CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO

31-36   -   37-41   -   41-43   -   44-47   -   48-51   -   52-56   -   57-59
01-11
Y se fue Jesús al monte del Olivar; y otro día, de mañana, volvió al templo, y vino a El todo el pueblo, y sentado los enseñaba. Y los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; la pusieron en medio, y le dijeron: "Maestro, esta mujer ha sido ahora sorprendida en adulterio; y Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas tales. ¿Pues tú qué dices?" Y esto se lo decían tentándole, para poderlo acusar. Mas Jesús, inclinado hacia abajo, escribía con el dedo en la tierra. Y como porfiasen en preguntarle, se enderezó, y les dijo: "El que entre vosotros esté sin pecado, tire contra ella la piedra el primero". E inclinándose de nuevo, continuaba escribiendo en la tierra. Ellos, cuando esto oyeron, se salieron los unos en pos de los otros, y los más ancianos los primeros. Y quedó Jesús sólo, y la mujer que estaba en pie en medio. Y enderezándose Jesús, le dijo: "Mujer, ¿en dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te ha condenado?" Y dijo ella: "Ninguno, Señor"; y dijo Jesús: "Ni yo tampoco te condenaré: Vete, y no peques más". (vv. 1-11)
 
Alcuino
El Señor tenía la costumbre, especialmente poco antes de su pasión, de predicar la palabra de Dios durante el día en el templo que había en Jerusalén, acompañando su predicación con señales y milagros. Y cuando llegaba la tarde se volvía a Betania, hospedándose en la casa de Lázaro y sus hermanas, de donde volvía a la mañana siguiente a la misma actividad. Y como hubiese estado el último día de la scenopegia ocupado en la predicación, a la tarde se marchó al monte de los Olivos. Y esto es lo que dice: "Y Jesús se fue al monte del Olivar", etc.
 
San Agustín, in Joannem, tract. 33
Y ¿en dónde debía predicar Jesús sino en el monte de los Olivos, en el monte del ungüento, monte del crisma? El nombre Cristo quiere decir crisma; y crisma en griego quiere decir unción. Y en verdad que nos ungió, porque nos puso en condiciones de pelear contra el diablo.
 
Alcuino
La unción de aceite suele hacerse a los cansados y sirve de alivio a los que padecen dolores en sus miembros. El monte de los Olivos también significa la sublimidad de la piedad divina, porque eleos en griego, quiere decir misericordia. También corresponde la naturaleza del óleo al misterio de que se trata, se queda encima de todos los demás líquidos, y como dice el Salmista: "Las misericordias del Señor están por encima de todas sus obras" ( Sal 144,9). Prosigue: "Y otro día de mañana volvió al templo", esto es, a dar a conocer su misericordia, y a ofrecérsela a sus fieles, cuando empezaba a mostrarles la luz del Nuevo Testamento (en su templo). Porque el volver al amanecer designa que comenzaba el día de la nueva gracia.
 
Beda
Significaba que después que empezó a habitar en el templo por medio de la gracia (esto es, en la Iglesia), todas las gentes empezaron a creer en El. Por esto sigue: "Y vino a El todo el pueblo, y sentado les enseñaba".
 
Alcuino
El acto de estar sentado representa la humildad de la Encarnación. Y cuando el Señor estaba sentado, el pueblo venía a El, porque después que se hizo visible por la naturaleza humana que tomó, empezaron a oírle muchos y a creer en El, porque veían que se había aproximado a ellos por medio de la humanidad. Mientras que los pacíficos y sencillos admiraban las palabras del Salvador, los escribas y los fariseos le preguntaban, no para aprender, sino para estorbar a la verdad. Por esto sigue: "Y los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio, la pusieron en medio, y le dijeron: 'Maestro, esta mujer ha sido ahora sorprendida en adulterio'".
 
San Agustín, ut sup
Habían conocido que el Salvador era enormemente bondadoso, porque de El estaba escrito: "Pasa y reina por medio de la verdad, de la mansedumbre y de la justicia" ( Sal 44,5). Trajo por lo tanto la verdad como Doctor, la mansedumbre como Libertador y la justicia como Conocedor. Cuando hablaba, era conocida la verdad, como no se irritaba contra los enemigos, era alabada su mansedumbre. Por ello tentaron su justicia, poniendo a su vista un escándalo. Dijeron para sí: "si juzga que debe dejársela estar, no tiene justicia". La Ley no podía mandar lo que no era justo y por esto invocan la Ley, diciendo: "Moisés nos mandó en la Ley apedrear estas tales". Pero como no debía abandonar la mansedumbre, por medio de la que ya se había hecho amar de las gentes, habrá de decir, que debe dejársela estar. Por esto exigen su determinación, diciendo: "Tú, pues, ¿qué dices?". Se proponían con esto encontrar ocasión de poderlo acusar, haciéndole aparecer como infractor de la Ley. Por esto añade el Evangelista: "Y esto lo decían tentándole, para poderle acusar".
Pero el Señor obrará en justicia al contestar, y no abandonará su mansedumbre. Prosigue: "Mas Jesús, inclinado hacia abajo, escribía con el dedo en la tierra".
 
San Agustín, de cons. Evang. 4, 10
Para manifestar que aquéllos 1 únicamente debían escribirse en la tierra, y no en el cielo, donde había dicho que sus discípulos se alegrarán de haber sido inscritos. También puede decirse que, humillándose (como lo demostraba en la inclinación de su cabeza), hacía señales en la tierra; o que ya era tiempo de que su Ley se escribiese en la tierra y fructificase (y no en piedra estéril, como antes).
 
Alcuino
Por la tierra debe entenderse el corazón humano, que suele dar su fruto por medio de acciones buenas o malas. Con el dedo, que es flexible en sus articulaciones, se expresa la sutileza del discernimiento. Nos da a conocer en esto que cuando veamos una acción mala en nuestro prójimo, no debemos condenarla en seguida, sino que primeramente, volviendo al secreto de nuestro corazón, examinémosla con cuidado y solicitud.
 
Beda
Por lo que respecta a la historia, al escribir en tierra con el dedo sin duda quiso dar a entender que en otro tiempo había escrito su Ley en una piedra.
Prosigue: "Y como porfiasen en preguntarle, se enderezó".
 
San Agustín, in Joannem, tract. 33
No dijo no sea apedreada, para que no pareciese que hablaba contra la Ley. Tampoco dijo sea apedreada, porque había venido, no a perder lo que había encontrado, sino a buscar lo que se había perdido. ¿Pues qué responderá? "El que entre vosotros esté sin pecado, tire contra ella la piedra el primero". Esta es la voz de la justicia. Sea castigada la pecadora, pero no por los pecadores. Cúmplase la Ley, pero no por medio de los mismos que la quebrantan.
 
San Gregorio, Moralium 14, 15
El que no se juzga a sí mismo antes, desconoce lo recto al juzgar a otro, y si esto lo sabe únicamente de oídas no podrá juzgar rectamente los méritos ajenos, porque la conciencia de su inocencia propia no le suministra la regla del juicio.
San Agustín, ut sup
Y habiéndoles herido con los rayos de la justicia, ni se dignó de verlos caer, sino que separó de ellos su mirada. Por esto sigue: "E inclinándose de nuevo, continuaba escribiendo en la tierra".
 
Alcuino
Puede muy bien entenderse que el Señor hizo esto, como tenía costumbre, para que así como si El estuviera ocupado en otras cosas y mirando a otra parte, pudieran irse más cómodamente. En esto nos enseña, de un modo figurado, que antes de corregir la falta de un hermano, así como después de haberle corregido, examinemos con detenimiento si estamos exentos de aquella culpa que reprendimos, o de algunas otras culpas.
 
San Agustín, ut sup
Así pues, aquéllos, heridos por la voz de la justicia como por una flecha, y encontrándose culpables, uno tras otro se retiraron todos. Y esto es lo que dice en seguida: "Ellos, cuando esto oyeron, se salieron los unos en pos de los otros, y los ancianos primeros".
 
Glosa
Los que eran quizá más culpables o conocían mejor sus faltas.
 
San Agustín, ut sup
Unicamente quedaron dos, la miseria y la misericordia, pues sigue: "Y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en pie, en medio". Yo creo que aquella mujer se quedó aterrada, porque esperaba ser castigada por Aquél en quien no se podía encontrar culpa alguna. Mas Aquél que había rechazado a sus adversarios con la lengua de la justicia, levantando hacia ella sus ojos de mansedumbre, le preguntó: "Y enderezándose Jesús, le dijo: mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿ninguno te ha condenado?" Dijo ella: ninguno, Señor". Hemos oído antes la voz de la justicia; oigamos ahora la voz de la mansedumbre: "Y Jesús, ni yo tampoco te condenaré" 2. Esto dice aquél por quien, acaso, has temido ser condenada, por ser el único en quien no has encontrado culpa. ¿Qué es esto, Señor? ¿Fomentas los pecados? No, en verdad. Véase lo que sigue: "Vete, y no peques ya más". Luego el Señor condenó, pero el pecado, no al hombre. Porque si hubiese sido fomentador del pecado, hubiese dicho: "vete, y vive como quieras; está segura que yo te libraré; yo te libraré del castigo y del infierno, aun cuando peques mucho". Pero no dijo esto. Fíjense los que desean la mansedumbre en el Señor, y teman la fuerza de la verdad, porque el Señor es dulce y recto a la vez ( Sal 24,8).
 
Notas
1. Se refiere aquí a los nombres de los fariseos y maestros de la Ley que le habían planteado el caso de la mujer adúltera para ponerlo a prueba.
2. Se trata de la respuesta del Señor: "Ni yo tampoco te condenaré".
   
12
Y otra vez les habló el Señor diciendo: "Yo soy la luz del mundo: el que me sigue no anda en tinieblas, mas tendrá la lumbre de la vida". (v. 12)
 
Alcuino
Como había absuelto a aquella mujer de su culpa, para que no dudasen de si podría perdonar pecados quien aparecía como puro hombre, se dignó demostrar más claramente el poder de su divinidad. Por esto dice: "Y otra vez les habló Jesús diciendo: "Yo soy la luz del mundo".
 
Beda
En lo que debe observarse que no dice yo soy la luz de los ángeles, o del cielo, sino la luz del mundo, esto es, de los hombres, que habitan en las tinieblas, según dicen aquellas palabras: "Para alumbrar a aquellos que están sentados en la sombra y en las tinieblas de la muerte" ( Lc 1,79).
 
Crisóstomo, in Ioannem, hom.51
De otro modo, como le atribuían por patria a Galilea, y dudaban si sería alguno de los profetas (o que sería un profeta cualquiera), quiso demostrar que no era un profeta, sino el dominador de todo el universo. Por esto dice: "Y otra vez les habló Jesús diciendo: "Yo soy la luz del mundo", no sólo de Galilea, ni de Palestina, ni de Judea.
 
San Agustín, in Joannem, tract. 34
Los maniqueos creyeron que ese sol visible a los ojos de la carne era Nuestro Señor Jesucristo, pero la Iglesia católica desaprueba tal error, porque no es el Señor un sol creado, sino quien creó al sol. Todas las cosas fueron creadas por El, y para nosotros se hizo esa Luz que estando debajo del sol produjo el sol. Pero está encubierta con la nube de la carne, no para que se oscurezca, sino para mitigar sus rayos. Hablando a través de la nube de la carne, la luz que no puede faltar, la luz de la sabiduría, dice a los hombres: "Yo soy la luz del mundo" ( Jn 1,3).
 
Teofilacto
Pueden aducirse en contra de Nestorio estas palabras; porque no dijo que en mí está la luz del mundo, sino que yo soy la luz del mundo, porque el que parecía sólo hombre era el Hijo de Dios y la luz del mundo. Por tanto el Hijo de Dios no habitaba (como afirma Nestorio con mucha palabrería) en un simple hombre 1.
 
San Agustín, ut sup
Y hace que separes tus miradas de la carne, y te lleva a la visión del espíritu cuando añade: "El que me sigue, no anda en tinieblas, mas tendrá la lumbre de la vida". No cree suficiente el decir, "Tendrá la luz", sino que añade "de la vida". Estas palabras del Señor están conformes con las del salmo: "Con tu luz veremos la luz, porque en ti se encuentra la fuente de la vida" ( Sal 35,10). En los usos de la vida corporal una cosa es la luz y otra la fuente; la boca busca la fuente, los ojos la luz. Pero en cuanto a Dios lo mismo es la luz que la fuente. El mismo que te alumbra para que veas, es el que mana para que bebas. Las promesas que hace las expresa con un futuro, mas fijó el tiempo presente para lo que debemos hacer. Dice: "El que me sigue, tendrá". Ahora sigue por la fe; después poseerá en la realidad. Sigamos al sol visible, y entonces le seguiremos hacia el Occidente, que es hacia donde camina; y porque si no, él te abandonará aunque tú no quieras dejarle. El Señor está todo en todas partes; si no te separas de El, El nunca se ocultará para ti. Deben temerse las tinieblas de las costumbres, no de los ojos. Y si de los ojos, no de los exteriores, sino de los interiores, por los que no se distingue lo blanco de lo negro, sino lo justo de lo injusto.
 
Crisóstomo, ut supra
En sentido espiritual, dijo: "No anda en tinieblas", esto es, no permanece en el error. Por eso alaba a Nicodemo y a los sirvientes y les enseña a vencer los engaños (o a prevenir los fraudes) que hay en el error, pero que no eclipsarán a la luz.
 
Notas
1. "La herejía nestoriana veía en Cristo una persona humana junto a la persona divina del Hijo de Dios. Frente a ella S. Cirilo de Alejandría y el tercer Concilio Ecuménico reunido en Efeso, en el año 431, confesaron que 'el Verbo, al unirse en su persona a una carne animada por un alma racional, se hizo hombre'. La humanidad de Cristo no tiene más sujeto que la persona divina del Hijo de Dios que la ha asumido y hecho suya desde su concepción. Por eso el Concilio de Efeso proclamó en el año 431 que María llegó a ser con toda verdad Madre de Dios mediante la concepción humana del Hijo de Dios en su seno: 'Madre de Dios, no porque el Verbo de Dios haya tomado de ella su naturaleza divina, sino porque es de ella, de quien tiene el cuerpo sagrado dotado de un alma racional, unido a la persona del Verbo, de quien se dice que el Verbo nació según la carne'." ( Catecismo de la Iglesia Católica, 466).
   
13-18
Y los fariseos le dijeron: "Tú das testimonio de ti mismo: tu testimonio no es verdadero". Jesús les respondió, y dijo: "Aunque yo de mí mismo doy testimonio, verdadero es mi testimonio; porque sé de dónde vine y a dónde voy; mas vosotros no sabéis de dónde vengo, ni a dónde voy. Vosotros juzgáis según la carne: mas yo no juzgo a ninguno; y si juzgo yo, mi juicio es verdadero, porque no soy solo: mas yo y el Padre que me envió. Y en vuestra Ley está escrito, que el testimonio de dos hombres es verdadero: yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y testimonio da de mí el Padre que me envió". (vv. 13-18)
 
Crisóstomo, In Ioannem,hom. 51
Como el Señor había dicho: "Yo soy la luz del mundo, y el que me sigue no anda en tinieblas", los judíos quisieron contradecir esto. Por ello sigue: "Y los fariseos le dijeron: "tú das testimonio de ti mismo", etc.
 
