CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO |
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23-24 - 25-28 - 29-37 - 38-42 | |
01-02 |
Después de esto señaló el
Señor también otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante
de sí a toda ciudad y lugar, a donde El había de venir. Y les decía:
"La mies ciertamente es mucha, mas los trabajadores son pocos. Rogad,
pues, al Señor de la mies, que envíe trabajadores a ella". (vv. 1-2)
San Cirilo
Había dicho el Señor, por medio de sus
profetas, que la predicación del Evangelio no sólo se extendería a
todos los pueblos de Israel, sino también a todos los gentiles. Por
esto el Señor no sólo escogió doce apóstoles, sino que instituyó
también otros setenta y dos. Por lo que se dice: "Y después de esto
señaló el Señor también otros setenta y dos", etc.
Beda
Oportunamente fueron enviados setenta y
dos, porque había de predicarse el Evangelio a otras tantas naciones
en el mundo. Y así como antes había escogido doce, a causa de las doce
tribus de Israel, así ahora éstos son escogidos para enseñar a las
gentes de fuera.
San Agustín,
de quaest. evang. 2, 14
Como en el espacio de veinticuatro horas
la luz recorre e lumina todo el mundo, así la función de ilustrar al
universo por el misterio de la Trinidad se confía a setenta y dos
discípulos, porque veinticuatro repetido tres veces hace setenta y
dos.
Beda
Así como no hay quien dude que los doce
apóstoles representaban a los obispos, así estos setenta y dos fueron
la figura de los presbíteros (esto es, los sacerdotes de segundo
orden). Sin embargo, en los primeros siglos de la Iglesia (como se
sabe por tradición apostólica), unos y otros se llaman obispos y
presbíteros; el uno significa madurez de sabiduría, y el otro cuidado
del cargo pastoral.
San Cirilo
Esto ya lo había prefigurado Moisés,
eligiendo setenta por orden de Dios ( Núm
11), a quienes Dios infundía su divino Espíritu. También se dice en el
libro de los Números ( Núm 33), que los hijos
de Israel vinieron a Elim (que quiere decir ascenso), y encontraron
allí doce fuentes de agua viva y setenta palmeras. Aspirando nosotros
así al ascenso espiritual, encontraremos doce fuentes (esto es, los
santos apóstoles, de quienes sacamos la ciencia de la salvación, como
de la fuente del Salvador), y setenta palmeras, es decir, éstos que
ahora son destinados por Cristo. Es la palmera un árbol de buena
médula, profunda raíz, fértil, y que siempre se cría junto a las
aguas; es también alta y extiende hacia arriba sus ramas.
Prosigue: "Y los envió de dos en dos".
San Gregorio,
hom. 17, in Evang
Los mandó así, porque dos son los
preceptos de la caridad: el amor de Dios y el del prójimo; y entre
menos de dos no puede haber caridad. Esto nos indica que, quien no
tiene caridad con sus hermanos, no debe tomar el cargo de predicador.
Orígenes
Así como los doce apóstoles fueron
nombrados de dos en dos, como en el catálogo de ellos demuestra San
Mateo, así que sirviesen también de dos en dos a la palabra de Dios
parece que es antiguo. Sacó el Señor a Israel de Egipto por medio de
Moisés y Aarón ( Ex 12); Josué y Caleph,
unidos, apaciguaron al pueblo sublevado por doce exploradores (
Núm 13;14). Por lo que se dice: "Un hermano
ayudado por otro es como una ciudad fortificada" (
Prov 18,19).
San Basilio
También dio a entender aquí que, si
algunos son iguales en dones espirituales, esto no dejará que
prevalezca en ellos la pasión de la opinión propia.
San Gregorio in Evang.
hom. 17
Se añade muy oportunamente: "Delante de
El, a toda ciudad y lugar, a donde El había de venir". El Señor sigue
a sus predicadores. La predicación prepara y entonces el Señor viene a
vivir en nuestra alma, cuando preceden las palabras de la exhortación
y la verdad se recibe así en la mente. Por esto dice Isaías a los
predicadores ( Is 40,3): "Preparad los
caminos del Señor, enderezad las sendas que a El conducen".
Teofilato
El Señor había designado discípulos a
causa de la multitud que necesitaba de instructores. Porque así como
nuestros campos, cuando están espigados, necesitan muchos espigadores,
así los que habían de creer, como eran innumerables, necesitaban de
muchos doctores. Por lo que sigue: "La mies ciertamente es mucha".
Crisóstomos
Y ¿cómo llama mies a lo que aún no ha
nacido? Todavía no ha arado, ni ha abierto surcos y ya habla de las
mieses. Podían, pues, los discípulos vacilar, meditar entre sí y
decir: ¿Cómo será posible que nosotros, tan pocos en número, podamos
convertir a todo el mundo; los sencillos a los sofistas, los desnudos
a los vestidos, los súbditos a los que dominan? Para que no se
turbasen con la reflexión de todo esto, llama al Evangelio mies, como
diciendo: Todo está preparado. Os envío a la recolección ya preparada
de frutos; en el mismo día podéis sembrar y coger. Así como el colono
disfruta viendo el estado de sus mieses, así vosotros debéis salir
mucho más contentos al mundo; porque ésta es la mies y yo os presento
los campos ya preparados.
San Gregorio ut sup
Pero no sin tristeza podemos decir lo que
sigue: "Los trabajadores son pocos". Porque, aun cuando hay muchos que
oyen, hay muy pocos que predican. El mundo está lleno de sacerdotes,
pero en la siega del Señor son pocos los que se ocupan, pues aceptamos
el cargo sacerdotal pero no cumplimos los deberes de este cargo.
Beda
Así como la abundancia de mies es toda la
turba de los creyentes, así los pocos operarios son los apóstoles y
los imitadores de ellos, que son enviados a la mies.
San Cirilo
Como los campos dilatados exigen mayor
número de trabajadores, así la multitud de los que habían de creer en
Cristo. Por lo que prosigue: "Rogad, pues, al Señor de la mies, que
envíe trabajadores a su mies". Obsérvese que cuando dijo: "Rogad al
Señor de la mies que envíe trabajadores a su mies", los envió El
después. Luego El es el Señor de la mies, y por El y con El Dios Padre
lo domina todo.
Crisóstomo,
hom. 33, in Matth
Después los multiplicó, no añadiendo al
número, sino dándoles poder. Insinúa que es un gran don que se envíen
operarios a la mies divina, por eso dice que debe rogarse al Señor de
la mies.
San Gregorio,
in Evang. hom. 17
Por esto debe invitarse a los súbditos a
que rueguen por sus pastores para que trabajen dignamente y su lengua
no cese de exhortar. Muchas veces la lengua de los predicadores se
restringe por su indignidad; pero otra gran culpa de los súbditos es
que se retire la palabra de la predicación a quienes los gobiernan.
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03-04 |
"Id: he aquí que yo os
envío, como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja,
ni calzado, ni saludéis a nadie por el camino". (vv. 3-4)
San Cirilo
Dice San Lucas a continuación que los
setenta discípulos aprendieron de Cristo la erudición apostólica, la
modestia, la inocencia, la equidad. Aprendieron a no preferir cosa
alguna del mundo a las santas predicaciones y a aspirar de tal modo a
la fortaleza del alma que no temiesen ningún terror, ni la misma
muerte. Por lo que dice: "Id".
Crisóstomo,
in Mat. hom. 34
La virtud del que los enviaba era su
consuelo en todos los peligros. Por ello dice: "He aquí que yo os
envío". Como si dijese: Esto basta para vuestro consuelo, esto es
suficiente para esperar y no temer los males que puedan sobrevenir; lo
que significa cuando añade: "Como corderos entre lobos".
Isidoro Abad
Dando a conocer la sencillez y la
inocencia de los discípulos, pues no llama corderos, sino cabritos, a
los que son irascibles e injurian a la naturaleza con sus excesos.
San Ambrosio
Son contrarios entre sí estos animales,
por lo que son devorados unos por otros, esto es, los corderos por los
lobos. Pero el buen Pastor no quiere que su rebaño tema a los lobos.
Por tanto, estos discípulos no fueron enviados como presa, sino a
extender la gracia; pues la solicitud del buen Pastor hace que los
lobos nada puedan emprender contra los corderos. Luego envía a los
corderos entre los lobos para que se realizara aquella profecía:
"Entonces los lobos y los corderos se apacentarán juntos" (
Is 65,25).
Crisóstomo hom. 14
Esto fue indicio manifiesto del gran
triunfo, que, estando los discípulos rodeados de enemigos, como los
corderos lo están de los lobos, sin embargo los convirtiesen.
Beda
O llama especialmente lobos a los escribas
y a los fariseos, que son los sacerdotes de los judíos.
San Ambrosio
O los herejes se deben comparar a los
lobos, pues los lobos son fieras que acechan los rediles y merodean
cerca de las casas de los pastores. No se atreven a penetrar en ellas,
pero exploran el sueño de los perros y aprovechan la ausencia o la
torpeza de los pastores para acometer a la garganta de las ovejas y
ahogarlas inmediatamente. Son fieros, rapaces, rígidos de cuerpo por
naturaleza, de modo que no pueden retornar fácilmente. Son llevados
por cierto ímpetu propio y por eso se les burla muchas veces. Si ven
antes a algún hombre, el instinto natural los lleva a ahogar su voz;
pero si el hombre los ve a ellos antes, temen ser rechazados. Así los
herejes asedian los rediles de Jesucristo. Aúllan junto a las casas de
noche, porque es siempre de noche para los pérfidos, que oscurecen la
luz de Cristo con las nubes de sus falsas interpretaciones. Sin
embargo, no se atreven a penetrar en los rediles de Cristo y por ello
no son sanados como aquel que fue curado en el establo, cuando cayó en
manos de los ladrones. Acechan en ausencia de los pastores, porque
estando ellos presentes, no se atreven a acometer a las ovejas de
Cristo. Son duros y rígidos por su mala intención, y no acostumbran
dejar sus propios errores, a quienes Cristo, verdadero intérprete de
la Sagrada Escritura, burla, para que en vano derramen sus ímpetus y
no puedan dañar. Si previenen a alguno con los artificios de su
disputa, lo hacen enmudecer; pues mudo es el que no confiesa la
palabra de Dios con la gloria que le es propia. Guárdate, pues, de que
el hereje te quite la voz, si no le sorprendes primero, porque serpea
mientras su perfidia está oculta. Mas si conoces las ficciones de su
impiedad, no tendrás que temer la pérdida de la voz piadosa. Invaden
la garganta y hieren los órganos vitales mientras atentan contra el
alma. Si oyes también que alguno se dice sacerdote y conoces su
rapiñas, quede claro que es oveja en el exterior y lobo por dentro,
que desea satisfacer su rabia con crueldad insaciable de matanza
humana.
