CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO |
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22-26 - 27-30 - 31-32 - 32-36 | |
01-03 |
Y había un hombre de los
fariseos llamado Nicodemo, príncipe de los judíos. Este vino a Jesús
de noche y le dijo: "Rabbí, sabemos que eres Maestro venido de Dios,
porque ninguno puede hacer estos milagros que tú haces, si Dios no
estuviese con él". Y Jesús respondió, y le dijo: "En verdad, en verdad
te digo, que no puede ver el reino de Dios sino aquél que renaciere de
nuevo". (vv. 1-3)
San Agustín,
In Ioannem tract., 11
Había dicho el Evangelista (
Jn 2,23) que cuando el Salvador estaba en
Jerusalén muchos creyeron en su nombre viendo los milagros y los
prodigios que hacía. Entre éstos se hallaba Nicodemo, de quien se
dice: "Y había un hombre de los fariseos, llamado Nicodemo", etc.
Beda
Y también manifiesta la dignidad que tenía
cuando añade: "Príncipe de los judíos". Dice a continuación lo que
hizo: "Este vino a Jesús de noche: esto es, deseando conocer más
claramente, en su conversación privada, los misterios de su fe, cuyos
principios ya conocía por sus milagros.
Crisóstomo,
In Ioannem hom, 23
Sin embargo, aún se detenía, por la
cobardía común a todos los judíos ( Jn
12,42). En virtud de ello venía de noche, temiendo hacerlo de día. Por
esto el Evangelista dice en otro lugar que muchos de los príncipes
creyeron en el Salvador, pero no lo decían por miedo a los judíos,
para que no los arrojasen fuera de la sinagoga.
San Agustín,
ut supra
Y Nicodemo era del número de los que
creyeron pero que aún no habían renacido, por esto venía de noche. Los
renacidos por el agua y el Espíritu Santo oyen aquellas palabras del
Apóstol: "Fuisteis en otra época tinieblas; mas ahora sois luz en el
Señor" ( Ef 5,8).
Haymo
Se dice muy oportunamente que vino de
noche, porque oscurecido en las tinieblas de la ignorancia, aún no
había llegado a alcanzar la luz necesaria para creer perfectamente que
Jesús era Dios. La palabra "noche", en la Sagrada Escritura, se pone
muchas veces en lugar de ignorancia. Por esto añade: "Y le dijo: 'Rabbí:
sabemos que eres Maestro venido de Dios'". Es bien sabido de todos que
en hebreo la palabra Rabbí quiere decir maestro. Le llamaba Maestro y
no Dios, porque creía que había sido enviado por Dios; y sin embargo,
como se ha dicho, no le reconocía como Dios.
San Agustín,
ut supra
Por qué había creído éste, se conoce en
virtud de lo que añade: "Porque ninguno puede hacer estos milagros que
tú haces, si Dios no estuviese con él". Por esto Nicodemo era de
aquellos muchos que creyeron en su nombre viendo los milagros que
hacía.
Crisóstomo,
ut supra
Y sin embargo, a pesar de sus milagros, no
había formado gran concepto del Salvador, sino que teniéndole como un
ser meramente humano, habla de El como de un profeta que había sido
enviado para hacer aquellos milagros, pero que necesitaba de ayuda
ajena para hacerlos, siendo así que el Padre le había engendrado
perfecto y suficiente en sí mismo, no teniendo nada imperfecto. Y como
Jesucristo tenía gran cuidado de no revelar su dignidad y de convencer
que nada hacía que fuese contrario al Padre, por esto en sus palabras
se expresaba casi siempre en sentido humilde. Pero cuando hacía algún
milagro lo hacía con todo su poder. Y así, respecto de Nicodemo, nada
dice de sí mismo que pueda contribuir a su enaltecimiento. Pero de una
manera oculta Jesucristo rectifica el concepto humilde que de El se
había formado, dándole a entender que hace aquellos milagros con
autoridad propia. Por esto añade: "Jesús le respondió y le dijo: en
verdad, en verdad te digo, que no puede ver el reino de Dios sino
aquél que renaciere de nuevo".
San Agustín,
ut supra
Estos son, por tanto, a quienes Jesús se
confía: los que habiendo nacido de nuevo, no vienen de noche, como lo
hacía Nicodemo. Porque estos tales ya le confiesan. Por esto dice:
"Sino aquél que renaciere de nuevo", etc.
Crisóstomo,
ut supra
Como diciendo: como aún no has nacido de
nuevo (esto es, de Dios en generación espiritual) el conocimiento que
tienes de mí no es espiritual, sino animal y humano. Por esto te digo
que, o tú o cualquier otro, si no nace de nuevo de Dios, no podrá
alcanzar la gloria que me rodea, sino que se quedará fuera del reino.
Porque la generación que se verifica por medio del bautismo es la que
contribuye a la iluminación del alma. O acaso el sentido literal sea
éste: "en verdad, en verdad te digo, que si alguno no fuere hecho",
etc., esto es, si tú no has nacido de lo alto y no has adquirido el
conocimiento cierto de los misterios, andas errante fuera de la verdad
y te hallas a larga distancia del reino de los cielos. Así el Señor se
manifestaba a sí mismo e indicaba que no es únicamente lo que se ve,
sino que se necesita de otros ojos para poderle ver. Y cuando dice:
"De lo alto", unos lo entienden del cielo y
otros desde el principio. Por tanto, los
judíos, si hubiesen oído esto, burlándose, se hubiesen retirado. Pero
éste manifiesta su afecto de discípulo, porque sigue preguntando al
Salvador.
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04-08 |
Nicodemo le dijo: "¿Cómo
puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Por ventura puede volver al
vientre de su madre, y nacer otra vez?" Jesús respondió: "En verdad,
en verdad te digo, que no puede entrar en el reino de Dios sino aquél
que fuere renacido de agua y de Espíritu Santo. Lo que es nacido de
carne, carne es; lo que es nacido de espíritu, espíritu es. No te
maravilles porque te dije: os es necesario nacer otra vez. El espíritu
donde quiere sopla, y oyes su voz, mas no sabes de dónde viene ni a
dónde va: así es todo aquél que es nacido de espíritu". (vv. 4-8)
Crisóstomo,
ut supra
Viniendo Nicodemo a buscar a Jesús como si
fuese sólo hombre, oyendo de sus labios palabras más importantes que
las que pueden salir de un mero hombre, se levanta a la altura de
cuanto se dice; se ofusca y no sabe sostenerse, sino que las tinieblas
le rodean por todas partes, y vacila, separándose de la fe. Por esto
habla de cierta imposibilidad, para mover al Salvador a que explique
más su doctrina. De dos cosas se admiraba, a saber: de aquella especie
de nacimiento y del reino, porque esto no se había oído entre los
judíos. Mas entre tanto pregunta acerca de lo que antes se había dicho
y sobre lo que problematizaba más su inteligencia. Por esto dice: "Nicodemo
le dijo: ¿cómo puede un hombre nacer, siendo viejo? ¿Por ventura puede
volver al vientre de su madre, y nacer otra vez?".
Beda
Parece que estas palabras quieren decir
que el niño vuelva a entrar otra vez en el vientre de la madre para
renacer. Pero debe tenerse en cuenta que él ya era viejo y por esto
citó el ejemplo de sí mismo, como si dijese: yo soy viejo y busco mi
salvación, ¿cómo podré entrar en el vientre de mi madre y volver a
nacer?
Crisóstomo,
ut supra
Le llamas Maestro, reconoces que viene de
Dios, pero no aceptas lo que dice. Y hablas al Maestro de forma que
puedan brotar muchas dudas. Esto -el saber preguntar de cierto modo-
es propio de aquellos que no creen firmemente y muchos que así
preguntan se han separado de la fe. Porque éstos preguntan: ¿cómo se
ha encarnado Dios?; y otros: ¿cómo es impasible? Por lo tanto también
éste pregunta llevado por la ansiedad, pero debe tenerse en cuenta que
el que mezcla cosas espirituales con sus propios pensamientos habla
cosas dignas de risa.
San Agustín,
In Ioannem, tract. 11
Pues el Espíritu habla, pero Nicodemo
entiende en sentido carnal. No había conocido éste más que un solo
nacimiento (el que proviene de Adán y Eva) y no conocía el que
proviene de Dios y de la Iglesia. Y así debes comprender el nacimiento
del Espíritu como Nicodemo conoció el nacimiento de la carne. Como no
puede volverse otra vez al seno de la madre, tampoco puede reiterarse
el bautismo.
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 24
Nicodemo estaba pensando en un nacimiento
carnal, según se acostumbra en la vida material, por lo que Jesucristo
le revela más claramente que se refiere a un nacimiento espiritual.
"Jesús respondió: En verdad, en verdad te digo, que no puede entrar en
el reino de Dios sino aquel que fuere renacido de agua y de Espíritu
Santo".
San Agustín,
ut supra
Como si dijere: tú crees que me refiero a
la generación carnal, pero me refiero al nacimiento que tiene lugar
por medio del agua y del Espíritu, por medio del cual nace el hombre
para el reino de Dios. Si uno nace ya de las entrañas de su madre
carnal, de un modo temporal, para obtener la heredad del padre, nace
de las entrañas de la Iglesia para la eterna heredad de Dios Padre.
Como el hombre consta de dos sustancias, a saber: de cuerpo y de alma,
debe tener dos clases de generación: la del agua, que es visible, se
aplica para la limpieza del cuerpo y la del Espíritu, que es
invisible, para la purificación del alma, que es invisible.
Crisóstomo,
ut supra
Mas si alguno pregunta: ¿cómo nace el
hombre del agua?, yo le preguntaré: ¿y cómo nació Adán de la tierra?