Alcuino
Hablaron como si sólo fuese el Señor quien diese testimonio, cuando consta que mandó antes de tomar carne muchos testigos, que predijeron todos sus misterios.
 
Crisóstomo, ut sup
Pero el Señor destruyó cuanto ellos habían dicho. Por esto sigue: "Jesús les respondió y dijo: aunque yo de mí mismo doy testimonio, verdadero es mi testimonio". Esto lo dijo para deshacer aquella idea que tenían, creyendo que era un mero hombre, y dice a continuación la causa: "Porque sé de dónde vine y a dónde voy", esto es, soy de Dios, soy Dios e Hijo de Dios. No dijo esto terminantemente porque siempre mezcla lo humilde con lo grande. El mismo Dios es el mejor testigo de sí mismo y el más digno de fe.
 
San Agustín, in Joannem, tract. 35
Verdadero es el testimonio de la luz, ya se manifieste a sí misma, ya dé a conocer los objetos. El profeta dijo verdad; pero ¿de dónde la tomó si no la hubiese bebido en la fuente de la verdad? Luego, idóneo es Jesús cuando da testimonio de sí mismo. Y diciendo: "Porque sé de dónde vine y a dónde voy", da a entender que se refería al Padre. El Hijo daba gloria al Padre, por quien había sido enviado. ¿Cuánto, pues, debe glorificar el hombre a Aquél por quien ha sido creado? Mas cuando vino no se separó del cielo, ni cuando volvió a él nos ha abandonado. ¿Qué os admiráis? Es Dios, no puede hacer lo que El ese sol que nos alumbra, porque cuando va al Occidente abandona el Oriente. Pero así como el sol ilumina del mismo modo el rostro del que ve como el del ciego, aunque con su luz ve uno y no el otro, así la sabiduría de Dios (el Verbo de Dios) en todas partes está presente (aun entre los infieles). Pero éstos no la ven, porque no tienen ojos en su alma. Mas para distinguir el Señor a sus fieles de sus enemigos los judíos (como queriendo separar la luz de las tinieblas), añadió: "Pero vosotros no sabéis de dónde vengo ni adónde voy". Estos judíos veían al hombre, pero no veían a Dios. Por esto el Señor añadió: "Vosotros juzgáis según la carne", a saber, cuando decís: "Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es verdadero".
 
Teofilacto
Como si dijese: "Vosotros, como veis mi carne, creéis que soy sólo carne y no Dios, pero juzgáis con las falacias de la carne".
 
San Agustín, in Joannem, tract. 36
Como no conocéis a Dios y veis al hombre, de aquí que yo os parezca soberbio, porque doy testimonio de mí mismo, pues todo hombre aparece soberbio y arrogante cuando pretende dar testimonio laudable de sí mismo. Porque los hombres somos débiles y podemos mentir y decir verdad; pero la luz no puede mentir.
 
Crisóstomo, ut sup
Así como cuando se vive según la carne se vive mal, así, cuando se juzga según la carne se juzga injustamente. Y como hubieran podido decir: "Si juzgamos injustamente, ¿por qué no nos convences de ello? ¿por qué no condenas?", añadió: "Mas yo no juzgo a nadie".
 
San Agustín, ut sup
Esto puede entenderse de dos maneras. Dice: "Yo no juzgo a nadie", de la misma manera como dice en otro lugar: "Yo no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo" ( Jn 3,17); no lo decía negando que habría de juzgar, sino dilatándolo. Y, como había dicho: "Vosotros juzgáis según la carne", y añadió: "Yo no juzgo a nadie"; para que entiendas que Jesucristo no juzga según la carne, como El fue juzgado por los hombres; mas para que se sepa que Jesucristo es juez, añade: "Y si yo juzgo, mi juicio es verdadero".
 
Crisóstomo, ut sup
Como diciendo: "por esto he dicho no juzgo, como no pretendiendo juzgar, porque si juzgase, os condenaría con justicia; pero ahora no es tiempo de juzgar". Pero da idea del juicio futuro, cuando añade: "Porque yo no soy solo; mas yo y el Padre que me envió", manifestando que no los condenará El solo, sino también el Padre. Esto lo dijo respondiendo a sus sospechas, porque no creían que el Hijo era digno de fe si el Padre no daba testimonio de ello.
 
San Agustín, ut sup
Mas si el Padre está contigo, ¿cómo te ha enviado? Señor, entonces tu misión es tu Encarnación. Aquí estaba Jesucristo según la carne, pero no se había separado del Padre, porque el Padre y el Hijo se encontraban en todas partes. Avergüénzate, sabeliano 1; porque no dijo yo soy el Padre y yo mismo soy a la vez el Hijo, sino "No soy solo", porque está conmigo el Padre. Distingue, por lo tanto, las personas; distingue la inteligencia; conoce que el Padre es el Padre y el Hijo es el Hijo; pero no digas que el Padre es mayor y el Hijo es menor. Son una sola esencia, una sola coeternidad, una igualdad perfecta. Luego es verdadero mi juicio, dijo, porque soy Hijo de Dios. Y para que se comprenda que el Padre está conmigo, no soy Hijo de tal naturaleza que haya de dejar al Padre; he tomado la forma de siervo, pero no he perdido la de Dios. Había hablado del juicio; ahora va a tratar del testimonio. Por esto sigue: "Y en vuestra Ley está escrito", etc.
 
San Agustín, contra Faustum, 16, 13
¿Pretenden, acaso, los maniqueos fundar sus calumnias en que Jesús no dijo: "en la Ley de Dios", sino: "está escrito en vuestra Ley"? Ante lo cual, ¿quién no conoce el espíritu de las Sagradas Escrituras 2? Dijo, pues, "en vuestra Ley", esto es "en la que os ha sido dada". Del mismo modo como el Apóstol decía: "mi Evangelio", el que asegura haber recibido, no de los hombres, sino por la revelación de Jesucristo.
 
San Agustín, in Joannem, tract. 36
Enciérrase una importante cuestión, que aparece velada de gran misterio, en las palabras del Señor, cuando dijo: "En la boca de dos o tres testigos se encuentra toda palabra de verdad" ( Dt 17,6), porque puede suceder que mientan dos. La casta Susana estuvo en peligro por dos testigos falsos; todo el pueblo mintió contra Jesucristo; ¿cómo puede entenderse que en la boca de dos o tres testigos se encuentra toda palabra de verdad, sino diciendo, que de este modo se da a conocer la Santísima Trinidad por medio del misterio, porque en Ella se encuentra la constante estabilidad de la verdad? Por tanto dirá: "aceptad nuestro raciocinio, para que no experimentéis el castigo". Dejo para después el juicio, pero no el testimonio; por esto sigue: "Yo soy el que doy testimonio de mí mismo", etc.
 
Beda
En muchas ocasiones el Padre da testimonio de su Hijo, como cuando dice: "Yo te he engendrado hoy" ( Sal 2,7), "Este es mi Hijo muy amado" ( Mt 3,17).
 
Crisóstomo, ut sup
Si se toma simplemente lo que se lleva dicho, resulta una cuestión: que se ha ordenado entre los hombres que haya verdad en la boca de dos o tres testigos, porque uno solo no es digno de fe. ¿Pero cómo vamos a hacer extensiva a Dios esta razón? De otro modo no podría ser verdad lo que se dice: que entre los hombres, cuando dos dan testimonio de algo ajeno, su testimonio es verdadero (esto es, al atestiguar dos); pero si uno de ellos da testimonio de sí mismo, no puede decirse que hay dos testigos. No dijo esto con otro fin que con el de manifestar que El no era menor que el Padre; de otro modo no hubiera dicho: "Yo, y el Padre que me envió". Véase también que su poder en nada ha sido disminuido por el Padre. El hombre, cuando es digno de fe por sí mismo, no necesita de testimonio, pero esto es cuando se trata de cosas ajenas; respecto de lo que a El le toca, al necesitar de testimonio ajeno no se consideraría como digno de fe. Pero aquí sucede todo lo contrario, porque atestiguando de cosa propia y teniendo el testimonio de otro, dijo que El era digno de fe.
 
Alcuino
También puede entenderse lo que dijo en este sentido: si vuestra Ley aprueba el testimonio de dos hombres, que pueden ser engañados y mentir, o atestiguar muchas cosas falsas e inciertas, ¿por qué razón no creéis que es verdadero mi testimonio y el de mi Padre, que es firme con estabilidad suprema?
 
Notas
1. Sostenían que el Padre y el Hijo no eran sino diferentes aspectos o condiciones de un solo y mismo ser. En sus inicios fueron también llamados "patripasianos" por sostener que era el Padre el que padeció en la cruz. Luego afirmaron que Dios era una sola persona que en su tarea como creador toma el nombre de Verbo; el Verbo es Dios que se manifiesta a sí mismo en la creación. La fe de la Iglesia enseña que: "Las personas divinas son realmente distintas entre sí. 'Dios es único pero no solitario'. 'Padre', 'Hijo', 'Espíritu Santo' no son simplemente nombres que designan modalidades del ser divino, pues son realmente distintos entre sí". ( Catecismo de la Iglesia Católica, 254). "Creemos firmemente y afirmamos sin ambages que hay un solo verdadero Dios, inmenso e inmutable, incomprensible, todopoderoso e inefable, Padre, Hijo y Espíritu Santo: Tres Personas, pero una Esencia, una Substancia o Naturaleza absolutamente simple". (Concilio de Letrán IV, Catecismo de la Iglesia Católica, 202)
2. Los maniqueos afirmaban la coexistencia de dos principios, uno para el bien y otro para el mal, actuantes en el universo, oponiéndose entre sí hasta una resolución que es la vuelta al estado primero de todo.
   
19-20
Y le decían: "¿En dónde está tu Padre?" Respondió Jesús: "Ni me conocéis a mí ni a mi Padre. Si me conocierais a mí, en verdad os digo que conoceríais también a mi Padre". Estas palabras dijo Jesús en el gazofilacio, enseñando en el templo: y ninguno le echó mano, porque aun no había venido su hora. (vv. 19-20)
 
San Agustín, in Joannem, tract. 37
Aquéllos que habían oído decir al Señor: "Vosotros juzgáis según la carne", demostraron que habían escuchado porque creyeron que el Padre de Jesús era de carne. Por esto sigue: "Y le decían, ¿dónde está tu Padre?", etc. Como diciendo: "Te hemos oído decir: "Yo no soy sólo, sino que somos yo y el Padre que me ha enviado"; pero nosotros te vemos solo: manifiéstanos que tu Padre está contigo".
 
Teofilacto
Algunos indican que los judíos dijeron esto en tono de injuria o de desprecio; le vituperan como si fuera hijo de fornicación, y de padre desconocido, o como aludiendo a la humilde condición del que se creía su padre, esto es, de José. Como diciéndole: "tu padre es vil y desconocido, ¿por qué nos lo citas con tanta frecuencia?" Como no le preguntaban deseando aprender, sino tentándole, no respondió a la pregunta anterior. Por esto sigue: "Respondió Jesús; ni me conocéis a mí, ni a mi Padre".
 
San Agustín, ut sup
Como si dijera: "Preguntáis ¿en dónde está tu Padre? como si ya me conocierais a mí; como si yo fuera sólo lo que veis. Pues porque no me conocéis, yo no os manifiesto a mi Padre. Y así como a mí me creéis hombre, creéis que mi Padre es también hombre. Sabed que según lo que vosotros veis soy una cosa, y según lo que no veis, otra. Yo hablo de mi Padre oculto, estando yo también oculto; primero debéis conocerme, y después conoceréis a mi Padre". Y esto es lo que añade: "Si me conocieseis a mí, en verdad que conoceríais a mi Padre.
 
Crisóstomo, in Ioannem, hom.51
Y dice esto para manifestar que de nada les aprovecha decir que conocen al Padre si no conocen al Hijo.
 
Orígenes, in Ioannem, tom. 18
Parece que está en contradicción lo que ahora dice Jesús: "Ni me conocéis a mi ni a mi Padre" con lo que en otra ocasión había dicho: "Me conocéis, y sabéis de dónde vengo" ( Jn 7,28). Pero cuando dice "me conocéis" lo dice a ciertos jerosolimitanos que decían: "¿Por ventura han creído verdaderamente nuestros príncipes que éste es el Cristo?"; mas cuando dijo: "No me conocéis", lo dijo a los fariseos. A los jerosolimitanos había dicho: "Es veraz el que me ha enviado, a quien vosotros no conocéis" ( Jn 7,28). Mas alguno preguntará, ¿cómo es verdad lo que dice: "Si me conocieseis, también conoceríais a mi Padre", siendo así que los jerosolimitanos a quienes dijo "me conocéis" ( Jn 7,28) no conocían al Padre? A esto debe contestarse, que el Salvador hablaba de sí unas veces refiriéndose a la naturaleza humana, y otras a la divina. Por ello, cuando dice: "Me conocéis" habla de sí como hombre; y cuando dice: "No me conocéis", habla de sí como Dios.
 
San Agustín, in Joannem, tract. 37
¿Qué quiere decir: "Si me conocieseis, también conoceríais en verdad a mi Padre", sino que "yo y el Padre somos una misma cosa" ( Jn 10,30)? Cuando vemos a uno que se parece a otro generalmente decimos: "si has visto a uno ya has visto al otro". Y se dice así, por la semejanza que hay entre ellos. Pues lo mismo da a entender el Señor cuando dice: "Si me conociereis, en verdad que también conoceríais a mi Padre"; no porque el Padre es el Hijo, sino porque el Hijo es semejante al Padre.
 
Teofilacto
Avergüéncese Arrio, porque si, según él, el Hijo es criatura, ¿cómo el que conoce a la criatura conoce a Dios? 1 Ni aun el que conoce la naturaleza del ángel conoce la naturaleza divina, pero si el que conoce al Hijo también conoce al Padre, es porque el Hijo es consustancial con el Padre.
 
San Agustín, ut sup
Aquí la palabra "acaso" implica una especie de increpación, aunque parece palabra dubitativa. Muchas veces sucede entre los hombres que hablan con duda de lo que conocen con certeza, empleando palabras que la indican, como cuando uno se disgusta con un criado, y le dice: "Me despreciais; reflexiona: quizá soy tu amo". Así hace también el Señor cuando reprende a los infieles y dice: "Acaso conoceríais también a mi Padre".
 
