CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO

 

01-06

Entonces se llegaron a El unos escribas y fariseos de Jerusalén, diciendo: "¿Por qué tus discípulos traspasan la tradición de los ancianos? Pues no se lavan las manos cuando comen pan". Y El respondiendo, les dijo: "Y vosotros, ¿por qué traspasáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición? pues Dios dijo: Honra al padre y a la madre. Y: Quien maldijere al padre o a la madre, muera de muerte. Mas vosotros decís: Cualquiera que dijere al padre o a la madre: Todo don que yo ofrezco a ti aprovechará. Y no honrará a su padre o a su madre: y habéis hecho vano el mandamiento de Dios por vuestra tradición". (vv. 1-6)
 
Rábano
Los hombres del Genesar y los menos instruidos creen, mientras que los que parecen sabios van al combate, según aquellas palabras ( Mt 11,25): "Ocultaste estas cosas a los sabios y prudentes y las revelaste a los pequeñuelos". Por eso se dice: "Entonces se llegaron".
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,49
El evangelista ha enlazado el orden de su narración, de manera que las palabras: "Entonces se llegaron", indican una trasmisión a fin de seguir el mismo orden en lo que va a decir después.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,1
Designa el evangelista aquí la época para manifestar la inefable perversidad de ellos, superior a la de todo hombre. Se llegan ellos al Señor cuando ven los muchos milagros que obra y los muchos enfermos que se curan con sólo tocar la orla de su vestido. Y cuando se dice que los escribas y fariseos vinieron de Jerusalén, no debemos olvidar que estaban diseminados por todas las tribus y que los peores de todos eran los que habitaban en la metrópoli, en atención a que gozaban de mayores honores y eran por lo mismo más soberbios.
 
Remigio
Por dos motivos son reprensibles. Porque venían de Jerusalén, lugar santo, y porque, siendo ellos los ancianos del pueblo y los doctores de la ley, vinieron no a aprender del Señor, sino a combatirlo, diciendo: "Por qué tus discípulos traspasan la tradición", etc.
 
San Jerónimo
Gran necedad la de los fariseos y de los escribas. Arguyen al Hijo de Dios el no observar las tradiciones y las órdenes de los hombres.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,1
Mirad cómo son cogidos en su misma pregunta. Porque no dicen: por qué traspasan la ley de Moisés; sino: la tradición de los ancianos. Por donde se ve bien claro que los sacerdotes introducían muchas novedades, a pesar de haber dicho Moisés ( Dt 4,2): "No añadiréis nada a la palabra que os propongo hoy, ni quitaréis nada de ella" y cuando les convenía quedar exentos de ciertas observancias, se comprometían con otras nuevas, por temor de que alguno les usurpara el poder supremo, queriendo ser más temibles, como si fueran ellos los legisladores.
 
Remigio
San Marcos nos refiere esas tradiciones con estas palabras ( Mc 7,3): "Los fariseos y todos los judíos no comían pan, si antes no se lavaban muchas veces las manos" y por eso reprenden a los discípulos de Cristo, diciendo: "¿Por qué no se lavan?" etc.
 
Beda
Ellos toman en sentido carnal las palabras de los profetas parecidas a éstas ( Is 1,16): "Lavaos y sed puros". Observaban el lavarse sólo el cuerpo y por eso establecieron que no se debía comer sino con las manos lavadas.
 
San Jerónimo
Las manos, esto es, no las obras del cuerpo, sino del espíritu, deben lavarse para que por ellas se obre la Palabra de Dios.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,1
Precisamente los discípulos comían sin lavarse las manos porque despreciaban todo lo superfluo y sólo atendían a lo necesario y no tenían por precepto de la ley el lavarse o no lavarse. Practicaban lo uno y lo otro, según se presentaban las ocasiones. Porque ¿cómo se habían de ocupar de estas superficialidades los que despreciaban hasta el alimento indispensable?
 
Remigio
O bien, los fariseos reprenden a los discípulos del Señor, no porque se laven según lo exigen las costumbres y la oportunidad de los tiempos, sino porque no se lavaban según tradición supersticiosa de los ancianos.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,1
Mas Cristo no se excusó, sino que les replicó inmediatamente, haciéndoles ver que aquellos que cometían las faltas más grandes no debían preocuparse de las faltas ligeras cometidas por otros y por eso sigue: "Y El respondiendo, les dijo: Y vosotros, ¿por qué traspasáis?" No les dice que los discípulos obren bien con esta infracción, a fin de no dar a los judíos motivo para calumniar, ni tampoco condena a los discípulos, por evitar el que creyeran que aprobaba semejantes tradiciones; ni acusa a los ancianos porque hubieran rechazado esa acusación como injuriosa, sino que hace recaer su reprensión sobre los que habían venido a verlo. Y con respecto a los ancianos que habían establecido esa tradición, dice: "Y vosotros, ¿por qué traspasáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?" Como si dijera
 
San Jerónimo
"¿con que vosotros, que despreciáis los preceptos divinos a causa de una tradición humana, pretendéis reprender a mis discípulos porque tienen en poco aprecio los preceptos de los ancianos cuando se trata de cumplir los mandamientos de Dios? Porque Dios ha dicho: "Honra a tu padre y a tu madre" y este honor del que habla la Escritura no consiste sólo en los saludos y respetos exteriores, sino en los socorros y donativos que hay obligación de hacer". "Honra -dice el apóstol ( 1Tim 5,3)- a las viudas que lo son en verdad" y aquí la palabra honor significa donativo. Por eso el Señor, teniendo en consideración la indigencia, la edad y la pobreza de los padres, tiene mandado que los hijos honren a sus padres; es decir, que les den o les proporcionen las cosas necesarias a la vida.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,2
Quiso el Señor manifestar la necesidad de honrar a los padres y por esta razón manda premiar al que observe este precepto mientras que el que lo quebrante padecerá. Y el premio que promete a los que honran a sus padres consiste en una larga vida sobre la tierra y la pena que sufrirán los que los abandonan, será tan terrible que los llenará de asombro a ellos mismos, y convertirá a otros. Por eso añade: "Y quien maldijere al padre o a la madre, muera de muerte". Son palabras que nos dicen bien claro que esa clase de gente es digna de la pena de muerte. De aquí se sigue que, si el que deshonra a sus padres de palabra es digno de muerte, mucho más dignos de muerte sois vosotros que los deshonráis con vuestras obras. Y no sólo deshonráis a los padres, sino que enseñáis a otros a hacer lo mismo. ¿Cómo, pues, vosotros, que debéis morir, acusáis a mis discípulos?
Además, el Señor les manifiesta cómo ellos infringen el mandamiento de Dios, cuando añade: "Y cualquiera que dijere al padre o a la madre: Todo don que yo ofrezco a ti aprovechará", etc.
 
San Jerónimo
Deseando los escribas y los fariseos abolir la ley citada anteriormente, que era la manutención de los padres y de las madres e introducir la impiedad bajo el velo de la piedad, enseñaron a los hijos perversos que si alguno quisiere consagrar a Dios lo que estaba en la obligación de ofrecer a sus padres, debía preferir a Dios -que es el verdadero padre- a los socorros que reclamaban las necesidades de sus padres y de sus madres.
 
Glosa
El sentido es éste: lo que yo ofrezco a Dios, me aprovecha a mí y a vosotros y por lo tanto no debéis tomar mis cosas para vuestros usos, sino sufrir que yo las ofrezca a Dios.
 
