CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO |
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27-31 - 32-36 - 37-38 - 39-42 - 43-45 - 46-49 | |
01-05 |
Y aconteció un sábado
segundo primero, que como pasase por los sembrados, sus discípulos
cortaban espigas, y restregándolas entre las manos, las comían. Y
algunos de los fariseos les decían: "¿Por qué hacéis lo que no es
lícito en los sábados?" Y Jesús, tomando la palabra, les respondió:
"¿Ni aun esto habéis leído que hizo David, cuando tuvo hambre y los
que con él estaban? ¿Cómo entró en la casa de Dios, y tomó los panes
de la proposición, y comió, y dio a los que con él estaban, aunque no
podían comer de ellos, sino sólo los Sacerdotes?" Y les decía: "El
Hijo del hombre es señor también del sábado". (vv. 1-5)
San Ambrosio,
in Lucam lib. 5
El Señor empezó a librar al hombre de la
observancia de la antigua ley, no sólo por miedo de sus discursos,
sino también con su conducta y sus obras. De donde prosigue: "Y
aconteció un sábado segundo primero, que como pasase por los
sembrados, sus discípulos cortaban espigas,...".
Beda
Como los discípulos no tenían tiempo para
comer por la impertinencia de las turbas, tenían hambre como hombres;
pero cortando espigas, calmaban su necesidad; lo cual es un indicio de
la austeridad de la vida, que no buscaban manjares preparados, sino
alimentos simples.
Teofilacto
Dice, pues: "Y aconteció un sábado segundo
primero", porque los judíos llamaban fiesta a todos los sábados. El
sábado quiere decir descanso. Muchas veces ocurría que la víspera del
sábado era una fiesta, y se le llamaba sábado, a causa de la fiesta;
después al verdadero sábado le llamaban segundo-primero, porque era el
segundo después de la festividad del día anterior.
San Cirilo
Las fiestas eran de dos clases: una que se
celebraba en el sábado verdadero, y la otra que se celebraba al día
siguiente, y que también se llamaba sábado.
San Isidoro
Dice segundo-primero, porque segundo era
el de la Pascua, y el primero era el de los Azimos; pues como se
inmolaba la pascua en la tarde, se celebraba la fiesta de los ázimos
en el día siguiente. Que esto es así, infiérese de que los apóstoles
cogían espigas y las comían; porque ya en aquellos días las espigas
estaban sazonadas.
San Epifanio,
Contra haer. lib. 1, haer. 30
En día, pues, de sábado, vióse que pasaban
por medio de los sembrados y que cogían espigas, manifestando que
había quedado concluida la obligación de guardar el sábado; esto es,
Jesucristo, que nos hizo descansar del trabajo de nuestros pecados.
San Cirilo
Los escribas y los fariseos, ignorando las
Sagradas Escrituras, habían conspirado a una para acusar a los
discípulos de Cristo; por lo cual prosigue: "Y algunos de los fariseos
les decían: ¿Por qué hacéis,...". Dime tú, cuando se te pone la mesa
en día de sábado, ¿acaso no partes pan? ¿Por qué, pues, reprendes a
los otros?
Beda
Otros dicen que esos cargos se hicieron al
mismo Señor; pero pudieron ser dirigidos por diferentes personas al
Señor y también a los discípulos; y a cualquiera que se refiriese, el
cargo se dirigía a El especialmente.
San Ambrosio
El Señor arguye a los defensores de la ley
de ignorarla, citándoles el ejemplo de David. Y así dice: "Y Jesús,
tomando la palabra, les reprendió: ¿Ni aun esto habéis leído?", etc.
San Cirilo
Como diciendo: esto lo expresa claramente
la ley de Moisés: Juzgad rectamente y no tendréis acepción de persona,
al juzgar ( Dt 1,16-17). ¿Cómo reprendéis a
los discípulos, cuando hasta hoy día ensalzáis a David como santo y
como profeta, no habiendo observado el precepto de Moisés.
Crisóstomo,
in Mat hom 40
Obsérvese que cuando se habla al Salvador
de sus siervos, cita siervos como David y los sacerdotes, mas cuando
habla de sí mismo hace mención del Padre, como cuando dice: "Mi Padre
trabaja hasta ahora, y yo también trabajo" ( Jn
5,17).
Teofilacto
Los refuta de otro modo, cuando añade: "Y
les decía: El Hijo del hombre Señor es también del sábado". Como
diciendo: Yo soy el Señor que he mandado guardar el sábado, y como
legislador tengo potestad de cambiar el sábado. El Hijo del hombre se
llamó Cristo, porque, siendo Hijo de Dios, milagrosamente se dignó
hacerse y llamarse Hijo del hombre, por amor a los hombres.
Crisóstomo,
in Mat hom 40
San Marcos confiesa que dijo esto,
refiriéndose a las dos naturalezas, porque decía: "El sábado se ha
hecho para los hombres, y no el hombre para el sábado: conviene, por
lo tanto, que más bien el sábado se someta al hombre, que no el hombre
al yugo del sábado" ( Mc 2,27).
San Ambrosio
En esto se encierra un gran misterio. El
campo es todo este mundo; la mies del campo es la fecundidad numerosa
de santos, esparcidos en el campo del género humano; las espigas de
ese campo son los frutos de la Iglesia que eran cogidos por el trabajo
de los apóstoles, quienes se alimentaban de nuestro adelanto, y como
separando los frutos de las mentes de los follajes de los cuerpos, los
sacaron a la luz de la fe, por medio de los preclaros milagros de sus
obras.
Beda
Restregaban las espigas, porque aquéllos
que quieren seguir al cuerpo de Jesucristo, hacen morir el hombre
antiguo en sus actos, separándole de los pensamientos terrenos.
San Ambrosio
Los judíos creían que esto no era lícito
el sábado; mas Jesucristo, por el contrario, predicando el beneficio
de la nueva gracia, anunciaba el ocio de la ley y el trabajo de la
gracia. Dijo, sin embargo, admirablemente, segundo-primero, y no
primero-segundo sábado, porque el sábado de la ley, que era el
primero, fue abolido, y el que era el segundo, resultó el primero.
Luego se llama sábado segundo, por razón del número, y primero por la
operación de la gracia; mejor es el sábado en que se concede el
perdón, que el otro en que se establece la pena. Acaso también se
llama primero, por la predestinación del consejo, y segundo, por la
sanción del decreto. Finalmente, David -fugitivo con sus compañeros-
figura en la ley a Jesucristo y sus discípulos, que se ocultan al
príncipe del mundo. Mas ¿cómo puede decirse que el que observaba y
defendía la ley comió panes y dio a todos los que estaban con él -los
cuales no era permitido comer, más que a los sacerdotes-, sino para
demostrar por aquella figura que el alimento sacerdotal pasaba al uso
de los pueblos, ya porque todos debemos imitar la vida sacerdotal, ya
porque todos los hijos de la Iglesia son considerados como sacerdotes?
Recibimos la unción del santo sacerdocio, ofreciéndonos a Dios como
hostias espirituales ( 1Pe 2). Si, pues, el
sábado se ha hecho para los hombres, y si la utilidad de éstos pedía
que el hombre hambriento -que por mucho tiempo estuvo privado de los
frutos de la tierra-, evitase los ayunos del hambre antigua, pues la
ley no se quebranta, sino que se cumple.
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06-11 |
Y aconteció que, entrando
otro sábado en la sinagoga, enseñaba. Y había allí un hombre que tenía
seca la mano derecha. Y los escribas y fariseos le estaban acechando
por ver si curaría en sábado, para hallar de qué acusarlo. Mas El
sabía los pensamientos de ellos, y dijo al hombre que tenía la mano
seca: "Levántate y ponte en medio". Y él levantándose se puso en pie.
Y Jesús les dijo: "Os pregunto: ¿Es lícito en sábado hacer bien, o
hacer mal; salvar la vida o quitarla?" Y mirándolos a todos alrededor
dijo al hombre: "Extiende tu mano". El la extendió, y fue sana la
mano: mas ellos se llenaban de furor, y hablaban entre sí, qué harían
de Jesús. (vv. 6-11)
San Ambrosio
Aquí el Señor pasa a otras cosas; porque
como se proponía salvar a todo el hombre, curaba un miembro después
del otro; de donde se dice: "Y aconteció, que entrando otro sábado en
la sinagoga, enseñaba".
Beda
En los sábados es cuando especialmente
cura y enseña, no solamente para demostrar que el sábado es un día
consagrado a Dios, sino también porque los sábados era cuando se
reunía gente más solemnemente.
San Cirilo
Enseñaba verdaderamente cosas superiores a
la inteligencia humana, y abría a los que le oían el camino que
conduce a la vida eterna; y después que había explicado su doctrina,
mostraba de repente su divino poder. Y sigue: "Y había allí un hombre
que tenía seca la mano derecha".
Beda
Como el Maestro acababa de excusar con su
ejemplo laudable la violación del sábado -que reprochaban a sus
discípulos-, ahora le observan a El para calumniarle; de donde
prosigue: "Y los escribas y los fariseos le estaban acechando por ver
si curaba en sábado", esto es, para si no curaba, argüirle de crueldad
o imbecilidad; y si curaba en sábado, considerarlo como infractor de
la ley; por esto dice: "Para hallar de qué acusarlo".
San Cirilo
Esta es la costumbre del adversario:
alimenta en sí la enfermedad del dolor con las alabanzas de otros;
pero el Señor conoce todas las cosas, y penetra los secretos del
corazón. Y sigue: "Mas El sabía los pensamientos de ellos, y dijo al
hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio: y él
levantándose se puso en pie". Sin duda, con el fin de mover al cruel
fariseo a que tuviese compasión; y que la misma pasión mitigase las
llamas de la ira.
Beda
Comprendiendo el Señor la calumnia que le
preparaban, reprende a aquellos que no interpretan bien los
mandamientos de la ley, creyendo que en los sábados no podían hacerse
obras buenas, siendo así que la ley únicamente manda abstenerse de los
trabajos serviles en el sábado -esto es, de las malas acciones-. Por
ello Jesús les dijo: "Os pregunto: ¿Es lícito en los sábados hacer
bien", etc.
