CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO |
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01-05 |
En aquel tiempo, Herodes el Tetrarca, oyó la fama de Jesús, y dijo a sus criados: "Este es Juan el Bautista, que resucitó de entre los muertos, y por eso virtudes obran en El". Porque Herodes había hecho prender a Juan, y atado, ponerle en la cárcel por causa de Herodías, mujer de su hermano. Porque le decía Juan no es lícito tenerla. Y queriéndole matar, temió al pueblo porque le miraban como a un profeta. (vv. 1-5)
Glosa
Después de habernos manifestado el
evangelista las calumnias que los fariseos levantaron contra Cristo a
propósito de sus milagros y la admiración que le profesaban por razón
de estos milagros, y que sin embargo, a pesar de esta admiración le
despreciaban, pasa ahora a referirnos la opinión que de El había
formado Herodes por los milagros que había oído contar; y por eso
dice: "En aquel tiempo oyó Herodes", etc.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 48,2
No sin causa marca el evangelista en este
pasaje la época: es para darnos a conocer el orgullo y la indiferencia
de este tirano, quien no trató de informarse en seguida de quién era
Cristo, sino después de pasado muchísimo tiempo. Es precisamente lo
que acontece a aquellos que están en el poder, que rodeados de
aduladores y entregados al orgullo, miran su salvación como un negocio
de escaso interés.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2,43
Dice San Mateo: "En aquel tiempo", no en
aquel día ni en aquella hora; también San Marcos lo refiere así, y de
la misma manera aunque no con el mismo orden ( Mc
6) puesto que lo cuenta después de haber dicho que el Señor mandó a
sus discípulos a predicar, sin dejarnos lugar a suponer que El trató
de hacernos ver una continuación de tiempo. De la misma manera está
puesta la narración de San Lucas ( Lc 9) que
la de San Marcos, quien únicamente nos hace suponer que El no quizo
seguir el orden cronológico de los hechos.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 48,2
Mirad cuán grande cosa es la virtud.
Herodes tuvo miedo de Juan a pesar de estar muerto, y por eso habla de
su resurrección: "Y dijo a sus criados: Este es Juan", etc.
Rábano
Por este pasaje podemos comprender la
envidia grandísima que tenían los judíos a Jesús. El extranjero
Herodes, a pesar de que no tenía testigo alguno que lo asegurase, dice
que Juan había resucitado de entre los muertos; y los judíos, no
obstante de tener profetas que les dijeron que Jesucristo resucitaría,
prefirieron negar la resurrección del Salvador y sostener que había
sido arrebatado clandestinamente del sepulcro, lo que nos muestra que
entre los gentiles hubo más docilidad para creer que entre los judíos.
San Jerónimo
Un intérprete ortodoxo pregunta por qué
razón sospechó Herodes que Juan había resucitado de entre los muertos,
como si quisiera darnos a nosotros mismos la razón de la
inconsecuencia de nuestros enemigos, o como si de sus palabras
quisiera dar a entender que creía en la metempsicosis, que admite que
después de muchas evoluciones de tiempo, las almas pasan a diversos
cuerpos, puesto que el Señor tenía treinta años cuando Juan fue
decapitado.
Rábano
Con razón todos los que admiten la
resurrección de los muertos se ven precisados a admitir que los santos
tendrán más poder después de la resurrección que el que tuvieron con
la debilidad de la carne; y por eso dice: "Y por eso virtudes obran en
El".
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2,43
Mas San Lucas dice: "Y dijo Herodes: Yo he
decapitado a Juan: ¿quién es éste de quien oigo hablar tanto?" (
Lc 9,9). Puesto que Lucas nos presenta a un
Herodes dubitativo, debe entenderse que, después de haber estado
perplejo, se convenció en la creencia de lo que le referían sus
cortesanos, lo cual manifiesta San Mateo en estos términos: "Este es
Juan Bautista". A no ser que fueran pronunciadas esas palabras para
indicar la perplejidad que las acompañaba. No hay dificultad en
tomarlas en ambos sentidos: o como convencimiento ante las palabras de
los que le rodeaban, o como expresión de su perplejidad, como refiere
San Lucas.
Remigio
Quizá pregunte alguno, ¿por qué San Mateo
dice: "En aquel tiempo" habiendo dicho mucho más arriba que el Señor,
después de la muerte de Herodes, se volvió desde Egipto? Pero se
desvanece esta dificultad teniendo presente que hubo dos Herodes. Y
muerto el primer Herodes, le sucedió su hijo Arquelao, que después de
diez años, fue desterrado a Viena, ciudad de la Galia. Después César
Augusto mandó que fuese dividido este reino en Tetrarquías y dio tres
partes a los hijos de Herodes. El Herodes, pues, que decapitó a Juan
es el hijo de Herodes el mayor, en cuya época nació el Salvador; y
esto mismo lo da a entender el Evangelio al usar la palabra tetrarca.
Glosa
Después de habernos dicho la opinión de
Herodes sobre la resurrección de Juan, vuelve el evangelista a
hablarnos sobre el modo como murió Juan, de quien nada había dicho
antes.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 48,2
Y no nos refiere el evangelista esta
historia como una cosa principal, puesto que su objeto es hablarnos
solamente de Cristo, sino porque este hecho está relacionado con la
historia del Salvador. Dice, pues: "Herodes mandó prender a Juan, y
atado", etc.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2,44
San Lucas no refiere este hecho en el
mismo orden, sino que lo une a la narración del bautismo del Señor (
Lc 3); por donde se ve que lo que preocupó al
evangelista fue el referirnos lo que aconteció mucho después. Porque
después de hacer mención de las palabras de Juan, que nos presentan al
Señor con el bieldo en la mano, añade a continuación lo que el
evangelista San Juan refiere, que no sucedió inmediatamente. Puesto
que nos dice que Jesús, después del bautismo, se fue a Galilea, que
después se volvió a Judea, donde bautizó cerca del Jordán; y todo esto
antes de que Juan fuese encarcelado. Ni San Mateo ni San Marcos
refieren el encarcelamiento de Juan en este orden, como se ve por sus
escritos, porque ellos dicen que después de encarcelado Juan, el Señor
estaba en Galilea, y después de los muchos milagros que allí hizo, que
fueron causa de que su fama llegara a oídos de Herodes, refieren
cuanto dice relación con la prisión y muerte de Juan. El motivo que
hubo para que Juan fuese aprisionado lo dice en las palabras
siguientes: "A causa de Herodías, mujer de su hermano; porque le decía
Juan: no te es lícito tenerla".
San Jerónimo
Cuenta una historia antigua que Filipo,
hijo de Herodes el mayor y hermano de este Herodes, se casó con
Herodías, hija de Aretas, rey de la Arabia; y que después el suegro,
por ciertas desavenencias contra el cuñado, se llevó a su hija, y para
mortificar al primer marido la casó con Herodes, su enemigo. Luego,
Juan Bautista, que había venido con el espíritu y la virtud de Elías (
Lc 1), con la misma autoridad con que éste
había reprendido a Acab y a Jezabel ( 1Re
21), reprendió a Herodes y a Herodías por su matrimonio ilegítimo. El
les dijo que no era lícito, mientras viviera su hermano, tomar por
esposa a su mujer, prefiriendo correr los perjuicios de un rey que
olvidar en la adulación los mandamientos de Dios.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 48,2
No se dirige, sin embargo, a la mujer,
sino al hombre, porque éste era la causa más principal.
Glosa
Probablemente profesaba la ley judaica, y
por eso Juan en nombre de esta ley le prohibió el adulterio. Sigue: "y
queriéndole matar temió al pueblo".