San Jerónimo
De esta manera los padres, a fin de no incurrir en el crimen de sacrilegio, se abstenían de las cosas que creían consagradas a Dios y se morían de hambre; de donde resultaba que las ofrendas de los hijos, bajo el pretexto de que se destinaban al templo y al culto de Dios, daban una gran ganancia a los sacerdotes.
 
Glosa
De modo que esa enseñanza forma este sentido. Cualquiera -es decir, cualquiera de vosotros, oh, jóvenes- habrá dicho (esto es, podrá decir o dirá) a su padre o a su madre: "Oh padre, el donativo que viene de mí y yo ofrezco a Dios te aprovechará a ti. Maravilloso modo de pensar, como si dijera: pasará a vuestro uso, esto es, no debéis tomarlo a fin de no haceros culpables de sacrilegio". También puede entenderse de esta manera, sobreentendiendo algunas cosas. "Cualquiera que dijere al padre, etc.", sobreentienda que cumplirá el mandato de Dios, o cumplirá la ley, o será digno de la vida eterna.
 
San Jerónimo
Puede también entenderse en estas pocas palabras. Obligáis a los hijos a decir a sus padres: el donativo que yo debía ofrecer a Dios, lo consagro a vuestro alimento y te aprovecha a ti, oh padre y madre. Es como si dijera: ¡No!

Glosa
De esta manera persuadiendo con vuestra avaricia al joven, éste no honrará al padre y a la madre y por eso sigue: "Y no honrará a su padre y a su madre". Como si dijera: "vosotros inculcáis a los hijos estos principios perversos y por eso los hijos no honran después a sus padres. De esta manera hacéis servir el mandamiento de Dios sobre los socorros que deben dar los hijos a sus padres, para vuestra avaricia".
 
San Agustín, contra adversarium legis et prophetarum, 2,1
Evidentemente Cristo nos demuestra aquí que ésta es la ley de Dios de la que blasfeman los herejes y de la que los judíos tenían esas tradiciones, distintas de los libros proféticos y legítimos que el apóstol llama (1, Tim 4) "Fábulas profanas y cuentos de viejas".
 
San Agustín, contra Faustum, 16,24
Muchas cosas nos enseña aquí el Señor. Desde luego no trató de retraer a los judíos de su Dios ni de infringir los mandamientos de Dios. Tan lejos estuvo de esto, que reprendía a aquellos mismos que los quebrantaban y no los practicaban tal como los había dado Moisés.
 
San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,16
O de otra manera: "Todo don que yo ofrezco, a ti aprovechará", esto es, el donativo que ofreces por causa mía, te pertenece a ti desde luego. Palabras que significan que los hijos cuando han llegado a la edad de poder ofrecer por sí mismos, no necesitan de las ofertas de sus padres. Los fariseos miraban como exentos de toda culpabilidad a los hijos que llegaban a la edad de poder hacer esto y si se lo decían a sus padres, ni les faltaban al respeto ni al honor que se les debe.

07-11

"Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, diciendo: Este pueblo con los labios me honra, mas el corazón de ellos está lejos de mí. Y en vano me honra, enseñando doctrinas y mandamientos de hombres". Y habiendo convocado a sí a las gentes, les dijo: "Oíd y entended. No ensucia al hombre lo que entra en la boca, mas lo que sale de la boca, eso ensucia al hombre". (vv. 7-11)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,2
Había demostrado el Señor que no eran dignos los fariseos de acusar a los que infringían los mandamientos de los ancianos puesto que ellos mismos violaban la ley de Dios. Ahora insiste de nuevo en esta misma demostración valiéndose del profeta. Por eso dice: "Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, etc."
 
Remigio
Se llama hipócrita a aquel que disimula, porque hace una cosa y siente otra distinta en su corazón. Con razón, pues, llama hipócritas a los fariseos. Porque con el pretexto de dar culto a Dios, no deseaban más que amontonar para sí grandes riquezas.
 
Rábano
Isaías previó esta hipocresía de los judíos y los vio combatir el Evangelio y por eso dijo en nombre del Señor: "Este pueblo me honra con los labios, etc."
 
Remigio
Porque el pueblo parecía que se acercaba a Dios y le honraba con sus labios y con su boca en el mismo hecho de gloriarse de no reconocer más que un sólo Dios. Pero su corazón estaba muy distante de Dios, puesto que a pesar de haber visto tantas señales y milagros, no quisieron conocer la divinidad del Señor, ni recibirlo.
 
Rábano
También le honraban con los labios, cuando decían ( Mt 22): "Maestro, sabemos que tú eres la verdad"; mas su corazón estuvo muy lejos de El cuando mandaron hombres que le armaran emboscadas y le echaran mano en el sermón.
 
Glosa
O también le honraban cuando recomendaban la limpieza exterior. Pero no teniendo la interior, que es la verdadera, estaba su corazón muy lejos de Dios y por eso era inútil semejante honor. Por eso sigue: "Y en vano me honran enseñando doctrinas y mandamientos de los hombres".
 
Rábano
Y no tendrán recompensa en compañía de los verdaderos adoradores, porque enseñan, despreciando los mandamientos de Dios, las doctrinas y mandamientos de los hombres.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,3
Después de haber recargado el Señor la acusación de los fariseos con el testimonio del profeta y viendo que no se corregían, no les habla más y se dirige al pueblo: "Y habiendo convocado a sí a las gentes, les dijo: Oíd y entended". Como les va a exponer un dogma elevado y lleno de profunda filosofía, no se contenta con anunciarlo simplemente, sino que los prepara para que reciban su discurso, ya manifestando el honor y la solicitud que tiene para con el pueblo -cosa que expresa el evangelista, por las palabras: "Y habiendo convocado a sí a las gentes, etc."- ya también por las circunstancias en que se encuentra, puesto que propone su ley a fin de que sea más aceptable, después de haber resucitado muchos muertos y después de haber triunfado de los fariseos. Y no se contenta con llamar al pueblo, sino que gana su atención con las palabras: "Oíd y entended"; esto es, atended y levantad vuestros corazones para oír esto. Y no les dijo que no había necesidad de distinguir entre los manjares, ni les añadió que no eran acertadas las prescripciones de Moisés; sino que valiéndose del testimonio de la naturaleza de las mismas cosas, les habla como amonestándolos y aconsejándolos: "No ensucia al hombre lo que entra en la boca, etc."
 
San Jerónimo
Pone la palabra "comunica". La palabra comunicar es propia de las Escrituras y no se emplea en el lenguaje ordinario. El pueblo judío, gloriándose de que formaba la parte elegida de Dios, da el nombre de alimentos comunes a aquellos que usan todos los hombres, como por ejemplo, la carne de puerco, la de liebre y de otros animales que no tienen la pezuña dividida, los que no rumian, y entre los peces, los que no tienen escamas. Por eso dice en los Hechos de los apóstoles ( Hch 10,15): "No mirarás como cosa común lo que Dios ha santificado", de suerte que la palabra común se aplica a los alimentos que se encuentran en los demás pueblos y no formando parte del pueblo de Dios, deben tenerse como impuros.
 
