CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO |
|
|
|
23-24 - 25-27 - 28-30 - 31-37 - 38-42 | |
01-05 |
Pilatos, pues, tomó
entonces a Jesús, y azotóle. Y los soldados, tejiendo una corona de
espinas, se la pusieron sobre la cabeza y le vistieron un manto de
púrpura. Y venían a El y decían: "Dios te salve, rey de los judíos": y
le daban de bofetadas. Pilatos, pues, salió otra vez fuera, y les
dijo: "Ved que os lo saco fuera, para que sepáis que no hallo en El
causa alguna". (Y salió Jesús llevando una corona de espinas, y un
manto de púrpura). Y Pilatos les dijo: "Ved aquí el hombre". (vv. 1-5)
San Agustín,
in Ioannem, tract., 116
Como los judíos clamaron que no querían
que Pilato les pusiese a Jesús en libertad en celebración de la
Pascua, sino al ladrón Barrabás, añade: "Entonces Pilato tomó a Jesús,
y lo azotó". Se puede creer que Pilato no hizo esto sino con el fin de
que, dándose por satisfechos los judíos con los oprobios inferidos a
Jesús, desistieran de ensañarse hasta pedir su muerte. Esta es la
razón porque Pilato permitió o tal vez mandó que su cohorte hiciera lo
que sigue. Refiere el Evangelista lo que los soldados hicieron, pero
no dijo que por orden de Pilato. Sigue, pues: "Y los soldados,
tejiendo una corona de espinas la impusieron sobre su cabeza, y le
vistieron un traje de púrpura y se acercaban a El y le decían: Dios te
salve, rey de los judíos".
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 83
Como Pilato le había dado este nombre,
ellos lo toman para ultrajarle.
Beda
Pusiéronle por diadema una corona de
espinas, y por manto de púrpura, como lo usaban los reyes
antiguamente, le envolvieron con un harapo de púrpura, lo que no está
en contradicción con lo que dice San Mateo, que le pusieron una capa
de escarlata. Porque (como dice Orígenes), la púrpura y la escarlata
son de un mismo género, porque son gotas de color de sangre que fluyen
de las incisiones del árbol de la grana, con las que se tiñe tela de
ambos colores. Lo que los soldados hacían por irrisión, era para
nosotros un misterio, pues por la corona de espinas se significan
nuestros pecados, los cuales cargó sobre sí, y son como las espinas
que brotan de la tierra de nuestro cuerpo; así como en el vestido de
púrpura se representa nuestra carne dominada por las pasiones. O
también la gloria de la Iglesia cubierta de púrpura con los triunfos
de la sangre de los mártires.
Crisóstomo,
ut supra
Lo que ejecutaban los soldados no era en
cumplimiento de una orden del procurador, sino que lo hacían para
complacer a los judíos. Sin duda que por instigación de éstos, le
atormentaron desde que comenzó la noche, y sobornados con dinero se
prestaron a toda clase de excesos. Pero en medio de tantos ultrajes,
Jesús sufrió en silencio. Tú, pues, oyendo esto, fíjalo en tu
consideración, y viendo cómo el Rey del universo y Señor de los
ángeles sufre las injurias con paciencia en silencio, imítale.
San Agustín,
ut supra
Así se cumplía lo que Cristo había dicho
de sí mismo. Así los mártires aprendían a sobrellevar todo lo que sus
perseguidores quisieron hacer con ellos. Así el reino, que no era de
este mundo, triunfaba del mundo soberbio, no luchando violentamente,
sino sufriendo con humildad.
Crisóstomo,
ut supra
A fin, pues, de que a la vista de lo que
los soldados habían hecho aplacaran su encono, les presentó a Jesús
coronado. Por lo que sigue: "Salió fuera Pilato otra vez y les dijo:
He aquí que os lo presento de nuevo para que conozcáis que no hallo
ningún delito en El".
San Agustín,
ut supra
Esto prueba que Pilato no ignoraba lo que
habían hecho los soldados, y que si no lo había mandado, lo había
permitido, por la razón antes indicada de que, saciándose a su
satisfacción sus enemigos con sus oprobios, desistieran de pedir su
muerte. Sigue: "Salió, pues, Jesús llevando una corona de espinas y un
vestido de púrpura"; no deslumbrando con las insignias reales, sino
saturado de oprobios. Sigue: "Y les dijo: He aquí el Hombre". Como
diciendo: si envidiáis al Rey, perdonadle ya, porque viendo estáis su
abatimiento; apláquese la envidia ante el furor de los ultrajes.
|
06-08 |
Y cuando le vieron los
Pontífices y los ministros, daban voces diciendo: "Crucifícale,
crucifícale". Pilatos les dice: "Tomadle allá vosotros, y
crucificadle; porque yo no hallo en El causa". Los judíos le
respondieron: "Nosotros tenemos ley, y según la ley debe morir, porque
se hizo Hijo de Dios". Cuando Pilatos oyó estas palabras, temió más. (vv.
6-8)
San Agustín,
in Ioannem, tract., 116
La envidia de los judíos no se apaga a
vista de tanta ignominia, sino que se enciende más y crece. Por esto
dice: "Y cuando le vieron los Pontífices y ministros, clamaban
diciendo: Crucifícalo".
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 83
Vio, pues, Pilato que todo era en vano, y
por eso les dice: "Tomadle vosotros y crucificadle". Esta palabra era
execrable e impulsaba a los judíos a ejecutar un acto que no estaba
permitido. Ellos presentaban a Jesús para que el juez sentenciara un
juicio, pero sucedió lo contrario, porque el juicio del procurador fue
más bien absolverlo. Por esto añade: "Yo no encuentro en El causa",
defendiéndole siempre de las acusaciones, de lo que se deduce
evidentemente que consintió los primeros suplicios por el furor de
ellos. Pero nada bastó para que aquellos judíos fieros como perros
sintieran la vergüenza. "Respondiéronle los judíos: Nosotros tenemos
ley, y según ella debe morir, porque se hizo Hijo de Dios".
San Agustín,
ut supra
¡He aquí otra mayor envidia! Después de
semejante pretensión, parecía pequeña la audacia de investirse de la
autoridad real, y, sin embargo, Jesús nada había usurpado falsamente,
porque era verdaderamente ambas cosas: Unigénito Hijo de Dios, y Rey
constituido por Dios sobre el monte santo de Sión (
Sal 2); y para demostrar entonces ambas cosas, prefirió, siendo
tan poderoso, ser igualmente paciente.
Crisóstomo,
ut supra
Mientras ellos disputaban mutuamente, El
callaba, cumpliéndose aquella profecía de que "No abrió su boca y
toleró su juicio con humildad" ( Is 53,7).
San Agustín,
De cons. evang. 3, 8
Esto puede convenir con lo que recuerda
San Lucas, dicho en la acusación de los judíos: "Hemos encontrado a
éste sublevando nuestra nación" ( Lc 23,2),
para añadir: "porque se hizo Hijo de Dios".
Crisóstomo,
ut supra
Cuando Pilato oyó esto, se aterró, no
fuera verdad lo que decían y juzgara inicuamente, y así sigue: "Como,
pues, oyese Pilato estas palabras, temió más".
Beda
No temió por lo que oyó de la ley, pues
era extranjero, sino que por lo que más temió fue por si sacrificaba
al Hijo de Dios. Pero los judíos no se horrorizaron por lo que decían,
sino que, por el contrario, le sacrificaban por aquello mismo por que
debían adorarle.
|
09-12 |
Y volvió a entrar en el
Pretorio y dijo a Jesús: "¿De dónde eres tú?" Mas Jesús no le dio
respuesta. Y Pilatos le dice: "¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo
poder para crucificarte, y que tengo poder para soltarte?" Respondió
Jesús: "No tendrías poder alguno sobre mí, si no te hubiera sido dado
de arriba. Por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado
tiene": Y desde entonces procuraba Pilatos soltarle. (vv. 9-12)
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 83
Aterrorizado Pilato, inquiere de nuevo.
