CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO |
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01-06 |
"En verdad, en verdad os
digo: que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas,
mas sube por otra parte, aquél es ladrón y salteador. Mas el que entra
por la puerta, pastor es de las ovejas. A éste abre el portero, y las
ovejas oyen su voz, y a las ovejas propias llama por su nombre, y las
saca. Y cuando ha sacado fuera sus ovejas, va delante de ellas; y las
ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no le siguen,
antes huyen de él, porque no conocen la voz de los extraños". Este
proverbio les dijo Jesús. Mas ellos no entendieron lo que les decía. (vv.
1-6)
Crisóstomo,
in Joanem hom 58
Como el Señor había sostenido una disputa
sobre la ceguedad de los judíos, a fin de que ellos no dijesen: no es
por nuestra ceguedad por lo que no nos acercamos a ti, sino que nos
apartamos como huyendo del error, quiere probar que El no es un
impostor, sino que es el verdadero pastor, fijando las señales que
distinguen al ladrón del pastor. Y en primer lugar enseña quién es el
impostor y el ladrón, diciendo: "En verdad, en verdad os digo: que el
que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, mas sube por
otra parte, aquel es ladrón y salteador". El se refiere de una manera
tácita a todos aquellos que vinieron antes que El y a los que vendrían
después, al anticristo y a los falsos cristos. Llama puerta a las
Escrituras, porque éstas enseñan el conocimiento de Dios; ellas son
las que guardan las ovejas y no dejan que se acerquen los lobos,
cerrando la entrada a los herejes. Así, pues, el que no usa de las
Escrituras, sino que sube por otra parte, esto es, adopta otra vía
distinta y no legítima, éste es un ladrón. Dice sube
y no dice entra, a la manera del ladrón que
trata de escalar el muro y hace todas las cosas rodeado de peligros.
Dice por otra parte designando de una manera
tácita a los escribas, que enseñaban las máximas y las doctrinas
humanas, y al mismo tiempo violaban la Ley. No debe extrañarnos que El
se llame a sí mismo puerta, porque se
presenta a sí mismo también como pastor y como rebaño. El se llama
puerta por ser el que nos conduce al Padre, y
se llama pastor por ser el que nos guía.
San Agustín,
in Joanem tract 45
O de otro modo: Hay muchos que por la
manera ordinaria que tienen de obrar se llaman hombres buenos, que al
parecer observan lo que en la Ley se manda; sin embargo, no son
cristianos y las más de las veces se jactan como los fariseos: "Pues
qué, ¿nosotros somos también ciegos?" ( Jn
9,40). Como que ignorando a qué fin dirigir sus acciones, obran
inútilmente; pero el Señor, bajo la figura de rebaño y de puerta por
la que se entra al redil, les dice: "En verdad, en verdad os digo: que
el que no entra por la puerta", etc. Digan en hora buena los paganos,
digan los judíos o los herejes, nuestra vida es buena; si no entran
por la puerta ¿de qué les sirve? La buena vida debe proporcionar a
cada uno la vida eterna, y no puede decirse que viven bien los que
ignoran por ceguedad el fin del bien vivir, o por orgullo lo
menosprecian. Nadie puede tener esperanza de vivir siempre, si no
conoce la vida (que es Cristo) y entra por esta puerta en el redil.
Todo aquel que quiere entrar en el redil, entre por la puerta; y no
solamente predique a Cristo, sino busque su gloria y no la gloria
propia. Pero Cristo es una puerta humilde; el que entra por esta
puerta debe bajar su cabeza para que pueda entrar con ella sana. Mas
aquel que no se humilla sino que se ensalza, ése quiere escalar el
muro; por tanto, se eleva para caer. Muchas veces tales hombres
pretenden persuadir a los demás a que vivan bien sin ser cristianos;
éstos quieren subir por otra parte, robar y matar. Son, pues,
ladrones, porque se apropian lo ajeno; son salteadores, porque matan
lo que roban.
Crisóstomo,
ut supra
Has visto cómo describe al ladrón; mira
ahora la definición del pastor: "Mas el que entra por la puerta,
pastor es de las ovejas".
San Agustín,
De verb Dom. Serm 49
Entra por la puerta el que entra por
Cristo, el que imita la pasión de Cristo, el que conoce la humildad de
Cristo, que siendo Dios se ha hecho hombre por nosotros. Conozca el
hombre que no es Dios, sino hombre, porque el que quiere parecer Dios
siendo hombre, no imita a Aquel que siendo Dios se hizo hombre. Porque
no se te ha dicho: seas algo menos de lo que eres; sino, reconoce lo
que eres.
"A éste abre el portero".
Crisóstomo,
ut supra
Nada impide llamar portero a Moisés,
porque a él fue confiado el depósito de las palabras de Dios.
Teófilacto
O bien el Espíritu Santo es el portero
que, abriéndonos las Sagradas Escrituras, nos muestra a Cristo.
San Agustín,
in Joanem tract 46
O de otra manera: Por este portero debemos
entender al mismo Señor. En las cosas humanas hay más diferencia entre
un pastor y una puerta, que entre un portero y una puerta, y sin
embargo, el Señor se llama a sí mismo pastor y puerta. ¿Por qué no
hemos de ver en El al portero? El que se manifiesta a sí mismo, es el
mismo que se abre. Si buscas que otro sea el portero, puedes
reconocer, sin duda, bajo este nombre al Espíritu Santo, de quien el
Señor dice: "El mismo os enseñará toda la verdad" (
Jn 16,13). La puerta es Cristo, que es la verdad. ¿Quién abre
la puerta sino el que enseña la verdad? Debemos cuidar, sin embargo,
de no estimar más al portero que a la puerta, porque en las casas de
los hombres el portero es más que la puerta, y no la puerta más que el
portero.
Crisóstomo,
ut supra
Como que ellos le habían tenido por un
impostor y se empeñaban en probarlo por su misma infidelidad diciendo
( Jn 7,48): "Quién de los príncipes creyó en
El", enseña ahora que, puesto que no le escuchan, son excluidos de la
condición de ovejas: "Las ovejas oyen su voz". Y si es propio del
pastor entrar por la puerta verdadera, por la que El mismo entró,
síguese que se separan del rebaño las ovejas que no oyen su voz.
"Y a las ovejas propias llama por su
nombre".
San Agustín,
in Joanem tract 45
Porque El conoce el nombre de los
predestinados. Por eso ha dicho a sus discípulos (
Lc 10,20): "Alegraos, porque vuestros nombres están escritos en
el cielo". "Y las saca".
Crisóstomo,
in Joanem hom 58
Sacaba a sus ovejas cuando las enviaba, no
ya lejos de los lobos, sino en medio de ellos. Estas palabras parece
que se dirigen al ciego de una manera indirecta, porque le sacó
llamándole de en medio de los judíos.
San Agustín,
ut supra
¿Y quién es el que saca las ovejas sino
Aquel que perdona los pecados, para que desembarazados de sus duras
cadenas puedan seguirle? "Y cuando ha sacado fuera sus ovejas, va
delante de ellas".
Glosa
En verdad, las saca de las tinieblas de la
ignorancia a la luz, cuando va delante de ellas como en columna de
nube y de fuego.
Crisóstomo,
ut supra
Los pastores hacen lo contrario, siguiendo
ellos mismos a las ovejas; mas El dice de sí mismo lo contrario,
conduciendo las ovejas a la verdad.
San Agustín,
ut supra
¿Y quién es el que va delante de las
ovejas sino Aquel que resucitando de entre los muertos no muere ya más
( Rom 6,9), y dijo al Padre (
Jn 17,24): "Quiero que aquellos que tú me
diste estén conmigo en donde yo estoy".