San Cirilo
La cuestión es oportunísima, porque si es
lícito hacer bien en el sábado, y nada puede estorbar que los que
sufren alcancen misericordia del Señor, en cuyo caso no tiene cabida
la calumnia levantada contra Jesucristo; pero si no es lícito hacer
obras buenas en el sábado, y la ley prohibe trabajar por la salvación
de las almas, entonces se convertían en acusadores de la ley. Si
queremos discutir la institución del sábado, observaremos que fue
establecido para hacer obras piadosas; estaba mandado que en el sábado
no se trabajase, con el fin de que descansen -como se dice en el
Deuteronomio ( Dt 5,14)-, tu siervo, tu
criada, y todo animal que te pertenezca. Por tanto, el que se
compadece del buey y de los demás animales, ¿cómo no se compadecerá
del hombre afligido con una grave enfermedad?
San Ambrosio
La ley figura en las presentes
circunstancias, la forma de los futuros tiempos, en los cuales habrá
ciertamente ferias de males, no de bienes; pues aunque se descanse de
los trabajos materiales, no se estará ocioso, sino que se descansará
alabando a Dios con obras buenas.
San Agustín,
De quaest. Evang., lib. 2, quaest. 9
Habiendo curado el cuerpo, preguntó de
esta manera: "¿Es lícito salvar las almas o perderlas?" Acaso porque
hacía los milagros para establecer la fe, en la que se encuentra la
salvación del alma, o porque la curación de la mano derecha significa
la salvación del alma, la cual, no haciendo buenas obras, tenía, en
cierto modo, seca su derecha; o también, por alma, entiende al hombre,
así como se acostumbra a decir: "Hubo allí tantas almas".
San Agustín,
de cons. evang. 2, 35
Pero aun puede preguntarse como dijo San
Mateo, que ellos preguntaron al Señor si era lícito curar en sábado;
cuando San Lucas hace ver, que fue el Señor quien les preguntó a
ellos. Debe entenderse aquí, que ellos preguntaron primero al Señor,
si era lícito el curar en sábado; y que después el Señor, conociendo
los pensamientos de ellos, les salía como al encuentro, colocando en
medio a aquél a quien se proponía curar, y les preguntó, como dicen
San Marcos y San Lucas.
Prosigue: "Y mirándolos a todos".
Tito,
Bostrense
Como haciendo fijar los ojos de todos, y
excitando su inteligencia a la consideración del negocio, dijo a aquel
hombre: "Tiende tu mano". Yo que he creado al hombre, soy quien te
mando; el que tenía enferma la mano, obedeció y fue curado. Por lo que
sigue: "El la extendió, y fue sana la mano". Los que debían admirarse
ante aquel milagro, aumentan su malicia. Por lo cual sigue: "Y ellos
se llenaron de furor, y hablaban los unos con los otros, qué harían de
Jesús".
Orígenes
O como dice San Mateo, se salen y
consultan el modo de matarlo.
San Cirilo
¡Oh fariseo, ves al que hace cosas
prodigiosas, y que cura a los enfermos en virtud de un poder superior,
y tú proyectas su muerte por envidia!
Beda
Este hombre es figura del linaje humano,
árido porque no producía obras buenas, desde que representado en su
primer padre, alargó la mano para coger la manzana, cuya mala acción
enmendó el inocente Hijo de Dios, extendiendo sus manos en la cruz. La
mano de la humanidad en la sinagoga estaba seca; porque donde se
encuentra mayor copia de los conocimientos, allí comete mayor culpa el
que quebranta lo mandado.
San Ambrosio
Ya has oído al que dice estas palabras:
"Extiende tu mano": esta medicina es común y general; y tú que crees
tener buena la mano, evita que se te seque por la avaricia o por el
sacrilegio. Extiéndela muchas veces, favoreciendo a tu prójimo, y
dispensando tu protección a la viuda; defiende de cualquier injuria a
quien veas sufrir bajo el peso de la calumnia, extiende también tu
mano al pobre que te pide; extiéndela también al Señor, pidiéndole el
perdón de tus pecados. Así es como debe extenderse la mano, y así es
como se cura.
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12-16 |
Y aconteció en aquellos
días, que salió al monte a hacer oración, y pasó toda la noche orando
a Dios. Y cuando fue de día, llamó a sus discípulos: y escogió doce de
ellos (que nombró Apóstoles). A Simón, a quien dio el sobrenombre de
Pedro, a Andrés su hermano, a Santiago, y a Juan, a Felipe y a
Bartolomé, a Mateo y a Tomás, a Santiago de Alfeo, y a Simón, llamado
Zelador, y a Judas hermano de Santiago, y a Judas Iscariote, que fue
el traidor. (vv. 12-16)
Glosa
Levantándose los enemigos de Jesús contra
sus milagros y contra su doctrina, eligió a sus apóstoles como
defensores y testigos de la verdad, a cuya elección quiso que
precediese la oración; por lo que dice: "Y aconteció en aquellos
días", etc.
San Ambrosio
No quieras abrir los oídos de malicioso,
creyendo que el Hijo de Dios rogaba porque era débil, para alcanzar lo
que El no podía hacer; Autor de la potestad, Maestro de la obediencia,
nos excita con su ejemplo a cumplir los preceptos de la virtud.
San Cirilo
Observemos qué es lo que hizo Jesucristo
en este caso, cómo nos enseñó a insistir en las oraciones divinas
separadamente, esto es, en secreto y cuando nadie nos vea;
prescindiendo también de todo cuidado mundano, para que nuestra alma
se levante a la contemplación de las cosas divinas; así nos lo enseña
el Salvador cuando oraba solo, saliéndose a un monte.
San Ambrosio
En todas partes ora solo. Los ruegos de
los hombres no comprenden las determinaciones de Dios; y nadie hay que
pueda participar de los pensamientos de Jesucristo. No sube al monte
todo el que ora, sino el que ora elevándose de las cosas de la tierra
a las del cielo; pero no aquel que anda solícito por las cosas del
mundo, por las riquezas y por los honores. Todos los que son perfectos
suben al monte, por lo que encontrarás en el Evangelio que sólo los
discípulos subieron con el Señor al monte. En esto se da a conocer al
cristiano, y se le prescribe la forma con que debe orar, cuando
prosigue: "Y pasó toda la noche orando a Dios", etc. ¿Cuánto es lo que
tú debes hacer por salvar tu alma, cuando Jesucristo pasa toda la
noche orando por ti?
Crisóstomo,
hom 42 ad prop. Antioch
Levántate tú también durante la noche,
porque entonces es cuando el alma está más pura; las mismas tinieblas
y el silencio convidan al alma de una manera eficaz al recogimiento.
Además si miras al cielo, agujereado de estrellas, como si estuviese
alumbrado por infinitas luces, y si consideras que los que de día
danzan e injurian en nada se diferencian de los muertos; entonces
detestarás todo exceso humano. Todas estas cosas son muy a propósito
para elevar el espíritu; entonces no mortifica la vanagloria, ni
fastidia la pereza, ni preocupa la envidia; no quita el fuego el color
del hierro tan perfectamente como la oración nocturna cambia el
proceder de los pecadores. Del mismo modo que aquel que siendo
mortificado de día por los rayos del sol se refrigera por la noche,
así las lágrimas, que se derraman por la noche, sirven como de rocío,
y aprovechan para vencer la concupiscencia y desterrar cualquier
temor; pero si el hombre no se refresca con este rocío, se secará
durante el día. Por cuya razón, aun cuando no reces mucho de noche,
ora siquiera una vez cuando te despiertes, y esto es suficiente;
muestra que la noche no es buena solamente para el descanso del
cuerpo, sino también para el alma.
San Ambrosio
¿ Puesto que Jesucristo oró antes de
enviar a sus apóstoles, qué es lo que tú debes hacer cuando pretendes
acometer alguna empresa buena? Prosigue, pues: "Y cuando fue de día,
llamó a sus discípulos", etc. Esto es, a aquellos a quienes destinaba
a propagar entre los hombres los medios de salvación y a difundir la
fe sobre la tierra. Advierte también la disposición de Dios: no elige
a los sabios, ni a los ricos, ni a los nobles, sino a pescadores y a
publicanos, para enviarlos; a fin de que no apareciese que atraía a
los hombres a su gracia por medio de las riquezas, o de la autoridad
del poder o de la nobleza; para que prevaleciese la razón de la
verdad, no la gracia de la discusión.
San Cirilo
Véase cuál fue el primer cuidado del
evangelista; no solamente dice que fueron elegidos los apóstoles, sino
que hace mención de ellos de una manera nominal, para evitar que
alguien se atreva a inscribir a otros en el catálogo de los apóstoles.
"Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés".
Beda
No lo ha llamado por primera vez así, sino
mucho antes, cuando llevado por Andrés, le dice: "Tú te llamarás
Cephas, que quiere decir Pedro" ( Jn 1,42). Y
queriendo San Lucas referir los nombres de los apóstoles, teniendo que
nombrar a San Pedro por necesidad, da a entender de una manera
sencilla que antes no se llamaba así, sino que el Señor fue quien le
dio este nombre.
Eusebio
La segunda combinación es la de Santiago y
de San Juan; de donde prosigue: "A Santiago y Juan", los dos hijos de
Zebedeo, que también eran pescadores. Después de estos dos hace
mención de San Felipe y San Bartolomé. San Felipe, según dice San
Juan, era de Betsaida, conciudadano de San Andrés y de San Pedro; y
que el mismo San Bartolomé, era un hombre sencillo, falto de
conocimientos, y de trato social. San Mateo, además, era de los que
recaudaban las contribuciones cuando fue llamado; de él hace mención
cuando dice: "A Mateo y a Tomás".
Beda
San Mateo por humildad se pospone a Santo
Tomás, mientras que los otros evangelistas le colocan primero;
prosigue: "A Santiago de Alfeo, y a Simón, llamado el Zelador".
Glosa
Porque fue de Caná de Galilea, que quiere
decir Zelo, lo cual se añade, para diferenciarle de Simón Pedro.
Prosigue: "A Judas, hermano de Santiago, y a Judas Iscariote, que fue
el traidor".
