Antología de Textos
para la oración y la meditación
Autor: Francisco Fdez-Carvajal
Ediciones Palabra
ACCIÓN DE GRACIAS - ADULACIÓN - AFABILIDAD - ALEGRÍA - AMISTAD - AMOR - AMOR A DIOS - AMOR DE DIOS A LOS HOMBRES - ÁNGELES CUSTODIOS - APOSTOLADO - ARIDEZ - AVARICIA - AYUNO - BAUTISMO - BIENES TEMPORALES - BUEN PASTOR - CARIDAD - CASTIDAD - CIELO - COMPRENSIÓN - COMUNIÓN - COMUNIÓN DE LOS SANTOS - CONCIENCIA - CONFESIÓN - CONFIANZA EN DIOS -CONFIRMACIÓN - CONOCIMIENTO PROPIO - CONTEMPLACIÓN - CONTRICIÓN - CONVERSIÓN - CORAZÓN - CORRECCIÓN FRATERNA - CORRESPONDENCIA A LA GRACIA - COSAS PEQUEÑAS - CRISTIANOS - CRUZ - DEMONIO - DESCANSO - DESPRENDIMIENTO - DEVOCIONES - DIFAMACIÓN - DIFICULTADES - DIRECCIÓN ESPIRITUAL - EJEMPLARIDAD - ENFERMOS - ENTREGA - ENVIDIA - ESCÁNDALO - ESPERANZA - ESPÍRITU SANTO - ETERNIDAD - EUCARISTÍA - EXAMEN DE CONCIENCIA - FAMILIA - FE - FELICIDAD - FIESTAS Y TIEMPOS LITÚRGICOS - FILIACIÓN DIVINA - FIN DEL HOMBRE - FLAQUEZAS - FORMACIÓN DOCTRINAL - FORTALEZA - FRUTOS - GENEROSIDAD - GRACIA - HUMILDAD - IGLESIA - INFIERNO - INSTRUMENTOS DE DIOS - IRA - JESÚS - JUICIO - JUICIO TEMERARIO - JUSTICIA - LECTURA ESPIRITUAL - LIBERTAD - LIMOSNA - LUCHA ASCÉTICA - LUGARES Y OBJETOS DE CULTO - MAGNANIMIDAD - MANSEDUMBRE - MILAGROS - MISA - MISERICORDIA - MISERICORDIA DIVINA - MORTIFICACIÓN - MUERTE - OBEDIENCIA - OFRECIMIENTO DE OBRAS - OMISIONES - ORACIÓN - ORACIÓN DE PETICIÓN - PACIENCIA - PAZ - PECADO - PECADO VENIAL - PEREZA - PERSEVERANCIA - PIEDAD - PREDICACIÓN - PREMIO - PRESENCIA DE DIOS - PRIMEROS CRISTIANOS - PROVIDENCIA - PRUDENCIA - PURGATORIO - PURIFICACIÓN - RECOGIMIENTO - RECTITUD DE INTENCIÓN - REDENCIÓN - RESPETO A LA PERSONA - RESPETOS HUMANOS - RESPONSABILIDAD - ROMANO PONTÍFICE - SABIDURÍA - SACERDOCIO - SACRAMENTOS - BAUTISMO - CONFIRMACIÓN - PENITENCIA - SACRAMENTO DEL ORDEN - UNCIÓN DE LOS ENFERMOS - MATRIMONIO - SAGRADA ESCRITURA - SAN JOSÉ - SANTIDAD - SANTOS - SERVIR A DIOS - SINCERIDAD - SOBERBIA - TEMOR DE DIOS - TEMPLANZA - TENTACIÓN - TIBIEZA - TIEMPO - TRABAJO - TRISTEZA - UNIDAD - VANAGLORIA - VERACIDAD - VIDA SOBRENATURAL - VIGILANCIA - VIRGEN SANTÍSIMA - VIRGINIDAD - VIRTUDES - VISITA AL SANTÍSIMO - VOCACIÓN - VOLUNTAD DE DIOS |
Citas de la Sagrada Escritura
Dios la otorga a Salomón:
2R 3,4-14.
Falsos sabios:
Jr 8,7-12.
El temor de Dios, principio de la sabiduria:
Si 1,11-40.
Elogio de la sabiduria:
Si 1,1-10
Si 24,1-13.
El sabio y el necio:
Si 14,22-27
Si 15,1-10.
Exhortación de la sabiduria:
Pr 1,20-33.
Excelencias de la sabiduria:
Pr 2,1-93,13.
La sabiduria aparta de las malas compañías:
Pr 2,10-22.
Invitación a la sabiduría:
La sabiduría en la creación:
Pr 8,22-36.
El banquete de la sabiduría:
Pr 9,1-6.
La necedad:
Pr 9,13-18.
La sabiduría, propia del corazón prudente:
Pr 18,16.
Origen y naturaleza de la divina sabiduría:
1Co 2,7-9.
Medios por los cuales Dios comunica la divina sabiduría a los predicadores del
Evangelio:
1Co 2,10-12.
Qué debe hacer el que quiere poseer la sabiduría divina:
1Co 3,18-21
La sabiduría divina debe predicarse con lenguaje espiritual:
1Co 2,13-16.
Directiva de la vida humana
4647 Entre los dones del Espíritu Santo, dina que hay uno del que tenemos
especial necesidad todos los cristianos: don de sabiduria que, al hacernos
conocer a Dios y gustar de Dios, nos coloca en condiciones de poder juzgar con
verdad sobre las situaciones y las cosas de esta vida. (J. EscRivÁ DE BALAGUER
Es Cristo que pasa,133).
4648 La sabiduría, para nosotros, no sólo se considera como conocimiento de
Dios, como hacen los filósofos, sino también en cuanto es directiva de la vida
humana, la cual no sólo se dirige por razones humanas sino también por razones
divinas. (SANTO TOMAS, Suma Teológica,2-2, q. 9, a. 2).
4649 La penitencia borra el pecado y la sabiduría lo evita. (S. AMBROSIO, en
Catena Aurea, vol. VI, p. 40).
4650 El que tiene la palabra de sabiduría pero no quiere emplearla en provecho
del prójimo, es semejante al que pone dinero en una bolsa y la tiene siempre
atada. De ahí que esté escrito: sabiduría y tesoro ocultos, ¿para qué sirven?
(Si 20,32). (S. GREGORIO MAGNO, Hom. 17 sobre los Evang. ).
Es un tesoro que es necesario guardar
4651 En el bienaventurado Jb, el vaso de barro experimenta exteriormente las
desgarraduras de sus úlceras, pero el tesoro interior permanece intacto. En lo
exterior crujen Sus heridas, pero del tesoro de sabiduría que nace sin cesar en
su interior emanan estas palabras llenas de santas enseñanzas: Si aceptamos de
Dios los bienes, ¿ no vamos a aceptar
los males? (S. GREGORIO MAGNO, Moralia,3).
4652 He aquí dos grandes regalos: la sabiduría y la continencia.
Por Ja sabiduría nos formamos en el conocimiento de Dios; por la continencia no
nos conformamos con este siglo. (S. AGUSTíN, Sobre el bien de la viudez,17).
Sabiduría de Dios, sabiduría de los hombres
4653 Verdaderamente es prudente el que todo lo terreno tiene por estiércol por
ganar a Cristo; y verdaderamente es sabio
aquel que hace la voluntad de Dios y deja la suya. (Imitación de Cristo,1,4,2).
4654 Lo propio de la sabiduría de este mundo es ocultar con artificios lo que
siente el corazón, velar con las palabras lo que uno piensa, presentar lo falso
como verdadero y lo verdadero como falso.
La sabiduría de los hombres honrados, por el contrario, consiste en evitar la
ostentación y el fingimiento, en manifestar con las palabras su interior, en
amar lo verdadero tal cual es, en evitar lo falso, en hacer el bien
gratuitamente, en tolerar el mal de buena gana, antes que hacerlo; en no
quererse vengar de las injurias, en tener como ganancia los ultrajes sufridos
por causa de la justicia. Pero esta honradez es el hazmerreír, porque los sabios
de este mundo consideran una tontería la virtud de la integridad. Ellos tienen
por una necedad el obrar con rectitud, y la sabiduría según la carne juzga una
insensatez toda obra conforme a la verdad. (S. GREGORIO MAGNO, Moralia,10).
4655 Debes considerar como realmente bueno lo que te lleva a tu fin, y como
realmente malo, lo que te aparta del mismo. Para el auténtico sabio, lo próspero
y lo adverso, la riqueza y la pobreza, la salud y la enfermedad, los honores y
los desprecios, la vida y la muerte son cosas que, de por sí, no son ni
deseables ni aborrecibles. Si contribuyen a la gloría de Dios y a tu felicidad
eterna, son cosas buenas y deseables; de lo contrario, son malas y aborrecibles.
(S. ROnERTO BELLARMINO, Trat. de la ascensión de la mente a Dios, grado 1).
4656 Porque una cosa es tener soltura y facilidad de palabra y aun cierta
elocuencia en el decir, y otra penetrar hasta el corazón de las palabras divinas
y contemplar con la mirada pura del alma los misterios más profundos y
escondidos. Esto no lo da la ciencia humana ni la cultura de los hombres, sino
la sola pureza del alma, ilustrada por la luz del Espíritu Santo. (CASIANO,
Colaciones,14).
Sabiduría y recogimiento interior
4657 Ellos (los Apóstoles) eran dignos de oír aparte los misterios por el
profundo respeto que les inspiraba la sabiduría, estando como estaban en el
recogimiento de la virtud, lejos del tumulto de los malos pensamientos: que es
en este recogimiento donde se percibe la sabiduría. (S. JERÓNIMO, en Catena
Aurea, vol. IV, p. 110).
Jesucristo, plenitud de la Sabiduría
4658 Porque Dios no quiso ya ser conocido, como en tiempos 4658 anteriores, a
través de la imagen y sombra de la sabiduría existente en las cosas creadas,
sino que quiso que la auténtica Sabiduría tomara carne, se hiciera hombre y
padeciese la muerte de Cruz, para que, en adelante, todos los creyentes pudieran
salvarse por la fe en ella. (S. ATANASIO, Disert. contra los arrianos,2).
4659 Esta belleza eterna y soberanamente amable tiene tanto 4659 deseo de la
amistad de los hombres que ha hecho un libro expresamente para conseguirla,
descubriéndole sus excelencias y los deseos que tiene de ella. Este libro es
como una carta de una enamorada a su amado para ganar su afecto. Son tan vivos
los deseos que presenta del corazón del hombre, tan tiernas las solicitaciones
que hace de su amistad, tan amorosos sus llamadas y deseos, que al escucharla
diríais que no es la Soberana del cielo y de la tierra y que tiene necesidad del
hombre para ser feliz [. . . ]
La Sabiduría eterna, para acercarse más a los hombres y manifestarles más
sensiblemente su amor, ha llegado a hacerse hombre, a convertirse en un niño, a
ser pobre y a morir por ellos en la cruz. (S. Luis M. GRIGNION DE MONFORT, L 'Amour
de la Sagesse étern elle, n. 65).
4660 Hablemos siempre de El. Sí hablamos de sabiduría, El es la Sabiduria; si de
virtud, El es la Virtud; sí de justicia, El es la Justicia; si de paz, El es la
Paz; si de la verdad, de la vida, de la redención, El es todo esto. (S.
AMBROSIO, Coment. sobre el Salmo 36).
Manifestaciones
4661 La sabiduría cristiana no consiste en la abundancia de las palabras, ni en
la sutileza de los razonamientos, ni en el deseo de alabanza y gloría, sino en
la verdadera y voluntaria humildad que, desde el seno de su Madre hasta el
suplicio de la cruz, nuestro Señor Jesucristo eligió y enseñó como plenitud de
la fuerza. (S. LEÓN MAGNO, Sermón 7, para la Epifanía).
4662 La mayor sabiduría es no apoyarse en el propio sentir. (SANTO TOMAS, Sobre
el Padrenuestro, l. c. , p. 141).
4663 En estas tres cosas se conocerá que tu boca está llena en abundancia de
sabiduría: si confiesas de palabra tu propia iniquidad, si de tu boca sale la
acción de gracias y la alabanza, y si de ella salen también palabras de
edificación. (S. BERNARDO, Sermón 15).
Citas de la Sagrada Escritura
Es preciso que los hombres vean en nosotros a los ministros de Cristo y a los
administradores de los misterios de Dios.
1Co 4,1.
Con toda tu alma honra al Señor y reverencia a los sacerdotes.
Si 7,31.
Los labios del sacerdote han de guardar la sabiduria y de su boca ha de salir la
doctrina, porque es un enviado de Yavé de los ejércitos. .
Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por sus ovejas. .
Apacentad el rebano de Dios que os ha sido confiado, gobernando no por fuerza,
sino espontáneamente, según Dios; no por sórdido lucro, sino con prontitud de
ánimo.
1P 5,2.
Sed santos para mí, porque yo, Yavé, soy santo, y os he separado de las gentes
para que seáis míos.
Lv 20,26.
Entre todos los vivientes le escogió el Señor para presentarle las ofrendas, el
incienso y el aroma en memorial, y hacer expiación por su pueblo.
Si 45,20.
Pues todo pontífice tomado de entre los hombres, en favor de los hombres es
instituido para las cosas que miran a Dios, para ofrecer ofrendas y sacrificios
por los pecados.
He 5,11
Pero vosotros sois linaje do, sacerdocio regio, gente pueblo adquirido para
pregonar excelencias del que os llamó de las ti nieblas a su luz admirable.
1P 2,
El que a vosotros oye, a mi me oye, y el que a vosotros desecha a mí me desecha,
y el que me desecha a mi desecha al que me envió.
Lc 10,16
El ministerio sacerdotal
4664 Por el sacramento del orden se
configuran los presbíteros con Cristo sacerdote, como ministros de la Cabeza
para construir y edificar todo su Cuerpo, que es la iglesia, como cooperadores
del Orden episcopal. (CONc. VAT. II, Decr. Presbyterorum Ordinis,12).
4665 Fi sacerdocio es fundamentalmente una configuración, una transformación
sacramental y misteriosa del cristiano en Cristo Sumo y Eterno Sacerdote, único
Mediador. El sacerdote no es más cristiano que los demás fieles, pero es más
sacerdote, e incluso lo es de un modo esencialmente distinto. (A. DEL PORTILLO,
Escritos sobre el sacerdocio, p. 114).
4666 El sacerdote es verdadero mediador entre Dios y los hombres. (SANTO TOMÁS,
Suma Teológica,3, q. 22, a. 1).
4667 Si elegir sacerdotes entonces era gran beneficio, ¿qué será en el Nuevo
Testamento, en el cual los sacerdotes de él somos como sol en comparación de
noche y como verdad en comparación de figura? (S. JUAN DF AVILA, Plática en el
Sínodo de la diócesis de Córdoba,1563).
4668 El ministerio en favor de los hombres sólo se entiende 4668 como servicio
prestado a Dios (cfr.
Rm 1,9) y, a su vez,
la gloría de Dios exige que el presbítero sienta ansia de unir a su alabanza la
de todos los hombres. (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 42).
4669 (El sacerdote que sube al altar presta a Jesucristo su gesto 4669 y su voz)
pues el sacerdote consagra este sacramento hablando en la persona de Cristo
(CONC. FLORENTINO, Bula Fxsultate Deo).