Orígenes, ut sup
Conviene saber aquí que los herejes opinan que con esto se prueba claramente que no es Padre de Jesucristo el Dios a quien los judíos adoraban, porque dicen: "si el Salvador hablaba a los fariseos que adoraban a Dios como autor del Universo, es evidente que el Padre de Jesús es otro distinto del autor del Universo, a quien los fariseos no habían conocido". Pero dicen esto, sin atender al modo de expresarse de las Sagradas Escrituras. Y así, si alguno no obra según el conocimiento que de Dios le dieron sus padres, y no vive bien, decimos de éste que no tiene conocimiento de Dios. Del mismo modo como se dice de los hijos de Heli, que no conocían a Dios por su mucha malicia, se dice también que los fariseos no conocían al Padre, porque no vivían conforme a lo ordenado por el Creador. Tiene otro significado esto de conocer a Dios, porque una cosa es conocer a Dios y otra creer en El sencillamente. Dice en el Salmo: "Reposad, y ved que yo soy el Dios" ( Sal 45,11). ¿Quién no entiende que esto se dice para un pueblo que cree en su Creador? Hay, pues, mucha diferencia entre creer conociendo, y solamente creer. Pero cuando dice el Salvador a los fariseos: "Ni me conocéis ni a mi Padre", pudo decirles con mucha razón: "no creéis siquiera en mi Padre, porque quien niega al Hijo no tiene conocimiento del Padre; esto es: ni por la fe ni por la razón". Además, dice la Escritura en otro lugar que aquéllos que viven junto a otro, le conocen. Adán conoció a Eva cuando estuvo junto a ella. Y si conoce a su mujer el que vive junto a ella, el que está cerca de Dios participa de su mismo espíritu, y conoce a Dios. Y si esto es así, los fariseos no conocían ni al Padre ni al Hijo ( 1Sam 2). A pesar de esto, puede suceder que alguno conozca a Dios y no conozca al Padre (esto es, que alguno tenga en realidad noticias de Dios y no del Padre), porque en las muchas oraciones que vemos en la Ley antigua, no encontramos que ninguno diga al orar: "Dios Padre", y sin embargo le rogaban como a Dios y Señor, sin anticipar la gracia que se había de dispensar a todo el mundo, por medio de Jesucristo, que había de juntarlos a todos en esta filiación, al tenor del salmo ( Sal 21,23): "Anunciaré tu nombre a mis hermanos".
Prosigue: "Estas palabras dijo Jesús en el gazofilacio, enseñando en el templo".
 
Alcuino
Gaza, en el idioma persa, quiere decir riquezas y filattein ( fullatein ), guardar, porque era un lugar del templo en donde se guardaban los tesoros 2.
 
Crisóstomo
Hablaban en el templo por orden los maestros, y allí hablaba Jesús; sobre esto murmuraban y le acusaban, porque se hacía igual al Padre.
 
San Agustín, ut sup
Gran confianza tenía, y no mostraba temor, porque en realidad no había de padecer hasta que El quisiera. Por esto sigue: "Y ninguno le echó mano, porque aun no había venido su hora", etc. Cuando algunos oyen esto creen que Jesús vivió bajo la presión del hado. Mas si hado, tal como algunos lo entendieron, viene de fado (que equivale a hablar) 3, ¿cómo el Verbo de Dios podía estar sujeto al hado? ¿Dónde están los hados? Dirás que en el cielo, en el orden y giro de los astros. ¿Y cómo puede estar sujeto al hado Aquél por quien han sido hechos el cielo y los astros, siendo así que tu voluntad (si te conduces rectamente) puede ir más allá de los astros? ¿Acaso porque sabes que la humanidad de Jesucristo estuvo debajo del cielo, crees que el poder de Jesucristo estuvo subordinado al cielo? Mas no había venido aún su hora. No la hora en la que se viera obligado a morir, sino en la que se dignase dejarse matar.
 
Orígenes, ut sup
En casi todos los lugares se ve la siguiente adición: "Estas palabras dijo Jesús en tal sitio". Si reflexionas un poco, encontrarás la oportunidad de la adición. Es, pues, el gazofilacio un lugar donde se guarda el dinero ofrecido para gloria de Dios y socorro de los pobres. Las monedas tienen palabras diversas y llevan impresa la imagen de algún rey grande. Contribuya, pues, cada cual a la edificación del templo, llevando al gazofilacio espiritual todo lo que pueda, para la gloria de Dios y el bien general. Eran de mucha más utilidad las ofrendas que Jesús llevó al gazofilacio del templo que todas las que habían ofrecido los demás, porque ofrecía palabras de vida eterna. Cuando Jesús habló en el gazofilacio nadie le detuvo, porque sus palabras eran más fuertes que aquéllos que le querían prender, no habiendo debilidad alguna en las palabras que habló el Verbo de Dios.
 
Beda
Habló el Señor en el gazofilacio, porque se dirigía a los judíos por medio de parábolas. Y empezó como a abrir el gazofilacio cuando manifestó a sus discípulos las cosas del cielo. Por esto el gazofilacio estaba en el templo, porque lo que la Ley y los profetas habían dicho, por medio de figuras, se refería a Dios.
 
Notas
1. Los arrianos sostenían que el Hijo es la primera y suprema criatura de Dios, creado directamente por el Padre para crear a través de El todo el universo. El Padre le participa sus prerrogativas divinas como don por su fidelidad. "El primer Concilio Ecuménico de Nicea, en el año 325, confesó en su Credo que el Hijo de Dios es 'engendrado, no creado, de la misma substancia [ homousios ] que el Padre' y condenó a Arrio que afirmaba que 'el Hijo de Dios salió de la nada' (80) y que sería 'de una substancia distinta de la del Padre'." ( Catecismo de la Iglesia Católica, 465)
2. El gazofilacio era el lugar donde se recogían las limosnas, rentas y riquezas, en el templo de Jerusalén.
3. El "hado" es una divinidad o fuerza desconocida que, según algunos paganos, obraba irresistiblemente sobre las demás divinidades, y sobre los seres humanos y los sucesos. Para algunos filósofos eran una serie y orden de causas íntimamente ligadas entre sí que necesariamente producen su efecto.
   
21-24
Y en otra ocasión les dijo Jesús: "Yo me voy y me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado. A donde voy yo, vosotros no podéis venir". Y decían los judíos: "¿Por ventura, se matará a sí mismo, pues ha dicho a donde yo voy vosotros no podéis venir?" Y les decía: "Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Por eso os dije que moriríais en vuestros pecados: porque si no creyereis que yo soy, moriréis en vuestro pecado". (vv. 21-24)
 
San Agustín, in Joannem, tract. 38
Como ya se ha dicho, ninguno le echó mano, porque aún no había llegado su hora. Habla en seguida a los judíos de su pasión, que no estaba sujeta a la necesidad, sino a su voluntad. Por esto sigue el evangelista: "Y en otra ocasión les dijo Jesús yo me voy", porque la muerte del Salvador no fue otra cosa que el regreso al cielo, de donde había venido y de donde había salido.
 
Beda
Esta encadenación de palabras es de tal naturaleza, que parece se pronunciaron en un mismo tiempo y en un mismo lugar (y también en distintos tiempos y lugares), porque tanto puede entenderse que en el intervalo nada medió, como que pudieron mediar muchas cosas.
 
Orígenes, in Ioannem, tom. 19
Pero alguien podrá objetar: Si decía esto a los que permanecían en la incredulidad, ¿cómo les dice: "y me buscaréis"? Porque buscar a Jesucristo es buscar la verdad y la sabiduría. Pero se dirá que también algunas veces, refiriéndose a sus perseguidores, se decía que buscaban el modo de prenderlo. Efectivamente, hay mucha diferencia entre los que buscan a Jesús; no todos le buscan para su propia salvación ni por su propia utilidad. Por esto sólo encuentran la paz aquéllos que le buscan con buen fin, y se dice que le buscan con buen fin aquellos que buscan al Verbo como era en el principio cuando estaba con Dios, y para que los lleve al Padre.
 
San Agustín, ut sup
"Me buscaréis, dice el Señor, pero no con piadoso afecto, sino por odio". Y en verdad que le buscaron cuando desapareció de la vista de los hombres, tanto los que le aborrecían cuanto los que le amaban; los primeros, persiguiéndole; los segundos, deseando tenerle consigo. "Y no creáis que me buscaréis con buen fin, por esto moriréis en vuestro pecado". Esto quiere decir buscar mal a Jesucristo, morir en pecado; esto quiere decir aborrecerle, porque de El solo puede venirnos la salvación. Pronunció su sentencia de antemano, diciendo que morirían en su pecado.
 
Beda
Adviértase que pone pecado en singular, y vuestro en plural, para manifestar que el pecado de todos era uno mismo.
 
Orígenes, ut sup
Pregunto yo ahora: "¿por qué dice el Evangelista más adelante que, diciendo estas cosas el Señor "creyeron muchos en El"? ¿Pues no dijo a todos los que tenía presentes: "moriréis en vuestro pecado"?" Decía esto a aquéllos que sabía no habían de creer en El, y que por esto morirían en su pecado, y no podrían seguirle. Por esta razón continúa: "A donde yo voy vosotros no podéis venir". Esto es: a donde se encuentra la verdad y la sabiduría o, lo que es lo mismo, donde se encuentra Jesús. Dice que no pueden, porque no quieren, porque si hubiesen querido y no hubiesen podido, sin razón les hubiera dicho: "moriréis en vuestro pecado".
 
San Agustín, in Joannem, tract. 38
Dijo el Señor esto mismo a los apóstoles en otro sitio, pero no les dijo moriréis en vuestro pecado, sino "a donde yo voy no podéis vosotros venir ahora". No les quitó la esperanza, sino que les predijo la dilación.
 
Orígenes, in Ioannem, tom. 18
Estas palabras expresan la insoslayable retirada de Jesucristo. Pero mientras tanto guardemos en nuestras almas las semillas de verdad que allí sembró. No se separa de nosotros el Verbo de Dios. Mas si por malicia nuestra caemos en la culpa, entonces se nos dice: "Yo me voy", y cuando queramos buscarle no le hallaremos, sino que moriremos en nuestro pecado sorprendidos por la misma muerte. No conviene escuchar con negligencia lo que dice: "Moriréis en vuestros pecados". Si esto se toma en general, se verá claramente que los pecadores mueren en sus propios pecados, y los justos en la gracia. Y si se dice: "moriréis", en el sentido que muere el que peca mortalmente, es cosa clara que aquéllos a quienes esto se decía no estaban muertos, pero vivían con la enfermedad del alma, y esta enfermedad les conducía a la muerte. Y como el médico veía que estaban gravemente enfermos, decía: "moriréis en vuestro pecado". Y así es también evidente esto otro: "A donde yo voy vosotros no podéis venir", porque cuando alguno muere en su pecado, no puede ir a donde va Jesús. Ninguno que esté muerto puede seguir a Jesús, como dice en el Salmo: "Señor, los muertos no te alabarán" ( Sal 113,17).
 
San Agustín, ut sup
Oídas estas palabras, preguntaron, como suelen preguntar los hombres carnales. Prosigue: "Y decían los judíos: ¿Por ventura, se matará a sí mismo? Porque ha dicho: A donde yo voy, vosotros no podéis venir". Palabras necias. Pues qué, ¿no podían ellos ir a donde el Señor iría si se matase? Pues ellos ¿no habían de morir también? Dijo "a donde yo voy", y no adonde se va por medio de la muerte, sino adonde iría el Señor después de su muerte.
 
Teofilacto
Por estas palabras dio a entender que resucitaría revestido de gloria, y se sentaría a la derecha de Dios.
 
Orígenes, ut sup
Examinemos si los judíos decían esto del Salvador con alguna mira elevada. Porque ellos solían explicarse muchas cosas, ya por la tradición, ya por medio de escritos apócrifos. Pero, en realidad, lo que sabían acerca del Cristo, lo sabían por las más sanas tradiciones, como eran los escritos de los profetas, en los que leían que Jesús nacería en Belén. También sabían, acerca de su muerte, que debía pasar de esta vida en la forma que el Señor dice: "Ninguno me quita el alma, mas yo la pongo por mí mismo" ( Jn 10,18). Mas como aquí dicen acaso se matará, no lo dicen en vano los judíos, sino según alguna tradición que tendrían acerca del Cristo. Y aparece el poder del Salvador, cuando dice: "yo me voy", porque en ello se ostenta el poder que tenía de morir voluntariamente, dejando el cuerpo cuando quisiese. Mas yo creo que lo dijeron por burla, en virtud de lo que sabían por algunas tradiciones que hasta ellos habían llegado acerca de la muerte de Jesús. Y no dijeron por darle honra: "¿por ventura, se matará a sí mismo?". Si lo hubieran dicho con ánimo de darle gloria, se hubiesen expresado así: ¿Acaso el alma de Este abandonará su cuerpo cuando a El le plazca?
Mas el Señor habla a los apegados a la tierra, como a hombres terrenos. Por esto sigue el Evangelista: "Y les decía: vosotros sois de abajo", esto es, sabéis a tierra, y no tenéis el corazón elevado hacia lo alto.
 
Crisóstomo, in Ioannem, hom.52
Como diciendo: "No me llama la atención que penséis de este modo, porque sois carnales, y nada entendéis en el orden espiritual, pero yo soy de arriba".
 
San Agustín, ut sup
¿Qué quiere decir de arriba? Del mismo Padre, sobre el cual nada hay. Pero vosotros sois de este mundo, y yo no, ¿cómo había de ser del mundo el mismo que lo había creado?
 
Beda
Ni el que existía antes que el mundo. Mas los judíos eran del mundo, porque fueron creados después que el mundo ya existía.
 
Crisóstomo, ut sup
También pudo decir el Señor que no era de este mundo, en atención a las vanidades y deseos de los mundanos.
 
Teofilacto
Y como no aparentaba cosa alguna que pareciese mundana, no podía decirse que llegaría a tal demencia que pensara en matarse. Mas Apolinar, interpretando mal este relato, dice que el cuerpo de Jesús no era de este mundo, sino que lo trajo de lo alto, del cielo 1. ¿Acaso también los apóstoles, a quienes dijo el Señor: "Vosotros no sois de este mundo" ( Jn 15,19), obtuvieron el cuerpo del cielo? Así pues, debe entenderse este concepto en el sentido de que cuando dice el Señor, "yo no soy de este mundo", quiere decir no soy del número de los vuestros, que tanto os cuidáis de las cosas de este mundo.
 
Orígenes, ut sup
No son equivalentes las frases de abajo y de este mundo. Cuando se dice "de abajo", se entiende que se habla de un lugar determinado. Pero el mundo material puede decirse que se entiende en diversos lugares, todos los cuales respecto de lo inmaterial e invisible, están abajo. Mas si comparamos los diversos sitios que en el mundo se encuentran, podemos decir que unos están más elevados y otros más bajos. Donde está el tesoro de cada cual, allí está su corazón ( Mt 6), de modo que si alguno atesora en la tierra, puede decirse que es de abajo, mas si atesora para el cielo, pertenece a arriba, y si se eleva sobre todo lo creado, se le encontrará en lo último, entre los bienaventurados. Además, el que ama las cosas del mundo procura complacer al mundo, pero el que no ama al mundo ni las cosas del mundo, no pertenece a él. Hay otro mundo fuera de este visible, en donde se encuentra todo lo invisible, de cuyo aspecto y hermosura disfrutarán los que sean limpios de corazón. También puede llamarse mundo Aquél mismo que existía ya antes que ninguna criatura, en cuanto es la suprema sabiduría, por quien han sido hechas todas las cosas. En El estaba todo el mundo, pero un mundo que se diferenciaba de éste material en tanto cuanto difiere la razón prototipo purificada de toda materia del mundo material. Por consiguiente, el alma de Jesucristo dice "yo no soy de este mundo", porque en realidad no vive en él.
 
