CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO

45-50  -  51-56  -  57-61  -  62-66


01-05

Y venida la mañana, todos los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo entraron en consejo contra Jesús, para entregarle a la muerte. Y lo llevaron atado y lo entregaron al presidente Poncio Pilato. Entonces Judas, que le había entregado, cuando vio que había sido condenado, movido de arrepentimiento, volvió las treinta monedas de plata a los príncipes de los sacerdotes y a los ancianos, diciendo: "He pecado entregando la sangre inocente". Mas ellos dijeron: "¿Qué nos importa a nosotros? viéraslo tú". Y arrojando las monedas de plata en el templo, se retiró, y fue y se ahorcó con un lazo. (vv. 1-5)
 
San Agustín, de consensu evangelistarum 3,7
El Evangelista había tejido anteriormente su narración refiriendo aquellas cosas que sucedieron al Señor hasta el amanecer, pero volvió para narrar la negación de Pedro, terminada la cual continuó lo demás hasta la mañana. Y dice: "Habiéndose hecho de día, entraron en consejo contra Jesús todos los príncipes de los sacerdotes y ancianos del pueblo para entregarle a la muerte".
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Creía que con la muerte se extinguiría la doctrina y la fe en aquéllos que le habían creído como Hijo de Dios. Insistiendo, pues, en sus proyectos, ataron a Jesús, que desataba a los demás y así le llevaron al procurador Poncio Pilato.
 
San Jerónimo
Observa la solicitud de los sacerdotes que pasaron en vela toda la noche para cometer un homicidio, y entregaron atado a Jesús a Pilato, porque tenían la costumbre de entregar atado ante el Juez al que condenaban a muerte.
 
Rábano
Pero debe notarse que no fue entonces la primera vez que le ataron, sino que ya poco antes lo habían hecho en el huerto como dice San Juan.
 
San Juan Crisóstomo, in Matthaeum. hom. 84,3
No le mataron ocultamente porque querían destruir su gloria, en razón a que muchos le admiraban, y por esto se empeñaron en matarle públicamente y delante de todos; y a este fin le llevaron ante el prefecto.
 
San Jerónimo
Viendo, pues, Judas al Señor condenado a muerte, les devolvió a los sacerdotes el precio, como si estuviera a su arbitrio el cambiar la sentencia. "Entonces Judas, que le había entregado, cuando vio que había sido condenado, movido de arrepentimiento, devolvió las treinta monedas de plata a los príncipes de los sacerdotes y a los ancianos diciendo: he pecado entregando sangre inocente".
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Contéstenme los que inventan cierta fábula sobre dos naturalezas en el hombre, ¿por qué Judas conociendo su pecado dijo: "Pequé entregando la sangre del justo"; sino por la buena semilla de inteligencia y virtud que sembró Dios en el alma racional, la cual no cultivó Judas, y por esto cayó en tal pecado? Si, pues, si hay algún hombre de tal naturaleza que haya de perderse, Judas fue el que más perteneció a esta clase. Si después de la resurrección de Jesucristo hubiera dicho esto, acaso lo hubiera dicho obligado a arrepentirse de su pecado en fuerza de la misma resurrección. Pero ahora, viendo que había sido entregado Jesús a Pilato, se arrepintió tal vez acordándose de lo que Jesús había dicho repetidamente sobre su futura resurrección. Sin duda que Satanás, que había entrado en él, le apremió hasta que entregó a Jesús a Pilato; y después que logró lo que quería, salió de él y dejándole, pudo arrepentirse. ¿Pero cómo vio Judas que Jesús había sido condenado, si aun no había sido interrogado por Pilato? Acaso dirá alguno, que en su imaginación vio el resultado del proceso por lo que había visto. Otro dirá que lo que está escrito: "viendo Judas que había sido condenado", se refiere al mismo Judas, entonces sintió su maldad y se reconoció condenado.
 
San León Magno, sermones 52,5
Diciendo, sin embargo: "He pecado, entregando sangre inocente", persiste en la perfidia de su impiedad no reconociendo a Jesús como Hijo de Dios, sino tan sólo como hombre de nuestra condición puesto en peligro de muerte, cuya misericordia hubiese inclinado a su favor, si no hubiera negado su omnipotencia.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 85,2
Observa que se arrepintió cuando había consumado su pecado. El diablo no permite a aquéllos que no velan, que vean el mal hasta que lo consuman.
Sigue: "Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? Viéraslo tú".
 
Remigio
Como si dijeran: ¿Qué nos importa a nosotros si es justo? Esto era de tu cuenta. Esto es, tu obra se manifestará como sea. Algunos quieren que se lean juntas estas palabras: "A nosotros qué, tú lo vieras" para que haga este sentido: ¿qué concepto hemos de tener de ti, que confiesas haber entregado al justo?
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Cuando el diablo se aparta de alguno, observa el instante favorable, y cuando le ha inducido a un segundo pecado, acecha la ocasión para el tercero. A la manera que aquél que primero abusó de la esposa de su padre, se arrepintió de esta maldad; pero después el diablo exageró de tal manera su tristeza que llegó al extremo de perder al desgraciado. Algo semejante pasó en Judas, pues luego que se arrepintió, no supo contener su corazón, sino que se dejó llevar de la tristeza inspirada por el diablo, la cual le perdió. Y sigue: "Y marchándose se ahorcó". Pero si hubiera procurado hacer penitencia y la hubiese practicado a tiempo, sin duda hubiera encontrado a aquél que dijo: "No quiero la muerte del pecador" ( Ez 33,11). Pero tal vez quiso adelantarse a la muerte de su maestro, y salirle al encuentro con el alma separada del cuerpo, para que confesando y rogando mereciese misericordia; pero no consideró que no debe el siervo de Dios sacarse de este mundo, sino esperar que Dios lo disponga.
 
Rábano
Se colgó de un lazo para manifestar que era detestado del cielo y de la tierra.

San Agustín, De quaestiones novi et veteri testamentorum, q. 94
Pero ocupados los príncipes de los sacerdotes en la muerte del Señor desde el amanecer hasta la hora de nona, ¿cómo se prueba que Judas les entregó el precio de la sangre que había recibido, antes de la crucifixión del Señor, y les dijo en el templo: "He pecado, entregando sangre inocente"? Aunque todos los príncipes y los ancianos del pueblo no estuvieron en el templo antes de la pasión del Señor, y en la cruz lo estuvieron insultando, no puede probarse con ello que lo de Judas fue antes de la pasión del Señor, cuando hay muchas cosas que ciertamente ocurren antes de los hechos y son narradas después. Pero quizás Judas se arrepintió después de la hora de nona, preso del miedo al ver que había muerto el Salvador, y que debido a ello se había desgarrado el velo del templo, que la tierra tembló, que se rompieron las piedras y que chocaron los elementos. Sin embargo, después de la hora de nona también estaban ocupados los ancianos y los príncipes de los sacerdotes en la celebración de la pascua; y en el sábado estaba prohibido por la ley aun llevar dinero encima. Por esto yo creo que no es posible saber en qué día -ni en qué tiempo-, puso Judas fin a su vida.

06-10

Y los príncipes de los sacerdotes, tomando las monedas de plata, dijeron: "No es lícito meterlas en el tesoro, porque es precio de sangre". Y habiendo deliberado sobre ello, compraron con ellas el campo de un alfarero para sepultura de los extranjeros. Por lo cual fue llamado aquel campo Haceldama, esto es, campo de sangre, hasta el día de hoy. Entonces se cumplió lo que fue dicho por Jeremías el profeta, que dijo: Y tomaron las treinta monedas de plata, precio del apreciado, al cual apreciaron de los hijos de Israel. Y las dieron por el campo del alfarero, así como me lo ordenó el Señor. (vv. 6-10)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 85,3
Como los príncipes de los sacerdotes sabían que habían comprado la muerte, se veían condenados por su propia conciencia; y para demostrar esto, añade el Evangelista: "Y los príncipes de los sacerdotes, tomando las monedas de plata, dijeron; no es lícito meterlas en el tesoro, porque es precio de sangre".
 
San Jerónimo
En verdad que filtraban un mosquito y se tragaban un camello, por lo tanto, si no ponen el dinero en el tesoro (esto es, en el gazofilacio en donde estaban las ofrendas hechas a Dios), porque era precio de sangre; ¿por qué derraman esa misma sangre?
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Veían que debían emplearse aquellas monedas más bien en los muertos, porque eran precio de sangre. Pero como en el lugar donde habitan los muertos hay también sus diferencias, emplearon aquel precio de la sangre de Jesús en la adquisición del campo de un alfarero, para enterrar allí a los peregrinos, y no entre las tumbas de sus padres. Por esto sigue: "Y habiendo deliberado sobre ello, compraron con estas monedas el campo de un alfarero para enterrar a los extranjeros".
 
San Agustín, in serm. de Passione
Yo creo que esto sucedió por disposición divina, para que se vea que el precio del Salvador no sirve al abuso de los pecadores, pero ofrece descanso a los peregrinos. A fin de que en lo sucesivo Jesucristo redima a los vivos con el precio de su sangre, y reciba a los muertos por su pasión preciosa. Con el precio de la sangre del Señor se compra, pues, el campo de un alfarero. Leemos en las Sagradas Escrituras que la salvación de todo el género humano ha sido comprada con la sangre del Salvador. Este campo es, pues, todo este mundo. El alfarero, que puede tener el dominio de todo el mundo, es El mismo que hizo de tierra este vaso de nuestro cuerpo. Pues el campo de este alfarero, es el comprado con la sangre de Jesucristo. Para los peregrinos, diremos que andaban desterrados de todo el mundo, sin casa ni patria; pero que en la sangre de Cristo se les provee del descanso necesario. Llamamos peregrinos a aquéllos piadosos cristianos que, renunciando al siglo, y no poseyendo cosa alguna en el mundo, descansan en la sangre de Cristo y el sepulcro de Cristo, no es otra cosa que el descanso del cristiano. Estamos sepultados, pues, con Jesús, como dice el Apóstol, por medio del bautismo en la muerte ( Rom 6,4). Nosotros, por lo tanto, somos peregrinos en este mundo, y nos encontramos como huéspedes mientras dura la luz de la vida.
 
San Jerónimo
Como también éramos peregrinos respecto de la ley y de los profetas, hemos recibido nuestra salud del perverso proceder de los judíos.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
También llamamos peregrinos a aquéllos que desconocen a Dios hasta el fin, porque los justos están sepultados con Jesucristo en el sepulcro nuevo que ha sido abierto en la piedra. Y los que son extraños a Dios hasta el fin, quedan sepultados en el campo del alfarero, que trabaja en lodo, que fue comprado con el precio de sangre y se llama campo de sangre. Sigue: "Por lo cual fue llamado aquel campo Haceldama, esto es, campo de sangre, hasta el día de hoy".
 
Glosa
Esto último debe referirse al tiempo en que escribió esto el Evangelista. Además confirma esto mismo por medio de profecías, diciendo: "Entonces se cumplió lo que fue dicho por Jeremías el profeta, que dijo: y tomaron las treinta monedas de plata, precio del apreciado, a quien apreciaron los hijos de Israel, y las dieron por el campo del alfarero, así como me lo ordenó el Señor".
 