4670 Llamados, consagrados, enviados. Esta triple dimensión explica y determina
vuestra conducta y vuestro estilo de vi-da. Estáis "puestos aparte";
"segregados", pero "no separados" (Presbyterorum Ordinis,3). Así os podéis
dedicar plenamente a la obra que se os va a confiar: el servicio de vuestros
hermanos. Comprended, pues, que la consagración que recibís os ab-sorbe
totalmente, os dedica radicalmente, hace de vosotros instrumentos vivos de la
acción de Cristo en el mundo, prolongación de su misión para gloría del Padre. A
ello responde vuestro don total al Señor. El don total que es compromiso de
santidad. Es la tarea interior de "imitar lo que tratáis", como dice la
exhortación del Pontifical Romano de las ordenaciones. Es la gracia y el
compromiso de la imitación de Cristo, para reproducir en vuestro ministerio y
conducta esa imagen grabada por el fuego del Espíritu. Imagen de Cristo
sacerdote y víctima, de redentor crucificado. (JUAN PABLO II, Hom. en la
ordenación de nuevos sacerdotes. Valencia,8-XI-1982).
4671 Somos necesarios a los hombres, somos inmensamente necesarios, y no a medio
servicio ni a medio tiempo, como si fuéramos unos "empleados". Somos necesarios
como el que da testimonio, y despertamos en los otros la necesidad de dar
testimonio. Y si alguna vez puede parecer que no somos necesarios, quiere decir
que debemos comenzar a dar un testimonio más claro, y entonces nos percataremos
de lo mucho que el mundo de hoy necesita de nuestro testimonio sacerdotal, de
nuestro servicio, de nuestro sacerdocio. (JUAN PABLO 1, Abc. 9-IX-1978).
4672 El sacerdote es fundamentalmente un hombre c un hombre de Dios (1Tm
6,11). En la vida peregrinante del
Pueblo del Señor a través de la historia de la humanidad, el sacerdote ha sido
siempre un elegido, un ungido, un homo ex hominibus assumptus (cfr.
He 5,1). La figura y
la vida del llamado a ser ministro del culto al úm Dios verdadero queda
traspasada por un halo y un destínó de segregación, que lo pone en cierto modo
fuera y por encima de la común historia de los demás hombres: sine patre, sine
matre, sine genealogia, dice San Pablo de la figura a la vez arcana y profética
de Melchísedech (cfr.
He 7,3). (A. DEL
PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 76).
4673 Es tal la condición del sacerdote que no puede ser bueno o malo sólo para
sí, pues el modelo de su vida influye poderosamente en el pueblo. El que cuenta
con un buen sacerdote, ¡qué bien tan grande y precioso tiene! (SAN Pío X,
Exhortac. Haerent animo,4-VIII-1908).
Sacerdocio común de los fieles
4674 El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico,
aunque diferentes esencialmente y no
sólo en grado, se ordenan, sin embargo, el uno al otro, pues ambos participan a
su manera del único sacerdocio de Cristo. (CONc. VAT. II, Const. Lumen gentium,10).
4675 El sacerdocio ministerial, por la potestad sagrada de que goza, forma y
dirige al pueblo sacerdotal, confecciona el sacrificio eucarístico en la persona
de Cristo y lo ofrece en nombre de todo el pueblo a Dios. Los fieles, en cambio,
en virtud de su sacerdocio regio, concurren a la ofrenda de la Eucaristía y lo
ejercen en la recepción de los sacramentos, en la oración y acción de gracias,
mediante el testimonio de una vida santa, en la abnegación y caridad operante.
(CONC. VAT. II, Const. Lumen gen tium,10).
4676 Nuestro sacerdocio "ministerial", radicado en el sacramento del orden, se
diferencia esencialmente del sacerdocio universal de los fieles. Ha sido
instituido a fin de iluminar más éticamente a nuestros hermanos y hermanas que
viven en el mundo [. . . ] acerca del hecho de que todos somos en Jesucristo
"reino de sacerdotes" para el Padre.
4678 El sacerdote alcanza este objetivo a través del ministerio que le es
propio, el ministerio de la palabra y de los sacramentos, y sobre todo a través
del sacrificio eucarístico para el cual sólo él está autorizado; todo ello el
sacerdote lo lleva a cabo asimismo a través de un estilo de vida apropiado.
(JUAN PABLO II, Abc. 9-XI-1978).
4677 Una sola misión, de contenido universal, y, para cumplir la, un solo
sacerdocio, el de Cristo, del que participan, aunque de modo diverso, todos los
miembros del Pueblo de Dios [. . . ] (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el
sacerdocio, p. 40).
4678 Todos somos ungidos por la gracia del Espíritu para ser miembros del reino
de Dios y formar parte de su sacerdocio. (S. AMBROSIO, Trat. sobre los
misterios,29-30).
4679 Son llamados sacerdocio regio para que se acuerden de esperar el reino
eterno y de ofrecer sin cesar a Dios el sacrificio de una vida sin tacha. (S.
BEDA, Sobre la Epístola de S. Pedro,2).
Dignidad del sacerdote
4680 El sacerdote [. . . ] es el intercesor público y oficial de la Humanidad
cerca de Dios, y ha recibido el encargo y el mandato de ofrecer a Dios en nombre
de la Iglesia no sólo el real y verdadero Sacrificio del Altar, sino también el
sacrificio de alabanza (cfr.
Ps 49,14). Con salmos,
preces y cánticos tomados en gran parte de los libros inspirados ofrece a Dios
cada día varias veces el debido tributo de adoración y cumple el necesario deber
de rogar por la Humanidad, hoy más afligida que nunca, y más que nunca
necesitada de Dios. ¿Quién podrá decir cuántos castigos aparta de la humanidad
la plegaria del sacerdote y cuántos beneficios consigue para ella? (Pío XI, Ad
catholici sacerdotii,20-XII-1935).
4681 Por el Sacramento del Orden, el sacerdote se capacita efectivamente para
prestar a Nuestro Señor la voz, las manos, todo su ser; es Jesucristo quien, en
la Santa Misa, con las palabras de la Consagración, cambia la sustancia del pan
y del vino en su Cuerpo, su Alma, su Sangre y su Divinidad.
En esto se fundamenta la incomparable dignidad del sacerdote. Una grandeza
prestada, compatible con la poquedad mía. Yo pido a Dios Nuestro Señor que nos
dé a todos los sacerdotes la gracia de realizar santamente las cosas santas, de
reflejar, también en nuestra vida, las maravillas de las grandezas del Señor.
(J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Hom. Sacerdote para la eternidad,13-4-73).
4682 (Los sacerdotes fueron elegidos por Dios para esta digní dad> suprema entre
todas las dignidades creadas. (S. IGNA cío DE ANTIOQUÍA, Epístola a los de
Esmirna).
4683 ¿Por qué los sacerdotes no son santos, pues es lugar donde Dios viene
glorioso, inmortal, inefable, como no vino en
los otros lugares? Y el sacerdote le trae con las palabras de la consagración, y
no lo trajeron los otros lugares, exceptuando a la Virgen. Relicario somos de
Dios, casa de Dios y, a modo de decir, criadores de Dios; a tales nombres
conviene gran santidad. (S. JUAN DE AVILA, Plática en el Sínodo de la diócesis
de Córdoba de 1563).
4684 Esta es la identidad del sacerdote: instrumento inmediato y diario de esa
gracia salvadora que Cristo nos ha ganado. Si se comprende esto, si se ha
meditado en el activo silencio de la oración, ¿cómo considerar el sacerdocio una
renuncia? Es una ganancia que no es posible calcular. Nuestra Madre Santa María,
la más santa de las criaturas -más que Ella sólo Dios- trajo una vez al mundo a
Jesús; los sacerdotes lo traen a nuestra tierra, a nuestro cuerpo y a nuestra
alma, todos los días: viene Cristo para alimentarnos, para vivificamos, para
ser, ya desde ahora, prenda de la vida futura. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Hom.
Sacerdote para la eternidad,13-1V- 1973).
4685 El sacerdocio cristiano está, pues, íntimamente unido al misterio, a la
vida, al crecimiento y al destino de la Iglesia, Esposa virginal de Cristo (cfr.
Ap 19,7
Ap 21,2
y
Ap 9
Ap 22,17
2Co 11,2).
El sacerdote es el padre, el hermano, el siervo universal; su persona y su vida
toda pertenecen a los demás, son posesión de la Iglesia, que lo ama con amor
nupcial y tiene con él y sobre él -que hace las veces de Cristo, su Esposo-
relaciones y derechos de los que ningún otro hombre puede ser destinatario. (A.
DEL PORTILLO. Escritos sobre el sacerdocio, p. 81).
Saboreo la dignidad de la finura humana y sobrenatural de estos hermanos míos,
esparcidos por toda la tierra. Ya ahora es de justicia que se vean rodeados por
la amistad, la ayuda y el cariño de muchos cristianos. Y cuando llegue el
momento de presentarse ante Dios, Jesucristo irá a su encuentro, para glorificar
eternamente a quienes, en el tiempo, actuaron en su nombre y en su Persona,
derramando con generosidad la gracia de la que eran administradores.
(J. ESCRIVA DE BALAGUER, Hom. Sacerdote para la eternidad,13-IV-1973).
Misión del sacerdote
4686
4687 En la administración de los sacramentos se unen a la intención y caridad de
Cristo, cosa que hacen de manera especial cuando se muestran en todo momento y
de todo punto dispuestos a ejercer el ministerio del sacramento de la penitencia
cuantas veces se lo piden razonablemente los fieles. (CONc. VAT. II, Deer.
Presbyterorum Ordinis,13).
4688 En la recitación del Oficio divino prestan su voz a la Iglesia, que, en
nombre de todo el género humano, persevera en la oración, juntamente con Cristo,
que vive siempre para interceder por nosotros (He
7,25). (CONC VAT. II, Decr.
Presbyterorum Ordinis,13).
4689 No temáis así ser separados de vuestros fieles y de aquellos 4689 a quienes
vuestra misión os destina. Más bien os separaría de ellos el olvidar o descuidar
el sentido de la consagración que distingue vuestro sacerdocio. Ser uno más, en
la profesión, en el estilo de vida, en el modo de vestir, en el compromiso
político, no os ayudaría a realizar plenamente vuestra misión; defraudaríais a
vuestros propios fieles, que os quieren sacerdotes de cuerpo entero: liturgos,
maestros, pastores, sin dejar por ello de ser, como Cristo, hermanos y amigos.
Por eso, haced de vuestra total disponibilidad a Dios una disponibilidad para
vuestros fieles. Dadles el verdadero pan de la palabra, en la fidelidad a la
verdad de Dios y a
las enseñanzas de la Iglesia. Facilitadles todo lo posible acceso a los
sacramentos, y en primer lugar al sacramento de la penitencia, signo e
instrumento de la misericordia de Dios y de la reconciliación obrada por Cristo
(cfr. Redemptor hominis,20), siendo vosotros mismos asiduos en' su recepción.
Amad a los enfermos, a los pobres, a los marginados; comprometeos en todas las
justas causas de los trabajadores; consolad a los afligidos; dad esperanza a los
jóvenes. Mostraos en todo "como ministros de Cristo" (2Co
6,8). (JUAN PABLO II, Hom. en la
ordenación de nuevos sacerdotes. Valencia,8-XI- 1982).
4690 Su servicio no es el del médico, del asistente social, del político o del
sindicalista. En ciertos casos, tal vez, el cura podrá prestar, quizá de manera
supletoria, esos servicios, y en el pasado los prestó de forma muy notable. Pero
hoy, esos servicios son realizados adecuadamente por Otros miembros de la
sociedad, mientras que nuestro servicio se especifica cada vez más claramente
como un servicio espiritual. Es en el campo de las almas, de sus relaciones con
Dios y de su relación interior con sus semejantes, donde el sacerdote tiene una
función especial que desempeñar. Es ahí donde debe realizar su asistencia a los
hombres de nuestro tiempo [. . . I, ayudar a las almas a descubrir al Padre,
abrirse a El y amarlo sobre todas las cosas. (JUAN PABLO II, Hom. 2-VII-80).
4691 En el misterio del sacrificio eucarístico, en que los sacerdotes cumplen su
principal ministerio, se realiza continuamente la obra de nuestra redención, y,
por ende, encarecidamente se les recomienda su celebración cotidiana, la cual,
aunque no pueda haber en ella presencia de fieles, es ciertamente acto de Cristo
y de la Iglesia. (CONC. VAT. II, Decr. Presbyterorum Ordinis,13).
4692 1. . . ] ¿Qué quieren, qué esperan los hombres del sacerdote, ministro de
Cristo, signo viviente de la presencia del Buen Pastor? Nos atrevemos a afirmar
que necesitan, que d sean y esperan, aunque muchas veces no razonen
conscientemente esa necesidad y esa esperanza, un sacerdote-sacerdote, un hombre
que se desviva por ellos, por abrirles los horizontes del alma, que ejerza sin
cesar su ministerio, que tenga un corazón grande, capaz de comprender y de
querer a todos, aunque pueda a veces no verse correspondido; un hombre que dé
con sencillez y alegría, oportunamente y aun inoportunamente (cfr.
2Tm 4,2), aquello que
él solo puede dar: la riqueza de gracia, de intimidad divina, que a través de él
Dios quiere distribuir a los hombres. (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el
sacerdocio, PP. 109-lío>.
4693 Aquel que se acerque a un sacerdote debe quedar condímentado con el sabor
de la vida eterna, como la carne con el contacto de la sal. (S. GREGORiO MAGNO,
Hom. I7sobre los Evang. ).
4694 Quien ha tomado a su cargo el ministerio de la predicación, no es
conveniente que tome sobre sí la carga de los negocios seculares, no sea que
ocupándose de estas cosas haga poco caso de la predicación de las cosas
celestiales. (S. GREGORIO MAGNO, Hom. 17 sobre los Evang. ).
4695 El ministerio sacerdotal [. . . ] no es una mera ocupación que empeñe
parcialmente la inteligencia y la efectividad de la persona, o que exija
solamente la dedicación de un número mayor o menor de horas al día. El
sacerdote, cualquiera que sea la situación concreta en que se encuentre, lleva
siempre consigo la responsabilidad vocacional de ser representante de Jesucristo
Cabeza de la Iglesia, y no hay esfera de su vida o de su actividad que pueda
escapar a esta radical exigencia de totalidad. (A. DEL PORTiLLO, Escritos sobre
el sacerdocio, p. 105).
4696 Cuando desempeñes las funciones sacerdotales, actúa de la mejor manera
posible, y líbranos del peso de nuestros pecados al tocar la Víctima relacionada
con la resurrección 1. . . ]. No dejes de orar y abogar en favor nuestro, cuando
traigas al Verbo con tu palabra, cuando con sección iBcruenta cortes el Cuerpo y
la Sangre del Señor, usando como espada tu voz. (S. GREGORIO NACIANCENO.
Epístola 171).
4697 Sí el sacerdote descuida la santidad, de ninguna manera podrá ser sal de la
tierra; porque lo que está podrido y contaminado no sirve para conservar: y
donde falta la santidad es inevitable que se introduzca la corrupción. Cristo,
continuando la comparación, llama a esos sacerdotes sal insípida, que ya no
sirve para nada más que para tirarla afuera, y ser pisoteada por los hombres (Mt
5,13). (SAN Pb X, Exhortac. al Clero
católico,4-8-1908).
4698 El Sacerdote habla en las oraciones de la Misa en nombre de la Iglesia, en
cuya unidad está. Mas en la Consagración habla en nombre de Cristo, cuyas veces
hace por la potestad de Orden. (SANTO TOMÁS, Suma Teológica,3, q. 82, a. 7).