San Gregorio,
hom. 17, in Evang
Muchos hay que cuando reciben el cargo de
pastores se enardecen para desgarrar a sus súbditos y hacerles sentir
el terror de su poder. Y como no tienen entrañas de caridad, quieren
mostrarse señores y no se reconocen padres, mudando la humildad en
orgullo de dominación. Contra todo lo cual debemos considerar que
somos enviados como corderos en medio de los lobos, para que guardando
el candor de la inocencia, evitemos la mordedura de la malicia. El que
se dedica a predicar no debe hacer mal, sino sufrirle; y si el celo de
la justicia exige que alguna vez proceda contra sus súbditos, debe
amar interiormente a aquellos que castiga y parece perseguir
exteriormente. Entonces el pastor aparecerá como tal, cuando no pone
su alma bajo el pesado yugo de la codicia terrena. Por lo que sigue:
"No llevéis bolsa, ni alforja".
San Gregorio Nacianceno
Orat. 1
El resumen de todo esto es que deben ser
tan virtuosos, que el Evangelio se propague no menos por el modelo de
su vida que por su palabra.
San Gregorio,
ut sup
Tanta debe ser la confianza que el
predicador ha de tener en Dios que, aunque no tenga lo necesario para
vivir, no debe fijarse siquiera en si esto le falta, no sea que,
mientras se ocupa en las cosas de la tierra, no cuide del bien eterno
de los demás.
San Cirilo
Así, pues, había mandado no tener cuidado
de su misma persona, cuando dijo: "Os envío como corderos entre
lobos". Ni concedió tampoco que anduviesen solícitos acerca de las
cosas extrínsecas para el cuerpo, cuando dijo: "No llevéis bolsa, ni
alforja". Ni aún les permitió llevar algo de lo que no está unido al
cuerpo. Por lo que añade: "Ni calzado". No les prohibió solamente que
llevasen bolsa y alforja, sino también todo cuidado o distracción, aún
para saludar al que encontrasen; por lo que añade: "Ni saludéis a
ninguno en el camino". Lo que antes dijo también Eliseo. Como si
dijera: "Id rectos a vuestra obra, sin cambiar saludos", porque es un
daño emplear en vano el tiempo de la predicación, a excepción de las
cosas necesarias.
San Ambrosio
No prohibió esto el Señor porque le
desagradasen las obras de benevolencia, sino porque le agradaba más la
intención de proseguir su obra.
San Gregorio Nacianceno
Les mandó también esto el Señor en honor a
la palabra; para que no pareciese que podían ser ya accesibles a las
adulaciones, quiso que no se cuidasen de las palabras ajenas.
San Gregorio ut sup
Si se quiere considerar esto como una
alegoría, diremos también que el dinero encerrado en la bolsa
representa la sabiduría oculta. El que tiene la sabiduría y no quiere
hacer participante de ella a su prójimo, la tiene como encerrada en un
saco. Por alforja se entienden los cuidados de la vida; por el
calzado, los ejemplos de las obras de los muertos. El que toma, pues,
a su cargo la predicación, no debe cuidarse de las cosas mundanas; no
sea que, preocupándose demasiado por ellas, no pueda elevarse a la
predicación de la celestial doctrina. Ni debe fijarse tampoco en los
ejemplos de las obras de los necios, para que no crea proteger sus
actos con pieles muertas, y que, viendo a los otros obrar así, piense
que puede hacer lo mismo.
San Ambrosio
El Señor nos quiere desprender de todo lo
terreno; por esto mandó a Moisés que se descalzase, cuando había de
enviarle a libertar a su pueblo ( Ex 3). Mas
si alguno desea saber por qué se mandó a los israelitas que comiesen
el cordero de pie y con el calzado puesto, al salir de Egipto (
Ex 12), mientras que a los apóstoles se les
manda ir a predicar el Evangelio sin calzado, ha de considerar que el
que está en Egipto debe temer todavía la mordedura de la serpiente,
porque el veneno abunda en Egipto; y el que celebra la Pascua
figurativa puede ser herido, mientras que el ministro de la verdad no
teme los venenos.
San Gregorio
Todo el que saluda en el camino saluda por
la ocasión del viaje, no por el celo de desear la salud. Aquel, pues,
que predica, no por amor de la vida eterna, sino por la ambición de
los premios que pueden ofrecerle los oyentes, se parece al que saluda
en el camino, porque desea la salvación a los oyentes con ocasión, no
con intención.
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05-12 |
"En cualquier casa que
entréis, primeramente decid: Paz sea a esta casa: y si hubiere allí
hijo de paz, reposará sobre él vuestra paz, y si no, se volverá a
vosotros. Y permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que
tengan: porque el trabajador es digno de su salario. No paséis de casa
en casa. Y en cualquier ciudad en que entrareis, y os recibieren,
comed lo que os pusieren delante; y curad a los enfermos que en ella
hubiere, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios. Mas
si en la ciudad en que entrareis no os recibieren, saliendo por sus
plazas, decid: Hasta el polvo, que se nos ha pegado de vuestra ciudad,
sacudimos contra vosotros; sabed, no obstante, que se ha acercado el
reino de Dios. Os digo que en aquel día habrá menos rigor para Sodoma,
que para aquella ciudad". (vv. 5-12)
Crisóstomo in Epis. ad
Col. 3
La paz es la madre de todos los bienes;
sin ella todos los demás bienes son inútiles. Por ello el Señor mandó
a sus discípulos que cuando entrasen en alguna casa, inmediatamente
invocasen la paz sobre ella, como señal de los demás beneficios que
venían a traer, diciéndoles: "En cualquier casa que entrareis,
primeramente decid: paz sea a esta casa".
San Ambrosio
Esto es, debemos anunciar la paz y
procurar que se celebre nuestra entrada con la bendición de la paz.
Crisóstomo,
in Epis. ad Col. 3 et in Sal. 124
Por esto el Pontífice le da a la Iglesia
diciendo: "La paz sea con vosotros". Los santos imploran la paz, no
sólo la que existe entre los hombres, sino la que debe existir dentro
de nosotros mismos. Porque muchas veces llevamos la guerra en nuestro
corazón, nos afligimos sin que nadie nos ofenda y se levantan contra
nosotros los malos deseos.
Tito Bostrense
Dice, pues: "Paz sea a esta casa". Esto
es, a los que habitan en esta casa. Como diciendo: Hablad a todos, a
los grandes y los pequeños; sin embargo, vuestro saludo no será
dirigido a los indignos. Por lo que sigue: "Y si hubiese allí hijo de
paz, reposará sobre él vuestra paz". Como diciendo: Vosotros
pronunciaréis la palabra y Yo aplicaré la paz al que juzgue digno de
ella. Y si no hubiere ninguno digno, no seréis defraudados, ni se
perderá la gracia de vuestras palabras, sino que volverá a vosotros.
Por eso añade: "Y si no se volverá a vosotros".
San Gregorio
La paz que se ofrece por el predicador, o
descansa en la casa, si en ella hay algúno que esté presto para oírla
y sigue la palabra celestial que oye; o si ninguno quiere oírla, el
predicador no quedará sin fruto, porque la paz volverá sobre él, como
una recompensa que el Señor le da por el trabajo de su obra. Mas si se
recibe nuestra paz, entonces somos acreedores a que se nos recompense
por aquéllos a quienes facilitamos el camino de la gloria. Por lo que
prosigue: "Y permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que
tengan". He aquí que El mismo, que prohibió llevar bolsas y alforjas,
nos permite percibir estipendio y alimentos por la predicación.
Crisóstomo ut sup
Mas para que alguno no diga: "Consumo mis
bienes preparando la mesa a los forasteros", primero hace que aquél al
entrar te ofrezca el don de la paz, al cual nada iguala, para que
sepas que recibes más de lo que das.
Tito Bostrense
O de otro modo: Puesto que no estáis
constituidos jueces de los que son dignos o indignos, comed y bebed lo
que os ofrezcan y dejadme a mi el examen de los que os reciben; a no
ser que conozcáis que allí no hay hijo de paz, porque entonces tal vez
debéis retroceder.
Teofilato
Ved cómo ordenó a sus discípulos que
pidiesen limosna y que tuviesen su alimento por salario; pues se
añade: "Porque el trabajador es digno de su salario".
San Gregorio in Evang.
hom. 17
Los alimentos que sustentan al obrero son
ya una parte de su salario, de suerte que aquí se empiece la gracia
del trabajo de la predicación, que se completa allí con la visión de
la verdad. En lo que debe considerarse que se ofrecen dos premios a
nuestro trabajo: uno en esta vida, que nos sustenta en el trabajo;
otro en la patria, que nos remunera en la resurrección. La recompensa
que en esta vida se recibe debe alentarnos para merecer con más
seguridad la otra. El verdadero predicador no debe predicar con el fin
de recibir la recompensa de esta vida, sino recibir la recompensa para
poder predicar. Todo el que predica con el solo fin de la alabanza o
de la recompensa de este mundo, se priva de la del cielo.
San Ambrosio
Se añade otra virtud: no andar de casa en
casa con vaga facilidad; pues sigue: "No paséis de casa en casa". Esto
es, que seamos constantes en la hospitalidad y no disolvamos
fácilmente los vínculos de la amistad.
Beda
Después de haber hablado de cómo deben
portarse sus discípulos en las casas, pasa ahora a enseñarles cómo
deben portarse en las ciudades. A saber, comunicar en todo con los
piadosos y apartarse enteramente de la sociedad de los impíos. Por lo
que prosigue: "Y en cualquier ciudad en que entrareis y os recibieren,
comed lo que os pusieren delante".
Teofilato
Aún cuando sea poco y vil lo que allí se
encuentre, no pidáis más. Díceles también que, obrando milagros,
atraigan a los hombres a sus predicaciones. Por lo que añade: "Y curad
los enfermos que en ella hubiere, y decidles: Se ha acercado a
vosotros el reino de Dios". Porque si curáis primero y después
enseñáis, vuestra predicación producirá sus frutos y los hombres
creerán que se aproxima el reino de los cielos, pues no se curarían si
esto no lo hiciese alguna virtud divina. Además, cuando se curan en
cuanto al alma, se acerca a ellos el reino de Dios, el cual está lejos
de aquél a quien domina el pecado.
Crisóstomo,
in Mat. hom. 33
Observa la dignidad de los apóstoles. No
se les advierte que lleven cosa alguna material como a Moisés y a los
profetas (esto es, bienes terrenos), sino cosas nuevas y admirables,
esto es, el reino de los cielos.
San Máximo
Dice "se acercó", no para demostrar la
brevedad del tiempo, porque el reino de Dios no viene con advertencia;
sino que demuestra la disposición de los hombres para recibir el reino
de Dios, el cual está en potencia en todos los que creen, y en acto en
los que desprecian la vida corporal y eligen sólo la espiritual. Estos
son los que pueden decir: "No soy yo quien vivo, sino Cristo que vive
en mí" ( Gál 2,20).
San Ambrosio
Después les dice que deben sacudir el
polvo de sus pies, cuando en alguna ciudad crean que no se les quiere
recibir, diciéndoles: "Mas en la ciudad en que entrareis, si no os
recibieren, sacudid el polvo", etc.
