CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO

01-06
"En verdad, en verdad os digo: que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, mas sube por otra parte, aquél es ladrón y salteador. Mas el que entra por la puerta, pastor es de las ovejas. A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz, y a las ovejas propias llama por su nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera sus ovejas, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no le siguen, antes huyen de él, porque no conocen la voz de los extraños". Este proverbio les dijo Jesús. Mas ellos no entendieron lo que les decía. (vv. 1-6)
 
Crisóstomo, in Joanem hom 58
Como el Señor había sostenido una disputa sobre la ceguedad de los judíos, a fin de que ellos no dijesen: no es por nuestra ceguedad por lo que no nos acercamos a ti, sino que nos apartamos como huyendo del error, quiere probar que El no es un impostor, sino que es el verdadero pastor, fijando las señales que distinguen al ladrón del pastor. Y en primer lugar enseña quién es el impostor y el ladrón, diciendo: "En verdad, en verdad os digo: que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, mas sube por otra parte, aquel es ladrón y salteador". El se refiere de una manera tácita a todos aquellos que vinieron antes que El y a los que vendrían después, al anticristo y a los falsos cristos. Llama puerta a las Escrituras, porque éstas enseñan el conocimiento de Dios; ellas son las que guardan las ovejas y no dejan que se acerquen los lobos, cerrando la entrada a los herejes. Así, pues, el que no usa de las Escrituras, sino que sube por otra parte, esto es, adopta otra vía distinta y no legítima, éste es un ladrón. Dice sube y no dice entra, a la manera del ladrón que trata de escalar el muro y hace todas las cosas rodeado de peligros. Dice por otra parte designando de una manera tácita a los escribas, que enseñaban las máximas y las doctrinas humanas, y al mismo tiempo violaban la Ley. No debe extrañarnos que El se llame a sí mismo puerta, porque se presenta a sí mismo también como pastor y como rebaño. El se llama puerta por ser el que nos conduce al Padre, y se llama pastor por ser el que nos guía.
 
San Agustín, in Joanem tract 45
O de otro modo: Hay muchos que por la manera ordinaria que tienen de obrar se llaman hombres buenos, que al parecer observan lo que en la Ley se manda; sin embargo, no son cristianos y las más de las veces se jactan como los fariseos: "Pues qué, ¿nosotros somos también ciegos?" ( Jn 9,40). Como que ignorando a qué fin dirigir sus acciones, obran inútilmente; pero el Señor, bajo la figura de rebaño y de puerta por la que se entra al redil, les dice: "En verdad, en verdad os digo: que el que no entra por la puerta", etc. Digan en hora buena los paganos, digan los judíos o los herejes, nuestra vida es buena; si no entran por la puerta ¿de qué les sirve? La buena vida debe proporcionar a cada uno la vida eterna, y no puede decirse que viven bien los que ignoran por ceguedad el fin del bien vivir, o por orgullo lo menosprecian. Nadie puede tener esperanza de vivir siempre, si no conoce la vida (que es Cristo) y entra por esta puerta en el redil. Todo aquel que quiere entrar en el redil, entre por la puerta; y no solamente predique a Cristo, sino busque su gloria y no la gloria propia. Pero Cristo es una puerta humilde; el que entra por esta puerta debe bajar su cabeza para que pueda entrar con ella sana. Mas aquel que no se humilla sino que se ensalza, ése quiere escalar el muro; por tanto, se eleva para caer. Muchas veces tales hombres pretenden persuadir a los demás a que vivan bien sin ser cristianos; éstos quieren subir por otra parte, robar y matar. Son, pues, ladrones, porque se apropian lo ajeno; son salteadores, porque matan lo que roban.
 
Crisóstomo, ut supra
Has visto cómo describe al ladrón; mira ahora la definición del pastor: "Mas el que entra por la puerta, pastor es de las ovejas".
 
San Agustín, De verb Dom. Serm 49
Entra por la puerta el que entra por Cristo, el que imita la pasión de Cristo, el que conoce la humildad de Cristo, que siendo Dios se ha hecho hombre por nosotros. Conozca el hombre que no es Dios, sino hombre, porque el que quiere parecer Dios siendo hombre, no imita a Aquel que siendo Dios se hizo hombre. Porque no se te ha dicho: seas algo menos de lo que eres; sino, reconoce lo que eres.
"A éste abre el portero".
 
Crisóstomo, ut supra
Nada impide llamar portero a Moisés, porque a él fue confiado el depósito de las palabras de Dios.
 
Teófilacto
O bien el Espíritu Santo es el portero que, abriéndonos las Sagradas Escrituras, nos muestra a Cristo.
 
San Agustín, in Joanem tract 46
O de otra manera: Por este portero debemos entender al mismo Señor. En las cosas humanas hay más diferencia entre un pastor y una puerta, que entre un portero y una puerta, y sin embargo, el Señor se llama a sí mismo pastor y puerta. ¿Por qué no hemos de ver en El al portero? El que se manifiesta a sí mismo, es el mismo que se abre. Si buscas que otro sea el portero, puedes reconocer, sin duda, bajo este nombre al Espíritu Santo, de quien el Señor dice: "El mismo os enseñará toda la verdad" ( Jn 16,13). La puerta es Cristo, que es la verdad. ¿Quién abre la puerta sino el que enseña la verdad? Debemos cuidar, sin embargo, de no estimar más al portero que a la puerta, porque en las casas de los hombres el portero es más que la puerta, y no la puerta más que el portero.
 
Crisóstomo, ut supra
Como que ellos le habían tenido por un impostor y se empeñaban en probarlo por su misma infidelidad diciendo ( Jn 7,48): "Quién de los príncipes creyó en El", enseña ahora que, puesto que no le escuchan, son excluidos de la condición de ovejas: "Las ovejas oyen su voz". Y si es propio del pastor entrar por la puerta verdadera, por la que El mismo entró, síguese que se separan del rebaño las ovejas que no oyen su voz.
"Y a las ovejas propias llama por su nombre".
 
San Agustín, in Joanem tract 45
Porque El conoce el nombre de los predestinados. Por eso ha dicho a sus discípulos ( Lc 10,20): "Alegraos, porque vuestros nombres están escritos en el cielo". "Y las saca".
 
Crisóstomo, in Joanem hom 58
Sacaba a sus ovejas cuando las enviaba, no ya lejos de los lobos, sino en medio de ellos. Estas palabras parece que se dirigen al ciego de una manera indirecta, porque le sacó llamándole de en medio de los judíos.
 
San Agustín, ut supra
¿Y quién es el que saca las ovejas sino Aquel que perdona los pecados, para que desembarazados de sus duras cadenas puedan seguirle? "Y cuando ha sacado fuera sus ovejas, va delante de ellas".
 
Glosa
En verdad, las saca de las tinieblas de la ignorancia a la luz, cuando va delante de ellas como en columna de nube y de fuego.
 
Crisóstomo, ut supra
Los pastores hacen lo contrario, siguiendo ellos mismos a las ovejas; mas El dice de sí mismo lo contrario, conduciendo las ovejas a la verdad.
 
San Agustín, ut supra
¿Y quién es el que va delante de las ovejas sino Aquel que resucitando de entre los muertos no muere ya más ( Rom 6,9), y dijo al Padre ( Jn 17,24): "Quiero que aquellos que tú me diste estén conmigo en donde yo estoy".
"Y las ovejas le siguen, porque ellas conocen su voz. Mas al extraño no le siguen", etc.
 