San Jerónimo
Esto no se encuentra escrito en Jeremías, pero en Zacarías ( Za 11,12) (que es el penúltimo de los doce profetas), se lee esto mismo aunque escrito de diferente modo. Y aun cuando en el sentido se diferencian poco, en el orden y en las palabras hay diferencia.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 3,7
Y si alguno juzga que por ello no se debe creer al Evangelista, sepa primeramente que no todos los códices del Evangelio expresan que fue dicho por Jeremías, sino que simplemente dicen que lo dijo un profeta. Pero a mí me parece que esto no es defensa, puesto que muchos códices, especialmente los más antiguos, citan el nombre de Jeremías, y nadie puede conocer la causa porque se añadiese este nombre, introduciendo así una equivocación. Y por qué se ha quitado, no es por otra razón mas que por efecto de la ignorancia atrevida que confundía la cuestión anterior. Pudo también suceder que la intención de San Mateo cuando escribió su Evangelio fuese citar a Jeremías en lugar de Zacarías (como suele suceder), lo que, sin embargo corregiría, tal vez avisado por aquéllos que leyeron su Evangelio cuando aun vivía. O tal vez que haciendo memoria, regida por el Espíritu Santo, se le ocurrió citar el nombre de un profeta por otro, porque el Señor así lo determinó cuando escribía. Y la primera causa de que así lo haya determinado es, que de esta manera da a conocer que todos los profetas -como han hablado animados por un mismo Espíritu- convienen entre sí de un modo admirable, como si pudiese decirse que todo lo escrito por los profetas parece que procede de un sólo hombre. Por lo tanto debe admitirse sin duda alguna todo lo que el Espíritu Santo ha dicho por su boca, y que lo de cada uno, es de todos; y lo de todos, de cada uno. Y así, si alguno en nuestros días, al querer citar las palabras de una persona dijera que las ha dicho otro que es muy amigo de aquel cuyas palabras quiere citar, y se da cuenta que se ha confundido, enmiéndelo, pero diga: he dicho bien, no fijándose en otra cosa que en la conformidad que hay entre ellos. ¿Con cuánta mayor razón debe decirse esto respecto de los santos profetas? Hay también otra razón por la que podemos decir que se permite seguir citando a Jeremías en vez de Zacarías y que más bien esto fue ordenado por autoridad del Espíritu Santo. Se dice en Jeremías ( Jer 32,7-9) que compró un campo al hijo de su hermano, y que le dio treinta monedas de plata, pero no como precio, según se dice en la profecía de Zacarías. El Evangelista interpretó esto refiriéndose a la profecía que hablaba de las treinta monedas de plata, lo cual se cumplió ahora en el Señor como no cabe duda. Pero también se refiere a esto aquello del campo comprado de que habla Jeremías, y que puede significar místicamente que no se citaba aquí el nombre de Zacarías, que dijo en treinta monedas de plata, sino el de Jeremías, que habló del campo comprado. De esta manera, quien lee el Evangelio y ve el nombre de Jeremías, y al buscar en el libro de Jeremías no encuentra el testimonio respecto de las treinta monedas de plata, sin embargo sí encuentra el de la compra del campo, con lo cual se da cuenta de que debe comparar los textos y así descubrir el sentido de la profecía y su relación con lo que se cumplió en el Señor. Y aquello que añadió a este testimonio San Mateo, cuando dice: "A quien apreciaron de los hijos de Israel y las dieron por el campo del alfarero, así como me lo ordenó el Señor"; esto no se encuentra ni en Zacarías ni en Jeremías; por cuya razón debe creerse que más bien lo añadiría el Evangelista por elegancia, y en sentido espiritual o que lo intercalaría, en atención a que había sabido esto por inspiración divina, creyendo que esto lo decía refiriéndose al precio en que fue apreciado Jesucristo según la profecía.
 
San Jerónimo
Lejos, pues, del que sigue a Cristo que pueda ser argüido de falso, quien tuvo el cuidado no de citar las palabras y las sílabas, sino únicamente las sentencias de las doctrinas.
 
San Jerónimo
He leído hace poco tiempo, en un códice hebreo que me proporcionó uno de la secta de los nazarenos, un pasaje apócrifo de Jeremías, en el que hallé esto literalmente escrito. Y me parece que más bien este testimonio está tomado de Zacarías a quien citaban con frecuencia los evangelistas y los apóstoles, como tenían costumbre de citar el Antiguo Testamento, dando el sentido y prescindiendo del orden de las palabras.

11-14

Y Jesús fue presentado ante el presidente, y le preguntó el presidente y dijo: "¿Eres tú el rey de los judíos?" Jesús le dice: "Tú lo dices". Y como le acusasen los príncipes de los sacerdotes y los ancianos, nada respondió. Entonces le dice Pilato: "¿No oyes cuántos testimonios dicen contra ti?" Y no le respondió a palabra alguna, de modo que se maravilló el presidente en gran manera. (vv. 11-14)
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 3,7
Una vez terminado lo que dice San Mateo respecto de Judas el traidor, vuelve al orden de su narración, diciendo: "Y Jesús fue llevado ante el presidente".
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Considera al que fue constituido por el eterno Padre Juez de toda criatura, cuánto se humilló hasta querer estar delante de este juez de Judea. Y es interrogado sobre un asunto del que acaso el mismo Pilato pregunta con ironía o duda. Por esto sigue: "Y le preguntó el presidente: ¿Eres tú el rey de los judíos?"
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 86,1
Pilato pregunta esto, porque los enemigos de Jesús todo lo interpretaban mal en contra de El, y como sabían que Pilato no entendía de los asuntos legales, levantan contra El públicas acusaciones.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Y Pilato dijo esto de una manera terminante, por cuya razón más adelante escribió el título de Rey de los judíos. Cuando respondió al príncipe de los sacerdotes: "Tú lo has dicho", reprendió su duda de una manera indirecta; pero confirma las palabras afimrativas de Pilato, por lo que sigue: "Jesús le dice: Tú lo has dicho".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 86,1
Confesó que era rey, pero del cielo, como se lee terminantemente en otro Evangelio, en que dijo Jesús: "Mi reino no es de este mundo" ( Jn 18,36); de modo que ni los judíos, ni Pilato, podían alegar excusa alguna al insistir en esta acusación.
 
San Hilario, in Matthaeum, 32
Ni el pontífice a quien contestando Jesús había dicho: "Tú lo dijiste"; porque bien sabido tenía por la ley que habría de nacer el Cristo. Pero como este que preguntaba si Jesús era el rey de los judíos, desconocía la ley, sólo le contestó: "Tú lo dices"; porque por medio de la fe de esta confesión, había de venir la salvación de los gentiles.
 
San Jerónimo
Observa además que respondió la sentencia a Pilato, de algún modo forzado a hacerlo. Pues no quiso contestar a los sacerdotes y a los príncipes, creyéndolos indignos de su contestación. Por esta razón, cuando era acusado por los príncipes de los sacerdotes y por los ancianos, nada respondió.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 3,8
San Lucas también manifiesta las mismas culpas de que le acusaban sus enemigos. Dice: "Empezaron a acusarle, diciendo: hemos encontrado a éste sublevando a nuestro pueblo, y prohibiendo pagar sus tributos al César, diciendo además que El es el Cristo Rey" ( Lc 23,2). No afecta a la esencia el orden con que se refieren estas cosas, como tampoco interesa el que un evangelista calle lo que otro dice.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Así como antes Jesús nada respondió, cuando lo acusaban, así tampoco ahora, porque no se dirigía entonces a ellos la palabra de Dios, como en otro tiempo se había dirigido a los profetas. Pero tampoco era digno que respondiese a Pilato, quien no tenía jurisdicción propia para juzgar a Cristo. Sino que por el contrario era traído y llevado, combatido por dos opiniones diferentes. Por esto sigue: "Entonces le dice Pilato: ¿no oyes cuántos testimonios dicen contra ti?"
 
San Jerónimo
En verdad que es un gentil quien desprecia a Jesucristo, pero echando la culpa al pueblo judío.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 86,1
Decía también esto, porque quería librarle si respondía disculpándose. Sigue. "Y no le respondió a palabra alguna, de modo que se maravilló el presidente en gran manera". Y aun cuando tenían muchas pruebas de su virtud y de su mansedumbre y humildad, sin embargo, le calumniaban y activaban contra El su juicio perverso. Por esta razón no responde y si alguna vez lo hace, habla con brevedad, no fuera que, por su prolongado silencio se formase de El la idea de pertinacia.
 
San Jerónimo
Jesús no quiso responder cosa alguna para evitar que, descubriendo el presidente su inocencia, se dilatase el inmenso beneficio de su pasión.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
El presidente se admiró de su constancia, creyendo acaso que tenía jurisdicción para declararle culpable. Y sin embargo, le veía firme en su tranquila y pacífica sabiduría e imperturbable gravedad, además se admiraba extraordinariamente, porque le parecía un milagro que presentado Jesús ante un juez, como culpable permaneciera impertérrito a vista de la muerte, que tan terrible es a los hombres.

15-26

Por el día solemne acostumbraba el presidente entregar libre al pueblo un preso, el que querían. Y a la sazón tenía un preso muy famoso, que se llamaba Barrabás. Y habiéndose ellos juntado, les dijo Pilato: "¿A quién queréis que os entregue libre? ¿A Barrabás, o por ventura a Jesús, que es llamado el Cristo?" Pues sabía que por envidia lo habían entregado. Y estando él sentado en el tribunal, le envió a decir su mujer: "Nada tengas tú con aquel justo. Porque muchas cosas he padecido hoy en visión por causa de él". Mas los príncipes de los sacerdotes y los ancianos persuadieron al pueblo que pidiese a Barrabás, y que hiciese morir a Jesús. Y el presidente les respondió y dijo: "¿A cuál de los dos queréis que os entregue libre?" Y dijeron ellos: "A Barrabás". Pilato les dice: "¿Pues qué haré de Jesús, que es llamado el Cristo?" Dicen todos: "Sea crucificado". El presidente les dice: "¿Pues qué mal ha hecho?" Y ellos levantaban más el grito, diciendo: "Sea crucificado". Y viendo Pilato que nada adelantaba, sino que crecía más el alboroto, tomando agua, se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: "Inocente soy yo de la sangre de este justo: allá os lo veáis vosotros". Y respondiendo todo el pueblo dijo: "Sobre nosotros y sobre nuestros hijos sea su sangre". Entonces les soltó a Barrabás, y después de haber hecho azotar a Jesús, se lo entregó para que lo crucificasen. (vv. 15-26)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 86,1
Como Jesucristo no respondía a las acusaciones de los judíos, para poder Pilato absolverle de ellas, inventa otro medio para salvarle. Por eso dice: "Por el día solemne acostumbraba el Presidente entregar libre al pueblo un preso, el que querían".
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
De este modo agradan los que gobiernan a los que les están subordinados, hasta que consiguen sentar sobre ellos su dominación absoluta. Entre los judíos también existió esta misma costumbre en algún tiempo. Saúl no mató a Jonatás, porque todo el pueblo así se lo pidió.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 86,2
Pilato también quiso salvar a Jesús, apoyado en esta costumbre. Y para que los judíos no tengan ninguna sombra de excusa, pone en parangón con Jesucristo a un homicida conocido de todos. Acerca de lo cual sigue: "Y a la sazón tenía un preso muy famoso, que se llamaba Barrabás". No solamente era ladrón, sino ladrón insigne, esto es, célebre por su maldad.
 
San Jerónimo
Este Barrabás, según el evangelio de los hebreos 1, se dice que fue hijo de un maestro de aquéllos, que había sido condenado por una sedición y homicidio. Pilato les da a elegir para que dejen en libertad al que quieran. Al ladrón o a Jesús; no dudando que Jesús sería el escogido. Por esto sigue: "Y habiéndose ellos reunido, les dijo Pilato: ¿a quién queréis que os entregue libre, a Barrabás, o por ventura a Jesús, que es llamado el Cristo?"
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 86,2
Como diciendo: si no queréis dejarlo en libertad como inocente, dejadlo, al menos, como condenado, pero libre por la festividad. Y si convenía dejarlo libre cuando fuese verdaderamente culpable, con mucha más razón en caso de duda. Véase cómo se invirtió el orden en esta ocasión. La petición en favor de los condenados, se hacía por medio del pueblo y la concesión era propia del príncipe. Pero ahora sucede lo contrario. El príncipe pide al pueblo, y el pueblo se vuelve más cruel.
 
Glosa
Por qué trabajó tanto Pilato por librar a Jesucristo, lo manifiesta el Evangelista cuando añade: "Pues sabía que por envidia lo habían entregado".
 
Remigio
Cuál fuera aquella envidia, lo da a conocer San Juan, que en el capítulo 11 de su Evangelio dice: "He aquí que todo el mundo va en su seguimiento y si le dejamos libre así, todos creerán en El" ( Jn 11,48). Es de notar también, que en lugar de lo que dice San Mateo: "O a Jesús que es llamado Cristo", dice San Marcos: "¿Queréis que os deje en libertad al rey de los judíos?" ( Mc 15,9). Pues sólo los reyes de los judíos eran ungidos, y por esta unción se les llamaba cristos.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 86,1
Después añade otra razón que es suficiente para que todos desistiesen de su pasión. Sigue: "Y estando él sentado en el tribunal, le envió a decir su mujer: Nada tengas tú con aquel justo". Porque además de las pruebas que eran públicas, era de mucho peso lo que en sueños había visto.
 
Rábano
Debe observarse que el tribunal es el asiento de los jueces, el solio el de los reyes y la cátedra el de los maestros; mas la mujer de este hombre gentil comprendió en visiones y sueños lo que los judíos, aun despiertos, no habían querido creer y entender.
 
San Jerónimo
Nótese también que Dios revela muchas veces en sueños a los gentiles su voluntad y que cuando Pilato y su mujer confiesan que es justo son testimonio del pueblo gentil.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 86,1
¿Pero por qué Pilato no veía el mismo sueño? Porque ella era más digna, o porque si Pilato lo hubiese visto, tampoco hubiese sido creído, o tal vez no lo hubiera revelado. Y por esto es disposición de Dios, lo que ve la mujer, para que sea manifiesto a todos. Y no ve más, sino que sufre mucho. Sigue pues: "Porque muchas cosas he padecido hoy en visión por causa de él". Con esto se proponía moverlo a compasión, para que sintiese como ella y desistiera de la condenación a muerte; pero el tiempo apremiaba, pues en aquella misma noche había tenido el sueño.
 
San Agustín, in serm. de Passione
Así, pues, el juez se aterró tanto, con lo que le dijo su mujer, de que no consintiera en juzgar del modo criminal que pretendían los judíos, que fue juzgado por la visión y tormentos de su mujer. Es juzgado el mismo que juzga y es atormentado antes que atormente.
 
