CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO

23-24   -   25-28   -   29-37   -   38-42
01-02
Después de esto señaló el Señor también otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí a toda ciudad y lugar, a donde El había de venir. Y les decía: "La mies ciertamente es mucha, mas los trabajadores son pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe trabajadores a ella". (vv. 1-2)
 
San Cirilo
Había dicho el Señor, por medio de sus profetas, que la predicación del Evangelio no sólo se extendería a todos los pueblos de Israel, sino también a todos los gentiles. Por esto el Señor no sólo escogió doce apóstoles, sino que instituyó también otros setenta y dos. Por lo que se dice: "Y después de esto señaló el Señor también otros setenta y dos", etc.
 
Beda
Oportunamente fueron enviados setenta y dos, porque había de predicarse el Evangelio a otras tantas naciones en el mundo. Y así como antes había escogido doce, a causa de las doce tribus de Israel, así ahora éstos son escogidos para enseñar a las gentes de fuera.
 
San Agustín, de quaest. evang. 2, 14
Como en el espacio de veinticuatro horas la luz recorre e lumina todo el mundo, así la función de ilustrar al universo por el misterio de la Trinidad se confía a setenta y dos discípulos, porque veinticuatro repetido tres veces hace setenta y dos.
 
Beda
Así como no hay quien dude que los doce apóstoles representaban a los obispos, así estos setenta y dos fueron la figura de los presbíteros (esto es, los sacerdotes de segundo orden). Sin embargo, en los primeros siglos de la Iglesia (como se sabe por tradición apostólica), unos y otros se llaman obispos y presbíteros; el uno significa madurez de sabiduría, y el otro cuidado del cargo pastoral.
 
San Cirilo
Esto ya lo había prefigurado Moisés, eligiendo setenta por orden de Dios ( Núm 11), a quienes Dios infundía su divino Espíritu. También se dice en el libro de los Números ( Núm 33), que los hijos de Israel vinieron a Elim (que quiere decir ascenso), y encontraron allí doce fuentes de agua viva y setenta palmeras. Aspirando nosotros así al ascenso espiritual, encontraremos doce fuentes (esto es, los santos apóstoles, de quienes sacamos la ciencia de la salvación, como de la fuente del Salvador), y setenta palmeras, es decir, éstos que ahora son destinados por Cristo. Es la palmera un árbol de buena médula, profunda raíz, fértil, y que siempre se cría junto a las aguas; es también alta y extiende hacia arriba sus ramas.
Prosigue: "Y los envió de dos en dos".
 
San Gregorio, hom. 17, in Evang
Los mandó así, porque dos son los preceptos de la caridad: el amor de Dios y el del prójimo; y entre menos de dos no puede haber caridad. Esto nos indica que, quien no tiene caridad con sus hermanos, no debe tomar el cargo de predicador.
 
Orígenes
Así como los doce apóstoles fueron nombrados de dos en dos, como en el catálogo de ellos demuestra San Mateo, así que sirviesen también de dos en dos a la palabra de Dios parece que es antiguo. Sacó el Señor a Israel de Egipto por medio de Moisés y Aarón ( Ex 12); Josué y Caleph, unidos, apaciguaron al pueblo sublevado por doce exploradores ( Núm 13;14). Por lo que se dice: "Un hermano ayudado por otro es como una ciudad fortificada" ( Prov 18,19).
 
San Basilio
También dio a entender aquí que, si algunos son iguales en dones espirituales, esto no dejará que prevalezca en ellos la pasión de la opinión propia.
 
San Gregorio in Evang. hom. 17
Se añade muy oportunamente: "Delante de El, a toda ciudad y lugar, a donde El había de venir". El Señor sigue a sus predicadores. La predicación prepara y entonces el Señor viene a vivir en nuestra alma, cuando preceden las palabras de la exhortación y la verdad se recibe así en la mente. Por esto dice Isaías a los predicadores ( Is 40,3): "Preparad los caminos del Señor, enderezad las sendas que a El conducen".
 
Teofilato
El Señor había designado discípulos a causa de la multitud que necesitaba de instructores. Porque así como nuestros campos, cuando están espigados, necesitan muchos espigadores, así los que habían de creer, como eran innumerables, necesitaban de muchos doctores. Por lo que sigue: "La mies ciertamente es mucha".
 
Crisóstomos
Y ¿cómo llama mies a lo que aún no ha nacido? Todavía no ha arado, ni ha abierto surcos y ya habla de las mieses. Podían, pues, los discípulos vacilar, meditar entre sí y decir: ¿Cómo será posible que nosotros, tan pocos en número, podamos convertir a todo el mundo; los sencillos a los sofistas, los desnudos a los vestidos, los súbditos a los que dominan? Para que no se turbasen con la reflexión de todo esto, llama al Evangelio mies, como diciendo: Todo está preparado. Os envío a la recolección ya preparada de frutos; en el mismo día podéis sembrar y coger. Así como el colono disfruta viendo el estado de sus mieses, así vosotros debéis salir mucho más contentos al mundo; porque ésta es la mies y yo os presento los campos ya preparados.
 
San Gregorio ut sup
Pero no sin tristeza podemos decir lo que sigue: "Los trabajadores son pocos". Porque, aun cuando hay muchos que oyen, hay muy pocos que predican. El mundo está lleno de sacerdotes, pero en la siega del Señor son pocos los que se ocupan, pues aceptamos el cargo sacerdotal pero no cumplimos los deberes de este cargo.
 
Beda
Así como la abundancia de mies es toda la turba de los creyentes, así los pocos operarios son los apóstoles y los imitadores de ellos, que son enviados a la mies.
 
San Cirilo
Como los campos dilatados exigen mayor número de trabajadores, así la multitud de los que habían de creer en Cristo. Por lo que prosigue: "Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe trabajadores a su mies". Obsérvese que cuando dijo: "Rogad al Señor de la mies que envíe trabajadores a su mies", los envió El después. Luego El es el Señor de la mies, y por El y con El Dios Padre lo domina todo.
 
Crisóstomo, hom. 33, in Matth
Después los multiplicó, no añadiendo al número, sino dándoles poder. Insinúa que es un gran don que se envíen operarios a la mies divina, por eso dice que debe rogarse al Señor de la mies.
 
San Gregorio, in Evang. hom. 17
Por esto debe invitarse a los súbditos a que rueguen por sus pastores para que trabajen dignamente y su lengua no cese de exhortar. Muchas veces la lengua de los predicadores se restringe por su indignidad; pero otra gran culpa de los súbditos es que se retire la palabra de la predicación a quienes los gobiernan.
   
03-04
"Id: he aquí que yo os envío, como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado, ni saludéis a nadie por el camino". (vv. 3-4)
 
San Cirilo
Dice San Lucas a continuación que los setenta discípulos aprendieron de Cristo la erudición apostólica, la modestia, la inocencia, la equidad. Aprendieron a no preferir cosa alguna del mundo a las santas predicaciones y a aspirar de tal modo a la fortaleza del alma que no temiesen ningún terror, ni la misma muerte. Por lo que dice: "Id".
 
Crisóstomo, in Mat. hom. 34
La virtud del que los enviaba era su consuelo en todos los peligros. Por ello dice: "He aquí que yo os envío". Como si dijese: Esto basta para vuestro consuelo, esto es suficiente para esperar y no temer los males que puedan sobrevenir; lo que significa cuando añade: "Como corderos entre lobos".
 
Isidoro Abad
Dando a conocer la sencillez y la inocencia de los discípulos, pues no llama corderos, sino cabritos, a los que son irascibles e injurian a la naturaleza con sus excesos.
 
San Ambrosio
Son contrarios entre sí estos animales, por lo que son devorados unos por otros, esto es, los corderos por los lobos. Pero el buen Pastor no quiere que su rebaño tema a los lobos. Por tanto, estos discípulos no fueron enviados como presa, sino a extender la gracia; pues la solicitud del buen Pastor hace que los lobos nada puedan emprender contra los corderos. Luego envía a los corderos entre los lobos para que se realizara aquella profecía: "Entonces los lobos y los corderos se apacentarán juntos" ( Is 65,25).
 
Crisóstomo hom. 14
Esto fue indicio manifiesto del gran triunfo, que, estando los discípulos rodeados de enemigos, como los corderos lo están de los lobos, sin embargo los convirtiesen.
 
Beda
O llama especialmente lobos a los escribas y a los fariseos, que son los sacerdotes de los judíos.
 
San Ambrosio
O los herejes se deben comparar a los lobos, pues los lobos son fieras que acechan los rediles y merodean cerca de las casas de los pastores. No se atreven a penetrar en ellas, pero exploran el sueño de los perros y aprovechan la ausencia o la torpeza de los pastores para acometer a la garganta de las ovejas y ahogarlas inmediatamente. Son fieros, rapaces, rígidos de cuerpo por naturaleza, de modo que no pueden retornar fácilmente. Son llevados por cierto ímpetu propio y por eso se les burla muchas veces. Si ven antes a algún hombre, el instinto natural los lleva a ahogar su voz; pero si el hombre los ve a ellos antes, temen ser rechazados. Así los herejes asedian los rediles de Jesucristo. Aúllan junto a las casas de noche, porque es siempre de noche para los pérfidos, que oscurecen la luz de Cristo con las nubes de sus falsas interpretaciones. Sin embargo, no se atreven a penetrar en los rediles de Cristo y por ello no son sanados como aquel que fue curado en el establo, cuando cayó en manos de los ladrones. Acechan en ausencia de los pastores, porque estando ellos presentes, no se atreven a acometer a las ovejas de Cristo. Son duros y rígidos por su mala intención, y no acostumbran dejar sus propios errores, a quienes Cristo, verdadero intérprete de la Sagrada Escritura, burla, para que en vano derramen sus ímpetus y no puedan dañar. Si previenen a alguno con los artificios de su disputa, lo hacen enmudecer; pues mudo es el que no confiesa la palabra de Dios con la gloria que le es propia. Guárdate, pues, de que el hereje te quite la voz, si no le sorprendes primero, porque serpea mientras su perfidia está oculta. Mas si conoces las ficciones de su impiedad, no tendrás que temer la pérdida de la voz piadosa. Invaden la garganta y hieren los órganos vitales mientras atentan contra el alma. Si oyes también que alguno se dice sacerdote y conoces su rapiñas, quede claro que es oveja en el exterior y lobo por dentro, que desea satisfacer su rabia con crueldad insaciable de matanza humana.
 
