CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO |
|
|
|
01-04 |
Y de allí a tres días se
celebraron unas bodas en Caná de Galilea: y estaba allí también la
madre de Jesús. Fue también convidado Jesús y sus discípulos a las
bodas. Y llegando a faltar vino, la madre de Jesús le dice: "No tienen
vino". Y Jesús le dijo: "Mujer, ¿qué nos da a mí ni a ti? Aún no es
llegada mi hora". (vv. 1-4)
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 20
Como el Señor era conocido en Galilea, lo
invitaron a unas bodas. Por esto sigue: "De allí a tres días se
celebraron unas bodas en Caná de Galilea".
Alcuino
Caná es un pueblecito de la provincia de
Galilea.
Crisóstomo,
ut sup
Llaman al Señor a las bodas, no como
persona distinguida, sino como uno de muchos, y sencillamente porque
era conocido. Para expresar esto, el Evangelista dice: "Y estaba la
madre de Jesús allí". Y así como habían llamado a la Madre, llamaron
también al Hijo. Por esto sigue: "Y fue también convidado Jesús y sus
discípulos a las bodas, y acudió". Esto no afectaba a su dignidad,
sino que sucedía en beneficio nuestro; porque Aquél que no desdeñó de
tomar la forma de siervo, tampoco desdeñó el venir a las bodas de sus
siervos.
San Agustín,
De verb. Dom., serm. 41
Avergüéncese, por tanto, el hombre, de ser
soberbio, porque Dios se humilló. Considera aquí cómo entre otras
cosas el Hijo de la Virgen vino a las bodas, siendo así que cuando
estaba con el Padre instituyó el matrimonio
1.
Beda,
hom dom. 1 post. Epiph
Se dignó el Señor venir a las bodas (según
está escrito), para confirmar la fe de los que creen bien. Además
manifiesta cuán perjudicial sea la malicia de Taciano y Marción
2, y de
otros que condenan el matrimonio. Si hubiese culpa en el matrimonio,
celebrado con la debida castidad, y sombra de pecado en la santidad
del lecho nupcial, de ninguna manera hubiese concurrido el Señor a las
bodas; ahora bien, así como es buena la castidad conyugal, mejor es la
continencia de los viudos, y óptima la perfección virginal. Se dignó
nacer de las entrañas inmaculadas de la Virgen María, para demostrar
la excelencia relativa de todos los grados, y distinguir el mérito de
cada uno; fue bendecido a poco de nacer, por la palabra profética de
la viuda Ana; fue convidado cuando ya era joven por los que celebraban
sus bodas, y honró éstas con la presencia de su santidad.
San Agustín,
in Ioannem, tract. 8
¿Qué de extraño tiene que fuera a aquella
casa donde se celebraban las bodas, Aquél que vino al mundo a celebrar
las suyas? Porque tiene aquí a su Esposa, a quien redimió con su
sangre, a quien concedió como obsequio el Espíritu Santo, y a la que
se unió desde el vientre de la Virgen; porque en realidad el Verbo es
el Esposo, y la carne humana es la Esposa. Y así el Hijo de Dios es
las dos cosas, y a la vez el Hijo del hombre. Aquellas entrañas de la
Virgen María son su lecho, de donde salió como sale el esposo de su
lecho ( Sal 18,6).
Beda
No carece de misterio, cuando se dice que
las bodas se celebraron en el tercer día. Aparece el primer tiempo del
mundo, antes de la Ley, por el ejemplo de los Patriarcas. El segundo,
bajo el dominio de la Ley, por medio de los escritos de los profetas.
Y el tercer tiempo de la gracia brilló (como la luz del tercer día)
por las predicaciones de los evangelistas, y en el cual fue cuando el
Señor apareció vestido de nuestra carne. Además, como se dice que
estas bodas se celebraron en Caná de Galilea (esto es, en el celo de
la trasmigración)
3, se
demuestra en sentido figurado que son muy dignos de la gracia de
Jesucristo aquéllos que, distinguiéndose por el fervor de su piedad,
pasan de los vicios a las virtudes, y saben que emigran de las cosas
de la tierra a las del cielo. Estando ya recostado el Señor
4 en
las bodas, faltó el vino, con el objeto de que se manifestase la
gloria de Dios, oculta bajo la forma humana, por medio del vino de
mejor condición. Por esto sigue: "Y llegando a faltar el vino, la
Madre de Jesús le dice: No tienen vino".
Crisóstomo,
ut sup
Es digno de notarse cómo vino a la
imaginación de la Madre haber concebido un concepto tan elevado de su
Hijo, siendo así que hasta entonces ningún milagro había hecho.
Prosigue: "Esto sirvió de principio a los milagros de Jesucristo,
etc." Pero ya había empezado a revelarse tal como era por medio de San
Juan, y por las palabras que decía a sus discípulos. Además, antes de
todo esto, su concepción y cuanto siguió a su nacimiento habían hecho
concebir grande estimación respecto de aquel Niño. Por esto dice San
Lucas: "María conservaba todas estas palabras, examinándolas en su
corazón" ( Lc 2,19). Esta es la causa por la
cual ya antes no le había incitado a que hiciese milagro alguno, mas
ya había llegado el tiempo de su manifestación, y hasta entonces había
hablado como uno de muchos, por lo que no presumía su madre deberle
decir tal cosa. Y como oyó que Juan daba testimonio de El, y como ya
tenía discípulos, ruega con confianza al Señor respecto de esto mismo.
Alcuino
Representa también en este caso a la
sinagoga, que invita al Salvador a que haga milagros; porque era
costumbre entre los judíos el pedir milagros.
Prosigue: Y Jesús le dijo: "Mujer, ¿qué
hay de común entre tú y yo?"
San Agustín,
in Ioannem, tract. 8, sparsim
Algunos, contrariando el Evangelio, y
diciendo que Jesús no nació de la Virgen María, se esfuerzan en sacar
de aquí un argumento para confirmar un error, y dicen: ¿Cómo puede
creerse que era su madre, aquélla a quien dijo: "Mujer, ¿qué hay de
común entre tú y yo?" Pero ¿quién refiere, para que le demos crédito,
que el Señor dijo esas palabras? Pues el mismo Evangelista San Juan,
que poco antes había dicho: "Y estaba allí la madre de Jesús". ¿Y por
qué esto, sino porque una y otra cosa son verdad? ¿O es que Jesús vino
a las bodas para enseñar a despreciar a las madres?
Crisóstomo
Pero que respetaba mucho a su madre, lo
refiere San Lucas cuando manifiesta que Jesús vivía sometido a sus
padres; porque cuando los padres no prohiben lo que agrada a Dios, hay
obligación de obedecerles. Mas cuando fuera del tiempo oportuno
pretenden algo, o tratan de separarnos de las cosas espirituales, no
es seguro el obedecerles.
San Agustín,
De Symbolo, 2, 4
Para distinguir entre Dios y el hombre
(porque en cuanto a hombre, era menor y estaba sujeto, y en cuanto a
Dios, estaba por encima de todos), dijo: "Mujer, ¿qué hay de común
entre tú y yo?"
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 20 et 21
Y además por otra causa; para que no se
hiciesen sospechosos sus milagros -pues no convenía que los pidiese su
Madre, sino aquéllos que los necesitaban-, quiso mostrar que todo
debía ser hecho en tiempo oportuno, no haciéndolos todos a la vez,
porque resultaría cierta confusión. Por lo cual sigue: "Aun no es
llegada la hora", esto es, todavía no soy conocido por los que están
aquí presentes, ni saben que falta vino; deja, pues, que lo sepan
primero. Porque el que no tiene necesidad no agradece el beneficio.