Sigue: "Y entrando otra vez en el Pretorio, dijo a Jesús: ¿De dónde
eres tú?" Pero no le vuelve a preguntar: "¿Tú, qué has hecho?" Sigue:
"Jesús no le dio ninguna respuesta", porque ya había oído: "Yo, para
esto nací y a esto vine, para dar testimonio de la verdad", y: "Mi
reino no es de aquí". Cuando debiera Pilato resistir y salvarle, hizo
lo contrario, y se dejó llevar del ímpetu de los judíos. Por esta
razón, pues, Jesús no le respondió, porque preguntaba en vano. Y a
juzgar por las obras no quería Jesús valerse de excusas, demostrando
que para esto había venido espontáneamente.
San Agustín,
in Ioannem, tract., 116
Este silencio de nuestro Señor Jesucristo,
repetido frecuentemente, se encuentra reproducido en las narraciones
de todos los evangelistas: el mismo silencio ante el Príncipe de los
sacerdotes, y en casa de Herodes, y hasta en la del mismo Pilato, para
que se cumpliera la profecía de Isaías: "Como cordero sin balar
delante del que le esquila, no abrió su boca" ( Is
53,7). Del mismo modo no respondió a los que le preguntaban, no
obstante que muchas veces había respondido a cualquiera que le
preguntó. Por eso su silencio de ahora es comparado al del cordero, a
fin de no ser tenido por reo, sino por inocente; esto es, no como reo
convencido por la conciencia de sus crímenes, sino como mansa víctima
inmolada por pecados ajenos.
Crisóstomo,
ut supra
Como calló, le dijo Pilato: "¿No me
respondes? ¿Ignoras que tengo poder para crucificarte y tengo poder
para soltarte?" Ved cómo se condena a sí mismo. Si, pues, todo depende
de ti, ¿por qué no le absuelves, no hallando en El crimen? Y como
profirió sentencia contra sí mismo, respondió Jesús: "No tendrías
ninguna potestad sobre mí si no te fuese dada de arriba", dando a
entender que no sucedía aquello en el orden natural de las demás
cosas, sino que se elevaba a un fin espiritual. Pero oyendo esto, no
se crea que el Salvador le absolvía de todo crimen, y por esto dice:
"Quien me entregó a ti tiene mayor pecado". Y ciertamente éste era el
modo de dar a entender que ni unos ni otros estaban libres de pecado.
O como si dijera: esto ha sido permitido sin que por ello sean menos
culpables.
San Agustín,
ut supra
He aquí que responde. Por tanto, cuando no
respondía, no era que callaba como reo astuto, sino como oveja; y
cuando respondía, era como Pastor que enseñaba. Aprendamos, pues, lo
que enseñó por medio del Apóstol: "No hay poder que no venga de Dios"
( Rom 13,1). Y mayor pecado comete el que
entrega a la potestad a un inocente para que le condene, que la
potestad misma que condena a muerte por temor de un mal mayor. (Tal
era, en verdad, el poder que Dios le había dado con sumisión a la
potestad del César). Esta es la razón por qué dijo: "No tendrías
potestad alguna sobre mí (esto es, cualquiera que sea la que tengas),
si tal como es no te hubiese sido dada de arriba"; pero porque sé
hasta dónde llega (la que no es tanta que seas libre omnímodamente),
por esto el que me entregó a ti tiene mayor pecado; él entregándome a
tu potestad por envidia, y tú abusando de tu potestad sobre mí por
miedo. No debe el juez matar a un inocente por temor; pero es mucho
peor hacer el mal por envidia que por miedo. Por esto no dice el que
me entregó a ti tiene pecado (como si él no lo tuviera), sino que dijo
mayor pecado tiene, para que entendiera que también él lo tenía.
Teofilacto
Dice, pues, quien me entregó a ti, esto
es, Judas, o también la turba. Como el Señor dio una respuesta
convincente, como la de que "si Yo mismo no me entregara y el Padre lo
permitiera no tendrías potestad sobre mí", desde entonces se empeñó
más Pilato en absolverle. Por eso sigue: "Y desde entonces buscaba
Pilato medio de soltarle".
San Agustín,
ut supra
Lee lo anteriormente dicho y verás los
esfuerzos de Pilato por salvar a Jesús, y de esto sacarás en
consecuencia (por este motivo) que no habría consentido en el pecado
matando al inocente que había sido entregado a su potestad.
|
13-16 |
Mas los judíos gritaban
diciendo: "Si a éste sueltas, no eres amigo del César, porque todo
aquel que se hace Rey contradice al César". Pilatos, pues, cuando oyó
estas palabras, sacó fuera a Jesús y se sentó en su tribunal, en el
lugar que se llama Lithóstrotos, y en hebreo Gabbatá. Y era el día de
la preparación de la Pascua y como la hora de sexta, y dice a los
judíos: "Ved aquí vuestro Rey". Y ellos gritaban: "Quita,
crucifícale". Les dice Pilatos: "¿A vuestro Rey he de crucificar?"
Respondieron los Pontífices: "No tenemos otro Rey sino César". Y
entonces se lo entregó para que fuese crucificado. (vv. 13-16)
San Agustín,
in Ioannem, tract., 116
Los judíos creyeron imponerse mejor a
Pilato para que condenara a muerte a Cristo, amenazándole con el César
que con lo que anteriormente habían dicho: "Nosotros ley tenemos, y,
según ella, debe morir, porque se supuso Hijo de Dios". Por eso dice:
"Pero los judíos clamaban: Si das libertad a éste, no eres amigo del
César; pues todo el que se titula Rey", etc.
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 83
Pero ¿de dónde sacaréis las pruebas? ¿De
la púrpura, de la diadema, de los carruajes, de los soldados? ¿No iba
siempre acompañado de sus doce discípulos, de villa en villa, sin más
que el alimento, el vestido y hospedaje?
San Agustín,
ut supra
A Pilato le importaba poco la Ley. Lo que
más le importaba era lo de matar al Hijo de Dios. Pero ahora no se
atreve a despreciar al César, autor de su potestad, como desprecia la
Ley extranjera. Por eso sigue: "Pilato, pues, oyendo esto, sacó fuera
a Jesús y se sentó en su tribunal, llamado Lithóstrotos, y en hebreo
Gabbata".
Crisóstomo,
ut supra
Salió, pues, para examinar la causa, pues
esto demostraba sentarse en el tribunal.
Glosa
Así como el tribunal es propio de los
jueces, lo es de los reyes el trono o el solio, y de los doctores la
cátedra.
Beda
Sigue: "Era, pues,
Parasceve o víspera de la Pascua, cerca de la hora sexta".
Alcuino
Parasceve quiere
decir preparación. Este es el nombre que se daba al sexto día, en el
que se preparaba lo necesario para el sábado
2; como
se dijo del maná: "El día sexto recogeréis doblado" (
Ex 16,26). Por cuanto en el día sexto fue
hecho el hombre, y descansó Dios en el séptimo, también en el día
sexto padece por el hombre el Salvador, y el sábado descansa en el
sepulcro. Sigue: "Era, pues, como la hora de sexta".