San Agustín, in Joannem, tract. 38
Nuestro Señor explicó el sentido en que dijo: "Vosotros sois de este mundo". Eran pecadores, puesto que todos nacemos en pecado, y cuando vivimos añadimos nuevos pecados a aquél con el que hemos nacido. Toda la infidelidad de los judíos consistía no en tener pecado, sino en morir en sus pecados. Por esto añade el Salvador: "Por eso os dije, que moriréis en vuestros pecados". Creo que habría muchos de los que oían al Salvador que creerían en El, y que no diría para todos aquella sentencia terrible: "moriréis en vuestro pecado". Si fuera así, quitaría también la esperanza a aquéllos que creerían en El. Pero les dio esperanza añadiendo: "Porque si no creyereis que yo soy, moriréis en vuestro pecado"; luego, si creéis que yo soy, no moriréis en vuestro pecado.
 
Crisóstomo, ut sup
Y si había venido a destruir el pecado y no podía conseguirlo por medio de la purificación, no podría suceder que el que no cree pueda salir de esta vida teniendo el hombre viejo, o sea el pecado, no sólo por no haber creído, sino porque conservando sus anteriores pecados volvió hacia atrás.
 
San Agustín, ut sup
Y cuando dice "si no creyereis que yo soy", aunque nada añadió, dio a entender mucho; porque también Dios dijo a Moisés: "yo soy el que soy" ( Ex 3,14). ¿Y cómo oigo, "yo soy el que soy", y "si no creyereis que yo soy", como si no existieran otros seres? Considerando que cualquier otro ser, por grande que sea su mérito, si es mudable, en realidad no es. Examinemos el cambio de las cosas, y veremos que ellas fueron, y que serán. Pero fíjate en Dios y encontrarás que es, y en El no cabe tiempo pasado. Mas para que tú existas has de traspasar el tiempo. Y eso que añadió: para que no muramos en nuestros pecados, no parece que quiere decir otra cosa que: "si no creyereis que yo soy", esto es, si no creéis que yo soy Dios. Demos gracias a Dios, que dijo si no creyereis, y no dijo si no comprendiereis. ¿Quién comprendería esto?
 
Orígenes, in Ioannem, tom. 18
Es bien sabido que el que muere en sus pecados, aunque diga que cree en Jesucristo, no cree en realidad, porque quien cree en su justicia, no comete ninguna injusticia. El que cree en su sabiduría, no hace ni dice cosa inconveniente. Y así, si se examinan los demás atributos de Jesucristo, te convencerás de que el que no cree en Jesucristo, muere en sus pecados, porque inclinándose a lo contrario de lo que admitimos en Cristo, muere en sus pecados.
 
Notas
1. "Apolinar de Laodicea afirmaba que en Cristo el Verbo había sustituido al alma o al espíritu. Contra este error la Iglesia confesó que el Hijo eterno asumió también un alma racional humana". ( Catecismo de la Iglesia Católica, 471)
   
25-27
Y le decían: "Tú ¿quién eres?" Jesús les contestó: "El principio, el mismo que os hablo. Muchas cosas tengo que decir de vosotros, y que juzgar. Mas el que me envió, es verdadero: y yo, lo que oí de El, eso hablo en el mundo". Y no entendieron que a su Padre llamaba Dios. (vv. 25-27)
 
San Agustín, in Joannem, tract. 39
Como el Señor había dicho ya: "Si no creéis que yo soy, moriréis en vuestros pecados", le preguntaban para saber en quién deberían creer, para no morir en su pecado. Por esto sigue el Evangelista: "Y le decían: ¿tú quién eres?". Porque cuando has dicho "si no creéis que yo soy", no has añadido quién eres. Sabía el Señor que allí habría algunos que habían de creer, y por esto, cuando le dijeron: "¿tú quién eres?", para que supiesen que debían creer en El, les contestó: "Yo soy el principio, que os hablo". No como diciendo soy el principio, sino creed que soy el principio, como aparece terminantemente en el texto griego, en donde la palabra "principio" es del género femenino. Por lo tanto, creed que soy el principio, no sea que muráis en vuestros pecados; porque el principio es inmutable, subsiste por sí, y renueva todas las cosas. Y además parece que es un absurdo llamar principio al Hijo y no al Padre; no puede haber dos principios, como no hay dos dioses. El Espíritu Santo es espíritu del Padre y del Hijo, y no es ni el Padre ni el Hijo. Sin embargo, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, son un solo Dios, una sola luz, un solo principio. Y añade el Salvador: "El mismo que os hablo", porque habiéndome humillado por vosotros, he descendido a hablar en estos términos. Por tanto, creed que soy el principio. Porque para que creáis esto no sólo soy el principio, sino quien hablo con vosotros. Porque si el principio, tal y como es, permaneciese con el Padre y no hubiera tomado la forma de siervo, ¿cómo le habían de creer, siendo así que las almas débiles no pueden percibir la palabra, sin el eco sensible de la voz?
 
Beda
Y en verdad que se encuentra escrito en algunos ejemplares: "Y el que os hablo". Pero es más conveniente leer de otro modo, para que sea éste el sentido: "creed que yo soy el principio, y que por vosotros he descendido a hablar en esta forma".
 
Crisóstomo, in Ioannem, hom.59
Pero debe verse aún la necedad de los judíos, quienes, después de tanto tiempo, tantos milagros y tanta predicación, aun preguntan: "¿Tú quién eres?" ¿Y qué les contestó el Salvador? "Desde el principio os lo vengo diciendo", como si dijera: "No sois dignos de escuchar mis palabras; ¿merecéis, acaso, que os diga quién soy? Vosotros todo lo decís con el fin de tentarme, y yo podría argüiros sobre ello y castigaros". Por esto sigue: "Muchas cosas tengo que decir de vosotros, y que juzgar".
 
San Agustín, in Joannem, tract. 39
Antes había dicho el Salvador que El no juzgaba a nadie. Así aparece cierta contradicción entre "no juzgo" y "tengo que juzgar". "No juzgo", lo dice refiriéndose al tiempo presente, y cuando dice que tiene que juzgar se refiere al porvenir. Que es como si dijera: "seré verdadero en el juicio, porque como soy hijo del que es veraz, soy la misma verdad". Por esto sigue: "Mas el que me envió es verdadero". El Padre es veraz, no por participación, sino engendrando la verdad. ¿Acaso podemos decir, más es la verdad que el que es veraz? Si dijéramos esto, empezaríamos por decir que el Hijo era mayor que el Padre.
 
Crisóstomo, ut sup
Y dice esto, para que no crean que a pesar de oír tantas cosas Nuestro Señor, no castiga porque no puede o porque no conoce las intenciones y los insultos que contra El se dirigen.
 
Teofilacto
Como había dicho Jesús: "Muchas cosas tengo que decir de vosotros y que juzgar", da a entender que se reserva su juicio para la otra vida, por lo que añade: "Mas el que me envió, es veraz", como diciendo: "Y si vosotros sois infieles, mi Padre es verdadero y tiene prefijado el día en que os dará lo merecido".
 
Crisóstomo, ut sup
Me ha enviado el Padre no a que juzgue al mundo, sino a que salve al mundo. El Padre es veraz, por esto no juzgo ahora a ninguno, mas digo lo que afecta a vuestra salvación, y no lo que puede influir en vuestra condenación. Por esto sigue: "Y yo, lo que oí de El, eso hablo en el mundo".
 
Alcuino
Haber oído del Padre es tanto como ser del Padre; ha oído a Aquél de quien ha recibido la esencia.
 
San Agustín, ut sup
El Hijo, siendo igual al Padre, le da gloria, como lo insinúa cuando da a entender que da gloria a Aquél de quien es Hijo; ¿cómo tú te ensoberbeces contra Aquél de quien eres siervo?
 
Alcuino
Cuando los judíos le oyeron decir: "es veraz el que me ha enviado", no comprendieron de quién hablaba. Por esto sigue: "Y no entendieron que llamaba Padre a Dios". Aún no tenían bien abiertos los ojos de su alma, y por ello no podían comprender la igualdad que existe entre el Padre y el Hijo.
   
28-30
Jesús, pues, les dijo: "Cuando alzareis al Hijo del hombre, entonces entenderéis que yo soy, y que nada hago de mí mismo: mas como mi Padre me mostró, esto hablo: y el que me envió, conmigo está, y no me ha dejado solo: porque yo hago siempre lo que a El agrada". Diciendo El estas cosas, muchos creyeron en El. (vv. 28-30)
 
San Agustín, in Joannem, tract. 49
Habiendo dicho el Señor: "El que me envió es verídico", no comprendieron los judíos que les decía esto refiriéndose a su Padre. Mas veía allí algunos que habrían de creer después de su pasión, y por esto sigue: "Cuando alzareis al Hijo del hombre, entonces entenderéis que yo soy. Recordad aquello del Exodo: 'Yo soy el que soy' ( Ex 3,14), y comprenderéis lo que quiere decir 'Yo soy'. Dejo para entonces vuestro conocimiento, para que así pueda realizarse mi pasión. Según vuestro modo de entender, comprenderéis quién soy yo, cuando levantéis en alto al Hijo del hombre". Habla de la exaltación de la cruz, porque en ella fue exaltado cuando pendió de ella. Y convenía que esto se realizase por manos de aquéllos mismos a quienes ahora dice esto, pero que luego habían de creer en El. ¿Y por qué, sino para que nadie desesperase por grave que fuese el delito que cometiese, recordando que el Señor había perdonado a aquéllos el homicidio que cometieron, matando al mismo Cristo?
 
Crisóstomo, in Ioannem, hom.52
También porque como no podía convertirlos a fuerza de tantos milagros y de predicaciones tan sublimes, les habla de la cruz, diciéndoles: "Cuando levantéis", etc. Como diciendo: "creéis que os libraréis de mí particularmente cuando me matéis, y yo digo que entonces conoceréis, tanto por los milagros cuanto por mi resurrección y por vuestro cautiverio, que yo soy el Cristo Hijo de Dios, y que no soy enemigo de Dios". Por lo que añade: "Y que nada hago de mí mismo: sino como mi Padre me mostró", etc., dando a conocer en esto la igualdad de esencia y que nada decía sin que el Padre lo supiere. "Porque si yo fuese contrario a Dios, no hubiese excitado tanto la indignación en contra de los que no creen en mí".
 
San Agustín, ut sup
Como había dicho el Salvador: "Entonces conoceréis quién soy yo", y dado que toda la Trinidad participaba de la misma esencia, para no dar margen al error de los sabelianos añadió a continuación: "Y nada hago de mí mismo", como diciendo: "no he nacido de mí mismo; porque el Hijo es del Padre, y es Dios. Y por esto añade: "Mas lo que mi Padre me mostró, esto hablo". A ninguno de vosotros se le debe ocurrir la idea de que esto lo decía según se entiende entre los humanos. No os imaginéis que tenéis a la vista dos hombres, el Padre y el Hijo, y que el Padre habla al Hijo como haces tú cuando dices alguna cosa a tu hijo. ¿Y qué palabras podía decir al único Verbo? Mas si el Señor habla a nuestros corazones sin que se aperciba el eco, ¿cómo hablará a su Hijo? De una manera espiritual habla el Padre al Hijo, como le había engendrado también de una manera espiritual. Y no le enseñó como si le hubiera engendrado ignorante, sino que le enseñó del mismo modo que le engendró, ya sabio. Si es única la naturaleza de la verdad, del mismo modo es propio del Hijo saberlo todo. Así pues, de la misma manera que el Padre dio la existencia al Hijo engendrándole, le dio también al engendrarle el poder de que lo supiese todo.
 
Crisóstomo, ut sup
Después dio el Salvador otro giro más humilde a su discurso. Por esto sigue: "Y el que me envió está conmigo". Y para que no se creyera que cuando dijo: "me envió" hablaba de que su naturaleza era inferior, dijo: "está conmigo"; porque lo uno indica humildad, lo otro divinidad.
 
San Agustín, ut sup
Uno y otro son iguales, y sin embargo uno es el enviado y otro el que envía. Porque la misión es la Encarnación misma, y la Encarnación es propia del Hijo y no del Padre. Luego dijo: "El que me envió", esto es, Aquél por cuya autoridad paterna, me he encarnado. Por tanto, el Padre envió al Hijo, y el Padre había dicho por boca de Jeremías: "lleno el cielo y la tierra" ( Jer 23,24). Y por qué no le dejó lo explica a continuación: "Porque hago siempre lo que a El agrada", y no desde cierto principio, sino sin principio ni fin, porque la generación divina no tiene principio de tiempo.
 
Crisóstomo, ut sup
Y como siempre estaban diciendo que no procedía de Dios, y que no guardaba el sábado, dijo contra esto: "Porque hago siempre lo que a El agrada", manifestando que lo que ellos entendían por quebrantar el sábado agradaba a Dios. En muchas ocasiones pone toda su intención en manifestar que nada hacía en contra de la voluntad del Padre. Y como dijo esto con más claridad, añade el Evangelista: "Diciendo El estas cosas muchos creyeron en El". Como diciendo: "no os llame la atención oír algunas expresiones que revelen humildad, cuando habla Jesucristo, porque los que no se convencieron después de tanta predicación, escuchan palabras más humildes, y se persuaden". Luego creyeron algunos, pero no como debían, sino sencillamente como alegrándose y descansando en la humildad de las palabras. Y esto es lo que demuestra el Evangelista en las palabras siguientes, en que se refiere que le injuriaban otra vez.
   
31-36
Y decía Jesús a los judíos que en El habían creído: "Si vosotros perseverareis en mi palabra, verdaderamente seréis mis discípulos, y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres": Le respondieron: "Linaje somos de Abraham, y nunca servimos a ninguno. ¿Pues, como dices tú seréis libres?" Jesús les respondió: "En verdad, en verdad os digo, que todo aquél que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en casa para siempre, mas el Hijo quedará para siempre. Pues si el Hijo os hiciere libres, verdaderamente seréis libres". (vv. 31-36)
 
Agustín, In Ioannem trac. 40
Sin duda el Señor quiso fundamentar bien en lo profundo la fe de aquellos que habían creído, para que no creyesen de una manera superficial. Y por eso "les decía Jesús a los judíos que habían creído en El: si vosotros perseverareis en mi palabra, verdaderamente seréis mis discípulos", etc. Respecto a lo que dijo: "Si perseverareis", da a conocer lo que aquéllos encerraban en su corazón, porque sabía que algunos habían creído, pero que no habían perseverado. Y les ofreció una gran cosa, a saber: hacerlos verdaderos discípulos suyos, en lo cual se refiere a algunos que ya habían creído y que se habían vuelto a separar de El. Aquéllos le oyeron y le creyeron, mas luego se separaron, porque no perseveraron.
 
San Agustín, serm. 48
Y todos nosotros tenemos un solo maestro y bajo El somos condiscípulos. Y no somos maestros porque hablemos desde un lugar más elevado, sino que el maestro de todos es aquel que está en todos nosotros. Poco es el acercarse al discípulo mas es necesario que permanezcamos en el maestro, porque si no lo hacemos así, caeremos. El trabajo es corto. Es breve por la palabra pero grande es el mérito si permanecéis en él. Y ¿qué es permanecer en las palabras de Dios, si no el no caer en ninguna tentación? Si no hay trabajo, recibes gratis el premio, pero si lo hay, espera una recompensa grande.
"Y conoceréis la verdad".
 
