CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO

01-05
Y en este mismo tiempo estaban allí unos que le decían nuevas de los Galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de los sacrificios de ellos. Y Jesús les respondió diciendo: "¿Pensáis que aquellos Galileos fueron más pecadores que todos los otros por haber padecido tales cosas? Os digo que no: Mas si no hiciereis penitencia, todos pereceréis de la misma manera. Así como también aquellos diez y ocho hombres, sobre los cuales cayó la torre de Siloé, y los mató: ¿pensáis que ellos fueron más deudores que todos los hombres que moraban en Jerusalén? Os digo que no: Mas si no hiciereis penitencia, todos pereceréis de la misma manera". (vv. 1-5)
 
Glosa, aequivalenter, non expresse
Después de hacer mención de las penas de los que pecan, habla muy oportunamente del castigo de algunos pecadores, para que sirva de ejemplo a los demás. Por eso dice: "Y en este mismo tiempo estaban allí unos que le decían nuevas de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de los sacrificios de ellos".
 
San Cirilo, in Cat. graec. Patr
Eran los sectarios de Judas de Galilea, de los que hace mención San Lucas en los Hechos de los apóstoles ( Hch 5,36) diciendo que no se debía llamar señor a nadie. Por lo que muchos de ellos, que no reconocían al César como a señor, fueron castigados por Pilato. Decían también que no convenía ofrecer a Dios otras víctimas que las designadas en la ley de Moisés, por lo que prohibían ofrecer las víctimas establecidas por el pueblo por la salud del emperador y del pueblo romano. Indignado Pilato por esto contra ellos, mandó sacrificarlos entre las mismas víctimas que se ofrecían según la ley, de modo que la sangre de los que ofrecían se mezcló con la de las víctimas ofrecidas. Y creyendo el vulgo que estos galileos habían padecido con justicia este castigo porque habían escandalizado al pueblo y excitado el odio de los súbditos contra los magistrados, contaron esto al Salvador deseando conocer lo que opinaba sobre ello. Y el Señor dijo que obraban mal. Sin embargo, no dijo que los que padecían estas penas fueran peores que los que no las padecían. Por lo cual prosigue: "Y Jesús les respondió diciendo: ¿Pensáis que aquellos galileos fueron más pecadores que todos los otros?", etc.
 
Crisóstomo, hom. 5 De Lázaro
Dios castiga a ciertos pecadores, destruyendo su malicia y decretando pena más leve para ellos, los separa de los otros y corrige a los que viven en el mal con la condenación de algunos. Además, aquí no castiga a otros, con el fin de que, si hicieren penitencia, evitasen los castigos presentes y la pena eterna, pero si perseveraren en su malicia, habrán de sufrir mayor tormento.
 
Tito Bostrense
Aquí da a conocer que lo que salga de los juicios para castigo de los reos, no es sólo por el poder de los que juzgan, sino también de la voluntad de Dios. Por tanto ya castigue el juez con rectitud o ya condene teniendo en cuenta alguna otra mira, debe creerse que ha sido dispuesto por el juicio de Dios.
 
San Cirilo, ut sup
Queriendo el Señor separar a los pueblos de las insurrecciones internas concitadas con pretexto de la religión, añade: "Mas si no hiciereis penitencia, todos pereceréis de la misma manera" (y si no cesáis de conspirar contra los príncipes, no obraréis conforme con la voluntad divina) y vuestra sangre se mezclará con la de vuestras víctimas.
 
Crisóstomo, ut sup
El Señor da a conocer con esto que permitió que fuesen castigados algunos para que aterrados por los peligros ajenos, los que ésto mirasen se hiciesen herederos del reino de los cielos. ¿Cómo, pues? dirás, ¿acaso otro hombre es castigado para que yo mejore mi conducta? No, por cierto, es castigado por sus propias culpas, pero su castigo es un motivo de salvación para los que lo ven.
 
Beda
Pero como no hicieron penitencia, cuarenta años después de la pasión del Señor, viniendo los romanos (a quienes Pilato representaba como de su misma nación) y empezando por la Galilea (en donde había empezado la predicación del Señor) destruyeron de raíz aquella nación impía y no solamente mancharon con la sangre humana los atrios del templo donde acostumbraban a ofrecer los sacrificios, sino también el interior.
 
Crisóstomo, ut sup
Además, otros dieciocho habían sido aplastados por una torre acerca de los que continuó de la misma manera, diciendo: "Así como también aquellos dieciocho hombres y sobre los cuales cayó la torre de Siloé y los mató: ¿pensáis que ellos fueron más culpables que todos los hombres que moraban en Jerusalén? Os digo que no". Así, no castiga a todos en este mundo, sino que da tiempo para hacer penitencia, y no reserva a todos al castigo de la otra vida, con el fin de que muchos no renieguen de su providencia.
 
Tito Bostrense
Compara esta torre a toda la ciudad para que la parte aterre al todo. Así es que dice: "Mas si no hiciereis penitencia, todos pereceréis de la misma manera". Como diciendo, toda la ciudad será ocupada poco después, si perseveran en la infidelidad.
 
San Ambrosio
En sentido místico, aquellos cuya sangre mezcló Pilato con sus sacrificios, son en cierto modo figura de los que por sugestión diabólica no ofrecen el santo sacrificio con pureza y cuya oración está en el pecado, así como está escrito de Judas, que meditaba su traición en medio del sacrificio de la Sangre del Señor.
 
Beda
Pilato (que quiere decir boca de herrero) significa al diablo, que siempre está preparado para herir; la sangre representa al pecado y los sacrificios expresan las buenas acciones. Por tanto, Pilato mezcla la sangre de los galileos con la de sus sacrificios, cuando el diablo mancha la limosna y las demás buenas acciones de los fieles con la delectación de la carne, con la ambición de la humana alabanza o con cualquier otra iniquidad. Aquellos jerosolimitanos que fueron aplastados por la torre, representan a los judíos que no quisieron hacer penitencia y que habían de perecer dentro de sus mismas murallas. No carece de misterio el número dieciocho (el cual entre los griegos se escribe con I y H, que son las mismas letras con que empieza el nombre de Jesús). Esto quiere decir que los judíos habrían de perecer principalmente porque no quisieron reconocer el nombre del Salvador. Esa torre representa al que es la torre de la fortaleza, la cual estaba en Siloé, que quiere decir enviado. Representa, pues, al que vino al mundo enviado por el Padre y que aplastaría a todos aquéllos sobre quienes cayese.
   