San Jerónimo
Temía él una sedición popular por causa de
Juan, que, como él sabía, había bautizado ya un gran número de judíos;
pero él era esclavo del amor por su mujer y esta pasión le había hecho
despreciar los preceptos de Dios.
Glosa
El temor de Dios corrige y el temor de los
hombres aplaza pero no cambia la voluntad, y los que se detienen en el
borde del crimen, vuelven con más furor al mismo crimen.
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06-12 |
Mas el día del nacimiento de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos, y agradó a Herodes. Por lo que prometió con juramento, que le daría todo lo que le pidiese. Y ella, prevenida por su madre, dijo: "Dame aquí en un plato la cabeza de Juan el Bautista". Y el rey se entristeció: mas por el juramento, y por los que estaban con él a la mesa, se la mandó dar. Y envió e hizo degollar a Juan en la cárcel. Y fue traída su cabeza en un plato, y dada a la muchacha, y ella la llevó a su madre. Y vinieron sus discípulos y tomaron su cuerpo y lo enterraron, y fueron a dar la nueva a Jesús. (vv. 6-12)
Glosa
Después de haber referido el evangelista
la prisión de Juan, nos habla de su muerte diciendo: "Mas el día del
nacimiento", etc.
San Jerónimo
De nadie más que de Herodes y del Faraón
sabemos que celebraran el día de su nacimiento ( Ex
40), sin duda para que así como estaban unidos por la impiedad, lo
estuvieran también por la festividad.
Remigio
Es necesario tener presente que la
costumbre, no sólo de las mujeres ricas, sino también de las pobres,
es el educar a sus hijas con tal recato que apenas son vistas por los
extraños; pero esta mujer impúdica educó a su hija con tan poco pudor
que no solamente no le enseñó la modestia, sino que le enseñó la
danza. Y no es menos digno de reprensión Herodes, que olvidando que su
casa era un palacio real, permitió que la dicha mujer la hiciera un
teatro. Por eso sigue: "Y agradó a Herodes".
San Jerónimo
Yo no excuso a Herodes que cometió
homicidio, resistiéndose y sin quererlo, a causa del juramento que
había hecho, porque ese mismo juramento fue quien preparó la muerte;
porque -si cometió el crimen a causa del juramento- ¿si se le hubiera
exigido la muerte de su padre o de su madre, los hubiera matado, sí o
no? Luego, debió rechazar contra el profeta lo que hubiera rechazado
en contra suya.
San Isidoro,
lib. syn, 2,10
Las promesas, cuando son malas, no debéis
cumplirlas; y es una promesa impía la que se cumple mediante un
crimen; y no se debe observar un juramento en el que, sin pensarlo, se
promete una cosa mala.
Sigue: "Y ella, prevenida por su madre,
dijo: dame aquí en un plato la cabeza de Juan", etc.
San Jerónimo
Herodías, temiendo que Herodes se
arrepintiese, o de que volviera a la amistad de su hermano Filipo, y
de que su matrimonio ilegítimo terminase con el divorcio, previene a
su hija que en seguida en el mismo convite pidiese la cabeza de Juan;
la sangre era el precio digno de una danza.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 48,2
Dos son los crímenes de esta joven: el
danzar y el haber danzado de manera que, agradando al rey, pudiese
pedir como recompensa la muerte. Y ved aquí la crueldad de la obscena
bailarina y la molicie de Herodes, porque se hace a sí mismo
responsable de un juramento y la hace a ella dueña de la demanda, y si
se entristeció, fue porque sabía que en esa demanda iba envuelto un
crimen. Por eso sigue: "Y el rey se entristeció", etc. Aun entre los
malos es digna de admiración y de alabanza la virtud.
San Jerónimo
O de otro modo, es costumbre de las
Escrituras el que el escritor cuente, no como opinión sino como un
hecho, la opinión de gran parte de los contemporáneos del hecho que
refiere. Así, como José era llamado por María padre de Jesús (
Lc 2), así también Herodes se nos presenta
ahora triste, porque así lo juzgaban los convidados. Este disimulo de
su alma y artificio del homicidio hacía aparecer la tristeza en su
rostro, pero la alegría estaba en su corazón. Sigue: "Por causa del
juramento", etc. Excusa su maldad con el juramento y se hace más impío
bajo el velo de la piedad. Por las palabras: "Y por los que estaban en
la mesa", nos significa que todos los que allí se entregaban a las
delicias del convite impuro eran participantes de su crimen y de los
sangrientos manjares.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 48,2
Y si él temía tener testigos de su
perjurio, ¡cuánto más debió temer tener tantos testigos de una muerte
impía!
Remigio
Un pecado conduce a otro pecado más grave,
porque el que no arranca de su corazón un deseo licencioso, pronto
llega hasta la lujuria, y si no reprime la lujuria, desciende hasta el
crimen del homicidio. Por eso sigue: "Y envió e hizo degollar a Juan".
San Jerónimo
Leemos en la historia romana que Flaminio,
general romano, que estaba recostado en un festín junto a una
cortesana que decía que ella jamás había visto decapitar a un hombre,
mandó que un criminal, condenado a pena capital, fuese decapitado en
la sala del festín. Los censores le arrojaron del senado por haber
derramado sangre humana en un festín, y haber ofrecido la muerte,
aunque de un criminal, delante de los espectadores mezclando de esta
manera el libertinaje con el homicidio. ¿Cuánto más criminales son
Herodes y Herodías y la muchacha que danzaba, por haber exigido como
recompensa la cabeza de un profeta, con el objeto de tener en su poder
la lengua que reprendía su matrimonio ilegítimo?
Sigue: "Y fue dada a
la muchacha", etc.
Glosa
Con el fin de que tuviera poder sobre la
lengua que reprendía su matrimonio ilegítimo.
San Gregorio Magno,
Moralia, 3,7
No es de extrañar que me cause una
admiración profunda el ver que aquel que fue lleno del espíritu de
profecía en el vientre de su madre ( Lc 1) y
que no ha tenido superior entre los hijos de mujer (
Mt 12), sea decapitado por la danza de una muchacha, y un varón
de tan grande santidad muera por la risa de una mujer infame. ¿Es por
ventura para expiar algún crimen de su vida pasada la razón de sufrir
una muerte tan despreciable? No, porque si Dios oprime a los suyos en
las cosas pequeñas, es porque al mismo tiempo está viendo el modo de
premiarlos en las cosas grandes. De aquí debemos sacar la conclusión
de cuán grande será el castigo de los réprobos, cuando de esta manera
prueba a los justos.
San Gregorio Magno,
Moralia, 29,4
Juan no murió como confesor de Cristo,
sino como confesor de la verdad y de la justicia; pero como la verdad
es Cristo, luchó hasta morir por Cristo, y a El debe el haber sido
mártir de la verdad.
Sigue: "Y
acercándosele sus discípulos", etc.
San Jerónimo
Bajo la palabra
discípulos, podemos comprender los de Juan y los del Salvador.
Rábano
Josefo cuenta, que Juan fue cargado de
cadenas y conducido al castillo de Maqueronte donde fue decapitado,
pero la historia eclesiástica nos dice que fue enterrado en Sebaste,
ciudad de la Palestina, llamada en otro tiempo Samaria.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 49,1
Observad cómo los discípulos de Juan
tienen más familiaridad con Jesús. Ellos son los que le anunciaron lo
acontecido a Juan. Por eso sigue: "Y vinieron sus discípulos a dar la
noticia a Jesús". Renunciando a todos los otros, se acogen a El y de
esta manera se dirigen a El poco a poco después de la desgracia y de
la respuesta dada por el Señor.
