La función de esta evaluación es detectar en qué medida
estamos logrando los objetivos propuestos para cada sesión en función de
conseguir el objetivo general del curso.
Como ya mencionamos antes, debemos tomar la evaluación con gran responsabilidad
y seriedad, ya que nos marcará pautas para que nuestro trabajo mejore, y los niños
y jóvenes vayan conformando su corazón con el mensaje de Jesucristo.
Se deben evaluar los dos tipos de objetivos, tanto doctrinales como morales,
pero debemos tomar en cuenta las siguientes consideraciones:
Evaluación de los objetivos doctrinales.
Esta evaluación nos sirve para conocer de qué manera los alumnos van
comprendiendo, aplicando y analizando los nuevos contenidos de fe, moral, oración
y sacramentos de tal manera que la razón, iluminada por la fe, sea la que guíe
toda su vida.
Al evaluar el cumplimiento de los objetivos doctrinales, debemos tomar en cuenta
que:
• Por tratarse de contenidos concretos, sí se puede asignarles un valor numérico.
• Se deben dejar claros los conceptos y clarificar todas las dudas que se
detecten al realizar las evaluaciones, ya sea en un cuaderno, exámen, trabajo,
etc. La razón de esta medida radica en el tipo de mensaje que estamos
transmitiendo: es un mensaje de salvación, del que dependerá la respuesta del
niño a Dios, y por lo tanto, significa ayudar a ponerlo en el camino de su
salvación.
Por ejemplo: Es muy importante que al niño le quede claro que para entrar al
Cielo es necesario estar en gracia, por lo que si en una evaluación se detecta
que no ha quedado claro este concepto, debemos tomar el tiempo y las medidas
necesarias para que se entienda perfectamente.
Para evaluar el cumplimiento de los objetivos doctrinales se puede recurrir a:
• Evaluaciones mensuales al terminar cada unidad temática.
• Evaluaciones durante el desarrollo de la clase por medio de preguntas o
ejercicios en el cuaderno.
• Evaluaciones a través de trabajos personales o en equipo.
• Tareas en casa.
Se debe definir claramente los diferentes porcentajes de puntuación que tendrán
cada uno de estos tipos de evaluaciones.
Se debe tener mucho cuidado de revisar puntualmente los trabajos o tareas que
encomendemos a los niños. Es señal de franca irresponsabilidad, encargar una
tarea y luego no revisarla.
Evaluación de los objetivos morales.
Esta evaluación nos ayuda a conocer si nuestros alumnos están realmente
asimilando, reflexionando y haciendo propios los conocimientos de fe como parte
de su vida.
Nos ayuda a saber qué tanto se interesan, toman conciencia y hacen propios los
valores que les proponemos, estableciendo una recta jerarquía de valores, y si
van actuando y respondiendo de acuerdo con estos valores de manera consistente,
centrando su opción fundamental en la vida en conocer lo que Dios quiere y
hacerlo.
Al evaluar los objetivos morales:
• No se les debe asignar un valor numérico ya que se trata de valores y
actitudes.
• Los ejercicios referentes al cumplimiento de estos objetivos se deben
revisar y aclarar, pero no asignarles una calificación numérica.
• Estas evaluaciones pueden dar pautas de trabajo para los directores
espirituales del colegio.
• Es importante que los alumnos vean que este tipo de evaluaciones también
son tomadas en cuenta por medio de la valoración de actitudes y motivaciones
personales, participación en eventos, cuadros de honor, atención personal,
etc.
• Estas evaluaciones nos ayudan a conocer a nuestros alumnos.
Para realizar estas evaluaciones se puede recurrir a:
• Realizar ejercicios de reflexión y aplicación a la vida.
• Observar actitudes y escuchar los comentarios de los alumnos.
• Participar con los alumnos en actividades litúrgicas y vivencia de los
sacramentos.
• Llevar control escrito del avance y actitudes de cada niño.