CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO |
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01-04 |
Y despedida la gente, entró en un barco, y pasó a los términos de Magedán. Y se llegaron a El los fariseos y los saduceos para tentarle: y le rogaron que les mostrase alguna señal del cielo. Y El les respondió, y les dijo: "Cuando va llegando la noche decís: Sereno hará, porque rojo está el cielo. Y por la mañana: Tempestad habrá hoy, porque el cielo triste tiene arreboles: pues la faz del cielo sabéis distinguir, ¿y las señales de los tiempos no podéis saber? Generación perversa y adúltera señal pide, y señal no le será dada, sino la señal de Jonás, el profeta"; y los dejó, y se fue. (15,39; 16,1-4)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 53,2
El Señor despachó la gente después del
milagro de los cinco panes. Lo mismo hace ahora, pero no se marchó a
pie, sino en un barco, a fin de que no lo siguiese la gente. Por eso
se dice: "Y despachada la gente se entró en un barco y pasó a los
términos de Magedán".
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,51
San Marcos dice ( Mc
8) a Dalmanuta, pero no da lugar a ninguna duda, porque se conocía con
los dos nombres la población y en muchos códices, según el mismo San
Marcos, no se encuentra más que la palabra Magedán.
Rábano
Magedán es una región situada frente a
Gerasán. Significa frutas o noticias y es figura del jardín, de quien
se dice ( Cant 4,12): "Huerto cerrado, fuente
sellada", en donde crecen los frutos de las virtudes y es dado a
conocer el nombre del Señor. Esto nos enseña que los predicadores,
después de haber distribuido al pueblo la palabra, deben renovar el
interior de sus corazones con los frutos de las virtudes.
Sigue: "Y se llegaron a El los fariseos y
los saduceos", etc.
Remigio
Ciertamente llama la atención la ceguera
de los fariseos y de los saduceos. Pedían un milagro del cielo, como
si no fuesen milagros las obras que habían presenciado. San Juan da la
razón de por qué pedían un milagro, cuando refiere (
Jn 6,31) que la gente, después de la comida de los cinco panes,
se aproximó al Señor y le dijo: "¿Qué milagro haces Tú para que veamos
y creamos en Ti? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como
está escrito ( Sal 77): "Les dio a comer el
pan del cielo". Manifiéstanos Tú un milagro del cielo, esto es, haz
que llueva por espacio de uno o dos días el maná, a fin de que se
harte todo el pueblo, como sucedió en el desierto durante tan largo
tiempo". Mas El, como Dios, penetrando sus pensamientos y sabiendo
positivamente que, aunque les hiciese el milagro que pedían, no
creerían, se negó a concederles lo que le pedían. Por eso sigue: "Y El
respondió y les dijo: Cuando va llegando la noche decís: Sereno hará",
etc.
San Jerónimo
La mayor parte de los códices griegos no
contienen esto, pero el sentido es bien claro, es decir, que por la
sucesión y regularidad de los elementos podemos calcular los días
serenos y los lluviosos, mientras que los escribas y los fariseos, que
eran reputados como doctores de la Ley, no podían por los vaticinios
de los profetas conocer la venida del Señor.
San Agustín,
quaestiones evangeliorum, 1,20
Las palabras del Señor: "Cuando va
llegando la noche, decís: Sereno hará, porque el cielo está rojo",
pueden entenderse en el sentido de que se concede el perdón a los
pecadores en la primera venida de Cristo por la sangre que vertió el
Señor en su pasión. "Y por la mañana: Tempestad habrá hoy, porque el
cielo triste tiene arreboles". Es decir, que la segunda venida del
Señor será precedida de fuego.
Glosa
O de otro modo: el cielo está de un rojo
triste, esto es, sufrirán los apóstoles después de mi resurrección y
después de ellos podéis estar seguros que vendré Yo a juzgar en el
tiempo venidero. Y si ahora no perdono a los míos, que son buenos, el
que sufran, menos perdonaré después a otros.
Sigue: "Pues la faz del cielo sabéis
distinguir y las señales de los tiempos no podéis saber".
Rábano
Por las señales de los tiempos quiso dar a
entender su venida y su pasión, parecida al color rosáceo del cielo en
la tarde, y las tribulaciones que precederán a su venida están
representadas por un cielo que tiene por la mañana un color rosáceo y
triste.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 53,2
Así como las señales del buen tiempo son
distintas de las del tiempo lluvioso, así sucede en mí. Porque ahora
en mi primera venida tengo necesidad de esas señales que brillan sobre
la tierra, pero las que brillarán en el cielo están reservadas para mi
segunda venida. Ahora he venido como médico, entonces me presentaré
como juez. Por esta razón he venido ahora como cubierto por un velo,
mas luego, cuando se conmovieren todas las potestades del cielo, me
presentaré con gran claridad. No es éste el tiempo de las señales,
porque he venido a morir y a sufrir todo género de afrentas. Y por eso
sigue: "Generación mala y adúltera señal pide y señal no le será
dada".
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2,51
San Mateo repite esto mismo en otro lugar
( Mt 12), lo que nos debe recordar que muchas
veces dice el Señor las mismas cosas, a fin de que cuando no podamos
resolver una dificultad originada por dos palabras diferentes,
deduzcamos, que un mismo hecho ha sido repetido dos veces.
Glosa
Dice generación mala y adúltera, esto es,
incrédula, porque tenía un entendimiento carnal en lugar de
espiritual.
Rábano
No dará el Señor a esta generación, a
quien tantas señales dio en la tierra, la señal celestial que le
pedían, sino que se las dará a la generación que lo busca, es decir, a
los apóstoles que lo vieron subir al cielo y a quienes envió el
Espíritu Santo.
San Jerónimo
Ya se ha dicho arriba lo que significa la
señal de Jonás ( Mt 12).
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 53,3
Convenía que los fariseos, que habían oído
por segunda vez estas palabras, le preguntaran y le dijeran: "¿Qué es
lo que tú dices?" Ellos no hacían esta pregunta llevados del deseo de
instruirse y por eso el Señor los abandonó, de aquí sigue: "Y los dejó
y se fue", etc.
Rábano
Esto es, se fue al otro lado del estrecho,
abandonando a la generación mala de los judíos y siguiéndolo el pueblo
de las naciones. Observad que no se fue, como en otras ocasiones,
después de despachar la gente, sino que se dice que los dejó, porque
sus espíritus insolentes estaban empapados en el error de infidelidad.
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05-12 |
Y pasando sus discípulos a la otra ribera, se habían olvidado de tomar panes. Jesús les dijo: "Mirad, y guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos". Mas ellos pensaban y decían dentro de sí: "¿Porque no hemos tomado panes?" Y Jesús, conociéndolo, les dijo: "Hombres de poca fe: "¿por qué estáis pensando dentro de vosotros, que no tenéis panes? ¿No comprendéis aun, ni os acordáis de los cinco panes para cinco mil hombres, y cuántos cestos alzasteis? ¿Ni de los siete panes para cuatro mil hombres, y cuántas espuertas recogisteis? ¿Cómo no comprendéis que no por el pan os dije: guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos?". Entonces entendieron que no había dicho que se guardasen de la levadura de los panes, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos. (vv. 5-12)
Glosa
Como el Señor abandonó a los fariseos a
causa de su infidelidad, se desprende naturalmente el que mandara a
sus discípulos se guardasen de la doctrina de ellos. Por eso sigue: "Y
pasando sus discípulos a la otra ribera, se habían olvidado de tomar
panes".
Remigio
Amaban tanto a su maestro, que no querían
separarse de El un instante. Es de advertir cuán distantes estaban los
discípulos de desear los placeres, cuando hacían tan poco caso de lo
necesario para la vida, que hasta se olvidaron de tomar panes, tan
indispensables para poder subsistir.