Rábano
Entendiendo ahora, por fin, el diablo que iba a perder su presa por Jesucristo, quiso que a la manera que en el principio del mundo había introducido la muerte por medio de una mujer, así por medio de otra mujer lograra librar a Cristo de las manos de los judíos, a fin de que por su muerte no perdiera su imperio.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 86,2
Nada de lo dicho movió a los enemigos del Salvador, cegados enteramente por la envidia. Por lo que se dedican a contaminar a la plebe, con su misma malicia. Y esto es lo que dice a continuación: "Mas los príncipes de los sacerdotes y los ancianos persuadieron al pueblo que pidiese a Barrabás, y que hiciese morir a Jesús".
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Y es digno de verse ahora, cómo el pueblo judío es persuadido y excitado por sus ancianos y por sus doctores, en contra de Jesús para que le pierdan.
Prosigue: "Y el Presidente les respondió y dijo: a cuál de los dos queréis que os entregue libre?"
 
Glosa
Se dice que Pilato se expresó en estos términos, ya por lo que le había dicho su mujer, o ya por lo que pedía el pueblo, que según costumbre pedía la libertad de algún reo, en los días de las fiestas.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Y entonces las turbas, como fieras que corren desenfrenadas, quisieron que les diese en libertad a Barrabás. Por esto sigue: "Y ellos dijeron: A Barrabás". Esto demuestra que aquella gente era dada a la sedición, al homicidio y al latrocinio. Según algunos de su gente, esto era sólo en las cosas exteriores, pero en la realidad lo eran en el interior. En donde no está pues, Jesús, allí se encuentran los pleitos y las guerras; pero en donde está, todo es bonanza y paz. Todos los que se asemejan a los judíos en la doctrina y en la vida, desean la libertad de Barrabás, porque el que obra mal, tiene en su cuerpo libre a Barrabás y atado a Cristo; así como el que obra bien, tiene a Cristo en libertad y a Barrabás encadenado. Pero quiso, por tanto, Pilato, descargar sobre los judíos la ignominia de tan gran crimen. Por eso que sigue: "Pilato les dice: ¿Pues qué haré de Jesús?", etc., no sólo para que contesten, sino para ver adónde llega su impiedad. Pero ellos, lejos de avergonzarse de oír que Pilato confesaba a Jesucristo, no se detienen, en manera alguna, en su perversidad. Sigue: "Dicen todos: sea crucificado", con lo que colmaron la medida de su impiedad, no sólo pidiendo la vida para un homicida, sino que también la muerte ignominiosa de cruz para un justo.
 
Rábano
Los crucificados, pendientes del leño, clavados de pies y manos, para que murieran, vivían largo tiempo en la cruz, no porque se prefería que su vida fuese más larga, sino porque se prolongase la muerte, a fin de que el dolor no concluyera tan pronto. Los judíos no pensaban más que en darle una muerte ignominiosa, no comprendiendo que era la elegida por el Señor, pues vencido el diablo por esta misma cruz, había de ser ella como un trofeo, que brillaría en la frente de todos los fieles.
 
San Jerónimo
Cuando respondieron esto, no condescendió Pilato al momento, sino que en virtud de la advertencia de su mujer, que le había dicho: "Nada tengas tú con aquel justo", Pilato respondió a los judíos. Por esto sigue: "El Presidente les dice: ¿Pues qué mal ha hecho?" Diciendo esto Pilato absolvía a Jesús. Sigue: "Y ellos levantaban más el grito, diciendo: Sea crucificado". Así se cumplía lo que estaba escrito en el Salmo: "Me rodearon muchos perros; la congregación de los malévolos me sitió" ( Sal 21,17); y aquellas palabras de Jeremías: "Mi heredad se hizo para mí, como el león en la selva; dieron voces sobre mí" ( Jer 12,8).
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 3,8
Pilato procuró muchas veces que los judíos dejasen en libertad a Jesús, lo cual atestigua San Mateo cuando dice: "Y viendo Pilato que nada adelantaba, sino que crecía más el alboroto". Lo cual no hubiese dicho, si no hubiere tenido grande interés (aun cuando se lo callaba cuantas veces intentaba esto), en librar a Jesús del furor de los judíos.
Sigue: "Tomando agua se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: inocente soy yo", etc.
 
Remigio
Era costumbre entre los antiguos, cuando alguno quería aparecer como inocente de algún delito, tomar agua y lavarse las manos en presencia del pueblo.
 
San Jerónimo
Por esto Pilato tomó agua según aquella expresión del profeta, que dice: "lavaré entre los inocentes mis manos" ( Sal 25,6). Como contestando a esto y diciendo: yo he querido librar a un inocente, pero como se levanta una sedición, y como se me hace aparecer como un criminal contra el César, yo soy inocente de la sangre de este justo. Por lo tanto, el juez que es obligado a pronunciar sentencia contra el Señor, no condena al acusado, sino que reprende a los que se lo presentan, declarando que es justo aquél que ha de ser crucificado. Sigue: "Allá os lo veáis vosotros"; como diciendo: Yo soy ministro de las leyes, pero vuestro clamor derrama sangre. "Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Sobre nosotros, y sobre nuestros hijos sea su sangre". Persevera esta imprecación hasta nuestros días entre los judíos, y la sangre del Señor pesa sobre ellos.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 87,1
Mira aquí la gran perfidia de los judíos, su impiedad y su funesto apasionamiento no les permite ver lo que les conviene prever. Y se maldicen a sí mismos, diciendo: su sangre sea sobre nosotros, y atraen también la maldición divina sobre sus hijos, diciendo: y sobre nuestros hijos. Pero nuestro Dios misericordioso, no aceptó esta imprecación, y se dignó recibir a muchos de sus hijos, que hicieron penitencia: porque San Pablo era de ellos, y muchos miles de fieles, que creyeron, cuando se predicó en Jerusalén.
 
San León Magno, sermones, 59,2
Excedió, pues, a la culpa de Pilato, el crimen de los judíos. Pero con todo no quedó libre de responsabilidad, por haber dejado su propia opinión, y haber tomado parte en el crimen de los demás. Sigue: "Entonces les soltó a Barrabás; y después de haber hecho azotar a Jesús, se lo entregó", etc.
 
San Jerónimo
Debe tenerse en cuenta que Pilato cumplió con lo que estaba prescrito en las leyes romanas, en las que se establecía que fuese azotado primero el que después había de ser crucificado. Jesús es entregado a los soldados para que le azoten, y aquel cuerpo santísimo y aquel pecho del Señor, recibieron los azotes.
 
San Agustín, in serm. de Passione
He aquí que preparan al Señor para azotarle. Mira, ya es herido; la violencia de los azotes rompe su santa piel; repetidos golpes desgarran sus espaldas y sus hombros. ¡Oh dolor! Dios se encuentra tendido delante del hombre, y sufre el suplicio de un reo, cuando en el Señor no pudo encontrarse vestigio alguno de pecado.
 
San Jerónimo
Esto sucedió porque estaba escrito: "Muchos son los azotes de los pecadores" ( Sal 31,10), pero nosotros nos libramos por ellos de nuestros castigos. Por el acto de lavarse Pilato las manos, quedan purificadas las acciones de los gentiles, y nosotros quedamos ajenos a la impiedad de los judíos.
 
San Hilario, in Matthaeum, 33
Excitando los sacerdotes al pueblo, éste eligió a Barrabás, que quiere decir hijo de su padre, en lo que se revela el secreto de su futura iniquidad, dando la preferencia sobre Cristo al anticristo, que es el hijo del pecado.
 
Rábano
Barrabás es también el que levantaba las sediciones en los pueblos, y fue puesto en libertad por el pueblo judío, esto es, el diablo, que hasta hoy reina sobre ellos, por cuya razón no pueden tener paz.
 
Notas
1. Evangelio apócrifo.

27-30

Entonces los soldados del presidente tomando a Jesús para llevarle al pretorio, hicieron formar alrededor de El toda la cohorte. Y desnudándole, le vistieron un manto de grana. Y tejiendo una corona de espinas, se la pusieron sobre la cabeza y una caña en su mano derecha. Y doblando ante El la rodilla, le escarnecían, diciendo: "Dios te salve, rey de los judíos". Y escupiéndole, tomaron una caña y le herían en la cabeza. (vv. 27-30)
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 3,9
Después de la acusación de Jesucristo consecuente es que nos ocupemos de su pasión, que San Mateo empieza así: "Entonces los soldados del presidente, tomando a Jesús para llevarle al pretorio, convocaron a El toda la cohorte".
 
San Jerónimo
Como Jesús era llamado rey de los judíos, y los escribas y los sacerdotes le acusaban de que quería usurpar el dominio de todo Israel, los soldados se burlan de El, desnudándole de sus antiguos vestidos, vistiéndole un manto de grana en lugar de la borla roja que usaban los antiguos reyes. Y en vez de diadema ponen sobre su cabeza una corona de espinas; en vez del cetro real, le dan una caña, y le adoran como a rey, y esto es lo que añade: "Y desnudándole, le vistieron de un manto de grana", etc.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 3,9
En esto se comprende, cómo dijo San Marcos, que fue vestido de púrpura. En vez de púrpura real, debe entenderse que fue cubierto por sus enemigos con una clámide de grana, cuando se burlaban de El. Porque hay cierta púrpura roja que se parece mucho a la grana. Es posible también que San Marcos, al hablar de púrpura, se refiera al color de la clámide, si bien ésta fue de grana.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 87,1
¿Qué cuidado debe darnos lo demás, si sufrimos afrentas de otro, después que Jesús las ha sufrido por nosotros? Porque lo que en Jesucristo sucedía era el extremo de la afrenta. No padecía las injurias en una sola parte de su cuerpo, sino todo El, la cabeza con la corona, los cañazos y los golpes; la cara, porque era escupida; las mejillas, que eran heridas por bofetadas, y todo su cuerpo por los azotes, pues había sido desnudado, y por la envoltura de la clámide, y por la burlesca adoración que le prestaban; sus manos eran ofendidas por la caña que le dieron en vez de cetro. Como si temiesen dejar de hacer algo de lo que pudiera ofenderle.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 3,9
Parece que San Mateo habla de todo esto como recopilando, y no porque entonces fuese cuando Pilato lo entregó para crucificarle. Pues San Juan, antes de decir que Pilato entregaba al Señor para que le crucificasen, cita todo lo que pasó.
 
San Jerónimo
Pero nosotros todo esto lo entendemos en sentido espiritual. Pues así como Caifás, dijo: "Conviene que un solo hombre muera por todos" ( Jn 18,14), sin saber lo que decía, del mismo modo todo lo que éstos hicieron, aunque con otra intención, nos da, sin embargo, a conocer estos misterios, a los que creemos. En el manto de púrpura, se representa las cruentas ofrendas de los gentiles; en la corona de espinas, que se ha levantado la antigua maldición; con la caña, que han sido muertos los animales nocivos; y que tenía la caña en la mano, para escribir el sacrilegio de los judíos.
 
San Hilario, in Matthaeum, 33
El Señor, después de haber tomado sobre sí todas las enfermedades de nuestro cuerpo, nos demuestra con el color de la púrpura la sangre derramada por los mártires que habían de merecer con El el reino de los cielos. Y también es coronado de espinas, esto es, de los pecados de las naciones que como aguijones forman la corona de la victoria de Cristo. Con la caña que empuña su mano, conforta la debilidad y la frivolidad de las naciones, y es golpeada con ella su cabeza, para que la debilidad de los gentiles, sostenida por la mano de Jesucristo, descanse también en Dios Padre (que es su cabeza).
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
También puede decirse que la caña fue un misterio, porque antes que creyéramos confiábamos en el báculo de caña de los egipcios o de cualquiera otro pueblo enemigo de Dios. Y esta caña es la que aceptó para triunfar con ella en el árbol de la cruz. Hieren además con esta caña la cabeza de Jesucristo porque el poder enemigo dirige constantemente sus tiros contra Dios Padre, cabeza del Salvador.
 
Remigio
Por manto de púrpura debe entenderse la carne de nuestro Señor, la que se llama roja por la efusión de su sangre; por corona de espinas, el haber tomado sobre sí todos nuestros pecados, porque apareció en semejanza de carne de pecado.
 
Rábano
Hieren la cabeza del Señor con una caña aquéllos que contradicen su divinidad, esforzándose en probar su error con la autoridad de la Sagrada Escritura (que está escrita con la caña). Escupen en su cara, los que rechazan con palabras execrables la presencia de su gracia, y niegan que Jesús ha venido en carne mortal. Adoran falsamente aquéllos que creen en El, pero le desprecian con sus perversas costumbres.
 
San Agustín, quaestiones evangeliorum, 2,51
Cuando, pues, en la pasión despojaron al Señor de su propio vestido, y le vistieron de burla, son significados los herejes, que dicen que no tuvo verdadero cuerpo, sino ficticio.

