CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO

22-26   -   27-30   -   31-32   -   32-36
01-03
Y había un hombre de los fariseos llamado Nicodemo, príncipe de los judíos. Este vino a Jesús de noche y le dijo: "Rabbí, sabemos que eres Maestro venido de Dios, porque ninguno puede hacer estos milagros que tú haces, si Dios no estuviese con él". Y Jesús respondió, y le dijo: "En verdad, en verdad te digo, que no puede ver el reino de Dios sino aquél que renaciere de nuevo". (vv. 1-3)
 
San Agustín, In Ioannem tract., 11
Había dicho el Evangelista ( Jn 2,23) que cuando el Salvador estaba en Jerusalén muchos creyeron en su nombre viendo los milagros y los prodigios que hacía. Entre éstos se hallaba Nicodemo, de quien se dice: "Y había un hombre de los fariseos, llamado Nicodemo", etc.
 
Beda
Y también manifiesta la dignidad que tenía cuando añade: "Príncipe de los judíos". Dice a continuación lo que hizo: "Este vino a Jesús de noche: esto es, deseando conocer más claramente, en su conversación privada, los misterios de su fe, cuyos principios ya conocía por sus milagros.
 
Crisóstomo, In Ioannem hom, 23
Sin embargo, aún se detenía, por la cobardía común a todos los judíos ( Jn 12,42). En virtud de ello venía de noche, temiendo hacerlo de día. Por esto el Evangelista dice en otro lugar que muchos de los príncipes creyeron en el Salvador, pero no lo decían por miedo a los judíos, para que no los arrojasen fuera de la sinagoga.
 
San Agustín, ut supra
Y Nicodemo era del número de los que creyeron pero que aún no habían renacido, por esto venía de noche. Los renacidos por el agua y el Espíritu Santo oyen aquellas palabras del Apóstol: "Fuisteis en otra época tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor" ( Ef 5,8).
 
Haymo
Se dice muy oportunamente que vino de noche, porque oscurecido en las tinieblas de la ignorancia, aún no había llegado a alcanzar la luz necesaria para creer perfectamente que Jesús era Dios. La palabra "noche", en la Sagrada Escritura, se pone muchas veces en lugar de ignorancia. Por esto añade: "Y le dijo: 'Rabbí: sabemos que eres Maestro venido de Dios'". Es bien sabido de todos que en hebreo la palabra Rabbí quiere decir maestro. Le llamaba Maestro y no Dios, porque creía que había sido enviado por Dios; y sin embargo, como se ha dicho, no le reconocía como Dios.
 
San Agustín, ut supra
Por qué había creído éste, se conoce en virtud de lo que añade: "Porque ninguno puede hacer estos milagros que tú haces, si Dios no estuviese con él". Por esto Nicodemo era de aquellos muchos que creyeron en su nombre viendo los milagros que hacía.
 
Crisóstomo, ut supra
Y sin embargo, a pesar de sus milagros, no había formado gran concepto del Salvador, sino que teniéndole como un ser meramente humano, habla de El como de un profeta que había sido enviado para hacer aquellos milagros, pero que necesitaba de ayuda ajena para hacerlos, siendo así que el Padre le había engendrado perfecto y suficiente en sí mismo, no teniendo nada imperfecto. Y como Jesucristo tenía gran cuidado de no revelar su dignidad y de convencer que nada hacía que fuese contrario al Padre, por esto en sus palabras se expresaba casi siempre en sentido humilde. Pero cuando hacía algún milagro lo hacía con todo su poder. Y así, respecto de Nicodemo, nada dice de sí mismo que pueda contribuir a su enaltecimiento. Pero de una manera oculta Jesucristo rectifica el concepto humilde que de El se había formado, dándole a entender que hace aquellos milagros con autoridad propia. Por esto añade: "Jesús le respondió y le dijo: en verdad, en verdad te digo, que no puede ver el reino de Dios sino aquél que renaciere de nuevo".
 
San Agustín, ut supra
Estos son, por tanto, a quienes Jesús se confía: los que habiendo nacido de nuevo, no vienen de noche, como lo hacía Nicodemo. Porque estos tales ya le confiesan. Por esto dice: "Sino aquél que renaciere de nuevo", etc.
 
Crisóstomo, ut supra
Como diciendo: como aún no has nacido de nuevo (esto es, de Dios en generación espiritual) el conocimiento que tienes de mí no es espiritual, sino animal y humano. Por esto te digo que, o tú o cualquier otro, si no nace de nuevo de Dios, no podrá alcanzar la gloria que me rodea, sino que se quedará fuera del reino. Porque la generación que se verifica por medio del bautismo es la que contribuye a la iluminación del alma. O acaso el sentido literal sea éste: "en verdad, en verdad te digo, que si alguno no fuere hecho", etc., esto es, si tú no has nacido de lo alto y no has adquirido el conocimiento cierto de los misterios, andas errante fuera de la verdad y te hallas a larga distancia del reino de los cielos. Así el Señor se manifestaba a sí mismo e indicaba que no es únicamente lo que se ve, sino que se necesita de otros ojos para poderle ver. Y cuando dice: "De lo alto", unos lo entienden del cielo y otros desde el principio. Por tanto, los judíos, si hubiesen oído esto, burlándose, se hubiesen retirado. Pero éste manifiesta su afecto de discípulo, porque sigue preguntando al Salvador.
   
04-08
Nicodemo le dijo: "¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Por ventura puede volver al vientre de su madre, y nacer otra vez?" Jesús respondió: "En verdad, en verdad te digo, que no puede entrar en el reino de Dios sino aquél que fuere renacido de agua y de Espíritu Santo. Lo que es nacido de carne, carne es; lo que es nacido de espíritu, espíritu es. No te maravilles porque te dije: os es necesario nacer otra vez. El espíritu donde quiere sopla, y oyes su voz, mas no sabes de dónde viene ni a dónde va: así es todo aquél que es nacido de espíritu". (vv. 4-8)
 
Crisóstomo, ut supra
Viniendo Nicodemo a buscar a Jesús como si fuese sólo hombre, oyendo de sus labios palabras más importantes que las que pueden salir de un mero hombre, se levanta a la altura de cuanto se dice; se ofusca y no sabe sostenerse, sino que las tinieblas le rodean por todas partes, y vacila, separándose de la fe. Por esto habla de cierta imposibilidad, para mover al Salvador a que explique más su doctrina. De dos cosas se admiraba, a saber: de aquella especie de nacimiento y del reino, porque esto no se había oído entre los judíos. Mas entre tanto pregunta acerca de lo que antes se había dicho y sobre lo que problematizaba más su inteligencia. Por esto dice: "Nicodemo le dijo: ¿cómo puede un hombre nacer, siendo viejo? ¿Por ventura puede volver al vientre de su madre, y nacer otra vez?".
 
Beda
Parece que estas palabras quieren decir que el niño vuelva a entrar otra vez en el vientre de la madre para renacer. Pero debe tenerse en cuenta que él ya era viejo y por esto citó el ejemplo de sí mismo, como si dijese: yo soy viejo y busco mi salvación, ¿cómo podré entrar en el vientre de mi madre y volver a nacer?
 
Crisóstomo, ut supra
Le llamas Maestro, reconoces que viene de Dios, pero no aceptas lo que dice. Y hablas al Maestro de forma que puedan brotar muchas dudas. Esto -el saber preguntar de cierto modo- es propio de aquellos que no creen firmemente y muchos que así preguntan se han separado de la fe. Porque éstos preguntan: ¿cómo se ha encarnado Dios?; y otros: ¿cómo es impasible? Por lo tanto también éste pregunta llevado por la ansiedad, pero debe tenerse en cuenta que el que mezcla cosas espirituales con sus propios pensamientos habla cosas dignas de risa.
 
San Agustín, In Ioannem, tract. 11
Pues el Espíritu habla, pero Nicodemo entiende en sentido carnal. No había conocido éste más que un solo nacimiento (el que proviene de Adán y Eva) y no conocía el que proviene de Dios y de la Iglesia. Y así debes comprender el nacimiento del Espíritu como Nicodemo conoció el nacimiento de la carne. Como no puede volverse otra vez al seno de la madre, tampoco puede reiterarse el bautismo.
 
Crisóstomo, In Ioannem hom., 24
Nicodemo estaba pensando en un nacimiento carnal, según se acostumbra en la vida material, por lo que Jesucristo le revela más claramente que se refiere a un nacimiento espiritual. "Jesús respondió: En verdad, en verdad te digo, que no puede entrar en el reino de Dios sino aquel que fuere renacido de agua y de Espíritu Santo".
 
San Agustín, ut supra
Como si dijere: tú crees que me refiero a la generación carnal, pero me refiero al nacimiento que tiene lugar por medio del agua y del Espíritu, por medio del cual nace el hombre para el reino de Dios. Si uno nace ya de las entrañas de su madre carnal, de un modo temporal, para obtener la heredad del padre, nace de las entrañas de la Iglesia para la eterna heredad de Dios Padre. Como el hombre consta de dos sustancias, a saber: de cuerpo y de alma, debe tener dos clases de generación: la del agua, que es visible, se aplica para la limpieza del cuerpo y la del Espíritu, que es invisible, para la purificación del alma, que es invisible.
 