Así como en un principio todo era tierra y todo el mérito de la obra
pertenecía al Creador, así ahora, sirviéndose del elemento del agua,
la obra es del Espíritu de gracia. Entonces le dio el Paraíso para que
viviese en él, mas ahora nos abre las puertas del cielo. ¿Pero qué
necesidad de agua tienen aquellos que reciben el Espíritu Santo? Os
explicaré este misterio, pues sagradas figuras se realizan por medio
del agua: la sepultura y la muerte, la resurrección y la vida. Porque
mientras sumergimos la cabeza en el agua, como en una especie de
sepulcro, el hombre viejo es sepultado y, sumergido abajo, es
ocultado; luego, desde allí abajo, asciende el hombre nuevo. Sirva
esto para que aprendamos que la virtud del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo lo llena todo, y que Jesucristo esperó tres días para
resucitar.
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 25
Lo que es el útero para el feto, es el
agua para el fiel, porque en el agua se forma y se figura. Mas lo que
en el útero se forma, necesita de tiempo, mientras que en el agua no
sucede así, sino que todo sucede en un momento. Tal es la naturaleza
de los cuerpos que necesitan tiempo para llegar a su perfección. Mas
en las cosas espirituales no acontece lo mismo, sino que lo que se
hace ya se hace con perfección desde el principio. Desde que el Señor
subió del Jordán, el agua ya no produce reptiles de almas vivientes
1 sino
almas espirituales y racionales.
San Agustín,
De bapt. parv. 1, 30
Y como no dice: si alguno no naciese del
agua y del espíritu no podrá obtener la salvación o la vida eterna,
sino: "No entrará en el reino de Dios", dicen algunos a esto: los
niños deben ser bautizados para que puedan entrar con Cristo en el
reino de Dios, a donde no llegarán si no son bautizados. Aunque los
niños -dicen los pelagianos-
2 si
mueren sin bautismo, deberían pasar a la vida eterna porque no están
sometidos al yugo del pecado. Pero ¿por qué se vuelve a nacer, si no
hay que renovarse de alguna cosa antigua? ¿Y por qué la imagen de Dios
no entra en su reino si no es porque se lo impide el pecado?
Haymo
No pudiendo comprender Nicodemo tan
grandes y tan profundos misterios, se los explicó el Señor, haciendo
comparaciones con el nacimiento carnal, diciéndole: "Lo que es nacido
de carne, carne es", etc. Así como la carne procrea la carne, así el
espíritu produce el espíritu.
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 25
No esperes ver aquí nada material, ni
creas que el Espíritu engendra carne. La carne del Señor fue
engendrada en verdad no sólo por el Espíritu, sino también por la
carne. Mas lo que nace del Espíritu es espiritual y aquí no se refiere
a aquel nacimiento que se realiza según la sustancia, sino a aquél que
se realiza según el honor y la gracia. Y si el Hijo de Dios ha nacido
de este modo, ¿qué tendrá más que todos los demás que han nacido así?
Se encontrará quizá inferior al Espíritu Santo, porque este nacimiento
se verifica por la gracia del Espíritu Santo
3. ¿Y
en qué se diferencian estas cosas de las doctrinas de los judíos?
Véase aquí la dignidad del Espíritu Santo. Parece que realiza la obra
de Dios pues más arriba dijo que habían nacido de Dios (
Jn 1,13), y aquí dice que el Espíritu Santo
los engendra. Y diciendo Jesucristo que el que nace del espíritu es
espíritu, como vio a Nicodemo otra vez turbado le expuso otro ejemplo
sensible diciéndole: "No te maravilles porque te dije: os es necesario
nacer otra vez". Cuando dice: "No te maravilles", da a conocer la
turbación de su alma. Y pone un ejemplo que no participa ni de la
grosera materialidad de los cuerpos, y que tampoco raya en lo
inmaterial de las cosas incorpóreas como sucede con el soplo del
viento, diciendo: "El espíritu, donde quiere sopla: y oyes su voz, mas
no sabes de dónde viene ni a dónde va; así es todo aquél que es nacido
de espíritu". Lo que dice significa: si no hay quien detenga al
viento, sino que va adonde quiere, mucho más es el Espíritu, cuya
acción no podrán detener las leyes de la naturaleza, ni los términos,
ni los límites del nacimiento corporal, ni ninguna otra cosa parecida.
Lo que dice aquí respecto del viento lo manifiesta cuando dice: "oyes
su voz", esto es, el rumor. Pues no diría esto, si fuera que hablaba
con un infiel que desconocía la acción del Espíritu. Dice también,
"Donde quiere sopla", no porque el viento pueda elegir, sino porque
obedece a aquel movimiento que tiene por naturaleza, que no puede
detenerse y que se ejecuta con poder. "Y no sabes de dónde viene, ni a
dónde va", esto es, si no sabes explicar la vida de este elemento que
percibes por el sentido del oído y del tacto, ¿cómo querrás escudriñar
la operación del divino Espíritu? Por esto añade: "Así todo el que es
nacido de espíritu", etc.
San Agustín,
In Ioannem tract., 12
¿Y quién de nosotros no verá (por
ejemplo), el Austro yendo desde el Mediodía al Aquilón
4, u
otro viento que del Oriente se encamina al Occidente? ¿Y cómo
desconocemos de dónde viene y a dónde va?
Beda
Por lo que el Espíritu Santo es quien
sopla donde quiere, porque El tiene bastante poder para iluminar el
corazón de cualquiera con la gracia de su visita. "Y oyes su voz"
cuando habla en presencia tuya aquél que está lleno del Espíritu
Santo.
San Agustín,
ut supra
Suena el salmo, suena el Evangelio, suena
la Palabra divina, y todo ello es voz del Espíritu. Y dice esto porque
el Espíritu está presente, aunque de una manera invisible, en la
palabra y en el sacramento, para que nazcamos.
Alcuino
Luego no sabes de dónde viene ni adónde
va; porque aunque en presencia tuya el Espíritu descendiese sobre
alguien en cierta hora, no podrías ver cómo entra ni cómo sale, porque
es invisible por naturaleza.
Haymo
No sabes de dónde viene, porque desconoces
el modo con que lleva a los fieles a la fe; también ignoras adónde va,
porque no sabes cómo lleva a los fieles a la esperanza. "Y así es todo
el que ha nacido del espíritu", como si dijese: el Espíritu Santo es
un ser invisible, y así todo el que nace del espíritu nace de una
manera invisible.
San Agustín
Y aun cuando tú nacieres del Espíritu,
serás de tal modo que aquél que no ha nacido aun del Espíritu, no
sabrá de dónde vienes ni a dónde vas. Dice esto a continuación: "Así
es todo aquél que es nacido del Espíritu".
Teofilacto
Confúndase, por lo tanto, Macedonio,
impugnador del Espíritu Santo, que afirma que el Espíritu Santo es
siervo; mas el Espíritu Santo, como obra con poder propio, obra donde
quiere y como quiere
5.
Notas
1. En
alusión al mandato del Señor en la Creación: "Produzcan las aguas
reptiles de almas vivientes..." ( Gén 1,20
Vulg.).
2. Los
pelagianos dicen que los niños que mueren sin bautismo deben ir a la
vida eterna. Esto porque negaban la realidad del pecado original,
afirmando que el ser humano era capaz, sin ningún auxilio
sobrenatural, de evitar el pecado y alcanzar el cielo.
3. El
Señor Jesús es plenamente Dios y plenamente hombre, en la persona
divina del Hijo. En la Trinidad cada una de las personas posee la
esencia divina, que es numéricamente la misma, una.
4. El
Austro es un viento que sopla desde el sur (Mediodía) hacia el norte
(Aquilón).
5. Los
macedonianos o pneumatómakos afirman que el Espíritu Santo ha sido
creado como un ser espiritual subordinado a Dios, a semejanza de los
ángeles.
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09-12 |
Respondió Nicodemo y le
dijo: "¿Cómo puede hacerse esto?" Respondió Jesús y le dijo: "¿Tú eres
maestro en Israel y esto ignoras? En verdad, en verdad te digo, que lo
que sabemos, eso hablamos: y lo que hemos visto, atestiguamos, y no
recibís nuestro testimonio. Si os he dicho cosas terrenas y no las
creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?" (vv. 9-12)
Haymo
Mas Nicodemo no puede comprender lo que
oía del Señor y por lo tanto, busca la razón de ello, sin negarlo. Y
por esto pregunta al Señor con afecto propio del que pregunta y no a
manera del que cuestiona. Por esto dice: "Respondió Nicodemo y le
dijo: ¿cómo puede hacerse esto?"
Crisóstomo,
ut supra
Y como aún permanecía en la vileza judía,
a pesar del ejemplo ya dicho, le pregunta otra vez, por lo que el
Señor le contesta con aspereza. Por esto sigue: "Respondió Jesús y le
dijo: ¿Tú eres maestro en Israel y esto ignoras?"
San Agustín,
ut supra
¿Y qué creemos? ¿que el Señor quiso
insultar a ese maestro de Israel? Quería en realidad que naciese del
Espíritu, porque ninguno nace del Espíritu si no es humilde, en
atención a que la humildad es la que nos hace nacer del Espíritu. Mas
Nicodemo, enorgullecido con su magisterio, se creía a sí mismo persona
de importancia porque era doctor de los judíos. Mas el Señor le hace
bajar de su soberbia para que pueda nacer del Espíritu.
