CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO |
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22-24 - 25-27 - 28-32 - 33-38 - 39-40 | |
01-02 |
Cuando Jesús hubo dicho
estas cosas, salió con sus discípulos de la otra parte del arroyo de
Cedrón, en donde había un huerto, en el cual entró con sus discípulos.
Y Judas, que lo entregaba, sabía también aquel lugar, porque muchas
veces concurría allí Jesús con sus discípulos. (vv. 1-2)
San Agustín,
in Ioannem, tract., 112
Terminado el sermón que el Señor había
dirigido a sus discípulos después de la cena, y la oración elevada al
Padre, empieza el evangelista San Juan la historia de su pasión, en
estos términos: "Habiendo dicho esto, salió con sus discípulos hacia
la otra parte del torrente", etc. No sucedió esto en seguida de
concluida la oración, sino que mediaron otras cosas que omitió y se
leen en los otros evangelistas.
San Agustín,
De cons. evang. 3, 3
Se suscitó entre ellos una contienda sobre
quién era el mayor, según dice San Lucas (22,24), y añade que el Señor
dijo a Pedro: "He aquí que Satanás os ha solicitado para cribaros como
el trigo" ( Lc 22,31), etc. Y, según San
Mateo (26,30) y San Marcos (14,26), después de rezado el
Himno salieron para el Monte de los Olivos. Y
continuando su relación San Mateo, dijo: "Entonces fue el Señor con
ellos a una granja llamada Gethsemaní", ( Mt
26,36). Este es el lugar de que habla San Juan, donde había un huerto,
en el que entró Jesús con sus discípulos.
San Agustín,
ut supra
Las palabras después de
haber dicho esto, son para que no pensemos que la entrada en el
huerto fue antes.
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 82
Pues ¿por qué no dice que cesando en su
oración fue al huerto? Porque aquella oración fue pronunciada para los
discípulos. Fue, pues, de noche, y pasó el río, y se apresuró a ir al
sitio conocido por el traidor, ahorrando a sus enemigos el trabajo, y
mostrando a sus discípulos que va voluntariamente.
Alcuino
Dice "a la otra parte del arroyo de
Cedrón"; esto es, a la otra parte del torrente de los cedros, pues es
genitivo del griego cedran
1. Pasó
el torrente, el que se encuentra en el camino del torrente de su
pasión, y bebió en el camino en donde estaba el huerto, para borrar en
un huerto el pecado que en el huerto había sido cometido, pues la
palabra paraíso significa huerto de delicias.
Crisóstomo,
ut supra
Pero para que no pienses al nombrar el
huerto que era para esconderse, añadió: "Pues Judas, que le entregaba,
conocía el lugar, porque Jesús lo frecuentaba con sus discípulos".
San Agustín,
ut supra
Con profunda sabiduría del Padre de los
hijos, fue allí tolerado el lobo que, cubierto con piel de oveja,
aprendió entre ellos el lugar donde, dada la ocasión, dispersaría el
pequeño rebaño acometiendo insidiosamente al pastor.
Crisóstomo,
ut supra
Muchas veces había concurrido allí Jesús
con sus discípulos, para comunicarles secretos que no debían saber los
demás. Esto lo hizo en los montes y en los huertos, buscando siempre
lugar apartado de la muchedumbre, para que el alma no se distrajera de
lo que oía. Allí, pues, fue Judas, pues era donde Jesús pasaba muchas
noches, así como hubiera ido a su domicilio, si hubiera creído
encontrarle durmiendo.
Teofilacto
Sabía Judas que el Señor acostumbraba
enseñar a sus discípulos algo sublime y misterioso en los días
festivos y en tales lugares y, por cuanto aquellos eran días solemnes,
creyó que estaría allí para preparar a sus discípulos a celebrarlos.
Notas
1. El
toponímico Kedrwn, es la transliteración
griega del hebreo kidron,
turbio, oscuro, sombrío. El nombre designa el torrente que
atraviesa el valle que separa Jerusalén del monte de los Olivos, y
también el valle mismo.
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03-09 |
Judas, pues, habiendo
tomado una cohorte y los alguaciles de los Pontífices y de los
fariseos, vino allí con linternas y con hachas y con armas. Mas Jesús,
sabiendo todas las cosas que habían de venir sobre El, se adelantó y
les dijo: "¿A quién buscáis?" Le respondieron: "A Jesús Nazareno".
Jesús les dice: "Yo soy". Y Judas, aquel que lo entregaba, estaba
también con ellos. Luego, pues, que les dijo yo soy, volvieron atrás y
cayeron en tierra. Mas El les volvió a preguntar: "¿A quién buscáis?"
Y ellos dijeron: "A Jesús Nazareno". Respondió Jesús: "Os he dicho que
yo soy, pues si me buscáis a mí, dejad ir a éstos". Para que se
cumpliese la palabra que dijo: De los que me diste, a ninguno de ellos
perdí. (vv. 3-9)
Glosa
Había demostrado el Evangelista el modo
como Judas pudo dar con el sitio donde estaba Cristo; ahora explica
cómo llegó, diciendo: "Judas, pues, habiendo tomado una cohorte y los
subalternos de los Pontífices", etc.
San Agustín,
in Ioannem, tract., 112
La cohorte no fue de judíos, sino de
soldados. Entiéndase que la recibió del Procónsul para prender al
culpable, observando el procedimiento de autoridad legítima, a fin de
que nadie osara hacer resistencia, a pesar de ser tanta y tan bien
armada la gente que iba, que asustaba y acobardaba la idea de que
alguno se atreviera a defender a Cristo.
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 82
¡Pero de qué modo se ganaron a los
soldados con dinero, que iban dispuestos a todo!
Teofilacto
Llevaban haces y linternas, por si Cristo
se escapaba ocultándose en la oscuridad.
Crisóstomo,
ut supra
Muchas veces habían enviado, en otras
ocasiones, a prenderlo, pero no lo consiguieron. De donde claramente
se ve que en aquella se entregó espontáneamente. Por eso dice: "Jesús,
pues, sabiendo todo lo que iba a venir sobre El, se adelantó y les
dijo: "¿A quién buscáis?"
Teofilacto
No pregunta para querer saber (pues
perfectamente conocía todo lo que le iba a suceder), pero queriendo
manifestar que, aun estando presente, no podía ser visto ni
distinguido por ellos; "Díjoles el Señor: Yo soy".
Crisóstomo,
ut supra
Estando en medio de ellos, cegó sus ojos.
Y para manifestar que no fue por causa de la oscuridad, indica el
Evangelista que llevaban luces. Si, pues, no las llevaran, habían de
conocerle al menos por la voz. Y si Judas, que siempre había estado
con El, no le conocía, tampoco le hubieran conocido ellos; por esto
añade: "Estaba también Judas", etc. Hizo esto el Señor para manifestar
que, no sólo no le hubieran podido prender, pero que ni aun le
hubieran visto estando en medio de ellos, si El no lo hubiera
permitido; por esto dice: "En cuanto les dijo: yo soy, retrocedieron",
etc.