San Agustín, contra Faustum, 6,6
En el Antiguo Testamento están prohibidas ciertas carnes pero esta prohibición no está en oposición con las palabras del Señor: "No ensucia al hombre lo que entra en la boca, etc." ni con las que dice el apóstol ( Tit 1,15): "Todo lo expuso para los que están puros" y ( 1Tim 4,5): "Toda criatura de Dios es buena". Comprendan los maniqueos, si pueden, cómo el apóstol habló aquí de las mismas sustancias. La Escritura por ciertas preocupaciones propias de los tiempos consideró como impuros algunos animales, no por su naturaleza, sino a causa de la significación que entonces tenían. Por ejemplo, si se trata del puerco y del cordero, los dos animales son puros por su naturaleza porque "toda criatura de Dios es buena" y sin embargo, el puerco es impuro y el cordero puro por el significado particular que se les daba. Es como si dijéramos: el necio y el sabio; los dos son puros por el sonido de la voz, las letras y las sílabas de que se componen. Pero por cierto significado, una de estas palabras -el necio- puede decirse que es impuro, no por su naturaleza, sino porque significa alguna cosa impura y quizás en el orden de las figuras sea el puerco lo mismo que el necio en el de las realidades. Así este animal significaría completamente lo mismo que las dos sílabas de necio. La ley considera como impuro al animal que no rumia y esto no es defecto suyo, sino de la naturaleza. Mas hay algunos hombres, representados como impuros y figurados por este animal, que son efectivamente impuros por sus vicios, mas no por su naturaleza. Porque después de haber oído con gusto las palabras de la sabiduría, después no vuelven jamás a pensar en ellas. Porque cuando habéis oído una cosa útil y queréis saborearos con la dulzura de su recuerdo, la traéis como desde el intestino de la memoria a la boca del pensamiento ¿y qué es esto sino rumiarla con el espíritu? Por eso los que no obran así figuran al puerco. Esta multitud de cosas figuradas por las locuciones o por las observancias figurativas, conmueven útil y suavemente a las almas racionales y en el pueblo primitivo hay muchos preceptos puestos de esta manera, no sólo para recordarlos, sino para que sean observados. Exigían aquellos tiempos que se profetizasen las cosas que posteriormente tenían que ser reveladas, no sólo con palabras, sino también con hechos. Pero reveladas después por Cristo y en Cristo, no han sido impuestas como un yugo a la fe de las naciones. Sin embargo, la autoridad de los profetas no ha perdido su valor. Pregunto yo a los maniqueos si la sentencia del Señor: "No ensucia al hombre lo que entra en la boca" es verdadera o falsa. Si dicen que es falsa, ¿por qué el doctor Adimanto, que la atribuye a Cristo, se vale de ella como de una objeción contra el Antiguo Testamento? Y si es verdadera, ¿cómo admiten ellos en contra de ella que el alimento ensucia al hombre?
 
San Jerónimo
Puede el prudente lector oponernos aquí y preguntarnos: si lo que entra en la boca no ensucia al hombre ¿por qué no comemos de los manjares consagrados a los ídolos? Debemos contestar que esos mismos manjares son puros por su naturaleza, "porque toda criatura de Dios es buena", pero la invocación de los ídolos y de los demonios los hace impuros para aquellos que los comen con conciencia de que están consagrados a los ídolos y su conciencia, que está enferma, queda sucia, como dice el apóstol (1, Tim 8).
 
Remigio
Y todo aquel que tenga una fe capaz de comprender que todo lo que viene de Dios bajo ningún concepto puede ensuciar, santifique su comida con la palabra de Dios y la oración y coma de lo que quiera. Pero, no de manera que sus alimentos puedan servir de escándalo a los débiles, como dice el apóstol (como arriba).

12-14

Entonces llegándose sus discípulos, le dijeron: "¿Sabes que los fariseos se han escandalizado cuando han oído esta palabra?" Mas El respondiendo dijo: "Toda planta que no plantó mi Padre celestial, arrancada será de raíz. Dejadlos, ciegos son, y guías de ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, entrambos caen en el hoyo". (vv. 12-14)
 
San Jerónimo
Todas las observancias judaicas que hacían consistir su religión en rechazar tal manjar o en aceptar este otro, habían sido destruidas con una sola palabra del Señor.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,3
Los fariseos después de haber comprendido lo que el Señor les acababa de decir, no lo volvieron a contradecir. Porque quedaron completamente convencidos no sólo con los argumentos que les puso, sino también haciéndoles ver sus engaños y malicia, Sin embargo, se escandalizaron, no las gentes, sino los fariseos, por eso se dice: "Entonces llegándose sus discípulos, le dijeron: ¿Sabes que los fariseos se han escandalizado cuando han oído esta palabra?"
 
San Jerónimo
Puesto que con tanta frecuencia usa la Escritura la palabra escándalo, conviene exponer aunque ligeramente el significado de esa palabra. Podemos llamar escándalo a todo lo que sirve de estorbo, caída, o de tropiezo, cuando leemos, pues: "Cualquiera que escandalizare", debe entenderse, cualquiera que por sus palabras o por sus hechos diere ocasión a la caída.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,3
Cristo no destruyó el escándalo de los fariseos, sino más bien los acusó por el escándalo. Por eso sigue: "Mas El, respondiendo, dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial, arrancada será de raíz". Los maniqueos sostienen que estas palabras recaen sobre la ley; pero semejante modo de pensar está en oposición con lo que se ha dicho antes. Porque si efectivamente habla aquí el Señor de la ley, ¿cómo más arriba hubiera podido defender la ley, diciendo ( Mt 15,3): "¿Por qué traspasáis el mandamiento de Dios a causa de vuestra tradición?" ¿Con qué objeto hubiera alegado las palabras del profeta? Y si Dios dijo ( Ex 20,12): "Honra a tu padre y a tu madre", ¿diremos que esta ley de Dios no es planta de Dios?
 
San Hilario, in Matthaeum, 14
Las palabras del Señor: "Toda planta que no plantó el Padre celestial será arrancada de raíz", nos enseñan que debemos desechar toda tradición humana bajo cuyo pretexto se traspasan los preceptos de la ley.
 
Remigio
No puede existir toda doctrina falsa y toda observancia supersticiosa, ni sus autores. Porque como no las plantó Dios, es preciso arrancarlas de raíz; sólo vivirá, pues, lo que plantó Dios.
 
San Jerónimo
¿Por ventura será también arrancada aquella planta que menciona el apóstol ( 1Cor 3) "Yo he plantado y Apolo ha regado". Esta cuestión se resuelve por lo que sigue: "Mas Dios la dio el incremento". El mismo apóstol dice también (como arriba). "Vosotros sois la agricultura de Dios: vosotros sois la construcción de Dios" ( Mt 15,9) y en el mismo lugar: "Somos cooperadores de Dios" ( Mt 15,9). Y si somos cooperadores, claro está, que plantando Pablo y regando Apolo, Dios planta y riega con sus cooperadores. Abusan de este pasaje los que afirman que en Dios hay muchas naturalezas, diciendo: Si la planta que no plantó el Padre será arrancada de raíz, está claro que la que plantó no puede ser arrancada de raíz. Pero oigan las palabras de Jeremías ( Jer 2,21) "Yo os planté a vosotros viña verdadera, ¿cómo os habéis cambiado en agraz de viña ajena?". Dios la plantó efectivamente y nadie puede arrancar de raíz su planta. Pero como esta planta tiene sus raíces en el libre albedrío, nadie la puede arrancar si ella no le da su consentimiento.
 
Glosa
O también, significa esta plantación los doctores de la ley y sus discípulos que no tenían a Cristo por fundamento.
Después el Señor dice la razón de por qué serán arrancados de raíz: "Dejadlos, son ciegos, guías de ciegos".
 