"Y las ovejas le siguen, porque ellas
conocen su voz. Mas al extraño no le siguen", etc.
Crisóstomo,
ut supra
Llama extraños a Judas y a Teudas
1 y a
los demás falsos apóstoles que debían venir después de ellos. Para no
confundirse con ellos, se distingue en muchas cosas. En primer lugar
por la doctrina de las Sagradas Escrituras, por las cuales Cristo
atraía a sí a los hombres, mientras que ellos separaban a los hombres
de esas mismas Escrituras. En segundo lugar, por la obediencia de las
ovejas, pues los hombres creyeron en El no sólo durante su vida, mas a
ellos los abandonaron inmediatamente
Teófilacto
Significa también el anticristo, que
después de haber engañado un tanto a los hombres, no hará prosélitos
después de su muerte.
San Agustín,
ut supra
¿Pero cómo resolver esta cuestión? Algunas
veces las que no son ovejas oyen la voz del pastor; tal aconteció a
Judas, que aunque era lobo, oyó esta voz, y las ovejas no la oyen;
porque algunos de los que crucificaron a Cristo eran ovejas, y sin
embargo, no oyeron su voz. Podrá decir alguno que aquellas no eran
ovejas cuando no oían su voz; mas una vez que fue oída esta voz,
fueron cambiados, de lobos que eran, en ovejas. Aún me asusta lo que
el Señor, por boca de Ezequiel, reprende a los pastores, diciéndoles,
entre otras cosas, acerca de las ovejas ( Jn
34,6): "No llamaste a la que andaba errante". El le dice
errante y la llama oveja;
no andaría errante, si oyera la voz del pastor; por eso anda errante,
porque oyó la voz del extraño. He aquí lo que yo digo: el Señor conoce
los que son suyos, por presciencia ( 2Tim
2,19); conoce a los predestinados; éstos son las ovejas. Algunas veces
no se conocen ellas mismas, pero el pastor las conoce; porque hay
muchas ovejas fuera del redil, y muchos lobos están dentro. De los
predestinados es de quien habla. Hay una cierta voz de pastor que las
ovejas reconocen; no la del extraño; y en la que las que no son ovejas
no oyen a Cristo. ¿Qué voz es ésta? "El que perseverare hasta el fin,
éste será salvo" ( Mt 10,22). Esta voz no la
desprecia el hijo; no la oye el extraño. "Este proverbio les dijo
Jesús. Mas ellos no entendieron lo que les decía", porque el Señor
apacienta con palabras claras y ejercita con palabras oscuras. Cuando
dos oyen las palabras del Evangelio, el uno piadoso y el otro impío, y
lo que oyen es de tal naturaleza que ambos no lo entienden, el uno
exclama: es verdad lo que dijo, es bueno lo que dijo, pero nosotros no
lo entendemos. Este ya llama, porque cree; es digno de que se le abra
si insiste en llamar. El otro dice: nada dijo; que oiga aun esta
palabra: "Si no creyereis, no entenderéis" ( Is
7,9).
Notas
1.
Entre los falsos mesías, a que hace referencia Gamaliel en su discurso
de Hech 5,36-37, están, Judas el Galileo,
hijo de Ezquías, quien se sublevó hacia el 6 a.C.; y un tal Teudas,
sobre cuya identidad hay cierta incertidumbre.
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07-10 |
Y Jesús les dijo otra vez:
"En verdad, en verdad os digo que yo soy la puerta de las ovejas.
Todos cuantos vinieron, ladrones son y salteadores, y no los oyeron
las ovejas. Yo soy la puerta: quien por mí entrare será salvo, y
entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para
hurtar y para matar y para destruir. Yo he venido para que tengan vida
y para que la tengan en más abundancia". (vv. 7-10)
Crisóstomo,
in Joanem hom 58
Queriendo el Señor que se fijaran más los
judíos, les explica lo que más arriba les había dicho: "Y Jesús les
dijo otra vez: En verdad, en verdad os digo que yo soy la puerta de
las ovejas".
San Agustín,
in Joanem tract 45
He aquí que abre lo que estaba cerrado. El
es la puerta; entremos, pues, y nos alegraremos de haber entrado.
"Todos cuantos vinieron, ladrones son y
salteadores".
Crisóstomo,
ut supra
No dijo esto de los Profetas, como
pretenden los herejes, sino de los sediciosos. Por lo cual añade,
alabando a las ovejas: "Pero no los oyeron las ovejas". En ningún
lugar se observa que haya hecho elogios de aquellos que no obedecieron
a los Profetas; antes, por el contrario, los vitupera severamente.
San Agustín,
ut supra
Entiéndase en este sentido: Todos los que
vinieron sin mí; porque no vinieron sin El los Profetas, porque
vinieron con El los que vinieron con la palabra de Dios, y los que
vinieron con El fueron veraces, porque El es la palabra y la verdad.
El que había de venir enviaba sus heraldos, poseyendo los corazones de
aquellos que enviaba. El que existe siempre, tomó carne en el tiempo.
¿Qué quiere decir siempre ? "En el principio
era el Verbo" ( Jn 1,1). Los justos
precedieron su venida en carne; creyeron que había de venir del mismo
modo que nosotros creemos que vino. Los tiempos son diversos, no la
fe; la misma fe une a los unos y a los otros, a aquellos que creyeron
que vendría, y a los que creen que vino. Luego todos los que vinieron
sin El fueron ladrones y salteadores; esto es, vinieron para robar y
para matar. "Pero no los oyeron las ovejas", esto es, aquellos de
quienes se ha dicho ( 2Tim 2,19): "El Señor
conoce los que son de El". Las ovejas no oyeron a aquellos en quienes
no estaba la voz de Cristo; a los que andan errando, a los mentirosos,
a los seductores de infelices.
Por qué se llama a sí mismo puerta, lo
manifiesta cuando añade: "Yo soy la puerta; quien por mi entrare será
salvo".
Alcuino
Como si dijera: Las ovejas no les oyen;
pero me oyen a mí, porque yo soy la puerta, y todo hombre verdadero,
no hipócrita, que entrare por mí y perseverare, será salvo.
Teófilacto
El Señor conduce a las ovejas a los pastos
por la puerta; por eso dice: "Y entrará, y saldrá, y hallará pastos".
¿Cuáles son estos pastos, sino el placer y el descanso futuro en que
el Señor nos introduce?
San Agustín,
ut supra
Pero ¿qué quiere decir "Entrará y saldrá"?
Entrar en la Iglesia por la puerta misma es muy bueno; pero salir de
la Iglesia, no lo es. Podemos, pues, decir que nosotros entramos
cuando pensamos interiormente alguna cosa, y que salimos cuando
hacemos alguna acción exterior, según aquello del Profeta (
Sal 103,23): "Saldrá el hombre a su obra"
Teófilacto
O bien la palabra entrar
se aplica a aquel que se ocupa del hombre interior, y la palabra
salir a aquel que mortifica en Cristo al
hombre exterior, esto es, a sus miembros, que están sobre la tierra (
Col 3), porque éste es el que encontrará
pastos en la vida futura.
Crisóstomo,
ut supra
O bien estas palabras deben entenderse de
los Apóstoles, que entraron y salieron con intrepidez, como señores de
todo el mundo, y nadie pudo arrojarlos, y tuvieron alimentos.
San Agustín,
ut supra
Pero más me complace el consejo que en
cierta manera nos da cuando dice después: "El ladrón no viene sino
para hurtar".
Alcuino
Como si dijera: Con razón las ovejas no
oyen la voz del ladrón, porque el ladrón no viene sino para hurtar,
apropiándose a sí lo que es de otro; no instruyendo a sus secuaces en
los preceptos de Cristo, sino persuadiéndoles a que vivan siguiendo el
ejemplo de ellos. Por eso añade el Evangelista: "Y para matar"
(separando de la fe con doctrina engañosa), "y para destruir" (en la
eterna condenación). Esos son, pues, los que hurtan y matan. "Yo he
venido para que tengan vida, y para que la tengan en más abundancia".
