CATENA AUREA - SANTO TOMÁS DE AQUINO


01-09

Por aquellos días, habiéndose juntado otra vez un gran concurso de gentes, y no teniendo qué comer, convocados sus discípulos, les dijo: "Me da compasión esta multitud de gentes, porque hace ya tres días que están conmigo, y no tienen qué comer. Y si los envío a sus casas en ayunas, desfallecerán en el camino, pues algunos de ellos han venido de lejos". Respondiéronle sus discípulos: "Y ¿cómo podrá nadie en esta soledad procurarles pan en abundancia?" El les preguntó: "¿Cuántos panes tenéis?" Respondieron: "Siete". Entonces mandó Jesús a la gente que se sentara en tierra; y tomando los siete panes, dando gracias, los partió; y dábaselos a sus discípulos para que los distribuyesen entre la gente, y se los repartieron. Tenían además algunos pececillos: bendíjolos también, y mandó distribuírselos. Y comieron hasta saciarse; y de las sobras recogieron siete espuertas; siendo al pie de cuatro mil los que habían comido; en seguida Jesús los despidió. (vv. 1-9)
 
Teofilacto
Después del referido milagro de la multiplicación de los panes, obra el Señor otro semejante en una nueva ocasión que se le ofrece. "Por aquellos días, habiéndose juntado otra vez una gran cantidad de gente", etc. Los milagros que hacía no eran siempre acerca del sustento, para que no fuera ésta la causa de que lo siguiese la multitud; y no haría ahora este milagro, si no la viera en peligro. "Y si los envío a sus casas en ayunas, prosigue, desfallecerán en el camino, pues algunos de ellos han venido de lejos".
 
Beda, in Marcum, 2, 32
San Mateo explica más extensamente por qué viniendo de lejos esperaron tres días, diciendo: "Y subiendo a un monte, sentóse en él. Y se llegaron a El muchas gentes, trayendo consigo infinidad de enfermos, y los pusieron a sus pies, y curólos" ( Mt 15,19-20).
 
Teofilacto
Los discípulos no comprendían todavía, ni los milagros anteriores les hacían creer en su poder; por lo cual dice: "Respondiéronle sus discípulos: Y ¿cómo podrá nadie en esta soledad procurarles pan en abundancia?". Pero el Señor no los reprende por esto, pues quiere enseñarnos a no airarnos contra los que no saben y los que no comprenden, de cuya ignorancia, más bien nos debemos compadecer. "Y El les preguntó, continúa: ¿Cuántos panes tenéis? Respondieron: Siete".
 
Remigio, sobre San Mateo
No les preguntó porque ignorara cuánto tenían, sino porque contestándole que siete, cantidad bien pequeña, hacían más notable y famoso el milagro. Y sigue: "Entonces mandó Jesús a la gente que se sentara en tierra". En la primera comida los manda sentar sobre la yerba, y aquí sobre la tierra. "Y tomando, continúa, los siete panes, dando gracias, los partió", etc. En esta acción de gracias nos dio ejemplo para que se las demos a Dios por todos los beneficios que nos hace. Y es de notar que el Señor no dio los panes a la multitud, sino a sus discípulos, los cuales se los dieron a aquélla: "Y dábaselos a sus discípulos", etc. Les manda distribuir no solamente los panes, sino también los peces, después de haberlos bendecido. "Tenían además algunos pececillos", etc.
 
Beda, in Marcum, 2, 32
En este pasaje es de considerar la distinta operación de la divinidad y de la humanidad en la sola persona de nuestro Redentor, y por consiguiente el error de Eutiques, que pretendió enseñar que no había más que una operación en Cristo, y que por tanto debe ser rechazado más allá de los confines del cristianismo. ¿Quién no ve, pues, que el moverse a piedad por aquella gente revela en el Señor el afecto y compasión que le inspira la fragilidad humana? Y el milagro de dar de comer a cuatro mil personas con siete panes y algunos peces, ¿no es la obra de su divinidad?
"Y de las sobras, continúa, recogieron siete espuertas", etc.
 
Teofilacto
No son las muchedumbres, que comieron hasta saciarse, las que se llevan los restos del pan, sino los discípulos, como se ha dicho antes; lo cual nos enseña a contentarnos con tener lo necesario, que es lo conveniente, y a no pretender más. Se hace mención después del número de los que comieron. "Siendo alrededor, dice, de cuatro mil los que habían comido", etc. Aquí debemos de observar que Jesús no despidió a nadie sin comer, porque quiere que todos se alimenten de su gracia.
 
Beda, in Marcum, 2, 32
En sentido figurado, entre esta comida y la de los cinco panes y dos peces hay la diferencia de que en aquélla se figura el Antiguo Testamento, y en ésta la verdad y la gracia del Nuevo Testamento que se han de administrar a los fieles. La muchedumbre que espera tres días al Señor por la cura de los enfermos, como refiere San Mateo (cap. 15), son los elegidos en la fe de la Santísima Trinidad, que suplican por sus pecados con instancia y perseverancia; o porque se convierten al Señor de pensamiento, palabra y obra.
 
