhortándolos a que hiciesen penitencia, para que, convertidos a mejor vida por medio de la penitencia, trabajasen solícitos a fin de recibir el perdón. Por eso, habiendo dicho que vino predicando el bautismo de la penitencia, añadió: "Para remisión de los pecados". Como si dijera: Los persuadía a hacer penitencia para que pudieran alcanzar con más facilidad el perdón subsiguiente, creyendo en Jesucristo. Porque si no eran llevados por la penitencia, de ningún modo podrían obtener la gracia, sino solamente la preparación para recibir la fe de Jesucristo.
 
San Gregorio, Magno, homiliae in Evangelia, 20
Se dice que San Juan predicaba el bautismo de penitencia para remisión de los pecados, porque él no podía dar el bautismo que limpia de los pecados, y así como precedía al Verbo encarnado del Padre con el verbo de la predicación, así también debía preceder con su bautismo -que no perdona los pecados- al bautismo de penitencia, por medio del cual éstos se perdonan.
 
San Ambrosio
Por eso muchos presentan a San Juan como tipo de la ley; porque ésta podía denunciar el pecado, pero no perdonarle.
 
San Gregorio Nacianceno, oratione, 39
Para que podamos establecer de algún modo la diferencia entre uno y otro bautismo, diremos que Moisés bautizó, pero con agua, bajo la nube y en el mar, siendo su bautismo una figura. San Juan bautizó también, no según el rito de los judíos -esto es, sólo por el agua- sino también para remisión de los pecados; pero no de una manera del todo espiritual (porque no añadió, por el Espíritu). Jesús bautiza por el Espíritu, y esto es lo que constituye la perfección. Hay también un cuarto bautismo, realizado por el martirio y la sangre, por el que Jesús fue bautizado también, y el cual es mucho más venerable que los otros, en tanto, cuanto que no es manchado con repetidas caídas. Hay también un quinto bautismo que es el de lágrimas, más laborioso que los anteriores, como fue el de David, que todas las noches regaba su cama y su habitación con sus lágrimas.
Y prosigue: "Como está escrito en el libro del profeta Isaías: Voz del que clama en el desierto" ( Is 40.).
 
San Ambrosio
Con toda propiedad se llama voz a San Juan, porque es el precursor del Verbo, puesto que la voz, que es inferior, precede, y el Verbo, que la aventaja, la sigue.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, hom. 20
También clama en el desierto, porque anuncia el consuelo de la redención de Judea, que entonces se hallaba como abandonada y destruida. Y declara por qué clamaba diciendo: "Preparad el camino del Señor", etc. Todo el que predica la verdadera fe y las buenas obras, ¿qué otra cosa hace más que preparar los corazones de los que le oyen para el Señor que viene? Endereza los caminos del Señor, formando en el ánimo pensamientos puros con la palabra de la buena predicación.
 
Orígenes, in Lucam, 21
O bien se ha de preparar en nuestro corazón el camino al Señor; porque es grande y espacioso el corazón del hombre, cuando está limpio. No quieras medirle por el volumen del cuerpo, sino por el poder de la inteligencia, la cual recibe la ciencia de la verdad. Prepara en tu corazón el camino al Señor, por medio de una buena vida, y dirige la senda de ella por medio de obras nobles y perfectas, para que la palabra de Dios discurra por ti sin ningún obstáculo.
 
San Basilio
Y como la senda es el camino que trillaron los que habían sido antes, y como los primeros hombres la habían borrado, manda su palabra para que la enderecen otra vez los que se habían separado del celo de aquéllos que les habían precedido.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 20
No es el rey, sino el precursor el que debe decir: "Preparad el camino del Señor"; y por esto fue llamado voz, porque era el precursor del Verbo.
 
San Cirilo, lib. 3, in Isai. 40
Pero alguno podría responder y decir: ¿Cómo habremos de preparar el camino al Señor? ¿Cómo haremos derechas sus sendas, siendo así que hay tantos impedimentos que estorban a los que quieren hacer una vida buena? La palabra del profeta responde a esto. Hay ciertos caminos y sendas, que a propósito no son para marchar, porque suben hasta las colinas o los montes, o bajan hasta los despeñaderos. Obstáculos que remueve diciendo: "Los derrumbaderos se rellenarán, y todo monte y colina se allanarán". Hay algunos caminos que están trazados con desigualdad, porque tan pronto suben como bajan, haciendo difícil la marcha por ellos. De éstos dice: "Los tortuosos serán enderezados, y los caminos fragosos allanados". Se comprende que todo esto ha sido hecho por el poder de nuestro Salvador; porque era difícil el camino de la vida y del conocimiento del evangelio, a causa de que las pasiones humanas embargaban las almas. Pero cuando Dios, hecho hombre, destruyó el pecado en su carne, todo fue allanado, y se hizo fácil el camino, no habiendo ya collado ni valle que sea obstáculo para los que quieran caminar.
 
Orígenes, in Lucam, 21
Cuando vino, pues, Jesús y envió su Espíritu, todo valle fue rellenado con las buenas obras y con los frutos del Espíritu Santo, poseyendo los cuales, no solamente dejarás de ser valle, sino que empezarás a ser el monte de Dios.
 
San Gregorio Niceno, de Virginitate, 6
Tal vez los llanos rodeados de montes, significan la práctica tranquila de las virtudes, cuando habla de la semejanza de los valles, según las palabras del Salmo: "Los valles abundarán en trigo" ( Sal 64,14).
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 20
Cuando habla del monte, a los cuales Jesucristo humilló se refiere a los orgullosos y a los soberbios. Llama collados a los desesperados, no solamente por la soberbia de su espíritu, sino por lo estéril de la desesperación, puesto que el collado no produce fruto ninguno.
 
Orígenes, in Lucam, 22
Debe comprenderse que los montes y los collados son las potestades enemigas, que fueron destruidas por la venida de Cristo.
 
San Basilio
Así como los collados se diferencian de los montes por la magnitud, siendo iguales en lo demás, así las potestades enemigas se parecen en los propósitos, pero se diferencian por la crueldad de sus ofensas.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, hom. 20
El valle, cuando se llena, crece, y el monte y el collado, cuando se desmontan, disminuyen; así la gentilidad recibió la plenitud de la gracia en la fe de Jesucristo, y Judea perdió por el error de su perfidia la altura, por la cual se había ensoberbecido. Porque los humildes reciben el don, que los corazones de los soberbios rechazan.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 10
Tal vez con estas palabras manifiesta la dificultad de la ley, convertida en la facilidad de la fe, como si dijera: no amenazan ya trabajos ni dolores, porque la gracia y el perdón de los pecados facilitan el camino que conduce a la salvación.
 
San Gregorio Niceno, de Virginitate, 6
Quizás manda que se rellenen los valles, y que se allanen los collados y los montes, queriendo manifestar que la virtud ordenada no debe alterarse por exceso ni por defecto.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, hom. 20
Los caminos torcidos se enderezan, cuando el corazón de los malos, torcido por la injusticia, se dirige según la regla de la justicia, y los caminos escabrosos se convierten en llanos, cuando las almas duras e iracundas vuelven a la suavidad de la mansedumbre, por la infusión de la divina gracia.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 10
Después expone la causa de todo esto, diciendo: "Y verá toda carne", etcétera. Manifestando que la virtud y el conocimiento del Evangelio se extenderá hasta el fin del mundo, aun entre aquéllos de costumbres salvajes y de voluntades rebeldes, convirtiendo a la mansedumbre y a la dulzura las feroces costumbres y la obstinada voluntad del género humano. Y no solamente los judíos serán sus prosélitos, sino toda la humanidad verá la salud de Dios.
 
San Cirilo, lib. 3, in Isai., 40
Es decir, la salud del Padre que envió a su Hijo como Salvador nuestro. En la actualidad se entiende por carne a todo el género humano.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, hom. 20
Toda carne, o todo hombre no ha podido ver la salud de Dios (esto es, a Jesucristo) en esta vida, y por tanto, el profeta extiende su mirada hasta el día del juicio, cuando todos le verán, tanto los escogidos como los réprobos.
   
07-09
Y decía Juan a las turbas que venían a recibir su bautismo: "Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado que podréis huir de la ira que os amenazaba? Haced dignos frutos de penitencia, y no andéis diciendo: Tenemos por padre a Abraham, porque os digo que de estas piedras puede hacer Dios nacer hijos a Abraham. La segur ya está puesta en la raíz de los árboles; así que todo árbol que no da buen fruto, será cortado y echado al fuego". (vv. 7-9)
 
Orígenes
Todo aquel que permanece en su primitivo estado, no dejando sus antiguas costumbres ni sus hábitos, no viene en debida forma a recibir el bautismo. Por tanto, si alguno quiere bautizarse, que salga. Por lo cual dice terminantemente: "Y decía a las gentes que venían a recibir su bautismo"; es decir a las gentes que salían por el bautismo; porque si lo hubieran recibido ya, nunca les hubiese dicho: "Raza de víboras".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom.11
Este morador del desierto, viendo que los que habitaban la Palestina lo rodeaban y admiraban, no se doblegaba por tanto respeto, sino que levantándose contra ellos los reprendía. La Sagrada Escritura en el Génesis
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 10
, impone a los hombres, según las pasiones que los dominan, los nombres de algunas fieras. Así llama perros a los desvergonzados, caballos a los lujuriosos, asnos a los locos, leones y leopardos a los voraces y petulantes, áspides a los engañosos, y serpientes y víboras a los venenosos y astutos. De aquí que San Juan se atreva a llamar a los judíos raza de víboras.
 