31-34

Y después que lo escarnecieron, le desnudaron del manto y le vistieron sus ropas, y le llevaron a crucificar. Y al salir fuera, hallaron un hombre de Cirene, por nombre Simón: a éste obligaron a que cargase con la cruz de Jesús. Y vinieron a un lugar llamado Gólgota, esto es, lugar de la Calavera. Y le dieron a beber vino mezclado con hiel. Y habiéndolo probado, no lo quiso beber. (vv. 31-34)
 
Glosa
Después que el Evangelista hizo mención de lo que se refiere al escarnio de Cristo, empieza ahora a referir el proceso de su crucifixión. Y dice: "Después que lo escarnecieron, lo desnudaron del manto", etc.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 3,9
Se comprende que esto lo hicieron al final, cuando ya era llevado a la crucifixión, esto es, después que Pilato lo entregó a los judíos.
 
San Jerónimo
Debe advertirse que cuando Jesús era azotado y escupido no tenía puestos sus vestidos propios, sino aquéllos que había tomado por nuestras culpas. Pero cuando es crucificado y ha pasado todo el encono de las burlas, vuelve a tomar sus propios vestidos, y el distintivo que le es propio; e inmediatamente se trastornan los elementos, y la criatura da testimonio de que Aquél es su creador.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Acerca del manto se ha escrito, que se lo quitaron de nuevo, pero respecto a la corona nada dicen los evangelistas, para que así no quede en nosotros ninguna de nuestras antiguas espinas, después que nuestro Salvador nos la quitó de una vez y las puso en su venerable cabeza.
 
San Agustín, in serm. de Passione
No quiere el Señor padecer bajo techo, ni en el templo de los judíos, para que no se crea que únicamente padecía por aquel pueblo. Por lo tanto, salió fuera de la ciudad y fuera de sus muros, para que se vea que su sacrificio tiene por objeto el bien general, o sea que se ofrece por todo el mundo y para la purificación de todos, y esto se demuestra terminantemente cuando dice: "Y al salir fuera hallaron un hombre de Cirene, por nombre Simón: A éste obligaron a que cargase con la cruz de Jesús".
 
San Jerónimo
No crea alguno que lo que aquí se refiere sea contrario al relato de San Juan, quien dice que el Señor ya llevaba su cruz cuando salió del Pretorio, mientras que San Mateo refiere que encontraron a un hombre de Cirene, a quien hicieron cargar con la cruz del Salvador. Pues debe tenerse en cuenta que saliendo Jesús del Pretorio, ya llevaba la Cruz, en efecto; pero que después encontraron a Simón, a quien impusieron la cruz para que la llevara.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
O también que habiendo salido, embargaron a Simón. Y que aproximándose al lugar donde debían crucificar a Jesús, fue donde cargaron la cruz sobre El mismo, para que la llevase. No obligaron a Simón por casualidad, sino que fue llevado a aquel lugar sin duda alguna, por disposición divina para que el Evangelio lo hallase digno del ministerio de la Cruz de Cristo. No convenía que llevase la Cruz únicamente el Salvador, sino que debíamos también llevarla con El, cumpliendo así con la obligación saludable que nos correspondía. Y en verdad que no nos hubiese aprovechado llevarla nosotros si El no la hubiese llevado.
 
San Jerónimo
Hablando en sentido espiritual puede decirse que las naciones se convierten a la cruz, y el extranjero obediente lleva la ignominia del Salvador.
 
San Hilario, in Matthaeum, 33
Los judíos eran indignos de llevar la cruz de Jesucristo, porque había quedado como patrimonio de la fe de los gentiles el recibir y compartir la cruz del redentor.
 
Remigio
Este Simón, en verdad, no era de Jerusalén, sino peregrino y extranjero, esto es, Cirineo. Cirene es una ciudad de Libia; Simón quiere decir obediente y Cirineo, heredero; por lo que propiamente se designa al pueblo gentil, que era peregrino respecto de los testamentos de Dios. Pero cuando creyó se convirtió en ciudadano de los santos, y heredero doméstico de Dios.
 
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 32,3
O en otro sentido, en el Simón que carga con la obligación de llevar la cruz del Señor, están figurados los abstinentes orgullosos que afligen en verdad su carne con la abstinencia, pero que no buscan interiormente el fruto de ella, por cuya causa, si bien Simón lleva la Cruz no muere en ella. Porque los que se abstienen y se vanaglorian, si bien por la abstinencia mortifican su cuerpo, por el deseo de gloria viven para el mundo.
Prosigue: "Y vinieron a un lugar llamado Gólgota, esto es, lugar de la calavera".
 
Rábano
Gólgota es un nombre sirio que quiere decir calavera.
 
San Jerónimo
Yo he oído que alguien llamó lugar de la calavera al lugar donde fue enterrado Adán y es llamado así, porque la cabeza del primer hombre reposaba allí. Pero esta interpretación favorable, y que agrada al oído del pueblo no es la verdadera. Fuera de la ciudad y de la puerta, había lugares donde se ajusticiaba a los condenados a muerte y tenían el nombre de calvarios (esto es, de los degollados). Por esta misma razón fue crucificado allí nuestro Señor, para que en donde estuvo primeramente el lugar de los condenados, se levantase ahora el estandarte del martirio. Mas Adán había sido sepultado cerca de Ebrón y Albea como leemos en el libro de Jesús, el hijo de Nave ( Jos 14,15 Vulg.).
 
San Hilario, in Matthaeum, 33
El sitio donde se colocó la cruz se encontraba precisamente en medio del mundo, para que desde allí pudiese de igual manera llegar a todos el conocimiento de Dios.
Prosigue: "Y le dieron a beber vino mezclado con hiel".
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 3,11
San Marcos refiere esto del modo siguiente: "Y le daban a beber vino mezclado con mirra" ( Mc 15,23). Pero San Mateo dice, que con hiel por la amargura (pues la hiel hacía al vino amarguísimo), aun cuando puede suceder que la hiel y la mirra hagan el vino amarguísimo.
 
San Jerónimo
La vida amarga hace amargo el vino que dan de beber a nuestro Señor Jesucristo, y así se cumple lo que está escrito; "le dieron a comer hiel" ( Sal 68,2), y Dios habla de Jerusalén (por medio de Jeremías): "Yo te planté viña verdadera, ¿cómo te has convertido en viña extraña para mi amargura?" ( Jer 2,21). Prosigue: "Y habiéndolo probado, no lo quiso beber".
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 3,11
Como dice San Marcos: "Y no lo recibió" ( Mc 15,23), se comprende que no lo recibió para beber, pero lo gustó, como asegura San Mateo; y como el mismo San Mateo dice, no lo quiso beber. San Marcos dijo que no lo recibió, pero no dijo nada sobre que lo gustase. Mas habiéndolo gustado no lo quiso beber, y esto indica que gustó por nosotros la amargura de la muerte, pero resucitó al tercer día.
 
San Hilario, in Matthaeum, 33
Rehusó beber el vino mezclado con hiel, porque no se mezclase la amargura de los pecados con la felicidad incorruptible de la eterna gloria.

35-38

Y después que lo hubieron crucificado repartieron sus vestidurtas echando suerte, para que se cumpliese lo que fue dicho por el profeta, que dice: Se repartieron mis vestiduras, y sobre mi túnica echaron suerte. Y sentados le hacían la guardia. Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: "Este es Jesús el Rey de los Judíos". Entonces crucificaron dos ladrones con El; uno a la derecha y otro a la izquierda. (vv. 35-38)
 
Glosa
Una vez referido cómo Jesucristo fue llevado hasta el lugar de su pasión, continúa el Evangelista ocupándose de esta misma pasión, explicando el género de muerte que se le dio. Sigue: "Y después que le hubieron crucificado".
 
San Agustín, de diversis quaestionibus octoginta tribus, 25
La sabiduría de Dios sirve de ejemplo a los hombres para que vivan con rectitud. Corresponde, pues, a la vida perfecta, no temer aquellas cosas que no deben temerse. Hay hombres también, que, aun cuando no teman la muerte, se horrorizan ante cierto género de suplicio. Para que el hombre que vive bien no temiera ningún género de muerte, le dio ejemplo en la cruz de aquel hombre. No había ninguna clase de muerte entre todas que fuese más execrable y temible que la muerte con que murió el Salvador.
 
San Agustín, in serm. de Passione
Advierta vuestra piedad cuánto es el poder de la cruz. Adán despreció el precepto tomando la fruta del árbol; pero todo lo que perdió Adán lo encontró Jesucristo en la cruz. El género humano se salvó también del diluvio de las aguas en un arca de madera. Habiendo salido el pueblo de Dios de la cautividad de Egipto, Moisés dividió las aguas del mar con su vara, humilló a Faraón, y redimió al pueblo de Dios. Además Moisés arrojó su vara al agua, y la convirtió de amarga en dulce. También por medio de su vara hizo brotar agua saludable de una piedra espiritual. Y para que Amalech fuera vencido, Moisés extendió los brazos junto a su vara. Y el arca del testamento en que estuvo depositada la ley de Dios era de madera. Para que así se viniera por medio de estas cosas y como por grados, hasta el madero de la cruz.
 
San Juan Crisóstomo, in serm. de Passione
Por lo tanto, en cruz elevada fue donde padeció el Señor, y no debajo de techo alguno, a fin de que hasta la misma atmósfera se purificase. Y también la tierra sentía sobre sí tan gran beneficio, purificándose por la corriente de sangre que manaba del costado divino.
 
Glosa
También parece que el madero de la cruz representa la Iglesia, extendida por las cuatro partes del mundo.
 
Rábano
En sentido moral puede decirse, que la cruz significa por su anchura la alegría del que trabaja, porque la tristeza produce las angustias. Mas la anchura de la cruz es aquella parte transversal de ésta, donde se fijan las manos; y por manos entendemos las acciones. Por la altura de la cruz a la que se adhiere la cabeza, se significa la esperanza del premio que se espera de la altísima justicia de Dios; y la longitud donde todo el cuerpo se extiende, representa la tolerancia por cuya razón se llaman longánimos los que toleran. Finalmente, profundo es lo que se encuentra dentro de la tierra, y ello representa lo oculto del sacramento.
 
San Hilario, in Matthaeum, 33
Así es como está suspendida del árbol de la cruz la salud y la vida de todos. Por esto dice: "Y después que le hubieron crucificado", etc.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 3,12
Esto ya lo dijo San Mateo, aunque en muy pocas palabras. San Juan explica de diferente modo lo que entonces sucedió. Dijo: "Cuando los soldados lo hubieron crucificado, tomaron sus vestidos e hicieron cuatro partes; una para cada uno de los soldados, y la túnica. Mas la túnica era inconsútil" ( Jn 19,23).

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 87,1.
Debe observarse que no era pequeña esta humillación que sufría Jesucristo. Hacían esto con El, teniéndole por el más deshonrado y el más vil de los hombres. Esto de dividirse las ropas, únicamente se hacía con los reos más viles y despreciables, y con los que nada tenían.

San Jerónimo
Esto que sucedió con Jesucristo, ya había sido vaticinado en el salmo ( Sal 22,19), por cuya razón sigue: "Para que se cumpliese lo que fue dicho por el profeta, que dice: se repartieron mis vestiduras, y sobre mi túnica echaron suertes". Sigue: "Y sentándose le hacían la guardia", esto es, los soldados. El cuidado de los soldados y de los sacerdotes nos sirvió de gran provecho para que aparezca más clara y evidente la gloria de la resurrección. "Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: Este es Jesús, rey de los judíos". No puedo admirar bastante la grandeza de este acontecimiento; cómo habiendo comprado testigos falsos y excitado al pueblo ignorante, para que se levantase y gritase, no encontraron otra causa de muerte más que la de que se titulaba rey de los judíos. Y ellos acaso hicieron esto como burlándose y riéndose.
 
Remigio
Sin duda se puso este título sobre la cabeza de Jesús por disposición divina, para que comprendiesen los judíos, que a pesar de haberle quitado la vida, no pudieron prescindir de tenerle como rey, pues por la muerte afrentosa no sólo no perdió su imperio, sino que más bien se confirmó en él.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
El príncipe de los sacerdotes llevaba escrita sobre su cabeza la santificación del Señor, según estaba mandado en la ley. Así pues, Jesús, el verdadero Rey y Príncipe de los sacerdotes, tuvo escrito en su cruz: "Este es el rey de los judíos". Pero al subir al Padre, no tiene ya letras o nombre que lo designen, sino al Padre mismo.
 
Rábano
Como era rey y sacerdote a la vez, y habiendo ofrecido el holocausto de su carne en el altar de la cruz, obtuvo también por medio de aquel título manifiesto la dignidad de rey, cuyo título no se puso bajo, sino sobre la cruz. Porque aun cuando sufría en ella por nosotros en cuanto a la debilidad humana, sin embargo, brillaba sobre la cruz la majestad de rey, la cual no perdió en la cruz sino que más bien la confirmó.
Sigue: "Entonces crucificaron dos ladrones con El, uno a la derecha y otro a la izquierda".
 