Teofilacto
O bien los que esperan durante tres días son los bautizados, puesto que el bautismo, que se llama iluminación, se completa con tres inmersiones.
 
San Gregorio Magno, Moralia, 1, 9
Quiere que coman antes de que se vayan, para que no desfallezcan en el camino; porque conviene que reciban en la predicación la palabra de consuelo, a fin de que, privados del alimento de la verdad, no sucumban en el continuo trabajo de esta vida.
 
San Ambrosio, in Lucam, 6, 73
Dios, bondadoso en extremo, exige celo, da las fuerzas, no quiere despedirlos sin que coman antes para que no desfallezcan en el camino. Es decir, o en el curso de la vida, o antes que lleguen al término de ella, que es el Padre, y a entender que Cristo viene del Padre. Y, al mismo tiempo, para que después de haber admitido que ha nacido de una Virgen, no juzguen acaso que su poder es de hombre y no de Dios. Jesús nuestro Señor distribuye la comida, y a ninguno se la niega; porque, siendo dispensador de todos, a todos quiere dársela. Pero cuando parte el pan y se los da a sus discípulos, si no extiendes tus manos para recibir tu parte, desfallecerás en el camino y no podrás culpar por ello al que, lleno de misericordia ha repartido el pan.
 
Beda, in Marcum, 2, 32
Los que vuelven a la penitencia después de las plagas de la carne, de los robos, de las violencias y homicidios, esos vienen de lejos al Señor; porque cuanto más ha errado uno en malas obras, tanto más se aleja de Dios omnipotente. Los creyentes entre los gentiles vinieron de lejos a Cristo, en tanto que los judíos, instruidos acerca de El por la ley y los profetas, vinieron de cerca. En la comida de los cinco panes se sienta la muchedumbre sobre la verde yerba, y en ésta sobre la tierra, porque si la ley prescribía que se reprimiesen los deseos de la carne, por el Nuevo Testamento se nos manda menospreciar al mundo y los bienes temporales.
 
Teofilacto
Los siete panes son las palabras espirituales, puesto que el número siete es figura del Espíritu Santo, que lo perfecciona todo, como se perfecciona o completa nuestra vida en siete días.
 
Pseudo-Jerónimo
O bien los siete panes son los dones del Espíritu Santo y los restos la significación mística de sus siete formas.
 
Beda, in Marcum, 2, 32
El partir el pan el Señor significa la manifestación de los misterios. Su acción de gracias el gozo que le causa la salvación del género humano. La entrega del pan a sus discípulos para que lo repartan significa, en fin, que ha dado a los Apóstoles los dones espirituales de la ciencia y que por su ministerio quiere distribuir a su Iglesia el sustento de vida.
 
Pseudo-Jerónimo
Los pececillos benditos son los libros del Nuevo Testamento, puesto que después de su resurrección el Señor pide una parte del pez asado. O bien por los peces hemos de entender a los santos, cuya fe, vida y pasiones están contenidas en el Nuevo Testamento; estos, librados de las turbulentas borrascas de este mundo, nos han mostrado con su ejemplo el alimento del espíritu.
 
Beda, in Marcum, 2, 32
Los apóstoles se llevan lo que había sobrado después de saciarse la multitud, porque los preceptos más elevados de la perfección, que no puede alcanzar el pueblo, pertenecen a los que se han aventajado entre los que sirven a Dios. Y sin embargo dice el Evangelista que se sació la muchedumbre, porque aunque no pueda abandonar lo suyo ni cumplir lo que se dice de las vírgenes, llega con todo a la vida eterna cumpliendo los mandamientos de la ley de Dios.
 
Pseudo-Jerónimo
Los siete cestos son las siete iglesias, y las cuatro mil personas son el año del Nuevo Testamento con cuatro estaciones. Y hay motivo para que sean cuatro mil personas, pues por este número se enseña que su alimento está en el pasto de los Evangelios.
 
Teofilacto
O bien los cuatro mil son los perfectos en las cuatro virtudes, y por esto, los más fuertes -por así decirlo-, comieron más de lo que dejaron. En este milagro quedan siete cestas de pan, y doce en el de los cinco panes, porque los cinco mil, llenos sus sentidos hasta la saciedad no pudieron comer todo y se contentaron dejando muchos restos.