San Basilio, Contra Eunomium, 2
Conviene saber que engendrado e hijo se dice de los animales, en tanto que "genimen" (germen o raza) puede llamarse al feto antes que se forme, también se llama germen al fruto de las palomas, pero rara vez se usa de estos nombres para los animales, y siempre en mal sentido.
 
Crisóstomo, in Matth., hom. 12
Dicen que la víbora mata al macho al fecundarla, cuya cría al nacer desgarra el vientre de su madre, como vengándose de la muerte de su padre; así que la prole de la víbora es parricida. Tales eran los judíos, que mataban a sus padres espirituales y a los doctores. Mas ¿por qué los llamaba así no hallándoles en el pecado, sino empezando a convertirse? ¿No debía acariciarlos en vez de injuriarlos? Debe creerse que no daba fe a lo que hacían exteriormente, porque conocía los secretos de su corazón, por habérselo revelado Dios. Se jactaban ellos demasiado de sus progenitores, y para destruir esta raíz los llama raza de víboras, sin vituperar por ello a los patriarcas, ni llamarlos víboras.
 
San Gregorio Magno, homilia in Evangelia. 20
Porque envidiaban a los buenos y los perseguían, siguiendo el camino de sus padres carnales, como hijos envenenados nacidos de padres envenenados y ponzoñosos. Y lo que precede se refiere a que toda carne verá a Jesucristo en el juicio final, añade con razón: "¿Quién os ha enseñado que podréis huir de la ira que os amenaza?" La ira que os amenaza es la advertencia de la última venganza.
 
San Ambrosio
Se les recomienda la prudencia por la misericordia de Dios, para que teman con prudente sumisión el terror del juicio final, y hagan penitencia de sus pecados. O tal vez, según lo que se lee en San Mateo: "Sed prudentes como la serpiente" ( Mt 10,16), manifiestan tener prudencia natural los que preven lo que es útil y lo buscan espontáneamente; pero que aún no se separan de lo que es perjudicial.
 
San Gregorio, homilia in Evangelia 20
Como entonces no podrá huir de la ira de Dios el pecador, que no recurre ahora al llanto de la penitencia, añade: "Haced dignos frutos", etc.
 
San Juan Crisóstomo, homilia in Mattheum, 12
No es bastante para los que hacen penitencia el renunciar a sus pecados, sino que necesiten también hacer frutos dignos de esa misma penitencia, según lo que se lee en el Salmo: "Sepárate de lo malo, y practica lo bueno" ( Sal 33,15), como no es bastante para curar una herida el sacar de ella la saeta, sino que además es preciso aplicar medicinas a la llaga. No dice fruto, sino los frutos, dando a entender que han de ser abundantes.
 
San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 20
Y no solamente dice frutos de penitencia, sino que han de ser dignos de penitencia. Así, pues, al que no haya hecho nada ilícito, se le concede que use de lo lícito; pero el que ha pecado debe abstenerse de lo lícito en tanto que se acuerde de haber cometido lo ilícito; porque los frutos de las buenas obras no son iguales para el que ha faltado menos que para el que ha faltado más, para el que no ha cometido culpa ninguna, que para el que ha cometido algunas. Por tanto, cada cual, según su conciencia, debe procurar adquirir tanto mayores méritos de buenas obras por la penitencia, cuanto más graves sean los daños que se ha causado por la culpa.
 
Máximo
Se entiende por fruto de penitencia la impasibilidad del alma, de la que no gozamos plenamente mientras somos agitados por las pasiones, puesto que aún no hemos hecho dignos frutos de penitencia. Hagamos penitencia en realidad, para que libres de las pasiones obtengamos el perdón de los pecados.
 
San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 20
Pero los judíos, vanagloriándose por la nobleza de su origen, no querían reconocerse como pecadores, porque descendían de Abraham; por lo cual el Evangelista les dice oportunamente: "Y no andéis diciendo: Tenemos por padre a Abraham".
 
San Juan Crisóstomo, homilia in Mattheum, 12
No da a entender con esto que no descendiesen de Abraham según el orden de la naturaleza, sino que de nada les aprovecharía el descender de él, si no honraban su parentesco según la virtud. La Sagrada Escritura acostumbra a llamar leyes de parentesco, no aquéllas que consisten en la naturaleza, sino las que proceden de la virtud o del vicio. Así, pues, se llama hijo o hermano al que se parece a ellos.
 
San Cirilo
¿Qué es en efecto la nobleza carnal, si no se sustenta con hechos semejantes? Es, pues, en vano el vanagloriarse de tener antepasados nobles, si no se tiene las virtudes.
 
San Basilio
La ligereza del padre no hace que un caballo sea veloz en su carrera; que así como en los demás animales se considera como bueno aquél que se distingue de los de su clase, así también tiene el hombre su propia alabanza en la prueba que da de sus méritos presentes. Es torpe querer adornarse con honores ajenos, cuando falta la virtud propia.
 
San Gregorio Niceno
Una vez publicado el destierro de los judíos (o vaticinada su reprobación), trata inmediatamente el evangelista de la vocación de los gentiles, a quienes llama piedras, por lo cual sigue: "porque os digo", etc.
 
San Juan Crisóstomo, homilia in Mattheum, 12
Como diciendo: No creáis que, aun cuando perezcáis vosotros, el patriarca quedará sin hijos; porque Dios también puede presentarle hombres sacados de las piedras, y hacerlos de su sangre. Así sucedió desde el principio; porque hacer salir hombres de las piedras equivale a hacer nacer hijos del seno estéril de Sara.
 
San Ambrosio
Y si bien Dios puede convertir y transformar las naturalezas, con todo veo en ello mas bien un misterio que un milagro: ¿qué otra cosa más que piedras eran aquéllos que adoraban a las piedras? Sus ídolos eran semejantes a aquéllos que las habían labrado. Profetiza, pues, que la fe habría de infundirse en los corazones de piedra de los gentiles, y les promete por medio del oráculo divino, que habrán de convertirse en hijos de Abraham. Para que se comprenda que los hombres son comparados con las piedras, los compara también con los árboles, cuando añade: "la segur ya está puesta en la raiz de los árboles". Cambia, pues, de ejemplo, para hacernos entender por estos grados de comparación un progreso ya del hombre más noble.
 
Orígenes, in Lucam, 23
Y ciertamente, si la consumación se acercase y también el fin de los tiempos, no habría dificultad para mí, pues diría que se anunciaba esto porque iba a cumplirse entonces. Pero habiendo pasado tantos siglos después de haber dicho esto el Espíritu Santo, juzgo que se profetizó respecto del pueblo de Israel, porque estaba próxima su destrucción. Entre otras cosas decía a aquellos que iban a él para que los bautizase, lo que sigue.
 
San Cirilo
Llama segur en el caso presente, a la ira mortífera que había de venir de Dios sobre los judíos, por haber saciado su impiedad sobre Jesucristo. Y no dice que la hoz haya penetrado en la raíz, sino que está puesta en la raíz (esto es, junto a ella), porque ramas fueron cortadas, sin que la planta quedara extirpada de raíz, puesto que los restos de Israel han de salvarse.
 
San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 20
De otro modo, el árbol de este mundo es todo el género humano. La hoz es nuestro Redentor, quien como por el mango y el hierro es asido por la humanidad, aun cuando corta por la Divinidad. Y está puesta la hoz en la raíz del árbol, porque aun cuando espera con paciencia, se ve, sin embargo, lo que ha de hacer. Y debe advertirse que dice que la hoz está puesta, no junto a las ramas, sino junto a la raíz, porque cuando los hijos de los malos son sacrificados, ¿qué otra cosa se hace más que cortar las ramas infructuosas del árbol? Pero cuando se sacrifica a toda una raza con su padre, se corta de raíz el árbol infructuoso. Además, todo el que es perverso encuentra preparado el fuego del infierno, porque no ha querido hacer frutos de buenas obras.
 
San Juan Crisóstomo, homilia in Mattheum, 12
Con suma propiedad dice: "Que no da fruto", y añade "bueno", porque Dios crió al hombre para que trabajase, y el trabajo constante es natural en él (o lo que es lo mismo, es natural que trabaje), así como el ocio es contra su naturaleza, porque es perjudicial a todos los miembros del cuerpo, y aun más al alma, puesto que como ella es naturalmente movible, no puede sufrir el ocio. Pero así como el ocio es malo, también lo es el ejercicio cuando se emplea en hacer el mal, y por esto, después de hablar de la penitencia, anuncia que la hoz está puesta; no que está cortando, o que ya ha cortado, solamente para inspirar terror o amenazando.
 
