CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO |
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01-04 |
Entonces Jesús habló a la multitud y a sus discípulos diciendo: "Sobre la cátedra de Moisés se sentaron los escribas y los fariseos. Guardad, pues, y haced todo lo que os dijeren; mas no hagáis según las obras de ellos, porque dicen y no hacen. Pues atan cargas pesadas e insoportables, y las ponen sobre los hombros de los hombres; mas ni aun con su dedo las quieren mover". (vv. 1-4)
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 43
Después que el Señor había humillado a los
sacerdotes con su contestación dio a conocer la incorregible condición
de ellos como sucede a los sacerdotes, que si obran mal ya no se
enmiendan. Así como los seglares cuando faltan, se enmiendan
fácilmente. Por esto se dirige a sus apóstoles y al pueblo. Prosigue:
"Entonces Jesús habló a la multitud y a sus discípulos". Es
infructuosa la palabra, cuando por medio de ella, unos son confundidos
para que otros no sean enseñados.
Orígenes,
homilia 23 in Matthaeum
Hay unos discípulos de Jesús que son
mejores que los que componen las turbas, y encontrarás en las iglesias
algunos que se acercan con más afecto al Verbo divino, y que son
discípulos de Jesucristo, mientras que los otros solamente pueden
llamarse su pueblo; y a veces, dice ciertas cosas sólo a sus
discípulos; otras veces dice algunas cosas a las turbas y a los
discípulos a la vez, como son las que siguen: "Sobre la cátedra de
Moisés se sentaron los escribas y los fariseos". Los que creen que
pueden gloriarse de interpretar bien la ley de Moisés, son los que se
sientan sobre su cátedra, y los que no se separan de la letra de la
ley, se llaman escribas; los que, dando a entender que saben algo más,
se distinguen a sí mismos, como mejores que los demás, se llaman
fariseos, que quiere decir, divididos. Los que comprenden y exponen
los escritos de Moisés en sentido espiritual, se sientan, en verdad,
sobre la cátedra de Moisés. Pero no son escribas ni fariseos, sino que
son mejores que éstos, y discípulos amados de Jesucristo. Por lo
tanto, después de la venida de Jesucristo, se sientan sobre la cátedra
de la Iglesia, que es la cátedra de Jesucristo.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 43
Debe observarse cómo se sienta cada uno de
estos sobre la cátedra, porque la cátedra no es la que hace al
sacerdote, sino el sacerdote a la cátedra. El lugar no santifica al
hombre, sino el hombre al lugar. Por lo tanto, un mal sacerdote, del
sacerdocio sacará deshonra, no dignidad.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 72,1
Para que algunos no digan, soy peor para
obrar, porque, quien me ha enseñado es malo, rechaza esta razón cuando
añade: "Guardad, pues, y haced todo lo que os dijeren", etc. Porque no
dicen cosa alguna de sí mismos, sino que hablan cosas de Dios, que
publicó su ley por medio de Moisés. Y observa con cuánto honor habla
de Moisés, manifestando la unidad que hay entre lo que se dice y el
Antiguo Testamento.
Orígenes,
homilia 23 in Matthaeum
Si los escribas y los fariseos que se
sientan sobre la cátedra de Moisés son los doctores de los judíos, que
enseñan según la letra los preceptos de la ley, ¿cómo es que el Señor
nos manda hacer lo que éstos nos ordenan; siendo así que los apóstoles
prohiben a los fieles, en el libro de los Hechos (cap. 15), que vivan,
según la letra de la ley? Pero aquéllos la enseñan según la letra
porque no conocen su espíritu; lo que nos dicen pues acerca de la ley,
lo hacemos y observamos, conociendo su sentido, pero no obrando como
ellos obran; porque ellos no obran como la ley enseña, ni comprenden
que hay un velo sobre la letra de la ley. Y cuando se oyen estas
cosas, no vayamos a creer que todas ellas son preceptos de la ley,
porque hay muchas que tratan de las comidas, de los sacrificios, y
otras cosas por el estilo; sino únicamente las que corrigen las
costumbres. ¿Y cómo es que no mandó esto mismo acerca de la ley de
gracia, sino únicamente acerca de la ley de Moisés? Porque todavía no
era tiempo de dar a conocer los preceptos de la nueva ley, antes de su
pasión. También a mí me parece que dijo esto, previendo algo más: como
había de vituperar a los escribas y a los fariseos en sus palabras
siguientes, para que no pareciera que deseaba la jefatura entre los
necios, o que hacía esto por enemistad, primeramente retira toda
sospecha; y entonces empieza a reprender, con objeto de que las turbas
no caigan en los mismos defectos, pero comprendan que aunque deben
oírlos, no deben imitarlos en sus acciones; por esto añade: "Mas no
hagáis según las obras de ellos". ¿Qué cosa hay más miserable que un
doctor, cuyos discípulos se salvan no siguiendo su ejemplo, y se
condenan cuando le imitan?
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 43
Así como el oro se saca de la tierra,
despreciando a ésta, así también reciban la enseñanza los que la oyen,
y no hagan caso de las costumbres de los que la predican.
Frecuentemente suelen enseñar buena doctrina los hombres malos. Y así
como los sacerdotes juzgan preferible enseñar junto con los buenos a
los malos, y no despreciar por éstos a los buenos, así también los
súbditos honren también a los malos sacerdotes en vistas a los buenos,
para que no sean despreciados también los buenos junto con los malos.
Pues mejor es favorecer, aunque injustamente, a los malos, que quitar
lo que sea justo a los buenos.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 72,1
Considera también cómo empieza a
vituperarlos, pues sigue: "Porque dicen y no hacen". Especialmente, es
digno de censura, aquel que teniendo obligación de enseñar, quebranta
la ley. En primer lugar, porque falta cuando debe corregir a otro; en
segundo lugar, porque el que peca es digno de mayor castigo, cuanto
mayor es su dignidad; y en tercer lugar, porque hace más daño, en
atención a que peca siendo doctor. Además, reprende también a
aquéllos, porque son duros para los que les están subordinados. Por
esto prosigue: "Pues atan cargas pesadas e insoportables", etc. En
esto da a conocer la malicia doble de éstos: lo uno, porque exigen una
vida perfecta a los que les están subordinados, sin dispensarles lo
más mínimo; y lo otro, porque son altamente condescendientes consigo
mismos. Pero conviene que el jefe proceda como juez inexorable en las
cosas que a él afectan; y que sea bueno y pacífico en las que afectan
a sus subordinados. Obsérvese, pues, cómo agrava su reprensión: no
dijo que no pueden, sino que no quieren; ni dijo llevar, sino mover;
esto es, ni aun acercarse, ni tocar.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 43
Indudablemente llama a esas observancias
de la ley cargas pesadas e insoportables, a propósito de los fariseos
y de los escribas, de quienes está hablando. De estas cargas dice el
apóstol San Pedro dice en los Hechos de los Apóstoles: "¿A qué fin
queréis colocar sobre los cuellos de los discípulos un yugo que no
hemos podido llevar ni nosotros ni nuestros padres?" (
Hch 15,10). Porque algunos, al recomendar con
falsas razones a sus oyentes las cargas de la ley, ataban como con
ciertos lazos sus corazones, a fin de que, creyéndose obligados por la
razón, no se atreviesen a arrojar lejos de sí semejantes ligaduras.
Mas éstos no cumplían ninguna de sus obligaciones, no sólo por
completo, sino ni siquiera ligeramente, es decir, ni aun tocando con
los dedos.
Glosa
O también: atan las cargas, esto es,
recogen de todas partes esas tradiciones, que lejos de elevar la
conciencia, la rebajan y la abaten.
San Jerónimo
Los hombros, los dedos, las cargas y los
lazos con que son atadas las cargas de los que se ven oprimidos deben
tomarse en sentido espiritual. Aquí también habla el Señor en general
contra todos los maestros, que mandan lo más pesado y ellos no hacen
ni aun lo menor.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 43
Tales son los que imponen un gran peso
sobre los que vienen a hacer penitencia, y así, mientras se huye de la
pena presente, se menosprecia el castigo de la otra vida. Por lo
tanto, si colocas un gran peso sobre los hombros de un joven que no
pueda llevarlo, tendrá necesidad o de arrojar la carga, o de sucumbir
debajo de ella. Y al hombre a quien se le imponga una penitencia grave
le sucederá que: o la despreciará o, si la acepta, cuando no pueda
llevarla, escandalizado, pecará más. Por lo tanto, aunque no obremos
bien imponiendo poca penitencia ¿no será mejor errar a causa de la
caridad que de la crueldad? Cuando el padre de familia es
condescendiente, el que dispensa sus gracias, debe serlo también. Si
Dios es bueno, ¿por qué su sacerdote ha de ser austero? ¿Quieres
aparecer como santo? En toda tu vida no dejes de ser austero contigo,
y benigno respecto de los demás; que los hombres te oigan exigiendo
poco y que te vean haciendo cosas grandes. El sacerdote que es
condescendiente consigo, pero que exige cosas graves de los demás, es
como un mal repartidor de contribuciones en una ciudad, que se
dispensa de pagar y carga a los demás.