10-21

E inmediatamente embarcándose con sus discípulos, pasó al territorio de Dalmanutá, donde salieron los fariseos, y empezaron a disputar con El, pidiéndole, con el fin de tentarle, que hiciese algún prodigio del cielo. Mas Jesús, arrojando un suspiro de lo íntimo del corazón, dijo: "¿Por qué pedirá esta raza de hombres un prodigio? En verdad os digo que a esa gente no se le dará el prodigio". Y dejándolos, se embarcó otra vez, pasando a la ribera opuesta. Habíanse olvidado los discípulos de hacer provisión de pan, ni tenían más que un solo pan consigo en la barca. Y Jesús los amonestaba diciendo: "Estad alerta, y guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes". Mas ellos discurriendo entre sí se decían uno al otro: "En verdad que no hemos tomado pan". Lo cual, habiéndolo conocido Jesús les dijo: "¿Qué andáis discurriendo sobre que no tenéis pan? ¡Todavía estáis sin conocimiento ni inteligencia! ¡Aún está oscurecido vuestro corazón! ¡Tendréis siempre los ojos sin ver y los oídos sin percibir! Ni os acordáis ya de cuando repartí cinco panes entre cinco mil hombres: ¿Cuántos cestos llenos de las sobras recogisteis entonces?" Dícenle: "doce". "Pues cuando yo dividí siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas espuertas sacasteis de los fragmentos?" Dícenle: "Siete". "¿Y cómo es, les añadió, que todavía no entendéis lo que os decía?" (vv. 10-21)
 
Teofilacto
Después que el Señor obró el milagro de los panes, se fue inmediatamente a otro lugar, a fin de que la muchedumbre no lo tomase para hacerlo rey. "E inmediatamente -dice- embarcándose con sus discípulos, pasó al territorio de Dalmanuta".
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2, 51
Se lee en San Mateo (15,39) que fue al territorio de Magedan; pero no se puede dudar que sea el mismo lugar con ambos nombres, puesto que la mayor parte de los códices, también según San Marcos, no dicen sino Magedan.
"Salieron los fariseos, y empezaron a disputar con El, pidiéndole, con el fin de tentarle, que hiciese algún prodigio del cielo".
 
Beda, in Marcum, 2, 33
Los fariseos le piden ciertamente un prodigio del cielo para que, como había hartado por segunda vez con pocos panes a muchos miles de hombres, renueve ahora a imitación de Moisés el milagro del maná haciéndolo caer del cielo sobre todo el país para alimentar a todo el pueblo. De esta petición habla San Juan en su Evangelio diciendo: "¿Pues qué milagro haces tú para que nosotros veamos y creamos? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: Dióles a comer pan del cielo" ( Jn 6,30-31).
 
Teofilacto
O bien quieren que el prodigio que piden del cielo sea que haga parar al sol y a la luna, que caiga granizo y que cambie el aire, porque creían que, animado por el espíritu de Beelzebub, no podía hacer prodigios del cielo, sino solamente de la tierra.
 
Beda, in Marcum, 2, 33
Así como había dado gracias al dar de comer a la muchedumbre creyente, así gime ahora por la petición insensata de los fariseos. Porque abrazando en su afecto a toda la humanidad, así como se complace con la salvación de los hombres, así también se conduele de sus errores. "Mas Jesús -continúa- arrojando un suspiro de lo íntimo del corazón, dijo: ¿Por qué pedirá esta raza de hombres un prodigio? En verdad os digo que a esa gente no se le dará el prodigio". Esta negación es conforme al Salmo 88 (v. 36): "Una vez para siempre juré por mi santo nombre, que no faltaré a lo que he prometido a David".
 
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2, 51
No debe llamar la atención que no diga San Marcos que respondió a los que pedían un prodigio del cielo lo mismo que San Mateo de Jonás, y que se limite a decir que contestó el Señor: "Mas no se le dará el prodigio que pide" ( Mt 12,39). Esto es, el prodigio tal cual lo piden, porque omite decir de Jonás lo que refiere San Mateo.
 
Teofilacto
No los atiende el Señor, porque será otro el tiempo de los prodigios del cielo, a saber, cuando con el segundo advenimiento se conmuevan las potestades de los cielos, y se apague la luz de la luna. En el tiempo del primer advenimiento no hay nada semejante, que todo en él está lleno de mansedumbre.
 
Beda, in Marcum, 2, 33
No debía obrarse un prodigio del cielo para la generación de los que tentaban al Señor. Pero se manifestará ese prodigio a la de los que buscan al Señor, cuando suba al cielo a vista de sus apóstoles.
"Y dejándolos -prosigue- se embarcó otra vez, pasando a la ribera opuesta".
 
Teofilacto
El Señor despide como incorregibles a los fariseos, porque se debe insistir en donde hay esperanza de corrección; pero no donde no la hay.
"Habíanse olvidado los discípulos de hacer provisión de pan, ni tenían más que un solo pan consigo", etc.
 
Beda, in Marcum, 2, 33
Pero ¿cómo no tenían pan, preguntará alguno, cuando subieron a la barca inmediatamente después de haber llenado de él siete espuertas? Pero la Escritura nos testifica que se olvidaron de llevarlo consigo ( Mt 16), indicio del poco cuidado que tenían de sus cuerpos, cuando no pensaban en proveer a su primera necesidad, ocupados solamente en el pensamiento de seguir a su Señor.
 