San Ambrosio
Haga fruto de gracia aquel que pueda, haga penitencia el que deba hacerla, porque está presente el Señor que busca el fruto, vivifica a los fecundos y reprende a los estériles.
   
10-14
Y preguntándole las gentes: "¿Qué es, pues, lo que debemos hacer?" Les respondió diciendo: "El que tiene dos vestidos dé al que no tiene ninguno, y haga otro tanto el que tiene qué comer". Y vinieron también a él publicanos para que los bautizase, y le dijeron: "Maestro, y nosotros, ¿qué debemos hacer?" Respondióles: "No exijáis más de lo que os está ordenado". Le preguntaban también los soldados: Y nosotros, ¿qué haremos?" A éstos dijo: "No maltratéis a nadie, ni le calumniéis, y contentaos con vuestras pagas". (vv. 10-14)
 
San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 20
Consta por las precedentes palabras de Juan Bautista que se turbaron los corazones de los oyentes que le pedían al Bautista consejo, como se ve por lo que sigue: "Y preguntándole, etc."
 
Orígenes, in Lucam, 23
Tres clases de personas preguntan a San Juan acerca de su salvación: Una a quien la Escritura llama turba, otra a quien llama publicanos, y la tercera la comprendida bajo el nombre de soldados.
 
Teofilacto
Previene a los publicanos y a los soldados que se abstengan de obrar mal, pero a las turbas -como no tenían malicia- les mandó que hiciesen algo bueno, por lo cual prosigue: "Les respondía diciendo: El que tiene dos vestidos, dé", etc.
 
San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 20
Como la túnica nos es más necesaria que la capa corresponde a un digno fruto de penitencia que partamos con el prójimo no sólo lo que no nos es necesario, sino también lo necesario, como el vestido que nos ponemos, o el alimento con que vivimos materialmente, según se ve en las palabras: "Y haga otro tanto el que tiene que comer".
 
San Basilio
Aquí se nos enseña que todo lo que nos sobra, después de cubrir nuestras propias necesidades, estamos obligados a darlo por Dios a aquel que no tiene, porque El es el que nos ha dado todo lo que tenemos.
 
San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 20
Porque está escrito en la ley: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" ( Lev 19,18), no puede decirse que ama a su prójimo el que no parte con él, en caso de necesidad, aun aquello que le es necesario: por esto se nos dice que demos al prójimo una túnica cuando tengamos dos; porque, si sólo tenemos una y la dividimos, ninguno se viste. De todo esto debemos aprender cuanto sea el valor que tienen las obras de misericordia, cuando se nos prescribe entre todas las otras como dignos frutos de penitencia.
 
San Ambrosio
Para cada estado hay preceptos particulares; pero el de la misericordia es común para todos, por tanto a todos se les manda que den al que no tiene. La misericordia es la perfección de las virtudes; sin embargo, la misericordia se mide según la posibilidad de cada uno, para que nadie se prive de todo lo que tiene sino que dé parte de ello al pobre.
 
Orígenes, in Lucam, 23
Este pasaje tiene un sentido más profundo, porque así como no debemos servir a dos señores, tampoco debemos tener dos vestidos, para que así no sea uno de hombre viejo, y otro del nuevo; sino que debemos desnudar al hombre viejo y dar su vestido al que está desnudo. Así uno tiene uno, pero el otro no tiene ninguno, y nos fortaleceremos contra el enemigo. Y como está escrito que precipitemos nuestros pecados en lo profundo del mar, así conviene alejemos de nosotros los vicios y los pecados, y los arrojemos sobre aquel que fue causa de que los cometiéramos.
 
Teofilacto
Alguno interpreta esto de las dos túnicas, por el espíritu y la letra de la Escritura; y San Juan aconseja al que tiene las dos que instruya al ignorante y le enseña por lo menos la letra.
 
Beda
Se demuestra el gran valor que tiene la palabra del Bautista, cuando obligó a los publicanos, y los soldados a que le pidiesen consejo respecto de su salvación, por lo que sigue: "Y vinieron también a él publicanos", etc.
 
San Juan Crisóstomo, homilia in Mattheum, 24
Grande es el poder de la virtud, cuando los ricos buscan en el pobre el camino de la felicidad.
 
Beda
Les manda que no exijan más de lo que les está prescrito. Por lo cual sigue: Les respondió: "No exijáis más de lo que os está ordenando". Se llaman publicanos los que recaudan las contribuciones públicas, o los que arriendan los impuestos del fisco o de las rentas públicas, y también los que obtienen ganancia por medio de los negocios de la vida; a todos los cuales, según su oficio, aparta igualmente de todo fraude, para que desde luego no deseen los bienes ajenos, y lleguen después a repartir los suyos con el prójimo. Prosigue: "Le preguntaban también los soldados", etc. Les aconseja una templanza justa, para evitar que calumnien ni exijan botín de aquellos a quienes debieran ayudar con sus pagas. De aquí prosigue: Y les dijo: "No hagáis extorsiones a nadie (esto es, por violencia), ni lo calumniéis (a saber, por malicia fraudulente) y contentaos con vuestras pagas".
 
San Ambrosio
Enseña por tanto que el ejército tiene sueldo señalado, para impedir que merodee o robe.
 
San Gregorio Nacianceno, oratio 19
Llama sueldo a la provisión del emperador y a los premios que por ley se daban a los jefes.
 
San Agustín, contra Faustum, 22, 74
Sabía pues, que cuando aquéllos obraban como soldados, no eran homicidas, sino ministros de la ley, no vengadores de injurias, sino defensores de la tranquilidad pública. Porque de otro modo les hubiese contestado: Abandonad las armas, dejad la milicia, no hiráis, no maltratéis, ni matéis a nadie. ¿Qué es lo que hay de culpable en la guerra? ¿Acaso la muerte de los que han de morir, para que manden en paz los que han de vencer? Vituperar esto es propio de los temerosos, no de los religiosos. El deseo de dañar, la venganza cruel, el ánimo duro e implacable, la ferocidad cuando se pelea, el deseo de dominar, y otras cosas semejantes, he aquí lo que se considera culpable en la guerra; para castigar lo cual, resistiendo a la violencia de los enemigos (por mandato de Dios, o de algún poder legítimo), los buenos emprenden guerras cuando se encuentran en un orden de cosas que los obliga a mandar hacer la guerra o a obedecer la orden de hacerla.
 
San Juan Crisóstomo, homilia in Mattheum, 11
Cuando hablaba a los publicanos y a los soldados San Juan quería elevarlos a conocimientos más profundos; pero como todavía no estaban preparados para ello, les enseña cosas menos importantes; porque no hubiesen entendido lo primero y hubiesen quedado privados de lo último.
   
15-17
Mas opinando el pueblo que quizá Juan era el Cristo y prevaleciendo esta opinión en los corazones de todos, Juan lo rebatió diciendo públicamente: "Yo en verdad os bautizo con agua; mas está para venir otro más poderoso que yo, al cual no soy digno de desatar la correa de sus zapatos: El os bautizará con el Espíritu Santo, y con el fuego. Tomará en su mano el bieldo, y limpiará su era, metiendo después el trigo en su granero, y quemando la paja en un fuego inextinguible". (vv. 15-17)
 
Orígenes, in Lucam, 25
Era justo que se distinguiese a San Juan más que a los demás hombres, porque todos vivían de una manera muy diferente; por lo cual lo amaban con mucha razón, aunque traspasando los límites de la caridad. Dice así el evangelista: "Mas opinando el pueblo que quizá Juan era...".
 
San Ambrosio
¿Qué cosa más absurda que pensar que está en otro, y no creer que está en sí mismo? De quién juzgaban que había de nacer de una mujer, no creen que haya venido de una virgen; y en verdad que la señal de la venida del Salvador se había fijado en el parto de una virgen y no en el de una mujer.
 
Orígenes, in Lucam, 25
El amor tiene sus peligros, si traspasa su límite. El que ama a otro debe examinar la naturaleza de su amor y la causa por la que ama, y no debe amar más que lo que la persona amada merece, porque si traspasa los límites y el modo de la caridad, tanto el que ama como el que es amado pecarán.
 
Griego
Por lo cual San Juan no se vanaglorió por la opinión que todos habían formado de él, ni siquiera pareció apetecer el primado, sino que abrazó la más profunda humildad. Y prosigue: "Juan la rebatió", etc.
 
Beda
¿Cómo les respondió sabiendo que pensaban en su interior que era Cristo, sino porque no sólo pensaban, sino que además le habían enviado sacerdotes y levitas a preguntarle si efectivamente era el Cristo, según refiere el otro evangelista?
 
