CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO |
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32-34 - 35-40 - 41-46 - 47-48 - 49-53 - 54-57 - 58-59 | |
01-03 |
Entretanto, habiéndose
juntado alrededor de Jesús tanto concurso de gentes que atropellaban
unos a otros, comenzó a decir a sus discípulos: "Guardaos de la
levadura de los fariseos, que es la hipocresía. Mas nada hay tan
oculto que no se haya de manifestar, ni tan secreto que al fin no se
sepa. Así es que lo que dijisteis a oscuras, se dirá en la luz del
día, y lo que hablasteis al oído en las alcobas se pregonará sobre los
terrados". (vv. 1-3)
Teófil
Se esforzaban los fariseos por coger a
Jesús en alguna palabra para separar de El a las turbas; pero todo se
volvía contra ellos, porque acudían cada día a millares las gentes, y
deseando aproximarse a Cristo, se empujaban mutuamente. Aquí se ve que
tan poderosa es en todas partes la verdad y tan débil el engaño. Dice,
pues: "Entre tanto, habiéndose juntado alrededor de Jesús tanto
concurso de gentes que se atropellaban unos a otros, comenzó a decir a
sus discípulos: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es
hipocresía".
San Gregorio
Como que los enemigos de Jesús eran
burladores, advertía a sus discípulos que se guardasen de ellos.
San Gregorio Nacianceno,
in eadem Cat. graec
Se aprecia la levadura porque hace el pan
que da la vida; pero se menosprecia porque representa una reprensión,
la malicia antigua y agria.
Teófil
Llama levadura a la hipocresía, porque
altera y corrompe las intenciones de los hombres en que penetra; y
ninguna cosa hay que corrompa las costumbres como la hipocresía.
Beda
Porque así como una pequeña cantidad de
levadura corrompe toda la masa de harina ( 1Cor
5,6), así el disimulo priva al alma de toda la sinceridad y verdad de
las virtudes.
San Ambrosio
Nuestro Salvador nos dio esta preciosa
enseñanza de guardar la sencillez y de practicar la fe, para que no
caigamos en la costumbre de los pérfidos judíos de hacer que nuestras
obras estén en oposición con nuestras palabras; porque en el último
día el secreto de nuestra conciencia y las diferentes reflexiones, que
en nuestro interior nos acusan o nos defienden, serán manifiestas (
Rom 2). Por esto añade: "Mas nada hay tan
oculto que no se haya de manifestar", etc.
Orígenes,
in Cat. graec. Patr
Dice esto refiriéndose a aquel día en que
Dios juzgará los secretos de los hombres. O bien porque por mucho que
alguno se empeñe en ocultar las buenas acciones de otros por medio de
infamias, el bien no puede estar oculto naturalmente.
Crisóstomo,
in Matth homil. 35
Como diciendo a sus discípulos: Aun cuando
ahora os llamen seductores y hechiceros, vendrá tiempo en que todo se
sabrá, se declarará la calumnia y brillará vuestra virtud. Por lo que
todo lo que yo os hablo en este pequeño rincón de la Palestina lo
predicaréis en todo el orbe con atrevimiento y con la frente
levantada, sin tener nada que temer. Y por esto añade: "Así es, que lo
que dijisteis a oscuras, se dirá en la luz del día", etc.
Beda
Dice esto también, porque todo lo que
dijeron los apóstoles en las tinieblas de la persecución y en las
sombras de las cárceles había de predicarse públicamente con la
lectura de sus hechos en la Iglesia extendida por todo el orbe. Y en
verdad, cuando dice: "Se pregonará sobre los tejados", habla según la
costumbre de la Palestina, en donde acostumbran a estar sobre los
tejados, los cuales no están en declive como los nuestros, sino
formando figura perfectamente plana e igual (esto es, una superficie
plana). Dice, pues: "Se pregonará sobre los tejados"; esto es, al
descubierto, para que todos lo oigan.
Teófil
O se dirige a los fariseos con estas
palabras, como diciendo: ¡Oh fariseos!, lo que habláis entre tinieblas
(esto es, las tentaciones que contra mí forjáis en vuestros negros
corazones), será sacado a la luz del día. Porque yo soy la luz y por
mi luz se conocerá todo lo que tramáis en las tinieblas. Así lo que
habéis hablado al oído en las alcobas (esto es, todo lo que habéis
dicho murmurando al oído), se pregonará sobre los tejados, pues es tan
inteligible para mí como si se hubiese predicado sobre los tejados.
También puede entenderse esto diciendo que la luz es el Evangelio, y
los tejados las almas elevadas de los apóstoles; porque todo lo que se
dijeron entre sí los fariseos se ha publicado después en la luz del
Evangelio por el gran oráculo del Espíritu Santo reposando sobre las
almas de los apóstoles.
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04-07 |
"A vosotros, empero, que
sois mis amigos, os digo: No tengáis miedo de los que matan el cuerpo,
y hecho esto ya no pueden hacer más. Yo quiero mostraros a quién
habéis de temer: temed a aquel que después de quitar la vida, puede
arrojar al infierno. A éste es, os repito, a quién habéis de temer.
¿No es verdad que cinco pajarillos se venden por dos cuartos, y con
todo ni uno de ellos es olvidado de Dios? Hasta los cabellos de
vuestra cabeza todos están contados. Por tanto, no tenéis que temer:
más valéis vosotros que muchos pajarillos". (vv. 4-7)
San Cirilo
Como la causa de la infidelidad es de dos
tipos, sea que proceda de una malicia natural o de un temor
accidental, para que no haya alguno que, aterrado por el miedo, se vea
obligado a negar a Dios, a quien conoce de todo corazón, añade con
mucha oportunidad: "A vosotros, empero, que sois mis amigos, os digo:
No tengáis miedo de los que matan el cuerpo", etc.
San Cirilo,
in Cat. graec. Patr
No parece que se dirige esta sentencia a
todos, sino únicamente a los que aman a Dios de todo corazón, los
cuales conviene que digan ( Rom 8,35):
"¿Quién nos separará del amor de Jesucristo?" Y los que no son así,
son débiles y están expuestos a caer. Por cuya razón dice el Señor (
Jn 15,13): "Que nadie tiene amor más grande
que el que da su vida por sus amigos". ¿Por qué, pues, no ha de ser
muy conveniente que devolvamos a Cristo lo que de El hemos recibido?
San Ambrosio
Dice también que no se debe temer la
muerte pues la inmortalidad la compensará con creces.
San Cirilo,
ubi supr
Debe advertirse que hay preparadas coronas
y honores para premiar los trabajos de aquellos que sufren la ira de
sus semejantes, y que esta persecución tiene término con la muerte;
por cuya razón añade: "Y hecho esto ya no pueden hacer más".
Beda
Por tanto es en vano la locura de los que
arrojan los miembros muertos de los mártires para que los despedacen
la fieras y las aves, porque esto no impide que la omnipotencia de
Dios vuelva a darles vida resucitándolos.
Crisóstomo,
in Matth homil. 35
Considera cómo el Señor procura que sus
discípulos sean superiores en todo, enseñándoles a menospreciar aún la
misma muerte por terrible que sea. También les da a conocer la
inmortalidad del alma, cuando añade: "Yo quiero mostraros a quién
habéis de temer: temed a aquél que después de quitar la vida puede
arrojar al infierno".
San Ambrosio
La muerte es el fin de la naturaleza, no
de la pena. Por tanto, a la muerte debe considerársela como término de
los sufrimientos corporales, mientras que la pena del alma es eterna,
por cuya razón sólo a Dios debe temerse, cuyo poder no limita la
naturaleza, sino que le está sometida. Y concluye diciendo: "A éste
es, os repito, a quien habéis de temer".
Teófil
De aquí se deduce que para los pecadores
la muerte es un suplicio, porque después de los sufrimientos que
ocasiona la muerte, vienen a caer en las penas del infierno. Pero si
examinamos con atención estas palabras, entenderemos que dicen algo
más. No dice, pues, el que arroja, sino el que puede arrojar al
infierno. Esto es así porque no son lanzados a la pena (eterna)
inmediatamente todos los que mueren en pecado, sino que sucede a veces
que (la temporal) se perdona en virtud de los sufragios y las
oraciones que se hacen por los difuntos.
San Ambrosio
Había inspirado el Señor el amor de la
sencillez, había levantado la virtud del alma, sólo la fe vacilaba; y
la robusteció usando de un ejemplo sencillísimo, con estas palabras:
"¿No es verdad que cinco pajarillos se venden por dos cuartos, y con
todo ni uno de ellos es olvidado de Dios?" Como diciendo: ¿Si Dios no
se olvida de los pájaros, cómo se olvidará de los hombres?
Beda
Un dipondio era una moneda de muy poco
peso y constaba de dos ases.
Glosa
El as es al peso lo que la unidad es al
número, y el dipondio equivale a dos ases.
San Ambrosio
Acaso dirá alguno, como dijo el Apóstol (
1Cor 9,9): "¿Será que Dios se cuida de los
bueyes?"; porque éstos valen más que los pájaros. Pero una cosa es el
cuidado y otra el conocimiento.
Orígenes,
in Cat. graec. Patr
Se conoce por estas palabras hasta dónde
llega la acción de la divina Providencia, que se ocupa hasta de las
cosas más pequeñas. En sentido místico los cinco pájaros significan
justamente los sentidos espirituales, que perciben las cosas sublimes
y que son superiores a los hombres. Por ellos el hombre anda viendo a
Dios, oyendo su divina voz, gustando el pan de la vida, percibiendo el
olor de los perfumes de Cristo y tocando al Verbo vivo. Los que son
vendidos por un dipondio -a vil precio- por los que consideran como
necedades las cosas espirituales, no caen en olvido delante de Dios.
Se dice, no obstante, que el Señor se olvida de algunos por sus malas
acciones.
Teófil
O estos cinco sentidos se venden por dos
ases, esto es, por el Nuevo y el Antiguo Testamento. Por esta razón no
son olvidados de Dios; porque de aquellos cuyos sentidos se entregan
al Verbo de vida para estar dispuestos al alimento espiritual, nunca
se olvida el Señor.
San Ambrosio
O bien, el pájaro bueno es aquel a quien
la naturaleza concede medios para volar; la naturaleza nos ha
concedido la facultad de volar, pero la voluptuosidad nos la ha
quitado. Esta carga el alma de los malos con el alimento de los
vicios, y la abate reduciéndola a la realidad de una masa corpórea.
Si, pues, los cinco sentidos del cuerpo buscan el alimento de las
miserias mundanas, no pueden volar para conseguir los frutos de
acciones más sublimes. Es, por tanto, mal pájaro aquel que hubiere
perdido la facultad de volar por el vicio de la miseria del mundo.
Estos son como los pájaros que se venden por un dipondio, esto es, por
el precio de los placeres temporales. De esta manera el enemigo nos
vende a vil precio como esclavos cautivos en guerra; mas el Señor, que
nos hizo buenos servidores suyos a su imagen, estimó su obra en lo que
valía y nos redimió en un precio muy elevado.
San Cirilo,
in Cat. graec. Patr
Se cuida mucho de conocer la vida de los
santos, conforme a lo que sigue: "Hasta los cabellos de vuestra cabeza
están todos contados". De este modo indica que conoce perfectamente
todo lo que a ellos se refiere; porque las cuentas manifiestan un
cuidado solícito y diligente.
San Ambrosio
Finalmente, el número de los cabellos no
debe considerársele como cómputo, sino que da a entender su perfecto
conocimiento y se dice con toda propiedad que están contados, porque
contamos todo lo que queremos guardar.
San Cirilo,
ubi sup
Hablando en sentido espiritual diremos,
que la cabeza del hombre es su entendimiento y sus cabellos los
pensamientos que están patentes a Dios.
Teófil
También puede considerarse como cabeza de
cada uno de los fieles su correspondencia con Cristo, y por sus
cabellos las obras de mortificación corporal que Dios cuenta y que
considera dignas de su providencia.
San Ambrosio
Si, pues, la majestad de Dios es tan
grande que conoce en su ciencia hasta un pajarillo cualquiera y el
número de nuestros cabellos, ¿cómo puede decirse que el Señor
desconozca el corazón de los fieles o que los menosprecie, justamente
El, que conoce cosas tan insignificantes? Por eso, concluyó diciendo:
"Por tanto, no tenéis que temer: más valéis vosotros que muchos
pajarillos".
Beda
No debe leerse que sois muchos, como si se
tratara del número, sino que sois más que muchos, esto es, de mayor
importancia para Dios.
San Atanasio,
ora. 3, contra Arrianos
Pregunto a los arrianos que si Dios,
desdeñando el hacer otras cosas, sólo hizo a su Hijo, en el cual
trasladó su poder, para hacer todo lo demás; entonces ¿cómo se
extiende su providencia hasta cosas tan pequeñas como son el cabello y
el pájaro? Porque todo aquello a que atiende con su providencia lo
creó con su palabra.
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08-12 |
"Os digo, pues, que
cualquiera que me confesare delante de los hombres, también el Hijo
del hombre le confesará delante de los ángeles de Dios. Al contrario,
quien me negare ante los hombres, negado será ante los ángeles de
Dios. Si alguno habla contra el Hijo del hombre, este pecado se le
perdonará; pero no habrá perdón para quien blasfemare del Espíritu
Santo. Cuando os conduzcan a las sinagogas, y a los magistrados, y a
las potestades, no paséis cuidado de lo que o cómo habéis de responder
o alegar; porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel trance lo que
debéis decir". (vv. 8-12)
Beda
Había dicho antes el Salvador que todas
las acciones y las palabras ocultas habrían de publicarse; y ahora
añade que esta publicación no se verificará en una reunión cualquiera,
sino en la ciudad eterna y en presencia del rey y juez eterno; por eso
dice: "Os digo, pues, que cualquiera que me confesare", etc.
San Ambrosio
Excitando también manifiestamente a la fe,
la colocó como fundamento de las virtudes; porque así como la fe es
estímulo de la virtud, así también la virtud constituye la firmeza de
la fe.