San Hilario,
in Matthaeum, 14
En sentido místico, Juan es la figura de
la ley, porque la ley fue quien anunció a Cristo, y Herodes es el rey
del pueblo y el representante del nombre y de la causa del pueblo que
estaba bajo sus órdenes. Juan prevenía a Herodes que no se casara con
la mujer de su hermano. Son, pues, y eran dos pueblos: el de la
circuncisión y el de los gentiles. Los dos son hermanos y descienden
del mismo tronco, del padre del género humano. Pero la ley mandaba al
pueblo de Israel que no se mezclase con las obras y la incredulidad de
los gentiles, cosas que unían a las naciones como por un lazo de
íntimo maridaje. Mas en el día del nacimiento de Herodes, es decir,
entre los goces terrenales danzó la hija de Herodías. La
voluptuosidad, que es como hija de la incredulidad, mezcla todos los
goces de Israel con los movimientos desordenados de una bailarina, a
quien es vendido el pueblo de Israel mediando un juramento. Esta
bailarina por instigación de su madre, esto es, de la infidelidad,
suplicó que se le entregase la cabeza de Juan, esto es, la gloria de
la ley. Pero el pueblo que tenía conciencia del bien que contenía la
ley, no accede a las condiciones de la voluptuosidad sin una impresión
dolorosa del perjuicio que se le sigue. El sabe que no le es lícito
abandonar a esta gloria de sus maestros, pero precisado por sus
pecados y por el juramento, viciado y vencido por el temor y el
ejemplo de los príncipes vecinos, obedece triste a las seducciones de
la licencia. Y en seguida es llevada en un plato la cabeza de Juan en
medio de las risotadas de un pueblo disoluto. Siempre por la
infracción de la ley se desarrolla la voluptuosidad de los sentidos, y
el lujo del mundo. La cabeza pasa de la hija a la madre, de esta
manera el vil Israel arroja la gloria de su ley a los pies del placer
y de la incredulidad. Terminados los tiempos de la ley y sepultados
con Juan, sus discípulos anuncian al Señor lo acontecido y pasan de la
ley al Evangelio.
San Jerónimo
O de otro modo, vemos nosotros en el día
de hoy, que los judíos perdieron en la cabeza de Juan a Cristo, cabeza
de todos los profetas.
Rábano
Y también se ha perdido para ellos la
lengua y la voz del profeta.
Remigio
O de otro modo, la decapitación de Juan
significa la disminución de su fama entre los judíos que lo tenían por
Cristo ( Lc 8), así como la exaltación del
Señor sobre la cruz anuncia el avance de la fe. Por eso dijo Juan: "Es
necesario que él crezca y que yo disminuya" ( Jn
3,30).
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13-14 |
Y cuando lo oyó Jesús se retiró de allí en un barco a un lugar desierto apartado; y habiéndolo oído las gentes, le siguieron a pie de las ciudades. Y cuando salió, vio una grande multitud de gente, y tuvo de ellos compasión, y sanó los enfermos de ellos. (vv. 13-14)
Glosa
El Salvador, cuando oyó la muerte del que
le había bautizado, se retiró a un lugar desierto. Por eso sigue: "Y
cuando lo oyó Jesús se retiró de allí en un barco a un lugar desierto
apartado".
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2,45
El evangelista refiere esto a continuación
de la pasión de Juan; de donde resulta que después de estas cosas se
verificaron las que se refirieron arriba y que movieron a Herodes a
decir: "Este es Juan" ( Mt 14,2). Se debe
mirar como posterior lo que la fama llevó a oídos de Herodes (lo cual
refiere San Lucas) y le hizo dudar, y le obligó a preguntar quién era
ése de quien había oído tantas maravillas, habiendo él mismo quitado
la vida a Juan.
San Jerónimo
Mas no se retiró a un lugar desierto por
temor de que le quitaran la vida, como algunos se figuran, sino para
perdonar a sus enemigos, no sea que añadiesen a un homicidio otro
homicidio. O para diferir su muerte hasta el día de Pascua, día en que
el cordero pascual era inmolado como figura, y las puertas de los
fieles rociadas de sangre. O se retiró para darnos ejemplo de que no
debemos exponernos con temeridad a la persecución, porque no todos los
que se presentan a ella perseveran con la misma constancia. Por esta
razón manda en otro lugar: "Cuando os persiguieren en una ciudad, huid
a otra" ( Mt 10,23). La expresión del
evangelista es admirable, no dice: Huyó a un lugar desierto, sino, se
retiró, más bien por evitar que por temer a los perseguidores. Puede
también haberse retirado a un desierto, después de saber la muerte de
Juan, con el objeto de poner a prueba la fe de los fieles.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 49,1
O también hizo esto porque quiso hacer aun
muchas cosas de una manera humana, no habiendo llegado aún el tiempo
de descorrer el velo para descubrir su Divinidad. Y por esta razón,
aunque El sabía el acontecimiento antes de que se lo dijeran (
Mt 16), no se retiró, hasta que se lo
anunciaron, para de esta manera demostrar la verdad de su Encarnación,
y hacerla creer no sólo con palabras sino con obras. Y al retirarse no
se fue a una ciudad, sino a un desierto, y en un barco para que nadie
le siguiese; pero las gentes no le abandonan ni aun así, sino que le
siguen, sin que les aterrase lo que había sucedido con Juan. Y por eso
sigue: "Y habiéndolo oído las gentes le siguieron", etc.
San Jerónimo
Le siguieron las gentes a pie, no en
caballerías ni en vehículos, sino afrontando los trabajos de una
marcha a pie, a fin de manifestar el ardor de su alma.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 49,1
Y por esta razón recibieron en seguida la
recompensa. Por eso sigue: "Y cuando salió, vio una grande multitud de
gente, y tuvo de ellos compasión, y sanó los enfermos de ellos".
Aunque era mucho el cariño de aquellos que abandonaban las ciudades y
le buscaban con ansiedad, sin embargo, lo que el Señor hizo en favor
de ellos excede a cuanto pudieron merecer, y por eso nos pone su
misericordia como causa de esas curaciones. Y es, en efecto, un rasgo
de su grande misericordia el curar a todos sin exigirles la fe.
San Hilario,
in Matthaeum, 14
En sentido místico el Verbo de Dios,
terminado el tiempo de la ley, visita la Iglesia embarcado, y se
dirige hacia el desierto, porque abandonando Judea, pasa a los
corazones desiertos de los que no tenían conocimiento de Dios. Mas las
gentes, al oír esto, siguen al Señor desde la ciudad al desierto, es
decir, se dirigen desde la sinagoga a la Iglesia, y al ver esto el
Señor se mueve a piedad y les cura todo abatimiento y toda enfermedad,
esto es, los purifica dándoles los principios de la nueva predicación,
a sus espíritus abatidos y sus cuerpos que estaban desfallecidos por
el letargo de la incredulidad.
Rábano
Es de notar que las gentes siguieron al
Señor después que El llegó al desierto; porque sólo un pueblo le
adoraba antes de que llegase a la soledad de las naciones.
San Jerónimo
Mas las gentes abandonan sus ciudades,
esto es, sus antiguas costumbres y sus diferentes creencias. Y la
salida de Jesús significa que a pesar de que las gentes tenían deseos
de ir a donde El estaba, se encontraban sin fuerzas para llegar allí,
y por esta razón el Salvador sale de su lugar y marcha al encuentro de
ellos.