San Gregorio, hom. 17, in Evang
Muchos hay que cuando reciben el cargo de pastores se enardecen para desgarrar a sus súbditos y hacerles sentir el terror de su poder. Y como no tienen entrañas de caridad, quieren mostrarse señores y no se reconocen padres, mudando la humildad en orgullo de dominación. Contra todo lo cual debemos considerar que somos enviados como corderos en medio de los lobos, para que guardando el candor de la inocencia, evitemos la mordedura de la malicia. El que se dedica a predicar no debe hacer mal, sino sufrirle; y si el celo de la justicia exige que alguna vez proceda contra sus súbditos, debe amar interiormente a aquellos que castiga y parece perseguir exteriormente. Entonces el pastor aparecerá como tal, cuando no pone su alma bajo el pesado yugo de la codicia terrena. Por lo que sigue: "No llevéis bolsa, ni alforja".
 
San Gregorio Nacianceno Orat. 1
El resumen de todo esto es que deben ser tan virtuosos, que el Evangelio se propague no menos por el modelo de su vida que por su palabra.
 
San Gregorio, ut sup
Tanta debe ser la confianza que el predicador ha de tener en Dios que, aunque no tenga lo necesario para vivir, no debe fijarse siquiera en si esto le falta, no sea que, mientras se ocupa en las cosas de la tierra, no cuide del bien eterno de los demás.
 
San Cirilo
Así, pues, había mandado no tener cuidado de su misma persona, cuando dijo: "Os envío como corderos entre lobos". Ni concedió tampoco que anduviesen solícitos acerca de las cosas extrínsecas para el cuerpo, cuando dijo: "No llevéis bolsa, ni alforja". Ni aún les permitió llevar algo de lo que no está unido al cuerpo. Por lo que añade: "Ni calzado". No les prohibió solamente que llevasen bolsa y alforja, sino también todo cuidado o distracción, aún para saludar al que encontrasen; por lo que añade: "Ni saludéis a ninguno en el camino". Lo que antes dijo también Eliseo. Como si dijera: "Id rectos a vuestra obra, sin cambiar saludos", porque es un daño emplear en vano el tiempo de la predicación, a excepción de las cosas necesarias.
 
San Ambrosio
No prohibió esto el Señor porque le desagradasen las obras de benevolencia, sino porque le agradaba más la intención de proseguir su obra.
 
San Gregorio Nacianceno
Les mandó también esto el Señor en honor a la palabra; para que no pareciese que podían ser ya accesibles a las adulaciones, quiso que no se cuidasen de las palabras ajenas.
 
San Gregorio ut sup
Si se quiere considerar esto como una alegoría, diremos también que el dinero encerrado en la bolsa representa la sabiduría oculta. El que tiene la sabiduría y no quiere hacer participante de ella a su prójimo, la tiene como encerrada en un saco. Por alforja se entienden los cuidados de la vida; por el calzado, los ejemplos de las obras de los muertos. El que toma, pues, a su cargo la predicación, no debe cuidarse de las cosas mundanas; no sea que, preocupándose demasiado por ellas, no pueda elevarse a la predicación de la celestial doctrina. Ni debe fijarse tampoco en los ejemplos de las obras de los necios, para que no crea proteger sus actos con pieles muertas, y que, viendo a los otros obrar así, piense que puede hacer lo mismo.
 
San Ambrosio
El Señor nos quiere desprender de todo lo terreno; por esto mandó a Moisés que se descalzase, cuando había de enviarle a libertar a su pueblo ( Ex 3). Mas si alguno desea saber por qué se mandó a los israelitas que comiesen el cordero de pie y con el calzado puesto, al salir de Egipto ( Ex 12), mientras que a los apóstoles se les manda ir a predicar el Evangelio sin calzado, ha de considerar que el que está en Egipto debe temer todavía la mordedura de la serpiente, porque el veneno abunda en Egipto; y el que celebra la Pascua figurativa puede ser herido, mientras que el ministro de la verdad no teme los venenos.
 
San Gregorio
Todo el que saluda en el camino saluda por la ocasión del viaje, no por el celo de desear la salud. Aquel, pues, que predica, no por amor de la vida eterna, sino por la ambición de los premios que pueden ofrecerle los oyentes, se parece al que saluda en el camino, porque desea la salvación a los oyentes con ocasión, no con intención.
   
05-12
"En cualquier casa que entréis, primeramente decid: Paz sea a esta casa: y si hubiere allí hijo de paz, reposará sobre él vuestra paz, y si no, se volverá a vosotros. Y permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan: porque el trabajador es digno de su salario. No paséis de casa en casa. Y en cualquier ciudad en que entrareis, y os recibieren, comed lo que os pusieren delante; y curad a los enfermos que en ella hubiere, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios. Mas si en la ciudad en que entrareis no os recibieren, saliendo por sus plazas, decid: Hasta el polvo, que se nos ha pegado de vuestra ciudad, sacudimos contra vosotros; sabed, no obstante, que se ha acercado el reino de Dios. Os digo que en aquel día habrá menos rigor para Sodoma, que para aquella ciudad". (vv. 5-12)
Crisóstomo in Epis. ad Col. 3
La paz es la madre de todos los bienes; sin ella todos los demás bienes son inútiles. Por ello el Señor mandó a sus discípulos que cuando entrasen en alguna casa, inmediatamente invocasen la paz sobre ella, como señal de los demás beneficios que venían a traer, diciéndoles: "En cualquier casa que entrareis, primeramente decid: paz sea a esta casa".
 
San Ambrosio
Esto es, debemos anunciar la paz y procurar que se celebre nuestra entrada con la bendición de la paz.
 
Crisóstomo, in Epis. ad Col. 3 et in Sal. 124
Por esto el Pontífice le da a la Iglesia diciendo: "La paz sea con vosotros". Los santos imploran la paz, no sólo la que existe entre los hombres, sino la que debe existir dentro de nosotros mismos. Porque muchas veces llevamos la guerra en nuestro corazón, nos afligimos sin que nadie nos ofenda y se levantan contra nosotros los malos deseos.
 
Tito Bostrense
Dice, pues: "Paz sea a esta casa". Esto es, a los que habitan en esta casa. Como diciendo: Hablad a todos, a los grandes y los pequeños; sin embargo, vuestro saludo no será dirigido a los indignos. Por lo que sigue: "Y si hubiese allí hijo de paz, reposará sobre él vuestra paz". Como diciendo: Vosotros pronunciaréis la palabra y Yo aplicaré la paz al que juzgue digno de ella. Y si no hubiere ninguno digno, no seréis defraudados, ni se perderá la gracia de vuestras palabras, sino que volverá a vosotros. Por eso añade: "Y si no se volverá a vosotros".
 
San Gregorio
La paz que se ofrece por el predicador, o descansa en la casa, si en ella hay algúno que esté presto para oírla y sigue la palabra celestial que oye; o si ninguno quiere oírla, el predicador no quedará sin fruto, porque la paz volverá sobre él, como una recompensa que el Señor le da por el trabajo de su obra. Mas si se recibe nuestra paz, entonces somos acreedores a que se nos recompense por aquéllos a quienes facilitamos el camino de la gloria. Por lo que prosigue: "Y permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan". He aquí que El mismo, que prohibió llevar bolsas y alforjas, nos permite percibir estipendio y alimentos por la predicación.
 
Crisóstomo ut sup
Mas para que alguno no diga: "Consumo mis bienes preparando la mesa a los forasteros", primero hace que aquél al entrar te ofrezca el don de la paz, al cual nada iguala, para que sepas que recibes más de lo que das.
 
Tito Bostrense
O de otro modo: Puesto que no estáis constituidos jueces de los que son dignos o indignos, comed y bebed lo que os ofrezcan y dejadme a mi el examen de los que os reciben; a no ser que conozcáis que allí no hay hijo de paz, porque entonces tal vez debéis retroceder.
 
Teofilato
Ved cómo ordenó a sus discípulos que pidiesen limosna y que tuviesen su alimento por salario; pues se añade: "Porque el trabajador es digno de su salario".
 
San Gregorio in Evang. hom. 17
Los alimentos que sustentan al obrero son ya una parte de su salario, de suerte que aquí se empiece la gracia del trabajo de la predicación, que se completa allí con la visión de la verdad. En lo que debe considerarse que se ofrecen dos premios a nuestro trabajo: uno en esta vida, que nos sustenta en el trabajo; otro en la patria, que nos remunera en la resurrección. La recompensa que en esta vida se recibe debe alentarnos para merecer con más seguridad la otra. El verdadero predicador no debe predicar con el fin de recibir la recompensa de esta vida, sino recibir la recompensa para poder predicar. Todo el que predica con el solo fin de la alabanza o de la recompensa de este mundo, se priva de la del cielo.
 
San Ambrosio
Se añade otra virtud: no andar de casa en casa con vaga facilidad; pues sigue: "No paséis de casa en casa". Esto es, que seamos constantes en la hospitalidad y no disolvamos fácilmente los vínculos de la amistad.
 
Beda
Después de haber hablado de cómo deben portarse sus discípulos en las casas, pasa ahora a enseñarles cómo deben portarse en las ciudades. A saber, comunicar en todo con los piadosos y apartarse enteramente de la sociedad de los impíos. Por lo que prosigue: "Y en cualquier ciudad en que entrareis y os recibieren, comed lo que os pusieren delante".
 
Teofilato
Aún cuando sea poco y vil lo que allí se encuentre, no pidáis más. Díceles también que, obrando milagros, atraigan a los hombres a sus predicaciones. Por lo que añade: "Y curad los enfermos que en ella hubiere, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios". Porque si curáis primero y después enseñáis, vuestra predicación producirá sus frutos y los hombres creerán que se aproxima el reino de los cielos, pues no se curarían si esto no lo hiciese alguna virtud divina. Además, cuando se curan en cuanto al alma, se acerca a ellos el reino de Dios, el cual está lejos de aquél a quien domina el pecado.
 
Crisóstomo, in Mat. hom. 33
Observa la dignidad de los apóstoles. No se les advierte que lleven cosa alguna material como a Moisés y a los profetas (esto es, bienes terrenos), sino cosas nuevas y admirables, esto es, el reino de los cielos.
 
San Máximo
Dice "se acercó", no para demostrar la brevedad del tiempo, porque el reino de Dios no viene con advertencia; sino que demuestra la disposición de los hombres para recibir el reino de Dios, el cual está en potencia en todos los que creen, y en acto en los que desprecian la vida corporal y eligen sólo la espiritual. Estos son los que pueden decir: "No soy yo quien vivo, sino Cristo que vive en mí" ( Gál 2,20).
 
San Ambrosio
Después les dice que deben sacudir el polvo de sus pies, cuando en alguna ciudad crean que no se les quiere recibir, diciéndoles: "Mas en la ciudad en que entrareis, si no os recibieren, sacudid el polvo", etc.
 
