No debemos caer en el error de evaluar únicamente a los
alumnos sin analizar de qué manera se están planeando y llevando a cabo la
clase. La evaluación de nuestra labor como maestros será tan importante como
la evaluación de los alumnos, ya que ambos forman parte del proceso de enseñanza
- aprendizaje de la fe.
Esta evaluación debe realizarse después de cada sesión de clase.
Éstos son algunos aspectos que deben tomarse en cuenta:
Responsabilidad:
• Planeación detallada y cumplimiento del plan de clase.
• Dominio del tema.
Testimonio:
• Convicción y conciencia de la misión.
• Amor a la misión.
• Alegría.
• Entusiasmo.
• Espíritu de fe.
Trato hacia los alumnos:
• Trato personal.
• Ejemplo de caridad y servicio.
Evaluación de la sesión de clase:
• Cumplimiento de los objetivos.
• Técnicas y recursos usados, analizando si fueron efectivos o no, y cómo se
pueden mejorar.
• Análisis de la problemática específica surgida durante la clase para ver
las posibles soluciones.