San Agustín,
ut supra
Me parece que debe entenderse: para que
tengan vida, los que entran, esto es, que reciban la vida de la fe que
obra por la caridad ( Gál 5); fe que abre la
puerta del redil en que está la vida, porque el justo vive de la fe (
Rom 1,17). "Y para que la tengan en más
abundancia" los que salen, esto es, cuando mueren los verdaderos
fieles y tienen una vida más abundante, en donde después no vuelven a
morir. Aunque en esta vida no falten pastos, encontrarán pastos donde
puedan saciarse, como los que encontró aquel a quien se dijo (
Lc 23,43): "Hoy estarás conmigo en el
paraíso".
San Gregorio,
Super Ezech. hom 13
Entrará, pues, en la fe y saldrá a la
visión de la naturaleza misma, y encontrará pastos en la eterna
hartura.
Crisóstomo,
ut supra
Cuando dice "El ladrón no viene sino para
hurtar, y para matar, y para destruir", se refiere a los sediciosos, y
esto se cumple a la letra en todos aquellos hombres muertos y perdidos
que les seguían, privándolos de este modo de la vida eterna. "Yo he
venido por la salvación de todos, para que tengan vida y para que la
tengan en más abundancia en el reino de los cielos"; y ésta es la
tercera diferencia por la que se distingue de los falsos profetas.
Teófilacto
En sentido místico, el ladrón es el diablo
que con la tentación viene para robar por medio de malos pensamientos,
mata por el consentimiento y destruye por las obras.
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11-13 |
"Yo soy el buen pastor. El
buen pastor da su vida por sus ovejas. Mas el asalariado y que no es
el pastor, del que no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja
las ovejas y huye, y el lobo arrebata y esparce las ovejas. Y el
asalariado huye, porque es asalariado y porque no tiene parte en las
ovejas". (vv. 11-13)
San Agustín,
in Joanem tract 46 et 47
El Señor nos descubre dos cosas, que nos
había propuesto en cierto modo encubiertas. Nosotros sabemos desde un
principio que El mismo es la puerta; ahora nos enseña que es pastor,
por estas palabras: "Yo soy el buen pastor". Más arriba nos había
dicho que el pastor entraba por la puerta. Si, pues, El mismo es la
puerta, ¿cómo entra por sí mismo? Así como El por sí mismo conoce al
Padre y nosotros le conocemos por El, de la misma manera El entra en
el redil por sí mismo y nosotros entramos allí por El. Nosotros,
porque predicamos a Cristo entramos por la puerta. Pero Cristo se
predica a sí mismo; porque su predicación le muestra a El mismo,
muestra la luz y otras muchas cosas. Si aquellos que presiden la
Iglesia, que son sus hijos, son pastores, ¿cómo es que no hay más que
un solo pastor sino porque todos aquellos son miembros de un solo
pastor? Y en verdad el ser pastor lo concedió a sus miembros; pues
Pedro es pastor, y los demás Apóstoles son pastores, y todos los
buenos obispos son pastores. Pero la prerrogativa de ser puerta no la
concedió a ninguno de nosotros; la reservó para sí solo. No habría
añadido a la palabra pastor la cualidad de
bueno, si no hubiera pastores malos; ellos
son ladrones y salteadores, o por lo menos mercenarios.
San Gregorio,
in Evang hom 14
El añade la manera de ser del pastor
bueno, para que nosotros le imitemos. "El buen pastor da su vida por
sus ovejas". Hizo lo que aconsejó, manifestó lo que mandó, dio su vida
por sus ovejas, para hacer de su cuerpo y de su sangre un sacramento
para nosotros y para poder saciar con el alimento de su carne a las
ovejas que había rescatado. Se nos puso delante el camino del
desprecio de la muerte, que debemos seguir, y la forma divina a la que
debemos adaptarnos. Lo primero que debemos hacer es repartir
generosamente nuestros bienes entre sus ovejas, y lo último dar, si
fuera necesario, hasta nuestra misma vida por estas ovejas. Pero el
que no da sus bienes por las ovejas, ¿cómo ha de dar por ellas su
propia vida?
San Agustín,
in Joanem tract 47
Mas esto no lo hizo sólo Cristo; y sin
embargo, si aquellos que lo hicieron son miembros de su redil, El fue
el único que hizo estas cosas, porque El lo pudo hacer sin ellos, pero
ellos no pudieron hacerlo sin El.
San Agustín,
De verb dom. Serm 50
Sin embargo, todos los pastores fueron
buenos, no solamente porque derramaron su sangre, sino porque la
derramaron por las ovejas; pues no la derramaron por orgullo, sino por
caridad. Los mismos herejes que por sus iniquidades y sus errores
sufrieron algunos trabajos, se jactan con el nombre del martirio,
cubriéndose con esta capa para robar más fácilmente, porque son lobos.
No de todos aquellos que entregaron sus cuerpos al martirio debe
decirse que derramaron su sangre por las ovejas, sino más bien contra
las ovejas, pues dice el Apóstol: "Si entregare mi cuerpo para ser
quemado y no tuviere caridad, nada me aprovecha" (
1Cor 13,3). ¿Cómo ha de tener siquiera sea una centella de
caridad, aquel que formando parte de la comunión cristiana no ama la
unidad? Recomendando el Señor esta unidad, no quiso nombrar muchos
pastores, sino uno solo, diciendo: "Yo soy el buen Pastor".
Crisóstomo,
in Joanem hom 59
Hablaba además el Señor de su pasión,
enseñando que había venido al mundo por la salvación del hombre y no
contra su voluntad. Después vuelve a indicar las señales que
distinguen al pastor del mercenario: "Mas el asalariado y que no es el
pastor, del que no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las
ovejas y huye".
San Gregorio,
ut supra
Hay muchos que con razón no merecen el
nombre de pastor, porque prefieren la recompensa terrestre a las
ovejas. No puede llamarse pastor, sino mercenario, aquel que apacienta
las ovejas del Señor por una recompensa pasajera y no por un amor
íntimo; es mercenario el que ocupa el lugar del pastor, pero no busca
el bien de las almas, desea con ansia las comodidades de la tierra, y
se alegra con los honores de la prelacía.
San Agustín,
De verb Dom. Serm 49
Busca otra cosa en la Iglesia, no busca a
Dios; pues si buscase a Dios sería casto, porque el esposo legítimo
del alma es Dios. El que busca en Dios otra cosa fuera de Dios, no
busca a Dios castamente.
San Gregorio,
ut supra
Si es pastor o mercenario, no puede
conocerse con verdad si falta ocasión; porque en tiempo de
tranquilidad, lo mismo el verdadero pastor que el mercenario están
solícitos vigilando su rebaño; pero cuando viene el lobo demuestra
cada uno con qué espíritu velaba sobre el rebaño.
San Agustín,
ut supra
El lobo es el diablo y los que le siguen;
porque dicho está ( Mt 7,15) que vestidos de
piel de ovejas, son por dentro lobos rapaces.
San Agustín,
in Joanem tract 46
He aquí que el lobo coge a la oveja por la
garganta; el diablo induce al adulterio al alma fiel; debe
rechazársele, pero rechazado, será enemigo, pondrá asechanzas, hará
tanto mal cuanto pudiere. Te callas, no le increpas; has visto venir
al lobo y has huido; permaneciste con el cuerpo, huiste con el ánimo,
porque el alma se mueve por los sentimientos, ensanchándose con la
alegría, constriñéndose por la tristeza, marchando por el deseo y
huyendo por el temor.