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15-21 |
Y venida la tarde se llegaron a El sus discípulos y le dijeron: "Desierto es este lugar y la hora ya pasada: despacha las gentes para que pasando a las aldeas se compren qué comer". Y les dijo Jesús: "No tienen necesidad de irse: dadles vosotros de comer". Le respondieron: "No tenemos aquí, sino cinco panes y dos peces". Jesús les dijo: "Traédmelos aquí". Y habiendo mandado a la gente que se recostase sobre el heno, tomó los cinco panes y los dos peces, y alzando los ojos al cielo, bendijo y partió los panes, y los dio a los discípulos y los discípulos a las gentes. Y comieron todos y se saciaron. Y alzaron las sobras, doce cestos llenos de pedazos. Y el número de los que comieron fue cinco mil hombres sin contar mujeres y niños. (vv. 15-21)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 49,1-2
Lo que demuestra la fe del pueblo es que a
pesar de sufrir las incomodidades del hambre aguardaban al Señor hasta
la tarde. Por eso sigue: "Y venida la tarde, se llegaron a El sus
discípulos y le dijeron: Desierto es este lugar". El Señor esperaba
para darles de comer el que se lo suplicaran, para darnos a entender
que no hace El primero los milagros, sino después que ha sido llamado.
Y por esta razón no se le acerca ninguno de la multitud; le respetaban
demasiado y su presencia les hacía olvidar los estímulos del hambre.
Ni al acercarse los discípulos dijeron: dales de comer (porque aún no
estaban dispuestos con toda perfección) sino que le dicen: "Desierto
es este lugar". Porque parecía a los judíos como un milagro en el
desierto, cuando ellos dijeron: "¿Acaso puede preparar una mesa en el
desierto?" ( Sal 77,19). Esto es lo que opera
Jesús: El los lleva al desierto a fin de que no puedan dudar del
milagro y ninguno pueda creer que se había traído la comida de alguna
aldea vecina. Pero aun cuando esté desierto el lugar, sin embargo,
está presente el que alimenta al mundo. Y si ha pasado la hora de
comer, como le dicen, sin embargo, El que no está sujeto a hora, les
habla. Y aunque previniendo el Señor a sus discípulos, curó muchos
enfermos; sin embargo, eran entonces tan imperfectos los discípulos,
que no podían comprender cómo iba a dar de comer a tanta gente con tan
pocos panes. Por eso dicen: "Despacha a la gente", etc. Mirad la
sagacidad del Maestro: no les dijo en seguida: Yo les daré de comer
(porque ni aun esto hubieran creído fácilmente), sino que se añade: "Y
les dijo Jesús: no tienen necesidad de irse: dadles vosotros de
comer".
San Jerónimo
El incita a los apóstoles a que partan el
pan, a fin de hacer más patente a aquellos que atestiguaban que no
tenían qué comer, la grandeza del milagro.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2,46
Mas se puede hacer aquí esta objeción. Si
el Señor, según la narración de Juan ( Jn 6),
después de mirar a la multitud preguntó a Felipe la manera de
alimentarla, ¿cómo puede ser verdad lo que sobre esto refiere San
Mateo, que los discípulos dijeron primero al Señor que despachara la
gente a fin de que pudiesen comprar sus alimentos en los lugares
vecinos? Debe entenderse esto en el sentido de que el Señor después de
esas palabras miró a la multitud, y dijo a Felipe lo que refiere Juan
pero que omiten Mateo y otros; y no debe nadie inquietarse ni mirar
como una dificultad el que un evangelista refiera lo que otro pasa en
silencio.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 49,1
Las palabras anteriores no dieron más
acierto a los discípulos, que aún hablan al Señor como a un hombre.
Por eso sigue: "Le respondieron: No tenemos aquí sino cinco panes",
etc. Vemos por estas palabras la cordura de los discípulos, que les
hace despreciar la comida, porque siendo ellos doce, tenían cinco
panes y dos peces. Miraban, efectivamente, con desprecio las cosas
materiales, y estaban poseídos de las espirituales. Pero como sus
pensamientos aún eran terrenales, el Señor principia a enseñarles lo
que era propio de su poder. Por eso sigue: "Jesús les dijo: traédmelos
aquí", etc. ¿Por qué para alimentar a la multitud no saca los panes de
la nada? Sin duda para cerrar la boca a Marción y a los maniqueos, que
miran a las criaturas como cosas extrañas a Dios, y para manifestar
por sus obras que todo lo visible es obra y creación suya, y hacernos
ver de este modo que El es el que da los frutos y el que dijo al
principio del mundo: "Que la tierra germine hierba verde" (
Gén 1,11). Porque no es menor obra que ésta
la que ahora va a hacer, porque indudablemente no es operación más
pequeña el alimentar con cinco panes y dos peces a tan numerosa
multitud, que el hacer que la tierra produzca frutos, y las aguas
reptiles y otros seres animados; todo lo cual nos prueba que El es
Señor de la tierra y del mar. El ejemplo de los discípulos debe
enseñarnos que aunque sea poco lo que poseamos, conviene que lo
distribuyamos entre los necesitados; porque al mandar el Señor a sus
discípulos que trajeran los cinco panes, no dicen éstos: Y nosotros,
¿con qué apagaremos nuestra hambre? Y por eso sigue: "Y habiendo
mandado a la gente que se recostase sobre el heno, tomó los cinco
panes y los dos peces, y alzando los ojos al cielo, bendijo", etc. ¿Y
por qué alzó los ojos al cielo y bendijo? Porque quiso hacernos ver
que El venía del Padre y era igual a El, demostraba que era igual al
Padre por el poder, y que venía del Padre refiriéndolo todo a El e
invocándolo en todas sus obras. Y para demostrar las dos cosas, unas
veces obra los milagros con poder y otras con súplicas. Es de
advertir, que para las cosas pequeñas alza los ojos al cielo, y en las
cosas mayores obra con su poder; así cuando perdonó pecados, resucitó
muertos, dio vista a ciegos de nacimiento (obras todas propias de
Dios), no lo hizo con súplicas; pero en la multiplicación de los panes
(obra menor que todas las anteriores) alzó los ojos al cielo, a fin de
enseñarnos que su poder, aun en las cosas pequeñas, le viene
únicamente del Padre. También nos enseña que antes de ponernos a comer
debemos dar gracias a Dios que nos da la comida, y por esta razón
levantó los ojos al cielo. Los discípulos tenían ejemplos de otra
multitud de milagros, pero de éste no tenían ninguno.
San Jerónimo
Con la partición de los panes, hizo el
Señor una porción de comida, porque si hubieran estado enteros, y no
los hubiera partido en pedazos, ni los hubiera multiplicado en
tantísima abundancia, no hubiera podido alimentar a una multitud tan
grande. Mas las gentes reciben del Señor, por manos de los Apóstoles,
los alimentos; y por esta razón sigue: "Y los dio a los discípulos".
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 49,2-3
En lo cual no sólo honró el Señor a sus
discípulos, sino que quiso que no fueran incrédulos a la vista de este
milagro, que no debían olvidar aun después de verificado, puesto que
tenían por testigos de él a sus mismas manos. Y por tanto deja que las
gentes sientan, primeramente, la necesidad del hambre, se le acerquen
sus discípulos y le pregunten. Y recibió los panes de sus mismas manos
para que fuesen muchas las pruebas del milagro que hacía y tuviesen
muchos motivos para recordarlo. Y no les dio más que los panes y los
peces, y de todo esto hizo participar a todos igualmente, para
enseñarnos la humildad, la economía y la caridad, que mira todas las
cosas como comunes a todos. Y los panes y los peces aumentaban en las
manos de los discípulos. Por eso sigue: "Y comieron todos", etc. Mas
no consistió sólo en esto el milagro, sino que hizo que sobraran no
panes, sino pedazos de pan, a fin de hacer ver que estos restos eran
de los panes, que debían anunciar a los ausentes la realidad del
milagro y convencer a todos de que no era una quimera este prodigio.