San Agustín,
de cons. evang. 2, 30
En el nombre de Judas de Santiago, parece
que discrepa San Lucas de San Mateo, quien le llama Tadeo. ¿Pero quién
ha prohibido jamás que un hombre tenga dos o tres nombres? Fue elegido
Judas el traidor no por imprudencia, sino por providencia. Habiendo
tomado el Señor sobre sí todas nuestras debilidades, no rehusó este
destino de la enfermedad humana, y quiso ser entregado por su apóstol,
a fin de que tú mismo, si tu compañero te entrega, soportes con
moderación el error de tu juicio y la pérdida de tu beneficio.
Beda
En sentido místico, el monte sobre el que
Jesús eligió a sus apóstoles, da a conocer la elevación de la santidad
que debía encontrarse en ellos, para que así pudiesen predicarla; por
esta razón había sido publicada la ley en la cumbre de un monte.
San Cirilo
Por si conviene conocer la etimología de
los nombres de los Apóstoles, sépase que Pedro quiere decir el que
desata o el que reconoce; San Andrés poder ilustre o el que responde;
Santiago el que suplanta el dolor; San Juan, gracia del Señor; San
Mateo donado o concedido; San Felipe boca grande u orificio de
lámpara; San Bartolomé hijo del que detiene las aguas; Santo Tomás
abismo o gemelo; Santiago de Alfeo, el que suplanta los pasos de la
vida; Judas, confesión, y Simón, obediencia.
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17-19 |
Y bajando con ellos, se
paró en un llano, y la turba de sus discípulos, y un gran gentío de
toda la Judea, y de Jerusalén, y de la marina, y de Tiro y de Sidón,
que habían venido a oírle, y a que los sanase de sus enfermedades. Y
los que eran atormentados de espíritus inmundos eran curados. Y toda
la muchedumbre quería tocarle, porque salía de El virtud, y los sanaba
a todos. (vv. 17-19)
San Cirilo
Una vez realizada la reunión de los
apóstoles, y congregados otros varios de entre los judíos, y de la
región marítima de Tiro y de Sidón, -que eran idólatras-, los
constituyó en doctores de todo el mundo, para libertar a los judíos de
la servidumbre de la ley y apartar a los idólatras del error gentil,
llevándolos al conocimiento de la verdad; por lo que dice: "Y bajando
con ellos, se paró en un llano, y la turba de discípulos y un gran
gentío de toda la Judea, y de Jerusalén, y de la marina", etc.
Beda
No dice marina a causa del mar de la
Galilea, que estaba próximo, lo cual no sería extraordinario, sino que
quiere hablar del gran mar -en el cual ponían también a Tiro y Sidón-,
de quienes se dice: "Y de Tiro, y de Sidón", cuyas ciudades, como
estaban ocupadas por gentiles, con razón se las llama por su nombre,
para que se vea cuánto se había extendido ya la fama y el poder del
Salvador, el cual, como había venido a predicar a todas las ciudades,
quería enseñar a todas a recibir y a aceptar su doctrina; y así
prosigue: "Que habían venido a oírle".
Teofilacto
Esto es, a curar sus almas, y a sanar de
todas sus enfermedades, o sea del cuerpo.
San Cirilo
Después que hubo escogido los apóstoles,
hizo muchos y grandes milagros, para que los judíos y los gentiles,
que habían venido, conociesen que ellos habían sido distinguidos por
Jesucristo con la dignidad del apostolado; y que El no era como los
demás hombres, sino más bien Dios, como Verbo encarnado; y prosigue:
"Y todas las gentes procuraban tocarle; porque salía de El virtud y
los sanaba a todos". Cristo no recibía la virtud de otro, sino que,
siendo Dios por naturaleza, curaba a todos los enfermos, derramando
sobre ellos su propia virtud.
San Ambrosio
Observese todo diligentemente: de qué
manera también asciende con los apóstoles y desciende hacia la
muchedumbre, de qué modo lo seguía la muchedumbre hacia lo alto;
luego, a donde descendía, llegaban los enfermos: pues, en las alturas
no pueden estar los enfermos.
Beda
Rara vez se observará que las turbas hayan
seguido a Jesús a las alturas, ni que haya curado algún enfermo en la
cumbre de un monte; sino que una vez curada la fiebre de las pasiones,
y encendida la luz de la ciencia, ha hecho subir a cada uno hasta la
cumbre de la perfección evangélica. Las gentes, que pudieron tocar al
Salvador, se curaron por la virtud de Este, como ya hemos visto que el
leproso se curó, cuando le tocó el Señor. El tacto del Salvador
equivale a la curación, porque el tocarle es tanto como el creer en
El, y aquel por quien es tocado se cura en virtud de la gracia del
Señor.
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20-23 |
Y El, alzando los ojos
hacia sus discípulos, decía: "Bienaventurados los pobres, porque,
vuestro es el reino de Dios. Bienaventurados los que ahora tenéis
hambre, porque seréis hartos. Bienaventurados los que ahora lloráis,
porque reiréis. Bienaventurados seréis cuando os aborrecieren los
hombres, y os apartaren de sí, y os ultrajaren, y desecharen vuestro
nombre como malo por el Hijo del hombre. Gozaos en aquel día, y
regocijaos; porque vuestro galardón grande es en el cielo, porque de
esta manera trataban a los profetas los padres de ellos". (vv. 20-23)
San Cirilo
Después de la reunión de los apóstoles a
la nueva vida evangélica, el Salvador renovó a sus discípulos.
San Ambrosio
Empieza a ser sublime al anunciar los
oráculos de la Divinidad. Aun cuando estaba en lo llano, sin embargo,
elevó sus ojos; por lo que se dice: "Y El, alzando sus ojos hacia sus
discípulos". ¿Qué quiere decir levantar los ojos, sino encender la luz
interiormente?
Beda
Y aun cuando hablaba generalmente con
todos, especialmente fijaba sus ojos en sus discípulos. Y prosigue:
"Sobre sus discípulos". Para que aquellos que oyen la palabra con
atención del corazón, reciban más gracia interior y más luz.
San Ambrosio
San Lucas puso tan sólo cuatro
bienaventuranzas, San Mateo ocho; pero en aquellas ocho se comprenden
estas cuatro, y en aquellas cuatro estas ocho. Este puso cuatro
bienaventuranzas, representando las cuatro virtudes cardinales, y
aquél explicó en estas ocho un orden místico -o número-, porque la
octava, que es la perfección de nuestra esperanza, es también la más
grande de las virtudes. Que la pobreza es la primera de las
bienaventuranzas, lo dicen igualmente los dos evangelistas; en cuanto
al orden es la primera de todas, y como la madre de las demás
virtudes; porque el que despreciare las cosas del mundo merecerá las
eternas; ni puede nadie alcanzar la gloria, si poseído del amor del
mundo no llega a desprenderse de él. De donde prosigue: "Decía:
bienaventurados los pobres".
Crisóstomo
En el Evangelio de San Mateo, dijo que
eran bienaventurados los pobres de espíritu, para que comprendamos que
el ser pobres de espíritu es tanto como tener una inteligencia modesta
y humilde en cierto sentido. Por lo que dice el Salvador: "Aprended de
Mí, que soy manso y humilde de corazón" ( Mt
11,29). Aquí dice: Bienaventurados los pobres -sin añadir de espíritu-
para designar a los que desprecian las riquezas. Convenía, pues, que
cuando predicasen el Evangelio, no pensasen en la codicia, sino que
tuviesen su espíritu predispuesto para cosas más elevadas.
San Basilio
No puede llamarse bienaventurado a todo el
que es afligido por la pobreza, sino solamente al que prefiere el
precepto de Jesucristo a las riquezas mundanas. Hay muchos pobres de
bienes, pero que son muy avaros por el afecto; a éstos no los salva la
pobreza, pero los condena su deseo. Ninguna cosa que no sea voluntaria
aprovecha para la salvación, por la sencilla razón de que toda virtud
está basada en el libre albedrío. Es bienaventurado el pobre que imita
a Jesucristo, quien quiso sufrir la pobreza por nuestro bien; porque
el mismo Señor todo lo hacía para manifestarse como nuestro modelo y
podernos conducir a la eterna salvación.
San Eusebio
Pero como el reino de los cielos se
alcanza por grados, el primero porque pasan los que suben a él es el
de la pobreza; por esto Jesucristo eligió sus primeros discípulos de
entre los pobres, y les dice: "Porque de vosotros es el reino de los
cielos"; dando a entender que esto se refería a los que tenía
presentes, hacia los cuales elevara sus ojos.
Crisóstomo
Después que mandó practicar la pobreza,
glorifica las cosas que acompañan a la indigencia. Sucede, pues, que
los que viven en la pobreza carecen hasta de lo más necesario, y
apenas pueden adquirir su alimento. Pero el Señor no quiere que sus
discípulos teman sobre esto; por eso les dice: "Bienaventurados los
que ahora tenéis hambre".
Beda
Esto es, bienaventurados los que castigáis
vuestro cuerpo y lo reducís a la esclavitud, que en el hambre y la sed
os entregáis al ministerio de la palabra, porque habréis de gozar de
la abundancia de los goces celestiales.
San Gregorio Niceno,
De beatitudinibus, Orat. 4
En un sentido más elevado, del mismo modo
que para el alimento del cuerpo, se prefieren diversos manjares, así
también, para el alimento del alma, los unos desean un bien
imaginario, y otros lo que es naturalmente bueno. Por lo que, según
San Mateo, son beatificados los que consideran la justicia como una
comida y una bebida; no diré la justicia que es una virtud particular,
sino la justicia que es una virtud general; el que tiene hambre de la
cual será bienaventurado.
Beda
Nos da a conocer terminantemente el Señor,
que no debemos considerar como bueno a cualquiera, sino que hemos de
ver que constantemente procure adelantar en el camino de la
perfección, a cuya perfección no puede llegarse en esta vida, sino en
la otra, como lo dice el Salmista: "Yo me saciaré cuando vea tu
gloria" ( Sal 16,15). De aquí prosigue:
"Porque seréis hartos".
