CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO |
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35-38 - 39-42 - 43-45 - 46-54 | |
01-06 |
Y cuando entendió Jesús
que los fariseos habían oído que El hacía más discípulos y bautizaba
más que Juan (aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos), dejó la
Judea y se fue otra vez a Galilea. Debía, por tanto, pasar por
Samaria. Vino, pues, a una ciudad de Samaria, que se llamaba Sicar,
cerca del campo que dio Jacob a su hijo José. Y estaba allí la fuente
de Jacob. Jesús, pues, cansado del camino, estaba allí sentado sobre
la fuente. Era como la hora de sexta. (vv. 1-6)
Glosa
Después que el Evangelista manifestó cómo
San Juan reprimió la envidia de sus discípulos, envidia que habían
concebido por el progreso de la predicación de Jesucristo, manifiesta
aquí cómo Jesucristo enfrentó también la malicia de los fariseos, los
cuales también eran agitados contra El por la misma causa: la envidia.
Por esto dice: "Y cuando entendió Jesús que los fariseos habían oído",
etc.
San Agustín,
In Ioannem tract., 15
Ciertamente el Señor, si hubiera sabido
que los fariseos habían conocido, respecto de El, que hacía muchos
discípulos y que bautizaba a muchos, con el fin de que esto
contribuyese a su salvación por su seguimiento, no hubiese abandonado
Judea sino que hubiese permanecido allí por ellos. Mas como conoció su
perversa intención y su envidia, y que no habían aprendido de El para
seguirle sino para perseguirle, se marchó de allí. Podía, en verdad,
quedarse allí, y no ser preso si no hubiera querido, pero en todo lo
que hizo como hombre quiso dar ejemplo a todos los que habrían de
creer en El, y para que no crea ningún siervo de Dios que peca si se
va a otro lugar cuando ve el furor de los que le persiguen. Hizo,
pues, esto aquel Maestro bueno, para enseñarnos, no porque tuviese
temor.
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 30
Hizo esto también para calmar la envidia
de aquéllos. Y era conveniente que hiciera esto para que no se dejase
de creer que se había encarnado. Porque si hubiese sido preso y se
hubiese escapado, la verdad de que se había encarnado hubiera sido
sospechosa.
San Agustín
Acaso os parezca extraño que se diga:
"bautizaba más que Juan", y a continuación se añada: "aun cuando Jesús
no bautizaba". ¿Cómo es esto? ¿Era mentira lo que se había dicho y por
esto se rectifica?
Crisóstomo,
ut supra
No era el mismo Jesucristo el que
bautizaba, sino que los que referían esto lo contaban así a fin de
despertar la envidia de aquellos que los oían, esto es, que Jesucristo
bautizaba mucho más que San Juan. Y por qué razón El no bautizaba lo
había predicho ya San Juan, diciendo: "El os bautizará en el Espíritu
Santo y en el fuego" ( Lc 3,16). Todavía no
enviaba al Espíritu Santo; por lo tanto puede decirse con toda
propiedad que no bautizaba. Lo hacían sus discípulos, queriendo atraer
a muchos a la doctrina. Y para que no se reuniesen constantemente los
que le seguían con los que habían de creer en El, como hizo con Simón
y su hermano, determinaron bautizar; porque nada más tenía el bautismo
de los discípulos que lo que tenía el bautismo de San Juan, pues uno y
otros carecían de aquello que es propio del Espíritu de la gracia, y
ambos reconocían una misma causa, a saber, conducir a Cristo los que
eran bautizados.
San Agustín
Uno y otro bautismo eran verdaderos,
porque Jesús bautizaba y no bautizaba; bautizaba, porque limpiaba de
los pecados, y no bautizaba porque no derramaba el agua. Los
discípulos ejercían el ministerio de las cosas corporales y El lo
revestía de cierta majestad
1. Por
tal razón se ha dicho: "Este es el que bautiza" ( Jn
1,33).
Alcuino
Suele preguntarse también si se dispensaba
en el bautismo de Cristo la gracia del Espíritu Santo, porque se dice:
"El Espíritu Santo no se había concedido aún, puesto que Jesús todavía
no había sido glorificado" ( Jn 7,39). Pero
debe tenerse en cuenta que se dispensaba la gracia del Espíritu Santo,
aunque no de una manera tan evidente como se dio después de la
Ascensión por medio de las lenguas de fuego. Porque así como
Jesucristo siempre tenía el Espíritu en la humanidad que tenía
consigo, sin embargo, el Espíritu Santo bajó sobre El en forma de
paloma, de una manera visible, después de su bautismo. Y así, antes de
la venida real y visible del Espíritu Santo, los buenos pudieron
tenerle, aunque de una manera latente.
San Agustín,
Ad Seleucianum epist. 108
Entendemos que los discípulos de
Jesucristo ya habían sido bautizados, unos con el bautismo de San
Juan, como opinan algunos, y otros (lo que es más creíble) con el
bautismo de Jesucristo. Y no se desdeñó en administrarles el bautismo
para tener a sus siervos bautizados, por medio de los cuales
bautizaría a los demás, ya que tampoco consideró ministerio humillante
el suyo cuando les lavó los pies.
Crisóstomo,
ut supra
Marchándose Jesucristo de Judea, se
aproxima de nuevo a los lugares que antes había dejado. Por esto
añade: "Y otra vez se fue a Galilea". Porque así como los apóstoles
fueron expulsados por los judíos y se marcharon a los gentiles, así
Jesucristo se marchó donde los samaritanos y, sin embargo, quiso
quitar todo motivo de excusa a los judíos dando a entender que no iba
a los samaritanos sino como de paso, lo cual describe el Evangelista,
aunque de modo implícito, diciendo: "Debía, pues, pasar por Samaria".
Recibió esta denominación porque el monte de Samaria se llamaba Somer,
por el nombre del que lo poseía. Los que allí habitaban en otro tiempo
no se llamaban samaritanos, sino israelitas. Andando el tiempo
ofendieron a Dios, y el rey de los asirios no quiso que continuasen
viviendo allí, sino que los llevó a Babilonia y a Media
2, e
hizo habitar en Samaria a otras gentes que trajo de diversos lugares.
Mas queriendo el Señor dar a conocer que no había entregado a los
judíos por su ignorancia sino por sus pecados, envió sobre aquellos
bárbaros una multitud de leones que los herían. Se dio conocimiento de
esto al rey y entonces les envió un sacerdote para que los instruyese
en la Ley del Señor. Y, sin embargo, no por ello desistieron en
absoluto de aquella impiedad, sino sólo en parte. Con el transcurso
del tiempo habían vuelto a caer algunos en la idolatría, aunque a la
vez adoraban a Dios; éstos, por el nombre del monte, se llamaban a sí
mismos samaritanos.
Beda
Y por lo tanto, era conveniente que Jesús
pasase por Samaria, porque está colocada entre Judea y Galilea. Es
Samaria una ciudad de la célebre provincia de Palestina, tan grande
que toda la región asociada se llama Samaria. Y el Evangelista dice a
qué parte de aquella región vino el Señor, cuando añade: "Vino, pues,
a una ciudad de Samaria, que se llama Sichar".
Crisóstomo,
ut supra
Aquel lugar se encontraba donde Leví y
Simeón, por causa de Dina, hicieron la gran matanza (
Gén 34)
3.
Teofilacto
Después que los hijos de Jacob abandonaron
aquella ciudad, matando a los sichimitas, dejaron la ciudad desierta,
ciudad que mucho tiempo antes había dado Jacob en heredad a su hijo
José. Por esto se dice en el Génesis: "Te doy una parte a más de lo
que doy a tus hermanos, la que quité de mano del Amorrheo por medio de
mi espada y de mi arco" ( Gén 48,22). Y a
esto añade: "Cerca del campo que dio Jacob a su hijo José".
Prosigue: "Y estaba allí la fuente de
Jacob".
San Agustín,
In Ioannem tract., 15
Era un pozo, pero todo pozo es fuente,
aunque no toda fuente es pozo. Cuando el agua nace de la tierra y se
ofrece ella misma a los que desean sacarla, se llama fuente, y si nace
a mano o en la superficie de la tierra, se llama sólo fuente; pero si
está en lo alto y en lo profundo, se llama pozo, pero no pierde el
nombre de fuente.
Teofilacto
¿Y por qué el Evangelista hace mención de
aquel campo y de aquella fuente? En primer lugar, para que cuando se
oiga que dice aquella mujer: nuestro padre Jacob nos dio esta fuente,
no te sorprendas. En segundo lugar, porque al citar el pozo y el campo
se nos dice que todo lo que los patriarcas habían conocido por la fe
que tenían en Dios, los judíos lo perdieron por su impiedad, y que sus
lugares habían sido entregados a los gentiles. Por lo que nada nuevo
sucede ahora, cuando los gentiles han sustituido a los judíos en la
adquisición del reino de los cielos.
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 30
Y Jesucristo, al llegar a Samaria,
rechazando la vida cómoda y tranquila y emprendiendo una laboriosa, no
se sirve de animales de transporte. Marcha con dificultad y se fatiga
por el camino, dándonos a conocer que de tal manera seamos ajenos a
las cosas superfluas que hasta nos privemos de muchas cosas que nos
son necesarias. Y esto es lo que manifiesta el Evangelista cuando
dice: "Jesús, pues, cansado del camino".
San Agustín,
ut supra
Como diciendo: encontramos a Jesús fuerte
y débil. Fuerte, porque en el principio era el Verbo (
Jn 1,1) y débil, porque este Verbo se hizo
carne ( Jn 1,14). Y así, Jesús, como débil,
fatigado del camino, estaba sentado junto a la fuente.
Crisóstomo,
ut supra
Como diciendo: no en un trono, ni en
almohadas, sino sencillamente como sucedía sobre la tierra. El
sentarse tiene por objeto descansar del trabajo y esperar a sus
discípulos, y porque ya hacía calor, refrescar su cuerpo junto a la
fuente. Por esto sigue: "Era como la hora de sexta".
Teofilacto
Y para que nadie acuse al Señor por haber
venido a Samaria, siendo así que El lo tenía prohibido a sus
discípulos, explica la razón por la que estaba sentado cerca de aquel
lugar: por el cansancio del camino.
Alcuino
En sentido espiritual, el Señor abandona
Judea, esto es la infidelidad de aquellos que lo rechazaron; y con los
apóstoles se marchó a Galilea, esto es, a la volubilidad de este
mundo, enseñando a los suyos a pasar de los vicios a las virtudes. El
campo yo creo que fue dejado a Jesucristo mejor que a José, cuya
figura era Aquél a quien en realidad adoran el sol, la luna y todas
las estrellas. A este campo vino el Señor, para que los samaritanos
(que deseaban apropiarse la herencia del patriarca de Israel)
conociesen a Jesucristo y se convirtiesen a El, porque era el heredero
legítimo del patriarca.
San Agustín,
ut supra
Su camino es la carne que ha tomado por
nosotros. Porque el que está en todas partes, ¿a dónde va sino porque
ha venido a nosotros y ha tomado la forma de nuestra carne visible? ¿Y
cómo se fatigó del camino quien no podía fatigarse sino en la carne?
¿Y por qué en la hora sexta? Porque era en la sexta edad del mundo.
Debe considerarse como una hora la primera edad desde Adán hasta Noé;
la segunda, desde Noé hasta Abraham; la tercera, desde Abraham hasta
David; la cuarta, desde David hasta la migración de Babilonia; la
quinta, desde la migración de Babilonia hasta el bautismo de San Juan,
y aquí empieza la sexta.
San Agustín,
Lib 83 quaest. qu. 65
Nuestro Señor vino al pozo en la hora
sexta. Yo veo en el pozo una profundidad oscura. Creo que debo
entender las partes más profundas de este mundo, esto es, las
terrenas, a donde vino nuestro Señor Jesucristo en la hora sexta, esto
es, en la sexta edad del género humano, como en la vejez del hombre
antiguo, del que se nos manda desnudarnos, para vestirnos de nuevo.