San Ambrosio
San Juan conocía los secretos del corazón; pero examinemos en virtud de qué gracia; porque es el don de Dios quien revela, no el poder humano, quien ve más auxiliado de Dios, que de su esfuerzo natural. Respondió inmediatamente y probó que él no era el Cristo, pues obraba por un ministerio visible. Porque como constaba de dos dimensiones, esto es, de alma y de cuerpo, se consagra el misterio de un modo visible en lo visible y de un modo invisible en lo invisible. Así el cuerpo se lava con el agua, y los pecados del alma con el espíritu; aunque en la misma fuente se halla un soplo de la gracia del Señor; por tanto una cosa fue el bautismo de la penitencia y otra el de la gracia. Este bautismo es de penitencia y de gracia, el otro es solamente de penitencia. La obra del hombre consiste en hacer penitencia de sus pecados, el don de Dios en obrar la gracia del misterio. Queriendo evitar la envidia que le tendrían si creyesen que era Dios, manifestó no sólo con palabras sino con obras, que él no era el Cristo. Así que dice: "Mas está por venir otro más poderoso que yo", etc. Y no hace comparación al hablar así, porque no puede haberla entre el Hijo de Dios y el hombre; sino que dice que, aunque muchos son fuertes, ninguno lo es más que Cristo. En fin, lejos de hacer comparación, añade: "Al cual no soy digno de desatar la correa de sus zapatos", etc.
 
San Agustín, De consensum Evangelistarum., 2, 12
San Mateo dice: "No soy yo digno de llevarle las sandalias" ( Mt 3,11). Ahora, si viniese al caso entender "llevarle las sandalias", en sentido diferente que "desatar la correa de sus zapatos", de modo que un evangelista haya dicho una cosa y los demás otra, todos sin embargo han referido la verdad; y si San Juan, al hablar del calzado del Señor, intentó sólo mostrar la excelencia de Este y la humildad suya, cualquiera de estas cosas que hubiera dicho, ya desatar las correas de sus zapatos, o ya llevarle las sandalias, hubiera venido a decir lo mismo, e igualmente los otros evangelistas, porque haciendo mención del calzado, se expresa la misma humildad.
 
San Ambrosio
Diciendo: "No soy yo digno de llevarle las sandalias" manifiesta que se ha dispensado la gracia de predicar el Evangelio a los apóstoles, que están calzados por el Evangelio. Parece por tanto, que San Juan dice esto porque representa al pueblo judío.
 
San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 7
Dice que él no es digno de desatar la correa de sus zapatos, como si dijese: Yo no puedo quitar el calzado de los pies del Redentor, porque no usurpo para mí, el nombre de esposo que no merezco. Porque era costumbre entre los antiguos, que cuando alguno no quería recibir por mujer aquella que le correspondía, le desataba el calzado el que se casaba con ella por derecho de parentesco. O porque el calzado se hace de pieles de animales muertos, habiendo encarnado nuestro Señor, apareció como calzado, porque tomó para sí la mortalidad de nuestra corrupción. La correa del calzado es, pues, como el nudo del misterio; así San Juan no puede desatar la correa del calzado, porque no puede comprender el misterio de la encarnación, que conoció por el espíritu de profecía.
 
San Juan Crisóstomo, homilia in Mattheum, 11
Y como había dicho que su bautismo no tenía más que agua, da por consiguiente a conocer la excelencia del bautismo que administrará Jesucristo, cuando añade: "El os bautizará con el Espíritu Santo y con el fuego"; manifestando por medio de esta metáfora la abundancia de la gracia. No dice, pues: Os dará el Espíritu Santo, sino os bautizará, y por lo que añade del fuego, manifiesta la virtud de la gracia. Y así como Jesucristo llama agua a la gracia del Espíritu, manifestando por la palabra agua la pureza que produce a la vez que el inmenso consuelo que introduce en nuestras almas; y así San Juan con la palabra fuego expresa el fervor y la rectitud de la gracia, como también el fin de los pecados.
 
Beda
Puede entenderse con la palabra fuego el Espíritu Santo, porque abrasa por el amor y por la sabiduría, ilumina los corazones que llena por lo que los apóstoles recibieron el bautismo del Espíritu Santo por medio de un fuego visible. Hay quienes exponen esto así porque al presente debemos ser bautizados por el Espíritu Santo, y en lo futuro por medio del fuego, porque así como renacemos por el agua y el Espíritu a la gracia así entonces seremos purificados de ciertas manchas leves por el bautismo del fuego del purgatorio.
 
Orígenes, in Lucam, 25
Y así como San Juan esperaba junto al río Jordán a los que iban a bautizarse y rechazaba a algunos llamándolos: "Raza de víboras" ( Mt 3,7), recibía a los que confesaban sus pecados, así nuestro Señor Jesucristo estará junto al río de fuego con la espada ardiente para bautizar en él y llevar al paraíso a todo el que desee ir a él después de esta vida y que necesite ser purificado; pero no bautizará con este fuego al que no tenga señal de los anteriores bautismos.
 
San Basilio, liber de Spiritu Sancto
No porque diga: "Os bautizará en el Espíritu Santo", hemos de creer completo el bautismo, en el que se invoca sólo el nombre del Espíritu; pues conviene guardar siempre la tradición en lo que se refiere a la gracia vivificante. Porque añadir o disminuir cualquier cosa, excluye de la vida eterna; que así como creemos, así recibimos el bautismo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
 
Griego
Diciendo: "Bautizará en el Espíritu Santo", manifiesta la abundancia de la gracia y la riqueza del beneficio. Mas para que nadie piense que el es potestad y voluntad del Creador derramar beneficios y no, castigar a los desobedientes, añade: "Tomará en su mano el bieldo", manifestando que no sólo es generoso con los buenos, sino también vengador con los malos. El bieldo manifiesta la prontitud del juicio, porque en un sólo instante y sin intervalo de tiempo, separará a los condenados de los que han de salvarse.
 
San Cirilo
En cuanto a lo que añade: "Y limpiará su era", dice con ello el Bautista que la Iglesia pertenece a Jesucristo como a su Señor.
 
Beda
Se entiende por era la Iglesia presente, en la que son muchos los llamados y pocos los escogidos ( Mt 20,16). La limpieza de esta era se hace ahora en particular, cuando algún perverso es arrojado de la Iglesia por sus pecados públicos en virtud de castigo sacerdotal, o cuando es condenado después de su muerte por la severidad divina a causa de sus faltas ocultas, y generalmente se cumplirá en el fin, cuando el Hijo del hombre envíe a sus ángeles para que limpien su reino de todo escándalo ( Mt 13,41).
 
San Ambrosio
Por el bieldo se declara el derecho del Señor de distinguir los méritos de cada uno, porque al aventar los granos en la era, se separan los vacíos de los que están llenos como si así lo dispusiera el viento. De aquí, prosigue: "Metiendo después el trigo en su granero", etc. El Señor manifiesta por esta comparación que distinguirá en el día del juicio los verdaderos méritos y los frutos de la virtud, de la infructuosa liviandad, de las malas acciones y de la vanidad, llevando a la mansión celeste a los hombres de mérito más perfecto, que son los que más se asemejan a él, que cayó como el grano de trigo en la tierra para producir abundantes frutos ( Jn 12).
 
San Cirilo
Por medio de las pajas representa a los perezosos y a los vanos que se agitan movidos por el viento del pecado.
 
San Basilio
Ellos sirven a los que son dignos del reino de los cielos como la paja al trigo, y aunque no lo hagan en vista de la caridad de Dios y del prójimo, los sirven con dones espirituales y beneficios temporales.
 
Orígenes, in Lucam, 26
Como el trigo y la paja no pueden separarse sin el viento, tiene el bieldo en su mano, para demostrar que unos son trigo y otros paja. Si eres paja ligera (esto es, incrédulo), te mostrará la tentación lo que eres sin saberlo; si por el contrario, resistes firmemente a la tentación, no es la tentación la que te hace fiel y sufrido, sino la que pone de manifiesto la virtud que en ti estaba oculta.
 
San Gregorio Niceno
Conviene saber que los dones varias veces prometidos a los que viven honestamente no pueden explicarse por medio de palabras; porque ni el ojo los vio, ni el oído las oyó, ni los comprendió el corazón humano; ni guardan proporción las penas de los pecadores con nada de lo que al presente afecta a nuestros sentidos, pues aun cuando algunas de ellas se expresen con palabras, difieren mucho, sin embargo; así cuando oímos decir fuego, se nos hace conjeturar al añadir "inextinguible", circunstancia que no tiene el nuestro.

San Gregorio Magno, Moralia. 15, 14
Se expresa de una manera admirable el fuego del infierno. En efecto, nuestro fuego material se alimenta por medio de leñas amontonadas, y no subsiste si no se le alimenta; el del infierno, por el contrario, aunque sea materia en cuanto quema físicamente a los réprobos lanzados en él, no se alimenta con leñas, sino que una vez encendido nunca se apaga.
   
18-20
Muchas cosas, además de estas, anunciaba al pueblo en las exhortaciones que le hacía. Y como reprendiese al tetrarca Herodes por razón de Herodías, mujer de su hermano, y con motivo de todos los males que había hecho, Herodes añadió a todos ellos el de poner a Juan en la cárcel. (vv. 18-20)
 
Orígenes, in Lucam, 27
San Juan había anunciado a Jesucristo, predicaba el bautismo del Espíritu Santo y las demás cosas que refiere la historia del Evangelio. Fuera de estas cosas, se indica que anunció otras muchas en lo que sigue: "Muchas cosas otras, además de éstas, anunciaba al pueblo".
 