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05-12 |
"Y hacen todas sus obras por ser vistos de los hombres, y así ensanchan sus filacterías, y extienden sus franjas. Y aman los primeros lugares en las cenas y las primeras sillas en las Sinagogas. Y ser saludados en la plaza y que los hombres los llamen Rabbí. Mas vosotros no queráis ser llamados Rabbí, porque uno sólo es vuestro Maestro y vosotros todos sois hermanos. Y a nadie llaméis padre vuestro sobre la tierra: porque uno es vuestro Padre, que está en los cielos. Ni os llaméis maestros, porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. El que es mayor entre vosotros, será vuestro siervo. Porque el que se ensalzare, será humillado, y el que se humillare, será ensalzado". (vv. 5-12)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 72,2
Había reprendido el Señor a los escribas y
a los fariseos por crueles y perezosos, y ahora les reprende su
vanagloria, que los separa de Dios. Por esto dice: "Todo lo hacen por
ser vistos de los hombres", etc.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 43
En todas las cosas hay siempre un algo que
las perjudica; así está el gusano para el tronco, y la polilla para el
vestido. Por esto el demonio se esfuerza en corromper el ministerio de
los sacerdotes, que ha sido establecido para fomentar la santidad,
procurando que esto que es tan bueno, se convierta en malo en cuanto
depende de los hombres. Quitemos el mal proceder del clero y todo
saldrá perfectamente; de aquí se desprende que es difícil el
arrepentimiento de los sacerdotes que pecan. Y el Señor quiere
manifestar en esto la causa de por qué no podían creer en Jesucristo,
esto es, porque todo lo hacen para ser vistos por los hombres. Es
imposible, pues, que crean en Jesucristo cuando quien predica las
cosas del cielo únicamente desea la gloria terrena de los hombres. He
leído que algunos interpretan este lugar de este modo: "Sobre la
cátedra", esto es, según el honor y grado en que estuvo Moisés, fueron
constituidos los escribas y los fariseos. Predicaban a otros la
doctrina que anunciaba al Cristo que había de venir, pero ellos no le
recibían cuando estaba presente. Por esto exhorta al pueblo a que oiga
la ley que predicaban, esto es, a creer en Jesucristo anunciado por la
ley, y no a imitar a los escribas y a los fariseos que eran
incrédulos. Y explicó la causa de por qué predicaban que Jesucristo
había de venir según la ley, y no creían en él, esto es, porque hacían
todas sus obras con el fin de ser vistos por los hombres. No
predicaban que Jesucristo vendría, por deseo de su venida, sino para
que como doctores de la ley fuesen vistos por los hombres.
Orígenes,
homilia 24 in Matthaeum
Hacen sus buenas obras con el fin de ser
vistos por los hombres, aceptando visiblemente la circuncisión, pero
ocultando las riquezas de sus casas, y haciéndolo todo por el mismo
estilo. Los discípulos de Jesucristo cumplen la ley en secreto, porque
-como dice el Apóstol- están constituidos judíos en secreto (
Rom 4).
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 72,2
Observa que los reprende con cierta
intención, porque no dice sencillamente que hacen sus obras para ser
vistos por los hombres, sino que añade "todas". Y después demuestra
que no se glorían tampoco de grandes cosas, sino de algunas de poca
importancia. Por esto añade: "Y así ensanchan sus pergaminos", etc.
San Jerónimo
Por lo tanto, como el Señor había dado los
mandatos de la ley por medio de Moisés, los cumplió hasta el extremo
como decía el Deuteronomio: "Llevarás los preceptos en tu mano, y los
tendrás siempre a la vista" ( Dt 6,8). Lo que
quiere decir: que estén mis preceptos en tu mano, y los cumplirás con
las obras; estén ante tus ojos, para que medites en ellos de día y de
noche. Los fariseos interpretando esto en mal sentido, escribían en
pergamino el Decálogo de Moisés, esto es, los diez preceptos de la
ley, llevándolos plegados y atados sobre la frente, formando con ellos
una especie de corona, de modo que siempre los tenían delante de sus
ojos. También había mandado Moisés, que llevasen en las cuatro puntas
de sus mantos cenefas de jacintos, como distintivo del pueblo de
Israel, para que, así como se distinguían en sus cuerpos de los
gentiles por medio de la circuncisión -que era un signo judaico, así
el vestido llevase también alguna diferencia (ver
Núm 15,38). Pero los maestros, como supersticiosos, deseando
captar la atención de los demás, y apeteciendo las ganancias que
podrían obtener de las mujeres, hacían sus cenefas más grandes, y
ataban en ellas espinas agudísimas, para que al andar y al sentarse se
punzasen, y con esta advertencia pudiesen consagrarse mejor al
ministerio del servicio divino. Llamaban a aquella especie de
distintivo, filacterías del Decálogo; tablas en que están escritos los
nombres de los jueces, esto es, conservadurías, porque todos los que
las tenían las conservaban para defenderse y protegerse a sí mismos.
No entendían los fariseos que debían llevar estos preceptos más bien
en su corazón que en sus cuerpos. De otro modo, quedaban reducidos a
ser armarios o cajas que tienen libros, pero que no conocen a Dios.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 43
Imitando el ejemplo de éstos, hay muchos
ahora que inventan nombres hebreos de ángeles, los escriben y se los
colocan, para que sirvan de admiración a los que no entienden. Otros
llevan colgado al cuello algún trozo escrito del Evangelio. Pero ¿no
se lee todos los días el Evangelio en la iglesia para que lo oigan los
hombres? ¿Cómo pueden salvar los Evangelios colgados al cuello a aquel
a quien nada aprovechan cuando los tiene puestos en sus oídos? Además,
¿dónde estará la virtud del Evangelio: en las figuras de las letras, o
en el conocimiento de su sentido? Si está en las figuras, obrarán bien
llevándolo colgado al cuello; pero si está en el entendimiento, más
aprovecharán si se lleva en el corazón, que si se suspende del cuello.
Otros exponen este mismo pasaje fijándose en que dilataban sus
discursos ocupándose del modo como ellos observaban la ley como
filacterios, esto es, como conservadores de la salvación. Y así, en
este sentido era como predicaban al pueblo con asiduidad. Las cenefas
hermoseadas de sus mantos, significan las excelencias de los
mandamientos de la ley de Dios.
San Jerónimo
Como dilataban en vano las filacterías, y
hacían mayores sus orlas, se captaban la admiración de los hombres,
pero les vituperaban en las demás cosas. Por esto prosigue: "Y aman
los primeros lugares en las cenas; y ser saludados en las plazas",
etc.
Rábano
Debe advertirse que no prohibe el que sean
saludados en la plaza, ocupen o se sienten en los primeros puestos
aquellos a quienes se deben estos respetos por razón de sus cargos o
dignidades. Pero sí nos enseña, que nos guardemos como de unos
malvados de aquellos que exigen injustamente de los fieles todas estas
cosas, ya tengan o no derecho a ellas.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 43
No vitupera a aquéllos que ocupan los
primeros lugares, sino a los que los desean; refiriendo su reprensión
al deseo y no al hecho. Se humilla, pues, sin motivo respecto del
lugar, aquel que da a sí mismo la preferencia en su corazón. Alguno
hay que se jacta oyendo que es laudable el colocarse en el último
lugar, y por esto se sienta después que todos. Y no sólo no abandona
la arrogancia de su corazón, sino que además adquiere la vanagloria de
la humildad, como el que quiere aparecer como justo, y se presenta
como humilde. Hay muchos que siendo soberbios se colocan en los
últimos sitios, y por el orgullo de su corazón, les parece que se
sientan a la cabeza de los demás, y también hay muchos humildes, que
aun cuando se sientan en los primeros puestos, están convencidos en
sus conciencias que deben ocupar los últimos puestos.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 72,2
Véase dónde se encuentra la vanagloria que
los dominaba: en las sinagogas, en donde entraban a dirigir a otros.
Que se condujesen de este modo en las cenas, era todavía tolerable,
aun cuando conviene que el doctor llamase la atención, no sólo en la
iglesia, sino en todas partes. Si el desear ocupar estos sitios merece
reprensión, ¿cuánto peor será que otro los ocupe sin deber?
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 43
También desean los primeros saludos, no
sólo según el tiempo, sino también según la palabra para que les
saludemos primero, levantando la voz y diciendo: que Dios te guarde,
Maestro. Y en cuanto al cuerpo, para que les inclinemos la cabeza, y
en cuanto al lugar, para que les saludemos en público. Por esto dice:
"Y las salutaciones en la plaza".
Rábano
Aun cuando no están exentos de
culpabilidad en este punto todos aquellos que se mezclan en las
disputas del foro y ambicionan sentarse en la cátedra de Moisés y el
que los hombres les llamen maestros de la sinagoga.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 43
Esto es, quieren ser llamados aunque no lo
son; apetecen el nombre, pero desprecian el oficio.
Orígenes,
homilia 24 in Matthaeum
En la Iglesia de Jesucristo también se
encuentran algunos que desean los primeros puestos de las mesas, para
ser parecidos a los diáconos; por lo tanto ambicionan ocupar los
primeros puestos de aquellos que se llaman presbíteros; y otros
trabajan porque los hombres les llamen obispos, esto es, maestros.
Pero el verdadero discípulo de Jesucristo, desea los primeros puestos
en las cenas espirituales, para comer lo mejor de los manjares
espirituales. Desea también cuando los apóstoles se sienten sobre doce
tronos, ocupar los primeros puestos; es muy justo que se hagan
acreedores por sus buenas acciones a ocupar estos sitios. Desea
también las salutaciones que tienen lugar en las alegrías de la
gloria, esto es, en las reuniones celestiales de los hombres nacidos
primitivamente para el cielo, y no desean llamarse maestros ni por los
hombres ni por ninguna otra criatura cuando son buenos, porque sólo
hay uno que es el maestro de todos. Por esto sigue: "Mas vosotros no
queráis ser llamados Rabbí".
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 72,3
O dicho de otra manera: vituperaba a los
fariseos por todo aquello, sin embargo pasaba en silencio algunas
cosas pequeñas y de poca importancia dando a entender que sus
discípulos no necesitaban ser instruidos acerca de ellas. Pero lo que
era la causa de todos los males era el apetecer la cátedra de maestro.
Toca esta cuestión para enseñar a los discípulos cómo deben portarse
respecto de ellas. Por esto añade: "Mas vosotros no queráis ser
llamados Rabbí", etc.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 43
No queráis ser llamados Rabbí, no sea que
os atribuyáis lo que se debe a Dios: ni tampoco llaméis a otros
maestros, para que no concedáis a los hombres lo que se debe a Dios.