San Agustín,
ut sup
Procurad, no obstante, no incurrir en el
error de los maniqueos
5, que
buscaban motivo a sus pérfidos designios en las mismas palabras del
Señor, que dice: "¿Qué hay de común entre nosotros dos, mujer?" Y aquí
los matemáticos
6
hallan pretexto para sus sofismas, cuando Cristo dijo: "Aun no es
llegada mi hora". Ved aquí, dicen, que Cristo estaba sujeto a la
fatalidad, cuando dice: "No ha llegado mi hora". Pero deben más bien
creer a Dios, que también dice: "Tengo poder para deponer mi alma, y
volver a tomarla de nuevo" ( Jn 10,18). Y
busquen la verdadera explicación de por qué se dijo: "Aun no es
llegada mi hora", para que no pongan al Creador del cielo bajo los
caprichos del hado
7.
Porque si el hado dependiera de los astros, no podría estar sometido a
los astros el Creador de los astros. A esto debe agregarse que no sólo
no estuvo Jesucristo bajo el poder de lo que ellos denominan hado,
pero ni tú ni nadie. ¿Por qué, pues, dijo: "Aun no es llegada mi
hora"? Porque estaba en su mano el tiempo en que había de morir, pero
aún no le parecía tiempo oportuno para usar de tal poder. Habían de
ser llamados primeramente los discípulos; se había de anunciar el
reino de los cielos; se habían de ostentar los prodigios de su misión,
para fundamentar en milagros la divinidad del Señor, y recomendarse la
humildad en la misma sumisión a las leyes de nuestra mortalidad.
Cuando todo esto se hizo de manera que las pruebas fuesen
irrecusables, entonces fue la hora, no de la necesidad, sino de
manifestar su voluntad; no de la condición, sino de su poder.
Notas
1. El
Hijo instituye el matrimonio natural cuando estaba con el Padre, desde
el momento de la creación (ver Gén 1,27;
2,20-25).
2. Las
herejías de Taciano y Marción tienen en común su repudio del
matrimonio por considerarlo adúltero. Los partidarios de Taciano eran
conocidos como la secta de los encratitas, y rechazaba de plano el
aporte del pensamiento griego y latino, buscando promover una dura
reacción desde la fe cristiana en oposición a la educación y cultura
de su época.
3. El
celo de la transmigración: parece referirse al piadoso cumplimiento de
la Ley que brota de la experiencia del regreso del destierro en
Babilonia y del movimiento restaurador iniciado por Esdras y Nehemías.
4. En
esa época se acostumbraba recostarse sobre triclinios (una especie de
divanes) para tomar los alimentos.
5. Los
maniqueos afirmaban la coexistencia de dos principios, uno para el
bien y otro para el mal, actuantes en el universo, oponiéndose entre
sí hasta una resolución que es la vuelta al estado primero de todo.
6. Los
matemáticos son una secta gnóstica.
7. El
hado es una divinidad o fuerza desconocida que, según algunos paganos,
obraba irresistiblemente sobre las demás divinidades, y sobre los
seres humanos y los sucesos. Para algunos filósofos eran una serie y
orden de causas íntimamente ligadas entre sí que necesariamente
producen su efecto.
|
05-11 |
Dijo la madre de El a los
que servían: "Haced cuanto os dijere". Y había allí seis hidrias de
piedra, conforme a la purificación de los judíos, y cabían en cada una
dos o tres cántaros. Y Jesús les dijo: "Llenad las hidrias de agua": y
las llenaron hasta arriba. Y Jesús les dijo: "Sacad ahora y llevad al
maestresala". Y le llevaron. Y luego que gustó el maestresala el agua
hecha vino, y no sabía de dónde era, aunque los que servían lo sabían
porque habían sacado el agua, llamó al esposo el maestresala y le
dijo: "Todo hombre sirve primero el buen vino; y después que han
bebido bien, entonces da el que no es tan bueno; mas tú guardaste el
buen vino hasta ahora". Este fue el primer milagro que hizo Jesús en
Caná de Galilea, y manifestó su gloria, y creyeron en El sus
discípulos. (vv. 5-11)
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 21
Aunque había dicho "no es llegada mi
hora", al fin hizo lo que su Madre le había pedido. Y así prueba
suficientemente que no estaba sujeto a horas. Pues si lo hubiese
estado, ¿cómo hizo esto cuando aun no había llegado la hora debida?
Además, por honra de su madre, a quien no creía oportuno contradecir,
ni quería avergonzar delante de todos; pues ésta le había traído a los
que servían para que la petición se hiciese por muchos. Por esto
sigue: "Dijo la madre de El a los que servían: Haced cuanto El os
dijere".
Beda
Como diciendo: Aunque parece que se niega,
lo hará sin embargo. La madre sabía, pues, que era bueno y caritativo.
Prosigue: "Y había allí seis hidrias de piedra", etcétera. Se llaman
hidrias a unos cántaros a propósito para llevar agua, del griego
udwr que significa agua.
Alcuino
Los vasos que tenían para llevar agua con
el fin de que se purificasen los judíos eran los que tradicionalmente
empleaban los fariseos, que también tenían esta costumbre, y que con
frecuencia se lavaban.
Crisóstomo,
ut sup
Mas como Palestina era escasa de agua, y
ésta no se encontraba en muchos sitios por haber pocas fuentes y
pozos, llenaban las hidrias de agua para no tener que volver muchas
veces, porque en cuanto se manchaban tenían cerca el medio de
purificarse. Y para que los infieles no sospechasen que de los restos
que habían quedado en el fondo de los vasos, después de haber
introducido el agua, hizo aquel vino tan exquisito, por eso dice el
Evangelista: "Conforme a la purificación de los judíos"; manifestando
que aquellas hidrias nunca habían estado destinadas a contener vino.
San Agustín,
in Ioannem, tract. 9
Con la palabra metretas significa ciertas
medidas, como si dijera urnas o cántaros, o algo por el estilo; la
palabra medida en griego es metron; de aquí
el que se llamen metretas.
Beda
Y cuando dice las palabras "dos o tres",
no quiere decir que en unas urnas cupiesen tres y en otras dos
medidas, sino que todas ellas servían indiferentemente para dos o para
tres medidas.
Prosigue: "Jesús les dijo: Llenad las
hidrias de agua. Y las llenaron hasta arriba".
Crisóstomo,
ut sup
Pero ¿por qué no hizo el milagro antes que
las hidrias fuesen llenas de agua? Porque hubiese sido mucho más
admirable si hubiese sacado aquella sustancia de la nada y hubiese
brillado mucho más el milagro, toda vez que allí no hubo otra cosa que
el cambio de una esencia en otra. Esto, en verdad, hubiera sido más
prodigioso; pero muchos, en cambio, no lo hubiesen creído. Por esta
razón se abstiene muchas veces de hacer milagros estupendos, queriendo
hacer más creíble lo que hacía, y con esto destruía las malas
doctrinas. Y como hay algunos que dicen que hay otro Creador del
mundo, El hace muchos milagros con las sustancias que le están
sometidas; pues si el que ha creado el mundo fuera contrario al
Salvador, éste no se valdría de medios ajenos para probar su propia
virtud. Pero no las llenó El mismo de agua y mostró después el vino,
sino que mandó a los que servían para que fuesen testigos de lo que
acontecía. Por esto sigue: "Y Jesús les dijo: Sacad ahora, y llevad al
maestresala".
Alcuino
La palabra Architriclino
quiere decir jefe del triclinio, y triclinio quiere decir una fila de
tres asientos, del griego klinh ; esto es,
el primero de los convidados, que, según se acostumbraba antiguamente,
se recostaba
1 en el
primer lugar. Alguno entiende por architriclino a alguno de los
sacerdotes de los judíos, que podía asistir a las bodas para que
instruyese a los esposos acerca de éstas.
