LECTIO DIVINA
para la vida diaria
 


Textos bíblicos de la vida consagrada
 


La Iglesia está viviendo momentos de fuerte aliciente espiritual, y la escucha de la Palabra de Dios en la comunidad cristiana es un lugar privilegiado donde se manifiesta el Espíritu de Dios. La formación espiritual converge hoy hacia una realidad: conocer; amar y atestiguar a Cristo, porque el cristianismo es la experiencia de una persona viva: de Alguien que quiere entrar en diálogo con el hombre. Y las fuentes vivas para la formación espiritual son la Biblia, la liturgia y los escritos de los Padres antiguos y modernos. El Espíritu hace viva aquí la Palabra, y ésta se vuelve inteligible y siempre nueva en el interior de la Tradición y de la fe de la Iglesia (cf. DV 12).

La colección Lectio divina para todos los días del año había sugerido un itinerario de lectio que seguía los textos del leccionario ferial y festivo. Esta segunda serie, que lleva por título Lectio divina para la vida diaria, pretende sugerir un itinerario de lectio a partir de los textos más leídos y orados por la comunidad cristiana y por la tradición viva de la Iglesia.

Éstas páginas, que siguen el mismo método de la lectio divina, también han sido enriquecidas con fragmentos antológicos tomados de los grandes comentarios que nos han transmitido los Padres de la Iglesia y los maestros de la vida espiritual.

El lector tiene en sus manos un nuevo instrumento que le ayudará a alcanzar una familiaridad orante con la Palabra de Dios, siguiendo un método bien probado y apreciado, y con la colaboración de autores de diferentes sensibilidades y competencias. El compromiso común es converger todos juntos hacia una espiritualidad bíblica, tanto personal como comunitaria, que ilumine la vida cristiana hoy.


 

 

Índice

Introducción

Las tentaciones de Jesús en el desierto (Mt 4,1-11)

La buena nueva de las bienaventuranzas (Mt 5,1-12)

Las exigencias de la vocación apostólica (Mt 8,19ss)

«Y se transfiguró ante ellos» (Mt 17,1-9)

Su presencia en medio de nosotros (Mt 18,20)

El celibato por el Reino de los Cielos (Mt 19,10-12)

«Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido» (Mt 19,16-19)

El peligro del fariseísmo (Mt 23,1-12)

La caridad como forma de la vigilancia evangélica (Mt 25,31-46)

La llamada a un seguimiento especial (Mc 1,16-20)

Designó a doce para que lo acompañaran (Mc 3,13-15)

Los unos al servicio de los otros, en la caridad (Mc 10,42-45)

Una familia reunida en torno a la eucaristía (Mc 14,12-25)

El anuncio y el «sí» que cambiaron la historia (Lc 1,26-38)

¿No sabíais que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre? (Lc 2,40-52)

El Espíritu Santo, nuestro compañero de viaje (Lc 3,21ss)

Libertad de espíritu para la evangelización (Lc 4,16-30)

A los pies del Maestro (Lc 10,38-42)

«Jesús, acuérdate de mí» (Lc 23,33.38-43)

Comunión de corazones, comunión de bienes (Hch 4,32-37)

El seguimiento de los discípulos, llamados a dejarlo todo (Jn 1,35-51)

Jesús y el alimento de la voluntad del Padre (Jn 4,31-34)

La misión de Jesús es cumplir la voluntad del Padre (Jn 6,37-40)

La unción de Betania y el derroche del amor (Jn 12,1-8)

El lavatorio de los pies: una vida según la lógica del servicio (Jn 13,1-5)

Permanecer unidos, amándonos como él nos ha amado (Jn 15,9-17)

Jesús ora por la custodia de los discípulos (Jn 17,11b-26)

La maternidad espiritual de María (Jn 19,25-27)

La carrera de Pedro y Juan al sepulcro vacío (Jn 20,1-10)

Liberados por el Espíritu de Dios, nos atrevemos a decir: «¡Padre!» (Rom 8,14-17)

El consejo de Pablo: «Preocupaos de las cosas del Señor» (1 Cor 7,25-35)

Los dones del Espíritu, una riqueza al servicio de la comunidad (1 Cor 12-14, passim)

Que por encima de todo esté la caridad (1 Cor 13)

Espíritu y libertad (Gal 5,16-26)

El amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento (Ef 3,14-21)

La kenosis del Hijo, modelo de obediencia al Padre (Flp 2,5-8)

Perderlo todo, para ganar a Cristo y configurarse con él (Flp 3,7-11)

«Aquí vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad» (Heb 10,5-10)

Llamados de las tinieblas a su luz admirable (1 Pe 2,9ss)

Redimidos de entre los hombres como primicias, cantamos un cántico nuevo (Ap 14,1-4)