La alegría del sacerdote
4699 Seguid con alegría a Cristo, que os ha amado y llamado; aun cuando, con el
paso de los años, el cuerpo sienta el peso del cansancio y del desgaste, el
corazón esté siempre vi gilante y despierto, ardiendo en celo por las almas que
Dios ha puesto en vuestro camino. (JUAN PABLO II, Abc. 23-111-1980).
4700 Que sea (vuestra alegría) como la de los 72 discípulos al regresar junto a
Jesús después de su misión (cfr.
Lc 10,17-20); si
después va unida a padecimientos sufridos en favor de la Iglesia (cfr.
Col 1,24
2Co 12,10),
entonces estará mucho más arraigada y fecunda. Esta alegría nadie os la podrá
quitar (Jn
16,22), especialmente porque brota
del contacto continuo con Cristo, que hace de nosotros los hombres consagrados
para renovar su Sacrificio redentor, hombres de Eucaristía, en la que debe
encontrar nuestra vida su fervoroso e irradiante centro. (JUAN PABLO II, Abc.
Turín 13-IV-1980).
4701 Para dejaros poseer de esta alegría [. . . J es necesario ser fieles a la
gracia que Dios nos comunica, tomando conciencia cada vez más profundamente del
don recibido y haciéndonos conscientes, al mismo tiempo, de nuestra indignidad:
Soy un hombre de labios impuros (Is
6,1): Señor, apártate de mí, que soy
un hombre pecador (Lc
5,8). (JUAN PABLO II, Hom.
16-11-1980).
Amor y veneración al sacerdote
4702 En cuanto a los fieles mismos, dense cuenta de que están obligados a sus
presbíteros, y ámenlos con filial cariño, como a sus pastores y padres;
igualmente, participando de sus solicitudes, ayuden en lo posible, por la
oración y de obra, a sus presbíteros, a fin de que éstos puedan superar mejor
sus dificultades y cumplir más fructuosamente sus deberes. (CONC. VAT. II, Decr.
Presbyterorum Ordinis,9).
4703 Si no tienes veneración suma por el estado sacerdotal y el religioso, no es
cierto que ames a la Iglesia de Dios. (J. EsCRIvA DE BALAGUER, Camino, n. 526).
4704 (Santa Catalina de Siena pone en boca del Señor estas palabras): no quiero
que mengüe la reverencia que se debe profesar a los sacerdotes, porque la
reverencia y el respeto que se les manifiesta no se dirige a ellos, sino a Mí,
en virtud de la Sangre que yo les he dado para que la administren. Sí no fuera
por esto, deberíais dedicarles la misma reverencia que a los seglares, y no más
[. . . ]. No se les ha de ofender: ofendiéndolos, se me ofende a Mí, y no a
ellos. Por eso lo he prohibido, y he dicho que no admito que sean tocados mis
Cristos. (SANTA CATALINA DE SIENA, El Diálogo, cap. 16).
4705 Como los hijos buenos de Noé, cubre con la capa de la caridad las miserias
que veas en tu padre, el Sacerdote. (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Camino, n. 75).
4706 Los fieles honren aun a los malos sacerdotes en razón de los buenos, para
que no sean despreciados los buenos por los malos: pues mejor es favorecer,
aunque sea injustamente, a los malos, que quitar lo que sea justo a los buenos.
(S. JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. IV, p. 99).
4707 Presbítero, etimológicamente, es tanto como anciano. Sí merece veneración
la ancianidad, piensa cuánto más habrás de venerar al Sacerdote. (J. ESCRIVÁ DE
BALAGUER. Camino, n. 68).
Virtudes del sacerdote
4708 Mucho contribuyen a lograr este fin las virtudes que con razón se estiman
en el trato humano, como son la bondad de corazón, la sinceridad, la fortaleza
de alma y la constancia, el continuo afán de justicia, la urbanidad y otras.
(CONC. VAT. II, Decr. Presbyterorum Ordinis,3).
4709 Nunca estaremos bastante convencidos de lo importante que es para los
cristianos, y especialmente para los sacerdotes, el esforzarse en practicar la
humildad y el arrojar del espíritu toda presunción, toda vanidad, todo orgullo.
No hay que ahorrar esfuerzo ni fatiga para salir airosos en una empresa tan
santa; y como es cosa que no se puede lograr sin la gracia de Dios, hay que
pedirlo insistentemente, sin cansarse nunca. (J. PECCI León XIII- Práctica de la
humildad).
4710 En todas las cosas hay siempre un algo que las perjudíca; así, está el
gusano para el tronco, y la polilla para el vestido: por esto también el demonio
se esfuerza por corromper el ministerio de los sacerdotes, que ha sido
establecido para fomentar la santidad [. . . . Quitemos el mal proceder del
clero y todo saldrá bien sin esfuerzo. (S. JUAN CRISÓSTOMO,en CatenaAurea, vol.
III, PP. 102-103).
4711 Si ha habido un tiempo en que un sacerdote es un espectáculo para los
hombres y para los ángeles, es en esta época que se abre ante nosotros. (CARD.
J. H. NEWMAN, Sermón en la inauguración del Seminario S. Bernardo,2-X-1873).
4712 [. . . ] al sacerdote que reza y se esfuerza por ser fiel al don recibido,
Dios le ayuda siempre. (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 160).
4713 Esto es ser sacerdotes: que amen a Dios cuando estuviere, ¡ay enojado con
su pueblo; que tengan experiencia de que Dios oye sus oraciones y les da lo que
piden, y tengan tanta familiaridad con él. (S. JUAN DF AvILA, Plática en el
Sínodo de la diócesis de Córdoba de 1563).
4714 Los ministros de la gracia sacramental se unen íntimamente a Cristo,
Salvador y Pastor, por medio de la fructuosa recepción de los sacramentos,
especialmente por el frecuente acto sacramental de la penitencia, como quiera
que, preparado por el diario examen de conciencia, favorece en tanto grado la
necesaria conversión al amor del Padre de las misericordias. (CONC. VAT. 11,
Decr. PresbyterorIlin Ordinis,18).
4715 El sacerdocio requiere una peculiar integridad de vida y de servicio, y
precisamente esta integridad conviene profundamente a nuestra identidad
sacerdotal. En ella se expresa, al mismo tiempo, la grandeza de nuestra dignidad
y la "disponibilidad)) adecuada a la misma: se trata de humilde prontitud para
aceptar los dones del Espíritu Santo y para dar generosamente a los demás los
frutos del amor y de la paz, para darles la certeza de la fe, de la que derivan
la comprensión profunda del sentido de la existencia humana y la capacidad de
introducir el orden moral en la vida de los individuos y en los ambientes
humanos. (]UAN PABLO 11, Carta Novo incipiente,8-IV-1979, n. 4).
4716 En definitiva, resultará siempre necesario a los hombres únicamente el
sacerdote que es consciente del sentido pleno de su sacerdocio: el sacerdote que
cree profundamente, que manifiesta con valentía su fe, que reza con fervor, que
enseña con intima convicción, que sirve, pone en practica en su vida el programa
de las Bienaventuranzas, que sabe amar desinteresadamente, que está cerca de
todos y especialmente de los más necesitados. (JUAN PABLO II, Carta Novo
incipiente,8-IV-1979, n. 7).
4717 El sacerdote que es condescendiente consigo pero que exi- -ge cosas graves
a los demás, es como un mal repartidor de contribuciones en una ciudad: se
dispensa él de pagar, y carga a los que no pueden. (S. JUAN CRISÓSTOMO en Catena
Aurea. vol III, PP. íOl-102).
4718 La perfecta y perpetua continencia por amor del reino de los cielos,
recomendada por Cristo Señor, aceptada de buen grado y laudablemente guardada en
el decurso del tiempo y aun en nuestros días por no pocos fieles, ha sido
siempre altamente estimada por la Iglesia de manera especial para la vida
sacerdotal. Ella es, en efecto, signo y estímulo al mismo tiempo de la caridad
pastoral y fuente particular de fecundidad espiritual en el mundo (CONC. VAT TI,
Decr. Presbyterorum Ordinis,16).
4719 Si se considera que Cristo, de cuya acción el sacerdote es instrumento
vivo, dedicó la integridad de su naturaleza humana -alma y cuerpo-, y a lo largo
de toda su vida- al cumplimiento amoroso del ministerio de reconciliación (cfr.
Rm 5,11) para el que
había sido enviado, se comprende bien que el sacerdote vea tan ligada a su
consagración ministerial la conveniencia, por Amor de Dios y de los hombres, de
configurar su vida a la virginidad de Jesucristo, plenamente dedicada a Dios y a
los hombres: para unirse así cada vez más íntimamente a Aquel que le eligió y
transformarse más plenamente en El. (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el
sacerdocio, Pp. 78-79>.
4720 Que los presbíteros tengan entrañas de misericordia y se muestren
compasivos para con todos, tratando de traer al buen camino a los que se han
extraviado; que visiten a los enfermos [. . . ], que procuren el bien no sólo
ante Dios, sino también ante los hombres; que se abstengan de toda ira, de toda
acepción de personas, de todo juicio injusto; que vivan alejados del amor al
dinero, que no se precipiten creyendo fácilmente que los otros han obrado mal,
no sean severos en sus juicios, teniendo presente que todos estamos inclinados
al pecado. (S. POLICARPO, Carta a los Filipenses,6,1-6).
4721 No comprendo los afanes de algunos sacerdotes por confundirse con los demás
cristianos, olvidando o descuidando su específica misión en la Iglesia, aquella
para la que han sido ordenados. Piensan que los cristianos desean ver, en el
sacerdote, un hombre más. No es verdad. En el sacerdote, quieren admirar las
virtudes propias de cualquier cristiano, y aun de cualquier hombre honrado: la
comprensión, la justicia, la vida de trabajo -labor sacerdotal en este caso-, la
caridad, la educación, la delicadeza en el trato.
Pero, junto a eso, los fieles pretenden que se destaque claramente el carácter
sacerdotal: esperan que el sacerdote rece, que no se niegue a administrar los
Sacramentos, que esté dispuesto a acoger a todos sin constituirse en jefe o
militante de banderías humanas, sean del tipo que sean (cfr. Decr. Presbyterorum
Ordinis,6); que ponga amor y devoción en la celebración de la Santa Misa, que se
siente en el confesonario, que consuele a los enfermos y a los afligidos; que
adoctrine con la catequesis a los niños y a los adultos, que predique la Palabra
de Dios y no cualquier tipo de ciencia humana que -aunque conociese
perfectamente- no sería la ciencia que salva y lleva a la vida eterna; que
tengan consejo y caridad con los necesitados. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Hom.
Sacerdote para la eternidad,13-TV-1973).
4722 Volved a vuestros recuerdos personales. ¿Acaso no se halla en los
principios de vuestra vocación un sacerdote ejemplar que guió vuestros primeros
pasos hacia el sacerdocio? ¿No es verdad que vuestro primer pensamiento, vuestro
primer deseo de servir al Señor, están ligados a la persona concreta de un
sacerdote-confesor, de un sacerdote amigo? Vaya a este sacerdote vuestro
recuerdo agradecido, vuestro corazón rebosante de gratitud.
Si, el Señor tiene necesidad de intermediarios, de instrumentos para hacer oír
su voz y su llamada. Queridos sacerdotes: Ofreceos al Señor para ser
instrumentos suyos en la llamada a nuevos obreros para su viña. Jóvenes
generosos no faltan. (JUAN PABLO II, Discurso al clero romano,9-XI-1978),
4723 Sé, pues, oh hombre, sacrificio y sacerdote para Dios; no pierdas lo que te
ha sido dado por el poder de Dios; revistete de la vestidura de santidad, cíñete
el cíngulo de la castidad; sea Cristo el casco de protección para tu cabeza; que
la cruz se mantenga en tu frente como una defensa; pon sobre tu pecho el
misterio del conocimiento de Dios; haz que arda continuamente el incienso
aromático de tu oración; empuña la espada del Espíritu; haz de tu corazón un
altar; y así, puesta en Dios tu confianza, lleva tu cuerpo al sacrificio. (S.
PEDRO CRISÓLOGO. Sermón !08).
4724 No puede, pues, esconderse una ciudad colocada sobre un monte, aun cuando
ella quiera: el monte que la tiene sobre si la hace visible a todos. Así, los
Apóstoles y los sacerdotes que han sido establecidos por Cristo no pueden
esconderse, aun cuando quieran, porque Jesucristo los pone de manifiesto. (S.
JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol.
1P 264).
4725 Escuchar a un sacerdote habitualmente unido a Dios es hoy el deseo de
muchos buenos fieles. Ellos razonan como el abogado de Lyon a la vuelta de una
visita al Cura Ars. "¿Qué habéis visto en Ars?", le preguntaron. Respuesta: "He
visto a Dios en un hombre". Análogos son los, razonamientos de S. Gregorio
Magno. El desea que el pastor de almas dialogue con Dios sin olvidar a los
hombres, y dialogue con los hombres sin olvidar a Dios. (JUAN PABLO 1, Abc. 7-IX-1978).
4726 Sólo la santidad nos hace tales como nos quiere nuestra vocación divina, es
decir, hombres crucificados para el mundo y para quienes el mundo mismo está
crucificado; hombres que caminan en una nueva vida y que [. . . J se muestran
como ministros de Dios, que tienden exclusivamente a las cosas del cielo y ponen
todo su empeño en llevar también a los demás hacía ellas. (SAN Pío X, Exhort.
Haerent animo,4-VIII-1908).
4727 Cuando los sacerdotes son buenos, toda la Iglesia resplandece; pero si no
lo son, toda la fe se debilita. De la misma manera que cuando ves un árbol que
tiene las hojas amarillas, conoces que tiene algún vicio en la raíz, del mismo
modo, cuando veas un pueblo indisciplinado, debes comprender que sus sacerdotes
no son buenos. (S. JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. III, p. 14).
4728 Consciente de su propia flaqueza, el verdadero ministro de Cristo trabaja
con humildad, indagando cuál sea el beneplácito de Dios (cfr. El 5,10), y, como
atado por el Espíritu (cfr.
Ac 20,22), se guía en
todo por la voluntad de Aquel que quiere que todos los hombres se salven;
voluntad que puede descubrir y cumplir en las circunstancias cotidianas de la
vida, sirviendo a todos los que le han sido encomendados por Dios en el cargo
que se le ha confiado y en los múltiples acontecimientos de su vida. (CONc. VAT.
II, Decr. Presbyterorum Ordinis,15).
4729 Consagrados por el Espíritu Santo y enviados por Cristo, mortifican en sí
mismos las obras de la carne y se consagran totalmente al servicio de los
hombres, y de esta manera, por la santidad con que están enriquecidos en Cristo,
pueden avanzar hacia el hombre perfecto. (CONC. VAT. II, l)ecr. Presbyterorum
Ordinis,12; cfr. Decr. Perfectae caritatis,12).
4730 Debemos adquirir la costumbre de sentir que estamos en la presencia de
Dios, que ve lo que hacemos; debemos sentir gusto de que sea así, amor ante el
hecho de saberlo, placer en la reflexión: "Tú, Dios, me ves". Un sacerdote que
sienta esto profundamente nunca se comportará mal en la sociedad; le guardará de
excesiva familiaridad con algunas de sus gentes, le preservará de demásiadas
palabras, de hablar imprudentemente o sin discreción, le enseñará a ordenar sus
pensamientos. Será un principio de separación entre él y su propio pueblo,
porque quien está habituado a descansar en el Dios invisible, no se atará
realmente a ninguna criatura. Y así se producirá una elevación de la mente, que
es la verdadera arma que debe usar contra la incredulidad del futuro. (CARD. J.