Crisóstomo, ut supra
Mas si alguno pregunta: ¿cómo nace el hombre del agua?, yo le preguntaré: ¿y cómo nació Adán de la tierra? Así como en un principio todo era tierra y todo el mérito de la obra pertenecía al Creador, así ahora, sirviéndose del elemento del agua, la obra es del Espíritu de gracia. Entonces le dio el Paraíso para que viviese en él, mas ahora nos abre las puertas del cielo. ¿Pero qué necesidad de agua tienen aquellos que reciben el Espíritu Santo? Os explicaré este misterio, pues sagradas figuras se realizan por medio del agua: la sepultura y la muerte, la resurrección y la vida. Porque mientras sumergimos la cabeza en el agua, como en una especie de sepulcro, el hombre viejo es sepultado y, sumergido abajo, es ocultado; luego, desde allí abajo, asciende el hombre nuevo. Sirva esto para que aprendamos que la virtud del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo lo llena todo, y que Jesucristo esperó tres días para resucitar.
 
Crisóstomo, In Ioannem hom., 25
Lo que es el útero para el feto, es el agua para el fiel, porque en el agua se forma y se figura. Mas lo que en el útero se forma, necesita de tiempo, mientras que en el agua no sucede así, sino que todo sucede en un momento. Tal es la naturaleza de los cuerpos que necesitan tiempo para llegar a su perfección. Mas en las cosas espirituales no acontece lo mismo, sino que lo que se hace ya se hace con perfección desde el principio. Desde que el Señor subió del Jordán, el agua ya no produce reptiles de almas vivientes 1 sino almas espirituales y racionales.
 
San Agustín, De bapt. parv. 1, 30
Y como no dice: si alguno no naciese del agua y del espíritu no podrá obtener la salvación o la vida eterna, sino: "No entrará en el reino de Dios", dicen algunos a esto: los niños deben ser bautizados para que puedan entrar con Cristo en el reino de Dios, a donde no llegarán si no son bautizados. Aunque los niños -dicen los pelagianos- 2 si mueren sin bautismo, deberían pasar a la vida eterna porque no están sometidos al yugo del pecado. Pero ¿por qué se vuelve a nacer, si no hay que renovarse de alguna cosa antigua? ¿Y por qué la imagen de Dios no entra en su reino si no es porque se lo impide el pecado?
 
Haymo
No pudiendo comprender Nicodemo tan grandes y tan profundos misterios, se los explicó el Señor, haciendo comparaciones con el nacimiento carnal, diciéndole: "Lo que es nacido de carne, carne es", etc. Así como la carne procrea la carne, así el espíritu produce el espíritu.
 
Crisóstomo, In Ioannem hom., 25
No esperes ver aquí nada material, ni creas que el Espíritu engendra carne. La carne del Señor fue engendrada en verdad no sólo por el Espíritu, sino también por la carne. Mas lo que nace del Espíritu es espiritual y aquí no se refiere a aquel nacimiento que se realiza según la sustancia, sino a aquél que se realiza según el honor y la gracia. Y si el Hijo de Dios ha nacido de este modo, ¿qué tendrá más que todos los demás que han nacido así? Se encontrará quizá inferior al Espíritu Santo, porque este nacimiento se verifica por la gracia del Espíritu Santo 3. ¿Y en qué se diferencian estas cosas de las doctrinas de los judíos? Véase aquí la dignidad del Espíritu Santo. Parece que realiza la obra de Dios pues más arriba dijo que habían nacido de Dios ( Jn 1,13), y aquí dice que el Espíritu Santo los engendra. Y diciendo Jesucristo que el que nace del espíritu es espíritu, como vio a Nicodemo otra vez turbado le expuso otro ejemplo sensible diciéndole: "No te maravilles porque te dije: os es necesario nacer otra vez". Cuando dice: "No te maravilles", da a conocer la turbación de su alma. Y pone un ejemplo que no participa ni de la grosera materialidad de los cuerpos, y que tampoco raya en lo inmaterial de las cosas incorpóreas como sucede con el soplo del viento, diciendo: "El espíritu, donde quiere sopla: y oyes su voz, mas no sabes de dónde viene ni a dónde va; así es todo aquél que es nacido de espíritu". Lo que dice significa: si no hay quien detenga al viento, sino que va adonde quiere, mucho más es el Espíritu, cuya acción no podrán detener las leyes de la naturaleza, ni los términos, ni los límites del nacimiento corporal, ni ninguna otra cosa parecida. Lo que dice aquí respecto del viento lo manifiesta cuando dice: "oyes su voz", esto es, el rumor. Pues no diría esto, si fuera que hablaba con un infiel que desconocía la acción del Espíritu. Dice también, "Donde quiere sopla", no porque el viento pueda elegir, sino porque obedece a aquel movimiento que tiene por naturaleza, que no puede detenerse y que se ejecuta con poder. "Y no sabes de dónde viene, ni a dónde va", esto es, si no sabes explicar la vida de este elemento que percibes por el sentido del oído y del tacto, ¿cómo querrás escudriñar la operación del divino Espíritu? Por esto añade: "Así todo el que es nacido de espíritu", etc.
 
San Agustín, In Ioannem tract., 12
¿Y quién de nosotros no verá (por ejemplo), el Austro yendo desde el Mediodía al Aquilón 4, u otro viento que del Oriente se encamina al Occidente? ¿Y cómo desconocemos de dónde viene y a dónde va?
 
Beda
Por lo que el Espíritu Santo es quien sopla donde quiere, porque El tiene bastante poder para iluminar el corazón de cualquiera con la gracia de su visita. "Y oyes su voz" cuando habla en presencia tuya aquél que está lleno del Espíritu Santo.
 
San Agustín, ut supra
Suena el salmo, suena el Evangelio, suena la Palabra divina, y todo ello es voz del Espíritu. Y dice esto porque el Espíritu está presente, aunque de una manera invisible, en la palabra y en el sacramento, para que nazcamos.
 
Alcuino
Luego no sabes de dónde viene ni adónde va; porque aunque en presencia tuya el Espíritu descendiese sobre alguien en cierta hora, no podrías ver cómo entra ni cómo sale, porque es invisible por naturaleza.
 
Haymo
No sabes de dónde viene, porque desconoces el modo con que lleva a los fieles a la fe; también ignoras adónde va, porque no sabes cómo lleva a los fieles a la esperanza. "Y así es todo el que ha nacido del espíritu", como si dijese: el Espíritu Santo es un ser invisible, y así todo el que nace del espíritu nace de una manera invisible.
 
San Agustín
Y aun cuando tú nacieres del Espíritu, serás de tal modo que aquél que no ha nacido aun del Espíritu, no sabrá de dónde vienes ni a dónde vas. Dice esto a continuación: "Así es todo aquél que es nacido del Espíritu".
 
Teofilacto
Confúndase, por lo tanto, Macedonio, impugnador del Espíritu Santo, que afirma que el Espíritu Santo es siervo; mas el Espíritu Santo, como obra con poder propio, obra donde quiere y como quiere 5.
 
Notas
1. En alusión al mandato del Señor en la Creación: "Produzcan las aguas reptiles de almas vivientes..." ( Gén 1,20 Vulg.).
2. Los pelagianos dicen que los niños que mueren sin bautismo deben ir a la vida eterna. Esto porque negaban la realidad del pecado original, afirmando que el ser humano era capaz, sin ningún auxilio sobrenatural, de evitar el pecado y alcanzar el cielo.
3. El Señor Jesús es plenamente Dios y plenamente hombre, en la persona divina del Hijo. En la Trinidad cada una de las personas posee la esencia divina, que es numéricamente la misma, una.
4. El Austro es un viento que sopla desde el sur (Mediodía) hacia el norte (Aquilón).
5. Los macedonianos o pneumatómakos afirman que el Espíritu Santo ha sido creado como un ser espiritual subordinado a Dios, a semejanza de los ángeles.
   
09-12
Respondió Nicodemo y le dijo: "¿Cómo puede hacerse esto?" Respondió Jesús y le dijo: "¿Tú eres maestro en Israel y esto ignoras? En verdad, en verdad te digo, que lo que sabemos, eso hablamos: y lo que hemos visto, atestiguamos, y no recibís nuestro testimonio. Si os he dicho cosas terrenas y no las creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?" (vv. 9-12)
 
Haymo
Mas Nicodemo no puede comprender lo que oía del Señor y por lo tanto, busca la razón de ello, sin negarlo. Y por esto pregunta al Señor con afecto propio del que pregunta y no a manera del que cuestiona. Por esto dice: "Respondió Nicodemo y le dijo: ¿cómo puede hacerse esto?"
 
Crisóstomo, ut supra
Y como aún permanecía en la vileza judía, a pesar del ejemplo ya dicho, le pregunta otra vez, por lo que el Señor le contesta con aspereza. Por esto sigue: "Respondió Jesús y le dijo: ¿Tú eres maestro en Israel y esto ignoras?"
 
San Agustín, ut supra
¿Y qué creemos? ¿que el Señor quiso insultar a ese maestro de Israel? Quería en realidad que naciese del Espíritu, porque ninguno nace del Espíritu si no es humilde, en atención a que la humildad es la que nos hace nacer del Espíritu. Mas Nicodemo, enorgullecido con su magisterio, se creía a sí mismo persona de importancia porque era doctor de los judíos. Mas el Señor le hace bajar de su soberbia para que pueda nacer del Espíritu.
 