Unicamente hay un maestro de todos, y que enseña a todos los hombres
naturalmente. Por lo tanto, si un hombre enseñase a otro, todos los
hombres sabrían que tienen doctores. Pero ahora, como no es un hombre
quien enseña sino Dios, son muchos los que son enseñados pero pocos
los que aprenden. Porque no es el hombre quien da el entendimiento a
los demás hombres cuando se les enseña, sino que ejercita por medio de
la enseñanza el que Dios les ha concedido.
San Hilario,
in Matthaeum, 24
Y para que los discípulos tengan presente
que son hijos de un solo padre, y que por efecto de un nuevo
nacimiento han pasado los umbrales de su origen terrenal, añade: "Y
vosotros, todos sois hermanos".
San Jerónimo
Todos los hombres pueden llamarse hermanos
por afecto, y éste puede ser de dos maneras, especial y general.
Especial, porque todos los cristianos se llaman hermanos; general,
porque todos los hombres proceden de un solo padre y viven unidos a
nosotros como hermanos.
Prosigue: "Y a nadie
llaméis vuestro padre sobre la tierra", etc.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 43
Aunque en el mundo un hombre engendra a
otro hombre, sin embargo únicamente hay un Padre que nos ha criado a
todos. No tenemos, pues, el principio de nuestra vida en nuestros
padres, sino que únicamente recibimos de ellos el poder de transmitir
esta vida.
Orígenes,
homilia 24 in Matthaeum
¿Y quién es el que no dice padre en el
mundo? Aquel que en todos los actos practicados según Dios, dice:
"Padre nuestro que estás en los cielos" ( Mt
6,9).
Glosa
Y como daba a entender que Dios era Padre
de todos, porque había dicho: "Que estás en los cielos", quiere dar a
conocer quién sea este maestro universal. Por esto repite otra vez lo
mandado acerca del maestro: "No os llaméis maestros, porque uno solo
es vuestro maestro, Jesucristo".
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 72,3
Cuando se dice que Jesucristo es maestro,
no se prescinde del Padre, como tampoco se prescinde de Jesucristo,
cuando se dice que Dios Padre es el Padre de todos los hombres.
San Jerónimo
Se pregunta por qué se llama el Apóstol
doctor de las gentes, en contraposición de lo que aquí se ordena (ver
1Tim 2), y por qué en los monasterios se usa
con tanta facilidad de la palabra padre. A esto se contesta, que una
cosa es ser padre o maestro por naturaleza, y otra cosa es serlo por
gracia. Si nosotros llamamos padre a un hombre, le dispensamos este
honor en razón a su edad, y con ello no confesamos que sea el autor de
nuestra vida. También se le llama maestro a aquel que en cierto
sentido está unido con el verdadero maestro. Y (para no repetir esto
muchas veces), del mismo modo que habiendo un solo Dios por naturaleza
y un solo Hijo, esto no obsta para que haya muchos que se llamen
abusivamente dioses, o que otros se llamen hijos por adopción; así, el
que haya un padre o un maestro, no obsta para que haya otros muchos
que por abuso puedan llamarse padres y maestros.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 72,3
No sólo prohibe el Señor ocupar los
primeros puestos, sino que por el contrario, quiere excitar a que se
deseen los últimos. Por esto añade: "El que es mayor entre vosotros,
será vuestro siervo".
Orígenes,
homilia 24 in Matthaeum
Y si alguno predica la palabra divina,
sabiendo que Jesucristo es quien la hace fructificar, que no quiera
llamarse maestro, sino ministro. Por esto sigue: "El que es mayor
entre vosotros, será vuestro siervo". El mismo Jesucristo, siendo
verdaderamente maestro, se presentó como ministro, cuando decía: "Yo
estoy en medio de vosotros como el que sirve" ( Lc
22). Después de todo añadió para aquellos a quienes prohibió el deseo
de la vanagloria: "Porque el que se ensalzare será humillado, y el que
se humillare, será ensalzado".
Remigio
Lo cual debe entenderse de este modo: todo
el que se ensalza por sus propios méritos, será humillado delante de
Dios, pero el que se ensalza en virtud de los beneficios recibidos de
Dios, será ensalzado delante de Dios.
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13 |
"¡Mas ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! que cerráis el reino de los cielos delante de los hombres. Pues ni vosotros entráis ni a los que entrarían dejáis entrar". (v. 13)
Orígenes,
homilia 25 in Matthaeum
Jesucristo, como Hijo verdadero de Aquel
que dio la ley, según la semejanza de las bendiciones que se conceden
por la ley, explicó las felicidades de los que se salvan; y según la
semejanza de las maldiciones expuestas en la ley, dice ¡ay! contra los
pecadores, cuando añade: "¡Mas ay de vosotros, escribas y fariseos
hipócritas!" Los que creen que es bueno decir esto contra los
pecadores, comprendan que el propósito de Dios es semejante cuando
maldice por medio de su ley; aquella maldición de la ley como el "ay"
del Señor recaen sobre el pecador, no por causa del que los pronuncia,
sino por causa de sus pecados, por los cuales se vuelve digno de
escuchar estas cosas que Dios pronunció para corregir, a fin de que
los hombres se conviertan al bien. Así como el padre cuando reprende
al hijo pronuncia algunas veces palabras de maldición, aunque no desea
que el hijo sea digno de ellas, sino más bien que le sirva para
separarle de lo malo, así el Señor explica la causa de esta amenaza
cuando dice: "Que cerráis el reino de los cielos", etc. Estos dos
preceptos son naturalmente inseparables, porque el hecho de que alguno
no permita que entren los demás es causa suficiente para que él mismo
quede excluido.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 44
Las Sagradas Escrituras también se llaman
el reino de los cielos, porque su adquisición está basada en ellas; la
puerta es la inteligencia de las Escrituras. También es el reino de
los cielos la felicidad de los bienaventurados, y la puerta por donde
se entra a esa felicidad es Jesucristo; los guardianes de las llaves
son los sacerdotes a quienes se ha confiado el deber de enseñar y
explicar las Sagradas Escrituras; la llave es la palabra que explica
el conocimiento de las Escrituras, por medio de la que se abre a los
hombres la puerta de la verdad; su apertura es la verdadera
interpretación. Obsérvese que no dijo: Ay de vosotros, que no abrís,
sino que cerráis; luego las Escrituras no están cerradas, aunque son
oscuras.
Orígenes,
homilia 25 in Matthaeum
Por lo tanto, los fariseos y los escribas,
ni entraban ni querían oír las palabras del Salvador, que dijo: "Si
alguno entra por medio de mí, se salvará" ( Jn
10,9); y ni aun a los que entrarían, esto es, aquellos que podían
creer por medio de las Escrituras que habían sido ya explicadas por la
Ley y por los Profetas, hablando de Jesucristo dejaban entrar.
Cerrando la puerta a todos por medio del terror, les prohibían la
entrada; éstos, no satisfechos porque no creían en Jesucristo,
interpretaban mal sus enseñanzas y trastornaban todo lo que la
Escritura profética decía de El, y blasfemaban de todo lo que hacía,
como milagros falsos hechos por obra del demonio. Pero todos los que
con su mala conversación dan ejemplo de pecar al pueblo, y ofenden,
escandalizando a los pequeños, parece que cierran ante los ojos de los
hombres el reino de los cielos. Este pecado se encuentra en los
hombres públicos, especialmente en los doctores, que enseñan lo que
debe hacerse según lo que prescribe el Evangelio a los hombres; pero
no hacen lo que enseña. Pero viviendo y enseñando bien, abren a los
hombres el reino de los cielos, y mientras ellos entran, animan a
otros a entrar. Pero muchos no permiten entrar en el reino de los
cielos, a los que quieren entrar; cuando excomulgan sin razón alguna,
únicamente por algún celo, a los que son mejores que ellos, y ellos
mismos no les permiten entrar. Aquellos que son prudentes venciendo la
tiranía con su paciencia, aun cuando se les haya prohibido, entran y
heredan el reino. Pero los que con mucha temeridad se ofrecieron a
enseñar antes que aprendieran, e imitando las fábulas judaicas, dicen
mal de quienes buscan en las Sagradas Escrituras las cosas del cielo,
cierran cuanto pueden el reino de los cielos a los hombres.
|
14 |
"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! Que devoráis las casas de las viudas, haciendo largas oraciones. Por esto llevaréis un juicio más riguroso". (v. 14)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 73,1
En cuanto a lo demás, el Señor les
reprende por su gula, y lo que es peor, porque llenaban su vientre no
a costa de los ricos, sino de las viudas, y de este modo agravaban más
su pobreza cuando lo que debían hacer era aliviarla. Por esto dice
Jesucristo: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que
devoráis las casas de las viudas", etc.
Glosa
Esto es, que con vuestra superstición no
os proponéis más que esquilmar a la plebe que os está confiada.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 44
Las mujeres son generalmente incautas,
porque no pesan en su razón lo que ven o lo que oyen. También son
demasiado suaves, porque fácilmente se doblegan ya de lo malo a lo
bueno, o ya de lo bueno a lo malo. El sexo viril es más precavido y
fuerte. Por lo tanto, los que aparentan santidad comercian
especialmente con las mujeres, porque no pueden entender sus engaños y
fácilmente se dejan guiar por ellos en asuntos de religión. Pero
principalmente con quien más negocian es con las viudas. En primer
lugar porque a la mujer no se le puede engañar fácilmente cuando tiene
un hombre que le aconseje. En segundo lugar, porque no dan con tanta
facilidad de su propio peculio, cuando viven bajo la potestad del
marido. Por lo tanto, cuando el Señor confunde a los sacerdotes de los
judíos, aconseja a los cristianos que se detengan menos con las
mujeres viudas que con las demás, porque aun cuando la voluntad no sea
mala, sin embargo, lo es la sospecha.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 73,1
Además, esta especie de estafa es más
grave, porque añade: "Haciendo largas oraciones". Todo el que obra mal
es digno de castigo, pero el que toma de la religión motivo para obrar
mal, es digno de mayor pena. Así pues, sigue: "Por esto sufriréis un
juicio más riguroso".