Rábano
Efectivamente son ciegos, esto es, están privados de la luz de los mandamientos de Dios y arrastran a otros al precipicio, yerran y conducen a otros al error ( 2Tim 3), por eso se añade: "Si un ciego guía a otro ciego, los dos caen en el hoyo".
 
San Jerónimo
Esto es precisamente lo que manda el apóstol ( Tit 3,10): "Evita al hereje, que ha sido corregido por primera y segunda vez, en la persuasión que semejante hombre es un perverso". En este sentido manda también el Salvador dejar a su libertad a los doctores perversos. Porque El sabía lo difícil que es el que esos hombres puedan volver a la verdad.

15-20

Y respondiendo Pedro, le dijo: "explícanos esa parábola". Y dijo Jesús: "¿aun también vosotros sois sin entendimiento? ¿No comprendéis que toda cosa que entra en la boca, va al vientre, y es echado en un lugar secreto? Mas lo que sale de la boca, del corazón sale, y esto ensucia al hombre. Porque del corazón salen los pensamientos malos, homicidios, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias. Estas cosas son las que ensucian al hombre. Mas el comer con las manos sin lavar, no ensucia al hombre". (vv. 15-20)
 
Remigio
Tenía el Señor la costumbre de hablar por parábolas y por esta razón, después de haberlo escuchado Pedro, creyendo que las palabras: "No ensucia al hombre lo que entra en la boca" ( Mt 15,11), era una parábola, preguntó al Señor de esta manera: "Explícanos esa parábola". Y como había hecho la pregunta en nombre de los demás, de ahí que el Señor lo reprendiera a él y a los demás. Por eso sigue: "¿Aun también vosotros sois sin entendimiento?"
 
San Jerónimo
El Señor reprende a Pedro porque éste creyó que era una parábola lo que El dijo con toda claridad. De donde se deduce que el oyente que quiere entender con claridad lo que es oscuro o tratar como oscuro lo que es claro, es un necio.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,4
Lo reprende el Señor, no porque su pregunta se apoyase en alguna duda, sino en el escándalo de los fariseos. Las gentes no comprendieron lo que les había dicho y los discípulos se escandalizaron. De aquí el que le preguntaran como de parte de los fariseos, y el que al oír cosas tan elevadas como: "Toda planta que no plantare mi Padre celestial, será arrancada de raíz"( Mt 15,13) fueran reprendidos. Pero Pedro, que era fogoso, no se calla tan fácilmente y por eso el Señor lo reprende y le dice el motivo de su reprensión en estos términos: "¿No comprendéis que todo lo que entra en la boca va al vientre y es echado en un lugar secreto?".
 
San Jerónimo
Algunos han calumniado al Señor por este pasaje, diciendo que El no conocía las leyes físicas de nuestro cuerpo puesto que dice que los alimentos caen en el vientre y luego para la digestión pasan a un lugar secreto, siendo así que una vez deglutidos los alimentos, se distribuyen en todos los miembros, en las venas, en los nervios y hasta en la médula de los huesos. Pero este reparo no tiene fundamento, porque los alimentos después de la digestión se transforman en un humor ligero, en una substancia líquida y esta sustancia que corre por las venas y los miembros es lanzada por ciertos resortes secretos -que los griegos llaman poros- a las partes inferiores del cuerpo y después caen en lugares secretos.
 
San Agustín, de vera religione, 40
Después que los alimentos han sido disueltos, esto es, han perdido su forma, pasan a formar el cuerpo y disueltos toman una forma conveniente y renuevan los tejidos. Un movimiento propio de la vida distingue en cierto modo unos de otros y toma para levantar el edificio visible del cuerpo los que conducen a este fin. Mas los que no sirven para este objeto, son lanzados por ciertas vías a propósito. Parte de ellos, los más gruesos, vuelven a la tierra a fin de transformarse de nuevo. Otra parte es exhalada del cuerpo y otra recibe las cantidades ocultas de todo el animal y sirve para la generación.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,4
Y al decir el Señor estas cosas a sus discípulos, les responde aún según la enfermedad de los judíos. Porque les dice que el alimento sale y no queda. Y aunque permaneciera, no ensuciaría el cuerpo. Pero ellos no podían comprender esto. Por eso Moisés les había dicho que se considerase como impuro todo el tiempo en que permanecían dentro los alimentos y les manda lavarse por la tarde, por ser éste el tiempo que media entre la digestión y la expulsión de los alimentos.
 
San Agustín, de Trinitate, 15,10
El Señor ha dado a entender dos cosas diferentes bajo el nombre de boca: el cuerpo y el corazón. Porque el decir: "Que lo que entra en la boca, etc." significa el cuerpo y en las palabras: "Mas lo que sale de la boca sale del corazón y esto ensucia al hombre", habla del corazón.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,4
Lo que está dentro del corazón permanece en el hombre y no sólo lo que queda, sino lo que sale del hombre puede ensuciarlo, y mucho más lo que sale. Por eso añade: "Del corazón salen los pensamientos malos, etcétera". Y pone en primer lugar los pensamientos malos, por el vicio que tenían los judíos de tender lazos al Señor.
 
San Jerónimo
Lo que hay de principal en el alma del hombre no lo coloca Cristo en el cerebro como Platón, sino en el corazón y según esta opinión, son reprensibles los que opinan que todos los pensamientos son resultado de las sugestiones del demonio y no de la propia voluntad del hombre. El demonio puede ayudar, incitar o enardecer los malos pensamientos, pero no puede ser el autor de ellos. Porque si desde sus emboscadas inflama con su aliento la llama ligera de nuestros pensamientos, no debemos concluir de esto que él penetra en las profundidades del corazón; sino que él, por las posturas y movimientos del cuerpo, conjetura lo que pasa en el interior. Así, por ejemplo, si ve que nosotros miramos con interés e insistencia el rostro bello de una mujer, comprende por nuestros ojos, que nuestro corazón se halla herido por las flechas del amor.
 
Glosa
De los pensamientos malos provienen también las acciones malas y las palabras malas prohibidas por la ley. Por eso añade: "Los homicidios", que están prohibidos por el precepto "No matarás" ( Ex 20,13); los adulterios y fornicaciones, que también lo están por este otro precepto: "No fornicarás" ( Ex 20,14); los hurtos, por: "No hurtarás" ( Ex 20,15); los falsos testimonios por: "No levantarás falsos testimonios contra el prójimo" ( Ex 20,16); las blasfemias por: "No tomarás el nombre de tu Dios en vano" ( Ex 20,7).
 
Remigio
El Señor, después de nombrar los vicios prohibidos por la ley divina, añade con oportunidad: "Esto es lo que ensucia al hombre", es decir, lo vuelve inmundo e impuro.
 
Glosa
Y como la perversidad de los judíos que preferían sus tradiciones a los preceptos divinos había dado origen a estas palabras del Señor, de ahí que el Señor concluya con las siguientes palabras para demostrarles la inconveniencia de esas tradiciones: "Mas el comer con las manos sin lavar, no ensucia al hombre".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,4
Mas el Señor no dijo que no ensucia al hombre el comer manjares prohibidos por la ley, a fin de que no pudieran contradecirlo, sino que concluye con aquello mismo sobre que versaba la cuestión.