Crisóstomo, ut supra
No reprende la necedad de aquel hombre, sino su insensatez y su ignorancia. Pero dirá alguno: ¿qué tiene que ver este nacimiento de que habla Jesucristo con las doctrinas de los judíos? Ciertamente el hecho de que el primer hombre fuera creado y que la mujer fuera hecha de una costilla suya y que engendrasen las que habían sido estériles y que se realizasen milagros por medio del agua, tiene que ver algo. Y respecto a que Eliseo sacase hierro del agua, que los judíos pasasen el Mar Rojo, y que el sirio Naaman fuese purificado en el Jordán, digo que todo esto prefiguraba el nacimiento espiritual y la purificación que habría de realizarse. Y todo lo que se había dicho por los profetas prefiguraba de modo oculto este modo de nacer, como se dice en el salmo: "Tu juventud se renovará como la del águila" ( Sal 102,5); y en otro salmo: "Bienaventurados aquellos cuyas culpas sean perdonadas" ( Sal 31,1). Mas Isaac también es figura de este nacimiento. Recordando esto el Salvador dijo a Nicodemo: "¿Tú eres maestro en Israel e ignoras esto?". Además le hace creíble todo cuanto le ha dicho, condescendiendo con su torpeza, cuando añade: "En verdad, en verdad te digo: que lo que sabemos, eso hablamos, y lo que hemos visto atestiguamos, y no recibís nuestro testimonio". Entre nosotros, la vista es la que nos cerciora mejor que los demás sentidos. Y si queremos hacer creer a alguno, le decimos que lo hemos visto con nuestros propios ojos; por lo tanto, Jesucristo, hablando a Nicodemo de un modo sensible, consigue que le dé fe; mas no le cita ningún objeto sensible, sino que le habla de un conocimiento certísimo, y no por otra cosa le habla; por lo tanto, dice esto (esto es, lo que sabemos), o de El solo, o de El y del Padre.
 
Haymo
Se pregunta por qué dice en plural: "lo que sabemos eso hablamos", a lo que debe contestarse que el Unigénito de Dios era el que decía esto, pero manifestando cómo el Padre está en el Hijo, y el Hijo en el Padre, y el Espíritu Santo, indivisible, procede del uno y del otro.
 
Alcuino
Habla en plural, como si dijese: yo y aquellos que han sido renacidos hace poco tiempo en el Espíritu, conocemos lo que hablamos. Y lo que hemos visto en secreto respecto del Padre lo decimos exteriormente en el mundo; mas vosotros, que sois carnales y soberbios, no recibís nuestro testimonio.
 
Teofilato
Esto no lo decía por Nicodemo, sino por los judíos en general, que permanecieron en su perfidia hasta el fin.
 
Crisóstomo, In Ioannem hom., 25 y 26
Sus palabras no son propias de quien está turbado, sino de quien manifiesta su mansedumbre. Y en esto nos da a entender que cuando hablemos con otros y no logremos convencerlos, no nos entristezcamos ni nos incomodemos, sino que procuremos hacer creíbles nuestras palabras, no sólo no incomodándonos, sino también bajando la voz. Se grita cuando hay motivo de ira; mas Jesús, aunque debía explicar los misterios más elevados, se detiene muchas veces, por no ser adecuada a ellos la debilidad de los que oyen. Y lejos de adoptar aquel tono y profundidad que corresponden a tan elevados misterios, prefiere la sencillez de la condescendencia. Por esto añade: "Si os he dicho cosas terrenas y no las creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?".
 
San Agustín, ut supra
Esto es: si no creéis que puedo levantar el templo derribado por vosotros, ¿cómo creeréis que puedo regenerar a los hombres por medio del Espíritu Santo?
 
Crisóstomo, In Ioannem hom., 26
No te admires de que llame terrenal al bautismo, porque se confiere en la tierra y porque en comparación de su nacimiento extraordinario, que procede de la esencia del Padre, es terreno el nacimiento en su gracia. Y muy oportunamente no dijo no entendéis, sino no creéis. Porque al que no alcanza a conocer alguna cosa por su propio entendimiento, se le considera como un loco o como un ignorante; mas cuando alguno no acepta lo que únicamente debe conocer por medio de la fe, no debe acusársele de loco, sino de infiel. Se decían estas cosas aun cuando no eran creídas, porque las creerían los que vinieran después.
   
13
"Y ninguno subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del hombre, que está en el cielo". (v. 13)
 
San Agustín, De peccat. mer. et remiss. cap. 31
Conocida la torpeza de Nicodemo, que antes se levantaba sobre los demás por su magisterio, y reprendida así la incredulidad de todos sus semejantes, respondió a lo que se le había preguntado para que otros crean si ellos no creen: "¿Cómo puede hacerse esto?" Dijo: "Y ninguno subió al cielo sino el que descendió del cielo; el Hijo del hombre, que está en el cielo". Como diciendo: así se formará la generación espiritual, convirtiéndose en celestiales los hombres, cuando antes eran terrenos, lo que no podrán conseguir si no se hacen miembros míos, para que entonces suba el mismo que bajó, no considerando a su Cuerpo (esto es, a su Iglesia) como otra cosa que su misma persona.
 
San Gregorio, Moralium 27, 8
Y como ya nos ha identificado consigo mismo, cuando vino sólo en Sí, vuelve también solo en nosotros. Y el que siempre está en el cielo, todos los días sube al cielo.
 
San Agustín, ut supra
Aun cuando el Hijo del hombre ha sido engendrado en la tierra, sin embargo no consideró a su divinidad, que vive en el cielo y bajó a la tierra, como indigna del nombre de Hijo del hombre. Porque por la unidad de la persona, que por una y otra sustancia es Cristo y el Hijo de Dios, anda en la tierra, siendo el mismo Hijo del hombre el que estaba en el cielo. Por lo tanto la fe de las cosas creíbles la obtenéis cuando creéis en las cosas increíbles. Pero si la divina esencia, que es muy superior, pudo, sin embargo, tomar esta esencia humana por nosotros, para poder hacerse una sola persona, ¿no ha de ser también creíble que los demás santos se hacen con el Hombre Cristo un solo Cristo? Y si todos suben por medio de su gracia, ¿no es uno mismo el que sube al cielo y el que bajó del cielo?
 
Crisóstomo, ut supra
Como había dicho Nicodemo: "Sabemos que eres Maestro venido de Dios". Para que no se crea que este Maestro es como muchos de los profetas que existieron en el mundo, añadió: "Y ninguno subió al cielo sino el que descendió del cielo; el Hijo del hombre, que está en el cielo".
 
Teofilacto
Cuando oigas que el Hijo del hombre bajó del cielo no creas que la carne bajó del cielo. Esto es lo que enseñaban los herejes cuando pretendían que Jesucristo había traído su cuerpo del cielo, y había "pasado" por la Virgen.
 
Crisóstomo, ut supra
No llamó carne en este lugar al Hijo del hombre, sino que dio al todo el nombre de la naturaleza menos importante. En efecto, a veces acostumbra dar el nombre del de la naturaleza divina al todo, a veces del de la humana.
 
Beda
Y si algún hombre desnudo baja del monte al valle, y después de tomar vestidos y armas vuelve a subir al mismo monte, diremos con toda propiedad que el que bajó primero es el mismo que sube.
 
San Hilario, De Trin., l. 10
Bajó del cielo, porque es la causa de la concepción espiritual. Pues María no dio origen a su cuerpo, aun cuando Ella contribuyó a su incremento y al parto de su cuerpo con todo lo que es propio y natural de su sexo. Cuando decimos que el Hijo del hombre existe nos referimos al parto de la carne, que tomó de la Virgen. En cuanto a que está en el cielo, es propio de una naturaleza que subsiste siempre, la que no redujo de su infinidad a los límites de un estrecho cuerpo la potestad del Verbo de Dios. Y al permanecer en forma de siervo, el Señor del cielo y de la tierra no estuvo nunca ausente ni del cielo ni de la tierra. Por esto bajó del cielo, porque era el Hijo del hombre. Y está en el cielo, porque el Verbo hecho carne no había dejado de permanecer como Verbo.
 
San Agustín, ut supra
¿Te admiras de que estaba en el cielo al mismo tiempo? Pues el mismo don concedió a sus discípulos. Oigase a San Pablo que dice: "Nuestra morada está en los cielos" ( Flp 3,20). Y si San Pablo, siendo hombre y estando en la tierra, moraba en los cielos, ¿el Dios del cielo y la tierra no podía estar a la vez en el cielo y en la tierra?
 
Crisóstomo, ut supra
Véase también que lo que parece tan alto es indigno de su grandeza, porque no sólo está en el cielo, sino que se encuentra en todas partes. Y aun habla, a pesar de la ignorancia del que le oye, queriendo atraerle poco a poco.
   
14
"Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también es necesario que sea levantado el Hijo del hombre: para que todo aquél que cree en El no perezca, sino que tenga vida eterna". (v. 14)
 
Crisóstomo, ut supra
Como había explicado el beneficio del bautismo, ahora aduce su causa, esto es, su cruz, diciendo: "Y como Moisés levantó la serpiente", etc.
 
Beda
El Señor invita con estas palabras al maestro de la Ley mosaica a que comprenda su sentido espiritual, recordándole la historia antigua, y demostrándole que ésta era figura de su pasión y de la salvación humana.
 