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 44
En primer lugar, porque sois malvados; en
segundo lugar, porque os encubrís con la capa de santidad. Aparentáis
cubrir vuestra avaricia con el aspecto de la religiosidad y casi
entregáis al diablo las armas de Dios, para que la iniquidad sea
estimada cuando es considerada como piedad.
San Hilario,
in Matthaeum, 24
De aquí procede que por saciar la ambición
visitando las casas de las viudas cierran con llave el reino de los
cielos. Por lo tanto, serán castigados con más severidad, porque
deberán el reato de su propia culpa y el de la ignorancia ajena.
Glosa
O porque el criado que sabe y no cumple,
será castigado con mucha razón.
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15 |
"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!, porque rodeáis la mar y la tierra por hacer un prosélito; y después de haberle hecho, le hacéis dos veces más digno del infierno que vosotros". (v. 15)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 73,1
Después de lo que se lleva dicho, otra vez
el Señor vuelve a vituperar a los fariseos, ya que siendo ineficaces
para salvar a muchos y necesitándose de mucho trabajo para convertir a
uno a la fe no solamente son negligentes respecto a los que convierten
sino que son también sus destructores. Porque los corrompen con los
ejemplos de su mala vida: "¡Ay de vosotros, escribas y fariseos
hipócritas! Porque rodeáis el mar y la tierra", etc.
San Hilario, in Matthaeum, 24
Rodear el mar y la tierra quiere decir que
habían de ser juzgados por causa del Evangelio de Cristo en todos los
extremos del orbe y que, en contra la fe que salva, someterían algún
prosélito al yugo de su ley. Todos los que han pasado de la idolatría
a la Sinagoga, cuyo pequeño número se designa en este pasaje con la
palabra uno solo, son prosélitos, y éstos no abandonan la fe en su
doctrina aun después de la predicación de Cristo. Pero cualquiera que
aceptare la de los judíos, es hijo del infierno.
Orígenes,
homilia 25 in Matthaeum
Porque todos los que judaízan después de
la Pasión del Salvador, dan a entender en esto mismo que participan
del sentimiento de aquellos que exclamaron en otro tiempo:
"Crucifícale" ( Jn 19,6). Por esto sigue: "Y
después de haberle hecho (judío), le hacéis dos veces más digno del
infierno que vosotros", etc.
San Hilario,
in Matthaeum, 24
Por lo tanto, será digno del infierno dos
veces, porque ni podrá conseguir el perdón de sus pecados cometidos
entre los gentiles, y se habrá asociado a aquellos que persiguieron a
Jesucristo.
San Jerónimo
Los escribas y los fariseos recorriendo
todo el orbe, hacían esfuerzos por conseguir un prosélito de entre los
gentiles, esto es, mezclar con el pueblo de Dios un forastero
incircunciso.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 44
No querían salvar por caridad a aquel a
quien enseñaban, sino por avaricia, para que aumentado el número de
los judíos pertenecientes a la Sinagoga, aumentase también el número
de oblaciones; también hacían esto por vanagloria. El que se sumerge
en el lodazal de los pecados, ¿cómo querrá librar a otros de los
suyos? ¿Acaso podrá ser más caritativo con otro que consigo mismo?
Demuéstrase por las mismas acciones quién desea convertir a otro por
Dios, o por vanidad.
San Gregorio Magno,
Moralia, 31,7
Como los hipócritas, aun cuando hagan
acciones malas, no dejan de hablar bien, hablando bien producen hijos
para la fe por medio de su conversación, pero no pueden sustentarlos
para que vivan bien. Cuanto más se mezclan en las cosas del mundo, con
tanta más negligencia permiten que traten las cosas de la vida
aquellos a quienes han engendrado. Como viven con sus corazones
endurecidos, no reconocen a los mismos hijos a quienes engendraron con
la caridad del amor debido.
Por lo tanto, aquí se dice de los
hipócritas: "Y después de haberle hecho, le hacéis digno del
infierno", etc.
San Agustín,
contra Faustum, 18, 29
Dijo esto, no porque eran circuncidados,
sino porque imitaban sus costumbres, cuando se les había prohibido
diciendo: "Sobre la Cátedra de Moisés", etc. En estas palabras deben
advertirse dos cosas: la gran deferencia que debía concederse a la
doctrina de Moisés, en cuya cátedra estaban obligados a enseñar buenas
doctrinas aun los malos que en ella se sentaban; y de donde resultaba
que salían hijos de perdición, no porque oían las palabras de la ley,
sino porque imitaban sus acciones. Por lo tanto, eran dos veces más
dignos que ellos, hijos de condenación, porque dejaban de hacer
aquello a que se habían comprometido por voluntad propia no habiendo
nacido judíos, sino habiéndose hecho judíos espontáneamente.
San Jerónimo
Porque como antes, cuando era gentil
pecaba sencillamente, era sólo hijo de condenación una vez. Y viendo
además los defectos de sus maestros, y comprendiendo que destruían con
sus obras lo que enseñaban con sus palabras, se vuelve a su antigua
vida. Y ahora volviéndose a hacer gentil, es digno de mayor castigo,
como prevaricador.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 44
También, o porque cuando adoraba a los
ídolos, practicaba la virtud al menos por agradar a otros hombres, una
vez convertido en judío provocado por el ejemplo de sus malos
maestros, era peor que los que le habían enseñado.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 73,1
Cuando el maestro es bueno, el discípulo
le imita, pero cuando es malo, el discípulo le aventaja.
San Jerónimo
Se llama hijo de condenación, como se
llama hijo de perdición ( Jn 17) al hijo de
este siglo ( Lc 16 y 17). Porque cada uno es
llamado hijo de aquél, cuyas obras ejecuta.
Orígenes,
homilia 25 in Matthaeum
En esto podemos comprender que aun entre
aquellos que irán al infierno, habrá diferencias de tormentos. Unos
serán hijos de condenación, pero otros los serán doblemente. Pero es
necesario tener presente que generalmente el que se condena, sea
judío, sea pagano o de cualquier otra confesión, queda hecho hijo del
infierno por cada una de las especies de pecados que ha cometido y que
así como el justo tendrá aumento de gloria según sus méritos, así el
pecador tendrá una pena en el infierno proporcionada según el número
de sus pecados.
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16-22 |
"¡Ay de vosotros, guías ciegos! que decís: Todo el que jurare por el templo, nada es; mas el que jurare por el oro del templo, deudor es. ¡Necios y ciegos! ¿Qué es mayor, el oro, o el templo, que santifica el oro? Y todo el que jurare por el altar, nada es; mas cualquiera que jurare por la ofrenda que está sobre él, deudor es. ¡Ciegos! ¿Cuál es mayor, la ofrenda o el altar que santifica la ofrenda! Aquél, pues, que jura por el altar, jura por él, y por todo cuanto sobre él está. Y todo el que jurare por el templo, jura por él y por el que mora en él. Y el que jura por los cielos, jura por el trono de Dios, y por Aquél que está sentado sobre él". (vv. 16-22)
San Jerónimo
Así como en las filacterías y en las orlas
anchas de sus vestidos y en la buena opinión de los demás buscaban la
vanagloria y por medio de la vanagloria el lucro, así, una vez
descubierto el engaño, acusan de impiedad a los transgresores. Si
alguno juraba por el templo en una cuestión o en alguna riña y después
se le probaba la mentira, no se le consideraba como culpable. Y esto
es lo que Jesucristo manifiesta cuando dice: "Ay de vosotros, guías
ciegos, que decís: el jurar por el templo nada es", etc. Como
diciendo: nada debe. Pero si jura sobre el oro y el dinero que
ofrecían a los sacerdotes en el templo, se veía obligado
inmediatamente a pagar. Por esto sigue: "Mas el que jurare por el
templo", etc.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 44
El templo, ciertamente pertenece a la
gloria de Dios y a la salvación espiritual de los hombres; mas el oro
del templo, aun cuando pertenece a la gloria de Dios, sin embargo, más
afecta a la satisfacción de los hombres y a la utilidad de los
sacerdotes. Pero los fariseos decían que el oro con que se complacían
y las ofrendas con que se alimentaban eran más santas que el mismo
templo. Así excitaban más a los hombres a que las ofrecieran, mejor
que las oraciones. Por esto los reprende el Señor muy oportunamente,
diciendo: "¡Necios y ciegos! ¿Qué es en verdad mayor?", etc. Los
cristianos, ahora comprenden muchas cosas neciamente, porque si
hubiere alguna causa, se estima cosa leve el jurar por Dios; pero el
que jura por el Evangelio, parece que ha hecho algo más. A quienes
debe decirse igualmente: ¡Necios y ciegos!, porque las Escrituras han
sido escritas para servicio de Dios, pero Dios no ha sido hecho para
las Escrituras. Por lo tanto, más es Dios que santifica al Evangelio,
que el Evangelio que es santificado por El.
San Jerónimo
Además, si alguno jurase por el altar,
ninguno lo tenía como reo de perjurio; pero si juraba sobre algún don,
o sobre las oblaciones, esto es, sobre la hostia, sobre las víctimas,
o sobre otras cosas semejantes que se ofrecen a Dios sobre el altar,
se le exigía rigurosa cuenta. Y todo esto lo hacían no por temor de
Dios, sino por ambición de las riquezas. Por esto sigue: "Y todo el
que jurare por el altar, nada es", etc. El Señor los reprende como
necios y embaucadores, porque vale mucho más el altar que las víctimas
que se sacrifican en él.
Por esto sigue: "¡Ciegos! ¿Cuál es mayor,
la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda?"
Glosa
Y para que no cometiesen semejante
infamia, diciendo que el oro era mejor que el templo, y que la ofrenda
era mayor que el altar, los vence por otra razón, a saber, porque en
el juramento que se hace sobre el templo y sobre el altar se contiene
el juramento que se hace por el oro y por la ofrenda. Y esto es lo que
quiere decir cuando añade: "Aquel, pues, que jura sobre el altar, jura
por él y por todo cuanto sobre él está".