06-09
Y decía también esta semejanza: "Un hombre tenía una higuera plantada en su viña y fue a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al que labraba la viña: Mira, tres años ha que vengo a buscar fruto en esta higuera y no lo hallo: Córtala, pues, ¿para qué ha de ocupar aún la tierra? Mas él respondió y le dijo: Señor, déjala aún este año y la cavaré alrededor y la echaré estiércol. Y si con esto diere fruto, bien; y si no, la cortarás después". (vv. 6-9)
 
Tito Bostrense
Se alegraban los judíos porque habían muerto dieciocho y ellos permanecieron todos ilesos. Por eso el Señor les propuso la parábola de la higuera, de este modo: "Y decía también esta semejanza: Un hombre tenía una higuera plantada en su viña".
 
San Ambrosio
Era la viña del Señor Sabbaoth, la cual entregó al pillaje de los gentiles. Es muy propia la comparación de la sinagoga con este árbol, porque así como este árbol abunda en hojas hermosas y engaña la esperanza de su dueño que espera sus frutos, así también en la sinagoga, mientras sus doctores, infecundos por sus obras se gloriaban con sus palabras redundantes como las hojas, la sombra vana de la ley se hacía más oscura. También este árbol es el único que produce los frutos desde luego en vez de flores y los frutos primeros caen para dar lugar a los segundos, aunque quedan algunos, muy raros, de los primeros, que no caen. El primer pueblo de la sinagoga cayó como fruto inútil para que saliera el nuevo pueblo de la Iglesia, como de la savia de la antigua religión. Los primeros tallos que brotaron de Israel, como naturaleza vigorosa, bajo la sombra de la ley y de la cruz, en el seno de una y otra, tomando vida de su savia vivificadora (como los higos que maduran primero), aventajaron a todos los demás por la gracia de sus bellos frutos, de los que se dice ( Mt 19,28): "Os sentaréis sobre doce tronos". Algunos, sin embargo, creen que esta higuera no es figura de la sinagoga, sino de la malicia y la iniquidad, pero su interpretación se diferencia de la anterior únicamente en que se toma el género por la especie.
 
Beda
El mismo Señor que estableció la sinagoga por medio de Moisés, habiendo nacido en carne mortal y enseñado en la sinagoga, buscó con frecuencia fruto de fe, pero no lo encontró en la mente de los fariseos. Por esto sigue: "Y fue a buscar el fruto en ella y no lo encontró".
 
San Ambrosio
Buscaba el Señor, no porque ignorase que la higuera carecía de fruto, sino para dar a conocer en esa figura que la sinagoga ya debía tener fruto. Y por lo que sigue da a entender que no había venido antes de tiempo, porque estaba ya tres años predicando. Por esto continúa: "Y dijo al que labraba la viña: Mira, tres años ha que vengo a buscar fruto en esta higuera y no le hallo". Vino a Abraham, vino a Moisés, vino a María; esto es, vino en figura, vino en la ley y vino corporalmente. Hemos conocido su venida en sus beneficios, primero en la purificación, después en la santificación y, por último, en la justificación. La circuncisión purificó, la ley santificó y la gracia justificó. Pero el pueblo judío ni pudo purificarse, porque aun cuando tuvo la circuncisión del cuerpo, no tuvo la del alma. Ni pudo santificarse, porque ignorando la virtud de la ley, se dejaba llevar más bien de las cosas carnales que de las espirituales. Ni podía justificarse, porque no haciendo penitencia por sus pecados, desconocía la gracia. Por tanto, con razón puede decirse que no se encontró fruto ninguno en la sinagoga y por esto se mandó cortarla. Sigue: "Córtala, pues, ¿para qué ha de ocupar la tierra?". El buen colono (acaso aquél en quien se funda la Iglesia), presagiando que habría de enviarse otro a los gentiles y a él a los circuncidados, intervino para suplicar que no fuera cortada, comprendiendo, confiado en su vocación, que el pueblo judío podría salvarse también por la Iglesia. Por esto sigue: "Mas él respondió y le dijo: Señor, déjala aún este año". Conoció en seguida que la dureza y la soberbia de los judíos eran las causas de su esterilidad. De este modo el que supo reprender sus vicios conoció cómo había de labrar. Por lo cual añade: "Y la cavaré alrededor". Ofrece cavar la dureza de sus corazones con los azadones apostólicos, para evitar que se hunda y esconda en la tierra la raíz de la sabiduría. Dice pues, "Y le echaré estiércol". Esto es, el afecto de la humildad, por el cual cree que aún el judío puede fructificar en el Evangelio de Cristo. Por lo cual añade: "Y si con esto diere fruto"; es decir, será bueno. "Si no, la cortarás después".
 
Beda
Lo cual se verificó en verdad por los romanos, por quienes los judíos fueron destruidos y expulsados de la tierra de promisión.
 
San Agustín, De verb. Dom., serm. 31
O bien el árbol de la higuera representa al género humano, porque cuando pecó el primer hombre cubrió su desnudez con hojas de higuera, esto es, los miembros de que nacemos.
 
Teofilacto
De modo que cada uno de nosotros es como una higuera plantada en la viña de Dios; es decir, en la Iglesia o en este mundo.
 
San Gregorio, , in Evang hom. 31, in Evang
Vino el Señor a la higuera por tercera vez, porque buscó la naturaleza humana ante la ley, bajo la ley y bajo la gracia (esperando, amonestando y visitando). Sin embargo, se queja de que en estos tres años no encuentra fruto. Porque ni la ley natural e inspirada corrige las almas de algunos depravados, ni sus preceptos les enseñan, ni los convierten los milagros de su encarnación.
 
Teofilacto
Por tres veces nuestra naturaleza no dio el fruto esperado. La primera, cuando en el paraíso quebrantamos el precepto divino; la segunda, cuando en tiempo de la ley se forjó el becerro; la tercera, cuando rechazaron al Salvador. Pero estos tres años deben entenderse por las tres edades: la pueril, la viril y la ancianidad.
 
San Gregorio, ut sup
Pero debe oírse con gran temor lo que dice: "Córtala, pues, ¿para qué ha de ocupar aún la tierra?" En efecto, teniendo cada uno a su modo un lugar en la vida presente, si no da frutos de buenas obras, ocupa la tierra como árbol infructuoso. Porque en el sitio en que él se encuentra impide que trabajen otros.
 
San Basilio, conc. 8, quae de Penitentia inscribitur
Es propio de la divina misericordia no imponer castigos en silencio, sino publicar primero sus amenazas excitando a penitencia, así como hizo con los ninivitas y ahora con el labrador, diciendo "Córtala", estimulándolo a que la cuide y excitando al alma estéril a que produzca los debidos frutos.
 
San Gregorio Nacianceno, orat. in sanct lavacr. 26
Por tanto, no nos apresuremos a herir, sino dejemos crecer por misericordia; no sea que cortemos la higuera que aún puede dar fruto y que aún puede curar el celo de su inteligente cultivador. Por esto añade aquí: "Mas él respondió y le dijo: Señor, déjala", etc.
 
