CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO |
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01-08 |
Y aconteció, que cuando Jesús hubo acabado de decir estas palabras, se fue de la Galilea, y pasó a los confines de la Judea, de la otra parte del Jordán. Y le siguieron muchas gentes y los sanó allí. Y se llegaron a El los Fariseos tentándole y diciendo: "¿Es lícito a un hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?" El respondió y les dijo: "¿No habéis leído, que el que hizo al hombre desde el principio, macho y hembra los hizo, y dijo: Por esto dejará el hombre padre y madre, y se ayuntará a su mujer, y serán dos en una carne. Así, que ya no son dos, sino una carne. Por lo tanto, lo que Dios juntó, el hombre no lo separe". Dícenle: "¿pues por qué mandó Moisés dar carta de divorcio y repudiarla?" Les dijo: "Porque Moisés, por la dureza de vuestros corazones, os permitió repudiar a vuestras mujeres, mas al principio no fue así". (vv. 1-8)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 62,1
El Señor abandonó primeramente la Judea, a
causa de la envidia de los judíos y ahora permanece en ella, porque
había de verificarse dentro de poco tiempo su pasión; sin embargo, en
el entretanto no llega hasta la misma Judea, sino a sus confines. Por
eso se dice: "Y aconteció, que cuando hubo Jesús acabado de decir
estas palabras", etc.
Rábano
Aquí comienza el evangelista a contar lo
que el Señor hizo en la Judea y lo que enseñó y lo que padeció.
Primeramente al otro lado del Jordán, hacia el oriente, después al
lado occidental del Jordán, cuando vino a Jericó, a Betfagué y a
Jerusalén. Por eso sigue: "Y pasó a los confines de la Judea", etc.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Como el justo Señor de todas las cosas,
que de tal manera ama a sus siervos, que jamás abandona los unos por
los otros.
Remigio
Es necesario no olvidar, que se llamaba
generalmente Judea a todo el país ocupado por los israelitas; sin
embargo, el nombre de Judea se daba, especialmente a la parte
meridional, habitada por la tribu de Judá y la de Benjamín, para
distinguirla de las otras regiones contenidas en la misma provincia, a
saber: Samaria, Galilea, Decápolis y otras. Sigue: "Y le siguieron
muchas gentes".
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Le llevaban como los hijos pequeñuelos
llevan al padre que parte para un viaje largo. Mas El, como un padre
que se marcha, deja a sus hijos, como prendas de su ternura, la
medicina de sus males. Por eso se dice: "Y los curó".
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 62,1
Debemos también considerar que el Señor no
insiste de un modo continuo ni en la predicación oral ni en la obra de
los milagros, sino que practica ya lo uno o ya lo otro, a fin de hacer
creíble por los milagros lo que dice y para manifestar por sus
discursos la utilidad de sus milagros.
Orígenes,
homilia 7 in Matthaeum
El Señor curaba al otro lado del Jordán
1,
donde se administraba el bautismo. Realmente todos son salvados de sus
enfermedades por el bautismo y muchos siguen a Cristo pero se levantan
como se levantó Mateo, que siguió a Cristo ( Mt
9).
Rábano
Cura a los Galileos en los confines de la
Judea para admitir los pecados de los gentiles al perdón que preparaba
a la Judea.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 62,1
Curaba el Señor a los hombres y les hacía
el bien y por ellos a otros muchos. Porque la curación de unos le
servía de motivo para derramar sobre otros la luz divina, excepto
sobre los fariseos, a quienes los milagros endurecían más. Por eso
sigue: "Y se llegaron a El los fariseos tentándole y diciéndole: ¿Es
lícito a un hombre repudiar a su mujer?"
San Jerónimo
Como presentándole un argumento para
hacerle caer, cualquiera que sea el extremo que elija. Porque si
dijere que era lícito repudiar a la mujer por cualquier causa y tomar
otra, aparecía -según ellos- el predicador de la pureza diciendo cosas
contrarias a la pureza; y si respondiere que no era lícito por ninguna
causa repudiar a la mujer, le tenían por culpable de ese sacrilegio y
sería mirado como enemigo de la doctrina de Moisés y de Dios.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 62,1
Mirad cómo hasta en el modo de preguntar
aparece la malicia de los fariseos. Ya el Señor les había hablado
sobre esta ley, pero ellos, como si nada les hubiera dicho, le vuelven
a preguntar, creyendo, sin duda, que no recordaría lo que les había
dicho.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Así como cuando veis que un hombre
frecuenta la amistad de los médicos comprendéis que ese hombre está
enfermo, así también cuando un hombre o una mujer os pregunta con
frecuencia sobre repudiar a su mujer o a su marido, podéis decir que
ese hombre es lascivo y esa mujer meretriz. Porque la castidad se ve
complacida en el matrimonio y el libertinaje atormentado por la ley
matrimonial que lo sujeta. Sabían ellos que no había más causa
razonable para repudiar a la mujer, que la deshonra y ellos se
forjaban otras muchas. Pero temiendo encontrarse encerrados dentro de
los límites de ciertas causas, no le preguntan qué causa bastaba para
repudiar a la mujer, sino que le hicieron la pregunta general, es
decir, si era lícito repudiar a la mujer por toda clase de causa.
Sabían que la pasión no conoce límites ni se circunscribe a los del
matrimonio, sino que cuanto más se ejerce, más se enciende.
Orígenes,
homilia 7 in Matthaeum
Después de haber sido tentado el Señor, no
hay razón para que lleven a mal sus discípulos, destinados a enseñar,
si también ellos mismos son tentados. Sin embargo, el Señor contesta a
los tentadores con máximas de piedad.
San Jerónimo
De tal manera continúa el Señor la
respuesta, que pasando por alto el lazo que le habían tendido, no hace
más que aducirles el testimonio de las Escrituras y oponerles la ley
natural y la primera sentencia de Dios, juntamente con la segunda. Por
eso sigue: "El respondió y les dijo: ¿No habéis leído que el que hizo
al hombre y a la mujer, desde el principio macho y hembra los hizo?"
Esto está escrito en el principio del Génesis.
2 Y
diciendo macho y hembra, manifiesta que deben evitarse segundos
enlaces. Porque no dijo macho y hembras, que es lo que buscaban los
que admitían el repudio de la primera unión, sino macho y hembra, a
fin de que no se enlazasen más que en un solo matrimonio.
Rábano
De esta determinación saludable de Dios
resultó que el hombre abrazaba en su mujer una parte de su cuerpo y no
veía como diferente de él lo que comprendía que había sido hecho de él
mismo.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Si Dios creó al hombre y a la mujer de una
sola cosa con el objeto de que fuesen uno, ¿por qué el hombre y la
mujer no nacen de un solo útero como algunas aves? Porque Dios creó al
hombre y a la mujer para engendrar hijos. Pero Dios ama la castidad y
es autor de la continencia y no quiso conservar en todos aquel modelo
de vida, con el objeto de que si alguno quería casarse según la
disposición de la creación humana, sepa lo que es un hombre y una
mujer. Y si no quería casarse, no tenía necesidad de casarse, para que
no perjudicase con su continencia a otro que no quisiera ser
continente. Por esta razón, el Señor manda que después del matrimonio
no se puedan separar los dos esposos sin el consentimiento de los dos.
3
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 62,1
No sólo por el modo con que Dios creó al
hombre sino también por la Ley, el Señor manifestó que el hombre y la
mujer debían estar unidos y que jamás debían separarse.
4 Así,
pues, sigue: "Por esto dejará el hombre padre y madre y se ayuntará a
su mujer".
San Jerónimo
Lo mismo dijo: a la esposa y no: a las
esposas y después añade con toda claridad: "Y serán dos en una carne";
ése es el premio de los matrimonios, el hacer de dos una sola carne.
Glosa
O bien, en una sola carne, esto es, en la
cópula carnal.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Si, pues, la mujer procede del marido y
los dos son de una sola carne, el hombre deberá dejar al padre y a la
madre y la unión entre hermanos y hermanas debe ser mayor porque éstos
vienen de los mismos padres mientras que los primeros de padres
distintos. Pero el amor del matrimonio es más grande porque la ley de
Dios es más poderosa que la virtud de la naturaleza y no están los
preceptos de Dios sujetos a la naturaleza, sino que la naturaleza
obedece a los preceptos de Dios. Los hermanos, además, proceden de uno
solo, para dirigirse hacia distintos caminos. El hombre y la mujer,
por el contrario, nacen de padres distintos, para reunirse en un solo
destino. El orden de la naturaleza también proclama el orden de Dios.
Porque el amor en los hombres es como la savia de los árboles. Sube
ésta desde la raíz hasta el tallo y en la terminación de éste, va a la
simiente. Por eso aman los padres y no son amados del mismo modo por
los hijos. Porque los hijos no transmiten su cariño a los padres, sino
que lo transmiten a los hijos que deben engendrar. Esto es lo que
significan las palabras: "Por esto dejará el hombre padre y madre y se
ayuntará a su mujer".