Orígenes,
homilia 25 in Matthaeum
Como también los judíos tenían costumbre
de jurar por el cielo, para reprenderlos, añade: "El que jura por el
cielo jura por el trono de Dios, etc." Por lo tanto, no evitan el
peligro, como creen, por aquello de que no juran por Dios, sino por el
trono de Dios, que es el cielo.
Glosa
El que jura por la criatura que le está
sometida, jura también por la divinidad que rige a la creatura.
Orígenes,
homilia 25 in Matthaeum
El juramento es la confirmación de aquello
que se jura. Debe entenderse el juramento como testimonio de las
Escrituras, el cual se profiere para confirmar lo que decimos. Porque
el templo de Dios es la Sagrada Escritura, y el oro es el sentido que
en ella se encierra. Así como el oro que está fuera del templo no está
santificado, así todo el sentido que está fuera de la Sagrada
Escritura, aunque parezca admirable, no es santo. Por lo tanto, no
debemos usar nuestras inteligencias para confirmar la doctrina, a no
ser que demostremos que es santa porque está fundada en las Sagradas
Escrituras. El altar es el corazón del hombre, que es lo más esencial
en el hombre, los votos y las ofrendas que se ponen sobre el altar,
son todo lo que se sobrepone al corazón, como orar, cantar, dar
limosnas, ayunar. El corazón del hombre santifica toda ofrenda, desde
el mismo momento en que se ofrece. Por lo tanto, no puede haber otra
ofrenda mejor que el corazón del hombre, por medio del cual se
trasmite la ofrenda. Por lo tanto, si la conciencia del hombre no
punza, tiene confianza en Dios, no por sus dones, sino porque -si así
puede decirse- construye perfectamente el altar de su corazón. En
tercer lugar, para que aprendamos que sobre el templo, esto es, sobre
toda Escritura, y sobre el altar, esto es, sobre todo corazón, haya
cierto entendimiento que se llama cielo y trono de Dios mismo, en el
cual puede verse con toda evidencia el aspecto de la verdad, cuando
viniere lo que es perfecto.
San Hilario,
in Matthaeum, 24
Habiendo venido Jesucristo, enseña que es
inútil la confianza de la ley, porque Jesucristo no es santificado por
la ley, sino la ley por Jesucristo, en la cual está sentado como en un
trono. Y así, son necios y ciegos los que, prescindiendo de lo que
santifica, veneran lo santificado.
San Agustín,
de consensu evangelistarum, 1,34
También entendemos por el templo y el
altar al mismo Jesucristo, por oro y ofrenda las alabanzas,
sacrificios y súplicas que en él y por medio de él, le ofrecemos; y no
es, por lo tanto El quien se santifica por medio de estas cosas, sino
ellas que son santificadas por El.
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23-24 |
"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! que diezmáis la yerba buena, y el eneldo, y el comino, y habéis dejado las cosas que son más importantes de la ley, la justicia y la misericordia y la fe. Esto era menester hacer, y no dejar lo otro. Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello". (vv. 23-24)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 73,1
Había dicho el Señor que ataban las cargas
más pesadas, y las imponían sobre otros, huyendo ellos aun el
tocarlas. Y ahora manifiesta, otra vez, que los que andan diligentes
en las cosas pequeñas menosprecian las grandes; y por esto dice: "¡Ay
de vosotros escribas y fariseos hipócritas! que diezmáis", etc.
San Jerónimo
Los fariseos, pues, como el Señor había
mandado que se ofreciesen diezmos de todas las cosas en el templo,
para alimento de los sacerdotes y de los levitas, cuya parte es el
Señor, y para que prescindamos de interpretaciones espirituales,
únicamente cuidaban de que llevasen lo mandado, menospreciando lo
mayor. Por esto sigue: "Y habéis dejado las cosas que son más
importantes", etc. Con estas palabras vitupera la avaricia de
aquellos, porque exigían con el mayor interés las décimas, hasta de
las más humildes legumbres, sin ocuparse de discutir los asuntos, de
tener caridad con los pobres, y fe para con Dios, todo lo que es de la
mayor importancia.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 44
Como los sacerdotes estaban poseídos de la
avaricia, si alguno no ofrecía décimas, aun de la cosa más pequeña, lo
castigaban como si hubiese cometido algún crimen grande. Pero si
alguno perjudicaba a otro, o pecaba contra Dios, no se cuidaban de
reprenderlo, andando solícitos únicamente de su ganancia, y cuidándose
poco de la gloria de Dios y de la salvación de los hombres. Obrar en
justicia, hacer caridad y tener fe, era lo que Dios había mandado para
su gloria. Pero ofrecer los diezmos, únicamente era para utilidad de
los sacerdotes, para que los sacerdotes cuiden del pueblo en los
asuntos espirituales y los pueblos suministren el alimento material a
los sacerdotes. Así sucede ahora que todos se cuidan de sus honores, y
ninguno se cuida del honor de Dios. Defienden con celo lo que les
corresponde, pero no se fijan en cuidar como deben del servicio de la
Iglesia. Si el pueblo no ofrece décimas, todos murmuran, pero si ven
que el pueblo peca, nadie lo reprende. Pero como algunos de los
escribas y los fariseos a quienes se dirigía eran populares, no es
inoportuno hacer otra exposición acerca de los que pagaban los
diezmos. Porque tanto el que los da, como el que los recibe, se llaman
diezmeros. Los escribas y los fariseos ofrecían diezmos de las cosas
más pequeñas, en ostentación de su religiosidad. Pero en los juicios
eran injustos, sin caridad con sus hermanos, e incrédulos.
Orígenes,
homilia 25 in Matthaeum
Y como era probable que los que oían estas
palabras del Señor llegaran a despreciar las décimas de las cosas
pequeñas, añade el Señor con toda previsión: Es conveniente hacer
todas estas cosas, esto es, juicio, caridad y fe, y no omitir aquellas
otras prácticas, esto es, "los diezmos de la yerba buena, y el eneldo
y el comino".
Remigio
También manifiesta el Señor, por medio de
estas palabras, que deben cumplirse todos los preceptos de la ley, lo
mismo los mayores que los menores. Son reprendidos aquéllos que dan
limosna de los frutos de la tierra, creyendo que así se libran del
pecado. A éstos nada aprovechan las limosnas, si no procuran apartarse
de sus pecados.
San Hilario,
in Matthaeum, 24
Y como es de menor importancia la
decimación de la verdura que los oficios de caridad, el Señor los pone
en evidencia diciendo: "Guías ciegos, que coláis el mosquito", etc.
San Jerónimo
Yo creo que se debe entender por camello
los grandes preceptos: la justicia, la caridad y la fe. Por mosquito,
las décimas de la yerba buena, del eneldo, del comino y de las demás
hortalizas despreciables. Nosotros nos tragamos y despreciamos estos
preceptos grandes de Dios, y bajo el pretexto de religión desplegamos
un gran celo por las cosas pequeñas, que nos reportan alguna utilidad.
Orígenes,
homilia 25 in Matthaeum
Por un lado se preocupan por el mosquito,
esto es de los pecados de menor importancia, a los que llama mosquito.
Pero por otro lado, se traga al camello, esto es, comete delitos más
graves, a los que llama camellos, y que son animales grandes y
tortuosos. Son escribas, moralmente hablando, aquéllos que nada creen
que hay en las Sagradas Escrituras, sino lo que demuestra
sencillamente la palabra. Son fariseos todos los que se justifican a
sí mismos, y se distinguen de los demás diciendo: "no te acerques a
mí, porque estoy limpio". La yerba buena, el eneldo y el comino, que
aprovecha para condimentar las comidas, no son, en verdad, los
alimentos más esenciales. Así, también en nuestro trato, hay algunas
cosas que son necesarias para salvarse, como son la justicia, la
caridad y la fe. Otras también contribuyen a sazonar nuestros actos,
haciéndolos más llevaderos: como son la abstinencia de la risa, el
ayuno, el doblar la rodilla, y otras cosas por el estilo. ¿Y cómo no
considerar como ciegos a aquéllos que no ven? Porque de nada aprovecha
que ande con cautela en la observancia de las cosas pequeñas, el que
menosprecia las principales. Las palabras citadas confunden a éstos.
No porque les prohibe la observancia de lo que es sencillo, sino
porque les manda cumplir con más cuidado lo que es esencial.
San Gregorio Magno,
Moralia, 1,14
De otro modo: el mosquito hiere ya cuando
va zumbando; pero el camello se inclina voluntariamente para recibir
la carga. Pues bien, los judíos colaron el mosquito pidiendo que fuese
puesto en libertad el sedicioso ladrón, y se tragaron al camello
porque se empeñaron en dar muerte a aquel que había bajado
espontáneamente a llevar el peso de nuestra mortalidad.
|
25-26 |
"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! que limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, y por dentro estáis llenos de rapiña y de inmundicia. Fariseo ciego, limpia primero lo interior del vaso y del plato, para que sea limpio lo que está fuera". (vv. 25-26)
San Jerónimo
Aunque con diversas palabras reprende en
el mismo sentido el Salvador a los fariseos porque engañaban y
mentían, y porque manifestaban a los hombres exteriormente una cosa y
en sus casas obraban de diferente modo. Por esto dice: "¡Ay de
vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!", etc. No dice esto porque
hubiese superstición en su copa o plato de comer
1, sino
porque manifestaban exteriormente a los hombres cierta santidad, lo
cual se da a conocer por lo que añade cuando dice: "Y por dentro
estáis llenos de rapiña y de inmundicia".
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 44
También dice esto porque los judíos se
lavaban, y lavaban sus vestidos y las cosas de su uso, cuando iban a
entrar en el templo u ofrecían sacrificios en los días festivos. Y
ninguno se purificaba a sí mismo de sus pecados, siendo así que Dios
ni alaba la limpieza del cuerpo, ni condena sus inmundicias. A esto
puede añadirse que si el Señor detesta las inmundicias de los cuerpos
y de los vasos que por necesidad tienen que ensuciarse con el mismo
uso, ¿cuánto más aborrecerá las inmundicias de la conciencia que si
queremos podemos conservar siempre limpia?