San Gregorio Niceno
Promete la abundancia a los que desean la
justicia; ninguna de las cosas que se encuentran en esta vida puede
saciar suficientemente a los que buscan la justicia; solamente el
deseo de la virtud es seguido de una recompensa que inspira en el alma
una alegría indeficiente.
San Cirilo
Sigue a la pobreza, no sólo la falta de
las cosas deleitables, sino también la depresión del semblante por la
tristeza. Por lo que sigue: "Bienaventurados los que lloráis".
Considera como bienaventurados, no precisamente a los que derraman
lágrimas -porque esto es propio de todos, tanto fieles como infieles,
cuando experimentan alguna contrariedad- sino solamente a aquellos que
hacen una vida mortificada, se preservan de los vicios y de las
afecciones carnales, menospreciando las complacencias de la vida y
llorando porque aborrecen las cosas de la tierra.
Crisóstomo,
hom 18, ad prop. Antioch
Cuando la tristeza se experimenta por
causa de Dios, ella nos alcanza la gracia de hacer penitencia para
poder obtener la salvación. Esta tristeza es el fundamento de la
alegría. Por lo que sigue: "Porque reiréis". Cuando nada podemos hacer
en bien de aquellos por quienes lloramos, el beneficio recae sobre
nosotros. El que llora de este modo los males ajenos, no dejará de
llorar sus propios pecados; más aún, no caerá tan fácilmente en el
pecado. No nos fijemos en las cosas de esta vida breve, sino
suspiremos por las de la eterna; no busquemos las delicias de donde
nace muchas veces el llanto y el dolor, sino entristezcámonos con la
tristeza que nos alcanza el perdón. Suele suceder que encuentra al
Señor el que llora; pero el que ríe no lo encuentra nunca.
San Basilio
Por eso promete la risa a los que lloran,
no precisamente el sonido emitido con estrépito, sino la alegría pura
y libre de cualquier tristeza.
Beda
Es bienaventurado el que por las riquezas
de la herencia celestial, por el pan de la vida eterna, por la
esperanza de las alegrías celestiales, desea sufrir el llanto, el
hambre y la pobreza, y aun mucho más bienaventurado aquel que no teme
guardar estas virtudes en medio de la adversidad. Por ello sigue:
"Seréis bienaventurados, cuando os aborreciesen los hombres". Aun
cuando aborrezcan los hombres con un corazón malvado, no pueden hacer
daño al que es amado por Cristo. Prosigue: "Y cuando os apartaren de
sí, apartarán tamibién al Hijo del hombre". Porque El resucita para sí
a los que mueren con El, y les hace descansar en la eterna
bienaventuranza. Prosigue: "Y cuando desecharen vuestro nombre como
malo". En esto se refiere al nombre de cristiano, que fue tan
ultrajado por los judíos y por los gentiles, cuantas veces se
acordaron de El, y también fue despreciado por los hombres, sin que
para ello hubiese otro motivo que el odio que tenían al Hijo de Dios,
a saber, porque los fieles quisieron tomar su nombre de Cristo. Luego
enseña que habrán de ser perseguidos por los hombres, pero que serán
bienaventurados, como más que hombres. De aquí prosigue: "Gozaos en
aquel día y regocijaos: porque vuestro galardón grande es en el
cielo", etc.
Crisóstomo
Se considera una cosa grande o pequeña
según la importancia de la persona que la concede. Examinemos ahora
quién es el que promete una gran recompensa. Un profeta o un apóstol,
que no son más que hombres, hubiesen dado como mucho lo que es poco;
pero aquí es el Señor, que posee los tesoros eternos y las riquezas
superiores a toda comprensión, quien ha prometido una grande
recompensa.
San Basilio,
in Cat. graec. Patr
Unas veces se dice grande en un sentido
absoluto, como el cielo es grande, la tierra es grande; otras veces es
por comparación, como un gran caballo, un gran buey, comparándolos con
otros de su especie; así creo que será grande la recompensa reservada
a aquellos que sufren oprobios por Cristo, no por comparación a las
cosas que están entre nosotros y conocemos, sino grande en sí mismo y
como dada por Dios.
San Juan Damasceno,
in lib. De lógica, cap. 49
Todas aquellas cosas, que pueden medirse y
contarse, se conceden de una manera limitada; pero lo que por cierta
excelencia excede toda medida y número, se dice intencionadamente
grande y mucho, como cuando decimos que es mucha la misericordia de
Dios.
San Eusebio
Después, queriendo fortalecer a sus
discípulos para pelear contra sus enemigos cuando predicasen el
Evangelio por todo el mundo, les añade: "Porque de esta manera
trataban a los profetas los padres de ellos".
San Ambrosio
Los judíos habían perseguido a los
profetas hasta el punto de quitarles la vida.
Beda
Los que dicen la verdad son ordinariamente
perseguidos; no obstante, los antiguos profetas no dejaban de predicar
la verdad por temor a la persecución.
San Ambrosio
En esto que dice: "Bienaventurados los
pobres", tiene la templanza, que se abstiene del mal, holla con los
pies el siglo y no busca los placeres. "Bienaventurados los que tenéis
hambre". He ahí la justicia; pues el que tiene hambre se compadece del
que la tiene; compadeciéndose de él, le favorece; favoreciéndole, se
hace justo, y su justicia permanece eternamente. "Bienaventurados los
que ahora lloráis"; aquí tenemos la prudencia, que llora lo de todos
los días y busca las cosas que son eternas. "Bienaventurados seréis
cuando os aborrezcan los hombres". Aquí tenemos la fortaleza; pero no
aquella que merece el odio por sus crímenes sino la que sufre
persecución por la fe. Así es como se llega a la corona del
sufrimiento, si se desprecia la gracia de los hombres, y se sigue la
divina. Luego, la templanza produce la limpieza del corazón; la
justicia la misericordia; la prudencia la paz; y la fortaleza la
mansedumbre. Las virtudes están reunidas de tal modo, que cuando se
tiene una parece que se tienen todas. Cada santo tiene una virtud
propia; pero la más abundante es la más recompensada. Cuánta caridad
tenía Abraham. ¡Cuánta humildad! Pero como sobresalía entre todas su
fe, ésta fue la que obtuvo la primacía. Por tanto, cada uno tendrá
muchos premios, cuando practique muchas virtudes; pero como siempre se
distingue en alguna, por ella obtendrá un premio mayor.
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24-26 |
"¡Mas hay de vosotros los
ricos, porque tenéis vuestro consuelo! ¡Ay de vosotros los que estáis
hartos, porque tendréis hambre! ¡Ay de vosotros los que ahora reís,
porque gemiréis y lloraréis! ¡Ay de vosotros cuando os bendijeren los
hombres, porque así hacían a los falsos profetas los padres de ellos!"
(vv. 24-26)
San Cirilo
Una vez explicado que la pobreza, sufrida
por Dios, es el origen de todo bien, y que el tener hambre y llorar no
carece de premio, pasa ahora a hablar de lo contrario, diciendo cuál
es la causa de la perdición y del tormento eterno; por lo que sigue:
"¡Mas ay de vosotros los ricos, porque tenéis vuestro consuelo".
San Cirilo
Esta expresión: "ay de vosotros", se pone
siempre en las Sagradas Escrituras, cuando se trata de aquellos que no
pueden escapar de la eterna perdición.
San Ambrosio
Aun cuando en la abundancia de las
riquezas hay muchos alicientes para pecar, también hay muchos medios
para practicar la virtud. Aunque la virtud no necesita opulencia, y la
largueza del pobre es más laudable que la liberalidad del rico, sin
embargo la autoridad de la sentencia celeste no condena a los que
tienen riquezas, sino a los que no saben usar de ellas. Porque así
como el pobre es tanto más laudable cuanto más pronto es el afecto con
que da, así es tanto más culpable el rico que tarda en dar gracias a
Dios por lo que ha recibido, y se reserva sin utilidad la fortuna que
le ha sido dada para el uso de todos. Luego no es la fortuna, sino el
afecto a la fortuna, el que es criminal; y aunque no hay mayor
tormento que amontonar con inquietud lo que ha de aprovechar a los
herederos, sin embargo, como los deseos de amontonar de la avaricia se
alimentan de cierta complacencia, los que tienen el consuelo de la
vida presente pierden el premio eterno. Podemos entender aquí por rico
al pueblo judío y a los herejes, y especialmente a los fariseos, que,
complaciéndose en la fecundidad de su elocuencia y en la ambición de
poseerla como por patrimonio, desconocieron la simplicidad de la
verdadera fe, y amontonaron riquezas inútiles.
Y sigue: "¡Ay de vosotros, los que estáis
hartos, porque tendréis hambre!"
Beda
Aquel rico purpurado se saciaba comiendo
con esplendidez todos los días; pero sufría aquel cruel "¡ay!" de la
sed, cuando suplicaba que un dedo de Lázaro -a quien él había
despreciado- le diese una gota de agua.
San Basilio
Que la abstinencia es necesaria, nos lo
demuestra claramente San Pablo, contándola entre los frutos
espirituales ( Gál 5); pues la sujeción del
cuerpo no se obtiene por otro medio que por la abstinencia, con la
cual -como con cierto freno- debemos moderar los ardores de la
juventud. Es, pues, la abstinencia la muerte del crimen, la sujeción
de las pasiones y el fundamento de la vida espiritual, embotando en sí
el aguijón de los placeres. Sin embargo, para no confundirnos con los
enemigos del Señor, debemos aceptar todas las cosas, cuando las
circunstancias así lo exijan, para dar a entender que todo es puro
para los que tienen su corazón limpio; usando así de las cosas que son
necesarias para la vida, y absteniéndonos en absoluto de todo aquello
que incita a la complacencia. Además, no todos pueden prescribirse la
misma hora, ni el mismo modo, ni la misma cantidad; pero todos deben
tener la misma intención de no llegar a la saciedad; porque llenar el
vientre inutiliza el cuerpo para sus propias funciones, le hace
perezoso y dispuesto al mal.
Beda
De otro modo: Si son bienaventurados
aquellos que tienen hambre de obras justas, deben por el contrario
considerarse como desgraciados aquellos que, satisfaciendo todos sus
deseos, no padecen hambre del verdadero bien.