San Agustín, in Joannem, tract. 40
Como diciendo: "así como ahora creéis, perseverando veréis. No creyeron porque habían comprendido, sino que creyeron para comprender. ¿Y qué es la fe sino creer lo que no se ve, y qué la verdad sino ver lo que has creído? Pues si se permanece en lo que se cree, se llega a lo que se ve, esto es, a contemplar la misma verdad, tal y como es, no por medio de palabras que suenan sino por el resplandor de la luz. La verdad es infalible, es pan que alimenta las almas y nunca se acaba, transforma en sí al que le come. Pero ella no se transforma en el que la come. Y la misma verdad es el Verbo de Dios: esta verdad ha sido revestida de carne, y estaba oculta en la humanidad por nosotros, no porque se nos negase, sino para que continuase y sufriese en la carne con el fin de que la carne del pecado fuese redimida".
 
Crisóstomo, in Ioannem, hom.53
"Y conoceréis la verdad", esto es, a mí, porque yo soy la verdad. Todas las cosas de los judíos eran figuras; pero la verdad la conoceréis en mí.
 
San Agustín, serm 48
Acaso se dirá: "¿de qué me aprovecha conocer la verdad?" Y por esto añade: "Y la verdad os hará libres". Como diciendo: "si no os complace la verdad, os gustará la libertad". Liberar quiere decir hacer libre, como sanar quiere decir recobrar la salud. Y esto se ve con más claridad en el texto griego, porque según se acostumbra en el idioma latino, generalmente solemos oír que uno queda libre cuando se entiende que ha podido librarse de los peligros y que nada le molesta.
 
Teofilacto
Así como antes dijo a los infieles "moriréis en vuestros pecados", así ahora anuncia a los que perseveren en la fe, que se les perdonarán los pecados.
 
San Agustín, De Trin. 4, 18
¿Y de qué nos librará la verdad, sino de la muerte, de la corrupción y de la mutabilidad? Porque la verdad es inmortal, es incorruptible, y siempre permanece inmutable; la verdadera inmutabilidad no es otra cosa que la misma eternidad.
 
Crisóstomo, ut sup
Los que creían debían tolerar los reproches, pero éstos más bien se irritaron al momento. Y convenía que se disgustasen en el principio. Y más conveniente era que se turbasen cuando dijo el Salvador: "Conoceréis la verdad", para que contestasen: "Luego, ahora no conocemos la verdad y, por tanto, la Ley es mentira, como también nuestro modo de conocer". Pero de nada de esto se preocupaban, y únicamente se dolían de las cosas mundanas, y en verdad que no conocían otra esclavitud más que la del mundo. Por esto sigue el Evangelista: "Le respondieron: linaje somos de Abraham y nunca servimos a ninguno: ¿Pues cómo dices tú?", etc. Como diciendo que no convenía llamar siervos a los que procedían del linaje de Abraham, porque nunca habían servido.
 
San Agustín, in Joannem, tract. 41
Respondieron esto, no los que ya habían creído, sino los que había entre la muchedumbre, que aun no creían. Y en esto mismo de que a nadie habían servido jamás, según se entiende la libertad en el mundo, ¿cómo dijeron la verdad? ¿Pues no fue vendido José? ¿No fueron también reducidos los santos profetas a la esclavitud? ¡Oh ingratos! ¿Cómo podéis dudar que sea verdad lo que dice Dios, quien os ha librado de la casa de la esclavitud, si no habéis servido a nadie? Y vosotros mismos, que habláis, ¿por qué pagáis los tributos a los romanos si nunca habéis servido a nadie?
 
Crisóstomo, ut sup
Pero como el Señor no se proponía inclinar a los judíos a la vanagloria con sus palabras, sino encaminarlos hacia la salvación, no quiso probarles que eran siervos de los hombres, sino del pecado, que es la esclavitud más difícil, de la cual sólo Dios puede librar. Por esto sigue: "Jesús les respondió: en verdad, en verdad os digo", etc.
 
San Agustín, ut sup
Le da gran importancia a lo que dice en esta forma; es como si hiciese una especie de juramento. Amén 1 quiere decir verdad, y sin embargo, no se ha interpretado así, porque ni el intérprete griego ni el latino se han atrevido a decirlo. Porque esta palabra amén es hebrea. Y no se ha interpretado, para que se le guarde cierto respeto bajo el velo del misterio, no para tenerla como encerrada, sino para que no perdiese su valor al ser explicada. Puede comprenderse cuánta importancia tiene cuando se la repite dos veces: "y digo la verdad", "la verdad lo dice". Aunque no explicase cuando dice "digo la verdad", no podría mentir de ninguna manera. Parece como que lo repite, despertando en cierto sentido a los que duermen, porque no quiere que se desprecie la palabra que dice, que todo hombre, ya sea judío, ya griego, ya rico, ya pobre, ya gobernador, ya mendigo, si peca, es esclavo del pecado.
 
San Gregorio, Moralium, 4, 42
Y aun aquél que se deja llevar por un mal deseo, somete al dominio de la iniquidad los cuellos libres de su alma 2. Pero sacudimos este dominio, cuando conseguimos librarnos de la maldad que nos dominaba, cuando resistimos con firmeza a una mala costumbre, cuando reparamos el pecado por medio de la penitencia, cuando lavamos las manchas de nuestras maldades con nuestras propias lágrimas.
 
San Gregorio, Moralium, 25, 20
Con cuanta mayor libertad se dedican algunos a obrar mal, siguiendo su deseo, tanto más sometidos se encuentran a la esclavitud.
 
San Agustín, ut sup
¡Oh miserable esclavitud! El que vive esclavo de otro hombre, cansado alguna vez del pesado yugo que le impone su amo, descansa huyendo de él; pero el esclavo del pecado ¿a dónde huirá? Lo lleva siempre consigo a cualquier parte que huya, porque el pecado que cometió es interior. La pasión cesa, pero el pecado no pasa; se acaba lo que deleita, pero subsiste lo que punza. Unicamente puede librarnos del pecado el que vino sin pecado y se convirtió en sacrificio para destruir el pecado. Y prosigue: "Y el esclavo no queda en casa para siempre". La Iglesia es la casa; el esclavo es el pecador; muchos pecadores entran en la Iglesia. Y no dijo: "el esclavo está en la casa," sino "no permanece siempre en la casa". ¿Y si ningún siervo estará allí, quién estará allí? ¿Quién se gloriará de estar libre del pecado? Mucho nos asustó con estas palabras, pero añadió: "mas el Hijo queda para siempre". Luego sólo Jesucristo estará siempre en la casa. ¿Acaso cuando habló del Hijo, no se refirió también a su cabeza y a su cuerpo? Luego, no asustó sin razón, pero dio esperanza; nos asustó para que no amásemos el pecado, y dio esperanza para que no desconfiemos del perdón del pecado. Por cuya razón nuestra esperanza consiste en confiar en ser libres por aquel que ya es libre. El dio el precio de nuestro rescate, no plata, sino su propia sangre; y por esto añade: "Pues si el Hijo os hiciera libres, seréis verdaderamente libres".
 
San Agustín, serm. 48
El Salvador manifestó con estas palabras no que quedaríamos libres de los bárbaros, sino del demonio; no de la cautividad del cuerpo, sino de la perfidia del alma.
 
San Agustín, in Joannem, tract. 41
La primera libertad consiste en carecer de pecados; pero ésta, una vez empezada, no es verdadera libertad, porque la carne se levanta contra el espíritu, y así no hacéis lo que deseáis hacer ( Gál 6). Mas la libertad plena y perfecta consiste en no tener enemistad alguna, como sucede cuando la muerte, la última enemiga, es destruida ( 1Cor 15,26).
 
Crisóstomo, in Ioannem, hom.53
Y como había dicho: "Todo aquél que hace pecado, esclavo es del pecado", para que no se anticipen y digan: "sacrificios tenemos y ellos pueden librarnos", añadió: "El siervo no queda en casa para siempre". Habla de la casa, designando con este nombre el reino del Padre, manifestando, a semejanza de las cosas humanas, que así como el dueño tiene dominio sobre su casa, así Dios tiene dominio sobre todas las cosas. En cuanto a lo que dijo: "no queda", dio a entender que no tenía poder para dar 3; pero el Hijo, que es dueño de la casa, sí tiene ese poder. Por lo que los sacerdotes del Antiguo Testamento no tenían poder de perdonar los pecados por medio de los sacramentos legales, puesto que todos pecaron ( Rom 7,23), incluso los sacerdotes, que, como dice el Apóstol, necesitaban ofrecer sacrificios por sí mismos ( Heb 7,27). Mas el Hijo sí tiene esta potestad. Por esto concluye diciendo: "Pues si el Hijo os hiciere libres, verdaderamente seréis libres", manifestando que la libertad humana, de que tanto se gloriaban, no es verdadera libertad.
 
San Agustín, ut sup
Y así, no quieras abusar de la libertad para pecar libremente, sino usa de ella para no pecar; tu voluntad será libre si es buena, y quedarás libre del pecado si eres esclavo de la justicia.
 
Notas
1. La Vulgata dice " Amen, Amen dico vobis " donde el castellano ha traducido: "En verdad, en verdad os digo".
2. Los cuellos libres del alma parecen hacer alusión -haciendo un analogía con el cuello de una vasija ancha por la base y de boca estrecha- a aquella dimensión de la persona en contacto con la realidad exterior que la rodea.
3. El esclavo de la casa.
   
37-41
"Yo sé que sois hijos de Abraham: mas me queréis matar, porque mi palabra no cabe en vosotros. Yo digo lo que vi en mi Padre: y vosotros hacéis lo que habéis visto en vuestro padre". Respondieron y le dijeron: "Nuestro padre es Abraham". Jesús les dijo: "Si sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham: mas ahora me queréis matar, siendo hombre, que os he dicho la verdad que oí de Dios: Abraham no hizo esto. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre". (vv. 37-41)
 
San Agustín, in Joannem, tract. 42
Los judíos se habían llamado libres, porque descendían de Abraham, y el Evangelista refiere lo que el Señor les contestó acerca de ello: "Yo sé que sois hijos de Abraham", como diciéndoles: "veo que sois hijos de Abraham, pero sólo en cuanto a la descendencia carnal, y no en cuanto a la fe del corazón," por cuya razón añade: "mas me queréis matar".
 
Crisóstomo, in Ioannem, hom.53
Añadió esto para que no pudieran decir no tenemos pecado. Por lo que, dejando de reprender la vida que llevaban, únicamente se ocupó de lo más próximo y de lo que aún se proponían hacer, por esto los excluye poco a poco de aquel linaje, enseñando con esto a ser humildes. Porque así como la libertad y la esclavitud se obtienen por medio de las acciones, así el parentesco. Y para que no dijesen: "hacemos esto con justicia," añadió la causa que los movía, diciendo: "Porque mi palabra no cabe en vosotros".
 
San Agustín, ut sup
Esto es, no arraiga en vuestra alma, porque no la recibe vuestro corazón. Porque la palabra de Dios es para los fieles lo que el anzuelo es para el pez, coge cuando el pez es cogido, pero no hace daño alguno a los que son cogidos, porque no lo son para su perdición, sino para su salvación.
 
Crisóstomo, ut sup
Y no dijo: "no comprendéis mis palabras", sino: "Porque mi palabra no cabe en vosotros", manifestando en ello lo elevado de sus enseñanzas. Pero podían decir: "¿pero tú hablas por ti mismo?" Y para evitarlo, añadió: "Yo digo lo que vi en mi Padre", porque no sólo tengo su misma esencia, sino que poseo la misma verdad que el Padre.
 
San Agustín, ut sup
El Señor quería dar a conocer que su Padre era Dios; como diciendo: "He visto la verdad y hablo la verdad porque soy la verdad". Si, pues, el Señor dice la verdad que ha visto en el Padre, se vio a sí mismo y se predicó a sí mismo, porque El es la verdad del Padre.
 
Orígenes, in Ioannem, tom. 20
Esta autoridad manifiesta que el Salvador veía todo lo que afectaba al Padre, mientras que los hombres a quienes lo revelaba no lo veían por sí mismos.
 
Teofilacto
En verdad que oyes a Dios cuando dice: "Digo lo que he visto", pero no creas que se trata de ver corporalmente, sino comprende en esto un conocimiento natural, verdadero y perfecto. Así como los ojos que ven, ven al objeto por entero y verdaderamente, sin engañarse, así yo digo con veracidad lo que vi en mi Padre.
Prosigue: "Y vosotros hacéis lo que visteis en vuestro Padre".
 
Orígenes, ut sup
Todavía no nombra al padre de ellos; poco más arriba mencionó a Abraham, pero va a decir que otro es el padre de ellos (a saber, el diablo), de quien eran hijos, no por ser hombres, sino por ser malos. Pues el Señor les reprende el mal que hacen.
 
Crisóstomo, ut sup
Otra versión dice: "Y vosotros, haced lo que visteis en vuestro padre". Como diciendo: "Así como yo muestro al Padre con palabras y la verdad, mostrad también vosotros a Abraham con vuestras acciones".
 
Orígenes, ut sup
Esto tiene también otra interpretación: "Vosotros también debéis hacer lo que sabéis por vuestro Padre". Pues habían escuchado del Padre lo que está escrito en la Ley y en los Profetas. Y el que habló de este modo contra aquellos que tenían una opinión diferente, demuestra que el que había dictado la Ley y enviado a los profetas era el mismo Dios, Padre de Jesucristo. Preguntemos entonces a aquellos que postulan dos naturalezas, una del Padre y otra del Hijo, que dicen que han oído cosas diferentes del Padre y que esto es imposible. Si estas naturalezas bienaventuradas eran del Salvador, ¿por qué querían matarlo, y cómo no entendían sus palabras?
Mas los judíos tomaron muy a mal el que dijera el Salvador quién había sido el padre de ellos, porque decían que aquél que es padre de muchas gentes, habría de ser su padre; por esto sigue el Evangelista: "Respondieron y le dijeron: nuestro padre es Abraham".
 
San Agustín, ut sup
Como diciéndole: "¿qué te atreverás tú a decir contra Abraham?" Parece que le provocaban para que dijese algo malo acerca de Abraham, y así les ofrecería ocasión de hacer lo que se proponían.
 
Orígenes, ut sup
Pero también el Salvador destruyó esto mismo, porque les daba a entender que aun esto lo decían con mal fin; por esto sigue: "Jesús les dijo: si sois hijos de Abraham, haced", etc.
 
San Agustín, ut sup
Y sin embargo, les había dicho antes: "Yo sé que sois hijos de Abraham"; por eso ahora no negó que descendieran de él, pero critica su modo de obrar. Su descendencia material, efectivamente venía de él, pero no estaba conforme su vida con la de Abraham.
 