San Gregorio, ut sup
El orden de los pontífices se expresa por el cultivador de la viña, porque al gobernar la Iglesia cuidan de la viña del Señor.
 
Teofilacto
Dios Padre es el padre de familia. El cultivador es Jesucristo, que no permite cortar la higuera estéril, como diciendo al Padre: Aun cuando no han dado fruto de penitencia por la ley y los profetas yo los regaré con mis tormentos y mis enseñanzas y acaso darán fruto de obediencia.
 
San Agustín, De verb. Dom., serm. 31
También el colono que intercede representa a todo santo que dentro de la Iglesia ruega por el que está fuera de ella, diciendo: "Señor, perdónala por este año (esto es, en este tiempo con vuestra gracia), hasta que yo cave alrededor de ella". Cavar alrededor es enseñar la humildad y la paciencia. Porque la fosa es la tierra humilde y el estiércol (tomado en buen sentido) es las inmundicias, pero da fruto. La inmundicia del cultivador es el dolor del que peca. Los que hacen penitencia la hacen sobre sus inmundicias, pero obran con verdad.
 
San Gregorio, in homil. 31, ut sup
O bien se llaman estiércol los pecados de la carne, porque por el estiércol se vivifica el árbol y el hombre resucita a las buenas obras por la consideración del pecado. Pero hay muchos que oyen las reprensiones y, sin embargo, descuidan el hacer penitencia, por cuya razón añade: "Y si con esto diere fruto, será mejor".
 
San Agustín, ubi sup
"Y si no, la cortarás después", esto es, cuando vengas en el día del juicio a juzgar a los vivos y a los muertos. Hasta entonces, por ahora perdona.
 
San Gregorio, in homil. 31
El que no quiere hacerse fecundo por esta amonestación, cae en lugar de donde ya no puede levantarse por la penitencia.
   
10-17
Y estaba enseñando en la sinagoga de ellos los sábados. Y he aquí una mujer que tenía espíritu de enfermedad dieciocho años había y estaba tan encorvada, que no podía mirar hacia arriba. Cuando la vio Jesús, la llamó a sí y le dijo: "Mujer, libre estás de tu enfermedad". Y puso sobre ella las manos, y en el punto se enderezó y daba gloria a Dios. Y tomando la palabra el príncipe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en el sábado, dijo al pueblo: "Seis días hay en que se puede trabajar; en éstos, pues, venid que os cure y no en sábado". Y respondiéndole el Señor, dijo: "Hipócritas, ¿cada uno de vosotros, no desata un buey o un asno del pesebre, y lo lleva a abrevar? ¿Y esta hija de Abraham, a quien tuvo ligada Satanás dieciocho años, no convino desatarla en día de sábado?" Y diciendo estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios, mas se gozaba todo el pueblo de todas las cosas, que El hacía gloriosamente. (vv. 10-17)
 
San Ambrosio
Indicó en seguida lo que había dicho de la sinagoga y manifiesta que había venido a ella, puesto que predicaba en ella. Por esto dice: "Y estaba enseñando en la sinagoga de ellos los sábados".
 
Crisóstomo, in Cat. graec
Enseña, pues, no en cualquier lado, sino en las sinagogas, con firmeza, sin manifestar duda en nada y sin contradecir la ley de Moisés y en el sábado porque los judíos descansaban en él conforme a la ley.
 
San Cirilo, in eadem Cat. graec
Se verificó la encarnación del divino Verbo para contrarrestar la corrupción, la muerte y la envidia del diablo contra nosotros, lo que se deja conocer en los mismos sucesos. Sigue pues: "Y he aquí una mujer que tenía espíritu de enfermedad", etc. Dice espíritu de enfermedad, porque esta mujer sufría por la malicia del diablo. Había sido abandonada de Dios por sus propias culpas, o por el pecado de Adán, en virtud del cual el cuerpo humano ha quedado sujeto a la enfermedad y a la muerte. Da, pues, el Señor poder al demonio sobre el cuerpo, para que los hombres, oprimidos por el peso de la adversidad, aspiren a vivir mejor. Manifiesta la clase de enfermedad, cuando dice: "Y estaba tan encorvada, que no podía mirar hacia arriba".
 
San Basilio, homil. 9, in Hexameron
La cabeza de los brutos, inclinada hacia el suelo, mira a la tierra, pero la cabeza del hombre está levantada hacia el cielo y sus ojos ven las cosas de arriba. Conviene, pues, buscar las cosas del cielo y no mirar las cosas de la tierra.
 
San Cirilo, ubi sup
Manifestando el Señor que su venida al mundo destruía todas las pasiones de los hombres, curó a aquella mujer, por lo que sigue: "Cuando la vio Jesús, la llamó a sí y le dijo: Mujer, libre estás de tu enfermedad". Expresión muy propia de Dios, llena de suprema majestad. Ahuyenta la enfermedad con su palabra soberana. También le impuso las manos, como dice a continuación: "Y puso sobre ella las manos y de inmediato se enderezó y daba gloria a Dios". En lo cual debemos conocer que la naturaleza humana de Jesucristo estaba revestida del poder divino. Era, pues, la carne del mismo Dios y no de ningún otro, como si el Hijo del hombre existiera separado del Hijo de Dios, según han creído algunos falsamente. Pero el jefe de la sinagoga ingrata, en cuanto vio que la mujer se enderezó con sólo el tacto del Salvador y que publicaba su magnificencia dando gloria a Dios, se llenó de envidia y reprendió el milagro, con el pretexto de defender la observancia del sábado. Por eso sigue: "Y tomando la palabra el príncipe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en el sábado, dijo al pueblo: seis días hay en que se puede trabajar, no en sábado", etc. Exhorta a que en los demás días vean y admiren los milagros del Señor, cuando los hombres estén repartidos y consagrados a sus propias ocupaciones y no en el sábado, cuando descansan, para que no crean. Pero di, ¿ha prohibido la ley abstenerse de obras manuales en día de sábado, incluso de las que se hacen con la palabra y la boca? Entonces, no comas, ni bebas, ni hables, ni salmodies en sábado. Y si no lees la ley, ¿de qué te aprovecha el sábado? Además, si la ley ha prohibido las obras manuales, ¿es acaso obra de mano enderezar a una mujer por medio de la palabra?
 
San Ambrosio
Finalmente, hasta Dios descansó de las obras de la creación, no de las obras santas, que hace siempre en abundancia, como dice el Hijo de Dios ( Jn 5,17): "Mi padre trabaja hasta ahora y yo trabajo", demostrando que, como Dios nos enseña, deben cesar nuestros trabajos materiales, pero no los espirituales. Por esto el Señor le respondió de este modo: "Y respondiéndole el Señor dijo: Hipócrita, ¿cada uno de vosotros, no desata en sábado su buey?".
 