San Agustín,
ut supra
¿Dónde está la cohorte de soldados? ¿Dónde
está el terror y el aparato de las armas? Una voz rechazó, hirió y
derribó a tan gran turba, enfurecida de odio y temible por las armas,
sin disparar una saeta. Es que Dios se ocultaba bajo la carne, y el
eterno día de tal modo se escondía en los miembros humanos, que era
buscado por las tinieblas con la luz de las linternas y de los haces
para distinguirle. ¿Qué hará como Juez el que como reo así obra?
Ahora, por medio del Evangelio, hace resonar por todas partes esta
palabra: "Yo soy", dice Cristo, y los judíos esperan al anticristo,
para volverse atrás y caer en tierra, porque los que abandonan el
cielo desean la tierra.
San Gregorio,
super Ezech. hom 9
¿Por qué razón los elegidos caen de cara y
los réprobos de espalda, sino porque el que cae de espalda no ve a
dónde cae, al paso que el que cae de frente ve dónde cae? Por eso los
malvados, que caen en las cosas invisibles, caen de espaldas, porque
caen en donde no pueden ver lo que les viene detrás, mientras que los
justos, que se abniegan a sí mismos y a las cosas visibles para
levantarse por medio de las invisibles, caen como de cara, porque,
arrepentidos por el temor, se reconcentran y humillan.
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 83
Nadie diga que el Señor mismo indujo a los
judíos a que le matasen, entregándose El mismo en sus manos; pues
claramente les demostró lo que bastaba para que ellos desistiesen.
Pero por cuanto permanecían en su malicia, y no tenían excusa,
entonces se entregó El mismo en sus manos. Por eso, "Volvió, pues, a
preguntarles, ¿a quién buscáis? pero ellos", etc.
San Agustín,
in Ioannem, tract., 112
Ya habían oído primero, yo soy, pero no
habían comprendido que el que pudo todo lo que quiso, no quiso esto.
Pero si nunca hubiera permitido el ser prendido por ellos, no habrían
llevado a cabo aquello por lo que venían, ni El hubiera hecho aquello
por lo que había venido y, por tanto, después de haber mostrado su
poder a los ojos de los que querían y no podían prenderle, se deja
prender para hacerles cumplir inconscientes su voluntad. Y sigue: "Si,
pues, me buscáis a mí, dejad ir a éstos".
Crisóstomo,
ut supra
Como si dijera: "Si me buscáis a mí, nada
tenéis que ver con éstos; he aquí que yo mismo me entrego",
demostrando así la consecuencia de su amor a los suyos, hasta la
última hora.
San Agustín,
ut supra
Esto manda a sus enemigos, y hacen esto
que manda; les permite que se vayan aquellos que El no quiere que
perezcan.
Crisóstomo,
ut supra
Para demostrar el Evangelista que esto no
fue efecto de la voluntad de ellos, sino del poder del que era
prendido, añade: "Para que se cumpliese la palabra que dijo: Porque no
perdí a los que me diste", etc. Esta perdición no se refería a la
muerte natural, sino a la eterna, pero el Evangelista la entendió de
la muerte presente.
San Agustín,
ut supra
¿Acaso no habían de morir después? ¿Cómo
entender que los perdería si entonces morían, sino porque aún no
creían en El como creen los que se salvan?
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10-11 |
Mas Simón Pedro, que tenía
una espada, la sacó: e hirió a un siervo del Pontífice; y le cortó la
oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco. Jesús entonces dijo a
Pedro: "Mete tu espada en la vaina. ¿El cáliz que me ha dado el Padre,
no le tengo de beber?" (vv. 10-11)
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 82
Confiando Pedro en la palabra que había
dicho el Señor sobre lo que había de suceder, se arma contra los que
habían venido. Por eso dice: "Teniendo, pues, Simón Pedro una espada",
etc. ¿Cómo, pues, el que había recibido orden de no tener bolsa ni dos
túnicas, tiene espada? Me parece que él venía preparado temiendo los
acontecimientos próximos.
Teofilacto
O bien, porque necesitando la espada para
el sacrificio del cordero, la llevaba aun después de la cena.
Crisóstomo,
ut supra
Pero ¿cómo el que tenía orden de no
devolver una bofetada, es homicida? Porque tenía el mandato principal
de no vengarse; pero aquí no se vengaba sino que defendía al Maestro.
Además, aun no eran perfectos, y si no, verás después cómo Pedro es
azotado y lo lleva con humildad. No sin causa, añade después: "Y le
cortó la oreja derecha". Paréceme que esto quiere significar la
impetuosidad del apóstol, porque él tiraba a la cabeza.
San Agustín,
in Ioannem, tract., 112
Sólo este Evangelista expresa el nombre de
este criado, cuando dice: "El nombre de este siervo era Malcho", así
como sólo San Lucas expresa que el Señor le tocó la oreja y le curó.
Crisóstomo,
ut supra
Entonces hizo este milagro para enseñarnos
que conviene hacer bien a los que nos hacen mal, revelando al mismo
tiempo su poder. Pero el Evangelista citó el nombre para que los que
leyeren pudiesen averiguar si verdaderamente sucedió esto. Y dice que
era criado del Sumo Pontífice, porque es notable el hecho, no sólo
porque le curó, sino porque hizo la cura en favor de aquel que había
venido a prenderle, y poco después le había de abofetear.
San Agustín,
ut supra
El nombre de Malcho
quiere decir que ha de reinar
1. ¿Qué
significa, pues, esta oreja amputada en la defensa del Señor y por el
Señor curada, sino que cortado el oído del hombre viejo se ha renovado
en el espíritu y no en la vetustez de la letra? El que haya recibido
de Cristo, ¿quién duda que ha de reinar con Cristo? El que fuese
criado revela aquella antigüedad que engendra la esclavitud, así como
su curación es figura de la libertad.
Teofilacto
También la amputación de la oreja derecha
del siervo del Príncipe de los Sacerdotes era signo de la sordera de
éstos, que había invadido principalmente a los Príncipes de los
Sacerdotes, pero su curación significa la sumisión de la inteligencia
que rendirán los Israelitas a la venida de Elías.
San Agustín,
ut supra
El Señor reprobó el hecho de Pedro, y
prohibió su repetición en lo sucesivo, y por eso dijo, pues, Jesús:
"Vuelve tu espada a la vaina"; lo dijo amonestándole a la paciencia, y
para que esto quedara escrito.
Crisóstomo,
ut supra
Al mismo tiempo que le contuvo con la
reprensión, como refiere San Mateo, por otra parte le consolaba
diciendo: "¿No quieres que beba el cáliz que me dio mi Padre?"
Manifestando que lo que sucedía no era efecto del poder de los judíos
sino de su permisión, y que lejos de ser contrario a Dios, era
obediente hasta la muerte.
Teofilacto
En lo que dice El mismo de su cáliz,
revela cuán grata y aceptable le parecía la muerte por la salvación de
los hombres.
San Agustín,
ut supra
En cuanto a lo que dice que es el Padre
quien le ha dado el cáliz de la pasión, es lo que dice el Apóstol: "No
perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros" (
Rom 8,32). Pero el Autor de este cáliz es el
mismo que lo bebe, por lo que dice el Apóstol: "Cristo nos amó y se
entregó a sí mismo por nosotros" ( Ef 5,2).
