CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO

36-38  -  39-44  -  45-46  -  47-50  -  51-54  -  55-58  -  59-68  -  69-75


01-02

Y aconteció que cuando hubo Jesús acabado todos estos razonamientos, dijo a sus discípulos: "sabéis que de aquí a dos días será la Pascua, y el Hijo del hombre será entregado para ser crucificado". (vv. 1-2)
 
San Hilario, in Matthaeum, 29
Después que el Señor había predicho su venida con gloria, ahora avisa su pasión para que comprendan que al misterio de la cruz va unido el de su eterna gloria. Por eso dice: "Y sucedió que cuando hubo Jesús acabado estos razonamientos".

Rábano
A saber, sobre el fin del mundo y del día del juicio; o, porque obrando y predicando había completado todo desde el principio del Evangelio hasta su pasión.

Orígenes, in Matthaeum, 35
No dijo sencillamente todos los razonamientos sino todos éstos; pues aun convenía que pronunciara otros antes de su muerte.
Sigue: Dijo a sus discípulos: "Sabéis que después de dos días se celebrará la Pascua".
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,78
De la narración del Evangelio de San Juan se deduce que seis días antes de la Pascua fue Jesús a Betania, y desde allí a Jerusalén sobre un jumentillo; después tienen lugar los hechos que cuenta ocurridos en Jerusalén. Comprendemos, pues, que desde aquel día que llegó a Betania hasta los dos antes de la Pascua, habían pasado cuatro, pues este es el tiempo que media entre la Pascua y los ácimos. Porque la Pascua se llama sólo el día en que es muerto el cordero por la tarde, esto es, la luna catorce del primer mes; mientras que la fiesta de los ácimos tenía lugar en la luna decimaquinta cuando el pueblo salió de Egipto. Algunas veces los evangelistas acostumbran tomar una por otra.
 
San Jerónimo
La Pascua, que en hebreo se llama phase (paso), no recibe su nombre, como piensan muchos, de la pasión (es decir del verbo pascein que quiere decir padecer), sino del paso porque viendo el ángel exterminador la sangre en las puertas de los Israelitas, había pasado sin herirlos, o porque el mismo Señor había descendido en auxilio de su pueblo.
 
Remigio
O también porque con la protección del Señor, librado el pueblo de Israel de la esclavitud de los egipcios, había pasado a ser libre.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
No dijo: después de dos días será o vendrá la Pascua, para dar a entender que aquella Pascua sería como se acostumbraba según la ley, sino se hará la Pascua; esto es como nunca se hizo.
 
Remigio
En sentido místico se dice Pascua porque en aquel día pasó Cristo de este mundo al Padre, de la corrupción a la incorrupción, de la muerte a la vida; y porque por su saludable tránsito redimió al mundo de la esclavitud del demonio.
 
San Jerónimo
Después de los dos días de la clarísima luz del Antiguo y Nuevo Testamento, se celebra la Pascua verdadera para el mundo y también nuestro tránsito, esto es phase, si abandonando las cosas de la tierra nos apresuramos a adquirirlas del cielo.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Predice a sus discípulos que será entregado: "y el Hijo del hombre será entregado para ser crucificado". Y les previene, para que oyendo antes lo que sucederá, no se asombren repentinamente, viendo entregar a su maestro a la muerte. Por esto, pues, dice "será entregado", sin indicar por quién. Dios lo entregó por compasión al linaje humano; Judas por avaricia; los sacerdotes por envidia; el diablo por temor de que con su doctrina arrancase de su poder al género humano, no advirtiendo que por su muerte le arrancaría mejor de lo que le había arrancado ya por su doctrina y sus milagros.

03-05

Entonces se juntaron los príncipes de los sacerdotes y los magistrados del pueblo en el atrio del príncipe de los sacerdotes, que se llamaba Caifás; y tuvieron consejo para prender a Jesús con engaño y hacerle morir. Mas decían: "no en el día de la fiesta, porque acaso no sucediese alboroto en el pueblo". (vv. 3-5)
 
Glosa
El Evangelista pone de manifiesto los preparativos de toda la maquinación que precedió a la pasión que el mismo Jesucristo había anunciado. Por esto dice: "entonces se congregaron los príncipes de los sacerdotes".
 
Remigio
La palabra entonces, va unida a las anteriores, esto es, antes de que se celebrase la Pascua.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
No los verdaderos sacerdotes, ni los verdaderos ancianos, sino los de aquel pueblo, que en la apariencia era el de Dios. Y en realidad era el pueblo de Gomorra, que no comprendiendo que aquél era el sumo sacerdote de Dios, le tendían asechanzas; y desconociendo al Primogénito de toda criatura, se convinieron contra El que es el más anciano de todas las cosas.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 79,3
Meditando inicuos proyectos, se dirigieron al príncipe de los sacerdotes, para que les diese un poder que él no debía dar. Muchos eran los príncipes de los sacerdotes, siendo así que la ley no permitía más que uno. En lo que se manifestaba el principio de disolución de la nación Judía; Moisés había mandado que no hubiera más que un príncipe de los sacerdotes, y muerto éste, se eligiera otro, pero después vinieron a ser anuales. A éstos, pues, llama aquí príncipes de los sacerdotes, porque lo parecían.
 
Remigio
Son dignos de condenación, no sólo porque se reunieron, sino también porque eran príncipes de los sacerdotes. Porque cuanto mayor es el número de los que se reúnen para perpetrar algún mal, y más altos, esclarecidos y nobles fueren, tanto más grave es el delito que se comete, y por ello mayor la pena que se les prepara. A fin de manifestar la sencillez e inocencia del Señor, añade el Evangelista: "para prender a Jesús con engaño y hacerle morir", pues reunieron consejo para prender y matar con engaño a aquél en quien no podían hallar causa alguna de muerte.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 79,3
Tuvieron consejo, pues, para prenderle ocultamente y matarle; pero temían al pueblo, y por eso esperaban que pasara la fiesta, diciendo: "no en el día de la fiesta". Pues el diablo no quería que Cristo padeciera en la Pascua para que no se hiciera pública su pasión. Los príncipes de los sacerdotes no lo decían por temor de Dios, es decir, porque no se agravase su pecado, cometiéndolo en este día; sino porque en todo pensaban mundanamente. Por eso que sigue: "no ocurriese acaso un tumulto en el pueblo".
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Por las varias opiniones del pueblo en que unos amaban a Cristo, otros le aborrecían, otros creían en él, y otros no.
 
San León Magno, sermones, 58,2
Al acordar los príncipes de los sacerdotes disposición para que no se originara tumulto un día santo, no se proponían la santificación de la fiesta, sino la impunidad del crimen, pues temían, no que el pueblo pecara, sublevándose las turbas en la principal solemnidad, sino el que Cristo se les escapara.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 79,3
Pero el furor en que ardían les hizo cambiar de decisión porque habiendo encontrado un traidor mataron a Cristo en la misma festividad.
 
San León Magno, sermones, 58,1
Parécenos que fue providencia divina, el que los príncipes de los judíos, que tantas veces habían buscado ocasión de sacrificar a Cristo, no pudieran saciar su furor más que en la solemnidad de la Pascua. Convenía, pues, que lo que había sido figurado y prometido mucho antes, tuviese manifiesto y cumplido efecto, y el sacrificio figurativo fuera sustituido por el verdadero. Completóse con un solo sacrificio el de las variadas y diferentes víctimas, para que las sombras desapareciesen ante la realidad, y cesaran las figuras en presencia de la verdad; la hostia se transforma en otra hostia, la sangre hace desaparecer otra sangre, y las ceremonias legales se cumplen cuando desaparecen.

06-13

Y estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, se llegó a El una mujer que traía un vaso de alabastro, de ungüento precioso, y lo derramó sobre la cabeza de El, estando recostado en la mesa. Y cuando lo vieron sus discípulos, se indignaron diciendo: "¿A qué fin este desperdicio? porque podía eso venderse en mucho precio y darse a los pobres". Mas entendiéndolo Jesús, les dijo: "¿por qué sois molestos a esa mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra. Porque siempre tenéis pobres con vosotros: mas a mí no siempre me tenéis. Porque derramando ésta este ungüento sobre mi cuerpo, para sepultarme lo hizo. En verdad os digo, que en todo lugar, donde fuere predicado este Evangelio en todo el mundo, se contará también lo que ha hecho para memoria de ella". (vv. 6-13)
 
Glosa
Después de haber hablado del consejo que los príncipes tomaron para matar a Cristo, pasa el Evangelista a referirnos su cumplimiento, explicándonos la manera como Judas se convino con los judíos, para entregar a Cristo. Pero antes hace preceder la causa de la traición: se había lamentado Judas, porque el ungüento que la mujer había derramado sobre la cabeza de Cristo no se había vendido, para hurtar algo del precio, lo cual quiso él compensar vendiendo al maestro. Dice pues: "Estando, Jesús en Bethania, en casa de Simón el leproso".
 
San Jerónimo
No porque entonces lo fuese aun, sino porque antes lo había sido y curado después por el Señor, le quedaba aun el primer mote de leproso, para que constase la virtud del que le había curado.
Sigue: "Se acercó a El una mujer que llevaba un vaso de alabastro, de ungüento precioso".
 
Rábano
Este alabastro es una especie de mármol blanco, pintado de varios colores, que suele destinarse a vasos de perfumes, porque se dice que los conserva sin corrupción.
 
San Jerónimo
Otro Evangelista, en lugar de alabastro de ungüento precioso, dijo de nardo puro, esto es, verdadero y sin mezcla.
 
Rábano
Pisti( en griego, significa fe, de donde deriva pístico, esto es, fiel: pues aquel ungüento era entonces fiel, esto es, puro y no adulterado.
Sigue: "Y lo derramó sobre la cabeza de El que estaba recostado".
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Acaso hay quien diga que fueron cuatro las mujeres de quienes nos hablaron los evangelistas. Pero yo convengo mejor en que fueron tres, y tan sólo una la que citan San Mateo y San Marcos, otra de la que escribió San Lucas, y otra de la que habló San Juan.
 
San Jerónimo
No crea nadie que fuera la misma la que derramó el ungüento sobre la cabeza y sobre los pies. La primera fue aquélla que lavó con lágrimas, y las enjugó con su cabello y claramente es llamada mujer pública. De ésta, pues, no se ha escrito tal cosa, ni era posible que una meretriz llegara en un momento a ser digna de tocar la cabeza del Señor.
 
San Ambrosio, in Lucam, 7
Es posible que no fuese la misma, y que por consiguiente, el Evangelista no incurriera en contradicción. Esta cuestión puede resolverse teniendo presente la diversidad de méritos y de tiempos, pudiendo ser entonces pecadora, y ahora más perfecta.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 80,1
Este es el motivo por que los tres evangelistas, a saber: San Mateo, San Marcos y San Lucas, parece se refieren a una misma. Mas no sin razón el Evangelista recordó la lepra de Simón, para manifestar en qué fundó su confianza esta mujer para acercarse a Cristo: la lepra es un mal impuro, y esta mujer, viendo que Jesús había curado a aquel hombre, en cuya casa estaba, tomó confianza para creer que fácilmente limpiaría la inmundicia de su alma. Y así como otras mujeres se habían acercado a Jesús para la curación del cuerpo, ella sólo se acerca a Cristo para honrarle, y para curar su alma, no teniendo en su cuerpo enfermedad alguna, y es la razón por qué es digna de admiración. Según San Juan, no es la misma mujer, sino otra admirable hermana de Lázaro.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
San Mateo y también San Marcos, refieren que este hecho tuvo lugar en casa de Simón el leproso; mientras que San Juan dice que fue Jesús a donde estaba Lázaro. Y no era Simón quien le servía, sino María y Marta. Por otra parte, según San Juan, seis días antes de la Pascua fue a Bethania, cuando María y Marta dispusieron una cena; pero aquí cuando descansó en la casa de Simón, no quedaban más que dos días para la Pascua. Y según San Mateo y San Marcos, los discípulos se indignaron al ver el hecho; mas según San Juan, sólo fue Judas por la pasión de hurtar; pero según San Lucas, nadie murmuró.
 
San Gregorio Magno, homiliae In Evangelia, 33,1
O bien podrá decirse que ésta es la misma mujer que San Lucas llama pecadora y San Juan llama María.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,79
Aunque San Lucas cuenta un hecho semejante al que de aquí se habla, que ocurrió en la casa de un hombre, y convengan en el nombre de la persona en cuya casa era donde estaba el Señor convidado (pues dice que se llamaba Simón); sin embargo, como no es contra el uso y costumbre de los hombres el que dos tengan el mismo nombre, es más creíble que fuese otro Simón, no leproso, en cuya casa, en Bethania, sucedía esto. Yo pienso, pues, que no era sino la misma mujer, la pecadora que entonces se acercó a los pies de Jesús. Y que la misma María hizo esto dos veces; a saber: la primera la que cuenta San Lucas y conmemora también San Juan con el nombre de María, antes que el Salvador llegara a Betania, en estos términos: "había, dice, un enfermo en Bethania llamado Lázaro, en el castillo de María y Marta su hermana. María era la que ungió al Señor con ungüento y limpió sus pies con sus cabellos, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo" ( Lc 11,1-2). María había, por consiguiente, hecho ya esto, cuando otra vez lo hizo en Betania. Y este segundo hecho es el que no refiere San Lucas, y es referido por los tres evangelistas, a saber, Juan, Mateo y Marcos, con la diferencia empero que San Mateo y San Marcos dicen que derramó aquel ungüento en la cabeza del Señor, mas San Juan en los pies. Lo que no envuelve contradicción, si admitimos que no solamente ungió la cabeza del Señor, sino también los pies. A no ser que haya quien niegue que, como cuenta San Marcos, roto el vaso de alabastro y ungida la cabeza, pudo haber quedado lo bastante para perfumar los pies del Señor. Pero el que así calumnia, conceda que los pies del Señor fueron ungidos antes de romper el vaso, para que quedase entero, a fin de ungir la cabeza, derramándolo todo por la rotura.
 
San Agustín, de doctrina christiana, 3,12
Nunca un hombre de sano juicio se imaginaría que los pies del Salvador serían ungidos con este bálsamo precioso como suelen hacer los hombres mundanos y voluptuosos. Pues en tales cosas no está la culpa en el uso, sino en la maldad de la manera de usarlas: el que usa de una cosa traspasando los límites de las buenas costumbres de las personas con quienes vive, o quiere manifestar algo o es reprobable. Por lo tanto, lo que en otros es la más de las veces un crimen, en la divina y profética persona, es señal de algún gran misterio. Pues el buen olor significa la buena fama, la que adquirirá con la buena vida y obras, el que siguiendo los pasos de Cristo unge sus pies con precioso perfume.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,78
Pero esto puede parecer contradictorio, porque San Mateo y San Marcos dijeron que faltaban dos días para la Pascua y después dijeron que Jesús estaba en Betania, en donde se habla de aquel precioso ungüento; sin embargo el mismo hecho habrá de narrar San Juan cuando dice "seis días antes de la Pascua" ( Jn 12,1). Pero los que presentan esta objeción no comprenden que San Marcos y San Mateo refieren el acontecimiento del ungüento recapitulando, pues ninguno de ellos dice que sucedió dos días antes de la Pascua; así continuó diciendo: "después de esto hallándose en Betania".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 80,1
Como los discípulos habían oído decir a su maestro: "Misericordia quiero y no sacrificio" ( Mt 9,13), pensaban entre sí: si no acepta los sacrificios, con mayor razón rehusará el bálsamo. Por esto sigue: viendo esto los discípulos se indignaron diciendo: "¿por qué este desperdicio? pues pudo esto venderse", etc.
 
San Jerónimo
Sé que algunos critican este pasaje porque San Juan dijo que sólo Judas fue el que lo tomó a mal, porque era el depositario y ladrón desde el principio; y San Mateo dice que se indignaron todos los discípulos. Pero ignoran la figura que se llama silepsis por la que se toma a uno por muchos y a muchos por uno. Pues San Pablo en su epístola a los hebreos dice que los ancianos de la antigua ley fueron divididos ( Heb 11,37) cuando tan solamente lo fue Isaías.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,79
Puede también entenderse que igualmente los otros discípulos lo sintieron, o que Judas los persuadió con lo que dijo, y que San Marcos y San Mateo expresaron la impresión que les hicieron las palabras de Judas. Pero éste lo dijo movido del deseo de hurtar; y los otros de la caridad con los pobres: mas San Juan sólo cita aquél para hacer constar con este motivo su inclinación a hurtar.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 80,1
Los discípulos, pues, pensaban así; pero el Señor, conociendo la intención de la mujer, se lo permitió porque era mucha su piedad e inefable su amor; y por esto condescendiendo dejó derramar el ungüento sobre su cabeza. Así como el Padre aceptó con gusto el olor de la víctima, del mismo modo Cristo condescendió con esta mujer devota, cuya intención no conocían los discípulos que se quejaban. Por esto sigue: "Conociéndolo, pues, el Señor, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer?"
 
Remigio
Con lo que claramente manifestó que los discípulos habían dicho algo contra ella. Pero el Señor dijo esta notable expresión: "Ha hecho una obra buena conmigo", como si dijera: no es desperdicio del bálsamo como vosotros decís, sino una obra buena, esto es, homenaje de piedad y devoción.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 80,2
No se contentó el Señor con decir: "Ha hecho conmigo una buena obra", sino que primero dijo: "¿Por qué molestáis a esta mujer?" Enseñándonos, que cuando alguno hace alguna buena obra, aunque no sea perfecta se debe recibir y alentar, y no exigir desde el principio toda su perfección. Si alguno hubiera preguntado a esta mujer qué es lo que iba a hacer, no se lo hubiera permitido, pero después de derramado ya el ungüento era inoportuna la reprensión de los discípulos. Por lo mismo, para no defraudar el deseo de esta mujer, la consoló con sus palabras.
Sigue: "Pues siempre tendréis pobres con vosotros".
 