Crisóstomo,
homil. 35, in Matth
No se contenta el Señor con una fe
interna, sino que pide una confesión exterior de ella, instándonos a
la confianza y al mayor afecto. Y como esto es útil para todos, habla
en general, diciendo: "Cualquiera que me confesare".
San Cirilo,
in Cat. graec. Patr
Dice San Pablo ( Rom
10,9): "Si confiesas con la boca a Jesús, tu Señor, y crees en tu
corazón que Dios le ha resucitado de entre los muertos, te salvarás".
Todo el misterio de Cristo se expresa en estas palabras. Conviene,
pues, confesar primero que el Verbo nacido de Dios Padre, esto es, el
unigénito de su misma naturaleza, es el Señor de todas las cosas; es
decir, no como habiendo recibido o usurpado este dominio, sino siendo
verdadera y naturalmente Señor como lo es el Padre. Conviene confesar
después, que Dios lo resucitó de entre los muertos. Es decir, que el
mismo que se hizo hombre padeció en su carne por nosotros y resucitó
de entre los muertos. A cualquiera, pues, de nosotros, que confesare
así a Jesucristo delante de los hombres -esto es, como Dios y como
Señor-, Jesucristo le confesará delante de los ángeles de Dios cuando
baje con ellos en la gloria de su Padre al fin del mundo.
San Eusebio,
in Cat. graec. Patr
¿Qué cosa habrá de mayor gloria que el
mismo Verbo, unigénito de Dios, dé testimonio por nosotros en el
juicio divino, y merecerlo así en remuneración del testimonio que de
El dimos confesándolo? Porque no estará fuera de aquel de quien dará
testimonio, sino que habitando en él y llenándolo de su luz será como
lo confesará. Cuando los hubo fortalecido con la dulce esperanza por
tantas promesas, los mueve después con terribles amenazas; diciendo:
"Al contrario, quien me negare ante los hombres, negado será ante los
ángeles de Dios".
Crisóstomo ut supra
Respecto de la condenación se ofrece mayor
castigo y, respecto de las buenas obras, mayor premio; como diciendo:
Tú me confesarás o me negarás aquí, pero yo allí. El pago de las
buenas y de las malas acciones os aguarda con exceso en la otra vida.
San Eusebio,
ut sup
Hace esta amenaza oportunamente para que
no dejasen de confesarle menospreciando la pena de ser negado por el
Hijo de Dios. Lo cual equivale a ser negado por la sabiduría y a
perder la vida, a ser privado de la luz y de todos los bienes, a
sufrir todo esto delante del Padre que está en los cielos y de los
ángeles de Dios.
San Cirilo,
ubi sup
Los que lo niegan son primeramente los que
pospusieron la fe por temor a una inminente persecución, y después los
doctores de la herejía y discípulos.
Crisóstomo,
ut sup
Hay también otros modos de negar a
Jesucristo, como explica San Pablo cuando dice ( Tit
1,16): "Confiesan que conocen a Dios, pero le niegan con las obras". Y
en otro lugar ( 1Tim 5,8): "Si alguno no
cuida de los suyos y particularmente de sus domésticos, reniega de la
fe, y es peor que un infiel". Y también ( Col
3,5): "Huid de la avaricia, que es idolatría". Por tanto, puesto que
hay tantos modos de negar, es claro que hay otros tantos de confesar.
Esos modos, practicados por el hombre, lo harán digno de oír aquella
voz beatísima con la que Jesucristo alabará a todos los que lo
hubieren confesado. Fijémonos en la elección de estas palabras. En el
texto griego dice: "Cualquiera que confesare en mí", manifestando que
ninguno puede confesar a Jesucristo por sus propias fuerzas, sino
ayudado por la gracia del Señor. Pero cuando se trata del que lo
niega, no dijo en mí, sino
a mí, porque el que lo niega carece de la gracia. Sin embargo,
es culpable, porque si se le priva de la gracia es porque él se separa
de ella -o lo que es lo mismo, se le priva por su propia culpa-.
Beda
Pero para que no se juzgue que están en
igual caso los que lo niegan por otras razones -esto es, los que lo
niegan por debilidad e ignorancia-, y por ello habrían de ser negados,
añadió en seguida: "Si alguno habla contra el Hijo del hombre, este
pecado se le perdonará", etc.
San Cirilo,
ubi sup
Pero si el Salvador quiere insinuar que,
cuando decimos una palabra injuriosa a un hombre cualquiera
obtendremos el perdón si nos arrepentimos, no hay dificultad ninguna
en estas palabras, porque siendo Dios bueno por naturaleza, enmienda a
los que quieren arrepentirse. Pero si estas palabras se vuelven contra
el mismo Jesucristo, ¿cómo no ha de ser condenado el que habla contra
El?
San Ambrosio
Sabemos ciertamente que el Hijo del hombre
es Cristo, que fue engendrado por obra del Espíritu Santo en la
Virgen, que es su sola Madre en la tierra. ¿Acaso es mayor el Espíritu
Santo que Jesucristo, para que obtengan el perdón los que pecan contra
El, y no puedan alcanzar esta misma gracia los que pecan contra el
Espíritu Santo? Pero en donde se encuentra la unidad de poder no cabe
comparación
1.
San Atanasio,
in libro de peccato in Spiritum
Aquellos hombres de la antigüedad, el
estudioso Orígenes y el admirable Teognosto, dicen que hay blasfemia
contra el Espíritu Santo cuando los que fueron considerados dignos de
su don por el bautismo vuelven al pecado; por eso ellos no alcanzarán
perdón
2, como
dice San Pablo ( Heb 6,6): "Es imposible que
aquellos que han sido hechos partícipes del Espíritu Santo sean
renovados", etc. Cada uno de los citados autores explana después su
idea. Así, Orígenes dice: Dios Padre provee ciertamente a todo y todo
lo contiene; la acción del Hijo se extiende sólo a los seres
racionales y el Espíritu Santo sólo asiste a los que participan de El
por el bautismo
3. Por
tanto, cuando pecan los catecúmenos y los gentiles, pecan contra el
Hijo que habita en ellos, y pueden, por consiguiente, obtener el
perdón si se hacen dignos de la regeneración. Pero cuando pecan
después de bautizados, dice que este crimen afecta al Espíritu, al que
habían llegado cuando pecaron, por cuya causa su condenación es
irrevocable
4.
Teognosto, por su parte, dice que el que traspasa el primero y el
segundo límite merece menor castigo; pero el que traspasa también el
tercero no recibirá más el perdón. Llama primero y segundo límite la
doctrina del Padre y del Hijo; y tercero a la participación del
Espíritu Santo, según aquellas palabras de San Juan (16,13): "Cuando
venga el Espíritu de verdad, os enseñará toda verdad". Esto es así no
porque la doctrina del Espíritu sea superior a la del Hijo, sino
porque el Hijo bajó hasta a los imperfectos y el Espíritu Santo es el
signo de los que son perfectos. Así, pues, no porque el Espíritu
supere al Hijo es imperdonable la blasfemia contra el primero, sino
porque los imperfectos pueden ser perdonados, mientras que los
perfectos no tienen ninguna excusa. Sin embargo, cuando el Hijo está
en el Padre, está en aquellos en quienes está el Padre, sin que falte
el Espíritu, porque la Santísima Trinidad es indivisible. Además, si
todas las cosas han sido hechas por el Hijo y todas subsisten en El,
estará verdaderamente en todas; y entonces es preciso que todo aquel
que peca contra el Hijo, peque contra el Padre y contra el Espíritu
Santo. Además el sagrado bautismo se da en el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo; y por esto los que pecan después del
bautismo blasfeman contra la Santísima Trinidad. Además, si los
fariseos no habían recibido aún el bautismo, ¿por qué los reprende
como si blasfemasen contra el Espíritu Santo, de quien todavía no se
habían hecho partícipes, sobre todo cuando no los acusaba por simples
pecados, sino por la blasfemia? Pero hay la diferencia de que el que
peca quebranta la ley, en tanto que el que blasfema ofende a la misma
Divinidad. Y si a aquellos que pecan después del bautismo no se les
perdona el castigo, ¿cómo el Apóstol perdona al penitente de Corinto,
y por qué engendra a los gálatas que han retrocedido, hasta que
Jesucristo sea formado de nuevo en ellos ( Gál
3)? ¿Por qué reprochamos a los novacianos el que no hagan penitencia
después del bautismo? El Apóstol, dirigiéndose a los hebreos, no
destituye la penitencia por los pecados; sino que para que no creyesen
que según el rito de la ley, y como penitencia, podía repetirse el
bautismo todos los días, les aconseja que hagan penitencia,
haciéndoles ver que no hay más que una sola renovación por el
bautismo. Considerando estas cosas, apelo a la misericordia de
Jesucristo, que siendo Dios, se hizo hombre. Es decir, consideremos
cómo Dios resucitaba a los muertos y cómo, revestido de la carne,
tenía sed, trabajaba y sufría. Por tanto, cuando algunos, considerando
su humanidad, ven que el Señor tiene sed y que padece, y hablan contra
el Salvador como hombre, pecan ciertamente. Pero pueden -cuando se
arrepientan- recibir bien pronto el perdón, alegando como causa la
fragilidad humana. Y cuando los que, considerando las obras de la
Divinidad, dudan de la naturaleza de su cuerpo, pecan también
gravemente, pero es fácil perdonar en seguida a estos penitentes,
porque merecen excusa por la magnitud de sus obras. Ahora, cuando las
obras de Dios se atribuyen al diablo, atraen sobre sí la sentencia
irrevocable. Ellos creen que el diablo es Dios y que el verdadero Dios
no tiene más participación en sus obras que el diablo. Los fariseos
habían llevado su perfidia hasta este punto: manifestando el Salvador
las obras del Padre, resucitando a los muertos, iluminando a los
ciegos y haciendo cosas semejantes, los fariseos decían que éstas eran
obras de Beelzebub. Podían también decir, viendo el orden del mundo y
la providencia que lo rige, que el mundo había sido creado por
Beelzebub. Por otro lado, fijándose en su humanidad, quedaban (
Mt 13,55) pasmados y decían: ¿Acaso no es
éste el hijo del carpintero? ( Jn 7,15) ¿Cómo
puede conocer las Escrituras, si no ha estudiado? El Señor los
toleraba como pecadores contra el Hijo del hombre; pero cuando dijeron
en su demencia que las obras de Dios son las de Beelzebub, no pudo
tolerarlos más. De la misma manera, toleraba a sus padres, mientras
murmuraban por la carencia del pan y del agua; pero después que
fundieron el becerro de oro y le atribuyeron todos los beneficios que
habían recibido del Señor, fueron castigados, primero con la muerte de
no pocos de ellos, y después diciendo: "Y yo en el día de la venganza
visitaré también este pecado de ellos" ( Ex
32,35). Los fariseos oyen ahora una sentencia parecida, porque los
condena al fuego dispuesto para el diablo, en donde serán atormentados
con él. No dijo Jesucristo esto comparando la blasfemia contra El a la
proferida contra el Espíritu Santo, como si el Espíritu Santo fuese
más grande; sino para manifestar que de las dos blasfemias proferidas
contra El mismo, una es más grave que la otra; puesto que, mirándole
como un hombre, lo vituperaban y decían que sus obras eran de
Beelzebub.
San Ambrosio
Así, pues, piensan algunos que debemos
entender que el Hijo y el Espíritu son el mismo santo, salvo la
distinción de personas y la unidad de la sustancia; porque Cristo Dios
y hombre, es uno con el Espíritu Santo; así está escrito (
Lam 4,20): "El Espíritu que está delante de
nosotros es el ungido
5 del
Señor". El es igualmente santo, pues de la misma manera que el Padre
es Dios y el Hijo Señor, y el Padre Señor y el Hijo Dios, así también
el Padre es santo, el Hijo es santo y santo el Espíritu. Por tanto, si
Cristo es uno y otro, ¿por qué esa diferencia, sino para que
comprendamos que no nos es permitido negar la divinidad de Jesucristo?
Beda
El que dice que las obras del Espíritu
Santo son de Beelzebub no será perdonado ni en esta vida, ni en la
otra. No porque neguemos que pueda ser perdonado por Dios si hace
penitencia, sino para que nos convenzamos que el blasfemo no llegará
nunca a tener los méritos necesarios para ser perdonado, ni a hacer
frutos dignos de penitencia; según estas palabras (
Is 6,10 y Mt 12): "Cegó sus ojos para
que no se conviertan y no los salve yo".
San Cirilo in Cat. Graec.
Patr
Por lo que si el Espíritu Santo fuese
criatura y no de la sustancia divina del Padre y del Hijo ¿cómo las
ofensas que se le hacen habían de provocar una pena tal cual la que se
anuncia a los blasfemos contra Dios?
Beda
No obstante, los que dicen que no es Santo
y que no es Dios, sino que es menor que el Padre y que el Hijo, no son
reos del crimen irremisible de blasfemia, porque esto lo hacen
llevados por la ignorancia humana, no por la diabólica envidia, como
los príncipes de los judíos.
San Agustín,
De verb. Dom., serm. 1
Si aquí se dijese: "El que profiriese
alguna blasfemia contra el Espíritu Santo", deberíamos entender toda
blasfemia; pero como se dice, "el que blasfemare contra el Espíritu
Santo", se ha de entender no un blasfemo cualquiera sino aquel que
nunca puede ser perdonado. Por esto se ha dicho (
Stgo 1,13): "Dios no tienta a nadie", aunque no se habla aquí
de toda tentación, sino sólo de cierto tipo. Veamos ahora cuál es esta
manera de blasfemar contra el Espíritu Santo. El principal beneficio
de los creyentes consiste en recibir en el Espíritu Santo el perdón de
los pecados. El corazón impenitente blasfema contra este don gratuito.
Así pues, esta impenitencia es blasfemia contra el Espíritu, la cual
no se perdona ni en este mundo ni en el otro, porque la penitencia
alcanza el perdón en esta vida, el cual vale para la otra.
San Cirilo,
ubi sup
Habiendo infundido el Señor tanto temor, y
habiendo preparado a sus discípulos para resistir con valor a los que
se separan de la verdadera fe, les mandó que no se cuidasen de sus
respuestas. Porque el Espíritu, que habita en los que están bien
dispuestos, les inspirará -como doctor- lo que deban decir. Por lo
cual prosigue: "Cuando os conduzcan a las sinagogas no paséis cuidado
de lo que o cómo habéis de responder".