Porque la sexta edad es tanto como la ancianidad; y la primera es como
la infancia; la segunda como la infancia; la tercera como la
adolescencia; la cuarta como la juventud, y la quinta como la
virilidad. También en la hora sexta vino el Señor al pozo, esto es, en
medio del día, porque ya principió este sol visible a declinar hacia
su ocaso. Porque se nos disminuye la complacencia de las cosas
visibles a nosotros, los llamados por Jesucristo, para que el hombre
interior, recreado por el afecto de las cosas invisibles, se vuelva a
la luz interior que nunca se apaga. Y en cuanto a que se sentó,
representa la humildad. O, siendo que así es como acostumbran a
sentarse los doctores, manifiesta la persona del Maestro.
Notas
1. La
eficacia del bautismo cristiano no reside en la acción ni en la
dignidad de quien lo administra, sino en la eficacia de la muerte y
resurrección del Señor Jesús ( Rm 6,3-4).
2.
Tierra de los medos, actual Irán.
3. La
identificación entre Sicar y Siquém presenta dificultades. La primera
es el nombre de la población samaritana donde se produce el encuentro
del que da cuenta el evangelista San Juan. La segunda es la tierra
donde vivía Siquén, hijo de Jamor, el jeveo ( Gén
33,18-20 - 34,1-3). Sobre la matanza aludida ver Gén
34, 24-29.
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07-12 |
Vino una mujer de Samaria
a sacar agua. Jesús le dijo: "Dame de beber, porque sus discípulos
habían ido a la ciudad a comprar de comer". Y aquella mujer samaritana
le dijo: "¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy
mujer samaritana?" Porque los judíos no tienen trato con los
samaritanos. Respondió Jesús, y le dijo: "Si supieres el don de Dios,
y quién es quien te dice dame de beber, tú de cierto le pidieras a El,
y te daría agua viva". La mujer le dijo: "Señor, no tienes con qué
sacarla, y el pozo es hondo: ¿De dónde, pues, tienes el agua viva?
¿Por ventura eres tú mayor que nuestro padre Jacob, el cual nos dio
este pozo, y él bebió de él, y sus hijos, y sus ganados?" (vv. 7-12)
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 30
Y como desobedece lo mandado por Sí mismo,
al hablar con los samaritanos, puso el Evangelista muchas causas por
las que tuvo para hablar con aquella mujer. No había ido
intencionadamente para hablar con los samaritanos, pero tampoco debía
rechazar a la que venía a El. Por esto dice: "Vino una mujer de
Samaria, a sacar agua". Y véase cómo da a conocer a la mujer que viene
a buscar agua por el calor.
San Agustín,
In Ioannem tract., 15
Esta mujer representa la Iglesia, no
justificada, sino ya para serlo. Contiene también la imagen de la cosa
que procede de los extraños. Los samaritanos eran extraños, aunque
habitaban lugares próximos; asimismo había de venir la Iglesia de los
gentiles, distinta de los judíos por su origen.
Teofilacto
Encontró el Salvador ocasión oportuna de
hablar con aquella mujer que vino al pozo, hablando de la sed. Por
esto sigue el Evangelista: "Jesús le dijo: dame de beber". Porque
tenía sed en cuanto a la naturaleza humana, tanto por el cansancio del
camino cuanto por el calor.
San Agustín,
Lib. 83 queast. qu. 64
En realidad lo que tenía Jesús era sed de
la fe de aquella mujer. Siempre tiene el Señor sed por la fe de
aquellos por los cuales ha derramado su sangre.
Crisóstomo,
ut supra
Aprendemos en esto del Salvador, no sólo a
tener la fortaleza suficiente en los caminos, sino también a
olvidarnos acerca de lo que habremos de comer, porque los discípulos
del Salvador no llevaban viandas. Por esto añade: "Porque sus
discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer". De aquí que
también el Evangelista manifiesta que Jesucristo es humilde, en cuanto
se queda solo. Y en verdad que podría, si hubiera querido, o no enviar
a todos, o tener otros que le acompañasen cuando se marchasen sus
discípulos. Pero no lo quiso porque así acostumbraba a sus discípulos
a prescindir de toda soberbia. Pero se dirá: ¿cómo puede llamar la
atención que los discípulos fueran humildes, si eran pescadores y
albañiles? Pero de pronto se hicieron más respetables que todos los
reyes, en cuanto empezaron a tratar y a seguir al Señor de todo el
orbe. Especialmente sucede que cuando algunos salen de familias
humildes y obtienen dignidades, fácilmente se hacen soberbios, como no
acostumbrados a tanto honor. Mas reteniendo el Salvador a sus
discípulos en el estado humilde que antes tenían, les enseñaba a que
se dominasen en todos los conceptos. La mujer que oye: "Dame de
beber", se vale sagazmente de las palabras de Cristo para formular la
pregunta que siguió. Por lo que continúa el Evangelista: "Díjole la
mujer: ¿Cómo tú, siendo judío", etc.? Presumió que era judío por el
aspecto exterior y por el lenguaje. Obsérvese el carácter inquisitivo
de esta mujer, porque aunque Jesucristo debía tomar precauciones para
comunicarse con ella, no le sucedía a ella lo mismo respecto de
Jesucristo. Puesto que no dice el Evangelista que los samaritanos no
debían comunicarse con los judíos, sino que indica antes: "porque no
comunican los judíos con los samaritanos". Los judíos, al volver de la
cautividad, miraban con recelo a los samaritanos, considerándolos como
extranjeros y enemigos, dado que no se servían de todas las
Escrituras, no aceptando sino los libros de Moisés, sin cuidarse para
nada de los libros de los Profetas. Ponían todo su empeño en
inmiscuirse con la nobleza judía, en tanto que los judíos los miraban
con el mismo horror con que abominaban a las demás naciones.
San Agustín,
In Ioannem tract., 13
Se abstenían completamente de servirse de
sus vasijas. Por tal razón aquella mujer, que era la que llevaba la
vasija para sacar el agua, queda sorprendida porque un judío le pidió
agua para beber, cosa que no acostumbraban hacer los judíos.
Crisóstomo
¿Y cómo Jesús le pidió agua para beber, si
la Ley no se lo concedía? Si alguno dijere que porque ya sabía de
antemano que ella no se la había de dar, se dirá que ni aun por esto
convenía pedírsela. Hay que decir, pues, que se la pidió porque en
realidad era indiferente prescindir en adelante de tales observancias.
San Agustín,
ut supra
Aquél que pedía de beber tenía sed de la
fe de la mujer aquella. Por esto sigue: "Respondió Jesús, y le dijo:
si supieres el don de Dios", etc.
Orígenes,
In Ioannem tom., 14
Es una especie de dogma: que nadie recibe
gracia de Dios si no la pide. El Padre manda al mismo Salvador que
pida y le dará, según aquellas palabras del salmo: "Pídeme, y te daré
a todas las gentes por heredad" ( Sal 2,8). Y
el mismo Salvador dice: "Pedid y se os dará" ( Lc
11,9) y por lo tanto, dice claramente, si hubieses pedido te hubiese
dado.
San Agustín,
Lib 83, quaest. qu. 84
Y en esto da a conocer que no había pedido
aquella agua que la mujer entendía, sino que El tenía sed de la fe de
ella y que deseaba comunicarle el Espíritu Santo. Entendemos
perfectamente por agua viva lo que es un don de Dios, como El mismo
dice: "Si conocieres el don de Dios", etc.
San Agustín,
ut supra
Se llama vulgarmente agua viva la que sale
de una fuente. Y aquella que se coge de la lluvia en lagunas o algibes
1 no se
llama así, aunque haya mandado de alguna fuente y haya sido recogida
en algún lugar, aun cuando no se sepa de dónde haya nacido, sino que
haya caído de las nubes. Como está separada de la comunicación con
fuente alguna no se llama agua viva.
Crisóstomo,
ut supra
También la Sagrada Escritura en unas
ocasiones llama fuego a la gracia del Espíritu Santo, y en otras agua,
manifestando que estos nombres no representan la esencia de la cosa
sino su acción. El nombre de fuego representa que éste se levanta y
causa la gracia y que consume los pecados de una manera misteriosa. Y
cuando le llama agua significa la purificación que experimenta el alma
y el gran consuelo que produce en los que le reciben.
Teofilacto
Llama agua viva a la gracia del Espíritu
Santo, esto es, vivificante, refrescante y motriz, porque la gracia
del Espíritu Santo siempre mueve a aquél que obra bien, disponiendo
cosas elevadas en su corazón.
Crisóstomo,
ut supra
Entre tanto el Señor quería separarla de
toda sospecha baja según la cual creería aquella mujer que El sería
uno de tantos. Pues la mujer, creyendo honrarle mucho, le llama Señor.
Sigue, pues: "La mujer le dijo: no tienes con qué sacarla, y el pozo
es hondo: ¿de dónde, pues, tienes el agua viva?"
San Agustín,
In Ioannem tract., 15
Véase cómo entendió el agua viva, esto es,
el agua que brota de una fuente. Como diciendo: tú me quieres dar agua
viva, siendo así que yo llevaba con qué sacarla y tú no. Por lo tanto
tú no puedes darme de esta agua viva, porque no tienes de dónde
sacarla; acaso me la ofreces de otra fuente. "¿Por ventura eres tú
mayor que nuestro Padre Jacob?", etc.
Crisóstomo,
ut supra
Como diciendo: no puedes decir que Jacob
nos dio esta fuente y que él se sirvió de otra, porque él y todos los
que le pertenecían bebían de ésta, lo cual no hubiera sucedido si
hubieran tenido otra mejor; luego no puede dar agua esa otra fuente;
no puedes decir que tienes otra mejor sino presentándote como mayor
que Jacob. Por lo tanto, ¿de dónde tienes esa agua que ofreces darnos?
Teofilacto
Cuando dice: "Y sus ganados", se demuestra
la abundancia del pozo. Como diciendo: no sólo es buena el agua,
puesto que Jacob la bebía y sus hijos, sino que además es tan
abundante que podía saciar la sed de todos los rebaños de aquel
patriarca.
Crisóstomo,
ut supra
Véase cómo se incluyó a sí misma en el
linaje de los judíos. Porque los samaritanos reconocían a Abraham como
su progenitor, porque había vivido en Caldea; y llamaban padre a
Jacob, que era su nieto.
Beda
Llama padre suyo a Jacob, porque también
vivía sometido a la Ley de Moisés y porque poseía el campo que Jacob
había dado a su hijo José.
Orígenes,
In Ioannem tom., 14
En sentido espiritual la fuente de Jacob
son las Sagradas Escrituras; porque los que están instruidos en ellas
beben en las mismas como Jacob y sus hijos. Y los que son sencillos e
ignorantes beben como los rebaños de Jacob.
Notas
1.
Algibes quiere decir sierras, serranías.
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13-18 |
Jesús respondió, y le
dijo: "Todo aquél que bebe de esta agua volverá a tener sed; mas el
que bebiere del agua que yo le daré, nunca jamás tendrá sed; pero el
agua que yo le daré se hará en él una fuente de agua que saltará hasta
la vida eterna". La mujer le dijo: "Señor, dame esa agua, para que no
tenga sed ni venga aquí a sacarla". Jesús le dijo: "Ve, llama a tu
marido y ven aquí". La mujer respondió, y dijo: "No tengo marido".
Jesús le dijo: "Bien has dicho no tengo marido: porque cinco maridos
has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido: esto has dicho con
verdad". (vv. 13-18)
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 31
Cuando la mujer había preguntado: "¿Por
ventura eres tú mayor que nuestro padre Jacob?" no dijo el Salvador:
soy mayor, para que no apareciese que quería vanagloriarse. Sin
embargo lo manifestó por lo que dijo en seguida. Prosigue: "Jesús
respondió, y le dijo: Todo aquél que bebe de esta agua, volverá a
tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, nunca jamás
tendrá sed, y se hará en él una fuente", etc. Como diciendo: si Jacob
fue admirable porque dio esta agua, si yo te doy una mejor que ésta,
¿qué dirás? Y no hace esta comparación a modo de desprecio, sino en
relación a su alta dignidad. Y no dice que esta agua es mala ni
despreciable, sino que dice aquello mismo que la naturaleza atestigua,
a saber: que todo el que bebe de esta agua volverá a tener sed.