Notas
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12-14 |
La cohorte, pues, y el
tribuno, y los ministros de los judíos, prendieron a Jesús, y lo
ataron. Y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, el
cual era el Pontífice de aquel año. Y Caifás era el que había dado el
consejo a los judíos: Que convenía que muriese un hombre por el
pueblo. (vv. 12-14)
Teofilacto
Después de hecho cuanto bastaba para
contener a los judíos, como ellos de ningún modo entraran en razón,
entonces permitió ser llevado; y por esto dice: "La cohorte, pues, y
el tribuno, y los ministros", etc.
San Agustín,
in Ioannem, tract., 112
Prendieron, pues, al que no se acercaron,
ni entendieron, ni oyeron aquello: "Acercáos a El y seréis iluminados"
( Sal 33,6), porque si se acercasen de
corazón, lo tomarían en palmas no para matarle, sino para recibirle;
pero del modo que le prendieron se apartaron más lejos de El. Sigue: Y
ataron a Aquel por quien más bien debieron querer ser desatados; y tal
vez estaban con ellos los que libertados después por El dijeron:
"Desataste mis ataduras" ( Sal 115,16).
Después que los aprensores por la traición de Judas ataron al Señor,
para que se entienda que Judas no es digno de alabanza por la utilidad
de esta traición, sino punible por la espontaneidad del crimen, dice:
"Y le llevaron primero a casa de Anás", etc.
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 82
Gozaban, pues, y se gloriaban en lo que
hacían, llevándolo como en trofeo.
San Agustín,
in Ioannem, tract., 113
Ni calla el motivo por qué esto se hizo
así, añadiendo: "Pues era suegro de Caifás", etc. Con razón, queriendo
San Mateo contar esto con más brevedad, dice que fue conducido a
Caifás, porque si fue llevado primero a Anás, su suegro, es para que
se entienda que así lo quiso Caifás.
Beda
A fin de que siendo condenado por otro
juez de igual jurisdicción, pareciese menos criminal su sentencia. O
tal vez porque en tal dirección podía estar situada su casa que fuera
preciso pasar por ella. O bien por disposición divina sucedió que los
que estaban unidos por parentesco lo estuviesen también por crimen.
Pero lo que dice de ser Pontífice de aquel año, es contrario a la Ley,
en la que estaba mandado que no hubiera más que un solo sumo
Pontífice, muerto el cual sucediera su hijo. Pero el pontificado
estaba ya corrompido por la ambición.
Alcuino
Refiere Josefo que este Caifás había
comprado el sacerdocio por un año; no es, pues, de extrañar que un
Pontífice inicuo juzgara inicuamente, pues frecuentemente el que llega
por avaricia al sacerdocio, se conserva en él por la injusticia.
Crisóstomo,
ut supra
No se aturda el que oiga hablar de
prisiones; recuerde la profecía, de que la muerte de Jesús fue la
salvación del mundo. Así sigue: "Era pues, Caifás quien había
aconsejado a los judíos; porque conviene que muera un hombre por el
pueblo"; tanto era, pues, la superabundancia de la verdad, que
rebosaba hasta en la boca de los enemigos.
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15-18 |
Simón Pedro y otro
discípulo, seguían a Jesús. Y aquel discípulo era conocido del
Pontífice, y entró con Jesús en el atrio del Pontífice. Mas Pedro
estaba fuera a la puerta. Y salió el otro discípulo, que era conocido
del Pontífice, y le dijo a la portera, e hizo entrar a Pedro. Y dijo a
Pedro la criada portera: "¿No eres tú también de los discípulos de
este hombre?" Dice él: "No soy". Los criados y los ministros estaban
en pie a la lumbre, porque hacía frío, y se calentaban; y Pedro se
estaba también en pie calentándose con ellos. (vv. 15-18)
San Agustín,
De cons. evang. 2, 6
No todos los Evangelistas refieren del
mismo modo la negación de Pedro, que es comprendida entre las afrentas
hechas al Señor, pues San Mateo y San Marcos cuentan primero las
injurias, y después la tentación de Pedro; pero San Lucas explica
primero las tentaciones de Pedro, y después los ultrajes hechos al
Señor. San Juan empieza a decir sobre la tentación de Pedro: "Seguían
a Jesús, Simón Pedro y otro discípulo".
Alcuino
Seguían al Maestro por devoción, aunque de
lejos por el temor.
San Agustín,
in Ioannem, tract., 113
Quién fuese el otro discípulo, puede
asegurarse sin temeridad, por el silencio que guarda San Juan, pues
acostumbra a darse a conocer de este modo, y añadiendo: al que amaba
Jesús. Y sin duda, pues, es él mismo.
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 82
El mismo se oculta por humildad, pues
refiere con gran sinceridad el modo cómo en el momento de huir todos
él siguió, y posponiéndose a Pedro, precisado a nombrarse a sí mismo,
para dar a conocer la certeza con que puede asegurar mejor que los
otros lo que sucedió en el atrio, porque se hallaba dentro, prescinde
de su propia alabanza, diciendo: "Aquel discípulo era conocido del
Pontífice". No da gran importancia a lo que dice de sí, pero porque
había dicho que entró con Jesús solo, a fin de que no se forme de él
una elevada idea, añade la razón. El haber ido Pedro fue un acto de
amor; el no haber entrado lo fue de temor. Por lo que sigue: "Pero
Pedro estaba a la puerta fuera".
Alcuino
Fuera estaba el que había de negar al
Señor; y no estaba en Cristo quien no se atrevía a confesarle.
Crisóstomo,
ut supra
Mas que Pedro entró en la casa con
permiso, lo explica diciendo: "Salió, pues, aquel discípulo y habló a
la portera, e introdujo a Pedro"; pero no fue él quien le introdujo,
porque Pedro estaba unido a Cristo y le seguía: "Dícele la criada
portera: ¿por ventura eres tú de los discípulos de este hombre? Dice
él: No soy". ¿Qué dices, oh Pedro? ¿No dijiste antes: Si conviniere
daré mi vida por ti ( Mt 26,35)? ¿Qué, pues,
ha sucedido que no puedes soportar ni aun la pregunta de una portera?
No era soldado el que preguntaba, sino una vil portera. Ni dijo: Eres
discípulo de un seductor, sino de aquel hombre; palabra que es de
compasión. Dice, pues: "¿Acaso también tú?" porque Juan estaba dentro.
San Agustín,
ut supra
¡Pero qué es de admirar si Dios predijo la
verdad y el hombre presumió la falsedad! En verdad que en esta
negación de Pedro ya comenzada debemos observar que no sólo niega a
Cristo diciendo que no es Cristo, sino que (se niega) a sí mismo,
negando que sea cristiano. El Señor no había dicho a Pedro: Negarás
que eres mi discípulo, sino "me negarás" ( Mt
26,34; Lc 22,51). Negó, por tanto, a Cristo
cuando negó ser su discípulo. ¿Qué otra cosa hizo de este modo sino
negar que era cristiano? ¡Cuántos, aun niños y doncellas supieron
despreciar la muerte confesando a Cristo después de él, y conquistaron
el reino de los cielos! Lo que entonces no pudo éste que había
recibido las llaves de aquel reino, porque se dijo: "Dejad ir a
éstos", porque de los que me diste no perdí a ninguno de ellos. He
aquí, pues, a Pedro que si después de haber negado a Cristo marchara
de aquí, sin duda perecería.