San Gregorio,
ut supra
El lobo se arroja también sobre las ovejas
cuando un hombre injusto y ladrón oprime a los fieles y humildes; pero
el que parecía pastor y no lo era, abandona las ovejas y huye, no
atreviéndose a resistir a la injusticia en el momento en que ve el
peligro, y huye, no mudando de lugar, sino dejando de acudir con el
socorro. El mercenario no presta su auxilio en ninguno de estos
peligros, y mientras busca sus comodidades exteriores, deja que por
abandono el rebaño sufra pérdidas interiores. "Pero el mercenario
huye", etc. Una sola razón hay para que el asalariado huya: porque es
asalariado; como si dijera: no puede mantenerse firme cuando están en
peligro las ovejas el que gobierna las ovejas, no por amor a ellas,
sino por una ganancia terrenal, y por tanto, tiembla si se expone al
peligro de perder lo único que ama.
San Agustín,
ut supra
Si los Apóstoles fueron pastores y no
mercenarios, ¿cómo es que huían cuando se veían perseguidos? Siguiendo
el consejo del Señor ( Mt 10,23): "Si os
persiguieren, huid". Llamemos, que no faltará quien abra.
San Agustín,
Ad Honoratum epist 180
Huyan, pues, de ciudad en ciudad, todos
los siervos de Cristo, los ministros de su palabra y de su sacramento,
cuando alguno de ellos en particular es buscado por sus perseguidores,
a fin de que la Iglesia no sea abandonada por los que no son
perseguidos del mismo modo. Pero cuando el peligro es común a todos, a
obispos, a clérigos y seglares, los que están necesitados del auxilio
de otros no sean abandonados por aquellos cuyos auxilios necesitan, o
que todos pasen a sitios seguros, o que aquellos que tienen el deber
de permanecer no sean abandonados por los que tienen el sagrado
ministerio de la Iglesia. Entonces es cuando los ministros de Cristo,
a la vista de la persecución, deben huir de los lugares en donde no
han dejado un pueblo que tenga necesidad de un ministerio, o cuando
ese mismo ministerio, tan necesario, puede ser desempeñado por otros
que no tienen el mismo motivo para huir. Pero cuando el pueblo
permanece y los ministros huyen, ¿no es ésta una huida inexcusable de
pastores mercenarios que no tienen cuidado alguno de las ovejas?
San Agustín,
in Joanem tract 46
Los pastores buenos se llaman puerta,
portero, pastor y ovejas; y los malos, ladrones y salteadores,
asalariados, lobo.
San Agustín,
De verb Dom. serm. 49
Debemos amar al pastor, precavernos del
ladrón y tolerar al mercenario. El mercenario es útil en tanto no vea
al lobo, al ladrón o al salteador, pues apenas le ve, huye.
San Agustín,
in Joanem tract 46
Ni se llamaría mercenario si no recibiese
la paga de aquel a quien sirve. Los hijos esperan con paciencia la
herencia del padre; el mercenario desea con ansia y con presteza la
retribución temporal de su trabajo. Y sin embargo, por sus palabras
unos y otros difaman la divina gloria de Cristo; su palabra es dañosa
haciendo el mal, no predicando el bien. Coged el racimo, huid de las
espinas; porque a veces el racimo que nace de la vid está pendiente de
las espinas. Así, muchos buscando en la Iglesia bienes temporales,
predican a Cristo y por ellos es oída la voz de Cristo, y la siguen
las ovejas, pero no al mercenario, sino a la voz del pastor por medio
del mercenario.
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14-21 |
"Yo soy el buen Pastor, y conozco mis
ovejas, y las mías me conocen. Como el Padre me conoce, así conozco yo
al Padre, y pongo mi alma por mis ovejas. Tengo también otras ovejas
que no son de este aprisco: es necesario que yo las traiga y oirán mi
voz y será hecho un solo aprisco y un pastor. Por eso me ama el Padre,
porque yo pongo mi alma para volverla a tomar. No me la quita ninguno,
mas yo la pongo por mí mismo: poder tengo para ponerla, y poder tengo
para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre". Y hubo
nuevamente disensión entre los judíos por estas palabras. Y decían
muchos de ellos: "Demonio tiene y está fuera de sí: ¿por qué le
escucháis?" Otros decían: "Estas palabras no son de endemoniado: ¿por
ventura puede el demonio abrir los ojos de los ciegos?" (vv. 14-21)
Crisóstomo,
in Joanem hom 59
Más arriba el Señor dio a conocer dos
clases de amos malos: uno que roba, mata y saquea; otro que no impide
el mal, dando a conocer en el uno a los sediciosos, y confundiendo con
el otro a los maestros de los judíos, que no tenían celo alguno por
las ovejas que les estaban encomendadas. Pero Cristo se distingue de
unos y de otros; de los que habían venido para hacer daño, se
distingue por estas palabras ( Jn 10,10): "Yo
he venido para que tengan vida", y de los que desprecian las rapiñas
de los lobos se diferencia diciendo, "que da su vida por sus ovejas".
Y como conclusión de todo, añade ( Jn 10,11):
"Yo soy el buen Pastor", pero como que ya había dicho que las ovejas
oyen la voz del pastor y le siguen, para que nadie pueda preguntarle:
¿Qué dices, pues, de los que no creen en ti? El añade: "Y conozco a
mis ovejas", etc. Que es lo mismo que San Pablo dijo por estas
palabras ( Rom 11,2): "El Señor no rechazó a
su pueblo, que había predestinado".
San Gregorio,
in Evang. Hom 14
Como si dijera claramente: Yo amo a mis
ovejas, y ellas, obedeciéndome, me aman, porque el que no ama la
verdad, todavía no conoce.
Teófilacto
De aquí puedes deducir y conocer la
diferencia entre el asalariado y el pastor; pues el asalariado no
conoce a las ovejas porque las visita raras veces; mas el pastor
conoce sus propias ovejas por la solicitud y cuidado que tiene por
ellas.
Crisóstomo,
ut supra
Por otra parte, para que no creas que es
igual el conocimiento de Cristo y el de las ovejas, añade en seguida:
"Como el Padre me conoce, así conozco yo al Padre", como si dijera: le
conozco tan íntimamente como El me conoce a mí. Aquí hay paridad de
conocimiento; allí no. Y añade: "Y pongo mi vida por mis ovejas".
San Gregorio,
ut supra
Como si dijera claramente: Esta es prueba
de que conozco al Padre y de que soy conocido por el Padre; que pongo
mi vida por mis ovejas, esto es, esa misma caridad con que muero por
mis ovejas es un testimonio del amor con que amo al Padre.
Crisóstomo,
ut supra
Dice esto también para enseñarnos que no
es un impostor, porque también el Apóstol cuando quiso probar contra
los falsos apóstoles que él era el verdadero maestro, sacó argumentos
de los mismos peligros y de las muertes que le habían amenazado.
Teófilacto
Los seductores, en efecto, no expusieron
su vida por las ovejas, sino que, como mercenarios, abandonaron a
aquellas que les seguían. Mas el Señor, para que no fueran presos,
dijo ( Jn 18,8): "Dejad ir a éstos".
San Gregorio,
ut supra
Como que El había venido no solamente para
rescatar a Judea, sino también a la gentilidad, añade: "Tengo también
otras ovejas que no son de este aprisco".
San Agustín,
De verb Dom. serm. 50
Se dirigía al primer rebaño, que era, por
la sangre, de la raza de Israel, pero había otros rebaños que
pertenecían por la fe a ese mismo Israel. Estaban fuera, diseminados
en medio de las naciones; estaban predestinados, pero aún no estaban
congregados. No son, pues, de este rebaño, porque no son por la sangre
de la raza de Israel. Pero más tarde pertenecerán a este redil: "Es
necesario que yo las traiga", etc.