Crisóstomo, ut supra
Llama extraños a Judas y a Teudas 1 y a los demás falsos apóstoles que debían venir después de ellos. Para no confundirse con ellos, se distingue en muchas cosas. En primer lugar por la doctrina de las Sagradas Escrituras, por las cuales Cristo atraía a sí a los hombres, mientras que ellos separaban a los hombres de esas mismas Escrituras. En segundo lugar, por la obediencia de las ovejas, pues los hombres creyeron en El no sólo durante su vida, mas a ellos los abandonaron inmediatamente
 
Teófilacto
Significa también el anticristo, que después de haber engañado un tanto a los hombres, no hará prosélitos después de su muerte.
 
San Agustín, ut supra
¿Pero cómo resolver esta cuestión? Algunas veces las que no son ovejas oyen la voz del pastor; tal aconteció a Judas, que aunque era lobo, oyó esta voz, y las ovejas no la oyen; porque algunos de los que crucificaron a Cristo eran ovejas, y sin embargo, no oyeron su voz. Podrá decir alguno que aquellas no eran ovejas cuando no oían su voz; mas una vez que fue oída esta voz, fueron cambiados, de lobos que eran, en ovejas. Aún me asusta lo que el Señor, por boca de Ezequiel, reprende a los pastores, diciéndoles, entre otras cosas, acerca de las ovejas ( Jn 34,6): "No llamaste a la que andaba errante". El le dice errante y la llama oveja; no andaría errante, si oyera la voz del pastor; por eso anda errante, porque oyó la voz del extraño. He aquí lo que yo digo: el Señor conoce los que son suyos, por presciencia ( 2Tim 2,19); conoce a los predestinados; éstos son las ovejas. Algunas veces no se conocen ellas mismas, pero el pastor las conoce; porque hay muchas ovejas fuera del redil, y muchos lobos están dentro. De los predestinados es de quien habla. Hay una cierta voz de pastor que las ovejas reconocen; no la del extraño; y en la que las que no son ovejas no oyen a Cristo. ¿Qué voz es ésta? "El que perseverare hasta el fin, éste será salvo" ( Mt 10,22). Esta voz no la desprecia el hijo; no la oye el extraño. "Este proverbio les dijo Jesús. Mas ellos no entendieron lo que les decía", porque el Señor apacienta con palabras claras y ejercita con palabras oscuras. Cuando dos oyen las palabras del Evangelio, el uno piadoso y el otro impío, y lo que oyen es de tal naturaleza que ambos no lo entienden, el uno exclama: es verdad lo que dijo, es bueno lo que dijo, pero nosotros no lo entendemos. Este ya llama, porque cree; es digno de que se le abra si insiste en llamar. El otro dice: nada dijo; que oiga aun esta palabra: "Si no creyereis, no entenderéis" ( Is 7,9).
 
Notas
1. Entre los falsos mesías, a que hace referencia Gamaliel en su discurso de Hech 5,36-37, están, Judas el Galileo, hijo de Ezquías, quien se sublevó hacia el 6 a.C.; y un tal Teudas, sobre cuya identidad hay cierta incertidumbre.
   
07-10
Y Jesús les dijo otra vez: "En verdad, en verdad os digo que yo soy la puerta de las ovejas. Todos cuantos vinieron, ladrones son y salteadores, y no los oyeron las ovejas. Yo soy la puerta: quien por mí entrare será salvo, y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar y para matar y para destruir. Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en más abundancia". (vv. 7-10)
 
Crisóstomo, in Joanem hom 58
Queriendo el Señor que se fijaran más los judíos, les explica lo que más arriba les había dicho: "Y Jesús les dijo otra vez: En verdad, en verdad os digo que yo soy la puerta de las ovejas".
 
San Agustín, in Joanem tract 45
He aquí que abre lo que estaba cerrado. El es la puerta; entremos, pues, y nos alegraremos de haber entrado.
"Todos cuantos vinieron, ladrones son y salteadores".
 
Crisóstomo, ut supra
No dijo esto de los Profetas, como pretenden los herejes, sino de los sediciosos. Por lo cual añade, alabando a las ovejas: "Pero no los oyeron las ovejas". En ningún lugar se observa que haya hecho elogios de aquellos que no obedecieron a los Profetas; antes, por el contrario, los vitupera severamente.
 
San Agustín, ut supra
Entiéndase en este sentido: Todos los que vinieron sin mí; porque no vinieron sin El los Profetas, porque vinieron con El los que vinieron con la palabra de Dios, y los que vinieron con El fueron veraces, porque El es la palabra y la verdad. El que había de venir enviaba sus heraldos, poseyendo los corazones de aquellos que enviaba. El que existe siempre, tomó carne en el tiempo. ¿Qué quiere decir siempre ? "En el principio era el Verbo" ( Jn 1,1). Los justos precedieron su venida en carne; creyeron que había de venir del mismo modo que nosotros creemos que vino. Los tiempos son diversos, no la fe; la misma fe une a los unos y a los otros, a aquellos que creyeron que vendría, y a los que creen que vino. Luego todos los que vinieron sin El fueron ladrones y salteadores; esto es, vinieron para robar y para matar. "Pero no los oyeron las ovejas", esto es, aquellos de quienes se ha dicho ( 2Tim 2,19): "El Señor conoce los que son de El". Las ovejas no oyeron a aquellos en quienes no estaba la voz de Cristo; a los que andan errando, a los mentirosos, a los seductores de infelices.
Por qué se llama a sí mismo puerta, lo manifiesta cuando añade: "Yo soy la puerta; quien por mi entrare será salvo".
 
Alcuino
Como si dijera: Las ovejas no les oyen; pero me oyen a mí, porque yo soy la puerta, y todo hombre verdadero, no hipócrita, que entrare por mí y perseverare, será salvo.
 
Teófilacto
El Señor conduce a las ovejas a los pastos por la puerta; por eso dice: "Y entrará, y saldrá, y hallará pastos". ¿Cuáles son estos pastos, sino el placer y el descanso futuro en que el Señor nos introduce?
 
San Agustín, ut supra
Pero ¿qué quiere decir "Entrará y saldrá"? Entrar en la Iglesia por la puerta misma es muy bueno; pero salir de la Iglesia, no lo es. Podemos, pues, decir que nosotros entramos cuando pensamos interiormente alguna cosa, y que salimos cuando hacemos alguna acción exterior, según aquello del Profeta ( Sal 103,23): "Saldrá el hombre a su obra"
 
Teófilacto
O bien la palabra entrar se aplica a aquel que se ocupa del hombre interior, y la palabra salir a aquel que mortifica en Cristo al hombre exterior, esto es, a sus miembros, que están sobre la tierra ( Col 3), porque éste es el que encontrará pastos en la vida futura.
 
Crisóstomo, ut supra
O bien estas palabras deben entenderse de los Apóstoles, que entraron y salieron con intrepidez, como señores de todo el mundo, y nadie pudo arrojarlos, y tuvieron alimentos.
 
San Agustín, ut supra
Pero más me complace el consejo que en cierta manera nos da cuando dice después: "El ladrón no viene sino para hurtar".
 
Alcuino
Como si dijera: Con razón las ovejas no oyen la voz del ladrón, porque el ladrón no viene sino para hurtar, apropiándose a sí lo que es de otro; no instruyendo a sus secuaces en los preceptos de Cristo, sino persuadiéndoles a que vivan siguiendo el ejemplo de ellos. Por eso añade el Evangelista: "Y para matar" (separando de la fe con doctrina engañosa), "y para destruir" (en la eterna condenación). Esos son, pues, los que hurtan y matan. "Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en más abundancia".
 