Beda
O para hacer constar el trabajo físico, que vanamente se tomaron por ellos, o para demostrar que hasta tal punto no buscan nada terreno de ellos, que ni el polvo de su tierra quieren que se les pegue. O por los pies se significa el trabajo y la marcha de la predicación, y el polvo que los cubre representa la ligereza de los pensamientos terrenos, de la cual no se ven libres ni aún los más grandes doctores. Aquellos, pues, que despreciaren la doctrina, los trabajos y los peligros de los que les enseñan, se exponen al testimonio de su condenación.
 
Orígenes
Sacudiendo contra ellos el polvo, les dicen en cierto modo: "El polvo de vuestros pecados con razón vendrá sobre vosotros". Y obsérvese que todas aquellas ciudades que no reciben a los apóstoles, ni su celestial doctrina, tienen plazas, según estas palabras: "Ancho es el camino que conduce a la perdición" ( Mt 7,13).
 
Teofilato
Y así como a los que reciben a los apóstoles se dice que se acerca el reino de Dios para su beneficio, así se dice para perjuicio de los que no los reciban. Por esto añade: "Esto no obstante, sabed que se os acerca el reino de Dios". Como sucede cuando viene un rey a una ciudad, que viene para bien de unos y para mal de otros. Por lo que tratando de su castigo, añade: "Os digo, en verdad, que en aquel día habrá menos rigor para Sodoma", etc.
 
Eusebio
Porque en la ciudad de Sodoma los ángeles no carecieron de hospitalidad, sino que Loth fue considerado como digno de recibirlos ( Gén 19) 1. Si, pues, a la llegada de los discípulos, no hay uno siquiera en la ciudad que los reciba, ¿cómo no será peor que la ciudad de Sodoma? Este lenguaje les enseñaba a abrazar con confianza la regla de la pobreza, pues no podía existir ciudad, villa ni aldea, sin algún habitante amigo de Dios. Ni Sodoma subsistiría, no hallándose en ella Loth; por eso, apenas la abandonó, pereció toda de repente.
 
Beda
Los sodomitas mismos, aunque fueron hospitalarios en medio de los desórdenes de la carne y del alma, sin embargo, no se hallaron entre ellos huéspedes como los apóstoles; pues aunque Loth era justo en su proceder y en su trato ( 2Pe 2,3), no se dice que hubiera enseñado ni obrado prodigios.
 
Notas
1. Ver Gén 19,1-3.
   
13-16
"¡Ay de ti, Corazin! ¡Ay de ti, Betsaida! porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho entre vosotros, tiempo ha que sentados en cilicio y ceniza hubiesen hecho penitencia. Por eso para Tiro y Sidón habrá en el juicio menos rigor que para vosotros. Y tú, Cafarnaúm, ensalzada hasta el cielo, hasta el infierno serás sumergida. Quien a vosotros oye, a mí me oye, y quien a vosotros desprecia, a mí me desprecia. Y el que a mí me desprecia, desprecia a Aquel que me envió". (vv. 13-16)
 
San Ambrosio
Enseña el Señor que serán dignos de mayor castigo los que no reciben el Evangelio que aquellos que creyeron que debía quebrantarse la ley. Por eso dijo: "Ay de ti, Corozaim; ay de ti Betsaida!"
 
Beda
Corozaim, Betsaida y Cafarnaúm, y también Tiberias, a la cual nombra San Juan, son ciudades de Galilea, situadas a las orillas del lago de Genezareth, que los evangelistas llaman mar de Galilea o de Tiberíades. Se lamentaba el Señor de que estas ciudades no hiciesen penitencia después de tantos milagros y predicaciones, y que fuesen peores que los gentiles que sólo violaron la ley natural; porque, después de haber despreciado la ley escrita, no temieron despreciar también al Hijo de Dios y su gloria. Por lo que prosigue: "Porque si en Tiro y en Sidón se hubiesen hecho los milagros que se han hecho entre vosotros, tiempo ha que sentados en cilicio y ceniza hubiesen hecho penitencia", etc. En cilicio, que tejido de pelo de cabra, significa la áspera memoria del pecado que punza; en ceniza, representando la consideración de la muerte (por la que nos reducimos a polvo); además "sentados" significa la humildad de la conciencia. Hoy vemos realizada la profecía del Señor, porque Corozaim y Betsaida no creyeron en El, aun cuando estuvo presente; mientras que Tiro y Sidón, aliadas de David y de Salomón en otro tiempo ( 1Re 5), creyeron después a los discípulos de Cristo, que las evangelizaron.
 
Crisóstomo in Mat. hom. 38
Deplora el Señor estas ciudades para nuestro ejemplo, porque la efusión de lágrimas y los gemidos tristes sobre los que padecen insensibilidad de dolor, no es pequeño antídoto para la corrección de los pacientes y para el consuelo de los que lloran sobre ellos. No sólo los invita a obrar bien por medio del llanto, sino también por el terror. Por lo que sigue: "Por eso para Tiro y Sidón habrá menos rigor", etc. También nosotros debemos oír esto, porque el juicio más riguroso no será sólo para aquellas ciudades, sino también para nosotros, si no recibimos a los huéspedes que vienen a nosotros, a quienes manda también que sacudan el polvo en este caso. Además, como el Señor había hecho muchos milagros en Cafarnaúm y lo habían tenido como habitante, parecía elevada sobre las demás ciudades; pero por su incredulidad cayó en las ruinas. Por esto sigue: "Y tú, Cafarnaúm, ensalzada hasta el cielo, hasta el infierno serás sumergida". Esto es, para que tu castigo sea proporcionado a tu elevación.
 
Beda
Esta sentencia tiene dos sentidos. O bien serás sumergida hasta el infierno porque resististe soberbiamente a mi predilección, elevándote así por el orgullo hasta el cielo; o porque exaltada hasta el cielo por mi residencia y mis milagros, serás castigada con mayores suplicios, porque tampoco quisiste creer a esos signos. Y para que no se creyese que esta repulsa sólo se dirigía a las ciudades o personas que habiendo visto al Señor en su carne le despreciaron, y no a todos los que hoy desprecian también la doctrina del Evangelio, añade diciendo: "El que a vosotros oye, a mí me oye".
 
San Cirilo
Por medio de esto nos enseña que todo lo que nos dicen los apóstoles debe aceptarse, porque quien los oye, a Cristo oye. Inevitable castigo amenaza, pues, a los herejes, que menosprecian las predicaciones de los apóstoles; y por ello sigue: "Y el que os desprecia, a mí me desprecia".
 
Beda
A saber, que para que se comprenda que, oyendo o despreciando la predicación del Evangelio, no se oye o desprecia a unas personas cualesquiera, sino al Señor Salvador, y aún al mismo Padre. Prosigue: "Y el que a mí me desprecia, desprecia a Aquél que me envió", etc. Porque en el discípulo se oye al Maestro y en el Hijo se honra al Padre.
 
San Agustín, De verb. Dom., serm. 24
Si, pues, la palabra de Dios llegó hasta vosotros y os constituyó en ese lugar, cuidad de no despreciarnos, para que no llegue a El lo que con nosotros hagáis.
 
Beda
Puede también entenderse así: "El que a vosotros desprecia, a mí me desprecia" ( Mt 25). Esto es, el que no hace misericordia a uno de mis hermanos más pequeños, no me la hace a mí; y el que me desprecia (no queriendo creer en el Hijo de Dios), desprecia a Aquel que me envió; porque el Padre y Yo somos uno ( Jn 10,30).
 
Tito Bostrense
También consuela en esto a sus discípulos, como diciéndoles: No digáis: ¿Por qué vamos a sufrir afrentas? Moderad la lengua; Yo doy la gracia, en mí recae vuestra afrenta.
   
17-20
Y volvieron los setenta y dos con gozo, diciendo: "Señor, hasta los demonios se nos sujetan en tu nombre". Y les dijo: "Veía a Satanás que caía del cielo como un relámpago: Ved que os he dado potestad de pisar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo el poder del enemigo, y nada os dañará; mas en esto no os gocéis, porque los espíritus os están sujetos; mas gozaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos". (vv. 17-20)
 
San Cirilo
Antes se ha dicho que el Señor envió a sus discípulos revestidos con la gracia del Espíritu Santo y que, constituidos ministros de la predicación, recibieron poder para dominar los espíritus inmundos. Ahora, cuando vuelven, confiesan el poder del que los ha honrado. Por lo que dice: "Volvieron los setenta y dos con gozo, diciendo: Señor, hasta los demonios se nos sujetan en tu nombre". ¡Parece que se alegraban más porque habían hecho milagros, que por haber sido destinados a la predicación! Mejor se hubieran alegrado en aquellos que hubieran convertido, como decía San Pablo a los llamados por él ( Flp 4,1): "Vosotros sois mi gozo y mi corona".
 
San Gregorio, Moralium 24, 7 super Job 32, 8
El Señor reprendió admirablemente el orgullo en el corazón de sus discípulos, recordándoles la perdición del maestro de la soberbia, para que en el autor de la soberbia aprendiesen lo que debían temer de ese vicio. De donde sigue: "Veía a Satanás que caía del cielo como un relámpago".
 
San Basilio in homen. quod Deus non sit auctor mali
Se llama satanás porque es enemigo de todo lo bueno (esto significa en hebreo), y se llama diablo porque coopera con nosotros al mal y después es nuestro acusador 1. Su naturaleza es incorpórea y habita en el aire.
 
Beda
No dice, pues: veo ahora; sino veía antes, cuando cayó. En cuanto dice: Como un relámpago, o significa la caída del cielo a los abismos, o bien que, después de su caída, se transforma todavía en ángel de luz.
 
Tito Bostrense
Dice que lo vio El, como juez que conoce los movimientos de los seres incorpóreos. Dice también como un relámpago, porque por naturaleza era refulgente como el relámpago, pero se hizo tenebroso como el pecado, porque lo que Dios hizo bueno, él lo alteró en malo.
 
San Basilio, adversus Eunomium, lib. 3
Las virtudes de los cielos no son santas por naturaleza, sino que, según la analogía del amor divino, reciben la medida de santificación. Y así como el hierro, puesto al fuego, no deja de ser hierro, pero por la vehemencia del fuego, tanto por el efecto como por el aspecto, se transforma en él; así las virtudes celestes tienen injerta la santificación por participación de aquel que es santo por naturaleza. Satanás no hubiera caído si por naturaleza hubiese sido incapaz de lo malo.
 
San Cirilo
O de otro modo: Veía a Satanás que caía del cielo como un relámpago; esto es, desde la virtud más perfecta, hasta la debilidad más extrema. Porque antes de la venida del Salvador había sometido todo el mundo a su dominio, era adorado por todos. Pero desde que el Divino Verbo bajó del cielo, cayó como un relámpago, porque es pisoteado por los que adoran a Cristo. Por lo que sigue: "Veis que os he dado poder para pisar sobre serpientes", etc.
 