Crisóstomo,
ut supra
El muestra dispersos a los unos y a los
otros y sin tener pastor: "Y oirán mi voz". ¿Por qué os admiráis
cuando digo que éstos han de seguirme y han de oír mi voz cuando veis
que otros me siguen y la oyen? Después predice la unión futura de unos
y otros, diciendo: "Y será hecho un solo aprisco", etc.
San Gregorio,
ut supra
El ha hecho de dos rebaños un solo redil,
reuniendo en su fe al pueblo judío y al gentil.
Teófilacto
Porque todos tienen una misma señal, el
bautismo; un solo pastor, el Verbo de Dios. Sépanlo los maniqueos: que
el Nuevo y el Antiguo Testamento no tienen más que un solo pastor y un
solo redil.
San Agustín,
in Joanem tract 47
¿Qué significan, pues, las palabras "Yo no
he sido enviado sino a las ovejas que perecieron de la casa de Israel"
( Mt 15,24), sino que no manifestó su
presencia corporal más que al pueblo de Israel, no habiendo ido El
mismo a los gentiles, sino que envió?
Crisóstomo,
ut supra
Esta palabra es
necesario
1 no
está puesta aquí como signo de fatalidad; expresa lo que ha de
suceder. Mas como ellos decían que El era distinto del Padre, añade:
"Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi alma para volverla a
tomar".
San Agustín,
in Joanem tract 37
Esto es: porque muero para resucitar. Gran
importancia se da a estas palabras: Yo pongo.
Que los judíos no se gloríen. Ellos han podido enfurecerse; si yo no
hubiera querido poner mi alma, ¿qué habían de haber hecho
enfureciéndose?
Teófilacto
El Padre ama al Hijo, no con un amor que
será como el precio de la muerte que debe sufrir por nosotros, sino
porque contempla en este Hijo, engendrado por El, su propia
naturaleza, en virtud de la cual quiso morir por nosotros.
Crisóstomo,
in Joanem hom 59
O es palabra de condescendencia, como
queriendo decir: aun cuando no hubiese otro motivo, lo que me llevó a
amaros es que vosotros de tal manera sois amados por mi Padre, que El
me amaría porque doy mi vida por vosotros. Sin embargo, no es cierto
que El no fuese antes amado por su Padre, ni que nosotros seamos la
causa de este amor. El quiere demostrar que no subió al calvario
contra su voluntad. Por eso añade: "No me la quita ninguno, mas yo la
pongo por mí mismo".
San Agustín,
De Trin. 3, 38
En lo cual demostró que no fue ningún
pecado el que lo llevó a la muerte, sino que fue porque quiso, cuando
quiso y de la manera que quiso: "Poder tengo para ponerla", etc.
Crisóstomo,
ut supra
Como que ellos habían confabulado muchas
veces para matarle, les dice que sin su voluntad todos sus esfuerzos
serían estériles. Yo, les dice, tengo tal poder de librar mi alma, que
nadie puede quitármela contra mi voluntad. Este poder no existe en los
hombres, porque nosotros no tenemos poder de poner nuestra alma, sino
matándonos a nosotros mismos, y sólo el Señor es quien tiene el poder
de ponerla. De todo esto podemos deducir que cuando El quiere puede
tomarla, y esto es lo que nos da a entender por estas palabras: "Y
poder tengo para volverla a tomar"; demostración irrecusable de su
resurrección. Pero para que al verlo sucumbir no pensasen que su Padre
lo había abandonado, añade: "Este mandamiento recibí de mi Padre";
esto es, de poner mi alma y volverla a tomar. De donde podemos deducir
que El no esperó esta orden ni tuvo necesidad de saberla, sino que
manifestó su marcha voluntaria, y destruyó toda clase de sospecha de
oposición por parte de su Padre.
Teófilacto
Este precepto no dice otra cosa que su
concordia con su Padre.
Alcuino
No es por la palabra por donde la Palabra
recibe este mandamiento; pero todo mandamiento está en la Palabra
unigénita del Padre. Cuando se dice que el Hijo recibe todo lo que
tiene de su naturaleza, no se disminuye el poder sino se muestra su
generación. El Padre ha dado todo a su Hijo engendrándolo, porque el
Padre lo engendró perfecto.
Teófilacto
Después de haber hablado de sí mismo cosas
sublimes, manifestando la supremacía que tiene sobre la muerte y sobre
la vida, desciende luego a cosas humildes, uniéndolo todo en admirable
consorcio, a fin de que no se le considere ni como menor que su Padre
e inferior a El, ni como su adversario; sino participando de su mismo
poder y de sus mismas determinaciones.
San Agustín,
in Joanem tract 47
Por lo que nos dice de su alma, se nos
previene contra los apolinaristas, que dicen que Cristo no tuvo alma
humana, esto es, racional. Examinemos, pues, cómo el Señor pone su
alma. Cristo es a la vez Verbo y hombre, es decir, Verbo y alma y
carne. ¿Es, pues, como Verbo como pone el alma y la vuelve a tomar?
¿Es el alma humana que como tal se pone y se vuelve a tomar? O, por
último, ¿es la carne que como carne pone el alma y la vuelve a tomar?
En el primer caso, el alma habría estado separada algún tiempo del
Verbo de Dios, porque la muerte separó el cuerpo del alma; mas yo no
digo que el alma estuviese separada del Verbo. Si decimos que el alma
misma se puso, este sentido es muy absurdo, porque si no estaba
separada del Verbo, ¿cómo había de separarse de sí misma? La carne fue
la que puso su alma y otra vez la volvió a tomar, no por su poder,
sino por el poder del Verbo que habitaba en ella.
Alcuino
Y como la luz resplandecía en las
tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron, el Evangelista añade:
"Y hubo nuevamente disensión entre los judíos por estas palabras. Y
decían muchos de ellos: Demonio tiene y está fuera de sí".
Crisóstomo,
ut supra
Como que las cosas que El decía
traspasaban lo humano, de aquí el que lo creyeran poseído del demonio.
Pero otros manifiestan que no lo estaba, y la prueba eran las mismas
cosas que hacía. "Otros decían: estas palabras no son de endemoniado;
¿por ventura puede el demonio abrir los ojos de los ciegos?". Esto es,
las mismas palabras no parecen de un poseso. Si, pues, no os persuaden
las palabras, persuadíos, al menos, por las obras. Y como el Señor
había demostrado el hecho, por eso se callaba. Además, ellos no eran
dignos de respuesta. Pero también nos enseñó a nosotros toda
mansedumbre y toda longanimidad. Ellos también se refrenaban cuando
divididos disputaban los unos contra los otros.
Notas
|
22-30 |
Y se celebraba en Jerusalén la fiesta de
la Dedicación, y era invierno. Y Jesús se paseaba en el Templo por el
pórtico de Salomón, y los judíos le cercaron y le dijeron: "¿Hasta
cuándo nos acabas el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo
abiertamente". Jesús les respondió: "Os lo digo y no me creéis. Las
obras que yo hago en nombre de mi Padre, éstas dan testimonio de mí;
mas vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas oyen
mi voz, y yo las conozco y me siguen. Y yo les doy vida eterna, y no
perecerán jamás, y ninguno las arrebatará de mi mano. Lo que me dio mi
Padre es sobre todas las cosas, y nadie lo puede arrebatar de la mano
de mi Padre. Yo y el Padre somos una cosa". (vv. 22-30)
Alcuino
Hemos presenciado la paciencia de Dios y
su predicación de salvación en medio de los oprobios de los judíos;
pero éstos, endurecidos, más bien querían tentarlo que obedecerlo. "Y
se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación".