H. NEWMAN, Sermón en la inauguración del Seminario S. Bernardo,3-X- 1873).
4731 La ciencia del ministro sagrado debe ser sagrada, porque 4731 se toma de
fuente sagrada y a fin sagrado se ordena. (CONC. VAT. II, Decr. Presbyterorum
Ordinis,19).
4732 [. . . ] es preciso estudiar constantemente la ciencia de Dios, Orientar
espiritualmente a tantas almas, oir muchas confesiones, predicar incansablemente
y rezar mucho, mucho, con el corazón siempre puesto en el Sagrario [. . . ] (J.
ESCRIVÁ DE BALAGUER, Hom. Sacerdote para la eternidad,13-1V-1973).
4733 Todo aquel que se acerque al sacerdote debe volver sazonado con la sal de
su palabra. (S. GREGORIO MAGNO, Hom. J7sobre los Evang. ).
4734 Me ocurrió, en una ocasión, ver en la estación de Milán a un maletero que,
apoyada la cabeza en un saco de carbón, detrás de una pilastra, dormía
beatíficamente. Los trenes salían silbando y llegaban retumbando con las ruedas;
los altavoces daban continuos avisos atronadores, la gente iba y venía con
gritos y ruidos; pero él -continuando dormido- parecía decir: "Haced lo que
queráis, que yo tengo necesidad de estar quieto". Algo semejante deberíamos
hacer nosotros, sacerdotes: en torno a nosotros hay un continuo movimiento y
hablar de las personas, periódicos, radio y televisión. Con medida y disciplina
sacerdotal debemos decir: "Hasta ciertos límites, para mi, que soy sacerdote del
Señor, vosotros no existís; yo debo tomarme un poco de silencio para mí alma; me
separo de vosotros para unirme a mí Dios". (JUAN PABLO 1, Abc. 7-9-1978).
4735 Convertirse significa retornar a la gracia misma de nuestra vocación,
meditar la inmensa bondad y el amor infinito de Cristo, que se ha dirigido a
cada uno de nosotros y, llamándonos por nuestro nombre, ha dicho: "Sigueme".
Convertirse quiere decir dar cuenta en todo momento de nuestro servicio, de
nuestro celo, de nuestra fidelidad, ante el Señor de nuestros corazones, para
que seamos ministros de Cristo y administradores de los misterios de Dios (1Co
4,1). Convertirse significa darnos
cuenta también de nuestras negligencias y pecados, de la cobardía, de la falta
de fe y esperanza, de pensar únicamente "de modo humano", y no "divino".
Recordemos a este propósito la advertencia hecha por Cristo al mismo Pedro (cfr.
Mt 16,23). Convertirse
quiere decir para nosotros buscar de nuevo el perdón y la fuerza de Dios en el
Sacramento de la reconciliación y así volver a empezar siempre, avanzar cada
día, dominarnos, realizar conquistas espirituales y dar alegremente, porque Dios
ama al que da con alegría (2Co
9,7) (JUAN PABLO 11, Carta Novo
incipiente. 8-IV-1979, n. 10).
4736 Es la oración la que señala el estilo esencial del sacerdocio; sin ella, el
estilo se desfigura. La oración nos ayuda a encontrar siempre la luz que nos ha
conducido desde el comienzo de nuestra vocación sacerdotal, y que sin cesar nos
dirige, aunque alguna vez da la impresión de perderse en la oscuridad. La
oración nos permite convertirnos continuamente, permanecer en el estado de
constante tensión hacia Dios que es indispensable sí queremos conducir a los
demás a El. La oración nos ayuda a creer, a esperar y amar, incluso cuando nos
lo dificulta nuestra debilidad humana. (JUAN PABLO II, Carta Novo incipiente,8-IV-1979,
n. 10).
4737 Nada es tan necesario a todos los eclesiásticos como la oración mental que
precede todas nuestras acciones, las acompaña y le sigue [. . . ]. Sí
administras los sacramentos, oh hermano, medita lo que haces; sí celebras la
Misa piensa en lo que ofreces; sí cantas en el coro piensa a quién y de qué
cosas le hablas; sí diriges almas medita con qué sangre han sido redimidas 1. .
. ]. Asi tendremos fuerza para generar a Cristo en nosotros y en los demás. (S.
CARLOS BORROMEO, Acta Ecclesiae Mediolanensis, Milán 1599,1177-1178).
María, Madre de los sacerdotes
4738 Deseo, por consiguiente, que todos vosotros, junto conmigo, encontréis en
María a la Madre del sacerdocio, que hemos recibido de Cristo. Deseo, además,
que confiéis particularmente a Ella vuestro sacerdocio. Permitid que yo mismo lo
haga, poniendo en manos de la Madre de Cristo a cada uno de vosotros -sin
excepción alguna de modo solemne y, al mismo tiempo, sencillo y humilde. Os
ruego también, amados hermanos, que cada uno de vosotros lo realice
personalmente, como se lo dicte su corazón, sobre todo el propio amor a
Cristo-Sacerdote, y también la propia debilidad, que camina a la par con el
deseo del servicio y de la santidad. Os lo ruego encarecidamente. (JLAN PABLO II,
Carta Novo incipiente 8-IV-1979, n. 11).
Citas de la Sagrada Escritura
Bautismo
En verdad te digo que quien no renaciere del agua y del Espíritu Santo no puede
entrar en el reino le Dios. .
Yo (Juan Bautista) os he bautizado con agua, más (Jesús) os bautizará con el
Espíritu Santo. .
íd pues y enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo.
Mt 28,19
Mc 16,15-16.
Jesús fue con sus discípulos a la Judea, y allí moraba con ellos y bautizaba.
Jn 3,22
Jn 4,2.
Llegaron (Felipe y el Eunuco) a un paraje en que había agua, y dijo el Eunuco:
Aquí hay agua, ¿qué me impide el ser bautizado? [. . . ], y bajaron ambos al
agua y Felipe le bautizó.
Ac 8,36-38.
Entonces dijo Pedro: ¿Quién puede negar el agua del bautismo a los que, como
nosotros, han recibido el Espíritu Santo?
Ac 10,47.
Cristo santificó a su Iglesia, limpiándola en el bautismo del agua con la
palabra de vida.
Ep 5,26
Ellos (los Efesios) dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. Pues
¿con qué bautismo, les replicó (Pablo), fuisteis bautizados?
Ac 19,2-3.
Luego que creyeron la palabra de Dios que Felipe (diácono) les anunciaba,
hombres y mujeres se hacían bautizar.
Ac 8,12.
Todos los que estáis bautizados en Cristo estáis revestidos de Cristo. Ya no hay
distinción de judío, ni de griego; ni de siervo, ni de libre; ni de hombre ni de
mujer.
Ga 3,27-28.
El Señor abrió el corazón de Li-día para recibir bien las cosas que Pablo decía,
y fue bautizada ella y su familia. .
Recibió luego el bautismo, él (el carcelero de Filipos) y toda su famuía.
Ac 16,33.
Crispo, Jefe de la Sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia, y muchos
ciudadanos de Corinto, oyendo a Pablo, creyeron, y todos fueron bautizados.
Ac 18,8.
Dios nos ha salvado por el Bautismo de regeneración y renovación del Espíritu
Santo. .
Todos los que habéis sido bautizados en Cristo estáis revestidos de Cristo.
Ga 3,27.
En el Bautismo hemos quedado sepultados con Cristo, a fin de que así como Cristo
resucító de muerte a vida 1. . ] así también nosotros vayamos con nueva vida.
Rm 6,4.
Sea bautizado cada uno de vosotros [. . . ] para remisión de vuestros pecados.
Ac 2,38.
Cristo amó a su Iglesia, y se sacrificó por ella para santificaría, limpiándola
con el bautismo del agua con la palabra de vida.
Ep 5,25-26.
Aquellos que recibieron su doctrina fueron bautizados, y se añadieron aquel dia
(a la Iglesia) cerca de tres mil personas.
Ac 2,41.
Todos nosotros hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para componer un solo
cuerpo.
1Co 12,13.
Yo voy a enviaros el que mi Padre os ha prometido:
entre tanto permaneced en la ciudad, hasta que seáis revestidos de la fortaleza
de lo alto.
Lc 24,49.
Vosotros habéis de ser bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días. .
El Espíritu Santo aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que
solamente estaban bautízados en nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían
las manos y recibían el Espíritu Santo.
Ac 8,16-17.
Oído esto se bautizaron (los efesios) en nombre del Señor Jesús. Y habiéndoles
Pablo impuesto las manos descendió sobre ellos el Espíritu Santo. 19,5-6.
Yo soy el pan vivo que he bajado del cielo. Quien comiere este pan vivirá
eternamente, y el pan que yo daré es mi misma carne para la vida del mundo.
Jn 6,51-52.
Mi carne verdaderamente es comida, y mi sangre verdaderamente es bebida. Quien
come mi carne y bebe mi sangre en mi mora y yo en él.
Jn 6,56-57.
Estando cenando, tomó Jesús el pan, y lo bendijo, lo partió, y se lo dio a sus
discípulos, diciendo: Tomad y comed, éste es mí cuerpo. Y tomando el cáliz y
dando gracias, se lo dio, diciendo: Bebed todos de él, porque ésta es mi sangre
del Nuevo Testamento.
Co 11,24-26
Mc 14,22-24
Lc 22,19-20.
Yo aprendí del Señor [. . . ] que el Señor Jesús, la noche misma en que había de
ser entregado, tomó el pan y dijo: Tomad y comed, éste es mi cuerpo 1. . . ]
haced esto en memoria mía. Y de la misma manera el cáliz, después de haber
cenado, diciendo: Este cáliz es el Nuevo Testamento en mí sangre: haced esto
cuantas veces lo bebiereis, en memoria mía.
1Co 11,23-25
Mt 26,26-28
Mc 14,22-24.
Quien comiere este pan, o bebiere el cáliz del Señor indignamente, reo será del
cuerpo y de la sangre del Señor . . . ], porque quien lo come y bebe
indignamente se traga ' bebe su propia condenación.
1Co 11,27-29.
Si no comiereis la carne del Hijo del hombre y no bebiereis su sangre no
tendréis vida en vosotros.
Jn 6,54.
Trabajad para tener no tanto el manjar que se consume, sino el que dura hasta la
vida eterna, el cual os dará el Hijo del hombre.
Jn 6,27.
He venido para que tengan vida y la tengan en más abundancia. .
Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el
último día. Quien come este pan vivirá eternamente.
Jn 6,55-59.
Como mi Padre me envió así os envió yo a vosotros [.
. . ]. Recibid el Espíritu Santo; quedan perdonados los pecados a aquellos a
quienes los perdonareis y quedan retenidos a quienes se los retuviereis.
Jn 20,21-23.
Os empeño mí palabra, que todo lo que atareis sobre la tierra será eso mismo
atado en el cielo; y todo lo que desatareis sobre la tierra será eso mismo
desatado en el cielo.
Mt 18,18.
Si dijéremos que no tenemos pecado, nosotros mismos nos engañamos [. . . ]; pero
si confesamos nuestros pecados, fiel y justo es El para perdonárnoslos y
lavarnos de toda iniquidad.
1Jn 1,8-9.
Hijos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; mas si alguno pecare,
tenemos por abogado para con el Padre a Jesucristo, que es la víctima de
propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros sino por los de
todo el mundo.
1Jn 2,1-2.
Tomad y comed; éste es mí cuerpo que por vosotros
será entregado (a la muerte); haced esto en memoria mía 1. . . ] Este cáliz es
el Nuevo Testamento en mi sangre; haced esto cuantas veces lo bebiereis en
memoria mía. .
A mi se me ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra 1. . ]. íd, pues, e
instruid a todas las naciones (. . . ] enseñándolas a observar todas las cosas
que yo os he mandado.
Mt 28,18-20
Mt 28,
Los elegidos (para Diáconos) fueron presentados a los Apóstoles, los cuales,
haciendo oración, les impusieron las manos.
Ac 6,6.
Habiendo (San Pablo y San Bernabé) ordenado sacerdotes en cada una de las
Iglesias, después de oraciones y ayunos, los encomendaron al Señor. Ac 14,22.
Te exhorto a que avives la gracia de Dios que reside en ti por la imposición de
mis manos.
2Tm 1,6.
La causa por la que te dejé en Creta es para que 1. . . ] establezcas en cada
ciudad presbíteros, conforme yo te prescribí.
Tt 1,6.
Habiendo convocado a 105 doce, comenzó a enviarlos
de dos en dos [. . . ]. De esta suerte salieron a predicar [. . . 1 y lanzaban
muchos demonios, y ungían a muchos enfermos con óleo y los sanaban.
Mc 6,12-13.
¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia y oren
por él, ungiéndole con el óleo en el nombre del Señor, y la oración de la fe
salvará al enfermo, y el Señor le aliviará, y si se halla con pecados se le
perdonarán. .
Dejará el hombre a su padre y a su madre, y se
juntará con su mujer y serán los dos una carne. Sacramento es este grande, hablo
con respecto a Cristo y a la Iglesia.
Ep 5,31-32.
Vosotros, esposos, amad a vuestras mujeres así como Cristo amó a su Iglesia y se
sacrificó por ella para santificaría. .
Jesús les dijo: ¿No sabéis que Aquel que al principio crió al linaje humano crió
un hombre y una mujer y dijo: Dejará el hombre a su padre y a su madre y se
unirá con su mujer, y serán los dos una sola carne?
Mt 19,4-5
Mc 10,6-8.
Viva cada uno con su mujer, y cada una con su marido.
1Co 7,2.
Cualquiera que desechase a su mujer y tomare otra, comete un adulterio contra
ella. Y si la mujer se aparta de su marido y se casa con otro, es adúltera.
Mc 10,11-12
Mt 19,9.
Cualquiera que repudia a su mujer y se casa con otra comete adulterio; y lo
comete también el que se casa con la repudiada por su marido.
Lc 16,18.
Una mujer casada está ligada por la ley (del matrimonio) al marido, mientras
éste vive [. . . ], pero si el marido muere, queda libre del vinculo y puede
casarse con otro sin ser adúltera.
Rm 7,2-3
1Co 7,39.
A las personas casadas mando, no yo, sino el Señor, que la mujer no se separe
del marido; que si se separa, no pase a otras nupcias o bien reconcíliese con su
marido. Ni tampoco el marido repudie a su mujer.
1Co 7,10-11.
"Canales de la gracia"
4739 Los sacramentos están ordenados a la santificación de los hombres, a la
edificación del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios; pero en
cuanto signos, también tienen un fin pedagógico. No sólo suponen la fe, sino que
a la vez la alimentan, la robustecen y la expresan por medio de palabras y
cosas; por eso se llaman sacramentos de la fe. (CONC VAT2Const. Sacrosanctum
Concilium,
SC 59).
4740 [. . . ] aunque nos concede su gracia de muchos otros modos, ha instituido
expresa y libremente -sólo El podía hacerlo- estos siete signos eficaces, para
que de una manera estable, sencilla y asequible a todos, los hombres puedan
hacerse participes de los méritos de la Redención. (J.
ESCRIVÄ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,78).
4741 Los Sacramentos son acciones de Cristo, que los administra por medio de los
hombres. Y asilos sacramentos son santos por si mismos y por la virtud de
Cristo; al tocar los cuerpos, infunden gracia en las almas. (PABLO VI, Mysterium
fidei,3-IX-1965).