San Agustín, ut supra
Me parece que debe entenderse: para que tengan vida, los que entran, esto es, que reciban la vida de la fe que obra por la caridad ( Gál 5); fe que abre la puerta del redil en que está la vida, porque el justo vive de la fe ( Rom 1,17). "Y para que la tengan en más abundancia" los que salen, esto es, cuando mueren los verdaderos fieles y tienen una vida más abundante, en donde después no vuelven a morir. Aunque en esta vida no falten pastos, encontrarán pastos donde puedan saciarse, como los que encontró aquel a quien se dijo ( Lc 23,43): "Hoy estarás conmigo en el paraíso".
 
San Gregorio, Super Ezech. hom 13
Entrará, pues, en la fe y saldrá a la visión de la naturaleza misma, y encontrará pastos en la eterna hartura.
 
Crisóstomo, ut supra
Cuando dice "El ladrón no viene sino para hurtar, y para matar, y para destruir", se refiere a los sediciosos, y esto se cumple a la letra en todos aquellos hombres muertos y perdidos que les seguían, privándolos de este modo de la vida eterna. "Yo he venido por la salvación de todos, para que tengan vida y para que la tengan en más abundancia en el reino de los cielos"; y ésta es la tercera diferencia por la que se distingue de los falsos profetas.
 
Teófilacto
En sentido místico, el ladrón es el diablo que con la tentación viene para robar por medio de malos pensamientos, mata por el consentimiento y destruye por las obras.
   
11-13
"Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. Mas el asalariado y que no es el pastor, del que no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata y esparce las ovejas. Y el asalariado huye, porque es asalariado y porque no tiene parte en las ovejas". (vv. 11-13)
 
San Agustín, in Joanem tract 46 et 47
El Señor nos descubre dos cosas, que nos había propuesto en cierto modo encubiertas. Nosotros sabemos desde un principio que El mismo es la puerta; ahora nos enseña que es pastor, por estas palabras: "Yo soy el buen pastor". Más arriba nos había dicho que el pastor entraba por la puerta. Si, pues, El mismo es la puerta, ¿cómo entra por sí mismo? Así como El por sí mismo conoce al Padre y nosotros le conocemos por El, de la misma manera El entra en el redil por sí mismo y nosotros entramos allí por El. Nosotros, porque predicamos a Cristo entramos por la puerta. Pero Cristo se predica a sí mismo; porque su predicación le muestra a El mismo, muestra la luz y otras muchas cosas. Si aquellos que presiden la Iglesia, que son sus hijos, son pastores, ¿cómo es que no hay más que un solo pastor sino porque todos aquellos son miembros de un solo pastor? Y en verdad el ser pastor lo concedió a sus miembros; pues Pedro es pastor, y los demás Apóstoles son pastores, y todos los buenos obispos son pastores. Pero la prerrogativa de ser puerta no la concedió a ninguno de nosotros; la reservó para sí solo. No habría añadido a la palabra pastor la cualidad de bueno, si no hubiera pastores malos; ellos son ladrones y salteadores, o por lo menos mercenarios.
 
San Gregorio, in Evang hom 14
El añade la manera de ser del pastor bueno, para que nosotros le imitemos. "El buen pastor da su vida por sus ovejas". Hizo lo que aconsejó, manifestó lo que mandó, dio su vida por sus ovejas, para hacer de su cuerpo y de su sangre un sacramento para nosotros y para poder saciar con el alimento de su carne a las ovejas que había rescatado. Se nos puso delante el camino del desprecio de la muerte, que debemos seguir, y la forma divina a la que debemos adaptarnos. Lo primero que debemos hacer es repartir generosamente nuestros bienes entre sus ovejas, y lo último dar, si fuera necesario, hasta nuestra misma vida por estas ovejas. Pero el que no da sus bienes por las ovejas, ¿cómo ha de dar por ellas su propia vida?
 
San Agustín, in Joanem tract 47
Mas esto no lo hizo sólo Cristo; y sin embargo, si aquellos que lo hicieron son miembros de su redil, El fue el único que hizo estas cosas, porque El lo pudo hacer sin ellos, pero ellos no pudieron hacerlo sin El.
 
San Agustín, De verb dom. Serm 50
Sin embargo, todos los pastores fueron buenos, no solamente porque derramaron su sangre, sino porque la derramaron por las ovejas; pues no la derramaron por orgullo, sino por caridad. Los mismos herejes que por sus iniquidades y sus errores sufrieron algunos trabajos, se jactan con el nombre del martirio, cubriéndose con esta capa para robar más fácilmente, porque son lobos. No de todos aquellos que entregaron sus cuerpos al martirio debe decirse que derramaron su sangre por las ovejas, sino más bien contra las ovejas, pues dice el Apóstol: "Si entregare mi cuerpo para ser quemado y no tuviere caridad, nada me aprovecha" ( 1Cor 13,3). ¿Cómo ha de tener siquiera sea una centella de caridad, aquel que formando parte de la comunión cristiana no ama la unidad? Recomendando el Señor esta unidad, no quiso nombrar muchos pastores, sino uno solo, diciendo: "Yo soy el buen Pastor".
 
Crisóstomo, in Joanem hom 59
Hablaba además el Señor de su pasión, enseñando que había venido al mundo por la salvación del hombre y no contra su voluntad. Después vuelve a indicar las señales que distinguen al pastor del mercenario: "Mas el asalariado y que no es el pastor, del que no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye".
 
San Gregorio, ut supra
Hay muchos que con razón no merecen el nombre de pastor, porque prefieren la recompensa terrestre a las ovejas. No puede llamarse pastor, sino mercenario, aquel que apacienta las ovejas del Señor por una recompensa pasajera y no por un amor íntimo; es mercenario el que ocupa el lugar del pastor, pero no busca el bien de las almas, desea con ansia las comodidades de la tierra, y se alegra con los honores de la prelacía.
 
San Agustín, De verb Dom. Serm 49
Busca otra cosa en la Iglesia, no busca a Dios; pues si buscase a Dios sería casto, porque el esposo legítimo del alma es Dios. El que busca en Dios otra cosa fuera de Dios, no busca a Dios castamente.
 
San Gregorio, ut supra
Si es pastor o mercenario, no puede conocerse con verdad si falta ocasión; porque en tiempo de tranquilidad, lo mismo el verdadero pastor que el mercenario están solícitos vigilando su rebaño; pero cuando viene el lobo demuestra cada uno con qué espíritu velaba sobre el rebaño.
 
San Agustín, ut supra
El lobo es el diablo y los que le siguen; porque dicho está ( Mt 7,15) que vestidos de piel de ovejas, son por dentro lobos rapaces.
 
San Agustín, in Joanem tract 46
He aquí que el lobo coge a la oveja por la garganta; el diablo induce al adulterio al alma fiel; debe rechazársele, pero rechazado, será enemigo, pondrá asechanzas, hará tanto mal cuanto pudiere. Te callas, no le increpas; has visto venir al lobo y has huido; permaneciste con el cuerpo, huiste con el ánimo, porque el alma se mueve por los sentimientos, ensanchándose con la alegría, constriñéndose por la tristeza, marchando por el deseo y huyendo por el temor.
 