San Agustín,
in Joanem tract 48
La palabra encaenia
1 está
formada de la palabra griega kai
n o n ,
nuevo, y se designa por ella toda dedicación de alguna cosa nueva.
Crisóstomo,
in Joanem hom 60
Esta palabra significa el día de la
dedicación del Templo, o la vuelta de los judíos de la cautividad de
Babilonia.
Teófilacto
Celebraban los judíos esta fiesta con
esplendor, como recobrando la ciudad su propio brillo después de tan
largo cautiverio.
Alcuino
O esta dedicación era en memoria de la
celebración que hizo Judas Macabeo. La primera dedicación fue
celebrada por Salomón en el otoño; la segunda por Zorobabel y por el
sacerdote Jesús en la primavera, y ésta en invierno
2: "Y
era invierno".
Beda
Leemos que Judas Macabeo estableció que
esta dedicación se celebrase en recuerdo con solemnes ceremonias.
Teofilacto
El Evangelista expone que era la estación
del invierno, para dar a entender que se acercaba el tiempo de la
pasión, porque en la primavera siguiente tuvo lugar la pasión del
Señor, y por eso se hallaba entonces en Jerusalén.
San Gregorio,
Moralium 1, 2
O bien tiene cuidado de expresar la
estación del invierno para indicar los fríos sentimientos que existían
en el corazón de los judíos.
Crisóstomo,
ut supra
Cristo asistía a esta solemnidad con mucho
empeño; por lo demás, iba a menudo a Judea, porque estaba próxima la
pasión. "Y Jesús se paseaba en el Templo por el pórtico de Salomón".
Alcuino
Se llamaba pórtico de Salomón el lugar en
que este rey se ponía para orar. Los pórticos que rodeaban el Templo
solían tomar el nombre del Templo. Si, pues, el Hijo de Dios quiso
pasearse en el Templo en que se le hacían ofrendas de animales
irracionales, ¡con cuánta mayor razón se alegrará de venir a nuestra
casa de oración, en la cual se consagra su carne y su sangre!
Teófilacto
Mientras dura el crudo invierno, es decir,
la vida presente, azotada por las tormentas de la iniquidad,
esfuérzate en celebrar las encaenias
espirituales de tu templo, renovándote siempre a ti mismo, y
preparando ascensiones en tu corazón. Entonces Jesús estará propicio a
ti en el pórtico de Salomón, concediéndote una vida tranquila y
pacífica bajo su propio techo, porque en la vida futura nadie podrá
celebrar la solemnidad de una renovación.
San Agustín,
in Joanem tract 48
Como el sentimiento de la caridad se había
resfriado en el corazón de los judíos, y el afán de hacer mal se había
despertado en su alma, no se acercaban tocados de la fe, sino que
perseguían movidos por la rabia: "Y los judíos le cercaron y le
dijeron: ¿hasta cuándo nos acabas el alma? Si tú eres el Cristo,
dínoslo abiertamente". Hablaban así los judíos, no por el deseo de
saber la verdad, sino para preparar el camino a la calumnia.
Crisóstomo,
ut supra
No pudiendo recriminar en nada sus
acciones, andaban en acecho para cogerlo en las palabras. Y mira su
perversidad. Cuando El les instruye con palabras, le dicen: "¿Qué
milagro nos muestras?" Y cuando El se lo manifiesta con las obras, le
dicen: "Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente", estando siempre
en continua contradicción. Llenas de odio estaban las palabras que le
dirigían: "Dínoslo abiertamente", y sin embargo, El lo decía todo en
público, hallándose presente siempre a las solemnidades, y jamás
hablaba nada en secreto. Mas con estas palabras intentan adularle,
diciéndole después: "Hasta cuándo nos acabas el alma", provocándolo de
este modo para ver si podían hacerle caer en algún lazo.
Alcuino
Alegan que les tiene los ánimos en
suspenso y en la incertidumbre el que había venido para salvar las
almas.
San Agustín,
ut supra
Pretendían oír de los labios del Salvador
estas palabras: "Yo soy el Cristo", y tal vez conocían a Cristo en
cuanto hombre, pero no entendían su divinidad en los Profetas. Por
esto, si El decía: "Yo soy el Cristo", según lo que ellos sabían de la
descendencia de David, lo habrían calumniado de que se apropiaba el
poder real.
Alcuino
Y así pensaban entregarlo a la potestad
del gobernador para que lo castigara, como a usurpador del trono de
Augusto; por lo cual el Señor templa su respuesta de tal modo que
cierra los labios de los calumniadores, enseña a los fieles que El es
Cristo, y descubre los misterios de su divinidad a los que preguntaban
sobre su humanidad. Jesús les respondió: "Os lo digo y no me creéis",
etc.
Crisóstomo,
ut supra
Les echa en cara su malicia, porque
fingían bastarles una sola palabra para persuadirse, los que no se
habían persuadido con tantas obras; como si les dijera: ¿si no creéis
en las obras, cómo habéis de creer en las palabras? Y cuál sea el
motivo de su incredulidad lo dice al punto: "Mas vosotros no creéis,
porque no sois de mis ovejas".
San Agustín,
ut supra
Esto les dijo porque los veía
predestinados a la muerte eterna, y no a la vida eterna que El les
había conquistado con su sangre. Lo que hacen las ovejas es creer al
pastor y seguirlo.
Teófilacto
Después de haberles dicho: "No sois de mis
ovejas", les exhorta al punto para que se hagan sus ovejas, diciendo:
"Mis ovejas oyen mi voz".
Alcuino
Esto es, siguen de corazón mis preceptos.
"Y yo las conozco", es decir, yo las elijo. "Y ellas me siguen" aquí
abajo, yendo delante de ellas por el camino de la mansedumbre y de la
inocencia, y después entrando en los goces de la vida eterna: "Y yo
les doy vida eterna".
San Agustín,
ut supra
Estos son los pastos de que poco antes
había dicho ( Jn 10,9): "Y encontrará
pastos". Buen pasto se dice de la vida eterna, en donde ninguna yerba
se marchita; todo allí está verde. Mas vosotros echáis mano de la
calumnia, porque sólo pensáis en la vida presente. "Y no perecerán
jamás". Puedes sobreentender: Vosotros pereceréis para siempre, porque
no sois de mis ovejas.
Teófilacto
Pero ¿cómo vemos a Judas perecer? Porque
no perseveró hasta el fin. Empero, Cristo sólo había hablado de los
que perseveraren, porque si alguno se separa del rebaño de las ovejas
y deja de seguir al pastor, al punto cae en peligro.
San Agustín,
ut supra
El añade por qué no han de perecer: "Y
ninguno las arrebatará de mis manos". Habla de las ovejas, de las que
se dice: El Señor conoce a aquellos que le pertenecen (
2Tim 2,19); ni el lobo los arrebata, ni el
ladrón los roba, ni el salteador los mata; seguro está del número de
aquellos, el que sabe lo que ha dado por ellos.
San Hilario,
De Trin 1, 7
Esta palabra es el testimonio de un poder,
del cual tiene conciencia. Aunque estando en la naturaleza de Dios,
debe ser considerado como naciendo de Dios, y por eso añade: "Lo que
me dio mi Padre, es sobre todas las cosas". No oculta que El ha nacido
del Padre y lo que recibió del Padre lo recibió al nacer, no después.