San Basilio, homil. 1. De jejunio
Se llama hipócrita el que en un teatro representa la persona de otro. Así sucede en esta vida, que algunos llevan en su corazón lo contrario de lo que manifiestan exteriormente a los demás hombres.
 
Crisóstomo
Con mucha propiedad el Salvador llama hipócrita al príncipe de la sinagoga, porque aparentaba obrar bajo el influjo de la ley, cuando interiormente estaba lleno de malicia y de envidia. No se disgusta porque se quebrante el sábado, sino porque Jesucristo es alabado. Considera también que cuando ordenó alguna cosa, como cuando mandó al paralítico tomar su camilla, hizo más solemne su palabra haciendo ver que esto lo hacía por la dignidad de su Padre, cuando dice ( Jn 5,17): "Mi Padre obra hasta ahora y yo obro también". Aquí, donde todo lo hace por la palabra, no añade otra cosa para contestar a la calumnia que ellos mismos hacían.
 
San Cirilo
El príncipe de la sinagoga es reprendido como hipócrita, porque mientras lleva las bestias a beber agua en sábado, no cree digna a una mujer -hija de Abraham por la fe más que por la especie- de ser libertada del lazo de la enfermedad. Por esto dice: "¿Y esta hija de Abraham, a quien tuvo ligada Satanás dieciocho años, no convino desatarla de este lazo en día de sábado?". Quería más bien que la mujer continuase mirando a la tierra, como los cuadrúpedos, que el que recobrase la estatura humana, con tal que Jesucristo no fuese alabado. No les quedó, pues, qué responder y fueron, por tanto, irrebatible reprensión de sí mismos. Por lo cual sigue: "Y diciendo estas cosas se avergonzaban todos sus adversarios". Mas se gozaba el pueblo, al cual favorecían estos milagros, por lo que sigue: "Mas se gozaba todo el pueblo", etc. La evidencia de las obras del Señor respondía a toda clase de dudas, respecto de los que no le seguían con mala intención.
 
San Gregorio in homil. 31, in Evang
En sentido espiritual representa lo mismo la higuera infructuosa que la mujer encorvada. Porque la naturaleza humana, cayendo voluntariamente en pecado porque no quiso dar el fruto de obediencia, perdió el estado de rectitud y esto lo dan a conocer tanto la higuera estéril cuanto la mujer enderezada.
 
San Ambrosio
La higuera representa también a la sinagoga. Además, en la mujer enferma se encuentra la figura de la Iglesia, que cumplido que sea el tiempo de la ley y de la resurrección, se erguirá sublime y brillante en una paz perpetua y no podrá ya agobiarla la debilidad de nuestra enfermedad. Y esta mujer no hubiera podido curarse, si no hubiese cumplido con la ley y con la gracia. Porque la perfección está en los diez preceptos de la ley y la plenitud de la resurrección en el número ocho.
 
San Gregorio, ut sup
De otro modo: El hombre fue criado en el sexto día y en aquel día todas las obras del Señor se completaron. El número seis multiplicado por tres, que son los ángulos del triángulo, hace dieciocho. Y como el hombre -que fue hecho en el sexto día, no quiso hacer obras perfectas y ha estado enfermo antes de la ley, bajo la ley y en el principio de la gracia- aquella mujer estuvo encorvada dieciocho años.
 
San Agustín, De verb. Dom., serm. 31
Lo mismo que representaban los tres años del árbol, representan los dieciocho años de aquella mujer, porque tres multiplicado por seis, hacen dieciocho. Estaba encorvada y no podía mirar hacia arriba, porque oía en vano las palabras elevad a lo alto vuestros corazones.
 
San Gregorio, in homil. 31
Todo pecador que piensa en las cosas de la tierra y no se ocupa de las del cielo, no puede mirar hacia arriba, porque mientras sigue sus bajos deseos vive encorvado de cuerpo y de alma y ve siempre aquello en que piensa sin cesar. El Señor la llamó y la enderezó porque la iluminó y la ayudó. Algunas veces llama el Señor, pero no endereza. De modo que iluminados con frecuencia por la gracia, conocemos lo que debemos hacer, pero por la culpa no obramos como debemos, acostumbrados al pecado. Este doblega nuestra alma y la incapacita de poder enderezarse ya. Se esfuerza y sucumbe, porque cae a pesar suyo allí en donde permaneció voluntariamente por tanto tiempo.
 
San Ambrosio
El trabajo del sábado significa lo que habrá de suceder cuando cada uno, después de haber cumplido con la ley y con la gracia, será libertado por la misericordia de Dios de las molestias de la debilidad humana. Pero, ¿por qué no indicó otro animal sino porque quiso dar a conocer que el pueblo judío y el gentil serán un día librados de la sed del cuerpo y de los ardores de este mundo por la abundancia de la fuente del Señor? Y de este modo indicó que la Iglesia será salva por la vocación de estos dos pueblos.
 
Beda
La hija de Abraham es toda alma fiel, o la Iglesia reunida de uno y otro pueblo por la fe. Así, en sentido espiritual, el buey o el asno soltados del pesebre para ser llevados al abrevadero, son lo que la hija de Abraham, libertada de los vínculos de nuestra inclinación.
   
18-21
Decía, pues: "¿A qué es semejante el reino de Dios, y a qué lo compararé? Semejante es al grano de la mostaza, que lo tomó un hombre y lo sembró en su huerto, y creció y se hizo grande árbol, y las aves del cielo reposaron en sus ramas". Y dijo otra vez: "¿A qué diré que el reino de Dios es semejante? Semejante es a la levadura que tomó una mujer, y la escondió en tres medidas de harina hasta que todo quedó fermentado". (vv. 18-21)
 
Glosa, aequivalenter, non expresse
Cuando se avergonzaban los enemigos y se alegraba el pueblo por los milagros que Jesús hacía, da a entender el progreso del Evangelio con ciertas parábolas. "Decía pues: ¿A qué es semejante el reino de Dios? Al grano de mostaza", etc.
 