San Gregorio, ut supra
El lobo se arroja también sobre las ovejas cuando un hombre injusto y ladrón oprime a los fieles y humildes; pero el que parecía pastor y no lo era, abandona las ovejas y huye, no atreviéndose a resistir a la injusticia en el momento en que ve el peligro, y huye, no mudando de lugar, sino dejando de acudir con el socorro. El mercenario no presta su auxilio en ninguno de estos peligros, y mientras busca sus comodidades exteriores, deja que por abandono el rebaño sufra pérdidas interiores. "Pero el mercenario huye", etc. Una sola razón hay para que el asalariado huya: porque es asalariado; como si dijera: no puede mantenerse firme cuando están en peligro las ovejas el que gobierna las ovejas, no por amor a ellas, sino por una ganancia terrenal, y por tanto, tiembla si se expone al peligro de perder lo único que ama.
 
San Agustín, ut supra
Si los Apóstoles fueron pastores y no mercenarios, ¿cómo es que huían cuando se veían perseguidos? Siguiendo el consejo del Señor ( Mt 10,23): "Si os persiguieren, huid". Llamemos, que no faltará quien abra.
 
San Agustín, Ad Honoratum epist 180
Huyan, pues, de ciudad en ciudad, todos los siervos de Cristo, los ministros de su palabra y de su sacramento, cuando alguno de ellos en particular es buscado por sus perseguidores, a fin de que la Iglesia no sea abandonada por los que no son perseguidos del mismo modo. Pero cuando el peligro es común a todos, a obispos, a clérigos y seglares, los que están necesitados del auxilio de otros no sean abandonados por aquellos cuyos auxilios necesitan, o que todos pasen a sitios seguros, o que aquellos que tienen el deber de permanecer no sean abandonados por los que tienen el sagrado ministerio de la Iglesia. Entonces es cuando los ministros de Cristo, a la vista de la persecución, deben huir de los lugares en donde no han dejado un pueblo que tenga necesidad de un ministerio, o cuando ese mismo ministerio, tan necesario, puede ser desempeñado por otros que no tienen el mismo motivo para huir. Pero cuando el pueblo permanece y los ministros huyen, ¿no es ésta una huida inexcusable de pastores mercenarios que no tienen cuidado alguno de las ovejas?
 
San Agustín, in Joanem tract 46
Los pastores buenos se llaman puerta, portero, pastor y ovejas; y los malos, ladrones y salteadores, asalariados, lobo.
 
San Agustín, De verb Dom. serm. 49
Debemos amar al pastor, precavernos del ladrón y tolerar al mercenario. El mercenario es útil en tanto no vea al lobo, al ladrón o al salteador, pues apenas le ve, huye.
 
San Agustín, in Joanem tract 46
Ni se llamaría mercenario si no recibiese la paga de aquel a quien sirve. Los hijos esperan con paciencia la herencia del padre; el mercenario desea con ansia y con presteza la retribución temporal de su trabajo. Y sin embargo, por sus palabras unos y otros difaman la divina gloria de Cristo; su palabra es dañosa haciendo el mal, no predicando el bien. Coged el racimo, huid de las espinas; porque a veces el racimo que nace de la vid está pendiente de las espinas. Así, muchos buscando en la Iglesia bienes temporales, predican a Cristo y por ellos es oída la voz de Cristo, y la siguen las ovejas, pero no al mercenario, sino a la voz del pastor por medio del mercenario.
   
14-21
"Yo soy el buen Pastor, y conozco mis ovejas, y las mías me conocen. Como el Padre me conoce, así conozco yo al Padre, y pongo mi alma por mis ovejas. Tengo también otras ovejas que no son de este aprisco: es necesario que yo las traiga y oirán mi voz y será hecho un solo aprisco y un pastor. Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi alma para volverla a tomar. No me la quita ninguno, mas yo la pongo por mí mismo: poder tengo para ponerla, y poder tengo para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre". Y hubo nuevamente disensión entre los judíos por estas palabras. Y decían muchos de ellos: "Demonio tiene y está fuera de sí: ¿por qué le escucháis?" Otros decían: "Estas palabras no son de endemoniado: ¿por ventura puede el demonio abrir los ojos de los ciegos?" (vv. 14-21)
 
Crisóstomo, in Joanem hom 59
Más arriba el Señor dio a conocer dos clases de amos malos: uno que roba, mata y saquea; otro que no impide el mal, dando a conocer en el uno a los sediciosos, y confundiendo con el otro a los maestros de los judíos, que no tenían celo alguno por las ovejas que les estaban encomendadas. Pero Cristo se distingue de unos y de otros; de los que habían venido para hacer daño, se distingue por estas palabras ( Jn 10,10): "Yo he venido para que tengan vida", y de los que desprecian las rapiñas de los lobos se diferencia diciendo, "que da su vida por sus ovejas". Y como conclusión de todo, añade ( Jn 10,11): "Yo soy el buen Pastor", pero como que ya había dicho que las ovejas oyen la voz del pastor y le siguen, para que nadie pueda preguntarle: ¿Qué dices, pues, de los que no creen en ti? El añade: "Y conozco a mis ovejas", etc. Que es lo mismo que San Pablo dijo por estas palabras ( Rom 11,2): "El Señor no rechazó a su pueblo, que había predestinado".
 
San Gregorio, in Evang. Hom 14
Como si dijera claramente: Yo amo a mis ovejas, y ellas, obedeciéndome, me aman, porque el que no ama la verdad, todavía no conoce.
 
Teófilacto
De aquí puedes deducir y conocer la diferencia entre el asalariado y el pastor; pues el asalariado no conoce a las ovejas porque las visita raras veces; mas el pastor conoce sus propias ovejas por la solicitud y cuidado que tiene por ellas.
 
Crisóstomo, ut supra
Por otra parte, para que no creas que es igual el conocimiento de Cristo y el de las ovejas, añade en seguida: "Como el Padre me conoce, así conozco yo al Padre", como si dijera: le conozco tan íntimamente como El me conoce a mí. Aquí hay paridad de conocimiento; allí no. Y añade: "Y pongo mi vida por mis ovejas".
 
San Gregorio, ut supra
Como si dijera claramente: Esta es prueba de que conozco al Padre y de que soy conocido por el Padre; que pongo mi vida por mis ovejas, esto es, esa misma caridad con que muero por mis ovejas es un testimonio del amor con que amo al Padre.
 
Crisóstomo, ut supra
Dice esto también para enseñarnos que no es un impostor, porque también el Apóstol cuando quiso probar contra los falsos apóstoles que él era el verdadero maestro, sacó argumentos de los mismos peligros y de las muertes que le habían amenazado.
 
Teófilacto
Los seductores, en efecto, no expusieron su vida por las ovejas, sino que, como mercenarios, abandonaron a aquellas que les seguían. Mas el Señor, para que no fueran presos, dijo ( Jn 18,8): "Dejad ir a éstos".
 
San Gregorio, ut supra
Como que El había venido no solamente para rescatar a Judea, sino también a la gentilidad, añade: "Tengo también otras ovejas que no son de este aprisco".
 
San Agustín, De verb Dom. serm. 50
Se dirigía al primer rebaño, que era, por la sangre, de la raza de Israel, pero había otros rebaños que pertenecían por la fe a ese mismo Israel. Estaban fuera, diseminados en medio de las naciones; estaban predestinados, pero aún no estaban congregados. No son, pues, de este rebaño, porque no son por la sangre de la raza de Israel. Pero más tarde pertenecerán a este redil: "Es necesario que yo las traiga", etc.
 