Teofilacto
Se olvidaron los discípulos de coger el pan, porque así, reprendidos por Cristo, se harían mejores y llegarían a conocer su poder. "Y Jesús -prosigue- los amonestaba diciendo: Estad alerta; y guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes".
 
Pseudo-Crisóstomo, vict. ant. e cat. in Marcum
San Mateo dice: De la levadura de los fariseos y saduceos ( Mt 16,6); San Marcos de los fariseos y de Herodes; y San Lucas (12,1) de los fariseos solamente. Los tres Evangelistas nombran a los fariseos como a los principales, pero San Mateo y San Marcos los juntan con los saduceos y con Herodes, mencionando convenientemente a éste San Marcos; y dejando San Mateo a los herodianos para el suplemento de su narración. Hablando así, instruye paulatinamente a sus discípulos en el sentido y fin de sus palabras.
 
Teofilacto
Llama levadura de los fariseos y herodianos a su doctrina por lo dañina, fácil de corromperse y llena de la antigua malicia: los herodianos eran los doctores que decían que Herodes era Cristo.
 
Beda, in Marcum, 2, 33
O bien: la levadura de los fariseos es el posponer los decretos de la ley divina a las tradiciones de los hombres; predicar la ley con las palabras, e impugnarla con los hechos; tentar al Señor y no creer en su doctrina ni en sus obras. La levadura de Herodes es el adulterio, el homicidio, la temeridad del juramento, la hipocresía y el odio a Cristo y a su precursor.
 
Teofilacto
Los mismos discípulos creyeron que el Señor hablaba de la levadura del pan. "Mas ellos discurriendo entre sí se decían uno al otro: En verdad que no hemos tomado pan". Pero hablaban así porque no comprendían el poder de Cristo, que podía hacer pan con nada, y por esto los reprende el Señor. "Lo cual habiéndolo conocido Jesús, les dijo: ¿Qué andáis discurriendo sobre que no tenéis pan?"
 
Beda, in Marcum, 2, 33
Con el precepto: "Guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes", les enseña el Señor lo que significan los cinco y los siete panes, que les recuerda en las siguientes palabras: "Ni os acordáis ya de cuando repartí cinco panes?" etc. Si, pues, la levadura predicha significa las tradiciones perversas, ¿por qué el alimento que dio el Señor al pueblo no habrá de significar la verdadera doctrina?

22-26

Habiendo llegado a Betsaida, presentáronle un ciego, suplicándole que le tocase. Y El, cogiéndole por la mano, le sacó fuera de la aldea; y echándole saliva en los ojos, puestas sobre él la manos, le preguntó si veía algo. El ciego, abriendo los ojos, dijo: "Veo andar a unos hombres, que me parecen como árboles". Púsole segunda vez las manos sobre los ojos, empezó a ver; y recobró la vista, de suerte que veía claramente todos los objetos. Con lo que le remitió a su casa diciendo: "Vete a tu casa; y, si entras en el lugar, a nadie lo digas". (vv. 22-26)
 
Glosa
Después de la comida de las muchedumbres, refiere el Evangelista el milagro de la vista dada al ciego, diciendo: "Habiendo llegado a Betsaida, presentáronle un ciego suplicándole que lo tocase".

Beda, in Marcum, 2, 34
Sabiendo que, como había curado el Señor al leproso sólo con tocarlo, del mismo modo daría la vista al ciego.
"Y El, cogiéndolo por la mano, lo sacó fuera de la aldea".

Teofilacto
Parece que una gran incredulidad había corrompido a Betsaida, puesto que le dice el Señor: "Ay de ti, Betsaida, que si en Tiro y en Sidón se hubiesen hecho los milagros que se han obrado en vosotros", etc. ( Mt 11,21). Sacó, pues, fuera de la aldea al ciego, porque no era verdadera la fe de los que se lo habían llevado.
"Y echándole saliva en los ojos, puestas sobre él la manos, le preguntó si veía algo".
 
Pseudo-Crisóstomo, vict. ant. e cat. in Marcum
Le echó saliva y puso las manos sobre él, queriendo mostrarnos que la palabra divina unida a la acción obraba semejantes milagros, siendo la mano signo de la acción y la saliva de la palabra que sale de la boca. Le pregunta si ve algo, lo que no había preguntado a los otros a quienes curó, para manifestar que, por la imperfecta fe de los que conducían al ciego y de éste mismo, no habían sido abiertos del todo sus ojos. "El ciego -prosigue- abriendo los ojos dice: Veo andar a unos hombres que me parecen como árboles", porque su falta de fe le hacía declarar que veía de un modo confuso a los hombres.
 
Beda, in Marcum, 2, 34
Los que no tienen la vista clara pueden ver las formas confusas de los cuerpos, pero no los contornos de los miembros. Así que los que miran desde lejos o durante la noche, no pueden distinguir fácilmente si son árboles u hombres los que ven.
 