San Jerónimo
Así como Jesucristo llevó por nosotros la maldición de la cruz, así fue crucificado por la salvación de todos, como culpable entre los culpables.
 
San León Magno, sermones, 55,1
Fueron crucificados dos ladrones (uno a la derecha y otro a la izquierda), para que se diese a conocer en la misma forma del patíbulo la manera con que habrá de procederse respecto de los hombres en el juicio final. Por lo tanto, la pasión de Jesucristo encierra en sí todo el misterio de nuestra salvación. Y del instrumento que la perfidia de los judíos le preparó, hizo el poder del Redentor peldaño para su gloria.
 
San Hilario, in Matthaeum, 33
Son crucificados dos ladrones, uno a la derecha y otro a la izquierda, para manifestar que todos los hombres eran llamados a participar de los beneficios de la pasión del Señor. Y como hay diferencia de fieles e infieles, así se estableció la división de aquéllos entre la derecha y la izquierda, colocándose uno de los dos a la derecha, el cual se salvó por su profesión de fe.
 
Remigio
También se representa por medio de estos dos ladrones todos aquéllos que abrazan las privaciones de la vida más estrecha. Todos aquéllos que hacen esto sólo por agradar a Dios, son designados en aquél que fue crucificado a la derecha del Señor; pero los que lo hacen por el deseo de alcanzar humanas alabanzas o por algún fin menos digno, son representados en aquél que fue crucificado a la izquierda.

39-44

Y los que pasaban le blasfemaban, moviendo sus cabezas y diciendo: "¡Ay! tú el que destruyes el templo de Dios y lo reedificas en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz". Asimismo insultándole también los príncipes de los sacerdotes con los escribas y ancianos, decían: "A otros salvó, y a sí mismo no puede salvarse: si es el rey de Israel, descienda ahora de la cruz y le creemos: Confió en Dios, líbrelo ahora si le ama, pues dijo: Hijo soy de Dios". Y los ladrones que estaban crucificados con El le improperaban. (vv. 39-44)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 87,1
Habiendo desnudado y crucificado a Jesucristo, van todavía más lejos y le insultan viéndole clavado en la cruz. Por esto dice: "Y los que pasaban le blasfemaban moviendo sus cabezas", etc.
 
San Jerónimo
Blasfemaban, en verdad, porque pasaban más allá del camino, y no querían andar por el justo sendero de las Sagradas Escrituras; y movían sus cabezas, porque ya antes habían movido sus pies, y no se encontraban fijos sobre la verdadera piedra.
 
Remigio
El pueblo insultándole, se llama a sí mismo fatuo, porque los testigos falsos eran los que habían provocado aquella escena. Por esto sigue: "Y diciendo: ¡Ay! Tú el que destruyes el templo de Dios", etc.
 
San Hilario, in Matthaeum, 33
¿Qué esperanza les quedaría, pues, del perdón cuando vieran la resurrección del cuerpo del Señor reedificando el templo de Dios después de tres días?
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 87,2
Y queriendo continuar en vituperarle, añaden: "Sálvate a ti mismo: Si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz".
 
San Juan Crisóstomo, in serm. de Passione
Pero muy al contrario; como es Hijo de Dios no baja de la cruz, porque había venido a ser crucificado por nosotros.
Sigue: "Asimismo insultándole los príncipes de los sacerdotes, burlándose decían: a otros salvó", etc.
 
San Jerónimo
Los escribas y los fariseos, aun sin querer, confiesan que había salvado a otros. Por esta razón, vuestra misma sentencia os condena; el que salvó a otros, también podía salvarse a sí mismo (si quisiese). Sigue: "Si es el rey de Israel, baje ahora de la cruz y le creeremos".
 
San Juan Crisóstomo, in serm. de Passione
Considera, pues, que esto no es otra cosa más que la voz de los hijos del diablo, que imitan en cierto sentido el eco de su padre. Porque el diablo decía: "Si eres el Hijo de Dios, arrójate abajo" ( Mt 4,6); y los judíos dicen: "Si eres el Hijo de Dios baja de la cruz".
 
San León Magno, sermones, 55,2
¿De qué fuente de error habéis bebido, oh judíos, el veneno de tales blasfemias? ¿Quién os sirvió de maestro? ¿Qué doctrina os ha persuadido que debíais admitir por rey de Israel e Hijo de Dios, a aquél podía, o no dejarse crucificar, o desprender su cuerpo librándole de la sujeción de los clavos? Esto no os lo dijeron, ni los secretos de la ley, ni las bocas de los profetas, sino que verdaderamente lo habéis leído en Isaías: "No separé mi rostro de la ignominia de las salivas" ( Is 50,6); y en otro lugar: "Taladraron mis manos y mis pies, y contaron todos mis huesos" ( Sal 21,17). Acaso habéis leído: ¿el Señor bajó de la cruz? Lo que habéis leído es: "El Señor reinó desde ella" ( Sal 92,1; 96,1; 98,1; etc.).
 
Rábano
Pero si entonces hubiese bajado de la cruz, accediendo a los que le insultaban, no nos hubiese demostrado el valor de su paciencia. Mas esperó un poco, y sufrió las burlas. Y el que no quiso separarse de la cruz, resucitó del sepulcro.
 
San Jerónimo
La oferta que hacen es engañosa, cuando añaden: "Y le creeremos". ¿Qué es más, bajar de la cruz cuando todavía estaba vivo, o resucitar del sepulcro después de muerto? Resucitó y no le creísteis; luego tampoco le hubieseis creído si hubiese bajado de la cruz. Pero me parece que imitan a los demonios. Inmediatamente que fue crucificado el Señor, experimentaron éstos los efectos de la cruz, y comprendieron que sus fuerzas se habían quebrantado. Por esto desean que baje de la cruz. Pero nuestro Señor, conociendo las asechanzas de sus enemigos continúa en la cruz, para destruir al demonio. Sigue: "Confió en Dios, que lo libre ahora si quiere".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 87,2
¡Oh malvados en extremo! ¿Acaso no eran profetas y justos aquéllos a quienes Dios no sacó de los peligros? Y si no pereció la gloria de aquéllos a quienes llevasteis a los peligros, con mucha más razón no debíais escandalizaros de lo que ahora padece el Salvador. Porque siempre salió al paso toda duda en vosotros por las palabras que os había dicho. "Pues dijo: Hijo soy de Dios". Por medio de esto querían dar a conocer, que padecía por culpa del seductor y del falsario, del mismo modo que por el soberbio y por el que se gloriaba en las palabras que decía. Así, pues, no sólo se burlaban de El los judíos y los soldados que estaban debajo, sino también los ladrones que estaban en lo alto, y crucificados a la vez con el Señor. Por esto sigue: "Y asimismo los ladrones que estaban crucificados con El le improperaban".
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 3,16
Puede creerse que San Lucas contradice lo que se dice aquí, porque refiere que uno de los ladrones blasfemaba a Nuestro Señor, y era reprendido por el otro. A no ser que entendamos que San Mateo quiso referir esto con la mayor brevedad posible, y que por eso habló en plural y no en singular, como leemos en la Epístola a los Hebreos, en que se habla en plural: Cerraron las bocas de los leones ( Heb 11,33), siendo así que sólo Daniel fue quien las cerró. ¿Qué cosa más natural que alguno diga: los ignorantes me insultan, aun cuando sea uno solo? El relato de San Mateo sería contrario al de San Lucas, si hubiese dicho que ambos ladrones insultaban al Señor, pero como está escrito los ladrones, y no se añadió ambos, pudo entenderse que, según el modo usual de hablar, el número plural significa uno solo.
 
San Jerónimo
Puede decirse también que primero blasfemaron los dos, pero que después, cuando el sol se oscureció, la tierra tembló, las piedras se chocaron y aparecieron las tinieblas, uno de ellos creyó en Jesús, enmendando su primera negación por una subsiguiente confesión.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 87,2
Para que no se crea que en esto medió alguna connivencia o que no fuese ladrón el que lo parecía, nos lo prueba por la afrenta. Puesto que el ladrón que pendía en la cruz también era enemigo, y de repente se convirtió.
 
San Hilario, in Matthaeum, 33
Que los ladrones insultaban al Señor en su pasión, quiere decir que todos los fieles habían de escandalizarse por el acto de la crucifixión.
 
San Jerónimo
También se representan en los dos ladrones los dos pueblos (el de los gentiles y el de los judíos). El primero blasfemó del Señor y después, aterrado por la multitud de prodigios, hizo penitencia, y hasta hoy increpa a los judíos que siguen blasfemando.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Pero el ladrón que se salvó puede representar el misterio de aquéllos que después de muchos pecados creyeron en Jesucristo.

45-50

Mas desde la hora de sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora de nona. Y cerca de la hora de nona clamó Jesús con grande voz, diciendo: "Elí, Elí, lamma sabactani"; esto es: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" Algunos, pues, de los que allí estaban, cuando esto oyeron decían: "A Elías llama Este". Y luego corriendo uno de ellos, tomó una esponja y la empapó en vinagre, y la puso sobre una caña, y le daba a beber. Y los otros decían: "Dejad, veamos si viene Elías a librarlo". Mas Jesús, clamando segunda vez con grande voz, entregó el espíritu. (vv. 45-50)
 
San Juan Crisóstomo, in serm. de Passione
No podía sufrir la criatura la ofensa hecha a su Creador; así fue que el sol recogió sus rayos para no ver las acciones de los impíos, y por esto se dice: "Mas desde la hora de sexta hubo tinieblas por toda la tierra, hasta la hora de nona".
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Algunos dudan de la veracidad de este texto del Evangelio. El ocultamiento del sol siempre se verifica cuando le llega su tiempo; pero este eclipse que suele suceder llegado el momento, no acontece en ninguna otra época más que cuando el sol y la luna están en conjunción. O sea cuando la luna gira por debajo del sol, e impide que los rayos de éste lleguen a la tierra. Mas en el día en que padeció nuestro Señor, se sabe perfectamente que no tenía lugar esa conjunción de la luna respecto del sol, puesto que era tiempo pascual, y que la pascua se celebraba en el plenilunio. Algunos de los fieles, queriendo defender de algún modo esta verdad, dijeron en contra de esto, que aquella falta del sol se verificó como los demás nuevos prodigios que contra el orden acostumbrado hace Dios cuando lo cree oportuno.
 
Dionisio, epistola, 7
Veíamos que la luna coincidía con el sol cuando no le correspondía (porque no era tiempo de conjunción). Y además que la luna desde la hora de nona hasta la de víspera, se encontraba ocultando el diámetro del sol de una manera sobrenatural. Veíamos también que el mismo eclipse empezaba por el Oriente, y que llegaba hasta el término del disco solar, pero que después retrocedía. Y que otra vez, no de este mismo modo, por defecto o por oposición, sino que por el contrario, se verificaba en toda la extensión del disco.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 88,1
Duraron tres horas las tinieblas, cuando el eclipse de sol pasa en breve tiempo, pues no se detiene, como saben los que lo han observado.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Pero en contra de esto dicen los hombres del mundo: cuando sucedió este hecho tan admirable, llama la atención que ninguno de los griegos o de los bárbaros, ni de los que lo vieron dejaron consignado que tal acontecimiento hubiese ocurrido en tiempo alguno. Pero Flegón escribió en sus Crónicas, que sucedió esto en tiempo de Tiberio César, aun cuando no dijo que se verificó en el plenilunio. Y yo creo que así como los demás prodigios que se verificaron en la pasión del Señor (esto es, que el velo se rasgó, que la tierra tembló, etc.), esto se verificó únicamente en Jerusalén, etc., o, si se quiere, en Judea, así como, en el libro Primero de Reyes, diga como Badiás refiriéndose a otra cosa: "Vive el Señor Dios tuyo, si hay una gente o un reino a donde no haya enviado a buscarte el Señor mi Dios" ( 1Re 18,10), manifestando que en verdad lo había buscado entre los gentiles alrededor de Judea. Es muy natural también que el comprender que algunas nubes muy oscuras y muy grandes se reuniesen sobre la ciudad de Jerusalén y el territorio de los judíos y que, por lo tanto, ocurrieron profundas tinieblas desde la hora de sexta hasta la de nona. Se sabe que dos criaturas fueron hechas en el día sexto. A saber: los animales antes de la hora sexta, y en la sexta el hombre; y que, por lo tanto, debía estar crucificado en la hora de sexta el que moría por la salvación del hombre, y que desde la hora de sexta empezaron las tinieblas, y se extendieron por toda la tierra hasta la hora de nona. En otro tiempo, cuando Moisés elevó sus manos al cielo, se extendieron las tinieblas sobre los egipcios cuando tenían cautivos a los siervos de Dios. Del mismo modo, cuando Jesucristo extendió sus manos hacia el cielo en la cruz, sobre el pueblo que había clamado: "Crucifícale" ( Mc 15,14), a la hora de sexta, se extendieron también las tinieblas. Y desde aquel momento quedaron privados de toda luz, como señal de las futuras tinieblas que habían de ocultar sus inteligencias y que habían de alcanzar a todos los judíos. Del mismo modo, en tiempo de Moisés se cubrió de tinieblas la tierra de Egipto por espacio de tres días, permaneciendo la luz para los hijos de Israel. En tiempo de Cristo las tinieblas oscurecieron toda Judea por tres horas, ya que a causa de sus pecados, fueron privados de la luz de Dios Padre y del esplendor de Cristo y de la iluminación del Espíritu Santo. Por el contrario, la luz que brilla sobre todo el resto de la tierra ilumina a toda la Iglesia de Dios en Cristo. Y si las tinieblas oscurecieron Judea hasta la hora de nona, es claro que nuevamente brillará la luz sobre ellos porque cuando la plenitud de los gentiles hayan entrado entonces todo Israel será salvado ( Rom 11,25).
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 88,1
Admira, en verdad, que las tinieblas se extendiesen por toda la tierra, lo cual nunca había sucedido. Unicamente en Egipto hubo tinieblas cuando se celebró la pascua. Pero éstas que entonces ocurrieron eran figuras de las que ahora sucedieron. Y véase cómo las tinieblas se verifican en la mitad del día, o sea cuando había luz. De tal modo, que pudieron admirar este milagro todos los habitantes de la tierra. Esta es la señal que había ofrecido Jesucristo que daría a aquéllos que se la pidieron, diciendo: "Esta generación mala y adúltera pide una señal, y no le será concedida sino la del profeta Jonás" ( Mt 12,39). Y esta señal daba a conocer la muerte y la resurrección. Además, mucho más admirable es que sucediese esto cuando el Señor había sido crucificado, y no cuando andaba por la tierra. Esto era muy suficiente para que se convirtieran los judíos, no sólo por la magnificencia del milagro, sino porque esto sucedió después que hubieron hablado todo lo que quisieron, y se saciaron de injuriarle. ¿Y cómo no se admiraron todos ni creyeron que Jesús era Dios? Porque aquella clase de hombres tenían mucha malicia y grande abandono; así es que sucedió este prodigio, y no conocieron cuál era la causa que lo producía. Por lo que habló El mismo después, para manifestar que vivía y que El mismo fue quien hizo aquel milagro. Sigue: "Y cerca de la hora de nona clamó Jesús con grande voz, diciendo: Elí, Elí, lamma sabactani; esto es, Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?"
 