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 25
Otros creen que, como los convidados
podían estar embriagados, era fácil que creyesen que se habían
trastornado las cosas, y que no supieran si era agua o vino lo que
bebían; mas aquellos a quienes estaba confiado el cuidado de los que
asistían al convite, vigilaban mucho para que nada faltase y todo
estuviese a punto y en orden. Por lo tanto, en testimonio de lo que
sucedía, dijo el Señor: "Llevad al maestresala", porque era quien
tenía el cuidado. Y no dijo: servid a los convidados.
San Hilario,
De Trin., 1, 3
He aquí que se echó agua en las hidrias y
de ellas se sacó vino, que se vaciaba en las copas. Así sucede que la
opinión de los que echaron el agua difiere de la opinión de los que
bebían. Los que las llenaron creían que saldría agua, mas los que las
vaciaban veían que salía vino. Por esto sigue: "Y luego que gustó el
maestresala el agua hecha vino, y no sabía de dónde era (pero los que
servían sabían muy bien que habían echado agua), llamó al esposo el
maestresala". Y en ello no hubo mezcla, sino creación; faltó la
sencillez del agua, y apareció el sabor del vino. No acontece que por
la mezcla de un líquido de inferior calidad se obtiene otro superior,
sino que realmente desaparece lo que era y aparece lo que no existía.
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 21
El Señor quería que sus milagros fuesen
conocidos poco a poco, y por lo tanto ni El revelaba lo que había
hecho, ni el maestresala llamó a los sirvientes (porque no se les
hubiera creído, si ellos hubiesen dado tal testimonio de alguien a
quien se consideraba un mero hombre), sino que llama al esposo, que
era quien podía haber visto lo que había sucedido. Y Jesucristo no
hizo vino sencillamente, sino un vino exquisito. Por esto sigue: "Y le
dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino", etc. Tales son los
milagros de Jesucristo, que todo lo que hace es mucho más útil y
hermoso que lo que se hace por la naturaleza. Por lo tanto, tuvo por
testigos a los sirvientes, de que en realidad era agua lo que se había
convertido en vino, y de que el vino era bueno, al maestresala y al
esposo. Y es probable que el esposo respondería, pero el Evangelio
nada dice de esto, ocupándose únicamente de lo que era necesario
saber; esto es, que el agua se había convertido en vino. Por lo que
añade en seguida: "Este fue el primer milagro que hizo Jesús en Caná
de Galilea".
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 22
Entonces era necesario hacer milagros,
porque los discípulos ya estaban reunidos y atentos, fijándose en
todas las cosas que sucedían claramente. Mas si alguno dijese que esto
no era razón suficiente sobre que era el principio de los milagros
-porque el Evangelista añadió "En Caná de Galilea", como significando
que ya se habían hecho primero en otra parte-, diremos lo que ya antes
hemos advertido: que dijo San Juan haber él venido a bautizar para
darlo a conocer en Israel ( Jn 1,31). Y si
hubiera hecho milagros en su niñez, los israelitas no hubieran
necesitado de otro que se lo manifestase. Y el que en poco tiempo
brilló tanto por sus muchos milagros, que su nombre fue conocido de
todos, mucho más lo hubiera sido si hubiera hecho milagros desde sus
primeros años, porque los milagros que se hubiesen hecho por El siendo
niño, hubieran sido más portentosos por proceder de un infante, y
había además más tiempo para que se extendieran. Muy convenientemente
no empezó a hacer milagros en la primera edad, porque hubiesen creído
que la Encarnación era sólo aparente, y lo hubieran crucificado antes
del tiempo oportuno, acosados por la envidia.
San Agustín,
in Ioannem, tract. 9
Este milagro del Señor, por el que
convirtió el agua en vino, no llama la atención a los que conocen que
es Dios el que lo hace; el mismo que hizo el vino en las hidrias es el
que todos los años lo está haciendo en las viñas. Pero esto, por
suceder siempre, ya no causa admiración. Y así el Señor se reservó el
hacer ciertas cosas que no suceden con frecuencia, para excitar la
admiración de los hombres que duermen e inducirlos a la adoración que
le deben. Por lo que sigue: "Y manifestó su gloria".
Alcuino
El es el Rey de la gloria, quien
transforma también los elementos como Señor de ellos.
Crisóstomo,
ut sup
Y esto en cuanto a su poder. Y si entonces
no lo conocieron muchos, sin embargo, después todos habían de oír
hablar del milagro. Por esto sigue: "Y creyeron en El sus discípulos".
Estos debían creer con más facilidad y atender diligentemente a todo
lo que hacía.
San Agustín,
De cons evang. 2, 17
Mas si entonces creyeron en El, todavía no
eran discípulos suyos cuando fueron convidados a las bodas. Mas se
dijo así, de a la misma manera que solemos decir que el apóstol San
Pablo nació en Tarso de Cilicia, pues cuando nació aún no era apóstol.
A semejanza de esto, cuando oímos decir que los discípulos del Señor
fueron convidados a las bodas, debemos entender que no eran discípulos
aún, sino que lo serían con el tiempo.
San Agustín,
ut sup
Véanse los misterios que se encierran en
estos milagros del Señor. Convenía que se cumpliese en Jesucristo lo
que se había escrito acerca de El. Aquélla era agua, pero del agua
hizo vino cuando les iluminó sus inteligencias y les explicó las
Escrituras. Así tuvo sabor lo que no lo tenía, y embriagó lo que no
embriagaba.
Beda
Cuando el Señor apareció en carne mortal,
la suavidad del conocimiento de la Ley, parecida al vino, poco a poco
empezó a corromperse por la interpretación material que le daban los
fariseos, alejándose de su primitiva virtud.
San Agustín,
ut sup
Si hubiese mandado quitar el agua y
hubiese introducido vino, puesto que conoce los secretos de la
creación humana, hubiese parecido que desaprobaba las antiguas
Escrituras
2. Mas
como convirtió el agua en vino, nos dio a conocer que la Escritura
antigua le pertenecía, porque en virtud de su mandato se llenaron las
hidrias. Mas aquella Escritura no tiene sabor, si no se comprende en
ella a Jesucristo. Sabemos también que la Ley data desde los primeros
tiempos, esto es desde el principio del mundo, desde donde hasta
nuestros días se cuentan seis edades: la primera data desde Adán hasta
Noé; la segunda, desde Noé hasta Abraham; la tercera, desde Abraham
hasta David; la cuarta, desde David hasta la trasmigración de
Babilonia
3; la
quinta, hasta el Bautista (San Juan Bautista), y la sexta desde aquí
hasta el fin del mundo. Aquellas seis hidrias representan estas seis
edades, en las cuales nunca faltó alguna profecía. Y cuando se
cumplieron las profecías se llenaron las hidrias. Y ¿qué representa
aquello de que cabían dos o tres cántaros? Si solamente hubiese dicho
que cabían tres, nuestra imaginación no hubiese creído otra cosa sino
que se refería al misterio de la Trinidad. Pero ni aun así debemos
separarnos de esta idea, porque dijo dos o tres, en atención a que una
vez nombrado el Padre y el Hijo, debe entenderse, como consecuencia,
el Espíritu Santo. Conviene, por lo tanto, entender, el amor del Padre
y del Hijo (que es el Espíritu Santo). Pero también puede entenderse
otra cosa; por dos metretas se entienden las dos clases de hombres;
esto es, los judíos y los griegos. Y por tres, los tres hijos de Noé.