Prosigue: "¡Ay de vosotros los que reís!"
etc.
San Basilio
Cuando el Señor reprende a los que se
ríen, da a entender claramente que el verdadero fiel no debe reir en
ningún tiempo, y especialmente mientras vive entre aquella multitud de
los que mueren en pecado, por quienes conviene llorar. La risa
superflua es signo de desorden y un movimiento desenfrenado del alma;
pero es conveniente expresar la alegría de las emociones del alma por
el rostro.
Crisóstomo,
hom. 6, in Math
Dime, pues, ¿por qué te disipas -o
disuelves- y te derramas, tú que debes asistir a un juicio terrible y
dar cuenta de todas las cosas que aquí haces?
Beda
Como la adulación es la que alimenta el
pecado, del mismo modo que el aceite alimenta a la llama, y administra
fomento a los que arden en la culpa, añade: "¡Ay de vosotros cuando os
bendijeren los hombres", etc.
Crisóstomo
No es contrario lo que aquí se dice a lo
que en otra parte dice el Señor: "Que brille vuestra luz delante de
los hombres" ( Mt 5,16), esto es, que nos
apresuremos a obrar bien, buscando la gloria de Dios y no la propia.
La vanagloria siempre es mala; de ella nace la iniquidad, la
desesperación y la avaricia, que es la madre de todos los males. Si
deseas preservarte de todo esto, dirige tu mirada al Señor, y
conténtate con la gloria que está junto a El; pues si en cualquier
facultad conviene elegir árbitros a los más doctos, ¿cómo confías la
prueba de la virtud a cualquiera, y no a aquel que la conoce más que
todos, y que puede darla y coronarla? Si buscas en El tu gloria, evita
la alabanza humana. No acostumbramos a admirarnos de ninguna cosa más
que de aquel que menosprecia su propia gloria; y si esto nos sucede a
nosotros, mucho más debe suceder al Señor de todas las cosas. Además
debes considerar que la gloria de los hombres desaparece muy pronto, y
que cae en el olvido en cuanto pasa un poco de tiempo.
Prosigue: "Porque así hacían a los falsos
profetas los padres de ellos".
Beda
Se entiende por falsos profetas los que
vaticinaban lo futuro, para conseguir la admiración del vulgo. Y por
esto el Señor solamente habló en el monte de la bienaventuranza de los
buenos, y en el campo explica la desgracia de los malos, en atención a
que los que le oían todavía eran ignorantes y se necesitaba
inclinarlos a obrar el bien por medio del terror, a la vez que a los
perfectos debía invitarse por medio de los premios.
San Ambrosio
Y observa que San Mateo excita a los
pueblos a la virtud y a la fe por medio de premios, mientras que éste
los aparta también de los crímenes y de los pecados con la amenaza de
los futuros suplicios.
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27-31 |
"Mas dígoos a vosotros,
que oís: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os quieren
mal. Bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian.
Y al que te hiere en una mejilla, preséntale también la otra. Y al que
te quitare la capa, no le impidas llevar también la túnica. Da a todos
los que te pidieren; y al que tomare lo que es tuyo, no se lo vuelvas
a pedir. Y lo que queráis que os hagan los hombres, eso mismo haced
vosotros a ellos". (vv. 27-31)
Beda
Como había dicho antes todo lo que se
puede sufrir de los enemigos, ahora nos enseña cómo debemos tratar a
estos mismos enemigos, diciendo: "Mas dígoos a vosotros, que oís".
San Ambrosio
No en vano, sólo después de referir un
gran número de hechos sublimes, viene a esto, a fin de enseñar a los
pueblos, robustecidos ya con sus milagros, a marchar por las huellas
de los prodigios más allá de las tradiciones de la ley. Como entre las
tres virtudes -la fe, la esperanza y la caridad- la mayor es la
caridad, se ocupa de ella en primer lugar, cuando dice: "Amad a
vuestros enemigos".
San Basilio,
in Regulis brevioribus ad interrogat. 176
Es propio del enemigo el oprimir y
acechar. Por tanto, todo el que hace un daño cualquiera a otro, se
llama enemigo.
San Cirilo
Era muy oportuno dar a conocer todo esto a
los santos doctores, que habían de predicar en todo el mundo la
doctrina salvadora, porque si quisieran tomar venganza de sus
perseguidores, omitirían el llamarlos al conocimiento de la verdad.
Crisóstomo,
in Mat hom 18
No dice, pues: No aborrezcas, sino: Ama. Y
no mandó amar solamente, sino además hacer bien; por lo que sigue:
"Haced bien a los que os quieren mal".
San Basilio
Como el hombre consta de alma y cuerpo, le
hacemos bien respecto del alma cuando le aconsejamos o le reprendemos
trayéndole -como de la mano- a la conversión; pero según el cuerpo, le
hacemos bien, dándole lo necesario para su sustento.
Prosigue: "Bendecid a los que os
maldicen".
Crisóstomo
Los que hieren sus propias almas son
dignos de lágrimas y de suspiros, no de maldiciones, porque no hay
cosa más detestable que un alma maldiciente, ni nada más inmundo que
una lengua que maldice. Eres hombre, no vomites el veneno del áspid,
ni te conviertas en bestia feroz. Se te ha dado una boca no para que
muerdas, sino para que cures la herida de los demás. El Señor manda
que trates a tus enemigos lo mismo que a tus amigos; no de cualquier
modo, sino como a los más íntimos, por quienes acostumbras a orar. De
donde prosigue: "Y orad por los que os calumnian", etc. Hay muchos
que, por el contrario, mientras se postran en tierra y arrastran su
frente por el suelo, hiriendo sus pechos y levantando sus manos al
cielo, no piden a Dios el perdón de sus pecados, sino que piden contra
sus enemigos, lo cual no es otra cosa que hincarse a sí mismos el
puñal. Cuando pides al que prohibió las imprecaciones contra los
enemigos que escuche tus maldiciones contra ellos, ¿cómo puedes ser
oído cuando provocas al que ha de oírte, castigando a tu enemigo en
presencia de su Rey, si no con las manos, al menos con las palabras?
¿Qué haces, hombre? Estás pidiendo el perdón de tus pecados, y a la
vez llenas tu boca de amargura. Es el tiempo del perdón, de la
oración, del llanto, no del furor.
Beda
Pero con razón se cuestiona: ¿Cómo es que
en los profetas se encuentran imprecaciones contra sus enemigos? Pues
bien, sépase que los profetas anunciaban en sus imprecaciones lo que
debía suceder; no eran votos que expresaban su deseo, sino
revelaciones del Espíritu que preveía.
San Cirilo
La ley antigua mandaba no ofender a otros;
o si antes fuéramos ofendidos, no traspasar en la venganza las
proporciones de la ofensa recibida; pero la perfección de la ley está
en Jesucristo y en sus mandamientos; por esto prosigue: "Y al que te
hiriere en una mejilla, preséntale también la otra".
Crisóstomo,
in Mat hom 18
Porque los médicos, cuando reciben una
patada de un furioso, tienen más compasión de él y se preparan para
curarle; tú también debes hacer lo mismo con los que te persiguen.
Ellos son los que principalmente enferman: no desistamos antes que
arrojen toda su amargura, y entonces te darán gracias, y el Señor te
coronará, porque has librado a tu hermano de una enfermedad
repugnante.
San Basilio,
in Isaiam
Casi todos obramos en contra de este
precepto; y especialmente los poderosos y los príncipes, no sólo
cuando experimentan alguna contrariedad, sino también cuando se les
falta a la debida reverencia, considerando como enemigos a todos
aquellos que no los respetan tanto cuanto ellos se creen merecer. Es
grande la maldad del príncipe cuando está pronto para vengarse;
porque, ¿cómo enseñará a otro a no devolver mal por mal cuando se
complace en vengarse del que le hace daño?
San Cirilo
El Señor quiere además que nos
desprendamos de las cosas. Y prosigue: "Y al que te quitare la capa,
no le impidas llevar también la túnica". Esta es la virtud del alma,
que en un todo se opone a la pasión de la codicia. Conviene que el que
es bueno se olvide también de las injurias, porque en aquellas cosas
en que favorecemos a nuestros amigos más íntimos, debemos favorecer a
nuestros enemigos.
Crisóstomo,
in Mat hom 18
No dijo, pues: lleva con paciencia las
furias del que te ofende, sino: procede con sabiduría, y así te
dispondrás a sufrir todo lo que otro quiera hacerte; superando la
insolencia de él con la abundancia de tu prudencia para que,
avergonzándose de tu excelente paciencia, se retire. Pero dirá alguno:
¿Cómo puede ser esto? Cuando ves que el Señor se ha hecho hombre y ha
padecido tanto por ti, ¿aún preguntas y dudas cómo es posible perdonar
las injurias de tus hermanos? ¿Quién ha sufrido tanto como tu Señor,
que fue aprisionado, azotado, recibió salivazos y sufrió la muerte? De
donde prosigue: "Da a todos los que te pidieren".
San Agustín,
de serv. Dom. 1, 40
No dice, da todas las cosas al que pida,
sino da lo que justa y buenamente puedas; esto es, lo que no te
perjudique a ti ni a otro, en cuanto el hombre pueda conocerlo y
juzgarlo; y al que justamente negares lo que pide, has de hacerle ver
la justicia, y tal vez será mejor lo que estés dando, corrigiendo al
que pide cosas injustas.
Crisóstomo,
hom 3 de Lázaro
En esto pecamos no poco; no solamente no
dando a los que piden, sino vituperándolos diciendo: ¿Por qué no
trabaja? ¿Por qué se ha de sustentar el ocioso? Dime, ¿y tú eres rico
porque trabajas? Y si trabajas, ¿lo haces para vituperar a otros? ¿Y
por un pan y una túnica le llamas codicioso? ¿No das? Pues no le
vituperes. ¿Por qué no te compadeces, y disuades a los que quieren
dar? Si diéremos indiferentemente a todos siempre nos compadeceríamos;
porque Abraham recibía a todos, recibió también a los ángeles. Y aun
cuando sea un homicida, o un ladrón, ¿no le consideras como digno de
tener pan? No seamos, pues, censores severos de los demás, para no ser
juzgados también nosotros con rigor.