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 62,1
Ved la sabiduría del Maestro. Cuando fue
preguntado si era lícito, no contestó en seguida "no es lícito", a fin
de que no se asustaran; pero estableció esto mismo probándolo. "Dios,
al principio, hizo al hombre y a la mujer" y no los unió simplemente,
sino que mandó que dejaran al padre y a la madre y no dijo
sencillamente que se fuese el hombre con su esposa, sino que se uniese
a ella, manifestando en este modo de hablar la indivisibilidad y
añadió que se trata de una unión más estrecha, diciendo: "Y serán dos
en una carne".
San Agustín,
de Genesi ad litteram, 9, 19
Sin embargo, como atestigua la Escritura
que estas palabras fueron dichas por el primer hombre, es preciso
entender lo que dice el Señor: "Que fueron dichas por Dios", en el
sentido de que Adán, en el éxtasis que había precedido, pudo decirlas
por inspiración y como profeta.
Remigio
El apóstol dice ( Ef
5) "que este misterio está en Cristo y en la Iglesia". Porque Nuestro
Señor Jesucristo, cuando descendió de los cielos a la tierra, de algún
modo se puede decir que dejó a su Padre; y abandonó a su madre -esto
es, a la sinagoga- a causa de su infidelidad y se unió a su esposa -es
decir, a la Iglesia- y son dos en una sola carne, esto es, Cristo y la
Iglesia en un solo cuerpo.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 62.2
Después que el Señor hubo citado las
palabras y los hechos de la ley antigua, El mismo da la interpretación
de esas palabras y hechos y afirma su ley diciendo: "Así que ya no son
dos, sino una carne". Así también, de los que se aman espiritualmente
se dice que tienen una sola alma, según aquel pasaje de la Escritura (
Hch 4,32): "Eran todos los creyentes de un
solo corazón y de una sola alma", de la misma manera se dice del
esposo y de la esposa, que se aman carnalmente, que son una sola carne
y así como es cosa sucia cortar la carne, así también el dividir la
mujer es una iniquidad.
San Agustín,
de civitate Dei, 14,22
Se dice también que son una sola cosa,
bien por la unión, o bien por el origen de la mujer, que fue hecha de
la costilla del hombre.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 62,2
Ultimamente Dios también mandó esta unión
diciendo: "Por lo tanto, lo que Dios junta, el hombre no lo separe".
Está bien claro en estas palabras que el repudiar a la mujer es un
acto contrario a la naturaleza y a la ley. Contra la naturaleza,
porque desde luego queda dividida una sola carne y contra la ley,
porque se repudia a la mujer a pesar de la unión hecha por Dios y a
pesar de su mandato de que no sea dividida.
San Jerónimo
Dios los unió haciendo del hombre y de la
mujer una sola carne; luego el hombre no puede separarlos, sino sólo
Dios. Pero el hombre hace la separación cuando por deseos hacia otra
mujer repudia a la primera y Dios hace la separación de la unión que
había hecho cuando por nuestro consentimiento y con el objeto de
servir a Dios, tenemos a nuestra mujer como si no la tuviéramos (
1Cor 7).
San Agustín,
contra Faustum, 19,29
Ved aquí a los judíos convencidos por los
libros de Moisés, de que no se debe repudiar a la mujer y a aquellos
que la repudiaban persuadidos de que obraban según la Ley. También
conocemos nosotros -por el testimonio de Cristo- que Dios hizo al
hombre y a la mujer y los unió; de esta manera quedan condenados los
maniqueos
5 que,
oponiéndose al Evangelio de Cristo, negaban esta doctrina.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Esta interpretación de la castidad es dura
para los fornicarios, que no pueden contestar nada en contra de la
razón y sin embargo, no se someten a la verdad. Por eso se acogen a la
sombra de Moisés como los hombres que para sustentar una causa perdida
se amparan en los poderosos; para que ya que no pueden salir airosos
por la justicia, venzan, al menos, por la persona. Por eso sigue: "Dícenle:
¿Pues por qué mandó Moisés dar carta de divorcio?", etc.
San Jerónimo
Evidencian la calumnia que habían
preparado aunque el Señor no les manifestó su propio parecer sino que
les recordó la historia antigua y los mandamientos de Dios.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 62,2
Si el Señor fuese contrario al Antiguo
Testamento, no hubiese combatido en favor de Moisés ni hubiera
demostrado la concordancia del Antiguo Testamento con lo que El dice.
Pero la inefable sabiduría de Cristo los excusa en su respuesta y les
dice: "Porque Moisés, por la dureza de vuestros corazones, os
permitió", etc. De esta manera, salva a Moisés de toda especie de
acusación y la hace recaer toda sobre ellos.
San Agustín,
contra Faustum, 19,29
¿Cuánta dureza habría en sus corazones
cuando no pudieron ser convencidos por la interposición del acta de
divorcio, en donde estaba abierto a los hombres justos y prudentes un
medio de discusión, para que pudiesen suavizar y vencer los
resentimientos que se opusiesen a recibir o a renovar el amor
conyugal? ¡Con qué astucia echan en cara los maniqueos a Moisés el
haber querido destruir el matrimonio por el acta de divorcio y alaban
a Cristo porque robustecía su indisolubilidad! Siendo así que debían
alabar a Moisés, por separar lo que había unido el diablo y vituperar
a Cristo, por asegurar las uniones que el diablo había formado.
6
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 62,2
Finalmente, como era cosa importante lo
que el Señor acababa de decir, vuelve en seguida su discurso a la ley,
diciendo: "Mas al principio no fue así".
San Jerónimo
Las palabras "no fue así", ¿indican, por
ventura, que Dios puede contradecirse, mandando antes una cosa, e
infringiendo después ese mandato con otro nuevo? No debemos opinar de
esa manera, sino que Moisés, al ver que eran asesinadas las primeras
esposas por desear tener otras -que eran o más ricas, o más jóvenes, o
más hermosas- o que ellos se entregaban a una mala vida, prefirió ser
indulgente con el divorcio, a que continuaran los odios y los
homicidios. Considerad al mismo tiempo que no dijo el Señor "por la
dureza de vuestros corazones os permitió Dios", sino "os permitió
Moisés", porque esto, según el apóstol ( 1Cor
7), "era el consejo de un hombre, mas no el mandato de Dios".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Dijo muy bien que Moisés permitió, mas no
lo mandó. Porque siempre queremos lo que mandamos, mas lo que
permitimos lo consentimos sin quererlo. Porque no podemos prohibir
enteramente la mala voluntad de los hombres. Os permitió, pues, hacer
cosas malas, con el objeto de que no hiciérais otras peores. Luego,
con permitir Moisés hacer cosas malas, no os demostró la justicia de
Dios, sino que quitó al pecado la culpa de pecar, de manera que os
pareciese que, obrando según la ley, vuestro pecado no sea visto como
pecado
7.
Notas
1. Es
decir, el lado oriental.
3. Ver
1Cor 7, 5. Aquí San Pablo no se refiere a
romper la unión conyugal por un mutuo acuerdo, sino a la abstinencia
voluntaria por parte de los esposos de las legítimas relaciones
sexuales por un periodo de tiempo "para daros a la oración".
4.
Aquí se utiliza separación en el sentido de rompimiento de la unión
conyugal. Ver la nota anterior.
5.
Secta dualista y sincrética fundada por Manes (216-277), que sostenía
la existencia de dos principios: uno bueno (el bien, al luz, el
espíritu) y otro malo (la oscuridad, la materia, las tinieblas). Como
consecuencia de sus principios, rechazan la materia y el cuerpo y por
lo tanto la unión matrimonial.
6. San
Agustín explicita la contradicción en que caen los maniqueos al negar
por un lado la unión matrimonial y por otro lado condenar a Moisés
quien, según ellos, atentaba contra dicha unión al crear acta de
divorcio.
7. El
acta de divorcio no tenía como fin eximir de culpa este pecado, sino
más bien evitar un mayor mal.
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09 |
"Y dígoos, que todo aquél que repudiare a su mujer, sino por la fornicación, y tomare otra, comete adulterio; y el que se casare con la que otro repudió, comete adulterio". (v. 9)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 62,2
Después de haber hecho callar el Señor a
los judíos, expone con autoridad su ley diciendo: "Y dígoos, que todo
el que repudiare a su mujer", etc.
Orígenes,
homilia 7 in Matthaeum
Pudiera creer alguno que Jesús por las
palabras: "Todo aquel que repudiare a su mujer, sino por la
fornicación", etc. permitió el repudiar a la mujer, como Moisés, de
quien hemos hablado, lo permitió a causa de la dureza del corazón de
los judíos. Pero nosotros debemos responder a esto que el adulterio,
crimen por el que debía ser apedreada la mujer, no era la causa por la
que Moisés dio el libelo del repudio ( Dt
24). En la causa del adulterio no era conveniente dar el libelo del
repudio. Sin duda quería Moisés designar, por esta cosa fea, toda la
falta de la mujer y prescribir que, en este caso, se le diese el
libelo del repudio. También debemos investigar, si sólo por la
fornicación manda el Señor repudiar a la mujer, o si también se puede
hacerlo por otras causas, como por ejemplo, a la mujer que no ha
fornicado, pero que ha cometido otros crímenes muy graves, como el de
envenenar, o el de quitar la vida a sus hijos. El Señor, al tratar en
otro lugar ( Mt 5,32.) esta cuestión, dijo:
"El que repudiare a su mujer, excepto por causa de fornicación, la
hace que caiga en el adulterio" y la expone a segundas nupcias.