Tito Bostrense
Alguna vez serpientes figurativas mordían a los judíos en el desierto y los mataban, porque eran infieles ( Núm 21); mas he aquí que vino la serpiente de metal crucificada a matar a aquellas serpientes, para que, si alguno la mira con fe, se libre de las mordeduras y se salve.
 
Crisóstomo
Después, para que no creyésemos que esto se decía de las bestias, añadió: "Y sobre todo el poder del enemigo".
 
Beda
Esto es, de expulsar de los cuerpos de los poseídos todo género de espíritus inmundos. Y en cuanto a ellos, añade: "Y nada os dañará". Aunque también se puede tomar a la letra, porque San Pablo, acometido por una víbora, no sufrió daño alguno ( Hch 28), y San Juan no se perjudicó (en su vida) con el veneno que tomó. Hay además, según creo, esta diferencia entre las serpientes que dañan con la boca y los escorpiones que hieren con la cola. Las serpientes que atacan abiertamente y los escorpiones que acechan a escondidas, significan ya a los hombres, ya a los demonios. O las serpientes representan a los que se oponen a las virtudes nacientes con el veneno de su persecución, y los escorpiones a los que intentan viciar al fin las virtudes ya consumadas.
 
Teofilato
O serpientes son los que dañan visiblemente, como el demonio de la fornicación y del homicidio; mas los que dañan invisiblemente, como sucede con los vicios espirituales, se llaman escorpiones.
 
San Gregorio Niceno ex homilis in Cant
La voluptuosidad se llama serpiente en la Escritura, porque tal es la naturaleza de la serpiente que si su cabeza llega a la rendija de un muro, atrae a sí todo el resto del cuerpo. Así la naturaleza concedió al hombre el domicilio necesario, pero la voluptuosidad, tocando el alma por esta necesidad, la atrae a cierto lujo inmoderado. Esto trae la subsiguiente avaricia, a la que sigue la impureza, esto es, el último miembro y cola de la bestialidad. Mas así como no se retrae a la serpiente por la cola, así no se debe empezar por las últimas para arrancar las pasiones, sino cerrar la primera entrada a la malicia.
 
San Atanasio, in serm de Passione et Cruce
Los niños triunfan ahora, por la virtud de Cristo, de la sensualidad que en otro tiempo seducía a los ancianos; y perseveran vírgenes hollando con los pies las falacias de la serpiente sensual. Y aun algunos, hollando el tormento, esto es, la muerte del escorpión (o sea del diablo), no temieron el suplicio; hechos mártires de Cristo, la mayor parte despreciaron las cosas de la tierra y habitan en el cielo sin temor al príncipe del aire.
 
Tito Bostrense
Mas como la alegría con que los veía satisfechos sabía a vanidad, pues se alegraban de haber sido elevados hasta hacerse temibles a los demonios y a los hombres, añade el Señor: "Mas en esto no gocéis, porque los espíritus os están sujetos", etc.
 
Beda
Se les prohibe, siendo carnales, alegrarse porque sujetan a los demonios. Porque arrojar los espíritus, así como obrar otros prodigios, no siempre procede del mérito del que obra, sino que la invocación del nombre de Cristo hace esto para condenación de aquellos que lo invocan o para la utilidad de aquellos que ven y oyen.
 
San Cirilo
Pero Señor, ¿por qué no dejas que se alegren en los honores que concedes, cuando está escrito: "En tu nombre se alegrarán todo el día?" ( Sal 88,17). Es que el Señor quiere elevarlos a un gozo mayor; por lo que dice: "Mas gozaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos".
 
Beda
Como diciendo: No os conviene alegraros de la humillación de los demonios, sino de vuestra exaltación. Debe entenderse, pues, que si alguno ejecuta buenas obras, ya sean terrenas, ya celestiales, queda anotado como con caracteres y fijo en la memoria de Dios eternamente.
 
Teofilato
Los nombres de los santos escritos están en el libro de la vida, no con tinta sino en la memoria y en la gracia de Dios. El diablo cae de lo alto, pero los hombres, viviendo abajo, son inscritos arriba en el cielo.
 
San Basilio, in Isaías cap. 4
Algunos hay también que se inscriben, no en el libro de la vida, sino según Jeremías ( Jer 17,13), en la tierra, para que, según esto, se entienda que hay una doble inscripción: de éstos para la vida, mas de aquéllos para la perdición. En cuanto a lo que se dice: "Bórrense del libro de la vida" ( Sal 68,29), entiéndese de aquéllos que eran considerados como dignos de ser inscritos en el libro del Señor y de quienes dice la Escritura que son borrados cuando caen de la virtud en el pecado; por el contrario son inscritos cuando se convierten del pecado a la virtud.
 
Notas
1. satanaV, satanas, significa enemigo, adversario.
   
21-22
En aquella misma hora se regocijó en el Espíritu Santo y dijo: "Doy a ti loor, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a los pequeñitos. Así es, Padre, porque así ha sido de tu agrado. Todas las cosas me son entregadas por mi Padre; y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquél a quien lo quiere revelar el Hijo". (vv. 21-22)
 
Teofilato
Así como un buen padre se alegra de ver bien dirigidos los hijos, así se regocija Cristo porque los apóstoles se han hecho dignos de tantos bienes. Por lo que sigue: "En aquella misma hora", etc.
 
San Cirilo
Vio la adquisición de muchos (o la sumisión de muchos a la fe) por la operación del Espíritu que había dado a los santos apóstoles. Por eso dice que se alegró en el Espíritu Santo; esto es, en los efectos que provienen del Espíritu Santo. Como amante de los hombres, consideraba como motivo de alegría la conversión de los pecadores, y de ella da gracias; por lo que sigue: "Confieso delante de ti, Padre".
 
Beda
La confesión no siempre significa penitencia, sino también acción de gracias, como leemos muchas veces en los Salmos.
 
San Cirilo
He aquí -dicen aquellos cuyos corazones están pervertidos o que tienen instinto perverso- que el Hijo da gracias al Padre como menor. ¿Pero qué impide que el Hijo, siendo consustancial al Padre, alabe a su Progenitor, que ha salvado al mundo por su mediación? Y si crees, porque le da gracias, que el Hijo es menor, observa que le llama su Padre y Señor del cielo y de la tierra.
 
Tito Bostrense
Todo lo demás fue creado de la nada por Cristo; pero sólo El es engendrado incomprensiblemente por el Padre, quien es Padre de solo el Unigénito como verdadero Hijo, por lo que sólo al Padre dice: "Confieso a ti, Señor Padre", esto es, te glorifico. Y no te admire que el Hijo glorifique al Padre, como las cosas que fueron hechas y los ángeles son gloria del Creador; mas como estas cosas son muy pequeñas respecto de la grandeza de El, sólo el Hijo (porque como Dios es igual al Padre) glorifica perfectamente al Padre.
 
San Atanasio
Además vemos al Salvador manifestarse muchas veces como hombre, porque la divinidad unió a sí la humanidad; no desconozcas, sin embargo, a Dios por el régimen del cuerpo. Mas ¿qué responden los que quieren que haya subsistencia del mal, formándose un Dios diferente del verdadero Padre de Cristo? Dicen que es ingénito, creador del mal, príncipe de la injusticia y fabricador de la máquina del mundo. Pero dice el Señor, aprobando la palabra de Moisés: "Confieso a ti, Padre, Señor del cielo y de la tierra".
 
San Epifanio
El Evangelio que escribió Marción, decía: "Te repito las gracias, Señor del cielo", callando lo que se dice: "y de la tierra", y lo que sigue: "Padre", para que no se entienda que Cristo llama Padre al Creador del cielo y de la tierra.
 
San Ambrosio
Finalmente, descubre el celestial misterio, por el cual plugo a Dios revelar su gracia a los pequeños, más bien que a los prudentes de este mundo. Por lo que sigue: "Porque escondiste estas cosas a los sabios y entendidos".
 
Teofilato
Puede referirse esto de los sabios a los fariseos y a los escribas que eran los intérpretes de la ley; y lo de los prudentes, a aquellos que eran instruidos por los escribas. Así sabio se llama al que enseña y prudente al que aprende. El Señor llama párvulos a sus discípulos, porque los eligió, no de entre los doctores de la ley, sino de entre la plebe y los pescadores; los cuales se llaman párvulos, porque no son malévolos.
 
San Ambrosio
O por párvulos debemos entender aquí el que no sabe ensalzarse, ni aparentar la habilidad de su prudencia con palabras rebuscadas, como hacen la mayor parte de los fariseos.
 
Beda
Da, pues, gracias de haber revelado los misterios de su advenimiento a los apóstoles, como párvulos, mientras que los escribas y fariseos, que se creían sabios y se miraban como prudentes, los ignoraron.
 
Teofilato
Quedan ocultos los misterios para aquellos que se creen sabios y no lo son; porque, si lo fuesen, también se les descubrirían.
 
Beda
A los sabios y a los prudentes no les opuso ignorantes e imbéciles, sino párvulos (esto es, humildes), para demostrar que condenaba la vanidad, no la penetración.
 
Orígenes
El sentimiento de lo que falta se hace preparación de la perfección que sobreviene. Pues todo el que no conoce que carece del verdadero bien y se satisface con apariencias, se priva del bien verdadero.
 
Crisóstomo in Mat. hom. 39
No se alegra y da gracias porque ocultaba los misterios a los escribas y fariseos (esto en verdad no era motivo de alegría, sino de tristeza); sino que da gracias porque los pequeños conocieron lo que los sabios habían ignorado. Por esto da gracias al Padre, con quien hace El esto a la vez, demostrando la excesiva caridad con que nos amó. Manifiesta también a continuación que la causa de esto es su voluntad y la del Padre, quien hacía todo esto por voluntad propia. Prosigue: "Así es, Padre, porque así ha sido de tu agrado".
 
San Gregorio in Moral. 25. cap. 13
En estas palabras nos da ejemplo admirable de humildad, para que no presumamos censurar temerariamente los eternos decretos acerca de la vocación de unos y de la repulsión de otros, pues no puede considerarse como injusto lo que agrada al justo. Así, pues, en todas las cosas que se ejecutan exteriormente, la causa de la razón manifiesta es la justicia de la voluntad oculta.
 
Crisóstomo, hom. 39, in Matth
Después de haber dicho: "Yo te doy gracias, porque revelaste estas cosas a los pequeñuelos", para que no se creyese que Cristo, privado de esta virtud, no podría hacer esto, añadió: "Todas las cosas me son entregadas por mi Padre".
 