Sigue: "Mirad y guardaos de la levadura de
los fariseos".
San Hilario,
in Matthaeum, 16
Aconseja el Señor en estas palabras a sus
apóstoles que no se mezclen con la doctrina de los judíos, porque las
obras de la ley fueron establecidas para ser realizadas en la fe y
como figura de las cosas futuras. Y habiendo venido la verdad en su
tiempo y edad, en adelante no consideren nada como figura de la
verdad, a fin de que semejante doctrina farisaica, que no conoce a
Cristo, no corrompa los efectos de la verdad del Evangelio.
San Jerónimo
Porque todo el que se guarda de la
levadura de los fariseos y saduceos, no observa los preceptos de la
ley y de la letra, y desprecia las tradiciones humanas, a fin de
practicar los mandamientos de Dios. Esta es la levadura de que dice el
apóstol ( 1Cor 5,6; Gál
5): "Una pequeña levadura corrompe toda la masa". Bajo todos conceptos
debemos guardarnos de semejante levadura, que tuvieron Marción,
Valentín y todos los demás herejes. Porque es de tal fuerza esta
levadura, que si una parte, al parecer pequeña, se mezcla con la
harina, aumenta cada vez más y derrama su sabor sobre toda la masa. Lo
mismo sucede con la doctrina de los herejes. Si arroja ella una
pequeña chispa en vuestro pecho, pronto se convertirá en una gran
llama y consumirá todo lo que hay en el interior del hombre.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 53,3
¿Y por qué no dice sin rodeos: guardaos de
la doctrina de los fariseos? Porque quería recordarles lo que había
pasado en la multiplicación de los panes, cosa que ellos habían
olvidado. Pero como no habían motivos directos para hacerlo y
aprovechando la ocasión que ellos mismos le presentaban, les dio una
reprensión que les fue más sensible. Por eso el evangelista nos pone
delante los pensamientos de los discípulos en estas palabras: "Mas
ellos pensaban y decían entre sí. Porque no hemos tomado panes".
San Jerónimo
¿Cómo es que no tenían panes aquellos que
después de haber dejado llenar siete espuertas, subieron en un barco y
llegaron a los confines de Magedán, donde les dijo el Señor que se
abstuvieran de la levadura de los fariseos y de los saduceos? Es
indudable, según este pasaje de la Escritura, que ellos se olvidaron
de llevar nada consigo.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 53,3
El Señor reprende con energía para
provecho de todos a los apóstoles, por el apego que aún tenían a las
observancias judaicas. Por eso sigue: "Y Jesús, conociéndolo, les
dijo: Hombres de poca fe: ¿Por qué estáis pensando dentro de vosotros
que no tenéis panes?"
Glosa
Como si dijera: ¿por qué estáis pensando
que yo he querido hablar de los panes terrenales, sobre cuyo punto no
debéis dudar, habiéndolos multiplicado de tal manera, que de unos
pocos panes he hecho que sobraran porciones tan considerables?
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 53,3
El Señor hace esto con los discípulos con
el objeto de que no se preocupen de lo que han de comer. Pero, por qué
no los reprendió cuando dijeron: ¿De dónde vamos a tomar en este
desierto tantos panes? ( Mt 15,33) Porque le
pareció más oportuno, y además para que no creyesen que lo hacía con
el objeto de entrometerse para hacer milagros, y porque no quería
reprenderlos delante de la gente. Y esta acusación fue tanto más
razonable, cuanto que a pesar del doble milagro de los panes, aún
dudaban los apóstoles sobre su alimento. Mirad cómo el Señor acompaña
a la reprensión, la mansedumbre. Responde El mismo por los que
reprende y lo hace como excusándolos con estas palabras: "¿No
comprendéis aún ni os acordáis de los cinco panes para los cinco mil
hombres y cuántos cestos alzasteis? ¿Ni los siete panes y cuatro mil
hombres?"
Glosa
Como si dijera: ¿No comprendéis el
misterio, ni recordáis mi poder?
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 53,3
De esta manera les recuerda lo pasado y
les avisa para el porvenir.
San Jerónimo
El Señor enseña a los discípulos por las
palabras: "¿Por qué no comprendéis?" el significado de los cinco panes
y de los siete; el de los cinco mil hombres y el de los cuatro mil,
que fueron alimentados en el desierto. Y si la levadura de los
fariseos y los saduceos no significa el pan corporal, sino las malas
tradiciones y los dogmas heréticos, ¿por qué los alimentos con que fue
alimentado el pueblo de Dios, no han de significar las doctrinas
verdaderas íntegras?
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 53,3
Si queréis saber cuánto pudo en el corazón
de los discípulos la reprensión de Cristo y cómo levantó sus
adormecidas almas, escuchad las palabras del evangelista: "Entonces
entendieron que no había dicho que se guardasen de la levadura de los
panes, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos". Y lo
entendieron sin necesidad de interpretación. La reprensión, pues, del
Señor, los retrajo de las observancias judaicas, hizo más diligentes a
los perezosos, aumentó su poca fe, les dio valor para que no se
apurasen cuando les faltara pan, para que no se preocuparan del
alimento y para que consideraran todas esas cosas como dignas de
desprecio.
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13-19 |
Y vino Jesús a las partes de Cesárea de Filipo: y preguntaba a sus discípulos, diciendo: "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?" Y ellos respondieron: "Los unos, que Juan el Bautista; los otros, que Elías; y los otros, que Jeremías, o uno de los Profetas". Y Jesús les dice: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Respondió Simón Pedro y dijo: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo". Y respondiendo Jesús, le dijo: "Bienaventurado eres, Simón, hijo de Juan: porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré la llave del reino de los cielos. Y todo lo que ligares sobre la tierra, ligado será en los cielos; y todo lo que desatares sobre la tierra, será también desatado en los cielos". (vv. 13-19)
Glosa
El Señor, después de haber separado a sus
discípulos de la doctrina de los fariseos, escoge el momento oportuno
para echar en ellos los fundamentos profundos de la doctrina del
Evangelio. Y para hacerlo con más solemnidad, el evangelista designa
el lugar con estas palabras: "Y vino Jesús a las partes de Cesarea de
Filipo".
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 54,1
Dice Cesarea de Filipo y no simplemente
Cesarea, porque hay otra Cesarea que es la de Straton. No es en esta
última, sino en la primera, donde el Señor, alejándolos de los judíos,
preguntó a sus discípulos, quienes dijeron sin temor y con toda
libertad lo que pensaban.
Rábano
Este Filipo era hermano de Herodes y
Tetrarca de Ituria y de Traconítides y dio el nombre de Cesarea a la
ciudad que hoy se llama Paneas, en honor de Tiberio César.
Glosa
El Señor, queriendo afirmar en la fe a sus
discípulos, comienza por alejar de sus espíritus las opiniones y los
errores de otros. Por eso lo que sigue: "Y preguntaba a sus
discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del
hombre?"
Orígenes,
homilia 1 in Matthaeum, 15
Pregunta Cristo a los discípulos para que
sepamos nosotros por las respuestas de los apóstoles las diversas
opiniones que había entonces sobre Cristo entre los judíos y para que
investiguemos siempre la opinión que sobre nosotros tienen formada los
hombres, a fin de que si hablan mal, evitemos las ocasiones de que
puedan hablar así y si bien, las aumentemos. También el ejemplo de los
apóstoles enseña a los discípulos de los Obispos la obligación que
tienen de informar a sus Obispos de las opiniones que sobre ellos se
tenga por fuera.