San Agustín, De peccat. mer. et remiss. cap. 32
Muchos morían en el desierto por las mordeduras de las serpientes. Y por ello Moisés, por orden de Dios, levantó en alto una serpiente de bronce en el desierto; cuantos miraban a ésta, quedaban curados en el acto. La serpiente levantada representa la muerte de Cristo, de la misma manera que el efecto se significa por la causa eficiente. La muerte había venido por medio de la serpiente, la que indujo al hombre al pecado por el cual había de morir; mas el Señor, aun cuando en su carne no había recibido el pecado, que era como el veneno de la serpiente, había recibido la muerte, para que hubiese pena sin culpa en la semejanza de la carne del pecado, por lo cual en esta misma carne se paga la pena y la culpa.
 
Teofilacto
Véase aquí la figura y la realidad. En el primer caso se lee la semejanza de la serpiente con todas sus cualidades de animal, mas privándola del veneno; en el segundo caso Jesucristo, a pesar de estar libre del pecado, asumió la semejanza de la carne del pecado. Y al oír que era exaltado debe entenderse que quiere decir suspendido en lo alto y para que santificase el aire quien había santificado la tierra andando sobre ella. Entiéndase también por exaltación la gloria; porque aquella elevación en la cruz se convirtió en gloria de Jesucristo. Y en lo mismo que quiso juzgar, juzgó al príncipe de este mundo. Adán murió justamente porque pecó; mas el Señor, que había sufrido la muerte injustamente, venció a aquél que le había entregado a la muerte. Y fue vencido porque no pudo obligar al Señor, estando en la cruz, a que aborreciese a los que le crucificaban, sino que más les amaba y rogaba por ellos. De este modo la cruz de Jesucristo se convirtió en su exaltación y en su gloria.
 
Crisóstomo, ut supra
Y no dijo: conviene que el Hijo del hombre no esté colgado, sino: que sea levantado, porque esto parecía lo más prudente. Y así dijo esto por el que le oía y por lo que la cosa representaba, con el fin de que veamos la relación que las antiguas cosas tenían con las nuevas. Y aprendamos que no se entregó a la muerte contra su voluntad y que de aquí brotó la salud para muchos.
 
San Agustín, ut supra
Así como en otro tiempo quedaban curados del veneno y de la muerte todos los que veían la serpiente levantada en el desierto, así ahora el que se conforma con el modelo de la muerte de Jesucristo por medio de la fe y del bautismo, se libra también del pecado por la justificación, y de la muerte por la resurrección. Y esto es lo que dice: "Para que todo aquél que cree en El no perezca, sino que tenga vida eterna". ¿Y para qué se necesita que la muerte de Jesucristo se compare con el bautismo del niño, si no ha sido envenenado éste aún por la mordedura de la serpiente?
 
Crisóstomo, ut supra
Véase también que quiso ocultar su pasión, a fin de que no entristecieran sus palabras a aquél que le oía. Pero puso de manifiesto el fruto de su pasión. Y si los que creen en el crucificado no perecen, mucho menos perecerá el que está crucificado con Jesucristo.
 
San Agustín, In Ioannem tract., 12
Hay una diferencia entre la figura y la realidad, y es que aquellos eran curados sólo de la muerte temporal volviendo a una vida material, mas éstos obtienen la vida eterna.
   
15-18
"Porque de tal manera amó Dios el mundo, que dio a su Hijo Unigénito, para que todo aquél que cree en El no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque no envió Dios su Hijo al mundo para juzgarle, sino para que el mundo se salve por El. Quien en El cree, no es juzgado: mas el que no cree, ya ha sido juzgado, porque no cree en el nombre del Unigénito Hijo de Dios". (vv. 15-18)
 
Crisóstomo, ut supra
Como había dicho: "Conviene que sea levantado el Hijo del hombre", en lo que daba a conocer ocultamente su muerte. Y para que el que oía no se entristeciese por estas palabras, creyendo que era humano cuanto a El se refería, y para que no creyese que su muerte no sería saludable, dijo, como para rectificar, cuando había insinuado que el Hijo de Dios sería entregado a la muerte, que su muerte sería la que alcanzaría la vida eterna. Por esto dice: "Porque de tal modo amó Dios al mundo, que dio a su Hijo Unigénito". No os admiréis de que yo deba ser levantado para que vosotros os salvéis, porque así agradó esto al Padre que tanto os amó, y que por estos siervos ingratos e indiferentes dio a su mismo Hijo. Y al decir: "De tal manera amó Dios al mundo", indicó la inmensidad de su amor, habiendo necesidad de reconocer aquí una distancia infinita. El que es inmortal, El que no tiene principio, El que es la grandeza infinita, amó a los que están en el mundo, que son de tierra y ceniza, y están llenos de infinitos pecados. Lo que pone a continuación demuestra la cualidad de su amor; porque no dio un siervo, ni un ángel, ni un arcángel, sino su propio Hijo. Por esto añade: "Unigénito".
 
San Hilario, De Trin. l. 6
Mas si la fe del amor había de medirse por entregar una creatura en bien de otra creatura, no sería de gran mérito el enviarle una creatura de naturaleza inferior. Las cosas de gran valor son las que dan a conocer la grandeza de amor y las cosas grandes se estiman por las cosas grandes. El Señor, amando al mundo, dio a su Unigénito y no a un hijo adoptivo. Era su Hijo propio por generación y verdad. No hay creación, no hay adopción ni falsedad. Aquí hay fe de predilección y de amor en favor de la salvación del mundo, dando a un Hijo que era suyo y que además era Unigénito.
 
Teofilacto
Me parece que, así como antes se ha dicho que el Hijo del hombre bajó del cielo aun cuando su carne no bajase de allí sino que en cuanto a la única persona de Jesucristo se atribuye lo que es de Dios al hombre, así también ahora al revés, lo que es del hombre se atribuye al Verbo de Dios, porque el Hijo de Dios permaneció impasible. Pero como no había más que una sola persona en virtud de la unión hipostática -el Hijo de Dios y el hombre que sufrió la pasión- se dice que es el Hijo entregado a la muerte quien en realidad padecía, no en su propia naturaleza pero sí en su carne propia. Se ha obtenido una utilidad inmensa en esta concesión. Tan grande es que excede a toda suposición humana. Y sigue: "Para que todo aquél que cree en El no perezca, sino que tenga vida eterna". El Antiguo Testamento ofrecía una vida larga a los que cumplían sus preceptos, mas el Evangelio ofrece vida eterna e inacabable.
 
San Agustín
Debe observarse que explica lo mismo respecto del Hijo de Dios que lo anunciado respecto del Hijo del hombre exaltado en la cruz, diciendo: "Para que todo aquél que crea en El". Porque el mismo Redentor y Creador nuestro, el Hijo de Dios existente antes de todos los siglos, ha sido hecho Hijo del hombre por los siglos de los siglos, a fin de que quien por el poder de su divinidad nos había creado para gozar de la felicidad de la vida eterna, El mismo nos redimiese por medio de la fragilidad humana para que alcanzáramos la vida que habíamos perdido.
 
Alcuino
Y en realidad el mundo conseguirá la vida eterna por el Hijo de Dios, porque para esto precisamente vino al mundo. Y así sigue: "Porque no envió Dios a su Hijo", etc.
 
San Agustín, In Ioannem tract., 12
¿Por qué es llamado Salvador del mundo, sino para que salve al mundo? Luego un médico había venido a curar al enfermo. A sí mismo se mata el que no quiere cumplir los preceptos del médico, o los desprecia.
 
Crisóstomo, In Ioannem hom., 27
Y porque dice esto, muchos de los que viven sumidos en toda clase de pecados y en gran negligencia, abusando de la infinita misericordia divina, dicen que no hay infierno ni castigo, y que el Señor nos perdona todos los pecados 1. Pero debe tenerse en cuenta que hay dos venidas de Jesucristo: la que ya se ha realizado y la que habrá de realizarse. La primera no fue para juzgar lo que nosotros habíamos hecho, sino para perdonarlo. Mas la segunda será no para perdonar sino para juzgar. Respecto de la primera dice: "No he venido para juzgar al mundo", porque es compasivo, no juzga, sino que antes perdona los pecados por medio del bautismo y después por la penitencia. Porque si no lo hubiera hecho así todos estarían perdidos, pues que todos pecaron y necesitan de la gracia de Dios ( Rom 34,23). Y para que alguno no creyese que podía pecar impunemente, habla de los castigos reservados a los que no creen: "Ya está juzgado" dijo antes. Mas el que cree en El no es juzgado. El que cree, dijo, no el que investiga. ¿Qué será, pues, si lleva una vida corrompida? Y con mayor razón, diciendo San Pablo que estos no son fieles. Dice, además: "Confiesan que conocen a Dios, y lo niegan con las obras" ( Tit 1,16); pero esto significa que el que cree no será juzgado, pero que sufrirá el castigo de sus obras; sin embargo no padecerá por causa de infidelidad.
 
Alcuino
Y el que cree en El y se identifica con El, como los miembros con la Cabeza, no será juzgado.
 
San Agustín, ut supra
Pero ¿qué esperabas que dijese del que no cree sino que será juzgado? Pero véase lo que dice: "Mas el que no cree ya ha sido juzgado". No se ha manifestado aún el juicio, pero ya ha sido realizado. Porque conoce el Señor a los que son suyos, conoce a los que perseverarán hasta obtener la corona y a los que serán contumaces hasta el fuego.
 