Orígenes, ut sup
También puede decirse lo que dice en el texto griego: "sé que sois de la descendencia de Abraham". Mas para que esto se vea, veamos en primer lugar la diferencia que hay entre la descendencia corporal y el modo de obrar del hijo. Bien sabido es que la descendencia lleva consigo las disposiciones de aquél de quien se procede, cuyas propiedades aún continúan y se sostienen; y el hijo, aun después de engendrado por la unión del hombre y la mujer, aun después de alimentarse con sustancias extrañas, conserva el parecido de quien lo engendró. Y en cuanto al cuerpo, el padre subsiste en el hijo por la generación; mas si el hijo no lleva en sí algo de la naturaleza del padre, no puede decirse en absoluto que es hijo suyo. Y como los hijos de Abraham se conocen por sus obras, debe procurarse que no se crea que proceden de otros principios infundidos en algunas almas, en cuyo caso debamos comprender que son de la descendencia de Abraham. Por eso, no hay que imaginarse que todos los hombres descienden de Abraham, porque no todos los hombres tienen un mismo modo de pensar fijo en sus almas. Conviene, pues, que aquél que desciende de Abraham se haga asimismo hijo suyo por la semejanza, y es posible que destruya por su negligencia o desidia lo que hay en él de su primogenitor. Mas aquéllos a quienes el Salvador dirigía la palabra, vivían aún con la esperanza, por lo que Jesús sabía que aquéllos que aún eran hijos de Abraham, según la carne, no habían perdido la esperanza de poder hacerse verdaderos hijos de Abraham. Y así les dice el Salvador: "Si sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham", porque si además de ser hijos de Abraham hubieran podido añadir su gran fe, hubieran abrazado la doctrina del Salvador. Pero como no eran hijos de Abraham en este sentido, no entendieron las doctrinas, sino que quisieron matar al Verbo, y ver cómo destrozarle, porque no comprendían su grandeza. Si alguno de vosotros desciende de Abraham y aun no comprende al Verbo de Dios, no se proponga matarle, sino transfórmese en lo que debe ser un hijo de Abraham, y entonces comprenderá al Hijo de Dios. Algunos eligen una obra de las muchas de Abraham, como aquello ( Gén 15,6): "Creyó Abraham en Dios, y se le consideró como digno de premio". Y para que puedan entender que la fe son obras, no se les dice en singular: "haced la obra de Abraham", sino en plural. Y yo creo que esto se les dijo en equivalencia de lo que es en realidad: "haced todas las obras de Abraham," para que según la historia de Abraham, tomada en sentido alegórico, imitemos sus obras en sentido espiritual. Pues en efecto no es lícito que el que quiera ser hijo de Abraham se case con esclavas, ni que después de la muerte de su mujer se case con otra siendo ya viejo.
Prosigue el Señor: "Mas ahora me queréis matar, etc.".
 
Crisóstomo, ut sup
Esto es porque era verdad que Jesús era igual al Padre. Por esto querían los judíos matarle. Y para demostrar que el decir esto no era contrario al Padre, añadió: "la verdad que oí de Dios".
 
Alcuino
Porque Aquél que es la verdad ha sido engendrado por el Padre, y oír le no es otra cosa que proceder del Padre.
 
Orígenes, ut sup
Dijo el Salvador: "Me queréis matar siendo hombre", como dando a entender: no digo Hijo de Dios, ni digo el Verbo, porque el Verbo no puede morir. Digo: aquello que veis, porque esto que veis es lo que podéis matar, y a quien no veis sólo podeis ofender".
Prosigue el Salvador: "Abraham no hizo esto".
 
Alcuino
Como diciendo: "probáis que no sois hijos de Abraham, porque hacéis cosas contrarias a las que hizo Abraham".
 
Orígenes, ut sup
Alguno puede decir que todo esto se dice sin necesidad, porque Abraham no hizo lo que en su tiempo no podía hacerse, puesto que Jesucristo no nació en su época. Pero debe contestarse que en tiempo de Abraham había nacido un hombre que predicaba la verdad que había oído de boca del Señor, y sin embargo no fue buscado por Abraham para matarle. Y sépase que la venida espiritual de Jesús no faltó a sus santos en ninguna época. Y por esto comprendo que todo hombre que, después de su regeneración y de las demás gracias que le ha concedido Dios, peca, vuelve a crucificar al Hijo de Dios, por el reato de culpa en que ha reincidido. Y esto no lo hizo Abraham.
Prosigue el Salvador: "Vosotros hacéis las obras de vuestro Padre".
 
San Agustín, ut sup
Pero aún no dice quién es el padre de ellos.
 
Crisóstomo, ut sup
Mas el Señor les dice esto, queriendo quitarles la vanagloria de la descendencia y convencerlos de que ya no pongan la esperanza de su salvación en la descendencia natural, sino sólo en la descendencia que obtendrán por la adopción. Y esto era precisamente lo que les impedía venir a Jesucristo, porque creían que con sólo descender de Abraham ya tenían segura su salvación.
   
41-43
Y ellos le dijeron: "Nosotros no somos nacidos de fornicación: un Padre tenemos que es Dios". Y Jesús les dijo: "Si Dios fuese vuestro Padre, ciertamente me amaríais. Porque yo de Dios salí y vine: y no de mí mismo, mas El me envió. ¿Por qué no entendéis este mi lenguaje? Porque no podéis oír mi palabra". (vv. 41-43)
 
San Agustín, in Joannem, tract. 42
Los judíos, según parece, empezaban a comprender que el Señor no les hablaba de la generación natural, sino del modo de vivir. Las Sagradas Escrituras suelen llamar fornicación espiritual al acto por el que un alma se entrega como prostituta a muchos y falsos dioses. Por esto sigue el Evangelista: "Y ellos le dijeron: nosotros no somos nacidos de fornicación, un Padre tenemos que es Dios".
 
Teofilacto
Como si respondieran que buscaban vengar a Dios, y que por esto se declaraban contra El 1.
 
Orígenes, in Ioannem, tom. 22
Como habían sido argüidos de que no eran hijos de Abraham, responden peor que antes, insinuando con oculta intención que el Salvador había nacido de adulterio. Pero más me parece que respondieron deseando armar una discusión, porque habiendo dicho antes: "Nuestro padre es Abraham", y habiendo oído: "Si sois hijos de Abraham, haced sus obras", ahora dicen que tienen un padre mayor que Abraham (esto es, Dios), y que no han nacido por fornicación. Mas el demonio no procrea de esposa, sino de ramera, o sea de la materia, a aquéllos que, apoyados en las cosas carnales, se adhieren a la materia (puesto que nada hace por sí mismo).
 
Crisóstomo, in Ioannem, hom.53
¿Y vosotros, qué decis? ¿que tenéis a Dios por Padre, y acusáis a Jesucristo porque dice esto mismo? Y lo más admirable consistía en que muchos de ellos habían nacido hijos de fornicación, porque se hacían muchos casamientos ilícitos. Mas no los reprendía por esto, sino que insiste para manifestar que no son hijos de Dios. Por esto sigue: "Y Jesús les dijo: si Dios fuese vuestro padre, ciertamente me amaríais, porque yo de Dios salí y vine".
 
San Hilario, De Trin 1, 6
Y no desaprueba el Hijo de Dios que tomen el nombre religioso aquéllos que se llaman a sí mismos hijos de Dios y dicen que Dios es su padre; pero reprende la temeraria usurpación de los judíos, que presumían tener a Dios por padre cuando a El no le querían. Y no es lo mismo poder decir que uno existe porque ha salido del Padre, que decir que viene del Padre. Pero como dice que tienen que amarle aquellos que afirman que tienen a Dios por Padre porque ha salido de El, explicó que la razón del amor estaba en la generación. Dice que ha salido de Dios para indicar el nacimiento incorpóreo, pues la fe que permite confesar a Dios como Padre ha de merecerse con el amor a Cristo, que ha sido engendrado de El.
Y no puede ser bueno, respecto de Dios Padre, quien no ama al Hijo, porque la causa de amar al Hijo no es otra que el hecho de que el Hijo ha venido del Padre. Luego el Hijo es del Padre, no por haber venido al mundo, sino por haber sido engendrado por El. Y así todo amor podrá dirigirse al Padre, si se cree que el Hijo es de El.
 
San Agustín, ut sup
Así pues, la procesión del Verbo, respecto del Padre, es eterna, porque es de El como Verbo del Padre, y vino a nosotros porque el Verbo se hizo carne ( Jn 1,14). Su venida es su humanidad, su mansión es su divinidad; llamáis a Dios Padre, pues consideradme como hermano.
 
San Hilario, ut sup
Pero da a conocer que no tuvo origen en sí mismo, cuando añade: "Y no vine de mí mismo, mas El me envió".
 
Orígenes, ut sup
Yo creo que dijo esto porque algunos venían por sí mismos y no eran enviados por el Padre. Acerca de esto se dice por Jeremías: "Yo no los enviaba y ellos corrían" ( Jer 23,21). Y dado que aquellos que introducen dos naturalezas se valen de esta palabra, hay que decir en contra de ellos que San Pablo, cuando perseguía a la Iglesia de Dios aborrecía a Jesús y por esto le dijo el Señor: "¿por qué me persigues?" ( Hch 9,4). Y si es verdad lo que se dice aquí: "Si Dios fuese vuestro Padre, me amaríais", también debe ser verdad lo contrario: "si no me amáis, de ningún modo podrá ser Dios vuestro Padre". San Pablo no amaba a Jesús al principio; por esto hubo un tiempo en que Dios no fue Padre de Pablo. Así pues, Pablo no fue hijo de Dios por naturaleza, pero fue hecho hijo de Dios poco después. Porque ¿cuándo puede ser Dios Padre de alguno, sino cuando cumple sus mandamientos?
 
Crisóstomo, ut sup
Y como los judíos muchas veces preguntaban diciendo: "¿Qué es esto que dice, a donde yo voy no podéis venir vosotros?", por esto añade: "¿Por qué no entendéis este mi lenguaje? Porque no podéis oír mi palabra".
 
San Agustín, in Joannem, tract. 42
Y no podían oírlo, porque no querían enmendarse creyendo.
 
Crisóstomo
En primer lugar, debe practicarse la virtud, que es la que oye al divino Verbo, y así después podremos comprender todo lo que nos diga Jesús; porque mientras no somos curados del oído propio por el Verbo que dijo al sordo: "Abrete" ( Mc 7), no se puede percibir cosa alguna por el oído.
 
Notas
1. Contra el Señor Jesús.
   
44-47
"Vosotros sois hijos del diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre: él fue homicida desde el principio y no permaneció en la verdad; porque no hay verdad en él; cuando habla mentira, de suyo habla, porque es mentiroso y padre de la mentira. Mas aunque yo os digo la verdad, no me creéis. ¿Quién de vosotros me argüirá de pecado? Si os digo la verdad, ¿por qué no me creéis? El que es de Dios, oye las palabras de Dios. Por eso vosotros no las oís, porque no sois de Dios". (vv. 44-47)
 
Crisóstomo, in Ioannem, hom.53
Con este raciocinio excluyó nuestro Señor a los judíos de la descendencia de Abraham; pero como se atrevieron a mayores diciendo que su Padre era Dios, no pudo resistirlo, y los increpó diciéndoles: "Vosotros tenéis por padre el diablo".
 
San Agustín, in Joannem, tract. 42
Al tratar de esto, debemos evitar el caer en la herejía de los maniqueos, que enseñan la existencia de cierta naturaleza del mal y que hay ciertas gentes que con sus jefes proceden de las tinieblas y que de ello toma su principio el diablo. De aquí aseguran que procede nuestra carne. Según estas creencias consideran lo que dijo el Señor: "Vosotros tenéis por padre al diablo". Ellos serían como la naturaleza del mal y procedían de la gente enemiga y de las tinieblas.
 
Orígenes, in Ioannem, tom. 23
También parece que incurrieron en el mismo error que aquellos que enseñaban que la esencia del ojo que ve es diferente de la esencia del ojo enfermo, o que se desvía. Y así como en éstos no hay diferencia en cuanto a la esencia, puesto que no hay otra cosa que la causa que hizo enfermar al ojo, así la esencia del hombre es una misma, tenga o no conocimiento.
 
San Agustín, ut sup
Los judíos eran hijos del diablo, porque lo imitaban, no porque hubiesen nacido de él. Por esto les dice el Señor: "Y queréis cumplir los deseos de vuestro padre". He aquí por lo que sois hijos suyos, porque deseáis lo mismo que él, y no porque hayáis nacido de él. Esta es la razón por la que me queréis matar a mí, que os digo la verdad, lo mismo que el demonio tuvo envidia al hombre y le mató. Por esto sigue: "El fue homicida desde el principio". Y, efectivamente, cometió homicidio en el primer hombre que pudo, porque el hombre no puede ser muerto si antes no es hecho hombre. Es verdad que el demonio no viene armado de espada con qué herir al hombre, pero sembró su palabra corrompida y con ella mató. Por tanto, no te creas que no hay homicidio cuando das un mal consejo a tu hermano. Mas vosotros herís en la carne, porque no podéis en el alma.
 
Orígenes, in Joannem, tract. 24
Y téngase en cuenta que no llama al diablo homicida desde el principio porque haya cometido algún crimen de esta especie, sino por todo el género humano, a quien dio la muerte, por cuanto en Adán todos morimos.
 
Crisóstomo, ut sup
Y no dijo "que hacéis sus obras", sino "que cumplís sus deseos", manifestando que tanto aquél como ellos estaban ávidos de hacer muertes. Y como constantemente acusaban al Señor diciendo que no procedía de Dios, les da a conocer, aunque de una manera embozada, que estas palabras suyas eran inspiradas por el diablo. Por esto sigue: "Y no permaneció en la verdad".
 
San Agustín, De civ. Dei. 11, 13 et 15
Quizá alguno diga que desde el principio de su existencia ya no existió en la verdad, y que por esta razón nunca pudo ser bienaventurado, ni encontrarse con los ángeles del Señor, puesto que rehusó estar sometido a su Creador, siendo por esto falso y mentiroso. También porque no quiso vivir bajo el yugo de una sujeción santa, que es la verdad, aparentando por la soberbia una supremacía que no tiene. Todo el que sigue esta doctrina, no puede estar de acuerdo con los maniqueos, que intentan probar que el demonio tiene desde el principio cierta naturaleza de mal género como naturaleza propia. Los que con tanta vanidad piensan así no se fijan en que no dijo el Señor que el diablo era ajeno a la verdad, sino que "no permaneció en la verdad". Allí demuestra que debe entenderse que cayó de la verdad, y también lo que dice San Juan en su epístola primera: "El diablo peca desde el principio" ( 1Jn 3,8). Si comprenden esto como de naturaleza, tienen que admitir que no hay pecado alguno en el diablo, puesto que le es natural obrar así. ¿Pero qué responderemos a los testimonios de los profetas? Ya lo dice Isaías, bajo la figura del rey de Babilonia, a quien designa como diablo: "Como se ocultó el lucero que había salido por la mañana" ( Is 14,12); o lo que dice Ezequiel: "Que estuviste en las delicias del paraíso de Dios" ( Ez 28,13), lo cual, si no puede entenderse en otro sentido, hay que admitirlo en el sentido de lo que se ya ha dicho: que no permaneció en la verdad, aunque estuvo en ella al principio. Y respecto de aquellas otras palabras, que "el diablo peca desde su principio", no puede entenderse respecto del principio en que fue creado, sino desde que empezó a pecar: el pecado comenzó en él, y él fue el principio del pecado.
 