Beda
O para hacer constar el trabajo físico,
que vanamente se tomaron por ellos, o para demostrar que hasta tal
punto no buscan nada terreno de ellos, que ni el polvo de su tierra
quieren que se les pegue. O por los pies se significa el trabajo y la
marcha de la predicación, y el polvo que los cubre representa la
ligereza de los pensamientos terrenos, de la cual no se ven libres ni
aún los más grandes doctores. Aquellos, pues, que despreciaren la
doctrina, los trabajos y los peligros de los que les enseñan, se
exponen al testimonio de su condenación.
Orígenes
Sacudiendo contra ellos el polvo, les
dicen en cierto modo: "El polvo de vuestros pecados con razón vendrá
sobre vosotros". Y obsérvese que todas aquellas ciudades que no
reciben a los apóstoles, ni su celestial doctrina, tienen plazas,
según estas palabras: "Ancho es el camino que conduce a la perdición"
( Mt 7,13).
Teofilato
Y así como a los que reciben a los
apóstoles se dice que se acerca el reino de Dios para su beneficio,
así se dice para perjuicio de los que no los reciban. Por esto añade:
"Esto no obstante, sabed que se os acerca el reino de Dios". Como
sucede cuando viene un rey a una ciudad, que viene para bien de unos y
para mal de otros. Por lo que tratando de su castigo, añade: "Os digo,
en verdad, que en aquel día habrá menos rigor para Sodoma", etc.
Eusebio
Porque en la ciudad de Sodoma los ángeles
no carecieron de hospitalidad, sino que Loth fue considerado como
digno de recibirlos ( Gén 19)
1. Si,
pues, a la llegada de los discípulos, no hay uno siquiera en la ciudad
que los reciba, ¿cómo no será peor que la ciudad de Sodoma? Este
lenguaje les enseñaba a abrazar con confianza la regla de la pobreza,
pues no podía existir ciudad, villa ni aldea, sin algún habitante
amigo de Dios. Ni Sodoma subsistiría, no hallándose en ella Loth; por
eso, apenas la abandonó, pereció toda de repente.
Beda
Los sodomitas mismos, aunque fueron
hospitalarios en medio de los desórdenes de la carne y del alma, sin
embargo, no se hallaron entre ellos huéspedes como los apóstoles; pues
aunque Loth era justo en su proceder y en su trato (
2Pe 2,3), no se dice que hubiera enseñado ni obrado prodigios.
Notas
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13-16 |
"¡Ay de ti, Corazin! ¡Ay
de ti, Betsaida! porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los
milagros que se han hecho entre vosotros, tiempo ha que sentados en
cilicio y ceniza hubiesen hecho penitencia. Por eso para Tiro y Sidón
habrá en el juicio menos rigor que para vosotros. Y tú, Cafarnaúm,
ensalzada hasta el cielo, hasta el infierno serás sumergida. Quien a
vosotros oye, a mí me oye, y quien a vosotros desprecia, a mí me
desprecia. Y el que a mí me desprecia, desprecia a Aquel que me
envió". (vv. 13-16)
San Ambrosio
Enseña el Señor que serán dignos de mayor
castigo los que no reciben el Evangelio que aquellos que creyeron que
debía quebrantarse la ley. Por eso dijo: "Ay de ti, Corozaim; ay de ti
Betsaida!"
Beda
Corozaim, Betsaida y Cafarnaúm, y también
Tiberias, a la cual nombra San Juan, son ciudades de Galilea, situadas
a las orillas del lago de Genezareth, que los evangelistas llaman mar
de Galilea o de Tiberíades. Se lamentaba el Señor de que estas
ciudades no hiciesen penitencia después de tantos milagros y
predicaciones, y que fuesen peores que los gentiles que sólo violaron
la ley natural; porque, después de haber despreciado la ley escrita,
no temieron despreciar también al Hijo de Dios y su gloria. Por lo que
prosigue: "Porque si en Tiro y en Sidón se hubiesen hecho los milagros
que se han hecho entre vosotros, tiempo ha que sentados en cilicio y
ceniza hubiesen hecho penitencia", etc. En cilicio, que tejido de pelo
de cabra, significa la áspera memoria del pecado que punza; en ceniza,
representando la consideración de la muerte (por la que nos reducimos
a polvo); además "sentados" significa la humildad de la conciencia.
Hoy vemos realizada la profecía del Señor, porque Corozaim y Betsaida
no creyeron en El, aun cuando estuvo presente; mientras que Tiro y
Sidón, aliadas de David y de Salomón en otro tiempo (
1Re 5), creyeron después a los discípulos de
Cristo, que las evangelizaron.
Crisóstomo in Mat. hom.
38
Deplora el Señor estas ciudades para
nuestro ejemplo, porque la efusión de lágrimas y los gemidos tristes
sobre los que padecen insensibilidad de dolor, no es pequeño antídoto
para la corrección de los pacientes y para el consuelo de los que
lloran sobre ellos. No sólo los invita a obrar bien por medio del
llanto, sino también por el terror. Por lo que sigue: "Por eso para
Tiro y Sidón habrá menos rigor", etc. También nosotros debemos oír
esto, porque el juicio más riguroso no será sólo para aquellas
ciudades, sino también para nosotros, si no recibimos a los huéspedes
que vienen a nosotros, a quienes manda también que sacudan el polvo en
este caso. Además, como el Señor había hecho muchos milagros en
Cafarnaúm y lo habían tenido como habitante, parecía elevada sobre las
demás ciudades; pero por su incredulidad cayó en las ruinas. Por esto
sigue: "Y tú, Cafarnaúm, ensalzada hasta el cielo, hasta el infierno
serás sumergida". Esto es, para que tu castigo sea proporcionado a tu
elevación.
Beda
Esta sentencia tiene dos sentidos. O bien
serás sumergida hasta el infierno porque resististe soberbiamente a mi
predilección, elevándote así por el orgullo hasta el cielo; o porque
exaltada hasta el cielo por mi residencia y mis milagros, serás
castigada con mayores suplicios, porque tampoco quisiste creer a esos
signos. Y para que no se creyese que esta repulsa sólo se dirigía a
las ciudades o personas que habiendo visto al Señor en su carne le
despreciaron, y no a todos los que hoy desprecian también la doctrina
del Evangelio, añade diciendo: "El que a vosotros oye, a mí me oye".
San Cirilo
Por medio de esto nos enseña que todo lo
que nos dicen los apóstoles debe aceptarse, porque quien los oye, a
Cristo oye. Inevitable castigo amenaza, pues, a los herejes, que
menosprecian las predicaciones de los apóstoles; y por ello sigue: "Y
el que os desprecia, a mí me desprecia".
Beda
A saber, que para que se comprenda que,
oyendo o despreciando la predicación del Evangelio, no se oye o
desprecia a unas personas cualesquiera, sino al Señor Salvador, y aún
al mismo Padre. Prosigue: "Y el que a mí me desprecia, desprecia a
Aquél que me envió", etc. Porque en el discípulo se oye al Maestro y
en el Hijo se honra al Padre.
San Agustín,
De verb. Dom., serm. 24
Si, pues, la palabra de Dios llegó hasta
vosotros y os constituyó en ese lugar, cuidad de no despreciarnos,
para que no llegue a El lo que con nosotros hagáis.
Beda
Puede también entenderse así: "El que a
vosotros desprecia, a mí me desprecia" ( Mt
25). Esto es, el que no hace misericordia a uno de mis hermanos más
pequeños, no me la hace a mí; y el que me desprecia (no queriendo
creer en el Hijo de Dios), desprecia a Aquel que me envió; porque el
Padre y Yo somos uno ( Jn 10,30).
Tito Bostrense
También consuela en esto a sus discípulos,
como diciéndoles: No digáis: ¿Por qué vamos a sufrir afrentas? Moderad
la lengua; Yo doy la gracia, en mí recae vuestra afrenta.
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17-20 |
Y volvieron los setenta y
dos con gozo, diciendo: "Señor, hasta los demonios se nos sujetan en
tu nombre". Y les dijo: "Veía a Satanás que caía del cielo como un
relámpago: Ved que os he dado potestad de pisar sobre serpientes y
escorpiones, y sobre todo el poder del enemigo, y nada os dañará; mas
en esto no os gocéis, porque los espíritus os están sujetos; mas
gozaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos". (vv.
17-20)
San Cirilo
Antes se ha dicho que el Señor envió a sus
discípulos revestidos con la gracia del Espíritu Santo y que,
constituidos ministros de la predicación, recibieron poder para
dominar los espíritus inmundos. Ahora, cuando vuelven, confiesan el
poder del que los ha honrado. Por lo que dice: "Volvieron los setenta
y dos con gozo, diciendo: Señor, hasta los demonios se nos sujetan en
tu nombre". ¡Parece que se alegraban más porque habían hecho milagros,
que por haber sido destinados a la predicación! Mejor se hubieran
alegrado en aquellos que hubieran convertido, como decía San Pablo a
los llamados por él ( Flp 4,1): "Vosotros
sois mi gozo y mi corona".
San Gregorio,
Moralium 24, 7 super Job 32, 8
El Señor reprendió admirablemente el
orgullo en el corazón de sus discípulos, recordándoles la perdición
del maestro de la soberbia, para que en el autor de la soberbia
aprendiesen lo que debían temer de ese vicio. De donde sigue: "Veía a
Satanás que caía del cielo como un relámpago".
San Basilio in homen.
quod Deus non sit auctor mali
Se llama satanás porque es enemigo de todo
lo bueno (esto significa en hebreo), y se llama diablo porque coopera
con nosotros al mal y después es nuestro acusador
1. Su
naturaleza es incorpórea y habita en el aire.
Beda
No dice, pues: veo ahora; sino veía antes,
cuando cayó. En cuanto dice: Como un relámpago, o significa la caída
del cielo a los abismos, o bien que, después de su caída, se
transforma todavía en ángel de luz.
Tito Bostrense
Dice que lo vio El, como juez que conoce
los movimientos de los seres incorpóreos. Dice también como un
relámpago, porque por naturaleza era refulgente como el relámpago,
pero se hizo tenebroso como el pecado, porque lo que Dios hizo bueno,
él lo alteró en malo.
San Basilio,
adversus Eunomium, lib. 3
Las virtudes de los cielos no son santas
por naturaleza, sino que, según la analogía del amor divino, reciben
la medida de santificación. Y así como el hierro, puesto al fuego, no
deja de ser hierro, pero por la vehemencia del fuego, tanto por el
efecto como por el aspecto, se transforma en él; así las virtudes
celestes tienen injerta la santificación por participación de aquel
que es santo por naturaleza. Satanás no hubiera caído si por
naturaleza hubiese sido incapaz de lo malo.
San Cirilo
O de otro modo: Veía a Satanás que caía
del cielo como un relámpago; esto es, desde la virtud más perfecta,
hasta la debilidad más extrema. Porque antes de la venida del Salvador
había sometido todo el mundo a su dominio, era adorado por todos. Pero
desde que el Divino Verbo bajó del cielo, cayó como un relámpago,
porque es pisoteado por los que adoran a Cristo. Por lo que sigue:
"Veis que os he dado poder para pisar sobre serpientes", etc.