Remigio
El Señor manifestó con estas palabras en cierto modo, que no eran culpables los que le servían con alguno de sus bienes mientras vivía aún en el cuerpo mortal, porque pobres había de haber siempre en la Iglesia, mientras que El había de permanecer poco tiempo corporalmente entre ellos. Por esto añade: "Pero a mí no siempre me tendréis".
 
San Jerónimo
Surge aquí la dificultad de por qué el Señor dijo después de su resurrección a los discípulos: "He aquí que yo estoy con vosotros hasta la conclusión del mundo" ( Mt 28,20), y ahora diga: "A mí no siempre me tendréis". Pero a mí me parece que en este pasaje habla de su presencia corporal, de la que ellos de ninguna manera volverían a disfrutar después de la resurrección, del mismo modo y con la misma familiaridad que entonces.
 
Remigio
Puede también resolverse esta duda entendiendo que sólo fue dicho a Judas. Pero por esto no dijo "tendrás" sino "tendréis"; porque en la persona de Judas fue dicho a todos sus imitadores. Por eso dijo "no siempre" siendo así que ni con el tiempo pueden contar; porque los malos parece que tienen a Cristo cuando se mezclan con sus miembros en el presente siglo y se acercan a su mesa. Pero no siempre será así, cuando sólo a los elegidos les dirá: "Venid, benditos de mi Padre" ( Mt 25,34).
 
Sigue: "Derramando, pues, este ungüento", etc. Era costumbre de aquel pueblo embalsamar con diversos aromas los cuerpos de los muertos para que se conservasen sin corrupción mucho tiempo. Y porque había de suceder que esta mujer quisiese ungir el cuerpo muerto del Señor y no pudiera verificarlo, porque se anticipara la resurrección, por esto sucedió por disposición divina, que el cuerpo del Señor fuese ungido en vida. Y dice: "Derramando este ungüento sobre mi cuerpo, para enterrarme lo hizo". Esto es, ungiendo esta mujer mi cuerpo vivo, manifiesta que moriré y seré enterrado.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 80,2
Como había recordado su muerte y su sepulcro para no entristecer a la mujer, la consuela otra vez con estas palabras: "En verdad os digo, que en cualquier parte donde fuere predicado", etc.
 
Rábano
Esto es: por todos los lugares por los que se extenderá la Iglesia en todo el mundo se dirá lo que hizo esta mujer. Notemos la contraposición que así como Judas fue dominado de infame perfidia, ésta lo fue de gloriosa piedad y devoción.
 
San Jerónimo
Escucha, pues, la noticia anticipada, de que pasados dos días, padecerá y morirá y su Evangelio será conocido y celebrado en toda la tierra.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 80,2
Así como lo dijo ha sucedido, y por cualquier parte de la tierra que fueres oirás la celebridad de esta mujer debido al poder del Señor. Las victorias de muchos reyes y de grandes capitanes han sido olvidadas en la memoria de los hombres; así como la mayor parte de los que fundaron ciudades y redujeron a esclavitud muchas naciones, ni de palabra ni de nombre, han sido conocidos. Mientras que esta mujer que derramó este bálsamo en la casa de cierto leproso, en presencia de doce hombres, es celebrada por todo el orbe de la tierra, y la memoria de su hecho no se ha borrado a pesar de tanto tiempo como ha transcurrido. ¿Pero por qué nada especial prometió a esta mujer más que una memoria eterna? Porque de estas palabras claramente pudo entenderse que si había hecho una buena obra era evidente que recibiría buena recompensa.
 
San Jerónimo
En sentido místico está en Bethania la morada de la obediencia, que en otro tiempo fue de Simón el leproso, en donde vive el que ha de padecer por todo el mundo. Simón se interpreta también obediencia, que en otro sentido puede entenderse el mundo en cuya casa fue curada la Iglesia.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
En todas las Sagradas Escrituras, por aceite se entiende las obras de misericordia, con el cual se alimenta y luce la lámpara de la predicación. También significa la doctrina, con la cual se alimenta a los oyentes, con la fervorosa predicación de la fe. Generalmente se llama aceite todo lo que sirve para ungir. El bálsamo o perfume es diferente del aceite, pues es un ungüento precioso. Así, toda acción justa se llama buena obra, pero una cosa son las que se practican por respetos humanos para agradar a los hombres, y otra las que se hacen por Dios y según Dios. Y esto mismo que hacemos por Dios, o aprovecha para los hombres, o únicamente para la gloria de Dios. Por ejemplo, alguno hace bien al hombre por un sentimiento natural de justicia, no por Dios, como obraban a veces los gentiles; semejante buena obra es aceite común, no perfume. Y sin embargo, es agradable a Dios, porque, como dice San Pedro por boca de San Clemente, las buenas obras que hacen los infieles, les aprovechan en este siglo, no en el otro para conseguir la vida eterna; pero los que las hacen por Dios les aprovechan para el siglo venidero. Este es el ungüento de buen olor. Pero algunos se hacen para utilidad de los hombres, como por ejemplo las limosnas y las demás de su género: el que esto hace con los cristianos, unge los pies del Señor; porque éstos son los pies del Señor que es lo que principalmente suelen hacer los penitentes para el perdón de sus pecados. Pero el que observa castidad, persevera en los ayunos y oraciones y en las demás obras que tan sólo conciernen a la gloria de Dios, unge con perfume la cabeza del Señor, y éste es el ungüento precioso de cuyo olor se llena toda la Iglesia. Y ésta es la obra propia no de los penitentes, sino de los perfectos. También la doctrina que es necesaria a los hombres es el bálsamo con que son ungidos los pies del Señor. Pero el conocimiento de la fe que sólo pertenece a Dios, es el bálsamo con que se unge la cabeza de Cristo con el que nos enterramos con Cristo por el bautismo muriendo al mundo.
 
San Hilario, in Matth. can. 29
Esta mujer representa al pueblo gentil; es la que en la pasión de Cristo dio gloria a Dios, porque ella ungió la cabeza de Cristo que es Dios. Pues el ungüento es el fruto de las buenas obras. Pero los discípulos en su deseo de salvar a Israel, dicen que debía haberse vendido en provecho de los pobres: por instinto profético llaman pobres a los judíos necesitados de fe. Pero el Señor les responde que les quedará mucho tiempo para cuidar de estos pobres. Por otra parte, esto no es más que la orden expresa para que los apóstoles vayan por orden suya a llevar la salud a las naciones, que por la unción del bálsamo de esta mujer han sido enterradas con El y son regeneradas de entre los muertos en el sacramento del bautismo. Y esta es la razón porque su buena obra será publicada donde será publicado el Evangelio, pues desapareciendo Israel será predicada la gloria del Evangelio a la conversión de las naciones.

14-16

Entonces se fue uno de los doce, llamado Judas Iscariote, a los príncipes de los sacerdotes y les dijo: "¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré?" Y ellos le señalaron treinta monedas de plata. Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarlo. (vv. 14-16)
 
Glosa
Supuesta la oportunidad de la traición, el Evangelista habla a continuación de la que cometió Judas. Por lo que dice: "Entonces fue uno de los doce", etc.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 80,2
Tan luego como oyó que el Evangelio se había de predicar en todas partes, temió, pues esto demostraba un poder admirable.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,78
Las palabras: "Entonces se fue uno de los doce", continúan la narración de los acontecimientos que empieza con la palabra del Señor: "Sabéis que, pasados dos días, se celebrará la Pascua... Entonces se juntaron los príncipes de los sacerdotes", etc. Entre aquello que se dijo: "Porque no sucediese alboroto en el pueblo" ( Mt 26,5), y esto que se dice: "Entonces se fue uno de los doce", se interpuso lo que sucedió en Bethania, de lo cual se ha hecho mención al recapitular.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Y se fue en busca de un príncipe de los sacerdotes, para entregar al que fue hecho sacerdote eternamente ( Sal 109,4); y se fue a buscar muchos príncipes de los sacerdotes, para venderles por precio al que quería redimir a todo el mundo.
 
Rábano
Y dice que se fue, porque tomó tan criminal designio, no forzado, no invitado, sino espontáneamente.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 80,2
Y añade: "Uno de los doce"; como si dijera, de la sección principal, de los que sublimemente fueron elegidos, y para designarle agrega: "Llamado Judas Iscariote" (de Isch-Queriióth, que quiere decir varón u hombre de Kerioth y vulgarmente Carioth, pueblo donde nació Judas): porque había otro Judas.
 
Remigio
Pues Cariot fue el pueblo donde nació este Judas.
 
San León Magno, sermones, 60,4
Quien no abandonó a Jesucristo perturbado por el temor, sino que se dejó arrastrar por la codicia de las riquezas. Porque toda afición al dinero es vil. Y el alma codiciosa de ganancias no temió perecer por una aunque pequeña; y no hay vestigio alguno de justicia en aquel corazón, en el que la avaricia ha hecho su morada. Embriagado el pérfido Judas con este veneno, cuando tuvo sed de ganancias, tan neciamente fue impío, que vendió a su Señor y a su maestro. Por esto dijo a los príncipes de los sacerdotes: "¿Qué me queréis dar y yo os lo entregaré?"
 
San Jerónimo
El infeliz Judas quiso compensar con el precio de su maestro el daño que creía se había hecho con la efusión del ungüento. Sin embargo, no pide una cantidad determinada, para que no pareciese lucrativa su perfidia, sino que dejó a la libertad de los compradores el dar lo que quisieran, como si entregara una propiedad vil.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Y esto es lo que hacen todos los que reciben algo de las cosas corporales o mundanas, para que entreguen y arrojen fuera de su alma al Salvador, y a la palabra de la verdad que se hallaba en ellos.
Continúa: "Y ellos le señalaron treinta monedas de plata": señalándole tanta paga cuantos años el Salvador había vivido en este mundo.
 
San Jerónimo
José no fue vendido en treinta monedas de oro -como opinan algunos, fundándose en la versión de los Setenta intérpretes- sino en treinta monedas de plata según la verdad hebraica: pues no podía ser de más precio el siervo que el Señor.
 
San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,61
Mas, el haber sido vendido el Señor en treinta monedas de plata, simbolizó en la persona de Judas a los inicuos Judíos, quienes buscando las cosas carnales y temporales (que se refieren a los cinco sentidos del cuerpo), no quisieron admitir a Jesucristo, y como quiera que esto lo llevaron a efecto en la sexta edad del mundo, se simbolizó de este modo que ellos habían de recibir seis veces cinco como valor del Señor vendido. Y porque la palabra del Señor es plata (Salmo 11,7), ellos entendieron asimismo carnalmente la misma ley, pues habían grabado la imagen del principado secular como en plata, que obtuvieron cuando hubieron perdido al Señor.
Continúa: "Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle".
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Mas San Lucas explica más claramente qué oportunidad era la que buscaba, Judas, cuando dice: "Y buscaba ocasión para entregarlo sin concurso de gentes" ( Lc 22,6); esto es, cuando el pueblo no estaba junto a El, sino cuando estaba retirado con sus discípulos; lo cual verificó, en efecto, entregándole después de la cena, cuando se hallaba retirado en el huerto de Getsemaní. Y verás si esta oportunidad se parece a los que al presente quieren hacer traición a la palabra de Dios en el tiempo de la persecución, cuando la muchedumbre de los creyentes no está cerca de la palabra de la verdad.

17-19

Y en el primer día de los ácimos se llegaron los discípulos a Jesús y le dijeron: "¿En dónde quieres que dispongamos para que comas la Pascua?" y dijo Jesús: "Id a la ciudad a casa de cierta persona y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo se acerca, en tu casa hago la Pascua con mis discípulos". Y los discípulos hicieron como Jesús les había mandado y dispusieron la Pascua. (vv. 17-19)
 
Glosa
Había hablado el Evangelista de las cosas que habían de preceder a la pasión de Jesucristo; a saber de la predicación de la pasión, del consejo de los príncipes y del convenio de la traición: mas ahora principia a referir el tiempo y el orden de la pasión diciendo: "Y el primer día de los ácimos".
 
San Jerónimo
El primer día de los ácimos, es el día catorce del primer mes, cuando es inmolado el cordero, y la luna está en todo su lleno, y es desechada la levadura.
 
Remigio
Y es de advertir que entre los judíos la Pascua se celebraba en el primer día, mas los siete días restantes eran llamados de los ácimos, pero aquí se toma el día de los ácimos por el día de la Pascua.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 81,1
O llama a este día el primero de los ácimos, los cuales eran siete; pues acostumbraron siempre los judíos a contar desde la víspera. Por esto hace mención de este día, en la víspera del cual había de ser inmolada la Pascua, y lo fue en la feria quinta.
 
Remigio
Mas dirá tal vez alguno: Si aquel cordero típico llevaba la figura de este verdadero Cordero, ¿por qué no padeció Jesucristo en aquella noche en que solía ser inmolado el cordero? Pero hay que tener presente que en la misma noche entregó a los discípulos los estimables misterios de su sangre y de su cuerpo. Y así detenido y atado por los judíos consagró el principio de su inmolación (esto es, de su pasión).
Continúa: "Se llegaron los discípulos a Jesús y le dijeron: ¿En dónde quieres que dispongamos para que comas la Pascua?" Creo, pues, que el pérfido Judas se hallaba entre aquellos discípulos que se llegaron a Jesús y le preguntaron.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 81,1
De aquí se deduce claramente que no tenía casa ni choza. Yo opino también que ni los discípulos la tenían; pues, en verdad, le hubiesen rogado que fuese allí.
Continúa: "Y dijo Jesús: Id a la ciudad a casa de cierta persona", etc.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,80
A saber, a casa de aquél a quien San Marcos y San Lucas llaman padre de familia o Señor de la casa. Pues lo que interpuso San Mateo, a casa de cierta persona, quiso insinuarlo en compendio, por su intención de ser breve, porque nadie habla de la manera que diga: "Id a casa de cierta persona", ¿quién no lo sabe? Y por esto habiendo puesto San Mateo las palabras del Señor cuando dijo: Id a la ciudad, interpuso él mismo: A casa de cierta persona. No porque el mismo Señor hubiese dicho esto, sino para insinuarnos, callando el nombre, que hubo en la ciudad cierta persona, a cuya casa fueron enviados los discípulos del Señor, para que dispusieran la Pascua. Pues se manifestó por el Señor que los discípulos eran enviados, no a casa de cualquier hombre, sino a casa de cierto hombre (esto es, a casa de un hombre determinado).
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 81,1
O se puede decir que por esto que dice: "A casa de cierta persona", da a entender que los envía a casa de un hombre desconocido, manifestando con ello que podía no padecer. Porque el que persuadió la mente de esta persona para que los recibiese, ¿qué no hubiera podido hacer, ciertamente, contra los que le crucificaban, si hubiese querido no padecer? Pero yo no admiro tan sólo que un viviente desconocido le recibió, sino que despreció el odio de muchos recibiendo a Jesucristo.
 
San Hilario, in Matthaeum, 30
O no nombra al hombre con quien hubo de celebrar la Pascua, por esta razón; porque aun no se daba entonces a los creyentes el honor del nombre cristiano.
 
Rábano
U omite el nombre, para designar la licencia que se ha de dar de celebrar la verdadera Pascua y hospedar a Jesucristo en la morada de la mente a todos los que quieran hacerlo.
 
San Jerónimo
También en esto la nueva Escritura guarda la costumbre del Antiguo Testamento, porque con frecuencia leemos: Dijo éste a aquél; y en este lugar y en aquél. Y sin embargo, no se pone el nombre de las personas y de los lugares. Continúa: "Y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo se acerca".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 81,1
Y dijo esto a los discípulos, aludiendo a la pasión, para que ejercitados por las repetidas enunciaciones de la pasión, meditasen lo que había de acontecer, demostrándoles al mismo tiempo que iba a la pasión por su voluntad. Continúa: "En tu casa hago la Pascua": En lo que da a entender que hasta el último día no se oponía a la ley. Y añadió: "Con mis discípulos", para que se preparase lo bastante y para que aquél a cuya casa los enviaba, no creyese que El quería ocultarse.
Continúa: "Y los discípulos hicieron como Jesús les había mandado, y dispusieron la Pascua".
 
Orígenes, in Mathaeum, 35
Tal vez alguno pretenderá que por lo mismo que Jesús celebró la Pascua según la costumbre judía, lo hagamos nosotros también, porque conviene que seamos imitadores de Cristo, no considerando que Jesús fue hecho bajo la ley, no para dejar bajo la ley a los que estaban bajo la ley, sino para librarlos de la ley. ¿Con cuánta mayor razón, pues, no debían entrar en la ley los que antes estaban fuera de la ley? sino que celebren espiritualmente lo que en la ley se manda que se celebre corporalmente, para que celebremos la Pascua con ácimos de sinceridad y de verdad, según la voluntad del Cordero cuando dice ( Jn 6,54): "Si no comiereis mi carne y bebiereis mi sangre, no tendreis vida en vosotros".