Alcuino
Los servidores son los doctores del Nuevo
Testamento que explican las Escrituras a otros en sentido espiritual.
El maestresala es algún doctor de la Ley, como Nicodemo, Gamaliel o
Saulo. Cuando se confió a éstos la predicación del Evangelio, que se
ocultaba en la letra de la Ley, representaban al maestresala, a quien
se le daba a gustar el vino hecho del agua. Y en la casa de las bodas
había tres clases de hombres recostados, como en la Iglesia hay tres
clases de fieles, a saber: casados, continentes y doctores. Pero el
Señor reservó el vino exquisito para el final; esto es, el Evangelio,
que llegó en la sexta edad.
Notas
1. Se
recostaban para comer.
2. El
Antiguo Testamento.
3. La
deportación de Babilonia.
|
12-13 |
Después de esto se fue a
Cafarnaúm El y su madre, sus hermanos y sus discípulos; y estuvieron
allí no muchos días. Y estaba cerca la Pascua de los judíos, y subió
Jesús a Jerusalén. (vv. 12-13)
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 22
Como el Señor había de subir a Jerusalén
poco tiempo después, marchó a Cafarnaúm para que sus hermanos
1 y su
Madre no le sigan a todas partes. Por esto dice: "Después de esto se
fue a Cafarnaúm El y su madre y sus hermanos y sus discípulos, y
estuvieron allí no muchos días".
San Agustín,
in Ioannem, tract.10
Tal es nuestro Dios y Señor, excelso para
hacernos, humilde para regenerarnos; mientras anda entre los hombres,
sufre las debilidades humanas y esconde su divinidad. He aquí que
tiene Madre, parientes y discípulos. Y los hermanos proceden de donde
procede la madre, porque la Sagrada Escritura suele llamar hermanos,
no sólo a los que nacen de una misma madre o de un mismo padre, sino
de una misma familia, como sucede con los primos y los sobrinos. ¿De
dónde pudo el Señor tener hermanos? María no alumbró más que una vez.
¿Cómo creer otra cosa, si en ella empezó la dignidad de las vírgenes?
Abraham era tío paterno de Lot ( Gén 12), y
Jacob tuvo por tío materno a Labán, de Siria ( Gén
28), y sin embargo se llamaban hermanos ( Gén
13).
Alcuino
Por lo tanto, se llaman aquí hermanos del
Señor los parientes de María o de José, pero no los hijos de José ni
de María, porque no sólo la Santísima Virgen, sino también José,
testigo de su castidad, permanecieron siempre en la abstinencia de
toda acción conyugal.
San Agustín,
De cons evang. 2, 17
En cuanto a lo que dice "y sus
discípulos", no sabemos si ya se le habían incorporado San Pedro y San
Andrés y los hijos del Zebedeo. San Mateo refiere en primer lugar su
residencia en Cafarnaúm, y después, que llamó a aquéllos cuando
estaban pescando. Pero tal vez San Mateo dijo más adelante lo que
había pasado en silencio, porque lo dijo sin gran diferencia de
tiempo: cuando andaba por las orillas del mar de Galilea vio a dos
hermanos ( Mt 4,18). ¿O más bien fueron otros
discípulos? Pues la Escritura evangélica y apostólica no llamó
únicamente discípulos del Señor a aquellos doce, sino también a todos
los que, creyendo en El, eran instruidos en su magisterio respecto de
las cosas celestiales.
San Agustín,
De cons evang. 2, 18
Y además debe inquirirse, por qué se dice
en este lugar: "Antes que San Juan Bautista fuese llevado a la cárcel,
el Señor se retiró a Galilea", cuando las palabras de Mateo son éstas:
"Habiendo oído que Juan había sido puesto preso, se retiró a Galilea"
( Mt 4,12). Y de un modo semejante se expresa
San Marcos. San Lucas no dice nada de la prisión de Juan, sino que
después del bautismo y de la tentación de Cristo, dice que Este se
retiró a Galilea, como ya dijeron aquellos dos. Por esto se comprende
que los tres Evangelistas no referían lo contrario de lo que decía San
Juan el Evangelista, sino que pasaron en silencio su primera venida a
Galilea después que fue bautizado, y mencionan la que hizo cuando hubo
convertido el agua en vino.
San Eusebio,
Eccles. Hist. 3, 24
Cuando llegó a conocimiento de San Juan lo
que habían escrito los otros Evangelistas, se dice que aprobó la fe y
la verdad de cuanto habían dicho, pero que vio que faltaban algunas
cosas, especialmente las que el Señor había hecho en los primeros días
de su predicación. Y es cierto también que en los otros tres
evangelistas sólo parece que se contiene lo que se hizo en el año en
que San Juan Bautista estuvo en la cárcel, o sea, cuando fue
degollado. Y por lo tanto, se dice que, rogado el apóstol San Juan
para que escribiese lo que aquéllos habían pasado en silencio antes de
la prisión de San Juan, escribió lo que hizo el Salvador en este
tiempo. Si se examina con cuidado se encontrará que los Evangelios no
se contradicen, sino que lo escrito por San Juan se refiere a lo que
sucedió en un tiempo, y lo escrito por los demás a lo sucedido en otra
época.
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 22
Y entonces, en verdad, no hizo aquel
milagro en Cafarnaúm, porque los que habitaban aquella ciudad no eran
muy afectos a Jesucristo, sino que estaban muy corrompidos; por esto
fue allá y estuvo poco tiempo, para honrar de este modo a su Madre.
Beda,
super his verbis
Además, no estuvieron allí muchos días,
porque la fiesta de la Pascua se aproximaba. Por esto sigue: "Y estaba
cerca la Pascua de los judíos".
Orígenes,
in Ioannem, tom. 10
¿Y qué se propone al añadir de los judíos?
No que la solemnidad de la Pascua se celebrara en algún otro pueblo.
Acaso quería manifestar la diferencia que hay entre la Pascua de los
hombres, esto es, la de aquéllos que no la celebran conforme a la
voluntad o propósito de la Sagrada Escritura, y la Pascua divina o
verdadera, que se verifica en espíritu y en verdad. Y para distinguir
la divina, dice: de los judíos.
Prosigue: "Y subió a Jerusalén".
Alcuino
Leemos dos veces en el Evangelio que Jesús
subió a Jerusalén: una en el primer año de su predicación, cuando San
Juan no había aún sido llevado a la cárcel; de esta subida es de la
que se habla aquí. Y otra en el año en que padeció. El Señor nos dio
ejemplo respecto del gran cuidado que debemos tener acerca del
cumplimiento de los preceptos divinos. Porque si el mismo Hijo de Dios
cumplía los preceptos de la Ley, dictada por sí mismo, celebrando las
solemnidades con los demás hombres, ¿con cuánto cuidado no deben
prepararse y celebrar con buenas obras estas mismas solemnidades,
aquellos que únicamente son siervos de Dios?
Orígenes,
ut sup
En sentido espiritual puede decirse que
cuando se celebraron las bodas en Caná de Galilea, bajó el Salvador
con su Madre, con sus parientes y con sus discípulos, a Cafarnaúm, que
quiere decir campo del consuelo. Convenía, después de la alegría que
produjo el vino, que el Salvador viniese al campo del consuelo con su
Madre y con sus discípulos, para consolar a los que recibían su
doctrina y al alma de la que le había concebido por obra del Espíritu
Santo y ayudarles con la esperanza de sus frutos y la riqueza de sus
mieses. Porque hay algunos, en verdad, que dan fruto, a quienes el
Señor desciende realmente en unión de los ministros y los discípulos
de su divina palabra, favoreciéndoles en presencia de su Madre, o
también con su auxilio. Parece también que los que son llevados a
Cafarnaúm no disfrutan de la presencia constante de Jesús, porque
aquella luz que se desprende de sus muchas enseñanzas, no la puede
percibir el campo pequeño de la consolación inferior, puesto que es
capaz de poco.