Glosa,
interlin
Dice, pues, "cómo", en cuanto al modo de
hablar; y "que" en cuanto a pensarlo. Es decir, "cómo" habéis de
responder a los que os pregunten, o "qué" habéis de decir a los que
quieran llegar a saber.
Beda
Cuando somos llevados a causa de
Jesucristo ante los jueces, únicamente debemos ofrecer nuestra
voluntad por El, porque lo que hemos de responder ya nos lo inspirará
el Espíritu Santo. Por esto añade: "Porque el Espíritu Santo, os
enseñara".
Crisóstomo,
in Matth homil. 34
En otro lugar se dice (
1Pe 3,15): Estad preparados para responder a todos los que
deseen conocer de vosotros la causa de la esperanza que os alienta.
Porque cuando se suscita entre amigos una disputa o una cuestión, nos
manda que meditemos; pero cuando estamos ante el terror de un temible
pretorio, nos da fuerzas para que nos atrevamos a hablar sin
turbarnos.
Teófil
Como nuestra debilidad nace de dos causas
-porque huimos del martirio por temor del dolor y porque somos
ignorantes y no podemos dar cuenta de la fe-, excluye uno y otro. Con
respecto al miedo del dolor, dice: "No temáis a los que matan el
cuerpo"; y con respecto al terror de la ignorancia: "No paséis cuidado
de lo que o cómo habéis de responder".
Notas
1. El
Catecismo de la Iglesia Católica en el n.
1864 dice lo siguiente comentando Lc 12,10:
"No hay límites a la misericordia de Dios, pero quien se niega
deliberadamente a acoger la misericordia de Dios mediante el
arrepentimiento rechaza el perdón de sus pecados y la salvación
ofrecida por el Espíritu Santo. Semejante endurecimiento puede
conducir a la condenación final y a la perdición eterna".
2.
"Por medio del sacramento de la Penitencia, el bautizado puede
reconciliarse con Dios y con la Iglesia. Los padres (de la Iglesia)
tuvieron razón en llamar a la penitencia 'un bautismo laborioso' (San
Gregorio Nac., or. 39.17). Para los que han caído después de Bautismo,
es necesario para la salvación este sacramento de la Penitencia, como
los es el Bautismo para quienes aún no han sido regenerados (Cc. de
Trento: DS 1672)" Catecismo de la Iglesia Católica,
980.
3.
Opinión particular de Orígenes que es incorrecta. "Dios, que ha creado
el universo, lo mantiene en la existencia por su Verbo, 'el Hijo que
sostiene todo con su palabra poderosa' ( Hb
1, 3) y por su Espíritu Creador que da la vida"
Catecismo de la Iglesia Católica, 320.
4. Ver
nota 11.
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13-15 |
Entonces le dijo uno del
auditorio: "Maestro, di a mi hermano que me de la parte que me toca de
la herencia". Mas El le respondió: "Oh hombre, ¿quién me ha
constituído a mí juez o repartidor entre vosotros?" Y les dijo: "Estad
alerta, y guardaos de toda avaricia; que no depende la vida del hombre
de la abundancia de bienes que posee". (vv. 13-15)
San Ambrosio
Todo lo que precede nos enseña a sufrir
por confesar al Señor, o por el menosprecio de la muerte, o por la
esperanza del premio, o por la amenaza del castigo eterno, del que
nunca se obtiene el perdón. Y como la avaricia suele tentar con
frecuencia la virtud, nos da un precepto y un ejemplo para combatir
esta pasión; por eso cuando dice: "Entonces le dijo uno del pueblo:
Maestro, di a mi hermano que me dé la parte que me toca de la
herencia".
Teófil
Como estos dos hermanos disputaban sobre
la partición de la herencia del padre, era de suponer que el uno
quisiera engañar al otro. El Señor, pues, enseñándonos que no debemos
inclinarnos hacia las cosas terrenas, rechaza a aquel que le llama
para la división de la herencia. Por esto sigue: "Mas le respondió: Oh
hombre, ¿quién me ha constituido a mí juez o repartidor entre
vosotros?".
Beda
Aquel que quiere molestar con la partición
de la tierra al Maestro -que recomienda la alegría de la paz
celestial-, merece con razón que se le llame hombre; como dice San
Pablo ( 1Cor 3,3): "Puesto que hay entre
vosotros celos y cuestión ¿no sois hombres?".
San Cirilo,
in Cat. graec. Patr
El Hijo de Dios, cuando se hizo hombre
semejante a nosotros, fue constituido por Dios Padre, Rey y Príncipe
sobre su santo monte de Sión, anunciando la ley divina.
San Ambrosio
Por esta causa prescinde de lo terreno
Aquel que había descendido por las cosas divinas. No quiere ser juez
de los pleitos, ni árbitro de las facultades, siendo juez de los vivos
y de los muertos y el árbitro de los méritos. Por esto hay que
considerar no lo que pides sino de quién lo pides; además procura no
llamar hacia cosas de menor importancia la atención del que se ocupa
de otras más interesantes
1. Por
esta causa es rechazado con razón aquel hermano que procuraba ocupar
al Dispensador de las gracias celestiales en las cosas corruptibles,
cuando entre hermanos no debe ser el juez, sino el cariño, el que
medie en la partición del patrimonio. Y los hombres han de mirar más
al patrimonio de la inmortalidad que al de las riquezas.
Beda
Con motivo de habérsele presentado este
necio pretendiente, exhortó contra la peste de la avaricia a las
turbas y a sus discípulos, con sus preceptos y ejemplos; por lo cual
prosigue: "Y les dijo: Estad alerta y guardaos de toda avaricia".
Dice, pues, de toda avaricia, porque algunas cosas parecen hacerse con
sencillez, pero la conciencia discierne la intención con que se hacen.
San Cirilo,
ubi sup
De toda avaricia, esto es, de la grande y
de la pequeña, porque la avaricia es inútil, como dice el Señor por
medio de Amós ( Am 5,11): "Edificaréis casas
magníficas, y no habitaréis en ellas"; y en otro lugar (
Is 5,10): "Diez obradas de viña llenarán un
lagar pequeño, y treinta modios de simiente darán tres modios". Y hace
ver también de otro modo que es inútil, diciendo: "Que la vida de cada
uno no está en la abundancia de las cosas".
Teófil
Esto dice el Señor para confundir la
intención de los avaros que se empeñan en amontonar riquezas como si
hubieran de vivir siempre. ¿Pero acaso te harán vivir más tiempo las
riquezas? ¿Por qué sufres entonces un trabajo cierto por un descanso
incierto? Porque es dudoso si llegarás a la vejez, para la que tanto
atesoras.
Notas
1. "La
petición cristiana está centrada en el deseo y en la
búsqueda de Reino que viene, conforme a las enseñanzas de
Jesús. Hay una jerarquía en las peticiones: primero el Reino, a
continuación lo que es necesario para acogerlo y para cooperar a su
venida (...) Al orar, todo bautizado trabaja en la Venida del Reino.
Cuando se participa así en el amor salvador de Dios, se comprende que
toda necesidad pueda convertirse en objeto de
petición" Catecismo de la Iglesia Católica,
2632-2633.
|
16-21 |
Y les contó una parábola
diciendo: "El campo de un hombre rico había llevado abundantes frutos.
Y él pensaba entre sí mismo, y decía: ¿Qué haré porque no tengo en
dónde encerrar mis frutos? Y dijo: Esto haré: Derribaré mis graneros,
y los haré mayores; y allí recogeré todos mis frutos y mis bienes. Y
diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes allegados para muchísimos
años: descansa, come, bebe, ten banquetes. Mas Dios le dijo: Necio,
esta noche te vuelven a pedir el alma, ¿lo que has allegado, para
quién será? Así es el que atesora para sí y no es rico en Dios". (vv.
16-21)
Teofilato
Después que dijo que la vida humana no se
prolongaba por tener muchas riquezas, para que se creyera en esto
continúa de este modo: "Y les contó una parábola diciendo: El campo de
un hombre rico", etc.
San Basilio,
hom. de divit. agri fertilis
Si este hombre no hizo buen uso de la
abundancia de sus frutos -frutos en los que se patentiza la
generosidad divina, que extiende su bondad hasta los malos, lloviendo
lo mismo sobre los justos que sobre los injustos-, ¿de qué modo paga,
pues, a su bienhechor? Este hombre olvida la condición de su
naturaleza y no cree que debe darse lo que sobra a los pobres. Los
graneros no podían contener la abundancia de los frutos, pero el alma
avara nunca se ve llena. Y no queriendo dar los frutos antiguos por la
avaricia, ni pudiendo recoger los nuevos por su abundancia, sus
consejos eran imperfectos y sus cuidados estériles. Por lo cual sigue:
"Y él pensaba entre sí mismo", etc. Se quejaba también como los
pobres, pues el el oprimido por la miseria se pregunta, ¿qué haré?,
¿en dónde comeré?, ¿dónde me calzaré? También este rico dice lo mismo,
porque oprimen su alma las riquezas que proceden de sus rentas. Y no
quiere desprenderse de ellas para que no aprovechen a los pobres, a
semejanza de los glotones que prefieren morir de hartura a dar a los
pobres lo que les sobra.
San Gregorio moralium
15, 2
¡Oh angustia nacida de la saciedad!
Diciendo ¿qué haré?, manifiesta que se halla como oprimido por los
efectos de sus deseos y, digámoslo así, por el peso de sus riquezas.
San Basilio,
hom 6 ut supra
Debía haber dicho "abriré mis graneros y
convocaré a los pobres". Pero piensa, no en repartir, sino en
amontonar. Continúa, pues: "Y dijo, esto haré; derribaré mis
graneros". Hace bien, porque son dignos de destrucción las
adquisiciones de la maldad: destruye tu también tus graneros, porque
de ellos nadie ha obtenido consuelo. Añade: "Y los haré mayores". Y si
también llenas éstos, ¿volverás acaso a destruirlos? ¿Qué cosa más
necia que trabajar indefinidamente? Los graneros son para ti -si tú
quieres- las casas de los pobres; pero dirás: ¿a quién ofendo
conservando lo que es mío? Y prosigue: "Y allí recogeré todos mis
frutos y mis bienes". Dime, ¿qué bienes son los tuyos? ¿De dónde los
has tomado para llevarlos en la vida? Como los que llegan temprano a
un espectáculo, impiden que participen los que llegan después, tomando
para sí lo que está ordenado para el uso común de todos, así son los
ricos, que apoderándose antes de lo que es común, lo estiman como si
fuese suyo. Porque si cualquiera que habiendo recibido lo necesario
para satisfacer sus necesidades, dejase lo sobrante para los pobres,
no habría ni ricos ni pobres.
San Cirilo,
in Cat. graec. Patr
Es de notar lo inconsiderado de sus
palabras cuando dice: "Allí recogeré todos mis frutos", creyendo que
sus riquezas no le vienen de Dios, sino que son el fruto de sus
trabajos.
San Basilio,
ut supra
Pero si confiesas que los frutos provienen
del cielo, ¿será injusto Dios cuando nos distribuye sus dones de una
manera desigual? ¿Por qué tú vives en la abundancia y el otro pide
limosna, sino para que consiga el primero el mérito de la caridad y el
último el que se alcanza con la paciencia? ¿No serás por ventura
despojador, reputando tuyo lo que has recibido para distribuirlo? Es
el pan del hambriento el que tú tienes, el vestido del desnudo el que
conservas en tu guardarropa, es el calzado del descalzo el que
amontonas y la plata del indigente la que escondes bajo la tierra.
Cometes, pues, tantas injusticias cuantas son las cosas que puedes
dar.
Crisóstomo,
hom 8 in ep. 2 ad Tim
También se equivoca el que toma como
bienes lo que es indiferente; porque hay cosas que son buenas, otras
malas y otras medianas. La castidad, la humildad y otras virtudes
semejantes, son de las primeras; y cuando el hombre las elige, hace el
bien. Las opuestas a éstas son las malas, y hace el mal el hombre que
las acepta. Y, en fin, las medianas, como por ejemplo las riquezas,
son las que se destinan al bien, como en la limosna, o al mal, como en
la avaricia. Lo mismo sucede respecto de la pobreza, que lleva a la
blasfemia o a la sabiduría, según los sentimientos de los que la
padecen.
San Cirilo,
in eadem Cat. graec. Patr
El rico no prepara graneros permanentes,
sino caducos y, lo que es más necio, se promete una larga vida. Sigue
pues: "Y diré a mi alma: alma, muchos bienes tienes allegados para
muchos años". Pero, oh rico, tienes frutos en tu granero ciertamente,
pero ¿cómo podrás obtener muchos años de vida?
San Atanasio,
contra Antigonum ex eadem Cat. graec
Si alguno vive como si hubiese de morir
todos los días -porque es incierta nuestra vida por naturaleza-, no
pecará, puesto que el temor grande mata siempre la mayor parte de las
voluptuosidades; y al contrario, el que se promete una vida larga,
aspira a ellas. Prosigue, pues: "Descansa -esto es, del trabajo-,
come, bebe y goza"; esto es, disfruta de gran aparato.
San Basilio,
hom 6 super destruam horrea mea
Piensas tan poco en los bienes de tu alma,
que ofreces a ésta los alimentos del cuerpo. Sin embargo si tiene
virtud, si es fecunda en buenas obras, si se unió a Dios, posee muchos
bienes y disfruta de grande alegría. Pero como eres todo carnal y
estás sujeto a las pasiones, tu devoción depende del vientre y no del
alma.
Crisóstomo,
hom. 39, in 1 ad Cor
No conviene, pues, darse a las delicias de
la vida, engordar el cuerpo y enflaquecer el alma, cargarla de peso,
envolverla en tinieblas y en un espeso velo; porque en las delicias se
avasalla el alma que debe ser la que domine, y domina el cuerpo que
debe ser esclavo. El cuerpo no necesita de placeres sino de alimento,
para que se aliente, y no se destruya y sucumba; y no solamente para
el alma, sino que también para el cuerpo son nocivos los placeres,
porque el que es fuerte se hace débil, el sano enfermo, el ligero
pesado, el hermoso deforme y viejo el joven.