San Agustín,
In Ioannem tract., 15
Lo cual es verdadero, ya se trate del agua
material o ya de aquella que ésta representa; porque el agua está en
el pozo, y las pasiones del mundo en una profundidad oscura, de donde
las sacan los hombres con la vasija de sus pasiones. Porque el que no
realiza los deseos, no puede llegar a los placeres. Y cuando alguno
llega hasta los placeres de esta vida, ¿no tiene sed de nuevo? Luego
el que bebe de esta agua tendrá sed otra vez. Mas si recibe agua de
mí, no tendrá sed eternamente. ¿Y cómo tendrán sed otra vez los que
estén embriagados por la abundancia de la casa de Dios? (
Sal 35). Prometía, por lo tanto, cierto
alimento y la saciedad del Espíritu Santo.
Crisóstomo,
ut supra
Manifiesta la grande excelencia de esta
agua, a saber: porque todo el que bebiese de ella no tendría sed
eternamente, por lo que dice a continuación. Prosigue, pues: "Pero el
agua que yo le daré se hará en él una fuente de agua que saltará hasta
la vida eterna". Como si dijera: así como el que tiene una fuente
dentro de sí mismo nunca puede ser afligido por la sed, del mismo modo
el que tiene esta agua, esto es, la que yo le daré.
Teofilacto
Porque el agua que yo doy, constantemente
se multiplica. El fundamento y el principio lo reciben los santos por
medio de la gracia y luego ellos mismos negocian y trabajan por su
aumento.
Crisóstomo,
ut supra
Véase cómo aquella mujer era conducida
poco a poco a la altura de los grandes misterios. Porque primeramente
creyó que el Salvador era algún malvado de los judíos. Después, oyendo
decir "agua viva", creyó que se trataba del agua material. Después,
diciendo que se trataba de cosas espirituales, creyó, en verdad, que
podía haber una agua capaz de apagar para siempre la sed. Aunque
todavía no sabía qué agua sería ésta, la pedía creyendo que sería
mejor que todas las aguas materiales. Por esto añade: "La mujer le
dijo: Señor, dame esa agua para que no tenga sed ni venga aquí a
sacarla". En este concepto le cree superior al patriarca Jacob, de
quien tenía formada una opinión tan alta.
San Agustín,
ut supra
O de otra manera: aún se fijaba en lo
material aquella mujer. Se complacía en no tener sed y creía que era
esto lo que el Señor le había ofrecido, pero en sentido material. Dios
había concedido en una ocasión a su siervo Elías que no tuviese ni
hambre ni sed en el espacio de cuarenta días. Y el que puede hacer
esto por cuarenta días, ¿no podría darlo para siempre? (
1Re 19). Complacida, pues, con tal obsequio,
le ruega que le dé agua viva. Por esto sigue: "La mujer le dijo:
Señor, dame esa agua para que no tenga sed ni venga aquí a sacarla".
La pedía por evitarse el trabajo, porque, como persona débil, rehusaba
el trabajar. Ojalá que hubiese oído: "Venid a mí todos los que
trabajáis y estáis cargados, y yo os aliviaré" ( Mt
11,28). Y esto lo decía Jesús para que ya no trabajase; pero ella aún
no lo entendía. Finalmente, quiso el Señor que le entendiese. Por esto
sigue: "Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido y ven acá". ¿Qué es esto?
¿Acaso quería darle aquella agua por medio de su trabajo? Pero ella
aún no lo entendía; quería enseñarla por medio de su marido, así como
dice el Apóstol, refiriéndose a las mujeres: "que si alguna quiere
aprender pregunte a su marido en su casa" ( 1Cor
11,35). Pero lo que allí se dice era para cuando no estuviese Jesús
que enseñe. Mas como el mismo Señor era el que estaba presente, ¿qué
necesidad había de hablarle por medio de su marido? ¿Acaso habló por
medio de su marido a María Magdalena, que estuvo sentada junto a los
pies del Salvador?
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 31
Mas como la mujer lo pedía, deseando
recibir el agua ofrecida, le dijo el Señor: "llama a tu marido", dando
a entender que también él debía participar de aquello. Mas ésta,
deseando recibir el agua y ocultando su mala vida, creía aún que
hablaba solamente a un hombre. Por esto dice: "La mujer respondió, y
dijo: No tengo marido". Habiendo oído esto el Salvador, cree llegado
el momento de exponerle sobre las demás cosas, porque le cuenta
cuántos maridos ha tenido y le reprende por el que ahora ocultaba.
Prosigue: "Jesús le dijo: bien has dicho, no tengo marido".
San Agustín,
In Ioannem tract., 15
Entiéndase, en verdad, que esta mujer no
tenía entonces marido, pero tenía tratos ilícitos con no sé qué marido
ilegítimo. Por esto le habla oportunamente diciendo: "Has tenido cinco
maridos".
Orígenes,
In Ioannem tom., 13
Ve ahora si es posible que el pozo de
Jacob represente todas las Sagradas Escrituras. El agua de Jesús, las
cosas ocultas que motivaron la revelación, y que no es permitido a
todos poder escrutar; porque lo que está escrito ha sido dictado por
los hombres y lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni puede caber en
el alma humana, no puede reunirse en las Sagradas Escrituras; pero
pueden brotar de la fuente del agua que salta para la vida eterna (por
disposición del Espíritu Santo), y entonces se dan a conocer a
aquellos que ya no tienen un alma material, y que pueden decir con el
Apóstol: "Nosotros conocemos a Jesucristo" ( 1Cor
2,16). Por lo tanto, el que no conoce lo profundo de sus palabras, aun
cuando se contente con poco, otra vez dudará insistiendo. Mas el que
bebe el agua de Jesucristo es elevado a tal altura, que la fuente de
todo lo que desea brota en él, y los que desean agua en lo alto,
volando su imaginación, llegan a conseguir esta agua, que salta hasta
la vida eterna. Aquella mujer quería vivir sin el agua de Jacob de una
manera angelical y aprender la verdad de manera sobrehumana, porque
los ángeles no necesitan del pozo de Jacob para beber; pero cualquiera
comprende que la fuente del agua que brota hasta la vida eterna,
procedía del mismo Verbo; y por esto es que añade: "Señor, dame esa
agua". Pero es imposible aquí, sin recurrir a aquella que se saca del
pozo de Jacob, tomar el agua que es concedida por el Verbo. Por esto
parece que Jesús dice a la samaritana, cuando se la pide, que se la
daría, pero no en otro lugar sino en la fuente de Jacob. Por esto
sigue: "Le dice Jesús: Ve, llama a tu marido, y ven acá". Por lo
tanto, si tenemos sed, es muy conveniente tomar agua en primer lugar
del pozo de Jacob. Y además, como dice el Apóstol, "el marido del
alma, es la Ley" ( Rom 7).
San Agustín,
Lib. 83, quaest. qu. 64
Los cinco maridos representan los cinco
libros que se han escrito por Moisés. Así lo creen algunos. Respecto a
lo que dijo: "Y el que ahora tienes no es tu marido", creen algunos
que el Salvador decía esto refiriéndose a sí mismo. Porque éste sería
el sentido: primeramente has obedecido a los cinco libros de Moisés,
como si hubieran sido cinco maridos; mas el que tienes ahora (esto es,
el que oyes) no es tu marido, porque todavía no crees en él. Mas como
era detenida todavía por aquellos cinco maridos (esto es, por aquellos
cinco libros), no creyendo aún en Jesucristo, puede preguntarse cómo
pudo decir: "has tenido cinco maridos", como si ahora no los tuviese.
Además, cómo puede entenderse que el hombre pueda separarse de
aquellos cinco libros para creer en Jesucristo, cuando el que cree en
Jesucristo no debe abandonar aquellos cinco libros, sino entenderlos
mejor en sentido espiritual. Luego esto, debe entenderse también de
otro modo.
San Agustín,
In Ioannem tract., 15
Viendo Jesús que aquella mujer no le
entendía, y deseando que le entendiese, le dice: "Llama a tu marido",
esto es: presenta tu inteligencia. Porque cuando la vida está
ordenada, el entendimiento dirige al alma, perteneciendo al alma
misma; el entendimiento no es cosa distinta del alma, sino algo de
ella. Esto mismo que se llama entendimiento e inteligencia del alma,
es alumbrado por una luz superior. Y esta luz era la que hablaba
cuando hablaba con aquella mujer; pero faltaba el entendimiento en
ella. Y el Señor, como si dijese: quiero iluminar y no tengo a quien,
le dijo: "Llama a tu marido". Esto es: trae el entendimiento, por
medio del cual comprenderás, por quien serás dirigida. Mas ella, aun
sin llamar aquel marido, no lo entendió. Me parece que los cinco
primeros maridos del alma podemos interpretarlos por los cinco
sentidos corporales; antes que cada cual tenga uso de razón, no es
dirigido por otra cosa que por los sentidos de la carne. Mas cuando el
alma es capaz de sentir, o es dirigida por la sabia razón o por el
error. Pero el error no rige, sino que pervierte. Después de aquellos
cinco sentidos, aquella mujer aún erraba; mas aquel error no era su
legítimo marido, sino un adúltero. Por lo tanto, le dice Jesús: "Quita
este adúltero que te corrompe, y llama a tu marido para que me
entiendas".
Orígenes,
In Ioannem tom., 13
¿Y dónde era más oportuna esta refutación
de Jesús, en relación al marido de la samaritana, sino junto a la
fuente de Jacob? Puede también entenderse que el marido del alma es la
Ley, porque la samaritana, por la inconveniente interpretación de las
palabras de la Ley, se sujetaba al rito de los infieles como a su
marido ilegítimo. Y ahora es llamada a la Palabra de la verdad, que
habría de resucitar de entre los muertos, y que no había de morir ya
después.
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19-24 |
La mujer le dijo: "Señor,
veo que tú eres profeta: nuestros padres, en este monte adoraron, y
vosotros decís que en Jerusalén está el lugar en donde se debe
adorar". Jesús le dijo: "Mujer, créeme que viene la hora en que ni en
este monte, ni en Jerusalén, adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo
que no sabéis: nosotros adoramos lo que sabemos, porque la salud viene
de los judíos. Mas viene la hora, y ahora es cuando los verdaderos
adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Porque el Padre
también busca tales que le adoren. Dios es espíritu, y es menester que
aquéllos que le adoran le adoren en espíritu y verdad". (vv. 19-24)
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 31
Aquella mujer, reprendida por Jesucristo,
no se afligió, ni abandonándole se marchó. Sino que se admiraba y se
detenía y perseveraba. Por esto sigue el Evangelista: "La mujer le
dijo: Veo, Señor, que tú eres profeta". Como diciendo: como me has
demostrado lo que yo tenía oculto, me has dado a conocer que eres un
profeta.
San Agustín,
In Ioannem tract., 15
Aunque empezaba a venir a ella su marido,
aun no había venido del todo. Ya consideraba al Señor como a un
profeta, y en realidad que lo era. Pero, refiriéndose a sí mismo, el
Señor dice que ningún profeta es criticado en ninguna parte más que en
su patria ( Mt 13,57).
Crisóstomo,
ut supra
Además, como ella había sospechado esto,
no le preguntó cosa alguna, ni mundana ni temporal, ni que
perteneciese a la vida de la tierra. No le hablaba de la salud del
cuerpo, ni de dinero, ni de abundancias, ni de riquezas, sino
únicamente de doctrinas; porque la que antes era molestada a causa de
la sed, ahora andaba solícita de otra cosa: a saber, de la doctrina.
San Agustín,
ut supra
Y empieza a preguntar lo que más le llama
la atención, diciendo: "Nuestros padres, en este monte adoraron, y
vosotros decís que en Jerusalén está el sitio donde es menester
adorar". Había disentimientos entre los samaritanos y los judíos,
porque los judíos adoraban a Dios en el templo levantado por Salomón
y, por lo tanto, se creían mejores. Mas los samaritanos decían a esto:
¿cómo os jactáis vosotros de que tenéis un templo que nosotros no
tenemos? ¿Acaso nuestros padres, que ayer agradaron a Dios, le
adoraron en aquel templo? Mejor rogamos nosotros en este monte a Dios,
porque nuestros padres le adoraron en él.
Crisóstomo,
ut supra
Cuando dice "nuestros padres" se refiere a
aquellos que vivieron en el tiempo de Abraham, porque dicen que allí
ofreció a su hijo.