Crisóstomo,
ut supra
No reprende la necedad de aquel hombre,
sino su insensatez y su ignorancia. Pero dirá alguno: ¿qué tiene que
ver este nacimiento de que habla Jesucristo con las doctrinas de los
judíos? Ciertamente el hecho de que el primer hombre fuera creado y
que la mujer fuera hecha de una costilla suya y que engendrasen las
que habían sido estériles y que se realizasen milagros por medio del
agua, tiene que ver algo. Y respecto a que Eliseo sacase hierro del
agua, que los judíos pasasen el Mar Rojo, y que el sirio Naaman fuese
purificado en el Jordán, digo que todo esto prefiguraba el nacimiento
espiritual y la purificación que habría de realizarse. Y todo lo que
se había dicho por los profetas prefiguraba de modo oculto este modo
de nacer, como se dice en el salmo: "Tu juventud se renovará como la
del águila" ( Sal 102,5); y en otro salmo:
"Bienaventurados aquellos cuyas culpas sean perdonadas" (
Sal 31,1). Mas Isaac también es figura de
este nacimiento. Recordando esto el Salvador dijo a Nicodemo: "¿Tú
eres maestro en Israel e ignoras esto?". Además le hace creíble todo
cuanto le ha dicho, condescendiendo con su torpeza, cuando añade: "En
verdad, en verdad te digo: que lo que sabemos, eso hablamos, y lo que
hemos visto atestiguamos, y no recibís nuestro testimonio". Entre
nosotros, la vista es la que nos cerciora mejor que los demás
sentidos. Y si queremos hacer creer a alguno, le decimos que lo hemos
visto con nuestros propios ojos; por lo tanto, Jesucristo, hablando a
Nicodemo de un modo sensible, consigue que le dé fe; mas no le cita
ningún objeto sensible, sino que le habla de un conocimiento
certísimo, y no por otra cosa le habla; por lo tanto, dice esto (esto
es, lo que sabemos), o de El solo, o de El y del Padre.
Haymo
Se pregunta por qué dice en plural: "lo
que sabemos eso hablamos", a lo que debe contestarse que el Unigénito
de Dios era el que decía esto, pero manifestando cómo el Padre está en
el Hijo, y el Hijo en el Padre, y el Espíritu Santo, indivisible,
procede del uno y del otro.
Alcuino
Habla en plural, como si dijese: yo y
aquellos que han sido renacidos hace poco tiempo en el Espíritu,
conocemos lo que hablamos. Y lo que hemos visto en secreto respecto
del Padre lo decimos exteriormente en el mundo; mas vosotros, que sois
carnales y soberbios, no recibís nuestro testimonio.
Teofilato
Esto no lo decía por Nicodemo, sino por
los judíos en general, que permanecieron en su perfidia hasta el fin.
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 25 y 26
Sus palabras no son propias de quien está
turbado, sino de quien manifiesta su mansedumbre. Y en esto nos da a
entender que cuando hablemos con otros y no logremos convencerlos, no
nos entristezcamos ni nos incomodemos, sino que procuremos hacer
creíbles nuestras palabras, no sólo no incomodándonos, sino también
bajando la voz. Se grita cuando hay motivo de ira; mas Jesús, aunque
debía explicar los misterios más elevados, se detiene muchas veces,
por no ser adecuada a ellos la debilidad de los que oyen. Y lejos de
adoptar aquel tono y profundidad que corresponden a tan elevados
misterios, prefiere la sencillez de la condescendencia. Por esto
añade: "Si os he dicho cosas terrenas y no las creéis, ¿cómo creeréis
si os dijere las celestiales?".
San Agustín,
ut supra
Esto es: si no creéis que puedo levantar
el templo derribado por vosotros, ¿cómo creeréis que puedo regenerar a
los hombres por medio del Espíritu Santo?
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 26
No te admires de que llame terrenal al
bautismo, porque se confiere en la tierra y porque en comparación de
su nacimiento extraordinario, que procede de la esencia del Padre, es
terreno el nacimiento en su gracia. Y muy oportunamente no dijo no
entendéis, sino no creéis. Porque al que no alcanza a conocer alguna
cosa por su propio entendimiento, se le considera como un loco o como
un ignorante; mas cuando alguno no acepta lo que únicamente debe
conocer por medio de la fe, no debe acusársele de loco, sino de
infiel. Se decían estas cosas aun cuando no eran creídas, porque las
creerían los que vinieran después.
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13 |
"Y ninguno subió al cielo,
sino el que descendió del cielo; el Hijo del hombre, que está en el
cielo". (v. 13)
San Agustín,
De peccat. mer. et remiss. cap. 31
Conocida la torpeza de Nicodemo, que antes
se levantaba sobre los demás por su magisterio, y reprendida así la
incredulidad de todos sus semejantes, respondió a lo que se le había
preguntado para que otros crean si ellos no creen: "¿Cómo puede
hacerse esto?" Dijo: "Y ninguno subió al cielo sino el que descendió
del cielo; el Hijo del hombre, que está en el cielo". Como diciendo:
así se formará la generación espiritual, convirtiéndose en celestiales
los hombres, cuando antes eran terrenos, lo que no podrán conseguir si
no se hacen miembros míos, para que entonces suba el mismo que bajó,
no considerando a su Cuerpo (esto es, a su Iglesia) como otra cosa que
su misma persona.
San Gregorio,
Moralium 27, 8
Y como ya nos ha identificado consigo
mismo, cuando vino sólo en Sí, vuelve también solo en nosotros. Y el
que siempre está en el cielo, todos los días sube al cielo.
San Agustín,
ut supra
Aun cuando el Hijo del hombre ha sido
engendrado en la tierra, sin embargo no consideró a su divinidad, que
vive en el cielo y bajó a la tierra, como indigna del nombre de Hijo
del hombre. Porque por la unidad de la persona, que por una y otra
sustancia es Cristo y el Hijo de Dios, anda en la tierra, siendo el
mismo Hijo del hombre el que estaba en el cielo. Por lo tanto la fe de
las cosas creíbles la obtenéis cuando creéis en las cosas increíbles.
Pero si la divina esencia, que es muy superior, pudo, sin embargo,
tomar esta esencia humana por nosotros, para poder hacerse una sola
persona, ¿no ha de ser también creíble que los demás santos se hacen
con el Hombre Cristo un solo Cristo? Y si todos suben por medio de su
gracia, ¿no es uno mismo el que sube al cielo y el que bajó del cielo?
Crisóstomo,
ut supra
Como había dicho Nicodemo: "Sabemos que
eres Maestro venido de Dios". Para que no se crea que este Maestro es
como muchos de los profetas que existieron en el mundo, añadió: "Y
ninguno subió al cielo sino el que descendió del cielo; el Hijo del
hombre, que está en el cielo".
Teofilacto
Cuando oigas que el Hijo del hombre bajó
del cielo no creas que la carne bajó del cielo. Esto es lo que
enseñaban los herejes cuando pretendían que Jesucristo había traído su
cuerpo del cielo, y había "pasado" por la Virgen.
Crisóstomo,
ut supra
No llamó carne en este lugar al Hijo del
hombre, sino que dio al todo el nombre de la naturaleza menos
importante. En efecto, a veces acostumbra dar el nombre del de la
naturaleza divina al todo, a veces del de la humana.
Beda
Y si algún hombre desnudo baja del monte
al valle, y después de tomar vestidos y armas vuelve a subir al mismo
monte, diremos con toda propiedad que el que bajó primero es el mismo
que sube.
San Hilario,
De Trin., l. 10
Bajó del cielo, porque es la causa de la
concepción espiritual. Pues María no dio origen a su cuerpo, aun
cuando Ella contribuyó a su incremento y al parto de su cuerpo con
todo lo que es propio y natural de su sexo. Cuando decimos que el Hijo
del hombre existe nos referimos al parto de la carne, que tomó de la
Virgen. En cuanto a que está en el cielo, es propio de una naturaleza
que subsiste siempre, la que no redujo de su infinidad a los límites
de un estrecho cuerpo la potestad del Verbo de Dios. Y al permanecer
en forma de siervo, el Señor del cielo y de la tierra no estuvo nunca
ausente ni del cielo ni de la tierra. Por esto bajó del cielo, porque
era el Hijo del hombre. Y está en el cielo, porque el Verbo hecho
carne no había dejado de permanecer como Verbo.
San Agustín,
ut supra
¿Te admiras de que estaba en el cielo al
mismo tiempo? Pues el mismo don concedió a sus discípulos. Oigase a
San Pablo que dice: "Nuestra morada está en los cielos" (
Flp 3,20). Y si San Pablo, siendo hombre y
estando en la tierra, moraba en los cielos, ¿el Dios del cielo y la
tierra no podía estar a la vez en el cielo y en la tierra?
Crisóstomo,
ut supra
Véase también que lo que parece tan alto
es indigno de su grandeza, porque no sólo está en el cielo, sino que
se encuentra en todas partes. Y aun habla, a pesar de la ignorancia
del que le oye, queriendo atraerle poco a poco.
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14 |
"Y como Moisés levantó la
serpiente en el desierto, así también es necesario que sea levantado
el Hijo del hombre: para que todo aquél que cree en El no perezca,
sino que tenga vida eterna". (v. 14)
Crisóstomo,
ut supra
Como había explicado el beneficio del
bautismo, ahora aduce su causa, esto es, su cruz, diciendo: "Y como
Moisés levantó la serpiente", etc.
Beda
El Señor invita con estas palabras al
maestro de la Ley mosaica a que comprenda su sentido espiritual,
recordándole la historia antigua, y demostrándole que ésta era figura
de su pasión y de la salvación humana.