20-25

Y cuando vino la tarde, se sentó a la mesa con sus doce discípulos. Y cuando ellos estaban comiendo, dijo: "En verdad os digo, que uno de vosotros me ha de entregar. Y ellos muy llenos de tristeza, cada uno comenzó a decir: ¿Por ventura soy yo, Señor? Y El respondió y dijo: El que mete conmigo la mano en el plato, ése es el que me entregará. El Hijo del hombre va ciertamente como está escrito de El; pero ay de aquel hombre por quien será entregado el Hijo del hombre: más le valiera a aquel hombre no haber nacido". Y respondiendo Judas que lo entregó, dijo: "¿Soy yo por ventura, Maestro?" Dícele: "Tú lo has dicho". (vv. 20-25)
 
San Jerónimo
Como el Señor había predicho ya su pasión, ahora predice cuál será el traidor, dándole lugar a que haga penitencia, puesto que sabía que conocía sus pensamientos, y los secretos de su corazón, con el fin de que se arrepintiese de lo hecho. Por esto dice: "Y cuando vino la tarde, se sentó a la mesa con sus doce discípulos".
 
Remigio
Dice con los doce, porque Judas aun estaba con ellos aun cuando ya se había separado en realidad.
 
San Jerónimo
Judas obraba así, para evitar toda sospecha de traición.
 
Remigio
Debe advertirse que el Salvador se sentó a la mesa por la tarde, porque el Cordero solía sacrificarse a esa hora.
 
Rábano
Además se sentó con sus discípulos, por la tarde, porque en la pasión del Señor (cuando el verdadero sol tocaba a su ocaso), preparaba a todos los fieles una cena eterna.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, 81,1
Dice el Evangelista que cuando los discípulos estaban comiendo, Jesús empezó a hablar de la traición de Judas, dando así a conocer con tiempo y desde la mesa, la malicia del traidor. Por esto sigue: "Y cuando ellos estaban comiendo dijo: en verdad os digo que uno de vosotros me ha de entregar", etc.
 
San León Magno, sermones, 58,3
En lo que dio a entender que conocía la conciencia de su traidor. Pero no le confunde con reprensiones ásperas y manifiestas, sino que le reconviene con amonestación sencilla y oculta, para que se arrepienta y se corrija con más facilidad; por ello no le había dirigido expresiones duras.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Habló en general, para que cada uno diese a conocer la situación especial de su espíritu y para dar a conocer la malicia de Judas, que no creía que el Salvador tenía conocimiento de sus determinaciones. Yo creo que, en un principio, pensó que el Señor como hombre no lo descubriría, que y que, después de ver que su conciencia era conocida de Cristo, intentó la ocultación, puesta de manifiesto en sus palabras. En lo primero se mostró su incredulidad, y en esto último su impudicia. El Señor habló en general también para manifestar la bondad de sus discípulos, que más bien creían en las palabras del Señor, que en el testimonio de su conciencia. Por esto sigue: "Y ellos, muy llenos de tristeza, cada uno empezó a decir: ¿Por ventura soy yo, Señor?" Todos los discípulos sabían por lo que habían oído al Salvador, que la naturaleza humana es inclinada a lo malo, y que está en lucha contra los que gobiernan en este mundo de tinieblas; y por esta causa cada uno de ellos temía y preguntaba. Por lo que debemos siempre temer, que pueden sobrevenirnos toda clase de males puesto que somos débiles. Y viendo el Señor que sus discípulos temían por sí mismos, demostró cuál era el traidor por medio de una expresión profética, que dice en el Salmo: "El que come mi pan ensanchará su enemistad contra mí" ( Sal 40,10).
Por esto sigue: "Y El respondió y dijo: el que mete conmigo", etc.
 
San Jerónimo
¡Oh admirable paciencia la del Señor! Primero había dicho: uno de vosotros me ha de entregar ( Mt 26,21), y el traidor persevera en su mal propósito. Le reprende con más claridad, y sin embargo, no le designa por su nombre. Pero Judas cuando los demás se afligen y retiran su mano, y se abstienen de llevar la comida a su boca, él con la temeridad y desvergüenza con que le había de entregar, hasta mete la mano en el plato con su maestro, para que su atrevimiento ocultase la situación de su espíritu.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, 81,1
Me parece que también Jesucristo metía la mano en el plato al mismo tiempo que Judas, comprometiéndole más así, y atrayéndolo a su amor.
 
Rábano
San Mateo dice que en el plato, y San Marcos dice en la escudilla ( Mc 14,20). Paropsis es un vaso cuadrado para poner comida, y de cuatro lados iguales de donde toma el nombre; catino es un vaso frágil para contener líquidos. Y pudo suceder que en la mesa hubiese algún vaso frágil y cuadrado a la vez.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Es costumbre de hombres malos poner asechanzas a otros hombres después de la sal y del pan, especialmente a aquéllos que no tienen como enemigos. Por lo tanto, después del convite espiritual, suele verse con frecuencia la gran malicia de aquél que ha entregado a su maestro, sin acordarse del amor de su maestro en los beneficios materiales, ni de sus enseñanzas en los beneficios espirituales. Así obran en la Iglesia todos aquéllos que intrigan contra sus hermanos con quienes asisten con frecuencia a la sagrada mesa del cuerpo de Cristo.
 
San Jerónimo
Pero Judas una y otra vez avisado no retrocede de su traición, sino que parece que la paciencia del Señor fomenta su atrevimiento; y por lo tanto le anuncia el castigo, para que la intimación de la pena corrija a aquél a quien no había vencido el pundonor. Por esto sigue: "El Hijo del hombre va ciertamente", etc.
 
Remigio
Es propio de la humanidad ir y venir y de la divinidad estar y permanecer y como la humanidad pudo padecer y morir según el designio de la divinidad, dice muy oportunamente el Hijo del Hombre que va. Por ello dice terminantemente: "Como está escrito de El", puesto que todo lo que padeció ya había sido vaticinado antes por los profetas.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, 81,2
Dijo esto para consolar a sus discípulos, y que no creyesen que sufría aquello por debilidad, y para advertir a la vez al traidor. Porque aun cuando estaba escrito que Jesucristo habría de padecer, sin embargo, se culpa de su muerte a Judas. Pero la traición de Judas no es quien ha obrado nuestra salvación, sino que la sabiduría de Jesucristo se valió para nuestro bien de la necedad de otros. Y por eso sigue: "¡Ay de aquel hombre por quien será entregado!".
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
No dijo: ay del hombre que le entregará, sino por quien será entregado, dando a conocer que era otro quien entregaba al Señor, esto es, el diablo, siendo el mismo Judas el ministro de la traición. ¡Ay, pues, de todos los traidores de Cristo! porque quien entrega a los discípulos de Cristo entrega al mismo Jesucristo.
 
Remigio
¡Ay también de todos los que se acercan a la sagrada mesa con maligna y manchada conciencia! Porque aunque no entreguen al Salvador a los judíos para que lo crucifiquen, lo entregan como alimento a sus inicuos miembros. Y para explicarlo más añade: "Más le valiera a aquel hombre no haber nacido", etc.
 
San Jerónimo
Pero no debe pensarse que Judas existiese antes de nacer, porque a nadie pudo hacer bien sino a aquel que existe; simplemente se dice que es mucho mejor no vivir que vivir para el mal.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 1,40
Y si alguno arguye que puede demostrar que existe otra vida antes de esta, se le puede demostrar que esto no sólo no conviene a Judas, sino a ningún otro. ¿Acaso no se dice que no le convino nacer para el diablo, es decir, para el pecado?, o también ¿no le hubiera valido más no haber nacido para Cristo por la vocación, evitando así su apostasía?
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Judas después de las preguntas de los apóstoles, y de las palabras del Salvador que se referían a él, preguntó luego a su vez con intención perversa, a fin de que, al hacer una pregunta parecida a las que hicieron los demás, ocultara su determinación de traicionar al Señor, porque el verdadero arrepentimiento no se detiene; por esto sigue: "Y respondiendo Judas que lo entregó, dijo: ¿Soy yo por ventura, Maestro?"
 
San Jerónimo
En cual probó su afecto fingido, o dio señal de su incredulidad: también los demás que no habían de entregarle dijeron: ¿Soy yo acaso, Señor? ( Mt 26,22) Pero éste que le había de entregar no le llama Señor, sino Maestro, como si pudiese servirle de excusa negar al Señor y entregar sólo a su Maestro.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Y como queriendo subsanar esto mismo le llama Maestro, aun cuando no merecía nombrarle.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, 81,2
Aunque el Señor podía haber dicho: has convenido tomar dinero, y aun te atreves a preguntar. Pero nada de esto dijo el mansísimo Jesús, para designarnos la línea de conducta que debemos observar. Por esto sigue: "Y le dice: Tú lo has dicho".
 
Remigio
Lo cual puede entenderse de este modo: tú lo dices y dices la verdad; o tú lo has dicho y no yo; con el fin de que aun pudiese hacer penitencia y no descubrir más su iniquidad.
 
Rábano
También Judas pudo decir esto, y ser respondido por el Señor, sin que los demás advirtieran lo que se había hablado.

26

Y cenando ellos tomó Jesús el pan, y lo bendijo, y lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: "tomad y comed; éste es mi cuerpo". (v. 26)
 
San Jerónimo
Después de haber cumplido la Pascua figurativa y comido el cordero con sus discípulos, pasa el Señor a la institución del sacramento de la verdadera Pascua. Y a la manera como Melquisedec, sacerdote del supremo Dios, había ofrecido pan y vino como figura, así también para presentar la realidad de su cuerpo y sangre, dice: "Y cenando ellos tomó Jesús el pan", etc.
 
San Agustín, epistola, 54, 7-8
En lo que claramente se ve que los discípulos no recibieron en ayunas el cuerpo y la sangre del Señor en el día de su institución. ¿Podrá censurarse acaso el rito de toda la Iglesia, en virtud del cual se ordena recibirle siempre en ayunas? Agradó en verdad, al Espíritu Santo, que en honor de tan gran Sacramento entrase el cuerpo del Señor en la boca del cristiano antes que ningún otro alimento. Pero el Salvador, queriendo demostrar la sublimidad de este misterio, quiso instituirlo al final de la cena, grabándolo así en el corazón y en la memoria de sus discípulos, de quienes se despedía. Por lo tanto no dijo en qué forma debería recibirse en lo sucesivo, con el fin de dejar esto al arbitrio de sus discípulos (por medio de quienes había de organizarse la Iglesia).
 
Glosa
También dejó Jesucristo otra forma de recibir su cuerpo y su sangre, y la instituyó después, con el fin de que la fe tuviese su mérito, cuando cree a pesar de que no ve.
 
San Ambrosio, de Sacramentis 4,4
Con el fin de que no hubiese horror alguno en el derramamiento de sangre y pudiese obtenerse el precio de la redención.
 
San Agustín, sermones, 227
Instituyó el Señor su cuerpo y su sangre sobre cosas que vienen a constituir una sola, aun cuando consten de muchas partes, porque el pan se forma de muchos granos de trigo, y el vino también se forma de muchos racimos de uvas. Además, en esto nos dio a entender el Salvador que consagraba el misterio de nuestra paz y unión en su propia mesa.
 
Remigio
También oportunamente utilizó el fruto de la tierra, dando a entender que había venido a ella para absolverla de aquella maldición, con que fue maldecida por el pecado del primer hombre. Y aun congruentemente mandó ofrecer los frutos que produce la tierra, y en aquéllos por los cuales los hombres se interesan más; con el fin de que no hubiese dificultad en su adquisición y los hombres pudiesen ofrecer a Dios sacrificios del trabajo de sus manos.
 
San Ambrosio, de Sacramentis 4,3
De aquí se desprende que los sacramentos de los cristianos son anteriores a los de los judíos, porque Melchisedec ofreció el pan y el vino del mismo modo que el Hijo de Dios, a quien se dice en el Salmo: "Tú eres sacerdote eterno según el orden de Melchisedec" ( Sal 119,4). Refiriéndose a lo cual se dice aquí: "Tomó Jesús el pan".
 
Glosa
Lo que debe entenderse respecto del pan de trigo, porque como dice San Juan, el Señor se comparó al grano de trigo, diciendo: "Que si el grano de trigo cuando cae en la tierra" ( Mt 12,24), etc. Este pan corresponde al Sacramento, porque su uso es más común, puesto que se hacen otros panes cuando éste falta. Y como Jesucristo demostró hasta el último día que no había venido a derogar la ley (como ya había dicho antes), lo instituye en la víspera, cuando se inmolaba el cordero según el precepto legal, y habían de comerse los ácimos y retirarse todo lo fermentado. Es evidente que este pan, ofrecido por el Señor a sus discípulos, era ácimo.
 
San Gregorio, registrum epistularum
Llama la atención de algunos que en la Iglesia unos ofrecen panes ácimos, y otros fermentados. Pues la Iglesia Romana ofrece panes ácimos, porque el Señor tomó carne sin mezcla alguna; pero otras iglesias le ofrecen fermentado, porque el Verbo del Padre se vistió de carne y es verdadero Dios y verdadero hombre. Porque el fermento se mezcla con la harina, y sin embargo, nos transformamos en el cuerpo del Señor nuestro Salvador, tanto cuando se nos ofrece en el pan ácimo, cuanto en el fermentado.
 
San Ambrosio, De Sacramentis 4,4
Este pan, antes de las palabras de la consagración es pan común, pero cuando se le consagra, el pan se convierte en carne de Cristo. Por lo tanto la consagración, ¿en qué palabras consiste y en qué oraciones sino en las de Jesús nuestro Dios? Por lo tanto, si hay tanta fuerza en su palabra que empieza a ser lo que antes no era, ¿con cuánta más facilidad debe suceder que existan aquellas cosas que antes eran transformadas en otras sustancias? Si su palabra produjo cosas admirables, ¿no las producirá en los misterios espirituales? Luego, el pan se transforma en el cuerpo de Jesucristo y el vino en su sangre, por medio de la palabra divina. Se pregunta ¿cómo?; de este modo: no se engendra un hombre sino por medio de la unión de un hombre y de una mujer: pero porque quiso el Señor, Jesucristo nació de la Virgen por obra del Espíritu Santo.
 
San Agustín, De verb. Dom
Y así como por obra del Espíritu Santo fue creada sin unión una verdadera carne, así la sustancia del pan y del vino, es consagrada en el mismo cuerpo y sangre de Nuestro Señor Jesucristo. Y como esta consagración se hace en virtud de la palabra del Señor, añade: "Y lo bendijo".
 
Remigio
En esto dio a entender también que junto con el Padre y el Espíritu Santo, colmó la naturaleza humana con la gracia del poder divino, y la enriqueció con el don de la eterna inmortalidad. Y para demostrar que su cuerpo no se sometía a la pasión sin quererlo así, añade: "Y lo partió".
 
San Agustín, in lib. sentent
Cuando se parte la hostia, mientras la sangre del cáliz es derramada en la boca de los fieles, ¿qué otra cosa se significa sino la inmolación del cuerpo del Señor en la cruz, y el derramamiento de su sangre brotando de su costado?
 
San Dionisio, de ecclesiastica hierarchia 3
En esto se da a conocer también que la Palabra del Señor siendo una y simple, por medio de la Encarnación, llega hasta nosotros de un modo compuesto y visible, se asocia con nosotros por bondad, y nos hace partícipes de todos los bienes espirituales que se nos distribuyen. Por esto sigue: "Y lo dio a sus discípulos".
 
San León Magno, sermones, 58,3
No se exceptuó de la participación de este misterio al traidor, para que constase, que Judas no obraba exasperado por injuria alguna, sino voluntariamente a impulso de su impiedad (o lo que es lo mismo, intentaba perseverar en su voluntaria impiedad).
 
San Agustín, in Ioannem 26
San Pedro y Judas participaron de un mismo pan, pero San Pedro recibió la vida y Judas la muerte.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 82,1
Y esto lo demuestra San Juan diciendo: "Que después de esto, Satanás entró en él". Su pecado se agravó, porque se había acercado al sacramento con conciencia manchada, y al acercarse no mejoró en su conciencia, ni por el temor, ni por el beneficio, ni por el honor. Mas Jesucristo, aunque nada se le ocultaba no le privó del sacramento para que aprendamos que no omite nada de aquello que nos conviene para nuestra enmienda.
 
Remigio
En esta acción dejó también ejemplo a su Iglesia, para que no separe a nadie de su sociedad ni de la comunicación del cuerpo y la sangre de Nuestro Señor, sino por algún crimen público y manifiesto.
 
San Hilario, in Matthaeum, 30
La Pascua quizá se celebró sin que el traidor Judas hubiese participado del cáliz y de la fracción del pan; pues no era digno de la participación de los eternos misterios; pero se comprende que él salió de allí, porque se manifiesta que volvió con las turbas.
Sigue: "Recibid y comed".
 
San Agustín, De verb. Dom
El Señor convida a sus siervos para prepararles manjar de sí mismo; ¿pero quién se atreverá a comer a su Señor? Y en verdad que cuando se le come, fortalece, no debilita. Vive comido porque resucitó después de muerto; y cuando le comemos no le partimos; y en verdad que así sucede en el sacramento. Conocen los fieles el modo como reciben la carne de Cristo: cada uno recibe una parte. Por partes se recibe en el sacramento, y sin embargo, permanece entero, todo en el cielo y todo en nuestro corazón. Por lo tanto, todas estas cosas se llaman sacramentos, porque en ellos unas cosas se ven y otras se creen. Lo que se ve tiene figura corporal y lo que se entiende es un fruto espiritual.
 