San Basilio,
ut supra
Se le permite deliberar sobre todas las
cosas y manifestar su propósito con el fin de que reciban sus pasiones
el castigo que merecen. Pero mientras habla en secreto, sus palabras
son examinadas en el cielo, de donde le viene la respuesta. Y
continúa: "Mas Dios le dijo: necio, esta noche te vuelven a pedir el
alma", etc. Atiende al nombre de necio, que te corresponde, que no te
ha impuesto ningún hombre, sino el mismo Dios.
San Gregorio moralium
22, 12, super Iob 31,24
Desaparece aquella misma noche el que se
prometía vivir mucho tiempo; de modo que el que había previsto una
larga vida para él, amontonando medios de subsistencia, no vio el día
siguiente de aquel en que vivía.
Crisóstomo,
in Matthaeum hom. 29
"Te pedirán". Pedía, pues, su alma sin
duda algún valioso poder enviado al efecto. Porque, si cuando pasamos
de una ciudad a otra necesitamos quien nos guíe, con mucha mayor razón
necesitará el alma separada del cuerpo ser guiada cuando pase a la
vida futura. Por esto el alma resiste muchas veces y se abisma cuando
debe salir del cuerpo; porque siempre nos asusta el conocimiento de
nuestros pecados especialmente cuando debemos ser presentados ante el
juicio terrible de Dios. Entonces se presenta a nuestra vista la serie
de nuestros crímenes, y teniéndolos delante de nuestros ojos, nuestra
imaginación se estremece. Además, como los encarcelados que siempre
están afligidos, pero particularmente cuando deben presentarse al
juez, así el alma se atormenta y duele por sus pecados, sobre todo en
este momento, y mucho más al salir del cuerpo.
San Gregorio moralium
15, 1 super Iob 34,19
Es arrebatada el alma por la noche, cuando
se exhala en la oscuridad del corazón; es arrebatada por la noche
cuando no quiso tener la luz de la inteligencia con que debía prever
lo que podía padecer.
Añade pues: "¿Lo que has allegado para
quién será?".
Crisóstomo,
in Cat. grac. Patr., ex hom. 23, in Gener
Aquí lo dejarás todo, no solamente no
recibiendo ventaja ninguna, sino llevando sobre tus hombros la carga
de tus pecados. Y todo lo que has amontonado, acaso vendrá a parar a
mano de tus enemigos, siendo tú, sin embargo, a quien se pedirá cuenta
de ello. Prosigue: "Así es el que atesora para sí y no es rico para
Dios".
Beda
Este es un necio y desaparecerá de noche.
Luego el que quiere ser rico para Dios, no atesore para sí, sino
distribuya sus bienes entre los pobres.
San Ambrosio
En vano amontona riquezas el que no sabe
si habrá de usar de ellas; ni tampoco son nuestras aquellas cosas que
no podemos llevar con nosotros. Sólo la virtud es la que acompaña a
los difuntos. Unicamente nos sigue la caridad, que obtiene la vida
eterna a los que mueren.
|
22-23 |
Y dijo a sus
discípulos: "Por tanto os digo: no andéis solícitos para vuestra alma,
qué comeréis, ni para vuestro cuerpo, qué vestiréis. Más es el alma
que la comida, y el cuerpo más que el vestido". (vv. 22-23)
Teofilato
El Señor se eleva poco a poco a una
doctrina más perfecta. Enseñó antes que debe evitarse la avaricia y
añadió la parábola del rico, demostrando por ella que es un necio
quien apetece las cosas superfluas. Después, continuando su discurso,
no permite que nos ocupemos con afán ni de las cosas que nos son
necesarias, arrancando la raíz de la avaricia. Por lo cual añade: "Por
tanto os digo: no andéis solícitos", como diciendo, puesto que es un
necio el que se promete una vida larga, y por esto se vuelve más
ambicioso. "No andéis solícitos por vuestra alma, de lo que comeréis".
No porque coma el alma espiritual, sino porque parece que el alma no
puede estar unida con el cuerpo si no nos alimentamos. O porque es
natural que un cuerpo animado reciba alimento, dice, con razón, que el
alma se alimenta, puesto que también la fuerza nutritiva se llama
alma. Y así debe entenderse: "No andéis solícitos por la parte
nutritiva del alma de lo que comeréis". Puede, pues, el cuerpo,
después de muerto ser vestido; y por esto, añade: "Ni de cómo
vestiréis vuestro cuerpo".
Crisóstomo in Matthaeum
hom. 22
Cuando dice: no andéis solícitos, no
quiere decir no trabajéis, sino que no absorban nuestra alma las cosas
del mundo, pues podemos trabajar sin que nos turbe la inquietud.
San Cirilo,
in Cat. graec. Patr
El alma vale más que la comida, y el
cuerpo más que el vestido. Por esto añade: "Más es el alma que la
comida", etc. Como diciendo: Dios, que ha dado lo que es más, ¿no dará
lo que es menos? Por tanto, no nos ocupemos demasiado de las cosas
menores, ni sujetemos nuestro entendimiento a buscar el vestido y la
comida. Pensemos más bien en lo que salva al alma y eleva al Reino de
los Cielos.
San Ambrosio
Ninguna cosa hay mejor para que fomenten
su fe aquellos que creen que Dios puede concederlo todo, que aquel
aliento vital que perpetúa la unión del alma y del cuerpo, en vida
común, sin necesidad de nuestros esfuerzos, y cuyo saludable alimento
no nos falta sino cuando llega el día supremo de la muerte. Como el
alma se viste, pues, con el vestido del cuerpo, y éste se anima con el
vigor de aquélla, es un absurdo creer que nos faltará el alimento
necesario en tanto que dura la unión del alma con el cuerpo.
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24-26 |
"Mirad los cuervos que no
siembran ni siegan, no tienen despensa ni granero, y Dios los
alimenta. ¿Pues cuánto más valéis vosotros que ellos? ¿Y quién de
vosotros, por mucho que lo piense, puede añadir a su estatura un codo?
Pues si lo que es menos no podéis, ¿por qué andáis afanados por las
otras cosas?" (vv. 24-26)
San Cirilo,
sicut supra v.2
Así como antes nos exhortó a elevarnos a
una certidumbre espiritual con el ejemplo de las aves que se estiman
en poco precio, diciendo: "Vosotros valéis más que muchas aves"; así
ahora también nos excita a una confianza firme e indudable con otro
ejemplo de las aves, diciendo: "Mirad los cuervos, que no siembran ni
siegan -esto es, para tener que comer-, los cuales no tienen ni
despensa ni granero -esto es, para conservar-, y Dios los alimenta.
¿Pues cuánto más valéis vosotros que ellos?".
Beda
Esto es, vosotros valéis mucho más, porque
el hombre, animal racional, tiene un destino más sublime en el orden
de la naturaleza que los seres irracionales, como son las aves.
San Ambrosio
Gran ejemplo que debemos seguir con
nuestra fe. Porque a las aves del cielo, que no pueden cultivar la
tierra ni procurar abundancia de mieses, la providencia divina las
provee siempre de alimento. Hay que confesar, por tanto, que la causa
de nuestra pobreza es la avaricia. A las aves no les falta alimento en
abundancia, aun cuando nunca trabajan, porque no saben apropiarse por
dominio especial los frutos dados para alimento de todos. Nosotros
perdemos las cosas comunes cuando las reivindicamos como si fueran
nuestras. Porque nada puede considerarse como propio donde nada es
perpetuo, ni abundancia cierta donde es incierto el porvenir.
Crisóstomo in Matthaeun
homil. 22
Pudiendo el Señor citar el ejemplo de
hombres que menospreciaron las cosas de la tierra -como Elías, Moisés,
San Juan y otros muchos-, lo toma de las aves, como en el Antiguo
Testamento, que cita la abeja, la hormiga y otros animales, a quienes
el Creador ha infundido instintos especiales.
Teofilato in ps. 146
Por tanto, no queriendo hacer mención de
otras aves, cita a los cuervos, porque Dios alimenta a sus polluelos
con una providencia especial. Los cuervos dan a luz sus hijos, y en
vez de alimentarlos los abandonan. El viento les lleva de un modo
admirable el alimento, que reciben con el pico entreabierto, y así se
alimentan. También acaso usa hablando así de la figura sinécdoque
1,
tomando el todo por la parte. Por esto, en San Mateo (cap. 6), el
Señor habla de las aves del cielo, pero aquí especialmente de los
cuervos como más hambrientos y rapaces.
San Eusebio,
in Cat. graec. Patr
También da a entender algo más en los
cuervos, porque las aves que se alimentan de semillas encuentran más
pronto su alimento. Pero las que comen carne -como los cuervos- es más
difícil que la encuentren. Sin embargo, estas aves no sufren la falta
de comida, porque la providencia de Dios a todo alcanza. En fin,
prueba lo mismo con otro razonamiento, diciendo: "¿Quién de vosotros,
por mucho que lo piense, puede añadir a su estatura?", etc.
Crisóstomo,
homil. 22, in Matth
Advierte que una vez que el Señor nos ha
concedido el alma, permanece la misma, en tanto que el cuerpo todos
los días crece. Por lo cual, no diciendo nada del alma, que no crece,
sólo hace mención del cuerpo, dándonos a entender que no crece por
sólo el alimento, sino por la providencia de Dios, puesto que nadie
puede añadir nada a su estatura por mucho que se alimente. Por esto
concluye diciendo: "Pues si lo que es menos no podéis, ¿por qué andáis
afanados por otras cosas?".
San Eusebio,
in Cat. graec. Patr
Como diciendo: Si ninguno ha podido
aumentar su estatura, por mucho que se haya esforzado, ni prolongar un
sólo momento el tiempo fijado de la vida, ¿para qué ocuparse tanto de
las cosas necesarias a la vida?
Beda
Dejad, pues, el cuidado del cuerpo a Aquel
que lo ha formado y le ha dado su estatura.
San Agustín,
De quaest. Evang., lib. 2, quaest. 28
Después de hablar del aumento de la
estatura del cuerpo, dice que la formación de los cuerpos es la menor
obra para Dios.
Notas
1.
Figura literaria que consiste en tomar una parte por el todo, o el
todo por una parte, o la materia de una cosa por la cosa misma.
|
27-31 |
"Mirad los lirios cómo
crecen, que ni trabajan ni hilan: pues os digo, que ni Salomón en toda
su gloria se vistió como uno de éstos. Pues si a la yerba, que hoy
está en el campo y mañana se echa en el horno, Dios viste así, ¿cuánto
más a vosotros, de poquísima fe? No andéis, pues, afanados, por lo que
habéis de comer o beber; y no andéis elevados, porque todas estas son
cosas por las que andan afanadas las gentes del mundo. Y vuestro Padre
sabe que de éstas tenéis necesidad. Por tanto, buscad primeramente el
reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas". (vv.
27-31)
Crisóstomo,
homil. 23, in Matth
Como el Señor nos hablaba antes de los
alimentos, así ahora nos habla del vestido, diciendo: "Mirad los
lirios cómo crecen, que ni trabajan ni hilan"; es decir, para hacerse
vestidos. Del mismo modo que al decir el Señor que las aves no
siembran no reprobó el que se sembrase, sino el excesivo cuidado, así
ahora, cuando dice "no trabajan ni hilan", no condena el trabajo, sino
el excesivo celo por él.
San Eusebio,
ut sup
Si alguno de los mortales quiere adornarse
con un rico vestido, observe con sus propios ojos cómo Dios
extendiendo su infinita sabiduría hasta las flores que nacen de la
tierra, las engalanó con distintos colores, produciendo en sus tenues
membranas tintas mejores que el oro y la púrpura. Lo hizo de tal modo,
que ni los reyes más poderosos, ni aun el mismo Salomón -que fue tan
célebre entre los antiguos por sus riquezas, por su sabiduría y por su
grandeza-, hallaron nunca obra más perfecta. Por esto añade: "Pues os
digo, que ni Salomón en su gloria se vistió como uno de éstos", etc.
Crisóstomo,
ut supra
Aquí no cita el ejemplo de las aves,
poniendo por modelo los cisnes o los pavos reales, sino los lirios.
Quiere expresar con una hipérbole
1 uno y
otro. Esto es, la debilidad de las cosas que han recibido tanto brillo
y la riqueza del brillo que ha sido consentido a los lirios. Por esta
razón no los llama después lirios sino yerba, cuando añade: "Pues si a
la yerba que hoy está en el campo". Y no dice que mañana no estará,
sino que añade: "Y mañana se echa en el horno". No dice sencillamente:
"Dios viste", sino: "Dios viste así", lo que es más expresivo. Y
añade: "¿Cuánto más a vosotros?". Lo que expresa la excelencia y la
providencia del género humano. Finalmente, como convenía reprender, lo
hace con moderación. Y no habla de infidelidad, sino de la poca fe
cuando añade: "De poquísima fe". Esto lo hace con el fin de
persuadirnos más, para que no sólo no pensemos en los vestidos, sino
que ni aun nos fijemos en el adorno de ellos.
San Cirilo,
in Cat. graec. Patr
Porque a los prudentes les basta un
vestido que no traspase la modestia y el alimento puramente necesario.
Los santos se dan por muy satisfechos con disfrutar de las delicias
espirituales que se encuentran en Jesucristo y de la gloria que es
consiguiente.
San Ambrosio
No parece inútil que la flor se compare al
hombre, y que se la anteponga a los hombres y a Salomón. De esta
manera manifestada en la excelencia de sus colores la gracia de los
espíritus celestiales, que son las verdaderas flores de este mundo.
porque Ellos lo adornan con sus resplandores y despiden el buen olor
de la santidad; y sin ser presa de ninguna solicitud, ni ejercitarse
en trabajo alguno, conservan en sí la gracia de la liberalidad divina
y los dones de la naturaleza celeste. Por tanto, se cita aquí así a
Salomón revestido de gloria, y en otro lugar
se dice cubierto; porque vestía las miserias
de la naturaleza humana con la virtud de su alma y la gloria de sus
obras. No obstante, los ángeles, cuya naturaleza divina está exenta de
los defectos corporales, son puestos justamente sobre el mayor de los
hombres. Y sin embargo no debemos desconfiar de la misericordia de
Dios respecto de nosotros, puesto que el Señor nos ofrece hacernos
semejantes a los ángeles por la gracia de la resurrección.