Crisóstomo, ut supra
El muestra dispersos a los unos y a los otros y sin tener pastor: "Y oirán mi voz". ¿Por qué os admiráis cuando digo que éstos han de seguirme y han de oír mi voz cuando veis que otros me siguen y la oyen? Después predice la unión futura de unos y otros, diciendo: "Y será hecho un solo aprisco", etc.
 
San Gregorio, ut supra
El ha hecho de dos rebaños un solo redil, reuniendo en su fe al pueblo judío y al gentil.
 
Teófilacto
Porque todos tienen una misma señal, el bautismo; un solo pastor, el Verbo de Dios. Sépanlo los maniqueos: que el Nuevo y el Antiguo Testamento no tienen más que un solo pastor y un solo redil.
 
San Agustín, in Joanem tract 47
¿Qué significan, pues, las palabras "Yo no he sido enviado sino a las ovejas que perecieron de la casa de Israel" ( Mt 15,24), sino que no manifestó su presencia corporal más que al pueblo de Israel, no habiendo ido El mismo a los gentiles, sino que envió?
 
Crisóstomo, ut supra
Esta palabra es necesario 1 no está puesta aquí como signo de fatalidad; expresa lo que ha de suceder. Mas como ellos decían que El era distinto del Padre, añade: "Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi alma para volverla a tomar".
 
San Agustín, in Joanem tract 37
Esto es: porque muero para resucitar. Gran importancia se da a estas palabras: Yo pongo. Que los judíos no se gloríen. Ellos han podido enfurecerse; si yo no hubiera querido poner mi alma, ¿qué habían de haber hecho enfureciéndose?
 
Teófilacto
El Padre ama al Hijo, no con un amor que será como el precio de la muerte que debe sufrir por nosotros, sino porque contempla en este Hijo, engendrado por El, su propia naturaleza, en virtud de la cual quiso morir por nosotros.
 
Crisóstomo, in Joanem hom 59
O es palabra de condescendencia, como queriendo decir: aun cuando no hubiese otro motivo, lo que me llevó a amaros es que vosotros de tal manera sois amados por mi Padre, que El me amaría porque doy mi vida por vosotros. Sin embargo, no es cierto que El no fuese antes amado por su Padre, ni que nosotros seamos la causa de este amor. El quiere demostrar que no subió al calvario contra su voluntad. Por eso añade: "No me la quita ninguno, mas yo la pongo por mí mismo".
 
San Agustín, De Trin. 3, 38
En lo cual demostró que no fue ningún pecado el que lo llevó a la muerte, sino que fue porque quiso, cuando quiso y de la manera que quiso: "Poder tengo para ponerla", etc.
 
Crisóstomo, ut supra
Como que ellos habían confabulado muchas veces para matarle, les dice que sin su voluntad todos sus esfuerzos serían estériles. Yo, les dice, tengo tal poder de librar mi alma, que nadie puede quitármela contra mi voluntad. Este poder no existe en los hombres, porque nosotros no tenemos poder de poner nuestra alma, sino matándonos a nosotros mismos, y sólo el Señor es quien tiene el poder de ponerla. De todo esto podemos deducir que cuando El quiere puede tomarla, y esto es lo que nos da a entender por estas palabras: "Y poder tengo para volverla a tomar"; demostración irrecusable de su resurrección. Pero para que al verlo sucumbir no pensasen que su Padre lo había abandonado, añade: "Este mandamiento recibí de mi Padre"; esto es, de poner mi alma y volverla a tomar. De donde podemos deducir que El no esperó esta orden ni tuvo necesidad de saberla, sino que manifestó su marcha voluntaria, y destruyó toda clase de sospecha de oposición por parte de su Padre.
 
Teófilacto
Este precepto no dice otra cosa que su concordia con su Padre.
 
Alcuino
No es por la palabra por donde la Palabra recibe este mandamiento; pero todo mandamiento está en la Palabra unigénita del Padre. Cuando se dice que el Hijo recibe todo lo que tiene de su naturaleza, no se disminuye el poder sino se muestra su generación. El Padre ha dado todo a su Hijo engendrándolo, porque el Padre lo engendró perfecto.
 
Teófilacto
Después de haber hablado de sí mismo cosas sublimes, manifestando la supremacía que tiene sobre la muerte y sobre la vida, desciende luego a cosas humildes, uniéndolo todo en admirable consorcio, a fin de que no se le considere ni como menor que su Padre e inferior a El, ni como su adversario; sino participando de su mismo poder y de sus mismas determinaciones.
 
San Agustín, in Joanem tract 47
Por lo que nos dice de su alma, se nos previene contra los apolinaristas, que dicen que Cristo no tuvo alma humana, esto es, racional. Examinemos, pues, cómo el Señor pone su alma. Cristo es a la vez Verbo y hombre, es decir, Verbo y alma y carne. ¿Es, pues, como Verbo como pone el alma y la vuelve a tomar? ¿Es el alma humana que como tal se pone y se vuelve a tomar? O, por último, ¿es la carne que como carne pone el alma y la vuelve a tomar? En el primer caso, el alma habría estado separada algún tiempo del Verbo de Dios, porque la muerte separó el cuerpo del alma; mas yo no digo que el alma estuviese separada del Verbo. Si decimos que el alma misma se puso, este sentido es muy absurdo, porque si no estaba separada del Verbo, ¿cómo había de separarse de sí misma? La carne fue la que puso su alma y otra vez la volvió a tomar, no por su poder, sino por el poder del Verbo que habitaba en ella.
 
Alcuino
Y como la luz resplandecía en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron, el Evangelista añade: "Y hubo nuevamente disensión entre los judíos por estas palabras. Y decían muchos de ellos: Demonio tiene y está fuera de sí".
 
Crisóstomo, ut supra
Como que las cosas que El decía traspasaban lo humano, de aquí el que lo creyeran poseído del demonio. Pero otros manifiestan que no lo estaba, y la prueba eran las mismas cosas que hacía. "Otros decían: estas palabras no son de endemoniado; ¿por ventura puede el demonio abrir los ojos de los ciegos?". Esto es, las mismas palabras no parecen de un poseso. Si, pues, no os persuaden las palabras, persuadíos, al menos, por las obras. Y como el Señor había demostrado el hecho, por eso se callaba. Además, ellos no eran dignos de respuesta. Pero también nos enseñó a nosotros toda mansedumbre y toda longanimidad. Ellos también se refrenaban cuando divididos disputaban los unos contra los otros.
 
Notas
1. En latín oportet; en griego, dei. Verbo que indica deber, necesidad.
   
22-30
Y se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación, y era invierno. Y Jesús se paseaba en el Templo por el pórtico de Salomón, y los judíos le cercaron y le dijeron: "¿Hasta cuándo nos acabas el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente". Jesús les respondió: "Os lo digo y no me creéis. Las obras que yo hago en nombre de mi Padre, éstas dan testimonio de mí; mas vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen. Y yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás, y ninguno las arrebatará de mi mano. Lo que me dio mi Padre es sobre todas las cosas, y nadie lo puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos una cosa". (vv. 22-30)
 
Alcuino
Hemos presenciado la paciencia de Dios y su predicación de salvación en medio de los oprobios de los judíos; pero éstos, endurecidos, más bien querían tentarlo que obedecerlo. "Y se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación".
 