San Agustín, in Ioannem 27, 11
No comamos, por lo tanto, la carne de Jesucristo en el sacramento únicamente (lo que hacen muchos malos), y comámosle hasta participar de su espíritu para que vivamos como miembros en el cuerpo del Señor, para que nos alimentemos de su espíritu.
 
San Ambrosio, de sacramentis 4,5
Antes, pues, que se verifique la consagración, el pan es pan; pero cuando sobre él descienden las palabras de Jesucristo, que dice: "Este es mi cuerpo" el pan se convierte en cuerpo de Cristo.

27-29

Y tomando el cáliz dio gracias y se lo dio, diciendo: "Bebed de éste todos, porque ésta es mi sangre del Nuevo Testamento, que será derramada por muchos para remisión de pecados. Y dígoos que desde hoy más no beberé de este fruto de vid hasta aquel día cuando lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre". (vv. 27-29)
 
Remigio
Como el Señor había dado su cuerpo a los discípulos bajo la especie de pan, también les dio el cáliz de su sangre; por esto dice: "Y tomando el cáliz dio gracias y se lo dio", etc. En lo que se da a entender cuán grande es el deseo que tiene de nuestra salvación, en obsequio de la cual derramó su sangre.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 82, 1
Por lo tanto, dio gracias para enseñarnos el modo de recibir este sacramento, demostrando a la vez que no iba a sufrir su pasión contra su voluntad. Nos enseñó, pues, que todo lo que sufrimos debemos llevarlo con gusto. Y en esta ocasión nos dio motivo de buena esperanza; si, pues, la figura de este sacrificio (a saber, la inmolación del cordero pascual), dio la libertad al pueblo de la esclavitud de Egipto, con mucha más razón la realidad librará al mundo entero. "Y se les dio, diciendo: bebed de éste todos". Y para que no se asustasen oyendo esto, El mismo bebió primero su propia sangre invitándoles sin perturbación alguna, a que participasen de aquellos misterios.
 
San Jerónimo
Así nuestro Señor Jesucristo fue convidado y convite; el que comía y era comido.
Sigue: "Esta es mi sangre del Nuevo Testamento".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, 82, 1
Esto es, lo que sirve de anuncio de la nueva ley: esto lo prometía el Antiguo Testamento y se ve realizado en el nuevo; y así como el Antiguo Testamento contenía la sangre de los becerros y de las ovejas, así el Nuevo contiene la sangre del Señor.
 
Remigio
Por lo tanto se lee que Moisés recibió la sangre del cordero y la guardó en un vaso. Y habiendo introducido en ella el hacecillo de hisopo con él roció al pueblo diciendo: "Esta es la sangre del Señor" ( Ex 24,6-8).
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, 82, 1
Cuando nombra la sangre, anuncia su pasión, diciendo: "Que será derramada por muchos", y además expresa la causa de su muerte, cuando añade: "Para el perdón de los pecados". Como diciendo: La sangre del cordero fue derramada en Egipto por la salvación de los primogénitos del pueblo de Israel. Pero ésta se derrama para remisión de los pecados de todo el mundo.
 
Remigio
Y debe advertirse que no dice, por pocos, ni por todos, sino por muchos; porque no había venido a redimir únicamente a los hombres de un lugar determinado sino a muchos de todas las naciones.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, 82, 1
Y diciendo esto, manifiesta que su pasión es un misterio de la salvación de los hombres, por medio del que consuela a sus discípulos. Y dice, así como Moisés: "Esto os servirá de recuerdo sempiterno" ( Ex 12,14), y además dijo (como refiere San Lucas): "Haced esto en memoria mía" ( Lc 22,19).
 
Remigio
Enseñó que no sólo debe ofrecerse el pan, sino también el vino, para dar a entender que debía confortar con estos sacramentos a los que tuviesen hambre y sed de justicia.
 
Glosa
Así como el alimento corporal lo obtenemos por medio de la comida y de la bebida, el Señor, del mismo modo, nos ha preparado el alimento de nuestras almas por medio de una comida y bebida. También convenía significar la pasión del Señor instituyendo este sacramento bajo dos especies distintas. Porque en la pasión derramó su sangre y así ésta se separó de su cuerpo. Convino, pues, para recordar la pasión del Señor, que el pan se ofreciese separado del vino y son los sacramentos del cuerpo y la sangre. Debe saberse, sin embargo, que todo Jesucristo se contiene en cada una de las especies; bajo la especie de pan se contiene también la sangre con el cuerpo, y bajo la especie de vino se contiene el cuerpo con la sangre.
 
Ambrosiaster, Comentario a las epístolas paulinas, 1 Cor 11, 26
También se consagran dos especies, porque lo que tomamos, aprovecha para sustento del alma y del cuerpo.
 
San Cipriano, epistola, 3,2
El cáliz del Señor no contiene sólo agua, ni sólo vino, sino las dos cosas mezcladas; como tampoco puede decirse que el cuerpo del Señor puede ser sólo la harina o sólo el agua, sino las dos cosas unidas.
 
San Ambrosio, de sacramentis 5,1
Y si Melchisedech ofreció pan y vino, ¿para qué aprovecha la mezcla del agua? Véase la razón: Moisés tocó la piedra, y de ésta brotó mucha agua; mas la piedra era Cristo. Y uno de los soldados hirió con su lanza el costado de Cristo, brotando de él agua y sangre; el agua para que lavase y la sangre para que redimiese.
 
Remigio
Debe tenerse en cuenta que San Juan dice: "Las muchas aguas son del pueblo"; y como conviene que nosotros siempre estemos en Cristo y Cristo en nosotros, se ofrece el vino mezclado con agua, para dar a conocer que la cabeza y los miembros (esto es, Cristo y la Iglesia), constituyen un solo cuerpo. También sirve para demostrar que Jesucristo no ha padecido sino por el deseo de nuestra redención, y que nosotros no podemos salvarnos sin su pasión.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, 82,2
Y como habló de su pasión y de su cruz, era muy natural, por consiguiente, que hablase también de su resurrección, diciendo: "Y dígoos, que desde hoy más no beberé de este fruto de vid". Llama reino a su resurrección, y por lo tanto, dijo esto acerca de la resurrección (cuando iba a beber con sus apóstoles ese cáliz), para que no creyesen que su resurrección era una fantasía. Y por lo tanto, para convencer a los hombres acerca de la resurrección de Jesucristo, dijeron: "Hemos comido y bebido juntamente con El, después que resucitó de entre los muertos" ( Hch 10,41). Por esto da a conocer que lo verán resucitado, y que volverá a estar con los hombres. Cuando dice "nuevo", debe entenderse que nuevamente -esto es, de un modo nuevo-, no como teniendo cuerpo pasible y necesitando de comida: después de la resurrección no comió ni bebió porque necesitase de alimento, sino para confirmar la verdad de su resurrección. Y como hay algunos herejes que usan agua y no vino en la administración de los sacramentos, da a entender por medio de estas palabras, que cuando instituyó los sacramentos, dio el vino que bebió resucitado. Por lo que dijo: "De este fruto de vid": pues la vid produce vino y no agua.
 
San Jerónimo
De otro modo, el Señor pasó de lo material a lo espiritual; que la viña trasplantada de Egipto es el pueblo de Israel, lo prueba la Sagrada Escritura. Dice, pues, el Señor, que no volverá a beber del fruto de esta vid, sino en el reino del Padre; y yo creo que el reino del Padre es la fe de los creyentes; por lo tanto, cuando los judíos reciban el reino del Padre, entonces beberá el Señor de su vino. Obsérvese también que dice del Padre y no de Dios, porque todo padre da su nombre al hijo; como si dijese: cuando hayan creído en Dios Padre, el Padre los conducirá al Hijo.
 
Remigio
O de otro modo: "No beberé de este fruto de vid". Esto es, no me gozaré en adelante en los sacrificios materiales de la sinagoga, en los que tenía lugar preferido la inmolación del cordero pascual. Llegará, pues, el día de mi resurrección, en el cual, constituido en el reino del Padre (esto es, elevado a la gloria de la eterna inmortalidad), allí lo beberé de nuevo con vosotros; esto es, cuando tenga lugar la salvación del mundo, ya renovado por el agua del bautismo, me alegraré con un nuevo gozo.
 
San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,42
O de otra manera, cuando dice: lo beberé nuevo, da a entender que éste es antiguo. Mas como recibió el cuerpo, que había de entregar a la muerte en su pasión de la descendencia de Adán (llamado hombre antiguo) por lo mismo encomendó su sangre en el sacramento del vino. Pero ¿qué otro vino nuevo debemos entender, sino la inmortalidad de los cuerpos que se han de renovar? Cuando dice: "Lo beberé con vosotros", les promete del mismo modo, la resurrección de sus cuerpos, para revestirse de la inmortalidad. Con vosotros, pues, se refiere, no al mismo tiempo, sino a aquella misma renovación, porque como dice el Apóstol, resucitaremos con Cristo, a fin de que la esperanza de la vida futura sea aquí ya nuestra alegría presente. Lo que dice acerca del retoño de la vid, al que llama nuevo, significa ciertamente que estos mismos cuerpos que han de morir ahora, según su antigüedad terrena, resucitarán después, según la renovación celestial.
 
San Hilario, in Matthaeum, 30
Parece, pues, que no bebiendo Judas con El, tampoco lo había de beber en el reino, toda vez que les promete a todos los que beben entonces, que beberán después con El mismo del fruto de esta vid.
 
Glosa
Pero defendiendo la opinión de otros Santos que afirman haber recibido Judas los Sacramentos de manos de Jesucristo, debe entenderse, que cuando dice con vosotros, se refiere a muchos de ellos, pero no a todos.

30-35

Y dicho el himno salieron al monte del Olivar. Entonces Jesús les dijo: "Todos vosotros padeceréis escándalo en mí esta noche. Porque escrito está: Heriré al Pastor, y se descarriarán las ovejas del rebaño. Mas después que resucitare, iré delante de vosotros a la Galilea". Respondió Pedro y le dijo: "Aunque todos se escandalizaren en ti, yo nunca me escandalizaré". Jesús le dijo: "En verdad te digo que esta noche, antes que cante el gallo, me negarás tres veces". Pedro le dijo: "Aunque sea menester morir yo contigo, no te negaré". Y todos los otros discípulos dijeron lo mismo. (vv. 30-35)
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Enseñaba el Señor a los discípulos que habían recibido el pan de bendición, comido el cuerpo del Verbo y bebido el cáliz de acción de gracias, que por estos dones debían entonar un himno a su Padre; por esto se afirma: "Y dicho el himno, salieron al monte de los Olivos". Para que de lo alto pasasen a lo alto, porque el fiel no puede hacer cosa alguna en el llano.
 
Beda.
Sabia y magníficamente conduce el Señor a sus discípulos al monte de los Olivos, después de haberles administrado el sacramento de su cuerpo y de su sangre, y de recomendarlos a su Padre con el himno de piadosa intercesión, para señalarnos simbólicamente que por la acción de sus Sacramentos, y por su intercesión debemos ascender a virtudes más altas, y a los dones y carismas del Espíritu Santo, con los que dulcísimamente está perfumado nuestro corazón.
 
Rábano.
También puede entenderse aquel himno que el Señor cantaba, según San Juan, dando gracias a su Padre; en el que rogaba, con los ojos elevados al cielo, por sí mismo, por sus discípulos y por aquéllos que habían de creer en El, por las palabras de los mismos.
 
Glosa.
Esto es lo que dice el Salmo ( Sal 21): "Comerán los pobres, y se saciarán y alabarán al Señor", etc.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, 82, 2
Oigan todos, los que (semejantes a los puercos) sólo se preocupan en solazarse en la comida y terminar con la embriaguez, en lugar de levantarse de la mesa con la acción de gracias; oigan también los que no escuchan la última oración en los sagrados misterios: la última oración (de la Misa) es figura de aquel himno. Dio gracias, pues, antes de administrar los sagrados misterios a sus discípulos, para enseñarnos también a dar gracias, dijo el himno, después que comió, para que nosotros hagamos lo mismo.
 
San Jerónimo
Según este ejemplo del Salvador, todo aquél que estuviese satisfecho del pan de Cristo y embriagado con su sangre, puede alabar a Dios y subir al monte de los Olivos, en donde está el premio de los trabajos, el consuelo del dolor y el conocimiento de la verdadera luz.
 
San Hilario, in Matthaeum, 30
Por esto se manifiesta también, que una vez consumadas todas las virtudes de los divinos misterios, los hombres serán elevados a la gloria celestial con un gozo y alegría común.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Muy oportunamente es elegido el monte de la misericordia, en donde había de manifestar la debilidad escandalosa de los discípulos; preparado ya entonces a no rechazar a los discípulos que se separasen, sino a recibir los que volviesen. Por esto sigue: "Entonces Jesús les dijo: todos vosotros padeceréis escándalo en mí esta noche".
 
San Jerónimo
Les predice lo que han de padecer, para que cuando esto suceda, no desesperen de la salvación, sino que se salven haciendo penitencia.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, 82, 2
En lo cual nos da a conocer lo que fueron sus discípulos antes de la pasión y después de ella, porque los que no podían estar con Cristo (cuando era crucificado) después de su muerte eran más fuertes que el diamante. La huida, pues, de sus discípulos y su temor, son una demostración de la muerte de Cristo, para confusión y vergüenza de los marcionistas. Porque si no fue apresado ni crucificado, ¿cómo y por qué se apoderó tan gran temor de San Pedro y de los demás apóstoles?
 
San Jerónimo
Y añade claramente: "Esta noche", porque a la manera de los que se embriagan, que prefieren la noche, así los que se escandalizan huyen de la luz y buscan las tinieblas.
 
San Hilario, in Matthaeum, 30
La fe de esta predicción estaba fundada en la autoridad de una antigua profecía; por esto añade: "Porque escrito está: heriré al Pastor y se descarriarán las ovejas del rebaño".
 
San Jerónimo
Lo mismo que, con diversas palabras, y hablando de Dios en la persona del profeta, Zacarías manifiesta diciendo: "Hiere al Pastor, y las ovejas se descarriarán ( Za 13,7)". El Pastor bueno es herido, para que dé su alma por sus ovejas, y de muchos rebaños de errores, resulte un solo rebaño y un solo pastor.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom.82,2
Cita, pues, esta profecía, aconsejándoles, al mismo tiempo que crean siempre lo que está escrito, manifestando a la vez, que iba a ser crucificado por determinación de Dios, y revelando en todos conceptos, que El no era ajeno al Antiguo Testamento, y a aquel Dios que en él se anunciaba. Sin embargo, no quiso que continuasen apesadumbrados, y les vaticina cosas alegres, diciendo: "Mas después que resucitare iré delante de vosotros a la Galilea". Después de su resurrección no se apareció a ellos inmediatamente en el cielo, ni eligió un lugar lejano para aparecérseles, sino los mismos lugares y hasta las personas mismas, para que con esto comprendiesen que Aquél que había expirado en el patíbulo de la cruz, era el mismo que resucitó. Por esto les asegura que El irá también a Galilea, para que, libres del temor de los judíos, creyesen lo que les decía.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Les predice también, que los que se separan un poco escandalizándose, nuevamente se reunirán cuando resucite Jesucristo y vaya delante de ellos a la Galilea de los gentiles. O de otro modo, si alguno pregunta cómo se escandalizan sus discípulos después de tantas señales y prodigios, sepa que quiere demostrar, por medio de esto, que así como ninguno puede llamar Dios a Jesús, sino en el Espíritu Santo, así ninguno puede vivir sin escandalizarse (o estar libre de escándalos), sino por el Espíritu Santo. Cuando se cumplía esto, que anunciaba Jesucristo: "Todos vosotros padeceréis escándalo en mí esta noche", todavía no había venido el Espíritu Santo, puesto que Jesucristo aun no había sido glorificado. Pero nosotros, después de haber confesado a Jesucristo Nuestro Señor, en el Espíritu Santo, si después nos escandalizamos o lo negamos, no tenemos excusa. Y aquéllos se escandalizaron, como quiera que todavía estaban en las tinieblas de la noche. Mas de nosotros se alejó la noche con su oscuridad, y vino el día con su luz. Todavía más. Aquéllos se escandalizaron en aquella noche, porque el Padre no perdonó a su único Hijo, sino que lo entregó para padecer por nosotros, a fin de que las ovejas del rebaño que padezcan escándalo, se alejen para poco tiempo. Y luego Cristo, que va delante a Galilea, reúna o congregue a todos los que quieran seguirle, como el pueblo gentil que de las tinieblas del error fue sacado a la luz de la fe.
 
San Hilario, in Matthaeum, 30
Pero San Pedro entre tanto, arrastrado por el afecto y amor de Jesucristo, sin atender a la debilidad de su carne, ni dar fe a las palabras del Salvador, como si no hubiera de realizarse lo que había dicho: "Respondió Pedro y dijo: Aunque todos", etc.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 82,3
¿Qué dices, oh Pedro? El profeta vaticinó la dispersión de las ovejas ( Za 13,7), y Jesucristo confirmó la profecía. Tú, sin embargo, replicas: de ningún modo. Cuando dijo: uno de vosotros me entregará ( Mt 26,21), temías ser el traidor, aunque de nada te acusaba la conciencia. Ahora terminantemente anuncia que todos os escandalizaríais y le contradices. Pero como había sido sacado de la ansiedad que tenía, acerca de la traición, confiado de lo demás decía: "Yo nunca me escandalizaré".
 
San Jerónimo
No había, sin embargo, ni mentira ni temeridad en el Apóstol San Pedro, sino una fe y amor ardentísimo hacia el Señor nuestro Salvador.
 