Teofilacto
Su exhortación era la buena doctrina, y por ello se llama Evangelio.
 
Orígenes, in Lucam, 27
Y así como en el Evangelio de San Juan se dice que de Cristo dijo muchas otras cosas, así en el presente lugar debe entenderse lo que dice San Lucas, que San Juan había dicho cosas más grandes de lo que puede creerse. Admiramos a San Juan, porque era el mayor entre los nacidos de mujer, y porque había llegado a una altura tal por los méritos de sus virtudes, que muchos lo tuvieron por Cristo; pero es mucho más admirable que no temiese a Herodes, ni se asustase ante la muerte, por lo cual prosigue: "Y como reprendiese al tetrarca Herodes", etc.
 
San Eusebio
Se llama tetrarca para diferenciarlo de aquel Herodes que reinaba cuando nació Jesucristo: aquél era rey, y éste tetrarca 1. Aquél tenía por mujer a la hija de Areta, rey de la Arabia, con la que (siendo mujer de su hermano Filipo) se casó, cometiendo adulterio, puesto que ya tenía hijos de su hermano, y esto era lícito sólo a aquéllos cuyos hermanos morían sin sucesión. El Bautista había reprendido esto a Herodes. Este oía con suma atención en un principio sus exhortaciones, porque las encontraba razonadas y llenas de consuelo; pero la concupiscencia de Herodes lo obligaba a despreciar las palabras del Bautista, por lo que lo encerró en la cárcel. Por esto se dice: "Añadió a todos ellos el de poner a Juan en la cárcel".
 
Beda
Según el Evangelio de San Juan, el Bautista no fue encarcelado entonces, sino después que Jesucristo hizo algunos milagros, y después que se extendió la fama de su bautismo. San Lucas lo refiere antes de tiempo para hacer ver cuánta era la malicia de Herodes, el cual, viendo que por la predicación de Juan acudían muchos, que sus soldados iban creyendo, que los publicanos hacían penitencia, y que todo el vulgo pedía el bautismo, él, por el contrario, no sólo despreció a San Juan, sino que lo encarceló y lo mató.
 
Glosa
Antes de ocuparse de los hechos de Jesucristo, dice San Lucas que Juan había sido preso por Herodes, para demostrar que sólo va a describir lo que hizo el Señor, especialmente después de aquel año en que San Juan fue preso y degollado.
 
Notas
1. Tetrarca: gobernante de un territorio pequeño. P.e. Herodes Antipas.
   
21-22
En el tiempo en que concurría todo el pueblo a recibir el bautismo, habiendo sido también bautizado Jesús, y estando en oración, sucedió el abrirse el cielo y bajar sobre El el Espíritu Santo en forma corporal como de una paloma, y se oyó esta voz del cielo: "Tú eres mi Hijo amado, en ti tengo puestas todas mis delicias". (vv. 21-22)
 
San Ambrosio
San Lucas reasume todo lo que han dicho los demás evangelistas, y más que referirlo da a entender que el Señor fue bautizado por San Juan; por esto dice: "En el tiempo en que concurría todo el pueblo a recibir el bautismo", etc. El Señor fue bautizado, no para purificarse, sino para purificar las aguas, a fin de que, purificadas por la carne de Jesucristo, que no conoció el pecado, tuviesen virtud para bautizar a los demás.
 
San Gregorio Nacianceno, oratio 39
Jesucristo se bautizó tal vez para santificar al Bautista, y sin duda ninguna para sumergir en las aguas a todo el viejo Adán.
 
San Ambrosio
Cual fuese la causa por qué Jesucristo quiso ser bautizado, lo especifica el mismo Señor diciendo: "Así debemos cumplir toda justicia" ( Mt 3,15). ¿Y qué es sino justicia hacer primero uno lo que quiere que otro haga, exhortándolo con su ejemplo? Por tanto, que ninguno se niegue a recibir el bautismo de la gracia, puesto que Jesucristo no se negó a recibir el bautismo de la penitencia.
 
San Juan Crisóstomo
Había un bautismo de los judíos que limpiaba las inmundicias de la carne, pero no las culpas del alma; en tanto que nuestro bautismo libra de todos los pecados, purifica nuestra alma, y derrama la gracia del Espíritu Santo. El bautismo de San Juan era mejor que el de los judíos, porque no consistía en la observancia de las purificaciones corporales, sino que exhortaba a convertirse del vicio a la virtud. Pero era de menos valor que el nuestro, porque ni concedía la gracia del Espíritu Santo, ni el perdón que se obtiene por la gracia. Pero Jesucristo no fue bautizado ni con el bautismo de los judíos ni con el nuestro -porque ni necesitaba el perdón de los pecados, ni su carne, que había sido concebida desde el principio por el Espíritu Santo, tenía necesidad de él- pero fue bautizado con el bautismo de San Juan, para que comprendamos, por la naturaleza misma de este bautismo, que no fue bautizado porque hubiera cometido alguna culpa, ni tampoco porque necesitase el don del Espíritu Santo. Dice el evangelista: "Bautizado y estando en oración", para que se comprenda que una vez recibido el bautismo, es muy conveniente orar.
 
Beda
Porque aunque en el bautismo todos los pecados se perdonan, todavía la fragilidad de la carne no queda fortalecida, porque, cuando pasado el mar Rojo nos felicitamos por la inmersión de los egipcios, nos encontramos con otros enemigos en el desierto de la vida mundana, a los que debemos vencer con nuestro esfuerzo por la gracia de Cristo, hasta que lleguemos a la patria celestial.
 
San Juan Crisóstomo
Dice, pues: "Se abrió el cielo", como si hasta entonces hubiera estado cerrado. El redil del cielo y el de la tierra ya se habían reunido, y habiendo un sólo pastor de todas estas ovejas, el cielo se abrió, y el hombre terreno se juntó con los ángeles.
 
Beda
No se abrió el cielo entonces para Aquél cuyos ojos veían el interior de los cielos; pero allí se manifiesta la virtud del bautismo, del cual cuando cada uno sale encuentra que se abre para él la puerta del reino de los cielos, y mientras que la carne inocente es bañada con las aguas frías, se extingue el fuego de la espada que nos amenazaba en otro tiempo.
 
San Juan Crisóstomo
Bajó el Espíritu Santo sobre Jesucristo, porque era como el principio de nuestra especie para estar primero en El, el cual no lo recibió para sí, sino para nosotros. De donde prosigue: "Y bajó sobre El el Espíritu Santo", etc. No se crea que lo recibió porque no lo tenía, porque El mismo, como Dios, lo enviaba del cielo, y a la vez como hombre lo recibía en la tierra. Así voló desde El hasta El, es decir, desde su divinidad hasta su humanidad.
 
San Agustín, de Trinitate 5, 26
Es un gran absurdo suponer que recibiese el Espíritu Santo cuando ya tenía treinta años. Llegó al bautismo sin pecado, pero no sin el Espíritu Santo. Porque si de San Juan ha escrito San Lucas, "que fue lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su Madre" ( Lc 1,15), ¿qué debemos creer de Jesucristo, cuya concepción, según la carne, no fue carnal, sino espiritual? Ahora, pues, se ha dignado figurar su cuerpo, esto es, su Iglesia, en la cual los bautizados espiritualmente reciben el Espíritu Santo.
 
San Juan Crisóstomo
Este bautismo tenía algo de antiguo a la vez que aparecía como nuevo; lo primero, porque lo recibía de un profeta, y lo último por la venida del Espíritu Santo.
 
San Ambrosio
Con razón se presentó el Espíritu Santo en forma de paloma, porque no es visible en la sustancia de su divinidad. Observaremos el misterio de mostrarse en figura de paloma. La gracia del bautismo exige la sencillez, para que seamos sencillos como la paloma; la gracia del bautismo requiere la paz, la que llevó representada la paloma en la rama de oliva al arca, que sola fue la que quedó libre del diluvio.
 
san Juan Crisóstomo
Ahora, para expresar la mansedumbre del maestro, aparece en forma de paloma; mientras que en Pentecostés se presenta en forma de fuego, para representar la pena. Cuando convenía perdonar los pecados, era necesaria la mansedumbre; pero cuando hemos alcanzado la gracia, sólo queda el tiempo del examen y del juicio.
 
San Cipriano, ecclesie unitate
La paloma es un animal sencillo y alegre, no tiene hiel amarga, no hace daño con sus picadas, ni hieren sus uñas, gusta de vivir entre los hombres, conocen la unión de una sola casa, cuando engendra sus hijos está siempre con ellos, cuando se desplazan permanecen juntas, llevan su vida en comunidad, conocen la concordia con el beso de la paz, y cumplen en todo con la ley que prescribe la unión.
 