Orígenes,
ut supra
Los samaritanos creían que era santo el
monte que se llama Garizim (junto al que vivió Jacob), y en él
adoraban a Dios; mas los judíos creían que el monte Sión era sagrado,
y que aquél era el sitio elegido por Dios. Mas así como los judíos, de
quienes procedía la salud, servían de modelo para los que hablaban en
el sentido recto, los samaritanos servían para los que opinaban de
diferente modo. Por esto es que muy oportunamente los samaritanos se
daban a conocer en el monte Garizim, que quiere decir "distinción" o
"división", mas los judíos en el monte Sión, que quiere decir "lugar
de observación".
Crisóstomo,
ut supra
Mas Jesucristo no resuelve la cuestión en
seguida, sino que lleva a aquella mujer al conocimiento de cosas más
elevadas, de las que no le había hablado antes, hasta que ella le
confesó como profeta, para que oiga con gran certeza lo que habría de
decirle en adelante. Por esto sigue: "Jesús le dijo: Mujer, créeme",
etc. Y le dice "créeme", porque en toda ocasión nos es necesaria la
fe, como madre de todos los bienes, puesto que ella es la medicina de
la salvación, sin la que nada grande puede alcanzarse. Mas los que
tientan se parecen a aquellos que sin nave alguna intentan atravesar
el mar, porque como saben nadar un poco, creen que con esto es
bastante; pero cuando han avanzado algo quedan sumergidos.
San Agustín,
ut supra
Con razón, estando ya presente el marido,
oye aquella mujer: "créeme". Ya hay en ti quien crea. Empezaste a
tener conocimiento, mas si no creyereis, no entenderéis (
Is 7,9).
Alcuino
Cuando dice "que viene la hora" se refiere
al tiempo de la predicación del Evangelio (que ya estaba próximo).
Porque en esta época, habiendo desaparecido ya la sombra de las
figuras, podría la verdad ilustrar con su luz pura las inteligencias
de los que creyesen.
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 32
Era inútil que Jesucristo explicase el por
qué los padres adoraban en el monte y los judíos en Jerusalén. Por lo
tanto, nada dijo acerca de esto, sino que únicamente manifestó que los
judíos eran más dignos de consideración, no por el lugar, sino por la
inteligencia. Por esto añade: "Vosotros adoráis lo que no sabéis, pero
nosotros adoramos lo que sabemos, porque la salud viene de los
judíos".
Orígenes,
In Ioannem tom., 14
Cuando dice vosotros, por la significación
material de la palabra se entiende los samaritanos. Y en cuanto al
sentido de analogía, se entiende aquellos que opinan de diferente modo
respecto de las Sagradas Escrituras, o creen cosas diversas de lo que
nosotros creemos y, por lo tanto, viven en el error. La palabra
"nosotros", en su significado literal, designa a los judíos. Y en
cuanto a la alegoría, al Verbo divino y a todos aquellos que han sido
conformados por El en la verdad, obteniendo la salvación mediante las
tradiciones judías.
Crisóstomo,
ut supra
Los samaritanos adoraban lo que no
conocían, creyendo que Dios estaba circunscrito a ciertos sitios y que
era un Dios particular, no teniendo formada de El otra opinión que la
que tenían formada de los ídolos. Y, por tanto, confundían el culto de
Dios con el culto de los demonios. Mas los judíos estaban libres de
este error porque sabían que Dios era el dueño de todo el Universo.
Por esto dijo: "Nosotros adoramos lo que sabemos". Se cuenta a sí
mismo en el número de los judíos, hablando según la opinión de la
mujer, que le creía un profeta de los judíos. Por esto dijo:
"Adoramos", siendo así que es bien sabido que El es adorado por todos.
Y cuando dice: "Porque la salud viene de los judíos", no manifiesta
otra cosa que de allí habría de salir para todo el mundo todo lo más
saludable y puro. Allí comenzó a conocerse a Dios y a detestarse a los
ídolos. Y de allí nacieron otros dogmas. También allí tuvo principio
lo que es para nosotros, y fue para los judíos, motivo de adoración.
Llamó "salud" a su presencia, cuando dice que procede de los judíos,
según aquellas palabras del Apóstol: "De quienes procede Jesucristo,
según la carne" ( Rom 9,5). Véase cómo alaba
el Antiguo Testamento, al que considera como el fundamento de todos
los bienes, demostrándose a sí mismo en todas las ocasiones como no
contrario a la Ley.
San Agustín,
ut supra
Mucho había concedido a los judíos, de
quienes dijo: "Nosotros adoramos lo que sabemos". Pero no refiriéndose
a la persona de los judíos malvados, sino a aquéllos de quienes
procedían los apóstoles, como habían sido los profetas, y como fueron
todos aquellos santos que pusieron a los pies de los Apóstoles el
íntegro de todas sus cosas ( Hch 4).
Crisóstomo,
ut supra
Así pues, los judíos os aventajan ¡oh
mujer! en el modo de adorar, pero también este modo de adorar ha de
tener su fin. Por esto añade: "Mas viene la hora (y ahora es), cuando
los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad".
Y como los profetas habían predicho ya mucho tiempo antes lo que
habían predicho, dice: "Y ahora es", para que no se crea que esta
profecía era de las que habían de cumplirse después de mucho tiempo.
La cosa ya apremia y está a la puerta. Y en otro lugar dijo también:
"Los verdaderos adoradores", para distinguirlos de los falsos. Porque
hay algunos que son falsos adoradores, como son los que piden cosas
temporales y caducas en la oración, o aquéllos que empiezan a obrar de
un modo diferente a como eran antes.
Crisóstomo,
ut supra
Cuando dice: "Verdaderos", excluye a los
judíos con los samaritanos. Porque aun cuando los primeros eran
mejores que los segundos, sin embargo, para los que habían de venir
habrían de ser mucho menores, como lo es la figura respecto de la
verdad. Son, pues, verdaderos adoradores los que no circunscriben el
culto de Dios (o sea su adoración) a lugar alguno, y adoran a Dios en
espíritu. Por esto San Pablo dice: "A quien sirvo en mi espíritu",
etc. ( Rom 1,9).
Orígenes,
ut supra
Se dice por dos veces: "Viene la hora".
Primeramente, se dice de un modo sencillo, "Viene", y no se añade: "y
ahora es"; mas en el segundo lugar, se dice: "Y ahora es". Y yo creo
que primero se hace conocer la adoración que, despojados del cuerpo,
hemos de dar a Dios en la perfección; mas en el segundo lugar se habla
de aquella adoración que sucede ahora en la vida presente, en cuanto
lo permite la naturaleza humana. Mas cuando llegue la hora de la que
habla el Señor, debe prescindirse del monte de los samaritanos, y Dios
debe ser adorado en Sión, que es donde está Jerusalén, de la que
Jesucristo dice que es la del excelso príncipe. Y ésta es la Iglesia
en donde la oblación sagrada y las víctimas espirituales son ofrecidas
en la presencia de Dios por aquellos que comprenden la Ley en sentido
espiritual. Y cuando venga la plenitud de los tiempos no podrá
pensarse que el verdadero culto dado en Jerusalén (esto es, en la
presente Iglesia) pueda seguirse practicando, porque los ángeles no
adoran al Padre en Jerusalén. Mas cuando llegue esa hora todo hombre
se presentará como hijo al Padre. Por ello no dijo adoraréis a Dios,
sino adoraréis al Padre. Mas al presente, adoran al Padre en espíritu
y en verdad los verdaderos adoradores.
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 32
Dice esto respecto de la Iglesia, en la
que se presta a Dios la adoración verdadera y conveniente. Por esto
añade: "Porque el Padre también busca a aquellos que le adoran". Y aun
cuando ya en otro tiempo quería a esos tales, permitió que se quedasen
entre los antiguos y les concedió que sirviesen de figura. Hizo esto
únicamente condescendiendo con aquellos, para que por este medio
viniesen al conocimiento de la verdad.
Orígenes,
In Ioannem tom., 14
Mas si el Padre busca, busca por medio de
Jesús, quien vino a buscar y a salvar lo que había perecido, y a
quienes, instruyéndolos, convirtió en verdaderos adoradores. En cuanto
a lo que añade: "Dios es espíritu", creo que se refiere a aquello que
nos lleva a la verdadera vida, porque aun en la vida corporal somos
vivificados por el espíritu.
Crisóstomo,
ut supra
También indica que Dios es incorpóreo.
Conviene, por tanto, que su culto sea también incorpóreo, esto es, que
nos ofrezcamos a El por medio del alma y por la pureza de intención.
Por esto añade: "Y es menester que aquellos que le adoran, le adoren
en espíritu y en verdad". Y como los samaritanos y los judíos
despreciaban el alma y se cuidaban mucho del cuerpo, procurando
limpiarle de toda inmundicia, por tanto dice que no por medio de la
limpieza del cuerpo, sino por medio de lo incorpóreo que existe en
nosotros (esto es, por medio del entendimiento, al cual denomina
espíritu), Dios incorpóreo es adorado.
San Hilario,
De Trin. l. 2
Cuando enseñó que Dios espíritu debe ser
adorado en espíritu, manifestó la libertad y la ciencia, como también
la infinidad de los que habrían de adorarle, según aquellas palabras
del Apóstol: "Donde está el espíritu de Dios, allí está la libertad" (
2Cor 3,17).
Crisóstomo,
ut supra
Conviene adorar a Dios en verdad, porque
las primeras adoraciones eran figuras, como eran la circuncisión, los
holocaustos y los perfumes; mas ahora sólo hay verdad.
Teofilacto
Pero hay muchos que creen que ellos adoran
a Dios en espíritu (esto es, por el alma), sin que tengan de Dios
ideas rectas, como son los herejes. Por esto añade: "Y en verdad".
Acaso alguno dirá que se indica en lo dicho los dos ámbitos del
conocimiento que existen en nosotros, a saber: la acción y la
contemplación. Y así por medio del espíritu se indicaría la actividad
según aquellas palabras del Apóstol: "Los que obran según el espíritu
de Dios", etc. ( Rom 8,14). Por medio de la
verdad se referiría a la contemplación. O de otra manera: creían los
samaritanos que Dios sólo estaba en un lugar determinado y que allí
debía adorársele, contra los que dicen que los verdaderos adoradores
no adoran en un lugar determinado, sino en el espíritu. Para los
judíos, todo se encontraba bajo figura y en sombra. Y por tanto se
dice que los verdaderos adoradores no adorarán en figura, sino en
verdad. Y como Dios es espíritu, busca adoradores espirituales; siendo
El la verdad, busca a los verdaderos.
San Agustín,
ut supra
Buscabas, acaso, un monte para orar con el
fin de estar más cerca de Dios. Pero el que habita en lo alto se
acerca a los humildes; luego, desciende para que asciendas.
Ascensiones son en su corazón, dijo el salmista, las ascensiones del
que llora en el valle de lágrimas, que representa la humildad.
¿Quieres orar en el templo? ( Sal 83,6). Pues
ora en ti, mas primero sé templo de Dios.
|
25-26 |
La mujer le dijo: "Yo sé
que viene el Mesías, que se llama Cristo; y cuando viniere El, nos
aclarará todas las cosas". Jesús le dijo: "Yo soy, que hablo contigo".
(vv. 25-26)
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 32
Mas aquella mujer, fatigada por la
elevación de lo que se le decía, se asustó. Por esto sigue: "La mujer
le dijo: yo sé que viene el Mesías", etc.
San Agustín,
In Ioannem tract., 15
En latín, se llama ungido; en griego,
Cristo; y en hebreo, Mesías. Sabía, por lo tanto, que habría uno que
podría enseñarle, pero no conocía aún al que ya le enseñaba. Por esto
añade: "Y cuando viniere, él nos declarará todas las cosas", etc. Como
diciendo: ahora los judíos polemizan acerca de su templo y nosotros,
acerca de nuestro monte; pero cuando venga aquél, despreciará el
monte, destruirá el templo y nos enseñará cómo debemos adorarle en
espíritu y en verdad.
Crisóstomo,
ut supra
¿Pero de dónde venía a los samaritanos
esperar el advenimiento de Jesucristo? Sin duda habían tomado la Ley
de Moisés y de los escritos de Moisés habían conocido esto; mas Jacob,
profetizando acerca de Jesucristo, había dicho: "No faltará un
príncipe de la casa de Judá, ni un capitán que proceda de él mientras
que no venga el que ha de ser enviado" ( Gén
49,10). Pero Moisés dijo también: "Dios levantará entre vosotros un
profeta, de entre vuestros hermanos" ( Dt
18,18).