Crisóstomo,
in Serm. De Petro et Elia
Es sin duda un secreto, que la Divina
Providencia permitió que cayera primero el mismo Pedro, a fin de
templar la dureza de la sentencia para con los pecadores en vista de
este caso. Pedro, doctor y maestro de todo el mundo, pecó y alcanzó el
perdón, a fin de que este ejemplo de indulgencia fuese la regla para
todos los jueces. Esta es la razón por la que yo pienso que la
potestad sacerdotal no ha sido encomendada a los ángeles, porque
siendo éstos impecables castigarían a los pecadores sin compasión. Por
eso se ha constituido sobre los hombres a otros también pecadores,
para que, reconociendo en sí las mismas pasiones que en los otros, se
muestren benignos con ellos.
Teofilacto
Hay algunos que queriendo atribuir a Pedro
una falsa gracia, dicen que éste negó porque quería estar siempre con
Cristo y seguirle; pues conocía que si confesaba ser discípulo de
Cristo, le separarían de El y no podría en adelante seguir y ver al
que amaba, y por esta razón fingió ser uno de los ministros, para
evitar que, conociéndole por su tristeza, fuese echado fuera. Por eso
dice: "Estaban, pues, en pie los criados y los ministros alrededor del
fuego, porque hacía frío y se calentaban, y Pedro estaba con ellos",
etc.
San Agustín,
ut supra
No era invierno, y sin embargo hacía frío,
como suele suceder en el equinoccio de verano.
San Gregorio,
Moralium 2, 3
Ya se había enfriado en el corazón de
Pedro el calor de la caridad, y renaciendo en él el amor a la vida
presente, como si padeciese la misma enfermedad que los perseguidores,
se calentaba.
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19-21 |
El Pontífice, pues,
preguntó a Jesús sobre sus discípulos y sobre su doctrina. Jesús le
respondió: "Yo manifiestamente he hablado al mundo; yo siempre he
enseñado en la sinagoga y en el templo, a donde concurren todos los
judíos, y nada he hablado en oculto. ¿Qué me preguntáis a mí?
Preguntad a aquellos que han oído lo que yo les hablé: he aquí éstos
saben lo que yo he dicho". (vv. 19-21)
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 82
Como no podían imputarle a Cristo ningún
crimen, le preguntaron sobre sus discípulos; por lo que se dice: "El
Pontífice, pues, preguntó a Jesús sobre sus discípulos"; tal vez dónde
estaban, o cómo los había reunido. Esto lo decía, queriendo tratarle
como sedicioso y acusarle de innovador, sin atender casi a nada más
que a sus discípulos.
Teofilacto
Sobre su doctrina investiga cuál es; si
discrepaba de la Ley de Moisés, o la contradecía, para tomar de aquí
pretexto para condenarle como antagonista de Dios.
Alcuino
No pregunta por amor a conocer la verdad,
sino para encontrar motivo de acusación y entregarlo al Pretor romano
para que le condene. Pero el Señor de tal modo atemperó su respuesta,
que ni ocultó la verdad, ni demostró que se defendía. Sigue:
"Respondió Jesús: Yo he hablado al mundo manifiestamente; Yo siempre
enseñé en la sinagoga y en el templo", etc.
San Agustín,
in Ioannem, tract., 113
No es de pasar por alto esta cuestión. Si,
pues, a sus discípulos no les hablaba claramente, sino que les ofrecía
hora en que les hablaría descubiertamente, ¿cómo ha hablado
manifiestamente al mundo? Además, hablaba mucho más claro a sus
discípulos cuando se hallaban separados de las turbas, y entonces les
explicaba las parábolas que presentaba oscuras a los demás. Pero se ha
de entender que cuando dijo "He hablado públicamente", es como si
dijera: "Muchos me han oído", aunque interiormente no comprendían. Y
cuando hablaba aparte a sus discípulos, tampoco lo hacía en secreto;
porque ¿quién habla secretamente haciéndolo en público, principalmente
si lo dice a pocos para que lo comuniquen a muchos?
Teofilacto
Recuérdese aquí aquella profecía que dice:
"No hablé en secreto ni en lugar tenebroso de la tierra" (
Is 45,19).
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 82
O en verdad habló en secreto, pero no como
ellos buscaban, tímida y sediciosamente, sino diciendo cosas sublimes,
en presencia de grande auditorio. Queriendo probar sobradamente la
verdad de su aserto, añade: "¿Qué me preguntas? Pregunta a aquellos
que me oyeron qué es lo que les he dicho; éstos lo saben". Como
diciendo: Tú me preguntas por los míos; pregunta a mis enemigos, que
me preparan acechanzas. Estas palabras son sólo propias de un hombre
que fía en la verdad de su dicho. Este es un irrefutable argumento de
la verdad (una prueba sin réplica) que resulta de la declaración de
los enemigos citados por el acusado.
San Agustín,
ut supra
Hasta lo mismo que habían oído y no habían
entendido era de tal naturaleza, que no podían por ello acusarle justa
y verazmente; y cuantas veces intentaron preguntarle para encontrar de
qué acusarle, les respondió de modo que resultó contra ellos su
falacia y frustró sus calumnias.
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22-24 |
Cuando esto hubo dicho,
uno de los ministros que estaban allí dio una bofetada a Jesús,
diciendo: "¿Así respondes al Pontífice?" Jesús le respondió: "Si he
hablado mal, da testimonio del mal; mas si bien, ¿por qué me hieres?"
Y Anás lo envió atado al Pontífice Caifás. (vv. 22-24)
Teofilacto
Como Jesús apelara al testimonio de los
que le habían oído, queriendo un ministro excusarse de ser de los que
admiraban a Jesús, le dio una bofetada. Por eso dice: "Luego que hubo
dicho", etc.
San Agustín,
De cons. evang. 3, 6
Esto demuestra bien que Anás era
Pontífice, pues no había sido aún enviado a Caifás cuando se dijo
esto; y estos dos, Anás y Caifás, eran Pontífices, como lo dice San
Lucas en el principio de su Evangelio.
Alcuino
Aquí se cumple aquella profecía de Isaías:
"Presenté mi mejilla a los que me abofeteaban" ( Is
3,6). Pero Jesús, herido injustamente, contestó con mansedumbre: "Si
he hablado mal, pruébalo; pero si he hablado bien, ¿por qué me
hieres?".
Teofilacto
Como si dijera: Si hallas algo reprensible
en lo que he dicho, demuestra lo que dije mal; y si no puedes
probarlo, ¿por qué te enfureces? O de otro modo: Si enseñé malamente
en las sinagogas, atestíguaselo al Príncipe de los Sacerdotes; pero si
enseñé bien, de modo que hasta vosotros, siendo ministros, os
admirabais, ¿por qué ahora me hieres cuando antes te admirabas?