Tito Bostrense
Alguna vez serpientes figurativas mordían
a los judíos en el desierto y los mataban, porque eran infieles (
Núm 21); mas he aquí que vino la serpiente de
metal crucificada a matar a aquellas serpientes, para que, si alguno
la mira con fe, se libre de las mordeduras y se salve.
Crisóstomo
Después, para que no creyésemos que esto
se decía de las bestias, añadió: "Y sobre todo el poder del enemigo".
Beda
Esto es, de expulsar de los cuerpos de los
poseídos todo género de espíritus inmundos. Y en cuanto a ellos,
añade: "Y nada os dañará". Aunque también se puede tomar a la letra,
porque San Pablo, acometido por una víbora, no sufrió daño alguno (
Hch 28), y San Juan no se perjudicó (en su
vida) con el veneno que tomó. Hay además, según creo, esta diferencia
entre las serpientes que dañan con la boca y los escorpiones que
hieren con la cola. Las serpientes que atacan abiertamente y los
escorpiones que acechan a escondidas, significan ya a los hombres, ya
a los demonios. O las serpientes representan a los que se oponen a las
virtudes nacientes con el veneno de su persecución, y los escorpiones
a los que intentan viciar al fin las virtudes ya consumadas.
Teofilato
O serpientes son los que dañan
visiblemente, como el demonio de la fornicación y del homicidio; mas
los que dañan invisiblemente, como sucede con los vicios espirituales,
se llaman escorpiones.
San Gregorio Niceno ex
homilis in Cant
La voluptuosidad se llama serpiente en la
Escritura, porque tal es la naturaleza de la serpiente que si su
cabeza llega a la rendija de un muro, atrae a sí todo el resto del
cuerpo. Así la naturaleza concedió al hombre el domicilio necesario,
pero la voluptuosidad, tocando el alma por esta necesidad, la atrae a
cierto lujo inmoderado. Esto trae la subsiguiente avaricia, a la que
sigue la impureza, esto es, el último miembro y cola de la
bestialidad. Mas así como no se retrae a la serpiente por la cola, así
no se debe empezar por las últimas para arrancar las pasiones, sino
cerrar la primera entrada a la malicia.
San Atanasio,
in serm de Passione et Cruce
Los niños triunfan ahora, por la virtud de
Cristo, de la sensualidad que en otro tiempo seducía a los ancianos; y
perseveran vírgenes hollando con los pies las falacias de la serpiente
sensual. Y aun algunos, hollando el tormento, esto es, la muerte del
escorpión (o sea del diablo), no temieron el suplicio; hechos mártires
de Cristo, la mayor parte despreciaron las cosas de la tierra y
habitan en el cielo sin temor al príncipe del aire.
Tito Bostrense
Mas como la alegría con que los veía
satisfechos sabía a vanidad, pues se alegraban de haber sido elevados
hasta hacerse temibles a los demonios y a los hombres, añade el Señor:
"Mas en esto no gocéis, porque los espíritus os están sujetos", etc.
Beda
Se les prohibe, siendo carnales, alegrarse
porque sujetan a los demonios. Porque arrojar los espíritus, así como
obrar otros prodigios, no siempre procede del mérito del que obra,
sino que la invocación del nombre de Cristo hace esto para condenación
de aquellos que lo invocan o para la utilidad de aquellos que ven y
oyen.
San Cirilo
Pero Señor, ¿por qué no dejas que se
alegren en los honores que concedes, cuando está escrito: "En tu
nombre se alegrarán todo el día?" ( Sal
88,17). Es que el Señor quiere elevarlos a un gozo mayor; por lo que
dice: "Mas gozaos de que vuestros nombres están escritos en los
cielos".
Beda
Como diciendo: No os conviene alegraros de
la humillación de los demonios, sino de vuestra exaltación. Debe
entenderse, pues, que si alguno ejecuta buenas obras, ya sean
terrenas, ya celestiales, queda anotado como con caracteres y fijo en
la memoria de Dios eternamente.
Teofilato
Los nombres de los santos escritos están
en el libro de la vida, no con tinta sino en la memoria y en la gracia
de Dios. El diablo cae de lo alto, pero los hombres, viviendo abajo,
son inscritos arriba en el cielo.
San Basilio,
in Isaías cap. 4
Algunos hay también que se inscriben, no
en el libro de la vida, sino según Jeremías ( Jer
17,13), en la tierra, para que, según esto, se entienda que hay una
doble inscripción: de éstos para la vida, mas de aquéllos para la
perdición. En cuanto a lo que se dice: "Bórrense del libro de la vida"
( Sal 68,29), entiéndese de aquéllos que eran
considerados como dignos de ser inscritos en el libro del Señor y de
quienes dice la Escritura que son borrados cuando caen de la virtud en
el pecado; por el contrario son inscritos cuando se convierten del
pecado a la virtud.
Notas
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21-22 |
En aquella misma hora se
regocijó en el Espíritu Santo y dijo: "Doy a ti loor, Padre, Señor del
cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas a los sabios y a
los entendidos, y las has revelado a los pequeñitos. Así es, Padre,
porque así ha sido de tu agrado. Todas las cosas me son entregadas por
mi Padre; y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, ni quién es el
Padre, sino el Hijo, y aquél a quien lo quiere revelar el Hijo". (vv.
21-22)
Teofilato
Así como un buen padre se alegra de ver
bien dirigidos los hijos, así se regocija Cristo porque los apóstoles
se han hecho dignos de tantos bienes. Por lo que sigue: "En aquella
misma hora", etc.
San Cirilo
Vio la adquisición de muchos (o la
sumisión de muchos a la fe) por la operación del Espíritu que había
dado a los santos apóstoles. Por eso dice que se alegró en el Espíritu
Santo; esto es, en los efectos que provienen del Espíritu Santo. Como
amante de los hombres, consideraba como motivo de alegría la
conversión de los pecadores, y de ella da gracias; por lo que sigue:
"Confieso delante de ti, Padre".
Beda
La confesión no siempre significa
penitencia, sino también acción de gracias, como leemos muchas veces
en los Salmos.
San Cirilo
He aquí -dicen aquellos cuyos corazones
están pervertidos o que tienen instinto perverso- que el Hijo da
gracias al Padre como menor. ¿Pero qué impide que el Hijo, siendo
consustancial al Padre, alabe a su Progenitor, que ha salvado al mundo
por su mediación? Y si crees, porque le da gracias, que el Hijo es
menor, observa que le llama su Padre y Señor del cielo y de la tierra.
Tito Bostrense
Todo lo demás fue creado de la nada por
Cristo; pero sólo El es engendrado incomprensiblemente por el Padre,
quien es Padre de solo el Unigénito como verdadero Hijo, por lo que
sólo al Padre dice: "Confieso a ti, Señor Padre", esto es, te
glorifico. Y no te admire que el Hijo glorifique al Padre, como las
cosas que fueron hechas y los ángeles son gloria del Creador; mas como
estas cosas son muy pequeñas respecto de la grandeza de El, sólo el
Hijo (porque como Dios es igual al Padre) glorifica perfectamente al
Padre.
San Atanasio
Además vemos al Salvador manifestarse
muchas veces como hombre, porque la divinidad unió a sí la humanidad;
no desconozcas, sin embargo, a Dios por el régimen del cuerpo. Mas
¿qué responden los que quieren que haya subsistencia del mal,
formándose un Dios diferente del verdadero Padre de Cristo? Dicen que
es ingénito, creador del mal, príncipe de la injusticia y fabricador
de la máquina del mundo. Pero dice el Señor, aprobando la palabra de
Moisés: "Confieso a ti, Padre, Señor del cielo y de la tierra".
San Epifanio
El Evangelio que escribió Marción, decía:
"Te repito las gracias, Señor del cielo", callando lo que se dice: "y
de la tierra", y lo que sigue: "Padre", para que no se entienda que
Cristo llama Padre al Creador del cielo y de la tierra.
San Ambrosio
Finalmente, descubre el celestial
misterio, por el cual plugo a Dios revelar su gracia a los pequeños,
más bien que a los prudentes de este mundo. Por lo que sigue: "Porque
escondiste estas cosas a los sabios y entendidos".
Teofilato
Puede referirse esto de los sabios a los
fariseos y a los escribas que eran los intérpretes de la ley; y lo de
los prudentes, a aquellos que eran instruidos por los escribas. Así
sabio se llama al que enseña y prudente al que aprende. El Señor llama
párvulos a sus discípulos, porque los eligió, no de entre los doctores
de la ley, sino de entre la plebe y los pescadores; los cuales se
llaman párvulos, porque no son malévolos.
San Ambrosio
O por párvulos debemos entender aquí el
que no sabe ensalzarse, ni aparentar la habilidad de su prudencia con
palabras rebuscadas, como hacen la mayor parte de los fariseos.
Beda
Da, pues, gracias de haber revelado los
misterios de su advenimiento a los apóstoles, como párvulos, mientras
que los escribas y fariseos, que se creían sabios y se miraban como
prudentes, los ignoraron.
Teofilato
Quedan ocultos los misterios para aquellos
que se creen sabios y no lo son; porque, si lo fuesen, también se les
descubrirían.
Beda
A los sabios y a los prudentes no les
opuso ignorantes e imbéciles, sino párvulos (esto es, humildes), para
demostrar que condenaba la vanidad, no la penetración.
Orígenes
El sentimiento de lo que falta se hace
preparación de la perfección que sobreviene. Pues todo el que no
conoce que carece del verdadero bien y se satisface con apariencias,
se priva del bien verdadero.
Crisóstomo in Mat. hom.
39
No se alegra y da gracias porque ocultaba
los misterios a los escribas y fariseos (esto en verdad no era motivo
de alegría, sino de tristeza); sino que da gracias porque los pequeños
conocieron lo que los sabios habían ignorado. Por esto da gracias al
Padre, con quien hace El esto a la vez, demostrando la excesiva
caridad con que nos amó. Manifiesta también a continuación que la
causa de esto es su voluntad y la del Padre, quien hacía todo esto por
voluntad propia. Prosigue: "Así es, Padre, porque así ha sido de tu
agrado".
San Gregorio in Moral.
25. cap. 13
En estas palabras nos da ejemplo admirable
de humildad, para que no presumamos censurar temerariamente los
eternos decretos acerca de la vocación de unos y de la repulsión de
otros, pues no puede considerarse como injusto lo que agrada al justo.
Así, pues, en todas las cosas que se ejecutan exteriormente, la causa
de la razón manifiesta es la justicia de la voluntad oculta.
Crisóstomo,
hom. 39, in Matth
Después de haber dicho: "Yo te doy
gracias, porque revelaste estas cosas a los pequeñuelos", para que no
se creyese que Cristo, privado de esta virtud, no podría hacer esto,
añadió: "Todas las cosas me son entregadas por mi Padre".