San Jerónimo
Sólo la fornicación vence al cariño por la
esposa. Cuando ella dividiere la unidad esponsal al entregarse a otro
y se separase por la fornicación de su marido, éste debe dejarla, si
no quiere que recaiga sobre él aquella maldición de la Escritura (
Prov 18,22): "El que posee a una mujer
adúltera, es insensato e impío".
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Así como es un cruel y un malvado el que
repudia a la mujer casta, así también es insensato e inicuo el que
posee a una meretriz, porque patrocina la torpeza y encubre el crimen
de su mujer.
San Agustín,
de adulterinis coniugiis, 2,9
Sin embargo, la reconciliación del esposo
con la mujer adúltera que después de haber consumado el crimen se
purifica de él, no debe ser un obstáculo, ni tenerse como cosa que
rebaja al hombre, puesto que no puede haber duda de que, por el poder
de las llaves del Reino de los Cielos, ha sido perdonado su pecado. De
manera que es adúltera después del divorcio pronunciado por el marido
y deja de serlo después que se ha unido a Cristo.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Perecen todas las cosas por las causas
mismas que les dieron origen y no siendo la unión conyugal sino más
bien la voluntad la que constituye el matrimonio, aparece con claridad
que no se disuelve el matrimonio por la separación del cuerpo; de
donde resulta que si un hombre deja a su mujer y no toma otra, aún es
marido de ella. Porque aunque esté separado de ella en el cuerpo, sin
embargo, aún está unido a ella por la voluntad. Luego, tomando a otra,
repudia completamente a la primera. Por eso no dice el Señor: "El que
repudia a su mujer", comete el adulterio, sino el que "tomare otra".
1
Rábano
Por consiguiente, para repudiar a la
mujer, hay una causa carnal: la fornicación; y otra espiritual: el
temor de Dios; mas no hay ningún motivo para tomar otra mujer,
viviendo la primera.
San Jerónimo
Podría suceder que alguno calumniase a su
mujer inocente y -a causa de un segundo matrimonio- imaginase un
crimen en el primero. Por esto el Señor manda que el hombre pueda
repudiar a su mujer; pero imposibilitándole de que pueda tomar otra
mientras aquella viva y como ocurre esto con respecto a la mujer,
también a ésta la incapacita de que pueda tomar otro marido mientras
viva el primero. Y como una mujer prostituída y que ha cometido el
adulterio no teme el oprobio, por eso el segundo marido que tomare a
esa mujer comete el crimen de adulterio, según las palabras del Señor:
"Y el que se casare con la que otro repudió, comete adulterio".
Glosa
Amenaza al que la toma, porque la adúltera
no teme el oprobio.
Notas
1. "El
vínculo matrimonial es establecido por Dios mismo, de modo que el
matrimonio celebrado y consumado entre bautizados no puede ser
disuelto jamás. Este vínculo que resulta del acto humano libre de los
esposos y de la consumación del matrimonio es una realidad ya
irrevocable y da origen a una alianza garantizada por la fidelidad de
Dios". Catecismo de la Iglesia Católica,
1640.
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10-12 |
Sus discípulos le dijeron: "si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse". El les dijo: "no todos son capaces de esto, sino aquéllos a quienes es dado. Porque hay castrados que así nacieron del vientre de su madre; y hay castrados que lo fueron por los hombres; y hay castrados que a sí mismos se castraron por amor del reino de los cielos; el que pueda ser capaz, séalo". (vv. 10-12)
San Jerónimo
Si la mujer no puede ser repudiada más que
por la fornicación, es ciertamente una carga pesada. ¿Cómo se ha de
vivir con una esposa que es dada al vino, que es colérica o de malas
costumbres? Por eso los apóstoles, al ver el yugo pesado de las
esposas, se conmueven interiormente y exclaman: "Sus discípulos le
dijeron: si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene
casarse".
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 62,3
Porque ofrece menos dificultades el
combatir contra la concupiscencia y contra sí mismo que el combatir
contra una mujer mala.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Mas el Señor no dijo que esto conviene
sino que más bien admite que no conviene pero tuvo consideración de la
debilidad de la carne. Por eso sigue: "El les dijo: no todos son
capaces de esto", es decir, no todos pueden esto.
San Jerónimo
Y nadie crea que en las palabras: "Sino
aquellos a quienes es dado", quiso el Señor hablar de la suerte o el
destino, de manera que sean vírgenes los que han sido conducidos para
esto. Por el contrario, este don fue dado por Dios a aquellos que se
lo pidieron, a los que lo quisieron y a los que trabajaron para
obtenerlo.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Luego no son capaces todos porque no todos
quieren. La palma ha sido propuesta. El que desea la gloria, no piense
en el trabajo Si todos tuvieran miedo al peligro, ninguno vencería. Y
el hecho de que algunos abandonen sus castos propósitos no es razón
para hacernos perezosos en la virtud de la castidad, así como los que
sucumben en la batalla no son causa de que entre el desaliento en los
demás. Por consiguiente, en las palabras: "A quienes es dado",
manifiesta el Señor que nada podemos nosotros sin el auxilio de su
gracia, que jamás se niega al que la desea, según aquellas palabras
del Señor: "Pedid y recibiréis" ( Mt 7,7).
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 62,3
En seguida el Señor, a fin de manifestar
la posibilidad en este asunto, dice: "Porque hay castrados", etc., que
es como si dijera: pensad en lo que deberíais hacer si hubieseis sido
amputados por manos extrañas. Porque no tendríais placeres, ni
recompensas.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Así como no es pecado la acción
involuntaria, así la justicia no se consuma en la obra, si la voluntad
no asiste. En consecuencia no merece aplauso aquella continencia que
se debe a la impotencia del cuerpo, sino aquella que la voluntad
abraza por un santo propósito.
San Jerónimo
El Señor señaló tres clases de eunucos,
dos de ellos carnales y el tercero espiritual. Los primeros son los
que nacieron así del vientre de su madre; los segundos son los que
fueron mutilados por la cautividad o para los placeres de las grandes
damas; y los terceros los que se castraron a sí mismos por el Reino de
los Cielos
1 o los
que se hacen eunucos por amor a Cristo. A estos últimos les está
prometida una recompensa; mas a los otros a quienes la necesidad y no
la voluntad, ha hecho castos, nada se les debe.
San Hilari,
in Matthaeum, 19
En el uno, es decir, en el que nació
eunuco, nos mostró el Señor lo que hace la naturaleza; en el otro,
esto es, en el que fue hecho, lo que hace la necesidad y en el
tercero, es decir, en el que determinó a ser tal por el Reino de los
Cielos, lo que hace la voluntad.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
El nacer eunucos proviene de la
naturaleza, como proviene el que algunos nazcan con seis dedos o con
cuatro. Porque si Dios al formar al principio la naturaleza, hubiera
establecido un orden siempre inmutable, los hombres se hubieran
olvidado de que habían sido hechos por Dios y para que tenga presente
el hombre que Dios es el autor de la naturaleza, invierte alguna vez
el orden que en ella estableció.
2
San Jerónimo
También podemos explicar todo esto de otra
manera Son eunucos desde el vientre de su madre los que son de
naturaleza fría y sin apetito para los placeres y los que lo son por
haberlos hecho los hombres, son los que los médicos han reducido a ese
estado o los que se afeminan por dar culto a los ídolos, o también los
que simulan la castidad, viviendo en los deseos y aparecen por fuera
con los hábitos de religión; pero ninguno de éstos, excepto los que se
castraren por Cristo
3,
consigue el Reino de los Cielos. Por eso sigue: "El que pueda ser
capaz, séalo", consulte cada uno sus fuerzas para ver si puede cumplir
los deberes de la virginidad y de la pureza. La castidad por sí misma
es suave y atractiva; pero se deben consultar las fuerzas para que:
"El que sea capaz, séalo". Esta es la palabra del Señor a sus
soldados, al animarlos a que ciñan la corona de la pureza, palabras
que valen tanto como éstas: El que pueda pelear, pelee, venza y
triunfe.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 62,3
En las palabras: "Que se castraron a sí
mismos", no expresa el Señor la amputación de los miembros, sino de
los malos pensamientos y es digno de maldición el que se mutila.
Porque se coloca al nivel de los homicidios, favorece a los maniqueos
(detractores de las criaturas) y obra tan inicuamente como en los
países donde se mutilan a sí mismos. Es una tentación del demonio el
amputar algún miembro y los que hacen tal cosa no por eso acallan los
estímulos de la concupiscencia, por el contrario, se irritan más.
Porque las fuentes del esperma que hay en nosotros vienen de otra
parte, del deseo incontinente en especial y del alma negligente. Pero
si el alma fuere sobria, ninguna influencia ejercerá en nosotros el
movimiento de la sangre. Porque la amputación del miembro, ni sujeta
las pasiones, ni nos deja tranquilos, ni es como el freno puesto al
pensamiento.
Notas
1. El
texto no habla de castrarse en sentido literal sino figurado, esto es,
vivir el celibato por el Reino de los Cielos.
2.
Dios no invierte el orden natural, sino más bien permite el desorden
en la naturaleza generado por el pecado del hombre.
3. Ver
la nota anterior.