San Juan Crisóstomo
Jesucristo también aun desde su nacimiento se había dado a conocer por medio de muchas profecías, pero como no quisieron entenderlas, habiéndose ocultado algún tiempo se vuelve a manifestar de una manera más clara por otro principio. Pues la estrella lo había revelado ya en el cielo, mas en las aguas del Jordán el Espíritu Santo desciende sobre El en forma de paloma y al Padre lo proclama haciendo resonar su voz sobre la cabeza de aquel que era bautizado; de donde sigue: "Se oyó una voz del cielo: Tú eres mi Hijo amado", etc.
 
San Ambrosio
Hemos visto al Espíritu Santo, pero bajo una forma corporal; y el Padre, a quien no podemos ver, oigámoslo. El Padre es invisible y el Hijo es invisible según la divinidad; mas quiso darse a conocer en el cuerpo, y como el Padre no tenía cuerpo, por eso quiso enseñarnos que El estaba presente en el Hijo, diciendo: "Tú eres mi hijo".
 
San Atanasio
La Sagrada Escritura emplea el nombre de Hijo en dos sentidos. Uno como se dice en el Evangelio: "Les dio potestad de convertirse en hijos de Dios" ( Jn 1,12); el otro, según el cual Isaac es hijo de Abraham. Jesucristo, pues, no se llama simplemente Hijo de Dios sino con adición de artículo, para que comprendamos que sólo El es el que en realidad y según la naturaleza es Hijo, por lo cual se llama unigénito. Pues si se llamase hijo en el sentido absurdo de Arrio, como los que consiguen este nombre por gracia, en nada parecería diferenciarse de nosotros. Resta, pues, el segundo sentido, el cual consiste en decir que Cristo es Hijo de Dios, como Isaac es hijo de Abraham. El que es engendrado por otro naturalmente y no toma su origen de afuera, es hijo por naturaleza. Pero se dice: ¿Por ventura la natividad del Hijo es pasible como la del hombre? De ningún modo; sino que Dios, siendo indivisible, es Padre del Hijo de una manera impasible; por lo que se dice: "Verbo del Padre"; porque ni el verbo humano se produce pasiblemente; y siendo simple la naturaleza divina, es Padre de un solo Hijo, y por esto añade: "Amado".
 
Crisóstomo
Cuando alguno tiene un solo hijo, lo ama mucho más; pero si es padre de muchos, su afecto se debilita dividiéndose.
 
San Atanasio
Habiendo anunciado antes el profeta las promesas de Dios, diciendo: "Enviaré a Cristo mi Hijo", ahora a orillas del Jordán, como cumplido ya lo prometido, añade: "En ti me he complacido".
 
Beda
Como diciendo: He constituido en ti mis complacencias, es decir, cumpliré por medio de Ti lo que me place.
 
San Gregorio Magno, Homiliae in Hiezechihelem prophetam, 8
O de otro modo, todo el que arrepentido corrige algunas cosas que hizo, por lo mismo que se arrepiente, indica que le han desagradado, porque enmienda lo que hizo; así el Padre Omnipotente habló de los pecadores, a manera de los hombres, diciendo ( Gén 6,7): "Me arrepiento de haber hecho al hombre"; como si se hubiese desagradado a sí mismo en los pecadores que creó. Así es que sólo en Cristo se ha complacido, porque sólo en El no halló culpa, en la que como arrepintiéndose se reprenda.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,14
Lo que dice San Mateo: "Este es mi hijo" ( Mt 3,17), y San Lucas: "Tú eres mi hijo amado"; tiene el mismo sentido. En efecto, la voz del cielo dijo una de estas cosas, pero San Mateo quiso demostrar que lo que se ha dicho: "Este es mi Hijo" tenía el mismo valor para indicar, especialmente a los oyentes, que El era el Hijo de Dios. No se dirigía a Cristo lo que ya sabía; sino que oían los que estaban presentes, para quienes también fue hecha la misma voz.
   
23-38
Y el mismo Jesús comenzaba a ser como de treinta años; hijo, según se creía, de José, que lo fue de Helí, que lo fue de Mattat, que lo fue de Leví, que lo fue de Melkí, que lo fue de Janái, que lo fue de José, que lo fue de Mattatías, que lo fue de Amós, que lo fue de Nahúm, que lo fue de Eslí, que lo fue de Nangay, que lo fue de Maaz, que lo fue de Mattatías, que lo fue de Semeín, que lo fue de Joséc, que lo fue de Jodá, que lo fue de Joanán, que lo fue de Resá, que lo fue de Zorobabel, que lo fue de Salatiel, que lo fue de Nerí, que lo fue de Melkí, que lo fue de Addí, que lo fue de Cosam, que lo fue de Elmadam, que lo fue de Er, que lo fue de Jesús, que lo fue de Eliezer, que lo fue de Jorim, que lo fue de Matat, que lo fue de Leví, que lo fue de Simeón, que lo fue de Judá, que lo fue de José, que lo fue de Jonam, que lo fue de Eliaquim, que lo fue de Meleá, que lo fue de Menná, que lo fue de Mattatá, que lo fue de Natán, que lo fue de David, que lo fue de Jesé, que lo fue de Obed, que lo fue de Booz, que lo fue de Sala, que lo fue de Naassón, que lo fue de Aminadab, que lo fue de Aram, que lo fue de Esrom, que lo fue de Fares, que lo fue de Judá, que lo fue de Jacob, que lo fue de Isaac, que lo fue de Abraham, que lo fue de Tara, que lo fue de Najor, que lo fue de Serug, que lo fue de Ragáu, que lo fue de Falek, que lo fue de Eber, que lo fue de Sala, que lo fue de Cainam, que lo fue de Arfaxad, que lo fue de Sem, que lo fue de Noé, que lo fue de Lámek, que lo fue de Matusalén, que lo fue de Henoc, que lo fue de Járet, que lo fue de Maleleel, que lo fue de Cainam, que lo fue de Enós, que lo fue de Set, que lo fue de Adam, que lo fue de Dios. (vv. 23-38)
 
Orígenes, in Lucam, 28
Después de haber dicho que el Señor fue bautizado, expone su genealogía, no descendiendo de los superiores a los inferiores, sino subiendo desde Jesucristo hasta Dios; por lo que dice: "Y el mismo Jesús comenzaba", etc. Se dice que empezó entonces, cuando fue bautizado y recibió el misterio de la segunda generación, a fin de que tú destruyas también la primera natividad, y nazcas en la segunda generación.
 
San Gregorio Nacianceno, Orat. in sanct. lavacr
Debemos considerar quién es el que fue bautizado, por quién y cuándo. Fue bautizado por Juan el que estaba puro, y cuando ya había empezado a hacer milagros; para que de ahí aprendamos a purificarnos, a abrazar la verdad y a predicar con la perfección de la edad espiritual y corporal. La primera de estas lecciones se dirige a aquellos que reciben el bautismo, y no se preservan por medio de las buenas costumbres, pues, aunque la gracia del bautismo perdona los pecados, hay que temer la vuelta al mismo vómito. La segunda se dijo a los que se levantan contra los dispensadores del misterio, que los aventajan en dignidad. La tercera es para aquellos que, jóvenes y presuntuosos, creen que no hay edad requerida para la predicación y la doctrina. Se purifica Jesús, y tú menosprecias la purificación; es purificado por Juan, y tú te levantas contra el que te aconseja; tiene treinta años, y tú en la adolescencia enseñas a los ancianos. Citáronse los ejemplos de Daniel y otros semejantes, porque el culpable está siempre dispuesto a responder. Mas lo que raras veces acontece no es ley de la Iglesia; así como una sola golondrina no establece primavera.
 
San Juan Crisóstomo
O acaso, para cumplir toda la ley, aguardaba aquella edad que es capaz de todos los pecados, a fin de que no se dijese que destruía la ley quien no podía cumplirla.
 
Griego
Por esta razón viene Jesús a bautizarse cuando tiene treinta años, con el fin de manifestar que la regeneración espiritual produce hombres perfectos, según la edad espiritual.
 
Beda
También puede decirse que la edad de treinta años 1, en la que fue bautizado el Salvador, insinuó también un misterio del bautismo; a saber: a causa de la fe en la Trinidad y el cumplimiento de los preceptos del Decálogo.
 
San Gregorio Nacianceno, Orat. in sanct. lavacr
Sin embargo, el niño debe bautizarse cuando la necesidad lo exija, porque es más útil santificarse sin sentirlo, que morir privados de ese signo. Pero se dirá: Jesucristo fue bautizado cuando tenía treinta años, siendo así que era Dios, y tú mandas que se anticipe el bautismo. Cuando dijiste Dios, has resuelto la dificultad. No le era necesario recibir el bautismo, pero tú que naciste en la corrupción te expones a una expiación grande, si mueres sin estar cubierto con el vestido de la incorrupción. Sin duda que es bueno guardar la limpieza del bautismo, pero vale más exponerse a mancharse algo que a ser enteramente privado de la gracia.
 
San Cirilo
Aun cuando Jesucristo carece de padre según la carne, algunos sospechaban que tenía padre; por lo cual prosigue: "Hijo, según se creía de José".
 