Alcuino
Cafarnaúm es también una villa hermosísima
que representa al mundo, al que bajó el Verbo del Padre.
Beda
No permaneció muchos días el Señor allí,
porque no vivió mucho tiempo en este mundo con los hombres.
Orígenes,
ut sup
Es Jerusalén la ciudad de un gran Rey,
como dice el mismo Salvador, a la que ninguno de los que permanecen en
la tierra sube ni entra. Pero cualquier alma que llega a conseguir la
perfección espiritual y el conocimiento perfecto de los misterios
comprensibles, es habitante de esta ciudad, a la que se dice que subió
únicamente Jesús. Parece que los discípulos debieron estar después
presentes, porque recuerdan aquel dicho de Jesús: "El celo de tu casa
me comió". Pero Jesús ascendió en cada uno de sus discípulos.
Notas
1. Se
llama hermanos del Señor Jesús a sus parientes por el lado materno y
paterno. Santa María no tuvo más hijo que El.
|
14-17 |
Y halló en el templo
vendiendo bueyes y ovejas y palomas, y a los cambistas sentados. Y
haciendo de cuerdas como un azote, los echó a todos del templo, y las
ovejas y los bueyes, y arrojó por tierra el dinero de los cambistas, y
derribó las mesas. Y dijo a los que vendían palomas: "Quitad esto de
aquí, y la casa de mi Padre no la hagáis casa de tráfico". Y se
acordaron los discípulos que está escrito: El celo de tu casa me
comió. (vv. 14-17)
Beda,
super Mat 21, 12
Cuando el Señor vino a Jerusalén, se
dirigió en seguida al templo a orar, dándonos ejemplo de que cuando
lleguemos a algún punto donde hay un templo de Dios, debemos
dirigirnos lo primero a él y hacer oración. Por esto dice: "Y encontró
en el templo vendiendo bueyes, ovejas y palomas".
San Agustín,
in Ioannem, tract.10
Se concedió a aquel pueblo el ofrecimiento
de estos sacrificios por ser muy carnal, con el fin de que no se
dedicase al culto de los ídolos; por esto sacrificaban bueyes, ovejas
y palomas.
Beda,
ut sup
Y como algunos venían de muy lejos y no
podían traer consigo lo que habían de ofrecer, lo obtenían allí por
dinero. Por lo que los escribas y los fariseos ordenaron en cierta
época que hubiese esta clase de animales en el templo, para que los
que viniesen comprasen y los ofreciesen, y después vendían a otros lo
que antes ya se había ofrecido, y así obtenían una inmensa ganancia.
Con este fin había cambistas que estaban en sus mesas facilitando los
contratos entre los compradores y vendedores de víctimas con su
dinero; por esto dice: "Y a los cambistas sentados". Mas el Señor, no
queriendo que en su casa hubiese negociaciones terrenas, ni aun las
que parecían honestas, arrojó fuera a todos los negociantes.
San Agustín,
ut sup
Y Aquél que sería más adelante azotado por
los judíos, los azotó antes. Por esto sigue: "Y haciendo de cuerdas
una especie de látigo, los echó a todos del templo", etc.
Teofilacto
Y no sólo echó a los que vendían y
compraban, sino también lo que a éstos pertenecía. Por esto sigue: "Y
las ovejas y los bueyes, y arrojó por tierra el dinero de los
cambistas", esto es, las mesas de cambio que eran como depósitos de
dinero.
Orígenes,
ut sup
Consideremos también, no nos parezca cosa
enorme, que el Hijo de Dios preparó una especie de látigo de las
cuerdas que había recogido para arrojar del templo. Para explicar
esto, nos queda una poderosa razón. El divino poder de Jesús, cuando
quería podía contrarrestar la furia de sus enemigos, aun cuando fuesen
muchos, y apagar el fuego de sus maquinaciones. Porque el Señor disipa
las determinaciones de las gentes y reprueba los pensamientos de los
pueblos ( Sal 132,10). La historia presente
nos demuestra que no tuvo un poder menos fuerte para esto que para
hacer milagros; además, que es mayor este hecho que el milagro de
haber convertido el agua en vino, porque allí había una materia
inanimada, pero aquí se desbaratan los tráficos de muchos miles de
hombres.
San Agustín,
De Cons evang, 2, 67
Se sabe que esto no lo hizo el Señor una
sola vez, sino en repetidas ocasiones. Pero San Juan sólo refiere este
hecho concreto, y los otros tres evangelistas hablan de su repetición.
Orígenes,
ut sup
Y San Juan dice aquí que arrojó a los que
vendían en el templo, y San Mateo dice que arrojó a los que vendían y
compraban. Mas el número de los que compraban era mayor que el de los
que vendían, cuya expulsión debía ser difícil para el que se
consideraba como el hijo de un carpintero. Pero por disposición
divina, todos estaban sometidos a su dominio, como se ha dicho.
Beda
En esta lección se revela la doble
naturaleza de Cristo: la humana, en cuanto le acompaña su Madre; y la
divina, en cuanto se demuestra que es verdadero Hijo de Dios. Y
prosigue: "Y dijo a los que vendían palomas: quitad esto de aquí, y no
hagáis la casa de mi Padre casa de tráfico".
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 22
Llama Padre a Dios, y no se ofenden porque
creían que decía esto por sencillez; pero como después lo dijo con más
claridad, y dejaba conocer la igualdad, se enfurecieron contra El. Y
San Mateo dice ( Mt 21,13) que cuando los
arrojaba les increpaba diciéndoles: "No queráis hacer mi casa cueva de
ladrones". Hizo esto cuando se aproximaba su pasión, y por eso usaba
de palabras más duras. Mas lo que ahora dice San Juan sucedió al
principio de su predicación, y por eso no usa de términos duros, sino
suaves.
San Agustín,
ut sup
Aquel templo no era otra cosa más que una
figura, y el Señor arrojó a todos los que venían allí a traficar. ¿Y
qué es lo que allí vendían? Lo que los hombres necesitaban para los
sacrificios de aquellos tiempos. ¿Qué hubiera dicho si allí hubiera
encontrado borrachos? Si no debe hacerse negociación ninguna en la
casa del Señor, ¿deberá hacerse casa de bebidas?
Crisóstomo,
ut sup
¿Pero qué fin se propuso el Salvador al
obrar con tanta vehemencia? El que había de curar en día sábado y
había de hacer muchas cosas que parecían contrarias a la Ley, hizo
esto, aunque con peligro, para no aparecer como enemigo de Dios, dando
a entender que aquél que en los peligros se expone por el honor que se
debe a la casa de Dios, no menosprecia al Señor de ella, y por lo
tanto, para demostrar su conformidad con Dios, no dijo "la casa
santa", sino "la casa de mi Padre". Y por esto añade también el
Evangelista: "Y se acordaron sus discípulos que está escrito: el celo
de tu casa me comió"
1.
Beda,
ut sup
Mas sus discípulos, viendo en el Salvador
este celo ardentísimo, se acordaron de que el Salvador había arrojado
a los impíos del templo por el celo que tenía por la casa de su Padre.
Alcuino
El celo, cuando se toma en buen sentido,
es cierto fervor del alma en que ésta se enciende, prescindiendo de
todo respeto humano, por la defensa de la verdad.