Crisóstomo, ut supra
Dice esto porque no creer en El es el suplicio del impenitente. Pues estar fuera de la luz, incluso en sí mismo, es el mayor castigo. O preanuncia lo que ha de suceder; porque así como quien mata a un hombre, aun cuando todavía no haya sido condenado por la sentencia del juez, está condenado por la misma naturaleza del crimen, asimismo el que es incrédulo, de la misma manera que murió Adán el mismo día en que comió el fruto prohibido.
 
San Gregorio, Moralium 26, 24
En el último juicio algunos no serán juzgados y perecerán. De éstos se dice aquí: "El que no cree ya está juzgado", pues entonces no será discutida su causa, porque ya se presentarán delante del severo juez con la condenación de su infidelidad. Y los que conservan su profesión de fe, pero carecen de obras, serán mandados a padecer. Mas los que no conservaron los misterios de la fe no oirán la increpación del juez en su último examen, porque prejuzgados ya en las tinieblas de su infidelidad, no merecerán oír la reconvención de Aquél a quien despreciaron. Y sucede también que un rey de la tierra, o el que rige una república, castiga de diferente modo al ciudadano que delinque en el interior que al enemigo que se rebela en el exterior. En el primer caso obra según sus propias leyes; pero la guerra lo mueve contra el enemigo, vengándose con iguales desastres de su malicia, porque tampoco hay necesidad de aplicarle la ley al que nunca estuvo sujeta a ella.
 
Alcuino
Y por qué está juzgado el que no cree, lo explica diciendo: "porque no cree en el nombre del Unigénito Hijo de Dios", pues sólo en el nombre de Este se encuentra la salvación. Dios no tiene muchos hijos que puedan salvar; sólo tiene a su Unigénito, que es por medio de quien salva.
 
San Agustín, De peccat. mer. et remiss. cap. 1, 33
¿En dónde, pues, ponemos a los niños bautizados, sino entre los creyentes? Porque esto se les concede por virtud del sacramento y por la promesa de los padrinos. Y por esta razón colocamos a los que no están bautizados entre los que no han creído.
 
Notas
1. Al final del peregrinar terreno.
   
19-21
"Mas este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo hombre que obra mal, aborrece la luz, y no viene a la luz para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que obra verdad, viene a la luz para que parezcan sus obras, porque son hechas en Dios". (vv. 19-21)
 
Alcuino
Explica por qué no creyeron y por qué fueron condenados con justicia, diciendo: "Mas éste es el juicio: que la luz vino al mundo", etc.
 
Crisóstomo, ut supra
Como diciendo: ¿acaso ellos la buscaron o trabajaron para encontrarla? Esta luz vino a ellos, pero no la recibieron. Por eso sigue: "Y los hombres amaron más las tinieblas que la luz". Ahora los priva de toda excusa, porque vino a sacarlos de las tinieblas y a llevarlos a la luz. ¿Y quién merecerá el perdón de aquellos que no aceptaron esta luz?
 
Beda
Se llama a sí mismo luz Aquél de quien antes dijo el Evangelista: "Era la luz verdadera" ( Jn 1,9), llamando a la vez tinieblas a los pecados.
 
Crisóstomo
Además, como creían algunos que era imposible lo que se había dicho y que ninguno que está en tinieblas honra a la luz, añade la causa porque sufren estas cosas, diciendo: "porque sus obras eran malas". Y si hubiese venido a juicio, esto tendría alguna razón de ser, porque el que conoce sus malas acciones acostumbra a huir del juez; pero los que faltaron deben buscar al que puede perdonarlos: era muy justo que todos aquellos que se reconocían reos de grandes pecados salieran al encuentro de Cristo, que venía a perdonar, como sucedió en muchos, porque los publicanos y los pecadores venían y se ponían a la mesa con Jesús. Pero como algunos son tan perezosos para trabajar en adquirir la virtud que quieren vivir en su malicia hasta el fin, para reprensión de éstos añade: "Porque todo hombre que obra mal, aborrece la luz", lo que se ha dicho especialmente de aquellos que prefieren vivir en la mala fe.
 
Alcuino
"Porque todo hombre que obra mal aborrece la luz", esto es, el que permanece en el propósito de pecar. Porque a quien le agrada el pecado aborrece la luz que descubre el pecado.
 
San Agustín, Confess. 10, 23
Y como no quieren engañarse y sí engañar a los demás, estiman la luz cuando se presenta por sí misma y la aborrecen cuando la luz los pone a ellos de manifiesto. Por tanto los recompensa poniéndolos de manifiesto aun cuando ellos no quieran y sin que ellos la vean. También estiman la verdad cuando brilla, y la aborrecen cuando les arguye. Por esto sigue: "Y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas", etc.
 
Crisóstomo, ut supra
Ninguno reprende a aquel que vive en el paganismo porque adora a sus dioses y obra según sus creencias. Pero los que son de Jesucristo y viven mal son acusados por todos los que viven bien. Mas si son gentiles y viven bien, yo no lo he visto claramente; y no se me hable de aquellos que son humildes y buenos por naturaleza (porque esto no es virtud) sino de los que sostienen la lucha contra sus pasiones y viven sabiamente; pero no se encuentran tales. Y si el anuncio de la gloria y la amenaza del infierno y otras tantas razones, con dificultad sostienen a los hombres en la virtud, es difícil que la practiquen quienes no creen en nada de esto. Y si algunos aparentan ser virtuosos, esto lo hacen únicamente con el objeto de obtener popularidad. Por esta razón, cuando pueden ocultarse, no prescinden de sus malos deseos. ¿Y qué utilidad obtienen cuando alguno que es sobrio y no roba se hace esclavo de la vanagloria? Esto no es vivir bien. Y no obra mejor, sino mucho peor, el que fornica. Y si hay alguno que viva bien entre los gentiles, ello no obsta a lo que venimos diciendo, porque esto no sucede con frecuencia sino rara vez.
 
Beda
Moralmente hablando, prefieren mejor las tinieblas que la luz aquellos que persiguen y calumnian a sus predicadores, que les enseñan la verdad.
Prosigue: "Mas el que obra la verdad, viene a la luz", etc.
 
Crisóstomo, ut supra
Esto no lo dice refiriéndose a los primeros cristianos, sino únicamente a aquellos que, procedentes de los gentiles o de los judíos, se estaban preparando para merecer la fe. Manifiesta también que ninguno puede elegir entre el error y la verdad si antes no se marca a sí mismo el camino recto que ha de seguir.
 
San Agustín, De peccat. mer. et remiss. cap. 1, 53
Aquél que viene al verdadero conocimiento dice que todas sus obras han sido hechas en Dios, porque conoce que su propia justificación no debe atribuirse a sus méritos, sino a la gracia de Dios.
 
San Agustín, In Ioannem tract., 12
Mas si Dios encuentra todas las obras malas, ¿cómo es que algunos han conocido la verdad y han venido a la luz, esto es, a Cristo? Pero ya había dicho antes el Salvador que amaban más las tinieblas que la luz; allí es donde se encuentra la fuerza del argumento. Muchos estiman sus pecados, muchos otros lo confiesan. Dios acusa tus pecados, mas si tú los acusas, te unirás con Dios. Conviene que aborrezcas en ti tus malas acciones y ames en ti la gracia de Dios. El principio de las buenas obras consiste en la confesión de las malas, y obras bien en verdad porque no te halagas ni te complaces a ti mismo. Mas vienes a la luz porque el pecado mismo que te desagradó no te hubiera desagradado si Dios no te lo hubiese dado a conocer, y su verdad no hubiera brillado en ti. Alguno obra bien cuando hace una verdadera confesión. Y viene a la luz por medio de sus buenas obras cuando observa que disminuyen los pecados de su lengua, o de sus pensamientos, o de su inmoderación, respecto de las gracias concedidas. Porque muchos pecados leves, si se toman con descuido, matan. Pequeñas son las gotas que aumentan el caudal de un río, pequeños son los granos de arena; mas si se amontonan muchos granos, la arena comprime y oprime. Esto hace el descuido prolongado, porque da lugar a que los arroyos se desborden. Poco a poco entran por el agujero descuidado, pero entrando por mucho tiempo y no sacando el agua, ésta sumerge la nave. ¿Y qué quiere decir sacar fuera, sino hacer que desaparezcan los pecados por medio de las buenas obras, llorando, ayudando y perdonando?
   
22-26
Después de esto, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea: y allí se estaba con ellos y bautizaba. Y Juan bautizaba también en Ainón, junto a Salim; porque había allí muchas aguas; y venían y eran bautizados allí. Porque Juan no había sido aún puesto en la cárcel. Y se movió una cuestión entre los discípulos de Juan y los judíos, acerca de la purificación. Y fueron a Juan y le dijeron: "Maestro, el que estaba contigo de la otra parte del Jordán, de quien tú diste testimonio, mira que él bautiza, y todos vienen a El". (vv. 22-26)
 
Crisóstomo, In Ioannem hom., 28
Nada hay más claro, ni más fuerte que la verdad, la cual ni quiere estar oculta, ni teme el peligro, ni le amedrentan las amenazas, ni desea la gloria que muchos desean, ni es perjudicial para ninguno de los hombres. Por lo que el Señor subía con los discípulos a Jerusalén en las solemnidades, sin darse a conocer, ni buscando la vanagloria, sino para enseñar sus doctrinas a los demás y mostrar la utilidad de sus milagros. Mas después que concluían las solemnidades, bajaba frecuentemente al Jordán, porque allí acudían las muchedumbres. Por esto dice: "Después de esto vino Jesús", etc.
 