Por eso sigue: "Y alzaron las sobras, doce cestos llenos de pedazos".
San Jerónimo
Cada uno de los Apóstoles llenó un cesto
con las sobras que quedaron del milagro del Salvador, con el objeto de
hacer ver por las sobras, que realmente eran panes los que fueron
multiplicados.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 49,3
E hizo que sobraran doce cestos, para que
Judas se llevase también el suyo. Entregó los fragmentos sobrantes a
los discípulos y no a las gentes, porque las disposiciones de éstas
eran aun más imperfectas que las de los discípulos.
San Jerónimo
Los panes eran cinco y los convidados
cinco mil. Por eso sigue: "Y el número de los que comieron fue cinco
mil, sin contar las mujeres y los niños".
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 49,3
La mayor gloria del pueblo fue el que
estuvieran presentes, cuando quedaron estas sobras, las mujeres y los
niños.
San Hilario,
in Matthaeum, 14
No fueron multiplicados los cinco panes en
multitud de panes, sino que se sucedieron los pedazos a los pedazos.
Fue la materia del pan la que aumentó, pero ignoro si lo fue en el
lugar que servía de mesa o en las mismas manos de los convidados.
Rábano
San Juan nos dice, antes de referirnos
este milagro ( Jn 6), que la Pascua estaba
próxima, y San Mateo y San Marcos colocan este hecho inmediatamente
después de la muerte de Juan, de donde resulta, que fue decapitado
Juan en los días próximos a la Pascua. Y al año siguiente, a la
proximidad de la Pascua, fue consumado el misterio de la Pasión del
Señor.
San Jerónimo
Todas estas cosas están llenas de
misterios. El Señor hizo este milagro, no por la mañana ni al
mediodía, sino por la tarde, cuando murió el sol de justicia.
Remigio
Por la tarde, nos designa el evangelista
la muerte del Salvador, porque después que aquel sol de la verdad
murió en la cruz, todos sus servidores recibieron el alimento. O
también, por la palabra tarde, se significa
la última edad del mundo, en la que vendrá el Hijo de Dios a saciar a
todos los que creen en El.
Rábano
En la súplica de los discípulos al Señor
para que despache la gente, a fin de que compren lo que habían de
comer, se expresa el disgusto de los judíos hacia los gentiles, a
quienes los discípulos juzgaban más aptos para buscar su alimento en
las escuelas de los filósofos, que en los libros sagrados.
San Hilario,
in Matthaeum, 14
Pero les respondió el Señor: "No tienen
necesidad de marcharse", manifestando de esta manera, que no tenían
necesidad aquéllos a quienes había curado, ni de alimentarse de una
comida venal, ni de volver a Judea para comprarla; y manda a los
Apóstoles, que les den de comer. Mas ¿ignoraba acaso, que no había
cosa alguna que se les pudiese dar? Pero todo esto debía tener una
aplicación típica: los Apóstoles no habían recibido aún el don de
confeccionar el pan del cielo y distribuirlo, y su respuesta debe
entenderse completamente en un sentido espiritual. Ellos no tenían
para alimentarse más que cinco panes, es decir, los cinco libros de la
ley, y dos peces, esto es, las predicaciones de los profetas y de
Juan.
Rábano
Puede entenderse también por los dos
peces, las profecías y los salmos, porque todo el Antiguo Testamento
está comprendido en la ley, los profetas y los salmos.
San Hilario,
in Matthaeum, 14
Los Apóstoles, pues, ofrecieron
primeramente lo que aún poseían, pero la predicación del Evangelio
desenvolvió en ellos con abundancia lo que antes poseían. Después de
esto, hace sentar al pueblo, que ya no está arrojado en tierra, sino
apoyado en la ley, sobre el heno. Cada uno se sienta sobre el fruto de
sus obras, como sobre la hierba del suelo.
San Jerónimo
O también los manda sentar sobre el heno,
y según otro evangelista ( Mc 6), en grupos
de cincuenta y ciento, a fin de que, después de haber pisado su carne
y los placeres del mundo, como si fueran heno seco, ascendieran por la
penitencia desde el número cincuenta al de ciento. Y mira al cielo
para enseñarles a dónde deben dirigir sus ojos. Rompe la ley y los
profetas, y les pone delante los misterios, a fin de que lo que no les
alimentaba cuando estaba entero, alimente dividido en partes a
multitud de gentes.
San Hilario,
in Matthaeum, 14
Y se entregan los panes a los Apóstoles,
porque mediante ellos debían de ser dados los dones de la gracia
divina. El número de los convidados es el de los futuros creyentes.
Porque se dice en el libro de los Hechos de los Apóstoles (
Hch 4,4), que del gran número del pueblo de
Israel, que se hallaba presente, sólo creyeron cinco mil hombres.
San Jerónimo
Mas comieron cinco mil hombres, que habían
llegado a la edad madura; y las mujeres y los niños, el sexo débil y
los pequeños no eran dignos de ser contados en este número, por eso en
el libro de los Números ( Núm 1) no se
cuentan los siervos, las mujeres, los niños y el pueblo bajo.
Rábano
No crea nuevos alimentos para las gentes
hambrientas, sino que después de recibir los que tenían los Apóstoles,
los bendijo, porque viniendo El en la carne no predicaba otra cosa más
que lo que ya había sido anunciado, y más bien enseñaba que la Ley y
los Profetas estaban llenos de misterios. Los discípulos retiran lo
que había sobrado a las gentes, porque los misterios más secretos,
incomprensibles al vulgo, no deben ser despreciados, sino que deben
ser objeto de un estudio serio de parte de los doce Apóstoles,
figurados en los doce cestos, y de sus sucesores. Los cestos sirven
para usos manuales, y Dios eligió lo que es vil a los ojos del mundo
para confundir a los fuertes ( 1Cor 1).
También se pueden tomar los cinco mil convidados por los cinco
sentidos del cuerpo humano, empleados con utilidad durante la vida en
las cosas materiales.
|
22-33 |
Y Jesús hizo subir luego a sus discípulos en el barco, y que pasasen antes que El a la otra ribera del lago, mientras despedía la gente, y luego que la despidió, subió a un monte solo a orar. Y cuando vino la noche, estaba El allí solo. Y el barco, en medio de la mar, era combatido de las ondas; porque el viento era contrario. Mas a la cuarta vigilia de la noche, vino Jesús hacia ellos, andando sobre el mar. Y cuando le vieron andar sobre la mar, se turbaron y decían: "que es fantasma". Y de miedo comenzaron a dar voces. Mas Jesús les habló al mismo tiempo y dijo: "Tened buen ánimo: yo soy, no temáis". Y respondió Pedro y dijo: "Señor, si tú eres, mándame venir a Ti sobre las aguas". Y El le dijo: "ven". Y bajando Pedro del barco, andaba sobre el agua para llegar a Jesús. Mas viendo el viento recio, tuvo miedo; y como empezase a hundirse, dio voces diciendo: "valedme, Señor". Y luego, extendiendo Jesús la mano, trabó de él y le dijo: "hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?" Y luego que entraron en el barco, cesó el viento. Y los que estaban en el barco, vinieron y le adoraron diciendo: "Verdaderamente Hijo de Dios eres". (vv. 22-33)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 49,3
Queriendo dar una prueba contundente de la
veracidad de lo que había acontecido, ordenó a los que habían
presenciado el milagro de la multiplicación de los panes que se
apartaran de El. El por su parte se retiró al monte a orar, porque
estando presente se podía pensar que el milagro había sido una
fantasía y no había acontecido realmente, pero esto no sucedería si se
ausentaba.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 49,3
Es necesario tener presente que cuando el
Señor obra cosas grandes despacha a las multitudes, dándonos a
entender con este proceder, que jamás debemos buscar el aplauso
popular ni hacer que nos siga la multitud. También nos enseña que no
debemos confundirnos continuamente con ella, ni alejarnos siempre de
ella, sino que debemos practicar sucesivamente las dos cosas. Por eso
sigue: "Y luego que despidió la gente, subió a un monte solo", etc.,
hecho que nos dice cuán buena es la soledad para la oración. Por esto
se marchó al desierto y permaneció allí en oración toda la noche, para
darnos a entender que debemos buscar para dirigir nuestras súplicas
las ocasiones y los sitios tranquilos.