San Agustín,
ut sup
Es comido también por el celo de la casa
de Dios aquél que se esfuerza por enmendar todo lo malo que en ella
encuentra, y si no puede enmendarlo, lo tolera, pero se aflige. Por lo
tanto, si te esfuerzas porque en tu casa nada malo se haga, en la casa
de Dios, donde se encuentra la salvación, ¿deberás tolerar, en lo que
de ti dependa, si algo malo encuentras? Si es un amigo, se le advierte
con prudencia; si es tu mujer, repréndela con severidad; haz todo lo
que puedas y según sea la persona que tengas a tu cargo.
Alcuino
El Señor entra todos los días en su
Iglesia espiritualmente y allí atiende cómo se porta cada cual.
Evitemos, pues, en la Iglesia las conversaciones, las risas, los odios
y las ambiciones, no sea que viniendo el Señor cuando menos se le
espera, nos arroje de su Iglesia a latigazos.
Orígenes,
in Ioannem, tom. 11
Es posible además que Jerusalén cayera por
su delito, o que se extraviasen mucho los más capaces e ingeniosos,
que si no se convirtieron después de su pecado, perdieron la capacidad
y la fuerza de su ingenio. Encuentra en el templo, esto es, en las
funciones religiosas o en la enunciación de la predicación
eclesiástica, o a algunos que convierten la casa de su Padre en casa
de negociación; a los que exponen a la venta sus bueyes, que conviene
guardar para el arado, no sea que al retroceder ya no puedan ser aptos
para el reino de Dios; y también a aquéllos que prefieren el dinero de
la iniquidad a las ovejas de quienes obtienen lo necesario para su
vestido. Y hay, por último, también algunos que menosprecian la
candidez de las palomas por su mal desempeño en la vida privada.
Cuando el Señor encuentra a estos tales en su santa casa, hace como un
azote de varios cordeles, y los hace huir con las ovejas que tienen a
la venta, y esparce todas sus ganancias, como indignas de ser
conservadas en la casa de Dios. También arranca las tablas colocadas
en las almas de los avaros, y manda que no se vuelva a vender palomas
en la casa de Dios. Y yo creo que estableció esto como ejemplo, en
confirmación de lo que antes había dicho en secreto, con el fin de que
en ello comprendamos que si algo debe hacerse respecto de aquella
oblación sagrada que hacen los sacerdotes, no deben hacerse fijando la
atención únicamente en el rito de las cosas sensibles, ni se debe
observar la Ley en sentido material, como lo hacían los judíos. Porque
arrojando Jesús fuera los bueyes y las ovejas; mandando echar fuera
las palomas, que eran las que se ofrecían en mayor número, según la
costumbre de los judíos, y tirando por tierra las mesas de los
cambiadores materiales, no de una manera terminante, sino de un modo
figurado, se refiere a las divinas impresiones que experimentan los
que obran bien, esto es, aquellas cosas que parecían buenas según lo
que está escrito en la Ley; por último, usando del azote contra la
plebe, se refería a aquellas cosas que deben disolverse o desterrarse,
una vez trasladado su reino a los gentiles que creyeron en El.
San Agustín,
ut sup
Los que venden en la Iglesia son los que
buscan lo que les agrada y no lo que le agrada a Jesucristo,
haciéndolo todo vendible, porque quieren ser pagados. Simón Mago quiso
comprar la gracia del Espíritu Santo, porque se proponía venderla. Era
de aquellos que vendían palomas, porque el Espíritu Santo apareció en
forma de paloma; pero la paloma no se vende, se da gratis, porque se
llama gracia.
Beda
Venden también palomas los que dan la
gracia recibida del Espíritu Santo, no gratis, como está mandado, sino
por premio, y los que conceden la imposición de las manos, en la que
va representada la gracia del Espíritu Santo, aun cuando no lo hagan
para ganar dinero, sin embargo lo hacen para captarse el favor de la
plebe; venden también palomas, del mismo modo que aquéllos que
conceden las sagradas órdenes no por el mérito de la vida, sino por
dispensar el favor.
San Agustín,
ut sup
Se entienden por bueyes los apóstoles y
los profetas que nos prepararon las Sagradas Escrituras. Y aquellos
que engañan a los pueblos, de quienes esperan recibir honores con
estas mismas Escrituras, venden los bueyes y venden las ovejas, esto
es, a los mismos pueblos. ¿Y a quién los venden sino al diablo? Todo
lo que se separa de la única Iglesia, ¿quién lo recibe sino el león
rugiente que por todas partes ronda, buscando a quien devorar, según
dice San Pedro? ( 1Pe 5,8).
Beda
Las ovejas son también todas las obras
buenas y piadosas. Venden, pues, ovejas todos aquellos que dan sus
limosnas al templo en calidad de préstamo, o hacen buenas obras para
ganarse el afecto humano y éstos son todos aquellos que sirven a la
Iglesia manifiestamente sólo por miramientos humanos. Y hacen también
casa de negociación la casa del Señor, no sólo todos aquéllos que
ejercen las sagradas órdenes por dinero, por alabanza o por honor,
sino también aquellos que no llenan en la Iglesia los deberes
espirituales del cargo que recibieron por la gracia del Señor, con
buena intención, sino con el fin de obtener retribución humana.
San Agustín,
ut sup
El Señor nos dio a conocer todo esto
cuando hizo aquel látigo de retazos de cordel y azotó a todos los que
negociaban en el templo. Además, cada uno añade a sus pecados, una
nueva malicia cuando comete esta clase de faltas, mas cuando los
hombres sufren algo por sus pecados, reconozcan que el Señor hace como
un azote de varios cordeles, y aun les advierte que muden de vida,
porque si no, en el final oirán aquellas palabras: "Atadle de pies y
manos" ( Mt 22,13).
Beda
Habiendo hecho el azote de trozos de
cordel, los arrojó del templo, de donde son arrojados aquellos que,
elegidos y puestos entre los santos, o bien hacen sus buenas obras de
una manera fingida, o abiertamente obran mal. También arrojó las
ovejas y los bueyes, porque manifiesta que la vida y la enseñanza de
estos tales están representados en ellos. También arrojó por el suelo
el dinero de los cambistas, y volcó sus mesas, porque quitará aun la
forma de las mismas cosas que estimaron los réprobos condenados en el
fin del mundo. También mandó quitar del templo las ventas de las
palomas, porque la gracia del Espíritu Santo, que se recibió gratis,
debe darse gratis.
Orígenes
Puede entenderse también por templo el
alma de alguno que sea celoso, en la que habita el Verbo de Dios,
aunque antes de conocer la celestial doctrina de Jesús hubiese estado
ocupada por los cuidados de la tierra y las pasiones carnales.
Representa estos movimientos el buey, porque es el que trabaja en el
campo; la oveja representa el movimiento de las ideas insensatas, que
es lo que más abunda en los animales irracionales; la paloma es la que
representa la inconstancia de las imaginaciones ligeras, y aquello que
parece obrar bien, son los dineros que Jesucristo arrojó con su
celestial doctrina para que ya nunca vuelva a ser mercado la casa de
su Padre.
Notas
1. El
celo de tu casa me come quiere decir que el afán por las cosas del
Señor me colma y me impulsa.
|
18-22 |
Y los judíos le
respondieron, y dijeron: "¿Qué señal nos muestras de que haces estas
cosas?" Jesús les respondió, y dijo: "Destruid este templo, y en tres
días lo levantaré". Los judíos le dijeron: "¿En cuarenta y seis años
fue hecho este templo, y tú lo levantarás en tres días?" Mas El
hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los
muertos, se acordaron sus discípulos que por esto lo decía, y creyeron
a la Escritura y a la palabra que dijo Jesús. (vv. 18-22)
Teofilacto
Como los judíos veían que Jesús hacía
tales cosas con gran poder, y diciendo: "No queráis hacer la casa de
mi Padre casa de negociación", le piden una señal. Por esto le dicen:
"¿Qué señal nos muestras de por qué haces estas cosas?"