4742 Cuando una persona se pone enferma, ocurre en ocasiones que no se logra
encontrar la medicina. En lo sobrenatural, no sucede así. La medicina está
siempre cerca: es Cristo Jesús, presente en la Sagrada Eucaristía, que nos da
además su gracia en los otros Sacramentos que instituyó. (J. ESCRIVÁ DE
BALAGUER, Es Cristo que pasa,160).
4743 Lo que fue visible en nuestro Redentor pasó a los sacramentos. (S. LEÓN
MAGNO, Sermón 2, sobre la Ascensión).
4744 Dios nos envía amigos, ora sea un santo, ora un ángel, para consolarnos (.
. . ], nos hace sentir con mayor fuerza la eficacia de sus gracias a fin de
fortalecernos y armarnos de valor. Mas, al recibir los sacramentos, no es un
santo o un ángel, es El mismo quien viene revestido de todo su poder para
aniquilar a nuestro enemigo. El demonio, al verle dentro de nuestro corazón, se
precipita a los abismos; aquí tenéis, pues, la razón o motivo por el cual el
demonio Pone tanto empeño en apartarnos de ellos, o en procurar que los
profanemos. En cuanto una persona frecuenta los sacramentos, el demonio pierde
todo su poder sobre ella. (SANTO CURA DE ARs, Sermón sobre la Perseverancia).
Necesarios para la perseverancia
4745 Hemos abandonado también a Dios, desde el momento en que ya no frecuentamos
los Sacramentos. (SANTO CURA DE ARs, Sermón sobre el pecado).
4746 (Se ha de enseñar> que cuando se administran, está allí para auxiliamos la
gracia eficacísima del Espíritu Santo, que penetra hasta lo más intimo de
nuestro corazón; asimismo, que están dotados de la virtud admirable y cierta
para sanar las almas; y también que por medio de ellos se nos comunican las
inmensas riquezas de la pasión del Señor. Y enseñen, por último, que todo el
edificio cristiano se funda sobre el cimiento solidísimo de la piedra angular;
pero que, si no se afianza por todas partes con la predicación de la palabra
divina y el uso de los sacramentos, es muy de temer que, debilitado en gran
parte, se venga a tierra; porque, del mismo modo que por los sacramentos Somos
admitidos a la vida, así también con esta especie de alimento nos sostenemos,
nos conservamos y nos enriquecemos. (Catecismo Romano, II,1,32).
4747
Los sacramentos nos dan tanta fuerza para perseverar en la gracia de Dios, que
jamás se ha visto a un santo apartarse de los sacramentos y perseverar en la
amistad de Dios; en los sacramentos hallaron cuantas fuerzas les eran necesarias
para no dejarse vencer del demonio. (SANTO CURA DE ARs, Sermón Sobre la
Perseverencia).
4748 Los Sacramentos, medicina principal de la Iglesia, no son superfluos:
cuando se abandonan voluntariamente, no es posible dar un paso en el camino del
seguimiento de Jesucristo: los necesitamos como la respiración, como el circular
de la sangre, como la luz, para apreciar en cualquier instante lo que el Señor
quiere de nosotros. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,80).
4749 Cuando Pedro bautiza, es Cristo quien bautiza [. . . ]; cuando Judas
bautiza, es Cristo quien bautiza. (S. AGUST[N, Trat. Evang. S. Juan,6).
4750 La fuerza espiritual del Sacramento es como la luz: llega pura a los
objetos que ilumina, y no se mancha aunque pase por medios inmundos. Sin
embargo, los ministros deben ser santos, y no deben buscar la propia gloría,
sino la de Aquel a quien sirven. (S. AGUST¡N, Trat. Evang. S. Juan,5).
4751 Así como sacan poca agua de una fuente los que van allí con vasos pequeños
y sacan mucha quienes los llevan mayores, no distinguiendo la fuente las
medidas, y como sucede también a la luz, que extiende más o menos su claridad
según las ventanas que se abren, así se recibe la gracia, según la medida de las
disposiciones. (S. JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 324).
4752 Como estos ministros en las funciones sagradas no representan su persona,
sino la de Cristo, resulta de aquí que, ya sean buenos, ya malos, con tal que
usen de la forma y de la materia que observó siempre la Iglesia católica por
institución de Cristo, y tengan intención de hacer lo que hace la Iglesia en su
administración, hacen y administran verdaderos sacramentos; de manera que nadie
ni nada puede impedir el efecto de la gracia, a no ser que quienes los reciben
quieran privarse a sí mismos de tan grande bien y resistir al Espíritu Santo, y
ésta fue siempre doctrina cierta y reconocida en la Iglesia. (Catecismo Romano,
II,25).
Citas de la Sagrada Escritura
Tomad el yelmo de la salvación y la espada del espíritu, que es la palabra de
Dios.
Ep 6,17.
¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras, más que
la miel para mi boca!
Ps 118,103.
Todo cuanto está escrito, para nuestra enseñanza fue escrito, a fin de que por
la paciencia y por la consolación de las Escrituras estemos firmes en la
esperanza.
Rm 15,4.
La palabra de Dios es viva y eficaz, y más tajante que una espada de dos filos,
y penetra hasta la división del alma y del espíritu, hasta las coyunturas y la
médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
He 4,12.
Yo les he comunicado las palabras que Tu' me diste, y ellos ahora las han
recibido, y conocieron verdaderamente que Yo salí de Ti y creyeron que Tu' me
has enviado.
Jn 17,8.
[. . . ] El les dijo: Dichosos más bien los que oyen la palabra de Dios y la
ponen en práctica.
Lc 11,28.
El que es de Dios oye las palabras de Dios; por eso vosotros no las ois, porque
no sois de Dios.
Jn 8,47.
Poned, pues, en vuestro corazón y en vuestra alma las palabras que Yo os digo;
atadlas a vuestras manos para recordarlas y ponedlas como frontal ante vuestros
ojos.
Dt 11,18.
[. . . ] os hago saber, hermanos, que el evangelio por mí predicado no es de los
hombres.
Ga 1,11.
El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene ya quien le juzgue: la palabra
que yo he hablado, ésa le juzgará en el último día.
Jn 12,48.
[. . . ] el que escucha estas palabras y no las pone por obra, será semejante al
necio, que edificó su casa sobre arena.
Mt 7,26.
[. . . ] recibid con mansedumbre la palabra injertada en vosotros, capaz de
salvar vuestras almas. Ponedla en práctica y no os contentéis sólo con oírla [.
. . ], pues quien se contente con sólo oír la palabra, sin practicarla, será
semejante al varón que contempla en un espejo su rostro, y apenas se contempla,
se va y al instante se olvida de cómo era.
Jc 1,21-24.
Vienen días, dice Yahvé, en que mandaré yo sobre la tierra hambre, no hambre de
pan, ni sed de agua, sino de oir la palabra de Yahvé [. . . ] A,n8,11.
Y tenemos aún algo más firme, a saber: la Palabra, a la cual hacéis muy bien en
atender, como a lámpara que luce en lugar tenebroso, hasta que luzca el día y el
lucero se levante en vuestros corazones.
2P 1,19.
Tu palabra es para mis pies una lámpara, la luz de mi sendero.
Ps 118,10S.
Toda la palabra de Dios es acrisolada, es el escudo de quien en El confia. .
Luz para nuestra vida y medio para consolidar la fe
4753 Si se da una razón contra la autoridad de las divinas Escrituras, por muy
aguda que sea, engaña con semejanza a la verdad, pues no puede ser verdadera.
(S. AGUSTIN, Epístola 143).
Las enseñanzas de la ley y los profetas, cristianamente entendidas, son como la
estrella que conduce al conocimiento del Verbo encarnado a todos aquellos que
han sido llamados por designio gratuito de Dios. (S. MAXIMO Centuria 1).
Después que uno estudia la Escritura se vuelve sensible, es decir, adquiere el
discernimiento y gusto de la razón para distinguir lo bueno de lo malo, lo dulce
de lo amargo. (SANTO TOMÁs, en Catena Aurea, vol.
1P 51).
La fe tiene cierta luz propia en las Escrituras, en la profecía, en el
Evangelio, en las epístolas apostólicas. Todos estos documentos, que se nos leen
en tiempos oportunos, son lámparas colocadas en lugar oscuro para que nos
dispongan a recibir la luz del día. (S. AGISTIN, Coment. sobre el Salmo 126).
Los preceptos evangélicos no son sino enseñanzas divinas, fundamentos para
edificar la esperanza, medios para consolidar la fe, alimento para inflamar el
corazón, guía para indicar el camino, amparo para obtener la salvación; ellos,
instruyendo las mentes dóciles de los creyentes en la tierra, los conducen a la
vida eterna. (S. CIPRIANO, Trat. sobre la oración).
4758 El instruido en las Escrituras se hace fuerte para arrostrar todas las
adversidades. (SANTO TOMÁS, en Catena Aurea, vol.
1P 52).
4759 Se equivocan los que no conocen las Escrituras, y cuando las desconocen,
desconocen también el poder de Dios. (S. JERÓNIMO, en Catena Aurea, vol. III, p.
78).
Veneración por la Sagrada Escritura
4760 La Iglesia siempre ha venerado la Sagrada Escritura, como lo ha hecho con
el Cuerpo de Cristo, pues, sobre todo en la sacra liturgia, nunca ha cesado de
tomar y repartir a sus fieles el pan de vida que ofrece la mesa de la palabra de
Dios y del Cuerpo de Cristo. La Iglesia ha considerado siempre como suprema
norma de su fe la Escritura unida a la Tradición, ya que, inspirada por Dios y
escrita de una vez para siempre, nos transmite inmutablemente la palabra del
mismo Dios; y en las palabras de los Apóstoles y los Profetas hace resonar la
voz del Espíritu Santo. Por tanto, toda la predicación de la Iglesia, como toda
la religión cristiana, se ha de alimentar y regir con la Sagrada Escritura.
(CONC. VAT. II, Const. Dei Verbum,21).
4761 En los Libros sagrados, el Padre, que está en el cielo, sale amorosamente
al encuentro de sus hijos para conversar con ellos. Y es tan grande el poder y
la fuerza de la palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia,
firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de
vida espiritual. Por eso se aplican a la Escritura de modo especial aquellas
palaras: La palabra de Dios es viva y enérgica (He
4,12), puede edificar y dar la
herencia a todos los consagrados (Ac
20,32
1Th 2,13).
(CONC. VAT II, Const. Dei Verbum,21).
4762 Todo lo que dicen las Escrituras lo dice el Señor, por lo que son más
dignas de fe que el que un muerto resucite, o que un ángel del Señor baje del
cielo. (S. JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 258).
"Tesoros ocultos" que encierra
4763 A los israelistas se les dio el maná en el desierto, como a nosotros la
dulzura de las Escrituras, para que nos mantengamos animosos en este yermo de la
vida humana. (S. AGUSTIN, Sermón 4).
4764 Escondió en su palabra variedad de tesoros, para que cada uno de nosotros
pudiera enriquecerse en cualquiera de los puntos a que evocara su reflexión.
La palabra de Dios es el árbol de vida que te ofrece el fruto bendito desde
cualquiera de sus lados, como aquella roca que se abrió en el desierto y manó de
todos lados una bebida espiritual. (S. EFRÉN, Coment. sobre el Diatessaron,1),
4765 Podría muy bien compararse la Escritura a una tierra exuberante y fértil.
En ella nacen y se desarrollan gran abundancia de frutos que han de sustentar y
nutrir la vida humana. (CASIANO Colaciones,8).
4766 No os descarriéis entre la niebla, escuchad más bien la voz del pastor.
Retiraos a los montes de las santas Escrituras, allí encontraréis las delicias
de vuestro corazón, nada hallaréis allí que os pueda envenenar o dañar, pues
ricos son los pastizales que allí se encuentra. (S. AGUSTIN, Sermón 46, sobre
los pastores).
Lectura y meditación de la Sagrada Escritura
Nos valemos de ordinario de la lectura asidua y de la meditación de las
Escrituras, para procurar a nuestra memoria pensamientos divinos. (CASIANO
Colaciones,1).
La Escritura divina es como un campo en el que se va a levantar un edificio. No
hay que ser perezosos, no contentarse con edificar en la superficie; hay que
cavar hasta llegar hasta la roca viva: esta roca es Cristo. (S. AGUSTíN, Trat.
Evang. S. Juan,23).
Que de este modo, por la lectura y estudio de los Libros sagrados, se difunda y
brille la palabra de Dios (2 Thes,3); que el tesoro de la revelación encomendado
a la Iglesia vaya llenando el corazón de los hombres. Y como la vida de la
Iglesia se desarrolla por la participación asidua del misterio eucarístico, así
es de esperar que recibirá nuevo impulso de vida espiritual con la redoblada
devoción a la palabra de Dios, que dura para siempre (Is
40,8
Is 1
Pedr
Is 1,23-25). (CONC.
VAT. II, Const. Dei Verbum,26).
4770 No basta con tener una idea general del espíritu de Jesús, sino que hay que
aprender de El detalles y actitudes. Y, sobre todo, hay que contemplar su paso
por la tierra, sus huellas [. . . ]. Porque hace falta que la conozcamos bien
(la vida de Jesús), que la tengamos toda entera en la cabeza y en el corazón 1.
. . ]; de forma que, en las diversas situaciones de nuestra conducta, acudan a
la memoria las palabras y los hechos del Señor. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es
Cristo quepasa,107).
4771 La Escritura se ha de leer e interpretar con el mismo espíritu con que fue
escrita. (S. JERÓNIMO, Coment. Epístola a los Gálatas,5).
4772 (A la lectura de la Sagrada Escritura debe acompañar la oración para que se
realice el diálogo entre Dios y el hombre, pues) a Dios hablamos cuando oramos,
a Dios escuchamos cuando leemos sus palabras (SAN AMBROSIO, Sobre los
oficios,1,20,25).
4773 Es preciso que meditemos continuamente la Palabra de Dios [. . . ]; esta
meditación ayuda poderosamente en la lucha contra el pecado. (SANTO TOMÁS, Sobre
el Credo,2, l. c. ,52).
Alimento del pueblo de Dios
4774 La Iglesia, esposa de la Palabra hecha carne, instruida por el Espíritu
Santo, procura comprender cada vez más profundamente la Escritura para alimentar
constantemente a sus hijos con la palabra de Dios; por eso fomenta el estudio de
los Padres de la Iglesia, orientales y occidentales, y el estudio de la
liturgia. Los exégetas católicos y los demás teólogos han de trabajar en común
esfuerzo y bajo la vigilancia del Magisterio para investigar con medios
oportunos la Escritura y para explicarla, de modo que se multipliquen los
ministros de la palabra capaces de ofrecer al pueblo de Dios el alimento de la
Escritura, que alumbre el entendimiento, confirme la voluntad, encienda el
corazón en amor a Dios. (CONC. VAT. II, Const. Dei Verbum,23).
"Alma de la teología"
4775 La Sagrada Escritura contiene la palabra de Dios, y en cuanto inspirada es
realmente palabra de Dios; por eso la Escritura debe ser el alma de la teología.
El ministerio de la palabra, que incluye la predicación pastoral, la catequesis,
toda la instrucción cristiana y en puesto privilegiado la homilía, recibe de la
palabra de la Escritura alimento saludable y por ella da frutos de santidad.
(CONC. VAT. II, Const. Dei Verbum,24).
También el diablo utiliza, deformándola, la Sagrada Escritura para engañar y
hacer el mal
4776 Alguien podría quizá preguntar: ¿cómo se explica que el diablo utilice las
citas de la Sagrada Escritura?