San Atanasio
No entendiendo bien esto los sectarios de Arrio, deliran contra el Señor, diciendo: Si se le han dado todas las cosas (esto es, el dominio de las criaturas), hubo un tiempo en que no las tenía, y así no es consustancial al Padre. Porque, si lo fuese, no hubiera necesitado recibir; pero de esto resultaría más patente su demencia. En efecto, si antes de recibirlas no tenía criaturas el Verbo, ¿cómo se salvará aquella sentencia: "Todas las cosas subsisten en El" ( Col 1,17). Además, si le fueron dadas todas las criaturas al mismo tiempo que fueron creadas, no había necesidad de dárselas, porque "por El fueron hechas todas" ( Jn 7). No se trata aquí, como ellos piensan, del dominio de las criaturas, sino más bien de la obra de la encarnación, porque, después que el hombre pecó, se trastornaron todas las cosas, y el Verbo se hizo carne para restaurarlas todas. Luego le fueron dadas todas las cosas, no porque careciese de poder, sino para que, como Salvador, las enmiende todas; para que así como por el Verbo todo fue creado en el principio, así el Verbo, hecho carne, lo restaure todo en El.
 
Beda
O dice que le han sido entregadas todas las cosas, es decir, no los elementos del mundo, sino aquellos párvulos a quienes el Padre reveló por el Espíritu los misterios del Hijo y de la salvación, de los cuales se regocijó al hablar aquí.
 
San Ambrosio
O cuando lees: "Todas las cosas", lo reconoces omnipotente, no menor al Padre; y cuando lees "dadas", confiesas al Hijo, a quien pertenecen todas las cosas por derecho de su naturaleza consustancial, no por donación o gracia.
 
San Cirilo, in Thesauro
Después de haber dicho que el Padre le había dado todas las cosas, se eleva a su propia gloria y excelencia, demostrando que el Padre no lo supera en nada; por lo que añade: "Y ninguno conoce quién es el Hijo sino el Padre", etc. La capacidad de la criatura no puede comprender el modo de la sustancia divina, que supera a toda inteligencia, ni su hermosura, que está sobre toda concepción; pero la naturaleza divina conoce en sí misma lo que es. Y así el Padre, por lo que es, conoce al Hijo; y el Hijo, por lo que es, conoce al Padre, sin que intervenga diferencia alguna en cuanto a la naturaleza de la divinidad. Nosotros creemos que es Dios; mas lo que es en su naturaleza es incomprensible. Si, pues, el Hijo es creado, ¿cómo El sólo conocería al Padre?; o ¿cómo sólo lo conocería el Padre? Porque conocer la naturaleza divina es imposible a toda criatura; pero conocer la naturaleza de las cosas creadas, (cómo son) no excede los límites de la sana inteligencia, aun cuando supere a la nuestra.
 
San Atanasio
Habiendo dicho esto el Señor, ya no cabe duda alguna que los arrianos se le oponen cuando dicen que el Hijo no ve al Padre. Pero se demuestra la demencia de ellos cuando dicen que el Verbo no se conoce a sí mismo, siendo así que da conocimiento a todos de quién es El y quién es el Padre. Prosigue, pues: "Y aquel a quien lo quisiere revelar el Hijo".
 
Tito Bostrense
Revelación es la comunicación de una noticia, según la proporción de la naturaleza y virtudes de cada uno. Donde la naturaleza es semejante, allí hay conocimiento sin enseñanza; pero aquí abajo la enseñanza es por revelación.
 
Orígenes
Como Verbo quiere revelar, no sin razón y con justicia, que conoce dignamente el tiempo de revelar y la medida de la revelación. Revela, removiendo el velo puesto al corazón (2Cor 3) y las tinieblas que lo ocultan ( Sal 17). Mas como los disidentes piensan establecer de esto su dogma impío, a saber, que el Padre de Jesús era desconocido a los santos antiguos, debe decírseles que estas palabras: "Y aquel a quien lo quisiere revelar el Hijo", no sólo se refieren al tiempo posterior a aquél en que el Salvador dijo esto, sino también al tiempo pasado. Y si no quieren admitir el pretérito del verbo revelar, debe decírseles que conocer no es lo mismo que creer; a unos se les da por el Espíritu la ciencia, a otros la fe en el mismo Espíritu ( 1Cor 12,8-9). Eran, pues, primero creyentes, no conocedores.
 
San Ambrosio
Para que sepas que así como el Hijo revela al Padre a quienes quiere, también el Padre revela el Hijo a quienes le place. Oye al Señor que dice: "Bienaventurado eres Simón, hijo de Juan, porque la carne y la sangre no te ha revelado eso, sino mi Padre que está en los cielos ( Mt 16,17)".
   
23-24
Y volviéndose hacia sus discípulos, dijo: "Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis. Porque os digo, que muchos Profetas y Reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron: y oír lo que oís, y no lo oyeron". (vv. 23-24)
 
Teofilato
Como antes había dicho: "Nadie conoce lo que es el Padre, sino sólo el Hijo, y aquél a quien el Hijo quiere revelarlo", llama ahora bienaventurados a sus discípulos, a quienes el Padre se da a conocer por su mediación. Por lo que dice: "Y volviéndose a sus discípulos, dijo: Bienaventurados los ojos", etc.
 
San Cirilo
Se vuelve hacia ellos, porque rechazando a los judíos, sordos, que llevaban la ceguera en la inteligencia y no querían ver, se daba todo entero a los que le amaban. Y llama bienaventurados los ojos que ven lo que ellos veían antes que otros. Debe advertirse que ver no representa exclusivamente la acción de los ojos, sino también la recreación de la inteligencia en los beneficios recibidos; como cuando decimos: Este ha visto los buenos tiempos, esto es, se ha alegrado en los bienes de esta vida, según las palabras ( Sal 127,5): "Veas los bienes de Jerusalén". Muchos de los judíos vieron al Señor (con los ojos del cuerpo) hacer milagros y, sin embargo, no a todos convino la beatificación porque no todos creyeron ni vieron su gloria con los ojos del alma. Son, pues, beatificados nuestros ojos en que vemos, por medio de la fe, al divino Verbo hecho hombre por nosotros, imprimiéndonos la hermosura de su divinidad, para hacernos conformes a El por medio de la santificación y de la justicia.
 
Teofilato
Beatifica simplemente a todos los que ven con los ojos de la fe, porque los antiguos profetas y los reyes desearon ver y oír a Dios. Por lo que sigue: "Porque muchos Profetas y Reyes", etc.
 
Beda, cap. 43 in fine
San Mateo llama más claramente a los profetas, reyes justos ( Mt 13). Son, en efecto, grandes reyes, porque no cedieron a los movimientos de las pasiones, sino que reinaron sobre ellas.
 
Crisóstomo, ex homiliis in Joanes
De aquí deducen algunos que los profetas no tuvieron noticia de Cristo. Pero sí desearon ver lo que los apóstoles vieron; conocieron que vendría a los hombres y les dispensaría las gracias que les dispensó. Ninguno desea lo que no conoce; luego habían conocido al Hijo de Dios. Por lo que no dice simplemente: "Quisieron verme", sino "lo que vosotros veis"; ni "oírme", sino "lo que vosotros oís". Lo habían visto, en efecto, aunque no ya encarnado, ni tratando con los hombres, ni hablándoles con tanta majestad.
 
Beda
Ellos, viéndolo a lo lejos, lo vieron en espejo y en enigma; los apóstoles, teniendo presente al Señor y aprendiendo de El cuanto querían, no necesitaban ser instruidos por los ángeles ni por revelaciones de otras especies.
 
Orígenes
Y ¿por qué dice que muchos profetas, y no todos, desearon? Porque se dice de Abraham ( Jn 8) que vio el día de Cristo, y se alegró. Esta visión no todos tuvieron, sino pocos. Los otros profetas y justos no fueron tan grandes que alcanzasen la visión de Abraham y la ciencia de los apóstoles; dice que éstos no vieron, sino que desearon.
   
25-28
Y se levantó un doctor de la ley, y le dijo para tentarle: "Maestro, ¿qué haré para poseer la vida eterna?" Y El le dijo: "En la ley, ¿qué hay escrito? ¿Cómo lees?" El, respondiendo, dijo: "Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento, y a tu prójimo como a ti mismo". Y le dijo: "Bien has respondido: Haz eso, y vivirás". (vv. 25-28)
 
Beda
El Señor había dicho antes que sus nombres estaban escritos en el cielo; de donde, como creo, el doctor de la ley tomó ocasión de tentar al Señor. Por lo que se dice: "Y se levantó un doctor de la ley, y le dijo para tentarle", etc.
 
San Cirilo
Había ciertos charlatanes que recorrían todo el territorio de los judíos, acusando a Cristo y diciendo que llamaba inútil a la ley de Moisés al mismo tiempo que enseñaba doctrinas nuevas. Queriendo, pues, aquel doctor de la ley seducir a Jesús para que hablase algo en contra de la ley de Moisés, se presenta tentándole, llamándole maestro y no sufriendo ser enseñado. Y como el Señor acostumbraba a hablar de la vida eterna a todos los que venían a El, el doctor de la ley se servía de sus propias palabras; y como lo tienta con astucia, no oye otra cosa que lo que Moisés había enseñado. Por eso sigue: "Y El le dijo: ¿En la ley qué hay escrito? ¿Cómo lees?"
 
San Ambrosio
Era uno de aquellos que creían conocer la ley, y que poseen de ella la letra pero que ignoran el espíritu; por eso, con el texto mismo de la ley les prueba que la ignoran, demostrando que la ley anunció desde el principio al Padre, al Hijo y el misterio de la encarnación del Señor. Prosigue, pues: "Y El respondiendo dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento".
 
San Basilio
En cuanto dice "con todo tu entendimiento", no admite división con las criaturas. Porque cualquier afecto que se invierta en las cosas ínfimas, ha de faltar necesariamente al todo. Así como cuanto se derrame de un vaso lleno de licor, tanto faltará a su plenitud; así en el alma, cuanto de su amor emanare para lo ilícito, tanto disminuye necesariamente en el amor que debe a Dios.
 
San Gregorio Niceno, lib. De hominis creat., cap. 8
Tres potencias se distinguen en el alma. Una es sólo aumentativa y nutritiva, la cual se halla también en las plantas; otra que siente y es común en la naturaleza a los animales irracionales; y otra que es la perfecta actividad del alma racional, que se observa en la naturaleza humana. Así, diciendo corazón, significó la sustancia corporal, esto es, la nutritiva; diciendo alma, designó la del medio o la sensibilidad, y diciendo mente, designó la naturaleza más elevada, esto es, la potencia inteligente y reflexiva.
 
Teofilato
Esto debe entenderse respecto de que todas las potencias del alma deben estar sometidas al amor divino, ardientemente y no con tibieza; por eso se añade: "Y con todas tus fuerzas".
 
San Máximo
Con este fin la ley nos habla de una triple dirección hacia Dios, para apartarnos de la triple tendencia del mundo hacia las pasiones, la gloria y la sensualidad; con las cuales también fue tentado Cristo.
 