San Agustín, in Joanem tract 48
La palabra encaenia 1 está formada de la palabra griega kai n o n , nuevo, y se designa por ella toda dedicación de alguna cosa nueva.
 
Crisóstomo, in Joanem hom 60
Esta palabra significa el día de la dedicación del Templo, o la vuelta de los judíos de la cautividad de Babilonia.
 
Teófilacto
Celebraban los judíos esta fiesta con esplendor, como recobrando la ciudad su propio brillo después de tan largo cautiverio.
 
Alcuino
O esta dedicación era en memoria de la celebración que hizo Judas Macabeo. La primera dedicación fue celebrada por Salomón en el otoño; la segunda por Zorobabel y por el sacerdote Jesús en la primavera, y ésta en invierno 2: "Y era invierno".
 
Beda
Leemos que Judas Macabeo estableció que esta dedicación se celebrase en recuerdo con solemnes ceremonias.
 
Teofilacto
El Evangelista expone que era la estación del invierno, para dar a entender que se acercaba el tiempo de la pasión, porque en la primavera siguiente tuvo lugar la pasión del Señor, y por eso se hallaba entonces en Jerusalén.
 
San Gregorio, Moralium 1, 2
O bien tiene cuidado de expresar la estación del invierno para indicar los fríos sentimientos que existían en el corazón de los judíos.
 
Crisóstomo, ut supra
Cristo asistía a esta solemnidad con mucho empeño; por lo demás, iba a menudo a Judea, porque estaba próxima la pasión. "Y Jesús se paseaba en el Templo por el pórtico de Salomón".
 
Alcuino
Se llamaba pórtico de Salomón el lugar en que este rey se ponía para orar. Los pórticos que rodeaban el Templo solían tomar el nombre del Templo. Si, pues, el Hijo de Dios quiso pasearse en el Templo en que se le hacían ofrendas de animales irracionales, ¡con cuánta mayor razón se alegrará de venir a nuestra casa de oración, en la cual se consagra su carne y su sangre!
 
Teófilacto
Mientras dura el crudo invierno, es decir, la vida presente, azotada por las tormentas de la iniquidad, esfuérzate en celebrar las encaenias espirituales de tu templo, renovándote siempre a ti mismo, y preparando ascensiones en tu corazón. Entonces Jesús estará propicio a ti en el pórtico de Salomón, concediéndote una vida tranquila y pacífica bajo su propio techo, porque en la vida futura nadie podrá celebrar la solemnidad de una renovación.
 
San Agustín, in Joanem tract 48
Como el sentimiento de la caridad se había resfriado en el corazón de los judíos, y el afán de hacer mal se había despertado en su alma, no se acercaban tocados de la fe, sino que perseguían movidos por la rabia: "Y los judíos le cercaron y le dijeron: ¿hasta cuándo nos acabas el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente". Hablaban así los judíos, no por el deseo de saber la verdad, sino para preparar el camino a la calumnia.
 
Crisóstomo, ut supra
No pudiendo recriminar en nada sus acciones, andaban en acecho para cogerlo en las palabras. Y mira su perversidad. Cuando El les instruye con palabras, le dicen: "¿Qué milagro nos muestras?" Y cuando El se lo manifiesta con las obras, le dicen: "Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente", estando siempre en continua contradicción. Llenas de odio estaban las palabras que le dirigían: "Dínoslo abiertamente", y sin embargo, El lo decía todo en público, hallándose presente siempre a las solemnidades, y jamás hablaba nada en secreto. Mas con estas palabras intentan adularle, diciéndole después: "Hasta cuándo nos acabas el alma", provocándolo de este modo para ver si podían hacerle caer en algún lazo.
 
Alcuino
Alegan que les tiene los ánimos en suspenso y en la incertidumbre el que había venido para salvar las almas.
 
San Agustín, ut supra
Pretendían oír de los labios del Salvador estas palabras: "Yo soy el Cristo", y tal vez conocían a Cristo en cuanto hombre, pero no entendían su divinidad en los Profetas. Por esto, si El decía: "Yo soy el Cristo", según lo que ellos sabían de la descendencia de David, lo habrían calumniado de que se apropiaba el poder real.
 
Alcuino
Y así pensaban entregarlo a la potestad del gobernador para que lo castigara, como a usurpador del trono de Augusto; por lo cual el Señor templa su respuesta de tal modo que cierra los labios de los calumniadores, enseña a los fieles que El es Cristo, y descubre los misterios de su divinidad a los que preguntaban sobre su humanidad. Jesús les respondió: "Os lo digo y no me creéis", etc.
 
Crisóstomo, ut supra
Les echa en cara su malicia, porque fingían bastarles una sola palabra para persuadirse, los que no se habían persuadido con tantas obras; como si les dijera: ¿si no creéis en las obras, cómo habéis de creer en las palabras? Y cuál sea el motivo de su incredulidad lo dice al punto: "Mas vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas".
 
San Agustín, ut supra
Esto les dijo porque los veía predestinados a la muerte eterna, y no a la vida eterna que El les había conquistado con su sangre. Lo que hacen las ovejas es creer al pastor y seguirlo.
 
Teófilacto
Después de haberles dicho: "No sois de mis ovejas", les exhorta al punto para que se hagan sus ovejas, diciendo: "Mis ovejas oyen mi voz".
 
Alcuino
Esto es, siguen de corazón mis preceptos. "Y yo las conozco", es decir, yo las elijo. "Y ellas me siguen" aquí abajo, yendo delante de ellas por el camino de la mansedumbre y de la inocencia, y después entrando en los goces de la vida eterna: "Y yo les doy vida eterna".
 
San Agustín, ut supra
Estos son los pastos de que poco antes había dicho ( Jn 10,9): "Y encontrará pastos". Buen pasto se dice de la vida eterna, en donde ninguna yerba se marchita; todo allí está verde. Mas vosotros echáis mano de la calumnia, porque sólo pensáis en la vida presente. "Y no perecerán jamás". Puedes sobreentender: Vosotros pereceréis para siempre, porque no sois de mis ovejas.
 
Teófilacto
Pero ¿cómo vemos a Judas perecer? Porque no perseveró hasta el fin. Empero, Cristo sólo había hablado de los que perseveraren, porque si alguno se separa del rebaño de las ovejas y deja de seguir al pastor, al punto cae en peligro.
 
San Agustín, ut supra
El añade por qué no han de perecer: "Y ninguno las arrebatará de mis manos". Habla de las ovejas, de las que se dice: El Señor conoce a aquellos que le pertenecen ( 2Tim 2,19); ni el lobo los arrebata, ni el ladrón los roba, ni el salteador los mata; seguro está del número de aquellos, el que sabe lo que ha dado por ellos.
 
San Hilario, De Trin 1, 7
Esta palabra es el testimonio de un poder, del cual tiene conciencia. Aunque estando en la naturaleza de Dios, debe ser considerado como naciendo de Dios, y por eso añade: "Lo que me dio mi Padre, es sobre todas las cosas". No oculta que El ha nacido del Padre y lo que recibió del Padre lo recibió al nacer, no después.
 