Teofilacto
No hizo ver en el acto al ciego por la fe, porque no la tenía perfecta, porque el remedio se da según la fe.
 
Pseudo-Crisóstomo, vict. ant. e cat. in Marcum
Fortificó, pues, su fe desde el momento en que empezó a ver, y en virtud de ella le hizo ver perfectamente. "Púsole segunda vez -prosigue- las manos sobre los ojos, y empezó a ver mejor"; y después añade: "Y finalmente, recobró la vista de suerte que veía claramente todos los objetos", curado verdaderamente de la vista y de la inteligencia.
"Con lo que le remitió a su casa, diciendo: "Vete a tu casa, y si entras en el lugar, a nadie lo digas".
 
Teofilacto
Lo mandó de este modo porque, como queda dicho, eran incrédulos, y podían hacerle sufrir e incurrir a la vez ellos mismos, no creyendo, en una culpa más grave.
 
Beda, in Lucam 34
O bien: da ejemplo a los suyos para que no busquen el favor del pueblo con motivo de las cosas admirables que hagan.
 
Pseudo-Jerónimo
En sentido místico, Betsaida significa la casa del valle, esto es, el mundo que está en este valle de lágrimas. Llevan un ciego al Señor, es decir, a un hombre que no ve lo que fue, lo que es y lo que será. Le ruegan que lo toque. ¿Y quién es aquel a quien toca el Señor, sino el que tiene verdadero arrepentimiento?
 
Beda, in Marcum, 2, 34
Nos toca el Señor cuando nos ilumina con el soplo de su Espíritu, y cuando nos anima a reconocer nuestra propia enfermedad y al estudio de las virtudes. Toma la mano del ciego para confortarlo en la ejecución de las buenas obras.
 
Pseudo-Jerónimo
Y lo lleva fuera de la aldea, esto es, de la ciudad, para que recobre la vista y vea la voluntad de Dios por el soplo del Espíritu Santo. Poniendo sus manos en él, le pregunta si ve, porque por las obras del Señor se ve su grandeza.
 
Beda, in Marcum, 2, 34
O bien: poniendo saliva en los ojos del ciego, puso en él sus manos para que viera, porque curó la ceguedad del género humano con dones invisibles y con los sacramentos de la humanidad que le había tomado. La saliva, que procede de la cabeza del hombre, designa la gracia del Espíritu Santo. Pero al que podía curar de una vez con una sola palabra, lo cura poco a poco, para manifestar cuán grande es la ceguedad humana, la cual vuelve de a pocos y como gradualmente a la luz; y para indicarnos su gracia, con la cual nos ayuda en cada paso que damos a la perfección. Cualquiera, pues, que haya estado por largo tiempo en la oscuridad, de modo que no pueda discernir entre el bien y el mal, cree que son árboles los hombres que se ofrecen a su vista, porque ve obrar a la muchedumbre sin la luz de la discreción.
 
San Jerónimo, super Et aspisciens ait
O bien: ve a los hombres como árboles, porque los considera superiores a él. Puso de nuevo las manos sobre sus ojos, para que lo viera todo con claridad. Esto es, lo invisible por lo visible, y para que con la vista de su corazón purificado contemplara el estado claro de su ser después de las sombras oscuras del pecado. Lo mandó a su casa, es decir, a su corazón, para que viera en sí lo que no vio antes, porque el hombre que desespera de su salud, piensa que no podrá llevar a cabo de ningún modo lo que una vez iluminado le parece fácil.
 
Teofilacto
O bien: después que le curó lo mandó a su casa, porque nuestra casa es el cielo y las mansiones que hay en él.
 
Pseudo-Jerónimo
Le dijo: "Y si entras en el lugar, a nadie lo digas". Esto es, cuenta a tus vecinos tu ceguedad, no tu virtud.

27-33

Desde allí partió Jesús con sus discípulos por las aldeas comarcanas de Cesarea de Filipo, y en el camino les hizo esta pregunta: "¿Quién dicen que soy yo?" Respondiéronle: "Quien dice que Juan Bautista, quien Elías, y otros, en fin, que eres como uno de los antiguos profetas". Díceles entonces: "¿Y vosotros, quién decís que soy yo?" Pedro, respondiendo por todos, le dice: "Tú eres el Cristo". Y les prohibió rigurosamente el decir esto de El a ninguno (hasta que fuese la ocasión de publicarlo). Y comenzó a declararles cómo convenía que el Hijo del hombre padeciese mucho, y fuese desechado por los ancianos, y por los príncipes de los sacerdotes, y por los escribas, y que fuese muerto, y que resucitase a los tres días. Y hablaba de esto muy claramente. Pedro entonces, tomándole aparte, comenzó a reprenderle respetuosamente. Pero Jesús, vuelto contra él, respondió ásperamente a Pedro, diciendo: "Atrás, Satanás, porque no te saboreas en las cosas de Dios, sino en las de los hombres". (vv. 27-33)
 
Teofilacto
Después que llevó a sus discípulos lejos de los judíos, les pregunta sobre sí mismo, para que sin temor a los judíos le respondan la verdad. "Desde allí -dice- partió Jesús con sus discípulos por las aldeas cercanas de Cesarea de Filipo".
 