San Jerónimo
La pregunta del Señor: "¿Quién dicen los
hombres que es el Hijo del hombre?" es admirable. Porque los que
hablan del Hijo del hombre, son hombres y los que comprenden su
divinidad no se llaman hombres, sino dioses
1.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 54,1
Mas no dice: ¿qué dicen los escribas y los
fariseos de mí?, sino: ¿qué dicen los hombres de mí? Investiga la
opinión del pueblo, porque no estaba inclinada hacia el mal. Y aunque
su opinión sobre Cristo era inferior a la realidad, estaba, sin
embargo, pura de toda malicia. No así la opinión de los fariseos, que
era sumamente maliciosa.
San Hilario,
in Matthaeum, 16
Al decir el Señor: "¿Quién dicen los
hombres que es el Hijo del hombre?" dio a entender que debían tenerle
por otra cosa distinta de lo que veían en El. El era, efectivamente,
Hijo del hombre: ¿qué deseaba, pues, que opinaran sobre El? No
queremos opinar sobre lo que El mismo confesó de sí, sino de lo que
está oculto en El, que es el objeto de la pregunta y la materia de
nuestra fe. Nuestra confesión debe estar basada en la creencia de que
Cristo no solamente es Hijo de Dios, sino también Hijo del hombre y en
que sin las dos cosas no podemos abrigar esperanza alguna de
salvación. Por eso dijo Cristo de una manera significativa: "¿Quién
dicen los hombres que es el Hijo del hombre?"
San Jerónimo
No dijo: ¿Quién dicen los hombres que soy
yo? sino: ¿Quién dicen que es el Hijo del hombre? Preguntó así a fin
de que no creyesen que hacía esta pregunta por vanidad. Es de observar
que siempre que en el Antiguo Testamento se dice el Hijo del Hombre,
en el hebreo se dice el hijo de Adán.
Orígenes,
homilia 1 in Matthaeum, 15
Los discípulos refieren al Señor las
diferentes opiniones que sobre El tenían los judíos. Por eso dice: "Y
ellos respondieron: Los unos que Juan el Bautista", es decir, los que
pensaban como Herodes; "los otros que Elías", esto es, los que creían
o bien que era el mismo Elías que había vuelto a nacer, o bien el
mismo Elías que aun vivía y se manifestaba en El; "y los otros que
Jeremías", a quien el Señor había constituido profeta de las naciones,
no entendiendo que era figura de Cristo; "o uno de los profetas", por
una razón semejante, a causa de las cosas que Dios dijo a los
profetas, pero que no tuvieron su cumplimiento en ellos, sino en
Cristo.
San Jerónimo
Pudo equivocarse el pueblo sobre Elías y
sobre Jeremías, como se equivocó Herodes sobre Juan, de aquí mi
admiración al ver a los intérpretes indagando las causas de cada uno
de los errores.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 54,1
Después de haber referido los discípulos
las opiniones del pueblo, el Señor vuelve a preguntarles por segunda
vez, a fin de que formen una opinión más elevada sobre El. Por eso
sigue: "Y Jesús les dice: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?"
Vosotros, repito, que estáis siempre conmigo y que habéis presenciado
milagros más grandes que los que ha visto el pueblo, bajo ningún
concepto debéis tener sobre mí la misma opinión que éste. En estas
palabras vemos la razón que tuvo el Señor para no haberles hecho esa
pregunta al principio de su predicación y sí después de haber hecho
tantos milagros y de haberles hablado de su divinidad.
San Jerónimo
Observad por el contexto de las palabras,
cómo los apóstoles no son llamados hombres, sino dioses. Porque al
preguntarles el Señor: "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del
hombre?", añade: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Que equivale a
decir: aquellos que son hombres, tienen una opinión mundana, pero
vosotros que sois dioses
2,
¿quién decís que soy yo?
Rábano
Mas no indaga el Señor -como por
ignorancia- la opinión de los discípulos y de los extraños, sino que
pregunta a los discípulos qué pensaban de El para premiar dignamente
su confesión de la fe verdadera. Pregunta la opinión de los extraños
para que quede demostrado para los discípulos por la exposición de los
errores que la verdad de su confesión no depende de la opinión de los
demás, sino de haber percibido el misterio mismo de la revelación del
Señor.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 54,1
Cuando pregunta el Señor sobre la opinión
del pueblo, contestan todos los apóstoles y cuando pregunta a los
apóstoles, sólo contesta Pedro, boca y cabeza de todos ellos. Por eso
sigue: "Respondió Simón Pedro y dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo de
Dios vivo".
Orígenes,
homilia 1 in Matthaeum, 15
Pedro negó algunas de las cosas que los
judíos juzgaban acerca de cómo debía ser el Cristo, pero confesó: "Tú
eres el Cristo", cosa que ignoraban los judíos. Y lo que es aun más:
"El Hijo de Dios vivo", que dijo por los profetas: "Yo vivo, dice el
Señor" ( Is 49,18; Ez
5,11) y se llamaba vivo, pero de una manera sobresaliente, elevándose
por encima de todos los seres que tienen vida, porque sólo El tiene la
inmortalidad y es la fuente de la vida, lo que propiamente se dice de
Dios Padre. Es la vida que procede de la Fuente que dijo: "Yo soy la
vida" ( Jn 14,6).
San Jerónimo
Le llama también Dios vivo para
distinguirle de aquellos dioses que llevan el nombre de dioses, pero
que están muertos como Saturno, Júpiter, Venus, Hércules y las demás
ficciones de los idólatras.
San Hilario,
in Matthaeum, 16
La fe verdadera e inviolable consiste en
creer que el Hijo de Dios fue engendrado por Dios y que tiene la
eternidad del Padre. Y la confesión perfecta consiste en decir que
este Hijo tomó cuerpo y fue hecho hombre. Comprendió pues en sí todo
lo que expresa su naturaleza y su nombre, en lo que está la perfección
de las virtudes.
Rábano
Por un admirable contraste, el Señor
confiesa la humildad de la humanidad de que se halla revestido y el
apóstol declara la excelencia de su divina eternidad.
San Hilario,
in Matthaeum, 16
La confesión de Pedro mereció una gran
recompensa, porque supo ver en aquel hombre al Hijo de Dios. Por eso
sigue: "Y respondiendo Jesús, le dijo: Bienaventurado eres, Simón,
hijo de Juan. Porque no te lo reveló la carne ni la sangre".
San Jerónimo
Devolvió el Señor la palabra al apóstol
por el testimonio que dio de El: dijo Pedro: "Tú eres el Cristo, Hijo
de Dios vivo" y el Señor le dijo: "Bienaventurado eres, Simón, hijo de
Juan". ¿Por qué? "porque no te lo reveló la carne ni la sangre, sino
mi Padre que está en los cielos". Reveló el Espíritu Santo lo que no
pudo revelar ni la carne ni la sangre. Luego mereció Pedro por su
confesión ser llamado hijo del Espíritu Santo, que le hizo esta
revelación, puesto que Bar Iona en nuestro idioma significa hijo de la
paloma. Opinan algunos que Simón era hijo de Juan según aquel pasaje (
Jn 21,15) "Simón, hijo de Juan, me amas" y
que los copistas suprimieron una sílaba y escribieron Bar Iona en
lugar de Bar Ioanna, esto es, hijo de Juan. Ioanna
quiere decir gracia de Dios y ambos nombres pueden tomarse en sentido
místico, tomando la palabra paloma por Espíritu Santo y la gracia de
Dios por un don espiritual.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 54,2
Sería cosa inútil el decir: Tú eres hijo
de Juan o de Joanna, si no fuese para
manifestar que Cristo es tan naturalmente Hijo de Dios, como lo es
Pedro de Juan, es decir, que es de la misma substancia de aquel que le
engendró.