San Cirilo,
ubi sup
No era conveniente que los discípulos, que
debían dar a los demás la norma y el ejemplo de una vida honesta,
cayesen en lo mismo que debían cuidar que se separasen aquellos a
quienes enseñaban. Y por tanto el Señor añade: "No andéis, pues,
afanados por lo que habéis de comer", etc. En esto también aconseja el
Señor un gran celo en la santa predicación, amonestando a sus
discípulos a prescindir de toda humana solicitud.
Beda
Debe observarse, sin embargo, que no dice:
no queráis buscar o andar solícitos respecto de lo que habeís de
comer, de beber, o de vestir, sino de lo que
comeréis o beberéis; en donde me parece que son reprendidos
todos aquellos que, despreciando el alimento o el vestido común,
buscan alimentos o vestidos más ricos o más austeros que las personas
con quienes viven.
San Gregorio Niceno in
orat. dom. serm. 1
Algunos han alcanzado altos puestos,
honores y riquezas cuando suplicaron. ¿Por qué se nos prohibe, pues,
que nosotros busquemos tales cosas por la oración? Y en verdad que
estas cosas dependen de la voluntad divina, como todos saben. Pero,
sin embargo, las concede Dios a los que se las piden, para que viendo
que nos oye en las peticiones más pequeñas, nos elevemos a desear
cosas más altas. Así sucede con los niños, que en seguida que nacen
toman el pecho de su madre, pero así que crecen lo desprecian,
buscando entonces algún colgante o algo con que sus ojos se deleiten.
Y después, una vez desarrollada la inteligencia con el cuerpo, dejando
a un lado todos los deseos de la niñez, piden a sus padres lo que se
acomoda mejor con una vida perfecta.
San Agustín,
de quaest. Evang., lib. 2, quaest. 29
Después de habernos prohibido que andemos
solícitos por los alimentos, nos aconseja que huyamos del orgullo,
diciendo: "Y no andéis elevados". El hombre busca desde luego estas
cosas para satisfacer su necesidad, y cuando las tiene en abundancia,
empieza a ensoberbecerse por ellas. Esto es lo mismo que si alguno
estando herido se jactase de tener en su casa muchas medicinas, como
si no fuera mejor que no necesitase de ellas, si no estuviese herido.
Teofilato
O es que no llama ambición a otra cosa que
a esa vaga agitación del espíritu que sueña muchas cosas, pasando de
una, comparándose a otra y pensando lo sublime.
Basilio
Y para que se comprenda esta agitación,
acuérdate de la vanidad de tu juventud; si cuando has estado solo has
pensado en la vida y en tus ascensos, discurriendo de una dignidad a
otra, abrazándote a las riquezas; si has edificado palacio, si has
dispensado beneficios a tus amigos y si te has vengado de tus
enemigos. Estas abstracciones son pecaminosas, porque, fijándose
nuestra inteligencia en las cosas superfluas, se separa de la verdad.
Por lo que dice a continuación: "Porque todo esto son cosas, por las
que andan afanadas las gentes del mundo", etc.
San Gregorio Niceno,
ubi sup
Es propio de todos aquellos que nada
esperan de la otra vida, ni temen los juicios de Dios, el andar
solícitos acerca de las cosas superfluas.
San Basilio ubi sup
Pero cuando se trata de las cosas
necesarias para la vida, añade: "Y vuestro Padre sabe que de éstas
tenéis necesidad".
Crisóstomo in Matthaeum
hom 23
No dijo Dios sino Padre, para excitar
mejor en ellos la confianza. ¿Qué Padre hay que no deje a sus hijos lo
necesario? Pero añadió también: "No podrás decir que es un Padre que
ignora lo que nosotros necesitamos, pues el que ha creado la
naturaleza, conoce sus necesidades".
San Ambrosio
Manifiesta también que no faltará su
gracia a los fieles ni al presente ni en lo futuro, si los que desean
las cosas divinas no buscan las terrenas. Y no es digno ciertamente de
los hombres que se cuiden de la comida, cuando combaten por un reino.
El rey sabe bien cómo ha de mantener, alimentar y vestir a su familia.
Por esto dice: "Por tanto, buscad primero el reino de Dios, y todas
estas cosas os serán añadidas".
Crisóstomo,
ut sup., in Cat. graec. Patr
No sólo ofrece el Señor su reino, sino
también sus riquezas con él. Porque si nosotros libramos de cuidado a
los que, abandonando sus asuntos, se ocupan de los nuestros, con mucha
más razón lo hace así el Señor.
Beda
Hay que comprender que una cosa es lo que
principalmente se da y otra lo que se añade. Porque debemos
proponernos por fin la eternidad y usar sólo de lo temporal.
Notas
1.
Figura que consiste en agrandar o disminuir exageradamente la verdad
de aquello de que se habla.
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32-34 |
"No temáis, pequeña grey:
porque a vuestro Padre plugo daros el reino. Vended lo que poseéis, y
dad limosna. Haceos bolsas, que no se envejecen, tesoro en los cielos
que jamás falta; a donde el ladrón no llega, ni roe la polilla. Porque
donde está vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón". (vv.
32-34)
Glosa
Después que el Señor separó el cuidado de
las cosas temporales de los corazones de sus discípulos, ahora los
libra del temor que procede de los cuidados por las cosas superfluas,
diciendo: "No temáis", etc.
Teofilato
El Señor llama pequeña grey a los que
quieren hacerse discípulos suyos, ya porque en esta vida los santos
aparecen pequeños en virtud de su pobreza voluntaria, ya porque son
aventajados por la multitud de ángeles que nos son incomparablemente
superiores.
Beda
El Señor también llama pequeña grey a los
escogidos, ya comparándolos con el mayor número de réprobos, o más
bien por su amor a la humildad.
San Cirilo,
in Cat. graec. Patr
Manifiesta por qué no deben temer,
añadiendo: "Porque a vuestro Padre plugo", etc, como diciendo: ¿Cómo
aquél que concede gracias tan extraordinarias, dejará de tener
clemencia con vosotros? Aun cuando aquí esta grey sea pequeña -por su
naturaleza, su número y su gloria-, sin embargo la bondad del Padre ha
dispensado a este pequeño rebaño la suerte de los espíritus
celestiales, es decir el reino de los cielos. Por tanto, para que
poseáis el reino de los cielos debéis despreciar las riquezas de la
tierra. Así dice: "Vended lo que poseéis", etc.
Beda
Como diciendo: no temáis que falten las
cosas necesarias a los que en esta vida trabajan por el reino de Dios.
Más aún, vendan también lo que poseen y denlo de limosna. Esto se hace
dignamente cuando alguno, una vez que ha dejado todos sus bienes por
el Señor, no obstante gana con el trabajo de sus manos por el reino,
lo necesario para el alimento y para dar limosna.
Crisóstomo,
In Matthaeum hom. 26
No hay pecado que no pueda borrar la
limosna que es remedio contra toda llaga. Pero la limosna no se hace
sólo con dinero, sino también por las obras, como cuando alguno
protege a otro, cuando un médico cura, o cuando un sabio aconseja.
San Gregorio Nacianceno,
orat. 16. De pauperum amore, versus finem
Pero temo que penséis que la piedad no es
necesaria, sino libre. Yo también lo creía así, pero me espantan los
machos cabríos colocados a la izquierda no por haber robado, sino por
no haber asistido a Cristo cuando los necesitaba.
Crisóstomo,
in Cat. graec. Patr., ex homil. in Matth
Sin la limosna es imposible ver el reino,
porque así como se corrompen las aguas detenidas en una fuente, así
sucede a los ricos cuando guardan para sí sus riquezas.
San Basilio,
in Cat. graec. Patr., ex Asceticis, id est, Regulis
brevioribus, ad interrogat. 92
Alguno preguntará: ¿en virtud de qué
consideración es conveniente vender lo que se posee? ¿Acaso porque es
naturalmente dañoso, o por la tentación que ofrece al hombre? A esto
debe contestarse, en primer lugar, que si cada una de las cosas que
existen en el mundo fuese mala por sí misma, no habría creatura de
Dios, porque toda creatura de Dios es buena ( 2Tim
4). En segundo lugar, que el precepto del Señor no nos ha enseñado a
arrojar como malo lo que poseemos sino a distribuirlo, porque dice: "Y
dad limosna".
San Cirilo,
ubi sup
Este precepto molesta acaso a los ricos
pero no es inútil para los que son prudentes, porque atesoran para sí
el reino de los cielos. Por esta razón prosigue: "Haceos bolsas, que
no se envejecen", etc.
Beda
Esto es, dando limosna, cuya recompensa
dura eternamente. Pero este precepto no debe entenderse en el sentido
de que los santos no puedan reservarse ningún dinero -ni para su uso
ni para el de los pobres-, ya que el mismo Dios, a quien servían los
ángeles ( Mt 4), tenía una bolsa en la que
conservaba lo que le daban los fieles ( Jn
12). Ha de entenderse más bien en el sentido de que no debe servirse a
Dios por estas cosas, ni abandonarse la justicia por temor de la
pobreza.
San Gregorio Niceno,
in Cat. graec. Patr
Mandó también colocar las riquezas
materiales y terrenas en el cielo, a donde no alcanza la fuerza de la
corrupción. Así añade: "Tesoro que jamás falta".
Teofilato
Como diciendo: Aquí destruye la polilla,
pero no en los cielos. Y como la polilla no puede destruirlo todo,
añade lo del ladrón. El oro no es destruido por la polilla, pero el
ladrón lo roba.
Beda
Debe entenderse sencillamente en esto que
el dinero que se guarda desaparece y que dado al prójimo produce un
fruto eterno en los cielos. O bien que el tesoro de las buenas obras,
si se coloca en asunto de interés mundano, se corrompe y desaparece
fácilmente. Pero si se ahorra, no para merecer exteriormente la
aprobación de los hombres -como el ladrón que roba de fuera- ni para
buscar interiormente la vanagloria -como la polilla que destruye en lo
interior- sino con santa intención, no se corrompe.
Glosa
O bien los ladrones son los herejes y los
demonios -que se proponen despojarnos de los bienes espirituales- y la
polilla que roe poco a poco los vestidos es la envidia, que destruye
el celo o el fruto bueno y rompe el lazo de la unidad.
Teofilato
Pero como no todo se quita por el robo, da
una razón más poderosa y que no admite réplica diciendo: "Porque donde
está vuestro tesoro está vuestro corazón". Como diciendo: supongamos
que la polilla no destruya, ni el ladrón robe, ¿cuán digno de suplicio
no será tener el corazón aprisionado en un tesoro oculto y hundir en
la tierra una obra divina como el alma?
San Eusebio,
in Cat. graec. Patr
Porque todo hombre depende naturalmente de
aquello de que está apasionado y fija toda su alma en aquello que cree
que puede darle todo lo que le conviene. Por tanto, si alguno fija
toda su atención y su afecto -lo que llamó corazón- en las cosas de la
vida presente, únicamente se ocupa de las cosas de la tierra. Pero si
se fija en las cosas del cielo, allí tendrá también su corazón. De
modo que parecerá que trata con los hombres sólo por el cuerpo, pero
que su alma ha alcanzado ya las mansiones del cielo.
Beda
Esto debe entenderse no sólo respecto del
dinero, sino de todas las pasiones. Los festines son el tesoro para el
lujurioso, las fiestas para el lascivo y la liviandad para aquél a
quien domina el amor.
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35-40 |
"Tened ceñidos vuestros
lomos, y antorchas encendidas en vuestras manos. Y sed vosotros
semejantes a los hombres, que esperan a su señor cuando vuelva de las
bodas: para que cuando viniere y llamare a la puerta, luego le abran.
Bienaventurados aquellos siervos que hallare velando el Señor cuando
viniere. En verdad os digo, que se ceñirá, y los hará sentar a la mesa
y pasando los servirá. Y si viniere en la segunda vela, y si viniere
en la tercera vela y así los hallare, bienaventurados son los tales
siervos. Mas esto sabed, que si el padre de familia supiere la hora en
que vendría el ladrón, velaría sin duda, y no dejaría minar su casa.
Vosotros, pues, estad apercibidos, porque a la hora que no pensáis,
vendrá el Hijo del hombre". (vv. 35-40)
Teofilato
Después que el Señor estableció a su
discípulo en la moderación despojándolo de todo cuidado de la vida y
del orgullo, lo induce ahora a servir diciendo: "Tened ceñidos
vuestros lomos" -es decir estad siempre dispuestos a imitar a vuestro
Dios-. "Y antorchas encendidas", esto es, no viváis entre tinieblas,
sino que la luz de la razón os alumbre siempre dándoos a conocer lo
que habéis de evitar. Este mundo es una noche, pero tienen ceñidos sus
lomos los que llevan una vida práctica o activa. Porque tal es
costumbre de los que trabajan, a quienes convienen antorchas
ardientes, esto es el don de la discreción, para que puedan conocer en
la práctica, no sólo lo que conviene hacer, sino cómo debe hacerse. De
otra manera, los hombres caen en el precipicio de la soberbia. Y debe
observarse que primero manda ceñir los lomos y después encender las
antorchas, porque primero es la acción y después la reflexión, que es
la luz del espíritu. Por tanto, estudiemos el modo de ejercer nuestras
facultades y entonces tendremos dos antorchas ardientes, a saber: la
inhabitación del Espíritu -que nos ilumina brillando en nuestra mente-
y la doctrina con la que ilustramos a los demás.
San Máximo,
in Cat. graec. Patr
O también nos enseña a tener encendidas
las antorchas por la oración, la contemplación y el afecto espiritual.
San Cirilo,
in Cat. graec. Patr
O bien el ceñirse los lomos significa la
agilidad y prontitud con que debemos sufrir todos los males por el
amor de Dios, y la antorcha encendida significa que no debemos
permitir el que algunos vivan en las tinieblas de la ignorancia.