21-28

Y saliendo Jesús de allí, se fue a las partes de Tiro, y de Sidón. Y he aquí una mujer Cananea, que había salido de aquellos términos, y clamaba diciéndole: "Señor, hijo de David, ten piedad de mí: mi hija es malamente atormentada del demonio". Y El no respondió palabra. Y llegándose sus discípulos, le rogaban y decían: "Despáchala, porque viene gritando en pos de nosotros". Y El respondiendo dijo: "No soy enviado sino a las ovejas que perecieron de la casa de Israel". Mas ella vino y le adoró diciendo: "Señor, valedme". El respondió y dijo: "No es bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perros". Y ella dijo: "Así es, Señor; mas los perros comen de las migajas que caen de la mesa de su señores": Entonces respondió Jesús, y le dijo: "Oh mujer, grande es tu fe: hágase contigo como quieres; y desde aquella hora fue sanada su hija". (vv. 21-28)
 
San Jerónimo
El Salvador, después de abandonar a los fariseos y a los calumniadores, pasa a los países de Tiro y Sidón para curar a sus habitantes y por eso se dice: "Y saliendo Jesús de allí, se fue a las partes de Tiro y de Sidón".
 
Remigio
Tiro y Sidón fueron dos ciudades habitadas por gentiles. Porque Tiro era la metrópoli de los cananeos y Sidón el término, mirando al norte, de los mismos cananeos.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 51,1
Es digna de atención la conducta del Señor, quien en el momento en que separó a los judíos de la observancia sobre los alimentos, abrió la puerta a los gentiles. Así también Pedro recibió en una visión la orden de abolir esa ley, e inmediatamente fue enviado a Cornelio ( Hch 10,5). Pero si alguno pregunta: ¿Cómo es que después de haber dicho el Señor a sus discípulos que no fueran por los caminos de los gentiles, ahora El mismo va por ese camino? Contestaremos en primer lugar, que el Señor no estaba sujeto al precepto que dio a los discípulos, y además porque no fue allí a predicar y por eso dice San Marcos ( Mc 7,24) que se ocultó a sí mismo.
 
Remigio
Fue allí para curar a los de Tiro y Sidón, o para librar del demonio a la hija de esa mujer y condenar por su fe la perversidad de los escribas y de los fariseos. De esa mujer dice el evangelista: "Y he aquí una mujer cananea, que había salido de aquellos términos, etcétera".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 52,1
El evangelista la llama cananea, a fin de hacer ver la influencia que en ella ejercía la presencia de Cristo. Los cananeos que habían sido expulsados para que no pervirtieran a los judíos, se mostraron en esta ocasión más sabios que los judíos, saliendo fuera de sus fronteras y acercándose a Cristo. Mas esta mujer, luego que se hubo acercado a Cristo, no le pidió más que misericordia. Por eso sigue: "Y clamaba diciéndole: Señor, hijo de David, ten piedad de mí"
.
Glosa
Gran fe se nota en estas palabras de la cananea: cree en la divinidad de Cristo cuando lo llama Señor y en su humanidad cuando le dice hijo de David. No pide ella nada en nombre de sus méritos, invoca sólo la misericordia de Dios, diciendo: "Ten piedad". Y no dice ten piedad de mi hija, sino de mí, porque el dolor de la hija es el dolor de la madre y a fin de moverlo a compasión, le cuenta todo su dolor. Por eso sigue: "Mi hija es malamente atormentada por el demonio". En estas palabras descubre ella sus heridas al médico y la magnitud y características de su enfermedad. La magnitud, cuando dice: "Es atormentada malamente" y las características por las palabras: "por el demonio".
 
Orígenes, hom. 7 inter collectas ex diversis locis
Ved la sabiduría de esa mujer. No se fue a los hombres seductores, ni buscó fórmulas vanas, sino que dejando todas las supersticiones diabólicas, se va al Señor y no pidió a Santiago, ni suplicó a Juan, ni se acercó a Pedro; sino que amparada en la protección de la penitencia, corrió sola al Señor. Y mirad una escena nunca vista. Pide y manifiesta con gritos su dolor y el Señor, que tanto ama a los hombres, no le responde y por eso sigue: "Y El no respondió palabra".
 
San Jerónimo
Y no le responde no por un acto de soberbia semejante a la de los judíos, ni por el orgullo propio de los escribas, sino por no parecer que estaban en contradicción su conducta y aquellas palabras suyas: "No vayáis por los caminos de los gentiles" ( Mt 10,5). No quería dar motivo a que le calumniaran y reservaba para el tiempo de su pasión y resurrección la completa salvación de los gentiles.
 
Glosa
Con esa dilación y falta de respuesta, nos manifiesta el Señor la paciencia y la perseverancia de la mujer. También fue una de las causas para no responder, el que quisiera que los discípulos le suplicaran por ella a fin de hacernos ver lo necesarias que son para conseguir alguna cosa las súplicas de los santos. Por eso sigue: "Y llegándose los discípulos, le rogaban, etc."
 
San Jerónimo
Los discípulos, que aún no sabían en ese tiempo los misterios de Dios, rogaban por la mujer cananea, o bien movidos a compasión, o bien porque deseaban librarse de su importunidad.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,29
Parece haber una especie de contradicción entre lo dicho anteriormente y la narración de San Marcos que dice que cuando vino la mujer a suplicar por su hija, se encontraba el Señor en una casa. Puede desde luego creerse que San Mateo no habló de la casa y sin embargo, contó el mismo hecho. Pero como él refiere que los discípulos dijeron al Señor: "Despáchala, porque viene gritando en pos de nosotros", parece indicar que la mujer dirigió sus súplicas al Señor cuando éste iba andando. Debe, pues, entenderse este pasaje en este sentido: La mujer entró en la casa donde estaba el Señor, puesto que San Marcos dice que el Señor estaba en una casa; pero después de las palabras que refiere San Mateo: "Y no la respondió". Durante este tiempo de silencio (puesto que ningún evangelista dice si continuó el Señor en la casa) es de creer que el Señor salió de aquella casa. Así se enlaza todo perfectamente y desaparece toda diferencia entre ambos evangelistas.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom, 52,1
Yo presumo que se entristecieron los discípulos ante la desgracia de la mujer pero no se atrevieron, sin embargo, a decir: Dale esa gracia, cosa que nos sucede a nosotros con frecuencia. Queremos persuadir a alguno y sin embargo, le decimos muchas veces lo contrario de lo que queremos. Mas, respondiendo Jesús mismo dice: "No soy enviado sino a las ovejas de Israel, etc."
 
San Jerónimo
No dice esto porque no hubiera sido enviado a las demás naciones, sino para indicar que fue a Israel, a donde primeramente había sido enviado y que después de que este pueblo rechazara el Evangelio, el Evangelio pasaría con justicia a los gentiles.
 
Remigio
Fue enviado, con especialidad, al pueblo de Israel, para que este pueblo recibiese su enseñanza, hasta con su presencia visible.
 
San Jerónimo
Y dice señaladamente: "A las ovejas perdidas de Israel" para que con estas palabras comprendamos el significado de la oveja errante, de que se habla en otra parábola ( Lc 15).
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 52,2
Pero al ver la mujer que nada podían los apóstoles, perdió la vergüenza, dichosa vergüenza. Antes no se atrevía a presentarse delante del Señor. Por eso sigue: "Porque viene gritando en pos de nosotros". Mas cuando parecía que se retiraría llena de angustia, entonces se acerca más al Señor. Por eso sigue: "Mas ella vino y le adoró".
 