San Agustín,
in Ioannem, tract., 113
¿Qué más verdadero, suave y justo que esta
respuesta? Si consideramos quién es el abofeteado, ¿no querríamos que
el agresor fuese consumido por fuego del cielo, o tragado por la
tierra, o revolcado por el demonio, o castigado con cualquier pena
grave? ¿Acaso le faltaría poder para mandar alguno de estos castigos
al que creó el mundo, si no prefiriera mejor enseñarnos la paciencia
con que se vence al mundo? Tal vez diga alguno: ¿por qué no hizo lo
que El mismo mandó, no contestando así al agresor, sino presentándole
la otra mejilla? Porque al dar una respuesta tan llena de mansedumbre,
no sólo ofreció la otra mejilla, sino que preparó todo el cuerpo para
clavarlo en la cruz. Así demostró mejor que cumplía el precepto de la
paciencia con la predisposición de su corazón que con demostración
exterior de su cuerpo, pues puede suceder que el hombre ofrezca airado
la otra mejilla, siendo más perfecto contestar mansamente la verdad
con ánimo tranquilo y dispuesto a sufrir mayores agravios.
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 82
¿Qué cosa era más justa que la de replicar
al Señor o aceptar su dicho? Pero no fue así, porque lo que se hacía
no era un juicio, sino un acto tiránico y sedicioso. No sabiendo qué
hacer, lo envían atado a Caifás. Sigue: "Y Anás lo envió atado al
Pontífice Caifás".
Teofilacto
Sospechando que siendo éste más astuto
podría imaginar algún medio para condenar a muerte a Jesús.
San Agustín,
ut supra
Desde el principio le conducían a casa de
éste, como dice San Mateo, porque era el Príncipe de los Sacerdotes en
aquel año. Es necesario comprender que ejercían el pontificado
sucesivamente un año cada uno, y es de creer que Jesucristo fue
conducido primero a casa de Anás por orden de Caifás, o bien porque
las casas de éstos estuvieran situadas en tal disposición que no
pudiera pasarse sino por casa de Anás.
Beda
Lo que se ha dicho de llevarle atado no se
ha de entender de que entonces le ataran, sino que estaba atado desde
que le habían aprehendido; por tanto, lo envió a Caifás como se lo
habían presentado. Y pudo también suceder que en aquel acto le
hubiesen soltado mientras le preguntaban, y después, atado otra vez,
le hubiera enviado a Caifás.
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25-27 |
Estaba, pues allí, en pie,
Simón Pedro calentándose. Y le dijeron: "¿No eres tú también de sus
discípulos?" Negó él, y dijo: "No soy". Dícele uno de los criados del
Pontífice, pariente de aquél a quien Pedro le había cortado la oreja:
"¿No te vi yo a ti en el huerto con El?" Y otra vez negó Pedro, y
luego cantó el gallo. (vv. 25-27)
San Agustín,
in Ioannem, tract., 113
Habiendo dicho el Evangelista que Anás
había mandado a Jesús atado a casa de Caifás, volvió a continuar su
narración desde donde había dejado a Pedro, para explicar lo que había
sucedido en la casa de Anás sobre las tres negaciones de Pedro. Dice,
pues: "Estaba Simón Pedro en pie y calentándose". Aquí resume lo que
antes había dicho.
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 82
El fervoroso discípulo estaba inmóvil de
espanto separado de Jesús, y esto es para que aprendamos cuán débil es
la naturaleza cuando Dios abandona al hombre. Preguntado por segunda
vez, niega también por lo que sigue: "Dijéronle, pues: ¿por ventura
eres tú de sus discípulos?".
San Agustín,
De cons. evang. 3, 6
Vemos que en esta ocasión, no ya en la
puerta, sino estando al fuego, negó Pedro por segunda vez, lo que no
podía suceder si no hubiera vuelto después de que había salido fuera,
como dice San Mateo. Había, pues, salido y le vio fuera otra criada.
Esto es, que habiéndose levantado y salido vio a Pedro, y dijo a los
que allí estaban (esto es, a los que juntamente con él estaban
alrededor del fuego dentro en el atrio): "Y éste estaba con Jesús
Nazareno" ( Mt 26,71). Aquel, pues, que había
salido fuera, habiendo oído esto, volviendo, juró a aquellos que lo
afirmaban que no conocía a aquel hombre ( Mt
26,72). San Juan dice a continuación: "Dijeron: ¿por ventura eres tú
de sus discípulos?". Lo que creemos fue dicho a Pedro, que volvía. Y
esto se confirma, no sólo por lo que dicen San Mateo y San Marcos de
la otra criada que citan, sobre esta segunda negación, sino que
también por lo que dice San Lucas, refiriéndose a lo que otro de los
que asistían hizo con Pedro. Por lo que dice San Juan: "Dijéronle,
pues, a él". San Juan, siguiendo su narración, cuenta de este modo la
tercera negación: "Uno de los siervos del Pontífice le dice", etc. San
Mateo y San Marcos señalan en número plural a aquellos que hablaban
con Pedro (mientras San Lucas habla de uno, San Juan también de uno, y
éste pariente de aquel a quien cortó la oreja). Fácil es de entender
que San Mateo y San Marcos siguieron la costumbre de usar el plural
por el singular, o que tal vez uno, porque lo había visto, afirmaba de
ciencia propia, y los demás, apoyados en éste, acusaban juntamente a
Pedro.
Crisóstomo,
ut supra
Ni los recuerdos del huerto, ni lo que
allí se dijo, ni el mucho amor que allí con sus palabras había
manifestado, vienen a la memoria de Pedro. Por lo que sigue: "Otra
vez, pues, negó Pedro; y en el momento el gallo cantó".
San Agustín,
ut supra
¡He aquí cumplida la profecía del médico y
demostrada la presunción del enfermo! No se verificó, pues, lo que
éste había dicho: "Pondré mi vida por ti" ( Jn
13,37); sino que sucedió lo que Jesús había predicho: "Me negarás tres
veces" ( Lc 22,61).
Crisóstomo,
ut supra
Los evangelistas escribieron acordes la
negación de Pedro, no acusando al discípulo, sino para enseñarnos cuán
malo es no entregarse totalmente en manos de Dios y confiar en sí
mismo.
Beda
En sentido espiritual están significados
por la primera negación de Pedro aquellos que antes de la pasión
negaron que Jesús fuese Dios; en la segunda, aquellos que negaron,
después de su resurrección, su divinidad e igualmente su humanidad.
También significa el primer canto del gallo la resurrección de
Jesucristo como cabeza, y por el segundo la resurrección de todo el
cuerpo (universal). Por la primera criada que obligó a Pedro a negar,
se entiende la avaricia; por la segunda la voluptuosidad, y por el
criado o muchos criados los demonios que seducen para negar a Cristo.
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28-32 |
Llevan, pues, a Jesús
desde casa de Caifás al Pretorio, y era por la mañana; y ellos no
entraron en el Pretorio por no contaminarse y poder comer la Pascua.
Pilatos, pues, salió fuera a ellos, y dijo: "¿Qué acusación traéis
contra este hombre?" Respondieron, y le dijeron: "Si éste no fuera
malhechor, no te lo hubiéramos entregado". Pilatos les dijo entonces:
"Tomadle allá vosotros, y juzgadle según vuestra Ley". Y los judíos le
dijeron: "No nos es lícito a nosotros matar a alguno". Para que se
cumpliese la palabra que Jesús había dicho, señalando de qué muerte
había de morir. (vv. 28-32)
San Agustín,
in Ioannem, tract., 114
Vuelve el Evangelista al punto de su
narración donde había quedado, cuando explicó la negación de Pedro, y
dice: "Conducen, pues, a Jesús desde casa de Caifás al Pretorio". Ya
había dicho que había sido enviado a Caifás desde casa de Anás,
compañero y suegro suyo; pero ¿por qué de casa de Caifás es llevado al
Pretorio, que no es más que la residencia del procónsul Pilato?