Prosigue: "Y al que tomare lo que es tuyo,
no se lo vuelvas a pedir".
Crisóstomo,
hom 10 in Epist. 1 ad Cor
De Dios recibimos todas las cosas; y
cuando decimos mío y tuyo, pronunciamos palabras sin sentido. Y cuando
dices que la casa es tuya, pronuncias una palabra que carece de
sentido. Porque el aire, y el suelo, y el cemento es del Creador; y
aun tú mismo que construiste la casa. Es dudoso si aún el uso de esas
cosas te pertenece, no sólo porque te puedes morir, sino también por
las diversas eventualidades de la vida. La vida no te pertenece, ¿a
qué título han de ser tuyas las riquezas? Quiere Dios, sin embargo,
que los bienes que te ha confiado para tus hermanos sean tuyos; y
tuyos serán, si para ellos los dispensares; mas si te prodigas a ti
mismo las cosas que son tuyas, ya no serán tuyas, sino ajenas. Pero
los hombres muchas veces se pelean por la codicia nefanda de las
riquezas ante los tribunales, contra lo que dice Jesucristo: "Y al que
tomare lo que es tuyo no se lo vuelvas a pedir".
San Agustín,
de serv. Dom. 2, 36
Lo que dice el Señor respecto del vestido,
de la casa, de la hacienda, del jumento, generalmente lo dice
refiriéndose a todas las cosas. No conviene que el cristiano posea a
su siervo como posee el caballo y el dinero. Si un criado es tratado
mejor por ti que por otro que quiere quitártelo, no sé si alguien se
atreva a decir que debes dejarlo ir.
Crisóstomo
Hay en nosotros una ley natural, por medio
de la cual distinguimos la virtud del vicio; por lo que sigue: "Y lo
que queréis que hagan a vosotros los hombres, eso mismo haced vosotros
a ellos". Como son dos los caminos que conducen a la práctica de la
virtud, a saber, abstenerse del mal y obrar el bien; establece esta
última, que contiene también la otra. Y sinceramente, si hubiese
dicho: "Para que seáis hombres, amad a las bestias", sería un mandato
difícil; pero mandándonos amar a los hombres, según nuestra
inclinación natural, ¿dónde está la dificultad de esta ley, observada
por los leones y los lobos, a quienes inclina a amarse el natural
parentesco? Se manifiesta, pues, que Jesucristo no ha mandado ninguna
cosa superior a nuestra naturaleza sino que enseña, lo que grabó en
nuestra conciencia, para que sea ley para nosotros, para que si
queremos que se compadezcan de nosotros, nos compadezcamos también del
prójimo.
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32-36 |
"Y si amáis a los que os
aman, ¿qué mérito tendréis? Porque los pecadores también hacen eso. Y
si hiciereis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tendréis?
Porque los pecadores también hacen esto. Y si prestarais a aquellos de
quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tendréis? Porque también los
pecadores prestan unos a otros, para recibir otro tanto. Amad, pues, a
vuestros enemigos: haced bien, y dad prestado, sin esperar por eso
nada: y vuestro galardón será grande, y seréis hijos del Altísimo,
porque El es bueno, aun para los malos. Sed, pues, misericordiosos,
como también vuestro Padre es misericordioso". (vv. 32-36)
Crisóstomo,
hom 1 in Epist. ad Col
El Señor había dicho que debemos amar a
los enemigos. Para que no se crea que esto se dijo hiperbólicamente,
pensando que sólo se les decía para aterrarlos, añade la razón de
esto, diciendo: "Y si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tendréis?",
etc. Muchas son las causas que producen el amor; pero el amor
espiritual aventaja a todos los amores. Ningún miramiento humano puede
producirle, ni la utilidad, ni el beneficio, ni la naturaleza, ni el
tiempo, sino que baja del cielo. ¿Por qué te admiras si no necesita de
favor para subsistir, y cuando no es pervertido por la enfermedad de
los malvados? Un padre, cuando sufre injurias, rompe la alianza del
amor; una consorte, después de la riña, abandona a su marido; un hijo,
si ve a su padre muy anciano, se entristece; mientras que San Pablo
iba a hacer bien a los que le apedreaban ( Hch
14) y Moisés, apedreado por los judíos, ora por ellos (
Ex 17). Respetemos, pues, las amistades
espirituales, porque son indisolubles. Después, reprendiendo a los
indolentes, añade: "Porque los pecadores también aman a los que los
aman a ellos"; como diciendo: Porque quiero que vosotros hagáis algo
más perfecto, no solamente os mando que améis a los amigos, sino
también a los enemigos; hacer bien a los bienhechores, es común a
todos. Da a conocer el Señor que pide un poco más que lo que
acostumbran hacer los pecadores que sólo aman a sus amigos. De donde
prosigue: "Y si hiciereis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito
tendréis?".
Beda
No solamente reprende el amor y el
beneficio de los pecadores, como destituido de mérito, sino también el
mutuo, de donde prosigue: "Y si prestarais a aquellos de quienes
esperáis recibir, ¿qué mérito tendréis? porque los pecadores también
negocian con los pecadores -esto es, prestan- para recibir beneficios
iguales".
San Ambrosio
La filosofía distingue tres clases de
justicia: una respecto de Dios, que se llama piedad; otra respecto de
los parientes y el resto de la humanidad, y la tercera respecto de los
muertos, para que les paguen los derechos de las exequias. Pero
nuestro Señor Jesucristo, elevándose sobre los oráculos de la ley y el
testimonio de los profetas, enseñó a obrar con caridad respecto de
aquellos que hacen daño, cuando añade: "Amad a vuestros enemigos",
etc.
San Crisóstomo,
in Gen. hom 58
En lo cual más bien te favoreces a ti que
a él. Porque él sólo es amado por un compañero suyo, pero tú te haces
semejante a Dios. Es un acto grande de virtud colmar de beneficios a
los que quieren hacernos daño, por lo que sigue: "Y haced bien". Así
como el agua apaga el fuego de un horno encendido, así también la
razón, con su calma, apaga los furores de los demás. Lo que es el agua
respecto del fuego, esto es, la humildad y la mansedumbre respecto de
la ira; y así como el fuego no se apaga por medio del fuego, así la
ira no se apaga por medio de la ira.
San Gregorio Niceno,
orat. 1 contra usurarios
El hombre debe evitar el celo que pueda
dañar a otros y no debe exigir del que carece de riquezas aumentos de
oro ni de plata, porque exigiría un fruto de metales, que son
estériles; por lo que sigue: "Y dad prestado, sin esperar por eso
nada", etc. Si alguno considera como robo, o como homicidio, la
exagerada exigencia de los que prestan, no pecará. Porque ¿qué
diferencia hay entre poseer un robo, horadando la pared, y poseer
ilícitamente lo que la usura toma a los necesitados?
San Basilio
Tal modo de avaricia se llama en griego
tocos, que procede de la palabra parir, por
fecundidad del mal. Los animales -con el transcurso del tiempo- nacen,
crecen y paren; pero el dinero de los usureros empieza a producir
apenas sale de sus manos. Los animales que paren más pronto, dejan de
parir también pronto; pero la codicia de los avaros, cuanto más tiempo
tiene, más crece. Los animales, en cuanto transmiten a sus hijos la
fecundidad, dejan de parir; pero el dinero de los avaros procrea
nuevos frutos y renueva los precedentes. No te acerques, pues, a la
bestia mortífera. ¿Qué ventaja resulta de evitar la pobreza de hoy, si
ha de volver después aumentada? Medita ya cómo has de pagar. ¿Cómo
podrá aumentarse tanto en tus manos el capital, que una parte remedie
tu necesidad, otra represente el capital, y además produzca para el
usurero? Pero dirás: ¿Cómo adquiriré lo necesario para comer? Trabaja,
sirve, y últimamente pide limosna; todo es más llevadero que vivir de
prestado. El rico, por otra parte, dirá: ¿Cómo puede llamarse préstamo
aquello que carece de esperanza de retribución? Medita la virtud de la
palabra, y admirarás la piedad de su autor. Cuando das al pobre, en
virtud de la divina caridad, haces a la vez un préstamo y una
donación. Donación, en cuanto que no esperas retribución alguna; y
préstamo, por la misericordia de Dios, que paga siempre con creces,
por aquél, de donde prosigue: "Y vuestro galardón será grande". ¿No
quieres que el Omnipotente esté obligado a restituirte? ¿O aceptas la
fianza de cualquier ciudadano rico, y repudias a Dios como fiador de
los pobres?
Crisóstomo,
in Genesim sub finem hom 3
Observa la naturaleza admirable del
préstamo. El uno recibe, y otro se obliga a pagar la deuda,
devolviendo el ciento por uno en la vida presente, y en la otra la
felicidad eterna.
San Ambrosio
Tal es la recompensa de la misericordia,
que da el derecho de la adopción divina. Pues sigue: "Y seréis hijos
del Altísimo". Practica, pues, la misericordia para que merezcas la
gracia. Inmensa es la benignidad de Dios: llueve sobre los ingratos; y
la tierra fecunda no rehusa sus frutos a los malos. Por lo que
prosigue, "Porque El es benigno para los ingratos y malos".
Beda
Ya repartiendo los bienes temporales, ya
inspirando los celestiales con singular gracia.
San Cirilo
Grande es, pues, el premio de la piedad;
porque esta virtud nos hace semejantes a Dios, e imprime en nuestras
almas como un sello de la naturaleza sublime. Por lo que sigue: "Sed
misericordiosos, como lo es vuestro Padre celestial".
San Atanasio,
orat. 4 contra Arian
Lo dice con el fin de que -conociendo
nosotros sus beneficios- hagamos nuestras buenas obras, no por los
hombres, sino por Dios; por cuanto no debemos esperar el premio de los
hombres, sino de Dios.
|
37-38 |
"Y no juzguéis, y no
seréis juzgados: no condenéis y no seréis condenados. Perdonad, y
seréis perdonados. Dad, y se os dará. Buena medida, y apretada, y
remecida y colmada darán en vuestro seno. Porque con la misma medida
con que midiereis se os volverá a medir". (vv. 37-38)
San Ambrosio
Añade el Señor que no debemos juzgar
temerariamente, con el fin de que conociendo tu propio delito, no te
atrevas a dar tu parecer sobre otro. Por lo que dice: "No juzguéis".