San Jerónimo
Notad cómo esta mujer cananea lo llama con perseverancia hijo de David, en seguida Señor y por último le adora.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 52,2
Y por esto no dijo: Ruega, o suplica a Dios, sino, oh Señor, ayudadme. Y cuanto más aumentaba la mujer sus súplicas, tanto menos atendía El a sus súplicas. Y no llama ovejas a los judíos, sino hijos. Mas a ella perro. "Y El respondiendo dijo: no es bien, etcétera".
 
Glosa
Hijos son los judíos engendrados y alimentados en el culto de un solo Dios por la ley. Su pan son el Evangelio, los milagros y cuanto pertenece a nuestra salvación. No es, pues, conveniente que se quiten todas estas cosas a los hijos y se den a los gentiles (que son los perros), mientras sean repudiados por los judíos.
 
Rábano
Los gentiles son llamados perros a causa de su idolatría, y los perros bebiendo sangre y devorando los cadáveres se vuelven rabiosos.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 52,2
¡Mirad la sabiduría de la mujer! No se atrevió a contradecir, ni se entristeció por las alabanzas de los otros, ni se abatió por las cosas sensibles que la echaron en cara. Por eso sigue: "Mas ella dijo: Es verdad, Señor; pero también los perros comen de las migajas que caen de las mesas de sus señores, etc.". Había dicho El: "No es bien" y ésta dijo: "Así es, Señor". El llama hijos a los judíos y ella, señores. El llamó perro a esta mujer y ella añadió la cualidad de los perros, como si dijera: si soy perro, no soy extraña; me llamas perro, aliméntame tú como a un perro. Yo no puedo abandonar la mesa de mi Señor.
 
San Jerónimo
Son ensalzadas la fe, la humildad y la paciencia admirables de esta mujer. La fe, porque creía que el Señor podía curar a su hija. La paciencia, porque cuantas veces era despreciada, otras tantas persevera en sus súplicas. La humildad, porque no se compara ella sólo a los perros, sino a los cachorrillos. Sé -dice- que no me merezco el pan de los hijos, ni puedo tomar sus alimentos enteros, ni sentarme a la mesa con el Padre; pero me contento con lo que da a los cachorrillos, a fin de llegar, mediante mi humildad, hasta la mesa donde se sirve el pan entero.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 52,2-3
Por esta razón, se retardaba el Señor, El sabía que ella le hablaría de esa manera y no quería que quedara oculta tan grande virtud. Por eso sigue: "Entonces respondió Jesús y le dijo: ¡Oh mujer, grande es tu fe: hágase contigo como quieres!" Como si dijera: tu fe puede comprender cosas mayores que éstas, pero entretanto hágase contigo como tú quieres. Observad que esta mujer influyó no poco en la curación de su hija y por eso no dijo Cristo: Sea curada tu hija, sino: "Tu fe es grande: hágase contigo como quieres". De esta manera nos da a entender la sencillez de corazón con que hablaba esa mujer, no para adular al Señor, sino para manifestarle su gran fe. Esta palabra de Cristo es parecida a aquella otra: "Hágase el firmamento y fue hecho" ( Gén 1,6). Por eso sigue: "Y desde aquella hora fue sanada su hija". ¡Mirad cómo alcanza la mujer, lo que no obtuvieron los apóstoles. Tan gran poder tiene la insistencia en la oración! y Dios prefiere que le dirijamos a El nuestras súplicas por nuestros pecados, a que nos valgamos de las súplicas de otros.
 
Remigio
Estas palabras nos ofrecen un ejemplo de la necesidad que hay de catequizar y bautizar a los niños. Porque no dice la mujer: salva a mi hija, o ayúdala, sino ten compasión de mí y ayúdame. De aquí viene la costumbre en la Iglesia de prometer los fieles la fe a Dios en lugar de sus hijos pequeños, por no tener éstos la razón y la edad suficientes para hacer a Dios esa promesa y así como por la fe de esa mujer fue sanada su hija, así también por la fe de los fieles se perdonan los pecados a los niños.
Esta mujer significa, en sentido alegórico, a la Iglesia Santa, formada por todas las naciones. La venida del Señor, después de abandonar a los escribas y a los fariseos, a los países de Tiro y de Sidón, nos figura el abandono en que después dejaría a los judíos y que se pasaría a los gentiles. Y salió esta mujer de los confines de su tierra, porque la Iglesia santa salió de los errores y vicios antiguos.
 
San Jerónimo
Yo pienso que la hija de la cananea representa las almas de los fieles, que eran cruelmente maltratadas por el demonio, cuando no conocían a su Creador y adoraban las piedras.
 
Remigio
El Señor designa con la palabra "hijos" a los patriarcas y profetas de aquel tiempo, con la palabra "mesa" a la Sagrada Escritura y con "migas" a los preceptos leves o a los misterios íntimos que dan el alimento a la Iglesia y con "cortezas" a los preceptos carnales que observaban los judíos. Se dice que son comidas las migas debajo de la mesa porque la Iglesia se somete con humildad al cumplimiento de los preceptos divinos.
 
Rábano
Los perros pequeños no comen las cortezas, sino las migajas del pan de los niños, porque los que eran despreciados entre las naciones, convirtiéndose a la fe, buscan, no la superficie literal de la Escritura, sino el sentido espiritual, con el que pueden adelantar en sus buenas obras.
 
San Jerónimo
¡Admirable transformación de las cosas! En otro tiempo estaban en Israel los hijos de Dios y nosotros éramos los perros. La diversidad de la fe cambia algún tanto este orden. Después (en el tiempo en que se cumpla el misterio de la pasión) se dirá a los judíos: Muchos perros me han rodeado ( Sal 21,13) y nosotros oiremos con la mujer cananea estas palabras: "Tu fe te ha salvado".
 
Rábano
Con razón se llama grande a esta fe, porque las naciones, sin haber sido imbuidas en la ley, ni haber sido instruidas por los profetas, obedecerán prontamente a las primeras palabras que les dirijan los apóstoles, por cuya obediencia merecerán la salud y si el Señor difiere la salud de sus almas y no atiende a las primeras lágrimas de las súplicas de la Iglesia, nunca esas almas deben desesperarse o dejar de suplicar, sino antes al contrario, deben insistir en sus plegarias.
 
San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,18
El no venir el Señor a las casas del hijo del centurión y de la mujer cananea, significa que las naciones a donde El no fuere, alcanzarán la salvación por medio de su palabra. La curación del hijo del centurión y de la hija de la mujer cananea mediante las súplicas de sus padres, es figura de la Iglesia, que es madre de todos los miembros, que son sus hijos. Porque se la llama madre de todos los hombres que la componen y éstos llevan, por lo mismo, el nombre de hijos.
 
San Hilario, in Matthaeum, 15
O también, esta mujer, que salió fuera de los límites de su país, es la primera de los prosélitos. Es decir, salió de entre las naciones para ir al medio de un pueblo que le era extraño, suplica por su hija (esto es, por la plebe de las naciones, sometidas a la dominación de los espíritus inmundos) y llama al Señor hijo de David, porque lo conoció por la ley.
 
Rábano
Además, si alguno tiene manchada su conciencia por la suciedad de algún vicio, ése tiene, indudablemente, a su hija malamente atormentada por el demonio y si alguno ha viciado sus buenas obras con el veneno del pecado, éste también tiene a su hija agitada por las furias del espíritu impuro y necesita, por consiguiente, acogerse a las súplicas y a las lágrimas y acudir a la intercesión y al auxilio de los santos.