San Agustín,
in Ioannem, tract., 117
¿Por qué San Marcos dice "era la hora de
tercia cuando le crucificaron" ( Mc 15,25)
sino porque era en esta hora cuando fue crucificado el Señor por la
lengua de los judíos, y en la de sexta por las manos de los soldados,
y entendamos que era ya pasada la hora quinta y comenzada la sexta
cuando Pilato se sentó en el tribunal que es casi la hora de sexta de
que habla San Juan, y fue conducido y crucificado, sucediendo junto a
la cruz lo que se refiere, al cumplirse íntegra la hora sexta, desde
la cual hasta la nona se oscureció el sol y se extendieron las
tinieblas, como certifican Mateo, Marcos y Lucas. Pero como los judíos
procuraron echar la culpa de la crucifixión de Jesús sobre Pilato y
sus soldados, San Marcos, pasando por alto la hora en que el Señor fue
crucificado, hace mención de la tercia, para que no aparezca que sólo
los soldados crucificaron a Jesús, sino que también los judíos
pidieron a la hora de tercia que fuese crucificado. También se
presenta otra solución a esta dificultad, que consiste en que no se
cuente la hora de sexta desde principio del día, sino desde la
Parasceve, porque ni tampoco San Juan dijo
que era como la hora de sexta del día, sino que dijo: "Era la
Parasceve casi hora de sexta".
Parasceve en latín es preparación. En nuestra
Pascua fue inmolado Cristo, como dice el Apóstol (
1Cor 5,7). La preparación de la Pascua, si la empezamos a
contar desde la hora de nona de la noche, que fue cuando los Príncipes
de los sacerdotes pronunciaron la sentencia de inmolación del Señor
(diciendo reo es de muerte) ( Mt 26,66) hasta
la hora de tercia del día que fue crucificado Cristo, según atestigua
el Evangelista San Marcos, consta de seis horas: tres de noche y tres
de día.
Teofilacto
Otros resuelven esta dificultad culpando a
los copistas de que las letras del alfabeto griego fueron cambiadas,
porque los griegos usaban las letras como cifras y la letra griega
g significa tres
y la letra V seis.
El copista puede haber confundido ambos signos.
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 83
Salió, pues, Pilato para examinar la
causa, y sin embargo, sin hacer examen alguno lo entregó, esperando
conmoverles; y por eso les dice a los judíos: "He aquí vuestro rey".
Teofilacto
Como si dijera: He aquí al hombre y
confesad que es imposible que empuñe vuestro cetro en el estado de
humillación en que se encuentra, y que vosotros nada tenéis que temer
de El.
Crisóstomo,
ut supra
Y en verdad que lo que él decía era
suficiente para que los judíos depusieran su cólera; pero temblaban de
que si le dejaban en libertad, volvería a reunir las turbas, porque el
amor al poder es bastante para seducir al alma. Por tanto, insisten
con más fuerza. Por esto dice: "Ellos, sin embargo, clamaban: quítale,
quítale". Ansían darle la muerte más ignominiosa y añaden:
"Crucifícale"; temiendo lo que pudiera venir después de El por su
celebridad.
San Agustín,
ut supra
Pilato, sin embargo, intenta hacerse
superior al terror que le había inspirado el nombre del César y les
dice: "¿He de crucificar a vuestro rey?" Queriendo abatir con su
propia ignominia a los que no puede aplacar con la ignominia de
Cristo.
Sigue: "Respondieron los Pontífices: No
tenemos más rey que al César".
Crisóstomo,
ut supra
Ellos mismos se impusieron voluntariamente
el suplicio. Por eso Dios los entregó y los dejó precipitarse en su
propia sentencia, por cuanto unánimes negaron el reino de Dios y
rechazaron el cetro de Cristo, imponiéndose a sí mismos el del César.
San Agustín,
ut supra
Pero Pilato es vencido otra vez por el
temor y sigue: "Entonces se lo entregó para que fuese crucificado".
Hubiera parecido que se oponía abiertamente al César, si hubiera
persistido en dar otro rey a los que protestaban no admitir otro que
al César, dejando impune al que ellos habían entregado para morir, por
haber intentado esto mismo. No se ha dicho: se los entregó para que lo
crucificaran, sino para que fuese crucificado, esto es, por sentencia
y autoridad del procurador. El Evangelista dijo: "Entregado a ellos",
para que fueran complicados en el crimen de que intentaban ser
inocentes; pues Pilato no hubiera hecho esto, sino apremiado por
ellos.
Notas
1. El
nombre griego liqostrwton,
enlosado, designaba el lugar que en arameo se
conocía como gabbata,
elevación. Algunos creen que habría estado situado cerca a la
torre Antonia (ubicando también allí el pretorio), pero generalmente
se considera que estaría ubicado en el palacio de Herodes, que quedaba
en la parte alta de la ciudad.
2.
Parasceve era el sexto día de la semana
judía, y significa día de la preparación. En
él se preparaba lo necesario para el sábado, en que no se podía
trabajar.
|
17-18 |
Y tomaron a Jesús y le
sacaron fuera. Y llevando la cruz a cuestas, salió para aquel lugar
que se llama Calvario, y en hebreo Gólgota; y allí le crucificaron, y
con El a otros dos, de una parte y otra, y a Jesús en medio. (vv.
17-18)
Glosa
Por orden del procurador, los soldados se
apoderaron de Cristo para crucificarle. Sigue: "Cogieron, pues, a
Jesús, y le sacaron fuera".
San Agustín,
in Ioannem, tract., 116
Puede esto referirse a los alguaciles del
procónsul; pues después se dice más claramente: "Después que los
soldados le crucificaron". El Evangelista atribuye con razón a los
judíos todo lo ocurrido, pues ellos fueron los que arrancaron a Pilato
la condenación.
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 84
Como para ellos era la cruz objeto de
ignominia, no consentían ni aun el tocarla, y la cargaron sobre Jesús
como reo. Y sigue: "Y llevando la cruz a cuestas", etc. Así sucedió
con el que le prefiguró, porque Isaac cargó sobre sí la leña, pero
entonces no se llegó más que hasta lo que quiso demostrar la voluntad
del Padre; pero ahora tuvo cumplido efecto, pues era la realidad.
Teofilacto
Así como entonces fue Isaac libertado, y
sacrificado el cordero, así en esta ocasión, quedando impasible la
naturaleza divina, es sacrificada la humanidad representada por el
cordero, como errante hijo de Adán. Pero, ¿cómo otro Evangelista dice
que obligaron a Simón a llevar la cruz?
San Agustín,
De cons. evang. 3, 10
Ambas cosas son verdad: en primer lugar,
sucedió lo que dice San Juan, y en segundo lugar, lo que dicen los
otros tres evangelistas. De lo que se deduce que el mismo Jesús
llevaba la cruz al salir para el lugar citado.
San Agustín,
in Ioannem, tract., 117
¡Gran espectáculo y a los ojos de la
impiedad gran escarnio! Pero a los de la piedad grande misterio. Ríe
la impiedad, viendo al rey llevar por cetro la cruz de su suplicio; ve
la piedad al rey llevando a cuestas la cruz en que ha de ser clavado;
cruz que había de fijarse hasta en la frente de los reyes; cruz objeto
de desprecio para los impíos, y en la que habían de gloriarse los
corazones de los Santos. Llevándola sobre sus hombros, la sublimaba
como antorcha que ardía sobre el candelabro, y no había de ocultarse
bajo el celemín.
Crisóstomo,
ut supra
Como los vencedores, así llevaba sobre sus
hombros la insignia de su triunfo.
Pretenden algunos que Adán murió y fue
sepultado en el mismo lugar que llamaban Calvario, a fin de que, en el
mismo sitio donde triunfó la muerte, levantara Jesús el trofeo de su
victoria.
San Jerónimo,
super Mat. cap. 27
Apreciable interpretación y agradable al
oído del pueblo; pero no es verdadera. Fuera de la ciudad y de sus
puertas, había lugares en donde se decapitaba a los reos, y tomaron el
nombre de calvario del de decapitados
1. Adán
fue sepultado junto a Ebrón, y según se lee en Jesús hijo de Nave, fue
enterrado en Arbee
2.