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13-15 |
Entonces le presentaron unos niños para que pusiese las manos sobre ellos y orase, mas los discípulos los reñían. Y Jesús les dijo: "Dejad a los niños y no los estorbéis de venir a mí; porque de los tales es el reino de los cielos". Y cuando les hubo impuesto las manos, se fue de allí. (vv. 13-15)
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Había el Señor hablado sobre la castidad y
los oyentes le presentaron unos niños en quienes resplandecía la
castidad en toda su pureza, creyendo que el Señor hablaba tan sólo de
la pureza del cuerpo. Esto es lo que se da a entender por las
palabras: "Entonces le presentaron unos niños".
Orígenes,
homilia 7 in Matthaeum
Y porque los oyentes ya habían
experimentado que por la imposición de las manos y las súplicas del
Señor quedaban libres de todo lo malo, le presentan a los niños,
porque creían que después de darles el Señor por contacto de sus manos
la virtud divina, era imposible que los tocara el demonio o les
sobreviniese algún otro mal.
Remigio
Era costumbre entre los antiguos el
presentar los niños a los ancianos, para que les echaran su bendición
o con la mano o de palabra y así, siguiendo esta costumbre,
presentaron los niños al Señor.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
La carne olvida fácilmente el bien porque
no encuentra placer en él, pero conserva siempre el mal que oyó. El
Señor apenas toma uno de los niños, exclama: "Si no os hiciéreis como
este niño, no entraréis en el Reino de los Cielos" (
Mt 18,13). Y ved aquí que los discípulos, olvidándose de la
inocencia de los niños, los riñen y como indignados les impiden que se
acerquen al Señor. Por eso sigue: "Mas los discípulos los reñían".
San Jerónimo
No porque no quisieran que los bendijera
el Salvador con la mano y con su voz, sino que como aún no tenían una
fe plena, creían que se cansaría el Señor, como se cansan los demás
hombres, con la importunidad de aquellos que presentaban a los niños.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 62,4
O también, arrojan a los niños a causa de
la dignidad de Cristo. Pero el Señor, enseñando a los discípulos a
tener moderación y a pisotear el orgullo mundano, recibió a los niños,
los tuvo en sus brazos y les prometió el Reino de los Cielos. Por eso
sigue: "Y Jesús les dijo: Dejad a los niños y no les estorbéis", etc.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
Si es rechazada por Cristo la sencilla
infancia, ¿quién merecerá aproximarse a El? Por esta razón dijo: "Y no
los estorbéis", etc. Porque si éstos son los futuros santos, ¿por qué
prohibís el que los hijos se acerquen a su padre? Y si son los futuros
pecadores, ¿por qué lanzáis la sentencia de condenación antes de
conocer la falta?
San Jerónimo
El Señor dijo de una manera significativa:
"De tales es el Reino de los Cielos" y no de ésos, para manifestar que
no es la edad sino las costumbres las que alcanzarán el Reino y que a
los que tuvieren la inocencia y la sencillez semejantes a la de un
niño, es a quienes está prometida la recompensa.
Sigue: "Y cuando les
hubo impuesto las manos", etc.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 32
El Señor instituyó en este pasaje el que
todos los padres presentasen sus hijos a los sacerdotes, no porque sea
el sacerdote el que impone las manos, sino el mismo Cristo, en cuyo
nombre se hace la imposición. Porque si uno ofrece a Dios por medio de
las oraciones sus alimentos y los come santificados (porque, como dice
el apóstol, todo es santificado por la palabra de Dios y por la
oración), ¿con cuánta más razón se deben ofrecer a Dios los niños para
que queden santificados? La razón por la cual se deben santificar los
alimentos es ésta: el mundo entero se apoya en un mal (
1Jn 5,19); por consiguiente, todas las cosas
corporales, que son una gran parte de este mundo, descansan en el mal;
de donde resulta que los niños por su nacimiento, según la carne,
están colocados en el mal
1.
Orígenes,
homilia 7 in Matthaeum
Llamamos en sentido místico niños a los
que aún son carnales en Cristo y tienen necesidad de ser amamantados (
1Cor 3). Aquellos que profesan la doctrina
del Verbo, los que son los más sencillos y los que se nutren de la
palabra, por decirlo así, infantil, aún son principiantes y presentan
al Salvador los niños y los pequeñitos. Por el contrario, los que
parecen más perfectos, los discípulos de Jesús, antes de aprender la
razón de la justicia divina sobre los niños, reprenden a los que por
una doctrina más elemental -es decir, por ser menos eruditos- ofrecen
los niños y los pequeñitos a Cristo. Mas el Señor, dirigiéndose a sus
discípulos, hombres ya formados, los exhorta a que sean
condescendientes con las exigencias de los niños, a que se hagan niños
para con los niños, a fin de ganarlos. Y les dice: "Porque de los
tales es el Reino de los Cielos". Porque El mismo, teniendo la forma
de Dios, fue hecho niño ( Fil 2). Debemos,
pues, considerar esto y temer, que por el sentimiento de una sabiduría
más excelente o de mayor adelanto espiritual, nos tengamos como muy
grandes, despreciemos a los pequeñitos de la Iglesia y estorbemos a
los niños que se acerquen a Jesús. Y como los niños no pueden
comprender todo lo que se les dice, el Señor les impuso las manos y
dándoles la virtud por medio de sus manos, se alejó de ellos, que no
podían seguirle como los demás discípulos perfectos.
Remigio
Bendijo el Señor a los niños imponiéndoles
las manos, para significar que los humildes de espíritu son dignos de
su gracia y de su bendición.
Glosa
Les impuso también las manos para dar a
entender que sería dada su gracia a los que son verdaderamente
humildes y castos.
San Hilario,
in Matthaeum, 19
Los niños son también figura de los
gentiles que han recobrado la salud por la fe y por el oído; sin
embargo, los discípulos, llevados por el deseo de salvar a Israel, les
prohiben aproximarse y el Señor les dice que no es conveniente esa
prohibición. Porque el don del Espíritu Santo debía ser distribuido en
las naciones por la imposición de las manos y las súplicas, después de
cesar las obras de la ley.
Notas
1.
Este mal hace referencia a la herida del pecado original
|
16-22 |
Y vino uno y le dijo: "Maestro bueno, ¿qué bien haré para conseguir la vida eterna?" El le dijo: "¿Por qué me preguntas de bien? Sólo uno es bueno, que es Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos". El le dijo: "¿Cuáles?" Y Jesús le dijo: "No matarás: no cometerás adulterio: no hurtarás: no dirás falso testimonio: honra a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo". El mancebo le dice: "Yo he guardado todo eso desde mi juventud: ¿qué me falta aún?" Jesús le dijo: "Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tienes, y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo: y ven, y sígueme". Y cuando oyó el mancebo estas palabras, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. (vv. 16-22)
Rábano
Sin duda este hombre había oído decir al
Señor que solamente son dignos de entrar en el Reino de los Cielos
aquellos que desean ser semejantes a los niños y para cerciorarse
mejor pide que se le diga, no por parábolas, sino de un modo claro,
por qué méritos se puede conseguir la vida eterna. Por eso se dice: "Y
vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré?", etc.
San Jerónimo
Ese que pregunta era joven, rico y
orgulloso y no pregunta con el deseo de saber sino de tentar al Señor;
cosa fácil de comprobar por las palabras que le dijo el Señor: "Si
quieres entrar en la vida guarda los mandamientos", etc.; insiste de
nuevo en su pregunta, pero con más astucia aún, diciendo: "¿Cuáles?"
Como si no los hubiera leído, o como si el Señor pudiera mandar cosas
contrarias a los mandatos de Dios.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 63,1
No dudo yo en llamar a ese hombre avaro y
amante de las riquezas, puesto que así lo llamó el Señor; pero dudo en
llamarlo hipócrita, porque no estoy seguro de ello y no se debe juzgar
sobre cosas inciertas, especialmente si se dirigen a formular una
acusación. Pero San Marcos desvanece esta sospecha cuando dice (cap.
10): "Que él vino corriendo y se echó a los pies del Señor para
suplicarle" y añade que Jesús le miró y le amó y si se hubiera
acercado a Jesús con el objeto de tentarle, ya nos lo hubiera dicho el
evangelista, como lo ha hecho en otras ocasiones y si él hubiera
permanecido callado, no hubiera permitido Cristo ese silencio, sino
que le hubiera reprendido o con una insinuación secreta, o de una
manera pública; pero nada de esto hace, según lo que sigue: "El le
dijo: ¿Por qué me preguntas de bien?".
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2,63
Pudiera alguno creer que hay alguna
diferencia entre las palabras de San Mateo: "¿Por qué me preguntas de
bien?" y las que ponen San Lucas y San Marcos ( Mc
10,18; Lc 18,19): "¿Por qué me dices bueno?".
Las palabras: "¿Por qué me preguntas de bien?" parece que se refieren
más bien a la pregunta del joven: "¿Qué bien haré?" Esta última frase
contiene a la vez la palabra "bien" y la pregunta, mientras que en las
otras: "Maestro bueno" no hay pregunta. Se comprenden perfectamente
los dos pasajes: "¿Por qué a mí me llamáis el bien?" y "¿Por qué me
preguntas del bien?" dicen una misma cosa.