San Basilio
Si alguno pregunta cómo puede adquirirse el amor divino, diremos que el amor divino no se aprende. No aprendemos de otro a alegrarnos de la presencia de la luz, ni a amar la vida, ni amar a nuestros padres, ni a nuestros amigos, ni mucho menos podemos aprender las reglas del amor divino. Sino que hay en nosotros cierto sentimiento íntimo, que tiene sus causas intrínsecas, que nos inclina a amar a Dios; y el que obedece a ese sentimiento, practica la doctrina de los divinos preceptos y llega a la perfección de la divina gracia. Amamos naturalmente el bien; amamos también a nuestros prójimos y parientes, y además damos espontáneamente a los bienhechores todo nuestro afecto. Si, pues, el Señor es bueno, y todos desean lo bueno, lo que se perfecciona por nuestra voluntad reside naturalmente en nosotros. A El, aunque no le conozcamos por su bondad, en el mero hecho de que procedemos de El, tenemos obligación de amarle sobre todo, como principio nuestro que es. Es también mayor bienhechor que todos los que se aman naturalmente. El primero y principal mandamiento es, por consiguiente, el del amor a Dios. El segundo, que completa al primero y es completado por él, nos manda amar al prójimo. Por esto sigue: "Y a tu prójimo como a ti mismo". Recibimos de Dios las fuerzas necesarias para cumplir este precepto; pues ¿quién no conoce que el hombre es un animal manso y comunicativo, no solitario ni silvestre? Nada hay tan conforme con nuestra naturaleza como el comunicarse con los demás, favorecerse mutuamente y amar a los parientes. El Señor, previniéndonos, nos ha infundido la semilla de todo esto y, por consecuencia, exige los frutos.
 
Crisóstomo, hom. 32 in 1 ad Cor
Tú considera, sin embargo, cómo pide con el mismo empeño el cumplimiento de uno y otro precepto; pues de Dios dice: "Con todo tu corazón"; del prójimo: "Como a ti mismo". Lo cual si se observase bien, no habría siervo, ni libre; ni vencedor, ni vencido (mejor aún, ni príncipe ni súbdito); ni rico, ni pobre; ni el diablo se hubiese conocido nunca. Con más facilidad resistirían las pajas el fuego, que el diablo los afectos de la caridad. Todo lo vence la constancia del amor.
 
San Gregorio, Moralium 19, 20
Cuando se dice: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo", ¿cómo puede ser compasivo con otro, el que viviendo injustamente es implacable para sí?
 
Crisóstomo
Cuando el doctor de la ley respondió lo que en ella se contenía, Cristo, para quien todo es conocido, le rompió las redes de su malicia; porque sigue: "Y El le dijo: Bien has respondido: haz eso, y vivirás".
 
Orígenes
De todo esto se deduce indudablemente que la vida que se predica según Dios, Creador del mundo, y según las antiguas Escrituras, dadas por El, es la vida eterna. El Señor lo atestigua tomando del Deuteronomio aquellas palabras: "Amarás al Señor tu Dios" ( Dt 6,4), y del Levítico: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" ( Lev 19,18). Esto se ha dicho contra los sectarios de Valentino, Basílides y Marción; porque ¿qué otra cosa quiso que hiciésemos para conseguir la vida eterna, sino lo que contienen la Ley y los Profetas?
   
29-37
Mas él, queriéndose justificar a sí mismo, dijo a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?" Y Jesús, tomando la palabra, dijo: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, y dio en manos de unos ladrones, los cuales le despojaron, y después de haberle herido, le dejaron medio muerto, y se fueron. Aconteció, pues, que pasaba por el mismo camino un sacerdote, y, viéndole, pasó de largo. Y asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó también de largo. Mas un samaritano, que iba su camino, se llegó cerca de él: y cuando le vio, se movió a compasión, y acercándosele, le vendó las heridas, echando en ellas aceite y vino; y poniéndole sobre su bestia, le llevó a una venta, y tuvo cuidado de él. Y otro día sacó dos denarios y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele, y cuanto gastares de más, yo te lo daré cuando vuelva. ¿Cuál de estos tres te parece que fue el prójimo de aquél, que dio en manos de los ladrones?" "Aquél, respondió el doctor, que usó con él de misericordia". Y Jesús le dijo: "Ve y haz tú lo mismo". (29-37)
 
San Cirilo
Alabado el doctor de la ley por el Salvador, porque había respondido bien, se llenó de soberbia, no creyendo que habría alguien que pudiera ser su prójimo; como si no hubiese quien pudiera compararse con él en justicia. Por esto dice: "Mas él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?". Le asediaban, por decirlo así, alternativamente los vicios. Después de la falacia con que había preguntado, tentando, cae en la arrogancia. Al preguntar: "¿Quién es mi prójimo?", ya se muestra vacío del amor del prójimo; y por consecuencia se muestra vacío del amor divino, porque no amando al hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no se ve ( 1Jn 4,20).
 
San Ambrosio
Respondió también que no conocía a su prójimo, porque no creía en Cristo; y quien no conoce a Cristo, desconoce la ley, porque ignorando la verdad, ¿cómo puede conocer la ley que anuncia la verdad?
 
Teofilato
El Salvador no determina el prójimo por las acciones o por las dignidades, sino por la naturaleza. Como si dijese: No creas que, aunque seas justo, no tienes prójimo. Todos los que tienen la misma naturaleza que tú, son tus prójimos. Hazte tú, pues, prójimo de ellos (no por el lugar, sino por el afecto), y cuídalos. Y a este fin adujo el ejemplo del samaritano. Por esto sigue: "Y Jesús, tomando la palabra dijo: Un hombre bajaba", etc.
 
Griego
Empleó bien la palabra del género, porque no dijo: "Bajaba un cierto", sino, "un hombre", porque se refería a toda la humanidad.
 
San Agustín, De quaest. Evang. 2, 19
Este hombre representa a Adán y a todo el género humano. Jerusalén, ciudad de la paz, representa la Jerusalén celestial, de cuya felicidad había caído. Jericó quiere decir luna, y significa nuestra mortalidad, porque nace, crece, envejece y muere.
 
San Agustín, Hypognosticon lib. 3
O Jerusalén, que se interpreta visión de la paz, representa el paraíso; porque antes que el hombre pecara, estaba en la visión de la paz, esto es, en el paraíso. Todo lo que veía era paz y alegría; pero bajó de allí (como humillado y abatido por el pecado) hacia Jericó, esto es, al mundo, en donde todo lo que nace, desaparece como la luna.
 
Teofilato
No dice que bajó, sino que bajaba, porque la naturaleza humana siempre tendía a descender; y no en parte, sino con todo lo pasible de la vida.
 
San Basilio ex illius Ethicis
Para comprender esto conviene examinar los lugares. Jericó está situado en los valles de la Palestina, mientras Jerusalén lo está en la altura, ocupando la cumbre del monte. Bajaba, pues, el hombre de las alturas al valle, cuando fue cogido por los ladrones que habitaban el desierto. De donde sigue: "Y dio en manos de los ladrones".
 
Crisóstomo
En primer lugar debemos deplorar la desgracia de este hombre, que, solo e indefenso, cae en manos de los ladrones, y que, despreocupado e incauto, eligiera aquel camino, donde no podía evadir las manos de los ladrones; pues no podía ahuyentar el inerme a los armados, el imprevisor a los malvados, el incauto a los bandidos. Tanto más, cuanto que la malicia siempre está armada de engaños, cercada de crueldad, fortificada de artificios y dispuesta a la perversidad de hacer daño.
 
San Ambrosio
¿Quiénes son esos ladrones sino los ángeles de la noche y de las tinieblas, en manos de los que no hubiera caído, de no exponerse a su encuentro, apartándose de los mandamientos celestes?
 
Crisóstomo
Al principio, pues, del mundo, empleó el demonio su astucia en tentar al hombre, contra quien ejerció el virus del engaño e hizo el blanco de su malicia.

San Agustín, ut sup
Cayó, pues, en poder de los ladrones, esto es, del diablo y sus ángeles, que por la desobediencia del primer hombre despojaron al género humano del ornato de la inocencia; y le hirieron, incapacitándolo para el buen uso de su libre albedrío. Por esto sigue: "Los cuales le despojaron, y, después de haberle herido, se fueron". Le hicieron una llaga, induciéndole al pecado; y a nosotros más, porque al pecado que hemos contraído añadimos muchos pecados.
 
San Agustín, De quaest. Evang., lib. 2, q. 19
O despojaron al hombre de la inmortalidad; y, cubriéndolo de llagas (inclinándolo al pecado), lo dejaron medio muerto, porque por la parte que puede entender y conocer a Dios es hombre vivo; mas por la parte que sucumbe y es oprimido por el pecado es hombre muerto; y esto es lo que se añade: "Dejándole medio muerto".
 
San Agustín, Hypognosticon lib. 3
Estaba medio muerto el movimiento vital (esto es, el libre albedrío), herido el cual no era suficiente para volver a la vida eterna que había perdido. Por esto se encontraba tendido, porque no le bastaban sus propias fuerzas para levantarse, sino que necesitaba un médico para sanar (esto es, a Dios).
 
Teofilato
O se dice medio muerto el hombre después del pecado, porque su alma es inmortal, pero su cuerpo mortal; de modo que la mitad del hombre sucumbe a la muerte. O porque la naturaleza humana esperaba conseguir la salvación en Cristo, y así no morir enteramente. O porque la muerte, que había entrado en el mundo por el pecado de Adán, debía ser vencida por la redención de Cristo.

San Ambrosio
O nos despojan de los vestidos de la gracia espiritual, que hemos recibido, y después nos hieren; porque, si guardamos íntegros los vestidos que hemos recibido, no podremos sentir las llagas de los ladrones.
 
San Basilio
Puede entenderse también que le robaron después de haberlo herido. Las heridas siempre se hacen antes del despojo, para que conozcamos que el pecado precede siempre a la pérdida de la gracia.
 
Beda
Los pecados se llaman heridas, porque por ellos se destruye la integridad de la naturaleza humana. Se marcharon, no cesando de poner acechanzas, sino ocultando el fraude de sus insidias.
 
Crisóstomo
Este hombre, a saber, Adán, estaba tendido sin auxilio saludable, traspasado por las heridas de sus pecados, a quien ni el sacerdote Aarón, pasando, pudo socorrer con el sacrificio. Pues sigue: "Y aconteció que pasaba por el mismo camino un sacerdote, y cuando le vio, pasó de largo", etc. Ni aun su hermano, que era levita, pudo curarle por medio de la ley. Por esto sigue: "Y así mismo, un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, también pasó de largo".
 