Crisóstomo,
ut supra
Le crucificaron con dos ladrones; y sigue:
"Y con él otros dos, uno a cada lado y Jesús en medio". Con esto se
cumplió la profecía: "Fue contado entre los malvados" (
Is 53,12). Hacían servir a la verdad los
mismos ultrajes que le inferían. El demonio quería cubrir de tinieblas
lo que pasaba, pero no pudo, porque los milagros que ocurrieron
entonces, a nadie pudieron atribuirse sino sólo a Jesús, y todos los
artificios del diablo fueron inútiles para oscurecer la gloria de
Jesús, pues la esclarecieron no poco. Porque convertir en la cruz al
ladrón y llevarle al Paraíso, no fue menos que desgajar las rocas.
San Agustín,
in Ioannem, tract., 31
Si bien lo consideras, fue la misma cruz
un tribunal, en el que sentado el juez, fue absuelto el ladrón que
creyó y condenado el que le injurió. Y esto significaba lo que
sucederá con los vivos y los muertos: unos a la derecha y otros a la
izquierda.
Notas
2.
Sobre el sepulcro de Adán se conocen dos tradiciones. La tradición
judía afirmaba que estaba enterrado en Quiryat-Arbá
(antiguo nombre de Hebrón), al lado de los
patriarcas. Otra tradición afirmaba que luego del diluvio Sem enterró
la cabeza de Adán en el monte Calvario.
|
19-22 |
Y Pilatos escribió también
un título, y lo puso sobre la cruz. Y lo escrito era: "Jesús Nazareno,
Rey de los judíos". Y muchos de los judíos leyeron este título, porque
estaba cerca de la ciudad el lugar en donde crucificaron a Jesús. Y
estaba escrito en hebreo, en griego y en latín. Y decían a Pilatos los
Pontífices de los judíos: "No escribas Rey de los judíos, sino que El
dijo: Rey soy de los judíos". Respondió Pilatos: "Lo que he escrito,
he escrito". (vv. 19-22)
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 84
Así como se escribe sobre los trofeos el
nombre del que alcanzó la victoria, así puso Pilato el título sobre la
cruz de Jesucristo. Por eso dice: "Y escribió Pilato un título", etc.
constituyéndose Pilato como apologista de Cristo, separando su causa
de la de los ladrones, y vengando la manifiesta malicia de los judíos
insurrectos contra su rey. Lo escribió. "Había, pues, escrito: Jesús
Nazareno, Rey de los judíos".
Beda
Esto demuestra que desde entonces su reino
se engrandecía, lejos de desaparecer como ellos pensaban.
San Agustín,
in Ioannem, tract., 118
¿Pero es que Jesucristo tan sólo es rey de
los judíos, o lo es también de los gentiles? Ciertamente también de
los gentiles, pues había dicho: "Yo he sido constituido por Dios, Rey
sobre el monte santo de Sión" ( Sal 2,6),
añadiendo después: "Pídeme a mí, y te daré en herencia las naciones" (
Sal 2,8). Queremos penetrar en este título
1 un
gran misterio
2,
porque en verdad, el olivo silvestre
3 ha
sido hecho partícipe en la pinguosidad del olivo cultivado, y no éste
de la savia del olivo silvestre ( Rom 11,17).
Cristo, pues, Rey de los judíos, establece la circuncisión, no de la
carne, sino del corazón; no de la letra, sino del espíritu (
Rom 2,29).
Sigue: "Muchos de los judíos leyeron este
título, porque estaba cerca de la ciudad el lugar", etc.
Crisóstomo,
ut supra
Creíble es que con motivo de la festividad
acudirían muchos gentiles, juntamente con los judíos; y para que nadie
lo ignorara, no escribió el título en una lengua, sino en tres, y por
eso añade: "Y estaba escrito en hebreo, en griego y en latín".
San Agustín,
ut supra
Estas tres lenguas eran las que
predominaban: la hebrea, por la ley judaica; la griega, por la
sabiduría de aquella nación, y la latina, por la dominación romana en
casi todo el mundo.
Teofilacto
También significa esta inscripción, en
tres lenguas, que Cristo es el Señor de tres ciencias: la práctica, la
física y la teológica; pues por la inscripción latina está figurada la
ciencia práctica, por cuanto el imperio romano era poderosísimo y
conquistador; la inscripción griega representa la sabiduría en las
ciencias especulativas; y, por fin, la hebrea, supone el conocimiento
de las cosas divinas encomendado a la nación judaica.
Crisóstomo,
ut supra
Crucificado el Señor, era todavía
perseguido por la envidia de los judíos: "Decían, pues, a Pilato: No
escribas Rey de los judíos, sino que El dijo: Yo soy el rey de los
judíos". En verdad, esta inscripción no se diferenciaba de la
sentencia y si se le añadía "El ha dicho", venía a ser la demostración
de una ambición necia y criminal. Pero Pilato insistió en su primer
pensamiento, y por eso respondió: "Lo que escribí, escribí".
San Agustín
¡Oh inefable poder de Dios, aun en los
corazones de los que no le conocen! Esto no puede llamarse sino una
voz secreta que silenciosamente resonaba en el alma de Pilato,
repitiendo lo que tanto tiempo antes estaba escrito en los salmos: "No
alteres el título de la inscripción". Pero, ¿qué decís, insensatos
Pontífices? ¿Acaso no es esto una prueba de la verdad, de lo que Jesús
dice: ¿Yo soy el rey de los judíos? ¿Si no puede corregirse lo que
Pilato ha dicho, podrá alterarse lo que dijo la verdad? Si Pilato ha
escrito lo que ha escrito, es porque el Señor ha dicho lo que ha
dicho.
Notas
1. Se
refiere al título: "Jesús Nazareno, Rey de los Judíos".
3. El
olivo silvestre o acebuche es menos frondoso que el cultivado y su
fruto, conocido como oliva acebuchina es más pequeña y menos
sustanciosa que la aceituna del olivo cultivado. El pasaje de Romanos
11, 17, que sirve de trasfondo, permite una mayor intelección de la
figura que usa San Agustín. El acebuche u olivo silvestre son los
gentiles que llegan a la fe, y son injertados en el olivo cultivado,
el Pueblo escogido, del que han sido desgajadas algunas ramas por su
falta de fe.
|
23-24 |
Los soldados, después de
haber crucificado a Jesús, tomaron sus vestiduras (y las hicieron
cuatro partes, para cada soldado su parte) y la túnica. Mas la túnica
no tenía costura, sino que era toda tejida desde arriba. Y dijeron
unos a otros: "No la partamos, mas echemos suertes sobre ella, cuya
será": para que se cumpliese la Escritura, que dice: Repartieron mis
vestidos entre sí y echaron suertes sobre mi vestidura. (vv. 23-24)
San Agustín,
in Ioannem, tract., 118
Por sentencia de Pilato, los soldados que
estaban a sus órdenes crucificaron a Jesús. Así dice: "Los soldados,
pues, le crucificaron", etc. Los demás evangelistas hablan poco sobre
la distribución y sorteo de los vestidos, pero éste lo dice muy
claramente de este modo: "Hicieron cuatro partes", etc. De aquí
resulta que fueron cuatro los soldados que obedecieron la orden de
Pilato, crucificando al Salvador. Sigue: "Y después tomaron la
túnica", esto es, no echaron suertes sobre lo demás, y lo repartieron.
Pero la túnica no la dividieron; y sigue diciendo: "La túnica era
inconsútil", esto es, toda de una pieza.
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 84
El Evangelista hace la historia de esta
túnica. En Palestina era costumbre construir este traje con dos
pedazos de tela cosidos, y San Juan nos da a entender que así era la
túnica de Jesús, indicando la pobreza de su vestido.
Teofilacto
Dicen otros, que en la Palestina no se
tejen las telas del mismo modo que entre nosotros, dejando el estambre
a la vista superior, y el tejido en la inferior, para que vuelto se
vea el tejido, sino que lo hacían al contrario.