San Hilario,
in Matthaeum, 24
Los reprende también, porque teniendo
cierta jactancia de afectación inútil, abandonan el ministerio de las
cosas más útiles. El uso de la copa es interior, la cual, si está
sucia por dentro, de nada aprovechará que esté limpia por fuera. Por
lo tanto, de lo primero que debe cuidarse es del brillo de la
conciencia interior, porque las cosas que afectan al cuerpo, se
limpian exteriormente. Y por esto añade: "Fariseo ciego, limpia
primero lo interior del vaso", etc.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 44
No dice esto refiriéndose a la copa ni al
plato material, sino a la inteligencia, la cual, aun cuando nunca toca
al agua, puede estar limpia delante de Dios. Porque si peca, aunque se
lave con todas las aguas del mar y de los ríos, estará sucia y será
despreciable delante de Dios.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 73,1
Observa que cuando hablaba de los diezmos
el Salvador, dijo muy oportunamente: convino hacer esto, y no omitir
lo otro (v. 23): el diezmo es una especie de limosna. ¿Cómo podrá
decirse que la limosna dañe? Sin embargo, no dijo esto, induciendo a
la observancia legal. Aquí, cuando trata de las limpiezas o de las
inmundicias, no añade esto, sino que manifiesta la necesidad que hay
de que la limpieza exterior acompañe a la interior, lo cual equivale a
tener el cuerpo limpio, como se demuestra por medio del vaso y del
plato, pero que debe ir unido a lo interior, que es el alma.
Orígenes,
homilia 25 in Matthaeum
Estas palabras nos dan a conocer que
debemos esforzarnos por ser santos, pero no por aparentarlo. El que
desea parecer ser justo, limpia lo exterior, y cuida de lo que se ve,
pero no se ocupa de su corazón y de su conciencia. El que se fija en
la limpieza de las cosas interiores, esto es, en los pensamientos, se
deduce que limpia también el exterior. Pero todos los que profesan
falsas enseñanzas son exteriormente como cálices limpiados por una
especie de religiosidad que aparentan, pero interiormente están llenos
de rapiña y afectación, llevando a los hombres al error. La copa es
también un vaso para beber y el plato para comer. Por lo tanto toda
palabra, por medio de la que bebemos espiritualmente, o toda
narración, por medio de la que nos alimentamos, son vasos de comida y
de bebida. Por lo tanto, el que desea decir un discurso rodeado de
aparato, más bien que lleno de saludables pensamientos, es la copa
limpia por fuera, pero llena de las inmundicias de la vanidad por
dentro; y las palabras de la Ley y de los Profetas, son las copas de
la bebida espiritual y los platos de las comidas necesarias. Los
escribas y los fariseos desean demostrar el sentido exterior de estas
palabras limpias; pero los discípulos de Jesucristo se esfuerzan por
purificar su sentido moral.
Notas
1. (Reboli)
Los fariseos tenían escrupulosas reglas para limpiar la vajilla. Estas
ocupan un tratado completo de la Mishna, recopilación ulterior de
normas rabino-fariseas.
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27-28 |
"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! que sois semejantes a los sepulcros blanqueados, que parecen de fuera hermosos a los hombres, y dentro están llenos de huesos de muertos y de toda suciedad. Así también vosotros de fuera os mostráis en verdad justos a los hombres, mas de dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad". (vv. 27-28)
Orígenes,
homilia 25 in Matthaeum
Como se ha dicho anteriormente, los
fariseos estaban llenos interiormente de rapiña y de intemperancia.
Del mismo modo aquí aparecen llenos de hipocresía y de iniquidad,
comparados a los huesos de los muertos y a toda clase de inmundicia.
Por esto dice el Salvador: "Ay de vosotros, escribas y fariseos que
sois semejantes a los sepulcros", etc.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 45
Con mucha razón se llaman los cuerpos de
los justos templos, porque el alma domina en el cuerpo del justo; así
como el Señor domina en el templo y como el mismo Dios habita en los
cuerpos de los justos. Los cuerpos de los pecadores se llaman
sepulcros de muertos, porque el alma está muerta dentro del cuerpo del
pecador y no puede creerse que viva, porque nada hace sobre el cuerpo
que pueda llamarse vivo y espiritual.
San Jerónimo
Los sepulcros están pintados por fuera con
cal y adornados con mármoles, y se distinguen por el oro y por los
colores, pero interiormente llenos de huesos de muertos. Por esto
dice: "Que aparecen de fuera hermosos a los ojos de los hombres, pero
que interiormente están llenos de huesos de muertos y de toda
suciedad". Así también, los malos sacerdotes que enseñan una cosa y
hacen otra, demuestran la limpieza en el hábito del vestido y en la
humildad de las palabras, pero interiormente están llenos de
inmundicia, de avaricia y de lujuria. Y esto es lo que el Señor
demuestra claramente diciendo: "Así también vosotros, de fuera os
mostráis en verdad", etc.
Orígenes,
homilia 25 in Matthaeum
Toda santidad fingida es muerta, porque no
obra impulsada por Dios, sino que más bien no debiera llamarse
santidad. Así como un hombre muerto no es hombre, así como los
farsantes que fingen y simulan ser otras personas y no son las mismas
que aparentan. Y hay en ellos tantos huesos y tanta inmundicia,
cuantos bienes aparentan con mal fin. Parecen exteriormente justos
delante de los demás hombres. No en presencia de aquéllos a quienes la
Escritura llama dioses, sino en presencia de aquéllos que mueren como
hombres.
San Gregorio Magno,
Moralia 26, 28
Y no pueden tener excusa de ignorancia
ante el juez sabio que todo lo escudriña, porque cuando manifiestan
ante los ojos de los hombres todas las formas de santidad, ellos
mismos se sirven de testimonio porque no desconocen que no viven bien.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 45
Di, pues, hipócrita: Si es bueno ser malo,
¿por qué no quieres aparecer lo que quieres ser? Pues es malo parecer
ser depravado, pero peor es serlo, así como también está bien parecer
bueno pero mejor es serlo.
|
29-31 |
"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! que edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos. Y decís: Si hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus compañeros en la sangre de los profetas. Y así dais testimonio a vosotros mismos, de que sois hijos de aquéllos que mataron a los profetas". (vv. 29-31)
San Jerónimo
Con este silogismo tan oportuno los
reprende como hijos de homicidas, mientras ellos, viviendo en opinión
de bondad y de gloria, edifican en el pueblo sepulcros para los
profetas, a quienes mataron sus mayores. Y esto es lo que dice: "¡Ay
de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! que edificáis los
sepulcros de los profetas", etc.
Orígenes,
homilia 26 in Matthaeum
No parece que reprende con bastante
oportunidad a aquellos que levantan sepulcros a los profetas, porque
hacían esto, sin duda, con algún fin laudable: ¿cómo es que se
hicieron dignos de aquella repulsa?
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 74,1
No los reprende porque edifican sepulcros,
sino que vitupera la intención con que los edificaban, porque no los
levantaban para honrar la memoria de aquéllos que fueron muertos, sino
arrogándose la vanagloria de las muertes de aquéllos, y temiendo no
sea que andando el tiempo, una vez destruidos aquellos sepulcros,
desaparezca la memoria de tanto atrevimiento.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 45
Y como decían entre sí: si obramos bien
con los pobres, no serán muchos los que los vean y sólo podrán ver
esto por un corto tiempo, ¿no será mejor levantar mausoleos que todos
puedan ver, no sólo en la época actual, sino también en el porvenir?
Oh, necedad humana, ¿de qué te aprovecha este recuerdo después de tu
muerte, si eres atormentado donde estás y alabado donde no estás?
Cuando Dios castiga a los judíos enseña a los cristianos, porque si
hubiese hablado sólo para aquéllos, únicamente hubiese hablado y no se
hubiese escrito. Pero todo esto se dijo para aquéllos y se escribió
para éstos. Por lo tanto, si se levantan edificios santos con buenos
fines, podrá decirse que se aumenta el número de las buenas obras.
Pero si se hace con otros fines, habrá espíritu de vanagloria. No se
alegran los mártires cuando son honrados por el dinero, de cuya
privación lloran los pobres. Siempre los judíos fueron imitadores de
las costumbres de sus antepasados y desdeñosos; y aun más,
perseguidores de sus contemporáneos. Y no pudiendo resistir las
increpaciones de sus profetas, los perseguían y los mataban. Y
después, cuando les nacían hijos, los hacían partícipes de los pecados
de sus padres. Y luego, como arrepintiéndose de la muerte de los
inocentes profetas, levantaban mausoleos a su memoria. Pero a la vez
perseguían y mataban a los profetas de sus tiempos que reprendían sus
pecados. Y por eso añade: "Y decís: si hubiéramos vivido en los días
de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de
los profetas".
San Jerónimo
Esto, si no lo decían con las palabras, lo
decían con las obras, en el mero hecho de edificar mausoleos a la
memoria de los muertos, con lujo y ostentación.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 45
Lo que pensaban en su corazón, demostraban
con sus obras. El Señor expone aquí las costumbres de todos los
hombres malos, porque uno comprende en seguida la culpa de otro, pero
con dificultad comprende la suya. Un hombre es imparcial en causa
ajena pero se perturba en la propia. Todos podemos ser fácilmente
jueces rectos en causa de otro, pero siempre es verdaderamente juez y
sabio el que puede juzgarse a sí mismo.
Prosigue: "Y así dais testimonio a
vosotros mismos de que sois hijos de aquéllos que mataron a los
profetas".