San Ambrosio, in Lucam, 3
Bien se dice "como se creía", porque en realidad no lo era; y se creía porque María lo había engendrado, (la que estaba desposada con José). ¿Cómo es que se describe la genealogía de José con preferencia a la de María (siendo así que María había engendrado a Jesús por obra del Espíritu Santo, y San José no tiene parte en la generación del Señor)? Podríamos dudar sobre esto, si la Sagrada Escritura no nos enseñase la preferencia que siempre da a la genealogía del marido, y especialmente aquí en que la genealogía de José y de María vienen a ser una sola, porque siendo José un varón justo, tomó ciertamente mujer de su propia tribu y de su misma patria. Y así en tiempo del célebre empadronamiento, subió San José, de la casa y de la familia de David, para empadronarse con su esposa María. La que desciende de la misma familia y de la misma patria viene a empadronarse, y da a entender de una manera clara que pertenece a la misma tribu y a la misma familia, de quien desciende su consorte. Por lo que explicando la generación de José el evangelista añade: "Que fue de Helí". Observaremos que San Mateo refiere a Jacob (que fue padre de José) que era hijo de Natán, y San Lucas dijo que José (con quien estaba desposada María) era hijo de Helí. ¿Cómo puede decirse que uno solo tiene dos padres, como pudieron serlo Helí y Jacob?
 
San Gregorio Nacianceno
Dicen algunos que solamente hay una sucesión desde David hasta José, pero que se expone con diversos nombres por cada uno de los evangelistas. Pero esto lo dicen de un modo absurdo, porque el principio de esta genealogía se encuentra en los dos hermanos, que son Natán y Salomón, de donde descendieron diferentes generaciones.
 
San Eusebio Cesarea, Historia Ecclesiastica, 1,6
Penetremos más en la inteligencia de estas palabras. Si habiendo afirmado San Mateo que José es hijo de Jacob, San Lucas afirma que es hijo de Helí, en ello podía haber alguna dificultad. Mas como afirmando San Mateo, San Lucas declara la opinión de muchos, no la propia, diciendo: "Según se pensaba", me parece que en esto no queda duda alguna. En efecto, había diversas opiniones entre los judíos acerca de Jesucristo, y todos decían que venía de David según las promesas que le habían sido hechas. La mayor parte decía que el Cristo descendería de David por medio de Salomón y de los otros reyes. Algunos se separaban de esta opinión, porque de ciertos reyes se refieren cosas enormes, y porque de Jeconías dijo Jeremías ( Is 22) que de su descendencia ninguno se sentaría en el trono de David; cuya opinión menciona San Lucas, sabiendo que San Mateo refiere la verdad de la genealogía tal y como es. Y esta es la razón primera. Hay otra más profunda. San Mateo, como empieza su Evangelio escribiendo desde antes de la concepción de María y el nacimiento de Jesús según la carne, pone desde luego antes, como en toda historia, la genealogía según la carne, además sigue la genealogía descendiendo de los mayores, porque el Verbo de Dios, al tomar carne, descendía. San Lucas, por el contrario, parte de la regeneración por el Bautismo, y recorre otra sucesión de mayores, subiendo de los últimos a los primeros; omite los pecadores que San Mateo había nombrado (porque todo el que renace en Dios se hace extraño a sus mayores culpables, para ser hijo de Dios), y menciona a aquellos que habían vivido honestamente según Dios. Así se dice a Abraham: "Tú marcharás a tus padres" ( Gén 15,15), no a tus padres según la carne, sino a tus padres en Dios, por la semejanza de su bondad. Así atribuye al que nace en Dios los mayores que son padres según Dios por la conformidad de la vida.
 
San Agustín, de quaestiones Novi et Veteri Testamenti, 56
O de otro modo, Mateo desciende a José de David por Salomón. Por el contrario, Lucas parte de Helí, que vivió en tiempo del Salvador, y sube por la descendencia de Natán hijo de David, y junta en una misma tribu a Helí y José, manifestando que uno y otro proceden de un mismo origen; y que así el Salvador es hijo no solamente de José, sino también de Helí. Por la misma razón que el Salvador se dice hijo de José, también se dice que es hijo de Helí y de todos los demás que pertenecen a la misma tribu. De aquí que dice el apóstol: "Cuyos padres, y de quienes es Cristo según la carne" ( Rom 9,15).
 
San Agustín, de quaestiones evangeliorum, 2,5
Tres hipótesis pueden formarse sobre este pasaje del Evangelio. O un evangelista nombró al padre de José y otro su abuelo materno o alguno de los parientes mayores, o el uno era padre natural de José y otro por adopción, o según la costumbre de los judíos, cuando uno moría sin tener hijo, su pariente más cercano podía casarse con su viuda, cuyo primer hijo debía considerarse como el sucesor del que había muerto.
 
San Ambrosio
Se dice que Natán, (que descendía de Salomón) engendró a su hijo Jacob, y murió sobreviviéndole su mujer; la cual tomó Melchi por esposa, de la que nació Helí. Además Jacob, habiendo muerto Helí, su hermano, sin hijos, se casó con la mujer de él, y engendró a su hijo José, el cual, según la ley debía llamarse Jacob, porque la semilla del hermano difunto reponía la generación, según ordenaba la ley antigua.
 
Beda
O de otro modo, Jacob, tomando por mandato de la ley a la mujer de su hermano Helí, muerto sin hijos, engendró a José, hijo suyo según la naturaleza, pero, según la ley, hijo de Helí.
 
San Agustín, de questiones Novi et Veteri Testamenti, 2,3
Es muy probable que San Lucas haya contado el origen de adopción, porque no quiso decir que José había sido engendrado por aquel de quien había dicho que era hijo. Más fácilmente se dijo hijo de aquel por quien había sido adoptado, que se diría engendrado por aquél, de cuya carne no había nacido. Cuando dice San Mateo: "Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob" ( Mt 1,2), y continuando con esta palabra engendró, hasta que dice el último: "Jacob engendró a José" ( Mt 1,16), claramente expresa que habla de aquella paternidad y de aquel origen, por el cual José fue engendrado, no adoptado. Y aun cuando San Lucas hubiese dicho que San José descendía de Helí, ni aun así debe turbarnos la frase, porque puede muy bien decirse que el que adopta un hijo lo engendra, no con la carne, sino con la caridad. Con razón San Lucas tomó el origen según la adopción, porque creyendo en el Hijo de Dios, nos hacemos hijos de Dios por adopción, mientras que por la generación carnal el Hijo de Dios se hizo Hijo del hombre por nosotros.
 
San Juan Crisóstomo, in epistula ad Romam, 31
Como esta parte de Evangelio se compone de una serie de nombres, creen algunos que ninguna enseñanza preciosa se encuentra en ella. Para no caer en error, profundicemos el pasaje, porque de esos nombres se puede sacar un rico tesoro, puesto que son el emblema de muchas cosas; pues recuerdan la divina clemencia y las acciones de gracias de las mujeres, que, después de haber impetrado hijos, les imponían el nombre del don que habían recibido.
 
Glosa
Helí quiere decir Dios mío o el que sube; el nombre de Mathat, significa el que perdona pecados; Leví quiere decir añadido.
 
San Ambrosio
San Lucas nos podía nombrar muchos de los hijos de Jacob, para no aparecer divagando en una serie extraña a su genealogía. Sin embargo, no quiso omitir nombres antiguos de patriarcas, aunque en otros muy posteriores, como los de José, Judas, Simeón y Leví, que expresan cuatro géneros de virtudes. Judas es la figura profética del misterio de la pasión del Señor; José representa la santidad; Simeón el castigo del pudor ultrajado, y Leví el ministerio sacerdotal; y sigue: Que fue de Melchí, esto es, mi rey; de Janna, esto es diestra; de José, esto es, que acrece (éste fue otro José); de Matatías, esto es, don de Dios; de Amós, esto es, que carga o cargó; de Nanen, esto es ayúdame; de Nagge, esto es, mediodía o meridiano; de Mahath, esto es, deseo; de Mathathías, como arriba; de Semeí, esto es obediente; de José, esto es, aumento; de Judas, esto es, creyente; de Joanna, esto es, gracia de Dios, misericordia de Dios; de Resa, esto es, misericordioso; de Zorobabel, esto es, príncipe o maestro de Babilonia; de Salathiel, esto es, Dios mi petición; de Neri, esto es, antorcha mía; de Melchi, esto es, mi reino; de Addí, esto es, robusto o violento; de Cosan, esto es, previsor; de Her, esto es, vigilante, vigilia; de Jesús, esto es, Salvador; de Eliezer, esto es, Dios mi ayuda; de Joarim, esto es, Dios que exalta o exaltando; de Mathat como arriba; de Leví, como arriba; de Simeón, esto es, oyó la tristeza o el signo; de Judas, como arriba; de José, como arriba; de Joná, esto es, paloma o doliente; de Eliachim, esto es, resurrección de Dios; de Melcha, esto es, su rey; de Menna, esto es, mis entrañas; de Mathathias, esto es, don; de Natán, esto es, dio o dando.
 