San Jerónimo
Dijo el principio del salmo ( Sal 21,2). Por lo tanto es inútil lo que se encuentra en medio del versículo: "Mírame". En el texto hebreo se lee: "Elí, Elí, lamma sabactani" esto es "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" Luego los que creen que el salmo fue citado por la persona de David -o por Ester y Mardoqueo- son impíos, puesto que también los testimonios del Evangelista tomados de él se refieren al Salvador, como son aquellas palabras: "Se dividieron mis vestidos y taladraron mis manos" ( Sal 21,17-19; Mt 27,35).
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 88,1
Por lo tanto habló con las palabras del profeta, dando así testimonio del Antiguo Testamento hasta la última hora; y para que vean cómo honra a su Padre y que no le contraría. Por eso habló en hebreo, para que todos entendiesen lo que decía.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Debemos preguntarnos: ¿Qué se entiende cuando se dice que Jesucristo es abandonado por Dios? Algunos, al no poder explicarlo, dicen que fue dicho por humildad. Pero claramente se podría entender qué dice, haciendo una comparación de su gloria que tenía junto al Padre y la turbación que padeció despreciado en la cruz.
 
San Hilario, in Matthaeum, 33
Los intérpretes herejes deducen de estas palabras o que faltó el Verbo de Dios, no animando aquel cuerpo al que vivificaría, haciendo las veces de alma, o que Jesucristo no nació hombre, sino que el Verbo de Dios estaba en él a manera de espíritu profético. Pero si Jesucristo tenía únicamente un alma y un cuerpo desde que empezó a ser hombre, como tienen de ordinario todos los hombres desde su principio, ahora aparece que retirada la protección del Verbo de Dios, como destituído de toda protección, clama de este modo: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?". También puede decirse que la naturaleza del Verbo había cambiado en realidad respecto del alma, y que Jesucristo necesitaba del auxilio del Padre para todo, y que ahora, como desamparándole, permitió que se quejase de su soledad. Mas ante estas afirmaciones débiles e impías, tenemos la fe de la Iglesia, apoyada en las enseñanzas de los Apóstoles, que no permite que Jesucristo sea dividido ni que el Hijo de Dios deje de ser considerado también como Hijo del hombre; porque esta queja de quedar abandonado, no es otra cosa que la debilidad propia del que agoniza; y la promesa del paraíso, es el reino de Dios vivo. El que se queja de haber sido abandonado a la hora de la muerte, habla así porque es hombre; pero a la vez tenemos a este mismo que muere ofreciendo que reinará en el paraíso, porque es Dios. No te admire, pues, la humildad de las palabras y las quejas del que es abandonado, y cuando lo vez en la forma de siervo, cree en el escándalo de la cruz.
 
Glosa
Se dice que Dios lo abandonó en su muerte, porque lo dejó bajo el poder de sus perseguidores; le retiró su protección, pero no dividió su unión.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Después que vio el Salvador que las tinieblas se habían extendido por toda Judea, dijo estas palabras, dando a entender que el Padre le había abandonado. Esto es, que lo había entregado, cuando ya no tenía fuerzas, a tantas calamidades, para que aquel pueblo que había sido tan honrado por el Padre, recibiera lo que merecía, por lo que se había atrevido a hacer con El. Esto es, que quedase privado de la luz de su protección, ya que El había sido abandonado por la salvación de las gentes. ¿Qué mérito habían adquirido los que creyeron de entre los gentiles, para que mereciesen ser comprados del poder del enemigo, por la sangre preciosa de Jesucristo derramada sobre la tierra? ¿O qué habían de hacer los hombres en adelante, para ser dignos de que Jesús padeciese por ellos toda clase de tormentos? Acaso viendo los pecados de los hombres por quienes sufría, dijo: ¿Por qué me has abandonado?, ¿para que me pareciese a aquél que coge rastrojos en la siega, o racimos en la vendimia? No creas que el Salvador dijo estas cosas como suelen decirlas los hombres, cuando experimentan sufrimientos como El padecía en la cruz. Porque si lo crees en este sentido, no oirás su gran voz, la que manifiesta que algo grande se encierra en ella.
 
Rábano
El Salvador dijo esto como rodeado de nuestras tribulaciones cuando en los peligros nos consideramos abandonados de Dios. La naturaleza humana fue abandonada de Dios por el pecado, pero como el Hijo de Dios se hizo abogado nuestro, deplora la miseria de aquéllos cuya culpa aceptó. En lo que da a conocer cuánto deben llorar aquéllos que pecan, cuando así lloró quien nunca había pecado.
Sigue: "Algunos de los que allí estaban, cuando esto oyeron, decían: a Elías llama Este".
 
San Jerónimo
No todos sino algunos, quienes yo creo serían soldados romanos, porque no entendían las propiedades de la lengua hebrea. Y por esta razón cuando dijo: "Elí, Elí", creían que llamaba a Elías. Pero si queremos creer que eran los judíos los que decían esto, tendremos que decir que según venían haciendo, se propondrían difamar al Señor como imbécil, porque llamaba en su auxilio a Elías.
Sigue: "Y luego corriendo uno de ellos tomó una esponja y la empapó en vinagre", etc.
 
San Agustín, in serm. de Passione
De este modo se da a beber vinagre al que es la fuente de la dulzura; el que da la miel es amargado con hiel; el que perdona, es azotado; el que dispensa gracias, es condenado; la majestad es burlada; la virtud es vilipendiada y es cubierto de esputos el que da la lluvia.
 
San Hilario, in Matthaeum, 33
El vinagre, pues, es un vino agriado por su mala naturaleza o por descuido o por la calidad de la vasija. Porque el vino representa el honor o la virtud de la inmortalidad. Como se había agriado en Adán, el Señor lo recibió y bebió por los hombres. Y se le ofrece con una caña y en una esponja para que bebiese; esto es, recibió los vicios de la corrupción humana por los que se había perdido la felicidad eterna, y así identificó en sí mismo para participación de la inmortalidad, todo lo que estaba viciado en nosotros.
 
Remigio
O de otro modo. Los judíos que eran el vinagre degenerado del vino de los patriarcas y de los profetas, tenían los corazones rebosando engaño como la esponja cavernosa tiene escondrijos profundos y tortuosos. Por la caña se representa la Sagrada Escritura, que se cumplía en este acontecimiento. Así como la lengua hebrea y la griega se dice que son la locución que se hace por la lengua, así la caña es la que representa la letra o la escritura que se hacía por medio de una caña
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Y algunos que están instruidos en las enseñanzas de la Iglesia, pero que viven mal, dan a beber a su Dios vino mezclado con hiel. Y los que atribuyen a Jesucristo sentencias contrarias a la verdad, como si El las hubiera dicho, son los que llenan la esponja de hiel, la ponen sobre la caña de la Sagrada Escritura, y la ofrecen a la boca del Salvador.
Sigue: "Pero los demás decían: dejad, veamos si viene Elías a librarlo".
 
Rábano
Como los soldados entendían en mal sentido las palabras del Salvador, en vano esperaban la venida de Elías. Pero el Salvador invocaba en lengua hebrea a Dios y lo tenía inseparablemente consigo.
 
San Agustín, in serm. de Passione
Como Jesucristo ya nada tenía que padecer, la muerte se detiene porque comprende que allí no tiene dominio alguno. Quedó sorprendida ante aquella novedad que nunca había conocido. Vio que éste nunca había pecado, que estaba libre de culpas y que no tenía sobre El ninguna clase de derecho. Sin embargo, la muerte se acercó aliada al furor de los judíos y se lanza como desesperada sobre el autor de la vida. Por esto sigue: "Mas Jesús clamando segunda vez con grande voz, entregó el espíritu". ¿Por qué desagrada a algunos que Jesucristo viniendo del seno del Padre a vivir nuestra esclavitud 1 para devolvernos la libertad haya aceptado nuestra muerte para que por la suya seamos liberados de ella, convirtiéndonos en dioses 2 a nosotros mortales que despreciamos la muerte y considera como dignos del cielo a los que habitan en la tierra? En la contemplación de estas obras brilla el poder divino así como en el testimonio de su inmensa caridad, padeciendo por sus criaturas y muriendo por sus siervos. Esta es, pues, la primera razón de la pasión del Señor; que quiso que se supiese cuánto amaba Dios al hombre, prefiriendo ser amado que temido. La segunda causa es que la sentencia de muerte dada justamente contra el hombre fuese abolida con justicia mayor. Y porque el primer hombre juzgado por Dios en pena de su pecado había incurrido en la muerte y la había transmitido a sus descendientes, vino del cielo el segundo hombre inmune de pecado, para que fuese condenada la muerte. Esta, mandada para arrebatar a los culpables, se atrevió a acometer también al mismo autor de la inocencia. No debe llamar la atención si dio por nosotros cuanto recibió de nosotros (esto es, el alma), siendo así que tanto hizo por nosotros y tantas gracias nos dispensó.
 
San Agustín, contra Felicianum, 14
Lejos, pues, de los fieles la duda de que Jesucristo pudo de tal modo sentir la muerte que (cuanto es en sí) perdiese la vida el que es la vida. Porque si esto fuese así ¿cómo en aquellos tres días podríamos decir que tuvo vida alguna cosa, habiéndose extinguido la fuente de la vida? La divinidad de Jesucristo no participó de la muerte más que por la unión con la humanidad y por efecto de las debilidades humanas que voluntariamente había tomado sobre sí, pero sin perder nada del poder de su naturaleza por la que vivifica todas las cosas. En nuestra muerte, despojado nuestro cuerpo de la vida, no perece nuestra alma y ésta, al separarse, conserva su virtud y no hace más que abandonar aquello que vivificó y a cuanto hay en sí produce la muerte, pero ella no la padece. Con respecto al alma del Salvador, no podemos decir que careciera de la divinidad y de santificación especial. Sin embargo, ésta pudo abandonar el cuerpo de Jesús en aquellos tres días, como suele suceder en la muerte, aunque no pudiese perecer. Yo creo que el Hijo de Dios murió, no como castigo de maldad en la que nunca incurrió, sino según la ley natural a que se sujetó por la redención del género humano.
 
San Juan Damasceno, de fide orthodoxa, 3,27
Aun cuando Jesús murió como hombre y su alma se separó de su cuerpo incontaminado, sin embargo, la divinidad continuó inseparablemente unida a los dos; esto es, al alma y al cuerpo sin que pueda decirse que se dividiera la unión hipostática. El cuerpo y el alma tuvieron en la muerte la misma unión hipostática del Verbo del mismo modo que la tuvieron desde el principio de la existencia de Dios hombre. Ni el alma ni el cuerpo tuvieron cada uno su propia hipóstasis, sino la del Verbo.
 