San Jerónimo
Las palabras "porque no te lo reveló carne
ni sangre" tienen su semejanza con aquellas otras del apóstol (
Gál 1,16): "Yo no he tenido descanso ni en la
carne, ni en la sangre". En el primer pasaje las palabras carne y
sangre significan los judíos y en este último, aunque en otros
términos, dice San Pablo, que Cristo Hijo de Dios, fue revelado, no
por la doctrina de los fariseos, sino por la gracia de Dios.
San Hilario,
in Matthaeum, 16
O de otra manera, bienaventurado Pedro
porque fue bendecido con la gracia de poder ver y comprender más allá
de lo ojos humanos, no quedándose en lo que es de carne y sangre, sino
contemplando al Hijo de Dios gracias a la revelación del Padre
Celestial. Pedro fue juzgado digno de conocer el primero la divinidad
de Cristo.
Orígenes,
homilia 1 in Matthaeum, 16
Debemos preguntar en este lugar, si los
apóstoles conocían antes de ser enviados que Jesús era el Cristo. El
pasaje de arriba da a entender que ésta es la primera vez en que Pedro
ha confesado a Cristo Hijo de Dios vivo y debéis tener presente, si os
es posible, que es menos creer que Jesús es el Cristo, que el de
reconocerle como tal. De ahí es que podéis decir desde luego, que
cuando los apóstoles fueron enviados a predicar, creían que Jesús era
el Cristo y después, cuando ya estaban más adelantados, le
reconocieron. O también podéis contestar que los apóstoles al
principio tenían un conocimiento como en embrión de Cristo y conocían
muy pocas cosas de El, pero después adelantaron de tal manera en el
conocimiento de Cristo, que ya se encontraron en disposición de
comprender la revelación del Padre sobre Cristo. Así vemos cómo la
comprendió Pedro, que fue llamado bienaventurado no sólo por las
palabras: "Tú eres el Cristo", sino principalmente por las que añadió:
"El Hijo de Dios vivo".
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 54,1-2
Ciertamente si Pedro no hubiese confesado
que Cristo fue engendrado realmente por el Padre, esta revelación no
hubiese sido necesaria ni hubiese sido llamado bienaventurado por
haber juzgado que Cristo era un hijo predilecto de tantos hijos
adoptivos de Dios. Porque antes que Pedro, los que iban en el barco
con Cristo, le dijeron: "Verdaderamente tú eres Hijo de Dios" (
Mt 14,33). También Nathanael había ya dicho:
"Maestro, tú eres Hijo de Dios" ( Jn 1,43), y
sin embargo, no se llamaron bienaventurados, porque no confesaron la
misma filiación que Pedro. Lo juzgaban como uno de tantos hijos, pero
no verdaderamente como Hijo. Y aunque lo tenían como el principal de
todos, no lo miraban, sin embargo, como de la misma substancia que el
Padre. Ved, pues, cómo el Padre revela al Hijo y el Hijo al Padre y
cómo no podemos conocer al Hijo sino por el Padre, ni al Padre más que
por el Hijo, de donde resulta, que el Hijo es consustancial al Padre y
debe ser adorado con el Padre. Partiendo de esta confesión, el Señor
demuestra que muchos creerán lo mismo que ha confesado Pedro. De donde
añade: "Y yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta Piedra edificaré
mi Iglesia".
San Jerónimo
Que equivale a decir: puesto que tú has
dicho: Tú eres Cristo, el Hijo de Dios vivo, yo también te digo a ti
-no con vanas palabras y que no han de ser cumplidas, sino que te lo
digo a ti (y en mí el decir es obrar)- que tú eres Pedro. Antes el
Señor llamó a sus apóstoles luz del mundo y otros diversos nombres y
ahora a Simón, que creía en la piedra Cristo, le da el nombre de
Pedro.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2,53
No se crea, sin embargo, que es en este
pasaje donde recibió Pedro su nombre, lo recibió en el pasaje que
tiene San Juan ( Jn 1,42): "Tú serás llamado
Cefas, que quiere decir Pedro".
San Jerónimo
Y siguiendo la metáfora de la piedra, le
dice con oportunidad: Sobre ti edificaré mi Iglesia, que es lo que
sigue: "Y sobre esta piedra, edificaré mi Iglesia".
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 54,2
Es decir, sobre esta fe y sobre esta
confesión edificaré mi Iglesia. Palabras que dan a entender, que
muchos creerán en lo mismo que ha confesado Pedro. El Señor bendice
las palabras de Pedro y le hace pastor.
San Agustín,
retractationes, 1,21
Dije en cierto lugar hablando del apóstol
San Pedro, que en él, como en una piedra, fue edificada la Iglesia.
Pero no ignoro que después he expuesto en muchas ocasiones las
palabras del Señor: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia" en el sentido de que la Iglesia está edificada sobre aquel a
quien confesó Pedro diciendo: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios
vivo". Pues Pedro, llamado por esta piedra, representa la persona de
la Iglesia que está edificada sobre esta piedra. El Señor no le dijo:
Tú eres la piedra, sino tú eres Pedro y la piedra era Cristo (
1Cor 10,4), a quien confesó Simón, así como a
éste le confiesa toda la Iglesia y por esta confesión ha sido llamado
Pedro. De estas dos opiniones puede elegir el lector la que le parezca
más probable.
San Hilario,
in Matthaeum, 16
En este nuevo nombre se encuentra un
fundamento admirable de la solidez de la Iglesia, digna de ser
edificada sobre esta piedra, que hará desaparecer las leyes del
infierno, las puertas del Tártaro y todos los cerrojos de la muerte.
Por eso añade para manifestar la solidez de la Iglesia fundada sobre
esta piedra: "Y las puertas del infierno no prevalecerán en contra de
ella".
Glosa
Esto es, no la separarán de mi caridad y
de mi fe.
San Jerónimo
Yo tengo por puertas del infierno a los
pecados y a los vicios o también a las doctrinas heréticas, que
seducen a los hombres y los llevan al abismo.
Orígenes,
homilia 1 in Matthaeum, 16
Son puertas del infierno todos los vicios
espirituales en el orden sobrenatural y que son opuestos a las puertas
de la justicia.
Rábano
También son puertas del infierno los
tormentos y seducciones de los perseguidores y las obras malas y las
palabras necias de los incrédulos, porque sólo sirven para enseñar el
camino de la perdición.
Orígenes,
homilia 1 in Matthaeum, 16
Mas no expresa el Señor si prevalecerá la
piedra sobre que está edificada la Iglesia, o si será la Iglesia
edificada sobre la piedra; sin embargo, es indudable que ni contra la
piedra, ni contra la Iglesia prevalecen las puertas del infierno.
Cirilo,
thesaurus de sancta et consubstantiali Trinitate
Según la promesa de Cristo, la Iglesia
apostólica de Pedro permanece pura de toda seducción y a cubierto de
todo ataque herético, por encima de todos los gobernadores, obispos y
sobre todo los primados de las iglesias, en sus pontífices, en su
completísima fe y en la autoridad de Pedro. Y cuando algunas iglesias
han sido tildadas por los errores de alguno de sus individuos, sólo
ella reina sostenida de un modo inquebrantable, impone silencio y
cierra la boca a los herejes. Y nosotros, a no ser que estemos
engañados por una falsa presunción de nuestra salvación, o tomados del
vino de la soberbia, confesamos y predicamos juntamente con ella la
verdad y la santa tradición apostólica en su verdadera forma.
San Jerónimo
No se crea que por estas palabras promete
el Señor a los apóstoles librarlos de la muerte. Abrid los ojos y
veréis, por el contrario, cuánto brillaron los apóstoles en su
martirio.