San Ambrosio
Se habla en otro lugar del grano de mostaza comparándolo a la fe. Luego si el reino de Dios y la fe son semejantes al grano de mostaza, la fe es también el reino de los cielos que se encuentra dentro de nosotros ( Lc 17). El grano de mostaza es un ser pequeño y simple, pero si se muele manifiesta su fuerza. Y la fe parece sencilla desde luego, pero si es mortificada por la adversidad, en seguida da a conocer la gracia de su virtud. Grano de mostaza son los mártires, tenían olor de fe, pero estaba oculta. Vino la persecución, fueron heridos por la espada y esparcieron por todos los ámbitos del mundo los granos de su martirio. También el mismo Dios es grano de mostaza. Quiso ser mortificado para que dijésemos: somos buen olor de Cristo ( 2Cor 2,15). Quiso también ser sembrado, como el grano de mostaza que toma un hombre y lo siembra en su huerto. Jesucristo en un huerto fue preso y sepultado, pero también resucitó en él y se convirtió en árbol. Por lo cual sigue: "Y se hizo grande árbol". Porque Nuestro Señor es un grano cuando está sepultado en la tierra y árbol cuando se eleva hasta el cielo. Es también árbol que da sombra a todo el mundo. Por lo que sigue: "Y las aves del cielo reposaron en sus ramas": esto es, las potestades de los cielos y todos los que merecieron volar por sus acciones espirituales. Las ramas son San Pedro y San Pablo, en cuyas enseñanzas se descansa de ciertas cuestiones y los que estábamos lejos volamos a su seno, tomadas las alas de las virtudes a través de las controversias. Por tanto siembra a Cristo en tu huerto. Un huerto es un sitio lleno de flores, en el cual florezca la gracia de tus obras y se exhale el variado perfume de muchas virtudes. Por tanto, donde está Jesucristo allí se encuentra el fruto de la semilla.
 
San Cirilo
O bien: el reino de Dios es el Evangelio, por el cual conseguimos poder reinar con Cristo. Del mismo modo que la semilla de la mostaza es más pequeña que la de otras plantas y sin embargo crece tanto que sirve de sombra a muchas aves, así la doctrina saludable se encontraba poco extendida al principio, pero después creció extraordinariamente.
 
Beda
El hombre es Cristo y el huerto es su Iglesia, que debe ser cultivada por sus doctrinas -cuyo huerto se dice con razón ha recibido el grano de mostaza- porque las gracias que nos ha concedido con el Padre por su divinidad, las ha recibido con nosotros por la humanidad. Creció la predicación del Evangelio y se extendió por todo el mundo. Crece también en el alma de todo creyente, porque ninguno se hace perfecto de pronto. Creciendo, pues, se eleva, no como las hierbas (que se secan pronto), sino a semejanza de los árboles que se elevan mucho. Las ramas de este árbol son sus diferentes dogmas, en los que las almas castas forman su nido y descansan subiendo a lo alto con las alas de sus virtudes.
 
Teofilacto
Cada hombre que recibe el grano de mostaza, esto es, la predicación evangélica y la siembra en el huerto de su alma, forma un árbol grande que luego produce ramas. Y las aves del cielo, esto es, los que se sobreponen a las cosas de la tierra, descansan en las ramas, es decir en sus vastas contemplaciones. San Pablo recibió la primera enseñanza de Ananías ( Hch 9) como pequeño grano de mostaza. Pero plantándolo en su jardín produjo muchas y buenas doctrinas, en las cuales habitan los que tienen pensamientos elevados como San Dionisio, Hieroteo y otros muchos. Después dice que el reino de Dios es semejante a la levadura. Y sigue: "Y otra vez dijo: ¿A qué diré que el reino de Dios es semejante? Es semejante a la levadura", etc.
 
San Ambrosio
Muchos creen que Jesucristo es la levadura, porque la levadura que se hace de la harina, es de la misma especie que ella, pero tiene mayor fuerza. Así también Jesucristo es igual a sus padres en el cuerpo, pero incomparablemente superior a ellos por su dignidad. Luego, la Iglesia santa figura el tipo de la mujer, de quien se dice: "Que tomó una mujer y la escondió en tres medidas de harina hasta que todo quedase fermentado".
 
San Ambrosio
Nosotros somos la harina de esta mujer, la cual esconde a nuestro Señor en lo interior de nuestra alma, hasta que el calor de la sabiduría celestial fermente nuestros pensamientos más escondidos. Y como dice que la levadura está escondida en tres medidas, parece con razón que debemos creer al Hijo de Dios escondido en la ley, cubierto en los profetas y ultimado en la predicación del Evangelio. Yo, sin embargo, prefiero aceptar lo que el mismo Señor nos ha enseñado: que la levadura es la doctrina espiritual de la Iglesia y la Iglesia santifica al hombre renacido en el cuerpo, en el alma y en el espíritu por la levadura espiritual, cuando estas tres cosas se reúnen con cierto lazo en los deseos, teniendo iguales aspiraciones en su voluntad. Y así, si en esta vida permanecen las tres medidas en una misma levadura hasta que fermenten y se hagan una misma cosa, la comunión de los que aman a Cristo será incorruptible en la vida futura.
 
Teofilacto
También puede entenderse por esta mujer al alma, y las tres medidas sus tres potencias: la racional, la irascible y la concupiscible. Por tanto, si alguno oculta en estas tres cosas al Verbo de Dios, hará todo esto espiritual, de tal modo que no peque ya la razón contra lo enseñado, ni sea arrastrado por la ira ni por la concupiscencia, sino que se conforme con el Verbo de Dios.
 
San Agustín. De verb. Dom., serm. 32.
Las tres medidas de harina pueden representar también al género humano, que fue reparado por los tres hijos de Noé y la mujer que esconde la levadura es la sabiduría de Dios.
 
San Eusebio, in Cat. graec. Patr
O de otro modo, el Señor llama levadura al Espíritu Santo, como virtud que procede de la semilla, esto es, de la palabra de Dios. Las tres medidas de harina significan el conocimiento del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que la mujer, esto es, la sabiduría divina y el Espíritu Santo, extienden.
 
Beda
Llama levadura al amor que hace creer y mueve a la mente. La mujer, que es la Iglesia, esconde la levadura del amor en las tres medidas, porque mandó que amemos a Dios de todo corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas. Y esto hasta que fermente todo, es decir hasta que la caridad transforme nuestra alma en su perfección, lo cual empieza aquí pero concluye en la eternidad.
   
22-30
E iba por las ciudades y aldeas enseñando, y caminando hacia Jerusalén. Y le dijo un hombre: "Señor, ¿son pocos los que se salvan?" Y El les dijo: "Porfiad a entrar por la puerta angosta, porque os digo, que muchos procurarán entrar y no podrán. Y cuando el padre de familias hubiere entrado y cerrado la puerta, vosotros estaréis fuera y comenzaréis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, ábrenos, y El os responderá diciendo: No sé de dónde sois vosotros. Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti comimos y bebimos, y en nuestras plazas enseñaste. Y os dirá: No sé de dónde sois vosotros: apartaos de mí todos los obradores de la iniquidad. Allí será el llorar y crujir de dientes cuando viereis a Abraham, y a Isaac, y a Jacob, y a todos los profetas en el reino de Dios, y que vosotros sois arrojados fuera. Y vendrán de Oriente, y de Occidente, y de Aquilón y de Austro, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Y he aquí que son postreros los que eran primeros, y que son primeros los que eran postreros". (v. 22-30)
 
Glosa
Después de las parábolas sobre la multiplicación de la doctrina evangélica, se propone extenderla por todas partes por medio de la predicación. Por esto dice: "E iba por las ciudades y aldeas".
 