San Jerónimo super Mat. cap. 16
Este Filipo fue hermano de Herodes, del cual hablamos antes, y que en honor de Tiberio César, llamó Cesarea de Filipo al pueblo que lleva hoy el nombre de Paneas.
"Y en el camino les hizo esta pregunta: ¿Quién dicen los hombres que soy yo?"
 
Pseudo-Crisóstomo, vict. ant. e cat. in Marcum
Pregunta, aunque lo sabe, porque convenía que los discípulos en algún momento hablasen de El mejor que las gentes.
 
Beda, in Marcum, 2, 35
Les pregunta primeramente cómo pensaban los hombres para examinar luego la fe de los mismos discípulos, pues de otro modo, podía fundarse su confesión en la opinión de la gente.
"Respondiéronle: Unos dicen que Juan Bautista, otros que Elías, y otros, en fin, que eres uno de los antiguos profetas".
 
Teofilacto
Muchos creían que San Juan había resucitado de entre los muertos, entre ellos Herodes, y que después de su resurrección había obrado milagros. Después de haberles preguntado la opinión de los demás, les pregunta la suya, como se ve por las siguientes palabras: "Díceles entonces: ¿Y vosotros, quién decís que soy yo?".
 
San Juan Crisóstomo, homilia in Matthaeum, hom. 54, 1
Por los mismos términos de la pregunta les induce a formar un concepto mejor y más elevado de El, separándolos de las multitudes. La respuesta del jefe de los discípulos, autoridad de los apóstoles, fue en nombre de todos la siguiente: "Pedro, respondiendo, le dice: Tú eres el Cristo".
 
Teofilacto
Confiesa que El era Cristo, anunciado por los profetas. Pero San Marcos pasa por alto lo que contestó el Señor a la confesión de Pedro y los términos en que le declaró bienaventurado, porque así no parece que trata de adular a su maestro. San Mateo, sin embargo, lo refiere clara y llanamente.
 
Origenes, in Matthaeum, tom. 12,15
O bien: San Marcos y San Lucas no concluyeron la respuesta de San Pedro Tú eres Cristo con las palabras que recogió San Mateo: Hijo de Dios vivo ( Mt 16,16), por lo que no escribieron la confesión completa.
"Y les prohibió rigurosamente el decir esto", etc.
 
Teofilacto
Quería, pues, ocultar su gloria, para que los que pudieran escandalizarse por ello no mereciesen mayor pena.
 
San Juan Crisóstomo
O para infundir en ellos una fe pura después de realizado el escándalo de la cruz. Después de la Pasión, y poco antes de la Ascensión, les dijo: "Id y enseñad a todas las gentes" ( Mt 28,19).
 
Teofilacto
Después que aceptó el Señor la confesión de los discípulos, que le llamaban el verdadero Dios, les revela el misterio de la Cruz. "Y comenzó a declararles cómo convenía que el Hijo del hombre padeciese", etc. Y les habla con toda claridad, es decir, de la futura pasión. No entendían todavía los discípulos el orden de la verdad, ni podían comprender la resurrección, juzgando que era mejor no padeciese.
 
San Juan Crisóstomo, vict. ant. e cat. in Marcum
Les habló así el Señor en esta ocasión, para hacerles ver que convenía hubiese testigos que después de su cruz y de su resurrección lo predicasen. De nuevo el fogoso Pedro se atreve solo entre todos a cuestionar. "Pedro entonces, tomándolo aparte, comenzó a reprenderle diciéndole: Sé propicio para ti, Señor; mas eso no sucederá".
 
Beda
Dijo esto movido por su afecto y buen deseo, como si quisiera decir: Eso no puede ser, y mis oídos se resisten a oír que el Hijo de Dios ha de ser muerto.

San Juan Crisóstomo, in Matthaeum. hom. 55, 1
¿Cómo es, pues, que gozando de una revelación de Dios, cayó tan pronto San Pedro y perdió su estabilidad? Pero diremos que no es de admirar que ignorase esto, no habiendo recibido revelación sobre la pasión. Sabía por revelación que Cristo era Hijo de Dios vivo pero aún no le había sido revelado el misterio de la cruz y de la resurrección. Para manifestar, pues, que convenía que El llegase a la pasión, increpó a Pedro. "Pero Jesús, vuelto contra él -prosigue-, y mirando a sus discípulos, respondió ásperamente a Pedro, diciendo: "Atrás, Satanás" etc.
 
Teofilacto
Queriendo manifestar el Señor que era necesaria su pasión para la salvación de los hombres, y que sólo Satanás se oponía a ella para que no se salvase el género humano, llamó Satanás a Pedro, conociendo la oposición de éste a su pasión, y que era su adversario, puesto que Satanás significa adversario.
 