San Gregorio,
in homil. 13, in Evang
De otro modo: ceñimos nuestros lomos
cuando reprimimos la lujuria de la carne por la continencia. Porque la
lujuria del hombre se encuentra en sus riñones y la de la mujer en el
ombligo, aunque se designa por los riñones a la lujuria, por ser el
sexo masculino el principal. Pero como no basta no obrar mal, sino que
cada cual debe esforzarse por practicar buenas obras, añade: "Y
antorchas encendidas en vuestras manos". Nosotros tenemos las
antorchas encendidas en nuestras manos cuando con las buenas obras
damos a nuestros prójimos ejemplos brillantes.
San Agustín,
De quaest. Evang., lib. 2, cap. 25
O también, nos enseña a tener ceñidos los
lomos por la continencia del amor de las cosas terrenas y a tener
encendidas las antorchas. Esto es, para que todo ello lo hagamos con
buen fin y recta intención.
San Gregorio,
in homil. 13, ut sup
Pero aun cuando todo lo hagamos así, falta
todavía que pongamos toda nuestra esperanza en la venida de nuestro
Redentor. Por esto añade: "Y sed vosotros semejantes a los hombres que
esperan a su Señor cuando vuelva de las bodas", etc. El Señor marchó a
las bodas, porque cuando subió al cielo, se incorporó el hombre nuevo
a la multitud de los ángeles.
Teofilato
Todos los días desposa en los cielos las
almas de los santos, las que San Pablo u otro santo le ofrece como una
casta virgen. Y vuelve de las bodas celebradas en los cielos, quizás
de una manera universal, cuando al fin del mundo venga del cielo en la
gloria del Padre, o quizás particularmente, apareciendo de repente en
la hora de la muerte de cada uno de nosotros.
San Cirilo,
ubi sup
Considera también que vuelve de las bodas
como de una solemnidad en la que siempre existe la divinidad, porque
nada puede causar tristeza a su naturaleza incorruptible.
San Gregorio Niceno,
in Cat. graec. Patr., ex illius orat., vel. hom. 11,
in cant
O de otro modo: terminadas las bodas y
habiéndose desposado con la Iglesia y admitiéndola en el tálamo de sus
misterios, se regocijarán los ángeles por la vuelta del rey a su
natural beatitud. Con ellos conviene que esté conforme nuestra vida,
porque así como ellos, exentos de malicia, están siempre preparados a
celebrar el regreso de su Señor, así nosotros, vigilando a su puerta,
debemos estar prontos a obedecer cuando venga llamando. Sigue pues:
"Para que cuando viniere y llamare a la puerta luego le abran".
San Gregorio,
in Evang hom, 13
Viene cuando nos llama a juicio, pero
llama cuando da a conocer por la fuerza de la enfermedad que la muerte
está próxima. Y le abrimos inmediatamente si lo recibimos con amor. No
quiere abrir al juez que llama el que teme la muerte del cuerpo y se
horroriza de ver a aquel juez a quien se acuerda que despreció. Pero
aquel que está seguro por su esperanza y buenas obras, abre
inmediatamente al que llama porque cuando conoce que se aproxima el
tiempo de la muerte, se alegra por la gloria del premio. Por esto
añade: "Bienaventurados aquellos siervos, que hallare velando el
Señor, cuando viniere". Vigila aquel que tiene los ojos de su
inteligencia abiertos al aspecto de la luz verdadera, el que obra
conforme a lo que cree y el que rechaza de sí las tinieblas de la
pereza y de la negligencia.
San Gregorio Niceno,
ubi sup
Por esta vigilancia que, como queda dicho,
nos mandó tener el Señor, dice que ciñamos nuestros lomos, teniendo
encendidas las antorchas. Porque la luz puesta delante de nuestra
vista rechaza el sueño, y cuando nuestros lomos están ceñidos con un
cíngulo nuestro cuerpo no se duerme fácilmente. Porque el que está
ceñido por la castidad e ilustrado por una conciencia limpia, vela
siempre.
San Cirilo,
ubi sup
Así pues, cuando venga el Señor y
encuentre a los suyos despiertos y ceñidos, teniendo la luz en su
corazón, entonces los llamará bienaventurados. Prosigue pues: "En
verdad os digo que se ceñirá". En lo que comprendemos que nos
retribuirá con lo mismo, porque se ceñirá El mismo con los que están
ceñidos.
Orígenes,
in Cat. graec. Patr
Estará ceñido por la justicia alrededor de
sus lomos, según lo que dijo Isaías ( Is 11).
San Gregorio,
ut sup
Se ciñe por la justicia, es decir, se
prepara para la retribución.
Teofilato
O también: Se ceñirá en el sentido de que
no dispensará toda la abundancia de sus bienes, sino que la retendrá
en una cierta medida. Porque, ¿quién puede recibir a Dios en toda su
grandeza? Por esto se dice que los mismos serafines velan sus rostros
a causa de la excelencia del resplandor divino ( Is
6). Prosigue: "Y los hará sentar a la mesa", etc. Así como el que se
sienta hace descansar todo su cuerpo, así a su futura venida los
santos descansarán totalmente. Aquí no tuvieron descanso corporal,
pero allí, hechos sus cuerpos espirituales e incorruptibles, gozarán
con sus almas de eterno descanso.
San Cirilo,
ubi sup
Hará que se sienten como queriendo
desahogarlos del cansancio, ofreciéndoles satisfacciones espirituales
y poniéndoles delante la mesa espléndida (u opípara) de sus dones.
San Dionisio,
in epist. 9 ad Titum
Por el acto de sentarse creen algunos que
debe entenderse el descanso de muchos trabajos, la vida sin molestias
y el trato con Dios en la claridad y en la región de los vivos,
cumplido con todo santo afecto y abundante donación de todas sus
gracias, lo cual será el complemento de la alegría. Esto es lo que
Jesús hará con los que haga sentarse, dándoles el descanso eterno y
distribuyéndoles multitud de beneficios. Por esto sigue: "Y pasando
los servirá".
Teofilato
Lo mismo hará cuando vuelva; porque así
como ellos lo sirvieron, El los servirá.
San Gregorio,
, in Evang hom. 13, ut sup
Se dice que pasando cuando vuelva del
juicio a su reino. O bien, el Señor pasa a nosotros después del juicio
porque nos eleva de la forma de la humanidad a la contemplación de su
divinidad.
San Cirilo,
ut sup
El Señor conoce, pues, la fragilidad
humana para caer en el pecado. Pero como es bueno, no nos deja
desesperar, sino que más bien se compadece y nos da la penitencia como
remedio saludable. Por tanto añade: "Y si viniese en la segunda vela",
etc. Los que velan en las murallas de las ciudades dividen, pues, en
tres o cuatro vigilias la noche para que observen las acometidas de
los enemigos.
San Gregorio,
in homil. 13, ut sup
La primera vela es el primer tiempo de
nuestra vida, esto es, la infancia. La segunda, la adolescencia o la
juventud. La tercera, la ancianidad. Por tanto, el que no quiso
vigilar en la primera vela, vigile en la segunda y el que no quiso
vigilar en la segunda, no pierda el remedio de la tercera, para que
aquellos que no se hayan convertido en la infancia se conviertan al
menos en la juventud o en la ancianidad.
San Cirilo,
ubi sup
No hace mención de la primera vigilia
porque la niñez no es castigada por Dios, sino que merece perdón. Pero
la segunda y la tercera edad deben obedecer a Dios y llevar una vida
honesta para complacerlo.
Griego,
id est, Servus Antiochenus, in Cat. graec. Patr
O bien pertenecen a la primera vigilia los
que por su virtuosa vida han llegado al primer rango, a la segunda los
que no son tan virtuosos y a la tercera los inferiores a éstos. Lo
mismo debe pensarse de la cuarta y de la quinta, si la hubiera, porque
son diversos los grados de la virtud y el buen remunerador mide a cada
uno la recompensa que merece.
Teofilato
O bien, porque las vigilias son las horas
de la noche que provocan el sueño, hemos de entender también que en
nuestras vidas hay algunas horas que nos hacen bienaventurados si se
nos halla vigilantes. ¿Te ha quitado alguno lo que es tuyo? ¿Se te han
muerto tus hijos? ¿Has sido acusado? Pues si en todas estas ocasiones
no haces nada en contra de lo que Dios tiene mandado, te encontrará
despierto en la segunda y en la tercera vigilia, es decir en el tiempo
de la desgracia que sume a las almas débiles en un sueño pernicioso.
San Gregorio,
in homil. 13, ut sup
Para sacudir la pereza de nuestro
espíritu, el Señor también nos da a conocer los daños exteriores con
una comparación. Por esto añade: "Mas esto sabed, que si el padre de
familia supiere la hora en que vendría el ladrón", etc.
Teofilato
Algunos creen que este ladrón es el
diablo, la casa el alma y el padre de familia el hombre, pero esta
opinión no parece conforme con lo que sigue. La venida del Señor se
compara con este ladrón porque viene cuando menos se espera, según lo
que dice el Apóstol ( 1Tes 5,2): "El día del
Señor vendrá como el ladrón en la noche". Por esto se añade aquí:
"Vosotros, pues, estad apercibidos, porque a la hora que no pensáis",
etc.
San Gregorio,
in Evang hom. 13
No sabiéndolo el padre de familia, el
ladrón entra en la casa. Porque mientras el espíritu duerme
abandonando la custodia, llega la muerte de manera imprevista e
irrumpe en nuestro interior. Resistiría al ladrón si estuviese
despierta. Porque precaviendo la venida del juez, que en secreto
arrebata el alma, le saldría al encuentro con el arrepentimiento para
no sucumbir impenitente. Quiso el Señor, por tanto, que nos fuese
desconocida la última hora, para que no pudiendo preverla, estemos
siempre preparándonos para ella.
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41-46 |
Y Pedro le dijo: "Señor,
¿dices estas parábolas a nosotros, o también a todos?" Y dijo el
Señor: "¿Quién crees que es el mayordomo fiel y prudente que puso el
señor sobre su familia, para que les dé la medida de trigo en tiempo?
Bienaventurado aquel siervo que cuando el señor viniere le hallare así
haciendo. Verdaderamente os digo, que lo pondrá sobre todo cuanto
posee. Mas si dijere el tal siervo en su corazón: Se tarda mi señor en
venir, y comenzare a maltratar a los siervos, y a los criados, y a
comer y a beber, y a embriagarse, vendrá el señor de aquel siervo el
día que no espera, y a la hora que no sabe, y le apartará y pondrá su
parte con los desleales". (vv. 41-46)
Teofilacto
San Pedro, a quien ya se había confiado la
Iglesia, mostrando cuidar de todos pregunta al Señor si esta parábola
se refería a todo el mundo. Por esto sigue: "Y Pedro le dijo: Señor,
¿dices esta parábola a nosotros, o también a todos?".
Beda
El Señor advertía dos cosas en esta
parábola: primero, que El vendría de pronto; y segundo, que se debía
estar preparado para recibirlo. Pero no se manifiesta claramente cuál
de estas dos cosas preguntó San Pedro o si preguntó las dos a la vez,
ni a quiénes se refería al decir todos cuando
preguntó: "¿Dices esta parábola a nosotros, o también a todos?". Y por
tanto, cuando dice nosotros y
todos, es de creer que habla de los apóstoles
y de los que se les asemejaban y de los demás fieles, o de los
cristianos y los infieles, o de los que van muriendo uno a uno
recibiendo de buen o mal grado la venida de su juez y los que, cuando
llegue el juicio universal estén aún vivos en la carne. Sería extraño
que San Pedro dudase que deben vivir en la sobriedad, la piedad y la
justicia los que aguardan la esperanza bienaventurada, o que hubiera
de ser imprevisto el juicio de todos y el de cada uno. Por lo que sólo
falta decir que, conociendo bien ambas cosas, preguntaba lo que podía
ignorar, a saber: si la sublime enseñanza de la vida celestial, por la
que había mandado vender los bienes, hacer bolsas que no envejeciesen,
tener ceñidos los lomos y vigilar con las antorchas encendidas, se
refería a los apóstoles y a sus semejantes, o a todos los que deben
salvarse.
San Cirilo,
in Cat. graec. Patr
A los que piensan de una manera recta,
conviene lo arduo y sublime de los preceptos santos. A los que todavía
no han llegado a este grado de perfección, convienen aquellas cosas
que no ofrecen ninguna dificultad, por lo que el Señor usa de un
ejemplo muy claro, manifestando que el precepto antes dicho se refiere
a los que son admitidos en el rango de sus discípulos. Sigue, pues: "Y
dijo el Señor: ¿Quién crees que es el mayordomo fiel y prudente?".
San Ambrosio
O bien, la forma del precepto anterior es
general para todos. Pero el ejemplo que sigue parece que se dirige a
los mayordomos -es decir a los sacerdotes-, por lo que continúa: "Y
dijo el Señor: ¿Quién crees que es el mayordomo fiel y prudente, que
puso el señor sobre su familia para que les dé la medida de trigo en
tiempo oportuno?".
Teofilacto
La parábola antedicha se refiere en
general a todos los fieles; pero oíd lo que os afecta a vosotros,
apóstoles y doctores. Os pregunto, pues, ¿qué administrador hay que
tenga en sí fidelidad y prudencia? Porque así como en la
administración de los bienes se pierden éstos si el administrador no
es prudente aunque sea fiel, o no es fiel aunque sea prudente, así
también es necesario fidelidad y prudencia en las cosas divinas. He
conocido a muchos que, adorando a Dios y siendo fieles, no podían
ocuparse con prudencia de asuntos religiosos y no solamente perdían
los bienes, sino también las almas, tratando a los pecadores con un
celo indiscreto, ya por preceptos inmoderados de penitencia, ya por
una mansedumbre inoportuna.
San Crisóstomo,
homil. 78, in Matth
Aquí pregunta el Señor por el
administrador fiel y prudente, no ignorando quién es, sino queriendo
manifestar lo extraordinario de la cosa y el mucho mérito de tal
administrador.
Teofilacto
Cualquiera, pues, que se encuentre fiel y
prudente, presida a la familia del Señor para darle la medida de trigo
en todo tiempo, ya sea por medio de la predicación con que el alma se
alimenta, ya por medio del buen ejemplo por el que la vida se
endereza.