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 23
¿Pero acaso necesitaban de alguna señal
para dejar de hacer lo que tan indebidamente hacían? ¿Acaso el estar
poseído de este gran celo por la casa del Señor no era el mayor de
todos los signos? Los judíos se acordaban de las profecías y sin
embargo, pedían una señal, sin duda porque sentían que se
interrumpiese su ganancia; ¡torpes! ¿Y querían por esto evitar que el
Salvador procediese de tal manera? Sin duda querían moverlo, o bien a
que hiciese milagros o a que desistiese de hacer lo que hacía. Por lo
tanto, no les da señal alguna, como respondió más adelante a los que
también se lo pidieron, diciéndoles lo mismo que a aquéllos: "Esta
generación mala y adúltera desea una señal, pero no se le dará otra
que la del profeta Jonás" ( Mt 12,39). Pero
entonces respondió lo mismo con más claridad; ahora se nos dice
también, pero con más oscuridad: mas Aquél que se adelanta dando
señales a los que no las piden, seguramente no hubiera rechazado aquí
a los que las pedían, si no hubiese sido porque conoció su mala
intención. Sigue, pues: "Y les dijo: destruid este templo, y en tres
días lo levantaré".
Beda
Cuando pedían una señal a Jesús,
manifestaban que querían conocer por qué arrojaba del templo aquellos
comercios acostumbrados. Respondió que aquel templo representaba el
templo de su cuerpo, en el cual no habrá mancha alguna de pecado. Como
diciendo: Así como purifico a este templo inanimado de vuestros
comercios y maldades con mi poder, así resucitaré este cuerpo mío tres
días después que haya muerto por vuestras manos.
Teofilacto
Y no se diga que los incite a que cometan
un homicidio, diciendo "destruid", sino que les da a entender que
conoce lo que intentan. Oigan, pues, los arrianos
1, cómo
el Señor es el destructor de la muerte, por cuanto dice: "Levantaré",
esto es, con su propia virtud.
San Agustín,
in Ioannem, tract. 10
Lo resucitó su Padre en realidad, a quien
se dice en los salmos: "Levántame y volveré a ellos" (
Sal 40,11). Pero ¿qué hizo el Padre sin el
Verbo? Por lo tanto, lo mismo que el Padre resucita al Hijo, Este
resucita también, porque el Hijo había dicho: "Yo y el Padre somos uno
solo" ( Jn 10,30).
Crisóstomo,
ut sup
Y ¿por qué les da como signo el de la
resurrección? Porque esto era principalmente lo que daba a conocer que
Jesús no era un puro hombre; que podía triunfar de la muerte y
destruir en poco tiempo su larga tiranía.
Orígenes,
ut sup
Una y otra cosa, esto es, el cuerpo de
Jesús y el templo, me parece que representan la Iglesia, porque ésta
se levanta con piedras vivas, se convierte en casa espiritual y en
sacerdocio santo por aquellas palabras de San Pablo: "Vosotros sois
cuerpo de Cristo y miembros de miembro" ( 1Cor
12,27). Y así como vemos que se destruye el edificio levantado con
piedras, también todos los huesos de Jesucristo habían de disgregarse
con las contrariedades de las tribulaciones; mas sería reconstruido y
resucitado al tercer día, porque estaría presente en el nuevo cielo y
en la nueva tierra. Así como el cuerpo visible de Jesucristo fue
crucificado y sepultado, y resucitó después, así el cuerpo total de
Cristo, formado por los santos, está crucificado con El. Cada uno de
ellos en ninguna otra cosa se gloría más que en la cruz de Jesucristo,
por medio de la que vive crucificado al mundo. También fue sepultado
con Jesucristo, y resucitó con El porque andaba en cierta novedad de
vida, aunque todavía no ha resucitado en cuanto a la bienaventurada
resurrección. Por esto no se escribió lo resucitaré al tercer día,
sino en tres días; se concluye su levantamiento dentro de los tres
días.
Teofilacto
Como los judíos creían que hablaba del
templo inanimado, se reían de El. Por esto sigue: "¿En cuarenta y seis
años fue hecho este templo y tú lo levantarás en tres días?".
Alcuino
Y debe advertirse que no hablaban ellos de
la primera edificación, que se hizo en tiempo de Salomón, que duró
siete años, sino de la reedificación que se hizo en tiempo de
Zorobabel, que duró cuarenta y seis, a causa de los impedimentos que
les oponían los enemigos
Orígenes,
ut sup
Dice alguno que deben computarse estos
cuarenta y seis años desde el momento en que David habló al profeta
Natán, consultándole acerca de la construcción del templo y de los
medios de allegar materiales para dicha construcción. Examínese si en
el número de cuarenta y seis años que se establece para la
construcción del templo podrán entenderse las cuatro decenas por los
cuatro elementos de que se compone el mundo, y los seis restantes
porque el hombre fue creado en el sexto día.
San Agustín,
De Trin., 4, 5
O bien este número responde a la
perfección total del cuerpo del Señor. Cuarenta y seis veces seis
hacen doscientos setenta y seis, que computándolo en días, forma nueve
meses y seis días. Y la perfección del cuerpo de Cristo, con arreglo a
las tradiciones que la Iglesia ha recibido de los antepasados,
comprende precisamente esos mismos días, pues se cree que fue
concebido y padeció el día octavo antes de las calendas
2 de
abril, esto es, el 25 de marzo, y que nació en el octavo antes de las
calendas de enero, que corresponde al 25 de diciembre; de una a otra
fecha se computan doscientos setenta y seis días, que abrazan cuarenta
y seis veces el número seis.
San Agustín,
lib. 83 Quaet, qu. 36
Se dice también que la concepción humana
procede y se perfecciona en esta manera. En los seis primeros días
tiene un aspecto de materia láctea; conviértese en los nueve días
siguientes en sangre; de aquí a doce días adquiere solidez; siguen
otros dieciocho días, en los cuales se forma, hasta que los miembros
adquieren la perfección de sus lineamientos, y en el tiempo restante
hasta el parto va aumentando de volumen. Ahora bien, seis y nueve y
doce y dieciocho, hacen una suma de cuarenta y cinco, a los cuales si
se añade una unidad, tendremos los cuarenta y seis. Multiplicando esta
cantidad por el número seis, que es la norma de esta ordenación,
tendremos doscientos setenta y seis, esto es, nueve meses y seis días.
No se dice, pues, sin razón, que se había construido en cuarenta y
seis años el templo, que aquí significa el cuerpo de Cristo, porque el
mismo número de años que se emplearon en el templo, tantos días se
necesitaron para la organización del cuerpo de Jesús.
San Agustín,
in Ioannem, tract. 10
Aunque el Señor tomó su cuerpo de la
descendencia de Adán, no tomó su pecado; de él tomó el templo de su
cuerpo, pero no la maldad, que había de arrojar de ese templo. Si se
combinan cuatro nombres griegos: anatole, que
quiere decir Oriente, dysis, que quiere decir
Occidente, arctos, que quiere decir Norte,
mesembria, que quiere decir Sur, tenemos las
letras que forman el nombre de Adán
3. Se
dice que el Señor habrá de reunir a sus escogidos de los cuatro
vientos de la tierra cuando venga el día del juicio. Las letras del
nombre de Adán tienen este número, según los griegos, y allí se ve que
el templo ha sido edificado en cuarenta y seis años. Tiene Adán,
a que es uno y d
que es cuatro, a que es uno y
m que es cuarenta. Y así tenemos los
cuarenta y seis. Los judíos, como eran carnales, todo lo interpretaban
en sentido material, y Jesús habla en sentido espiritual; mas nos dio
a conocer de qué templo hablaba por medio del Evangelista. Sigue,
pues: "Mas él hablaba del templo de su cuerpo".