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 74,1
¿Cómo puede llamarse hijo de un homicida a
aquél que no participa del modo de pensar de su padre? Desde luego se
comprende que de ninguna manera. Con lo que se da a conocer que el que
insinúa esto, aunque de una manera embozada, se asemeja en la malicia.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 45
Las costumbres de los padres son un
indicio de lo que serán los hijos, porque si el padre es bueno y la
madre mala, o al contrario, los hijos imitarán ya al padre ya a la
madre. Pero si los dos fuesen iguales, puede suceder alguna vez que
salgan malos hijos de buenos padres, o lo contrario, aunque rara vez.
Así sucede esto, como cuando nace un hombre fuera de la ley de la
naturaleza, o teniendo seis dedos, o careciendo de ojos.
Orígenes,
homilia 26 in Matthaeum
En los dichos de los profetas la narración
que está conforme con la historia es el cuerpo y su sentido espiritual
es el alma. Además, las letras y los libros de las Sagradas
Escrituras, son los sepulcros. Los que únicamente cultivan la historia
cuidan de los cuerpos de los profetas, porque son venerados en sus
escritos a manera de un cadáver en su sepulcro. Y se llaman fariseos,
esto es, cortados, porque separaban el alma del cuerpo de los
profetas.
|
32-36 |
"Y llenad vosotros la medida de vuestros padres. Serpientes, raza de víboras, ¿cómo huiréis del juicio de la Gehenna? Por esto he aquí, yo envío a vosotros profetas, y sabios, y doctores; y de ellos mataréis y crucificaréis, y de ellos azotaréis en vuestras Sinagogas, y los perseguiréis de ciudad en ciudad, para que venga sobre vosotros toda la sangre inocente que se ha vertido sobre la tierra, desde la sangre de Abel, el justo, hasta la sangre de Zacarías, hijo de Baraquías, al cual matasteis entre el templo y el altar. En verdad os digo, que todas estas cosas vendrán sobre esta generación". (vv. 32-36)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 74,1
Como había dicho el Salvador contra los
fariseos y los escribas, que eran hijos de aquellos que mataron a los
profetas, ahora manifiesta que les imitan en la malicia. Y como lo que
decían era pura ficción, no podía admitirse que hubiesen dejado de
tomar parte en los pecados de aquéllos, si hubiesen vivido en aquel
tiempo. Y por esto dice: "Y llenad vosotros la medida de vuestros
padres". No les dice esto como por mandato, sino prediciéndoles lo que
habría de suceder.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 45
Les profetiza lo que habrá de suceder,
porque así como sus padres mataron a los profetas, ellos matarían
también a Jesucristo, a los apóstoles y a los demás santos, porque así
les compara con aquel que peleando con alguien le dice: haz conmigo lo
que has de hacer. No le manda que lo haga, sino que le da a entender
que conoce lo que piensa. Y en realidad aventajaron a sus padres, ya
que aquéllos mataron a hombres, pero éstos crucificaron al Señor. Mas
como aceptó la muerte por su propia voluntad, no les imputaba la culpa
de su propio sacrificio; pero sí la muerte de los apóstoles y de los
demás santos. Es por esto que les dice: "llenad vosotros", y no
sobrellenad, porque es propio de un juez benigno y justo despreciar
las injurias que a él se le hacen y castigar las que se hacen a otros.
Orígenes,
homilia 26 in Matthaeum
Llenan también la medida de la iniquidad
paterna cuando no creen en Jesucristo. La causa de la incredulidad fue
porque encadenaron su fe a los hechos materiales, y no quisieron ver
en ellos cosa alguna espiritual.
San Hilario,
in Matthaeum, 24
Los que llenarán la medida de la voluntad
paterna llegarán a ser una generación viperina y de serpientes. Por
esto sigue: "Serpientes, raza de víboras, ¿cómo huiréis del castigo
eterno?"
San Jerónimo
Esto mismo dijo San Juan el Bautista (
Lc 3 y Jn 3). Así
como las víboras nacen de las víboras, así vosotros habéis nacido
homicidas de padres homicidas.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 45
Se llaman raza de víboras, porque tal es
la naturaleza de las víboras, que sus hijos, al nacer, rompen el
vientre de su madre. Así también los judíos, al reprender las acciones
de sus padres, los condenan. Dice, pues: ¿cómo huís del juicio del
infierno? ¿Por ventura edificando sepulcros a los santos? El primer
grado de piedad consiste en amar la virtud, y después a los santos.
Honran sin razón a los justos aquellos que menosprecian la justicia, y
los santos no pueden ser amigos de aquellos de quienes Dios es
enemigo. ¿Acaso os librará algún nombre hueco, porque parecerá que
pertenecéis al pueblo de Dios? Creo que mejor es un enemigo declarado,
que un amigo falso. Así, delante de Dios es más aborrecible quien se
llama siervo de Dios y practica las obras del diablo. Para Dios, el
que se dispone a cometer un homicidio ya es homicida antes que lo
ejecute. La voluntad es la que recibe el premio por lo bueno o el
castigo por lo malo y las acciones son el testimonio de la voluntad.
No examina Dios las obras porque necesite saber cómo las ha de juzgar,
sino por causa de otros, para que todos sepan que Dios es justo. El
Señor presenta ocasión de pecar a los malos, no para hacerlos que
pequen, sino para manifestar que son pecadores, y ofrece ocasión a los
buenos para que manifiesten su firme propósito de no pecar. Así,
también dio ocasión a los escribas y a los fariseos para que
manifestasen su propósito. Por esto concluye: "Por esto, he aquí, yo
envío a vosotros profetas y sabios y doctores".
San Hilario,
in Matthaeum, 24
Esto es, apóstoles, que como profetas os
digan lo que ha de suceder; como sabios, que os den a conocer quién es
Jesucristo; y como escribas, que os expliquen la Ley.
San Jerónimo
Y obsérvese, según lo que escribe el
Apóstol a los fieles de Corinto ( 1Cor
12,28), que los discípulos de Jesucristo habían obtenido varios dones.
A unos los había hecho profetas para que vaticinasen lo futuro; a los
otros sabios que conocían cuándo debían predicar; a otros escribas, o
sea sapientísimos respecto de la ley, de entre los que fue apedreado
San Esteban, muerto San Pablo, crucificado San Pedro y azotados los
discípulos, según refieren los Hechos de los apóstoles. Y los
persiguieron de ciudad en ciudad, arrojándoles de la Judea,
obligándoles a pasar a tierras de los gentiles.
Orígenes,
homilia 26 in Matthaeum
También son escribas enviados por
Jesucristo aquellos a quienes, según el Evangelio, el espíritu
vivifica y la letra no mata, como la letra de la Ley, la que siguiendo
algunos, caen en vanas supersticiones. La exposición simple del
Evangelio, es suficiente para salvarse. Los escribas de la ley azotan
a los escribas del Nuevo Testamento después de haberles calumniado en
sus sinagogas. También los herejes, que son los fariseos espirituales,
azotan a los cristianos con sus lenguas y los persiguen de ciudad en
ciudad, unas veces de una manera material y otras espiritualmente,
arrojándolos como de su propia ciudad de la Ley y de los Profetas, y
aun del Evangelio, llevándoles a otro evangelio.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 74,2
Después, para manifestar que no hacen esto
impunemente, les hace temer de una manera indudable cuando añade:
"Para que venga sobre vosotros toda sangre inocente", etc.
Rábano
Esto es, todo castigo merecido por haber
derramado la sangre de los justos.
San Jerónimo
No hay duda alguna de que fue Caín quien
mató a su hermano Abel. Era justo, no sólo porque ahora lo dice el
Señor, sino porque está comprobado por medio del Génesis, en donde se
refiere que sus ofrendas agradaban al Señor. Si preguntamos quién fue
este Zacarías hijo de Baraquías, porque leemos en la Escritura que
hubo muchos Zacarías, para que no tuviéramos duda alguna, se añadió: a
quien matasteis entre el templo y el altar. Otros dicen que este
Zacarías, hijo de Baraquías, es el undécimo de los doce profetas, y
que llevaba el mismo nombre. Pero la Escritura no dice que fuese
muerto entre el templo y el altar; además, en sus tiempos apenas
quedaban ruinas del templo. Otros dicen que fue Zacarías el padre de
San Juan.
Orígenes,
homilia 26 in Matthaeum
La tradición nos refiere que había un
lugar en el templo en donde podían las vírgenes adorar al Señor y que
las casadas que ya tenían su marido, no podían entrar allí. Pero
María, después que engendró al Salvador, cuando entraba a orar, se
colocaba entre las vírgenes. Y como se lo estorbasen aquéllas que
sabían que había engendrado, Zacarías dijo que era digna de habitar
entre las vírgenes, porque aún lo era. Luego se comprende que los que
vivían entonces lo mataron entre el templo y el altar, porque creían
que quebrantaba la ley de una manera evidente. Y así es verdad lo que
dice Jesucristo a los que estaban presentes: "Al cual matasteis", etc.
San Jerónimo
Como esto no se puede demostrar por medio
de las Sagradas Escrituras, se desprecia con la misma facilidad con
que se prueba. Otros creen que este Zacarías fue el muerto por Joás,
rey de Judá, entre el templo y el altar, esto es, en el atrio del
templo. Pero debe tenerse en cuenta que este Zacarías no fue hijo de
Baraquías, sino del sacerdote Joiada. Baraquías en nuestra lengua
quiere decir bendito del Señor y el nombre del sacerdote Joiada quiere
decir -en el idioma hebreo- justicia. En el Evangelio que tienen los
nazarenos, encontramos escrito hijo de Joiada en vez de hijo de
Baraquías.
Remigio
Debe examinarse por qué dijo el Salvador
hasta la sangre de Zacarías, siendo así que después fue derramada la
sangre de tantos santos. Se resuelve esta cuestión de la manera
siguiente. Abel fue pastor de ovejas, y fue muerto en medio del campo;
Zacarías fue sacerdote muerto en el atrio del templo. Por lo tanto, el
Señor hace mención de estos dos porque con ellos hace mención de los
santos mártires, tanto de los seglares, cuanto del orden sacerdotal.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 74,2
Hizo mención de Abel para manifestar que,
así como aquél fue muerto por envidia, Jesucristo y sus discípulos
también serían muertos por la misma causa. Hizo mención de Zacarías,
porque en su muerte se cometieron dos crímenes: no solamente mataron
un hombre justo, sino que también lo mataron en un lugar santo.