San Agustín,
De peccat. mer. et remiss. cap. 32
Muchos morían en el desierto por las
mordeduras de las serpientes. Y por ello Moisés, por orden de Dios,
levantó en alto una serpiente de bronce en el desierto; cuantos
miraban a ésta, quedaban curados en el acto. La serpiente levantada
representa la muerte de Cristo, de la misma manera que el efecto se
significa por la causa eficiente. La muerte había venido por medio de
la serpiente, la que indujo al hombre al pecado por el cual había de
morir; mas el Señor, aun cuando en su carne no había recibido el
pecado, que era como el veneno de la serpiente, había recibido la
muerte, para que hubiese pena sin culpa en la semejanza de la carne
del pecado, por lo cual en esta misma carne se paga la pena y la
culpa.
Teofilacto
Véase aquí la figura y la realidad. En el
primer caso se lee la semejanza de la serpiente con todas sus
cualidades de animal, mas privándola del veneno; en el segundo caso
Jesucristo, a pesar de estar libre del pecado, asumió la semejanza de
la carne del pecado. Y al oír que era exaltado debe entenderse que
quiere decir suspendido en lo alto y para que santificase el aire
quien había santificado la tierra andando sobre ella. Entiéndase
también por exaltación la gloria; porque aquella elevación en la cruz
se convirtió en gloria de Jesucristo. Y en lo mismo que quiso juzgar,
juzgó al príncipe de este mundo. Adán murió justamente porque pecó;
mas el Señor, que había sufrido la muerte injustamente, venció a aquél
que le había entregado a la muerte. Y fue vencido porque no pudo
obligar al Señor, estando en la cruz, a que aborreciese a los que le
crucificaban, sino que más les amaba y rogaba por ellos. De este modo
la cruz de Jesucristo se convirtió en su exaltación y en su gloria.
Crisóstomo,
ut supra
Y no dijo: conviene que el Hijo del hombre
no esté colgado, sino: que sea levantado, porque esto parecía lo más
prudente. Y así dijo esto por el que le oía y por lo que la cosa
representaba, con el fin de que veamos la relación que las antiguas
cosas tenían con las nuevas. Y aprendamos que no se entregó a la
muerte contra su voluntad y que de aquí brotó la salud para muchos.
San Agustín,
ut supra
Así como en otro tiempo quedaban curados
del veneno y de la muerte todos los que veían la serpiente levantada
en el desierto, así ahora el que se conforma con el modelo de la
muerte de Jesucristo por medio de la fe y del bautismo, se libra
también del pecado por la justificación, y de la muerte por la
resurrección. Y esto es lo que dice: "Para que todo aquél que cree en
El no perezca, sino que tenga vida eterna". ¿Y para qué se necesita
que la muerte de Jesucristo se compare con el bautismo del niño, si no
ha sido envenenado éste aún por la mordedura de la serpiente?
Crisóstomo,
ut supra
Véase también que quiso ocultar su pasión,
a fin de que no entristecieran sus palabras a aquél que le oía. Pero
puso de manifiesto el fruto de su pasión. Y si los que creen en el
crucificado no perecen, mucho menos perecerá el que está crucificado
con Jesucristo.
San Agustín,
In Ioannem tract., 12
Hay una diferencia entre la figura y la
realidad, y es que aquellos eran curados sólo de la muerte temporal
volviendo a una vida material, mas éstos obtienen la vida eterna.
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15-18 |
"Porque de tal manera amó
Dios el mundo, que dio a su Hijo Unigénito, para que todo aquél que
cree en El no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque no envió
Dios su Hijo al mundo para juzgarle, sino para que el mundo se salve
por El. Quien en El cree, no es juzgado: mas el que no cree, ya ha
sido juzgado, porque no cree en el nombre del Unigénito Hijo de Dios".
(vv. 15-18)
Crisóstomo,
ut supra
Como había dicho: "Conviene que sea
levantado el Hijo del hombre", en lo que daba a conocer ocultamente su
muerte. Y para que el que oía no se entristeciese por estas palabras,
creyendo que era humano cuanto a El se refería, y para que no creyese
que su muerte no sería saludable, dijo, como para rectificar, cuando
había insinuado que el Hijo de Dios sería entregado a la muerte, que
su muerte sería la que alcanzaría la vida eterna. Por esto dice:
"Porque de tal modo amó Dios al mundo, que dio a su Hijo Unigénito".
No os admiréis de que yo deba ser levantado para que vosotros os
salvéis, porque así agradó esto al Padre que tanto os amó, y que por
estos siervos ingratos e indiferentes dio a su mismo Hijo. Y al decir:
"De tal manera amó Dios al mundo", indicó la inmensidad de su amor,
habiendo necesidad de reconocer aquí una distancia infinita. El que es
inmortal, El que no tiene principio, El que es la grandeza infinita,
amó a los que están en el mundo, que son de tierra y ceniza, y están
llenos de infinitos pecados. Lo que pone a continuación demuestra la
cualidad de su amor; porque no dio un siervo, ni un ángel, ni un
arcángel, sino su propio Hijo. Por esto añade: "Unigénito".
San Hilario,
De Trin. l. 6
Mas si la fe del amor había de medirse por
entregar una creatura en bien de otra creatura, no sería de gran
mérito el enviarle una creatura de naturaleza inferior. Las cosas de
gran valor son las que dan a conocer la grandeza de amor y las cosas
grandes se estiman por las cosas grandes. El Señor, amando al mundo,
dio a su Unigénito y no a un hijo adoptivo. Era su Hijo propio por
generación y verdad. No hay creación, no hay adopción ni falsedad.
Aquí hay fe de predilección y de amor en favor de la salvación del
mundo, dando a un Hijo que era suyo y que además era Unigénito.
Teofilacto
Me parece que, así como antes se ha dicho
que el Hijo del hombre bajó del cielo aun cuando su carne no bajase de
allí sino que en cuanto a la única persona de Jesucristo se atribuye
lo que es de Dios al hombre, así también ahora al revés, lo que es del
hombre se atribuye al Verbo de Dios, porque el Hijo de Dios permaneció
impasible. Pero como no había más que una sola persona en virtud de la
unión hipostática -el Hijo de Dios y el hombre que sufrió la pasión-
se dice que es el Hijo entregado a la muerte quien en realidad
padecía, no en su propia naturaleza pero sí en su carne propia. Se ha
obtenido una utilidad inmensa en esta concesión. Tan grande es que
excede a toda suposición humana. Y sigue: "Para que todo aquél que
cree en El no perezca, sino que tenga vida eterna". El Antiguo
Testamento ofrecía una vida larga a los que cumplían sus preceptos,
mas el Evangelio ofrece vida eterna e inacabable.
San Agustín
Debe observarse que explica lo mismo
respecto del Hijo de Dios que lo anunciado respecto del Hijo del
hombre exaltado en la cruz, diciendo: "Para que todo aquél que crea en
El". Porque el mismo Redentor y Creador nuestro, el Hijo de Dios
existente antes de todos los siglos, ha sido hecho Hijo del hombre por
los siglos de los siglos, a fin de que quien por el poder de su
divinidad nos había creado para gozar de la felicidad de la vida
eterna, El mismo nos redimiese por medio de la fragilidad humana para
que alcanzáramos la vida que habíamos perdido.
Alcuino
Y en realidad el mundo conseguirá la vida
eterna por el Hijo de Dios, porque para esto precisamente vino al
mundo. Y así sigue: "Porque no envió Dios a su Hijo", etc.
San Agustín,
In Ioannem tract., 12
¿Por qué es llamado Salvador del mundo,
sino para que salve al mundo? Luego un médico había venido a curar al
enfermo. A sí mismo se mata el que no quiere cumplir los preceptos del
médico, o los desprecia.
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 27
Y porque dice esto, muchos de los que
viven sumidos en toda clase de pecados y en gran negligencia, abusando
de la infinita misericordia divina, dicen que no hay infierno ni
castigo, y que el Señor nos perdona todos los pecados
1. Pero
debe tenerse en cuenta que hay dos venidas de Jesucristo: la que ya se
ha realizado y la que habrá de realizarse. La primera no fue para
juzgar lo que nosotros habíamos hecho, sino para perdonarlo. Mas la
segunda será no para perdonar sino para juzgar. Respecto de la primera
dice: "No he venido para juzgar al mundo", porque es compasivo, no
juzga, sino que antes perdona los pecados por medio del bautismo y
después por la penitencia. Porque si no lo hubiera hecho así todos
estarían perdidos, pues que todos pecaron y necesitan de la gracia de
Dios ( Rom 34,23). Y para que alguno no
creyese que podía pecar impunemente, habla de los castigos reservados
a los que no creen: "Ya está juzgado" dijo antes. Mas el que cree en
El no es juzgado. El que cree, dijo, no el que investiga. ¿Qué será,
pues, si lleva una vida corrompida? Y con mayor razón, diciendo San
Pablo que estos no son fieles. Dice, además: "Confiesan que conocen a
Dios, y lo niegan con las obras" ( Tit 1,16);
pero esto significa que el que cree no será juzgado, pero que sufrirá
el castigo de sus obras; sin embargo no padecerá por causa de
infidelidad.
Alcuino
Y el que cree en El y se identifica con
El, como los miembros con la Cabeza, no será juzgado.
San Agustín,
ut supra
Pero ¿qué esperabas que dijese del que no
cree sino que será juzgado? Pero véase lo que dice: "Mas el que no
cree ya ha sido juzgado". No se ha manifestado aún el juicio, pero ya
ha sido realizado. Porque conoce el Señor a los que son suyos, conoce
a los que perseverarán hasta obtener la corona y a los que serán
contumaces hasta el fuego.