San Atanasio
No entendiendo bien esto los sectarios de
Arrio, deliran contra el Señor, diciendo: Si se le han dado todas las
cosas (esto es, el dominio de las criaturas), hubo un tiempo en que no
las tenía, y así no es consustancial al Padre. Porque, si lo fuese, no
hubiera necesitado recibir; pero de esto resultaría más patente su
demencia. En efecto, si antes de recibirlas no tenía criaturas el
Verbo, ¿cómo se salvará aquella sentencia: "Todas las cosas subsisten
en El" ( Col 1,17). Además, si le fueron
dadas todas las criaturas al mismo tiempo que fueron creadas, no había
necesidad de dárselas, porque "por El fueron hechas todas" (
Jn 7). No se trata aquí, como ellos piensan,
del dominio de las criaturas, sino más bien de la obra de la
encarnación, porque, después que el hombre pecó, se trastornaron todas
las cosas, y el Verbo se hizo carne para restaurarlas todas. Luego le
fueron dadas todas las cosas, no porque careciese de poder, sino para
que, como Salvador, las enmiende todas; para que así como por el Verbo
todo fue creado en el principio, así el Verbo, hecho carne, lo
restaure todo en El.
Beda
O dice que le han sido entregadas todas
las cosas, es decir, no los elementos del mundo, sino aquellos
párvulos a quienes el Padre reveló por el Espíritu los misterios del
Hijo y de la salvación, de los cuales se regocijó al hablar aquí.
San Ambrosio
O cuando lees: "Todas las cosas", lo
reconoces omnipotente, no menor al Padre; y cuando lees "dadas",
confiesas al Hijo, a quien pertenecen todas las cosas por derecho de
su naturaleza consustancial, no por donación o gracia.
San Cirilo,
in Thesauro
Después de haber dicho que el Padre le
había dado todas las cosas, se eleva a su propia gloria y excelencia,
demostrando que el Padre no lo supera en nada; por lo que añade: "Y
ninguno conoce quién es el Hijo sino el Padre", etc. La capacidad de
la criatura no puede comprender el modo de la sustancia divina, que
supera a toda inteligencia, ni su hermosura, que está sobre toda
concepción; pero la naturaleza divina conoce en sí misma lo que es. Y
así el Padre, por lo que es, conoce al Hijo; y el Hijo, por lo que es,
conoce al Padre, sin que intervenga diferencia alguna en cuanto a la
naturaleza de la divinidad. Nosotros creemos que es Dios; mas lo que
es en su naturaleza es incomprensible. Si, pues, el Hijo es creado,
¿cómo El sólo conocería al Padre?; o ¿cómo sólo lo conocería el Padre?
Porque conocer la naturaleza divina es imposible a toda criatura; pero
conocer la naturaleza de las cosas creadas, (cómo son) no excede los
límites de la sana inteligencia, aun cuando supere a la nuestra.
San Atanasio
Habiendo dicho esto el Señor, ya no cabe
duda alguna que los arrianos se le oponen cuando dicen que el Hijo no
ve al Padre. Pero se demuestra la demencia de ellos cuando dicen que
el Verbo no se conoce a sí mismo, siendo así que da conocimiento a
todos de quién es El y quién es el Padre. Prosigue, pues: "Y aquel a
quien lo quisiere revelar el Hijo".
Tito Bostrense
Revelación es la comunicación de una
noticia, según la proporción de la naturaleza y virtudes de cada uno.
Donde la naturaleza es semejante, allí hay conocimiento sin enseñanza;
pero aquí abajo la enseñanza es por revelación.
Orígenes
Como Verbo quiere revelar, no sin razón y
con justicia, que conoce dignamente el tiempo de revelar y la medida
de la revelación. Revela, removiendo el velo puesto al corazón (2Cor
3) y las tinieblas que lo ocultan ( Sal 17).
Mas como los disidentes piensan establecer de esto su dogma impío, a
saber, que el Padre de Jesús era desconocido a los santos antiguos,
debe decírseles que estas palabras: "Y aquel a quien lo quisiere
revelar el Hijo", no sólo se refieren al tiempo posterior a aquél en
que el Salvador dijo esto, sino también al tiempo pasado. Y si no
quieren admitir el pretérito del verbo revelar, debe decírseles que
conocer no es lo mismo que creer; a unos se les da por el Espíritu la
ciencia, a otros la fe en el mismo Espíritu ( 1Cor
12,8-9). Eran, pues, primero creyentes, no conocedores.
San Ambrosio
Para que sepas que así como el Hijo revela
al Padre a quienes quiere, también el Padre revela el Hijo a quienes
le place. Oye al Señor que dice: "Bienaventurado eres Simón, hijo de
Juan, porque la carne y la sangre no te ha revelado eso, sino mi Padre
que está en los cielos ( Mt 16,17)".
|
23-24 |
Y volviéndose hacia sus
discípulos, dijo: "Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros
veis. Porque os digo, que muchos Profetas y Reyes quisieron ver lo que
vosotros veis, y no lo vieron: y oír lo que oís, y no lo oyeron". (vv.
23-24)
Teofilato
Como antes había dicho: "Nadie conoce lo
que es el Padre, sino sólo el Hijo, y aquél a quien el Hijo quiere
revelarlo", llama ahora bienaventurados a sus discípulos, a quienes el
Padre se da a conocer por su mediación. Por lo que dice: "Y
volviéndose a sus discípulos, dijo: Bienaventurados los ojos", etc.
San Cirilo
Se vuelve hacia ellos, porque rechazando a
los judíos, sordos, que llevaban la ceguera en la inteligencia y no
querían ver, se daba todo entero a los que le amaban. Y llama
bienaventurados los ojos que ven lo que ellos veían antes que otros.
Debe advertirse que ver no representa exclusivamente la acción de los
ojos, sino también la recreación de la inteligencia en los beneficios
recibidos; como cuando decimos: Este ha visto los buenos tiempos, esto
es, se ha alegrado en los bienes de esta vida, según las palabras (
Sal 127,5): "Veas los bienes de Jerusalén".
Muchos de los judíos vieron al Señor (con los ojos del cuerpo) hacer
milagros y, sin embargo, no a todos convino la beatificación porque no
todos creyeron ni vieron su gloria con los ojos del alma. Son, pues,
beatificados nuestros ojos en que vemos, por medio de la fe, al divino
Verbo hecho hombre por nosotros, imprimiéndonos la hermosura de su
divinidad, para hacernos conformes a El por medio de la santificación
y de la justicia.
Teofilato
Beatifica simplemente a todos los que ven
con los ojos de la fe, porque los antiguos profetas y los reyes
desearon ver y oír a Dios. Por lo que sigue: "Porque muchos Profetas y
Reyes", etc.
Beda,
cap. 43 in fine
San Mateo llama más claramente a los
profetas, reyes justos ( Mt 13). Son, en
efecto, grandes reyes, porque no cedieron a los movimientos de las
pasiones, sino que reinaron sobre ellas.
Crisóstomo,
ex homiliis in Joanes
De aquí deducen algunos que los profetas
no tuvieron noticia de Cristo. Pero sí desearon ver lo que los
apóstoles vieron; conocieron que vendría a los hombres y les
dispensaría las gracias que les dispensó. Ninguno desea lo que no
conoce; luego habían conocido al Hijo de Dios. Por lo que no dice
simplemente: "Quisieron verme", sino "lo que vosotros veis"; ni
"oírme", sino "lo que vosotros oís". Lo habían visto, en efecto,
aunque no ya encarnado, ni tratando con los hombres, ni hablándoles
con tanta majestad.
Beda
Ellos, viéndolo a lo lejos, lo vieron en
espejo y en enigma; los apóstoles, teniendo presente al Señor y
aprendiendo de El cuanto querían, no necesitaban ser instruidos por
los ángeles ni por revelaciones de otras especies.
Orígenes
Y ¿por qué dice que muchos profetas, y no
todos, desearon? Porque se dice de Abraham ( Jn
8) que vio el día de Cristo, y se alegró. Esta visión no todos
tuvieron, sino pocos. Los otros profetas y justos no fueron tan
grandes que alcanzasen la visión de Abraham y la ciencia de los
apóstoles; dice que éstos no vieron, sino que desearon.
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25-28 |
Y se levantó un doctor de
la ley, y le dijo para tentarle: "Maestro, ¿qué haré para poseer la
vida eterna?" Y El le dijo: "En la ley, ¿qué hay escrito? ¿Cómo lees?"
El, respondiendo, dijo: "Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y
de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento, y
a tu prójimo como a ti mismo". Y le dijo: "Bien has respondido: Haz
eso, y vivirás". (vv. 25-28)
Beda
El Señor había dicho antes que sus nombres
estaban escritos en el cielo; de donde, como creo, el doctor de la ley
tomó ocasión de tentar al Señor. Por lo que se dice: "Y se levantó un
doctor de la ley, y le dijo para tentarle", etc.
San Cirilo
Había ciertos charlatanes que recorrían
todo el territorio de los judíos, acusando a Cristo y diciendo que
llamaba inútil a la ley de Moisés al mismo tiempo que enseñaba
doctrinas nuevas. Queriendo, pues, aquel doctor de la ley seducir a
Jesús para que hablase algo en contra de la ley de Moisés, se presenta
tentándole, llamándole maestro y no sufriendo ser enseñado. Y como el
Señor acostumbraba a hablar de la vida eterna a todos los que venían a
El, el doctor de la ley se servía de sus propias palabras; y como lo
tienta con astucia, no oye otra cosa que lo que Moisés había enseñado.
Por eso sigue: "Y El le dijo: ¿En la ley qué hay escrito? ¿Cómo lees?"
San Ambrosio
Era uno de aquellos que creían conocer la
ley, y que poseen de ella la letra pero que ignoran el espíritu; por
eso, con el texto mismo de la ley les prueba que la ignoran,
demostrando que la ley anunció desde el principio al Padre, al Hijo y
el misterio de la encarnación del Señor. Prosigue, pues: "Y El
respondiendo dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de
toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento".
San Basilio
En cuanto dice "con todo tu
entendimiento", no admite división con las criaturas. Porque cualquier
afecto que se invierta en las cosas ínfimas, ha de faltar
necesariamente al todo. Así como cuanto se derrame de un vaso lleno de
licor, tanto faltará a su plenitud; así en el alma, cuanto de su amor
emanare para lo ilícito, tanto disminuye necesariamente en el amor que
debe a Dios.
San Gregorio Niceno,
lib. De hominis creat., cap. 8
Tres potencias se distinguen en el alma.
Una es sólo aumentativa y nutritiva, la cual se halla también en las
plantas; otra que siente y es común en la naturaleza a los animales
irracionales; y otra que es la perfecta actividad del alma racional,
que se observa en la naturaleza humana. Así, diciendo corazón,
significó la sustancia corporal, esto es, la nutritiva; diciendo alma,
designó la del medio o la sensibilidad, y diciendo mente, designó la
naturaleza más elevada, esto es, la potencia inteligente y reflexiva.
Teofilato
Esto debe entenderse respecto de que todas
las potencias del alma deben estar sometidas al amor divino,
ardientemente y no con tibieza; por eso se añade: "Y con todas tus
fuerzas".
San Máximo
Con este fin la ley nos habla de una
triple dirección hacia Dios, para apartarnos de la triple tendencia
del mundo hacia las pasiones, la gloria y la sensualidad; con las
cuales también fue tentado Cristo.