Beda
Se llama Pretorio el tribunal del Pretor;
y los pretores se llaman prefectos o preceptores, porque imponen sus
preceptos a los ciudadanos.
San Agustín,
ut supra
O por alguna causa urgente, Caifás se
había trasladado de la casa de Anás (a donde ambos habían acudido para
oír al Salvador) al Pretorio del procurador Pilato, dejando a su
suegro el cuidado de oír a Jesús. O bien Pilato había constituido su
tribunal en la casa de Caifás, por ser suficientemente espaciosa para
habitar su dueño y separadamente el juez.
San Agustín,
De cons. evang. 3, 7
Sin embargo, desde el principio era
conducido al mismo Caifás, a quien al fin fue llevado como reo
convicto, pues ya antes había opinado Caifás que Jesús debía morir, y
que sin demora fuese entregado a Pilato para que le condenara a
muerte. Sigue: "Era, pues, de mañana".
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 82
Es llevado a Caifás antes del canto del
gallo, y a Pilato entrada la mañana; con lo que demuestra el
Evangelista que en todo el intermedio de la madrugada fue Jesús
interrogado por Caifás sin conseguir nada, y por esto le remitió a
Pilato. Pero dejando para los otros Evangelistas los demás detalles,
pasa adelante. Sigue, pues: "Y ellos no entraron en el Pretorio".
San Agustín,
in Ioannem, tract., 114
Esto es, en aquella parte de la casa de
Caifás que Pilato ocupaba
1. Por
qué no entraron lo expresa a continuación: "Para no contaminarse, a
fin de comer la Pascua".
Crisóstomo,
ut supra
Porque era entonces cuando los judíos
celebraban la Pascua. Pero Jesús la había anticipado un día,
reservando su muerte para que se realizara en el sexto día de la
semana, que era cuando se celebraba la antigua Pascua. O bien tomando
por Pascua todos los días de la festividad.
San Agustín,
ut supra
Porque habían empezado los días de los
ázimos, en los cuales no podían entrar en la habitación de un
extranjero sin contaminarse.
Alcuino
Se llamaba Pascua propiamente el día en
que el cordero era sacrificado, en la tarde del día catorce de la
luna, y los siete días siguientes se denominaban de los ázimos,
durante los cuales no podía tenerse en las casas nada fermentado. Pero
el día de la Pascua se cuenta entre los ázimos, según San Mateo (
Mt 26,17). En el día primero de los ázimos se
acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: "¿Dónde quieres que
te preparemos la comida de Pascua?" Los días de los ázimos se llamaban
Pascua, como en este pasaje: "Para que comieran la Pascua", porque la
Pascua no era en el día del sacrificio del cordero, que se sacrificaba
el día catorce por la tarde, sino una gran solemnidad que se celebraba
el día quince, después de comer la Pascua
2. Este
es, en efecto, el día catorce de la luna, en el que el Señor, así como
los demás judíos, celebró la Pascua, y en el día quince, cuando se
celebraba la gran solemnidad, fue crucificado. Pero el día catorce de
la luna empezó su inmolación desde que fue aprehendido en el huerto.
San Agustín,
ut supra
¡Oh impía ceguedad! ¡Temían contaminarse
en el Pretorio de un juez extranjero, y no hacían escrúpulo de verter
la sangre de un hermano inocente! Pues que el acto de matar al Señor,
autor de la vida, no debe atribuirse a su conciencia, sino a
ignorancia.
Teofilacto
Pero Pilato, aunque procediendo
benignamente, sale al fin. Sigue: "Salió, pues, Pilato al encuentro de
ellos", etcétera.
Beda
Era costumbre de los judíos entregar atado
al juez a aquel que juzgaban reo de muerte, para que, viéndolo atado,
entendiera que era condenado a muerte.
Crisóstomo,
ut supra
Pero Pilato, aunque le vio atado y llevado
en toda forma, no consideró esto como prueba irrecusable o indudable
de la acusación, sino que preguntó así: "Y les dijo: ¿De qué tenéis
que acusar a este hombre?" Con esta pregunta da a comprender lo
improcedente que sería concederles el suplicio en virtud de un juicio
que ellos habían usurpado. Pero ellos, rehusando sostener directamente
la acusación, se evaden alegando ciertas conjeturas. Por lo que sigue:
"Respondieron y dijeron: "Si no fuera malhechor", etc.
San Agustín,
ut supra
Pregúntese y que respondan los libertados
de los espíritus inmundos, los enfermos curados, los leprosos
limpiados, sordos oyendo, mudos hablando, ciegos viendo, muertos
resucitados y, lo que es más que todo, ignorante hecho sabio, si Jesús
es malhechor; pero esto lo decían porque ya lo había anunciado el
profeta: "Ellos me volvían mal por bien" ( Sal
34,12).
San Agustín,
De cons. evang. 3, 8
Pero veamos si esto es contrario a lo que
dice San Lucas, que le acusaron de ciertos crímenes. Dice: "Empezaron
a acusarle diciendo: Hemos hallado a éste sublevando nuestra nación, y
prohibiendo dar tributo al César, y proclamando que El es el
Cristo-Rey" ( Lc 26,2). Pero, según San Juan,
por el contrario, aparecen los judíos como no queriendo declarar los
crímenes, para que sometiéndose Pilato a la autoridad de ellos,
desistiese de averiguar qué era lo que le imputaban, y le considerase
reo por el solo hecho de haber merecido ser entregado por ellos. Pero
debemos entender que se dijo esto y lo otro que San Lucas contó, pues
cada uno citó muchas preguntas y respuestas, según les pareció
suficiente para su relato; porque el mismo San Juan dice ciertas cosas
que fueron objetadas y que veremos en su lugar. Sigue: "Díceles, pues,
Pilato: Tomadle, pues, vosotros", etc.
Teofilacto
Como si dijera: Por cuanto vosotros exigís
sentencia de condenación con una arrogancia como si nunca hubierais
pecado, juzgadlo vosotros y condenadle; yo de ningún modo juzgaré así
como juez.
Alcuino
Como si dijera: Vosotros, que tenéis
vuestra legislación, sabéis qué ley juzga tales delitos. Obrad según
sabéis que es justo.
Sigue: "Dijeron, pues, los judíos: A
nosotros no nos es lícito matar a alguno".
San Agustín,
in Ioannem, tract., 114
Pero la Ley ¿no mandó que no se perdonara
a ningún malhechor, principalmente de los seductores en materia de
religión? Pero se ha de entender que si ellos dijeron que no les era
lícito matar a alguno, fue por la santidad de la fiesta que ya habían
empezado a celebrar. ¿De tal manera os ha hecho perder el juicio la
malicia, que os creéis limpios de la sangre inocente y la entregáis a
otro para que la derrame?
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 82
O bien ellos no le condenaban a muerte por
haber perdido gran parte de su poder con la sujeción a la dominación
romana. O de otro modo: él había dicho: "Vosotros juzgadle según
vuestra Ley", cuando ellos afirmaban que el crimen de Jesús no era
según la ley judía; pues decían así: "A nosotros no nos es lícito";
pues no pecó, según nuestra ley, sino que su crimen es público porque
se llama Rey. También porque deseaban crucificarle para difamarle con
este género de muerte, pues no les era permitido crucificar, sino que
mataban de otro modo, como lo demuestra el haber apedreado a San
Esteban. Y por esto añade: "Para que se cumpliese la palabra de
Jesús", etc., por cuanto a los judíos no les era permitido crucificar.