San Agustín, in Joanem tract 48
No por su crecimiento y desarrollo, sino por su nacimiento, es igual al Padre el que desde la eternidad nació Hijo del Padre, Dios de Dios. "Esto es lo que me dio el Padre", lo que es sobre todas las cosas, a saber: que yo soy su Verbo, que yo soy su Hijo único, que yo soy el brillo de su luz. "Y ninguno puede arrebatar las ovejas de mi mano", porque tampoco nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre: "Y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre". Si por mano entendemos el poder, uno es el poder del Padre y del Hijo, porque es una la Divinidad. Si por mano entendemos al Hijo, la mano del Padre es el Hijo mismo; lo que no decimos porque Dios tenga miembros corporales, sino porque Dios ha hecho todas las cosas por su Hijo. Así los hombres suelen decir también que sus manos son otros hombres por los cuales hacen lo que quieren. Alguna vez también suele llamarse la mano del hombre a la misma obra del hombre, porque se hace mediante la mano; a la manera que decimos que un hombre reconoce su mano cuando reconoce lo que ha escrito. En este lugar, por la mano del Padre y del Hijo, debemos entender su poder; no sea que después de haber tomado al Hijo por la mano del Padre, nuestro pensamiento carnal empiece a buscar al hijo del Hijo.
 
San Hilario, ut supra
A fin de que puedas comprender por una comparación material un poder de la misma naturaleza, se ha llamado a la mano del Hijo mano del Padre, porque la naturaleza y el poder del Padre se encuentran también en el Hijo.
 
Crisóstomo, in Joanem hom 60
Después, para que no pienses que El es débil, y que sólo por el poder del Padre es por lo que las ovejas están seguras, añade: "Yo y el Padre somos una misma cosa".
 
San Agustín, in Joanem tract 35
Escucha estas dos palabras, somos y una cosa, y te librarás de Escila y de Caribdis 3. La palabra una cosa te libra de Arrio; la palabra somos te libra de Sabelio. Si una cosa, luego no es diferente; si somos, luego Padre e Hijo.
 
San Agustín, De Trin. 6, 2
Una cosa somos, se ha dicho: lo que El es, yo lo soy por esencia, no por relación.
 
San Hilario, de Trin. 1, 8
Como los herejes no pueden negar estas cosas, las tratan de corromper con las tremendas mentiras de su impiedad. Pretenden referir esto a la unidad de consentimiento, de manera que haya en ellos sólo la unidad de voluntad, mas no de naturaleza. Esto es, que el Padre y el Hijo son uno, no porque ellos son, sino porque quieren lo mismo. Pero son uno por unidad de generación, en la que Dios no pierde nada de sí por efecto de esta generación. Son uno, en tanto que no se quitan de la mano del Hijo las cosas que no se quitan de la mano del Padre. Mientras el Padre es obrado en su obrante, mientras El está en el Padre y el Padre permanece en El. Esto no es efecto de la creación, sino del nacimiento; no lo hace la voluntad, sino el poder; no la unanimidad que habla, sino la naturaleza. No negamos, pues, la unanimidad entre el Padre y el Hijo, como nos atribuyen los herejes, afirmando que nosotros admitimos solamente la concordia para la unanimidad. Pero oigan qué unanimidad es la que nosotros no negamos: El Padre y el Hijo son uno por naturaleza en honor y en poder, y siendo la misma la naturaleza, no pueden tener dos voluntades diversas.
 
Notas
1. Dedicación, en griego egkainia . Sustantivo derivado del verbo egkainizw : renovar. Los LXX se valen del sustantivo para designar la fiesta que recuerda la nueva dedicación del Templo en el año 165.
2. La fiesta de la dedicación del Templo, en hebreo hanukka, consagración, celebra la renovada dedicación del Templo por Judas Macabeo, después de la victoria sobre los sirios, en el año 165 a.C. La primera consagración fue durante el reinado de Salomón (970-930 a.C.). Durante el gobierno Zorobabel, que fue gobernador de Judá bajo soberanía persa, siendo sumo sacerdote Josué, en el año 516 a.C. se dedicó nuevamente el Templo reconstruido tras el destierro.
3. Escila y Caribdis, respectivamente escollo y remolino del estrecho de Mesina, Italia. Eran temidos por los navegantes antiguos. En Homero aparecen como habitados por sendos monstruos.
   
31-38
Entonces los judíos tomaron piedras para apedrearle. Jesús les respondió: "Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre, ¿por cuál obra de ellas me apedreáis?" Los judíos le respondieron: "No te apedreamos por la buena obra, sino por la blasfemia, y porque tú, siendo hombre, te haces Dios a ti mismo". Jesús les respondió: "No está escrito en vuestra Ley: Yo dije, dioses sois. ¿Pues si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, y la Escritura no puede faltar; a mí, que el Padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Que blasfemas, porque he dicho, soy Hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. Mas si las hago, aunque a mí no me queráis creer, creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí y yo en el Padre". (vv. 31-38)
 
San Agustín, in Joanem tract 48
Los judíos oyeron estas palabras: "Yo y el Padre somos una cosa" y no lo pudieron soportar. Y según su costumbre, endurecidos, acudieron a las piedras: "Entonces los judíos tomaron piedras para apedrearle".
 
San Hilario, De Trin. 1, 7
Ahora los herejes, con la misma impiedad, bramando de furor y rehusando obedecer a sus palabras, emplean contra el Señor, que está sentado en los cielos, su furor sacrílego; lanzan sus palabras, que son como piedras, y, si pudieran, lo volverían a traer de su trono a la Cruz.
 
Teófilacto
El Señor, para mostrarles que no tenían razón alguna para enfurecerse contra El, les recuerda los milagros que ha hecho. Jesús les respondió: "Muchas buenas obras os he mostrado", etc.
 
Alcuino
A saber, sanando enfermos, en la manifestación de mi doctrina y de mis milagros, que mostré eran del Padre, porque siempre busqué su gloria: "¿Por cuál obra de ellas me apedreáis?" Aunque contra su voluntad, se ven obligados a confesar que muchos beneficios les venían de Cristo; pero llaman blasfemia a lo que había dicho de su igualdad y de la de su Padre. "Los judíos le respondieron: No te apedreamos por la buena obra, sino por la blasfemia", etc.
 
San Agustín, ut supra
Es su respuesta a esta palabra: "Yo y el Padre somos una cosa". He aquí que los judíos entendieron lo que los arrianos no entienden, y se enfurecieron porque conocieron que no podía decirse "Yo y el Padre somos una cosa", a no ser que haya igualdad del Padre y del Hijo.
 
San Hilario, ut supra
El judío dice, siendo hombre; el arriano, siendo criatura. Uno y otro añaden: "Te haces Dios". El arriano habla de un dios, de una sustancia nueva y extraña, de tal suerte, que resulta un dios de otro género, o ni aun dios siquiera, puesto que dice: "No es dios por nacimiento, no es dios en verdad; es una criatura superior a todas".
 
Crisóstomo, in Joanem hom 60
El Señor no destruyó la opinión de los judíos que creían que El se hacía igual a Dios; antes bien hace todo lo contrario. Jesús les respondió: "No está escrito en vuestra Ley".
 
San Agustín, in Joanem tract 48
Es decir, en la Ley que se os ha dado, "Yo dije: ¿dioses sois?". Dios dijo esto a los hombres por el Profeta en un Salmo, y el Señor llama generalmente Ley a todas aquellas Escrituras, aun cuando alguna vez la llame Ley, distinguiéndola de los Profetas, como se ve en aquel pasaje de San Mateo (22,40): "De estos dos mandamientos depende toda la Ley y los Profetas". Alguna vez divide en tres las mismas Escrituras, cuando dice ( Lc 24,26-27): "Convenía que se cumpliesen toda las cosas que de mí estaban escritas en la Ley, en los Profetas y en los Salmos". Aquí llama también a los Salmos con el nombre de Ley. He aquí su argumento: si El llamó dioses a aquellos a quienes se dirige la palabra de Dios, y la Escritura no puede faltar, ¿cómo podéis decir que blasfema Aquel a quien Dios santificó y envió al mundo, porque dijo: soy Hijo de Dios?
 