No tiene más que abrir el Evangelio y leer. Encontrará escrito: Entonces el
diablo lo tomó -se trata del Señor, del Salvador- y lo puso sobre lo alto del
templo y le dijo: si eres el Hijo de Dios, échate de aquí abajo; pues está
escrito: te he encomendado a los ángeles, los cuales te tomarán en sus manos
para que tu pie no tropiece con ninguna piedra (Mt
4,5-6).
¿Qué no hará a los pobres mortales el que tuvo la osadía de asaltar, con
testimonios de la Escritura, al mismo Señor de la majestad? (S. VICENTE DE
LERINS, Conmonitorio, n. 26).
Mas alguien se dirá: ¿es que quizá los herejes no se sirven de los testimonios
de la Sagrada Escritura? Ciertamente que se sirven ¡y con cuánta apasionada
vehemencia! Se les ve pasar de un libro a otro de la Ley Santa:
desde Moisés a los libros de los Reyes, desde los Salmos a los Apóstoles, desde
los Evangelios a los Profetas. En sus asambleas, con los extraños, en privado,
en público, en los discursos y en los escritos, durante las comidas y en las
plazas públicas, es raro que mantengan alguna cosa si antes no la han revestido
con la autoridad de la Sagrada Escritura. (S. VICENTE DE LFRINS, Commonitorio,
n. 25).
4778 Porque ahora y siempre hay personas que con la Escritur en sus manos, en su
memoria y en sus bocas, cometen grandes errores en cuanto a su interpretación, y
esto porque tienen prejuicios contra su verdadero sentido. (CARD. J. H. NEWMAN,
Dom. de Quincuagésima, Homilía sobre el prejukio y la fe).
Sagrada Escritura, Tradición y Magisterio
4779 La Tradición y la Escritura están estrechamente unidas y compenetradas;
manan de la misma fuente, se unen en un mismo caudal, corren hacia el mismo fin.
La Sagrada Escritura es la palabra dé Dios, en cuanto escrita por inspiración
del Espíritu Santo. La Tradición recibe la palabra de Dios, encomendada por
Cristo y el Espíritu Santo a los Apóstoles, y la transmite íntegra a los
sucesores; para que ellos, iluminados por el Espíritu de la verdad, la
conserven, la expongan y la difundan fielmente en su predicación. (CONC. VAl. II,
Const. Dei Verbum,9).
4780 La Escritura es clara en sus palabras, pero el espíritu humano es oscuro y,
como la lechuza, no puede ver la claridad [. . . J. El espíritu de Dios nos ha
dado la Escritura, y nos revela su verdadero sentido, pero sólo a su Iglesia,
columna y apoyo de la verdad; Iglesia por cuyo ministerio el espíritu divino
guarda y mantiene su verdad, es decir, el verdadero sentido de su palabra;
Iglesia, en fin, que es la única que cuenta con la asistencia del Espíritu de la
verdad para encontrar adecuada e infaliblemente la verdad en la palabra de Dios.
El que busque la verdad de la palabra divina fuera de la Iglesia, que es su
custodia, nunca la encontrará; y el que quiera poseerla por medio distinto al de
su ministerio, en vez de desposarse con la verdad, lo hará con la vanidad; en
vez de poseer la claridad del Verbo sagrado, seguirá las ilusiones del ángel
mentiroso, que se transfigura en ángel de luz. (S. FRANCISCO DE SALEs,
Epistolario, fragm. 118, l. c. , p. 752).
4781 El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios, oral o escrita,
ha sido encomendado únicamente al Magisterio de la Iglesia, el cual lo ejercita
en nombre de Jesucristo. Pero el Magisterio no está por encima de la palabra de
Dios, sino a su servicio, para enseñar puramente lo transmitido, pues por
mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo, lo escucha devotamente,
lo custodia celosamente, lo explica fielmente; y de este único depósito de la fe
saca todo lo que propone como revelado por Dios para se creído. (CONC. VAT. II,
Const. Dei Verbum,10).
4782 Así, pues, la Tradición, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia, según
el plan prudente de Dios, están unidos y ligados, de modo que ninguno puede
subsistir sin los otros;
los tres, cada uno según su carácter, y bajo la acción del único Espíritu Santo,
contribuyen eficazmente a la salvación de las almas. (CONC. VAT. II, Const. Dei
Verbum,10).
Citas de la Sagrada Escritura
El patriarca, figura de S. José. "íd a José y haced todo lo que él os diga":
Gn 41,55.
Y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado
Cristo.
Mt 1,16.
José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David,
que se llama Belén, por ser él de la casa y de la familia de David.
Lc 2,4.
Fueron con presteza y encontraron a María, a José y al Niño acostado en un
pesebre.
Lc 2,16.
Partido que hubieron, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:
"Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto, y estáte allí hasta que
yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo". Levantándose de
noche, tomó al niño y a la madre y se retiró hacia Egipto, permaneciendo allí
hasta la muerte de Herodes, [. . . ] Muerto ya Herodes, el ángel del Señor se
apareció en sueños a José en Egipto:
Mt 2,13-15,19.
Cuando sus padres le vieron, quedaron sorprendidos, y le dijo su madre: Hijo,
¿por qué has obrado así con nosotros? Mira que tu padre y yo, apenados,
andábamos buscándote. Y El les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es
preciso que me ocupe en las cosas de mi Padre? Ellos no entendieron lo que les
decía. Bajó con ellos, y vino a Nazaret, y les estaba sujeto [. . . ]
Lc 2,48-51.
Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros
conocemos? ¿Pues cómo dice ahora: Yo he bajado del cielo?
Jn 6,42.
Intercesión de San José
4783 [. . . ],después se ha dado a entender no convenían, que eran
supersticiosas. Y tomé por abogado y señor al glorioso San José y encomendéme
mucho a él. Vi claro que así de esta necesidad como de otras mayores de honra y
pérdida de alma este padre y señor mío me sacó con más bien que yo le sabía
pedir. No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de
hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio
de este bienaventurado Santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo
como de alma; que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en
una necesidad, a este glorioso Santo tengo experiencia que socorre en todas y
que quiere el Señor darnos a entender que así como le fue sujeto en la tierra
sque como tenía el nombre de padre, siendo ayo, le podía mandars, así en el
cielo hace cuanto le pide. (Santa Teresa Libro de su vida)
4784 el estudio decid en vuestro corazón: Sancte Joséph, ora pro me; ayudadme a
Ocupar bien el tiempo de estudio y de clase. Si os viene alguna tentación:
Sancte Joséph, ora pro me. Al levantaros por la mañana: Jesús, José y María, os
doy el corazón y el alma mía. Al acostaros: Jesús, José y María, asistidme en mi
última agonía.
No olvidéis que es el protector de todos los trabajadores y que lo es también de
los jóvenes que estudian; porque el estudio es trabajo. (S. Ji;AN Bosco,
Charlas).
4785 Cuando Jesús tenía doce años, se queda en Jerusalén. Sus padres, que lo
ignoraban, lo buscan con solicitud y no lo encuentran. Lo buscan entre sus
amistades, lo buscan en la caravana, lo buscan entre los conocidos, y entre
todos estos no lo encuentran 1. . . ] Aprende dónde lo encontraron los que le
buscaban, y tú, buscándolo con José y María, lo encontrarás (ORtGENE5, Homilía
18).
4786 José es el tipo (imagen) de Cristo, que fue destinado para guardar la santa
Iglesia sin mancha ni arruga. (S. ISIDORO DE SEVILLA, Algunas alegorías de la
Escritura,138).
Vocación de San José
4787 Fue elegido por el Padre Eterno como fiel cuidador y guardián de sus más
preciados tesoros, a saber, de su Hijo y de su esposa; cargo que él cumplió con
absoluta fidelidad. (S. BERNARDINO DE SIENA, Sermón 7).
4788 Aquel José vendido por la envidia de sus hermanos y llevado a Egipto,
prefiguró la venta de Cristo; este José, huyendo de la envidia de Herodes, llevó
a Cristo a la tierra de Egipto. Aquél, guardando lealtad a su Señor, no quiso
consentir al mal intento de su señora; éste, reconociendo virgen a su Señora,
Madre de su Señor, la guardó fidelísimamente, conservándose él mismo en toda
castidad. A aquél le fue dada la inteligencia de los misterios de los sueños;
éste mereció ser sabedor y participante de los misterios soberanos. Aquél
reservó el trigo no para sí, sino para el pueblo; éste recibió el pan vivo del
cielo para guardarle para si y para todo el mundo. Sin duda, este José con quien
se desposó la Madre del Salvador fue hombre bueno y fiel. Siervo fiel y prudente
a quien constituyó Dios consuelo de su Madre, proveedor del sustento de su
cuerpo. (S. BERNARDO, Horn. sobre la Virgen Madre,2).
4789 [. . . ] Dios, amador de los hombres, mezcla trabajos y dulzuras, estilo
que El sigue con todos sus santos. Ni los peligros ni los consuelos nos los da
continuos, sino que de unos y otros va El entretejiendo la vida de los justos.
Tal hizo José. (S. JLAN CRISOSTONIO, Hom. sobre S. Mateo,8).
4790 Para San José, la vida de Jesús fue un continuo descubrimiento de la propia
vocación. (J. ESCRIVA DE BALAGUER Es Cristo que pasa,54).
Maestro de vida interior
4791 Quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso Santo
(S. José) por maestro y no errará en el camino (SANTA TERESA, Vida,6,3).
4792 Si queréis un consejo que repito incansablemente desde hace muchos años,
Ite ad Joséph (Gn
41,55), acudid a San José: él os
enseñará caminos concretos y modos humanos y divinos de acercarnos a Jesús [. .
. ]. Tratándole se descubre que el Santo Patriarca es, además, Maestro de vida
interior: porque nos enseña a conocer a Jesús, a convivir con El, a sabernos
parte de la familia de Dios. San José nos da esas lecciones siendo, como fue, un
hombre corriente, un padre de familia, un trabajador que se ganaba la vida con
el esfuerzo de sus manos. (J. ESCRIVA DE BALAGUER. Es Cristo que pasa,38-39).
Fidelidad de San José
4793 José no se escandalizó ni dijo: eso parece un enigma. Tú mismo hacías saber
no ha mucho que El salvaría a su pueblo, y ahora no es capaz ni de salvarse a sí
mismo, sino que tenemos necesidad de huir, de emprender un viaje y sufrir un
largo desplazamiento: eso es contrario a tu promesa. José no discurre de este
modo, porque es un varón fiel. Tampoco pregunta por el tiempo de la vuelta, a
pesar de que el Angel lo había dejado indeterminado, puesto que le había dicho:
está allí hasta que yo te diga. (S. JUAN CRJsÓ5 TOMO, Hom. sobre S. Mateo> 8).
4794 José era efectivamente un hombre corriente, en el que Dios confió para
obrar cosas grandes. Supo Vivir, tal y como el Señor quería, todos y cada uno de
los acontecimientos que compusieron su vida. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER,ES Cristo
que pasa,4).
4795 E todo esto facia con muy gran alegría pensando a quien servía, e que Dios
le había elegido para tan alto servicio entre todos los hombres de la Tierra [.
. . ] El era arca de toda virtud e perfección. (F. DE EXIMENIS, Vita
Christi,1496).
4796 José quiso despedir a María no para unirse a otra mujer ni por sospechar en
ella alguna falta, sino por reverencia, lleno de un santo temor de vivir al lado
de una tan grande santidad. Y, casado con María, por el testimonio de José se
comprobó el nacimiento virginal de Cristo. (SANTO ToMÁS, In IVSent. dist. 30, a.
2 ad 5; Suma Teológica,3, q. 29, a. 1)
SAN JOSE
Personalidad humana
4797 De las narraciones evangélicas se desprende la gran personalidad humana de
José: en ningún momento se nos aparece como un hombre apocado o asustado ante la
vida; al contrario, sabe enfrentarse con los problemas, salir adelante en las
situaciones difíciles, asumir con responsabilidad e iniciativa las tareas que se
le encomiendan. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,40).
4798 Es hombre de trabajo. El Evangelio no ha conservado ninguna palabra suya.
En cambio, ha descrito sus acciones:
acciones sencillas, cotidianas, que tienen a la vez el significado límpido para
la realización de la promesa divina en la historia del hombre; obras llenas de
la profundidad espiritual y de la sencillez madura. (JUAN PABLO II, Aud. gen.
19-III-1980).
4799 En Nazaret, José sería uno de los pocos artesanos, si es que no era el
único. Carpintero, posiblemente. Pero, como suele suceder en los pueblos
pequeños, también sería capaz de hacer otras cosas: poner de nuevo en marcha el
molino, que no funcionaba, o arreglar antes del invierno las grietas de un
techo. José sacaba de apuros a muchos, sin duda, con un trabajo bien acabado.
Era su labor profesional una ocupación orientada hacia el servicio, para hacer
agradable la vida a las demás familias de la aldea, y acompañada de una sonrisa,
de una palabra amable, de un comentario dicho como de pasada, pero que devuelve
la fe y la alegría a quien está a punto de perderlas.
A veces, cuando se tratara de personas más pobres que él, José trabajaría
aceptando algo de poco valor, que dejara a la otra persona con la satisfacción
de pensar que había pagado. Normalmente José cobraría lo que fuera razonable, ni
más ni menos. Sabría exigir lo que, en justicia, le era debido, ya que la
fidelidad a Dios no puede suponer la renuncia a derechos que en realidad son
deberes: San José tenía que exigir lo justo, porque con la recompensa de ese
trabajo debía sostener a la Familia que Dios le había encomendado. (J. ESCRIVÁ
DE BALAGUER. Es Cristo que pasa,51-52).
Especial honor y veneración
4800 Aunque no hubiera otra razón para alabar a San José, habría que hacerlo, me
parece, por el solo deseo de agradar a María. No se puede dudar que ella tiene
gran parte en los honores que se rinden a San José y que con ello se encuentra
honrada. Además de reconocerle por su verdadero esposo, y de haber tenido para
él todos los sentimientos que una mujer honesta tiene para aquel con quien Dios
la ha ligado tan estrechamente, el uso que él hizo de su autoridad sobre ella,
el respeto que tuvo con su pureza virginal le inspiró una gratuidad igual al
amor que ella tenía por esta virtud y, consiguientemente, un gran celo por la
gloría de San José [. . . ]. (BEATO CLAUDIO DE LA COLOMBIERE, Panegírico de san
José, Exordio. Texto recogido por Mons. Villelet, Les plus beaux textes sur
saint Joséph, La Colombe, Ed. du Vieux Colombier, París 1959, Pp. 113-115).
4801 ¿Queréis, amados hijos, ganar de nuevo a los hombres Para Cristo y para la
Iglesia? -Para Cristo: ningún hombre ha estado tan cercano al Redentor por lazos
domésticos, por relaciones cotidianas, por espiritual armonía y por la vida
divina de la gracia, como José, de la estirpe de David, pero también humilde
obrero manual. -Para la Iglesia El es el Patrono de la Iglesia universal. (Pío
XII, Abc. 7-IX-l 947).
4802 Si toda la Iglesia está en deuda con la Virgen María, ya que por medio de
ella recibió a Cristo, de modo semejante le debe a San José, después de ella,
una especial gratitud y reverencia. (S. BERNARDO DE SIENA Sermón 2).
4803 Hemos de suponer, sin duda alguna, que aquella misma familiaridad, respeto
y altísima dignidad que Cristo tributó a José mientras vivía aquí en la tierra,
como un hijo con su padre, no se la ha negado en el cielo; al contrario, la ha
colmado y consumado. (S. BERNARDINO DE SIENA Sermón 2).