San Jerónimo
Cuando dice que subió solo a orar, no
debemos referirnos a aquel que con cinco panes sació a cinco mil
hombres, sino a aquel que, después de saber la muerte de Juan, se
retiró a la soledad; no porque trate el evangelista de dividir la
persona del Señor, sino solamente las obras, que son propias de la
divinidad y las que lo son de la humanidad.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 2,47
Parece haber una contradicción entre lo
que nos dice San Mateo, esto es, que después de despedidas las gentes
fue cuando subió el Señor solo a orar, y entre lo que pone San Juan,
que nos indica que subió el Señor antes de que fuesen despedidas las
gentes. Pero como el mismo San Juan dice que se fue al monte para
evitar que el pueblo lo aclamara rey, es ciertamente indudable que
para alimentar a tanta gente, el Señor debió haber descendido del
monte a la llanura. Por consiguiente no hay contradicción entre San
Mateo que dice: "Que subió solo a orar al monte" y San Juan, que pone
( Jn 6,15): "cuando comprendió el Señor que
le iban a coger para proclamarle rey, se retiró solo a la montaña,
etc.". Porque la razón que tenía para orar, no excluye la que tenía
para huir, puesto que el mismo Señor nos enseña que debemos acudir a
la oración siempre que tengamos precisión de huir. Lo que pone San
Mateo anteriormente ( Mt 14,22) -que el Señor
mandó entrar en el barco a sus discípulos y que en seguida, después de
haber despedido las gentes, subió solo a la montaña para orar- no está
en oposición con la narración de San Juan, que nos presenta al
Salvador huyendo, desde luego, solo hacia la montaña, en las palabras
Jn 6,16: " Y a la caída de la tarde bajaron
los discípulos al mar y subieron en un barco, etc." Porque ¿quién no
ve que San Mateo no hace más que recapitular lo que el Señor mandó
antes de huir a la montaña y que San Juan lo expone después cuando fue
practicado por los discípulos?
San Jerónimo
Con razón se retiraron los apóstoles con
cierto pesar y repugnancia del Señor, pues temían naufragar si El
estaba ausente. Por esta razón sigue: "Y cuando vino la noche, el
barco en medio de la mar era combatido por las ondas".
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 50,1
Ved aquí otra vez a los discípulos
expuestos a la tempestad; pero en la primera tenían al Salvador a su
lado en el barco, mas ahora están solos; de esta manera van poco a
poco aprendiendo a sufrir con valor todos los contratiempos.
San Jerónimo
Cuando el Señor permanecía en la montaña
orando, se levanta un viento contrario, agita el mar y pone en peligro
la vida de los apóstoles hasta la llegada de Jesús.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 50,1
Y permite que estuvieran toda la noche en
peligro, para de esta manera levantar más el corazón de los discípulos
con el temor y suscitar en ellos un deseo grandísimo de tener siempre
presente al Señor y de que los socorriese continuamente. Por eso no
los ayudó en el acto. Prosigue: "Mas a la cuarta vigilia", etc.
San Jerónimo
Porque el tiempo se dividía por las
centinelas y velas militares. Al decir, pues, el evangelista, que
llegó el Señor a la cuarta vigilia, nos manifiesta que toda la noche
estuvieron en peligro los discípulos.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 50,1
De esta manera les enseña el Señor a no
buscar una rápida solución a los males que nos sobrevengan, y a
sufrirlos con valor cuando vinieren. Cuando los discípulos creían que
se habían salvado del naufragio, aumentó su temor. Por eso sigue: "Y
cuando le vieron se turbaron", etc. Tal es la conducta del Señor;
advierte con las cosas más difíciles siempre que va a poner fin a
algún mal. Porque no queriendo probar por más tiempo al justo y
tocando al fin sus combates, aumentan las dificultades para que sus
méritos sean mayores; así ocurrió con Abraham, a quien mandó como
última prueba la inmolación de su hijo.
San Jerónimo
La gritería confusa y las voces inciertas,
son indicio de un grandísimo alboroto. Y si según Marción y Maniqueo,
el Señor no nació de la Virgen y no era más que una apariencia, ¿cómo
se explica ese temor de los apóstoles cuando creyeron ver un fantasma?
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 50,1
Cristo no se dio a conocer a sus
discípulos hasta que gritaron. Porque cuanto mayor fuese su temor,
mayor sería su alegría al verle presente. Por eso sigue: "Mas Jesús
les habló al mismo tiempo y les dijo: "Tened buen ánimo: yo soy, no
temáis"; palabras que calmaron el temor de los discípulos y les
infundieron confianza.
San Jerónimo
Cuando dice: "Yo soy", no añade quién es
El; ya porque por el timbre de la voz tan conocida a ellos, podían
comprender quién les hablaba en medio de las tinieblas de una noche
tan oscura; o ya porque podían conocer que el que les hablaba era el
mismo que sabían ellos habló a Moisés en estos términos (
Ex 3,14): "Dirás esto a los hijos de Israel:
El que es, me ha mandado a vosotros". Pedro dio pruebas en todas las
ocasiones de una fe grandísima y con esta fe tan ardiente, creyó
(mientras los demás se callaban) que con el poder de su Maestro podría
hacer lo que no podía con sus fuerzas naturales. Por eso sigue: "Y
respondió Pedro y dijo: Señor, si tú eres, mándame venir a ti", etc.
Manda tú, Señor y en seguida las olas tomarán solidez y mi cuerpo, que
es pesado por sí, se hará ligero.
San Agustín,
sermones, 76,5
Porque por mí nada puedo, sino por ti.
Conoció Pedro hasta dónde alcanzaba su poder y el de aquel por cuya
voluntad creyó podía hacer lo que no podía la débil naturaleza humana.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 50,1
Mirad cuán grande es su fervor, cuán
grande es su fe; no dijo "ruega", "suplica", sino "manda". Porque no
solamente creyó que Cristo podía andar sobre las aguas, sino también
hacer que otros anduviesen y deseó vivamente ir a El, no para que
hiciera ostentación de este prodigio, sino por el grande amor que
tenía a Jesús. Porque no dijo: "mándame andar sobre las aguas, sino
mándame ir a ti". Es evidente que en el milagro de andar sobre las
aguas, se ve el dominio del Señor sobre el mar; pero aun es superior a
ese el milagro siguiente: "Y El le dijo: ven. Y bajando Pedro del
barco, andaba sobre el agua".
San Jerónimo
Los que opinan que el cuerpo del Señor no
era un cuerpo verdadero, porque marchaba sobre las aguas, sino un
cuerpo fluido y aéreo, contesten cómo pudo andar Pedro, que
indudablemente era verdadero hombre.