Orígenes,
homilia 1 in Matthaeum, 16
También a nosotros -por una revelación del
Padre que está en los cielos ( Ef 3),
revelación que tendrá lugar si nuestra conversión está en los cielos-
se nos dirá: "Tu eres Pedro, etc.", si confesáremos que Jesucristo es
el Hijo de Dios vivo. Porque todo el que imita a Cristo es piedra y
aquel, contra el que prevalecieren las puertas del infierno, ni es la
piedra sobre que edificó Cristo su Iglesia, ni es la Iglesia, ni es la
parte de la Iglesia que el Señor edifica sobre la piedra.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 54,2
El Señor da otro nuevo honor a Pedro
cuando le añade: "Y te daré a ti las llaves del Reino de los Cielos",
que vale tanto como decir: Así como el Padre te concedió el que me
conocieras, así también te doy yo alguna cosa, esto es, las llaves del
Reino de los Cielos.
Rábano
Con razón se dio las llaves del Reino de
los Cielos a aquel, que confesó con más devoción que los demás, al Rey
de los cielos. De esta manera se hizo saber a todos, que sin esta fe y
sin esta confesión, no entraría nadie en el Reino de los Cielos. Se
entiende por llaves el poder y el derecho de discernir. El poder para
que ate y desate y el derecho de discernir, para que distinga a los
dignos de aquellos que no lo son.
Glosa
De donde sigue: "Y cuanto atares, etc.",
esto es, todo el que juzgares indigno de perdón mientras vive, indigno
será juzgado delante de Dios. Y todo lo que desatares, esto es, a
quien juzgares digno de ser perdonado mientras vive, alcanzará
consiguientemente de Dios el perdón de sus pecados.
Orígenes,
homilia 1 in Matthaeum, 16
Ved cuán grande es el poder de esta piedra
sobre la cual está edificada la Iglesia. Permanecen inquebrantables
sus juicios, como si fuera el mismo Dios el que los diera por ella.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 54,2
Ved también cómo Cristo conduce a Pedro
hasta las ideas más elevadas sobre su persona. Porque le promete dar
lo que a sólo Dios compete, es decir, el perdonar los pecados y hacer
inmutable a la Iglesia en medio de tantas tempestades, de
persecuciones y de tentaciones.
Rábano
Aunque parece que sólo a Pedro fue dado
este poder de atar y desatar, sin embargo, también es concedido a los
demás apóstoles y ahora en los Obispos y en los presbíteros a toda la
Iglesia. Y si Pedro recibió con especialidad las llaves del Reino de
los Cielos y el principado de la potestad judiciaria, fue para que
todos los fieles del mundo comprendan, que todos los que se separan,
bajo cualquier concepto, de la unidad de fe o dejan de estar unidos a
él, no pueden ser desatados de las cadenas de los pecados, ni entrar
por las puertas del Reino de los Cielos.
Glosa
De una manera especial concedió a Pedro el
poder para invitarnos a la unidad, y le hizo cabeza de los apóstoles,
para que la Iglesia tuviese un solo vicario principal, al que todos
los miembros de la Iglesia debían acudir en caso de disidencia. Y si
en la Iglesia hubiese muchas cabezas, ya no habría unidad. Añaden
algunos que las palabras "sobre la tierra" el Señor las dijo para
indicar que el poder de atar y desatar se refería a los vivos y no a
los muertos y el que atare o desatare a los muertos, no ejercía ese
poder sobre la tierra.
Ex sententiis Constantin.
Concilii, syn. 5
¿Y cómo algunos se atreven a decir que
este poder ha sido dado sólo con respecto a los vivos? ¿Por ventura
ignoran que el juicio de anatema no es más que una separación? Es
preciso separarse de todos aquellos, ya sean vivos o no, que son
esclavos de faltas pésimas y alejarse siempre del que es perjudicial.
El mismo San Agustín, de piadosa memoria y que tantísimo brilló entre
los obispos africanos, ha escrito en diversas cartas, que es útil
anatematizar a los herejes aun después de muertos. La misma tradición
eclesiástica observaron otros obispos africanos y la Santa Iglesia
Romana anatematizó a algunos obispos después de muertos, aun cuando no
fueron acusados en vida.
San Jerónimo
Algunos obispos y presbíteros, que no
entienden este pasaje, participan en alguna medida del orgullo de los
fariseos, llegando al punto de condenar a algunos que son inocentes y
de absolver a otros que son culpables, como si el Señor tuviera en
cuenta solamente la sentencia de los sacerdotes y no la conducta de
los culpables. Leemos en el Levítico (caps. 13 y 14) que a los
leprosos estaba mandado presentarse a los sacerdotes para que si
efectivamente tenían lepra, los sacerdotes los declararan impuros y
esto se mandaba, no porque los sacerdotes causasen la lepra o la
inmundicia, sino porque podían distinguir ellos entre el leproso y el
que no lo es, entre el que está puro y el que no lo está. Así, pues,
como allí el sacerdote declara impuro al leproso, así también aquí en
la Iglesia, el Obispo o presbítero ata o desata, no a los que están
inocentes o sin culpa, sino a aquellos de quienes por su ministerio ha
tenido necesidad de oír variedad de pecados y distinguir cuáles son
dignos de ser atados y cuáles de ser desatados.
Orígenes,
homilia 1 in Matthaeum, 16
Sea, pues, irreprensible el que ata o
desata a otro, a fin de que sea también digno de atar y desatar en el
cielo. Las llaves del Reino de los Cielos sólo se dan como recompensa
a aquel que por su virtud puede cerrar las puertas del infierno. Y
todo el que comenzare a practicar toda clase de virtudes, se abre a sí
mismo la puerta del Reino de los Cielos, esto es, se la abre el Señor
con su gracia, de suerte que la misma virtud es a un mismo tiempo
puerta y llave de la puerta. Pueda ser que cada virtud sea el Reino de
los Cielos.
Notas
1. La
palabra dioses no significa aquí
divinidades, sino más bien alude a la
participación de los hombres en la vida divina.
2. La
palabra dioses no significa aquí
divinidades, sino más bien alude a la
participación de los hombres en la vida divina.
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20-21 |
Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a ninguno que El era Jesús el Cristo. Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos, que convenía ir El a Jerusalén, y padecer muchas cosas de los ancianos y de los escribas, y de los príncipes de los sacerdotes, y ser muerto, y resucitar al tercer día. (vv. 20-21)
Orígenes,
homilia 1 in Matthaeum, 16
Después de haber confesado Pedro a Cristo
Hijo de Dios, a fin de que no fuesen a contarlo a otros, añadió el
Señor: "Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a ninguno,
etc."
San Jerónimo
Cuando el Señor envió a sus discípulos a
predicar, les mandó que anunciasen su venida, cosa al parecer
contraria a lo que en este pasaje les encarga, esto es, que no digan a
nadie que El es Jesucristo. A mí me parece que una cosa es predicar a
Cristo y otra predicar a Jesucristo. Porque Cristo es un nombre común
de dignidad y Jesús significa propiamente Salvador.
Orígenes, homilia 1 in Matthaeum, 16
Quizás le anunciaran los apóstoles de una
manera vaga y como un hombre grande y admirable y no como a
Jesucristo. Y si alguno pretende, que ya entonces los apóstoles lo
anunciaron como Cristo, tendrá que decir que el Señor quiso que en
adelante ellos hicieran una ligera mención de su nombre, a fin de que,
permaneciendo su nombre en el silencio durante algún tiempo, pudieran
los oyentes digerir aquello que tan ligeramente habían oído de Cristo.