Beda
Y dice: "Después de esto". No en seguida después de la discusión con Nicodemo, que tuvo lugar en Jerusalén, sino después de transcurrido tiempo volvió de Galilea a Jerusalén.
 
Alcuino
Por Judea se significa: los que confiesan, a quienes visita Jesucristo. Porque donde se confiesan los pecados, o se cantan las divinas alabanzas, allí viene Jesucristo y sus discípulos (esto es, su doctrina y su luz), y allí se detiene, purificando de los vicios. Por esto sigue: "Y allí se estaba con ellos, y bautizaba".
 
Crisóstomo, ut supra
Diciendo el Evangelista poco después que Jesús no bautizaba, sino sus discípulos, se da a conocer que este lo dice así, porque sólo sus discípulos eran los que bautizaban.
 
San Agustín, In Ioannem tract., 13
Una vez bautizado el Señor, bautizaba también, pero no con el mismo bautismo con que El había sido bautizado, pues fue bautizado por su siervo, enseñando el camino de la humildad y conduciendo al bautismo del Señor, esto es, al suyo. Porque Jesús bautizaba como Señor e Hijo de Dios.
 
Beda
Cuando Jesús ya bautizaba todavía seguía bautizando San Juan, porque aun permanecía la sombra y no debía retirarse el precursor hasta que brillase la verdad. Por esto sigue: "Y Juan bautizaba también en Ennon", etc. Ennon quiere decir en hebreo: agua y explicando la etimología de este nombre, añade: "Porque había allí muchas aguas". Salim es una ciudad, a la orilla del Jordán, en donde reinó Melquisedec.
 
San Jerónimo, Ad Evagrium epist. 126
Y no importa que diga Salem o Salim, porque los hebreos rara vez usaban de vocales en medio de las palabras y según la voluntad de los lectores o la variedad de regiones se pronunciaban unas mismas palabras con diversos sonidos y acentos. Prosigue: "Y venían, y eran bautizados allí".
 
Beda
Tanto como aprovecha a los catecúmenos que aun no han sido bautizados el conocimiento de la fe, tanto aprovechó el bautismo de San Juan, antes del bautismo de Jesucristo. Porque así como aquél predicaba penitencia, y anunciaba el bautismo de Cristo, y atraía al conocimiento de la verdad, y que ya había aparecido en el mundo, así los ministros de la Iglesia instruyen primeramente a los que vienen al conocimiento de la fe, después reprenden sus pecados y, por último, les ofrecen el perdón de ellos en el bautismo de Jesucristo, y así les atraen al conocimiento y al amor de la verdad.
 
Crisóstomo, ut supra
Cuando ya bautizaban los discípulos, no cesó San Juan de bautizar hasta que fue encarcelado, lo que cita el Evangelista cuando añade: "Porque Juan aún no había sido puesto en la cárcel".
 
Beda
Aquí demuestra claramente lo que hizo Jesucristo antes de que Juan fuese encarcelado, y que los demás evangelistas pasaban en silencio, empezando por aquello que sucedió después de que San Juan fue llevado a la cárcel.
 
San Agustín, ut supra
¿Y por qué bautizaba San Juan? Porque convenía que el Señor fuese bautizado. Pero fue también San Juan bautizado por El para que no se creyese que el bautismo de San Juan era mejor que el del Señor.
 
Crisóstomo, In Ioannem hom., 28
¿Y por qué bautizaba hasta entonces? Porque si hubiese cesado, se hubiera creído que hacía esto o por envidia o por ira. Pero continuando en ello, no sólo adquiría gloria para sí, sino que enviaba a sus oyentes a Jesucristo. Y hacía esto con mucha más eficacia que los discípulos de Jesucristo, porque su testimonio estaba libre de toda sospecha y gozaba de mayor gloria entre los demás. Por eso bautizaba todavía, para que sus discípulos no incurrieran en competencia con los de Jesús. Y yo creo que por esta razón permitió Dios la muerte de San Juan, porque una vez separado de entre los hombres, Jesús podía empezar a predicar. Y así todo el afecto de la muchedumbre se vino a Jesucristo y ya no se dividía la opinión. Se habían suscitado ciertos celos entre los discípulos de San Juan y los de Jesucristo y aun respecto del mismo Jesucristo, porque vieron que sus discípulos bautizaban también. Y empezaron a discutir contra aquellos que eran bautizados sobre si era mayor el mérito del bautismo de San Juan que el de los discípulos de Jesucristo. Por lo que añade: "Y se movió una cuestión", etc. Que ellos fueron quienes cuestionaron y no los judíos, el Evangelista lo da a conocer no diciendo que los judíos la buscaron, sino que esta cuestión se suscitó entre los discípulos de San Juan.
 
San Agustín, ut supra
Entiéndase aquí que los judíos dijeron que Jesucristo era de más importancia, y que debía recibirse su bautismo. Mas los que aún no lo entendían defendían el bautismo de San Juan, y se recurrió al mismo San Juan para que resolviese la cuestión. Por esto sigue: "Y vinieron a Juan, y le dijeron: Maestro, el que estaba contigo de la otra parte del Jordán bautiza", etc.
 
Crisóstomo, ut supra
Esto es: aquél a quien tú bautizaste. No dijeron a quien tú bautizaste, porque estaban como obligados recordándose de aquella voz que se dejó oír sobre El, y por esto dicen: "Que estaba contigo", como diciendo: aquél que tenía carácter de discípulo, no distinguiéndose de nosotros, ahora, separándose de ti, bautiza. Añaden también: "De quien tú diste testimonio", como diciendo: a quien tú predicaste y diste a conocer. Cuando le dicen: "Mira que él bautiza" quieren decir: se atreve a hacer lo mismo que tú. Y no creyendo que sólo con esto le animarían a que, como ellos, reprobara lo que venía haciendo Jesús, añaden: "Y todos vienen a él".
 
Alcuino
Como diciendo: todos te dejan y vienen a recibir el bautismo de aquél a quien tú bautizaste.
   
27-30
Respondió Juan y dijo: "No puede el hombre recibir algo, si no le fuere dado del cielo. Vosotros mismos me sois testigos de que dije: yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de El. El que tiene la esposa es el esposo: mas el amigo del esposo, que está con él, y le oye, se llena de gozo con la voz del esposo. Así, pues, este mi gozo es cumplido. Es necesario que El crezca, y que yo mengüe". (vv. 27-30)
 
Crisóstomo, ut supra
Preguntado San Juan por sus discípulos, no les contesta con aspereza, temiendo que, separándose de él, hagan cosas que no sean buenas. Y se limita a contestarles con brevedad. Por esto dice: "Respondió Juan y les dijo: no puede el hombre recibir algo, si no le fuere dado del cielo". Como diciendo: si son admirables las obras de Jesucristo, y si todos, llenos de admiración, acuden a El, no hay que extrañarlo, porque es Dios quien hace esto. Las cosas humanas son criticables muchas veces, y carecen de importancia, desapareciendo en poco tiempo. Pero éstas no son de esa clase, porque no son inventadas por los hombres sino ordenadas por Dios. Si hablan bajamente de Jesucristo, no debe llamaros la atención; pues no era posible explicar en seguida todas las cosas a los que estaban poseídos de cierta pasión (esto es, de la envidia). Pero, entre tanto, quiere asustarlos, manifestándoles que se esfuerzan en vano y que en ello se presentan como enemigos de Dios.
 
San Agustín, In Ioannem tract., 13
San Juan decía esto refiriéndose a sí mismo. Porque aun cuando soy hombre, he recibido gracia del cielo. Y por lo mismo que he recibido el ser algo, ¿quisierais que fuera vano y hablase en contra de la verdad?
 
Crisóstomo, ut supra
Y véase cómo aquello que proponían para sublevarse contra Jesucristo, cuando dijeron: "De quien diste testimonio", lo convirtió contra ellos diciendo: "Vosotros mismos me sois testigos". Como si dijese: si habéis considerado como verídico mi testimonio, decid que yo debo anticiparme a honrarle. Por esto añade: "Y como he sido enviado antes que El", como diciendo: soy su ministro y predico lo que interesa a Aquél que me envió, no buscando en ello la estimación humana, sino sirviendo al Padre de Aquél que me envió.
 
Alcuino
Y si alguno dice: ¿Y si tú no eres el Cristo, quién eres, o quién es aquél de quien das testimonio? A esto responde: Aquél es el esposo y yo el amigo del esposo. Y he sido enviado para que la esposa sea preparada por mí para el esposo. Por esto añade: "El que tiene esposa es esposo". Llama esposa a la Iglesia, formada de todas las gentes, la cual es virgen por la integridad de su alma, por la perfección de su caridad, por la unidad de su fe católica, por la concordia de su paz y por la rectitud de su alma y de su cuerpo. Esta es la que quiere el esposo, de quien engendra todos los días.
 
Beda
Además, en vano se llamaría virgen respecto del cuerpo la que no fuese virgen en su mente. Jesucristo se asoció a esta esposa en el lecho de un vientre virginal, y la adquirió con el precio de su sangre.
 
Teofilacto
El esposo de todas las almas es Jesucristo: hay esponsales allí donde hay unión, y hay bautismo donde hay Iglesia. Le da las arras de esposa por medio del perdón de los pecados y la comunión del Espíritu Santo. En la otra vida concederá gracias aun mayores a los que sean dignos. No hay otro esposo más que Jesucristo, porque todos los doctores que existen como padrinos, representan al precursor. Ninguno dispensa gracias, sino únicamente el Señor. Los demás son dispensadores de las gracias que reciben de Dios.
 