Rábano
Finalmente, Teodoro escribió, que el
cuerpo del Señor no tenía peso material y que anduvo sobre el mar sin
peso alguno, pero esto es contrario a la fe católica. Porque dice
Dionisio
1, que
el Señor marchaba sobre las olas, no con pies líquidos y sin
consistencia, sino con pies que tenían un peso corporal y que eran una
carga material sobre las aguas.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 50,2
Pedro, después de haber vencido la mayor
dificultad, esto es, el andar sobre las aguas, se asusta en lo que era
menos difícil, esto es, en el embate del viento. Por eso sigue: "Mas
viendo el viento recio tuvo miedo". Porque así es la naturaleza
humana. Frecuentemente obra bien en las cosas grandes y es digna de
reprensión en las insignificantes. El temor de Pedro marca una
diferencia grande entre el Maestro y el discípulo, pero al mismo
tiempo calmaba a sus compañeros. Ya no habían visto con buenos ojos
que los dos hermanos se sentasen a la derecha del Señor (
Mt 20). Aun más se hubieran disgustado en
este caso. Esto se debía a que aún no estaban llenos del Espíritu
Santo; pero después que tuvieron ese Espíritu, reconocieron el primado
de Pedro y le dieron la presidencia en todas sus reuniones.
San Jerónimo
Deja tomar algún incremento a la tentación
para que aumente su fe y para que comprenda que su salvación no fue
resultado de su súplica, sino del poder del Señor. Ardía en su alma la
fe, pero la fragilidad humana le arrastraba al abismo.
San Agustín,
sermones, 76,8
Pedro puso, desde luego, su esperanza en
el Señor y todo lo pudo por el Señor. Como hombre tuvo miedo, pero se
volvió al Señor. Por eso sigue: "Y como empezase a hundirse, dio
voces, etc." ¿Y podía acaso el Señor abandonar al que zozobraba,
oyendo sus súplicas? Por eso sigue: "Y luego, extendiendo el Señor la
mano, etc.".
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 50,2
No mandó el Señor a los vientos que se
calmasen, sino que extendió su mano y asió a Pedro, porque era
necesario que tuviese fe. Porque cuando nos falta a nosotros lo que es
propiamente nuestro, lo que es de Dios jamás falta y para manifestarle
que no era el furor del viento sino su poca fe lo que le hacía temer
por su vida, le dice: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?" Palabras
que dan a entender que, si hubiera tenido mucha fe, no hubiera temido
que el viento lo dañase. Y así como una madre recoge con sus alas y
mete de nuevo en el nido al pollo que se sale del nido antes de tiempo
y que está a punto de caer, así también lo hizo Cristo. Por eso sigue:
"Y luego que estuvieron en el barco, le adoraron diciendo:
"Verdaderamente, Hijo de Dios eres".
Rábano
Esto debe entenderse de los que iban en el
barco, o de los apóstoles.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 50,2
Ved cómo el Señor va enseñando poco a poco
a todos hasta en las cosas más elevadas. Antes reprende al mar y ahora
demuestra más su poder andando sobre el mar, mandando a otro andar
también y salvándolo cuando peligraba. Por eso decían de El:
"Verdaderamente Hijo de Dios es", cosa que hasta entonces no habían
dicho.
San Jerónimo
Si, pues, a una sola señal del Señor se
calma el mar, (cosa que acontece algunas veces y por casualidad,
después de violentas tempestades) y los que iban en el barco y los que
lo conducían, confiesan que el Señor verdaderamente es Hijo de Dios,
¿por qué predica Arrio en la Iglesia que sólo es una criatura?
San Agustín,
sermones, 75,2-3
Y en sentido místico, toda montaña es una
altura. ¿Y qué cosa hay en el mundo más alta que el cielo? Nuestra fe
conoce quién es Aquel que sube al cielo; ¿y por qué sube solo? Porque
no sube al cielo nadie más que Aquel que descendió del cielo (
Jn 3). Aun cuando al final de los tiempos
vendrá El y nos llevará al cielo, aun entonces subirá solo, porque la
cabeza con el cuerpo formará un solo Cristo. Ahora sube sólo la cabeza
y sube a orar, porque sube hasta el Padre para interceder por
nosotros.
San Hilario,
in Matthaeum, 14
O también, está solo por la tarde, para
manifestarnos su soledad durante su pasión, dejándolo abandonado los
mismos creyentes.
San Jerónimo
Sube también solo a la montaña, porque las
gentes no lo podían seguir a las cosas elevadas, como no hayan sido
enseñadas junto al mar en la ribera.
San Agustín,
sermones, 75,3
Sin embargo, mientras ora Jesús en la
altura, mar adentro es agitada la barquilla por las grandes olas, y
puesto que éstas suben, también la barquilla puede quedar sumergida.
Tenemos representada la Iglesia por la barquilla y al mundo por el mar
tempestuoso.
San Hilario,
in Matthaeum, 14
Al mandar el Señor a sus discípulos subir
en el barco y atravesar el estrecho, mientras El despide la gente y
sube a la montaña a orar, nos manda vivir dentro de la Iglesia y en
medio del mundo hasta que, volviendo en la gloria de su venida, dé la
salud al resto del pueblo de Israel y les perdone sus pecados. Después
de perdonado el pueblo, o mejor dicho, después de admitido en el reino
celestial, El se sentará dando gracias a Dios Padre, en su gloria y
majestad. Sin embargo, los discípulos son entregados a los vientos y a
la mar y a las tormentas del mundo, que levanta contra ellos el
espíritu del mal.
San Agustín,
sermones, 75,7
Cuando alguno que tiene una voluntad
perversa, o grandísimo poder, levanta una persecución contra la
Iglesia, ésta es la gran ola que azota la barquilla.
Rábano
Con esta razón se nos presenta solo en la
tierra, mientras el barco está en alta mar. Porque frecuentemente la
Iglesia está sometida al peso de la aflicción y parece como abandonada
por algún tiempo por Dios.
San Agustín,
sermones, 75,7
Llegó el Señor a donde estaban los
discípulos temerosos de la tempestad, a la cuarta vigilia de la noche,
es decir, al finalizar la noche, porque cada vigilia comprende tres
horas y la noche por consiguiente se compone de cuatro vigilias.
San Hilario,
in Matthaeum, 14
La primera vigilia fue la de la ley, la
segunda la de los profetas, la tercera la de la venida corporal y la
cuarta será la de la vuelta de la gloria.
San Agustín,
sermones, 75,7
En la cuarta vigilia de la noche (esto es,
casi al terminar la noche), el Señor vendrá al finalizar los tiempos
(después de pasada la noche de la iniquidad) a juzgar a los vivos y a
los muertos. Mas ha venido ya de una manera maravillosa. Porque se
levantaban las olas y las pisoteaba y por más poderosas que se
levanten las potestades del mundo, su cabeza quedará aplastada bajo
los pies de aquel que es nuestra cabeza.
San Hilario,
in Matthaeum, 14
Y cuando venga el Señor, encontrará
cansada a su Iglesia y rodeada de los males que levantarán el
Anticristo y el espíritu del mundo. Y las costumbres del Anticristo
empujarán a los fieles hacia todo género de tentaciones. Tendrán miedo
hasta de la venida de Cristo por el temor que les infundirá el
Anticristo con las falsas imágenes y fantasmas que les pondrá a la
vista; pero el Señor, que es tan bueno, aleja de ellos ese temor,
diciendo: "Soy yo" y rechaza con la fe en su venida el inminente
peligro.