Crisóstomo,
ut supra
Dice esto porque no creer en El es el
suplicio del impenitente. Pues estar fuera de la luz, incluso en sí
mismo, es el mayor castigo. O preanuncia lo que ha de suceder; porque
así como quien mata a un hombre, aun cuando todavía no haya sido
condenado por la sentencia del juez, está condenado por la misma
naturaleza del crimen, asimismo el que es incrédulo, de la misma
manera que murió Adán el mismo día en que comió el fruto prohibido.
San Gregorio,
Moralium 26, 24
En el último juicio algunos no serán
juzgados y perecerán. De éstos se dice aquí: "El que no cree ya está
juzgado", pues entonces no será discutida su causa, porque ya se
presentarán delante del severo juez con la condenación de su
infidelidad. Y los que conservan su profesión de fe, pero carecen de
obras, serán mandados a padecer. Mas los que no conservaron los
misterios de la fe no oirán la increpación del juez en su último
examen, porque prejuzgados ya en las tinieblas de su infidelidad, no
merecerán oír la reconvención de Aquél a quien despreciaron. Y sucede
también que un rey de la tierra, o el que rige una república, castiga
de diferente modo al ciudadano que delinque en el interior que al
enemigo que se rebela en el exterior. En el primer caso obra según sus
propias leyes; pero la guerra lo mueve contra el enemigo, vengándose
con iguales desastres de su malicia, porque tampoco hay necesidad de
aplicarle la ley al que nunca estuvo sujeta a ella.
Alcuino
Y por qué está juzgado el que no cree, lo
explica diciendo: "porque no cree en el nombre del Unigénito Hijo de
Dios", pues sólo en el nombre de Este se encuentra la salvación. Dios
no tiene muchos hijos que puedan salvar; sólo tiene a su Unigénito,
que es por medio de quien salva.
San Agustín,
De peccat. mer. et remiss. cap. 1, 33
¿En dónde, pues, ponemos a los niños
bautizados, sino entre los creyentes? Porque esto se les concede por
virtud del sacramento y por la promesa de los padrinos. Y por esta
razón colocamos a los que no están bautizados entre los que no han
creído.
Notas
1. Al
final del peregrinar terreno.
|
19-21 |
"Mas este es el juicio:
que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que
la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo hombre que obra mal,
aborrece la luz, y no viene a la luz para que sus obras no sean
reprendidas. Mas el que obra verdad, viene a la luz para que parezcan
sus obras, porque son hechas en Dios". (vv. 19-21)
Alcuino
Explica por qué no creyeron y por qué
fueron condenados con justicia, diciendo: "Mas éste es el juicio: que
la luz vino al mundo", etc.
Crisóstomo,
ut supra
Como diciendo: ¿acaso ellos la buscaron o
trabajaron para encontrarla? Esta luz vino a ellos, pero no la
recibieron. Por eso sigue: "Y los hombres amaron más las tinieblas que
la luz". Ahora los priva de toda excusa, porque vino a sacarlos de las
tinieblas y a llevarlos a la luz. ¿Y quién merecerá el perdón de
aquellos que no aceptaron esta luz?
Beda
Se llama a sí mismo luz Aquél de quien
antes dijo el Evangelista: "Era la luz verdadera" (
Jn 1,9), llamando a la vez tinieblas a los pecados.
Crisóstomo
Además, como creían algunos que era
imposible lo que se había dicho y que ninguno que está en tinieblas
honra a la luz, añade la causa porque sufren estas cosas, diciendo:
"porque sus obras eran malas". Y si hubiese venido a juicio, esto
tendría alguna razón de ser, porque el que conoce sus malas acciones
acostumbra a huir del juez; pero los que faltaron deben buscar al que
puede perdonarlos: era muy justo que todos aquellos que se reconocían
reos de grandes pecados salieran al encuentro de Cristo, que venía a
perdonar, como sucedió en muchos, porque los publicanos y los
pecadores venían y se ponían a la mesa con Jesús. Pero como algunos
son tan perezosos para trabajar en adquirir la virtud que quieren
vivir en su malicia hasta el fin, para reprensión de éstos añade:
"Porque todo hombre que obra mal, aborrece la luz", lo que se ha dicho
especialmente de aquellos que prefieren vivir en la mala fe.
Alcuino
"Porque todo hombre que obra mal aborrece
la luz", esto es, el que permanece en el propósito de pecar. Porque a
quien le agrada el pecado aborrece la luz que descubre el pecado.
San Agustín,
Confess. 10, 23
Y como no quieren engañarse y sí engañar a
los demás, estiman la luz cuando se presenta por sí misma y la
aborrecen cuando la luz los pone a ellos de manifiesto. Por tanto los
recompensa poniéndolos de manifiesto aun cuando ellos no quieran y sin
que ellos la vean. También estiman la verdad cuando brilla, y la
aborrecen cuando les arguye. Por esto sigue: "Y no viene a la luz,
para que sus obras no sean reprendidas", etc.
Crisóstomo,
ut supra
Ninguno reprende a aquel que vive en el
paganismo porque adora a sus dioses y obra según sus creencias. Pero
los que son de Jesucristo y viven mal son acusados por todos los que
viven bien. Mas si son gentiles y viven bien, yo no lo he visto
claramente; y no se me hable de aquellos que son humildes y buenos por
naturaleza (porque esto no es virtud) sino de los que sostienen la
lucha contra sus pasiones y viven sabiamente; pero no se encuentran
tales. Y si el anuncio de la gloria y la amenaza del infierno y otras
tantas razones, con dificultad sostienen a los hombres en la virtud,
es difícil que la practiquen quienes no creen en nada de esto. Y si
algunos aparentan ser virtuosos, esto lo hacen únicamente con el
objeto de obtener popularidad. Por esta razón, cuando pueden
ocultarse, no prescinden de sus malos deseos. ¿Y qué utilidad obtienen
cuando alguno que es sobrio y no roba se hace esclavo de la
vanagloria? Esto no es vivir bien. Y no obra mejor, sino mucho peor,
el que fornica. Y si hay alguno que viva bien entre los gentiles, ello
no obsta a lo que venimos diciendo, porque esto no sucede con
frecuencia sino rara vez.
Beda
Moralmente hablando, prefieren mejor las
tinieblas que la luz aquellos que persiguen y calumnian a sus
predicadores, que les enseñan la verdad.
Prosigue: "Mas el que obra la verdad,
viene a la luz", etc.
Crisóstomo,
ut supra
Esto no lo dice refiriéndose a los
primeros cristianos, sino únicamente a aquellos que, procedentes de
los gentiles o de los judíos, se estaban preparando para merecer la
fe. Manifiesta también que ninguno puede elegir entre el error y la
verdad si antes no se marca a sí mismo el camino recto que ha de
seguir.
San Agustín,
De peccat. mer. et remiss. cap. 1, 53
Aquél que viene al verdadero conocimiento
dice que todas sus obras han sido hechas en Dios, porque conoce que su
propia justificación no debe atribuirse a sus méritos, sino a la
gracia de Dios.
San Agustín,
In Ioannem tract., 12
Mas si Dios encuentra todas las obras
malas, ¿cómo es que algunos han conocido la verdad y han venido a la
luz, esto es, a Cristo? Pero ya había dicho antes el Salvador que
amaban más las tinieblas que la luz; allí es donde se encuentra la
fuerza del argumento. Muchos estiman sus pecados, muchos otros lo
confiesan. Dios acusa tus pecados, mas si tú los acusas, te unirás con
Dios. Conviene que aborrezcas en ti tus malas acciones y ames en ti la
gracia de Dios. El principio de las buenas obras consiste en la
confesión de las malas, y obras bien en verdad porque no te halagas ni
te complaces a ti mismo. Mas vienes a la luz porque el pecado mismo
que te desagradó no te hubiera desagradado si Dios no te lo hubiese
dado a conocer, y su verdad no hubiera brillado en ti. Alguno obra
bien cuando hace una verdadera confesión. Y viene a la luz por medio
de sus buenas obras cuando observa que disminuyen los pecados de su
lengua, o de sus pensamientos, o de su inmoderación, respecto de las
gracias concedidas. Porque muchos pecados leves, si se toman con
descuido, matan. Pequeñas son las gotas que aumentan el caudal de un
río, pequeños son los granos de arena; mas si se amontonan muchos
granos, la arena comprime y oprime. Esto hace el descuido prolongado,
porque da lugar a que los arroyos se desborden. Poco a poco entran por
el agujero descuidado, pero entrando por mucho tiempo y no sacando el
agua, ésta sumerge la nave. ¿Y qué quiere decir sacar fuera, sino
hacer que desaparezcan los pecados por medio de las buenas obras,
llorando, ayudando y perdonando?
|
22-26 |
Después de esto, vino
Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea: y allí se estaba con
ellos y bautizaba. Y Juan bautizaba también en Ainón, junto a Salim;
porque había allí muchas aguas; y venían y eran bautizados allí.
Porque Juan no había sido aún puesto en la cárcel. Y se movió una
cuestión entre los discípulos de Juan y los judíos, acerca de la
purificación. Y fueron a Juan y le dijeron: "Maestro, el que estaba
contigo de la otra parte del Jordán, de quien tú diste testimonio,
mira que él bautiza, y todos vienen a El". (vv. 22-26)
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 28
Nada hay más claro, ni más fuerte que la
verdad, la cual ni quiere estar oculta, ni teme el peligro, ni le
amedrentan las amenazas, ni desea la gloria que muchos desean, ni es
perjudicial para ninguno de los hombres. Por lo que el Señor subía con
los discípulos a Jerusalén en las solemnidades, sin darse a conocer,
ni buscando la vanagloria, sino para enseñar sus doctrinas a los demás
y mostrar la utilidad de sus milagros. Mas después que concluían las
solemnidades, bajaba frecuentemente al Jordán, porque allí acudían las
muchedumbres. Por esto dice: "Después de esto vino Jesús", etc.