Orígenes, ut sup
Es uniforme vivir siempre en la verdad, así como es diverso y variable no vivir en ella. Sucede que algunos, si cabe así decirlo, andan con pasos vacilantes y tratan de mantenerse en ella, mas no lo consiguen. Otros no sufren esto, sino que quedan firmes en el peligro, según aquellas palabras del Salmo: "Los pies se me han conmovido un poco" ( Sal 72,2). Los demás se alejan de la verdad. Explica también el Salvador el motivo por qué el diablo no es afecto a la verdad, cuando dice: "porque no hay verdad en él"; esto es, porque inventa cosas vanas y es engañado por sí mismo, en lo cual es peor, porque los demás son engañados por él. Mas éste es el que se engaña a sí mismo. Pero debe examinarse por qué dice el Señor: "Que no hay verdad en él". Si es porque nunca tiene doctrina verdadera, sino que todas sus cosas son falsas, o porque no tiene participación con Jesucristo, que dijo: "Yo soy la verdad" ( Jn 14,6). Parece imposible que una creatura racional opine falsamente sobre todas las cosas y que no piense rectamente sobre cosa alguna. Pero el diablo conoce, por lo menos en esto, la verdad, porque se considera a sí mismo como ser racional. Por este motivo su naturaleza no se funda precisamente en admitir lo contrario a la verdad, esto es, el error y la desidia, como si nunca pudiera conocer la verdad.
 
San Agustín, De Civ Dei, 11, 14
Y cuando el Salvador dice que en el diablo no hay verdad, sujeta el juicio como si hubiésemos averiguado por qué no está en la verdad. A esto dice que es porque la verdad no está en él, pero el estaría en la verdad si hubiera permanecido en ella.
Prosigue: "Cuando habla la mentira, de suyo habla, porque es mentiroso y padre de la mentira".
 
San Agustín, in Joannem, tract. 42
En estas palabras quisieron ver algunos que el diablo tenía padre, e investigaron quién sería el padre del diablo; este error es de los maniqueos. El Señor llamó al diablo padre de la mentira. Pero, no todo el que miente es padre de su mentira, porque si admites una mentira de otro y la dices, tú mientes, es verdad, pero no eres el padre de aquella mentira. Mas aquél que no recibe la mentira de otro, sino que la pronuncia por sí mismo, es padre de la mentira, así como Dios es Padre de la verdad. La serpiente mató al hombre con la mentira, como si hubiere muerto con el veneno.
 
Teofilacto
El demonio recriminó a Dios ante los hombres, diciendo a Eva: "Porque os tiene envidia os ha prohibido comer de la fruta" ( Gén 3). Y a los hombres en otro tiempo recriminó también ante Dios, cuando dijo de Job (1,9): "¿Acaso Job adora a Dios en balde?".
 
Orígenes, ut sup
Véase que este nombre: "embustero", se dice tanto respecto del diablo, que engendró la mentira (como aquí se dice) "porque es mentiroso", cuanto respecto del hombre, según aquellas palabras del salmo: "Todo hombre es mentiroso" ( Sal 115,2). Porque si alguno no miente, no es hombre tan solamente; porque tanto a él como a los demás que así piensen puede decírseles: "yo he dicho que sois dioses" ( Sal 81,6); por lo que, cuando alguno miente, lo hace por su propia cuenta. Mas el Espíritu Santo habla conforme con la verdad y la sabiduría, según aquel testimonio: "porque de lo mío tomará, y lo anunciará a vosotros" ( Jn 16,14).
 
San Agustín, De quaest. Nov. et Vet Test., qu. 90
De otra manera el nombre "diablo" no es propio, sino común. En cualquier persona en que se noten acciones de diablo, debe decirse que aquella persona es diablo, porque este nombre viene de la acción y no de la naturaleza. Por esto llama a Caín padre de los judíos, porque, queriéndole imitar, éstos mataron al Salvador. De él recibieron la denominación de fratricidas, manifestando que mentía, aun acerca de lo suyo, para dar a conocer que cada uno peca sólo por su propia voluntad. Y como Caín fue imitador del diablo, dijo que el diablo era su padre, porque imitó sus acciones.
 
Alcuino
Pero como Dios es la verdad, el Hijo de Dios verdadero dice la verdad; mas los judíos, como eran hijos del diablo, se separaron de la verdad. Y por esto sigue: "Mas aunque yo os digo la verdad, no me creéis".
 
Orígenes, in Ioannem, tom. 25
¿Y cómo dijo esto a aquellos judíos que creyeron en El? Mas considera que alguno puede creer en un sentido y no creer en otro, como sucede con aquéllos que creen en Aquél que fue crucificado, bajo el poder de Poncio Pilato, y no creen en El en cuanto ha nacido de la Virgen María. Luego creen en El y no creen. Así pues, éstos a quienes se dirigía creían en El porque veían que hacía milagros, y no creían en las doctrinas tan profundas que les predicaba.
 
Crisóstomo, in Ioannem, hom.53
Y como sois enemigos de la verdad y no podéis acusarme de nada, queréis matarme. Y por esto añade: "¿Quién de vosotros me argüirá de pecado?"
 
Teofilacto
Como diciendo: "si sois hijos de Dios, también debéis aborrecer a los que pecan. Por lo tanto, si no podéis argüirme de pecado y me aborrecéis, sabido es que me aborrecéis con motivo de la verdad"; esto es, porque se llamaba Hijo de Dios.
 
Orígenes, in Ioannem, tom. 35
Esta palabra de Cristo implica una gran confianza en sí mismo, porque ningún hombre ha podido decir esto nunca con seguridad, sino sólo Nuestro Señor, que no ha cometido pecado alguno.
 
San Gregorio, in evang. hom. 18
Considerad aquí la mansedumbre del Señor. No desdeña manifestar por qué razón no es pecador, siendo así que, en virtud de su divinidad, podía santificar a los pecadores. Por esto añade: "El que es de Dios, oye las palabras de Dios; por eso vosotros no las oís", etc.
 
San Agustín, in Joannem, tract. 43
No veamos aquí la naturaleza, sino la malicia. Estos son de Dios y al mismo tiempo no lo son; en cuanto a la naturaleza, son de Dios; en cuanto a la malicia, no son de Dios. Mas esto no se dijo por aquellos que no sólo eran maliciosos por su pecado, porque esto era general a todos, sino respecto de aquellos ya conocidos porque no habrían de creer con la fe que debían para librarse de incurrir en pecado.
 
San Gregorio, ut sup
Cada uno pregúntese a sí mismo si percibe las palabras de Dios con el oído del alma, y comprenda de quién es. Porque hay algunos que no se dignan oír los preceptos de Dios por el oído de su cuerpo; y hay otros que los oyen por el oído de su cuerpo, pero que no los reciben con el deseo del alma. Y hay algunos que reciben con gusto las palabras de Dios, y así lloran con sus gemidos, pero cuando han pasado las lágrimas, vuelven a la iniquidad, y éstos, en verdad, no oyen la palabra de Dios, porque no quieren realizarla por medio de sus obras.
   
48-51
Los judíos respondieron, y le dijeron: "¿No decimos bien nosotros que tú eres samaritano, y que tienes demonio?" Jesús respondió: "Yo no tengo demonio, mas honro a mi Padre, y vosotros me habéis deshonrado. Y yo no busco mi gloria, hay quien la busque y juzgue. En verdad, en verdad os digo, que el que guardare mi palabra no verá muerte para siempre". (vv. 48-51)
 
Crisóstomo, in Ioannem, hom.54
Cuando el Señor decía algo elevado, sus palabras parecían como necias ante los judíos, que eran sumamente insensibles, como se desprende de su contestación. Dice el Sagrado texto: "Los judíos respondieron, y le dijeron: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano?", etc.
 
Orígenes, in Ioannem, tom. 26
Es digno de notarse que, siendo así que los samaritanos no creen en la existencia de la otra vida ni en la eternidad del alma, se atrevan los judíos a llamar al Salvador samaritano, siendo así que tantas y tan grandes cosas les había enseñado acerca de la resurrección y del juicio. Pero acaso digan esto con el fin de ofenderle, porque no enseña lo que ellos quieren.
 
Alcuino
Pero los samaritanos (gente aborrecida por el pueblo de Israel) ocuparon el territorio de ellos cuando las diez tribus fueron llevadas a la cautividad.
 
Orígenes, ut sup
Algunos opinan así porque, creyendo lo que creían los samaritanos, esto es, que nada quedaba a los hombres después de la muerte, hablaban, faltando a la verdad, acerca de la resurrección y de la vida eterna, con el fin de agradar a los judíos. Y decían que tenía el demonio, porque sus predicaciones excedían a lo que podía alcanzar la capacidad humana, puesto que en ellas aseguraba que Dios era su Padre, que El había bajado del cielo y otras cosas por el estilo. También muchos de ellos opinaban que el Salvador arrojaba a los demonios por medio de Belzebub, príncipe de los demonios.
 
Teofilacto
Le llamaban samaritano, además, porque destruía los ritos de los hebreos, como cuando quebrantaba el sábado; los samaritanos, en fin, no estaban conformes en absoluto con los judíos. Y como el Señor daba a conocer aun los pensamientos de ellos, sospechaban que tenía en sí al mismo demonio. Pero el Evangelista no dice en ninguna parte cuándo le llamaron samaritano, de lo que se desprende que los Evangelistas pasaron muchas cosas en silencio.
 
San Gregorio, in evang. hom. 18
Véase, pues, cómo el Señor, recibiendo esta injuria, no responde con palabras ofensivas. Sigue, pues, "Jesús respondió: Yo no tengo demonio". En lo cual nos enseña que cuando recibimos alguna ofensa o injuria de nuestros prójimos, omitamos aun las malas acciones de ellos, no sea que convirtamos el ministerio de la justa reprensión en armas de furor.
 
Crisóstomo, ut sup
Y téngase en cuenta también que cuando convenía enseñarles y humillar la soberbia de los judíos era severo, mas cuando debía tolerar ultrajes los trataba con suma dulzura, enseñándonos que debemos defender siempre a Dios, pero despreciar lo que a nosotros atañe.
 
San Agustín, in Joannem, tract. 43
Y lo hizo con el fin de que el hombre imite, primero su paciencia, para que después llegue a alcanzar el poder. Mas aunque no devolvía maldición por maldición, fue oportuno que negase aquello. Le habían dirigido dos ofensas: "eres samaritano", y "tienes el demonio". No, contestó, no soy samaritano, aunque samaritano quiere decir custodio, y El sabía que era nuestro Custodio. Porque si le correspondió el redimirnos, ¿no le correspondería el defendernos? Finalmente, es samaritano aquél que se acerca al herido y le prodiga su caridad ( Lc 18).
 
Orígenes, ut sup
De otra manera, también nuestro Señor, con más razón que San Pablo, quería hacerse todo para todos, para conquistarse a todos, o sea para ganar a todos ( 1Cor 8,22); y por eso no negó que era samaritano. Yo creo que únicamente Jesucristo es quien puede decir: "Yo no tengo demonio", etc. Así como aquellas palabras de San Juan: "Viene el Príncipe de este mundo, pero no tiene participación alguna conmigo" ( Jn 14,30), porque aun los pecados más pequeños proceden de los demonios.
 
San Agustín, ut sup
Y después de toda esta afrenta, únicamente dijo algo de su gloria: "mas honro a mi Padre"; para que no me tengáis por arrogante, os digo que tengo a quien honrar.
 
Teofilacto
Y honró a su Padre vengándole, y no permitiendo que aquellos homicidas y embusteros se llamasen verdaderos hijos de Dios.
 
Orígenes, ut sup
Y en verdad que sólo Jesucristo es quien ha venerado perfectamente al Padre, porque ninguno que honra aquello que Dios no honra, puede decirse, en verdad, que honra a Dios.
 
San Gregorio, ut sup
Mas como todo aquél que arde de amor por la gloria de Dios es rechazado por los hombres malos, el Señor nos dio ejemplo de paciencia en sí mismo, cuando dice: "Y vosotros me habéis deshonrado".
 
San Agustín, ut sup
Como diciendo: Yo hago lo que debo, pero vosotros no hacéis lo que debéis.
 
Orígenes, ut sup
Y no dijo esto sólo para aquéllos, sino también para los que obran injustamente y ofenden a Jesucristo, quien es la justicia misma; y los que ofenden a la sabiduría también ofenden a Jesucristo, porque es la sabiduría misma, y así de las demás cosas.
 
San Gregorio, ut sup
Y qué es lo que debemos hacer contra las injurias nos lo enseña con su ejemplo, cuando añade: "Mas yo honro", etc.
 
Crisóstomo, in Ioannem, hom.54
Como diciendo: "en virtud del honor que debo al Padre os he dicho todo esto, y por ello me habéis deshonrado; pero no me preocupa esta afrenta, porque a El pagaréis las injurias que por mí le hacéis oír".
 
Orígenes, in Ioannem, tom. 26
Dios busca la gloria en cada uno de los que creen en Jesucristo, la cual debe encontrar en aquéllos que obran según los impulsos de la virtud, y cuando no encuentra esta gloria, castiga a aquéllos en quienes debía encontrarla. Por esto dice el Salvador: "Hay quien la busque y juzgue".
 
San Agustín, in Joannem, tract. 43
¿A quién puede referirse con estas palabras sino a su Padre? Pero, ¿cómo dice en otro lugar, "el Padre no juzga a nadie, sino que ha concedido al Hijo el derecho de juzgar" ( Jn 5,22)? Y téngase en cuenta que generalmente la palabra juicio se entiende por condenación; pero aquí se dice esto para explicar la diferencia, como diciendo: "existe el Padre, que distingue vuestra gloria de la mía, porque vosotros os vanagloriáis según el mundo, y yo no me glorío según el mundo". Distingue la gloria de los hombres de la gloria de su Hijo, porque aunque se había hecho hombre, no podía compararse con nosotros, porque nosotros somos hombres con pecado y El no tiene pecado, únicamente ha tomado de nosotros la forma de siervo, para que pueda decirse con propiedad: "En el principio era el Verbo" ( Jn 1,1).
 
San Agustín, ut sup
Y siendo verdad que se dijo por el Salvador "todo lo mío es tuyo" ( Jn 17,10), es cosa manifiesta, desde luego, que el juicio del Hijo es el mismo del Padre.
 
San Gregorio, in evang. hom. 18
Y cuando crece la iniquidad de los malos, no sólo no debe suspenderse la predicación, sino que, antes al contrario, debe aumentarse. Por esto el Señor, después que se le dijo que tenía al demonio, dispensa con más largueza los beneficios de su predicación, diciendo: "En verdad, en verdad os digo, que el que guardare mi palabra no verá la muerte", etc.
 
San Agustín, ut sup
"Verá" se ha dicho en vez de "experimentará". Pero ¿cómo el que ha de morir habla a los que han de morir diciéndoles: "El que guardare mi palabra no verá la muerte", sino porque veía otra muerte de la que había venido a salvarnos, cual es la muerte eterna, muerte de condenación con el diablo y sus ángeles? Y esta es la verdadera muerte, porque la otra no es sino un tránsito.
 
Orígenes, ut sup
Y así debe entenderse esta expresión: "El que guardare mi palabra no verá la muerte para siempre", como si dijere: "si alguno conserva mi antorcha, no verá las tinieblas". Y en cuanto dice "para siempre", generalmente debe tomarse para que se entienda de este modo: "Si alguno guardare mi palabra eternamente, no verá la muerte en toda la eternidad, porque ninguno habrá de ver la muerte en tanto que conserve la palabra de Jesús, pero cuando alguno falte a la observancia de lo que ha dicho, y sea negligente en cuanto a su custodia, cesa de custodiar a Dios, y entonces no ve la muerte respecto de algún otro, sino en sí mismo. Y así, una vez instruidos nosotros por el Salvador, podemos contestar al profeta, que pregunta: "¿Quién es el hombre que vivirá y no verá la muerte?" ( Sal 88,49) El que guarda la palabra de Dios.
 