San Agustín, ut sup
En el sacerdote y en el levita se representan los dos tiempos, el de la Ley y el de los Profetas; en el sacerdote la ley, por la cual se instituyeron el sacerdocio y los sacrificios; en el levita los vaticinios de los profetas, en cuyo tiempo no pudo curarse la humanidad, porque la ley daba a conocer los pecados, pero no los perdonaba.
 
Teofilato
Dice: "Pasó", porque la ley vino y duró hasta el tiempo ya marcado; y no pudiéndole curar pasó. Nótese también que la ley no había sido dada en la previsión de que curase al hombre, porque al principio el hombre no podía recibir el misterio de Cristo; por eso dice: "Aconteció, pues, que cierto sacerdote", como acostumbramos a decir de aquellas cosas que no se hacen premeditadamente.
 
San Agustín, De Verbo Dom., serm. 37
O porque el hombre, que bajaba de Jerusalén a Jericó, era israelita; y entonces puede entenderse que el sacerdote que pasó cerca de él era su prójimo por la raza y que el levita que le despreció era también de su raza.
 
Teofilato
Acaso el primer pensamiento de ellos fue de compasión, pero después, vencidos por la dureza, retrocedieron; esto significa lo que dijo: "Pasó de largo".
 
San Agustín ut sup
Pero un samaritano, lejano por la raza, próximo por la misericordia, hizo lo que sigue: "Mas un samaritano, que iba su camino, llegó a él", etc. Nuestro Señor Jesucristo quiso ser representado por ese samaritano. En efecto, samaritano quiere decir guarda, y de El se dice: "No dormitará ni dormirá el que guarda a Israel" ( Sal 120,4), porque resucitando de entre los muertos ya no muere ( Rom 6,9). Finalmente, cuando se le dijo: "Porque samaritano eres, y tienes demonio" ( Jn 8,48); negó que tuviese demonio, puesto que expulsaba a los demonios; pero no negó que era el guarda del enfermo.
 
Griego
Cristo se llama aquí samaritano oportunamente; porque hablando a un legista, que se enorgullecía con la ley, quiso manifestar que ni el sacerdote, ni el levita, ni los que vivían en la ley, cumplían las prescripciones de la misma, pero que El vino a consumarlas.
 
San Ambrosio
Este samaritano también bajaba: "¿Quién es, pues, el que baja del cielo y que sube al cielo, sino el Hijo de Dios que está en el cielo?" ( Jn 3,13).
 
Teofilato
Dice "yendo de camino", como para especificar que había venido a curarnos.
San Agustín Hypognosticon lib. 3
Vino en semejanza de carne de pecado ( Rom 8,3), por tanto cerca de él, para semejarse a él.
 
Griego
O vino junto al camino, porque fue verdaderamente viador, no desviador, bajando a la tierra para nuestro bien.
 
San Ambrosio
Viniendo, pues, se hizo nuestro prójimo, tomando nuestra naturaleza; y nuestro vecino, por el don de la misericordia. De donde sigue: "Y cuando le vio se movió a compasión", etc.
 
San Agustín ut sup
Viéndole tendido, sin fuerzas y sin movimientos, se movió a compasión. No halló mérito alguno en él, que le hiciese digno de ser curado; pero él condenó el pecado en la carne del pecado; por esto sigue: "Y acercándose, le vendó las heridas, echando en ellas aceite", etc.
 
San Agustín de verb. Dom. serm 37
¿Qué cosa más distante, ni más apartada que Dios de los hombres, el inmortal del mortal, el justo de los pecadores, no lejos no por el espacio, sino por la desemejanza? Como tenía en sí dos bienes (la justicia y la inmortalidad), y nosotros dos males (la injusticia y la mortalidad), si hubiese tomado dos males, sería nuestro igual, y hubiera tenido necesidad de libertador para nosotros. Para ser, pues, no lo que nosotros, sino estar cerca de nosotros, no se hizo pecador como nosotros, sino que se hizo mortal como nosotros; tomando sobre sí la pena, no la culpa, y borrando la pena y la culpa.

San Agustín, de quaest. evang. 2, 19
El vendaje de las heridas representa la represión de los pecadores; el óleo es el consuelo de la buena esperanza, dada por el perdón para la reconciliación de la paz; el vino es exhortación para obrar fervientemente en el Espíritu.

San Ambrosio
O liga nuestras heridas con una ley más austera; así como con el óleo reanima, perdonando el pecado, y con el vino excita el arrepentimiento, anunciando el juicio.
 
San Gregorio, 20, Moral., cap. 8 super Job 29, 25
O el vino es el rigor de su justicia y el óleo la dulzura de la misericordia. El vino baña las llagas corrompidas, el óleo reanima las que deben curarse. Debe, pues, mezclarse la dulzura con la severidad y temperar la una con la otra, para que no se llenen de úlceras los súbditos con la excesiva aspereza, ni se relajen con la excesiva benignidad.
 
Teofilato
O de otro modo: El óleo representa su naturaleza humana y el vino su naturaleza divina, la cual sola nadie podría soportar; por eso obró ciertas cosas como hombre y otras como Dios, y derramó el óleo y el vino, salvándonos con su humanidad y divinidad.
 
Crisóstomo
También derramó el vino (esto es, la sangre de su pasión), y el óleo (esto es, la unción del crisma), para que se nos diese el perdón por medio de su sangre y se confiriese la santificación por medio de la unción del crisma. El Médico celestial liga las heridas abiertas, que reteniendo en sí mismas la medicina, por sus efectos saludables se restituyen a su salud primera. Derramado que hubo el vino y el óleo, lo colocó sobre un jumento; por ello sigue: "Y poniéndole sobre su jumento", etc.
 
San Agustín, De quaest. Evang., lib. 2, cap. 19
Su jumento es la carne en la que se dignó venir a nosotros. Ser puesto sobre el jumento es creer en la encarnación de Cristo.
 
San Ambrosio
O nos pone sobre la bestia, cargando con nuestros pecados y sufriendo por nosotros ( Is 53); porque el hombre se había hecho semejante a la bestia ( Sal 48). Nos puso sobre su jumento a fin de que no seamos ya como el caballo o el mulo ( Sal 31); y así, por la asunción de nuestro cuerpo, destruyó la enfermedad de nuestra carne.
 
Teofilato
También puede entenderse que nos colocó sobre su bestia, esto es, sobre su cuerpo, porque nos hizo miembros suyos y participantes de su cuerpo. La ley no admitía a todos, porque se dice: "Los mohabitas y ammonitas no entrarán en la Iglesia de Dios" ( Dt 23,3); mas ahora todo el que teme a Dios en toda nación es recibido por El, queriendo creer y formar parte de la Iglesia; por esto dice que lo llevó a un hospedaje.
 
Crisóstomo
La Iglesia es un hospedaje, colocado en el camino de la vida, que recibe a todos los que vienen a ella, cansados del viaje o cargados con los sacos de sus culpas, en donde, dejando la carga de los pecados, el viajero fatigado descansa, y, después que ha descansado, se repone con saludable alimento. Y esto es lo que dice con aquellas palabras: "Y tuvo cuidado de él". Todo lo que es contrario, perjudicial y malo está fuera, mientras que dentro del hospedaje se halla el descanso completo y toda salubridad.
 
Beda
Y se díce bien que puesto sobre el jumento lo llevó al hospedaje, porque ninguno entrará en la Iglesia si no se une al cuerpo de Cristo por medio del santo Bautismo.
 
San Ambrosio
Mas como este samaritano no podía permanecer mucho en la tierra, debía volver al lugar de donde había bajado. Por eso sigue: "Y al día siguiente sacó dos denarios", etc. ¿Cuál es este día siguiente, sino acaso el de la resurrección del Señor, del que se ha dicho: "Este es el día que hizo el Señor" ( Sal 117,24)? Los dos denarios representan los dos Testamentos, que llevan impresa en sí la imagen del Rey inmortal, con cuyo precio se curan nuestras heridas.
 
San Agustín, de quaest. evang. 2, 19
Los dos denarios también representan los dos preceptos de caridad que recibieron los apóstoles del Espíritu Santo para predicar la promesa de la vida presente y de la futura.
 
Orígenes in Lucam hom. 34
Los dos denarios me parece que son el conocimiento del misterio por el que el Padre está en el Hijo y el Hijo en el Padre; conocimiento que el ángel de la Iglesia recibe como recompensa para que cure con todo celo al hombre que se le ha confiado, a quien El había curado también algún tiempo. Y se promete pagarle inmediatamente todo lo que gastare en su curación; por lo que sigue: "Y cuanto gastares de más, yo te lo daré cuando vuelva".
 
San Agustín ut sup
El hospedero fue el apóstol que gastó de más, ya sea por aquel consejo que da: "En cuanto a las vírgenes, no tengo mandamiento del Señor: mas doy consejo" ( 1Cor 7,25); o porque también trabajó con sus manos para no gravar a alguno de los enfermos con la nueva del Evangelio (1 Tes 2,9), aunque le era lícito vivir del Evangelio (1Cor 9,14). Los apóstoles gastaron también mucho de más, y en el transcurso del tiempo los doctores (que expusieron el Antiguo y Nuevo Testamento) por lo cual recibirán retribución.
 
San Ambrosio
Bienaventurado, pues, el hospedero, que puede curar las heridas de otro. Bienaventurado aquél a quien dice Jesús: "Y cuanto gastares de más, yo te lo daré cuando vuelva". Pero ¿cuándo volverás, Señor, sino en el día del juicio? Porque aunque estás siempre en todas partes, y aun cuando estando entre nosotros no te vemos, llegará tiempo en que toda carne te verá volver. Entonces darás lo que debes a los bienaventurados de quienes eres deudor. ¡Ojalá que nosotros seamos buenos deudores, que podamos pagar lo que hemos recibido!
 
San Cirilo
Una vez dicho esto, pregunta el Señor al doctor de la ley: "¿Cuál de estos tres te parece que fue el prójimo de este hombre que cayó en manos de los ladrones?". Y el doctor le respondió: "El que usó misericordia con él". Ni el sacerdote ni el levita se hicieron prójimos del paciente, sino aquel que se compadeció de él. Es inútil la dignidad del sacerdocio y el conocimiento de la ley, si no se confirma con las buenas obras; por esto sigue: "Pues ve, le dijo entonces Jesús, y haz tú lo mismo", etc.
 
Crisóstomo in eaden ex hom. ad hebraeo homil 10
Como diciendo: Si ves alguno abatido, no digas: "Es un necio", sino que, sea gentil o judío, si necesita auxilio, no caviles; tiene derecho a tu favor, cualquiera que sea el daño que le haya sobrevenido.
 