Remigio
Lo que Jesucristo dice como profeta, San Pedro lo niega como amante. En lo que se nos enseña moralmente, que cuanto confiamos en el ardor de la fe, tanto debemos temer en la fragilidad de la carne. Sin embargo, Pedro parece digno de censura, porque contradijo, porque se antepuso a los demás y porque todo se lo atribuyó a sí mismo, confiado en la fortaleza de su perseverancia. Para curar esto en él, permitió su caída, no impulsándole para que negara, sino dejándolo abandonado a sus propias fuerzas, y convenciendo de fragilidad a la humana naturaleza.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Los otros discípulos se escandalizaron en Jesús, pero San Pedro lo hizo a tal punto que negó hasta tres veces. Por esto sigue: "Y Jesús le dijo: en verdad te digo, que esta noche, antes que cante el gallo me negarás tres veces".
 
San Agustín, de consensu evangelistarum 3,2
Pueden causar extrañeza y aun mover la curiosidad las diversas palabras y sentencias de los evangelistas acerca de que, avisado Pedro, alardeó presuntuosamente que moriría con el Señor o por el Señor. De manera que fuerzan se entienda haber expresado Pedro esta presunción en diferentes ocasiones con Cristo; y que tres veces el Señor le respondió que su triple negación precedería al canto del gallo. Del mismo modo, después de su resurrección le pregunta tres veces si le ama, y otras tantas le manda apacentar sus ovejas. ¿Qué hay, pues, en las palabras de San Mateo, o en sentencias semejantes a aquellas, o en las que, según San Juan ( Jn 13) o San Lucas ( Lc 22), Pedro dio a conocer su presunción? San Marcos ( Mc 14,30), a la verdad, hace conmemoración de esto casi con las mismas palabras que San Mateo; si no es que expresa más distintamente que el Señor había manifestado cómo sucedería. "En verdad te digo, que tú, hoy, en esta misma noche, antes que el gallo haya dado dos cantos, me has de negar tres veces"; por lo cual parece a algunos pocos reflexivos, que Marcos no está conforme con los otros evangelistas. Triple es toda la negación de Pedro. Si, pues, ésta empezase después del primer canto del gallo, aparecerían con nota de falsedad los tres evangelistas que afirman que el Señor dijo que antes del canto del gallo Pedro le negaría. Además, si Pedro hiciera toda la negación antes de que el gallo comenzara a cantar, vanamente afirmaría Marcos que el Señor había penetrado lo que sucedería, es decir, que antes de los dos cantos del gallo lo negaría tres veces. Pero como quiera que aquella triple negación empezó antes del primer canto del gallo, los tres evangelistas atendieron, no a cuándo había de completarla, sino a cuántas habían de ser y cuándo habían de comenzar, esto es, antes del canto del gallo. Aunque podría entenderse que la negación ya estaba realizada en Pedro antes del primer canto del gallo, puesto que antes del canto del gallo era tan grande el temor que ofuscaba su mente que pudo conducirle a las tres negaciones. Mucho menos, por lo tanto, debe hacer dudar que la triple negación, con las tres voces del que niega, que comienza antes del canto del gallo, no termina antes del primer canto del gallo. Es como si a alguno se le dijese: Antes de cantar el gallo me escribirás una carta, en la que me injuriarás tres veces. La predicción no sería falsa porque empezara a escribirle antes de cantar el gallo, y la terminara después del primer canto.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Preguntarás acaso si era posible que San Pedro no se escandalizase, habiendo dicho el Salvador que todos se escandalizarían respecto de El ( Mt 26,31); a lo que alguno contestará que era necesario se realizase lo que había predicho el Salvador. Pero otro dice, que quien hizo, rogado por los Ninivitas, que no se realizase la predicción de Jonás ( Jon 3), podía también evitar el escándalo de San Pedro por su petición. Sin embargo su promesa, audaz por efecto de la vehemencia de su afecto, pero también imprudente, fue la causa, no sólo de su escándalo, sino de su triple negación. Mas después de haber jurado, replicará alguno que no era posible el que dejase de negarle. Pues si Jesucristo juraba diciendo "En verdad" ( Amén), ciertamente hubiese mentido diciendo: "En verdad te digo" si Pedro hubiese estado en lo cierto al decir "no te negaré". Parécenme los demás discípulos meditando en lo primero que les había dicho: "Todos vosotros sufriréis escándalo". Pero en cuanto a aquello que dijo a San Pedro: "En verdad te digo", etc., a él solo lo anunciaba igualmente, toda vez que los demás no estaban comprendidos en aquella profecía. Por esto sigue: "Pedro le dijo: Aunque sea menester morir yo contigo, no te negaré". Del mismo modo dijeron todos los demás discípulos. Tampoco sabe San Pedro lo que dice aquí; no había de morir con Jesús, que moría por todos los hombres, puesto que todos vivían en el pecado, y todos necesitaban que otro muriese por ellos, y no ellos por los demás.
 
Rábano
San Pedro entendía que el Señor había predicho que le negaría por el temor de la muerte, y por lo mismo replicaba que aun cuando le amenazase peligro de muerte, de ningún modo podría separarse de su fe. Del mismo modo los otros apóstoles por el afecto de su corazón no temían el peligro de muerte, pero su humana presunción fue vana sin la protección divina.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 82,3
Opino que San Pedro dijo aquellas palabras por ambición y por jactancia, y por eso cayó. Porque ya en la cena disputaban cuál de ellos sería el mayor; tal alucinación les producía ya el vano deseo de gloria y Jesucristo, deseando librarle de estas pasiones le retiró su auxilio. Véase cómo, aleccionado por esto, habla a Cristo con mayor humildad después de la resurrección y no vuelve a replicarle. Todo esto lo perfeccionó aquella caída. Pues antes, todo se lo atribuía a sí mismo, habiendo debido decir más bien: yo no te negaré si me ayudas con tu favor. Por el contrario, manifiesta después que todo debe atribuirse a Dios: "¿por qué os fijáis en nosotros, dice, ( Hch 3) como si hubiésemos hecho andar a éste en virtud de nuestro propio mérito?". He aquí, por tanto, la gran lección que se nos da, a saber, la insuficiencia del humano deseo destituido o privado del auxilio divino.

36-38

Entonces fue Jesús con ellos a una granja llamada Getsemaní, y dijo a sus discípulos: "Sentaos aquí mientras que yo voy allí y hago oración". Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a entristecerse y angustiarse. Y entonces les dijo: "Triste está mi alma hasta la muerte: esperad aquí y velad conmigo". (vv. 36-38)
 
Remigio
Poco antes el Evangelista había referido que una vez terminado el himno, salió con sus discípulos al monte de los Olivos, y para manifestar a qué sitio del expresado monte se dirigió, dijo a continuación: "Entonces fue Jesús con ellos a una granja", etc.
 
Rábano
San Lucas dice: "Al monte de los Olivos" ( Lc 22,40), y San Juan "Al otro lado del torrente Cedrón" ( Jn 18,1), que es lo mismo que Getsemaní, y éste es el lugar en que oró, a la falda del monte de los Olivos, en donde existe un huerto, y en donde también está edificada la iglesia.
 
San Jerónimo
Getsemaní quiere decir valle riquísimo, en el que mandó que sus discípulos se detuviesen un poco y esperasen su vuelta, hasta que solo el Señor orase por todos.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
No convenía que fuese apresado allí donde había cenado con sus discípulos; pero sí convenía que orase antes de ser apresado y eligiese un lugar solitario a propósito para orar. Por esto sigue: "Y dijo a sus discípulos: sentaos aquí mientras que yo voy allí y hago oración".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 83,1
Dice esto, porque los discípulos seguían a Jesucristo todos juntos, y acostumbraba a orar separado de sus discípulos. Esto lo hacía instruyéndonos para que en la oración busquemos el reposo y la soledad.
 
San Juan Damasceno, de fide orth. 3,24
Y como la oración es la elevación del alma hacia Dios y la petición de lo que se necesita de Dios, ¿de qué manera oraba el Señor? Porque su alma no necesitaba elevarse a Dios, pues era una persona con el Verbo de Dios 1; ni tampoco pedir lo que viene de Dios, porque Jesucristo es Dios y hombre a la vez. Pero haciéndose semejante a nosotros, nos enseñó a pedir a Dios Padre por mediación de El mismo, a la manera que dominó sus pasiones, para que triunfando nos alcanzase la victoria contra ellas. De este modo ora allanándonos el camino que nos lleva a Dios, cumpliendo toda justicia por nosotros, reconciliándonos con su Padre y honrándole como a su mismo principio y demostrándonos que no es distinto a Dios.
 
Remigio
Cuando el Señor oró en el monte, nos enseñó en su oración a rogar al Señor por las cosas del cielo. Y cuando oró en Getsemaní, nos enseñó que procuremos perseverar humildes en la oración.
 
Rábano
Sabiamente se dice que ora en el valle de la abundancia al aproximarse la pasión, para manifestar que sufría la muerte por nosotros en el valle de su humildad y en la abundancia de su caridad. También nos dio a conocer, en sentido espiritual, que no llevemos un corazón destituido de la abundancia de la Caridad.
 
Remigio
Y como había escuchado la fe de los discípulos y la constancia de su devota voluntad para con El, pero sabía ya que se turbarían y dispersarían. Por lo mismo les mandó que se sentaran en aquel lugar, porque el sentarse es propio del que descansa, y habían de trabajar los que le habían de negar. De qué manera salió, lo da a entender cuando añade: "Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos del Zebedeo, empezó a contristarse y angustiarse". Esto es, tomó a aquéllos a quienes había manifestado en el monte el esplendor de su majestad.
 
San Hilario, in Matthaeum, 31
Pero como dice: "Empezó a contristarse y a angustiarse", los herejes creen que el Hijo de Dios tuvo miedo a la muerte. Porque afirman que no era eterno, ni existía de la infinidad de la esencia del Padre, sino que fue hecho de la nada por Aquél que crió todas las cosas. Que por lo tanto había en El la ansiedad del dolor y el miedo consiguiente de la muerte, como quien pudo temer la muerte y pudo morir y entonces, el que pudo morir aun cuando haya de existir siempre en lo futuro, no por esto es eterno en Aquél que se engendró a sí mismo. Si los herejes fuesen capaces de dar fe a los Evangelios, sabrían que el Verbo en el principio era Dios, que desde el principio estaba en Dios, y que era igual la eternidad del que engendra que la del engendrado. Pero si el haber tomado carne con todas sus propias flaquezas contaminó o afectó la virtud de su incorruptible sustancia, de manera que sea débil para sufrir, temerosa para morir, también estará sometida a la corrupción. Y de este modo cambiada la eternidad en miedo, lo que en ella es, podría alguna vez no ser. Dios siempre existe sin medida de tiempo; y como es, tal es eternamente. Nada pudo, por tanto, morir en Dios, ni en sí puede haber miedo alguno en Dios.
 
San Jerónimo
Pero nosotros decimos que de tal manera tomó el Hijo de Dios al hombre pasible, que la divinidad permaneció impasible; padeció, en realidad, el Hijo de Dios (no de una manera aparente, sino real), todo aquello que atestigua la Sagrada Escritura, según aquello en lo que podía padecer, a saber, en cuanto a la naturaleza que tomó.
 
San Hilario, de Trinitate, 10
Opino que algunos pretenden que no hubo cosa alguna para temer, sino por causa de la pasión y de la muerte. Mas yo pregunto a los que así juzgan, si es razonable que pudiera temer la muerte aquél que, quitando a los apóstoles todo temor de la muerte, les exhortó a la gloria del martirio. Porque, ¿qué pudo temer en la muerte quien devuelve la vida a los que mueren por El? Además, ¿qué dolor de muerte podía temer el que iba a morir por su propia voluntad? Si aun la pasión había de honrarle, ¿cómo había de entristecerle el temor de ella?
 
San Hilario, in Matthaeum, 31
Pero como ya hemos visto que el Señor se entristeció, veamos las causas de su tristeza. Había dicho antes a sus discípulos que se escandalizarían; advirtió que San Pedro le negaría tres veces; y habiendo tomado con El a Santiago y a San Juan, empezó a entristecerse. Por tanto, no se entristeció hasta que los tomó, sino que todo el miedo empezó después de haberlos tomado, y así la tristeza no nació de lo que El podría sufrir, sino de lo que sucedería a aquéllos a quienes tomó. 2
 
San Jerónimo
Se entristecía el Señor, no por el temor de padecer, porque había venido a esto, y había reprendido a Pedro porque temía, sino por la infidelidad de Judas, el escándalo de sus apóstoles, la repulsión y reprobación del pueblo judío y la destrucción de la desgraciada Jerusalén.
 
San Juan Damasceno, de fide orth. 3,23
O de otro modo, todas las cosas que no han recibido antes el ser del Creador, tienen deseo de existir por naturaleza y rehuyen naturalmente el no existir. Por tanto, Dios Verbo, hecho hombre, tuvo este deseo que demostró apeteciendo la comida, bebida y el sueño (por medio de lo que se conserva la vida), y tuvo naturalmente la experiencia de estas cosas. Y por el contrario, deseó el alejamiento de todo lo corruptible. De aquí que en el tiempo de su pasión, la que sufrió voluntariamente, tuvo el temor natural de la muerte y de la tristeza; porque se teme naturalmente la separación del alma y el cuerpo, por la unión natural que Dios ha establecido desde el principio, entre estas dos sustancias.

San Jerónimo
Por lo tanto, para probar nuestro Señor que verdaderamente asumió la humanidad, se entristeció verdaderamente, y para que la pasión no dominase su alma, empezó a entristecerse por causa de la misma pasión. Una cosa es entristecerse, y otra empezar a entristecerse.

Remigio
En este lugar quedan vencidos los maniqueos que decían que el Salvador había tomado un cuerpo fantástico; del mismo modo que aquéllos que dijeron que no tuvo verdadera alma, sino que en lugar de ella estuvo la divinidad.
 
San Agustín, in lib. 83 Quaest. qu. 80
Tenemos las exposiciones de los evangelistas, por medio de las que sabemos que Jesucristo nació de la Santísima Virgen; fue apresado por los judíos, azotado, crucificado y muerto, y colocado en un sepulcro, lo cual nadie puede entender que sucediera, si no hubiese tenido cuerpo. Ni nadie que no sea un loco podrá entender en sentido figurado estas cosas, puesto que han sido contadas por aquéllos que tenían presente cuanto había sucedido. Así, pues, del mismo modo que todas estas cosas atestiguan que tuvo cuerpo, así también demuestran que tuvo su alma aquellas afecciones, que no pueden encontrarse sino en el alma, las cuales encontramos descritas o mencionadas en los mismos evangelistas: y se admiró Jesús, y se irritó y se entristeció.
 
San Agustín, de civitate Dei 14,9
Luego, cuando se refieren todas estas cosas en el Evangelio, no se refieren falsamente, sino que Jesucristo recibió con el alma humana estos movimientos (cuando fue su voluntad), por dispensación ciertísima, del mismo modo que cuando quiso se hizo hombre. Nosotros tenemos estos afectos por debilidad de nuestra humana condición; pero no así el Señor Jesús, cuya debilidad fue por su propia virtud.
 
San Juan Damasceno, de fide orth. 9,20
Por lo cual nuestras pasiones naturales estuvieron en Cristo, según la naturaleza y sobre la naturaleza. Según la naturaleza, porque consentía a su carne padecer lo que es propio de ella; y sobre la naturaleza, porque no precedían en El las cosas naturales a la voluntad. Pues nada se considera violento en Jesucristo, sino que todo es voluntario, porque voluntariamente tuvo hambre, temió y se entristeció. Por lo tanto, acerca de la manifestación de su tristeza añadió: "Y entonces les dijo: triste está mi alma hasta la muerte".

San Ambrosio, super Lucam I. 10, De tristitia Christi
Triste, pues, está, no El, sino su alma, porque no está triste la sabiduría, ni tampoco la divina esencia, sino el alma. Porque tomó mi alma y tomó mi cuerpo.
 
San Jerónimo
Dice que se entristeció, no por la muerte, sino hasta la muerte, hasta librar a sus apóstoles por medio de su pasión. Expliquen, pues, los que aseguran que Jesús tomó alma irracional, cómo se entristece y cómo conoce el tiempo de su tristeza. Pues aun cuando también los brutos animales se entristecen, no conocen ni las causas ni el tiempo que durará su tristeza.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
O de otro modo: "Mi alma está triste hasta la muerte", como diciendo: ha empezado la tristeza en mí, pero no durará siempre, sino hasta la muerte; porque cuando hubiese muerto al pecado, moriré también a toda clase de tristezas, que tan gran principio tuvieron en mí. "Esperad aquí", etc. Como si dijese: a los demás les he mandado permanecer allí como más débiles, preservándoles tranquilos de esta agonía; pero a vosotros, como más fuertes, os he traído para que trabajéis conmigo en las vigilias y en las oraciones. Sin embargo, quedaos también aquí vosotros, para que cada uno permanezca firme en el grado de su vocación, porque toda gracia, por grande que sea, tiene otra mayor.
 
San Jerónimo
O de otro modo, no les impide el sueño, para el cual no había tiempo por la inminencia del peligro, sino que les prohibe entregarse al sueño de la infidelidad y entorpecimiento de la inteligencia.
 