O también, esta cuestión se debe resolver de tal manera, que parezca
que todo lo que se ha dicho antes sobre la predicación de Cristo no se
refiere al tiempo anterior a la resurrección de Cristo, sino a tiempos
futuros después de la resurrección. Y lo que manda el Señor: "Que no
lo digan a nadie" convenía entonces a los apóstoles. Porque era inútil
que lo predicasen y callasen su cruz.
Les manda que no digan a nadie que El es
el Cristo y sin embargo los prepara a que después digan que El es el
Cristo, el que fue crucificado y resucitó de entre los muertos.
San Jerónimo
A fin de que nadie pueda suponer que no
hemos hecho más que exponer nuestra opinión, en estas palabras el
Señor dice la causa de haber prohibido el que se lo predicara: "Desde
entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que convenía ir El
a Jerusalén y padecer, etc." El sentido es el siguiente: cuando
hubiera padecido todos estos tormentos vosotros empezaréis a
predicarme, porque no conviene predicar a Cristo en público y anunciar
su majestad en medio de los pueblos, que lo han de ver después azotado
y crucificado.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 54,3
Difícilmente permanecerá en el corazón de
muchos lo que una vez ha echado raíces y se arranca después, ya que
llega a su crecimiento lo que una vez se ha plantado y después
permanece inmóvil. Por esto el Señor se detiene en estas tristes
predicciones y a propósito multiplica sus palabras para abrir la
inteligencia de sus discípulos.
Orígenes,
homilia 1 in Matthaeum, 16
Y mirad cómo no dice: y comenzó a decirles
o a enseñarles, sino a manifestarles. Porque así como se dice, que las
cosas visibles se manifiestan, así se dice, que Cristo manifestaba lo
que hablaba. Mas yo no opino que a los que vieron a Cristo padecer
tantos tormentos corporales, les fueron manifestados esos tormentos
que presenciaban, como a los discípulos, que comprendieron las
palabras del Señor acerca del misterio de su pasión y resurrección.
Entonces fue cuando les empezó a explicar este misterio que después,
cuando los discípulos tuvieron más capacidad,, desarrolló
cumplidamente. Porque todo lo que Jesús comienza, lo lleva a su
término. Y convenía que Jesús fuese a Jerusalén, para que fuese
inmolado en la Jerusalén de abajo, en la Jerusalén terrestre, antes
que por su resurrección reinara en la Jerusalén celestial, en la que
está arriba ( Gál 4). Después que resucitó
Jesús y otros resucitaron con El, no se habla ya de la Jerusalén de
aquí abajo o de la casa de oración que ella encierra, sino de la
Jerusalén de arriba. El Señor sufre muchas cosas de parte de los
ancianos de la Jerusalén terrestre, para ser glorificado de parte de
aquellos ancianos celestiales que gozan de sus beneficios. Y al tercer
día resucitó de entre los muertos, y para aquellos que arrebata del
mal, adquiere la gracia de ser bautizados en su espíritu, en su alma y
en su cuerpo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,
que son los tres días, siempre presentes para aquellos, que mediante
esos días fueron hechos hijos de la luz.
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22-23 |
Y tomándole Pedro aparte, comenzó a increparle diciendo: "Lejos esto de ti, Señor, no será esto contigo". Y vuelto hacia Pedro, le dijo: "Quítateme de delante, Satanás, estorbo me eres; porque no entiendes las cosas que son de Dios, sino las de los hombres". (vv. 22-23)
Orígenes,
homilia 1 in Matthaeum, 16
Cristo comienza a explicar el principio de
sus misterios y ya Pedro los mira como indignos del Hijo de Dios vivo
y olvidado de que nada de lo que el Hijo de Dios vivo hace merece
reprensión, él se pone a reprenderlo en estos términos: "Y tomándole
Pedro aparte, comenzó a increparle, etc."
San Jerónimo
Hemos dicho muchas veces que Pedro tuvo
para con el Señor un ardor vehemente y un amor grandísimo; no
queriendo pues, después de su confesión y de la promesa que el Señor
le había hecho, que quedara destruido el efecto de su confesión, y
creyendo imposible que muriese el Hijo de Dios, lo toma con afecto o
lo lleva aparte -a fin de no parecer que reprendía a su maestro en
presencia de los demás condiscípulos- y llevado del amor empieza a
reprenderlo y a decirle oponiéndosele: "Lejos de ti, Señor". O mejor
como se lee en el griego: "Ten compasión de ti, Señor, no será esto
contigo".
Orígenes,
homilia 1 in Matthaeum, 16
Como si tuviera necesidad de esa
compasión. Al mismo tiempo que el Señor acepta ese cariño reprende a
Pedro por su ignorancia. Por eso sigue: "Y vuelto hacia Pedro, le
dijo: Ve en pos de mí, Satanás, etc."
San Hilario,
in Matthaeum, 16
El Señor, conociendo el origen de las
intrigas del diablo, dice a Pedro: "Ve en pos de mí", queriendo decir
con estas palabras que siguiera el ejemplo de su pasión. Y volviéndose
hacia a aquel que había inspirado a Pedro esas palabras, añade:
"Satanás, estorbo me eres". No conviene después de tantas promesas de
dicha y de poder como se han hecho a Pedro, el aplicarle el nombre de
Satanás y juzgarlo como un estorbo.
San Jerónimo
Para mí el error de este apóstol es
resultado de su gran amor y bajo ningún concepto de la inspiración del
diablo. El lector, pues, tenga presente en su prudencia, que esta
dicha y poder fueron prometidos a Pedro, no para el presente, sino
para el porvenir y por consiguiente, si los hubiera recibido en
seguida, jamás hubiera tenido lugar en él una confesión tan miserable.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom.54,3
¿Y qué hay de admirable en que esto le
haya ocurrido a Pedro, quien no había recibido revelación acerca de
estas cosas? A fin de que sepáis, cómo las cosas que confesó de Cristo
no fueron de Pedro, mirad la turbación que experimenta en las cosas
que no le fueron reveladas. Porque él, midiendo lo que concierne a
Cristo con su pensamiento humano y terrenal, cree infame e indigno del
Hijo de Dios todo sufrimiento, por eso le dice el Señor: "Porque no
entiendes las cosas que son de Dios, sino las de los hombres".
San Jerónimo
Que vale tanto como decir: es la voluntad
de mi Padre y mía el que yo muera por la salvación de los hombres. Tú,
mirando sólo a tu voluntad, no quieres que el grano de trigo caiga en
la tierra, a fin de que lleve muchos frutos y por consiguiente, puesto
que hablas cosas contrarias a mi voluntad, mereces el nombre de
enemigo. Porque la palabra Satanás significa adversario o enemigo, no
se crea, sin embargo (como opinan muchos), que Pedro fue condenado de
la misma manera que Satanás. Porque a Pedro se le dice: "Ve en pos de
mí, Satanás" (esto es, tú que eres contrario a mi voluntad, sígueme) y
al diablo se le dijo: "Vete, Satanás" ( Jn
4,10) y no se le dijo en pos de mí, para indicarle que se fuese al
fuego eterno.
Orígenes,
homilia 1 in Matthaeum, 16
Dijo, pues, el Señor a Pedro: "Marcha
detrás de mí"; como si por su ignorancia hubiese dejado de ir detrás
de Cristo y le llama Satanás a causa de esta misma ignorancia, que le
había hecho decir cosas contrarias a Dios: bienaventurado aquel a
quien Cristo se vuelve, aunque se vuelva para corregirle. Pero ¿por
qué dice el Señor a Pedro: "Estorbo me eres", leyéndose (
Sal 118,165): "Mucha paz para los que aman tu
ley y no hay escándalo para ellos?" Pero debemos responder, que no
sólo Jesús no se escandaliza, sino tampoco ningún hombre que tiene
caridad perfecta, pero puede ser escándalo a otro haciendo o diciendo
ciertas cosas, aunque él no pueda ser escandalizado.