Pseudo-Crisóstomo, vict. ant. e cat. in Marcum
No dijo al demonio que lo tentaba: "Atrás", sino a San Pedro, dándole a entender que lo siguiese y que no se opusiese al objeto de su voluntaria pasión. "Porque no sabes las cosas de Dios -dice- sino las de los hombres".

Teofilacto
Pedro no conocía más que lo que es humano, puesto que sus afectos eran carnales, y por tanto quería el descanso para el Señor y no la crucifixión.

34-39

Después, convocando al pueblo con sus discípulos, les dijo: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y cargue con su cruz y sígame. Pues quien quisiere salvar su vida a costa de su fe, la perderá (para siempre); mas quien perdiere su vida por amor de mí y del Evangelio, la pondrá en salvo (eternamente). Por cierto, ¿de qué le servirá a un hombre el ganar el mundo entero si pierde su alma? Y una vez perdida, ¿por qué cambio podrá rescatarla? Ello es que quien se avergonzare de mí y de mi doctrina en medio de esta nación adúltera y pecadora, igualmente se avergonzará de él el Hijo del hombre cuando venga en la gloria de su Padre acompañado de los santos ángeles". Y les añadió: "En verdad os digo que algunos de los que aquí están no han de morir sin que vean la llegada del reino de Dios, o al Hijo del hombre en su majestad". (vv. 34-39)
 
Beda, in Marcum 2,36
Después de manifestar a sus discípulos el misterio de su pasión y resurrección, los exhorta a la vez que a la multitud a seguir el ejemplo de su pasión. "Después -continúa- convocando al pueblo con sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo".
 
San Juan Crisóstomo, hom. in Matthaeum 55,1
Que es como si dijera a San Pedro: Tú me reprochas que quiera sufrir la pasión, pero yo te digo que no sólo es perjudicial el impedir que yo la sufra, sino que tú mismo no podrás salvarte más que sufriendo. "Si alguno quiere venir -prosigue- en pos de mí", esto es: Os llamo a bienes que todos deben querer, y no a males ni a nada nocivo como pensáis. El que usa de violencia no logra frecuentemente lo que desea, pero el que deja a su oyente libertad de elección, lo atrae más a su propósito. Renuncia, pues, a sí mismo el que no se aferra a su cuerpo, sufriendo con paciencia la flagelación u otro tormento semejante.
 
Teofilacto
Porque así como el que renuncia a otro, a su hermano por ejemplo, o a su padre, no se inquieta, ni se altera, porque se les haga daño, o porque mueran, así nosotros debemos renunciar a nuestro cuerpo, de modo que no nos inquietemos de sus sufrimientos en general.
 
San Juan Crisóstomo
No dice que nos dispensemos del castigo sino, lo que es mucho más, que renunciemos a nosotros mismos, como si no tuviéramos nada de común con nosotros y como si, al encontrarnos en un peligro, se tratara de otro. Y esto es perdonarse a sí mismo, porque son benévolos los padres con sus hijos, cuando los entregan a sus maestros previniéndoles que les corrijan sus faltas. Y nos dice hasta dónde debe llevar nuestra abnegación en estas palabras: "Y cargue con su cruz". Esto equivale a decir: hasta la muerte más afrentosa.
 
Teofilacto
Porque se miraba entonces como afrentosa la cruz, puesto que se ponía en ella a los malhechores.
 
Pseudo-Jerónimo
O de otro modo: así como el experto piloto, previendo en la calma la tempestad, quiere tener preparados a sus marineros, así el Señor dice: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo", etc.
 
Beda
Renunciamos a nosotros mismos cuando, renunciando a nuestra antigua vida, nos esforzamos por alcanzar el ideal que nos ofrece nuestra vocación. Llevamos, pues, nuestra cruz, mortificando al cuerpo con la abstinencia, o al alma con la compasión de los males ajenos.
 
Teofilacto
Pero porque después de tomar la cruz conviene que alcancemos otra virtud, dice: "Y sígame".
 
San Juan Crisóstomo in Matthaeum, hom. 55, 2
Dice esto porque puede suceder que algunos de los que sufren no sigan a Cristo, lo cual acontece cuando no se sufre por El. Sigue a Cristo quien va detrás de El y se conforma con su muerte, despreciando a los príncipes y a las potestades, bajo las cuales pecaba antes de la venida de Cristo. "Pues quien quisiere salvar -dice- su vida, la perderá; mas quien perdiese su vida", etc. Que es como si dijera: Os mando esto por mi misericordia hacia vosotros, porque el que no corrige a su hijo lo pierde, y le salva el que lo corrige. Es conveniente, pues, que estemos siempre preparados para la muerte, porque, si el que está preparado para ella es el mejor soldado en las batallas materiales, no obstante que no ha de poder resucitar, mucho más lo será el que esté preparado para ella en los combates espirituales, teniendo tanta seguridad en que ha de resucitar y salvarse al perder la vida.
 