San Agustín,
ut supra
El Evangelista dice por qué echaron
suertes sobre ella. Dijeron unos a otros: "No la partamos", etc. Se ve
que los demás vestidos los repartieron por partes iguales sin
necesidad de sortearlos. Pero como la túnica no podía repartirse sin
que se cortara sin provecho, por eso convinieron en sortearla. Esta
narración del Evangelista, consta justificada por testimonio de los
profetas. Por esto dice: "Para que se cumpliese la Escritura, que
dice: Repartieron entre ellos mis vestidos" ( Sal
58), etc.
Crisóstomo,
ut supra
Observa la exactitud de la Escritura; pues
el Profeta no sólo expresó lo que fue repartido, sino que también lo
que no lo fue; porque si bien dividieron los vestidos, echaron suertes
sobre la túnica, que no quisieron dividir.
San Agustín,
ut supra
Según San Mateo (27,35), repartieron sus
vestidos, sorteándolos, queriendo dar a entender, que si bien los
demás vestidos fueron repartidos, la túnica fue sorteada; y así es
como dice San Lucas "Dividiéndose sus vestidos, echaron suertes" (
Lc 23,34). Habiéndolos, pues, dividido,
llegaron a la túnica, de la cual hicieron sorteo, usando de la palabra
suertes en plural, en igual del singular. También San Marcos presenta
alguna diferencia, diciendo: "Los soldados echaron suertes sobre lo
que a cada uno tocaría" ( Mc 15,24), como
refiriéndose a todos los vestidos y no sólo sobre la túnica; pero esta
brevedad con que habla, engendra oscuridad. Así, pues, se ha dicho:
"Echando suertes sobre los vestidos", como si se dijese sorteándolos
para dividirlos. Cuando dice: "Qué es lo que tocaría a cada uno",
parece que se refiera, no sólo a la túnica, sino que también a todo lo
demás, para saber quién se quedaría con la túnica que era indivisible.
Esta división de los vestidos de nuestro Señor Jesucristo, en cuatro
partes, figuraba su Iglesia extendida por las cuatro partes del mundo.
Pero la túnica es la figura de la unidad de la cuatro partes, por el
vínculo de la caridad. Pero si la caridad lleva más elevado vuelo, y
es superior a la ciencia, y se sobrepone a todo precepto, según lo de
San Pablo a los Colosenses: "Sobre todo esto, tened caridad" (
Col 3,14), con razón el vestido que la
simboliza debe ser tejido de una sola pieza. Y añadió el Evangelista:
"Toda ella", porque nadie debe ser extraño a la caridad del todo, que
se llama Iglesia Católica. Es inconsútil (sin costuras), para que
nunca se desuna, y tiende a la unidad, porque a todos reúne en un
centro. En la suerte se ve la figura de la gracia de Dios, pues no la
deciden los méritos de cada uno, sino el secreto juicio de Dios.
Crisóstomo,
ut supra
Dicen algunos que la túnica sin costuras,
tejida de una sola pieza de arriba abajo, es la alegoría de la
humanidad del crucificado enlazada con la divinidad.
Teofilacto
O de otro modo: la túnica inconsútil,
denota el cuerpo de Cristo concebido por el Espíritu Santo y el poder
del Altísimo en la Virgen, siendo, por tanto, indivisible el cuerpo de
Cristo; pues aunque a cada uno sea dado para que santifique a la vez
su cuerpo y su alma, permanece, sin embargo, entero en todos. Y así
como el mundo visible se compone de cuatro elementos, puede tomarse
por vestidura de Cristo este mundo visible que los demonios se
reparten entre ellos cuantas veces entregan a la muerte al Verbo de
Dios que habita en nosotros, consiguiendo dividirnos por las falacias
de este mundo.
San Agustín,
ut supra
Ni se diga que estas cosas nada
significan, porque son obra de los malos. ¿Pero qué diremos, de la
misma cruz, hecha igualmente por los impíos? Y, sin embargo, ella
significa, perfectamente, como dice el Apóstol, cuál sea su latitud,
su longitud, su altura y su profundidad ( Ef
3,18): su latitud, respecto del madero trasversal, sobre el que se
extienden las manos, significa las buenas obras de la más extensa
caridad; la longitud de la cruz, desde el madero trasversal hasta la
tierra, significa la perseverancia en la duración del tiempo; la
altura de la cruz, desde el leño trasversal hasta arriba, significa el
supremo fin a que deben dirigirse todas nuestras obras; y la
profundidad de aquella parte que se oculta en la tierra significa el
abismo de la gracia de Dios, de donde proceden todas nuestras buenas
obras, que aparecen y se levantan hasta Dios. Pero aun cuando la cruz
de Cristo no signifique más que aquello que dice el Apóstol a los de
Galacia: "Los que son de Cristo, crucificaron su carne con sus
pasiones y sus concupiscencias" ( Gál 5,24),
¡cuán grande bien es! Finalmente; ¿cuál es la enseña de Cristo, sino
la cruz de Cristo? Este es el signo que los creyentes trazan en su
frente, bien sea con el agua regeneradora del bautismo, o con el óleo
santo del crisma o con el alimento del sacrificio, y sin el cual nada
se perfecciona.
|
25-27 |
Y los soldados,
ciertamente, hicieron esto. Y estaban junto a la cruz de Jesús, su
Madre y la hermana de su Madre, María de Cleofás y María Magdalena. Y
como vio Jesús a su Madre, y al discípulo que amaba, que estaba allí,
dijo a su Madre: "Mujer, he ahí a tu Hijo". Después dijo al discípulo:
"He ahí a tu Madre". Y desde aquella hora el discípulo la recibió por
suya. (vv. 25-27)
Teofilacto
Mientras los soldados se ocupaban de
satisfacer su sórdida avaricia, Jesús cuidaba solícito de su Madre.
Por eso dice: "En efecto, los soldados hicieron esto; estaban junto a
la cruz de Jesús, su Madre", etc.
San Ambrosio,
in epistolis
María, Madre del Señor, estaba ante la
cruz de su Hijo. Nadie me enseñó esto, sino San Juan Evangelista.
Otros describieron el trastorno del mundo en la pasión del Señor; el
cielo cubierto de tinieblas, ocultándose el sol y el buen ladrón
recibido en el Paraíso, después de su confesión piadosa. San Juan
escribió lo que los otros se callaron, de cómo puesto en la cruz llamó
Jesús a su Madre, y cómo considerado vencedor de la muerte, tributaba
a su Madre los oficios de amor filial y daba el reino de los cielos.
Pues si es piadoso perdonar al ladrón, mucho más lo es el homenaje de
piedad con que con tanto afecto es honrada la Madre por el Hijo: "He
aquí tu hijo". "He aquí a tu Madre". Cristo testaba desde la cruz y
repartía entre su Madre y su discípulo los deberes de su cariño.
Otorgaba el Señor, no sólo testamento público, sino también doméstico;
y este testamento era refrendado por Juan. ¡Digno testimonio de tal
testador! Rico testamento, no de dinero, sino de vida eterna; no
escrito con tinta, sino con el espíritu de Dios vivo (
2Cor 3) y pluma de lengua, que escribe
velozmente ( Sal 44,2). Pero María se mostró
a la altura de la dignidad que correspondía a la Madre de Cristo.
Cuando huyeron los Apóstoles, estaba en pie ante la cruz, mirando las
llagas de su Hijo, no como quien espera la muerte de su tesoro, sino
la salvación del mundo. Y aun quizás porque conociendo la redención
del mundo por la muerte de su Hijo, ella deseaba contribuir con algo a
la redención universal, conformando su corazón con el del Salvador.