San Ambrosio
Natán es el símbolo de la dignidad profética. Así vemos prefigurados los diversos géneros de virtudes en cada uno de los mayores de Jesucristo, el cual las reúne todas.
Sigue: "Que fue de David".
 
Orígenes, in Lucam, 28
El Señor, descendiendo al mundo, aceptó la condición de todos los pecadores, y quiso nacer de la estirpe de Salomón (como refiere San Mateo), cuyos pecados están escritos, y de los otros, de los cuales muchos obraron mal delante de Dios. Mas cuando asciende del bautismo, después de su segundo nacimiento (como refiere San Lucas), no nace por Salomón sino por Natán, el cual arguye al padre sobre la muerte de Urías y el nacimiento de Salomón.
 
San Agustín, retractationum libri, 1,28
Conviene advertir que fue un profeta del mismo nombre el que reprendió a David, para que no se piense que fue el mismo hombre, habiendo sido otro.
 
San Gregorio Nacianceno
A partir de David, la marcha de la genealogía es la misma según los dos evangelistas, por lo que sigue: "Que fue de Jessé".
 
Glosa
David se interpreta mano fuerte, Jessé incienso. Sigue: que fue de Obed, que significa servidumbre; que fue de Booz, que significa fuerte; que fue de Salmón, que es sensible o pacífico; de Naasson que es augurio o serpentino; de Aminadab, esto es, pueblo voluntario; de Aram, que es derecho o excelso; de Esrón, esto es, saeta; de Jares, que es división; de Judas, esto es, que confiesa, de Jacob, que es suplantador; de Isaac, que es risa o gozo; de Abraham, que es padre de muchas gentes o que ve pueblo.
 
San Juan Crisóstomo, in Matthaeum, 1
San Mateo, como que escribía para los judíos, no se propuso decir más que Cristo descendía de Abraham y de David, porque esto agradaba sobremanera a los judíos. San Lucas, por el contrario (como quien habla para todos), prosigue su relación hasta Adán, de donde sigue: "Que fue de Tharé".
 
Glosa
Que se interpreta exploración o nequicia; que fue de Nachor, que es descansó la luz; que fue de Larug, que es correa o quien tiene las riendas o perfección; de Ragan, que es enfermo o que apacienta; de Phares, que es el que divide o dividido; de Heber, que es tránsito; de Sale, que es el que quita; de Cainan, que es lamentación o posesión de ellos.
 
Beda
Según el texto hebreo, el nombre y la generación de Cainán no se encuentran ni en el Génesis ni en las palabras de los días, pero se dice que Arphaxad fue el padre inmediato de Selaa (o Salé). Sabed, pues, que Lucas tomó esta generación de la Septuaginta, donde está escrito que Arphaxad, de edad de 135 años, engendró a Cainan, y que éste engendró a Selaa, a la edad de ciento treinta años.
Sigue: "Que fue de Arphaxad".
 
Glosa
Que significa que repara la devastación; que fue de Sem, que es nombre o nombrado; que fue de Noé, que es descanso.
 
San Ambrosio
El nombre del justo Noé no debía omitirse en las genealogías del Señor, a fin de que, desde su nacimiento, se viese que el fundador de la Iglesia había antes enviado un mayor de su raza para fundarla bajo la figura del arca. Que fue de Lamech.
 
Glosa
Que significa humillado o que hiere o herido o humilde; que fue de Mathusalém, que es emisión de la muerte o que es muerte y preguntó.
 
San Ambrosio
Los años de este patriarca se cuentan antes del diluvio, para que se vea que así como Cristo es el único, cuya vida no siente edad alguna, así también aparezca que no sintió el diluvio en sus mayores. Que fue de Enoch. Este es un indicio manifiesto de la santidad del Señor y su divinidad. Puesto que el Señor no sintió la muerte y subió al cielo, como este antepasado de su raza fue arrebatado al cielo. De este modo se ve con claridad que Cristo pudo no morir, pero que lo quiso para que su muerte nos aprovechase. Mas aquél fue arrebatado para que la malicia no mudase su corazón; pero el Señor (a quien la malicia del mundo no podía mudar) volvió con la majestad de su grandeza al punto de donde había venido.
 
Beda
Subiendo el hijo de Dios bautizado hasta Dios el Padre, pone bien en el grado septuagésimo a Enoch, el cual, evitada la muerte, fue trasladado al Paraíso; a fin de significar que aquéllos que son regenerados por agua y del Espíritu Santo en la gracia de la adopción de los hijos (después de la disolución del cuerpo) llegarán un día al eterno descanso. A causa del sábado, que es el día séptimo, el número setenta significa el reposo de aquellos que, con la ayuda de la gracia de Dios, observaron el Decálogo de la ley.
 
Glosa
Enoch significa dedicación; que fue de Jared, que es descendiente o continente; que fue de Malaleel, que es alabado de Dios o que alaba a Dios; que fue de Cainan, como arriba; que fue de Enós, esto es, hombre o que desespera o violento; que fue de Seth, que es posición o puso.
 
San Ambrosio
Seth, último hijo de Adán, se nombra para significar (en figura) las dos generaciones de pueblo, y que Cristo debe contarse en la segunda generación más bien que en la primera.
Prosigue: "Que fue de Adam".
 
Glosa
Que significa hombre, o terreno, o indigente; que fue de Dios.
 
San Ambrosio
¿Qué cosa más bella pudo acordar que empezar la santa genealogía por el Hijo de Dios y conducirla hasta el hijo de Dios? Creado primero en figura, nace después en verdad; hecho antes a su imagen, desciende por El la imagen de Dios a la tierra. También creyó San Lucas que debía referir el origen de Cristo a Dios, porque Dios es el verdadero generador de Cristo, o porque es su Padre, según la verdadera genealogía, o porque, según la regeneración del bautismo, El es el autor del don místico; y por eso no escribió desde luego su genealogía, sino después de haber explicado su bautismo, para mostrarlo Hijo de Dios (según la naturaleza y según la gracia). Además, ¿qué signo más evidente de su divina generación que esto, que hace decir al Padre, antes de escribir su genealogía: "Tú eres mi Hijo amado"?
 
San Agustín, de cons. Evang., lib. 2, cap. 4
Bastante demostró con esto que, al llamar a José hijo de Helí, no quiso decir engendrado sino adoptado por él; así como llamó a Adán hijo de Dios, no por generación, puesto que fue creado, sino porque fue constituido por gracia (que después perdió pecando) como hijo en el Paraíso.
 
Teofilacto
Termina también la genealogía en Dios, para que sepamos que Cristo elevará a los padres intermediarios hasta Dios y los hará sus hijos; y para que igualmente se creyese que la generación de Cristo se verificó sin concurso de hombre, como si dijese: Si no creéis que el segundo Adán fue formado sin cooperación de hombre, venid al primer Adán, y hallaréis que Dios le formó de la tierra.
 
San Agustín, de cons. Evang., lib. 2, cap. 4
San Mateo quiso representar al Señor descendiendo a nuestra mortalidad, por eso refiere las generaciones, en el principio de su Evangelio, descendiendo desde Abraham hasta Cristo. San Lucas, por el contrario, no cuenta las generaciones desde el principio, sino desde el bautismo de Cristo; y no descendiendo, sino ascendiendo. En fin, para designar mejor al Pontífice que ha de borrar los pecados, parte del lugar en que San Juan da testimonio, diciendo: "He aquí el que quita los pecados del mundo" ( Jn 1,29), y subiendo llega hasta Dios, con quien, limpios y purificados, nos reconciliamos.
 
San Ambrosio
Los evangelistas que siguieron el orden antiguo, no por eso discrepan de los otros. No hay que admirarse si en San Lucas se ven más generaciones, desde Abraham hasta Cristo, que en San Mateo, puesto que se concuerda en que no han seguido la generación por las mismas personas. Pudo suceder que unos hayan tenido larga vida, mientras que los de la otra genealogía hayan muerto jóvenes; del mismo modo que vemos ancianos vivir con sus nietos, al paso que otros mueren apenas tienen hijos.
 
San Agustín, de quaest. Evang., lib. 2, quaest. 6
Muy convenientemente San Lucas, comenzando desde el bautismo del Señor, cuenta setenta y siete personas, ascendiendo en su genealogía; pues así expresó nuestra ascensión hacia Dios, con quien nos reconciliamos por la remisión de los pecados, porque el bautismo remite todos los pecados que se significan por ese número. En efecto, once veces siete son setenta y siete. En el número diez está la perfección de la bienaventuranza; de donde es claro que la trasgresión de la decena representa el pecado, que por soberbia desea tener más. El número siete veces significa que esta trasgresión viene de la acción del hombre, porque el número tres significa la parte inmaterial del hombre, y el número cuatro el cuerpo. Sin embargo, la acción no se expresa en los números, cuando decimos uno, dos, tres, sino cuando decimos una vez, dos veces, tres veces; y así once veces siete expresa que la trasgresión viene de la acción del hombre.
 
Notas
1. O tres décadas.