Orígenes,
In Ioannem tom., 14
Y no debe desconocerse que así como
Jesucristo se levantó de entre los judíos, no sólo diciendo que él era
el Cristo sino probándolo, así entre los samaritanos un tal Dositeo
aseguraba que él era Cristo.
San Agustín,
Lib 83 quaest. qu. 64
Para indicar a los que entienden que los
cinco sentidos corporales se representaban con el nombre de cinco
hombres, después de las cinco contestaciones carnales que antes se han
visto en el sentido literal, ahora se nombra Jesucristo en la sexta
contestación.
Crisóstomo,
ut supra
Mas Jesucristo se da a conocer a aquella
mujer, y por esto sigue: "Jesús les dijo: yo soy, que hablo contigo" (
Jn 10,24). Y en verdad, si en el principio
hubiese dicho esto a la mujer, le hubiera parecido que hablaba por
vanidad; mas ahora, poco a poco, la había traído a la memoria de
Cristo. Y por esto se dio a conocer con toda oportunidad. Pero cuando
los judíos le preguntaban: "Si tú eres el Cristo, dínoslo claramente",
no se dio a conocer, porque no le buscaban para aprender de El, sino
para injuriarle. Mas ésta hablaba con intención sencilla.
|
27-30 |
Y al mismo tiempo llegaron
sus discípulos y se maravillaban de que hablaba con una mujer. Pero
ninguno le dijo: "¿Qué preguntas o qué hablas con ella?" La mujer,
pues, dejó su cántaro, se fue a la ciudad y dijo a aquellos hombres:
"Venid y ved a un hombre que me ha dicho cuantas cosas he hecho: ¿si
quizá es éste el Cristo?" Salieron entonces de la ciudad y vinieron a
El. (vv. 27-30)
Crisóstomo,
ut supra
Concluida su explicación, llegaron los
discípulos muy a tiempo. Por esto dice: "Y al mismo tiempo llegaron
sus discípulos y se maravillaban", etc. Se maravillaban, en verdad,
pero era de la gran mansedumbre y humildad de Jesucristo; porque
siendo tan esclarecido y respetable, no tuvo inconveniente en hablar
con tanta humildad a aquella mujer pobre y samaritana.
San Agustín,
In Ioannem tract., 15
Como el que había venido a buscar lo que
había perecido buscaba a la mujer perdida, los Apóstoles que se
maravillaban de esto admiraban lo bueno, sin sospechar nada malo.
Crisóstomo,
ut supra
Y, sin embargo, aunque estaban admirados,
no le preguntaron la causa. Por esto añade el Evangelista: "Pero
ninguno le dijo, ¿qué hablas con ella?" Sabían los discípulos guardar
las buenas formas, porque le temían y le respetaban. En otras
ocasiones parece que le preguntaban en confianza, porque debían saber
que los preocupaba; mas ahora nada de lo que sucedía les preocupaba.
Orígenes,
ut supra
El Señor se valió de esta mujer, acaso
como de un apóstol para con sus conciudadanos, de tal modo que,
inflamándola por medio de sus palabras, dejó el cántaro y corrió a la
ciudad a referirlo a sus conciudadanos. Por esto sigue: "La mujer,
pues, dejó su cántaro", etc., no cuidándose de su cuerpo, ni de su
oficio pobre, impulsada por la utilidad de muchos. También a nosotros
interesa omitir y dejar las cosas del cuerpo y marchar a distribuir a
otros los bienes adquiridos.
San Agustín,
ut supra
Hydria, que viene de un nombre griego, se
usa como vaso para el agua, porque en griego el agua se denomina
udwr
1.
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 33
Y así como los apóstoles dejaron las redes
inmediatamente después de que fueron llamados, así ésta dejó su
cántaro e hizo los oficios de los evangelistas. Y no llamó a uno solo,
sino a toda la ciudad. Por esto sigue: "Y se fue a la ciudad, y dijo a
aquellos hombres: venid y ved a un hombre que me ha dicho cuantas
cosas he hecho".
Orígenes,
ut supra
Los reúne para que vengan a ver a aquel
hombre que habla palabras superiores a las de los demás hombres. Todo
lo que hizo aquella mujer era el haber vivido mal con cinco maridos y
su trato, después de ellos, con un sexto, que no era su propio marido.
Abandonando y tomando un séptimo, dejó su cántaro, volviéndose
pudorosa.
Crisóstomo,
ut supra
No se avergonzó de decir esto, porque el
alma, cuando se halla inflamada por el fuego divino, ya no se preocupa
de las cosas de la tierra, y se fija en los demás, y no busca su
gloria ni su desvergüenza, sino que una sola cosa es quien la detiene
y la llama. Mas quería atraerlos, no sólo por su anuncio, sino porque
ellos mismos le oyesen y para hacerlos partícipes de las enseñanzas de
Jesucristo. Por esto dijo: "Venid y ved a un hombre". No dijo: venid y
creed, sino: venid y ved, lo que era más fácil. Sabía claramente que
en cuanto gustasen de la fuente misma, experimentarían lo mismo que
ella había experimentado.
Alcuino
Poco a poco vino a predicar a Jesucristo.
Primeramente le llama hombre, porque si le hubiere llamado el Cristo,
los oyentes se hubiesen irritado y no hubiesen querido ir.
Crisóstomo,
ut supra
De aquí se desprende también que no
anunció al Cristo de una manera terminante, ni lo calló en absoluto,
sino que dijo: "¿Si quizá es éste el Cristo?". Y, por lo tanto,
aceptaron sus palabras, según sigue el Evangelista: "Salieron entonces
de la ciudad y vinieron a El".
San Agustín,
Lib 83 quaest. qu. 64
No debe pasarse en silencio que aquella
mujer se marchó dejando su cántaro. Porque el cántaro representa el
afecto de cosas mundanas, esto es, la concupiscencia, por medio de la
cual los hombres sacan su voluptuosidad de la profundidad oscura,
representada por el pozo. Convenía, por lo tanto, que aquella mujer,
cuando creyó en Jesucristo, renunciase al mundo. Y así, abandonando el
cántaro, demostró que abandonaba las pasiones de la vida.
San Agustín,
ut supra
Abandonó la lascivia y marchó a anunciar
la verdad. Aprendan aquí los que quieran predicar, cómo deben arrojar
primero el cántaro a lo profundo del pozo.
Orígenes,
ut supra
Aquella mujer también, convertida en
receptáculo de la más sana doctrina, abandonó, despreciándolo todo, lo
que antes sabía.
Notas
1. La
palabra griega udwr, udatoV (sustantivo
neutro) significa agua. Se pronuncia como "hydor", aspirando la hache.
|
31-34 |
Entretanto le rogaban sus
discípulos, diciendo: "Maestro, come": Jesús les dijo: "Yo tengo para
comer un manjar, que vosotros no sabéis". Decían, pues, los discípulos
unos a otros: "¿Si le habrá traído alguno de comer?" Jesús les dijo:
"Mi comida es, que haga la voluntad del que me envió, y que cumpla su
obra". (vv. 31-34)
San Agustín,
In Ioannem tract., 15
Habían ido los discípulos del Salvador a
comprar comida y habían venido. Por esto dice: "Entretanto le rogaban
sus discípulos, diciendo: Maestro, come".
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 33
Viéndole cansado del camino y por el calor
que hacía, le rogaban, aunque de un modo vulgar. Y este cuidado acerca
de su Maestro no era nacido de falta de respeto, sino del amor.
Orígenes,
ut supra
Creían que era tiempo adecuado para comer
el que mediaba entre que la mujer había ido a la ciudad y la venida de
los samaritanos. Porque no le ofrecían entonces de comer en presencia
de ningún extraño. Por lo cual está bien puesto: "entretanto".
Teofilacto
Mas el Señor, como sabía que la samaritana
había de traerle toda la ciudad, lo expresó a los discípulos con lo
que sigue: "Y Jesús les dijo: Yo tengo para comer un manjar, que
vosotros no sabéis.
Crisóstomo,
ut supra
Aquí llamó comida a la salvación de los
hombres, manifestando cuán grande es el deseo que tiene de nuestra
salvación. Pero véase que no manifiesta esto enseguida, sino que lleva
al que le oye a que dude poco a poco, y empiece a buscar lo que dice,
y trabaje para que así adquiera mayor deseo.
Teofilacto
Y dice: "Un manjar que vosotros no
sabéis". Esto es: "desconocéis que yo llamo comida a la salvación de
los hombres, y también desconocéis que los samaritanos habrán de creer
y se habrán de salvar". Mas los discípulos aun dudaban. Y por esto
sigue: "Decían, pues, los discípulos unos a otros: ¿le habrá traído
alguno de comer?".
San Agustín,
ut supra
¿Qué de particular tiene que aquella mujer
no entendiese a qué agua se refería el Salvador? He aquí que los
discípulos no entendían lo que decía respecto de la comida.
Crisóstomo,
ut supra
En verdad que respetaban y honraban a su
Maestro como tenían de costumbre. Por eso hablaban ellos entre sí y no
se atrevían a preguntarle.
Teofilacto
Respecto de lo que decían sus discípulos:
"¿Si le habrá traído alguno de comer?", debe tenerse en cuenta que el
Señor acostumbraba a recibir alimentos de quien se los ofrecía. No
porque necesitaba de servicio extraño quien da de comer a toda carne (
Sal 146), sino para que adquiriesen mérito
los que se lo ofrecían. Además quería dar a conocer que no se
avergonzaba de la pobreza, ni miraba mal el que otros le alimentasen.
Es propio y hasta necesario de todos los que enseñan, tener quienes
cuiden de su alimento, para que estando exentos de cuidados realicen
con mayor solicitud su predicación.
San Agustín,
ut supra
El Señor oyó los pensamientos de los
discípulos, y los enseñó como Maestro. No por medio de rodeos, como lo
había hecho con aquella mujer, sino con toda claridad. Por esto sigue:
"Jesús les dijo: mi comida es, que haga la voluntad del que me envió".
Orígenes,
ut supra
Este era un alimento adecuado al Hijo de
Dios, puesto que se manifiesta como ejecutor de la voluntad de su
Padre, queriendo hacer en sí mismo lo que quería el Padre. Por tanto
sólo el Hijo es capaz de cumplir con exactitud la voluntad paterna.
Pero los santos no hacen otra cosa que la voluntad divina. Mas el que
dijo: "Mi comida", etc., es quien cumple la voluntad de Dios plena y
absolutamente. Es demostradamente su propia comida. Qué es lo que
quiere el Padre, lo dice a continuación: "Que cumpla su obra". Se dice
sencillamente que la obra es el mandato de quien la ordena. Y que
aquellos que edifican o abren cimientos no hacen sino ejecutar la obra
de aquel que los mandó. Mas si la obra de Dios se ejecuta por medio de
Jesucristo, era necesario que antes de ser realizada por El estuviese
imperfecta. ¿Y cómo podría ser imperfecta esta obra, siendo obra de
Dios? La perfección de la obra era el perfeccionamiento de la
naturaleza racional, y el Verbo hecho carne fue quien contribuyó a la
perfección de esta obra, porque estaba imperfecta. Además, aunque el
hombre había sido hecho perfecto, por su pecado perdió su perfección,
y por esto fue enviado el Salvador. Primero, para cumplir la voluntad
de Aquel que lo envió. Y en segundo lugar, para concluir la obra de
Dios, con el fin de que se convierta en una comida a propósito para
ser aceptada.
Teofilacto
Perfeccionó también la obra de Dios (esto
es, el hombre) el Hijo de Dios, llevando en sí mismo nuestra propia
naturaleza, pero sin pecado, manifestando que la naturaleza humana
aparecía así perfecta e incorruptible en toda su extensión. También
perfeccionó la obra de Dios (esto es, la Ley), porque el fin de la Ley
es Jesucristo, haciéndo concluir sus efectos (después de realizar
cuanto en ella se contenía), trayéndolos del culto material al
espiritual ( Rom 10).