Pero Jesús no necesitaba de auxiliadora para la redención de todos los
que sin ayuda había conservado
1. Por
eso dice: "He sido hecho hombre sin auxiliador, libre entre los
muertos" ( Sal 87,5). Aceptó, en verdad, el
afecto maternal, pero no buscó el auxilio ajeno. Imitad, madres
piadosas, a ésta, que tan heroico ejemplo dio de amor maternal a su
amantísimo Hijo único. Porque ni vosotras tendréis más cariñosos
hijos, ni esperaba la Virgen el consuelo de poder tener otro.
San Jerónimo,
contra Helvidium
La María que San Marcos y San Mateo llaman
madre de Santiago y José, fue mujer de Alfeo y hermana de María, Madre
del Señor, y es la que Juan designa en esta ocasión con el nombre de
María Cleofé, bien sea por su padre o por razón de parentela o por
cualquier otra causa. Pero si os parece que es otra, y así lo parezca,
porque en otra parte se llame María, madre de Santiago el Menor, y
aquí, María Cleofé, fijáos en la costumbre de las escrituras de llamar
con diverso nombre a una misma persona.
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 82
Y admira cómo el sexo débil de las
mujeres, aparece aquí más varonil, firme junto a la cruz, cuando los
discípulos huían.
San Agustín,
De cons. evang. 3, 21
Si no fuera porque San Mateo y San Lucas
nombraron a María Magdalena podríamos decir que unas estuvieron junto
a la cruz y otras lejos, pues ninguno hace mención de la Madre del
Señor, más que San Juan. Veamos, pues, cómo se ha de entender que la
misma María Magdalena estuviese lejos con las demás mujeres, según
dicen Mateo y Lucas, y estuviese al mismo tiempo junto a la cruz, como
dice San Juan. Esto no puede conciliarse a menos que hubieran estado a
tal distancia que pudiera decirse: junto a la cruz; o porque, en su
presencia, prontamente podrían haberse acercado; o porque estaban
lejos en comparación con la turba de soldados y jefes que estaban más
cerca. Podemos también suponer que las que estaban cerca, con la Madre
del Señor, comenzaron a marcharse después que Jesús la encomendó a su
discípulo, para alejarse de la confusión de las turbas y ver de lejos
lo demás que sucedió. Por ello los otros evangelistas, que las
mencionan después de la muerte del Señor, recuerdan que estaban ya
lejos. En fin, ¿en qué altera la veracidad del hecho el que unas
mujeres fueran citadas a un tiempo por unos evangelistas, y a otro
tiempo por otro evangelista?
Crisóstomo,
ut supra
Habiendo estado presentes otras mujeres,
no recuerda el Evangelista a otra sino a la Madre del Señor, dándonos
a entender el respeto que debemos a las madres. Pues, así como no
conviene que los parientes se enteren de las cosas espirituales, así
también conviene darles conocimiento de ellas, prefiriéndola a los
demás cuando no se hayan de oponer. Por eso dice: "Como viese Jesús a
su Madre y al discípulo a quien amaba, dijo a su Madre: Mujer, he ahí
a tu hijo".
Beda
El Evangelista se designa con la señal del
amor no porque fuese él sólo, con exclusión de los otros discípulos
amados del Salvador, sino por el privilegio de la castidad con que
sobresalía de los demás, por cuanto fue amado con un afecto más
familiar, siendo virgen desde su vocación y permaneciendo siempre.
Crisóstomo,
ut supra
¡Con cuán alto honor honró al discípulo!
Pero él se oculta con la moderación de su sabiduría; porque si hubiera
querido vanagloriarse, hubiese expresado la causa por qué era amado, y
es preciso convenir que el motivo era grande y admirable. Así es que
Jesús nada más dijo a Juan, ni le consuela en su tristeza, porque no
era el momento oportuno de hablar de consuelo. Pero no era poco
distinguirle con tal honor, y como era conveniente procurar para su
Madre, oprimida de dolor, alguno que le reemplazara (porque Jesús se
iba), dejó este encargo al discípulo que amaba. Sigue: "Después dijo
al discípulo: He ahí a tu madre".
San Agustín,
in Ioannem, tract., 119
Esta es, sin duda, aquella hora en la que,
habiendo de convertir el agua en vino, había respondido Jesús a su
Madre: "Mujer, ¿qué hay común entre ti y mí? aun no ha llegado mi
hora" ( Jn 2,4). En aquella ocasión en que
debía empezar a obrar milagros, no la reconoció como Madre de su
divinidad, no siéndolo mas que de su débil humanidad
2, pero
ahora que ya padece en su humanidad, honra con sentimiento humano a
aquella, de la que había sido hecho hombre. Esta es una instrucción y
ejemplo que nos da el buen Maestro, para enseñarnos los oficios de
piedad que los hijos deben a sus padres, y así convirtió en cátedra de
maestro la cruz en que estaba clavado.
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 84
De este modo queda refutado el error de
Marción. Si Jesucristo no fue engendrado según la carne, ni tuvo
Madre, ¿por qué tanto esmero por su cuidado? Observa cuán
tranquilamente dispone todas las cosas, en el momento de estar en la
cruz, hablando a sus discípulos de su Madre, cumpliendo las profecías
y prometiendo el cielo al buen ladrón. Antes de ser crucificado, se le
ve temblar, pues entonces demostraba la debilidad de la naturaleza;
pero ahora ostenta la grandeza de su poder. Así nos enseña, que si nos
conturba la adversidad, no por eso desistamos. Y cuando hubiéramos
entrado en la lucha, soportarlo todo como cosa fácil y ligera.
San Agustín,
ut supra
Como proveía a su Madre, en cierto modo,
de otro hijo por el que la dejaba, manifestó el motivo en las
siguientes palabras: "Y desde aquella hora el discípulo la recibió
como suya". ¿Pero en qué recibió Juan como suya a la Madre del Señor?
¿Acaso no era de los que habían dicho a Jesús: "He aquí que nosotros
lo hemos dejado todo, y te hemos seguido" ( Mt
19,27)? La recibió, no por sus propiedades (pues nada tenía propio),
sino en los cuidados que solícito la había de dispensar.
Beda
Hay otra versión que dice que el discípulo
la recibió, no como algunos dicen como Madre suya, sino más
propiamente para cuidar de ella.
Notas
1. "El
papel de María con relación a la Iglesia es inseparable de su unión
con Cristo, deriva directamente de ella. 'Esta unión de la Madre con
el Hijo en la obra de la salvación se manifiesta desde el momento de
la concepción virginal de Cristo hasta su muerte' (LG 57). Se
manifiesta particularmente en la hora de su pasión" (
Catecismo de la Iglesia Católica, 964).
2. El
concilio de Efeso (431) enseña que "no nació primeramente un hombre
vulgar de la santa Virgen, y luego descendió sobre El el Verbo; sino
que unido desde el seno materno, se dice que se sometió a nacimiento
carnal, como quien hace suyo el nacimiento de la propia carne... De
esa manera (los padres) no tuvieron inconveniente en llamar madre de
Dios a la santa Virgen".
|
28-30 |
Después de esto, sabiendo
Jesús que todas las cosas eran ya cumplidas, para que se cumpliera la
Escritura, dijo: "Sed tengo". Había allí un vaso lleno de vinagre. Y
ellos, poniendo alrededor de un hisopo una esponja empapada en
vinagre, se la aplicaron a la boca. Y luego que Jesús tomó el vinagre,
dijo: "Consumado es": e inclinando la cabeza, dio el espíritu. (vv.