San Jerónimo
Como el joven había llamado bueno al
Maestro y no había confesado a Dios o al Hijo de Dios, dijo el Señor
que cualquier hombre santo no es bueno en comparación de Dios, de
quien se dice: "Alabad al Señor porque es bueno" (
Sal 117,1). Y por eso dice El: "Sólo uno es bueno, que es Dios"
y a fin de que nadie piense que por estas palabras queda excluido de
la bondad el Hijo de Dios. Leemos en otro lugar: "El buen pastor da su
vida por sus ovejas" ( Jn 10,11).
San Agustín,
de Trinitate, 1,13
O también, como buscaba aquel joven la
vida eterna, y la vida eterna consiste en aquella contemplación de
Dios cuya visión no nos proporciona pena sino una alegría eterna y no
comprendía con quién hablaba (porque le miraba tan sólo como Hijo del
hombre), por eso el Señor le contesta: "¿Por qué me preguntas sobre el
bien y me llamas Maestro bueno en esta forma que ves en mí?" En esta
forma de Hijo del hombre aparecerá en el juicio, no sólo para que la
vean los justos, sino también los impíos y esta visión no será un bien
para quienes obraron el mal. Pero además hay en mí otra visión de mi
forma, por la que soy igual a Dios, porque hay un solo Dios: Padre,
Hijo y Espíritu Santo, que es el único y sumo Bien. Porque nadie le ve
de manera que con su vista esté abatido o lloroso, sino que con ella
tiene salud y alegría.
San Jerónimo
No rechaza nuestro Salvador el testimonio
de bondad que le da el joven, pero sí el error de llamarlo maestro sin
creer que es Dios.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 63,1
¿Qué utilidad hay en contestarle de esa
manera? Porque de ese modo le gana poco a poco, le enseña a despreciar
la adulación y a retirarse de las cosas terrenales, le convence de que
se una a Dios, que busque las cosas de la otra vida y que conozca al
que es el verdadero Bien, la raíz y la fuente de todo lo bueno.
Orígenes,
homilia 8 in Matthaeum
También respondió Cristo de esa manera por
causa del joven que le preguntó: "¿Qué bien haré?" Porque cuando nos
separamos del mal y practicamos el bien llamamos bien a lo que hacemos
por comparación con lo que hacen los demás hombres. Pero en cuanto a
lo que se dice: "Uno solo es bueno", nuestro bien no es bien. Mas
puede alguno decir: Porque el Señor, que sabía que quien le preguntaba
no tenía intención de que hiciera algún bien humano, le dijo: "¿Por
qué me preguntas del bien?", que es como si le dijera: ¿Por qué me
preguntas sobre el bien cuando te he dado los mandamientos que
contienen el bien? Y después de esto le añadió: "Si quieres entrar en
la vida", etc. En estas palabras debemos considerar que el Señor
contestó al joven como si estuviera fuera de la vida. En efecto, el
que está fuera de Jesús que dice "Yo soy la vida" (
Jn 11,6), está de algún modo fuera de la vida. Por otro lado el
hombre, incluso el más justo, mientras vive sobre la tierra está en la
sombra de la vida, porque está aún rodeado de un cuerpo mortal.
1 Mas
aquel que se abstuviere de las obras de muerte y deseare las de la
vida, entrará en la vida. Hay palabras muertas y palabras vivas,
pensamientos muertos y pensamientos vivos y por eso dice: "Si quieres
entrar en la vida", etc.
San Agustín,
sermones, 84,1
Y no dijo: Si quieres venir a la vida
eterna, sino: "Si quieres entrar en la vida", definiendo de esta
manera lo que es la vida eterna. De aquí resulta cuánto debemos amar
la vida eterna, cuando así se ama esta vida pasajera.
Remigio
Demuestra este pasaje que la Ley promete a
los que la cumplen no sólo los bienes temporales, sino también la vida
eterna, y como el joven había escuchado con atención las palabras del
Señor, insiste y lleno de solicitud le pregunta: "El le dijo:
¿Cuáles?"
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 63,1
No dijo esto con la intención de tentar al
Salvador, sino porque creía que fuera de los preceptos de la Ley
habría otros que le abrirían la puerta de la vida.
Remigio
Mas Jesús, tratando al joven con la misma
condescendencia que a un enfermo, le expuso con mucha amabilidad los
preceptos de la Ley. Por eso sigue: "Y Jesús le dijo: No matarás",
etc. La siguiente sentencia: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo", es
el compendio de todos esos preceptos, según aquel pasaje del apóstol:
"El que ama a su prójimo ha cumplido la Ley" ( Rom
13,8). Debemos preguntar: ¿por qué el Señor hizo mención solamente de
los preceptos de la segunda tabla? Sin duda debió ser porque el joven
estaba lleno del amor de Dios o también porque el amor del prójimo era
un grado para subir hasta el amor de Dios.
Orígenes,
homilia 8 in Matthaeum
Probablemente sean suficientes estos
preceptos para entrar en lo que llamamos principio de la vida, aunque
ni éstos ni otros preceptos parecidos basten para entrar en el
interior de la vida. Pero el que no cumpliere cualquiera de estos
preceptos, ni aun en el principio de la vida entrará.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 63,1
Después de mencionar el Señor los
preceptos de la Ley, continua el evangelista: "El joven dice: Yo he
guardado todo eso desde mi juventud" y no se detiene aquí, sino que
pregunta de nuevo: "¿Qué me falta aún?", pregunta que indica un deseo
vehemente.
Remigio
El Señor señala la manera de llegar a la
perfección a todos los que quieren ser perfectos en la gracia,
diciendo: "Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto
tienes", etc. Son dignas de atención estas palabras. No dice: Ve y
come cuanto tienes, sino: "Ve y vende", y no dice: Algunas cosas, como
hicieron Ananías y Safira ( Hch 5), sino
todas las cosas. Y añade con oportunidad: "Cuanto tienes", esto es,
cuanto tenemos y poseemos con justicia. Debemos, por consiguiente,
vender cuanto poseemos justamente; pero lo que poseemos injustamente
debe entregarse a aquellos a quienes se lo hemos quitado. Y no dice:
Dalo a los parientes o amigos, o a los ricos, de quienes recibirás
semejantes cosas, sino: "Dalo a los pobres".
San Agustín,
de opere monachorum, 25
Y no es necesario elegir a un monasterio o
a los hermanos pobres de un lugar determinado para darlo, porque todos
los cristianos no forman más que una sola sociedad. Por consiguiente,
de cualquier parte de donde recibe uno lo que necesita, lo recibe de
aquello que pertenece a Cristo.
Rábano
Ved aquí trazadas dos vidas al hombre: la
activa, a la que hacen relación los preceptos: "No matarás" y los
demás mandamientos de la Ley; y la contemplativa, a la que se refieren
las palabras: "Si quieres ser perfecto", etc. La primera pertenece a
la Ley y la segunda al Evangelio. Porque así como el Antiguo
Testamento precedió al Nuevo, así también la acción precede a la
contemplación.
San Agustín,
contra Faustum, 5, 9
Pero, no solamente pertenecen al Reino de
los Cielos aquellos que para ser perfectos venden o dejan todas sus
cosas, sino que, por cierto lazo de caridad, se une a esta milicia
cristiana un gran número de cierta milicia tributaria, a la cual se
dirá al fin de los tiempos: "Tuve hambre y me disteis de comer" (
Mt 25,35). Lejos de nosotros el pensar que
éstos serán separados del Reino de los Cielos, o de mirarlos como
fuera del Evangelio.
San Jerónimo
No debo contestar a la pretensión de
Vigilancio
2, de
que es mejor usar los bienes y dividir sucesivamente los frutos a los
pobres, que distribuírselos de una sola vez después de vendidos,
puesto que el mismo Señor le contesta en las palabras: "Si quieres ser
perfecto, ve y vende". Esa pretensión, que tanto aplaude Vigilancio y
que nosotros aceptamos con tal de que no sea preferida a las palabras
del Señor, no es para nosotros más que un segundo o tercer grado de
perfección.
Genadio,
de ecclesia dogma, 71
Es cosa buena el dar su fortuna a los
pobres, distribuyéndola poco a poco; pero es mucho mejor darla toda de
una vez, con la intención de seguir al Señor y de entrar en su
compañía libre de todo cuidado.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 63,2
Y como el Señor hablaba de la fortuna,
aconsejando que nos debíamos despojar de ella, manifiesta que la
recompensa que El dará será tanto mayor que la fortuna, como grande es
la distancia que hay entre el cielo y la tierra. Y por eso dice: "Y
tendrá un tesoro en el cielo". La palabra tesoro expresa la abundancia
y la estabilidad de lo que nos dará.