O dice esto el Evangelista porque no debía ser crucificado sólo por
ellos, sino que también por los gentiles.
San Agustín,
ut supra
Así se lee en San Marcos donde dice: "He
aquí que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a
los Príncipes de los sacerdotes y a los escribas, y le entregarán a
los gentiles" ( Mc 10,33). Pilato, pues, era
romano, y le habían enviado los romanos de procurador a Judea. Para
que se cumpliese, pues, la palabra de Jesús, esto es, la de ser
entregado a los gentiles para que le matasen, no quisieron los judíos
aceptar el permiso de juzgarle, diciendo: "A nosotros no nos es lícito
matar a alguno".
Notas
1. El
pretorio designa la residencia del gobernador romano de una provincia.
Cuando el procurador romano atendía asuntos públicos en Jerusalén
ocupaba, según parece, el palacio de Herodes. Allí estaría el
pretorio. El palacio de Caifás dista unos 300 metros del palacio de
Herodes.
2. El
día 14 del mes de Nisán se realizaba el sacrificio del cordero, que
era consumido en las primeras horas del día 15. Este día era
propiamente el de la pascua, y comenzaba con él la fiesta de los
ácimos, que duraba 7 días.
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33-38 |
Volvió, pues, a entrar
Pilatos en el Pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: "¿Eres tú el Rey de
los judíos?" Respondió Jesús: "¿Dices tú esto de ti mismo, o te lo han
dicho otros de mí?" Respondió Pilatos: "¿Soy acaso yo judío? Tu nación
y los Pontífices te han puesto en mis manos: ¿qué has hecho?"
Respondió Jesús: "Mi reino no es de este mundo. Si de este mundo fuera
mi reino, mis ministros sin duda pelearían para que yo no fuera
entregado a los judíos; mas ahora mi reino no es de aquí". Entonces
Pilatos le dijo: "¿Luego Rey eres tú?" Respondió Jesús: "Tú dices que
yo soy Rey. Yo para esto nací y para esto vine al mundo, para dar
testimonio de la verdad: todo aquel que es de la verdad escucha mi
voz". Pilatos le dice: "¿Qué cosa es verdad?" (vv. 33-38)
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 82
Queriendo Pilato librar a Jesús del odio
de los judíos, no dilató el juicio; por lo que dice: "Entró, pues,
Pilato en el Pretorio y llamó a Jesús", etc.
Teofilacto
Aparte de esto, como tenía gran opinión de
Jesús, se proponía apurar exquisitamente todas las cosas dejando a un
lado el estrépito de los judíos. Y sigue: "Y le dijo: ¿Eres tú el Rey
de los judíos?"
Alcuino
Con estas palabras manifestó Pilato que
los judíos le acusaban del crimen de que se proclamaba Rey de los
judíos.
Crisóstomo,
ut supra
Esto lo había oído Pilato de muchos; y
porque ninguna otra cosa tenían que decir, a fin de evitar largas
investigaciones, quiso traer a discusión lo que comúnmente se decía.
Sigue: "Responde Jesús: ¿Dices esto por ti mismo, o te lo han dicho
otros?"
Teofilacto
Insinúa Jesús con estas palabras que
Pilato es un juez parcial, como si dijera: Si dices esto por ti mismo,
manifiesta las señales de mi rebelión; pero si lo oíste a otros, abre
una indagación en regla.
San Agustín,
in Ioannem, tract., 115
Sabía el Señor el sentido con que
preguntaba y lo que se le respondería, pero El hizo esta pregunta al
procónsul, no para saber, sino para que constase lo que quiso que se
supiese.
Crisóstomo,
ut supra
No preguntó, pues, como ignorante, sino
queriendo que los judíos fuesen condenados por boca del mismo Pilato.
"Respondió Pilato: ¿Acaso yo soy judío?".
San Agustín,
ut supra
Hizo desaparecer la sospecha de que se le
pudiese imputar que hablaba por sí mismo, haciendo ver que lo había
oído de los judíos; por lo que sigue: "Tu nación y tus Pontífices te
han entregado en mis manos". Y después, preguntando: "¿Qué has hecho?"
da a entender suficientemente cuál era el crimen que se le imputaba,
como si dijera: Si niegas que eres Rey, ¿qué has hecho para que te
entregaran en mis manos? Como si no se admirara de que fuese entregado
al juez para ser castigado porque se llamase Rey.
Crisóstomo,
ut supra
Tranquiliza, pues, a Pilato sobre que no
existe ningún peligro, y quiere manifestarle que no es sólo hombre,
sino también Dios e Hijo de Dios, y hace desaparecer la sospecha de
tiranía que había aterrado a Pilato; y sigue: "Respondió Jesús: mi
reino no es de este mundo", etc.
San Agustín,
ut supra
Esto es lo que nuestro buen Maestro nos
quiso demostrar. Pero antes quiso hacernos ver la vana opinión que los
hombres tenían de su reino, tanto los gentiles como los judíos, a
quienes Pilato la había oído, como si hubiese cometido un crimen digno
de muerte por haber supuesto un reino que ellos creían ilegítimo. O
bien, como aquellos que están en posesión del poder acostumbran
envidiar a los que han de sucederles, los romanos y los judíos querían
precaver que este nuevo poder les fuese contrario. Porque si a la
pregunta de Pilato hubiese contestado en seguida, habría parecido que
su respuesta se dirigía sólo contra la falsa opinión de los gentiles,
y no a la de los judíos. Pero después de la respuesta de Pilato, la
respuesta de Jesús se dirige a los gentiles y a los judíos, como si
dijera: Judíos y gentiles, oíd: no impido vuestra dominación en este
mundo. ¿Qué más queréis? Creyendo, venid al reino que no es de este
mundo. ¿Cuál es, pues, su reino sino el de los que creen en El, a
quienes dice no sois de este mundo, aunque quiera que estéis en este
mundo? Por lo que no dice: Mi reino no está en este mundo, sino "no es
de este mundo" ( Jn 8,23). Es, pues, de este
mundo todo lo que en la humanidad, si bien creado por Dios, fue
generado de la raza viciada de Adán. Fue, pues, hecho un reino, no ya
de este mundo, de todo aquello que fue regenerado en Cristo. Así,
pues, Dios nos sacó del poder de las tinieblas y nos trasladó al reino
del Hijo de su amor.
Crisóstomo,
ut supra
O dice en esto que no tiene aquí un reino
como el de los reyes de la tierra, porque su poder viene del cielo, y
no es humano, sino mucho más esclarecido. Y sigue: "Si mi reino fuera
de este mundo", etc. Pone de manifiesto la imbecilidad del reino de
este mundo que toma su fuerza de sus ministros, cuando el reinado de
Dios no necesita a nadie y se basta a sí mismo.