Crisóstomo in Mat. hom.
24
No juzgues a los que te preceden, esto es,
el discípulo al maestro, el pecador al inocente, a quienes no se debe
reprender, sino aconsejar y corregir con caridad; tampoco debe
juzgarse sobre las cosas inciertas y de poca importancia que no tienen
ni apariencia de pecados, o que no son graves ni están prohibidas.
San Cirilo
Apacigua aquí la pésima pasión de nuestras
conciencias, o de nuestro espíritu, que es el principio y el origen
del soberbio desprecio, pues aunque conviene que algunos sean
circunspectos y hablen como Dios desea, no lo hacen así, sino que
censuran la conducta ajena; y cuando ven que algunos obran mal,
olvidándose de sus propios defectos, murmuran de ellos.
Crisóstomo
Y difícilmente se encontrará alguno -ni
padre de familia, ni religioso- que no incurra en este error; son
también éstas, insidias de tentación diabólica, porque el que se ocupa
en juzgar los defectos ajenos con severidad, nunca se hará acreedor al
perdón de sus propios pecados; por lo que dice: "Y no seréis
juzgados". Así como el piadoso y manso reprime el temor de los
pecados, así el severo y cruel lo aumenta con sus propios crímenes.
San Gregorio Niceno
No pronunciéis vuestra sentencia sobre
vuestro siervo con acritud, para que no sufráis un castigo semejante;
el juicio provoca una condenación más rigurosa. De donde prosigue: "No
condenéis y no seréis condenados". No prohibe, por tanto, el juicio en
el perdón.
Beda
En esta breve sentencia, condensa todo lo
que había mandado hacer respecto de los enemigos, y concluye diciendo:
"Perdonad y seréis perdonados". En lo cual nos manda perdonar las
injurias y dispensar beneficios, para que se nos perdonen los pecados,
y se nos conceda la vida eterna.
San Cirilo
Que recibiremos una recompensa abundante
de Dios -que da con largueza a los que le aman- lo demuestra
añadiendo: "Buena medida, y apretada, y remecida, y colmada darán en
vuestro seno".
Teofilacto
Como diciendo: Así como cuando quieres
medir la harina sin tasa, llenas la medida grande y dejas que se
derrame, así el Señor la dará en vuestro seno.
San Agustín,
de quaest. evang. 2,8
Dice, pues, darán, porque sus discípulos
recibirán la recompensa celestial por los méritos de aquellos a
quienes hayan dado siquiera un vaso de agua en su nombre. Sigue:
"Porque con la misma medida con que midiereis, se os medirá".
San Basilio
Con la misma medida con que cada uno de
vosotros mide a los demás, obrando bien, o pecando, con la misma
llevará los premios a los castigos.
Teofilacto
Alguno que sea sutil, preguntará: Si se da
con sobreabundancia, ¿cómo puede ser la misma medida? A lo cual
contestamos que no dijo: Se os dará la misma medida, sino en la misma
medida. Hará bien al que hizo bien, lo cual significa ser medido con
la misma medida. Pero dice medida sobreabundante, porque le hará mil
veces más de bien. Así en el juicio: el que juzga y es juzgado
después, recibe la misma medida; mas como será juzgado más severamente
que lo que él juzgó a sus semejantes, la medida será en eso
sobreabundante.
San Cirilo
Esto lo explica el Apóstol diciendo: "El
que siembra poco (esto es, con mano avara), segará poco (esto es, no
con abundancia), y el que siembra en bendiciones, segará también en
bendiciones" ( 2Cor 9,6) (esto es, en
abundancia). Y si alguno no tiene, si no siembra, no peca. Se acepta
el que tiene, no en el que carece.
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39-42 |
Y les decía también una
semejanza: "¿Acaso podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos
en el hoyo? No es el discípulo sobre el maestro; mas será perfecto
todo aquel que fuere como su maestro. ¿Y por qué miras la mota en el
ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que tienes en tu ojo? ¿O
cómo puedes decir a tu hermano: Déjame, hermano, sacarte la mota de tu
ojo, no viendo tú la viga que hay en tu ojo? Hipócrita, saca primera
la viga de tu ojo, y después verás para sacar la mota del ojo de tu
hermano". (vv. 39-42)
San Cirilo
El Señor añadió a lo ya dicho una parábola
muy necesaria; por lo que dice: "Y les decía también una semejanza".
Sus discípulos habían de ser maestros de las generaciones venideras,
por lo que convenía que ellos supiesen el camino de la conducta
correcta, como teniendo la inteligencia iluminada por el brillo
divino, a fin de que unos ciegos no guiasen a otros ciegos; y por esto
añade: "¿Acaso podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en
el foso?". Mas si acontece que algunos llegan al mismo grado de virtud
que los que la enseñan, deténganse en la medida de los que la enseñan
y sigan sus huellas; de donde sigue: "No es el discípulo sobre el
maestro". Por esto dice San Pablo: "Imitadme como yo imito a
Jesucristo" ( 1Cor 4,16). No juzgando
Jesucristo, ¿por qué juzgas tú? No vino al mundo a juzgar, sino a
tener compasión.
Teofilacto
Si tú juzgas a otro, pecarás con los
mismos defectos, ¿y entonces no te parecerás al ciego que guía a otro
ciego? ¿Cómo enseñarás a obrar bien, si tú obras mal? El discípulo no
es mejor que el maestro. Porque si tú, que te consideras como maestro
y como guía, pecas, ¿cómo obrará el que es enseñado y guiado por ti?
Será perfecto el discípulo, cuando se parezca a su maestro.
Beda
El sentido de esta sentencia pende de las
precedentes, en las cuales se manda dar limosnas y perdonar las
injurias. Si te cegó -dice- la ira, contra el violento y la avaricia
contra el que pide, ¿acaso con tu mente viciada podrás curar el vicio
de él? Si Cristo nuestro Maestro -que como Dios pudo vengar sus
injurias- prefirió amansar a sus perseguidores con la paciencia,
preciso es que sus discípulos -que son puros hombres- sigan la misma
regla.
San Agustín,
de quaest. evang. 2,9
O lo que dice: "¿Acaso puede un ciego
guiar a otro ciego?", lo añadió para que no esperasen recibir de los
levitas aquella medida, de la cual dice: darán en vuestro seno; pues
pagaban décimas a aquellos que llama ciegos, porque no seguían el
Evangelio. Y también lo añadió, a fin de que el pueblo comenzase a
esperar más bien aquella recompensa de los discípulos del Señor, a
quienes quería señalar como imitadores suyos, diciendo: "No es el
discípulo sobre el maestro".
Teofilacto
También el Señor dice otra parábola sobre
esto, añadiendo: "¿Y por qué miras la mota (esto es, una leve falta)
en el ojo de tu hermano? ¿Y la viga que está en tu ojo (esto es, tus
grandes pecados) no la observas?"
Beda
Esto se relaciona con lo que precede,
donde nos dice que un ciego no podía guiar a otro ciego (esto es, que
un pecador reprenda a otro). De donde se dice: "¿Cómo puedes tú decir
a tu hermano: Déjame, hermano, sacarte la mota de tu ojo, no viendo tú
la viga que hay en el tuyo?". Como diciendo: el que comete pecados
graves (a lo que llama viga), ¿cómo condena a otro que comete pecados
leves, y en ocasiones no comete pecado alguno? Pues esto es lo que la
mota significa.
Teofilacto
Esto conviene a todos, y especialmente a
los doctores, que castigan los pecados más leves de sus súbditos,
dejando impunes los suyos; por esto el Señor los llama hipócritas,
porque juzgan los pecados de otros, para aparecer ellos como justos. Y
prosigue: "Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y después verás
para sacar la mota del ojo de tu hermano".
San Cirilo
Esto es, purifícate tú primero de tus
grandes pecados, y después verás el modo de salvar a tu hermano, que
sólo comete pecados leves.
San Basilio
Parece, en verdad, que el conocimiento de
sí mismo es el más difícil de todos. Ni el ojo que ve las cosas
exteriores se ve a sí mismo, y hasta nuestro propio entendimiento,
pronto para juzgar el pecado de otro, es lento para percibir sus
propios defectos.
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43-45 |
"Porque no es buen árbol
el que cría frutos malos, ni mal árbol el que lleva buenos frutos:
pues cada árbol es conocido por su fruto: porque ni cogen higos de
espinos, ni vendimian uvas de zarzas. El hombre bueno del buen tesoro
de su corazón saca bien, y el hombre malo del mal tesoro de su corazón
saca mal: porque de la abundancia del corazón habla la boca". (vv.
43-45)
Beda
El Señor prosigue hablando contra el
hipócrita de este modo: "Porque no es buen árbol el que produce malos
frutos", etc. Como diciendo: Si quieres obtener la verdadera virtud y
no la falsa, que ostentas por medio de tus palabras, dalo a conocer
también por medio de tus obras; porque si el hipócrita quiere aparecer
como bueno, no puede considerarse como bueno el que obra mal; del
mismo modo que si reprende al inocente, no por eso es malo el que hace
buenas obras.
Tito Bostrense
Oyendo esto, no esperes obtener premio por
tu pereza; el árbol se mueve naturalmente, pero tú gozas de libre
albedrío; todo árbol estéril está destinado para algo, y tú has nacido
para practicar la virtud.
Isidoro,
Abad
No excluye, pues, la penitencia, sino la
insistencia en obrar mal; y como es mala, no puede producir buenos
frutos; pero convertida a la virtud, fructificará. Lo que en el árbol
es naturaleza, en nosotros es pasión. Y así, aunque el árbol malo no
puede producir buen fruto, sin embargo podrá hacerlo en el futuro.
Crisóstomo,
hom. 43, in Matth
Aunque el fruto nazca del árbol, sin
embargo, la especie del árbol se conoce por su fruto; por lo que
sigue: "Cada árbol es conocido por su fruto".