Teofilacto
No sólo visitaba las pequeñas poblaciones, como hacen los que quieren engañar a los sencillos; ni sólo las ciudades, como hacen los que son amigos de la ostentación y buscan la gloria, sino que como Señor de todo y padre que a todos provee, andaba por todas partes. No visitaba, pues, ciudades principales, evitando entrar en Jerusalén, como si temiera las acusaciones de los doctores de la ley o la muerte, que podría ser consecuencia de ello. Y por esto añade: "Caminando hacia Jerusalén". Porque donde había más enfermos, allí convenía más que fuese el médico. Prosigue: "Y le dijo un hombre: Señor, ¿son pocos los que se salvan?".
 
Glosa
Esta cuestión parece referirse a aquello de que antes se trataba, porque había dicho en la primera parábola que descansarían las aves del cielo en sus ramas y por esto podía comprenderse que serían muchos los que se salvarían. Y como aquél sólo preguntaba por todos, el Señor no le respondió en singular. Continúa, pues: "Y les dijo: porfiad en entrar por la puerta angosta".
 
San Basilio, in Reg. brev. ad inter., 240
Así como en la vida humana el camino que se aparta de la rectitud es muy ancho, así el que sale del que conduce al reino de los cielos se encuentra en una gran extensión de errores. El camino recto es estrecho y tiene pendientes peligrosas, tanto a la izquierda como a la derecha; como sucede en un puente, desde el cual se cae al agua inclinándose a un lado o a otro.
 
San Cirilo, in Cat. graec. Patr
La puerta estrecha significa los trabajos y la paciencia de los santos. Así como la victoria atestigua el valor del soldado en las batallas, así también se hace preclaro el que sufre los trabajos y las tentaciones con paciencia inquebrantable.
 
Crisóstomo, homil. 24 et 40
¿Cómo, pues, dice el Señor en otro lugar ( Mt 11,30), "mi yugo es suave y mi carga ligera"? No se contradice ciertamente, sino que dice esto por la naturaleza de las tentaciones y aquello por el afecto de los que las sufren. Porque cuando tomamos una cosa con gusto, la consideramos ligera, por muy pesada que sea. Y si bien es verdad que el camino de la salvación es estrecho a la entrada, sin embargo, por él se llega a la mayor anchura. Por el contrario el camino ancho conduce a la perdición.
 
San Gregorio, 11, Moral., cap. 28. super Iob 14,2
Antes de hablar de la entrada de la puerta estrecha, dice: "Porfiad", porque si no se excita el fervor del alma, será imposible dominar las olas del mundo, que siempre hunden al alma en el abismo.
 
San Cirilo, ubi sup
No parece que el Salvador satisface al que pregunta si son muchos los que se salvan, cuando dice cuál es el camino por donde cada uno puede justificarse. Pero debe advertirse que el Salvador no acostumbraba a responder a los que le preguntaban, según lo que pensaban, cuando lo hacían sobre cosas sin importancia, sino atendiendo a lo que pudiera ser útil a los que le escuchaban. ¿Qué podría importar a los que oían si eran muchos o pocos los que se salvaban? Más necesario era saber el modo por el cual podría salvarse cada uno. Así que por su bondad, o contestando a las preguntas vanas directamente, lo hace hablando de lo que es más necesario.
 
San Agustín. De verb. Dom. serm. 31, ut sup
El Señor confirmó lo que oyó, esto es, que son pocos los que se salvan, porque entran pocos por la puerta estrecha. Dice esto mismo en otro lugar ( Mt 7): "Es estrecho el camino que conduce a la salvación y son pocos los que andan por él". Por esto añade: "Porque os digo que muchos procurarán entrar".
 
Beda
Atraídos por el deseo de salvarse y no podrán, asustados por las asperezas del camino.
 
San Basilio, in Psalm. 1
En efecto, el alma vacila siempre, cuando reflexiona en la eternidad se decide por la virtud. Pero cuando mira lo presente prefiere los placeres de la vida. Aquí ve la sensualidad y los deleites de la carne, allí la sujeción y la servidumbre y cautiverio de la misma. Aquí la embriaguez, allí la sobriedad. Aquí las risas disolutas, allí la abundancia de lágrimas. Aquí las danzas, allí la oración. Aquí el canto, allí el llanto. Aquí la lujuria, allí la castidad.
 
San Agustín, De verb. Dom., serm. 32
No se contradice el Señor al decir que son pocos los que entran por la puerta estrecha, cuando en otro lugar dice ( Mt 8,11): "Vendrán muchos del Oriente", etc. Son pocos en comparación de los que se pierden y muchos en la sociedad de los ángeles. Apenas se ven los granos cuando son trillados en la era, pero son tantos los granos que salen de esta era, que llenan el granero del cielo.
 
San Cirilo, in Cat. graec. Patr
Que sean culpables los que no pueden entrar, lo declara con un ejemplo evidente al decir: "Y cuando el padre de familias hubiere entrado", etc. Como el padre de familia que convidó a muchos a un festín y después de entrar con los convidados y cerrada la puerta, llegan otros y llaman.
 
Beda
El padre de familia es Jesucristo, el cual, aunque por su Divinidad se halla en todas partes, se dice que está dentro para los que llena de alegría en el cielo con su presencia, pero que está fuera para aquéllos que pelean en esta peregrinación y a quienes ayuda invisiblemente. Entrará, pues, cuando lleve a toda la Iglesia a la contemplación de su grandeza. Cerrará la puerta cuando quite a los réprobos el tiempo de hacer penitencia. Los que llaman estando fuera, esto es, los que están separados de los justos, en vano implorarán la misericordia que despreciaron. Por esto sigue: "Y El os responderá diciendo: No sé de dónde sois vosotros".
 
San Gregorio, 2,4 Moral., super Iob 1,7
Para Dios el no conocer equivale a reprobar. Así como se dice que un hombre verídico no sabe mentir porque no quiere mancharse mintiendo y no se da a entender que no sepa mentir si quisiera, sino que no quiere, porque por amor a la verdad mira como cosa despreciable decir cosas falsas. Así, la luz de la verdad desconoce las tinieblas que reprueba. Y prosigue: "Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti comimos y bebimos", etc.
 