San Jerónimo
Es señal del poder divino dejar ir el espíritu, como el mismo Jesús ha dicho: "Ninguno puede separar mi alma de mí, pero yo la dejo y la vuelvo a tomar" ( Jn 10,17-18). Aquí debemos entender por la palabra alma el espíritu; esto es, lo que hace vivir y espiritualiza el cuerpo o que el espíritu es la esencia del alma, según lo que está escrito en el salmo: "Quitarás su espíritu y desfallecerán" ( Sal 103,29).
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 88,1
Por esto clamó con voz fuerte, para dar a conocer que todo aquello sucedía en virtud de su gran poderío y al dar un fuerte grito al tiempo de morir, manifiesta claramente que es verdadero Dios porque los hombres cuando mueren, apenas pueden expresarse con una voz muy débil.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 3,18
San Lucas dice lo que expresó en aquella grande voz: "y clamando Jesús con grande voz dice: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu".
 
Notas
1. La esclavitud del pecado.
2. Esto es, elevándonos a la participación de la naturaleza divina. En Cristo, somos hechos hijos en el Hijo, coherederos del Reino junto con El.

51-56

Y he aquí se rasgó el velo del templo en dos partes de alto a bajo. Y tembló la tierra y se hendieron las piedras. Y se abrieron los sepulcros y muchos cuerpos de santos que habían muerto, resucitaron. Y saliendo de los sepulcros después de la resurrección de El, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos. Mas el centurión y los que con él estaban guardando a Jesús, visto el terremoto y las cosas que pasaban tuvieron grande miedo y decían: "Verdaderamente Hijo de Dios era Este". Y estaban allí muchas mujeres a lo lejos, que habían seguido a Jesús desde Galilea sirviéndole. Entre las cuales estaba María Magdalena, y María madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos del Zebedeo. (vv. 51-56)
 
Orígenes, in Mattaheum, 35
Sucedieron grandes cosas desde que Jesús clamó con aquella gran voz. Por esto sigue: "Y he aquí que se rasgó el velo del templo", etc.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 3,19
Se da a conocer con bastante claridad que se rasgó el velo en cuanto Jesús entregó su espíritu. Si San Mateo no hubiese añadido: "Y he aquí", sino que sencillamente hubiese dicho: "Y el velo del templo se rasgó", sería dudoso si era éste o San Marcos recapitulando lo que había recordado. San Lucas, sin embargo, se había atenido al orden porque dijo: "El sol se oscureció" ( Lc 23,45) y a continuación creyó oportuno añadir: "Y el velo del templo se rasgó". Parece que San Lucas recapituló cuanto aquellos habían dicho por su orden.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Se sabe que había dos velos en el templo; uno que cubría el Sancta Sanctorum y otro exterior que cubría el tabernáculo o la entrada del templo. En la pasión de nuestro Salvador, se rasgó el velo que estaba fuera desde lo alto hasta lo bajo para que se publicasen todos los misterios que desde el principio del mundo hasta entonces estaban ocultos con el velo del misterio y que con razón habían permanecido ocultos hasta la venida de nuestro Señor. Cuando llegue la perfección de todas las cosas, entonces también se quitará el segundo velo para que podamos ver hasta lo que hay oculto en el interior (esto es, la verdadera arca del testamento) y la naturaleza de las cosas tal y como son, viendo los querubines y todo lo demás.
 
San Hilario, in Matthaeum, 33
Se rasga el velo del templo, porque el pueblo quedaba dividido en dos partes y se le quita el honor de este velo con la defensa del ángel de la guarda.
 
San León Magno, 55,4
La súbita perturbación de todos los elementos es un testimonio suficiente en favor de esta adorable pasión. "Y tembló la tierra y las piedras", etc.
 
San Jerónimo
Nadie debe dudar de lo que representa la grandeza de estas señales (aun ateniéndonos a la letra), puesto que el cielo, la tierra y el universo probaban que su Señor era a quien habían crucificado.
 
San Hilario, in Matthaeum, 33
La tierra se mueve porque no era capaz de recibir a este muerto. Las piedras se rompieron porque la palabra de Dios penetra todas las cosas por duras y fuertes que sean y la potestad de su eterno poder las hizo chocarse. Las sepulcros se abrieron porque los sepulcros de la muerte estaban abiertos. "Y muchos cuerpos de santos que habían muerto, resucitaron". Habiendo Jesús desterrado las tinieblas de la muerte e iluminado las oscuridades de los abismos, quitaba a la muerte sus despojos.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 88,2
Cuando el Salvador estaba en la cruz, los que se burlaban de El decían: "Salvó a otros y a sí mismo no puede salvarse"; pero lo que no quiso hacer consigo lo hizo con los cuerpos de sus siervos como lo demostró ampliamente. Si bien es verdad que hizo un gran milagro resucitando a Lázaro después de cuatro días de muerto, mucho más hizo ahora resucitando de repente a los que habían muerto mucho tiempo antes y haciéndolos aparecer vivos. Esto era una figura de la futura resurrección. Y para que no se creyese que era pura fantasía lo que sucedió, el Evangelista añade: "Y saliendo de los sepulcros después de la resurrección de El, vinieron a la santa ciudad y se aparecieron a muchos".
 
San Jerónimo
Del mismo modo que Lázaro resucitó, así resucitaron muchos cuerpos de santos, demostrando que el Señor había resucitado. Sin embargo, cuando se abrieron los sepulcros, no salieron de ellos los difuntos antes de que resucitase el Señor para que El fuera el primogénito de la resurrección de entre los muertos. Entendamos por santa ciudad en la que fueron vistos los resucitados o a la Jerusalén celestial o a esta tierra que antes había sido santa. Porque santa se llamaba la ciudad de Jerusalén por el templo y por el Sancta Sanctorum y por la preeminencia sobre otras ciudades en que se adoraban ídolos. Pero cuando se dice que aparecieron a muchos, se da a entender que la resurrección no fue general, sino especialmente a muchos que merecían conocer lo que veían.
 
Remigio
Preguntan algunos qué ocurrió con aquéllos que resucitaron cuando resucitó el Señor. Es de creer que habían resucitado para ser testigos de la resurrección del Señor. Algunos afirman que volvieron a morir y a convertirse en polvo, como sucedió a Lázaro y a los demás a quienes el Señor resucitó. Pero no puede darse crédito a lo que éstos dicen. Porque entonces les hubiese servido de mayor tormento a aquéllos que resucitaron si hubiesen vuelto a morir en seguida, que si no hubiesen resucitado. Lo que debemos creer es que resucitaron cuando resucitó el Señor y que cuando El subió a los cielos se subieron ellos también.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Estos grandes misterios suceden todos los días pues el velo del templo se abre a los santos para que vean los misterios que encubre, la tierra se mueve (esto es, toda carne) a impulsos de la divina palabra de los misterios del nuevo Testamento, las peñas se abren para que lo que fueron misterios para los profetas sean realidad de sacramentos espirituales para nosotros. Los cuerpos de las almas pecadoras que están muertas a Dios son llamadas sepulcros. Cuando estas almas son resucitadas por la gracia de Dios, sus cuerpos que antes fueron sepulcros de muertos, se convierten en cuerpos de santos y los ven salir de los mismos y seguir a Aquél que resucitó y que andan con El en su nueva vida. Los que son dignos de tener trato en los cielos entran en la santa ciudad en todos los tiempos y se aparecen a muchos de los que ven sus buenas obras.
"Mas el Centurión y los que con él estaban guardando a Jesús, visto el terremoto y los portentos que pasaban, tuvieron grande miedo y decían: Verdaderamente Hijo de Dios era Este".
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 3,20
No se opone a esto lo que dice San Mateo, que el centurión se admiró, así como los que estaban con él. Porque también San Lucas dice que se admiró cuando dio aquel fuerte grito al espirar. Respecto a esto, San Mateo no sólo dijo que "visto el terremoto", sino que también añadió: "Y lo que sucedía", demostrando con esto lo mismo que San Lucas, quien dice que el centurión se admiró con la muerte de Salvador porque todo lo que entonces sucedía fue prodigioso.
 
San Jerónimo
Debe considerarse que el centurión al presenciar el escándalo de la pasión del Señor, ya confiesa que es verdadero Hijo de Dios, mientras que Arrio, en el seno de la Iglesia, le llama sólo hombre.
 
Rábano
Con razón el centurión representa la fe de la Iglesia. Habiéndose desgarrado el velo de los misterios del cielo por la muerte del Salvador, la confirma dogmáticamente mientras la sinagoga calla que Jesús, verdadero y justo hombre, es también verdadero Hijo de Dios.
 
San León Magno, 66,3
Tiemble toda la humanidad por la crucifixión de su Redentor con el ejemplo del centurión, rómpanse las piedras de las almas infieles y los que están encerrados en los sepulcros de la mortalidad salgan venciendo los obstáculos que los detienen; preséntense también ahora en la ciudad santa (esto es, en la Iglesia de Dios), anticipo de la futura resurrección y lo mismo que debe creerse respecto de los cuerpos, hágase en los corazones.
"Y estaban allí muchas mujeres a lo lejos, que habían seguido a Jesús desde Galilea sirviéndole", etc.
 
San Jerónimo
Era costumbre entre los judíos (y no se tomaba a mal en los tiempos antiguos) que las mujeres suministrasen de su propio peculio alimento y vestido a sus maestros, pero como esto podría servir de mal ejemplo para los gentiles, San Pablo recuerda que él lo prohibió. Servían, pues, al Señor de lo que les pertenecía a fin de que recibiendo de ellas el alimento corporal, anunciasen ellas el espiritual, no porque el Señor necesitase de los alimentos de sus criaturas, sino para mostrar un verdadero modelo de maestro que se contenta con percibir de sus discípulos la comida y el vestido. Pero veamos qué compañeros tuvieron. "Entre las cuales estaba María Magdalena y María madre de Santiago y José y la madre de los hijos del Zebedeo".
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
San Marcos dice que la tercera se llamaba Salomé.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 88,2
Pero estas mujeres contemplaban lo que entonces sucedía (porque eran sumamente compasivas). Y véase la constancia con que continuaron asistiéndole hasta en los mismos peligros, manifestando así su gran fortaleza, pues mientras los discípulos habían huido, ellas no se separaron de su lado.
 
San Jerónimo
Helvidio 1 dijo que Santiago y José son hijos de María, la Madre del Señor. A éstos los judíos los llamaron hermanos de Jesucristo. Habla de Santiago el Menor para distinguirlo de Santiago el Mayor, que era hijo del Zebedeo. Dice Helvidio que es erróneo pensar que no hubiese estado allí la Madre del Señor estando también las otras mujeres, o inventar no sé qué otra María, cuando el evangelio de San Juan asegura que la Madre del Señor estaba allí. ¡Oh ciego furor y alma maliciosa para su propio daño! Oiga, pues, lo que dice el evangelista San Juan: "Estaban junto a la cruz de Jesús su Madre y la hermana de su Madre María Cleofé y María Magdalena". Ninguno duda que hubo dos apóstoles llamados Santiago: el hijo de Zebedeo y el hijo de Alfeo. Sin embargo, acerca de aquel Santiago el menor de quien la Escritura dice que era hijo de María, podemos decir que es el hijo de Alfeo si se trata realmente de uno de los apóstoles. Pero si no es apóstol sino un tercer Santiago, ¿cómo puede considerarse como pariente del Señor? ¿Y cómo el tercero se llamará menor para distinguirle del mayor? Las palabras mayor y menor no se citan cuando se habla de tres sino cuando se quiere distinguir entre dos. El hijo de Alfeo fue llamado pariente del Señor, según afirma San Pablo ( Gál 1,19): "Yo no vi a ningún otro de los apóstoles más que a Santiago, pariente del Señor". Y para que no se crea que éste era el hijo del Zebedeo, léase los Hechos de los Apóstoles, en donde se dice que ya había sido muerto por Herodes ( Hch 12). De esto se deduce que aquella María a quien la Escritura llama madre de Santiago el Menor, fue la esposa de Alfeo, hermana de Santa María, la Madre del Señor, y la misma a quien San Juan llama María de Cleofás. Pero si te parece que se trata de dos distintas Marías, porque una vez es llamada María, madre de Santiago el Menor y otra vez María de Cleofás, estudia la costumbre de la Escritura de designar a la misma persona con nombres diferentes. Así como el suegro de Moisés es llamado Reuel y Jetró 2, del mismo modo la esposa de Alfeo es llamada María de Cleofás y María, madre de Santiago el Menor. Si ésta fuera la Madre del Señor, el Evangelista hubiese preferido llamarla así, como lo hace en todos los lugares. Y aunque María de Cleofás fuera distinta de María, madre de Santiago y José, consta ciertamente que esta última no puede ser la Madre del Señor.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 3,21
Se podría decir tanto que habían otras mujeres a lo lejos (como aseguran tres evangelistas), como otras junto a la cruz, como dijo San Juan, si San Mateo y San Lucas no hubiesen nombrado a Santa María Magdalena entre las que estaban a lo lejos y San Juan entre las que estaban junto a la cruz. No puede entenderse esto de otro modo sino diciendo que estaban a una distancia tal que se puede decir tanto que estaban junto a la cruz por encontrarse prontas en su presencia, como que estaban a lo lejos en comparación de la multitud que estaba más cerca rodeando al Salvador con el centurión y con los soldados. También podemos entender que aquéllas que estaban con la Madre del Salvador empezaron a marcharse después que la encomendó a su discípulo para salir de la aglomeración de la muchedumbre y para contemplar todo lo demás que sucedió desde mayor distancia. Por esto los evangelistas que hacen mención de ellas después de la muerte del Señor las citan como estando a lo lejos.
 