San Cirilo
Se conoce a cada uno por su vida y sus
costumbres; pues no con adornos exteriores y fingidas humildades es
como se da a conocer la honestidad de la verdadera virtud, sino por
medio de las obras que cada uno practica. Poniendo el Salvador un
ejemplo sobre esto, dice: "Porque no se cogen higos de espinos".
San Ambrosio
Entre los espinos de este mundo no puede
encontrarse aquella higuera que, por lo mismo que es mejor en sus
segundos frutos, es una imagen de la resurrección; o porque, como se
lee: "Las higueras dieron sus primeros frutos" (
Cant 2,13), su fruto no era ni maduro, ni sano, ni útil en la
Sinagoga; o porque nuestra vida no madura en el cuerpo, sino en la
resurrección; y que así debemos alejar de nosotros las solicitudes
terrenas, que desgarran el alma y consumen el espíritu, a fin de
obtener frutos maduros con nuestros cuidados diligentes. Esto se
refiere al mundo y a la resurrección. Al alma y al cuerpo se refiere
lo otro, cuando añade: "Ni vendimian uvas de las zarzas". O porque
ninguno puede adquirir con pecado el fruto de su alma, la cual se
corrompe próxima a la tierra, como la uva, y madura en las alturas; o
porque ninguno puede evitar la condenación de la carne, sino
únicamente aquel a quien Jesucristo ha redimido, quien, como uva,
pendió del madero de la cruz.
Beda
O acaso las espinas y la zarza son los
cuidados del siglo y las picaduras de los vicios; mientras que el higo
y la uva representan la dulzura de la nueva vida y el fervor de la
caridad. No salen los higos de los espinos ni se coge la uva de la
zarza; porque la inteligencia del hombre viejo, obligada por la
costumbre, podrá afectar lo que no es, pero no podrá producir el fruto
del hombre nuevo. Sépase, sin embargo, que así como el fértil
sarmiento se apoya y enlaza en las zarzas, de suerte que la espina
conserva para el uso del hombre un fruto que no es suyo, así los
dichos y las acciones de los malos pueden alguna vez aprovechar a los
buenos, lo cual no sucede por la voluntad de los malos, sino que se
hace de ellos por disposición de Dios.
San Cirilo
Después que nos ha enseñado que por las
obras se puede distinguir al hombre bueno del malo, como el árbol se
conoce por sus frutos, ahora nos da a conocer esto mismo por medio de
otra figura, diciendo: "El hombre bueno del buen tesoro de su corazón
saca bien; y el hombre malo del mal tesoro saca mal".
Beda
Lo mismo es el tesoro del corazón que la
raíz del árbol. Todo aquel que en su corazón tiene el tesoro de la
paciencia y del amor perfecto, produciendo sus óptimos frutos, ama a
su enemigo y hace todo lo que el Señor manda, por el contrario el que
mantiene un tesoro inútil en su corazón, obra perniciosamente.
San Basilio
El estilo de la palabra da a conocer el
corazón de quien procede, manifestando claramente la disposición de
nuestros sentimientos; por lo que sigue: "Porque de la abundancia del
corazón habla la boca".
Crisóstomo in Mat. hom.
43
Es una consecuencia natural que cuando la
malicia vive en nuestro interior, las palabras inoportunas salgan por
nuestra boca; por lo que, cuando oigas a alguna persona que profiere
palabras poco honestas, no creas que se oculta en él menos malicia,
que la que expresa por medio de la palabra; antes bien entiende que la
fuente es más caudalosa que el arroyo.
Beda
Por la boca el Señor quiso significar todo
lo que de palabra, de obra, o de pensamiento, sale de nuestro corazón.
Es costumbre de las Sagradas Escrituras expresar con palabras las
obras.
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46-49 |
"¿Por qué, pues, me
llamáis: Señor, Señor, y no hacéis lo que yo os digo? Todo el que
viene a mí, y oye mis palabras y las cumple, os mostraré a quién es
semejante: semejante es a un hombre, que edifica una casa, el cual
cavó, y ahondó, y cimentó sobre la piedra; y cuando vino una avenida
de agua, dio impetuosamente la inundación sobre aquella casa, y no
pudo moverla, porque estaba fundada sobre piedra. Mas el que oye y no
hace, semejante es a un hombre que fabrica su casa sobre tierra, sin
cimiento, y contra la cual dio impetuosamente la corriente, y luego
cayó: y fue grande la ruina de aquella casa". (vv. 46-49)
Beda
Para que alguno no se crea excluido de lo
que ha dicho: "De la abundancia del corazón habla la boca", como si
solamente las palabras y no las obras fuesen las que se piden al
verdadero cristiano, el Señor añade a continuación: "¿Por qué, pues,
me llamáis: Señor, Señor, y no hacéis lo que digo?". Como diciendo:
¿Por qué os jactáis de producir hojas de buena vida, vosotros que no
producís fruto alguno de buenas obras?
San Cirilo
Unicamente conviene a la naturaleza divina
el nombre y la realidad de la dominación de todas las cosas.
San Atanasio
No es, pues, un hombre el que habla así,
sino Dios que muestra que procede del Padre, porque aquél sólo es
Señor que nace del Señor. No temas dualidad sin embargo, porque en la
naturaleza no se distingue.
San Cirilo
Cuál sea la utilidad que nos reporta el
cumplimiento de la ley, y cuánto sea el perjuicio que pueda venirnos
por su desobediencia, lo da a conocer el Señor, cuando dice: "Todo el
que viene a mí, y oye mis palabras, y las cumple, os mostraré a quién
es semejante: es semejante a un hombre que edifica una casa y la
cimentó sobre piedra".
Beda
La piedra es Jesucristo. Ahonda en el
cimiento el que por medio de los preceptos de la humildad arranca de
los corazones de los fieles todo lo que es terrestre, para que no
sirvan a Dios por interés temporal.
San Basilio,
in princ. Proverb
Cimentar sobre piedra quiere decir
apoyarse en la fe de Jesucristo, para poder sostenerse firme en los
días de la contrariedad, ya venga ésta del cielo, ya de la tierra.
Beda
Se entiende también por cimiento de la
casa la buena intención en el obrar, porque el que oye con buen fin,
firmemente cumple los mandamientos del Señor.
San Ambrosio
También nos da a conocer que el fundamento
de todas las virtudes se encuentra en la obediencia de la ley divina,
la cual hace que la casa que edificamos no se conmueva por el torrente
de las pasiones, ni por el desbordamiento del error espiritual, ni por
la lluvia mundana, ni por las nebulosas disputas de los herejes. Por
lo que prosigue: "Y cuando vino una avenida de aguas", etc.
Beda
La inundación puede verificarse de tres
modos: o por medio de los espíritus inmundos, o por medio de los
hombres impíos, o por medio de la inquietud del alma o del cuerpo. Y
cuando los hombres confían en sus propias fuerzas, sucumben; mas
cuando se adhieren a la piedra firmísima no pueden ser arrollados.
Crisóstomo in Mat. hom.
25
Demuestra también el Señor que la fe por
sí sola para nada sirve si no la acompañan las obras. Por lo que
sigue: "Mas el que oye y no hace es semejante a un hombre que fabrica
su casa sobre tierra, sin cimiento", etc.
Beda
La casa del diablo es todo el mundo que
vive y obra el mal, la cual edifica sobre tierra, porque retrae del
cielo a la tierra a los que le siguen. Edifica sin cimiento porque el
pecado no tiene fundamento puesto, pues no subsiste por sí mismo; el
mal no tiene razón de ser, todo lo que se hace estriba en la
naturaleza del bien. Además, como la palabra fundamento viene de
fondo, podemos tomarle también en el sentido de esta palabra, pues del
mismo modo que el que cae en un pozo se detiene en su fondo, así el
alma que cae se detiene también como en un fondo, si se detiene en
alguna medida de pecado; pero como no puede contentarse con el pecado
en que cae, puesto que cada día es peor, no encuentra -por decirlo
así- fondo que la detenga en el pozo en que ha caído. Así los malos y
los que no son buenos más que en apariencia, resultan peores después
de cada tentación que los asalta, hasta que caigan en la pena eterna.
De donde prosigue: "Y contra la cual dio impetuosamente la corriente",
etc. También puede entenderse por ímpetu del río el discernimiento del
juicio final, cuando, destruidas ambas casas, irán los impíos al fuego
eterno y los justos a la vida eterna ( Mt
25).
San Cirilo
O edifican sobre tierra sin cimiento todos
aquellos que fijan el cimiento de su fe sobre la arena de la duda que
sólo tiene por base la opinión- para destruir la cual bastan pequeñas
chispas de tentaciones.
San Agustín,
de cons. evang. 2,14
San Lucas y San Mateo empezaron del mismo
modo este largo discurso del Señor, pues uno y otro dicen:
"Bienaventurados los pobres". Además, muchas cosas que siguen en el
Evangelio de uno y otro se parecen en mucho; y hasta la conclusión
final del sermón viene a ser exactamente la misma, a saber: el hombre
que edifica sobre piedra o sobre arena. Podría creerse fácilmente que
San Lucas puso aquí el mismo sermón del Señor, omitiendo algunas
sentencias que San Mateo puso, y poniendo otras que San Mateo no dijo,
si no moviese a dudar el hecho de que San Mateo dice que Jesús predicó
un sermón, sentado en el monte, y San Lucas que le predicó en un lugar
campestre y de pie. Es, sin embargo probable que estos discursos no se
separan con larga distancia de tiempo, por la razón de que los dos
refieren antes y después muchas cosas parecidas o idénticas. Pudo
suceder que primeramente estuviese solo el Señor con sus discípulos en
la parte más alta del monte, cuando eligió a doce de entre los que le
oían, y después bajase con ellos del monte -esto es, de la misma
cumbre del monte- a un lugar campestre, esto es, algún llano que había
en la ladera del monte y que podía contener muchas turbas; y que allí
estuvo de pie hasta que las turbas se reunieron en torno de El, y que
después, habiéndose sentado y aproximándose sus discípulos a ellos y a
las demás turbas presentes, predicase un solo sermón.
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