San Agustín,
quaestiones evangeliorum, 1,15
O también se entiende por las palabras de
los discípulos "que era un fantasma", que sólo dudarán de la venida de
Cristo aquellos que se entregasen al diablo. Y cuando Pedro pidió al
Señor que le socorriese para no perecer entre las olas, se nos da a
entender en esa tribulación de Pedro, que la Iglesia, después de la
última persecución, será aún purificada con algunas otras
tribulaciones. Esto mismo lo significa San Pablo cuando dice (
1Cor 3,15): "El será salvo, pero sin embargo,
como por el fuego".
San Hilario,
in Matthaeum, 14
O también, el adelantarse Pedro a todos
los que estaban en el barco para responder y suplicar al Señor que le
mandase ir a El sobre las aguas, significa el cariño que tendrá al
Señor durante su pasión, a donde le seguirá y le acompañará con
desprecio de la muerte; pero su timidez figura la debilidad que había
de mostrar en esta prueba futura, en que el miedo de la muerte lo
llevaría a la negación, y su grito expresa los gemidos de su
penitencia.
Rábano
El Señor lo miró y lo convirtió a la
penitencia, extendió sus manos y le dio el perdón; de esta manera el
discípulo encontró la salvación, que no viene del que la quiere ni del
que corre, sino de Dios, que se compadece de él (
Rom 9,16).
San Hilario,
in Matthaeum, 14
Ved aquí la razón de por qué el Señor no
concedió a Pedro, que estaba temblando de miedo, la fuerza necesaria
para que llegase a El, sino que lo cogió de la mano y lo sostuvo. Sólo
el que había de padecer por todos los hombres perdona los pecados y no
admite compañero alguno en la obra de salvación el que se entrega solo
por la universalidad de los hombres.
San Agustín,
sermones, 76,4
En un sólo apóstol (esto es, en Pedro, el
primero del colegio apostólico y su cabeza y en quien estaba
representada la Iglesia), se nos significan las dos cosas, esto es, la
fuerza cuando andaba sobre las aguas y la debilidad cuando dudó. Cada
uno tiene su tempestad en la pasión que lo domina. ¿Amas a Dios? Andas
sobre las aguas y tienes a tus pies el temor del mundo. ¿Amas al
mundo? El te sumergirá; pero cuando tu corazón esté agitado por el
placer, invoca la divinidad de Cristo, a fin de vencer las pasiones.
Remigio
El Señor os socorrerá si tenéis confianza
en que por su protección serán alejados los peligros de las
tentaciones. Y esto se verificará a la aproximación de la aurora.
Porque cuando la fragilidad humana, sumergida en las aflicciones,
considera sus pocas fuerzas, no ve a su alrededor más que tinieblas;
pero cuando levanta su alma hacia los favores celestiales, ve de
repente la salida del sol, que ilumina toda la vigilia de la noche.
Rábano
Nada tiene de maravilloso que, subiendo el
Señor al barco, cesara el viento. Porque en todos los corazones en que
está el Señor presente por su gracia, bien pronto se calman todos los
combates.
San Hilario,
in Matthaeum, 14
También la tranquilidad del viento y del
mar al subir el Señor al barco, figura la paz y la tranquilidad que el
Señor concederá a su Iglesia después de su vuelta de su gloria, y como
entonces vendrá con más claridad, con razón dirán todos llenos de
admiración: "Verdaderamente Hijo de Dios eres tú". Entonces confesarán
todos completa y públicamente, que el Hijo de Dios ha vuelto, no ya
con la humildad de su cuerpo, sino con su gloria celestial, a dar la
paz a su Iglesia.
San Agustín,
quaestiones evangeliorum, 1,15
Porque se nos indica también que su gloria
será entonces más clara para aquellos que marchan ahora por la fe y
entonces verán al Señor en sí mismo.
Notas
|
34-36 |
Y habiendo pasado a la otra parte del lago, fueron a la tierra del Genesar. Y después que le conocieron los hombres de aquel lugar, enviaron por toda aquella tierra y le presentaron todos cuantos padecían algún mal. Y le rogaban que les permitiese tocar siquiera la orla de su vestido. Y cuando la tocaron, quedaron sanos. (vv. 34-36)
Remigio
El evangelista nos ha referido más arriba,
que mandó el Señor a sus discípulos que subiesen al barco y pasasen
antes que El al otro lado del estrecho. Ahora, siguiendo la narración
comenzada, nos dice a dónde llegaron después de la travesía: "Y
habiendo pasado al otro lado del lago, fueron a la tierra del Genesar".
Rábano
La tierra del Genesar, que se extiende
sobre las riberas del lago de Genesaret, toma su nombre de la
naturaleza del mismo lugar. Viene este nombre de un vocablo griego que
significa engendrar el viento, porque saltan tanto las aguas en este
sitio, que parece como que forman ráfagas de viento.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 50,2
Nos manifiesta el evangelista, que después
de una larga ausencia llegó el Señor a aquel país y por eso sigue: "Y
después que lo conocieron".
San Jerónimo
Lo conocieron por su fama, mas no porque
lo habían visto, aunque muchos seguramente lo conocían de vista y a
causa de los milagros asombrosos que hacía en los pueblos. Y ved aquí
la gran fe de los habitantes del Genesar. No se contentan con la
curación de los que estaban presentes, sino que avisan a todas las
ciudades vecinas para que acudan al médico.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 50,2
Y no lo hacían como para probarlo, ni le
arrastraban a las casas, ni le exigían la imposición de las manos,
sino que lo atraían por su gran fe. Por eso sigue: "Y le presentaron
cuantos padecían algún mal y le rogaban que les permitiese tocar
siquiera la orla de su vestido". La mujer, que padecía el flujo de
sangre, fue la que enseñó a todos que, tocando la orla del vestido de
Cristo, se alcanzaba la salud. Se ve claramente por lo dicho
anteriormente, cómo no desapareció, durante la ausencia del Señor, la
fe de esos hombres, sino que aumentó, y por esta fe tan grande fueron
todos sanados. Por eso continúa: "Y cuantos la tocaron quedaron
sanos".
San Jerónimo
Si comprendiéramos nosotros lo que
significa en nuestra lengua la palabra Genesar, sabríamos cómo Jesús,
por este hecho de los apóstoles y del barco, pasa al otro lado, es
decir, a la ribera, siendo esto figura de la Iglesia después de
haberla sacado libre del naufragio de las persecuciones y la hace
descansar en el puerto más tranquilo.
Rábano
La palabra Genesar significa principio del
nacimiento y nosotros tendremos completa tranquilidad cuando se nos
devuelva mediante Cristo la herencia del paraíso y la alegría de la
investidura primigenia.
San Hilario,
in Matthaeum, 14
O de otro modo, después de terminado el
tiempo de la ley y de haber entrado en la Iglesia cinco mil hijos de
Israel, sale el pueblo fiel, libre ya de la ley por la fe, al
encuentro del Señor y le presenta a los que quedan aún enfermos y
convalescientes, pero deseosos de tocar la orla del vestido del Señor
que los ha de salvar por la fe. Porque así como de toda la orla del
vestido sale la virtud del Espíritu Santo, así también sale de Nuestro
Señor Jesucristo, se transmite a los apóstoles y saliendo de éstos
como de su propio cuerpo, sana a todos los que deseaban tocarla.
San Jerónimo
O también, los preceptos leves están
representados por la orla del vestido, porque el que los violase será
llamado el más pequeño en el Reino de los Cielos (
Mt 5).
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 50,2
Mas nosotros, no sólo tenemos la orla o
vestido de Cristo, sino también su cuerpo para que lo comamos.
Consiguientemente, si recibieron tan grande virtud los que tocaron la
orla del vestido de Cristo, mucho mayor será la que tendrán los que
reciban al mismo Cristo todo entero.
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