San Cirilo, ubi sup
Esto lo decía por los israelitas, que ofreciendo a Dios sus víctimas como mandaba la ley, comían y se regocijaban. Oían también en las sinagogas la lectura de los libros de Moisés, que daba a conocer en sus escritos, no lo suyo, sino lo de Dios.
 
Teofilacto
O bien se dice simplemente a los israelitas, porque Jesucristo había nacido de ellos según la carne, y comían y bebían con El y lo oían cuando predicaba. Pero también se refiere esto a los cristianos, porque comemos el cuerpo de Jesucristo y bebemos su sangre cuando nos acercamos todos los días a su sagrada mesa y enseña en las plazas de nuestras almas.
 
Beda
En sentido místico come y bebe delante del Señor el que recibe con avidez el alimento de su palabra. Por esto -como exponiendo- añade: "Y en nuestras plazas enseñaste". La Escritura es en lugares oscuros como una comida, porque se la parte, digámoslo así, al exponerla y se la toma el gusto meditándola. Y es como bebida en los lugares claros, en donde la recibimos como se encuentra. Este convite no ofrece atractivo al que no recomienda la piedad de la fe. Ni la ciencia de las Escrituras hace conocido de Dios al que hace indigno la iniquidad de sus obras. Por ello sigue: "No sé de dónde sois vosotros. Apartaos de mí", etc.
 
San Basilio, in Reg., brev. ad interrog. 282
Sin duda habla a quienes describe el Apóstol en su propia persona diciendo ( 1Cor 13,1-3): "Si yo hablase lenguas de hombres y de ángeles, si tuviese en mí toda ciencia, si distribuyese todas mis riquezas para dar de comer a los pobres y no tuviese caridad, todo esto de nada me aprovecharía", porque lo que no se hace en vista del amor divino, sino para obtener alabanzas de los hombres, no es laudable delante de Dios.
 
Teofilacto
Observa también que son culpables aquellos en cuyas plazas enseña Dios. Por tanto, si lo oímos cuando enseña, no en las plazas, sino en los corazones pobres y humildes, no seremos detestables.
 
Beda
Hay, pues, doble castigo en el infierno: de frío y de calor. Por ello sigue: "Allí será el llorar y el crujir de dientes". El llanto proviene del ardor y el rechinar de dientes del frío. Además el rechinar de dientes manifiesta la indignación, porque el que se arrepiente tarde se irrita contra sí mismo.
 
Glosa
Rechinarán los dientes aquellos que aquí gozaban en la voracidad y llorarán los ojos que aquí se extraviaban en las concupiscencias. Por medio de estas dos cosas patentiza la verdadera resurrección de los impíos.
 
Teofilacto
También esto se refiere a los israelitas, con quienes hablaba, a los cuales sorprende que los gentiles descansen con sus padres mientras que ellos son rechazados. Por esto añadió: "Cuando viereis a Abraham, Isaac y Jacob en el reino de Dios", etc.
 
San Eusebio
Los padres citados, antes de publicarse la ley abandonaron el error de los politeístas, en la forma que el Evangelio ordena. Adquirieron sublime conocimiento de Dios y se igualaron a ellos muchos gentiles por la semejanza de su vida, en tanto que sus hijos se han separado de la disciplina evangélica. Por lo cual sigue: "Y he aquí que son postreros los que serán primeros y que son primeros los que serán postreros".
 
San Cirilo, ubi sup
Los gentiles han sido, pues, preferidos a los judíos, que ocupaban el primer lugar.
 
Teofilacto
Nosotros, según parece, somos los primeros, habiendo recibido desde la cuna la instrucción necesaria y acaso seremos postreros respecto de los gentiles, que creyeron cerca del fin de su vida.
 
Beda
Muchos que al principio son fervorosos, después se vuelven tibios y muchos que al principio son tibios, de pronto se hacen fervorosos. Muchos despreciados en esta vida habrán de ser glorificados en la otra y otros, honrados por los hombres, serán condenados al fin.
   
31-35
Estos mismos días se llegaron a El ciertos fariseos y le dijeron: "Sal de aquí y vete, porque Herodes te quiere matar". Y les dijo: "Id, y decid a aquella raposa que yo lanzo demonios, y doy perfectas sanidades hoy y mañana, y al tercer día soy consumado. Pero es necesario que yo ande hoy y mañana y otro día, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que son enviados a ti, ¿cuántas veces quise juntar tus hijos como el ave su nido debajo de sus alas, y no quisiste? He aquí que os será dejada desierta vuestra casa. Y os digo que no me veréis hasta que venga tiempo cuando digáis: Bendito, el que viene en el nombre del Señor". (vv. 31-35)
 
San Cirilo, in Cat. graec. Patr
Las palabras del Señor ya dichas excitaron la ira en el ánimo de los fariseos, porque veían que los pueblos ya arrepentidos abrazaban la fe de Jesucristo. Por eso, como perdían la autoridad que tenían sobre los pueblos y disminuía su lucro, aparentando que amaban al Salvador, le aconsejan que se marche de allí. Por esto dice: "Este mismo día se llegaron a El ciertos fariseos y le dijeron: Sal de aquí y vete, porque Herodes te quiere matar". Pero como Jesús conoce sus corazones y fines, les responde con mansedumbre y por medio de figuras. Por ello sigue: "Y El les dijo: id y decid a aquella raposa".
 
Beda
Por los engaños y por las acechanzas llama a Herodes zorra, la cual es un animal astuto que se esconde en las cuevas para acechar, que exhala un olor fétido y que nunca sigue los caminos rectos. Todo lo cual conviene a los herejes, cuyo tipo es Herodes, quienes se esfuerzan en extinguir en los fieles la humildad de la fe cristiana, es decir, a Cristo.
 
San Cirilo, ubi sup
Pero parece que estas palabras se han cambiado y que no se refieren a la persona de Herodes (como algunos han creído), sino más bien a las falsedades de los fariseos. Porque manifiesta que el fariseo queda cerca cuando dice: "Id y decid a esta raposa", como dice el texto griego. Luego mandó que se dijese lo que podía excitar a la turba de los fariseos: "Que yo lanzo demonios y realizo curaciones hoy y mañana y al tercer día soy consumado". Ofreció hacer lo que desagradaba a los judíos, esto es, que mandaría a los espíritus inmundos y libraría a los enfermos de sus enfermedades, hasta que sufriese el tormento de la cruz por su propia voluntad. Y como los fariseos creían que temería la mano de Herodes, El -que era Señor de todos los poderes- rechazó este pensamiento diciendo: "Pero conviene que yo ande hoy y mañana y otro día". Cuando dice "conviene", no da a entender que hay una necesidad imperiosa, sino que más bien andaba por su propia voluntad por donde quería, hasta que sufriese la muerte en la venerada cruz; cuyo momento manifiesta diciendo: "Hoy y mañana".
 