28-30)
San Agustín,
in Ioannem, tract., 119
Padecía todo esto el que aparecía hombre,
y lo disponía todo el que se ocultaba Dios. Por esto dice: "Después,
sabiendo que todo se había consumado, a fin de que se cumpliera la
Escritura", esto es, lo que había predicho la Escritura: "Y en mi sed
me dieron a beber vinagre" ( Sal 68,22),
dijo: "Tengo sed", como si dijera: Esto os falta hacer, dad lo que
sois. Como que los judíos eran el vinagre, degenerado del vino de los
patriarcas y profetas. Había, pues, allí, un vaso lleno de vinagre,
como un corazón lleno de iniquidad de este mundo, a manera de esponja,
llena de cavernosas y engañosas tortuosidades. Y sigue: "Y ellos,
colocando una esponja empapada en vinagre alrededor de un hisopo, la
aplicaron a su boca".
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 84
Pero ni a pesar de lo que estaban viendo,
se aplacaban, sino que se encrudecían más, ofreciéndole para que
bebiera la pócima de los condenados. Y por esta razón se valen de la
vara del hisopo.
San Agustín,
ut supra
El hisopo en que pusieron la esponja llena
de vinagre, es un arbusto despreciable que purga el pecho y representa
la humanidad de Cristo que nos purifica. Ni hay que buscar cómo
pudieron aplicar la esponja a la boca de Jesús, que estaba elevado de
tierra sobre la cruz; pues según dicen los otros evangelistas, y éste
omitió, se valieron de una caña para elevar hasta la cruz la esponja
con semejante bebida.
Teofilacto
Algunos llaman caña al hisopo, porque
tiene unas ramas parecidas a la caña.
Sigue: "Como hubiese recibido Jesús el
vinagre, dijo: Consumado es".
San Agustín,
ut supra
¿Qué era esto, sino lo que estaba
profetizado tanto tiempo antes?
Beda
Aquí puede preguntarse: ¿Por qué dice este
evangelista: "Como hubiese tomado el vinagre", cuando dice otro: "No
quiso beber" ( Mt 27,34)? Esto es fácil de
resolver, porque no lo recibió para bebérselo, sino para que se
cumpliera la Escritura.
San Agustín,
ut supra
Y porque no convenía que quedase nada por
cumplir antes de su muerte. Sigue: "E inclinada la cabeza, dio su
espíritu". Concluidas todas las cosas que debían ejecutarse, esperaba
como el que tenía poder para dejar su alma y volver a tomarla.
San Gregorio,
Moralium, 11, 3
Aquí se dice espíritu en lugar del alma,
porque si el Evangelista hubiera entendido por espíritu otra cosa
diferente que el alma, saliendo el espíritu, el alma hubiera quedado.
Crisóstomo,
ut supra
No inclinó la cabeza porque expiró, sino
que cuando inclinó la cabeza, entonces expiró. Por cuya razón dijo el
Evangelista que era el Señor de todas las cosas.
San Agustín,
ut supra
¿Quién hay que pueda dormir cuando quiera,
como Jesús murió cuando quiso? ¡Cuán terrible ha de ser su poder
cuando juzgue, si tanto se manifiesta cuando muere!
Teofilacto
El Señor entregó su espíritu a Dios Padre,
dándonos a entender que las almas de los Santos no permanecen en los
sepulcros, sino que van a las manos del Padre de todos. Las de los
pecadores son llevadas al lugar de las penas, esto es, al infierno.
|
31-37 |
Y los judíos (porque era
Parasceve), a fin de que no quedasen los cuerpos en la cruz el sábado
(porque aquél era el grande día del sábado), rogaron a Pilatos que les
quebrasen las piernas y que fuesen quitados. Vinieron, pues, los
soldados, y quebraron las piernas al primero, y al otro que fue
crucificado con El. Mas cuando llegaron a Jesús, viéndole ya muerto,
no le quebrantaron las piernas, sino que uno de los soldados le abrió
el costado con una lanza y salió luego sangre y agua. Y el que lo vio,
dio testimonio, y verdadero es el testimonio de él. Y él sabe que dice
verdad, para que vosotros también creáis. Porque estas cosas fueron
hechas para que se cumpliera la Escritura: No desmenuzaréis hueso de
El. Y también dice otra Escritura: Verán en el que traspasaron. (vv.
31-37)
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 84
Como los judíos se tragaban un camello y
hacían escrúpulo de un mosquito, después de consumar tan gran atentado
discutían solícita y diligentemente lo que sigue: "Los judíos, pues,
como era Pascua, a fin de que no permaneciesen los cuerpos en la cruz
en el sábado", etc.
Beda
Parasceve (esto
es preparación) era llamado el día sexto, porque en aquel día los
israelitas preparaban dos comidas, pues era muy grande aquel día de
sábado (por la solemnidad de la Pascua). "Rogaron, pues, a Pilato que
les rompieran las piernas a los ajusticiados".
San Agustín,
in Ioannem, tract., 120
No con el objeto de quitarlos de la cruz,
sino más bien para no horrorizar con este espectáculo de un suplicio
prolongado en el día de fiesta.
Teofilacto
Así se mandaba en la Ley, que no se
pusiera el sol estando un hombre en el suplicio, o porque no quisieran
ser tenidos por verdugos y homicidas en día festivo.
Crisóstomo,
ut supra
Observa cuán grande es el poder de la
verdad, pues ellos mismos cuidan de que se cumpla la profecía. Por lo
que sigue: "Vinieron, pues, los soldados y quebrantaron las piernas
del primero y del otro crucificado con El; pero cuando llegaron a
Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que
un soldado abrió su costado con una lanza".
Teofilacto
Para complacer a los judíos, lancean a
Cristo, ultrajando su cuerpo exánime; pero esta injuria se trocó en
milagro, porque el manar sangre de un cuerpo muerto es milagro.
San Agustín,
ut supra
Con mucha precaución se abstuvo el
Evangelista de usar las palabras hirió su costado,
o lo rasgó, sino abrió,
a fin de que en cierto modo se franqueara la puerta por donde brotaron
los sacramentos de la Iglesia, sin los cuales no se entra en la
verdadera vida. Y sigue: "Y al instante salió sangre y agua". La
sangre fue derramada por la remisión de los pecados, y el agua para
suave bebida y purificación. Esto había sido prefigurado por la puerta
que a Noé se le mandó abrir en el costado del arca para que entraran
los animales que se habían de salvar del diluvio, en los que se
simbolizaba la Iglesia. Por esta razón fue hecha la primera mujer del
costado de Adán dormido, y este segundo Adán, inclinando la cabeza,
durmió en la cruz, para que fuese formada su esposa y saliera de su
costado durante su sueño. ¡Oh muerte que a los muertos resucitas! ¿Qué
hay más puro que esta sangre? ¿Qué más saludable que esta herida?
Crisóstomo,
ut supra
Como de aquí toman origen los sagrados
misterios, cuando te acercares al tremendo cáliz, acércate como si
fueras a beber del costado de Cristo.
Teofilacto
Avergüéncense los que en el sagrado
sacrificio rehusan mezclar el agua con el vino, dando a entender que
no creen que del lado de Cristo fluyó agua. Puede haber quien
calumniosamente diga que algún resto de vida quedaría en el cuerpo de
Cristo, y que por esto brotó sangre, pero el manar agua es una prueba
irrefutable contra este argumento. Esta es la razón por qué el
Evangelista añadió: "Y el que lo vio dio testimonio".
Crisóstomo,
ut supra
Como si dijéramos: No lo oyó a otro, sino
que lo vio por sí mismo y es verdadero su testimonio, lo que añadió
con razón, contando la injuria hecha a Cristo y dando éste señal
admirable para llamar la atención. También lo dijo para que
enmudecieran los herejes, y para profetizar futuros misterios que se
ocultaban bajo este tesoro.
Sigue: "Y él sabe que dice verdad, para
que vosotros creáis".