El llama escándalo para El a todo
discípulo que peca, como decía San Pablo ( 2Cor
11,29.) "¿Quién es escandalizado, sin que yo sufra?".
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24-25 |
Entonces dijo Jesús a sus discípulos, "si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame. Porque el que su alma quisiere salvar, la perderá. Mas el que perdiere su alma por mí, la hallará". (vv. 24-25)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 55,1
Después de haber dicho Pedro: "Ten
compasión de ti, Señor, de ninguna manera será esto contigo" (
Mt 16,22) y el Señor le contestó: "Ve en pos
de mí, Satanás" ( Mt 16,23), el Señor no se
contentó con esta sola reprensión, sino que quiso hacerle ver de una
manera sobreabundante la inconveniencia de sus palabras y manifestarle
el fruto de su pasión. Por eso se dice: "Entonces dijo a sus
discípulos: si alguno quiere venir en pos de mí", que equivale a
decir: Tú me dices: Ten compasión de ti. Pues yo te digo, que no sólo
te será perjudicial el que yo evite mi pasión, sino que tú no te
podrás salvar si no padeces, si no mueres y si no renuncias para
siempre a tu vida. Y mirad cómo sus palabras no imponen violencia
alguna. Porque no dijo: aunque no quierais debéis sufrir, sino el que
quiera, de esta manera atrae más. Porque el que deja en libertad para
elegir a quienes lo escuchan, los atrae mejor y la violencia sirve las
más de las veces de obstáculo. Mas no propone esta verdad sólo a los
apóstoles, sino a todo el universo, cuando dice: "Si alguno quiere",
esto es, si el varón, si la mujer, si el rey, si el hombre libre, si
el esclavo, etc. Tres son las cosas que dice el Señor que debe hacer.
El negarse a sí mismo, el tomar su cruz y el seguirlo.
San Gregorio Magno,
homiliae in Evangelia, 32,2
Porque el que no se niega a sí mismo no
puede aproximarse a aquel que está sobre él. Pero si nos abandonamos a
nosotros mismos, ¿adónde iremos fuera de nosotros? ¿O quién es el que
se va, si se abandona a sí mismo? Nosotros somos una cosa caídos por
el pecado y otra por nuestra naturaleza original. Nosotros nos
abandonamos y nos negamos a nosotros mismos, cuando evitamos lo que
fuimos por el hombre viejo y nos dirigimos hacia donde nos llama
nuestra naturaleza regenerada.
San Gregorio Magno,
homiliae in Hiezechihelem prophetam, hom. 10
Se niega a sí mismo aquel que reforma su
mala vida y comienza a ser lo que no era y a dejar de ser lo que era.
San Gregorio Magno,
Moralia, 23
Se niega también a sí mismo aquel que
pisoteando su vano orgullo se presenta delante de los ojos de Dios,
extraño a sí mismo.
Orígenes
Aunque parezca que alguno se abstiene de
pecar, sin embargo, si no ha tomado la cruz de Cristo, no se puede
decir, que está crucificado con Cristo o que está abrazado a su cruz.
Por eso sigue: "Y toma su cruz".
San Juan Crisóstom,
homiliae in Matthaeum, hom. 55,1
O de otro modo, el que niega a otro o a un
hermano, o a un criado, o a otro cualquiera y no le asiste cuando le
viere azotado o sufriendo cualquier otro tormento, éste no le ayuda.
De tal manera quiere El que desconozcamos nosotros a nuestro cuerpo,
que aun cuando fuere azotado, o sufriere cualquier otro tormento, es
su voluntad el que no lo perdonemos. Porque esto en realidad es
perdonarlo, al modo con que un padre perdona a sus hijos, cuando los
entrega al maestro y manda que no los perdone. Y a fin de que nadie
pueda pensar que es necesario negarse a sí mismo, tan solamente en
cuanto a las palabras injuriosas y en cuanto a las afrentas, el Señor
manifiesta hasta dónde debe uno negarse a sí mismo, es decir, hasta la
muerte más afrentosa (esto es, de cruz) y esto es lo que da a entender
por las palabras: "Y tome su cruz y sígame".
San Hilario,
in Matthaeum, 16
Debemos, pues, seguir al Señor, tomando la
cruz de su pasión si no en la realidad, al menos con la voluntad.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 55,2
Como que los ladrones sufren también
mucho, el Señor, a fin de que nadie tenga por suficientes esa clase de
sufrimientos de los malos, expone el motivo del verdadero sufrimiento,
cuando dice: "Y me siga". Todo lo debemos sufrir por El y de El
debemos aprender sus virtudes. Porque el seguir a Cristo consiste en
ser celoso por la virtud y sufrirlo todo por El.
San Gregorio Magno,
homiliae in Evangelia, 32,3
Podemos tomar la cruz de dos maneras. O
dominando nuestro cuerpo con la abstinencia, o cargando nuestro
espíritu con la compasión que inspiran las miserias del prójimo. Pero
como muchas veces se mezclan algunos vicios con la virtud, debemos
tomar en consideración que algunas veces la vanagloria acompaña a la
mortificación de la carne y la virtud se hace visible y digna de
alabanza, porque aparece la sequedad en el cuerpo y la palidez en el
rostro. Y casi siempre se une una falsa piedad a la compasión del alma
que nos arrastra con frecuencia a condescender con los vicios. El
Señor a fin de evitar todo esto dice: "Y sígame".
San Jerónimo
O de otra manera, toma su cruz el que es
crucificado para el mundo y sigue al Señor crucificado aquel, para
quien el mundo está crucificado.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom.55,2
En seguida el Señor suaviza cuanto acaba
de decir, a fin de que no pareciera duro, prometiendo grandísimas
recompensas a los trabajos y aflicciones a la malicia, por eso sigue:
"Porque el que su alma quisiere salvar, la perderá".
Orígenes,
homilia 2 in Matthaeum
De dos modos puede entenderse este pasaje;
primero: si alguno ama la vida presente y teme morir creyendo que por
la muerte perece su alma, la perdona; pero éste queriendo salvarla de
esta manera la perderá, porque se aleja de la vida eterna. Si alguno
lucha por la verdad hasta la muerte con desprecio de la vida presente,
perderá ciertamente su alma en cuanto a la vida presente, pero como la
perderá por Cristo, la salvará en cuanto a la vida eterna. Segundo
modo: si alguno comprendiendo en qué consiste la verdadera salvación y
deseando obtenerla para su alma, se niega a sí mismo y pierde su alma
por Cristo en cuanto a los placeres carnales, éste, perdiendo su alma
de esta manera, la salva mediante las obras piadosas. Y como el Señor
dice: "El que quisiera", resulta que las dos maneras de entender este
pasaje son exactamente iguales y una sola. Si pues las palabras:
"Niéguese a sí mismo", se refieren a la muerte del cuerpo, claro está
que sólo deben entenderse en cuanto a la muerte. Si negarse a sí mismo
es renunciar a la vida terrenal, el perder su alma significa
despojarse de todos los placeres de la carne.
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26-28 |
"Porque ¿qué aprovecha al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué cambio dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre ha de venir en la gloria de su Padre con sus ángeles; y entonces dará a cada uno según sus obras. En verdad os digo, que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que vean al Hijo del Hombre venir en su reino". (vv. 26-28)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 55,3
Porque dijo el Señor: "El que quiere
salvar, perderá y el que perderá, salvará" (poniendo en una y otra
parte la salvación y la perdición), añade: a fin de que nadie crea que
en ambos casos lo mismo es la salvación que la perdición. Porque ¿qué
aprovecha al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? Como
si dijera: a fin de que no digáis, que el que evitare todos los
peligros que le amenazan por causa de Cristo, salva su alma; pero pon
con tu alma todo el universo. ¿Qué hay para el hombre más terrible que
el perder su alma para siempre? Porque si veis a vuestros criados
alegres y vosotros sufrís la última enfermedad ¿de qué os sirve el
mandar sobre ellos? Aplicad a vuestra alma esta consideración,
teniendo presente que a los placeres lascivos debe seguir su perdición
futura.