San Agustín de doctr.christ. 1, 30
Vemos por esto que el prójimo es aquel a quien debemos prestar asistencia y misericordia, si la necesita, o a quien la deberíamos prestar si la necesitase. De lo cual se deduce que aquel de quien debemos recibirla es también nuestro prójimo; pues la palabra prójimo es relativa, y ninguno es prójimo sin reciprocidad. Pero ¿quién no ve que a nadie debe negarse el oficio de caridad, cuando dice el Señor: "Haced bien a los que os aborrecen" ( Mt 5,44)? Además, es manifiesto que este precepto de amar al prójimo se extiende hasta los santos ángeles, que nos dispensan tantos beneficios de caridad. También el mismo Señor quiso llamarse nuestro prójimo, dando a entender que fue El quien ayudó al que estaba medio muerto tendido en el camino.
 
San Ambrosio
No es el parentesco el que hace el prójimo, sino la misericordia, porque la misericordia es según la naturaleza; y nada hay tan en armonía con la naturaleza, como favorecer a un consorte de naturaleza.
   
38-42
Aconteció que, como fuesen de camino, entró, pues, en una aldea, y una mujer, que se llamaba Marta, le recibió en su casa: y ésta tenía una hermana llamada María, la cual, sentada también junto a los pies del Señor, oía su palabra. Pero Marta estaba afanada preparando lo necesario: la cual se presentó y dijo: "Señor, ¿no ves cómo mi hermana me ha dejado sola para servir? Dile, pues, que me ayude". Y el Señor le respondió: "Marta, Marta, muy cuidadosa estás, y en muchas cosas te fatigas. En verdad una sola cosa es necesaria: María ha escogido la mejor parte, que no le será quitada". (vv. 38-42)
 
Beda
El amor a Dios y al prójimo, que antes había explicado el Señor por medio de palabras y parábolas, ahora lo expone por medio de obras y de verdades. Dícese, pues: "Y aconteció que, como fuesen de camino, Jesús entró en una aldea".
 
Orígenes
San Lucas no dice el nombre de esta aldea, pero San Juan la expresa, llamándole Betania.
 
San Agustín de verb. Dom. serm. 26
El Señor, que vino a su casa, y los suyos no lo recibieron ( Jn 1), fue aceptado como huésped; por esto sigue: "Y una mujer, que se llamaba Marta, le recibió en su casa", etc. Lo acogió como suele recibirse a los peregrinos; sin embargo, en realidad la sierva recibió a su Señor, la enferma a su Salvador, la criatura a su Creador. Y no digas: "Bienaventurados los que merecieron recibir a Cristo en su propia casa". No te aflijas, puesto que ha dicho:"Lo que hicisteis a uno de mis pequeñuelos, a mí me lo hicisteis" ( Mt 25,40). Tomada la forma de siervo, quiso en ella ser alimentado por sus siervos, por dignación, no por condición. Tenía carne en la que sentía el hambre y la sed; pero cuando tuvo hambre en el desierto, los ángeles le servían ( Mt 4). Por ello, si quiso ser alimentado, lo hizo por el que lo alimentaba. Marta, pues, disponiendo y preparando la comida al Señor, se ocupaba en su servicio; pero María, su hermana, eligió más bien ser alimentada por el Señor. Pues, sigue: "Y ésta tenía una hermana, que se llamaba María, que sentándose junto a los pies del Señor, oía su palabra".
 
Crisóstomo
No se dice simplemente de María que estaba sentada cerca de Jesús, sino junto a sus pies; es para manifestar la presteza, la asiduidad, el deseo de oírlo y el gran respeto que profesaba al Señor.
 
San Agustín de verb. Dom. serm. 27
Con cuanta más humildad se sentaba a los pies del Señor, tanto más percibía; porque el agua afluye a la profundidad de los valles, mientras se aparta de la cumbre de los montes.
 
San Basilio
Toda obra y toda palabra del Salvador es una regla de piedad y de virtud. Por esto se vistió de nuestra carne, para que nosotros lo imitemos en cuanto nos sea posible.
 
San Cirilo
Con su ejemplo enseña a sus discípulos cómo deben portarse en las casas de aquellos que los reciben; para que cuando vayan a alguna casa no estén allí ociosos, sino dando santas y divinas enseñanzas a quienes los reciben. En cuanto a los que preparan la casa, éstos deben salir a su encuentro con fervor y alegría por dos razones: primera, porque serán edificados por aquellos que reciben, y segunda, porque recibirán el premio de su caridad. Por esto sigue a continuación: "Pero Marta estaba afanada", etc.
 
San Agustín ut sup
Marta servía bien al Señor en cuanto a la necesidad del cuerpo y la voluntad, como a un mortal; pero el que estaba en carne mortal, en el principio era el Verbo; he ahí lo que María oía: "El Verbo se hizo carne"; he ahí a quien servía Marta. Esta trabajaba, aquélla meditaba. Sin embargo, Marta, trabajando mucho en aquella ocupación y negocio de servir, interpeló al Señor y se quejó de su hermana. Prosigue, pues: "Y le dijo, Señor, ¿no ves cómo mi hermana me ha dejado sola para servir?", etc. Estaba María absorta oyendo la dulzura de la palabra del Señor; Marta le preparaba el convite, en el cual María ya se gozaba. Escuchando, pues, suavemente las dulces palabras y alimentándose en el recogimiento de su corazón, cuando su hermana interpeló al Señor ¿cómo pensamos que ella temería el Señor le dijese: Levántate, y ayuda a tu hermana? Estaba absorbida por una admirable suavidad, mayor en el alma que en el cuerpo; pero quiso más bien someter su causa al Juez, sin tomarse el trabajo de contestar, porque, si se ocupase en responder, debilitaría la intención de oír. Prosigue, pues: "Y respondiéndole, dijo el Señor: Marta, Marta", etc. La repetición del nombre es señal de dilección, o acaso para mover la atención, a fin de que escuche más atentamente. "Te fatigas en muchas cosas", esto es, estás ocupada en muchas cosas. Quiere el hombre complacer cuando sirve, pero alguna vez no puede: se busca lo que falta, se prepara lo que se tiene, y el ánimo se distrae. Si Marta hubiera sido suficiente, no hubiera pedido el auxilio de su hermana. Son muchas cosas, son diversas, porque son carnales, porque son temporales. Se prefiere uno a muchos; porque uno no viene de muchos, sino muchos de uno. De donde sigue: "Una sola cosa es necesaria". Quiso ocuparse en uno, según aquellas palabras: "Bueno es para mí adherirme a Dios" ( Sal 72,28). Uno son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y a este uno no llegamos sino en cuanto todos tenemos un solo corazón ( Hch 4).
 
San Cirilo
O de otro modo: Cuando alguno de nuestros hermanos reciba a Dios, no se afanen por muchas cosas, ni pidan lo que por sí pueden conseguir; porque lo que es de sobra incomoda ordinariamente en todas las cosas, produce enfado en los que quieren servir y los convidados experimentan que son causa de trabajo para los otros.
 
San Basilio in regulus fusius disputatis ad interrogat. 59
Es también absurdo tomar alimentos para el sustento del cuerpo, y por ellos perjudicar otra vez al cuerpo e impedirle cumplir los mandamientos divinos. Si, pues, viene algún pobre que reciba un modelo y un ejemplo de la moderación en la comida, no preparemos nuestra mesa como la de aquéllos que quieren vivir en las delicias. Uniforme debe ser la vida del cristiano y tender al mismo fin, a saber, a la gloria de Dios; mientras que los que son de fuera tienen una vida diversa y multiforme, según la variedad de sus gustos. Mas tú, ¿por qué, mientras preparas abundancia de comida y motivos de satisfacción a tu hermano, censuras su conducta, haces caer sobre él la fea mancha de glotón y le murmuras en lo mismo que le preparas? El Señor no alabó a Marta, ocupada en preparar muchos manjares.
 
San Agustín de verb. Dom. serm. 27
¡Cómo! ¿Creemos que fue vituperada la conducta de Marta, que se ocupaba en las faenas propias de la hospitalidad, cuando tan gozosa estaba por tener un huésped tan grande? Si esto es así, que cesen los hombres de servir a los pobres, dedíquense a la palabra, ocúpense en la ciencia saludable y no se cuiden si hay algún peregrino en el lugar, si alguno necesita de pan; abandonen las obras de misericordia, aplicándose sólo a la ciencia.
 
Teofilato
El Señor no vitupera la hospitalidad, sino el cuidado por muchas cosas, esto es, la absorción y el tumulto. Y vean cómo el Señor nada dijo primero a Marta; mas cuando ella intentaba distraer a su hermana, entonces el Señor, habida ocasión, la corrigió. La hospitalidad es honrada mientras que nos atrae a las cosas necesarias; mas cuando empieza a estorbar a lo más útil, es manifiesto que la atención a las cosas divinas es más honrable.
 
San Agustín, de Verb. Dom., serm. 27
El Señor no reprende, pues, la obra, sino que distingue las ocupaciones; por eso sigue: "María ha escogido la mejor parte", etc. Tú no la elegiste mala, pero ella la eligió mejor. Y ¿por qué mejor? Porque no le será quitada. A ti se te quitará alguna vez el cuidado de los necesitados (porque cuando vengas a aquella patria no encontrarás peregrino a quien hospedar); pero se te quitará para tu bien, para darte el descanso. Tú navegas, aquélla está en el puerto. Eterna es la dulzura de la verdad; se aumenta en esta vida, se perfecciona en la otra, jamás se quita.
 
San Ambrosio
Que el deseo de la sabiduría te haga como María; ésta es la obra más grande, la más perfecta. Que el cuidado de tu ministerio no te aparte del conocimiento del Verbo celestial, ni acuses, ni estimes ociosos a los que veas dedicados a la sabiduría.
 
San Agustín, De quaest. Evang. 2, 30
En sentido místico, Marta, recibiendo al Señor en su casa, representa la Iglesia, que ahora lo recibe en su corazón. María, su hermana, que estaba sentada junto a los pies del Salvador y oía su palabra, representa la misma Iglesia, pero en la vida futura, en la que, cesando de todo trabajo y ministerio de caridad, sólo goza de la sabiduría. En cuanto a que Marta se queja de su hermana porque no le ayuda, se da ocasión a la sentencia del Señor, con la que muestra que esta Iglesia se inquieta y turba por muchas cosas, cuando sola una cosa es necesaria, a la cual llega por los méritos de este ministerio. Dice que María "eligió la mejor parte", porque por ésta se va a aquélla que no se quita jamás.
 
San Gregorio, 6 Moral., cap. 28
O por María, que escuchaba sentada las palabras del Señor, se expresa la vida contemplativa; y por Marta, ocupada en las cosas exteriores, la vida activa. El cuidado de Marta no se reprende, pero se alaba el de María; son grandes los méritos de la vida activa, pero son mayores los de la contemplativa. Se díce además que nunca le será quitada la parte a María, porque las obras de la vida activa pasan con el cuerpo, mientras que los goces de la vida contemplativa mejoran al fin.