San Agustín,
De quaest. Evang., lib. 2, cap. 27
Dice medida,
porque cada uno de los que lo escuchan tiene diferente capacidad.
San Isidoro in Cat.
graec. Patr
Se añade también en el
tiempo, porque todo beneficio que no se dispensa en tiempo
oportuno es infructuoso y no merece tal nombre. Por eso el pan es
apetitoso para el hambriento y no lo es para el que está harto.
Hablando del premio de este administrador,
dice: "Bienaventurado aquel siervo que cuando el señor viniere, le
hallare así haciendo".
San Basilio,
in Cat. graec. Patr. ex Asceticis
No dice obrando por casualidad, sino así
haciendo. Porque no sólo conviene vencer, sino pelear
convenientemente, lo que consiste en hacer cada cosa según se nos ha
mandado.
San Cirilo,
ubi sup
Por tanto, si el servidor fiel y prudente
distribuye en tiempo oportuno el alimento a los criados -esto es, los
manjares espirituales-, será bienaventurado, como dice el Salvador,
porque recibirá los mayores bienes y merecerá los premios debidos a
los familiares. Por esto sigue: "Verdaderamente os digo que le pondrá
sobre cuanto posee".
Beda
Tanta como sea la diferencia que hay entre
los méritos de los que oyen bien y de los que enseñan bien, así será
la diferencia de sus premios. Cuando el que ha de venir los encuentre
vigilando, los hará sentarse a su mesa. Mas a los que encuentre
administrando fiel y prudentemente, los colocará sobre todo lo que
posee, es decir sobre todas las alegrías del reino de los cielos. No
hará esto para que tengan solos el dominio de ellos, sino para que
disfruten de su posesión eterna con mayor abundancia que los demás
santos.
Teofilacto
O bien, los pondrá sobre todos sus bienes,
no sólo sobre su familia, sino sobre todas las cosas del cielo y de la
tierra que someterá a su obediencia, como estuvieron Josué y Elías
mandando el primero al sol y el segundo a las nubes, y todos los
santos, como amigos de Dios, usan de todo lo que le pertenece. Todo el
que practica la virtud y dirige perfectamente a sus siervos -es decir
la ira y la concupiscencia-, ofreciéndoles la medida de trigo en todos
los tiempos -esto es, de la ira, para que se indignen contra los que
aborrecen al Señor y de la concupiscencia, para que usando de la carne
en debida forma, la encaminen a Dios- quedará constituido sobre todo
lo que Dios tiene y será digno de conocer con plena claridad todas las
cosas.
Crisóstomo,
in Cat. graec. Patr., ex homil. 78, in Matth
El Señor, pues, corrige al que oye,
hablando no sólo del premio reservado a los buenos, sino amenazando a
los malos con la pena eterna. De aquí prosigue: "Mas si dijere el tal
siervo en su corazón: se tarda mi señor en venir".
Beda
Observa que entre los defectos del siervo
malo cuenta el de que cree que su señor tarda en volver; y entre las
virtudes del bueno no cuenta que esperó que viniese pronto, sino
solamente que le sirvió con fidelidad. Nada hay mejor que soportar con
paciencia la ignorancia de lo que no podemos saber y entre tanto
trabajemos para que se nos encuentre idóneos.
Teofilacto
Muchas veces por no pensar en nuestra
última hora cometemos muchos pecados, porque si pensáramos que el
Señor ha de venir y que nuestra vida ha de concluir pronto, pecaríamos
menos. Por esto prosigue: "Y si empezare a maltratar a los siervos y a
los criados y a comer y a beber y a embriagarse".
Beda
En este siervo se da a conocer la
condenación de todos los superiores malos, quienes, menospreciando el
temor de Dios, no sólo se entregan a la lujuria, sino que también
llenan de injurias a los que tienen a sus órdenes. Aquí puede
entenderse por maltratar a los siervos y criados el corromper los
corazones de los débiles con el mal ejemplo: comer, beber y
embriagarse, u ocuparse en los delitos y placeres mundanos que
enloquecen al hombre. Acerca de su castigo añade: "Vendrá el Señor de
aquel siervo en el día que no espera (esto es, en la hora del juicio o
de la muerte) y le apartará".
San Basilio,
in lib. de Spiritu Sancto, cap. 16
El cuerpo no se divide de modo que una
parte sea entregada a los tormentos y la otra perdonada, porque no es
racional ni justo que, delinquiendo el todo, sólo la mitad sufra la
pena. Ni tampoco el alma puede dividirse, porque está unida totalmente
a la conciencia culpable y ha cooperado con el cuerpo a obrar mal.
Esta división del alma consiste en su perpetua separación del
Espíritu. Ahora, pues, aun cuando la gracia del Espíritu no esté con
los que no lo merecen, parece que en cierto modo los asiste esperando
su conversión a la salud, hasta que se separare en absoluto del alma.
El Espíritu Santo es, pues, tanto el premio de los justos como la
primera condenación de los pecadores porque los indignos lo pierden.
Beda
También puede entenderse que lo dividirá
separándolo de la comunidad de los fieles y asociándolo a los que
nunca pertenecieron a la fe. Por esto prosigue: "Y le dividirá y
pondrá su parte con los desleales", porque el que no se cuida de los
suyos y de sus domésticos niega la fe y es peor que el infiel, como
dice el Apóstol ( 1Tim 5,8).
Teofilacto
El administrador infiel recibirá muy
justamente el castigo de los infieles, porque careció de verdadera fe.
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47-48 |
"Porque aquel siervo que
supo la voluntad de su señor, y no se apercibió, y no hizo conforme a
su voluntad, será muy bien azotado: mas el que no la supo, e hizo
cosas dignas de castigo, poco será azotado. Porque a todo aquél a
quien mucho fue dado, mucho le será demandado. Y al que mucho
encomedaron, más le pedirán". (vv. 47-48)
Teofilacto
Aquí el Señor nos da a conocer algo más
grande y terrible, puesto que no sólo el administrador infiel quedará
privado de la gracia recibida para que nada pueda librarlo de los
castigos, sino que más bien la mayor dignidad que alcanzó le servirá
de condenación. Por esto sigue: "Porque aquel siervo que supo la
voluntad de su señor y no la cumplió, será azotado con muchos golpes",
etc.
Crisóstomo,
in homil. 27, in Matth
Todas las cosas no se juzgan del mismo
modo en todos, sino que a mayor conocimiento corresponde mayor
castigo.
San Cirilo,
in Joan., cap. 10, libro 6
Aquel hombre de talento que inclinó su
voluntad al pecado, en vano pedirá misericordia, porque cometió el
pecado sin excusa, separándose de la voluntad divina por su malicia.
Pero el hombre rústico e ignorante la implorará de su juez con más
razón. Y continúa: "Mas el que no lo supo e hizo cosas dignas de
castigo, poco será azotado".
Teofilacto
Algunos objetan esto, diciendo: con razón
es castigado todo aquel que conociendo la voluntad del Señor, no la
sigue. Pero, ¿por qué es castigado el que la desconoce? Porque
habiendo podido conocerla no quiso, y por su pereza fue él mismo la
causa de su ignorancia.
San Basilio,
in Regulis brevioribus, ad interrogat. 267
Pero se dirá: Si éste sufre muchos
castigos y aquél pocos, ¿por qué se dice que estos castigos no tendrán
fin? Mas téngase en cuenta que aquí se habla, no de la medida de las
penas o de su fin, sino de la diferencia entre ellas, porque alguno
puede ser digno del fuego eterno más o menos intenso, y del gusano que
ha de atormentar siempre con más o menos fuerza.
Teofilacto,
ut sup
En seguida el Señor da a conocer por qué
la pena que se imponga a los doctores y a los sabios será más intensa
cuando dice: "Porque a todo aquel a quien mucho fue dado, mucho le
será demandado". A los doctores se concede la gracia de hacer
milagros, pero se les confía la de la predicación y la enseñanza. Y no
dice que se le pida más en lo que se le ha dado, sino en lo que se le
ha confiado o depositado en él. Porque la gracia de la palabra
necesita desarrollo y se pide al doctor más de lo que ha recibido. No
debe, por tanto, estar ocioso, sino cultivar el talento de la palabra.
Beda
O de otro modo: a veces se da mucho a
algunas personas juntamente con el conocimiento de la voluntad de Dios
y la facultad de cumplir lo que conocen, pero se encomienda mucho a
aquél a quien se confía con su propia salud el cuidado de apacentar al
rebaño del Señor. Por tanto, como son dotados de gracias más
importantes, si faltan merecen mayor castigo. Y los que, fuera de la
culpa original con la que vinieron al mundo, no cometan ningún pecado
merecerán la menor de las penas. En cuanto a los demás que cometieron
recibirán un castigo tanto más tolerable, cuanto menor fue aquí su
iniquidad.
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49-53 |
"Fuego vine a poner en la
tierra: ¿Y qué quiero sino que arda? Con Bautismo es menester que yo
sea bautizado: ¿Y cómo me angustio hasta que se cumpla? ¿Pensáis que
soy venido a poner paz en la tierra? Os digo que no, sino división.
Porque de aquí adelante estarán cinco en una casa divididos, los tres
estarán contra los dos, y los dos contra los tres. Estarán divididos:
el padre contra el hijo y el hijo contra su padre; la madre contra la
hija y la hija contra la madre: la suegra contra la nuera, y la nuera
contra la suegra". (vv. 49-53)
San Ambrosio
A los administradores -esto es, a los
sacerdotes- es a quienes parece referirse lo que precede, para que
sepan que habrán de padecer terriblemente en la otra vida, si
cuidándose sólo de las diversiones mundanas, se olvidan de gobernar
bien la grey del Señor que les ha sido encomendada. Pero como el
separarse del error por miedo al castigo es poco adelanto, así es
mayor la prerrogativa de la caridad y del amor. Por esto el Señor los
excita a desear poseer a Dios, diciendo: "Fuego vine a poner a la
tierra". No aquél que consume los bienes, sino el que produce la buena
voluntad que mejora los vasos de oro de la casa del Señor y reduce a
cenizas el heno y la paja.
San Cirilo,
in Cat. graec. Patr
En algunas ocasiones en la Sagrada
Escritura se acostumbra llamar fuego a la palabra sagrada y divina,
porque así como los que quieren purificar el oro y la plata les quitan
toda la escoria con el fuego, así el Salvador, por la palabra
evangélica en la virtud del Espíritu, purifica la inteligencia de los
que creen en El. Este es el fuego saludable y útil por el cual los
moradores de la tierra, de algún modo fríos y endurecidos por el
pecado, se calientan y enardecen por la vida santa.
Crisóstomo,
in eadem Cat. graec
Ahora llama tierra no precisamente a la
que pisamos con los pies, sino a la que El formó con sus manos, es
decir el hombre, en quien Dios infunde su fuego para consumir el
pecado y renovar su alma.
Tito Bostrense
Debe entenderse que vino del cielo, porque
si hubiere venido de la tierra a la tierra, no diría: "Fuego vine a
poner en la tierra".
San Cirilo,
ubi supra
El Señor atizaba el incendio de este
fuego. Por lo que prosigue: "¿Y qué quiero sino que arda?" Creían ya
algunos de Israel -de los que los primeros fueron los discípulos-,
pero este fuego, una vez encendido en Judea, debía extenderse por todo
el mundo cuando hubiese terminado su pasión. Por lo que sigue: "Con
Bautismo es menester que yo sea bautizado". Y como antes de la pasión
y de su resurrección de entre los muertos, sólo se hacía mención de su
doctrina y de sus milagros en Judea, después que los impíos mataron al
autor de la vida, dijo a sus discípulos ( Mt
28,19): "Id y enseñad a todas las gentes".
San Gregorio,
sup. Ezech., hom. 12
O bien: el fuego se manda a la tierra
cuando el soplo abrasador del Espíritu Santo libra al espíritu humano
de sus deseos carnales. Llora lo malo que ha hecho cuando es inflamado
en el amor espiritual y así arde la tierra cuando el corazón del
pecador se consume en el dolor de la penitencia, acusado por su
conciencia.
Beda
Después añade: "Con bautismo es menester
que yo sea bautizado"; esto es, primero debo ser bañado con la propia
sangre que yo he de derramar y así he de inflamar los corazones de los
que creen con el fuego del Espíritu Santo.
San Ambrosio
La misericordia del Señor es tan grande,
que dice que lo obliga el deseo de infundirnos la devoción y consumar
nuestra perfección, como también de apresurar su pasión por nosotros.
Por esto sigue: "Y cómo me angustio hasta que se cumpla". Dicen
algunos códices coangor, esto es, me
entristezco. No teniendo en sí nada que lo aflija, se aflige por
nuestras desgracias y en el tiempo de la muerte mostraba tristeza que
no tenía por miedo de su muerte, sino por la tardanza de nuestra
redención: así que se angustia hasta que llega el momento, pero una
vez que ha llegado se tranquiliza, porque no es la muerte lo que teme
sino la condición de la naturaleza corporal. Habiendo asumido la
naturaleza humana debía pues sufrir todo lo que es propio del cuerpo,
como tener hambre, afligirse y contristarse. Pero la divinidad no
puede inmutarse por estos afectos. Manifiesta también que en la lucha
de la pasión la muerte del cuerpo fue el término de su angustia y no
aumento de su dolor.
Beda
Manifiesta cómo la tierra ha de ser
abrasada después del bautismo de su pasión y de la venida del fuego
espiritual, añadiendo: "¿Creéis que he venido a traer paz a la
tierra?" etc.
San Cirilo,
ubi sup
¿Qué dices, Señor? ¿No has venido a dar la
paz, cuando eres nuestra paz ( Ef 2),
estableciendo la unión entre el cielo y la tierra por tu cruz (
Col 1), tú que has dicho: "Os doy mi paz" (
Jn 14,27)? Pero es bien sabido que la paz es
útil, como también puede ser dañosa y separar del amor divino, que es
por lo que toleramos a los que se alejan de Dios y por lo cual se
enseñó a los fieles que evitasen el trato con los mundanos. Por esto
sigue: "Porque de aquí en adelante estarán cinco en una casa
divididos: tres contra dos", etc.