San Basilio
Si alguno pregunta cómo puede adquirirse
el amor divino, diremos que el amor divino no se aprende. No
aprendemos de otro a alegrarnos de la presencia de la luz, ni a amar
la vida, ni amar a nuestros padres, ni a nuestros amigos, ni mucho
menos podemos aprender las reglas del amor divino. Sino que hay en
nosotros cierto sentimiento íntimo, que tiene sus causas intrínsecas,
que nos inclina a amar a Dios; y el que obedece a ese sentimiento,
practica la doctrina de los divinos preceptos y llega a la perfección
de la divina gracia. Amamos naturalmente el bien; amamos también a
nuestros prójimos y parientes, y además damos espontáneamente a los
bienhechores todo nuestro afecto. Si, pues, el Señor es bueno, y todos
desean lo bueno, lo que se perfecciona por nuestra voluntad reside
naturalmente en nosotros. A El, aunque no le conozcamos por su bondad,
en el mero hecho de que procedemos de El, tenemos obligación de amarle
sobre todo, como principio nuestro que es. Es también mayor bienhechor
que todos los que se aman naturalmente. El primero y principal
mandamiento es, por consiguiente, el del amor a Dios. El segundo, que
completa al primero y es completado por él, nos manda amar al prójimo.
Por esto sigue: "Y a tu prójimo como a ti mismo". Recibimos de Dios
las fuerzas necesarias para cumplir este precepto; pues ¿quién no
conoce que el hombre es un animal manso y comunicativo, no solitario
ni silvestre? Nada hay tan conforme con nuestra naturaleza como el
comunicarse con los demás, favorecerse mutuamente y amar a los
parientes. El Señor, previniéndonos, nos ha infundido la semilla de
todo esto y, por consecuencia, exige los frutos.
Crisóstomo,
hom. 32 in 1 ad Cor
Tú considera, sin embargo, cómo pide con
el mismo empeño el cumplimiento de uno y otro precepto; pues de Dios
dice: "Con todo tu corazón"; del prójimo: "Como a ti mismo". Lo cual
si se observase bien, no habría siervo, ni libre; ni vencedor, ni
vencido (mejor aún, ni príncipe ni súbdito); ni rico, ni pobre; ni el
diablo se hubiese conocido nunca. Con más facilidad resistirían las
pajas el fuego, que el diablo los afectos de la caridad. Todo lo vence
la constancia del amor.
San Gregorio,
Moralium 19, 20
Cuando se dice: "Amarás a tu prójimo como
a ti mismo", ¿cómo puede ser compasivo con otro, el que viviendo
injustamente es implacable para sí?
Crisóstomo
Cuando el doctor de la ley respondió lo
que en ella se contenía, Cristo, para quien todo es conocido, le
rompió las redes de su malicia; porque sigue: "Y El le dijo: Bien has
respondido: haz eso, y vivirás".
Orígenes
De todo esto se deduce indudablemente que
la vida que se predica según Dios, Creador del mundo, y según las
antiguas Escrituras, dadas por El, es la vida eterna. El Señor lo
atestigua tomando del Deuteronomio aquellas palabras: "Amarás al Señor
tu Dios" ( Dt 6,4), y del Levítico: "Amarás a
tu prójimo como a ti mismo" ( Lev 19,18).
Esto se ha dicho contra los sectarios de Valentino, Basílides y
Marción; porque ¿qué otra cosa quiso que hiciésemos para conseguir la
vida eterna, sino lo que contienen la Ley y los Profetas?
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29-37 |
Mas él, queriéndose
justificar a sí mismo, dijo a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?" Y
Jesús, tomando la palabra, dijo: "Un hombre bajaba de Jerusalén a
Jericó, y dio en manos de unos ladrones, los cuales le despojaron, y
después de haberle herido, le dejaron medio muerto, y se fueron.
Aconteció, pues, que pasaba por el mismo camino un sacerdote, y,
viéndole, pasó de largo. Y asimismo un levita, llegando cerca de aquel
lugar, y viéndole, pasó también de largo. Mas un samaritano, que iba
su camino, se llegó cerca de él: y cuando le vio, se movió a
compasión, y acercándosele, le vendó las heridas, echando en ellas
aceite y vino; y poniéndole sobre su bestia, le llevó a una venta, y
tuvo cuidado de él. Y otro día sacó dos denarios y los dio al
mesonero, y le dijo: Cuídamele, y cuanto gastares de más, yo te lo
daré cuando vuelva. ¿Cuál de estos tres te parece que fue el prójimo
de aquél, que dio en manos de los ladrones?" "Aquél, respondió el
doctor, que usó con él de misericordia". Y Jesús le dijo: "Ve y haz tú
lo mismo". (29-37)
San Cirilo
Alabado el doctor de la ley por el
Salvador, porque había respondido bien, se llenó de soberbia, no
creyendo que habría alguien que pudiera ser su prójimo; como si no
hubiese quien pudiera compararse con él en justicia. Por esto dice:
"Mas él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es
mi prójimo?". Le asediaban, por decirlo así, alternativamente los
vicios. Después de la falacia con que había preguntado, tentando, cae
en la arrogancia. Al preguntar: "¿Quién es mi prójimo?", ya se muestra
vacío del amor del prójimo; y por consecuencia se muestra vacío del
amor divino, porque no amando al hermano, a quien ve, no puede amar a
Dios, a quien no se ve ( 1Jn 4,20).
San Ambrosio
Respondió también que no conocía a su
prójimo, porque no creía en Cristo; y quien no conoce a Cristo,
desconoce la ley, porque ignorando la verdad, ¿cómo puede conocer la
ley que anuncia la verdad?
Teofilato
El Salvador no determina el prójimo por
las acciones o por las dignidades, sino por la naturaleza. Como si
dijese: No creas que, aunque seas justo, no tienes prójimo. Todos los
que tienen la misma naturaleza que tú, son tus prójimos. Hazte tú,
pues, prójimo de ellos (no por el lugar, sino por el afecto), y
cuídalos. Y a este fin adujo el ejemplo del samaritano. Por esto
sigue: "Y Jesús, tomando la palabra dijo: Un hombre bajaba", etc.
Griego
Empleó bien la palabra del género, porque
no dijo: "Bajaba un cierto", sino, "un hombre", porque se refería a
toda la humanidad.
San Agustín,
De quaest. Evang. 2, 19
Este hombre representa a Adán y a todo el
género humano. Jerusalén, ciudad de la paz, representa la Jerusalén
celestial, de cuya felicidad había caído. Jericó quiere decir luna, y
significa nuestra mortalidad, porque nace, crece, envejece y muere.
San Agustín,
Hypognosticon lib. 3
O Jerusalén, que se interpreta visión de
la paz, representa el paraíso; porque antes que el hombre pecara,
estaba en la visión de la paz, esto es, en el paraíso. Todo lo que
veía era paz y alegría; pero bajó de allí (como humillado y abatido
por el pecado) hacia Jericó, esto es, al mundo, en donde todo lo que
nace, desaparece como la luna.
Teofilato
No dice que bajó, sino que bajaba, porque
la naturaleza humana siempre tendía a descender; y no en parte, sino
con todo lo pasible de la vida.
San Basilio ex illius
Ethicis
Para comprender esto conviene examinar los
lugares. Jericó está situado en los valles de la Palestina, mientras
Jerusalén lo está en la altura, ocupando la cumbre del monte. Bajaba,
pues, el hombre de las alturas al valle, cuando fue cogido por los
ladrones que habitaban el desierto. De donde sigue: "Y dio en manos de
los ladrones".
Crisóstomo
En primer lugar debemos deplorar la
desgracia de este hombre, que, solo e indefenso, cae en manos de los
ladrones, y que, despreocupado e incauto, eligiera aquel camino, donde
no podía evadir las manos de los ladrones; pues no podía ahuyentar el
inerme a los armados, el imprevisor a los malvados, el incauto a los
bandidos. Tanto más, cuanto que la malicia siempre está armada de
engaños, cercada de crueldad, fortificada de artificios y dispuesta a
la perversidad de hacer daño.
San Ambrosio
¿Quiénes son esos ladrones sino los
ángeles de la noche y de las tinieblas, en manos de los que no hubiera
caído, de no exponerse a su encuentro, apartándose de los mandamientos
celestes?
Crisóstomo
Al principio, pues, del mundo, empleó el
demonio su astucia en tentar al hombre, contra quien ejerció el virus
del engaño e hizo el blanco de su malicia.
San Agustín, ut sup
Cayó, pues, en poder de los ladrones, esto
es, del diablo y sus ángeles, que por la desobediencia del primer
hombre despojaron al género humano del ornato de la inocencia; y le
hirieron, incapacitándolo para el buen uso de su libre albedrío. Por
esto sigue: "Los cuales le despojaron, y, después de haberle herido,
se fueron". Le hicieron una llaga, induciéndole al pecado; y a
nosotros más, porque al pecado que hemos contraído añadimos muchos
pecados.
San Agustín,
De quaest. Evang., lib. 2, q. 19
O despojaron al hombre de la inmortalidad;
y, cubriéndolo de llagas (inclinándolo al pecado), lo dejaron medio
muerto, porque por la parte que puede entender y conocer a Dios es
hombre vivo; mas por la parte que sucumbe y es oprimido por el pecado
es hombre muerto; y esto es lo que se añade: "Dejándole medio muerto".
San Agustín,
Hypognosticon lib. 3
Estaba medio muerto el movimiento vital
(esto es, el libre albedrío), herido el cual no era suficiente para
volver a la vida eterna que había perdido. Por esto se encontraba
tendido, porque no le bastaban sus propias fuerzas para levantarse,
sino que necesitaba un médico para sanar (esto es, a Dios).
Teofilato
O se dice medio muerto el hombre después
del pecado, porque su alma es inmortal, pero su cuerpo mortal; de modo
que la mitad del hombre sucumbe a la muerte. O porque la naturaleza
humana esperaba conseguir la salvación en Cristo, y así no morir
enteramente. O porque la muerte, que había entrado en el mundo por el
pecado de Adán, debía ser vencida por la redención de Cristo.
San Ambrosio
O nos despojan de los vestidos de la
gracia espiritual, que hemos recibido, y después nos hieren; porque,
si guardamos íntegros los vestidos que hemos recibido, no podremos
sentir las llagas de los ladrones.
San Basilio
Puede entenderse también que le robaron
después de haberlo herido. Las heridas siempre se hacen antes del
despojo, para que conozcamos que el pecado precede siempre a la
pérdida de la gracia.
Beda
Los pecados se llaman heridas, porque por
ellos se destruye la integridad de la naturaleza humana. Se marcharon,
no cesando de poner acechanzas, sino ocultando el fraude de sus
insidias.
Crisóstomo
Este hombre, a saber, Adán, estaba tendido
sin auxilio saludable, traspasado por las heridas de sus pecados, a
quien ni el sacerdote Aarón, pasando, pudo socorrer con el sacrificio.
Pues sigue: "Y aconteció que pasaba por el mismo camino un sacerdote,
y cuando le vio, pasó de largo", etc. Ni aun su hermano, que era
levita, pudo curarle por medio de la ley. Por esto sigue: "Y así
mismo, un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, también
pasó de largo".