Notas
1. Si bien el Verbo encarnado es persona divina, no se puede dejar de considerar su naturaleza humana con todas las necesidades y operaciones que le son propias.
2. A la luz del crecimiento en la comprensión de la fe cristológica, es más fácil considerar las limitaciones y fragilidades propias de la naturaleza humana en una visión completa de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.

39-44

Y habiendo dado algunos pasos, se postró sobre su rostro, e hizo oración y dijo: "Padre mío, si es posible pase de mí este cáliz. Mas no como yo quiero, sino como Tú". Y vino a sus discípulos y los halló dormidos, y dijo a Pedro: "¿Así no habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para que no entréis en tentación. El espíritu, en verdad, pronto está, mas la carne enferma". Se fue de nuevo segunda vez, y oró diciendo: "Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, hágase Tu voluntad". Y vino otra vez y los halló dormidos; porque estaban cargados los ojos de ellos. Y los dejó, y de nuevo fue a orar tercera vez, diciendo las mismas palabras. (vv. 39-44)
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
A San Pedro, el de su mayor confianza, y a los otros los lleva consigo el Señor, para que le vean postrado en tierra y orando, con el fin de que aprendan, que de sí no pueden salir cosas grandes, sino humildes; y que no deben ser ligeros para ofrecer, sino solícitos para orar. Por esto dice: "Y habiendo dado algunos pasos". Porque no quería separarse mucho de ellos, sino orar cerca de ellos, y el que había dicho: "Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón" ( Mt 11,29), humillándose a sí mismo laudablemente, cayó sobre su rostro. Por esto sigue: "Se postró sobre su rostro, e hizo oración y dijo: Padre mío, si es posible pase de mi este cáliz". Y manifestando en su oración la devoción correspondiente, como quien es amado, y a la vez quiere acomodarse a las disposiciones del Padre, añade: "Mas no como yo quiero, sino como tú", enseñándonos a orar, que no pidamos que se cumpla nuestra voluntad, sino la de Dios. Y según comienza a temer y a entristecerse, así ruega que pase de El aquel cáliz, y no como El quiere sino como quiera su Padre. Esto es, no según su esencia divina e impasible, sino según la naturaleza humana y débil. Porque al tomar nuestra carne, asumió todas sus propiedades, para que no se juzgase que había tenido fantásticamente nuestra carne, sino real y verdaderamente. Es propio del hombre fiel no querer al principio sufrir dolor alguno, especialmente aquél que lleva hasta la muerte, porque es hombre carnal; pero si es el plan de Dios, lo asume, pues es fiel. Así como no debemos confiar demasiado, para que no parezca que ensalzamos nuestro propio poder, así tampoco debemos desconfiar, para no valorar de impotente la ayuda que Dios nos presta. Y debe advertirse, que San Marcos y San Lucas escribieron esto del mismo modo. Pero San Juan omite la circunstancia de que Jesús ruega que pase de El aquel cáliz, porque aquéllos exponen su Evangelio refiriéndose más a su naturaleza humana que a la divina; pero San Juan se ocupa más de esta segunda. De otro modo, Jesús, viendo lo que habían de sufrir los judíos, por pedir su muerte, decía: "Padre, si es posible, pase de mí este cáliz".
 
San Jerónimo
Dice terminantemente: este cáliz, esto es, el del pueblo de los judíos, los cuales no pueden tener excusa de ignorancia al quitarme la vida, porque tienen la ley y los profetas que me han anunciado.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Además, comprendiendo cuánto beneficio había de venir a todo el mundo por su pasión decía: "Mas no como yo quiero, sino como tú". Esto es, si es posible que vengan sin mi pasión todos estos beneficios, que son frutos de la misma, pase de mí esta pasión, para que el mundo se salve, y a la vez, los judíos no perezcan a causa de ella. Pero si sin la perdición de algunos no puede realizarse la salvación de muchos, (en cuanto a tu justicia) no pase. En muchos lugares la Sagrada Escritura hace mención de este cáliz, en que bebe su pasión el Salvador. Bebe todo el cáliz el que sufre, en testimonio de la fe, toda clase de violencias. Lo derrama al recibirlo, quien la niega para evitar los tormentos.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum 3,4
Y con el fin de que alguno no crea que El disminuyó la potestad del Padre, no dijo: si puedes hacer, sino "si puede hacerse", o si es posible, como dijera: si quieres. Puede suceder que aquél quisiera. De aquí que San Lucas especifica esto más claramente, porque no dice, si puede hacerse, sino "si quieres" ( Lc 22,42).
 
San Hilario, in Matthaeum, 31
O de otro modo. No dice, pase de mí este cáliz, porque esto sería tanto como orar por temor. Cuando ruega que pase de El, no pide que se prescinda del cáliz, sino que pase a otro aquello que pasa de El. Todo su miedo era por aquéllos que habían de padecer después que El, y por eso ora diciendo: pase de mí este cáliz, esto es, como yo lo bebo que sea bebido por ellos, sin desconfianza, sin dolor y sin miedo a la muerte. Por esto dice: si es posible, porque considera el temor que inspiran estos tormentos en el hombre, y es difícil que los cuerpos humanos no sean vencidos por la crueldad de los tormentos. Cuando dice: "No como yo quiero, sino como tú", quería, en verdad, que ellos no padeciesen, no fuera que desfalleciesen en la prueba, si merecían la gloria de su herencia, sin la dificultad de su pasión. "No como yo quiero, sino como tú", dice, porque el Padre quiere que la firmeza del Hijo al beber el cáliz pase a los demás, toda vez que es su voluntad que el diablo sea vencido, no sólo por Jesucristo, sino también por los discípulos.
 
San Agustín, Enchiridion
Representando Jesucristo así al hombre, manifiesta cierta voluntad privada del hombre, en la que figuró la suya y la nuestra, el que es nuestra cabeza, cuando dice: "Pase de mí". Esta era la voluntad humana deseando lo que le es propio, y cuasi privativo. Pero como quiere que el hombre sea recto y se dirija a Dios, añade: "Mas no como yo quiero sino como tú"; como si dijese: mírate en mí, porque puedes querer algo propio. Y aun cuando Dios quiera otra cosa se concede esta facultad a la fragilidad humana.
 
San León Magno, sermones, 58,5
Esta expresión de la cabeza, es la salvación de todo el cuerpo. Esta expresión instruye a todos los fieles, anima a los confesores y corona a todos los mártires. Porque ¿quién podría vencer los odios mundanales, el ímpetu de las tentaciones, y los terrores de la persecución, si Jesucristo no hubiera dicho a su Padre en todos y por todos: "Hágase tu voluntad"? ( Mt 26,42) Aprendan, pues, esta voz todos los hijos de la Iglesia, para que cuando la adversidad sobreviene fuertemente, vencido el temor del espanto, soporten con resignación cualquier clase de sufrimientos.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Habiéndose separado un poco Jesús de sus discípulos, no pudieron velar siquiera una hora en su ausencia. Por cuya razón debemos rogar que no se separe de nosotros el Salvador, ni aun por poco tiempo.
Por esto sigue: "Y vino a sus discípulos y los halló dormidos".
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 83,1
Porque además del silencio propio de la noche, sus ojos estaban abrumados por la tristeza.
 
San Hilario, in Matthaeum, 31
Cuando vino a sus discípulos y los encontró dormidos, reprendió especialmente a San Pedro. Por esto sigue: "Y dice a Pedro así: ¿no habéis podido velar una hora conmigo?" Reprendió a San Pedro con preferencia a los demás, porque se gloriaba especialmente de que no se escandalizaría.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 83,1
Pero como también los otros dijeron lo mismo, reprende la debilidad de todos. Los que habían ofrecido morir con Cristo, ni aun pudieron velar con El.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Y encontrándolos durmiendo los despierta con su palabra para que oigan, y les manda velar, diciendo: "Velad y orad para que no entréis en tentación", para que primero vigilemos, y vigilando oremos. Vigila aquél que practica buenas obras y el que procura con solicitud no caer en error alguno. Entonces es cuando es oída la oración del que vigila.
 
San Jerónimo
Es imposible que el alma humana viva exenta de tentaciones. Por esto no dice: Vigilad y orad, para que no seáis tentados, sino para que no caigáis en la tentación, esto es, para que la tentación no os venza.
 
San Hilario, in Matthaeum, 31
La razón de por qué quiso aconsejarles que orasen para que no cayesen en la tentación, la manifiesta diciendo: "El espíritu, en verdad, está pronto, mas la carne enferma". No decía esto de sí mismo, sino que se dirigían a sus discípulos estas palabras.
 
San Jerónimo
Esto se refiere especialmente a aquellos temerarios, que creen conseguir todo lo que se imaginan. Y así cuanto más confiamos en el fervor de nuestra mente, tanto más debemos temer de nuestra propia fragilidad.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Aquí se ha de considerar si del mismo modo que la carne de todos es flaca, así el espíritu de todos está pronto. O si la carne de todos es flaca y no está pronto el espíritu de todos los hombres, sino únicamente el de los santos, porque el espíritu de los infieles es perezoso y su carne flaca. Está también de otra manera débil la carne solamente de aquéllos, cuyo espíritu se halla firme, a saber: aquéllos que mortifican con espíritu firme las obras de la carne. Y éstos son los que quiere el Señor que vigilen y oren, para que no caigan en tentación. Porque cuanto más espiritual es una persona, tanto más solícita debe andar para que no padezca grave detrimento el bien practicado.
 
Remigio
De otro modo. En estas palabras da a conocer el Salvador, que había tomado de la Virgen verdadera carne, y que tenía verdadera alma. Por lo que ahora dice que su espíritu está pronto para sufrir, pero que su carne está flaca porque teme los sufrimientos de la pasión.
Sigue: "Se fue de nuevo segunda vez, y oró diciendo: Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, hágase tu voluntad".
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Creo que aquel cáliz de la pasión había de haber pasado de Jesús enteramente, pero con esta diferencia: que si lo hubiera bebido y hubiese pasado de El, también después hubiera pasado del género humano, mas si no lo hubiera bebido, acaso hubiese pasado de El, pero no de los demás hombres. Quería, por lo tanto, que pasase de El este cáliz de la pasión, pero sin gustar su amargura, si fuese posible en cuanto a la justicia de Dios; pero si esto no podía suceder, prefería beberlo, y que así pasase de El y de toda la humanidad, a rehuir beberlo contra la voluntad del Padre.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 83,1
Cuando ora por segunda y por tercera vez (esto en virtud de la debilidad humana, con la que temía a la muerte), justifica que verdaderamente se ha hecho hombre, porque el hacerse una cosa por segunda y por tercera vez, es una demostración especialísima de la verdad en el lenguaje de las Escrituras. Por lo que José dijo a Faraón: "Lo que has visto por segunda vez perteneciente a la misma cosa, es señal de la realidad de tu sueño" ( Gén 41,32).
 
San Jerónimo
Ora por segunda vez, para que si Nínive (esto es, la gentilidad), no puede salvarse de otro modo, si no se seca el arbusto (esto es, la Judea), hágase la voluntad del Padre, la cual no es contraria a la del Hijo, quien dice por medio del Profeta. "Para hacer tu voluntad: Dios mío, quíselo". ( Sal 39,9)
 
San Hilario, in Matthaeum, 31
Como los discípulos habían de sufrir, tomó sobre sí toda la debilidad de nuestro cuerpo, y clavó en la cruz consigo mismo todas las causas de nuestra debilidad. Y por esto no puede pasar de El este cáliz sin que lo beba, porque no podemos padecer sino en virtud de su pasión.
 
San Jerónimo
Jesucristo solo ruega por todos, así como solo sufre por todos. "Y vino otra vez y los encontró dormidos, porque estaban cargados los ojos de ellos"; languidecían y eran oprimidos los ojos de los apóstoles, porque estaba próxima la hora de la negación.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Y creo, que todavía estaban más cargados los ojos del alma que los del cuerpo, porque aun no se les había concedido el Espíritu Santo. Por esto no les reprende, sino que marchándose, ora otra vez, enseñándonos a no desfallecer, sino a permanecer en la oración hasta alcanzar lo que hemos empezado a pedir. Por esto sigue: "Y los dejó, y de nuevo fue a orar tercera vez diciendo las mismas palabras".
 
San Jerónimo
Oró por tercera vez, para que toda palabra estuviese en la boca de dos o tres testigos.
 
Rábano
Por esto oró el Señor tres veces, para alcanzarnos el perdón de los pecados pasados, para defendernos de los males presentes, y para prevenir los peligros futuros. También para que dirijamos toda oración al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Además para que se conserven íntegros nuestro espíritu, nuestra alma y nuestro cuerpo.
 
San Agustín, quaestiones evangeliorum 2,47
No será absurdo entender también que Jesús oró tres veces en razón a las tres tentaciones que sufrió; porque así como la tentación del deseo es de tres maneras, lo mismo es triple la tentación del temor. El miedo de la muerte se opone al apetito que existe en la curiosidad, porque así como hay cierta avidez en este apetito de conocer todas las cosas, así en la muerte se encuentra el miedo de perder su conocimiento. Al apetito del honor o alabanza se opone el temor de la ignominia y afrentas; y al apetito del placer, el temor del dolor.
 
Remigio
O de otro modo, ruega tres veces por sus apóstoles, y especialmente por San Pedro, que le había de negar tres veces.

45-46

Entonces vino a sus discípulos, y les dijo: "Dormid ya y reposad: ved aquí llegada la hora, y el Hijo del hombre será entregado en manos de pecadores. Levantaos, vamos, ved que ha llegado el que me entregará". (vv. 45-46)
 
San Hilario, in Matthaeum, 31
Después de la oración frecuente, después de las muchas idas y venidas, quitó el miedo y volvió la seguridad, invitando a descansar, por esto dice: "Entonces vino a sus discípulos", etc.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 83,1
Y en realidad que entonces convenía vigilar. Pero dijo esto para dar a entender que no podrían soportar la vista de los males que estaban por venir, y que no necesitaba de su ayuda, y que era absolutamente necesario que sea entregado.
 
San Hilario, in Matthaeum, 31
O esto lo dice porque ya estaba seguro de la voluntad de su Padre respecto de sus discípulos, acerca de la cual había dicho: "Hágase tu voluntad" ( Mt 26,42). Porque al beber el cáliz que había de pasar a nosotros, absorbió la debilidad de nuestro cuerpo, el cuidado de nuestro temor, y la agonía de la muerte.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
O el sueño con que ahora manda a los discípulos dormir no es aquel mismo sueño que arriba se dice les abrumó. Allí los encontró durmiendo, no descansando, sino teniendo los ojos cargados. Ahora les manda, no que duerman simplemente, sino con descanso, para que se conserve el orden, y que en primer lugar velemos orando para no entrar en tentación, y así después durmamos y descansemos, para que cuando alguno encuentre lugar a propósito para el Señor, tabernáculo para el Dios de Jacob, suba sobre el lecho de su estrado y deje dormir a sus ojos. Acaso el alma no pudiendo sufrir siempre los trabajos como hallándose encorvada, conseguirá algún descanso sin reprensión, lo que moralmente hablando se llama sueño, y hasta que teniendo este descanso por algún tiempo resucite renovada ( Sal 131,3-4).
 
San Hilario, in Matthaeum, 31
Mas en el hecho de que al volver a ellos el Salvador y encontrarlos dormidos, a la primera vez los reprende, a la segunda calla y a la tercera les manda descansar, existe esta razón: primero, que después de la resurrección los encontrará dispersos, desconfiados y asustados; segundo, que después de enviarles el Espíritu Santo, los visitará teniendo los ojos todavía cargados, para conocer la libertad del Evangelio, porque detenidos algún tiempo por el afecto de la ley, estarán ocupados por el sueño de la fe; y en tercer lugar (esto es, en la vuelta de su claridad), les devolverá la seguridad y el descanso.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Y después que los hubo despertado de aquel sueño viendo en espíritu que se acercaba Judas a entregarle, aun cuando éste no era visto todavía por los apóstoles, Jesús les dijo: "He aquí que se acerca", etc.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 83,1-2
Cuando dice: "Ved aquí llegada la hora", manifiesta que todo lo que sucedía, era por disposición divina, y en cuanto a lo que dice: "Y el Hijo del hombre será entregado en mano de los pecadores", da a conocer que era necesaria la maldad de estos, y no que El fuese criminal.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Pero también ahora Jesús es entregado en manos de pecadores, cuando los que parece que creen en Jesucristo, lo tienen en sus manos, siendo pecadores, y también cuantas veces el justo que tiene a Jesús en sí mismo, es entregado en poder de los pecadores, Jesús es entregado en manos de los mismos.
 
San Jerónimo
Después que oró por tercera vez e impetró la corrección del temor de los apóstoles, por la consiguiente penitencia, seguro de su pasión, se encamina hacia sus enemigos, ofreciéndose a que le crucifiquen. Por esto sigue: "Levantaos, vamos", como diciendo, para que no os encuentren como temerosos, marchemos voluntariamente a la muerte, para que se vean la confianza y el gozo del que ha de padecer. Sigue, pues: "He aquí que se aproximó el que me entregará".
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
No dice: se aproximó a mí, porque no se acercaba a El el traidor, que se había alejado de El por sus pecados.
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 3,4
Parece que este razonamiento, según San Mateo, es contradictorio. Porque ¿cómo dijo: dormid ya y descansad, y ahora añade: "Levantaos, vamos"? ( Mc 11,41) Por lo cual, como contradicción algunos procuran entender esto así: dormid ya y descansad, como si hubiera sido dicho más bien como reprensión que como aprobación; cuya explicación sería genuina si hubiera necesidad de ella. Pero como San Marcos recuerda que habiendo dicho: "Dormid ya, y descansad", añadió "bastante es"; y después: "llegada es la hora. Y el Hijo del hombre será entregado", se entiende que después de aquello que les dijo: "Dormid ya, y descansad", calló el Señor algunos instantes, hasta que sucediera lo que había ofrecido. Pero ahora añade: "Ved aquí llegada la hora". Por esto dijo San Marcos: "Bastante es", esto es, porque ya habéis descansado.