San Agustín,
ut supra
Lo dice quien lo vio, para que crea el que
no lo vio. Dos testimonios cita de las Escrituras sobre estos
acontecimientos; pues el que había dicho: "No quebraron a Jesús las
piernas", añadió: "Esto sucedió para que se cumpliese la Escritura,
que dice: No desmenuzaréis ninguno de sus huesos" (
Ex 12,46), etc. Este precepto había sido dado en la antigua Ley
a aquellos que inmolaban el cordero, que fue la figura de la Pasión
del Señor. Uno de los soldados abrió su costado con una lanza, y a
esto se refiere el otro testimonio, que dice: "Y otro pasaje de la
Escritura dice: ellos dirigieron su mirada al que atravesaron", cuyas
palabras contienen la promesa de Cristo que había de ser crucificado
en su propia carne.
San Jerónimo
Este testimonio está tomado de Zacarías (
Zac 12,10).
|
38-42 |
Después de esto, José de
Arimatea (que era discípulo de Jesús, aunque oculto por miedo a los
judíos) rogó a Pilatos que le permitiese quitar el cuerpo de Jesús. Y
Pilatos se lo permitió. Vino, pues, y quitó el cuerpo de Jesús. Y
Nicodemo, el que había ido primeramente de noche a Jesús, vino
también, trayendo una confección, como de cien libras, de mirra y de
áloe. Y tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con
aromas, así como los judíos acostumbran a sepultar. Y en aquel lugar,
en donde fue crucificado, había un huerto, y en el huerto un sepulcro
nuevo, en el que aun no había sido puesto alguno. Allí, pues, por
causa de la Parasceve de los judíos, porque estaba cerca el sepulcro,
pusieron a Jesús. (vv. 38-42)
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 84
Creyendo José que se había calmado el
furor de los judíos al ser crucificado Cristo, se acercó confiadamente
para procurar su descendimiento de la cruz y su entierro. "Después de
esto, José de Arimatea rogó a Pilato", etc.
Beda
Arimatea es la misma Rámatha, pueblo de
Helcana y de Samuel. Providencialmente dispuso el cielo que fuera un
justo el que mereciese recibir el cuerpo del Señor. Por eso se dice:
"Por cuanto era discípulo de Jesús", etc.
Crisóstomo,
ut supra
No de los doce, sino de los setenta; pero
¿cómo no se acercó ninguno de los doce? Si alguno alegaba como causa
el temor a los judíos, también éste tenía la misma causa, y por eso
dice que se ocultaba por temor a los judíos. Pero era muy noble y
conocido de Pilato, por lo que consiguió la gracia que sigue: "Y dio
permiso Pilato", y él le enterró, no como sentenciado, sino como
personaje célebre. Sigue: "Vino, pues, y se llevó el cuerpo de Jesús".
San Agustín,
De cons. Evang, 3, 22
En este postrer deber de sepultura se
preocupa menos de los judíos que cuando solía guardarse de sus
asechanzas para oír al Señor.
Beda
Aplacada generalmente la ira de los
judíos, porque se alegraban de haber triunfado de Cristo, pidió su
cuerpo, porque en ello no se veía la razón de discípulo, sino la
caridad de cumplir con los oficios de sepultura, cosa que los hombres,
buenos y malos, suelen hacer. Se le une también Nicodemo, y por eso
sigue: "Nicodemo, el que había ido primeramente de noche a Jesús, vino
también, trayendo una confección, como de cien libras, de mirra y de
áloe"
San Agustín,
in Ioannem, tract., 120
La palabra primeramente
no se refiere al hecho de haber llevado primero la mixtura de la
mirra, pues no debe unirse a trayendo una confección,
etc., sino que pertenece al verbo anterior: "el que había ido
primeramente de noche a Jesús", lo cual refiere San Juan en los
primeros capítulos de su Evangelio. Se entiende que, en aquella
oportunidad, vino por primera vez y que después volvió a venir varias
veces para hacerse discípulo de Cristo. Los aromas que llevaron son
los más a propósito para preservar el mayor tiempo posible el cuerpo
de la corrupción. Todavía consideraban a Jesús como simple hombre y,
sin embargo, le demostraban tanto amor.
Beda
Es de notar que sería simplemente un
ungüento, por no tener permiso para confeccionarlo de diferentes
aromas.
Sigue: "Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús
y lo vendaron", etc.
San Agustín,
ut supra
Sobre esto advierte el Evangelista que
debe respetarse la costumbre que en cada nación se observa respecto a
la sepultura de los muertos. Era costumbre de aquella nación el
embalsamar con varios aromas los cuerpos de los muertos, para
conservarlos íntegros el mayor tiempo posible.
San Agustín,
De cons. Evang, 3, 23
En esto no está San Juan en oposición con
los demás Evangelistas, porque los que no hicieron mención de Nicodemo
no afirmaron que el Señor fuese enterrado solamente por José de
Arimatea. Aunque otros sólo hicieran mención de él diciendo que fue
envuelto por José en una sábana, no quisieron dar a entender que
Nicodemo no trajera otra, y resultará cierto lo que dice San Juan, que
no fue envuelto en una sábana, sino en sábanas. Acerca del sudario y
de las vendas con que todo el cuerpo estaba envuelto (porque todo era
de lino), aun cuando hubiera sido una la sábana, pudo decirse con
mucha verdad que fue envuelto en linos, porque generalmente así se
llama lo que se teje de lino.
Beda
De aquí viene la costumbre de la Iglesia
de consagrar el cuerpo de Jesús, no sobre telas de seda bordadas de
oro, sino sobre sábana limpia.
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 84
Como urgía el tiempo (pues Cristo había
muerto a la hora de nona y la tarde avanzaba mientras se hicieron las
diligencias de obtener el permiso de Pilato y descender a Cristo de la
cruz), por eso le colocaron en el sepulcro inmediato. Y así dice:
"Había un huerto en el lugar donde fue crucificado, y en el huerto un
sepulcro nuevo", lo que sucedió por disposición divina para que, no
habiendo enterrado con El ningún otro cadáver, no pudiera suponerse
que la resurrección sea de otro que Jesucristo.
San Agustín,
in Ioannem, tract., 120
Así como en el seno de la Virgen María no
fue concebido otro que Jesús, así en este sepulcro, ni antes ni
después, fue enterrado nadie.
Teofilacto
Este sepulcro nuevo es una figura mística
de que la sepultura de Jesús es nuestra restauración sobre las ruinas
de la muerte y de la corrupción. Observad la gran pobreza con que el
Señor fue enterrado, pues el que en su vida no tuvo casa, en su muerte
es enterrado en sepulcro ajeno, cubriendo José su desnudez.
Sigue: "Allí, pues, porque era el tiempo
de la Parasceve, pusieron a Jesús en aquel
sepulcro, que estaba cerca".
San Agustín,
ut supra
El Evangelista quiere dar a entender que
se aceleró el acto de darle sepultura, a fin de que tuviese lugar
antes de anochecer, desde cuyo momento no se habría obtenido permiso
por la Parasceve (que los judíos llaman cena
sencilla en términos latinos).
Crisóstomo,
ut supra
El sepulcro estaba próximo para que los
discípulos pudieran acercarse con facilidad y ser testigos de lo que
ocurría, y para que también lo fueran hasta los mismos enemigos
guardianes del sepulcro, a fin de que se comprobara la falsedad de la
suposición de un robo.
Beda
En sentido místico el nombre José se
interpreta Aumentado, por el aumento de las
buenas obras, cuya práctica se nos aconseja para que merezcamos
recibir dignamente el cuerpo del Señor.
Teofilacto
Ahora, pues, considera cuánto mortifica a
Cristo el que es avaro con los pobres que padecen hambre. Sé tú, pues,
también José y cubre la desnudez de Cristo, no una vez, sino con
frecuencia, en el fondo de tu meditación. Cúbrela ungiéndole con la
amargura de la mirra y aloe, considerando aquella sentencia que no
puede ser más amarga: "Id, malditos, al fuego eterno" (
Mt 25,41).
|