Beda
El Señor encomendó su esposa a su amigo, esto es, a los predicadores, que no deben cuidarla para sí mismos sino para Jesucristo. Por esto añade: "Mas el amigo del esposo que existe", etc.
 
San Agustín, ut supra
Como diciendo: la esposa no es mía, ¿pero no podré también alegrarme en las bodas? Además, dice, gozo porque soy amigo del esposo.
 
Crisóstomo, ut supra
¿Y por qué razón el que dijo: "No soy digno de desatar la correa de su calzado" ( Jn 1,27), ahora se llama a sí mismo amigo? No por la igualdad de su honor, sino por la grandeza de su gozo, que quería representar. En tal concepto no se alegran siempre los que sirven al esposo, sino los amigos del esposo. Además se llama amigo, condescendiendo con la ignorancia de aquellos. Y los que creían que iban a mortificarle por lo que sucedía ven que no sólo no se mortifica, sino que se alegra extraordinariamente con tal de que la esposa conozca al esposo.
 
San Agustín, ut supra
¿Y por qué subsiste? Porque no cae, por su humildad. Ve como permanece firme: "No soy digno de desatar la correa de su calzado". Está de pie y le oye, porque si cae no puede oírle. Luego el amigo del esposo debe estar en pie y oír, esto es, permanecer en la gracia que recibió y oír la voz en que debe gozarse. No dijo: me alegro por mi voz, sino por la voz del esposo. Yo gozo en oírle, y El en decir. Yo soy el oído, El la palabra. Y el que guarda a la esposa o la mujer de su amigo procura que ningún otro sea por ella amado. Y si quisiera él mismo amado ser en vez de su amigo y gozar con la que se le había confiado, ¡cuán detestable aparecería a la vista de todos los hombres! Yo conozco muchos adúlteros que quieren poseer a esta esposa obtenida a un precio tan caro y procuran con sus palabras ser amados por ella en vez del esposo.
 
Crisóstomo, ut supra
Cuando dice: "El que está con El", no lo dice sin una razón, sino indicando que sus propios negocios ya habían terminado y que únicamente le quedaba estar con el esposo y oírle. Y esto lo dice pasando de la parábola a su propósito. Como había hecho mención del esposo y de la esposa, da a conocer cómo se verifican estos esponsales, por medio de la palabra y de la enseñanza, porque la fe entra por el oído y el oído se llena de la palabra de Dios ( Rom 10,17). Y como sucedieron las cosas que El esperaba, añade: "Así, este mi gozo es cumplido", esto es: he concluido la misión que se me había confiado y ya no puedo hacer más en adelante.
 
Teofilacto
Por esto me alegro ahora de que todos le oigan. Porque si la esposa no se acercare al esposo, esto es: el pueblo, entonces yo, que soy el padrino, lo sentiría.
 
San Agustín, In Ioannem tract., 14
En esto se cumple mi gozo: en alegrarme de oír la voz del esposo. Tengo mi gracia y no tomo más para no perder lo que he recibido. Porque el que quiere alegrarse de sí mismo, está triste; mas el que quiere alegrarse en el Señor, se alegrará siempre, porque Dios es eterno.
 
Beda
Con gozo se alegra también el hombre cuando oye la voz del esposo; cuando comprende que no debe alegrarse de su sabiduría propia, sino de la sabiduría que recibió de Dios. El que no busca su propia gloria o su alabanza en los beneficios, y no apetece los bienes de la tierra sino los del cielo, éste es el amigo del esposo.
 
Crisóstomo, ut supra
Después separa de sí toda pasión de envidia, no sólo respecto de la vida presente sino también de la futura, diciendo: "Es necesario que El crezca, y que yo mengüe". Como diciendo: las cosas nuestras vivieron un momento y después perecieron, mas crecen las que son de Dios.
 
San Agustín, ut supra
¿Y qué quiere decir esto: "Es necesario que El crezca"? Dios ni crece ni disminuye, pero San Juan y Jesús, en cuanto a la carne, vivían en un mismo tiempo, y los meses que tenían de diferencia no establecen sensible diferencia de edad. Este misterio es grande. Antes que viniese el Señor, los hombres se gloriaban en sí mismos. Mas vino en forma humana para que disminuyese toda gloria humana y aumentase la gloria de Dios. Así pues, vino para perdonar los pecados y para que el hombre confesase, porque la confesión del hombre es lo mismo que la humildad del hombre, así como la compasión de Dios representa la elevación de Dios. Jesucristo y San Juan dieron a conocer esta verdad con sus padecimientos, porque San Juan fue degollado y Jesucristo levantado en una cruz. Además, Jesucristo nació cuando empezaban a crecer los días y San Juan cuando empezaban a disminuir. Crezca, por lo tanto, en nosotros la gloria de Dios y disminuya nuestra gloria, para que crezca en Dios la nuestra. Cuanto mejor conoces a Dios, tanto más parece que Dios crece en ti. Y no crece en sí porque siempre es perfecto. Así como cuando se curan los ojos de uno que ha padecido ceguera desde su nacimiento; desde que empieza a ver la luz poco a poco, viendo cada día un poco más, le parece que la luz crece aun cuando la luz es siempre la misma, ya sea que la vea o no la vea; así también el hombre interior adelanta en relación a Dios y Dios parece que crece en él y él se disminuye cayendo de su gloria y levantándose en la gloria de Dios.
 
Teofilacto
Así como la luz de las antorchas parece que se extingue al venir el sol, aun cuando en realidad no esté extinguida sino eclipsada por otra luz mayor, así el precursor, como estrella eclipsada por el sol, se dice que disminuye. Mas Jesucristo crece, dándose a conocer poco a poco por medio de sus milagros, no porque creciese en las virtudes o porque adelantase -y esta es la opinión de Nestorio 1- sino según la manifestación de su divinidad.
 
Notas
1. El nestorianismo sostiene que Santa María no es Madre de Dios, sino madre del "hombre Jesús". Este habría sido "tomado" por Dios siendo mayor, habitando la divinidad en él como si habitase en un templo.
   
31-32
"El que de arriba viene, sobre todos es. El que es de la tierra, terreno es y de la tierra habla. El que viene del cielo sobre todos es. Y lo que vio y oyó, eso testifica". (vv. 31-32)
 
Crisóstomo, In Ioannem hom., 29
Así como el gusano roe los troncos y el óxido destruye el hierro, así la vanagloria, fomentándose a sí misma, pierde al alma. Por lo tanto se necesita mucho cuidado para que destruyamos esta pasión, por lo que San Juan, respondiendo a los discípulos que tenían esta pasión, apenas con muchas razones los aplaca. Y después de lo que les había dicho antes los prepara con otras palabras diciendo: "El que de arriba viene, sobre todos es"; como diciendo: porque vosotros exageráis mi testimonio, y por él me consideráis como más digno de fe, es preciso que sepáis que el que viene del cielo es digno de más crédito que el que habita en la tierra. Y esto es lo que significa: "Sobre todos es", porque El se basta a sí mismo. Es incomparablemente mayor que los demás.
 
Teofilacto
Este es Jesucristo, que bajó del Padre y está sobre todos, diferenciándose de todos.
 
Alcuino
Vino de lo alto, esto es, de la altura de la naturaleza humana que tuvo antes del pecado del primer hombre, porque el Verbo de Dios tomó su carne humana de aquella elevación. No tomó la culpa aunque tomó la pena a ella correspondiente.
Prosigue: "El que es de la tierra, terreno es, y habla de tierra", o lo que es lo mismo, habla de cosas terrenas.
 
Crisóstomo, ut supra
Y en verdad que no todas las cosas que tenía eran terrenas; porque tenía un alma, y participaba del espíritu y no de la tierra. ¿Por qué dijo que era de la tierra? No quiso manifestar otra cosa, aunque en sentido misterioso, por medio de estas palabras, sino que es pequeño, como procedente de la tierra y nacido en la tierra, y de ningún modo puede compararse con Jesucristo, que ha venido de lo alto a nosotros. Y no dice: habla de la tierra, porque hablaba según su propia inteligencia, sino que dice que habla de la tierra en comparación de la doctrina de Cristo. Como diciendo: mis cosas son pequeñas y humildes comparadas con las de Jesucristo, como es conveniente tomar toda la naturaleza terrestre en comparación de Aquél en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia de Dios ( Col 2,3).
 
San Agustín, In Ioannem tract., 14
Respecto de lo que dice que habla de la tierra, se refería al hombre y a cuanto pertenecía a él. Y si habla algunas cosas divinas es porque está iluminado por Dios, como dice el Apóstol: "No soy yo, sino la gracia de Dios que está conmigo" ( 1Cor 15,10). Luego San Juan, en cuanto a él se refiere, es de tierra y habla de la misma. Y si algo divino habéis oído de Juan, es porque ha sido inspirado y no porque lo ha recibido.
 
Crisóstomo, ut supra
Una vez destruida la envidia de los discípulos, habla de Jesucristo con más amplitud, puesto que antes de ahora hubiera sido vano ocuparse de esto, porque las inteligencias de sus oyentes no le hubieran podido comprender. Por esto sigue: "El que viene del cielo", etc.
 