29-31

Y habiendo salido Jesús de allí, vino junto al mar de Galilea: y subiendo a un monte, se sentó allí. Y se llegaron a El muchas gentes, que traían consigo mudos, ciegos, cojos, mancos y otros muchos: y los echaron a sus pies, y los sanó: de manera que se maravillaban las gentes, viendo hablar los mudos, andar los cojos, ver los ciegos: y loaban en gran manera al Dios de Israel. (vv. 29-31)
 
San Jerónimo
El Señor, después de haber curado a la hija de la cananea, se vuelve a la Judea. Por eso se dice: "Y habiendo salido Jesús de allí, vino junto al mar de Galilea", etc.
 
Remigio
Varios son los nombres que se dan a este mar: se le llama mar de Galilea por su proximidad a la Galilea y mar de Tiberíades por la ciudad de Tiberíades.
Sigue: "Y subiendo a un monte, se sentó allí".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 52,3
Son de considerar las idas y venidas del Señor de un punto a otro con el objeto de curar a los enfermos. Unas veces se sienta y los está esperando y por esta razón se añade oportunamente: "Y se dirigieron a El", etc.
 
San Jerónimo
Se tradujo débiles por la palabra griega kullouV , que significa, no una debilidad general, sino una sola enfermedad. Así como se llama cojo al que no puede valerse de un pie, así también se llama kulloV a aquél que tiene una mano débil.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 52,3
En dos cosas demostraban éstos su fe: en subir al monte y en la persuasión que tenían de que no necesitaban, para ser curados, más que arrojarse a los pies del Señor. Y no se contentan con tocar la orla de su vestido, sino que dan pruebas de una fe más elevada. Y por eso se añade: "Y se echaron a los pies del Señor". Y tardó algún tiempo en curar a la hija de la cananea, para hacer patente la virtud de esta mujer y a éstos los curó en seguida, no porque eran mejores, sino para acallar a los judíos infieles. Por eso sigue: "Y los sanó a todos". La multitud de curaciones y la facilidad con que las hacía, llenó de estupor a todos, de suerte que toda la gente se admiraba al ver que hablaban los mudos.
 
San Jerónimo
No habla el evangelista de los mancos porque no podía expresar el fruto de su curación con una sola palabra.
 
Rábano
En sentido místico, viene el Señor a la Judea, después de curada la mujer cananea, figura de la conversión de los gentiles, porque alcanzará su salvación todo el pueblo de Israel, después que la mayor parte de los gentiles hayan entrado en la Iglesia ( Rom 11,25-26).
 
Glosa
El mar junto al cual llegó Jesús, significa los turbios movimientos de esta vida y el mar de Galilea, el tránsito de los hombres desde el vicio a la virtud.
 
San Jerónimo
Sube el Señor al monte, a fin de provocar al vuelo, como hace el ave, a sus hijos, aun tiernos.
 
Rábano
Es decir, para levantar a sus oyentes a la meditación de las cosas superiores y celestiales y se sentó allí para hacernos ver que sólo en las cosas celestiales encuentra nuestra alma su descanso. Y mientras estaba sentado en el monte, esto es, en el palacio del cielo, se le aproxima el pueblo fiel con devoción, llevando consigo a los mudos y a los ciegos, etc. y los ponen a los pies del Señor. Porque sólo se presentan al Señor para que les dé la salud aquellos que confiesan sus pecados y de tal manera los cura el Señor, que el pueblo todo queda admirado y prorrumpe en alabanzas al Dios de Israel. De esta manera los fieles, después de ver que los que antes habían enfermado espiritualmente son enriquecidos con todo género de obras virtuosas, cantan sus alabanzas a Dios.
 
Glosa
Pero hay muchos que no alaban a Dios. Tales son los ciegos, que no comprenden el camino de la vida; los sordos, que no obedecen; los cojos, que no marchan derechos por el camino del deber y los mancos, que son impotentes para obrar bien.

32-38

Mas Jesús, llamando a sus discípulos, dijo: "Tengo compasión de estas gentes, porque ha ya tres días que perseveran conmigo, y no tienen qué comer: y no quiero despedirlas en ayunas, porque no desfallezcan en el campo". Y le dijeron los discípulos: "¿Cómo podremos hallar, en este desierto tantos panes que hartemos tan grande multitud de gente?" Y Jesús les dijo: "¿Cuántos panes tenéis?" Y ellos dijeron: "Siete, y unos pocos pececillos". Y mandó a la gente recostarse sobre la tierra. Y tomando los siete panes y los peces, y dando gracias los partió, y dio a sus discípulos, y los discípulos dieron al pueblo. Y comieron todos, y se hartaron. Y de los pedazos que sobraron, alzaron siete espuertas llenas. Y los que comieron fueron cuatro mil hombres, sin los niños y mujeres. (vv. 32-38)
 
San Jerónimo
Primeramente curó el Señor a los enfermos y después de haberlos curado, les da de comer. Reúne a sus discípulos y les dice lo que han de hacer. Por eso se dice: "Mas Jesús", etc. El Señor hace esto con el objeto de dar un ejemplo a los maestros de la necesidad que tienen de comunicar con sus inferiores y discípulos todos sus proyectos, o también para que comprendiesen sus discípulos, mediante esta conversación, la grandeza del milagro que iba a hacer.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 53,1
No se atrevía a pedir pan el pueblo, que había venido para obtener curación. Por eso el Señor, que ama a los hombres y cuida de todos, da pan aun a aquellos que no se lo piden. Por esta razón dice: "Tengo compasión de estas gentes" y para indicar que esa gente no traía alimento alguno para el camino, añade: "Porque ha tres días que perseveran conmigo y no tienen qué comer" Y aun cuando lo hubieran traído, lo natural es que se les hubiese terminado. Por eso el Señor no hizo el milagro en el primero o segundo día, sino en el tercero, cuando la comida ya se había terminado, a fin de que, viéndose ellos en tal apuro, apreciasen más el beneficio que recibían. Las palabras del Señor: "Y no quiero despedirlas en ayunas", etc. evidencian aún más la gran distancia de donde venían y la falta de alimentos. El Señor no hizo el milagro a continuación de las palabras: "No quiero despacharlas en ayunas", con el objeto de que los discípulos prestaran más atención, mediante la pregunta que ellos hacían y la respuesta que les dio el Señor, para que brillara más su fe y para que le dijeran: "Haz los panes". Y aunque Cristo hizo muchas cosas que recordaban a los discípulos el primer milagro, como el servir ellos en las mesas y distribuir los cestos, sin embargo, aún estaban muy imperfectamente dispuestos, como se ve claramente por estas palabras. Y los discípulos dijeron: "¿Cómo podremos hallar?", etc. Dijeron ellos esto a causa de la enfermedad de sus pensamientos, a pesar de que no podían dudar del milagro por lo que les acaba de decir el Señor: hizo el Señor este milagro en un sitio solitario y distante de todo caserío, con el objeto de que nadie pudiera sospechar que había recibido la comida de alguna casa o aldea vecina. Y pregunta a sus discípulos, a fin de elevar sus almas y de recordarles (o de avisarles) por la pregunta el milagro anterior, del que ellos habían sido testigos y por eso sigue: "Y Jesús les dijo: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: "siete", etc. No añaden, como dijeron antes: "¿Y qué son estos panes entre tanta gente?" ( Jn 6,9), porque iban adelantando poco a poco. Sin embargo, aún no lo comprenden todo. Es digno de admiración el amor que tenían los apóstoles a la verdad, puesto que aun en sus mismos escritos no ocultan sus grandes defectos y no hay acusación tan grave o falta tan notable como la suya por haber olvidado tan pronto el prodigio tan grande que obró el Señor. También es de admirar en ellos otra prueba de su sabiduría: vencían el hambre, sin tener apenas en cuenta la necesidad de comer. Porque en el desierto, donde vivían ya tres días, no contaban con más alimentos que con siete panes. Otras muchas cosas hizo el Señor parecidas a las del primer milagro, pues hizo que se sentaran en tierra y que los panes se aumentaran en las manos de sus discípulos. Por eso sigue: "Y mandó a la gente recostarse sobre la tierra", etc.
 