Teofilacto
De aquí nació la contradicción de Apolinar
4, que
deseaba demostrar que la carne de Jesucristo era inanimada, por la
razón de que inanimado era el templo. Luego hace la carne de
Jesucristo semejante a la piedra y a la madera con las que se
construye el templo. Pero si dice el Salvador, según San Juan: "Mi
alma está turbada" ( Jn 17,27), etc., y en
otro lugar: "Tengo potestad para poner mi alma" ( Jn
10,18); si nunca se dice esto respecto del alma racional, ¿cómo se
interpretarán aquellas palabras de San Lucas: "En tus manos, Señor,
encomiendo mi espíritu" ( Lc 23,46)? No
podría entenderse esto en cuanto al alma racional, ni lo que se dice
en el Salmo: "No abandones mi alma en el infierno" (
Sal 15,10).
Orígenes
Por esto se considera el cuerpo del Señor
como un templo, porque así como el templo contenía la gloria de Dios,
que habitaba en él, así el cuerpo de Jesucristo, representando a la
Iglesia, contiene al Unigénito, que es la imagen y la gloria de Dios.
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 22
Dos razones había que se oponían a que los
discípulos del Señor comprendiesen esto: una, la misma resurrección, y
otra, que era la mayor, a saber, que era Dios el que habitaba en aquel
cuerpo, y que el Señor estaba oculto cuando decía: "Destruid este
templo y en tres días lo levantaré", etc. Y por lo tanto añade: "Y
cuando resucitó de entre los muertos, se acordaron sus discípulos que
por esto lo había dicho, y creyeron a la Escritura, y a la palabra que
dijo Jesús", etc.
Alcuino
Antes de la resurrección no entendían las
Escrituras, porque aún no habían recibido al Espíritu Santo que aún no
les había sido enviado porque Jesús no había sido glorificado todavía.
Mas en el mismo día de la resurrección, cuando el Señor se apareció a
sus discípulos, les aclaró sus inteligencias para que comprendiesen lo
que acerca de El estaba escrito en la Ley y en los profetas. Y
entonces creyeron en las Escrituras, esto es, en los profetas que
habían predicho la resurrección de Jesucristo en el tercer día, y en
las palabras del Salvador, cuando dijo: "Destruid este templo".
Orígenes,
in Ioannem, tract. 10
Por sentido anagógico comprendemos que,
como complemento de la fe, resucitará en el día de la resurrección
universal el Cuerpo total de Jesús, esto es, de su Iglesia, porque la
fe, que entonces verá la realidad
5, se
diferencia mucho de aquélla que ahora ve por medio de un espejo y en
enigma.
Notas
1. Los
arrianos sostenían que el Hijo es la primera y suprema criatura de
Dios, creado directamente por Padre para crear por El todo el
universo. El Padre le participa sus prerrogativas divinas como don por
su fidelidad.
2. Las
calendas eran el primer día de cada mes según el antiguo calendario
romano.
4.
Apolinar y sus partidarios decían que el Verbo Encarnado no había
asumido plenamente la naturaleza humana, sino sólo su dimensión
físico-síquica. La dimensión espiritual, la misma que comprendía el
entendimiento, era asumida, según afirmaban, directamente por el mismo
Verbo, Segunda Persona de la Trinidad. Algunos extremaron sus
posiciones y llegaron a afirmar que ni la psiqué ni el cuerpo había
sido asumido, sino que la divinidad se había transformado en ellos.
5.
Cuando veamos cara a cara ya no harán falta ni la fe ni la esperanza,
sino que sólo persistirá la caridad plena ( 1Cor
13,8-13).
|
23-25 |
Y estando en Jerusalén en
el día solemne de la Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los
milagros que hacía. Mas el mismo Jesús no se fiaba de ellos, porque
los conocía a todos. Y porque El no había menester que alguno le diese
testimonio del hombre; porque sabía por sí mismo lo que había en el
hombre. (vv. 23-25)
Beda
El Evangelista había referido lo que el
Señor había hecho al venir a Jerusalén; pero ahora, cuando estaba en
Jerusalén, refiere lo que hicieron otros respecto de El. Por esto
dice: "Y estando en Jerusalén", etc.
Orígenes
Debe observarse cómo había muchos que
creían en El viendo sus milagros, y no se dice que Jesús hizo milagros
en Jerusalén, a no ser que tal vez se hiciesen sin que se hable de
ellos en las Sagradas Escrituras. Obsérvese además si no cabe también
en lo posible contarse como milagro el haber hecho un azote de
cordeles y haber arrojado a todos del templo.
Crisóstomo,
in Ioannem, hom. 23
Pero habían sido más prudentes los
discípulos que se acercaron al Salvador, no por sus milagros, sino por
sus enseñanzas; porque eran muchos más los que eran atraídos por los
milagros, pero eran más razonables los que creían en El por los
profetas o por sus enseñanzas. Por lo cual añade: "Mas el mismo Jesús
no se fiaba de ellos".
San Agustín,
in Ioannem, tract. 11
¿Qué quiere decir esto? Ellos creían en el
nombre de Jesús, pero El no se fiaba de ellos: ¿no creían en El y
aparentaban haber creído? Pero no diría el Evangelista: "Muchos
creyeron en su nombre". Esto es grande y admirable. Los hombres creen
en Jesucristo, y Jesucristo no se confía a los hombres, especialmente
cuando dice que es Hijo de Dios, y cuando quiere padecer; porque si no
hubiese querido, no hubiera experimentado la Pasión. Pero así son
todos los catecúmenos. Si decimos al catecúmeno: ¿crees en Cristo?,
responderá creo, y se persignará; mas si le preguntamos: ¿comes la
carne del Hijo del hombre?, ignorará lo que decimos, porque Jesús no
se ha confiado a él.
Orígenes,
in Ioannem, tom. 10
Debe advertirse también, que Jesús no se
fía de los que creen en su nombre, y sí de los que creen en El. Creen
en El los que caminan por la angosta senda que conduce a la vida; los
que creen en sus milagros, no creen en El, sino en su nombre.
Crisóstomo,
ut sup
O bien dice esto porque no confiaba en
ellos como en discípulos perfectos, ni les confiaba todos sus
misterios, como lo hacía con los que ya eran sus fieles hermanos. Y no
se fijaba en las palabras exteriores, sino que conocía sus deseos,
sabiendo perfectamente la época más a propósito. Por esto sigue:
"Porque los conocía a todos, y porque El no había menester que alguno
le diese testimonio del hombre; porque sabía por sí mismo lo que había
en el hombre". Saber lo que hay en el corazón de los hombres es propio
de Dios, quien únicamente ha formado los corazones. No necesitaba de
testigos para saber lo que sucedía en lo que él había formado.
San Agustín,
ut sup
Mejor sabía el artífice lo que había en su
obra, que su criatura sabía lo que había en su interior. Porque así
como Pedro sabía lo que había en Cristo, cuando dijo: "Estaré contigo
hasta la muerte" ( Jn 13,37;
Lc 22,33), así el Señor sabía lo que había en
el hombre, diciendo: "Antes que el gallo cante, me negarás tres veces"
( Lc 22,34).
Beda
Por lo que se nos aconseja que nunca
estemos seguros en nuestra conciencia, sino que andemos siempre
solícitos y temamos, porque lo que se nos oculta a nosotros no es
desconocido para el árbitro eterno.
|