47-50

Y estando El aún hablando, he aquí que llegó Judas, uno de los doce, y con él una grande tropa de gente armada de espadas y palos, que habían enviado los príncipes de los sacerdotes, y los ancianos del pueblo. Y el que lo entregó les dio la señal diciendo: "El que yo besare, el mismo es, prendedlo". Y se llegó luego a Jesús, y dijo: "Dios te guarde, Maestro". Y lo besó. Y Jesús le dijo: "¿Amigo, a qué has venido?" Al mismo tiempo llegaron, y echaron mano de Jesús, y le prendieron. (vv. 47-50)
 
Glosa
Como queda dicho arriba, que el Señor se presentaba espontáneamente a sus perseguidores, el Evangelista explica a continuación el modo cómo fue detenido por ellos. Así dice: "Estando aun El hablando, he aquí que uno".
 
Remigio
Uno ciertamente por el número, no por la dignidad; dijo esto para demostrar la inhumanidad del crimen de aquél que de Apóstol se había convertido en traidor. "Y con él una grande turba con espadas y palos". Para manifestar el Evangelista que era la envidia la causa de la prisión, añade: "Enviados por los príncipes de los sacerdotes y ancianos del pueblo".
 
Orígenes
Puede alguno decir que por ser muchos los creyentes en Jesús, fueron también muchos los que se reunieron contra El, temerosos de que la multitud de los primeros se lo arrebatasen de las manos. Yo creo que también hubo otra causa, porque como creían que solía echar los demonios en nombre de Beelzebub, se imaginaban que se les escaparía por arte diabólico. Muchos son también ahora los que se arman contra Jesús con las espadas espirituales de la herejía. "Y el que lo entregó, les dio la señal, diciendo: Al que bese", etc. Digno es de investigarse ¿cómo siendo Jesús conocido de todos los habitantes de la Judea, les dio esta señal como si no le conociesen? Pero sabemos por tradición, que no sólo usaba de dos formas (a saber, una según la cual todos lo veían; y otra como se transfiguró delante de sus discípulos en el monte); sino que también se mostraba a cada uno según merecía, como está escrito sucedía con el maná, que tenía el sabor según el uso que de él se hacía; y el Verbo de Dios no a todos se muestra del mismo modo. Por estas transfiguraciones necesitaban una señal.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom.83,2
Por tanto, les dio la señal, porque habiendo sido detenido muchas veces por los mismos, pasaba sin que le conociesen; como habría sucedido entonces si hubiera querido.
Sigue: "Y acercándose apresuradamente a Jesús, dijo: Dios te guarde, Maestro. Y lo besó".
 
Rábano
Recibió el Señor el beso del traidor, no para enseñarnos a fingir, sino para que se vea que no huye de la traición.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Pero si alguno pregunta por qué Judas entregó a Jesús por medio de un beso, diré, que según algunos, porque quiso guardar esta muestra de respeto a su Maestro, no atreviéndose a lanzarse sobre El. Y según otros, hizo esto temiendo que si se presentaba como enemigo descubierto, daría motivo a que se desapareciera. Y yo juzgo que todos los traidores a la verdad usan del beso, fingiendo amarla. Todos los herejes (como Judas) dicen a Jesús: Maestro. Pero Jesús mansamente responde. Por lo que sigue: "Y le dijo Jesús: Amigo, ¿a qué has venido?" Dícele, pues, amigo, vituperando su falsedad. Ciertamente no hallamos en las Escrituras a ninguno de los buenos llamado así; pero sí al malo se le dice: "Amigo, ¿cómo entraste aquí?" ( Mt 22,11); "Amigo, no te hago agravio" ( Mt 20,13).
 
San Agustín, in sermone de Passione
Pero dice: ¿A qué has venido? como si dijera: Abrazas y vendes; sé por qué vienes. Te finges amigo, siendo traidor.
 
Remigio
Amigo, ¿a qué viniste? Haz lo que has de hacer. "Entonces se acercaron y echaron mano de Jesús, y le prendieron", esto es, cuando El lo permitió; porque muchas veces lo habían intentado y no pudieron.
 
Rábano
¡Alégrate, cristiano! porque en el tráfico de tus enemigos, venciste tú, pues lo que vendió Judas, y los judíos compraron, tú lo adquiriste.

51-54

Y uno de los que estaban con Jesús, alargando la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del Pontífice, le cortó la oreja. Entonces le dijo Jesús: "Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que tomaren espada, a espada morirán. ¿Por ventura piensas que no puedo rogar a mi Padre, y me dará ahora mismo más de doce legiones de ángeles? ¿Pues cómo se cumplirán las Escrituras de que así conviene que se haga?" (vv. 51-54)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 84,1
Según refiere San Lucas, el Señor había dicho a sus discípulos en la cena: "El que tiene saco, tome también la alforja; y el que no, venda su túnica y compre espada" ( Lc 22,36) y los discípulos respondieron: "He aquí dos espadas" ( Lc 22,38). Era conveniente que allí hubiera espadas, porque habían de comer el cordero pascual. Oyendo que habían de venir los perseguidores para prender a Cristo, al salir de la cena, se armaron de espadas como si hubieran de pelear en su defensa contra sus enemigos. He aquí que uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, esgrimió su espada.
 
San Jerónimo
Se lee en el Evangelio de San Juan, que esto lo hizo Pedro con el denuedo que hizo las demás cosas. Y sigue: "E hiriendo al criado del príncipe de los sacerdotes, le cortó la oreja" ( Jn 18,10). Este criado, llamado Malco, a quien le fue cortada la oreja derecha, y cuyo nombre diré de paso que significa rey caído del pueblo judío, vino a ser el esclavo de la impiedad y de la avaricia de los sacerdotes. Y perdió la oreja derecha, quedándole sólo la izquierda para que oyese las vanas palabras de la ley.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Porque aunque parezca que oyen la Ley, con el oído izquierdo, no oyen más que la sombra de la tradición de la ley, pero no la verdad. El pueblo de los gentiles, que creyeron está significado por Pedro; y por lo mismo que creyeron en Cristo, fueron causa de que les fuese quitada a los judíos la recta interpretación de la Ley.
 
Rábano
O bien, Pedro no privó a los creyentes de la inteligencia de la verdad, pero como ejecutor de la justicia de Dios, privó de ella a los negligentes, mientras que a aquéllos que creyeron, les fue restituida como antes, por la divina misericordia.
 
San Hilario, homiliae in Matthaeum, hom. 32
O de otro modo, le es cortada la oreja al criado del príncipe de los sacerdotes, esto es, al pueblo desobediente que servía a éstos, se le priva de oír y entender la verdad, que era como cortarle la oreja.
 
San León Magno, in sermone. 1 de Passione
El Señor no permite que pase adelante el piadoso celo del Apóstol. Y por eso sigue: "entonces Jesús le dice: envaina tu espada". El no permitir que fuera prendido el que había venido para morir por todos, era contra el misterio de nuestra redención. Da, pues, a sus enemigos licencia para ensañarse, a fin de que no se postergue por más tiempo el glorioso triunfo de la cruz, prolongando el reinado del demonio, y la humana cautividad.
 
Rábano
Convenía también que el autor de la gracia diese a los fieles ejemplo de su paciencia, enseñándoles más bien a sufrir con fortaleza, que excitándolos a pelear.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 84,1
Para persuadir más fácilmente a su discípulo, añade la conminación diciendo: "todos los que tomaren la espada, a espada perecerán".
 
San Agustín, Contra Faustum 22,70
Esto es, todo el que usare de espada. Usa de espada todo aquél, que sin autoridad superior, ni legítima potestad, manda o consiente que se derrame sangre. Pues aunque el Señor había mandado a sus discípulos que se armaran, no les había mandado que hirieran. ¿Qué tenía, pues, de indigno el que Pedro, después de este hecho, fuese constituido pastor de la Iglesia, como Moisés, después de haber muerto al egipcio, fue hecho príncipe de la Sinagoga, si ambos pecaron, no por detestable inhumanidad, sino por celo y odio a la injusticia; el uno, por amor de su hermano, y el otro, aunque carnal, por el amor de su Señor?
 
San Hilario
Pero no todos los que usan de espada suelen morir a espada; pues son víctimas de calenturas o de otro accidente, muchos que por ser jueces y por la necesidad de resistir a los ladrones han usado de ella. Y si, según la misma sentencia, todo el que usa de espada, por ella debe ser muerto, con razón se blandía para matar a aquéllos que se valían de ella para cometer un crimen.
 
San Jerónimo
¿Con qué espada, pues, será muerto aquél que se arma con ella? Con aquélla de fuego que brilla delante del paraíso, y con aquella espada espiritual, que se describe en la armadura divina.
 
San Hilario, in Matthaeum, 23
El Señor mandó envainar la espada, porque El era quien les había de matar, no con espada material, sino con la de su palabra.
 
Remigio
O de otro modo. El que usa de espada para matar a un hombre, él mismo es antes víctima de su malicia.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 84,1
No sólo contuvo a los discípulos, amenazándolos con la pena, sino también manifestando que se entregaba voluntariamente. Y por esto dijo: "¿Crees, por ventura, que no puedo yo acudir a mi Padre y me enviará más de doce legiones de ángeles?" Como había dejado ver las muchas flaquezas de su humanidad, no le pareció que le creerían si dijera que podía perderles. Y por eso dice: "¿Por ventura crees que no puedo pedir auxilio?"
 
San Jerónimo
Como si dijera; no necesito el auxilio de los doce apóstoles, aunque todos me defendieran porque puedo tener doce legiones del ejército angélico. Una legión se componía antiguamente de seis mil hombres, de modo que doce legiones formaban setenta y dos mil ángeles, que es el número de lenguas en que están divididas las naciones.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
En esto demostraba que a la manera de las legiones de la milicia humana, son las de los ángeles de la milicia celeste, que pelean contra las legiones de los demonios, pues toda milicia se entiende formada contra enemigos. No decía esto como quien necesita el auxilio de los ángeles, sino según lo entendía Pedro, queriendo prestarle auxilio, pues más necesidad tienen los ángeles del auxilio del Hijo unigénito de Dios, que El mismo de ellos.
 
Remigio
Podemos entender también por ángeles, los ejércitos romanos, pues con Tito y Vespasiano se levantaron contra Judea todas las lenguas, y se cumplió la profecía de que pelearía por El toda la tierra contra los insensatos ( Sb 5,21).
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 84,1
No sólo calma con esto el temor de los discípulos, sino que también hace patente la Escritura, diciendo: "¿Cómo, pues, se cumplirán las Escrituras, de que así conviene que se haga?"
 
San Jerónimo
Esta sentencia prueba la voluntad pronta a padecer, lo cual inútilmente hubieran anunciado los profetas, si el Señor no lo hubiera confirmado con su pasión.

55-58

En aquella hora dijo Jesús a aquel tropel de gente: "como a ladrón habéis salido con espadas y con palos a prenderme; cada día estaba sentado en el templo con vosotros enseñando, y no me prendisteis. Mas esto todo fue hecho para que se cumplieran las Escrituras de los profetas". Entonces le desampararon todos los discípulos y huyeron. Mas los que tenían preso a Jesús, le llevaron a casa de Caifás, el príncipe de los sacerdotes, en donde se habían juntado los Escribas y los ancianos. Y Pedro le seguía de lejos, hasta el palacio del príncipe de los sacerdotes. Y habiendo entrado dentro, se estaba sentado con los sirvientes para ver el fin. (vv. 55-58)
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Después que dijo a Pedro: "envaina tu espada" ( Mt 26,52), que es un ejemplo de paciencia; después que había sanado la oreja cortada, según refiere otro evangelista, como una muestra de su inmensa benignidad y divina virtud; añade: "En aquella hora, dijo el Señor a aquel tropel de gente" para que si hubieran olvidado los beneficios pasados, por lo menos reconozcan los presentes, "Como a un ladrón habéis salido con espadas y palos a prenderme."
 
Remigio
Como si dijera: el oficio de ladrón es dañar y esconderse. Pero yo no daño a nadie, sino que curé a muchos y siempre enseñé en las Sinagogas. Y así continúa: "Todos los días me sentaba con vosotros en el templo a enseñar, y no me prendisteis".
 
San Jerónimo
Como diciendo que es una necedad perseguir con espadas y palos al que espontáneamente se entrega en vuestras manos y buscar en la noche traidoramente, como si se ocultara, a Quien todos los días enseñaba en el templo.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 84,2
En verdad, no le prendieron en el templo, porque no se atrevieron por temor a las turbas. Y por esta razón el Señor salió fuera, a fin de darles lugar y tiempo más oportuno para prenderle. Y esto prueba que no hubieran podido prenderle en manera alguna, si espontáneamente no lo hubiera permitido. El Evangelista da la razón del por qué el Señor quiso dejarse prender, cuando añade: "Pero todo esto se hizo para que se cumplieran los escritos de los profetas".
 
San Jerónimo
"Taladraron mis manos y mis pies" ( Sal 21,17) y en otro lugar: "Como oveja fui llevado al sacrificio" ( Is 53,17); y en el mismo lugar: "Por las iniquidades de mi pueblo fue llevado a la muerte" ( Is 53,5-8).
 
Remigio
Porque como todos los profetas habían vaticinado la pasión de Cristo, por eso no citó un testimonio determinado, sino que dice en general para cumplir los vaticinios de los profetas.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 84,2
Los discípulos que permanecieron mientras fue detenido Jesús, cuando dijo esto a las turbas, huyeron. Por eso dice: "Entonces todos los discípulos, abandonándole, huyeron", pues conocían, que entregándose voluntariamente a los enemigos no era posible escapar.
 
Remigio
Este hecho demuestra la cobardía de los apóstoles, pues los que en el ardor de la fe habían prometido morir con El, ahora huyen olvidados de su promesa. Es lo que vemos realizarse en aquéllos que por su amor a Dios prometen hacer grandes cosas y después no las cumplen. Sin embargo, no deben desesperar, sino levantarse como los apóstoles y rehabilitarse por la penitencia.
 
Rábano
En sentido místico, así como Pedro que lavó con lágrimas el pecado de la negación, enseñó la rehabilitación de aquéllos que se doblegan en el martirio, así también, huyendo los demás discípulos, enseñan a guardarse aquéllos que no se sienten fuertes para sufrirlo.
Sigue: "Otros, deteniendo a Jesús, le llevaron a casa de Caifás".
 
San Agustín, de consenso evangelistarum 3,6
Pero antes fue llevado a Anás, suegro de Caifás, según dice San Juan. Fue llevado pues, atado, porque en aquella turba iba un tribuno y una cohorte, como cuenta San Juan.
 
San Jerónimo
Refiere Josefo que este Caifás había comprado solo por aquel año el pontificado. Habiendo dispuesto Moisés, por orden de Dios, que los pontífices sucediesen a sus padres, de generación en generación, no es, pues, de extrañar que un pontífice inicuo juzgue inicuamente.
 
Rábano
Conviene, pues, el nombre con la acción. Caifás, esto es, espía sagaz, dispuesto a consumar su maldad, vomita por su boca una desvergonzada mentira para perpetrar un homicidio. Por esto le llevaron allí, a fin de obrar según su consejo. Y sigue: "En donde los escribas, los fariseos y los ancianos se habían reunido."
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Con Caifás y los príncipes de los sacerdotes se congregan también los escribas, esto es, los letrados que enseñan la letra que mata; los ancianos, no de la verdad, sino de la decrepitud de la letra.
Sigue: Pero Pedro le seguía a lo lejos, pues no podía de cerca sino de lejos, pero sin abandonarle enteramente.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 84,2
Mucho era el fervor del apóstol San Pedro, que aun viendo huir a los demás no huyó, sino que permaneció y entró. Si San Juan entró también, era porque conocía al príncipe de los sacerdotes. Pedro seguía de lejos, porque había de negar al Señor.
 
Remigio
Pero no hubiera podido negarle si hubiera estado cercano al Señor. Esto también significa que Pedro había de seguir al Señor en la pasión.
 
San Agustín, quaestiones evangeliorum 1,42
Y que la Iglesia seguiría e imitaría los padecimientos del Salvador, pero de muy diferente modo; pues la Iglesia padece para sí misma, y Aquél por la Iglesia.
Sigue: "Y habiendo entrado, se sentó entre los criados para ver en qué paraba".
 
San Jerónimo
Bien fuera por amor de discípulo o bien por humana curiosidad, deseaba saber la sentencia del pontífice contra el Señor; si le condenaba a muerte, o azotado le daba libertad.