San Jerónimo
Ya hemos hablado anteriormente de esto y es inútil repetirlo. Nos detendremos sólo en lo que se diferencian los dos milagros.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 53,2
Mas no es semejante el fin de los dos milagros. Por eso sigue: "Y de los pedazos que sobraron, alzaron siete espuertas llenas: y los que comieron fueron cuatro mil", etc. ¿Por qué fueron menos las sobras en este milagro que en el primero, aunque fueron en menor número los que comieron? O es porque las espuertas eran mayores que los canastos o para que esta diferencia les sirviese para recordar los dos milagros, o también por la diferente significación que tenían las sobras en ambos milagros. En el primero sobraron tantos canastos cuantos eran los apóstoles y en el segundo, un número de espuertas igual al de los panes.
 
Remigio
En este pasaje del Evangelio es preciso considerar la operación de la divinidad y de la humanidad de Cristo. La humanidad en la compasión que tuvo de la multitud, cosa que es propio del sentimiento de la fragilidad humana y la divinidad en la multiplicación de los panes y en la alimentación de las gentes. Este pasaje destruye completamente el error de Eutiques, que no admitía en Cristo más que una sola naturaleza.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,50
No es ciertamente fuera de propósito el advertir sobre este milagro, que si alguno de los evangelistas hubiese hablado sobre este milagro y no hubiera referido lo de los cinco panes, quizás ese evangelista fuese juzgado como contrario y en oposición con los demás; pero como son los mismos los que refieren el milagro de los cinco panes y el de los siete, nadie puede ponerlos en duda y todos los hombres deben admitir la existencia de ambos hechos. Hacemos esta advertencia para que, cuando encontremos en un evangelista un hecho que parece contrario a otro completamente parecido, referido por otro evangelista, de suerte que nos parezca imposible el compaginar los dos hechos, digamos desde luego que han existido los dos hechos y que un evangelista refiere el uno y otro evangelista el otro.
 
Glosa
Es de considerar cómo el Señor cura primero las enfermedades y después da el alimento. Lo hace así para indicar que es preciso hacer desaparecer primero los pecados y después alimentar el alma con las palabras de Dios.
 
San Hilario, in Matthaeum, 15
Así como aquella multitud que alimentó primero el Señor representa al pueblo creyente de los judíos, así también esta última es figura del pueblo gentil y los cuatro mil hombres reunidos significan la multitud innumerable reunida de las cuatro partes del mundo.
 
San Jerónimo
No son éstos cinco mil, sino cuatro mil, siempre el número cuatro es tenido como digno de alabanza. La piedra cuadrangular no se bambolea, no es inestable y por esta razón hasta los Evangelios hacen sagrado el número cuatro. En el milagro anterior, como el número cinco recuerda a los cinco sentidos y su proximidad, el Señor no hace mención de la multitud, pero sí los discípulos. Aquí, por el contrario, el mismo Señor dice que tiene compasión de la multitud porque hace tres días que están con El, sin duda porque creían en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo.
 
San Hilario, in Matthaeum, 15
O bien, porque pasan con El un tiempo parecido al de la pasión; o también porque los que habían de venir al bautismo confiesan que creen en la pasión y resurrección del Señor; o también porque por un movimiento de compasión querían ayunar un tiempo semejante al de su pasión.
 
Rábano
O bien se dice esto porque en la duración de los siglos ha habido tres épocas en que la gracia ha sido dada: primera, la de antes de la Ley; segunda, la de la Ley y tercera, la de la gracia. La cuarta es la del cielo, cuya esperanza da ánimo al que se dirige hacia él.
 
Remigio
O también porque los que se corrigen por la penitencia de los pecados que han cometido se convierten al Señor con el pensamiento, con la palabra y con las obras. No quiso el Señor despachar en ayunas a toda esa gente, para que no desfalleciese en el camino. Porque los pecadores que se convierten por la penitencia, necesitan, si no han de perecer en el transcurso de esta vida pasajera, ser despachados con el alimento de la sagrada doctrina.
 
Glosa
Los siete panes son la Escritura del Nuevo Testamento, que revela y da la gracia del Espíritu Santo. No son éstos siete panes de cebada (como arriba). Porque no está en el Nuevo Testamento, como lo estaba en la Ley, el alimento vital envuelto entre figuras, o cubierto como de paja permanente. No se habla aquí de dos peces, figura de los dos crismas de la Ley, el del rey y el del sacerdote, sino de unos pocos peces, imagen de los santos del Nuevo Testamento, que arrancados de entre las olas de la vida, sufren el oleaje de este mar tempestuoso y nos alientan con su ejemplo para que no desfallezcamos en el camino.
 
San Hilario, in Matthaeum, 15
La gente se sienta sobre la tierra, porque ninguna obra de la Ley les daba antes dónde sentarse y ellos estaban aún adheridos al origen del pecado y de la carne.
 
Glosa
O también se sientan en el primer milagro sobre el heno, para reprimir los deseos de la carne y en el segundo sobre la tierra, porque El les manda abandonar al mundo. El monte sobre el que el Señor los alimenta, es la alteza de Cristo y hay heno sobre la tierra, porque la alteza de Cristo está cubierta, a causa de los hombres carnales, por la esperanza y los deseos de la carne. En el segundo milagro, por el contrario, alejado todo deseo carnal, contiene y encierra los convites del Nuevo Testamento la solidez de la esperanza no interrumpida. Había allí cinco mil hombres que, como carnales que eran, estaban sujetos a los cinco sentidos y aquí cuatro, a causa de las cuatro virtudes que dan al alma la vida del espíritu: la prudencia, la templanza, la fortaleza y la justicia. De estas virtudes la primera da al hombre el conocimiento de las cosas que debe desear y de las que debe evitar; la segunda refrena el apetito por las cosas que deleitan temporalmente; la tercera da fuerza contra los pesares de la vida y la cuarta, que se difunde entre las otras, consiste en amar a Dios y al prójimo. Tanto allí como aquí, quedan excluidos las mujeres y los niños, porque en el Antiguo y en el Nuevo Testamento no se aproximan al Señor los que no se esfuerzan constantemente por llegar a ser hombres perfectos, o por falta de fuerza, o por poquedad de espíritu. Se celebran sobre la montaña las dos comidas, porque la Escritura de ambos Testamentos manda preceptos elevados y tiene recompensas sublimes, todo lo cual predica la grandeza de Cristo y los apóstoles retiran y cumplen todos aquellos misterios sublimes que no están al alcance de la inteligencia de la multitud, es decir, a la inteligencia enriquecida de siete formas por la gracia de Dios de los corazones perfectos. Suelen hacerse las cestas de junco entretejidos y de hojas de palmeras y significan los santos que colocan la raíz de su corazón en la misma fuente de la vida (a fin de que no se sequen como el junco en el agua) y llevan en su corazón la palma de la recompensa eterna.