San Agustín,
in Joanem tract 48
No por su crecimiento y desarrollo, sino
por su nacimiento, es igual al Padre el que desde la eternidad nació
Hijo del Padre, Dios de Dios. "Esto es lo que me dio el Padre", lo que
es sobre todas las cosas, a saber: que yo soy su Verbo, que yo soy su
Hijo único, que yo soy el brillo de su luz. "Y ninguno puede arrebatar
las ovejas de mi mano", porque tampoco nadie las puede arrebatar de la
mano de mi Padre: "Y nadie las puede arrebatar de la mano de mi
Padre". Si por mano entendemos el poder, uno
es el poder del Padre y del Hijo, porque es una la Divinidad. Si por
mano entendemos al Hijo, la mano del Padre es
el Hijo mismo; lo que no decimos porque Dios tenga miembros
corporales, sino porque Dios ha hecho todas las cosas por su Hijo. Así
los hombres suelen decir también que sus manos son otros hombres por
los cuales hacen lo que quieren. Alguna vez también suele llamarse la
mano del hombre a la misma obra del hombre, porque se hace mediante la
mano; a la manera que decimos que un hombre reconoce su mano cuando
reconoce lo que ha escrito. En este lugar, por la mano del Padre y del
Hijo, debemos entender su poder; no sea que después de haber tomado al
Hijo por la mano del Padre, nuestro pensamiento carnal empiece a
buscar al hijo del Hijo.
San Hilario,
ut supra
A fin de que puedas comprender por una
comparación material un poder de la misma naturaleza, se ha llamado a
la mano del Hijo mano del Padre, porque la naturaleza y el poder del
Padre se encuentran también en el Hijo.
Crisóstomo,
in Joanem hom 60
Después, para que no pienses que El es
débil, y que sólo por el poder del Padre es por lo que las ovejas
están seguras, añade: "Yo y el Padre somos una misma cosa".
San Agustín,
in Joanem tract 35
Escucha estas dos palabras,
somos y una cosa, y
te librarás de Escila y de Caribdis
3. La
palabra una cosa te libra de Arrio; la
palabra somos te libra de Sabelio. Si
una cosa, luego no es diferente; si
somos, luego Padre e Hijo.
San Agustín,
De Trin. 6, 2
Una cosa somos, se ha dicho: lo que El es,
yo lo soy por esencia, no por relación.
San Hilario,
de Trin. 1, 8
Como los herejes no pueden negar estas
cosas, las tratan de corromper con las tremendas mentiras de su
impiedad. Pretenden referir esto a la unidad de consentimiento, de
manera que haya en ellos sólo la unidad de voluntad, mas no de
naturaleza. Esto es, que el Padre y el Hijo son uno,
no porque ellos son, sino porque quieren lo mismo. Pero son uno por
unidad de generación, en la que Dios no pierde nada de sí por efecto
de esta generación. Son uno, en tanto que no se quitan de la mano del
Hijo las cosas que no se quitan de la mano del Padre. Mientras el
Padre es obrado en su obrante, mientras El está en el Padre y el Padre
permanece en El. Esto no es efecto de la creación, sino del
nacimiento; no lo hace la voluntad, sino el poder; no la unanimidad
que habla, sino la naturaleza. No negamos, pues, la unanimidad entre
el Padre y el Hijo, como nos atribuyen los herejes, afirmando que
nosotros admitimos solamente la concordia para la unanimidad. Pero
oigan qué unanimidad es la que nosotros no negamos: El Padre y el Hijo
son uno por naturaleza en honor y en poder, y
siendo la misma la naturaleza, no pueden tener dos voluntades
diversas.
Notas
1.
Dedicación, en griego
egkainia . Sustantivo derivado del verbo
egkainizw : renovar. Los LXX se valen
del sustantivo para designar la fiesta que recuerda la nueva
dedicación del Templo en el año 165.
2. La
fiesta de la dedicación del Templo, en hebreo
hanukka, consagración, celebra la
renovada dedicación del Templo por Judas Macabeo, después de la
victoria sobre los sirios, en el año 165 a.C. La primera consagración
fue durante el reinado de Salomón (970-930 a.C.). Durante el gobierno
Zorobabel, que fue gobernador de Judá bajo soberanía persa, siendo
sumo sacerdote Josué, en el año 516 a.C. se dedicó nuevamente el
Templo reconstruido tras el destierro.
3.
Escila y Caribdis, respectivamente escollo y remolino del estrecho de
Mesina, Italia. Eran temidos por los navegantes antiguos. En Homero
aparecen como habitados por sendos monstruos.
|
31-38 |
Entonces los judíos tomaron piedras para
apedrearle. Jesús les respondió: "Muchas buenas obras os he mostrado
de mi Padre, ¿por cuál obra de ellas me apedreáis?" Los judíos le
respondieron: "No te apedreamos por la buena obra, sino por la
blasfemia, y porque tú, siendo hombre, te haces Dios a ti mismo".
Jesús les respondió: "No está escrito en vuestra Ley: Yo dije, dioses
sois. ¿Pues si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de
Dios, y la Escritura no puede faltar; a mí, que el Padre santificó y
envió al mundo, vosotros decís: Que blasfemas, porque he dicho, soy
Hijo de Dios? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. Mas si
las hago, aunque a mí no me queráis creer, creed a las obras, para que
conozcáis y creáis que el Padre está en mí y yo en el Padre". (vv.
31-38)
San Agustín,
in Joanem tract 48
Los judíos oyeron estas palabras: "Yo y el
Padre somos una cosa" y no lo pudieron soportar. Y según su costumbre,
endurecidos, acudieron a las piedras: "Entonces los judíos tomaron
piedras para apedrearle".
San Hilario,
De Trin. 1, 7
Ahora los herejes, con la misma impiedad,
bramando de furor y rehusando obedecer a sus palabras, emplean contra
el Señor, que está sentado en los cielos, su furor sacrílego; lanzan
sus palabras, que son como piedras, y, si pudieran, lo volverían a
traer de su trono a la Cruz.
Teófilacto
El Señor, para mostrarles que no tenían
razón alguna para enfurecerse contra El, les recuerda los milagros que
ha hecho. Jesús les respondió: "Muchas buenas obras os he mostrado",
etc.
Alcuino
A saber, sanando enfermos, en la
manifestación de mi doctrina y de mis milagros, que mostré eran del
Padre, porque siempre busqué su gloria: "¿Por cuál obra de ellas me
apedreáis?" Aunque contra su voluntad, se ven obligados a confesar que
muchos beneficios les venían de Cristo; pero llaman blasfemia a lo que
había dicho de su igualdad y de la de su Padre. "Los judíos le
respondieron: No te apedreamos por la buena obra, sino por la
blasfemia", etc.
San Agustín,
ut supra
Es su respuesta a esta palabra: "Yo y el
Padre somos una cosa". He aquí que los judíos entendieron lo que los
arrianos no entienden, y se enfurecieron porque conocieron que no
podía decirse "Yo y el Padre somos una cosa", a no ser que haya
igualdad del Padre y del Hijo.
San Hilario,
ut supra
El judío dice, siendo hombre; el arriano,
siendo criatura. Uno y otro añaden: "Te haces Dios". El arriano habla
de un dios, de una sustancia nueva y extraña, de tal suerte, que
resulta un dios de otro género, o ni aun dios siquiera, puesto que
dice: "No es dios por nacimiento, no es dios en verdad; es una
criatura superior a todas".
Crisóstomo,
in Joanem hom 60
El Señor no destruyó la opinión de los
judíos que creían que El se hacía igual a Dios; antes bien hace todo
lo contrario. Jesús les respondió: "No está escrito en vuestra Ley".