59-68

Mas los príncipes de los sacerdotes y todo el concilio buscaban algún falso testimonio contra Jesús para entregarle a la muerte; y no le hallaron aunque se habían presentado muchos falsos testigos. Mas por último llegaron dos testigos falsos y dijeron: "Este dijo: puedo destruir el templo de Dios y reedificarlo en tres días". Y levantándose el príncipe de los sacerdotes, le dijo: "¿No respondes nada a lo que éstos deponen contra ti?" Y Jesús callaba. Y el príncipe de los sacerdotes le dijo: "Te conjuro por el Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios". Jesús le dice: "Tú lo has dicho. Y aun os digo que veréis desde aquí a poco al Hijo del hombre sentado a la derecha de la virtud de Dios, y venir en las nubes del cielo". Entonces el príncipe de los sacerdotes rasgó sus vestiduras y dijo: "Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos de testigos? He aquí ahora acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué os parece?" Y ellos respondiendo dijeron: "reo es de muerte". Entonces le escupieron en la cara y le maltrataron a puñadas, y otros le dieron bofetadas en el rostro, diciendo: "Adivínanos, Cristo, ¿quién es el que te ha herido?" (vv. 59-68)
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 84,2
Congregados los príncipes de los sacerdotes, quería todo aquel asqueroso conciliábulo dar forma de juicio a sus asechanzas contra el Salvador. Por lo que se dice: "Los príncipes, pues, de los sacerdotes, y todo el concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús", etc. Pero que el tribunal era incompetente y todo tumulto y confusión, se manifiesta por lo que sigue, "y no hallaron prueba a pesar de haberse acercado muchos testigos falsos".
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Los falsos testimonios tienen cabida cuando se presentan con cierto colorido. Pero ni color se encontraba en las mentiras que proferían contra Jesús, aunque eran muchos los que querían congraciarse con los príncipes de los sacerdotes. De lo que resulta gran gloria a Jesús, que tan irreprensiblemente habló y obró en todo, que aun los hombres más malos y astutos no pudieron hallar ni en la apariencia cosa digna de reprensión.
Sigue: "Por último llegaron dos falsos testigos", etc.
 
San Jerónimo
¿Cómo pueden llamarse testigos falsos si dicen aquello mismo que leemos que dijo el Señor? Pero es falso el testigo que no da su verdadero sentido a lo que se ha dicho. El Señor, pues, había hablado del templo de su cuerpo. Pero en sus mismas palabras le calumnian añadiendo o mudando algo, para que resulte justificada la acusación. El Salvador había dicho: "Destruid este templo" ( Jn 2,19), y los testigos lo tergiversan diciendo: puedo destruir el templo de Dios. Vosotros, dice, destruid, no yo; pues no nos es lícito atentar contra nosotros mismos. Después ellos inventan: "Y después de tres días lo reedificaré", para que pareciese que hablaba del templo judío. Pero el Señor para manifestar que hablaba del templo vivo y animado, había dicho: y yo en tres días lo resucitaré 1; una cosa es edificar, y otra resucitar.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 84,3
¿Mas por qué no adujeron la acusación sobre la violación del sábado? Porque muchas veces los había convencido sobre este punto.
 
San Jerónimo
La cólera y la impaciencia de no hallar lugar a la calumnia hizo saltar de su solio al pontífice, poseída su alma de furor y de agitación su cuerpo. Y por esto sigue: "Y levantándose el príncipe de los sacerdotes, le dijo: ¿no respondes nada a las acusaciones de éstos?"
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 84,2
Dijo esto queriendo obligar a Jesús a dar una respuesta para cogerle. Inútil era, pues, toda respuesta de excusa que no había de ser admitida. Y por eso sigue: "Pero Jesús callaba", pues aquello era tan sólo una farsa de juicio. En verdad no era sino una invasión de ladrones como en una caverna, y por esto calla.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Esto nos enseña a despreciar a los calumniadores y falsos testigos, para que ni siquiera consideremos dignas de respuesta las falsas acusaciones que nos imputan; mayormente cuando es más noble y valeroso callar que defenderse sin provecho alguno.
 
San Jerónimo
Sabía bien como Dios, que cuanto dijese se había de torcer en calumnia. Cuanto, pues, más callaba Jesús ante las acusaciones de los falsos testigos y sacerdotes impíos, con tanto mayor furor le provocaba el pontífice a contestar a fin de encontrar en su respuesta motivo de acusarle. Por lo que sigue: "Y el príncipe de los sacerdotes le dijo: te conjuro por Dios vivo que nos digas", etc.

Orígenes, in Matthaeum, 35
Encontramos algunas veces en la ley el uso del juramento. Pero creemos, sin embargo, que el hombre que quiere vivir según el Evangelio, no debe permitirse el conjurar a otro. Porque si no es lícito jurar, tampoco es lícito provocar el juramento. El que contempla a Jesús imperando a los demonios y dando poder a sus discípulos sobre ellos, debe entender que la facultad concedida por el Salvador no es juramento.
Por tanto, el príncipe de los sacerdotes pecaba obligando insidiosamente a Jesús a contestar. Y así imitaba a su padre el demonio, que dudoso preguntó dos veces al Salvador: "Si tú eres Cristo Hijo de Dios" ( Mt 4,3.6) de lo que lógicamente se deduce, que el dudar si el Hijo de Dios es el mismo Cristo, es obra del diablo. No era, pues, decoroso al Señor contestar al conjuro del príncipe de los sacerdotes, como obligado por fuerza. Por lo que ni negó ser Hijo de Dios, ni claramente lo confesó. "Dícele Jesús; tú dijiste"; pues no era digno de oír la doctrina de Cristo y así no le enseña, sino que tomando su palabra le contesta con ella. "Pero en verdad os digo que dentro de poco veréis al Hijo del hombre", etc. A mí me parece que el acto de sentarse significa en el Hijo del hombre cierta realeza, porque junto al trono de Dios -que es el único poderoso- ha sido constituido el que recibió del Padre toda potestad en el cielo y en la tierra. Y esto se cumplirá el día en que hasta sus mismos enemigos lo reconocerán, aunque ya empezó a cumplirse, pues sus discípulos le vieron resucitado de entre los muertos y sentado a la diestra del Todopoderoso. O porque en comparación de la eternidad que existe en Dios, desde la creación del mundo hasta su fin, hay un día. No es, pues, de admirar que dijera el Señor: "Dentro de poco" demostrando la brevedad del tiempo hasta el fin, y no sólo profetizaba que le verían sentado a la diestra del poder de Dios, sino que también sobre las nubes del cielo. Por eso sigue: "Y viniendo en las nubes del cielo". Estas nubes son los profetas y apóstoles de Cristo a los que les manda llover cuando quiere y son nubes del cielo que no pasan, porque llevan en sí la imagen del hombre celestial, y dignas de ser el trono de Dios como formadas de los herederos de El y coherederos de Cristo.

San Jerónimo
El pontífice, pues, a quien el furor había sacudido de su solio, rasga sus vestidos a impulsos de su ira. Y por eso dice: "Entonces el príncipe de los sacerdotes rasgó sus vestiduras, diciendo: blasfemó". Es costumbre judía rasgar los vestidos cuando se oye alguna blasfemia contra Dios.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 84,2
Esto lo hizo para agravar más la acusación y expresar con hechos lo que decía de palabra.
 
San Jerónimo
El hecho de rasgar sus vestiduras, demostró que los judíos habían perdido su dignidad sacerdotal y que estaba vacante la sede del sumo sacerdote, roto ya el velo que cubría la ley.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 84,3
Habiendo rasgado sus vestiduras no pronuncia por sí mismo la sentencia, y busca hacer recaer la responsabilidad en los demás, preguntando: ¿qué os parece? Como se acostumbra a preguntar contra los reos confesos y de blasfemia manifiesta y como obligando y haciendo violencia, prepara al auditorio para proferir la sentencia diciendo: "¿Qué necesidad tenemos de testigos? He aquí ahora acabáis de oír la blasfemia", etc. ¿Qué blasfemia fue ésta? Porque ante ellos mismos reunidos había dicho: "Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha" ( Mt 22,44). Y les dio la interpretación y callaron; ni le contradijeron en lo sucesivo. ¿Por qué pues, ahora llaman blasfemia a lo que ha dicho? "Pero ellos respondieron diciendo: Reo es de muerte"; eran los mismos los que acusaban, los que discutían y los que pronunciaban la sentencia.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
¿Cuán grande crees que no fue el error de condenar a muerte a la principal de todas las vidas, y no atender al testimonio de tantos resucitados por la fuente de la que fluía la vida de todos?
 
San Juan Crisóstomo, in Matth. hom. 85,1
Como el que se lanza sobre la presa, así demostraban su ciego furor.
Sigue: "Entonces escupieron en su rostro", etc.
 
San Jerónimo
Para que se cumpliera lo que estaba dicho: "Di mi mejilla a las bofetadas, y no aparté mi rostro del oprobio de las salivas" ( Is 50,6). Sigue: "Otros le daban bofetadas en el rostro diciendo: profetiza", etc.
 
Glosa
Por escarnio se le dice esto al que había querido ser tenido por profeta de las naciones.
 
San Jerónimo
Necedad hubiera sido responder y profetizar al verdugo, cuando era patente su furor.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 85,1
Observa cómo el Evangelista expone con suma exactitud todo lo que considera digno de reprobación, no ocultando nada ni avergonzándose; sino por el contrario, estimando como la mayor gloria el que el Señor del universo padeciese por nosotros tales afrentas. Esto, pues, leamos continuamente, esto en nuestra mente grabemos, y gloriémonos de ello.
 
San Agustín, quaestiones evangangeliorum 1,44
Lo que se ha dicho: "Escupieron sobre su rostro", habla de aquéllos que rechazan la presencia de la gracia; y asimismo le abofetean los que prefieren sus honores al de Dios; y dan palmadas en su rostro los que, obcecados por la perfidia, afirman que Jesucristo no ha venido, como queriendo exterminar y rechazar su presencia.
 
Notas
1. En latín resuscitabo, que significa tanto resucitar como volver a levantar.

69-75

Pedro entretanto estaba sentado fuera en el atrio, y se llegó a él una criada, diciendo: "tú también estabas con Jesús el Galileo". Mas él lo negó delante de todos, diciendo: "no sé lo que dices". Y saliendo él a la puerta le vio otra criada, y dijo a los que estaban allí: "éste estaba también con Jesús Nazareno". Y negó otra vez con juramento diciendo: "no conozco tal hombre". Y de allí a un poco se acercaron los que estaban allí, y dijeron a Pedro: "seguramente tú también eres de ellos; porque aun tu habla te da a conocer". Entonces comenzó a hacer imprecaciones y a jurar que no conocía a tal hombre. Y cantó luego el gallo. Y Pedro se acordó de la palabra que le había dicho Jesús: "Antes que cante el gallo, me negarás tres veces". Y habiendo salido fuera lloró amargamente. (vv. 69-75)
 
San Agustín, de consensu evangelistarum 3,6
Entre las predichas afrentas del Señor, tuvieron lugar las tres negaciones de Pedro, las cuales no todos los evangelistas refieren en el mismo orden. San Lucas explica primero la tentación de Pedro, y después las afrentas del Señor; pero San Mateo y San Marcos las cuentan primero y después la tentación de Pedro. Así pues, dice: "Pero Pedro estaba sentado fuera en el atrio".
 
San Jerónimo
Estaba sentado fuera para ver la salida del preso; y no se acercaba a Jesús, para que los criados no concibieran sospecha alguna.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 85,1
El que cuando sólo vio prender a su maestro de tal modo se enardeció, que desenvainó la espada y cortó la oreja; al oír los ultrajes contra Cristo se convierte en negador y no resiste a las amenazas de una vil criada. Sigue: "Y se acercó a él una criada, diciendo: y tú estabas con Jesús Galileo".
 
Rábano
¿Por qué primero le descubrió una criada habiendo tantos hombres que pudieron reconocerle; sino para que se viese que también este sexo pecaba en la muerte del Señor y era redimido por su pasión? Sigue: "Pero él negó delante de todos diciendo: no sé lo que dices". Manifiestamente y delante de todos negó, porque temió descubrirse; y al decir que no le conocía, dio a entender que aun no quería morir por el Salvador.
 
San León Magno, sermones 60,4
Según parece fue permitida esta vacilación para que en el príncipe de la Iglesia tuviese principio el remedio de la penitencia, y nadie se atreviera a confiar en su propia fortaleza, cuando ni el mismo San Pedro había podido evadirse del peligro de la inconstancia.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 85,1
No sólo una vez, sino por segunda y tercera negó en breve rato; de aquí sigue: "Saliendo, pues", etc.
 
San Agustín, consensu evangelistarum 3,6
Se entiende que luego que salió fuera, habiéndole negado una vez, el gallo cantó primero, que es lo que San Marcos dice.
 
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 85,1
Para manifestar que ni la voz del gallo le contuvo de la negación, ni le recordó su promesa.
 
San Agustín, consensu evangelistarum 3,6
No le negó la segunda vez estando fuera delante de la puerta, sino cuando volvía al fuego, pues aun no había salido ni le había visto fuera la otra criada, sino que al salir le vio. Esto es, que al levantarse para salir le conoció, y dijo a los que allí estaban, esto es, a los que se calentaban con él al fuego en el atrio: "Y éste estaba con Jesús Nazareno". Pero él, que había salido, oído esto, regresó, para excusarse negando. O como es más creíble no oyó lo que de él se había dicho al salir, y cuando volvió, le dijeron la criada y aquel otro de quien hace mención San Lucas: "Y tú eres de ellos". O como refiere San Juan: ¿acaso eres tú también de los discípulos de este hombre?
Sigue: "Y volvió a negar con juramento", etc.
 
San Jerónimo
Sé que algunos, llevados de piadoso afecto hacia el apóstol San Pedro, interpretan este pasaje, diciendo que Pedro negó al hombre, no a Dios; y que el sentido es éste: no conozco al hombre, porque conozco a Dios. El lector prudente comprende cuán frívolo sea esto; porque si éste no negó, mintió el Señor cuando dijo: "Me negarás tres veces" ( Mt 26,34).
 
Rábano
Decimos que no sólo niega a Cristo quien dice que no es Cristo, sino que también quien siendo cristiano niega serlo.
 
San Agustín, consensu evagelistarum 3,6
Hablemos ya de la tercera negación. Sigue pues: "Poco después se acercaron los que estaban y dijeron a Pedro: verdaderamente tú eres de ellos". Pero San Lucas dijo: "Y pasado un rato como de una hora" ( Lc 22,59). Y como para convencerle, añaden enseguida: "Pues tu lenguaje te descubre".
 
San Jerónimo
No porque hablase otra lengua o fuese de otra nación, pues que todos eran hebreos, los que le acusaban y el que se defendía, sino porque cada provincia y región tenía sus dialectos, y no podían disimular el lenguaje de su origen.
 
Remigio
Observa cuán perjudicial es la conversación con hombres depravados; pues esta misma obligó a Pedro a negar al Señor a quien antes había confesado ser Hijo de Dios. Sigue pues: "Entonces empezó a maldecir", etc.
 
Rábano
Advierte que primero dijo: "No sé lo que dices" ( Mt 26,70); después niega con juramento; y finalmente, maldice y jura que no conoce a aquel hombre. Perseverar en el pecado, da incremento a la maldad, y el que desprecia lo pequeño cae en lo grande.
 
Remigio
En sentido místico, son designados por la negación antes del primer canto del gallo aquéllos que, conturbados por la muerte del Señor, no creían antes de su resurrección que El fuese Dios; por la negación después del canto del gallo son designados aquéllos que yerran acerca de la naturaleza del Señor ya como Dios, ya como hombre. Por la primera criada se designa la avaricia y por la segunda la delectación carnal; por los que allí estaban se entienden los demonios, pues ellos son los que arrastran a los hombres a la negación de Cristo.
 
Orígenes, in Matthaeum, 35
Por la primera criada se entiende la sinagoga de los judíos, que frecuentemente obligaron a los fieles a negar a Cristo; por la segunda, la congregación de las naciones perseguidoras de los cristianos; por los terceros que estaban en el atrio, los ministros de diferentes herejías.
 
San Agustín, quaestiones evangeliorum 1,45
Tres veces negó Pedro. El error, pues, de los herejes acerca de Cristo, se formula de tres maneras, pues yerran en cuanto a su Divinidad, o en cuanto a su humanidad, o en ambas cosas.
 
Rábano
Después de la tercera negación se deja oír el canto del gallo y esto es lo que sigue: "Y en seguida el gallo cantó", por lo que se significa al doctor de la Iglesia que increpa a los soñolientos diciendo: despertaos, justos, y no queráis pecar ( 1Cor 15,34). Suele con frecuencia la Sagrada Escritura expresar el carácter de una cosa por el tiempo en que acontece; así es que Pedro, que negó a la media noche, se arrepintió al canto del gallo. "Y se acordó Pedro de la palabra que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante, tres veces me negarás".
 
San Jerónimo
Se lee en el Evangelio de San Lucas, que después de la negación de Pedro y el canto del gallo, el Salvador miró a Pedro, y su mirada excitó en él amargo llanto; pues no podía ser que permaneciera en las tinieblas de la negación el que había sido mirado por la luz del mundo. "Y saliendo fuera, lloró amargamente"; pues sentado en el atrio de Caifás no podía hacer penitencia. Por eso que sale fuera del concilio de los impíos, para lavar con lágrimas amargas las manchas de su cobarde negación.
 
San León Magno, sermones 60,4
Felices tus lágrimas, santo Apóstol, que tuvieron la virtud del santo bautismo para borrar la culpa de la negación. Intervino, pues, la diestra de nuestro Señor Jesucristo, para impedir tu precipicio cuando ya caías; y recobraste la fortaleza de perseverar, en el mismo peligro de caer. Pronto, pues, se rehabilitó Pedro, como quien recibe una nueva fuerza; y en tanto grado, que el que entonces se había asustado de la pasión de Cristo, permaneció después constante sin temer su propio martirio.