Beda
Y dice: "Después de esto". No en seguida
después de la discusión con Nicodemo, que tuvo lugar en Jerusalén,
sino después de transcurrido tiempo volvió de Galilea a Jerusalén.
Alcuino
Por Judea se significa: los que confiesan,
a quienes visita Jesucristo. Porque donde se confiesan los pecados, o
se cantan las divinas alabanzas, allí viene Jesucristo y sus
discípulos (esto es, su doctrina y su luz), y allí se detiene,
purificando de los vicios. Por esto sigue: "Y allí se estaba con
ellos, y bautizaba".
Crisóstomo,
ut supra
Diciendo el Evangelista poco después que
Jesús no bautizaba, sino sus discípulos, se da a conocer que este lo
dice así, porque sólo sus discípulos eran los que bautizaban.
San Agustín,
In Ioannem tract., 13
Una vez bautizado el Señor, bautizaba
también, pero no con el mismo bautismo con que El había sido
bautizado, pues fue bautizado por su siervo, enseñando el camino de la
humildad y conduciendo al bautismo del Señor, esto es, al suyo. Porque
Jesús bautizaba como Señor e Hijo de Dios.
Beda
Cuando Jesús ya bautizaba todavía seguía
bautizando San Juan, porque aun permanecía la sombra y no debía
retirarse el precursor hasta que brillase la verdad. Por esto sigue:
"Y Juan bautizaba también en Ennon", etc. Ennon quiere decir en
hebreo: agua y explicando la etimología de este nombre, añade: "Porque
había allí muchas aguas". Salim es una ciudad, a la orilla del Jordán,
en donde reinó Melquisedec.
San Jerónimo,
Ad Evagrium epist. 126
Y no importa que diga Salem o Salim,
porque los hebreos rara vez usaban de vocales en medio de las palabras
y según la voluntad de los lectores o la variedad de regiones se
pronunciaban unas mismas palabras con diversos sonidos y acentos.
Prosigue: "Y venían, y eran bautizados allí".
Beda
Tanto como aprovecha a los catecúmenos que
aun no han sido bautizados el conocimiento de la fe, tanto aprovechó
el bautismo de San Juan, antes del bautismo de Jesucristo. Porque así
como aquél predicaba penitencia, y anunciaba el bautismo de Cristo, y
atraía al conocimiento de la verdad, y que ya había aparecido en el
mundo, así los ministros de la Iglesia instruyen primeramente a los
que vienen al conocimiento de la fe, después reprenden sus pecados y,
por último, les ofrecen el perdón de ellos en el bautismo de
Jesucristo, y así les atraen al conocimiento y al amor de la verdad.
Crisóstomo,
ut supra
Cuando ya bautizaban los discípulos, no
cesó San Juan de bautizar hasta que fue encarcelado, lo que cita el
Evangelista cuando añade: "Porque Juan aún no había sido puesto en la
cárcel".
Beda
Aquí demuestra claramente lo que hizo
Jesucristo antes de que Juan fuese encarcelado, y que los demás
evangelistas pasaban en silencio, empezando por aquello que sucedió
después de que San Juan fue llevado a la cárcel.
San Agustín,
ut supra
¿Y por qué bautizaba San Juan? Porque
convenía que el Señor fuese bautizado. Pero fue también San Juan
bautizado por El para que no se creyese que el bautismo de San Juan
era mejor que el del Señor.
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 28
¿Y por qué bautizaba hasta entonces?
Porque si hubiese cesado, se hubiera creído que hacía esto o por
envidia o por ira. Pero continuando en ello, no sólo adquiría gloria
para sí, sino que enviaba a sus oyentes a Jesucristo. Y hacía esto con
mucha más eficacia que los discípulos de Jesucristo, porque su
testimonio estaba libre de toda sospecha y gozaba de mayor gloria
entre los demás. Por eso bautizaba todavía, para que sus discípulos no
incurrieran en competencia con los de Jesús. Y yo creo que por esta
razón permitió Dios la muerte de San Juan, porque una vez separado de
entre los hombres, Jesús podía empezar a predicar. Y así todo el
afecto de la muchedumbre se vino a Jesucristo y ya no se dividía la
opinión. Se habían suscitado ciertos celos entre los discípulos de San
Juan y los de Jesucristo y aun respecto del mismo Jesucristo, porque
vieron que sus discípulos bautizaban también. Y empezaron a discutir
contra aquellos que eran bautizados sobre si era mayor el mérito del
bautismo de San Juan que el de los discípulos de Jesucristo. Por lo
que añade: "Y se movió una cuestión", etc. Que ellos fueron quienes
cuestionaron y no los judíos, el Evangelista lo da a conocer no
diciendo que los judíos la buscaron, sino que esta cuestión se suscitó
entre los discípulos de San Juan.
San Agustín,
ut supra
Entiéndase aquí que los judíos dijeron que
Jesucristo era de más importancia, y que debía recibirse su bautismo.
Mas los que aún no lo entendían defendían el bautismo de San Juan, y
se recurrió al mismo San Juan para que resolviese la cuestión. Por
esto sigue: "Y vinieron a Juan, y le dijeron: Maestro, el que estaba
contigo de la otra parte del Jordán bautiza", etc.
Crisóstomo,
ut supra
Esto es: aquél a quien tú bautizaste. No
dijeron a quien tú bautizaste, porque estaban como obligados
recordándose de aquella voz que se dejó oír sobre El, y por esto
dicen: "Que estaba contigo", como diciendo: aquél que tenía carácter
de discípulo, no distinguiéndose de nosotros, ahora, separándose de
ti, bautiza. Añaden también: "De quien tú diste testimonio", como
diciendo: a quien tú predicaste y diste a conocer. Cuando le dicen:
"Mira que él bautiza" quieren decir: se atreve a hacer lo mismo que
tú. Y no creyendo que sólo con esto le animarían a que, como ellos,
reprobara lo que venía haciendo Jesús, añaden: "Y todos vienen a él".
Alcuino
Como diciendo: todos te dejan y vienen a
recibir el bautismo de aquél a quien tú bautizaste.
|
27-30 |
Respondió Juan y dijo: "No
puede el hombre recibir algo, si no le fuere dado del cielo. Vosotros
mismos me sois testigos de que dije: yo no soy el Cristo, sino que soy
enviado delante de El. El que tiene la esposa es el esposo: mas el
amigo del esposo, que está con él, y le oye, se llena de gozo con la
voz del esposo. Así, pues, este mi gozo es cumplido. Es necesario que
El crezca, y que yo mengüe". (vv. 27-30)
Crisóstomo,
ut supra
Preguntado San Juan por sus discípulos, no
les contesta con aspereza, temiendo que, separándose de él, hagan
cosas que no sean buenas. Y se limita a contestarles con brevedad. Por
esto dice: "Respondió Juan y les dijo: no puede el hombre recibir
algo, si no le fuere dado del cielo". Como diciendo: si son admirables
las obras de Jesucristo, y si todos, llenos de admiración, acuden a
El, no hay que extrañarlo, porque es Dios quien hace esto. Las cosas
humanas son criticables muchas veces, y carecen de importancia,
desapareciendo en poco tiempo. Pero éstas no son de esa clase, porque
no son inventadas por los hombres sino ordenadas por Dios. Si hablan
bajamente de Jesucristo, no debe llamaros la atención; pues no era
posible explicar en seguida todas las cosas a los que estaban poseídos
de cierta pasión (esto es, de la envidia). Pero, entre tanto, quiere
asustarlos, manifestándoles que se esfuerzan en vano y que en ello se
presentan como enemigos de Dios.
San Agustín,
In Ioannem tract., 13
San Juan decía esto refiriéndose a sí
mismo. Porque aun cuando soy hombre, he recibido gracia del cielo. Y
por lo mismo que he recibido el ser algo, ¿quisierais que fuera vano y
hablase en contra de la verdad?
Crisóstomo,
ut supra
Y véase cómo aquello que proponían para
sublevarse contra Jesucristo, cuando dijeron: "De quien diste
testimonio", lo convirtió contra ellos diciendo: "Vosotros mismos me
sois testigos". Como si dijese: si habéis considerado como verídico mi
testimonio, decid que yo debo anticiparme a honrarle. Por esto añade:
"Y como he sido enviado antes que El", como diciendo: soy su ministro
y predico lo que interesa a Aquél que me envió, no buscando en ello la
estimación humana, sino sirviendo al Padre de Aquél que me envió.
Alcuino
Y si alguno dice: ¿Y si tú no eres el
Cristo, quién eres, o quién es aquél de quien das testimonio? A esto
responde: Aquél es el esposo y yo el amigo del esposo. Y he sido
enviado para que la esposa sea preparada por mí para el esposo. Por
esto añade: "El que tiene esposa es esposo". Llama esposa a la
Iglesia, formada de todas las gentes, la cual es virgen por la
integridad de su alma, por la perfección de su caridad, por la unidad
de su fe católica, por la concordia de su paz y por la rectitud de su
alma y de su cuerpo. Esta es la que quiere el esposo, de quien
engendra todos los días.
Beda
Además, en vano se llamaría virgen
respecto del cuerpo la que no fuese virgen en su mente. Jesucristo se
asoció a esta esposa en el lecho de un vientre virginal, y la adquirió
con el precio de su sangre.
Teofilacto
El esposo de todas las almas es
Jesucristo: hay esponsales allí donde hay unión, y hay bautismo donde
hay Iglesia. Le da las arras de esposa por medio del perdón de los
pecados y la comunión del Espíritu Santo. En la otra vida concederá
gracias aun mayores a los que sean dignos. No hay otro esposo más que
Jesucristo, porque todos los doctores que existen como padrinos,
representan al precursor. Ninguno dispensa gracias, sino únicamente el
Señor. Los demás son dispensadores de las gracias que reciben de Dios.