Orígenes,
ut supra
En sentido espiritual, después de haberse
ocupado de la bebida, y habiendo hablado de la diferencia de las
aguas, era natural que se hablase de la comida. La samaritana a quien
Jesús pide de beber, no podía ofrecerle la bebida en un vaso digno;
mas sus discípulos, habiendo encontrado alimentos humildes entre los
extraños, se los ofrecieron, rogándole que comiese. Y véase si acaso
temen que la palabra de Dios les falte por carecer de los alimentos
necesarios. Los discípulos, se proponen alimentar al Verbo con todo lo
que encuentran, para que así, nutrido y robustecido, permanezca entre
los que lo nutren. Y así como los cuerpos que carecen de alimento no
se nutren con unas mismas comidas, ni una misma cantidad es bastante
para alimentarlos, así debe entenderse respecto de lo que está sobre
lo corporal, porque de los cuerpos hay algunos que necesitan poco
alimento, y otros más, a causa de su diversa capacidad; esto es o
porque se diferencian en sus proporciones, o porque no tienen la misma
medida. Mas lo mismo sucede respecto de aquellos que se alimentan de
palabras, de ideas contemplativas, o de acciones, porque la misma
calidad no es apropiada para todos. Sucede que los niños recién
nacidos apetecen la leche como su alimento propio; pero que los que ya
están desarrollados, apetecen alimentos sólidos (
1Pe 2). Por lo tanto hablaba Jesús con verdad cuando decía: "Yo
tengo para comer un manjar que vosotros no sabéis" (
Heb 5). Siempre acostumbra a decir esto el que cuida enfermos,
a los que no quieren ver, que no son lo mismo que los que están sanos.
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35-38 |
"¿No decís vosotros, que
aun hay cuatro meses hasta la siega? Pues yo os digo: Alzad vuestros
ojos, y mirad los campos, que están ya blancos para segarse. Y el que
siega, recibe jornal y allega fruto para la vida eterna: para que se
gocen a una el que siembra y el que siega. Porque en esto el refrán es
verdadero, que uno es el que siembra y otro es el que siega. Yo os he
enviado a segar lo que vosotros no labrasteis: otros lo labraron, y
vosotros habéis entrado en sus labores". (vv. 35-38)
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 33
Se conoce perfectamente cuál es la
voluntad del Padre por lo que dice después: "¿No decís vosotros que
aun hay cuatro meses hasta la siega?"
Teofilacto
Esto es, la siega material; pues yo os
digo que la siega que debe entenderse ya está a la vista; esto lo
decía por los samaritanos, que ya venían. Por esto añade: "Alzad
vuestros ojos, y mirad los campos, que están ya blancos para segarse".
Crisóstomo,
ut supra
Otra vez vuelve a levantarlos al
conocimiento de cosas grandes por medio de palabras conocidas. La
región y la siega representan aquí a la multitud de almas que estaban
preparadas para recibir la predicación. Les dice "los ojos",
refiriéndose no sólo a los de la inteligencia, sino también a los del
cuerpo. En cuanto a los demás, veían aquella multitud de samaritanos
que se acercaba. Llama muy oportunamente regiones blanqueadas a estas
predisposiciones de los hombres; y así como las espigas, cuando ya
están blancas, están dispuestas para la siega, así éstos estaban
preparados para la salvación. Pero ¿por qué no dice claramente que los
hombres están preparados para recibir la divina palabra? Por dos
motivos o razones: lo uno para que su predicación se comprenda mejor y
lleve con más facilidad al conocimiento de lo que dice por medio de lo
que se ve; y lo otro, para que su narración sea más dulce y dure más
en la memoria de aquellos con quienes habla.
San Agustín,
In Ioannem tract., 15
Deseaba emprender la obra y se apresuraba
a mandar operarios. Por esto añade: "Y el que siega recibe jornal, y
allega fruto para la vida eterna, para que se gocen a una el que
siembra y el que siega".
Crisóstomo,
ut supra
Por medio de lo que dice aquí distingue
las cosas terrenas de las del cielo. Y así como antes había dicho
respecto del agua, que el que beba de su agua no tendrá sed, así dice
ahora: "El que siega allega fruto para la vida eterna", y después: "El
que siembra se alegra con el que siega". Los profetas son los que
siembran; pero no segaron ellos, sino los apóstoles. Y como dirá
después que uno es el que siembra y otro es el que siega, no lo dice
porque los profetas que sembraron se queden sin recompensa, porque
entonces se entendería una cosa extraña y ajena de las cosas
sensibles; mas respecto de éstas, si sucede que uno es el que siembra
y otro es el que siega, no se alegran los dos a la vez, porque
entonces se quejan los que siembran de que trabajan para otros, y se
alegran únicamente los que siegan. Pero aquí no sucede esto, porque
aunque no son unos mismos los que siegan y los que siembran, se
alegran juntamente con los que siegan, puesto que perciben la misma
recompensa.
San Agustín,
ut supra
Es verdad que los apóstoles y los profetas
trabajaron en diferente tiempo, pero participan de un mismo gozo,
porque han de recibir juntos la misma recompensa, que es la vida
eterna.
Crisóstomo,
ut supra
Respecto de lo que había dicho, adujo un
proverbio general. Por esto añade: "En esto el refrán es verdadero:
que uno es el que siembra y otro es el que siega". Esto se decía
vulgarmente cuando unos trabajaban y otros cogían el fruto. Pero aquí
esta palabra está llena de verdad, porque los profetas trabajaron,
pero vosotros cogéis el fruto de los trabajos de aquéllos. Por esto
añade: "Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis".
San Agustín,
ut supra
¿Qué es esto? Envía segadores y no
sembradores. ¿Y a dónde envía esos segadores? A donde ya habían
predicado los profetas. Leed sus trabajos, en todos ellos encontraréis
profecías respecto de Jesucristo. Luego ya estaba preparada la siega
en Judea, cuando tantos miles de hombres ofrecían el valor de sus
propiedades, y poniéndolo a los pies de los apóstoles, seguían a
Jesucristo, dejando caer de sus hombros los sacos de los cuidados del
mundo. De esta mies fueron diseminados algunos granos y sembraron todo
el orbe y brotó otra mies que había de segarse al fin de los siglos (
Hch 4), y a cuya siega no serán enviados los
apóstoles, sino los ángeles. Los segadores, dice, son los ángeles (
Mt 13,39).
Crisóstomo,
ut supra
Dice, pues: "Yo os he enviado a segar lo
que vosotros no labrasteis". Como diciendo: "donde hay menor trabajo,
allí hay mayor complacencia; y yo os he reservado para esto". Y lo que
era más difícil lo hicieron los profetas, como fue el hacer la
siembra. Por esto añade: "Otros labraron, y vosotros habéis entrado en
sus labores". Por medio de todo esto, quiere manifestar que los
profetas desearon que los hombres se acercasen a Dios, y esto era lo
que ordenaba la Ley. Además, aquéllos sembraron para que brotase este
fruto. Manifiesta, pues, que El los envió, y que hay grande unión
entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.
Orígenes
Por esto viene bien lo que dice: "Alzad
vuestros ojos", etc., lo que decía en sentido alegórico, y Cuando
dice: "¿No decís vosotros que aún hay cuatro meses hasta la siega?",
¿acaso esto no lo decía en sentido alegórico? Creemos, por lo tanto,
que esto se refiere a lo que dicen los discípulos, que quedan cuatro
meses para que llegue la siega, significa algo así. Pues muchos de los
discípulos del Verbo, esto es, del Hijo de Dios, advirtiendo que
aquella verdad era incomprensible a la naturaleza humana, cuando
dedujeron que había otra vida distinta de la presente que está sujeta
a decepción, porque tenía como sometidos los cuatro elementos,
representados en los cuatro meses y creían que únicamente después de
esta vida podría conocerse la verdad. Dicen, pues, los discípulos,
respecto de las mieses, que son como el término de las operaciones que
conducen al conocimiento de la verdad, porque habrían de concluir
después de estos cuatro meses. Refutando esta opinión como nada sana,
dijo el Verbo Encarnado a aquellos que opinaban de este modo: "¿No
decís vosotros que aun hay cuatro meses hasta la siega? Pues yo os
digo, alzad vuestros ojos". En muchos lugares de la Sagrada Escritura
se lee lo mismo, mandándonos la palabra divina levantar y elevar
nuestras consideraciones y los pensamientos adheridos a la tierra,
pero manifestándonos que no podemos levantarnos sin la ayuda de Jesús.
Porque ninguno que vive esclavo de sus pasiones y obra según la carne
puede cumplir con este precepto; por lo que, quien así vive, no verá
si los campos ya están blancos para la siega. Los campos blanquean, en
verdad, para la siega, cuando el Verbo de Dios esclarece las regiones
de las Sagradas Escrituras y cuando viene Jesús las hace ricas y
fecundas con su venida. Y también todas las cosas que son sensibles
están como los campos blancos, preparados para la siega, encontrándose
dispuestos para que los vean todos aquellos que levantan sus ojos por
medio de la inteligencia, la que se fija en todo lo que existe para
poder observar en todas partes el brillo de la verdad. Además dice que
el que siega estas mieses recibe dos premios: uno cuando recibe su
recompensa, por esto dice: "Y el que siega, recibe el premio", lo cual
creo que se ha dicho haciendo relación a las futuras recompensas; y el
otro, lo que sigue: "Y allega fruto para la vida eterna", denota
cierto hábito bueno de su inteligencia, que es el fruto que nace de su
propio esfuerzo. Y yo creo que siembra en toda doctrina el que
establece sus principios; los que son aceptados por otros y bien
recibidos uniendo a ellos lo nuevo que hayan podido inventar, sirven
para lo venidero por medio de su invención, para que sieguen y reúnan
los frutos cuando ya están maduros. ¿Y cuánto más debe entenderse esto
respecto de la que es arte de las artes? Porque si Moisés y los
profetas son los que siembran, anunciando la venida de Jesucristo, los
que siegan son los Apóstoles, que le recibieron y vieron su gloria.
Por lo tanto la semilla era el conocimiento por medio de la revelación
del misterio escondido en tiempos pasados y ofuscado por el silencio.
Mas las regiones, esto es, las escrituras legales y proféticas,
todavía no habían brillado para aquéllos que aún no eran dignos de ver
la venida del divino Verbo. Respecto de que se gocen a una el que
siembra y el que siega, lo decía porque se realizará, cuando
desaparezcan la tristeza y la angustia en la otra vida. Mas cuando
Jesús se transfiguró en su gloria, a la vez que los segadores Pedro,
Santiago y Juan, los sembradores Moisés y Elías se alegraban
juntamente cuando vieron la gloria del Hijo de Dios. Observa, sin
embargo, si esto que yo digo puede entenderse de otro modo, por la
diversa manera en que viven los hombres que están justificados. Para
que así pueda decirse que uno es el que obedece a la Ley y otro el que
obedece al Evangelio. Y, sin embargo, se alegran a la vez, porque
tienden a un mismo fin, que es el mismo Dios, por medio del mismo
Cristo y en el mismo Espíritu Santo. Los apóstoles vinieron después de
los trabajos de los profetas y de Moisés, porque Jesús les enseñó a
segar y a recoger el entendimiento en el granero de su alma,
depositado en los escritos de aquéllos, y siempre sucede que los que
reciben con buena intención las primitivas enseñanzas, perfeccionan
aquellos trabajos, en cuyo caso, no trabajan únicamente los que
sembraron.
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39-42 |
Y creyeron en El muchos
samaritanos de aquella ciudad, por la palabra de la mujer, que
atestiguaba, diciendo: "Que me ha dicho todo cuanto he hecho". Mas
como viniesen a El los samaritanos, le rogaron que se quedase allí. Y
se detuvo allí dos días. Y creyeron en El muchos más por la
predicación de El. Y decían a la mujer: "Ya no creemos por tu dicho,
porque nosotros mismos lo hemos oído, y sabemos que éste es
verdaderamente el Salvador del mundo". (vv. 39-42)
Orígenes,
In Ioannem tom., 17
Después que se les dijo a los discípulos
cuanto llevamos dicho, cita lo que dice la Sagrada Escritura, respecto
de aquellos que venían de la ciudad a Jesús y que habían creído por lo
que la mujer había dicho.