San Agustín
Esto es: Viene del Padre. De dos maneras "está sobre todos": primeramente sobre toda la humanidad, de la que procede antes de que ella pecase; y en segundo lugar según la altura del Padre, la cual comparte.
 
Crisóstomo, ut supra
Después que dijo grandes alabanzas y cosas muy sublimes de Jesucristo, volvió a hablar de cosas humildes, diciendo: "Y lo que vio y oyó, eso testifica". Porque hemos sabido todo esto por medio de nuestros sentidos y estimamos como dignos de fe a los que son maestros respecto de las cosas que hemos recibido por la vista y aprendido por el oído. Queriendo San Juan demostrar esto mismo de Jesucristo, dice: "Y lo que vio y oyó, eso testifica", manifestando que nada de lo que se decía de El era falso, sino todo verdadero. Como diciendo: yo necesito oír lo que El dice, porque ha venido de lo alto, anunciando las cosas que había visto y oído, esto es, lo que únicamente El conoce de una manera terminante.
 
Teofilacto
Cuando oigas que Jesucristo dice lo que ha oído y visto respecto del Padre, no creas que necesite saberlo por el Padre, sino que todas las cosas que conoce por naturaleza propia las tiene por el Padre, y por esto se dice que sabe en virtud del Padre todo lo que sabe. ¿Pero qué quiere decir que el Hijo ha oído del Padre? ¿Acaso ha oído el Hijo la palabra del Padre? Antes bien el Hijo es el Verbo del Padre.
 
San Agustín, ut supra
Cuando concibes la palabra que vas a pronunciar, quieres decir la cosa y la misma concepción de la cosa que constituye ya el verbo en tu mente. Así como tienes tú en tu mente la palabra que hablas, y ella está en ti, así Dios concibió su palabra o, lo que es lo mismo, engendró al Hijo. Por lo tanto, siendo la palabra el Hijo de Dios, el Hijo nos ha hablado, no su palabra, sino la del Padre; quiso hablarnos lo que el Verbo del Padre hablaba. San Juan explicó cómo ocurrió esto y cómo debió suceder.
   
32-36
"Y nadie recibe su testimonio. El que ha recibido su testimonio, confirmó que Dios es verdadero. Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; porque Dios no le da el espíritu por medida. El Padre ama al Hijo, y todas las cosas puso en sus manos. El que cree en el Hijo, tiene vida eterna: mas el que no da crédito al Hijo, no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él". (vv. 32-36)
 
Crisóstomo, In Ioannem hom., 29
Había dicho San Juan: "Y lo que vio y oyó, testifica", como explicando para que no fueran consideradas falsas las cosas que Jesucristo dijese, porque habían de ser pocos los que creerían. Por esto añade: "Y nadie recibe su testimonio", esto es, pocos; pues tenía discípulos que recibían su testimonio respecto de lo que les decía. Mas en esto se refería a los discípulos, que aún no creían en El. Y asimismo manifiesta la insensibilidad de los judíos, como se había dicho en el principio del Evangelio: "Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron", porque especialmente los judíos eran los que le pertenecían.
 
San Agustín, ut supra
De otro modo: hay cierto pueblo preparado para sufrir el castigo de Dios y que ha de ser condenado con el diablo; de éstos ninguno recibe el testimonio de Dios 1. Fijaos en la separación que hay en el espíritu dentro del conjunto del género humano; pues lo que aun no está separado en cuanto al lugar, lo ha distinguido con la separación mental, y ha visto a dos pueblos: el de los fieles y el de los infieles. Se refiere al de los infieles y dice: "Y nadie recibe su testimonio". Pero se separa de la izquierda, mira a la derecha, y dice a continuación: "El que ha recibido su testimonio, lo confirmó".
 
Crisóstomo, ut supra
Esto es, lo demostró. Y a fin de aumentar el temor, añade: "Porque Dios es verdadero"; manifestando que no de otra manera puede alguno dejar de creer en El, sino llamando mentiroso a Dios que le envió, porque no habla cosa alguna que no corresponda al Padre. Y esto es lo que añade: "Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla".
 
Alcuino
De otra manera: lo ha sellado, esto es, puso una señal en su corazón, como un signo singular y especial de que era verdadero Dios el que padeció por la salvación de los hombres.
 
San Agustín, ut supra
¿Por qué se dice que Dios es veraz sino porque el hombre es mentiroso y Dios es veraz? Porque ninguno de los hombres puede decir qué es la verdad si no es iluminado por Aquél que no puede mentir. Luego, si Dios es veraz, Jesucristo es Dios. ¿Quieres probarlo? Examina el testimonio que de El se da, y lo encontrarás. Pero si aun no conoces a Dios, no has recibido todavía su testimonio. Entonces el mismo Jesucristo es Dios, es veraz, lo envió Dios. Dios envió a Dios: únelos a ambos y tendrás a un solo Dios. Esto que San Juan decía de Cristo, que Dios le había enviado, lo decía para distinguirlo de sí mismo. ¿Cómo pues, acaso no envió Dios al mismo Juan? Pero observa lo que dice a continuación: "Porque Dios no le da el espíritu por medida". A los hombres sí se lo da con limitación, pero no a su único Hijo. A unos se les concede por medio del Espíritu la palabra de la sabiduría, a otros la de la ciencia; unos poseen un don, otros poseen otro distinto ( 1Cor 12). Esta medida es cierta distribución de los dones, pero los que da Jesucristo no los ha recibido por medida.
 
Crisóstomo, ut supra
Espíritu quiere decir aquí la acción del Espíritu Santo, y quiere significar que todos nosotros recibimos las acciones del Espíritu Santo con su medida. Mas Jesucristo recibió la gracia del Espíritu Santo; ¿cómo, pues, podrá nadie creerle digno de sospecha? Nada dice que no sea de Dios, ni del Espíritu. Y al paso que nada dice del Dios Verbo, fundamenta y confirma su doctrina en el Padre y en el Espíritu. Pues sabían que Dios existe y conocían asimismo la existencia del Espíritu, aunque no tenían formado de él un concepto conveniente, e ignoraban que existiera el Hijo.
 
San Agustín, ut supra
Y como había hablado del Hijo, y había dicho que Dios le había dado el Espíritu sin medida, añade: "El Padre ama al Hijo", y a continuación: "Y todas las cosas puso en sus manos". Para que se conociese que dijo aquí de distinto modo: "El Padre ama al Hijo". Porque si el Padre ama a Juan o a Pablo, y sin embargo no lo ha entregado todo a su dominio. El Padre ama a Hijo, pero como un padre ama a su hijo, y de ninguna manera como un dueño a su criado; como a su Unigénito, y no como a un hijo adoptado. Y así todo lo ha entregado en sus manos, para que sea tan grande el Hijo como grande es el Padre. Luego, cuando se ha dignado enviarnos a su Hijo, no creamos que Este, al ser enviado, es menos de lo que es el Padre.
 
Teofilacto
En este concepto, el Padre lo entregó todo al Hijo en cuanto a la divinidad, por naturaleza y no por gracia; y todo lo entregó a su dominio, en cuanto a la humanidad. Domina, pues, sobre todo aquello que existe en el cielo y en la tierra.
 
Alcuino
Y como todo está en su mano, también está la vida eterna. Por esto añade: "El que cree en el Hijo, tiene vida eterna".
 
Beda
No debe entenderse aquí la fe que se limita a palabras solas, sino la que se completa por medio de las obras.
 
Crisóstomo, In Ioannem hom., 30
No dice aquí que es bastante creer en el Hijo para obtener la vida eterna, puesto que El dice en otro lugar: "No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos" ( Mt 7,21). Y además, refiriéndose a la blasfemia contra el Espíritu Santo, la juzga suficiente por sí sola para llevar al infierno. Y si alguno cree en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, no pensemos que esto es bastante para alcanzar la salvación. Necesitamos también de una vida buena y de costumbres rectas. Además, conociendo que muchos no se dejan llevar tanto por la promesa de los beneficios como por el riesgo de sufrimientos terribles, concluye su discurso diciendo: "Mas el que no da crédito al Hijo, la ira de Dios estará sobre él". Véase cómo refiere al Padre lo que dice respecto del castigo 2, porque no dijo que la ira del Hijo de Dios (aun cuando éste sea juez), sino que citó al Padre como juez, queriendo aterrarlos más. Y no dijo "estará con él", sino "sobre él", dando a conocer que nunca se separará de él. Y para que no se crea que habla de la muerte temporal, dijo: "No verá la vida".
 
San Agustín, ut supra
Tampoco dijo: "la ira de Dios viene a él", sino: "permanece sobre él", porque todos los mortales que nacen traen consigo la ira de Dios, la que recibió el primer Adán. Vino el Hijo de Dios sin tener pecado alguno, y se vistió de nuestra mortalidad. Murió para que tú vivas. Por lo tanto, el que no quiere creer en el Hijo, tiene sobre sí la ira de Dios, de la que dice el Apóstol "que éramos hijos de ira por naturaleza" ( Ef 2,3).
 
Notas
1. Aparece aquí la perspectiva del Dios castigador. La fe de la Iglesia enseña que Dios es Ser y Amor, y que se acerca a nosotros con un amor misericordioso que supone la justicia y va más allá de ella.
2. Aparece aquí la perspectiva del Dios castigador. La fe de la Iglesia enseña que Dios es Ser y Amor, y que se acerca a nosotros con un amor misericordioso que supone la justicia y va más allá de ella.