San Ambrosio
Aunque parece un hecho la subordinación
entre seis personas (la del padre y del hijo, de la madre y de la
hija, de la suegra y de la nuera), sólo se dice de cinco, porque la
madre y la suegra suelen ser una sola persona: la que es madre del
hijo es nuera de la mujer.
Crisóstomo,
ubi sup
Con esto dice lo que habría de suceder.
Podría acontecer que en una misma casa hubiera alguno que fuese fiel y
que su padre quisiese llevarlo a la infidelidad. Pero prevaleció tanto
la fuerza de la doctrina de Jesucristo, que los hijos abandonaban a
sus padres, las hijas a las madres y los padres a los hijos. Convino,
pues, que los fieles de Jesucristo no sólo desprecien lo propio, sino
también que lo sufran todo, con tal de que no abandonen la fe. Si El
hubiese sido un puro hombre, ¿cómo hubiera podido pensar que los
padres habían de amarlo más que a sus hijos, los hijos más que a sus
padres, los maridos más que a sus mujeres, y esto no en una casa o
cien, sino en todo el mundo? Y no sólo predijo esto, sino también lo
enseñó con la obra.
San Ambrosio
En sentido místico, esta casa es el
hombre. Leemos con frecuencia que el cuerpo y el alma son dos. Ahora,
si están conformes los dos constituyen uno solo: uno que sirve al otro
que manda. Las afecciones del alma son tres: una razonable, otra
concupiscible y la tercera irascible. Por lo tanto, dos se dividen
contra tres y tres contra dos. Porque después de la venida de
Jesucristo, el hombre que era irracional se hizo racional. Eramos
carnales y terrenos, mandó el Señor su espíritu a nuestros corazones (
Gál 4) y nos hicimos sus hijos espirituales.
También podemos decir que en esta casa hay otros cinco, esto es: el
olor, el tacto, el gusto, la vista y el oído. Por tanto, si según lo
que oímos o leemos por el oído y la vista, rechazamos las
voluptuosidades superfluas del cuerpo que se perciben por el gusto, el
tacto y el olor, dividimos dos contra tres; porque el alma no cede a
los halagos del vicio. Por el contrario, si admitimos los cinco
sentidos corporales, los vicios del cuerpo y los pecados se dividen.
Pueden también verse separadas la carne y el alma por el olor, el
tacto y el gusto de la lujuria. Porque la razón, como más viril, se
inclina a los afectos nobles, mientras que la carne trata de ablandar
a la razón. Tal es el origen de las diversas pasiones voluptuosas.
Pero cuando el alma vuelve sobre sí, reniega de estos herederos
degenerados, la carne se duele ciertamente de estar unida a sus
pasiones que ella misma engendró y que son como los zarzales del mundo
y la voluptuosidad, como nuera, digámoslo así, del cuerpo y del alma,
desposa estos movimientos de las malas pasiones. Todo el tiempo que en
una casa existe la armonía indivisible por la mancomunidad de los
vicios, no se ve, pues, ninguna división en ella. Pero cuando
Jesucristo envió a la tierra el fuego que consume los delitos del
corazón, o la espada con que penetra sus secretos, entonces el cuerpo
y el alma, renovados por los misterios de la regeneración, rompieron
su unión con su descendencia. Y por esto, los padres se separan de los
hijos cuando el intemperante renuncia a la intemperancia y el alma
rechaza el consorcio con la culpa. Los hijos se insurreccionan también
contra los padres cuando, renovados los hombres, abandonan sus
antiguos vicios y la voluptuosidad rechaza la norma de la piedad, como
el adolescente rehúye la disciplina de una casa seria.
Beda
O también: tres representa a los que creen
en el misterio de la Santísima Trinidad y dos a los infieles que
prescinden de la unidad de la fe. El padre es el diablo, cuyos hijos
somos cuando lo imitamos. Pero después que vino aquel fuego celestial,
nos separó unos de otros y nos dio a conocer a otro Padre que habita
en los cielos. La madre es la sinagoga. La hija es la Iglesia
primitiva, que sufrió persecución en su fe por la misma sinagoga, de
quien desciende y que la contradijo con la verdad de su fe. La suegra
es la sinagoga. La nuera es la Iglesia de los gentiles, porque
Jesucristo, esposo de la Iglesia, es hijo de la sinagoga, según la
carne. La sinagoga, por tanto, se divide contra la nuera y contra la
hija, a quienes persigue en los que creen de uno y otro pueblo. Y
ellas están divididas contra la suegra y la madre, porque no quieren
recibir la circuncisión carnal.
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54-57 |
"Y decía también al
pueblo: Cuando veis asomar la nube de parte del Poniente, luego decís:
Tempestad viene: y así sucede. Y cuando sopla el Austro, decís: Calor
hará: y es así. Hipócritas, sabéis distinguir los aspectos del cielo y
de la tierra: ¿pues cómo no sabéis reconocer el tiempo presente? ¿Y
por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo?" (vv. 54-57)
Teofilacto
Cuando hablaba de la predicación y la
llamaba espada, podían turbarse los que lo oían, no comprendiendo lo
que quería decir. Por eso añade que, así como se conoce por ciertas
señales lo que sucederá en la atmósfera, así también debían conocer su
venida. Por esto dice: "Cuando veis una nube de parte del Poniente,
luego decís: Tempestad viene: Y cuando sopla el austro decís: Calor
hará", etc. Como si dijese: mis palabras y mis acciones dan a conocer
que yo soy diferente de vosotros. Por tanto, podéis conocer que no he
venido a traer la paz, sino la lluvia y el huracán. Yo soy, pues, la
nube y vengo del ocaso, esto es, de la naturaleza humana oscurecida
desde muy antiguo por la niebla de los pecados. He venido también a
prender fuego, o lo que es lo mismo, a provocar el ardor, porque Yo
soy el viento sur, cálido y opuesto a la frialdad del norte.
Beda
O bien: así como los que quisieron
pudieron conocer fácilmente el estado de la atmósfera por la variación
de los elementos, así también pudieron, si hubiesen querido, conocer
el tiempo de la venida del Señor por lo que dijeron los profetas.
San Cirilo,
in Cat. graec. Patr
Los profetas anunciaron por muchos
oráculos el misterio de Cristo. Si hubiesen sido prudentes debían, por
lo tanto, fijar su atención en lo futuro, para poder conocer los
tiempos que vendrán después de la vida presente. Porque habrá viento y
lluvia, y suplicio futuro por el fuego. Esto es lo que da a entender
cuando dice: "Tempestad viene". Debían también conocer el tiempo de la
salud, esto es, la venida del Salvador, por quien entró en el mundo la
perfecta piedad, según el sentido de las palabras: "Decís que hará
calor". Y reprendiéndoles añade: "Hipócritas, sabéis distinguir los
aspectos del cielo y de la tierra, ¿pues cómo no sabéis distinguir
este tiempo?
San Basilio,
ante medium homil. 6, in Hexaemeron
Debe tenerse en cuenta que las conjeturas
por los astros son necesarias para la vida humana, siempre y cuando no
se pase de los límites justos del pronóstico. Porque hay algunas
señales -particulares, universales, violentas o suaves- para conocer
cuándo lloverá y muchas para saber cuándo hará calor y se agitarán los
vientos. ¿Quién ignora las ventajas que trae a la vida la conjetura de
estos sucesos? Porque interesa a los navegantes el poder pronosticar
los peligros de las tempestades, al viajero los cambios del aire, al
campesino la abundancia de los frutos.
Beda
Y por si había entre los que lo oían
algunos que, ignorantes de la enseñanza profética, supusieran que no
podían conocer el curso de los tiempos, muy oportunamente añadió: "¿Y
por qué no juzgáis por vosotros mismos, lo que es justo?" Dando a
entender que aun cuando ellos desconocían la ciencia, podían, sin
embargo, comprender por la razón natural, que el que hacía cosas que
ninguno otro hacía, estaba sobre el hombre y era Dios. Y por
consiguiente que, después de las injusticias de esta vida, habría de
venir el justo juicio del Creador.
Orígenes In Lucam hom.
35
Si la naturaleza no hubiera puesto en
nosotros el conocimiento de lo que es justo, el Salvador nunca hubiese
dicho esto.
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58-59 |
"Cuando vas con tu
contrario al príncipe, haz lo posible por librarte de él en el camino,
porque no te lleve al juez, y el juez te entregue al alguacil, y el
alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta
que pagues el último maravedí". (vv. 58-59)
Teofilacto
Después de dar a conocer la discordia
laudable, el Señor habla a sus discípulos de la paz laudable diciendo:
"Cuando vas con tu contrario al magistrado, haz lo posible por
librarte de él en el camino", etc. Como diciendo: Cuando tu enemigo te
lleva a juicio, procura -esto es, por todos los medios que puedas- el
ser absuelto por él. O bien: procura, es decir, aunque no tengas nada,
pide prestado para obtener su perdón y que no te lleve delante del
juez. Y continúa: "Porque no te lleve al juez y el juez te entregue al
alguacil".
San Cirilo
En cuyo caso sufrirás las penas hasta que
pagues el último dinero. Y esto es lo que añade: "Que digo que no
saldrás", etc.
Crisóstomo,
homil. 16, in Matth
Me parece que el Salvador habla aquí de
los jueces actuales y de la comparecencia en los juicios presentes y
de la cárcel de este mundo. Por todas estas cosas que aparecen y
ocurren, se enmiendan ordinariamente los hombres culpables. El Señor
los amonesta así con frecuencia, no sólo por los bienes y los males de
la otra vida, sino también por la presente a causa de la ignorancia de
los que lo escuchaban.
San Ambrosio
Nuestro enemigo es el diablo, que nos
tienta con la seducción del mal, para que sufran con él los que lo
acompañaron en el error. También es enemiga nuestra toda costumbre
viciosa. Por último, es nuestra enemiga nuestra mala conciencia, que
nos aflige aquí y nos acusará y condenará en la otra vida. Procuremos,
por tanto, mientras vivimos en este mundo, huir de todo acto culpable
como de enemigo malo; no sea que yendo con él al juez, nos condene en
el camino por nuestro error. Pero ¿quién es el magistrado, sino aquel
que tiene toda potestad? Este magistrado entrega al reo a aquel que
tiene poder sobre los vivos y los muertos, esto es a Jesucristo, por
quien se juzga lo oculto, e impone el castigo de las malas obras. Y él
entrega al alguacil y pone en la cárcel, pues dice: "Tomadle y
arrojadle a las tinieblas exteriores" ( Mt
22,13). Da a conocer también que sus ejecutores son los ángeles, de
quienes dice: "Saldrán los ángeles y separarán los malos de los buenos
y los arrojarán al fuego" ( Mt 13,49). Pero
aquí añade: "Te digo, que no saldrás de allí hasta que pagues el
último dinero". Así como los que pagan una cantidad no dejan de ser
deudores hasta que han pagado, sea como fuere, todo lo que deben, así
se redime la pena del pecado por las obras de caridad y otras
acciones.
Orígenes,
sup. hom. 33
De otro modo: Pone aquí cuatro personas,
el adversario, el legislador, el ejecutor y el juez. San Mateo omite
la persona del magistrado y en vez de ejecutor dice ministro. Se
diferencian también en que aquél dijo dinero y éste óbolo; pero uno y
otro dijeron hasta el último. Sabemos que todos los hombres llevan
consigo dos ángeles: el malo, que nos invita a obrar mal, y el bueno,
que nos exhorta a obrar bien. El primero, enemigo nuestro, siempre que
pecamos triunfa, sabiendo que tiene el poder de triunfar y de
gloriarse ante el príncipe de este mundo que lo ha enviado. En el
texto griego dice "el adversario", con artículo, como para determinar
a uno entre muchos, porque cada uno vive bajo el dominio de su
príncipe. Procura, por tanto, librarte de tu enemigo, o sea del
príncipe ante quien te lleve tu enemigo, teniendo sabiduría, justicia,
fortaleza y templanza. Mas si lo procuras así, sea en Aquél que dice:
"Yo soy el camino" ( Jn 14,6). De otro modo
tu enemigo te presentará al juez. Dice que te presentará para dar a
conocer que los que se resisten, serán compelidos a sufrir la
condenación. En cuanto al juez que entrega al ejecutor yo no conozco
otro que nuestro Señor Jesucristo. Cada uno de nosotros tiene sus
propios ejecutores. Estos nos dominan cuando debemos algo. Pero si
pagamos todo lo que debemos, podemos ir al ejecutor y con la frente
levantada decirle: Nada te debemos. Si fuésemos deudores, en cambio,
el ejecutor nos metería en la cárcel y no nos permitiría salir hasta
que paguemos todo lo que debemos, puesto que no tiene poder para
condonarme ni siquiera un óbolo. El Señor es quien perdonó a un deudor
quinientos denarios, y a otro cincuenta ( Lc
7). Este, que es el ejecutor, no es el dueño, sino el encargado por él
de exigir las deudas. Dice el último óbolo, porque es lo menor y más
pequeño. Ya que nuestros pecados son graves o leves. Bienaventurado,
pues, el que no peca. Bienaventurado después de éste, el que peca
levemente. Y aun entre los que así pecan hay una gran diferencia, de
otro modo no diría "hasta que pague el último óbolo". E incluso cuando
deba poco no saldrá de allí, hasta que pague el más pequeño dinero;
pero a aquél que deba mucho, se le hará pagar durante muchos siglos.
Beda
O bien: nuestro enemigo en el camino es la
palabra de Dios contraria a nuestros deseos materiales en la presente
vida, del que se libra el que se somete a sus preceptos. De otro modo
será entregado al juez, porque en virtud del menosprecio de la palabra
de Dios el pecador será tenido como reo en el examen del juez, quien
lo entregará al ejecutor -es decir, al espíritu maligno- para la
venganza. Y éste lo arrojará en la cárcel, esto es en el infierno, en
donde siempre padecerá el castigo sin que nunca pueda obtener el
perdón, por lo que jamás saldrá de allí, sino que sufrirá las penas
eternas con la terrible serpiente, el diablo.
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