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 33
Así como en la siega se reúnen los frutos
con facilidad y así como en un momento se llena la era de haces, así
sucede ahora. Por esto dice: "Y creyeron en El muchos samaritanos de
aquella ciudad", etc. Creían, pues, que aquella mujer no le hubiese
admirado por un puro capricho, cuando se le habían manifestado los
delitos que había cometido, si no fuese grande y excelente aquél que
era predicado por ella.
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 34
Así pues, creyendo únicamente por sólo el
testimonio de la mujer, aun cuando no vieron ningún prodigio, salieron
rogando a Jesucristo que permaneciese entre ellos. Y esto es lo que
dice a continuación: "Mas como viniesen a El los samaritanos, le
rogaron que se quedara allí". Mas los judíos, que habían visto sus
milagros, no le invitaron a quedarse sino que hicieron lo posible por
obligarle a salir de su propio territorio. No hay cosa peor que el
odio y la envidia, ni hay cosa más importuna que la vanagloria, porque
desvirtúa todas las buenas obras. Y en verdad que los samaritanos
querían detener siempre consigo al Redentor, pero El no lo consintió,
sino que se quedó con ellos sólo por dos días. Y esto es lo que añade:
"Y se detuvo allí dos días".
Orígenes,
ut supra
No estará fuera de razón si alguno arguye:
¿cómo el Salvador permanece con los samaritanos cuando había mandado
que no se entrase en su ciudad? ( Mt 10). Y
El entró con sus discípulos a la vista de todos. A esto debe decirse
que el caminar por la senda de los gentiles es dejarse imbuir en sus
dogmas y vivir en ellos; y así, entrar en la ciudad de los samaritanos
equivalía a aceptar la falsa religión de los que habían recibido los
libros de la Ley, las profecías y los sermones evangélicos y
apostólicos. Mas al dejar ellos su falsa doctrina y volverse a Jesús,
era entonces lícito habitar con ellos.
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 34
Y los judíos, en verdad, a pesar de los
milagros que veían, no se enmendaban. Mas éstos demostraron gran fe
respecto del Salvador, aun sin milagros; únicamente habían oído. Por
esto sigue: "Y creyeron en El muchos más por la predicación de El". ¿Y
por qué los evangelistas no citan estos discursos? Para que veamos
cómo pasaron en silencio muchas cosas grandes. Mas por el fin
conseguido lo manifestaron todo, dado que persuadió a toda la ciudad
por medio de lo que dijo. Cuando los que oyen no se convencen,
entonces los evangelistas se ven obligados a decir todo lo que se ha
dicho sobre aquel particular, para que nadie atribuya a defecto del
que predica lo que sólo es falta de atención en los que oyen. Ellos
mismos, cuando llegaron a ser reconocidos como discípulos de
Jesucristo, abandonaron a su maestra. Por esto sigue: "Y decían a la
mujer: ya no creemos por tu dicho, porque nosotros mismos le hemos
oído, y sabemos que éste es, en efecto, el Salvador del mundo". Véase
cómo entendieron en seguida que había venido a libertar a todo el
mundo y que viniendo para procurar la salvación de todos, no debía
circunscribir su providencia a sólo los judíos, sino extender por
todas partes su celestial doctrina. Y cuando dijeron que era el
Salvador del mundo, manifestaron que el mundo estaba perdido, porque
en él había muchos males. También habían venido a salvarle los
profetas y los ángeles, pero Este es el verdadero Salvador, que da la
salvación, no sólo temporal, sino también eterna. Ved aquí por qué, al
oír a aquella mujer que decía con tono de duda: "¿será éste acaso el
Cristo?", no dijeron ellos: "Porque nosotros así lo sospechamos",
sino: "Porque lo sabemos". Y no sencillamente, sino que dijeron: "real
y verdaderamente es el Salvador del mundo", no se creyese que le
reconocían como a uno de muchos cristos. Cuando con sólo oír sus
palabras tales cosas confesaron, ¿qué hubiesen dicho si hubieran visto
sus muchos y grandes milagros?
Orígenes,
ut supra
Por otra parte, si recordamos las cosas ya
dichas, no será difícil conjeturar el porqué, al oír la palabra nueva
de Jesús, abandonan las otras doctrinas y dejan la ciudad de los
falsos dogmas, al salir de la cual obran de un modo muy conveniente a
su salvación. Opino que anduvo muy acertado Juan al no decir: "le
rogaban los samaritanos que solamente entrase en la ciudad", sino que
también: "permaneciese allí". Puesto que Jesús permanece al lado de
los que le suplican y principalmente siempre que los que suplican lo
hagan saliendo de la ciudad para acercarse a El.
San Agustín,
In Ioannem tract., 15
Permanece entre ellos dos días, esto es,
les enseña los dos preceptos de la caridad.
Orígenes,
ut supra
Tampoco eran acreedores a que les
concediese un tercer día, pues no estaban ansiosos de ver algún
milagro, como aquellos que habían estado con Jesús en el mismo convite
en Caná de Galilea después del tercer día. La palabra de la mujer fue
para muchos el principio de la creencia. Porque la iluminación que se
verifica en el entendimiento por la Palabra divina, cuando ella habla,
no es la misma que cuando se recibe por referencias.
San Agustín,
ut supra
Así pues, conocieron a Cristo, primero por
su fama, después por la presencia. Como actualmente sucede con
aquéllos que son extranjeros y aún no son cristianos, a quienes se
anuncia Jesucristo por medio de cristianos amigos, como sucedió que
fué anunciado por aquella mujer, esto es, por la Iglesia, que es la
que anuncia, para que vengan a Jesucristo y crean por medio de esta
mujer. Pero creen en El muchos más y con más firmeza, porque en
realidad es el Salvador del mundo.
Orígenes,
ut supra
Es imposible, por lo tanto, que
experimente la misma impresión el que ve la cosa por medio del
entendimiento, que el que es instruido por medio de otro que ha visto.
Más vale vivir guiado por la esperanza que por la fe
1. Por
lo tanto, éstos no sólo creen por el testimonio de un hombre, sino
también por la misma verdad.
Notas
1.
Orígenes parece referirse aquí a que es más meritoria la esperanza
fundada en el testimonio de una persona que la fe fundada en la
evidencia de un hecho milagroso.
|
43-45 |
Y dos días después salió
de allí, y se fue a la Galilea. Porque el mismo Jesús dio testimonio,
que un profeta no es honrado en su patria. Y cuando vino a la Galilea
le recibieron los Galileos, porque habían visto todas las cosas que
había hecho el día de la fiesta en Jerusalén, pues ellos también
habían asistido a la fiesta. (vv. 43-45)
Alcuino
Después de dos días que estuvo en Samaria,
se marchó a Galilea, en donde se había criado. Por esto dice: "Y dos
días después", etc.
San Agustín,
In Ioannem tract., 16
Mas llama la atención por qué dice el
Evangelista enseguida: "Que el mismo Jesús dio testimonio, que un
profeta no es honrado en su patria". Mejor hubiera podido decir que el
profeta no tiene honra en su patria, si hubiera dejado de ir a Galilea
y permaneciendo en Samaria. Yo creo esto: que en Samaria estuvo dos
días, y los samaritanos creyeron en El. Estuvo tantos días en Galilea,
pero los galileos no creyeron en El. Por esta razón dijo "que un
profeta no es honrado en su patria".
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 34
Se añadió esto porque se marchó, no a
Cafarnaúm, sino a Galilea y a Caná, como se dirá después. Y yo creo
que en este lugar llamaba patria suya a Cafarnaúm. Porque como no
recibió allí honor alguno, dijo por medio de San Mateo: "Y tú,
Cafarnaúm, que has sido levantada hasta el cielo, bajarás hasta el
infierno" ( Mt 11,23). Pero ahora llama
patria suya a aquélla en que se convierte mayor número.
Teofilacto
El Señor salió de Samaria y vino a
Galilea. Para que no hubiese quien dudase y preguntase por qué causa
no había estado siempre en Galilea, dice que porque no había recibido
allí honor alguno, lo cual atestigua el mismo Salvador cuando dice:
"Que ningún profeta es honrado en su patria".
Orígenes,
In Ioannem tom., 17
Debemos examinar el sentido de estas
palabras. Es verdad que la patria de los profetas era Judea. Y es bien
sabido que nunca fueron honrados por los judíos, en virtud de lo que
dice el Señor por medio de San Mateo: "¿A cuál de los profetas no han
perseguido vuestros padres?" ( Mt 23,31). Es
admirable también la verdad de estas palabras, porque se referían no
sólo a los profetas santos, menospreciados por los suyos y al mismo
Señor nuestro; sino que se extendía también a otros que habían seguido
ciertas doctrinas filosóficas, que habían sido despreciados por sus
conciudadanos y conducidos a la muerte.
Crisóstomo,
ut supra
¿Cómo es eso? ¿No vemos también a muchos
que llegan a ser admirados por los suyos? Así sucede en verdad; pero
no debemos hacer extensivo a muchos lo que sucede rara vez. Porque aun
cuando algunos sean honrados en su propio país, lo son mucho más en
país extraño. La costumbre suele hacer a los hombres despreciables.
Cuando Jesús vino a Galilea, los galileos le recibieron. Por esto
sigue: "Mas cuando vino a Galilea, los galileos le recibieron". Y
aquellos que se llamaban malos se les ve que salen a recibir en primer
término al Salvador. Mas se dice, respecto de los galileos: "pregunta,
y verás que ningún profeta ha salido de Galilea" (
Jn 17,53). Mas le vituperaron porque había estado entre los
samaritanos y le dijeron: "Samaritano eres tú, y tienes el demonio" (
Jn 8,48). Pero los samaritanos y los galileos
creen, para confusión de los judíos. Los galileos eran mejores que los
samaritanos, porque los primeros creyeron por los milagros que Jesús
hacía, mas los segundos sólo creyeron por las palabras de la mujer.
Por esto sigue: "Porque habían visto todas las cosas que había hecho
en Jerusalén en el día de la fiesta".
Orígenes,
ut supra
Como Jesús arrojó del templo a los que
vendían ovejas y bueyes, le guardaron tanta consideración que los
galileos le recibieron por este motivo, respetando y adorando su
majestad. Y la verdad que no aparecía menor su poder en esta ocasión
que cuando daba vista a los ciegos y oído a los sordos. Pero yo creo
que no hizo entonces esto solamente, sino que hizo otros milagros.
Beda
Y de dónde tomaron ocasión para ver todo
aquello, lo manifiesta cuando dice: "Pues ellos también habían
asistido a la fiesta". En sentido espiritual puede decirse que, una
vez confirmados los gentiles en la fe por medio de los dos preceptos
de la caridad, Jesucristo volverá a su patria, cerca del fin del
mundo, esto es, a los judíos.
Orígenes,
In Ioannem tom., 14
Conviene, por tanto, que Galilea (esto es,
"la que emigra") acuda a las fiestas de Jerusalén, adonde se encuentra
el templo del Señor, y que vea allí todos los milagros que hace
Jesucristo. Pues ésta es la razón por la que los galileos reciben al
Hijo de Dios cuando viene hacia ellos. De otro modo no lo hubiesen
recibido, o El no hubiese venido cuando ellos preparaban su recepción.
|
46.54 |
Vino, pues, otra vez a
Caná de Galilea, en donde había hecho el agua vino. Y había en
Cafarnaúm un señor de la corte, cuyo hijo estaba enfermo. Este,
habiendo oído que Jesús venía de la Judea a la Galilea, fue a El y le
rogaba que descendiese y sanase a su hijo, porque se estaba muriendo.
Y Jesús le dijo: "Si no viéreis milagros y prodigios, no creéis". El
de la corte le dijo: "Señor, ven antes que muera mi hijo". Jesús le
dijo: "Ve, que tu hijo vive". Creyó el hombre a la palabra que le dijo
Jesús, y se fue. Y cuando se volvía, salieron a él sus criados y le
dieron nuevas, diciendo que su hijo vivía. Y les preguntó la hora en
que había comenzado a mejorar, y le dijeron: "Ayer a las siete le dejó
la fiebre". Y entendió entonces el padre que era la misma hora en que
Jesús le dijo "Tu hijo vive", y creyó él y toda su casa. Este segundo
milagro hizo Jesús otra vez, cuando vino de la Judea a la Galilea. (vv.