San Hilario, ut supra
Antes de demostrar que El y el Padre eran una misma cosa por naturaleza, comienza a refutar el ridículo y estúpido ultraje de acusarlo porque se llamaba Dios, no siendo sino hombre. Aplicando la palabra de Dios, este nombre a los hombres santos, y apoyando así en esta autoridad irrefragable la atribución hecha de este nombre a los mortales, ya no es un crimen que El se haga Dios siendo hombre, cuando la Ley llama dioses a aquellos que son hombres. Y si la usurpación de este nombre no es sacrílega entre los demás hombres, ¿por qué ha de parecer que la usurpa imprudentemente, al haberse llamado Hijo de Dios, Aquel a quien Dios santificó, pues aventaja a todos los demás que de manera impía se permiten llamarse dioses, porque El ha sido santificado para ser Hijo, como lo dice el Apóstol San Pablo por estas palabras ( Rom 1,4): "Porque ha sido predestinado Hijo de Dios con poder según el espíritu de santificación". Toda esta respuesta concierne al Hijo del hombre en cuanto el Hijo de Dios es también Hijo del hombre.
 
San Agustín, ut supra
O de otra manera: Lo santificó, esto es, al engendrarlo le dio el ser santo, porque lo engendró santo. Ahora bien, si la palabra de Dios se ha hecho para los hombres a fin de que puedan llamarse dioses, el Verbo mismo de Dios ¿cómo no es Dios? Si los hombres, participando del Verbo de Dios se hacen dioses, ¿no ha de ser Dios el Verbo de donde toman la participación?
 
Teófilacto
O lo santificó, esto es, lo consagró para que se sacrificara por el mundo; en lo cual mostró que El no era Dios como los demás, porque salvar al mundo es una obra divina, pero no de un hombre deificado por la gracia.
 
Crisóstomo, in Joanem hom 60
O esperando que sus palabras fuesen recibidas, habló con más humildad. Pero después los lleva a cosas más elevadas, diciendo: "Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis", manifestando así que en nada era menor que el Padre. Como a ellos les era imposible ver su substancia, les da una prueba de la igualdad de su poder, produciendo la igualdad de las obras.
 
San Hilario, ut supra
¿Qué lugar hay aquí para la adopción, para conceder un nombre, de manera que no sea Hijo de Dios por naturaleza cuando la prueba de que es Hijo de Dios son las obras del poder de su Padre? Porque la creatura no se equipara a Dios, puesto que a El no se le puede comparar naturaleza alguna que le sea ajena. Da testimonio de que El cumple no lo que es suyo sino lo que es de su Padre, a fin de no destruir el hecho de su generación por la grandeza de sus actos. Y como bajo el misterio del cuerpo, tomado y nacido de María, no se veía la naturaleza del Hijo del hombre y de Dios, la fe nos lo avisa por los hechos, diciendo: "Mas si las hago, aunque a mí no me queráis creer, creed a las obras". ¿Por qué, pues, el misterio del nacimiento humano ha de impedir el conocimiento del nacimiento divino, cuando Aquel que ha recibido este nacimiento divino cumple todas sus obras, rodeado de esta humanidad que lo sigue? Haciendo, pues, las obras de su Padre, ha querido demostrar lo que debía creerse en las obras, porque añade: "Para que conozcáis y creáis que El está en mí, y yo en el Padre". Esto significan aquellas palabras: "Soy Hijo de Dios", y esto ( Jn 10,30): "Yo y el Padre somos una cosa".
 
San Agustín, in Joanem tract 48
Porque el Hijo no dice: Mi Padre está en mí y yo en El, a la manera que lo pueden decir los hombres; pues por los buenos pensamientos estamos en Dios, y por medio de una vida santa vive en nosotros. Participando de su gracia e iluminados por su luz, estamos en El y El está en nosotros. Mas el Hijo Unigénito de Dios está en el Padre y el Padre en El, de la misma manera que un igual en aquel que es su igual.
   
39-42
Y ellos querían prenderle: mas se salió de entre sus manos, y se fue otra vez a la otra ribera del Jordán, a aquel lugar en donde primero estaba bautizando Juan, y se estuvo allí. Y vinieron a El muchos, y decían: "Juan en verdad no hizo ningún milagro. Mas todas las cosas que Juan dijo de éste, eran verdaderas". Y muchos creyeron en El. (vv. 39-42)
 
Beda
El Evangelista muestra que los judíos aún perseveraban en su comenzada locura: "Y ellos querían prenderle".
 
San Agustín, in Joanem tract 48
No por la fe y por la inteligencia, sino por la ira y por la muerte. Tú lo prendes para poseerlo; ellos querían prenderlo para perderlo. Por eso añade: "Mas se salió de entre sus manos". No pudieron prenderlo porque no tenían las manos de la fe. Pero no era difícil al Verbo sacar su carne fuera de las manos de la carne.
 
Crisóstomo, in Joanem hom 60
Cuando Cristo ha hablado algo extraordinario, al punto se retira, para aplacar con su ausencia el furor de ellos. Esto es lo que hace ahora. "Y se fue otra vez a la otra ribera del Jordán". El Evangelista designa el nombre de este lugar para que recuerdes todas las cosas que allí hizo y dijo Juan, así como su testimonio.
 
Beda
Estas palabras: "En donde primero estaba", esto es, desde su primera edad. El nos refiere que durante su retiro a este lugar, muchos vinieron a El: "Y vinieron a El muchos, y decían: Juan, en verdad, no hizo ningún milagro".
 
San Agustín, ut supra
Esto es: no mostró ningún milagro. No lanzó a los demonios, no dio vista a los ciegos, no resucitó a los muertos.
 
Crisóstomo, ut supra
Mira qué razonamientos tan irrecusables hacen ellos. Juan, dicen, no hizo ningún milagro, pero Este los ha hecho; lo cual demuestra la preeminencia de Este. Después, para que no se rehúse el testimonio de Juan, so pretexto de que no hizo ningún milagro, añaden: "Mas todas las cosas que Juan dijo de Este eran verdaderas". Si hemos de creer en el testimonio de Juan, con mucha mayor razón debemos creer en el testimonio de Aquel que tiene a su favor la prueba de los milagros. "Y muchos creyeron en El".
 
San Agustín, ut supra
He aquí a los que prenden al que se queda, pero no como los judíos querían prender al que se retiraba. Y nosotros también sirvámonos de la lámpara para llegar al día, porque Juan era la lámpara y daba testimonio del día.
 
Teófilacto
Nótese que el Señor condujo frecuentemente a las turbas a los lugares solitarios, arrancándolas de la sociedad de los impíos para hacerles dar más fruto, de la misma manera que sacó al pueblo al desierto para darle la Ley antigua. En sentido místico, el Señor retirándose de Jerusalén (esto es, del pueblo judío), se traslada a lugares en que había fuentes, esto es, desde los pueblos del gentilismo a la Iglesia que tiene la fuente del bautismo; por lo cual, a través del Jordán, muchos van a Cristo.