San Agustín,
in Joanem tract 48
Es decir, en la Ley que se os ha dado, "Yo
dije: ¿dioses sois?". Dios dijo esto a los hombres por el Profeta en
un Salmo, y el Señor llama generalmente Ley a todas aquellas
Escrituras, aun cuando alguna vez la llame Ley, distinguiéndola de los
Profetas, como se ve en aquel pasaje de San Mateo (22,40): "De estos
dos mandamientos depende toda la Ley y los Profetas". Alguna vez
divide en tres las mismas Escrituras, cuando dice (
Lc 24,26-27): "Convenía que se cumpliesen toda las cosas que de
mí estaban escritas en la Ley, en los Profetas y en los Salmos". Aquí
llama también a los Salmos con el nombre de Ley. He aquí su argumento:
si El llamó dioses a aquellos a quienes se dirige la palabra de Dios,
y la Escritura no puede faltar, ¿cómo podéis decir que blasfema Aquel
a quien Dios santificó y envió al mundo, porque dijo: soy Hijo de
Dios?
San Hilario,
ut supra
Antes de demostrar que El y el Padre eran
una misma cosa por naturaleza, comienza a refutar el ridículo y
estúpido ultraje de acusarlo porque se llamaba Dios, no siendo sino
hombre. Aplicando la palabra de Dios, este nombre a los hombres
santos, y apoyando así en esta autoridad irrefragable la atribución
hecha de este nombre a los mortales, ya no es un crimen que El se haga
Dios siendo hombre, cuando la Ley llama dioses a aquellos que son
hombres. Y si la usurpación de este nombre no es sacrílega entre los
demás hombres, ¿por qué ha de parecer que la usurpa imprudentemente,
al haberse llamado Hijo de Dios, Aquel a quien Dios santificó, pues
aventaja a todos los demás que de manera impía se permiten llamarse
dioses, porque El ha sido santificado para ser Hijo, como lo dice el
Apóstol San Pablo por estas palabras ( Rom
1,4): "Porque ha sido predestinado Hijo de Dios con poder según el
espíritu de santificación". Toda esta respuesta concierne al Hijo del
hombre en cuanto el Hijo de Dios es también Hijo del hombre.
San Agustín,
ut supra
O de otra manera: Lo santificó, esto es,
al engendrarlo le dio el ser santo, porque lo engendró santo. Ahora
bien, si la palabra de Dios se ha hecho para los hombres a fin de que
puedan llamarse dioses, el Verbo mismo de Dios ¿cómo no es Dios? Si
los hombres, participando del Verbo de Dios se hacen dioses, ¿no ha de
ser Dios el Verbo de donde toman la participación?
Teófilacto
O lo santificó, esto es, lo consagró para
que se sacrificara por el mundo; en lo cual mostró que El no era Dios
como los demás, porque salvar al mundo es una obra divina, pero no de
un hombre deificado por la gracia.
Crisóstomo,
in Joanem hom 60
O esperando que sus palabras fuesen
recibidas, habló con más humildad. Pero después los lleva a cosas más
elevadas, diciendo: "Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis",
manifestando así que en nada era menor que el Padre. Como a ellos les
era imposible ver su substancia, les da una prueba de la igualdad de
su poder, produciendo la igualdad de las obras.
San Hilario,
ut supra
¿Qué lugar hay aquí para la adopción, para
conceder un nombre, de manera que no sea Hijo de Dios por naturaleza
cuando la prueba de que es Hijo de Dios son las obras del poder de su
Padre? Porque la creatura no se equipara a Dios, puesto que a El no se
le puede comparar naturaleza alguna que le sea ajena. Da testimonio de
que El cumple no lo que es suyo sino lo que es de su Padre, a fin de
no destruir el hecho de su generación por la grandeza de sus actos. Y
como bajo el misterio del cuerpo, tomado y nacido de María, no se veía
la naturaleza del Hijo del hombre y de Dios, la fe nos lo avisa por
los hechos, diciendo: "Mas si las hago, aunque a mí no me queráis
creer, creed a las obras". ¿Por qué, pues, el misterio del nacimiento
humano ha de impedir el conocimiento del nacimiento divino, cuando
Aquel que ha recibido este nacimiento divino cumple todas sus obras,
rodeado de esta humanidad que lo sigue? Haciendo, pues, las obras de
su Padre, ha querido demostrar lo que debía creerse en las obras,
porque añade: "Para que conozcáis y creáis que El está en mí, y yo en
el Padre". Esto significan aquellas palabras: "Soy Hijo de Dios", y
esto ( Jn 10,30): "Yo y el Padre somos una
cosa".
San Agustín,
in Joanem tract 48
Porque el Hijo no dice: Mi Padre está en
mí y yo en El, a la manera que lo pueden decir los hombres; pues por
los buenos pensamientos estamos en Dios, y por medio de una vida santa
vive en nosotros. Participando de su gracia e iluminados por su luz,
estamos en El y El está en nosotros. Mas el Hijo Unigénito de Dios
está en el Padre y el Padre en El, de la misma manera que un igual en
aquel que es su igual.
|
39-42 |
Y ellos querían prenderle: mas se salió de
entre sus manos, y se fue otra vez a la otra ribera del Jordán, a
aquel lugar en donde primero estaba bautizando Juan, y se estuvo allí.
Y vinieron a El muchos, y decían: "Juan en verdad no hizo ningún
milagro. Mas todas las cosas que Juan dijo de éste, eran verdaderas".
Y muchos creyeron en El. (vv. 39-42)
Beda
El Evangelista muestra que los judíos aún
perseveraban en su comenzada locura: "Y ellos querían prenderle".
San Agustín,
in Joanem tract 48
No por la fe y por la inteligencia, sino
por la ira y por la muerte. Tú lo prendes para poseerlo; ellos querían
prenderlo para perderlo. Por eso añade: "Mas se salió de entre sus
manos". No pudieron prenderlo porque no tenían las manos de la fe.
Pero no era difícil al Verbo sacar su carne fuera de las manos de la
carne.
Crisóstomo,
in Joanem hom 60
Cuando Cristo ha hablado algo
extraordinario, al punto se retira, para aplacar con su ausencia el
furor de ellos. Esto es lo que hace ahora. "Y se fue otra vez a la
otra ribera del Jordán". El Evangelista designa el nombre de este
lugar para que recuerdes todas las cosas que allí hizo y dijo Juan,
así como su testimonio.
Beda
Estas palabras: "En donde primero estaba",
esto es, desde su primera edad. El nos refiere que durante su retiro a
este lugar, muchos vinieron a El: "Y vinieron a El muchos, y decían:
Juan, en verdad, no hizo ningún milagro".
San Agustín,
ut supra
Esto es: no mostró ningún milagro. No
lanzó a los demonios, no dio vista a los ciegos, no resucitó a los
muertos.
Crisóstomo,
ut supra
Mira qué razonamientos tan irrecusables
hacen ellos. Juan, dicen, no hizo ningún milagro, pero Este los ha
hecho; lo cual demuestra la preeminencia de Este. Después, para que no
se rehúse el testimonio de Juan, so pretexto de que no hizo ningún
milagro, añaden: "Mas todas las cosas que Juan dijo de Este eran
verdaderas". Si hemos de creer en el testimonio de Juan, con mucha
mayor razón debemos creer en el testimonio de Aquel que tiene a su
favor la prueba de los milagros. "Y muchos creyeron en El".
San Agustín,
ut supra
He aquí a los que prenden al que se queda,
pero no como los judíos querían prender al que se retiraba. Y nosotros
también sirvámonos de la lámpara para llegar al día, porque Juan era
la lámpara y daba testimonio del día.
Teófilacto
Nótese que el Señor condujo frecuentemente
a las turbas a los lugares solitarios, arrancándolas de la sociedad de
los impíos para hacerles dar más fruto, de la misma manera que sacó al
pueblo al desierto para darle la Ley antigua. En sentido místico, el
Señor retirándose de Jerusalén (esto es, del pueblo judío), se
traslada a lugares en que había fuentes, esto es, desde los pueblos
del gentilismo a la Iglesia que tiene la fuente del bautismo; por lo
cual, a través del Jordán, muchos van a Cristo.
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