46-54)
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 34
En primer lugar, el Señor (como ya se ha
dicho antes) había venido a Caná de Galilea llamado a unas bodas.
Ahora va a esta ciudad por su propia voluntad, y dejando su patria, a
fin de atraerlos más a la fe. Para que la fe, que ya había penetrado
en ellos desde su primer milagro, se hiciese más fuerte con su
presencia.
San Agustín,
In Ioannem tract., 16
Allí, pues, creyeron en El sus discípulos
cuando convirtió el agua en vino. Y estando la casa llena de
invitados, y siendo el milagro tan grande, no creyeron en El sino los
discípulos. Por esta causa retorna a aquella ciudad, a saber: para que
ahora crean los que no creyeron por las razones primeras.
Teofilacto
Nos recuerda el evangelista el milagro
realizado en Caná de Galilea, del agua convertida en vino, para dar
más fuerza a la predicación de Cristo. Porque los galileos recibieron
a Jesús, no sólo por los milagros hechos en Jerusalén, sino también
por los llevados a cabo entre ellos, aduciendo al mismo tiempo la
razón de que en El hubiese creído, sin conocer la dignidad de que
Jesús estaba revestido, un cortesano. De donde prosigue: "Y había allí
un cortesano cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaúm".
Orígenes,
ut supra
Pensará acaso alguno que ese cortesano era
uno de los generales de Herodes, o alguno de los de la familia del
César que ejerciera por aquel tiempo un cargo en Judea; porque no se
dice que fuera judío.
Crisóstomo
Llámase "cortesano", o porque fuese de
familia real, o porque tuviese dignidad de príncipe, por lo que
recibía tal denominación. Por ello creen algunos que éste fue el mismo
centurión que se cita en San Mateo. Pero se manifiesta por otra parte
que era distinto de aquel otro. Porque aquel otro, cuando Jesús quería
ir a su casa, le ruega que no se moleste; pero éste no le ofrecía
nada, y lo llevaba hacia su casa. Mas aquél salió al encuentro de
Jesús bajando de un monte, y entró en Cafarnaúm; y éste se unió con
Jesús cuando venía a Caná. El hijo de aquél estaba paralítico, mas el
hijo de éste padecía fiebre. Acerca de este cortesano se dice: "Este,
habiendo oído que Jesús venía de la Judea a la Galilea, fue a El y le
rogaba", etc.
San Agustín,
ut supra
El que rogaba, ¿aún no creía? ¿Qué esperas
oír de mí? Pregunta al Salvador qué opinaba de él. Por esto sigue: "Y
Jesús le dijo: si no viereis milagros y prodigios, no creéis".
Reprende a aquel hombre como perezoso y frío en la fe, o de que no
tenía fe alguna pero deseando probarle quién era Cristo, cuál era y
cuánto podía, lo tienta por medio de la salud de su hijo. Se llamó
prodigio como cosa dicha de lejos, porque "que se dice de lejos"
significa la cosa con prioridad, y se extiende a lo futuro.
San Agustín,
De cons. evang, 4, 10
Tanto desea el Señor ensalzar el alma del
que cree sobre todas las cosas mudables, que no quiere que los fieles
duden acerca de aquellos milagros que se hacen por el divino poder, en
la mutabilidad de los cuerpos.
San Gregorio,
In Evang. hom., 28
Pero acordaos también de lo que pide, y
conoceréis claramente que dudó acerca de la fe. Porque pidió que
bajase a sanar a su hijo. Por esto sigue: "Le dice el Cortesano:
Señor, ven antes que muera mi hijo". Por lo tanto, no había creído en
El, porque no creyó que podría darle la salud si no estaba presente de
una manera material.
Crisóstomo,
ut supra
Véase cómo aun trae a Jesucristo de una
manera física, como si no pudiese resucitar a su hijo después de
muerto. Mas que viniese aun cuando no creía y le rogase, nada tiene de
particular, porque los padres acostumbran, efecto de su gran cariño,
no sólo a hablar a los médicos en quienes confían, sino también en
quienes desconfían, no queriendo callar nada de cuanto pueda
contribuir a la salud de sus hijos. Pero si hubiese creído realmente
en el poder de Jesucristo, no hubiese dejado de ir a Judea.
San Gregorio,
ut supra
Pero como el Señor es rogado para que
vaya, nos indica que no asiente a la invitación, y con sólo mandarlo,
le devuelve la salud El que creó todas las cosas por su propia
voluntad. Por esto sigue: "Y Jesús le dijo: ve, que tu hijo vive".
Aquí se reprende nuestra soberbia; porque en tanto precio tenemos los
honores y las riquezas los que cuidamos poco de nuestra verdadera
naturaleza (en virtud de la cual hemos sido creados a imagen y
semejanza de Dios). Mas nuestro Redentor, para manifestar que las
cosas más apreciables entre los hombres son despreciadas por los
santos, no quiso ir a casa del hijo del Cortesano, siendo así que
estaba dispuesto a ir a casa del siervo del centurión.
Crisóstomo,
ut supra
Porque allí estaba la fe bien asegurada y,
por lo tanto, ofreció ir para que conozcamos la piedad de aquel
hombre; mas éste aun era imperfecto y, por lo tanto, aún no conocía
claramente que podría curarle estando lejos; pero como Jesús no fue,
añade esto. Prosigue: "Creyó el hombre a la palabra que le dijo Jesús
y se fue". Sin embargo, no se iba muy contento ni tranquilo.
Orígenes,
In Ioannem tom., 14
Se manifestó desde luego su alta posición
y su cargo, porque salieron los criados a encontrarle. Por esto sigue:
"Y cuando se volvía, salieron a él sus criados", etc.
Crisóstomo,
ut supra
Los que le salieron al encuentro no
vinieron sólo para anunciarle, sino porque creyeron que ya era inútil
la presencia de Jesucristo, quien esperaban que vendría. Y que el
cortesano no había creído perfectamente ni de buena fe, se conoce de
un modo terminante por lo que sigue: "Y les preguntó la hora en que
había comenzado a mejorar". Por lo tanto, quería saber si esta mejoría
se debía a la casualidad o al precepto de Jesucristo. Sigue: "Y le
dijeron: ayer, a las siete, le dejó la fiebre"
1.
Véase aquí cómo se demuestra el milagro, porque no de una manera
sencilla, ni como sucede con el que se libra del peligro, sino que de
repente y a un mismo tiempo. Para que se vea que lo sucedido no era
efecto de la naturaleza, sino del poder de Jesucristo. Por esto sigue:
"Conoció, pues, el padre, que era la misma hora en que Jesús le dijo:
Tu hijo vive, y creyó él y toda su casa".
San Agustín,
In Ioannem tract., 16
Por tanto, si creyó porque se le dijo que
su hijo había sido curado y comparó la hora de los que se lo decían
con la del que se lo vaticinaba, cuando rogaba, no creía.
Beda
En esto se da a conocer que hay grados en
la fe como en las demás virtudes, en las cuales hay principio,
desarrollo y perfección. El principio de la fe de éste estuvo cuando
pidió la salud de su hijo; su incremento, cuando creyó en la palabra
del Salvador, que le dijo: "Tu hijo vive"; y obtuvo la perfección
cuando se lo anunciaron sus criados.
San Agustín,
ut supra
Con la sola palabra creyeron muchos
samaritanos, mas con aquel milagro sólo creyó la casa donde tuvo
lugar. Después añade el Evangelista: "Este segundo milagro hizo Jesús
otra vez cuando vino de la Judea a la Galilea".
Crisóstomo,
In Ioannem hom., 35
Y no añadió esto sin falta de misterio,
sino dando a entender que, habiendo hecho este segundo milagro,
todavía no habían llegado los judíos a la altura de los samaritanos,
que no habían visto ninguna señal.
Orígenes,
In Ioannem tom., 18
Esta frase encierra una anfibología
2,
porque en primer término manifiesta que, cuando Jesús venía de Judea a
Galilea hizo dos milagros, de los cuales el segundo fue el del hijo
del cortesano. Y por otra parte, existiendo dos milagros que Jesús
hizo en Galilea, hizo el segundo viniendo de Judea a Galilea, y éste
es el verdadero sentido.
En sentido místico puede decirse como
Jesús vino a Galilea dos veces, manifestando en ello las dos venidas
del Salvador al mundo: la primera, llena de misericordia, como sucedió
con el milagro del vino, para alegrar a los convidados; y la segunda,
resucitando al hijo del cortesano, que ya estaba casi muerto, o lo que
es lo mismo, al pueblo judío, el cual, después que hayan entrado todos
los gentiles, vendrá a salvarse cuando el mundo esté próximo a su fin.
Grande es el Rey de los reyes, que ha sido constituido por Dios en la
cumbre de su monte santo de Sión ( Sal 2). Y
los que vieron el día de Este y se alegraron son reconocidos como los
de la corte ( Jn 8). Y nosotros creemos que
el cortesano representaba a Abraham; que su hijo enfermo era la imagen
del pueblo de Israel, debilitado respecto del culto divino, pero que
se calentó tanto, quemadas las espigas de su enemigo, y que, por ello,
se cree que empezó a enfervorizarse. Y también aparece que, estando
los santos por delante después que dejaron el vestido de la carne,
salvaron a su pueblo. Por esto se lee en el libro de los Macabeos,
después de la muerte de Jeremías: "Este es Jeremías, el profeta de
Dios, que ruega mucho por el pueblo" ( Mac
15,14). Luego, Abraham ruega que el pueblo enfermo sea favorecido por
el Salvador. Y en verdad que la palabra del poder nació de Caná, en
donde se dijo: "Tu hijo vive"; pero la realización de la palabra tuvo
lugar en Cafarnaúm, porque allí fue donde el hijo del cortesano se
curó, como si viviese en el campo del consuelo. Esto representa a
cierto género de hombres débiles, no del todo privados, sin embargo,
de acciones buenas. Y aquellas palabras: "si no veis milagros y
prodigios no creéis", se le dijo a aquél, que se refieren a muchos de
sus hijos, y a él mismo en cierto modo. Y así como San Juan esperaba
que se realizase la señal que se le había dado, a saber: "Sobre aquél
en que vieres que baja el Espíritu Santo" ( Jn
1,33), así los santos que ya habían muerto, esperaban que se daría a
conocer la venida de Jesucristo en nuestra carne mortal por medio de
milagros y de prodigios. Mas este cortesano tenía, no sólo aquel hijo,
sino también criados, por medio de los que se significa cierta clase
de personas que creen poco y con poca firmeza. Y no dejó la fiebre al
hijo en la hora séptima por una casualidad, sino que este número siete
representa el día del descanso
3.
Alcuino
También puede decirse que, por medio de
los siete dones del Espíritu Santo se concede el perdón de los
pecados. Y el número siete, partido en tres y en cuatro, significa la
Santísima Trinidad y las cuatro estaciones del año, o las cuatro
partes del mundo, los cuatro elementos.
Orígenes,
ut supra
También pueden representar
4 las
dos venidas de Jesucristo al alma. La primera, cuando hizo el vino del
agua, dando esta alegría al alma del convite espiritual. Y la segunda,
cuando destruya todas las consecuencias de las tristezas y de la
muerte.
Teofilacto
Mas el cortesano es todo hombre, no sólo
porque se acerca al Rey de todas las cosas, en cuanto al alma, sino
porque él tiene el dominio de todo, cuyo hijo (esto es, la mente)
tiene fiebre por todas las malas pasiones y deseos. Y se acerca a
Jesús rogándole que baje, esto es, que use de la condescendencia de su
misericordia y perdone los pecados, antes que sea muerto por la
debilidad de sus pasiones. Pero el Señor le dice: "Ve", esto es:
"manifiesta tu marcha continua en dirección del bien, porque entonces
tu hijo vivirá; pero si cesas de andar, te mortificará tu conciencia
acerca de la ejecución del bien".
Notas
1. A
la hora séptima, es decir a la 1 de la tarde.
2. Una
anfibología es un error lógico que se produce cuando se argumenta a
partir de premisas ambiguas debido a su estructura gramatical, como es
el caso de las dos interpretaciones posibles de Jn
4, 54.
3. La
hora séptima, es decir a la 1 de la tarde.
4. Las
dos visitas a Caná.
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