San Agustín,
ut sup
En el sacerdote y en el levita se
representan los dos tiempos, el de la Ley y el de los Profetas; en el
sacerdote la ley, por la cual se instituyeron el sacerdocio y los
sacrificios; en el levita los vaticinios de los profetas, en cuyo
tiempo no pudo curarse la humanidad, porque la ley daba a conocer los
pecados, pero no los perdonaba.
Teofilato
Dice: "Pasó", porque la ley vino y duró
hasta el tiempo ya marcado; y no pudiéndole curar pasó. Nótese también
que la ley no había sido dada en la previsión de que curase al hombre,
porque al principio el hombre no podía recibir el misterio de Cristo;
por eso dice: "Aconteció, pues, que cierto sacerdote", como
acostumbramos a decir de aquellas cosas que no se hacen
premeditadamente.
San Agustín,
De Verbo Dom., serm. 37
O porque el hombre, que bajaba de
Jerusalén a Jericó, era israelita; y entonces puede entenderse que el
sacerdote que pasó cerca de él era su prójimo por la raza y que el
levita que le despreció era también de su raza.
Teofilato
Acaso el primer pensamiento de ellos fue
de compasión, pero después, vencidos por la dureza, retrocedieron;
esto significa lo que dijo: "Pasó de largo".
San Agustín ut sup
Pero un samaritano, lejano por la raza,
próximo por la misericordia, hizo lo que sigue: "Mas un samaritano,
que iba su camino, llegó a él", etc. Nuestro Señor Jesucristo quiso
ser representado por ese samaritano. En efecto, samaritano quiere
decir guarda, y de El se dice: "No dormitará ni dormirá el que guarda
a Israel" ( Sal 120,4), porque resucitando de
entre los muertos ya no muere ( Rom 6,9).
Finalmente, cuando se le dijo: "Porque samaritano eres, y tienes
demonio" ( Jn 8,48); negó que tuviese
demonio, puesto que expulsaba a los demonios; pero no negó que era el
guarda del enfermo.
Griego
Cristo se llama aquí samaritano
oportunamente; porque hablando a un legista, que se enorgullecía con
la ley, quiso manifestar que ni el sacerdote, ni el levita, ni los que
vivían en la ley, cumplían las prescripciones de la misma, pero que El
vino a consumarlas.
San Ambrosio
Este samaritano también bajaba: "¿Quién
es, pues, el que baja del cielo y que sube al cielo, sino el Hijo de
Dios que está en el cielo?" ( Jn 3,13).
Teofilato
Dice "yendo de camino", como para
especificar que había venido a curarnos.
San Agustín
Hypognosticon lib. 3
Vino en semejanza de carne de pecado (
Rom 8,3), por tanto cerca de él, para
semejarse a él.
Griego
O vino junto al camino, porque fue
verdaderamente viador, no desviador, bajando a la tierra para nuestro
bien.
San Ambrosio
Viniendo, pues, se hizo nuestro prójimo,
tomando nuestra naturaleza; y nuestro vecino, por el don de la
misericordia. De donde sigue: "Y cuando le vio se movió a compasión",
etc.
San Agustín ut sup
Viéndole tendido, sin fuerzas y sin
movimientos, se movió a compasión. No halló mérito alguno en él, que
le hiciese digno de ser curado; pero él condenó el pecado en la carne
del pecado; por esto sigue: "Y acercándose, le vendó las heridas,
echando en ellas aceite", etc.
San Agustín de verb. Dom.
serm 37
¿Qué cosa más distante, ni más apartada
que Dios de los hombres, el inmortal del mortal, el justo de los
pecadores, no lejos no por el espacio, sino por la desemejanza? Como
tenía en sí dos bienes (la justicia y la inmortalidad), y nosotros dos
males (la injusticia y la mortalidad), si hubiese tomado dos males,
sería nuestro igual, y hubiera tenido necesidad de libertador para
nosotros. Para ser, pues, no lo que nosotros, sino estar cerca de
nosotros, no se hizo pecador como nosotros, sino que se hizo mortal
como nosotros; tomando sobre sí la pena, no la culpa, y borrando la
pena y la culpa.
San Agustín, de quaest. evang. 2, 19
El vendaje de las heridas representa la
represión de los pecadores; el óleo es el consuelo de la buena
esperanza, dada por el perdón para la reconciliación de la paz; el
vino es exhortación para obrar fervientemente en el Espíritu.
San Ambrosio
O liga nuestras heridas con una ley más
austera; así como con el óleo reanima, perdonando el pecado, y con el
vino excita el arrepentimiento, anunciando el juicio.
San Gregorio,
20, Moral., cap. 8 super Job 29, 25
O el vino es el rigor de su justicia y el
óleo la dulzura de la misericordia. El vino baña las llagas
corrompidas, el óleo reanima las que deben curarse. Debe, pues,
mezclarse la dulzura con la severidad y temperar la una con la otra,
para que no se llenen de úlceras los súbditos con la excesiva
aspereza, ni se relajen con la excesiva benignidad.
Teofilato
O de otro modo: El óleo representa su
naturaleza humana y el vino su naturaleza divina, la cual sola nadie
podría soportar; por eso obró ciertas cosas como hombre y otras como
Dios, y derramó el óleo y el vino, salvándonos con su humanidad y
divinidad.
Crisóstomo
También derramó el vino (esto es, la
sangre de su pasión), y el óleo (esto es, la unción del crisma), para
que se nos diese el perdón por medio de su sangre y se confiriese la
santificación por medio de la unción del crisma. El Médico celestial
liga las heridas abiertas, que reteniendo en sí mismas la medicina,
por sus efectos saludables se restituyen a su salud primera. Derramado
que hubo el vino y el óleo, lo colocó sobre un jumento; por ello
sigue: "Y poniéndole sobre su jumento", etc.
San Agustín,
De quaest. Evang., lib. 2, cap. 19
Su jumento es la carne en la que se dignó
venir a nosotros. Ser puesto sobre el jumento es creer en la
encarnación de Cristo.
San Ambrosio
O nos pone sobre la bestia, cargando con
nuestros pecados y sufriendo por nosotros ( Is
53); porque el hombre se había hecho semejante a la bestia (
Sal 48). Nos puso sobre su jumento a fin de
que no seamos ya como el caballo o el mulo ( Sal
31); y así, por la asunción de nuestro cuerpo, destruyó la enfermedad
de nuestra carne.
Teofilato
También puede entenderse que nos colocó
sobre su bestia, esto es, sobre su cuerpo, porque nos hizo miembros
suyos y participantes de su cuerpo. La ley no admitía a todos, porque
se dice: "Los mohabitas y ammonitas no entrarán en la Iglesia de Dios"
( Dt 23,3); mas ahora todo el que teme a Dios
en toda nación es recibido por El, queriendo creer y formar parte de
la Iglesia; por esto dice que lo llevó a un hospedaje.
Crisóstomo
La Iglesia es un hospedaje, colocado en el
camino de la vida, que recibe a todos los que vienen a ella, cansados
del viaje o cargados con los sacos de sus culpas, en donde, dejando la
carga de los pecados, el viajero fatigado descansa, y, después que ha
descansado, se repone con saludable alimento. Y esto es lo que dice
con aquellas palabras: "Y tuvo cuidado de él". Todo lo que es
contrario, perjudicial y malo está fuera, mientras que dentro del
hospedaje se halla el descanso completo y toda salubridad.
Beda
Y se díce bien que puesto sobre el jumento
lo llevó al hospedaje, porque ninguno entrará en la Iglesia si no se
une al cuerpo de Cristo por medio del santo Bautismo.
San Ambrosio
Mas como este samaritano no podía
permanecer mucho en la tierra, debía volver al lugar de donde había
bajado. Por eso sigue: "Y al día siguiente sacó dos denarios", etc.
¿Cuál es este día siguiente, sino acaso el de la resurrección del
Señor, del que se ha dicho: "Este es el día que hizo el Señor" (
Sal 117,24)? Los dos denarios representan los
dos Testamentos, que llevan impresa en sí la imagen del Rey inmortal,
con cuyo precio se curan nuestras heridas.
San Agustín,
de quaest. evang. 2, 19
Los dos denarios también representan los
dos preceptos de caridad que recibieron los apóstoles del Espíritu
Santo para predicar la promesa de la vida presente y de la futura.
Orígenes in Lucam hom.
34
Los dos denarios me parece que son el
conocimiento del misterio por el que el Padre está en el Hijo y el
Hijo en el Padre; conocimiento que el ángel de la Iglesia recibe como
recompensa para que cure con todo celo al hombre que se le ha
confiado, a quien El había curado también algún tiempo. Y se promete
pagarle inmediatamente todo lo que gastare en su curación; por lo que
sigue: "Y cuanto gastares de más, yo te lo daré cuando vuelva".
San Agustín ut sup
El hospedero fue el apóstol que gastó de
más, ya sea por aquel consejo que da: "En cuanto a las vírgenes, no
tengo mandamiento del Señor: mas doy consejo" ( 1Cor
7,25); o porque también trabajó con sus manos para no gravar a alguno
de los enfermos con la nueva del Evangelio (1 Tes
2,9), aunque le era lícito vivir del Evangelio (1Cor 9,14). Los
apóstoles gastaron también mucho de más, y en el transcurso del tiempo
los doctores (que expusieron el Antiguo y Nuevo Testamento) por lo
cual recibirán retribución.
San Ambrosio
Bienaventurado, pues, el hospedero, que
puede curar las heridas de otro. Bienaventurado aquél a quien dice
Jesús: "Y cuanto gastares de más, yo te lo daré cuando vuelva". Pero
¿cuándo volverás, Señor, sino en el día del juicio? Porque aunque
estás siempre en todas partes, y aun cuando estando entre nosotros no
te vemos, llegará tiempo en que toda carne te verá volver. Entonces
darás lo que debes a los bienaventurados de quienes eres deudor.
¡Ojalá que nosotros seamos buenos deudores, que podamos pagar lo que
hemos recibido!
San Cirilo
Una vez dicho esto, pregunta el Señor al
doctor de la ley: "¿Cuál de estos tres te parece que fue el prójimo de
este hombre que cayó en manos de los ladrones?". Y el doctor le
respondió: "El que usó misericordia con él". Ni el sacerdote ni el
levita se hicieron prójimos del paciente, sino aquel que se compadeció
de él. Es inútil la dignidad del sacerdocio y el conocimiento de la
ley, si no se confirma con las buenas obras; por esto sigue: "Pues ve,
le dijo entonces Jesús, y haz tú lo mismo", etc.
Crisóstomo in eaden ex
hom. ad hebraeo homil 10
Como diciendo: Si ves alguno abatido, no
digas: "Es un necio", sino que, sea gentil o judío, si necesita
auxilio, no caviles; tiene derecho a tu favor, cualquiera que sea el
daño que le haya sobrevenido.
San Agustín de
doctr.christ. 1, 30
Vemos por esto que el prójimo es aquel a
quien debemos prestar asistencia y misericordia, si la necesita, o a
quien la deberíamos prestar si la necesitase. De lo cual se deduce que
aquel de quien debemos recibirla es también nuestro prójimo; pues la
palabra prójimo es relativa, y ninguno es prójimo sin reciprocidad.