Teofilacto
Como si dijera. ¿Qué pensáis de mi muerte? He aquí que se consumará pronto. Hoy y mañana significa muchos días, como entre nosotros suele decirse hoy y mañana se hará esto, lo cual no quiere decir que se haga en este espacio de tiempo. Y para que expongamos con más claridad este pasaje del Evangelio, no hemos de entender "Es necesario que yo ande hoy y mañana", sino que "me detenga en el día de hoy y el de mañana" y añadir después "marcharé al día siguiente", como muchas veces acostumbramos decir cuando contamos: domingo, lunes, martes yo saldré, como hablando de dos días para señalar el tercero. Así, el Señor como contando, dice: "Pero es necesario que yo ande hoy y mañana y después en el tercero entre en Jerusalén".
 
San Agustín, De cons. Evang. 2,75
En sentido místico se comprende que estas palabras las dijo refiriéndose a su cuerpo, que es la Iglesia. Porque son expulsados los demonios cuando, abandonadas las supersticiones, los gentiles creen en El. Y se verifican las curaciones cuando según sus mandatos se renuncie al diablo y a las vanidades del mundo y llegue la Iglesia al fin de la resurrección (que se verificará como en el tercer día) a la perfección angélica por la inmortalidad del cuerpo.
 
Teofilacto
Pero como ellos decían "sal de aquí, porque Herodes te quiere matar" y como hablaban en Galilea, donde reinaba Herodes, manifiesta que no estaba ordenado que padeciese en Galilea, sino en Jerusalén. Por esto sigue: "Porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén". Cuando dice no cabe (esto es, no conviene) que un profeta sea muerto fuera de Jerusalén, no creas que obliga a los judíos con una fuerza coactiva, sino que les dice esto, refiriéndose a la avidez que tenían de su sangre. Como si alguno viendo a un cruel asesino dijese: este camino en el que acecha el asesino, debe estar regado con la sangre de los pasajeros. Así, no convenía que el Dios de los profetas muriese en otro lugar que en donde habitan ladrones, porque acostumbrados a derramar la sangre de los profetas, matarían también al Señor. Por esto continúa: "Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas", etc.
 
Beda
Llama Jerusalén, no a las piedras ni a los edificios, sino a los habitantes, a quien llora con afecto de padre.
 
San Crisóstomo
La repetición de la palabra Jerusalén demuestra compasión o demasiado amor, porque le habla como a una amiga que desprecia a su amante y que por ello habrá de ser castigada.
 
Grec. vel Severus in Cat. graec
La repetición de la palabra es también una vehemente reprensión, porque aquella que conoce a Dios, ¿cómo persigue a sus ministros?
 
San Crisóstomo
Manifiesta cuánto se habían olvidado de las divinas bondades añadiendo: "¡Cuántas veces quise juntar tus hijos como el ave su nido debajo de sus alas y no has querido!". Los llevó como de la mano por el sapientísimo Moisés, los advirtió por medio de sus profetas, quiso tenerlos bajo sus alas (esto es, al amparo de su poder), pero ellos se privaron de beneficios tan grandes mostrándose desagradecidos.
 
San Agustín, in Enchirid
Dice pues: Yo quise y tú no has querido, como diciendo, cuando he reunido a tantos por mi voluntad siempre eficaz, lo he hecho contra la tuya, porque siempre has sido ingrata.
 
Beda
Con mucha propiedad llama zorra a Herodes, que fraguaba su muerte. Y se compara a sí mismo con un ave, porque las zorras acechan siempre con engaño a las aves.
 
San Basilio, in Esaiam, cap. 16
También compara a los hijos de Jerusalén con los pollos que están en el nido, como diciendo: Las aves que pueden volar a lo alto, están libres de las asechanzas de sus perseguidores, pero tú serás como el pollo, que necesita de la protección y de la defensa ajena. Y cuando la madre vuele, serás arrancada del nido, impotente para defenderte y débil para huir. Por ello sigue: "He aquí que os será dejada desierta vuestra casa".
 
Beda
Esto significa que a la misma ciudad a que había llamado nido, ahora la llama casa de los judíos. Porque habiendo sido crucificado el Señor, vinieron los romanos, rompieron aquel nido vacío y se apoderaron de la ciudad que ocupaban, de su gente y de su reino.
 
Teofilacto
O de otro modo, vuestra casa, esto es vuestro templo, como si dijese: Mientras erais virtuosos, el templo era mío, pero desde que lo hicisteis cueva de ladrones, no es ya mi casa sino vuestra. O, llama casa a toda la nación judía, según el salmo ( Sal 134,19): "Casa de Jacob, bendecid al Señor", con lo que manifiesta que era El mismo quien los gobernaba y los libraba de las manos de sus enemigos.
Prosigue: "Y os digo que", etc.
 
San Agustín, De cons. Evang., lib. 2, cap. 75
No parece que contradice a esta narración de San Lucas lo que dijo la muchedumbre al llegar el Señor a Jerusalén ( Mt 21): "Bendito el que viene en el nombre del Señor", porque todavía no había ido allí y no se había dicho esto.
 
San Cirilo, ubi sup
El Señor se había separado de Jerusalén, como abandonando a los que no eran dignos de su presencia. Pero después de haber realizado muchos milagros volvió a Jerusalén, cuando le salió al encuentro la muchedumbre diciendo ( Mt 21,9): ¡Hosanna al hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!
 
San Agustín, ubi sup
Pero como San Lucas -para no venir hasta el tiempo en que se dirían estas palabras- no dice a dónde fue el Señor cuando se separó de allí, porque continúa su camino hasta que llega a Jerusalén, alude con esto a su gloriosa venida.
 
Teofilacto
Y entonces, aunque contra su voluntad, lo confesarán como Salvador y Señor, cuando ningún provecho les resultará de ello. Diciendo pues, "No me veréis hasta que venga", etc., no indica aquella hora, sino el tiempo de su crucifixión, como diciendo: Después que me crucifiquéis no me veréis ya hasta que vuelva a venir.
 
San Agustín, De cons. Evang. ubi sup
Debe entenderse que San Lucas quiso ocuparse de esto antes de llevar a Jesús en su narración hasta Jerusalén, o que, estando ya cerca de esta ciudad, respondió a los que le aconsejaban que se preservase de Herodes, lo que San Mateo dice que habló cuando ya había llegado a Jerusalén.
 
Beda
O bien: No me veréis, es decir: no veréis mi rostro cuando venga por segunda vez si no hacéis penitencia y confesáis que yo soy el Hijo del Padre Omnipotente.