Orígenes,
homilia 2 in Matthaeum
Yo soy de opinión, que aquel que no se
niega a sí mismo ni pierde su alma en cuanto a los placeres carnales
gana el mundo, pero pierde su alma para siempre. Entre estas dos cosas
debemos preferir el perder el mundo, para de esta manera ganar
nuestras almas.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 55,3
Aun cuando reinares sobre todo el mundo,
no podrás comprar tu alma, por eso sigue: "Y ¿qué cosa dará el hombre
por su alma?" Que vale tanto como decir: si perdieres las riquezas,
podrás dar otras riquezas para comprarlas; pero si perdieres tu alma,
no podrás dar otra alma, ni ninguna otra cosa cualquiera. ¿Por qué
maravillarse de que acontezca esto al alma, cuando parece que también
sucede al cuerpo? Porque aun cuando a un cuerpo enfermo de una manera
incurable pusierais diez mil diademas, no por eso se pone bueno.
Orígenes,
homilia 2 in Matthaeum
La primera cosa que se puede dar en cambio
del alma, son los bienes temporales que puede dar el hombre a los
pobres para salvar su alma. Pero no creo que tenga el hombre alguna
otra cosa, que una vez dada, como en cambio de su alma, libre a ésta
de la muerte; mas Dios dio en cambio de las almas de los hombres la
preciosa sangre de su Hijo.
San Gregorio Magno,
homiliae in Evangelia, 32,4
O de otro modo puede continuarse. La
Iglesia santa tiene dos épocas, la de la persecución y la de la paz; y
el Redentor dejó distintos preceptos para estas dos épocas. En tiempo
de persecución debemos presentar el alma y en tiempo de paz debemos
quebrantar todo lo que nos pueden dar los deseos terrenales, por eso
se dice: "Porque ¿qué aprovecha al hombre, etc?"
San Jerónimo
Al invitar el Señor a sus discípulos a que
se negaran a sí mismos y tomaran su cruz, todos los que lo escuchaban
se llenaron de terror; pero a estos pensamientos tristes sucede la
alegría con las palabras del Señor: "Porque el Hijo del hombre ha de
venir en la gloria de su Padre, etc." ¿Teméis la muerte? Oíd la gloria
de su triunfo. ¿Tenéis miedo de la cruz? Escuchad a quién sirven los
ángeles.
Orígenes,
homilia 2 in Matthaeum
Que vale tanto como decir: Ahora vino el
Hijo del hombre, pero no en su gloria, porque no era oportuno que
viniese en su gloria cargado de nuestros pecados; pero vendrá en su
gloria cuando hubiere preparado a sus discípulos y los hubiere hecho
semejantes a El y participantes de su gloria.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 55,4
Mas no dijo El: en tal o cual gloria del
Padre, a fin de evitar el que se sospechara que había dos glorias,
sino en la gloria del Padre, para manifestar que hablaba de una misma
gloria. Y si la gloria es una sola, claro es que también la sustancia
es una sola. ¿Por qué tienes, oh Pedro, miedo a la palabra muerte?
Entonces me verás en la gloria, mas si yo estoy en la gloria, también
lo estaréis vosotros; pero al hablar de la gloria, insinúa cosas
terribles, poniéndonos delante el juicio por las palabras: "Y entonces
dará a cada uno según sus obras".
San Jerónimo
Porque donde no se atiende a las personas
sino a las obras, no hay distinción entre el judío y el gentil, entre
el hombre y la mujer, entre el pobre y el rico.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 55,4
Y dijo el Señor esto, no sólo para
recordar a los pecadores los males, consecuencia de sus pecados, sino
también las recompensas y las coronas a los justos.
San Jerónimo
Podía haber tenido lugar el escándalo que
experimentaron los apóstoles en su interior de esta manera: nos
anuncias los tormentos y la muerte para un tiempo venidero y dejas el
cumplir tu promesa de venir en tu gloria para largo tiempo; mas el que
penetra las cosas ocultas, previendo esta objeción, compensa el temor
presente con una recompensa presente, diciendo: "En verdad os digo que
hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que
vean al Hijo del hombre venir en su reino, etc."
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 56,1
El Señor queriendo manifestar lo que es la
gloria en la que vendrá después, se la reveló a los apóstoles en la
vida presente (en cuanto les era posible comprenderla), a fin de que
no se abatieran con el pensamiento de la muerte del Señor.
Remigio
Esto que aquí se dice, fue cumplido a
aquellos tres discípulos delante de quienes se transfiguró el Señor en
la montaña, mostrándoles los goces de la recompensa eterna: ellos lo
vieron cuando venía en su reino, esto es, brillando con la claridad,
en la que lo verán, terminado el juicio, todos los santos.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 56,1
Mas el Señor, a fin de que los demás
discípulos no desearan seguirle para ver la muestra de aquella gloria
y no llevaran a mal el verse como despreciados, no dice de antemano
los nombres de aquellos que debían subir a la montaña.
San Gregorio Magno,
homiliae in Evangelia, 32,4
O también la Iglesia actual es el reino de
Dios y como muchos de los discípulos del Señor debían vivir hasta que
vieran construída esta Iglesia, levantada contra la gloria del mundo,
el Señor los consuela con la siguiente esperanza: "Hay algunos de los
que están aquí, etc.".
Orígenes,
homilia 2 in Matthaeum
En sentido moral se puede decir, que el
Verbo de Dios tiene, para los que han sido llamados recientemente a la
fe, la apariencia de un esclavo, mas para los perfectos viene en la
gloria de su Padre. Sus ángeles son las palabras de los profetas, cuyo
sentido espiritual no es posible entender antes de haber entendido
espiritualmente la palabra de Cristo, a fin de que se vean aparecer al
mismo tiempo las dos verdades en su Majestad. Entonces dará a cada uno
la gloria según sus actos porque cuanto mejor obrare cada uno, tanto
más espiritualmente comprende a Cristo y a sus profetas.
Orígenes,
homilia 3 in Matthaeum
Los que están donde está Jesús son los que
han puesto las bases sólidas de su alma en Jesús y de los más notables
de éstos, son de los que se dice: "No gustarán la muerte hasta que
vean al Hijo del hombre venir en su reino". Ven la eminencia de Dios,
que no pueden ver los que están envueltos en diferentes pecados; estos
últimos son los que gustan la muerte porque el alma, cuando peca,
muere. Porque así como El es la vida y el pan vivo que bajó del cielo
( Jn 6), así la muerte, su enemiga, es el pan
muerto. De este pan comen algunos un poco y no hacen más que probarlo;
otros, por el contrario, lo comen en abundancia. Los que pecan raras
veces y levemente, no hacen más que gustar la muerte. Por el
contrario, los que recibieron de un modo más perfecto la virtud
espiritual, no gustan la muerte, sino que comen siempre del pan vivo.
En las palabras: "Hasta que vean", no fija el tiempo, después del cual
sucederá lo que no se verificó antes; esto no es más que la expresión
de una cosa necesaria. Porque el que lo ve una vez en su gloria, jamás
gustará la muerte.
Rábano
Los santos no hacen más que gustar la
muerte del cuerpo y la aceptan con gusto un momento, pero están en
plena posesión de la vida del alma.
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