Crisóstomo, ut sup
Dice el que la guardare no sólo por medio de la fe, sino por medio de una vida pura. Y en esto les da a conocer, aunque de una manera embozada, que ningún daño pueden hacerle. Porque si el que guardare su palabra no morirá eternamente, con mucha más razón el que lo dice no puede morir.
   
52-56
Los judíos le dijeron: "Ahora conocemos que tienes al demonio. Abraham murió y los profetas: y tú dices: el que guardare mi palabra, no gustará muerte para siempre. ¿Por ventura eres tú mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió, y los profetas, que también murieron? ¿Quién te haces a ti mismo?" Jesús les respondió: "Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es el que me glorifica, el que vosotros decís que es vuestro Dios, y no le conocéis, mas yo le conozco; y si dijere que no le conozco, seré mentiroso como vosotros. Mas le conozco y guardo su palabra. Abraham, vuestro Padre, deseó con ansia ver mi día: le vio y se gozó". (vv. 52-56)
 
San Gregorio, in evang. hom. 18
Como es necesario para los buenos convertirse en mejores por medio de los ultrajes, así generalmente los malos se convierten en peores por medio de los beneficios. Por esta razón los judíos, después de oída la predicación del Salvador, blasfeman contra El diciendo: "Ahora conocemos que tienes al demonio".
 
Orígenes, in Ioannem, tom. 26
Aquéllos que creen en las Sagradas Escrituras, conocen que aquello que hacen los hombres fuera de la recta razón, no lo hacen sin la cooperación de los demonios. Y así los judíos creían que Jesús hablaba impulsado por el poder del demonio, cuando dijo: "Si alguno guardare mi palabra no verá la muerte", etc. Y sufrieron este engaño porque no conocieron la virtud de Dios, porque Este había hablado de cierta muerte contraria a la razón, con la que sucumben los pecadores, y ellos suponían que se refería a la muerte natural en lo que decía, por cuya razón le increpan, tomando como argumento la muerte de Abraham y de los profetas. Por esto añade: Abraham murió y los profetas; y tú dices: si alguno guardare mi palabra, no gustará la muerte, etc. Y como hay alguna diferencia entre gustar y ver la muerte, en lugar de que no vería la muerte, dijeron "no gustará la muerte", como oyentes inhábiles que confundían la palabra del Señor. Pues así como Jesucristo puede ser gustado, porque es el pan vivo, en cuanto es la sabiduría, es de visible hermosura; y así su muerte, aunque contraria es apetecible y visible. Y cuando alguno gozara por medio de Jesucristo en algún estado espiritual, no gustará la muerte si conserva aquel estado, según dice San Mateo: "Hay de los que aquí están presentes, algunos que no gustarán la muerte" ( Mt 16,28), pues cuando alguno reciba la palabra de Jesucristo y la guarde, no verá la muerte.
 
Crisóstomo, in Ioannem, hom.54
Otra vez, por su vanagloria, se refugian en el parentesco. Por esto sigue el Evangelista: "¿Acaso tú eres mayor que nuestro Padre Abraham, que murió?". También podían decir, ¿acaso tú eres mayor que Dios, cuya palabra han oído algunos y han muerto? Pero no dicen esto, porque también le consideraban como menor que Abraham.
 
Orígenes, ut sup
Y no distinguen que es mayor que Abraham el que ha nacido de una Virgen, y aun mayor que todo el que ha nacido de mujer. Los judíos, además, no decían verdad cuando dijeron que Abraham había muerto. Porque había oído la palabra de Dios y la había guardado. Lo mismo debemos decir de los profetas, de los cuales añaden: "y los profetas murieron", a pesar de que también guardaron la palabra del Hijo de Dios, cuando ésta se dirigió a Oseas o a Jeremías. Porque si algún otro la guardó, también la guardaron los profetas. Luego mintieron cuando dicen: "Ahora conocemos que tienes demonio", y cuando dicen: "Abraham murió y los profetas".
 
San Gregorio, ut sup
Y como empezaban a participar de la muerte eterna, no conociendo la muerte en que incurrían, viendo únicamente la muerte del cuerpo, no veían bien en aquellas palabras de verdad. Por esto añaden: "¿Quién te hace a ti mismo?"
 
Teofilacto
Como diciendo: "tú que no eres digno de consideración alguna, que sólo eres hijo de un carpintero de Galilea, usurpas para ti toda la gloria".
 
Beda
"¿Quién te haces a ti mismo?" Esto es, ¿de cuánto mérito y cuánta dignidad quieres que se te juzgue? Abraham había muerto en cuanto al cuerpo, pero vivía en cuanto al alma. De más importancia es la muerte del alma, que ha de vivir eternamente, que la del cuerpo, que ha de morir alguna vez.
 
Orígenes, ut sup
Esta objeción era propia de personas que estaban ciegas, porque lo que Jesús se hacía era lo que había recibido del Padre. Por esto sigue: "Respondió Jesús: si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es".
 
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 54
Dijo esto respondiendo a sus sospechas, como había dicho antes: "Mi testimonio no es verdadero, si doy testimonio de mí mismo" ( Jn 5,31).
 
Beda
En estas palabras el Salvador da a conocer que nada es la gloria de la vida presente.
 
San Agustín, in Joannem, tract. 43
Y dijo esto refiriéndose a lo que le habían dicho: "¿Quién te haces a ti mismo?". Por esto refiere su propia gloria al Padre, de quien es, por cuya razón añade: "Mi Padre es el que me glorifica". Los arrianos nos arguyen por esta frase en cuanto a nuestra fe, y dicen: "He aquí cómo es mayor el Padre que glorifica al Hijo". Herejes, ¿no habéis leído que el mismo Hijo dice que glorifica a su Padre?
 
Alcuino
Glorificó el Padre al Hijo en el día de su bautismo ( Mt 3), en el monte ( Mt 17) y en el tiempo de su pasión; también se dejó conocer el eco de su voz en presencia de la multitud ( Jn 12), y después de su pasión lo resucitó y lo colocó a la derecha de su Majestad ( Ef 1; Heb 1). Y añadió: "El que vosotros decís que es vuestro Dios".
 
Crisóstomo, ut sup
Con esto les quiso dar a conocer el Salvador que no sólo no conocían a su Padre, sino que tampoco a Dios.
 
Teofilacto
Porque si conociesen verdaderamente al Padre, venerarían a su Hijo. Mas desprecian a Dios, quien prohibe el homicidio en la Ley, al clamar contra Jesucristo. Por esto añade: "Y no le conocisteis".
 
Alcuino
Como diciendo: "vosotros le llamáis de un modo material vuestro Dios, y le servís por las cosas temporales, pero no le conocisteis como debe ser conocido, y por eso no sabéis servirle espiritualmente".
 
San Agustín, ut sup
Dicen algunos herejes que Dios, tal como fue anunciado en el Antiguo Testamento, no era el Padre de Jesucristo, sino que Este era no sé qué príncipe de los ángeles malos. Y contra lo que ellos creían decía el Salvador que era su Padre Aquél a quien ellos llamaban su Dios. Y no le conocieron, porque si le hubiesen conocido hubiesen recibido a su Hijo. Por esto, hablando de sí mismo, añade: "Mas yo le conozco". Atendiendo al espíritu mundano, pudo dar motivo para que los que le juzgaban le considerasen como orgulloso. Pero no debe precaverse la soberbia hasta el punto de faltar a la verdad, por lo que añade: "Y si dijere que no le conozco, seré mentiroso como vosotros".
 
Crisóstomo, ut sup
Como diciendo: "así como vosotros mentís diciendo que le conocéis, mentiría yo si dijese que no le conocía". Pero la prueba de que efectivamente la conocía es que había sido enviado por El. Y esto es lo que dice a continuación: "Mas le conozco".
 
Teofilacto
Y en realidad tenía un verdadero conocimiento de El, porque era lo mismo que el Padre. Y por eso mismo, como se conocía a sí mismo conocía al Padre. Y da una prueba de que le conoce, añadiendo: "Y guardo su palabra", llamando palabra a sus mandamientos. Algunos entienden que cuando dice: "guardo su palabra", quiere decir la razón de su esencia. Porque es una misma la razón de la existencia del Padre y la del Hijo. Y así conozco al Padre. Y en cuanto al sentido en que esto se toma debe entenderse conozco al Padre, porque guardo su palabra y su razón.
 
San Agustín, ut sup
Además, hablaba las palabras del Padre, como Hijo suyo que es. Y Este mismo era el Verbo del Padre, que hablaba a los hombres.
 
Crisóstomo, ut sup
Y como habían dicho: "¿Por ventura eres tú mayor que nuestro padre Abraham?", nada dice de la muerte. Pero manifiesta a continuación que es mayor que Abraham, cuando añade: "Abraham, vuestro padre, deseó con ansia ver mi día, le vio y se gozó", a saber, por el beneficio que recibe de mí, como mayor.
 
Teofilacto
Es como si dijere que tuvo a su día como deseable y lleno de alegría, y no como alguna cosa de poco interés o casual.
 
San Agustín, ut sup
No temió, sino "deseó con ansia ver". Ciertamente creyendo, se alegró esperando. Y así vio con la mente mi día. Puede dudarse si se refería a la vida temporal del Señor en que había de venir en carne mortal, o si se refería al día del Señor, que no tiene principio ni fin. Pero yo no dudo que el padre Abraham lo sabía todo. Porque dijo a su siervo cuando le mandó a pedir esposa para su hijo Isaac: "Pon tu mano bajo mis muslos, y júrame por el Dios del cielo" ( Gén 24,2). Luego, ¿qué significaba aquel juramento sino que daba a entender que de la descendencia de Abraham habría de venir en carne mortal el Dios del cielo?
 
San Gregorio, in Evang. hom. 15
Y entonces también vio Abraham el día del Señor, cuando dio hospitalidad a tres ángeles, en quienes vio la figura de la Trinidad beatísima.
 
Crisóstomo, in Ioannem, hom.54
Y también llamó su día al día de la crucifixión, el que prefiguró Abraham ofreciendo el carnero en vez de su hijo Isaac ( Gén 22). Con esto se demostraba que no vino obligado a sufrir la pasión. Y manifestando que ellos no pensaban como Abraham, porque éstos se lamentan de aquello mismo de que aquél se alegraba.
 
San Agustín, ut sup
¿Y qué gozo no sería el de aquel corazón que vio al Verbo brillando en el esplendor de los santos a la vez que continuaba unido al Padre, y que en algún tiempo vendría hecho hombre sin separarse del seno del Padre?
   
57-59
Y los judíos le dijeron: "¿Aún no tienes cincuenta años y has visto a Abraham?" Jesús les dijo: "En verdad, en verdad os digo, que antes que Abraham fuese, yo soy". Tomaron entonces piedras para tirárselas: mas Jesús se escondió y salió del templo. (vv. 57-59)
 
San Gregorio, in Evang. hom. 18
Como los pensamientos de los judíos eran carnales, cuando oían las palabras de Jesucristo, no levantaban los ojos de la carne, porque no veían en El otra cosa que sólo la edad de la carne. Por esto sigue el Evangelista: "Y los judíos le dijeron: ¿aún no tienes cincuenta años y has visto a Abraham?" Como diciendo: "muchos años han pasado desde que murió Abraham; ¿y cómo vio tu día?" Pues entendían esto en sentido material.
 
Teofilacto
El Salvador tenía entonces treinta y tres años, ¿por qué no dijeron, pues, aún no tienes cuarenta años, sino que dijeron cincuenta? Esta pregunta es inútil. Sencillamente porque dijeron lo que se les ocurrió. Pero la contestan algunos diciendo que dijeron cincuenta en reverencia del año quincuagésimo, a que llamaban del jubileo. En este año daban la libertad a los cautivos y cedían las posesiones que habían comprado ( Lev 26; Núm 23).
 
San Gregorio, ut sup
El Salvador consiguió con su bondad, levantar aquellos de las miras humanas a la contemplación de la divinidad. Por esto sigue: "Jesús les dijo: en verdad, en verdad os digo, que antes que Abraham fuese, yo soy". Antes es el tiempo pasado, soy es el tiempo presente. Pero la divinidad no tiene tiempo pasado ni futuro sino que siempre es. Por esto no dijo antes que Abraham yo fui, sino que dijo "antes que Abraham fuese yo soy", de acuerdo con aquellas palabras del Exodo: "Yo soy el que soy" ( Ex 3,14). Luego, antes y después de Abraham existió también, pero pudo acercarse por la manifestación de su presencia, y pudo retirarse por el curso de su vida.
 
San Agustín, in Joannem, tract. 43
Y por lo mismo que Abraham era criatura no dijo: "antes que Abraham fuese", sino: "antes que Abraham fuese hecho". Ni tampoco dijo: "yo he sido hecho, porque "en el principio existía el Verbo" ( Jn 1,1).
 
San Gregorio, ut sup
Mas como las imaginaciones de los infieles no podían comprender estas palabras de eternidad, se propusieron abrumar a Aquél a quien no podían entender. Por esto sigue: "Tomaron entonces piedras para tirárselas".
 
San Agustín, ut sup
¿A dónde iba a recurrir la dureza de ellos, sino a sus semejantes (esto es, a las piedras)?
 
Teofilacto
Y después que el Señor había concluído de enseñarles todo lo que afectaba a su persona, los judíos le arrojan piedras, pero los abandona como aquéllos que no admiten corrección. Por esto sigue el Evangelista: "Mas Jesús se escondió y se salió del templo". No se escondió en un ángulo del templo como temiendo, ni huyendo se entró en alguna choza, ni se ocultó a la espalda del muro, o a la sombra de alguna columna, sino que en virtud de su gran poder se hizo invisible para los que le tendían asechanzas, y salió por en medio de ellos.
 
San Gregorio, ut sup
Si hubiera querido ejercer el poder de su divinidad, los hubiese envuelto en sus propios golpes con el mandato tácito de su voluntad, o los hubiese sujetado a las penas de una muerte repentina; mas el que había venido a sufrir no quería juzgar.
 
San Agustín, ut sup
Debía más bien enseñar la paciencia que ejercitar el poder.
 
Alcuino
Y por esto huyó, porque aún no había llegado la hora de su pasión, y porque El no había elegido esta clase de muerte.
 
San Agustín, ut sup
Luego, como hombre huyó de las piedras, pero ¡ay de aquéllos, de cuyos corazones de piedra huye el Señor!
 
Beda
En sentido místico, cuando alguno se detiene en los malos pensamientos, arroja sobre Jesús tantas piedras cuantos son aquéllos pensamientos. Por tanto, en cuanto le corresponde, si pasa al delirio de la pasión, mata a Jesús.
 
San Gregorio, ut sup
¿Y qué dio a entender el Señor escondiéndose, sino que su misma verdad se esconde de aquellos que desprecian sus preceptos? Y la verdad huye de aquella alma a quien no encuentra humilde. ¿Y qué nos da a conocer con este ejemplo, sino que también debemos retirarnos humildemente ante la furia de los soberbios, aunque podamos resistir?