Orígenes,
homilia 8 in Matthaeum
Si todos los mandamientos se unieran en
estas palabras: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (
Mt 9,19), es claro que el que cumple este
mandamiento es perfecto ¿Cómo, entonces, el Señor dice al joven que
contestó: "Yo he guardado todo eso desde mi juventud" (
Mt 9,20), "Si quieres ser perfecto" como si
aún no lo fuera? Ved lo que está escrito en el Evangelio, según los
hebreos
3:
después que el Señor oyó al joven y le dijo: "Ve y vende cuanto
tienes", el rico empezó a rascarse la cabeza y a manifestar su
desagrado y entonces el Señor le dice: "¿Cómo dices: Yo he cumplido la
Ley y los Profetas?" Porque en la Ley está escrito: "Amarás a tu
prójimo como a ti mismo" ( Lev 19,18) y he
aquí que muchos hijos de Abraham, hermanos tuyos, están cubiertos de
estiércol y muertos de hambre y tu casa está llena de muchos bienes y
nada sale de ella para que sea partido entre los pobres. Queriendo,
pues, el Señor reprender al rico, le dice: "Si quieres ser perfecto,
ve, vende cuanto tienes, dáselo a los pobres", etc. De esta manera
harás ver que efectivamente amas a tu prójimo como a ti mismo. Pero si
es perfecto el que tiene todas las virtudes, ¿cómo se hace perfecto el
que vende todo lo suyo y se lo da a los pobres? Supongamos que un
hombre cualquiera ha hecho esto, ¿cómo desde aquel momento ese hombre
queda, sin cólera, sin concupiscencia, colmado de todas las virtudes y
libre de toda malicia? Sin duda parecerá propio de un sabio decir que
al dar sus bienes a los pobres, éstos le favorecen con sus oraciones y
que su pobreza espiritual recibirá la abundancia espiritual de
aquellos y de este modo, aunque tenga algunas pasiones humanas, se
hace perfecto. O también, el que cambió sus riquezas por la pobreza
para hacerse perfecto, será ayudado por la fe que tiene en las
palabras de Cristo, para que pueda llegar a ser sabio en Cristo,
justo, casto y sin ninguna pasión; pero no de tal manera que en el
momento mismo que entrega sus bienes a los pobres sea completamente
perfecto, sino que desde aquel día la meditación sobre Dios le irá
conduciendo hacia todas las virtudes. Se puede dar otra explicación:
La interpretación moral, diciendo que los bienes son los actos del
alma. Manda, pues, el Señor vender todos los bienes que son malos y
entregarlos a aquellos poderosos que trabajan en esos bienes y están
pobres de todo bien verdadero. Porque así como la paz de los apóstoles
se vuelve a ellos si no estuviera en ellos el Hijo de la paz (
Mt 10), así todos los pecados se vuelven a
sus autores, si no hubiere alguno que haya querido valerse de ellos.
De esta manera, no puede ser dudoso que el que de este modo vendió
todos sus bienes sea inmediatamente perfecto. Y es claro, en efecto,
que el que obra así tiene un tesoro en el cielo y ha llegado a ser
hombre celestial. Porque tendrá en el cielo el tesoro de la gloria de
Dios y las riquezas en la sabiduría de Dios. Ese tal podrá seguir a
Cristo, porque no habrá posesión alguna que se lo impida.
San Jerónimo
Hay muchos que dejan sus riquezas y no
siguen al Señor, lo cual no es suficiente para ser perfecto. Es
preciso, habiéndonos desapegado de las riquezas, seguir al Salvador,
es decir, hacer el bien después de haber abandonado el mal. Con más
facilidad se abandona un bolsillo que la propia voluntad. Por eso se
dice: "Y ven y sígueme". Sigue al Señor el que lo imita y marcha por
sus mismos pasos. Prosigue: "Y cuando oyó el joven estas palabras, se
fue triste". Esta es la tristeza que conduce a la muerte y la causa de
ella son las palabras siguientes: "Porque tenía muchas posesiones", es
decir, espinas y abrojos, que ahogaron la simiente del Señor.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 63,2
No son igualmente esclavos de las riquezas
los que tienen muchas y los que tienen pocas, porque las bajas
riquezas levantan una llama siempre creciente y avivan el deseo con
violencia cada vez mayor.
San Agustín,
epístolas, 31,5
No entiendo qué significa que encadene más
la posesión de los bienes superfluos que el deseo de ellos, pues ¿por
qué se queda triste este joven, sino porque tenía grandes riquezas?
Porque una cosa es no querer incorporar lo que uno no tiene y otra
cosa es arrancar lo que ya se tiene incorporado. En el primer caso se
abandonan las riquezas como una cosa extraña y en el segundo se
arrancan como un miembro de su propio cuerpo.
Orígenes,
homilia 8 in Matthaeum
Según la historia, es digno de alabanza el
joven, porque no mató ni cometió adulterio; pero es vituperable porque
se entristeció por las palabras de Cristo que lo llamaban a la
perfección. Era aún joven en el alma y por eso abandonó a Cristo y se
marchó.
Notas
1. No se
trata de un desprecio de lo corporal como elemento negativo, pues el
cuerpo forma parte de la unidad integral que es el ser humano, imagen
y semejanza de Dios. Se indica más bien, que la plenitud de la vida
está en la vida eterna, es decir, en el encuentro definitivo con Dios
Comunión de Amor.
2.
Sacerdote de Aquitania a quien San Jerónimo hospedó en Belén en el 395
y que en el 406 lo denuncia como enemigo del culto a los mártires, de
la pobreza monacal, del celibato del clero y de ciertas costumbres
litúrgicas supersticiosas. San Jerónimo escribe un mordaz opúsculo en
defensa propia, titulado precisamente "Contra Vigilancio".
3.
Evangelio apócrifo.
|
23-26 |
Y dijo Jesús a sus discípulos: "En verdad os digo que con dificultad entrará un rico en el reino de los cielos. Y además os digo: Que más fácil cosa es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de los cielos". Los discípulos, cuando oyeron estas palabras, se maravillaron mucho, y dijeron: "¿Pues quién podrá salvarse?" Y mirándolos Jesús, les dijo: "Esto es imposible para los hombres, mas para Dios todo es posible". (vv. 23-26)
Glosa
El Señor, con ocasión del avaro del que se
ha tratado, habló sobre todos los avaros. Por eso sigue: "Y dijo Jesús
a sus discípulos: En verdad os digo", etc.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 63,2
El Señor no dijo estas palabras para
condenar las riquezas, sino a aquellos que son esclavos de ellas y
para que sus discípulos, al verse pobres, no se avergonzaran de la
pobreza.
San Hilario, in Matthaeum, 19
No es un crimen el tener riquezas, pero es
preciso que en su posesión haya moderación. Porque, ¿cómo ha de
atender a las necesidades de los santos aquel a quien no le queda con
qué atenderlos?
Rábano
Hay diferencia entre tener riquezas y amar
las riquezas. Lo más seguro es no tenerlas ni amarlas.
Remigio
Explicando el mismo Señor el sentido de
este pasaje, según San Marcos dijo ( Mc
10,24): "Difícil es a los que confían en sus riquezas entrar en el
Reino de los Cielos". Confían en sus riquezas los que tienen puestas
en ellas todas sus esperanzas.
San Jerónimo
Como es difícil despreciar las riquezas
que se poseen, el Señor dijo que era difícil, pero no imposible, que
un rico entrara en el Reino de los Cielos, porque cuando se dice que
una cosa es difícil, no se pretende que haya imposibilidad, sino lo
que se quiere dar a entender es lo raro que es esa cosa.
San Hilario,
in Matthaeum, 19
Es un cuidado peligroso el querer
enriquecerse y una carga muy pesada para la inocencia el ocuparse en
aumentar las riquezas. Porque no se adquieren los bienes del mundo
sirviendo a Dios sin exponerse a los vicios del mundo. Y ésta es la
dificultad que tiene el rico de entrar en el Reino de los Cielos.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 63,2
Después de haber dicho el Señor lo difícil
que es a un rico entrar en el Reino de los cielos, pasa a manifestar
una cosa que es imposible. Por eso sigue: "Y además os digo: Que más
fácil cosa es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un
rico en el Reino de los Cielos".
San Jerónimo
Según esto ningún rico se salvaría; pero
si leemos a Isaías ( Is 30), veremos cómo los
camellos de Madián y de Efa llegan a Jerusalén cargados de dones y
presentes y cómo los que en otro tiempo estaban encorvados y torcidos
bajo el peso de las riquezas, entran por las puertas de Jerusalén. Y
veremos también cómo esos camellos, símbolo de los ricos, cuando han
descargado la pesada carga de los vicios y de todas las depravaciones
sensuales, pueden entrar por el angosto y difícil camino que conduce a
la vida.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 33
En este lugar se comparan las almas de los
gentiles a los camellos tortuosos sobre quienes estaba la giba de la
idolatría, porque sólo el conocimiento de Dios levanta las almas. La
aguja es el Hijo de Dios, la primera porción de esta aguja, que es la
divinidad, es fina, mientras que la otra porción, que viene de la
humanidad, es más gruesa. Esta aguja es recta y sin ninguna curvatura
y por las heridas de su pasión entraron en la vida eterna todas las
naciones. Con esta aguja ha sido cosida la túnica de la inmortalidad,
el cuerpo al espíritu; ha sido unido el pueblo judío al de los
gentiles y ha quedado enlazada la amistad de los ángeles y la de los
hombres. Es, pues, más fácil que los gentiles pasen por el agujero de
una aguja que el que los judíos ricos entren en el Reino de los
Cielos. Porque si con tanta dificultad son separadas las naciones del
culto brutal de los ídolos, ¿no habrá mucha más dificultad en separar
a los judíos del culto de Dios, que ha tenido su razón de ser?