Beda
El Señor encomendó su esposa a su amigo,
esto es, a los predicadores, que no deben cuidarla para sí mismos sino
para Jesucristo. Por esto añade: "Mas el amigo del esposo que existe",
etc.
San Agustín,
ut supra
Como diciendo: la esposa no es mía, ¿pero
no podré también alegrarme en las bodas? Además, dice, gozo porque soy
amigo del esposo.
Crisóstomo,
ut supra
¿Y por qué razón el que dijo: "No soy
digno de desatar la correa de su calzado" ( Jn
1,27), ahora se llama a sí mismo amigo? No por la igualdad de su
honor, sino por la grandeza de su gozo, que quería representar. En tal
concepto no se alegran siempre los que sirven al esposo, sino los
amigos del esposo. Además se llama amigo, condescendiendo con la
ignorancia de aquellos. Y los que creían que iban a mortificarle por
lo que sucedía ven que no sólo no se mortifica, sino que se alegra
extraordinariamente con tal de que la esposa conozca al esposo.
San Agustín,
ut supra
¿Y por qué subsiste? Porque no cae, por su
humildad. Ve como permanece firme: "No soy digno de desatar la correa
de su calzado". Está de pie y le oye, porque si cae no puede oírle.
Luego el amigo del esposo debe estar en pie y oír, esto es, permanecer
en la gracia que recibió y oír la voz en que debe gozarse. No dijo: me
alegro por mi voz, sino por la voz del esposo. Yo gozo en oírle, y El
en decir. Yo soy el oído, El la palabra. Y el que guarda a la esposa o
la mujer de su amigo procura que ningún otro sea por ella amado. Y si
quisiera él mismo amado ser en vez de su amigo y gozar con la que se
le había confiado, ¡cuán detestable aparecería a la vista de todos los
hombres! Yo conozco muchos adúlteros que quieren poseer a esta esposa
obtenida a un precio tan caro y procuran con sus palabras ser amados
por ella en vez del esposo.
Crisóstomo,
ut supra
Cuando dice: "El que está con El", no lo
dice sin una razón, sino indicando que sus propios negocios ya habían
terminado y que únicamente le quedaba estar con el esposo y oírle. Y
esto lo dice pasando de la parábola a su propósito. Como había hecho
mención del esposo y de la esposa, da a conocer cómo se verifican
estos esponsales, por medio de la palabra y de la enseñanza, porque la
fe entra por el oído y el oído se llena de la palabra de Dios (
Rom 10,17). Y como sucedieron las cosas que
El esperaba, añade: "Así, este mi gozo es cumplido", esto es: he
concluido la misión que se me había confiado y ya no puedo hacer más
en adelante.
Teofilacto
Por esto me alegro ahora de que todos le
oigan. Porque si la esposa no se acercare al esposo, esto es: el
pueblo, entonces yo, que soy el padrino, lo sentiría.
San Agustín,
In Ioannem tract., 14
En esto se cumple mi gozo: en alegrarme de
oír la voz del esposo. Tengo mi gracia y no tomo más para no perder lo
que he recibido. Porque el que quiere alegrarse de sí mismo, está
triste; mas el que quiere alegrarse en el Señor, se alegrará siempre,
porque Dios es eterno.
Beda
Con gozo se alegra también el hombre
cuando oye la voz del esposo; cuando comprende que no debe alegrarse
de su sabiduría propia, sino de la sabiduría que recibió de Dios. El
que no busca su propia gloria o su alabanza en los beneficios, y no
apetece los bienes de la tierra sino los del cielo, éste es el amigo
del esposo.
Crisóstomo,
ut supra
Después separa de sí toda pasión de
envidia, no sólo respecto de la vida presente sino también de la
futura, diciendo: "Es necesario que El crezca, y que yo mengüe". Como
diciendo: las cosas nuestras vivieron un momento y después perecieron,
mas crecen las que son de Dios.
San Agustín,
ut supra
¿Y qué quiere decir esto: "Es necesario
que El crezca"? Dios ni crece ni disminuye, pero San Juan y Jesús, en
cuanto a la carne, vivían en un mismo tiempo, y los meses que tenían
de diferencia no establecen sensible diferencia de edad. Este misterio
es grande. Antes que viniese el Señor, los hombres se gloriaban en sí
mismos. Mas vino en forma humana para que disminuyese toda gloria
humana y aumentase la gloria de Dios. Así pues, vino para perdonar los
pecados y para que el hombre confesase, porque la confesión del hombre
es lo mismo que la humildad del hombre, así como la compasión de Dios
representa la elevación de Dios. Jesucristo y San Juan dieron a
conocer esta verdad con sus padecimientos, porque San Juan fue
degollado y Jesucristo levantado en una cruz. Además, Jesucristo nació
cuando empezaban a crecer los días y San Juan cuando empezaban a
disminuir. Crezca, por lo tanto, en nosotros la gloria de Dios y
disminuya nuestra gloria, para que crezca en Dios la nuestra. Cuanto
mejor conoces a Dios, tanto más parece que Dios crece en ti. Y no
crece en sí porque siempre es perfecto. Así como cuando se curan los
ojos de uno que ha padecido ceguera desde su nacimiento; desde que
empieza a ver la luz poco a poco, viendo cada día un poco más, le
parece que la luz crece aun cuando la luz es siempre la misma, ya sea
que la vea o no la vea; así también el hombre interior adelanta en
relación a Dios y Dios parece que crece en él y él se disminuye
cayendo de su gloria y levantándose en la gloria de Dios.
Teofilacto
Así como la luz de las antorchas parece
que se extingue al venir el sol, aun cuando en realidad no esté
extinguida sino eclipsada por otra luz mayor, así el precursor, como
estrella eclipsada por el sol, se dice que disminuye. Mas Jesucristo
crece, dándose a conocer poco a poco por medio de sus milagros, no
porque creciese en las virtudes o porque adelantase -y esta es la
opinión de Nestorio
1- sino
según la manifestación de su divinidad.
Notas
1. El
nestorianismo sostiene que Santa María no es Madre de Dios, sino madre
del "hombre Jesús". Este habría sido "tomado" por Dios siendo mayor,
habitando la divinidad en él como si habitase en un templo.
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31-32 |
"El que de arriba viene,
sobre todos es. El que es de la tierra, terreno es y de la tierra
habla. El que viene del cielo sobre todos es. Y lo que vio y oyó, eso
testifica". (vv. 31-32)
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 29
Así como el gusano roe los troncos y el
óxido destruye el hierro, así la vanagloria, fomentándose a sí misma,
pierde al alma. Por lo tanto se necesita mucho cuidado para que
destruyamos esta pasión, por lo que San Juan, respondiendo a los
discípulos que tenían esta pasión, apenas con muchas razones los
aplaca. Y después de lo que les había dicho antes los prepara con
otras palabras diciendo: "El que de arriba viene, sobre todos es";
como diciendo: porque vosotros exageráis mi testimonio, y por él me
consideráis como más digno de fe, es preciso que sepáis que el que
viene del cielo es digno de más crédito que el que habita en la
tierra. Y esto es lo que significa: "Sobre todos es", porque El se
basta a sí mismo. Es incomparablemente mayor que los demás.
Teofilacto
Este es Jesucristo, que bajó del Padre y
está sobre todos, diferenciándose de todos.
Alcuino
Vino de lo alto, esto es, de la altura de
la naturaleza humana que tuvo antes del pecado del primer hombre,
porque el Verbo de Dios tomó su carne humana de aquella elevación. No
tomó la culpa aunque tomó la pena a ella correspondiente.
Prosigue: "El que es de la tierra, terreno
es, y habla de tierra", o lo que es lo mismo, habla de cosas terrenas.
Crisóstomo,
ut supra
Y en verdad que no todas las cosas que
tenía eran terrenas; porque tenía un alma, y participaba del espíritu
y no de la tierra. ¿Por qué dijo que era de la tierra? No quiso
manifestar otra cosa, aunque en sentido misterioso, por medio de estas
palabras, sino que es pequeño, como procedente de la tierra y nacido
en la tierra, y de ningún modo puede compararse con Jesucristo, que ha
venido de lo alto a nosotros. Y no dice: habla de la tierra, porque
hablaba según su propia inteligencia, sino que dice que habla de la
tierra en comparación de la doctrina de Cristo. Como diciendo: mis
cosas son pequeñas y humildes comparadas con las de Jesucristo, como
es conveniente tomar toda la naturaleza terrestre en comparación de
Aquél en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de
la ciencia de Dios ( Col 2,3).
San Agustín,
In Ioannem tract., 14
Respecto de lo que dice que habla de la
tierra, se refería al hombre y a cuanto pertenecía a él. Y si habla
algunas cosas divinas es porque está iluminado por Dios, como dice el
Apóstol: "No soy yo, sino la gracia de Dios que está conmigo" (
1Cor 15,10). Luego San Juan, en cuanto a él
se refiere, es de tierra y habla de la misma. Y si algo divino habéis
oído de Juan, es porque ha sido inspirado y no porque lo ha recibido.
Crisóstomo,
ut supra
Una vez destruida la envidia de los
discípulos, habla de Jesucristo con más amplitud, puesto que antes de
ahora hubiera sido vano ocuparse de esto, porque las inteligencias de
sus oyentes no le hubieran podido comprender. Por esto sigue: "El que
viene del cielo", etc.
San Agustín
Esto es: Viene del Padre. De dos maneras
"está sobre todos": primeramente sobre toda la humanidad, de la que
procede antes de que ella pecase; y en segundo lugar según la altura
del Padre, la cual comparte.