San Juan Crisóstomo in Matthaeum, hom. 55,3
Porque después de haber dicho: "pues quien quisiere salvar su vida la perderá", para que no se estimen iguales esta pérdida y aquella salvación añade: "Por cierto ¿de qué le servirá al hombre", etc. Como si dijese: No se salva quien evita los peligros de la cruz, porque aunque en esta vida llegase a conquistar el mundo entero, qué habría ganado perdiendo su alma? ¿Por ventura tiene otra alma para darla por la suya? Podemos cambiar nuestra casa por dinero, pero si perdemos nuestra alma, no podemos dar otra en cambio. Dice, pues, el Señor prudentemente: "Por cierto de qué le servirá al hombre", etc. Porque por nuestra salvación dio en cambio Dios la preciosa sangre de Jesucristo.
 
Remigio
Por el alma se ha de entender aquí la vida presente, no la sustancia misma del alma.
 
Beda, in Marcum 2,36
O bien se refieren estas palabras del Señor al sacrificio a que debemos someternos en tiempo de persecución, puesto que en el de paz debemos quebrantar los apetitos terrenos. Esto es lo que da a entender cuando dice: "¿De qué le servirá a un hombre el ganar el mundo entero?". Y como la vergüenza impide a la mayor parte de los hombres que digan lo que ha visto su alma en su rectitud, añade: "Ello es que quien se avergonzare de mí", etc.

Teofilacto
No es suficiente la fe que se da sólo en el alma, puesto que exige el Señor que la confiese la boca: que, así como se santifica el alma por la fe, se santifica el cuerpo por la confesión.
 
Pseudo-Crisóstomo, vict. ant. e cat. in Marcum
El que ha aprendido esto se somete con ardor a confesar sin vergüenza a Cristo. Llama adúltera a la generación que ha abandonado a Dios, verdadero esposo del alma, y pecadora, porque no ha seguido la doctrina de Cristo, sometiéndose al yugo del demonio y recibiendo la semilla de la impiedad. Quien negare, pues, el dominio de Cristo y la palabra de Dios, revelada en el Evangelio, recibirá el castigo digno de la impiedad, oyendo en la segunda venida estas palabras: "No te conozco" ( Mt 7,23).
 
Teofilacto
El que confesare que Jesucristo es Dios, será también confesado por El, no aquí, en donde apareció pobre y mísero, sino en la gloria, en medio de la multitud de los ángeles.
 
San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 32
Hay quien confiesa a Cristo, porque se halla entre cristianos. Pero si el nombre de Cristo hoy no fuera tan glorificado, no tendría la Santa Iglesia a muchos de los que parece que profesan su doctrina. No basta, por tanto, esta confesión para probar la fe, por la que nadie debe avergonzarse. En tiempo de paz hay otra cosa que nos manifiesta a nosotros mismos tales como somos. Nos ruboriza muchas veces el que nos menosprecie el prójimo y desdeñamos tolerar las injurias. Si acaso nos indisponemos con alguno, nos avergonzamos de dar los primeros pasos para la reconciliación, porque nuestro corazón, verdaderamente carnal, buscando la gloria de esta vida, rechaza la humildad.
 
Teofilacto
Queriendo manifestar que no prometía en vano cuando habló de su gloria, añade: "En verdad os digo que algunos de los que aquí están", etc., que es como si dijera: algunos, esto es, Pedro, Santiago y Juan, no morirán hasta que les muestre en la transfiguración cuánta gloria ha de acompañarme en mi segunda venida. La transfiguración no era, pues, otra cosa sino la profecía de la segunda venida, en la cual brillarán el mismo Cristo y los santos.
 
Beda, in Marcum 3,36
Por una piadosa providencia sucede que la contemplación por un momento de una dicha permanente, nos hace soportar mejor la adversidad.
 
San Juan Crisóstomo, hom. in Matthaeum 56,1
No declaró los nombres de los que habían de subir con El al Tabor, para no despertar en los otros discípulos un sentimiento humano. Les hace, no obstante, esta predicción, a fin de hacerlos más dóciles en lo que a esta contemplación se refiere.
 
Beda
O bien: el reino de Dios es la Iglesia presente. Algunos de los discípulos no debían morir en tanto que no viesen fundada y elevada la Iglesia contra la gloria del mundo, porque era preciso prometer algo de la presente vida a los discípulos aun torpes, a fin de hacerlos más fuertes para el porvenir.
 
Pseudo-Crisóstomo, orig in Matthaeum tom 12,33,35
En sentido místico, Cristo es la vida y el diablo la muerte. Muere el que persevera en el pecado. Y todo hombre prueba del pan de la muerte o de la vida, según son buenas o malas las doctrinas que profesa. Y ciertamente que el menor mal es ver la muerte, porque es mayor el probarla, peor el seguirla, y mucho peor todavía el someterse a ella.