Glosa
También se puede explicar este pasaje de
esta otra manera. Había en Jerusalén una puerta llamada agujero de la
aguja por la que no podían pasar los camellos, a no ser que se los
descargase y se los pusiese de rodillas. Y en este pasaje, aludiendo a
esta puerta, se da a entender la imposibilidad en que se encuentran
los ricos de pasar por el camino estrecho que conduce a la vida, a no
ser que antes no se despojen, al menos con el corazón, de las
inmundicias, de los pecados y de las riquezas.
San Gregorio Magno,
Moralia, 35,16
O también, con la palabra rico se
significa todo hombre orgulloso y con la palabra camello se da a
entender la condescendencia del Señor. El camello entra por el agujero
de la aguja desde el momento en que nuestro Redentor penetró hasta la
muerte por la puerta estrecha de su pasión, que fue como una aguja que
traspasó su cuerpo de dolor. Y entra más fácilmente el camello por el
agujero de una aguja que el rico en el Reino de los Cielos; porque si
el Señor no nos hubiera manifestado su humildad mediante su pasión,
jamás nuestra intransigente soberbia se hubiera inclinado hacia la
humildad del Señor.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 63,2
Los discípulos, que vivían en la pobreza y
que ya tenían entrañas de predicadores, se conturban y se afligen por
la salud de los hombres. Por eso hacen la siguiente pregunta: "¿Pues
quién podrá salvarse?"
San Agustín,
quaestiones evangeliorum, 1,26
Siendo los ricos muy pocos en comparación
de los pobres, es necesario tener presente que los discípulos cuentan
entre los pobres a todos los que ambicionan las riquezas.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 63,2
El evangelista demuestra, como
consecuencia de lo dicho, la necesidad que tenemos del auxilio de Dios
y de su gracia abundante, para que podamos dirigirnos bien en el uso
de las riquezas. De aquí lo que sigue: "Y mirándolos Jesús, les dijo:
Esto es imposible para los hombres, mas para Dios todo es posible".
Significa el evangelista por las palabras: "Y mirándolos Jesús", que
el Señor mitigó con la dulzura de sus ojos el temor que abrigaban las
almas de los discípulos.
Remigio
No debe tomarse el pasaje del que hablamos
en el sentido de que es posible para Dios que entre en el Reino de los
Cielos el hombre codicioso, avaro y soberbio, sino en el sentido de
que es posible que se convierta y de esta manera entre en el Reino de
los Cielos.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 63,2
No dice el Señor todo esto con el objeto
de que permanezcamos en la inacción y nos abstengamos de obrar porque
se nos figuren las cosas como imposibles, sino para que levantemos los
ojos hacia la grandeza de la justicia de Dios y saltemos por encima de
todo después de haber invocado a Dios.
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27-30 |
Entonces, tomando Pedro la palabra, le dijo: "He aquí que nosotros todo lo hemos dejado, y te hemos seguido: ¿qué es, pues, lo que tendremos?" Y Jesús les dijo: "En verdad os digo que vosotros, que me habéis seguido, cuando en la regeneración se sentará el Hijo del Hombre en el trono de su Majestad, os sentaréis también vosotros sobre doce sillas, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y cualquiera que dejare casa, o hermanos, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras por mi nombre, recibirá ciento por uno, y poseerá la vida eterna. Mas muchos primeros, serán postreros; y postreros, primeros". (vv. 27-30)
Orígenes,
homilia 9 in Matthaeum
Pedro había entendido las palabras del
Señor: "Si quieres ser perfecto, ve y vende lo que tienes" (
Mt 15,21), etc. Después vio que se marchaba
triste el joven y comprendió la dificultad de que los ricos entraran
en el Reino de los Cielos; de aquí la pregunta que hizo lleno de
confianza que inspira a un hombre que ha puesto término a una empresa
difícil. Porque si bien es cierto que lo que él y su hermano habían
dejado valía muy poco, sabían, sin embargo, que Dios lo tenía en mucho
a causa de la gran plenitud de caridad que dio origen a su
desprendimiento. Y yo opino que el gran amor que profesaba al Señor y
no la cantidad de las cosas que dejaba, fue la causa de la pregunta
tan confiada que hizo al Señor: "Entonces, tomando Pedro la palabra,
le dijo: He aquí que nosotros todo lo hemos dejado".
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 63,1
Buen Pedro, ¿cuáles son tus bienes? Una
caña, una red y una barca. A esto llama Pedro todo lo nuestro, no por
vanidad, sino para mover con su pregunta al pueblo pobre a que hiciera
lo mismo. Porque dijo el Señor: "Si quieres ser perfecto, ve y vende
todo lo que tienes", etc. ¿Cómo, pues, si no tengo no puedo ser
perfecto? Pedro hace la pregunta a fin de que sepáis que, aunque seáis
pobres, no por eso desmerecéis. Porque el que recibió las llaves del
Reino de los Cielos pregunta aquí por todo el género humano y toma la
palabra por todos aquellos que ya le habían sido confiados y por todas
las gentes de la tierra. Mirad, pues, con qué cuidado y cómo hace su
pregunta en armonía con las palabras de Cristo. Mandó Cristo dos cosas
al rico: el que diera a los pobres lo que tenía y el que le siguiera.
Esto mismo dice Pedro: "Y te hemos seguido".
Orígenes,
homilia 8 in Matthaeum
Puede decirse según todo lo que el Padre
reveló a Pedro sobre su Hijo: te hemos seguido a ti que eres la
justicia, la santidad y otras cosas semejantes. Por eso pregunta
Pedro, como el atleta victorioso, cuáles son los premios del combate.
San Jerónimo
Como no era suficiente el dejarlo todo,
añade lo que constituye la perfección: "Y te hemos seguido"; hemos
hecho lo que mandaste, ¿qué premio nos darás, pues? Sigue: "Y Jesús
les dijo: En verdad os digo que vosotros que me habéis seguido", etc.
San Jerónimo
No dijo: Que lo dejasteis todo (porque
esto también lo hizo el filósofo Crates y otros muchos que
despreciaron las riquezas), sino y que "me habéis seguido", que es
propiamente de los apóstoles y de los creyentes.
San Hilario,
in Matthaeum, 20
Los discípulos han seguido a Cristo por la
regeneración, es decir, por las aguas bautismales y por la
santificación de la fe. Esta regeneración que han seguido los
apóstoles no la pudo otorgar la Ley.
San Jerónimo
De este otro modo puede construirse este
pasaje. Vosotros, que me habéis seguido, os sentaréis en la
regeneración, esto es, en el día de la resurrección de los muertos (
1Cor 15), os sentaréis en los asientos de los
jueces para juzgar a las doce tribus de Israel, porque no quisieron
creer lo que creéis vosotros.
San Agustín,
de civitate Dei, 20,5
Porque vuestro cuerpo será regenerado por
la incorrupción, de la misma manera con que será regenerada vuestra
alma por la fe.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 33
Acontecerá que en el día del juicio
responderán los judíos: Señor, no te hemos conocido como Hijo de Dios
en carne mortal, ¿qué hombre podría ver un tesoro escondido en la
tierra o al sol cubierto de nubes? Y los discípulos contestarán:
Nosotros fuimos hombres sencillos e ignorantes del pueblo; vosotros
sacerdotes y escribas. Pero nuestra buena voluntad ha venido a ser en
nosotros como una lámpara que ha iluminado nuestra ignorancia,
mientras que vuestra malicia ha sido para vosotros la noche donde
quedó abismada vuestra ciencia.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 64,2
No dijo el Señor: y a las naciones de todo
el mundo, sino a las tribus de Israel; porque tanto los apóstoles como
los judíos habían sido educados bajo las mismas leyes y costumbres.
Por consiguiente, cuando digan los judíos que no pudieron creer en
Cristo porque se los prohibía la ley, se presentarán los discípulos
que recibieron la misma ley. Pero dirá alguno: ¿qué cosa considerable
les ha prometido el Señor si tendrán ellos lo mismo que tienen los
ninivitas y la reina del sur? El Señor les promete otras recompensas
superiores a las que deben recibir los primeros, pero aquí insinúa
veladamente algo más para ellos. Acerca de los judíos dijo simplemente
que se levantarán y condenarán a esta generación, mientras que a ellos
les dice: "Cuando se sentará el Hijo del hombre, os sentaréis también
vosotros". Es, pues, bien manifiesto que participarán de la gloria y
del Reino del Señor y esta gloria y este Reino es lo que el Señor
significó con la palabra tronos. ¿Mas cómo se ha cumplido esta
promesa? ¿Por ventura se sentará también Judas? De ninguna manera.
Porque dice la Ley de Dios, promulgada por el profeta Jeremías (
Jer 18,9-10): "Yo hablaré sobre una nación y
sobre un reino, para edificar y plantarlo; pero si hiciere el mal en
mi presencia, yo me arrepentiré de los bienes de que he hablado para
hacérselos"; que equivale a decir: Si se hacen indignos de mi promesa,
no haré lo que he prometido, y Judas se hizo indigno del apostolado.
Por esta razón, al dirigirse el Señor a sus discípulos, no dijo
simplemente: "Vosotros os sentaréis", sino que añadió: "que me habéis
seguido", para de este modo excluir a Judas y atraer a todos los que
después debían seguir al Señor. De manera que las palabras del Señor
fueron dirigidas no sólo a los apóstoles y excluyen a Judas, que ya
era indigno.