Notas
1. Laico romano, partidario del arriano Auxencio de Milán. Sostenía que Santa María había tenido otros hijos con José después del nacimiento de Jesús. San Jerónimo lo refuta en su obra La virginidad perpetua de Santa María.
2. Ver Ex 3,1; 4,18; 18,1-2.5-6.12 y 2,18.

57-61

Y cuando fue tarde vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, el cual era también discípulo de Jesús. Este llegó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato entonces mandó que se le diese el cuerpo. Y tomando José el cuerpo, le envolvió en una sábana limpia. Y lo puso en un sepulcro suyo nuevo, que había hecho abrir en una peña. Y revolvió una grande losa a la entrada del sepulcro, y se fue. Y María Magdalena y la otra María, estaban allí sentadas enfrente del sepulcro. (vv. 57-61)
 
Glosa
Después que el Evangelista refirió el orden de la pasión y muerte del Señor, se ocupa ahora de su sepultura diciendo: "Y cuando fue tarde".
 
Remigio
Arimatea es la misma ciudad llamada Rámata, de Elcana y de Samuel y se encuentra en el territorio de Canaán, junto a Dióspolis. 1 Este José fue de elevada posición según el mundo pero es alabado por tener aun mayor mérito delante de Dios y por esto se considera como justo. Convenía también que fuese él mismo quien diese sepultura al cuerpo del Señor porque en atención a sus virtudes fue digno de prestar aquel servicio. "Este llegó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús".
 
San Jerónimo
Se considera como rico, no para jactancia del que escribe para que pueda decir que un hombre noble y riquísimo era discípulo del Señor, sino para manifestar por qué pudo pedir a Pilato el cuerpo del Señor. Los pobres y los desconocidos no se hubiesen atrevido a presentarse a Pilato -que era el representante del poder romano- a pedir el cuerpo del crucificado. En otro evangelio este José se llama buleutes (consejero) y respecto de él parece que habló el primer salmo diciendo: "Bienaventurado aquel hombre que no toma parte en las determinaciones de los impíos" ( Sal 1), etc.
"Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 88,2.
Véase el valor de este hombre que se pone en peligro de muerte atrayendo hacia sí las enemistades de todos por su afecto hacia Jesucristo. Además, no sólo se atreve a pedir su cuerpo, sino también a sepultarlo.
 
San Jerónimo
Por la sepultura sencilla del Salvador, es condenada la ambición de los ricos que ni aun en el sepulcro quieren carecer de sus riquezas. Podemos también comprender en sentido espiritual que el cuerpo del Señor no se ha de envolver en telas de oro ni en piedras preciosas ni aun de seda, sino en un lienzo puro; aun cuando esto signifique que envuelve a Jesús en una sábana limpia el que lo recibe con conciencia pura.
 
Remigio
La sábana 2 es un paño de lino. Así como el lino proviene de la tierra y con mucho trabajo es conducido a su blancura; de este modo se quiere significar que el cuerpo del Señor, asumido de la tierra -esto es, de la Virgen- a través de los sufrimientos de la pasión es conducido a la blancura de la inmortalidad.

Rábano
De aquí viene el uso en la liturgia de la Iglesia de no celebrar el santo sacrificio del altar sobre seda ni paño teñido sino sobre lino de la tierra, como leemos que fuera ordenado por el Papa San Silvestre.
"Y lo puso en un sepulcro suyo nuevo, que había hecho abrir en una peña".
 
San Agustín, in serm. 2 de Sabbato sancto
Por lo tanto, el Salvador fue depositado en un sepulcro que no era suyo, dando a conocer que moría por la salvación de los demás. ¿Por qué habría de ser colocado en un sepulcro propio el que no había muerto para sí? ¿Por qué habría de tener tumba en la tierra aquél cuyo trono permanecía en el cielo? ¿Por qué habría de tener sepultura propia quien no estuvo en el sepulcro más que tres días, no como muerto, sino como descansando en un lecho? El sepulcro es la habitación de la muerte. No era necesario, pues, que Cristo, que es la vida, tuviese habitación de muerte ni necesitaba habitación de difunto el que nunca muere.
 
San Jerónimo
Es colocado en un sepulcro nuevo para que no se creyera que después de la resurrección había resucitado uno cualquiera de los demás cuerpos que allí descansaban. También puede significar este sepulcro nuevo las entrañas virginales de María. Fue depositado en el sepulcro que había sido abierto en una piedra porque si hubiese sido edificado con muchas piedras, se hubiese podido decir que había sido robado minando los cimientos.
 
San Agustín, in serm. 2 de Sabbato sancto
Y aun cuando el sepulcro hubiese estado hecho en la tierra, siempre hubieran podido decir que habían minado la tierra y lo habían robado. Si hubiese sido una piedra pequeña la que cerrase la sepultura, podían decir: cuando nosotros dormíamos nos lo han robado. Por esto sigue: "Y revolvió una gran losa a la entrada del sepulcro y se marchó".
 
San Jerónimo
Manifiesta que era grande la piedra con que cerró para que no pudiese abrirse el sepulcro sin el auxilio de muchos.
 
San Hilario, in Matthaeum, 33
En sentido espiritual puede decirse que José fue una especie de apóstol porque éste envolvió el cuerpo en una sábana limpia. Y en otro lugar encontramos que a San Pedro se le mandó desde el cielo un gran lienzo en el que se encontraba todo género de animales. 3 De esto se desprende que la Iglesia está sepultada con Cristo bajo el aspecto de aquel lienzo. Además, el cuerpo del Señor es colocado en un sepulcro vacío y nuevo, abierto en una roca. Porque por medio de la predicación de los apóstoles, debía introducirse al mismo Jesucristo en el duro corazón de la gentilidad por la influencia de los esfuerzos de su doctrina. Verdaderamente duro y nuevo, en el cual no había penetrado aun el temor de Dios y como ninguna otra cosa debe entrar mejor en nuestros corazones sino Dios, una piedra grande cierra la puerta, para que nadie nos traiga el conocimiento de la divinidad antes ni despues que El.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Quizás se escribió que el cuerpo fue envuelto en una sábana limpia y se puso en un sepulcro nuevo, cerrándolo con una piedra grande porque todo lo que se encuentra cerca del cuerpo del Señor es limpio, nuevo y grandioso.
 
Remigio
Después que el cuerpo del Señor quedó sepultado (los demás se marcharon a sus propias casas), únicamente continuaron allí las mujeres que más lo habían amado y con cuidado extremo se fijaron bien en el lugar donde el Salvador quedó sepultado. Porque en tiempo oportuno debían ofrecerle el testimonio de su devoción. "Y María Magdalena y la otra María estaban allí sentadas enfrente del sepulcro".
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
No se dice que la madre de los hijos de Zebedeo estuviese sentada junto al sepulcro porque quizás no haya podido llegar sino hasta la cruz; mas éstas, dada su gran caridad, no faltaron tampoco en lo que sucedió después.
 
San Jerónimo
Habiendo abandonado todos al Señor, las mujeres perseveraron en su deber, esperando lo que Jesús había ofrecido. Por esta causa merecieron ser de las primeras que vieron la resurrección, porque "Quien persevere hasta el fin, se salvará" ( Jn 22; 24,13).
 
Remigio
Esto es lo que hacen hasta hoy las santas mujeres en este mundo (esto es, las almas humildes de los santos) y observan con piadosa curiosidad cómo se completa la pasión de Cristo.
 
Notas
1. Ramá en 1Sam 1, 19; 2, 11; 7, 17; Ramatáyim en 1Sam 1,1; Ramataim en 1Mac 11,34. Se le identificacon la actual Rentis, al nordeste de Lyda, aunque para algunos su emplazamiento actual es discutido.
2. Lat. Sindon.
3. Ver Hch 11,5s.

62-66

Y otro día, que es el que se sigue al de la Parasceve, los príncipes de los sacerdotes y los fariseos acudieron juntos a Pilato, diciendo: "Señor, nos acordamos que dijo aquel impostor cuando todavía estaba en vida: Después de tres días resucitaré. Manda, pues, que se guarde el sepulcro hasta el tercero día; no sea que vengan sus discípulos y lo hurten, y digan a la plebe: Resucitó de entre los muertos: y será el postrer error peor que el primero". Y Pilato les dijo: "Guardas tenéis, id, y guardadlo como sabéis". Ellos, pues, fueron, y para asegurar el sepulcro, sellaron la piedra y pusieron guardas. (vv. 62-66)
 
San Jerónimo
No contentos los príncipes de los sacerdotes con haber crucificado al Señor, quisieron guardar su sepultura e impedir en cuanto estuviese de su parte la resurrección. Por esto dice: "Y otro día, que es el que sigue al de la Parasceve", etc.
 
Rábano
Parasceve quiere decir preparación. Con este nombre se entiende el sexto día que precede al sábado en el cual preparaban lo necesario para este día, como se dice respecto del maná: "En el sexto día recogeréis doble" ( Ex 16,22) y como en el sexto día fue hecho el hombre y en el séptimo descansó Dios, por esto muere Jesús en el día sexto por el hombre y descansa el sábado en el sepulcro.
 
San Jerónimo
A pesar de haber cometido un horrendo crimen con la muerte del Salvador, a los príncipes de los sacerdotes todavía no les resultaba suficiente y buscaban derramar todo el veneno de la perfidia contraída hiriendo la honra del Salvador después de su muerte. Por esto llaman impostor a aquél que sabían que era inocente. Por esto dicen: "Señor, recordamos que dijo aquel impostor", etc.
 
Remigio
El Señor había ofrecido que resucitaría al tercer día porque había dicho: "Así como estuvo Jonás tres días y tres noches en el vientre de una ballena", etc. ( Mt 12,40). Pero debe observarse de qué modo resucitó después de tres días, porque algunos quieren decir que fueron las tres horas, a saber: una la de tinieblas; otra la de la aurora y del día. Sin embargo, éstos desconocen el significado de la locución figurada. Porque en sentido figurado se entienden la feria sexta en que padeció y comprende la noche precedente. Sigue después la noche del sábado con su día y la noche del día del domingo, que ya forma parte de este día. Por esto es verdad que resucitó al tercer día.
 
San Agustín, in serm. de Passione
Por lo tanto, resucitó después de tres días, para que en la pasión del Hijo se diese a conocer el asentimiento de toda la Trinidad. Los tres días son una figura, porque la Trinidad que en un principio hizo al hombre, es la misma que repara al hombre por la pasión de Jesucristo.
Sigue: "Manda, pues, que sea custodiado el sepulcro hasta el tercero día".
 
San Hilario, in Matthaeum, 33
El miedo de que fuese robado el cuerpo, y su guardia y sello es un testimonio de necedad y de infidelidad, porque quisieron sellar el sepulcro de aquél por cuyo mandato habían visto levantarse a Lázaro del sepulcro.
 
Rábano
Y cuando dicen: "Y este error será peor que el primero", dicen la verdad aunque por ignorancia. Porque fue mucho peor el menosprecio del arrepentimiento en los judíos que el error de su ignorancia.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 89,1
Véase cómo sin querer se conciertan para probar la verdad. Se demostró la verdad de la resurrección precisamente por las disposiciones que adoptaron. Porque habiendo sido custodiado el sepulcro, no pudo haber engaño alguno y si no pudo haber engaño, es evidente e irreprochable que el Señor resucitó. Veamos lo que Pilato contestó: "Guardas tenéis, id y guardadlo como sabéis".
 
Rábano
Como diciendo: Ya tenéis bastante con que os haya permitido matar a un inocente; en cuanto a lo demás, continuad en vuestro error. "Ellos, pues, fueron y para asegurar el sepulcro sellaron la piedra y pusieron guardas".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 89,1
Pilato no quiso que fuesen sólo los soldados los que sellaran el sepulcro, porque si lo hubiesen sellado los soldados únicamente, se habría podido decir que habían permitido a los discípulos que robasen el cuerpo del Señor y así hubiera quedado quebrantada la creencia de la resurrección. Pero en este caso ya no podían decirlo porque ellos mismos habían sellado el sepulcro.