San Agustín,
ut supra
Habiendo probado que su reino no es de
este mundo, añadió: "Ahora, pues, mi reino no es de aquí". No dice: No
está aquí, porque aquí está su reino hasta el fin de los tiempos,
conteniendo dentro de sí la mala yerba mezclada con el trigo hasta la
siega; pero, sin embargo, no es de aquí, sino que peregrina en este
mundo.
Teofilacto
O bien no dice: No está aquí, sino "no es
de aquí"; pues reina en el mundo y ejerce su providencia disponiendo
de las cosas según su voluntad; su reino no tiene su fundamento en
causas inferiores, sino en los cielos, antes de los siglos.
Crisóstomo,
ut supra
Tomando de aquí motivo, los herejes dicen
que es ajeno a la constitución del mundo. Pero aunque dice: "Mi reino
no es de aquí", no priva al mundo de su providencia y de su gobierno,
sino que quiere demostrar solamente que su reino no es humano ni
perecedero.
"Pilato le dice: ¿Luego tú eres Rey? Jesús
responde: Tú lo dices", etc.
San Agustín,
ut supra
No porque temiera declararse Rey, sino
porque habló de modo que ni se negó Rey, ni confesó ser tal Rey que se
creyera que su reino era de este mundo. Las palabras: "Tú lo dices"
quieren decir: Como hombre carnal hablas correctamente. En seguida
añadió: "Yo he nacido para esto". La sílaba de este pronombre debe
pronunciarse de tal manera que no pueda entenderse en este sentido: Yo
he nacido en tal condición, sino en este otro: "Para esto he nacido",
recordando aquella expresión "A esto vine al mundo", por la que
manifestó claramente que se refería a su nacimiento, por el que
encarnado vino al mundo; no a aquel nacimiento sin principio por el
cual era Dios.
Teofilacto
O de otro modo: Preguntado por Pilato si
era Rey, respondió el Señor: "Yo para esto he nacido". Es decir: Yo he
nacido para ser Rey; pues por lo mismo que he sido engendrado por un
Rey, afirmo que yo también soy Rey.
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 83
Si, pues, ha nacido Rey, no hay más que
recibirle. "A esto (dijo) he venido, para dar testimonio a la verdad";
esto es, para persuadir a todos de esto mismo. Y es de notar que hizo
brillar su humildad cuando sufría en silencio que los que le llevaban
dijesen: "Este es un malhechor". Pero cuando fue preguntado acerca de
su reino, habló a Pilato de tal modo que le instruyera, elevándole a
cosas más sublimes. Y por las palabras "Para dar testimonio de la
verdad" dio a entender que no había hecho nada subversivo.
San Agustín,
ut supra
Dando Jesucristo testimonio de la verdad,
lo da de sí mismo, porque ésta es su palabra: "Yo soy la verdad" (
Jn 14,6); pero como no todos tienen fe,
añadió: "Todo el que es de la verdad oye mi voz". Oye, en verdad, con
los oídos del alma; esto es, obedece a mi voz, como si dijera: Cree en
mí. Por las palabras: "Todo el que es de la verdad" expresa la gracia
de su vocación ( Rom 8). Si consideramos la
naturaleza en que hemos sido creados, habiéndonos creado a todos la
verdad, ¿quién habrá que no sea de la verdad? Pero no todos han
recibido de la verdad la gracia de obedecer a la verdad. Porque si
dijo "Todo el que pertenece a la verdad oye mi voz", podrá creerse que
se llama venido de la verdad el que obedece a la verdad; pero no dice
esto, sino "Todo el que es de la verdad oye mi voz". Oye, ciertamente;
pero él no es de la verdad porque oye su voz, sino que oye porque es
de la verdad, pues este don le ha sido dado por la verdad.
Crisóstomo,
ut supra
Con estas palabras le atrae y le persuade
a que se haga de los discípulos de la verdad; con estas breves
palabras de tal modo le cautivó, que preguntó: "¿Qué es verdad?"
Teofilacto
Pues casi había desaparecido de entre los
hombres y era desconocida de todos los incrédulos.
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39-40 |
Y cuando esto hubo dicho,
salió otra vez a los judíos y les dijo: "Yo no hallo en El ninguna
causa. Costumbre tenéis vosotros que os suelte uno en la Pascua.
¿Queréis, pues, que os suelte al Rey de los judíos?" Entonces
volvieron a gritar todos, diciendo: "No a éste, sino a Barrabás". Y
Barrabás era un ladrón. (vv. 39-40)
San Agustín,
in Ioannem, tract., 115
Cuando dijo Pilato: "¿qué es la verdad?"
creo que le vino a la memoria en seguida la costumbre que tenían los
judíos de dar la libertad a un preso en la Pascua; y así, no esperó
que Jesús le respondiera, para no perder tiempo, cuando recordó la
costumbre de soltar uno en la Pascua, lo que verdaderamente deseó,
como lo manifiesta esto que dijo: "Y en cuanto preguntó, salió otra
vez", etc.
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 83
El sabía que esta pretensión debía hacerse
con tiempo, pues convenía librarle del ímpetu de los judíos, y por eso
salió.
Alcuino
O tal vez no esperó a oír la respuesta,
porque quizá no era digno de oírla. Sigue: "Y les dijo: Yo no
encuentro en El ninguna causa".
Crisóstomo,
ut supra
No dijo: porque delinquió, y es digno de
muerte, indultadle por la festividad; sino que primero,
justificándole, les exhorta en seguida para que si no querían
reconocer su inocencia a mayor abundamiento, le perdonasen por razón
de la festividad; y por esto les dijo: "Es costumbre vuestra", etc.
Beda
Esta costumbre no era precepto de ley,
sino que venía de tradición de sus padres, para que, en memoria de la
libertad de Egipto, la diesen en la Pascua a un preso. Y después,
exhortándolos, dice: "¿Queréis, pues, que os deje en libertad al Rey
de los judíos?"
San Agustín,
ut supra
No pudo arrancar de su corazón la creencia
de que Jesús era Rey de los judíos. Como si el título de la cruz
hubiera quedado clavado en su corazón por la misma verdad, aquella
sobre la que preguntó ¿qué es la verdad?
Teofilacto
Pilato respondió de una manera admirable,
que Jesús no había faltado en nada, pero siguieron preocupándole con
la idea que quería ser Rey, y que el representante de la potestad de
los romanos no podía absolver a aquel que se titulaba Rey, y émulo del
poder de Roma. Así, pues, al decir: yo absolveré al Rey de los judíos,
presentó a Jesús como inocente, y se mofó de los judíos, como si
dijera: Al que vosotros acusáis de que se llama Rey, a éste mando
absolver, porque tal Rey no existe.
San Agustín,
ut supra
Porque oído esto, clamaron como sigue:
"Clamaron todos otra vez diciendo: no a éste, sino a Barrabás, pero
Barrabás era un ladrón". No os reprobamos ¡oh judíos, porque
librasteis en la Pascua a un malhechor, sino porque matasteis a un
inocente! Lo que sin embargo, si no se hubiera realizado, no se habría
verificado la verdadera Pascua.
Beda
Por cuanto despreciaron al Salvador, y
libraron al ladrón, el diablo ejerce en ellos hasta el día sus
latrocinios.
Alcuino
El nombre de Barrabás es interpretado así:
"Este hijo del maestro de ellos", esto es, del diablo, porque fue
maestro del ladrón en sus crímenes y de los judíos en su perfidia.
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