Crisóstomo,
ut supra
Después que dijo grandes alabanzas y cosas
muy sublimes de Jesucristo, volvió a hablar de cosas humildes,
diciendo: "Y lo que vio y oyó, eso testifica". Porque hemos sabido
todo esto por medio de nuestros sentidos y estimamos como dignos de fe
a los que son maestros respecto de las cosas que hemos recibido por la
vista y aprendido por el oído. Queriendo San Juan demostrar esto mismo
de Jesucristo, dice: "Y lo que vio y oyó, eso testifica", manifestando
que nada de lo que se decía de El era falso, sino todo verdadero. Como
diciendo: yo necesito oír lo que El dice, porque ha venido de lo alto,
anunciando las cosas que había visto y oído, esto es, lo que
únicamente El conoce de una manera terminante.
Teofilacto
Cuando oigas que Jesucristo dice lo que ha
oído y visto respecto del Padre, no creas que necesite saberlo por el
Padre, sino que todas las cosas que conoce por naturaleza propia las
tiene por el Padre, y por esto se dice que sabe en virtud del Padre
todo lo que sabe. ¿Pero qué quiere decir que el Hijo ha oído del
Padre? ¿Acaso ha oído el Hijo la palabra del Padre? Antes bien el Hijo
es el Verbo del Padre.
San Agustín,
ut supra
Cuando concibes la palabra que vas a
pronunciar, quieres decir la cosa y la misma concepción de la cosa que
constituye ya el verbo en tu mente. Así como tienes tú en tu mente la
palabra que hablas, y ella está en ti, así Dios concibió su palabra o,
lo que es lo mismo, engendró al Hijo. Por lo tanto, siendo la palabra
el Hijo de Dios, el Hijo nos ha hablado, no su palabra, sino la del
Padre; quiso hablarnos lo que el Verbo del Padre hablaba. San Juan
explicó cómo ocurrió esto y cómo debió suceder.
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32-36 |
"Y nadie recibe su
testimonio. El que ha recibido su testimonio, confirmó que Dios es
verdadero. Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla;
porque Dios no le da el espíritu por medida. El Padre ama al Hijo, y
todas las cosas puso en sus manos. El que cree en el Hijo, tiene vida
eterna: mas el que no da crédito al Hijo, no verá la vida, sino que la
ira de Dios está sobre él". (vv. 32-36)
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 29
Había dicho San Juan: "Y lo que vio y oyó,
testifica", como explicando para que no fueran consideradas falsas las
cosas que Jesucristo dijese, porque habían de ser pocos los que
creerían. Por esto añade: "Y nadie recibe su testimonio", esto es,
pocos; pues tenía discípulos que recibían su testimonio respecto de lo
que les decía. Mas en esto se refería a los discípulos, que aún no
creían en El. Y asimismo manifiesta la insensibilidad de los judíos,
como se había dicho en el principio del Evangelio: "Vino a los suyos,
y los suyos no le recibieron", porque especialmente los judíos eran
los que le pertenecían.
San Agustín,
ut supra
De otro modo: hay cierto pueblo preparado
para sufrir el castigo de Dios y que ha de ser condenado con el
diablo; de éstos ninguno recibe el testimonio de Dios
1.
Fijaos en la separación que hay en el espíritu dentro del conjunto del
género humano; pues lo que aun no está separado en cuanto al lugar, lo
ha distinguido con la separación mental, y ha visto a dos pueblos: el
de los fieles y el de los infieles. Se refiere al de los infieles y
dice: "Y nadie recibe su testimonio". Pero se separa de la izquierda,
mira a la derecha, y dice a continuación: "El que ha recibido su
testimonio, lo confirmó".
Crisóstomo,
ut supra
Esto es, lo demostró. Y a fin de aumentar
el temor, añade: "Porque Dios es verdadero"; manifestando que no de
otra manera puede alguno dejar de creer en El, sino llamando mentiroso
a Dios que le envió, porque no habla cosa alguna que no corresponda al
Padre. Y esto es lo que añade: "Porque el que Dios envió, las palabras
de Dios habla".
Alcuino
De otra manera: lo ha sellado, esto es,
puso una señal en su corazón, como un signo singular y especial de que
era verdadero Dios el que padeció por la salvación de los hombres.
San Agustín,
ut supra
¿Por qué se dice que Dios es veraz sino
porque el hombre es mentiroso y Dios es veraz? Porque ninguno de los
hombres puede decir qué es la verdad si no es iluminado por Aquél que
no puede mentir. Luego, si Dios es veraz, Jesucristo es Dios. ¿Quieres
probarlo? Examina el testimonio que de El se da, y lo encontrarás.
Pero si aun no conoces a Dios, no has recibido todavía su testimonio.
Entonces el mismo Jesucristo es Dios, es veraz, lo envió Dios. Dios
envió a Dios: únelos a ambos y tendrás a un solo Dios. Esto que San
Juan decía de Cristo, que Dios le había enviado, lo decía para
distinguirlo de sí mismo. ¿Cómo pues, acaso no envió Dios al mismo
Juan? Pero observa lo que dice a continuación: "Porque Dios no le da
el espíritu por medida". A los hombres sí se lo da con limitación,
pero no a su único Hijo. A unos se les concede por medio del Espíritu
la palabra de la sabiduría, a otros la de la ciencia; unos poseen un
don, otros poseen otro distinto ( 1Cor 12).
Esta medida es cierta distribución de los dones, pero los que da
Jesucristo no los ha recibido por medida.
Crisóstomo,
ut supra
Espíritu quiere decir aquí la acción del
Espíritu Santo, y quiere significar que todos nosotros recibimos las
acciones del Espíritu Santo con su medida. Mas Jesucristo recibió la
gracia del Espíritu Santo; ¿cómo, pues, podrá nadie creerle digno de
sospecha? Nada dice que no sea de Dios, ni del Espíritu. Y al paso que
nada dice del Dios Verbo, fundamenta y confirma su doctrina en el
Padre y en el Espíritu. Pues sabían que Dios existe y conocían
asimismo la existencia del Espíritu, aunque no tenían formado de él un
concepto conveniente, e ignoraban que existiera el Hijo.
San Agustín,
ut supra
Y como había hablado del Hijo, y había
dicho que Dios le había dado el Espíritu sin medida, añade: "El Padre
ama al Hijo", y a continuación: "Y todas las cosas puso en sus manos".
Para que se conociese que dijo aquí de distinto modo: "El Padre ama al
Hijo". Porque si el Padre ama a Juan o a Pablo, y sin embargo no lo ha
entregado todo a su dominio. El Padre ama a Hijo, pero como un padre
ama a su hijo, y de ninguna manera como un dueño a su criado; como a
su Unigénito, y no como a un hijo adoptado. Y así todo lo ha entregado
en sus manos, para que sea tan grande el Hijo como grande es el Padre.
Luego, cuando se ha dignado enviarnos a su Hijo, no creamos que Este,
al ser enviado, es menos de lo que es el Padre.
Teofilacto
En este concepto, el Padre lo entregó todo
al Hijo en cuanto a la divinidad, por naturaleza y no por gracia; y
todo lo entregó a su dominio, en cuanto a la humanidad. Domina, pues,
sobre todo aquello que existe en el cielo y en la tierra.
Alcuino
Y como todo está en su mano, también está
la vida eterna. Por esto añade: "El que cree en el Hijo, tiene vida
eterna".
Beda
No debe entenderse aquí la fe que se
limita a palabras solas, sino la que se completa por medio de las
obras.
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 30
No dice aquí que es bastante creer en el
Hijo para obtener la vida eterna, puesto que El dice en otro lugar:
"No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los
cielos" ( Mt 7,21). Y además, refiriéndose a
la blasfemia contra el Espíritu Santo, la juzga suficiente por sí sola
para llevar al infierno. Y si alguno cree en el Padre, en el Hijo y en
el Espíritu Santo, no pensemos que esto es bastante para alcanzar la
salvación. Necesitamos también de una vida buena y de costumbres
rectas. Además, conociendo que muchos no se dejan llevar tanto por la
promesa de los beneficios como por el riesgo de sufrimientos
terribles, concluye su discurso diciendo: "Mas el que no da crédito al
Hijo, la ira de Dios estará sobre él". Véase cómo refiere al Padre lo
que dice respecto del castigo
2,
porque no dijo que la ira del Hijo de Dios (aun cuando éste sea juez),
sino que citó al Padre como juez, queriendo aterrarlos más. Y no dijo
"estará con él", sino "sobre él", dando a conocer que nunca se
separará de él. Y para que no se crea que habla de la muerte temporal,
dijo: "No verá la vida".
San Agustín,
ut supra
Tampoco dijo: "la ira de Dios viene a él",
sino: "permanece sobre él", porque todos los mortales que nacen traen
consigo la ira de Dios, la que recibió el primer Adán. Vino el Hijo de
Dios sin tener pecado alguno, y se vistió de nuestra mortalidad. Murió
para que tú vivas. Por lo tanto, el que no quiere creer en el Hijo,
tiene sobre sí la ira de Dios, de la que dice el Apóstol "que éramos
hijos de ira por naturaleza" ( Ef 2,3).
Notas
1.
Aparece aquí la perspectiva del Dios castigador. La fe de la Iglesia
enseña que Dios es Ser y Amor, y que se acerca a nosotros con un amor
misericordioso que supone la justicia y va más allá de ella.
2.
Aparece aquí la perspectiva del Dios castigador. La fe de la Iglesia
enseña que Dios es Ser y Amor, y que se acerca a nosotros con un amor
misericordioso que supone la justicia y va más allá de ella.
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