Pero ¿quién no ve que a nadie debe negarse el oficio de caridad,
cuando dice el Señor: "Haced bien a los que os aborrecen" (
Mt 5,44)? Además, es manifiesto que este
precepto de amar al prójimo se extiende hasta los santos ángeles, que
nos dispensan tantos beneficios de caridad. También el mismo Señor
quiso llamarse nuestro prójimo, dando a entender que fue El quien
ayudó al que estaba medio muerto tendido en el camino.
San Ambrosio
No es el parentesco el que hace el
prójimo, sino la misericordia, porque la misericordia es según la
naturaleza; y nada hay tan en armonía con la naturaleza, como
favorecer a un consorte de naturaleza.
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38-42 |
Aconteció que, como fuesen
de camino, entró, pues, en una aldea, y una mujer, que se llamaba
Marta, le recibió en su casa: y ésta tenía una hermana llamada María,
la cual, sentada también junto a los pies del Señor, oía su palabra.
Pero Marta estaba afanada preparando lo necesario: la cual se presentó
y dijo: "Señor, ¿no ves cómo mi hermana me ha dejado sola para servir?
Dile, pues, que me ayude". Y el Señor le respondió: "Marta, Marta, muy
cuidadosa estás, y en muchas cosas te fatigas. En verdad una sola cosa
es necesaria: María ha escogido la mejor parte, que no le será
quitada". (vv. 38-42)
Beda
El amor a Dios y al prójimo, que antes
había explicado el Señor por medio de palabras y parábolas, ahora lo
expone por medio de obras y de verdades. Dícese, pues: "Y aconteció
que, como fuesen de camino, Jesús entró en una aldea".
Orígenes
San Lucas no dice el nombre de esta aldea,
pero San Juan la expresa, llamándole Betania.
San Agustín de verb. Dom.
serm. 26
El Señor, que vino a su casa, y los suyos
no lo recibieron ( Jn 1), fue aceptado como
huésped; por esto sigue: "Y una mujer, que se llamaba Marta, le
recibió en su casa", etc. Lo acogió como suele recibirse a los
peregrinos; sin embargo, en realidad la sierva recibió a su Señor, la
enferma a su Salvador, la criatura a su Creador. Y no digas:
"Bienaventurados los que merecieron recibir a Cristo en su propia
casa". No te aflijas, puesto que ha dicho:"Lo que hicisteis a uno de
mis pequeñuelos, a mí me lo hicisteis" ( Mt
25,40). Tomada la forma de siervo, quiso en ella ser alimentado por
sus siervos, por dignación, no por condición. Tenía carne en la que
sentía el hambre y la sed; pero cuando tuvo hambre en el desierto, los
ángeles le servían ( Mt 4). Por ello, si
quiso ser alimentado, lo hizo por el que lo alimentaba. Marta, pues,
disponiendo y preparando la comida al Señor, se ocupaba en su
servicio; pero María, su hermana, eligió más bien ser alimentada por
el Señor. Pues, sigue: "Y ésta tenía una hermana, que se llamaba
María, que sentándose junto a los pies del Señor, oía su palabra".
Crisóstomo
No se dice simplemente de María que estaba
sentada cerca de Jesús, sino junto a sus pies; es para manifestar la
presteza, la asiduidad, el deseo de oírlo y el gran respeto que
profesaba al Señor.
San Agustín de verb. Dom.
serm. 27
Con cuanta más humildad se sentaba a los
pies del Señor, tanto más percibía; porque el agua afluye a la
profundidad de los valles, mientras se aparta de la cumbre de los
montes.
San Basilio
Toda obra y toda palabra del Salvador es
una regla de piedad y de virtud. Por esto se vistió de nuestra carne,
para que nosotros lo imitemos en cuanto nos sea posible.
San Cirilo
Con su ejemplo enseña a sus discípulos
cómo deben portarse en las casas de aquellos que los reciben; para que
cuando vayan a alguna casa no estén allí ociosos, sino dando santas y
divinas enseñanzas a quienes los reciben. En cuanto a los que preparan
la casa, éstos deben salir a su encuentro con fervor y alegría por dos
razones: primera, porque serán edificados por aquellos que reciben, y
segunda, porque recibirán el premio de su caridad. Por esto sigue a
continuación: "Pero Marta estaba afanada", etc.
San Agustín ut sup
Marta servía bien al Señor en cuanto a la
necesidad del cuerpo y la voluntad, como a un mortal; pero el que
estaba en carne mortal, en el principio era el Verbo; he ahí lo que
María oía: "El Verbo se hizo carne"; he ahí a quien servía Marta. Esta
trabajaba, aquélla meditaba. Sin embargo, Marta, trabajando mucho en
aquella ocupación y negocio de servir, interpeló al Señor y se quejó
de su hermana. Prosigue, pues: "Y le dijo, Señor, ¿no ves cómo mi
hermana me ha dejado sola para servir?", etc. Estaba María absorta
oyendo la dulzura de la palabra del Señor; Marta le preparaba el
convite, en el cual María ya se gozaba. Escuchando, pues, suavemente
las dulces palabras y alimentándose en el recogimiento de su corazón,
cuando su hermana interpeló al Señor ¿cómo pensamos que ella temería
el Señor le dijese: Levántate, y ayuda a tu hermana? Estaba absorbida
por una admirable suavidad, mayor en el alma que en el cuerpo; pero
quiso más bien someter su causa al Juez, sin tomarse el trabajo de
contestar, porque, si se ocupase en responder, debilitaría la
intención de oír. Prosigue, pues: "Y respondiéndole, dijo el Señor:
Marta, Marta", etc. La repetición del nombre es señal de dilección, o
acaso para mover la atención, a fin de que escuche más atentamente.
"Te fatigas en muchas cosas", esto es, estás ocupada en muchas cosas.
Quiere el hombre complacer cuando sirve, pero alguna vez no puede: se
busca lo que falta, se prepara lo que se tiene, y el ánimo se distrae.
Si Marta hubiera sido suficiente, no hubiera pedido el auxilio de su
hermana. Son muchas cosas, son diversas, porque son carnales, porque
son temporales. Se prefiere uno a muchos; porque uno no viene de
muchos, sino muchos de uno. De donde sigue: "Una sola cosa es
necesaria". Quiso ocuparse en uno, según aquellas palabras: "Bueno es
para mí adherirme a Dios" ( Sal 72,28). Uno
son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y a este uno no llegamos
sino en cuanto todos tenemos un solo corazón ( Hch
4).
San Cirilo
O de otro modo: Cuando alguno de nuestros
hermanos reciba a Dios, no se afanen por muchas cosas, ni pidan lo que
por sí pueden conseguir; porque lo que es de sobra incomoda
ordinariamente en todas las cosas, produce enfado en los que quieren
servir y los convidados experimentan que son causa de trabajo para los
otros.
San Basilio in regulus
fusius disputatis ad interrogat. 59
Es también absurdo tomar alimentos para el
sustento del cuerpo, y por ellos perjudicar otra vez al cuerpo e
impedirle cumplir los mandamientos divinos. Si, pues, viene algún
pobre que reciba un modelo y un ejemplo de la moderación en la comida,
no preparemos nuestra mesa como la de aquéllos que quieren vivir en
las delicias. Uniforme debe ser la vida del cristiano y tender al
mismo fin, a saber, a la gloria de Dios; mientras que los que son de
fuera tienen una vida diversa y multiforme, según la variedad de sus
gustos. Mas tú, ¿por qué, mientras preparas abundancia de comida y
motivos de satisfacción a tu hermano, censuras su conducta, haces caer
sobre él la fea mancha de glotón y le murmuras en lo mismo que le
preparas? El Señor no alabó a Marta, ocupada en preparar muchos
manjares.
San Agustín de verb. Dom.
serm. 27
¡Cómo! ¿Creemos que fue vituperada la
conducta de Marta, que se ocupaba en las faenas propias de la
hospitalidad, cuando tan gozosa estaba por tener un huésped tan
grande? Si esto es así, que cesen los hombres de servir a los pobres,
dedíquense a la palabra, ocúpense en la ciencia saludable y no se
cuiden si hay algún peregrino en el lugar, si alguno necesita de pan;
abandonen las obras de misericordia, aplicándose sólo a la ciencia.
Teofilato
El Señor no vitupera la hospitalidad, sino
el cuidado por muchas cosas, esto es, la absorción y el tumulto. Y
vean cómo el Señor nada dijo primero a Marta; mas cuando ella
intentaba distraer a su hermana, entonces el Señor, habida ocasión, la
corrigió. La hospitalidad es honrada mientras que nos atrae a las
cosas necesarias; mas cuando empieza a estorbar a lo más útil, es
manifiesto que la atención a las cosas divinas es más honrable.
San Agustín,
de Verb. Dom., serm. 27
El Señor no reprende, pues, la obra, sino
que distingue las ocupaciones; por eso sigue: "María ha escogido la
mejor parte", etc. Tú no la elegiste mala, pero ella la eligió mejor.
Y ¿por qué mejor? Porque no le será quitada. A ti se te quitará alguna
vez el cuidado de los necesitados (porque cuando vengas a aquella
patria no encontrarás peregrino a quien hospedar); pero se te quitará
para tu bien, para darte el descanso. Tú navegas, aquélla está en el
puerto. Eterna es la dulzura de la verdad; se aumenta en esta vida, se
perfecciona en la otra, jamás se quita.
San Ambrosio
Que el deseo de la sabiduría te haga como
María; ésta es la obra más grande, la más perfecta. Que el cuidado de
tu ministerio no te aparte del conocimiento del Verbo celestial, ni
acuses, ni estimes ociosos a los que veas dedicados a la sabiduría.
San Agustín,
De quaest. Evang. 2, 30
En sentido místico, Marta, recibiendo al
Señor en su casa, representa la Iglesia, que ahora lo recibe en su
corazón. María, su hermana, que estaba sentada junto a los pies del
Salvador y oía su palabra, representa la misma Iglesia, pero en la
vida futura, en la que, cesando de todo trabajo y ministerio de
caridad, sólo goza de la sabiduría. En cuanto a que Marta se queja de
su hermana porque no le ayuda, se da ocasión a la sentencia del Señor,
con la que muestra que esta Iglesia se inquieta y turba por muchas
cosas, cuando sola una cosa es necesaria, a la cual llega por los
méritos de este ministerio. Dice que María "eligió la mejor parte",
porque por ésta se va a aquélla que no se quita jamás.
San Gregorio,
6 Moral., cap. 28
O por María, que escuchaba sentada las
palabras del Señor, se expresa la vida contemplativa; y por Marta,
ocupada en las cosas exteriores, la vida activa. El cuidado de Marta
no se reprende, pero se alaba el de María; son grandes los méritos de
la vida activa, pero son mayores los de la contemplativa. Se díce
además que nunca le será quitada la parte a María, porque las obras de
la vida activa pasan con el cuerpo, mientras que los goces de la vida
contemplativa mejoran al fin.
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