Orígenes,
homilia 26 in Matthaeum
Zacarías también quiere decir memoria de
Dios, por lo que todo el que se afana en borrar la memoria de Dios en
aquellos a quienes escandaliza, parece como que derrama la sangre de
Zacarías, hijo de Baraquías. Por medio de la bendición de Dios, nos
acordamos de El. También los impíos se olvidan de Dios, bien cuando
profanan su templo con malas acciones, y cuando manchan su altar por
la pereza en la oración. Abel quiere decir también luto. Y el que no
acepta lo que dice la Escritura: "Bienaventurados los que lloran" (
Mt 5,4), derrama la sangre de Abel, esto es,
la verdad del luto saludable. Algunos derraman también la verdad de
las Escrituras, como si fuera la sangre de ellas, porque toda
Escritura, si no se entiende según su verdadero espíritu, puede
decirse que está muerta.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 74,2
Y para que no tuviesen ninguna clase de
excusa, con el fin de que no pudieran decir "porque has enviado tus
discípulos a los gentiles, por esto nos hemos escandalizado", les
predijo que sus discípulos habrían de ser enviados a ellos. Y por lo
tanto, añade acerca de su castigo: "Os digo, en verdad, que todas
estas cosas vendrán sobre esta generación".
Glosa
No se refería únicamente a los que estaban
delante, sino también a toda generación de hombres malos que había
precedido, o que debería suceder, porque todos formaban una misma
sociedad, y eran como el cuerpo del diablo.
San Jerónimo
Es costumbre en las Sagradas Escrituras
dar a conocer dos generaciones: de buenos y de malos (
Sal 111,2). La generación de los buenos es
bendecida, pero la generación de los malos se llama en este lugar
generación de víboras. Por lo tanto, todos aquéllos que obraban del
mismo modo contra los apóstoles, como Caín y Joas, pertenecen a una
misma generación.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 74,2
O de otro modo: como se tardaba el castigo
del infierno con que les había amenazado, les vuelve a amenazar con
castigos en la vida presente, cuando dice: "Vendrán todas estas cosas
sobre esta generación"
1.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 46
Así como todos los bienes que en todas las
generaciones, desde la constitución del mundo, habían sido merecidos
por los santos, se concedieron especialmente a aquellos pueblos
modernos que recibieron a Jesucristo. Así, todos los males que en
todas las generaciones merecieron sufrir los malos desde la
constitución del mundo, vinieron sobre los modernos judíos porque
rechazaron al Salvador. O de otro modo: así como toda la justicia de
los santos que habían precedido, y aun de todos los demás santos, no
pudo merecer tan grande gracia, cual fue concedida a los hombres en
Jesucristo. Los pecados de todos los impíos, no pudieron merecer tanto
castigo como vino sobre los judíos, hasta el punto de que sufrieran
tales aflicciones, como las que les causaron los romanos. Y así,
después, todas sus generaciones serán arrojadas hasta el fin del mundo
por Dios, y servirán para escarnio a todas las gentes. ¿Qué cosa peor
les podría suceder que no recibir al Hijo de Dios, cuando vino con
tanta caridad y humildad, matándolo de aquella manera tan ignominiosa?
Además, toda gente o toda sociedad no es castigada por Dios
inmediatamente después que peca, sino que espera que pasen muchas
generaciones y cuando agrada a Dios castigar a aquella sociedad o a
aquella gente, parece como que trae sobre ella los pecados de todos
los que habían precedido, porque castiga en ellas todo lo que merecían
las demás. Así sucedió a la generación de los judíos, que viene siendo
castigada por los delitos de sus padres; condenados en verdad, no por
aquéllos, sino por sí mismos.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 74,2
Por lo tanto, el que vio que muchos
pecaban ya, y no se corregían, obrando del mismo modo o peor, se hizo
digno de mayor castigo.
Notas
1. El
Señor Jesús profetiza un evento futuro. El pasaje aparece también en
Mc 13,30-31 y Lc
21,32-33. (Reicke) Sólo un dogmatismo acrítico que prescinde
a priori de la existencia de los profetas y
de la profecía, puede usar este pasaje para datar el Evangelio
posterior a la caída de Jerusalén. Quienes niegan la existencia de las
profecías y los milagros, los racionalistas, plantean una fecha tardía
o una inclusión tardía. Como es evidente los argumentos de tal
naturaleza no son científicos.
|
37-39 |
"Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a aquéllos que a ti son enviados, ¡cuántas veces quise allegar tus hijos, como la gallina allega sus pollos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí que os quedará desierta vuestra casa. Porque os digo que desde ahora no me veréis hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor". (vv. 37-39)
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 74,3
Después de lo ya dicho, el Señor dirigió
su palabra a la ciudad, queriendo a la vez instruir a los que le oían
diciendo: "Jerusalén, Jerusalén". Esta doble exclamación es propia del
que se compadece y del que ama mucho.
San Jerónimo
Llama Jerusalén, no a las piedras y a los
edificios de la ciudad, sino a los habitantes de quienes se lamenta
con el acento de padre.
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 46.
Previendo la ruina de aquella ciudad y el
gran castigo que había de venirle de parte de los romanos, les
recordaba, en verdad, la sangre de sus santos, que había sido
derramada hasta entonces y que aún debía serlo. Por esto añade: "Que
matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados". Te envíe a
Isaías y lo aserraste, has apedreado a mi siervo Jeremías, arrastraste
por las piedras a Ezequiel, hasta derramarle los sesos. ¿Cómo te
salvarás, si no recibes médico alguno? Y no dijo: mataste o
apedreaste, sino que matas y apedreas, esto es, que tienes esto por
costumbre natural, el matar y apedrear a los santos. Esto mismo
hicieron con los apóstoles, como habían hecho antes con los profetas.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 74,3
Además, habiéndola llamado y expuesto sus
matanzas abominables, queriendo excusarse en cierto modo, le dice:
"¿Cuántas veces quise allegar tus hijos?" Como diciendo: no me han
separado de mi benevolencia hacia ti, ni aun las anteriores matanzas,
sino que te he querido unir a mí, no una vez ni dos, sino muchas. Y da
a conocer la magnitud de su amor con la semejanza de la gallina.
San Agustín,
quaestiones evangeliorum, 1,36
Esta clase de animales tiene un grande
afecto hacia sus hijos, hasta el punto de que si ellos enferman,
también enferma la madre. Y en ella encontrarás lo que es difícil
encontrar en los otros animales, porque con sus alas defiende a sus
hijos y pelea contra el milano. Así también nuestra madre, la
sabiduría de Dios, después de haber tomado nuestra carne, ha
enfermado, como dice el Apóstol: "Que lo que parece flaco en Dios, es
más fuerte que los hombres" ( 1Cor 1,25),
protege nuestra debilidad y resiste al diablo, para que no nos
arrebate.
Orígenes,
homilia 26 in Matthaeum
Llama hijos de Jerusalén, según lo que
llevamos dicho, a los sucesores de aquellos ciudadanos e hijos de los
que habían precedido. Dice, pues: "Cuántas veces he querido", siendo
así que había enseñado a los judíos corporalmente. Pero Jesucristo
siempre estuvo presente en Moisés y en los profetas y en los ángeles,
que cuidan de la salvación humana en todas las generaciones. Y si
alguno no estaba reunido, se entendía que no había querido reunirse.
Rábano
Cesen, pues, los herejes de creer que
Jesucristo tuvo principio únicamente de la Virgen. Callen, y no sigan
diciendo que el Dios de la ley y de los profetas es otro.
San Agustín,
Enchiridion, 97
¿Dónde está, pues, aquella omnipotencia
con que fabricó los cielos y la tierra, y todas las demás cosas que
quiso hacer, si queriendo reunir a los hijos de Jerusalén no pudo?
¿Acaso no fue más reunir a los que quiso aun no queriendo ella?
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 74,3
Además, amenaza con la pena que siempre
habían temido, a saber, con la destrucción de la ciudad y del templo,
diciendo: "He aquí que os quedará desierta vuestra casa".
Pseudo-Crisóstomo,
opus imperfectum in Matthaeum, hom. 46
Así como el cuerpo, cuando el alma se
separa de él, primero se enfría, después se pudre, y por último se
disuelve, así nuestro templo, cuando se separa de él el espíritu de
Dios, primero se encuentra muy rebelde e indisciplinado, y después
viene a su ruina.
Orígenes,
homilia 26 in Matthaeum
También amenaza siempre Jesucristo a
aquellos que no quisieron reunirse bajo sus alas. "He aquí que os
quedará desierta vuestra casa", esto es, vuestra alma y vuestro
cuerpo. Pero si alguno de vosotros no quiere reunirse bajo las alas de
Jesucristo, desde el momento que huye de encontrarse con El (más bien
por sus acciones que con su cuerpo), no verá la hermosura del Verbo
hasta que se arrepienta de su mal propósito y diga: "Bendito el que
viene en el nombre del Señor". Porque entonces viene el Verbo bendito
de Dios sobre el corazón del hombre cuando se convierte al Señor. Por
esto sigue: "Os digo que desde ahora no me veréis hasta que digáis:
bendito el que viene en el nombre del Señor".
San Jerónimo
Como diciendo: si no hacéis penitencia y
confesáis que soy el mismo de quien han hablado los profetas,
llamándole Hijo del omnipotente Padre, no veráis mi rostro. Tienen
también los judíos su tiempo de penitencia. Confiesen que es bendito
el que viene en el nombre del Señor y entonces verán la cara de
Jesucristo.
San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom. 74,3
Por esto dio a conocer, su venida -aunque
en secreto-, porque entonces todos le adorarán. Y cuando dice: "Desde
ahora", se refiere al tiempo de su pasión.
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