San Hilario,
in Matthaeum, 20
Cristo, al colocar a sus doce apóstoles
sobre doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel, unió su
gloria con la de los doce patriarcas.
San Agustín,
de civitate Dei, 20,5
De aquí debemos sacar como consecuencia
que Jesús juzgará juntamente con sus discípulos. Por esto se dice a
los judíos en otro lugar ( Mt 12,27;
Lc 11): "Y serán jueces vuestros". No debemos
creer que porque el Señor dice que se sentarán sus discípulos sobre
doce tronos, no juzgarán en unión con el Señor más que sólo doce
hombres a todo el género humano, porque el número doce expresa toda
una multitud de jueces, tomando en cuenta que las dos fracciones que
constituyen el número siete -esto es, tres y cuatro- significan con
frecuencia la universalidad de las cosas; y multiplicadas esas dos
fracciones forman el número doce. De otro modo Matías, que fue elegido
en lugar del traidor Judas, ni el apóstol San Pablo, que trabajó más
que todos los otros, no tendrían donde sentarse en el tribunal. El
mismo Pablo no deja lugar a dudas de que él, en unión con los otros
santos, serán jueces, cuando dice ( 1Cor
6,3): "¿Ignoráis que nosotros juzgaremos a los ángeles?"
San Agustín,
sermones, 351,8
Se cuentan, pues, en el número de jueces
todos los que, por el Evangelio, han dejado todas sus cosas y han
seguido al Señor.
San Gregorio Magno,
Moralia, 10,30
Todo el que movido por el estímulo del
amor de Dios dejare aquí cuanto posee, indudablemente obtendrá luego
lo más elevado de la potestad judiciaria, de suerte que el que por
consideración del juicio se someta a la dura necesidad de una pobreza
voluntaria, vendrá entonces a juzgar con el que juzga.
San Agustín,
de civitate Dei, 20,5
Las mismas observaciones se deben hacer
sobre el número doce en lo que concierne a aquellos que deben ser
juzgados. Es indudable que el Señor no excluye de este número a la
tribu de Leví, así como tampoco quiso comprender sólo al pueblo judío,
con exclusión de los demás pueblos.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 33
O bien por las palabras: "En la
regeneración", Cristo quiso expresar la primera época del
cristianismo, que siguió inmediatamente después de la Ascensión,
porque realmente en esa época fueron regenerados los hombres por el
bautismo y El estuvo sentado en el trono de su Majestad. Ved cómo no
se refieren sus palabras al último juicio sino a la vocación de todas
las naciones. Porque no dijo: Cuando viniere el Hijo del hombre
sentado sobre el trono de su Majestad; sino: En la regeneración cuando
se sentare en el trono de su Majestad. Cosa que se verificó desde que
comenzaron las gentes a creer en Cristo, según aquellas palabras (
Sal 46,9): "Reinará el Señor sobre las
naciones, Dios está sentado sobre su trono santo". Desde entonces
comenzaron los apóstoles a sentarse sobre sus doce tronos, es decir,
sobre todos los cristianos. Porque todo cristiano que recibe la
palabra de Pedro forma el trono de Pedro, y así de los demás
apóstoles. Porque los apóstoles están sentados sobre tronos divididos
en doce categorías, según las diferencias de las almas y la diversidad
de los corazones, que sólo Dios conoce. Porque así como el pueblo
judío estuvo dividido en doce tribus, así también todo el pueblo
cristiano está dividido en doce tribus, de suerte que unas almas
pertenecen a la tribu de Rubén, y así las demás, según sus distintas
virtudes. No todas las virtudes son iguales en todos, sino que unos
sobresalen en una y otros en otra. Los doce apóstoles juzgarán a las
doce tribus de Israel, esto es, a todo el pueblo judío, en el mismo
hecho de haber sido recibidas sus palabras por todas las naciones. Y
todos los cristianos constituyen los doce tronos de los apóstoles.
Pero para Cristo no hay más que un solo trono, porque todas las
virtudes son como un solo trono de Cristo, pues sólo El es perfecto en
todas las virtudes. Entre los apóstoles cada uno sobresale en alguna
virtud en particular, como Pedro en la fe, Juan en la inocencia. Por
esta razón Pedro tiene su trono en la fe y Juan en la inocencia y de
este modo los otros apóstoles. Las palabras siguientes demuestran que
Cristo se ocupaba también de la recompensa de los apóstoles en este
mundo: "Y todo el que dejare su casa, o a sus hermanos", etc. Porque
si reciben un céntuplo en este mundo, claro está que a los apóstoles
también les estaba prometida, aun en este mundo, esta recompensa.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 64,2
O también esta promesa se hacía a los
discípulos que estaban allí presentes, porque los apóstoles eran ya
superiores a tales promesas, no buscaban nada que fuese terrenal.
Orígenes,
homilia 9 in Matthaeum
O de otro modo, si alguno lo dejare todo y
siguiere a Cristo, recibirá lo que se prometió a Pedro; pero si no lo
dejare todo, sino solamente ciertas cosas que se mencionan
especialmente, éste recibirá un céntuplo y poseerá la vida eterna.
San Jerónimo
Valiéndose de estas palabras dicen algunos
que, pasados mil años después de la resurrección, recibiremos el
céntuplo de lo que hemos dejado y la vida eterna; no comprendiendo que
si en todo es aceptable y digna esta promesa, con respecto a las
esposas es vergonzosa, porque el que dejare una esposa por el Señor,
no va a recibir después cien. Consiguientemente el sentido del pasaje
es este: El que dejare por Cristo los bienes de la carne, recibirá los
del espíritu, que serán con respecto a los primeros, por su valor y
mérito, lo que es el número cien a un número pequeño.
Orígenes,
homilia 9 in Matthaeum
Además en esta vida, en lugar de los
hermanos carnales, encontrará un gran número de hermanos en la fe y
tendrá por padres a los obispos y a los presbíteros; y por hijos, a
todos los que estuvieren en la edad de la infancia. Los ángeles serán
también sus hermanos, y sus hermanas todas las vírgenes que han
consagrado su virginidad al Señor, tanto las que viven sobre la tierra
como las que ya están en el cielo. Comprended que en la eternidad y en
la ciudad de Dios tendrá él muchos campos y casas y sobre todo,
poseerá la vida eterna.
San Agustín,
de civitate Dei, 20,7
El apóstol hace un comentario de las
palabras: "Recibirá centuplicado", diciendo ( 2Cor
6,10): "Vivamos como si nada tuviéramos y como si lo poseyéramos
todo". La palabra ciento se pone muchas veces por un número universal
e indeterminado.
San Jerónimo
Las palabras: "Y todo el que dejare",
etc., están íntimamente relacionadas con aquellas otras (
Mt 10,35): "He venido a separar al hombre de
sus padres", etc. Porque el que por la fe de Cristo y la predicación
del Evangelio despreciare todos los afectos del corazón, las riquezas
y los placeres del siglo, éste recibirá centuplicado y poseerá la vida
eterna.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 64,2
Cuando dice el Señor: "El que dejare a su
mujer", no quiere decir que se rompa el lazo del matrimonio, sino que
debemos preferir el sentimiento de la fe a todo lo que existe y aun me
parece que va envuelto en esas palabras de una manera insinuante el
tiempo de la persecución, en el que habrá muchos padres que
arrastrarán a sus hijos a los templos de la idolatría. Quien hiciere
tal cosa no debe reputarse ni como hombre.
Rábano
Como sucede con frecuencia que el hombre
no continúa en la virtud con el mismo celo con que principió, sino
que, o se entibia o se deja caer con rapidez, añade el Señor: "Muchos
que están los últimos serán los primeros y muchos que están los
primeros serán los últimos".
Orígenes,
homilia 9 in Matthaeum
El Señor exhorta por estas palabras a
quienes se han acercado a la Palabra divina hace poco tiempo, a que se
apresuren a llegar a la perfección mucho más que aquellos que parece
que han envejecido en la fe. También pueden servir estas palabras para
educar en la humildad a aquellos que se glorían de haber sido educados
en el cristianismo por sus padres cristianos y para dar valor a
aquellos que han sido recientemente iniciados en los dogmas del
cristianismo. También se puede dar a este pasaje el sentido de que los
israelitas, que fueron los primeros, llegaron a ser por su infidelidad
los últimos; y los gentiles, que eran los últimos, los primeros. Con
toda precaución dice el Señor: "Muchos", porque no todos los primeros
serán los últimos, ni todos los últimos los primeros. Aún hay hombres
que siendo inferiores a los ángeles por su naturaleza, se han hecho
superiores a algunos ángeles por su vida angelical; y algunos ángeles
que fueron los primeros, son los últimos por su culpa.
Remigio
Estas palabras también pueden referirse
especialmente a la tristeza del rico, que creía ser el primero porque
había cumplido los mandamientos y luego fue el último por haber
preferido sus riquezas terrenales a Dios. Y los santos apóstoles, que
eran tenidos por los últimos, fueron hechos los primeros, dejándolo
todo por efecto de la gracia de la humildad. Hay, en fin, muchos que
después de tener mucho celo por las buenas obras, se abstienen de
ellas y son los últimos después de haber sido los primeros.
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