Citas de la Sagrada Escritura
1. . 1 quien ha empezado en vosotros la buena obra, la llevará a cabo hasta el
día de la venida de Nuestro Señor Jesucristo.
Ph 1,6.
[. . . ] Mas Dios, dador de toda la gracia, que nos llamó a su eterna gloria, El
mismo os perfeccionará, fortificará y os consolidará. .
Llegado en poco tiempo a la perfección, vivió una larga vida. Sub 4,13.
Anda en mi presencia y sé perfecto.
Gn 17,1.
Sed pues, perfectos, como perfecto es vuestro Padre celestial.
Mt 5,48.
En el amor no hay temor, pues el amor perfecto desecha el temor; porque el temor
supone castigo, y el que teme no es perfecto en el amor.
1Jn 4,18.
Yo he venido para que tengan vida, y la tengan abundante.
Jn 10,10.
Pero el que guarda su palabra, en ése la caridad de Dios es verdaderamente
perfecta. En esto conocemos que estamos en El.
1Jn 2,5.
Sí quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tienes dalo a los pobres, y tendrás un
tesoro en los cielos, y ven y sígueme.
Mt 19,21.
Sed santos para mí, porque yo, Yavé, soy santo, y os he separado de las gentes
para que seáis mios.
Lv 20,26.
Por cuanto que en El nos eligió antes de la constitución del mundo para que
fuésemos santos e inmaculados ante El en caridad.
Ep 1,4.
Todos los fieles, cada uno en su propio camino, son llamados a la santidad
4804 En mis charlas con gentes de tantos paises y de los ambientes sociales más
diversos, con frecuencia me preguntan: ¿Y qué nos dice a los casados? ¿Qué, a
los que trabajamos en el campo? ¿Qué, a las viudas? ¿Qué, a los jóvenes?
Respondo sistemáticamente que tengo un solo puchero. Y suelo puntualizar que
Jesucristo Señor Nuestro predicó la buena nueva para todos, sin distinción
alguna. Un solo puchero y un solo alimento: mi comida es hacer la voluntad del
que me ha enviado, y dar cumplimiento a su obra (Jn
4,34). A cada uno llama a la
santidad, de cada uno pide amor: jóvenes y ancianos, solteros y casados, sanos y
enfermos, cultos e ignorantes, trabajen donde trabajen, estén donde estén. (J.
ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios,294).
4805 Nuestro fin debe ser nuestra perfección; nuestra perfección es Cristo. (S.
AGUSTIN, Coment. sobre el Salmo 69).
4806 El estilo de la vida espiritual propia de los laicos debe recabar su nota
característica del estado de matrimonio y de familia, de soltería o de viudez,
de la situación de enfermedad, de la actividad profesional y social. No deje,
por tanto, de cultivar con asiduidad las cualidades y dotes que, adecuadas a
tales situaciones, les han sido dadas, y hagan uso de los dones personales
recibidos del Espíritu Santo. (CONC. VAT. II, Decret. Apostolicam actuositatem,4).
4807 Todos estamos llamados a la santidad; para todos hay las gracias necesarias
y suficientes; nadie está excluido [. . . ].
La tentación más engañosa y que se repite siempre, es la de querer cambiar la
sociedad, cambiando solamente las estructuras externas; querer hacer feliz al
hombre en la tierra, satisfaciendo únicamente sus necesidades y sus deseos.
(JUAN PABLO II, Hom. 26-X-1980).
4808 La devoción debe ser practicada de una forma por el caballero y de otra por
el artesano; por el criado y por el príncipe; por la viuda y por la soltera; por
la doncella y por la casada; hay que relacionar su práctica con las fuerzas, las
ocupaciones y los deberes de cada estado. Yo te ruego que me respondas [. . . ]:
¿Sería justo que el obispo observase una vida de soledad semejante a la del
monje cartujo? Y si los casados no quisieran poseer nada como los capuchinos, y
el artesano pretendiese estar todo el día en el templo como los religiosos; y el
religioso, entregado a toda suerte de relaciones para servir al prójimo, como el
obispo, ¿no sería todo ello devoción ridícula, desordenada e intolerable? [. . .
]. No [. . . ], la devoción nada perjudica cuando es verdadera; al contrario,
todo lo perfecciona; y cuando se pronuncia contra la vocación de alguno hay que
considerarla como falsa. (S. FRANCISCO DE SALEs, Introd. a la vida
devota,1,3,19-20).
4809 La llamada a la santidad y la consiguiente exigencia de santificación
personal, es universal: todos, sacerdotes y laicos, estamos llamados a la
santidad; y todos hemos recibido, con el Bautismo, las primicias de esa vida
espiritual que, por su misma naturaleza, tiende a la plenitud. (A. DEL PORTILLO,
Escritos sobre el sacerdocio, p. 111).
4810 Quedan, pues, invitados y aun obligados todos los fieles cristianos a
buscar insistentemente la santidad y la perfección dentro del propio estado.
Estén todos atentos a encauzar rectamente sus afectos, no sea que el uso de las
cosas del mundo y un apego a las riquezas contrario al espíritu de pobreza
evangélica les impida la prosecución de la caridad perfecta. Acordándose de la
advertencia del Apóstol: Los que usan de este mundo no se detengan en eso,
porque los atractivos de este mundo pasan (cfr.
1Co 7,31). (CONC. VAT.
II, Const. Lumen gentium,42).
4811 Tienes obligación de santificarte. -Tú también. -¿Quién piensa que ésta es
labor exclusiva de sacerdotes y religiosos? A todos, sin excepción, dijo el
Señor: "Sed perfectos, como mi Padre Celestial es perfecto". (J. ESCRIVÁ DE
BALA-GUER, Camino, n. 291).
4812 Lo han imitado los santos mártires hasta el derramamiento de su sangre,
hasta la semejanza con su pasión; lo han imitado los mártires, pero no sólo
ellos. El puente no se ha derrumbado después de haber pasado ellos; la fuente no
se ha secado después de haber bebido ellos.
Tenedlo presente, hermanos: en el huerto del Señor no sólo hay las rocas de los
mártires, sino también los lirios de las vírgenes y las yedras de los casados,
así como las violetas de las viudas. Ningún hombre, cualquiera que sea su género
de vida, ha de desestimar su vocación: Cristo ha sufrido por todos Con toda
verdad está escrito de él: Nuestro Salvador quiere que todos los hombres se
salven y lleguen al pleno conocimiento de la verdad. (S. AGUSTIN, Sermón 304).
4813 Todos los fieles cristianos, de cualquier condición y estado, fortalecidos
con tantos y tan poderosos medios de salvación, son llamados por el Señor, cada
uno por su camino, a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el
mismo Padre. (CoNc. VAT. II, (Const. Lumen gentium,11).
4814¿Qué es la santidad? Es precisamente la alegría de hacer la Voluntad de
Dios. (JUAN PABLO II, Hom. 18-1-1981).
Santidad en las tareas de cada dia
4815 No hay situación terrena, por pequeña y corriente que parezca, que no pueda
ser ocasión de un encuentro con Cristo y etapa de nuestro caminar hacia el Reino
de los cielos.
(J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,22).
4816 Una mujer ocupada en la cocina o en coser una tela puede siempre levantar
su pensamiento al cielo e invocar al Señor con fervor. Uno que va al mercado o
viaja solo, puede fácilmente rezar con atención. Otro que está en su bodega,
ocupado en coser los pellejos de vino, está libre para levantar su ánimo al
Maestro. El servidor, si no puede llegarse a la iglesia porque ha ido de compras
al mercado o está en otras ocupaciones o en la cocina, puede siempre rezar con
atención y con ardor. Ningún lugar es indecoroso para Dios. (S. JUAN CRíSÓSTOMO,
Hom. 4, sobre la Profetisa Ana).
4817 Todos los fieles cristianos, en cualquier condición de vida, de oficio o de
circunstancias, y precisamente por medio de todo eso, se podrán santificar de
dia en día, con tal de recibirlo todo con fe de la mano del Padre celestial.
(CONC. VAT II, Const. Lumen gentium,41>.
4818 No es posible creer en la santidad de quienes fallan en las virtudes
humanas más elementales. (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 28).
4819 En esa tarea profesional vuestra, hecha cara a Dios, se pondrán en juego la
fe, la esperanza y la caridad. Sus incidencias, las relaciones y problemas que
trae consigo vuestra labor, alimentarán vuestra oración. El esfuerzo para sacar
adelante la propia ocupación ordinaria, será ocasión de vivir esa Cruz que es
esencial para el cristiano. La experiencia de vuestra debilidad, los fracasos
que existen siempre en todo esfuerzo humano, os darán más realismo, más
humildad, más comprensión con los demás. Los éxitos y las alegrías os invitarán
a dar gracias, y a pensar que no vivís para vosotros mismos, sino para el
servicio de los demás y de Dios. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que
pasa,49).
4820 [. . . ] equivocaríamos el camino si nos desentendiéramos de los afanes
temporales: ahí os espera también el Señor; estad ciertos de que a través de las
circunstancias de la vida ordinaria, ordenadas o permitidas por la Providencia
en su sabiduría infinita, los hombres hemos de acercarnos a Dios. (J. ESCRIVÁ DE
BALAGUER, Amigos de Dios,63).
4821 Son más numerosos sin comparación los acontecimientos cuyo realce social
queda por ahora oculto: es la multitud inmensa de las almas que han pasado su
existencia gastándose en el anonimato de la casa, de la fábrica, de la oficina;
que se han consumido en la soledad orante del claustro; que se han inmolado en
el martirio cotidiano de la enfermedad. Cuando todo quede manifiesto en la
parusía, entonces aparecerá el papel decisivo que ellas han desempeñado, a pesar
de las apariencias contrarias, en el desarrollo de la historia del mundo. Y esto
será también motivo de alegría para los bienaventurados, que sacarán de ello
tema de alabanza perenne al Dios tres veces Santo. (JUAN PABLO II, Hom. 11-II-1981).
Sólo Dios puede llenar el corazón humano
4822 Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que
descanse en ti. (S. AGUSTíN, Confesiones,1,1).
4823¿Buscáis aquí -en este mundo- el alimento como cosa preciosa? Dios será
vuestro alimento. ¿Buscáis aquí los abrazos carnales? Mi felicidad está en
unirme a Dios (Sal 72,28). ¿Buscáis aquí las riquezas? ¿Cómo no poseeréis todo,
pues gozaréis de Aquel que ha hecho todo? Para quitar toda inquietud a nuestra
fe he aquí, en fin, lo que el Apóstol dice de esta vida: Dios es todo en todos (1Co
15,28). (S. AGUSTIN, Sermón 255,
sobre el "alleluia").
4824 (Jesucristo) tiene sed de nuestra sed. (S. GREGORIO MAGNO, Sobre el
Bautismo,40).
4825 Nuestro Salvador está siempre a disposición de los sedientos y, por su
benignidad, atrae a la celebración del gran día a los que tienen sus entrañas
sedientas, según aquellas palabras suyas: El que tenga sed que venga a mí y que
beba. (S. ATANAsIO, Carta 5).
4826 Es mejor para mi, Señor, sufrir la tribulación, con tal de que tú estés
conmigo, que reinar sin ti, disfrutar sin ti, gloriarme sin ti. Es mejor para
mí, Señor, abrazarme a ti en la tribulación, tenerte conmigo en el horno de
fuego, que estar sin ti, aunque fuese en el mismo cielo. ¿Qué me importa el
cielo sin ti?; y contigo, ¿qué me importa la tierra? (S. BERNARDO, Sermón 17).
4827 Hacia el El dirigen su mirada todos los que sienten necesidad de
santificación; hacia El tiende el deseo de todos los que llevan una vida
virtuosa, y su soplo es para ellos a manera de riego que los ayuda en la
consecución de su fin propio y natural.
Fuente de santificación, luz de nuestra inteligencia, El es quien da, de si
mismo, una especie de claridad a nuestra razón natural, para que conozca la
verdad. (S. BASILIO MAGNO, Sobre el Espíritu Santo,9).
4828 Mas ¡con qué sed se desea tener esta sed! Porque entiende el ánima su gran
valor y es sed penosisima que fatiga y trae consigo la misma satisfacción con
que es amada aquella sed; de manera que es una sed que no ahoga sino a las cosas
terrenas, antes da hartura; de manera que cuando Dios le satisface, una de las
mayores mercedes que puede hacer al alma es dejarla con la misma necesidad, y
mayor queda siempre de tornar a beber esta agua. (SANTA TERESA Camino de
perfección,19,2).
4829 Pasa aquí de algún modo como en el cielo, que los que más conocen a Dios
comprenden lo infinito que les queda por conocer. Y los que menos le ven no les
parece tanto lo que les queda por conocer. (S. JUAN DE LA CRUZ, Cántico
espiritual,7,9).
4830 Es propio de los buenos no gozar en donde hay grandes convites, sino en
donde brilla la bondad. (S. JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. III, p. 22).
Santidad y "cosas pequeñas"
4831 La santidad "grande" está en cumplir los "deberes pequeOS" de cada
instante. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, n. 817).
4832 María santifica lo más menudo, lo que muchos consideran erróneamente como
intrascendente y sin valor: el trabajo de cada día, los detalles de atención
hacia las personas queridas, las conversaciones y las visitas con motivo de
parentesco o de amistad. ¡Bendita normalidad, que puede estar llena de tanto
amor de Dios! (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristp que pasa,148).
Santificación del trabajo
4833 Los que viven entregados al trabajo, con frecuencia duro, conviene que en
ese mismo trabajo humano se perfeccionen, ayuden a sus conciudadanos, traten de
mejorar la sociedad entera y la creación; mas aún, traten también de imitar, en
su activa caridad, a Cristo, cuyas manos se ejercitaron en el trabajo, y que
continúa trabajando siempre por la salvación de todos en unión con el Padre;
gozosos en la esperanza, ayudándose unos a otros a llevar sus cargas y
sirviéndose del trabajo cotidiano para subir a una mayor santidad, incluso
apostólica. (CONC. VAT. II, Const. Lumen gentium,41).
4834 Se trata de santificar el trabajo ordinario, de santificarse en esa tarea y
de santificar a los demás con el ejercicio de la propia profesión, cada uno en
su propio estado. (J. EsCRIvÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,122).
4835 Desde ahora, pues, hermanos, cantemos, no por amenizar nuestro descanso,
sino para sostener nuestros trabajos, como se canta de camino: "Canta pero
camina; mantén tu trabajo cantando; no te dejes llevar de la pereza; canta y
camina". ¿Qué quiere decir "camina"? Progresa, progresa en el bien [. . . ],
progresa en la verdadera fe, progresa en la santidad. Canta y camina. (S.
AGUSTíN, Sermón 256).
4836 A veces, nuestras caminatas llegaban al monasterio de Las Huelgas, y en
otras ocasiones nos escapábamos a la Catedral.
Me gustaba subir a una torre, para que contemplaran de cerca la crestería, un
auténtico encaje de piedra, fruto de una labor paciente, costosa. En esas
charlas les hacía notar que aquella maravilla no se veía desde abajo. Y, para
materializar lo que con repetida frecuencia les había explicado, les comentaba:
¡esto es el trabajo de Dios, la obra de Dios!: acabar la tarea personal con
perfección, con belleza, con el primor de estas delicadas blondas de piedra. (J.
ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios,65).
4837 Comprendían, ante esa realidad que entraba por los ojos, que todo eso era
oración, un diálogo hermoso con el Señor. Los que gastaron sus energías en esa
tarea, sabía perfectamente que desde las calles de la ciudad nadie apreciaría su
esfuerzo: era sólo para Dios. ¿Entiendes ahora cómo puede acercar al Señor la
vocación profesional? tú lo mismo que aquellos canteros, y tu trabajo será
también operatio Dei, una labor humana con entrañas y perfiles divinos. (J.
ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios,65).
Prontitud y alegría en nuestro trato con Dios y con los demás
4838 Toda santidad fingida está muerta; porque no obra impulsada por Dios, y más
bien no debiera llamarse santidad; así como un hombre muerto no es hombre, así
como los farsantes que fingen y simulan las personas de otros no son las
personas que imitan. (ORIGENES, en Catena Aurea, vol. III, p. 129).
4839 Es éste un distintivo del hombre justo: que, aun en medio de sus dolores y
tribulaciones, no deja de preocuparse por los demás; sufre con paciencia sus
propias aflicciones, sin abandonar por ello la instrucción que prevé necesaria
para los demás, obrando así como el médico magnánimo cuando está él mismo
enfermo. Mientras sufre las desgarraduras de su propia herida, no deja de
proveer a los otros el remedio saludable. (S. GREGORIO MAGNO, Moralia,3).
4840 En lo que está la suma perfección, claro está que no es en regalos
interiores ni en grandes arrobamientos ni visiones ni en espíritu de profecía;
sino en estar nuestra voluntad tan conforme con la de Dios, que ninguna cosa
entendamos que quiere, que no la queramos con toda nuestra voluntad, y tan
alegremente tomemos lo sabroso como lo amargo, entendiendo que lo quiere Su
Majestad. (SANTA TERESA, Fundaciones,5,10).
4841 Importa mucho entender que vais bien, porque en diciendo a algún caminante
que va errado y que ha perdido el camino, le acaece andar de un cabo a otro, y
mientras anda buscando por donde ir se cansa y gasta el tiempo y llega más
tarde. (SANTA TERESA, Camino de perfección,22,3).
4842 La devoción viva y verdadera presupone el amor de Dios; mejor dicho, no es
otra cosa que el verdadero amor de Dios [. . . ]. La devoción no es otra cosa
que una agilidad o viveza espiritual, por cuyo medio la caridad actúa en
nosotros y nosotros actuamos en ella con prontitud y alegría. (S. FRANCiSCO DE
SALES, Introd. a la vida devota,1,1).
4843 Suelen tener tedio (los principiantes) en las cosas que son más
espirituales y huyen de ellas, como son aquellas que contradicen el gusto
sensible [. . . ]. Y así por esta acidia retrasan el camino de perfección. (S.
JUAN DE LA CRUZ, Noche oscura,1,7).
4844 Si nos nos determinamos a tragar de una vez la muerte y la falta de salud,
nunca haremos nada. (SANTA TERESA, Camino de perfección,11,4).
Con santidad personal se vencen todas las dificultades
4845 Ante cualquier dificultad, ésta es la panacea: santidad personal, entrega
al Señor. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,160).
4846 La cultura más amplia y más escogida [. . . ], la actividad y el acierto en
la acción, aun en los casos en que pueda producir algún bien a la Iglesia y a
los individuos, faltando la santidad, acabarían por reportarle con frecuencia
lamentables perjuicios. Pero aquel que tenga santidad y por la santidad se
distinga, por humilde que parezca, puede emprender y llevar a buen fin obras de
gran provecho para el pueblo de Dios. (S. Pío X, Exhortac. Haerent animo).
4847 El alma, cuanto más avanza en la perfección, tanto más fuerte y valerosa se
vuelve en orden a soportar las penalidades que le puedan sobrevenir. (S.
DOROTEO, Instrucción 7).
4848 Cuanto más alto llegue uno, tanto más tiene que sufrir en este mundo,
porque debilitándose el amor de nuestra alma hacia las cosas del presente siglo,
van aumentando cada vez más sus adversidades. De aquí que vemos a muchos que
obran el bien, y sudan bajo el grave peso de las tribulaciones. Pero según las
palabras del Señor, dan fruto por la paciencia, porque recibiendo las pruebas
con humildad, son admitidos después al descanso en la gloria. De esta manera es
pisoteada la uva y se licúa adquiriendo el sabor del vino; de esta manera
abandona la oliva, sus heces, y su zumo se convierte en aceite puro, después de
molida y prensada; de esta manera es como, por medio de la trilla, se separa en
las eras el grano de la paja y es llevado limpio a los graneros. Por
consiguiente, todo el que desee vencer los vicios, procure sufrir con humildad
las penas de su purificación, para que se presente tanto más limpio ante el
juez, cuanto más le purifica ahora el fuego de la tribulación. (S. GREGORiO
MAGNO, Hom. 15 sobre los Evang. ).
4849 Un poquito de este puro amor [. . . ], más provecho hace a la Iglesia,
aunque parece que no hace nada, que todas las obras juntas. (S. JUAN DE LA CRUZ,
Cántico espiritual,2,29).
Lucha ascética cada día
4850 Ya sabe que, venga lo que viniere, no ha de tornar atrás. Es como uno que
está en una batalla, que sabe que si le vencen no le perdonarán la vida y que ya
que no muere en la batalla ha de morir después, pelea con más determinación y
quiere vender bien su vida y no teme tanto los golpes, porque lleva delante lo
que le importa, la victoria, y que le va la vida en vencer. (SANTA TERESA,
Camino deperfección 23,6).
4851 Pedimos y rogamos que nosotros, que fuimos santificados en el bautismo,
perseveremos en esta santificación inicial. Y esto lo pedimos cada día.
Necesitamos, en efecto, de esta santificación cotidiana, ya que todos los días
delinquimos, y por esto necesitamos ser purificados mediante esta continua y
renovada santificación. (S. CIPRIANO, Trat. sobre la oración,11-12).
4852 Juntos andemos, Señor; por donde fuéredes tengo que ir; por donde pasáredes
tengo de pasar. (SANTA TERESA, Camino de perfección,26,6).
4853 Todos lo santos han abominado de las dignidades, las alabanzas y los
honores, y, por el gran desprecio que sentían por si mismos, no deseaban sino
las humillaciones y los oprobios. ¿Eres tú quizá más santo que ellos? (J. PEcci
León XIII-, Práctica de la humildad,52).
4854 Muchos hay que envejecen en la tibieza y relajación que han contraído en su
adolescencia, intentando granjearse autoridad no por la madurez de su vida, sino
por su edad avanzada. (CASIANO Colaciones,2).
4855 Muchos hay en la Iglesia que se parecen a este siervo (el que escondió el
talento) que, temiendo entrar en el camino de una vida mejor, no se atreven a
sacudir la pereza de su cuerpo; y creyéndose pecadores tiemblan de tomar el
camino de la santidad, y no se horrorizan de permanecer en sus iniquidades. (S.
GREGORIO MAGNO, en Catena Aurea, vol. III, p. 232).
4856 El aprovechamiento del alma no está en pensar mucho, sino en amar mucho.
(SANTA TERESA, Fundaciones,5,2).
El principal objetivo del hombre
4857 Este debe ser nuestro principal objetivo y el designio constante de nuestro
corazón: que nuestra alma esté continuamente unida a Dios y a las cosas divinas.
Todo lo que le aparte de esto, por grande que pueda parecernos, ha de tener en
nosotros un lugar puramente secundario o, por mejor decir, el último de todos.
Inclusive debemos considerarlo como un daño positivo. (CASIANO, Colaciones,1).
4858 El tiempo exige de ti que anheles alcanzar a Dios con los tuyos, de la
misma forma que el piloto anhela vientos favorables y el marinero sorprendido
por la tempestad suspira por el puerto. (S. IGNACIO DE ANTIOQUíA, Epístola a S.
Policarpo).
4859 Ahora, tornando a los que quieren ir por él y no parar hasta el fin -que es
llegar a beber de esta agua de vida-, cómo han de comenzar digo que importa
mucho y el todo una grande y muy determinada determinación de no parar hasta
llegar a ella, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájase lo que
se trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera
en el camino, siquiera no tenga devoción para los trabajos que hay en él,
siquiera se hunda el mundo. (SANTA TERESA, Camin0 de perfección,21,2).
4860 Las palabras del Señor nos advierten que, en medio de la multiplicidad de
ocupaciones de este mundo, hay una sola cosa a la que debemos tender. Tender,
porque somos toda vía peregrinos, no residentes; estamos aún en camino, no en la
patria definitiva; hacia ella tiende nuestro deseo, pero no disfrutamos aún de
su posesión. Sin embargo, no cejemos en nuestro esfuerzo, no dejemos de tender
hacia ella, porque sólo así podremos un día llegar a término. (S. AGUSTIN,
Sermón 103).
Santidad y apostolado ver nn. 315-324; 3893-3895.
4861 El Señor no dice solamente: Quiero, queda limpio, sino que extendió la maño
y tocó al leproso. Esto es muy digno de retener la atención. ¿Por qué, en
efecto, cuando bastaba querer y hablar para limpiarlo, lo toca con su mano? Me
parece que no había más razón que la de mostrar que se situaba no por debajo de
la Ley, sino por encima, y que no existe nada impuro para el que es puro 1. . .
] Su mano no se hizo impura por el contacto con la lepra; al contrario, el
cuerpo del leproso quedó purificado por esta santísima mano. Es que Cristo no
vino únicamente para curar los cuerpos, sino para elevar las almas a la santidad
[]y enseñarnos que la única lepra temible es el pecado [. . . J. (S. JUAN
CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo,25).
4862 El cristiano ha de encontrarse siempre dispuesto a santificar la sociedad
desde dentro, estando plenamente en el mundo, pero no siendo del mundo, en lo
que tiene -no por característica real, sino por defecto voluntario, por el
pecado- de negación de Dios, de Oposición a su amable voluntad salvifica. (J.
ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,125).
4863 Duos ha hecho un cielo nuevo, una tierra nueva, como dice el Profeta. ¿Qué
cielo? El firmamento de la fe en Cristo. ¿Qué tierra? El corazón humano, dice el
Señor, que se empapa de la lluvia que cae del cielo y que produce numerosas
espigas. En esta creación el sol, sin duda, es la pureza de vida; las estrellas
son las virtudes; el clima, una vida limpia; el mar, la profundidad de las
riquezas de la sabiduría y de la ciencia; las hierbas y los brotes, la doctrina
buena donde el pueblo, rebaño de Dios, va como a pastar y a pacer. (S. GREGORIO
MAGNO, Hom. de Pascua).
4864 La santidad no depende del estado -soltero, casado, viudo, sacerdote-, sino
de la personal correspondencia a la gracia, que a todos se nos concede, para
aprender a alejar de nosotros las obras de la tinieblas y para revestirnos de
las armas de la luz: de la serenidad, de la paz, del servicio sacrificado y
alegre a la humanidad entera (cfr.
Rm 13,12). (J. ESCRIVÁ
DE BALAGUER, Hom. Sacerdotepara la eternidad,13-IV-1973).
4865 Las obras de misericordia son la prueba de la verdadera santidad. (SANTO
TOMÁS, en Catena Aurea, vol. II, p. 15).
4866 En esto consiste la perfección de la vida cristiana: en que, hechos
partícipes del nombre de Cristo por nuestro apelativo de cristianos, pongamos de
manifiesto, con nuestros sentimientos, con la oración y con nuestro género de
vida, la virtualidad de este nombre. (S. GREGORIO DE NISA, Trat. sobre el modelo
cristiano).
El santo aquí en la tierra: alegría, necesidad de la
oración, de la lucha ascética, fortaleza, humildad, etc-
4867¿Santo, sin oración?. . . -No creo en esa santidad. (J. EsCRIV DE BLAGJER
Camino, n. 107).
4868 Hay que pensar en la sabiduría de Esteban, en la palabra de Pedro, en el
ímpetu de S. Pablo. Nada pudo contener? menguar su empuje: ni la cólera del
pueblo, ni la violencia de los tiranos, ni el ataque de los demonios, ni los
asesinatos cotidianos. Como el río impetuoso pasaron sobre todo lo que tenían
delante. (S. JUAN CRISÓSTOMO, Hom. Sobre Mateo,51).
4869 Los santos, mientras vivían en este mundo, estaban siempre alegres, como si
siempre estuvieran celebrando la Pascua. (S. ATANAsIO Carta 14).
4870 El santo no es sólo la alegría de sus padres, sino la salvación de muchos.
(S. BRO5IO, en Catena Aurea, vol. V, p. 22).
4871 Ya veis, pues, cómo todos los santos han hablado, no ,tanto en persona del
pueblo como en nombre propio, y como se proclaman verdaderos pecadores. (CASlANO
Colaciones,23,17).
4872 Cuando llegue allí (al cielo) entonces seré de verdad un hombre de Dios.
(S. IGNACIO DE Antioquía Hom. 6).
4873 (Los santos) en su afán ilimitado por la santidad, descubren en sí con rara
sagacidad y condenan sin piedad cosas que nuestra mirada interior,
entenebrecida, no puede ni siquiera atisbar. (CASIANO, Colaciones,23).
4874 He notado, y es muy natural, que las hermanas más santas
son más queridas. (SANTA TERESA, DF LISIEUx, Manuscrito a la M. M. de Gonzaga,
X,13).
4875 ¿Hay otra clase de Santos? Sí, pero está escondida. Hay, en efecto, santos
que todavía luchan y pelean; corren aún sin haber llegado a la meta [. . . ]. La
palabra "santo" tiene, pues, diversos significados: unas veces designa a
aquellos cuya santidad está ya consumada, otras a los que luchan por alcanzarla.
(S. BERNARDO, Sermón 5 para la fiesta de Todos los Santos).
"Obras maestras del Espíritu Santo"
4876 Cada uno de los Santos es una obra maestra de la gracia del Espíritu Santo.
(JUAN XXIII, Abc. 5-6-1960).
4877 ¿Quiénes son aquellos a quienes la Iglesia dedica la solemnidad de hoy
(Todos los Santos), sino el fruto de la obra santificante del Espíritu de verdad
y de amor, que es el Espíritu Santo? ¿Qué es la santidad de tantos hermanos y
hermanas -conocidos por su nombre, o no- a los que honramos particularmente este
día, sino la madura plenitud de esa vida que precisamente El, el Espíritu Santo,
injerta en el alma del hombre?
¡El "que es Señor y Dador de vida"! [. . . ].
La liturgia de esta solemnidad nos infunde un gran júbilo y una alegre esperanza
cuando, mediante las palabras del Apocalipsis, observamos con los ojos del alma
esa muchedumbre inmensa que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos
y lenguas (Ap
7,9).
Este es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob
(Sal 23 [24],6).
Y todos los santos, a los que hoy honramos, son portadores del don misterioso
del Espíritu Santo, al cual han testimoniado fidelidad heroica.
Teniendo ante nuestra mirada espiritual esta espléndida imagen que la liturgia
de la Iglesia nos ofrece el 1 de noviembre, tratemos ahora, en la oración del "Angelus",
de manifestar al Espíritu Santo una ferviente gratitud por Todos los Santos,
esto es, por todos los frutos de la santidad que han nacido en el curso de la
historia de la salvación bajo el influjo de su gracia.
Agradezcamos especialmente ese particularísimo fruto de santidad, nacido y
madurado por la presencia del Espíritu Santo, la Virgen de Nazaret, llena de
gracia, Santísima, Theotokos, Madre de Dios. (JUAN PABLO II, Angelus, l-XI-1981).
Necesidad de personas santas
4878 Un secreto. -Un secreto, a voces: estas crisis mundiales son crisis de
santos.
-Dios quiere un puñado de hombres "suyos" en cada actividad humana.
--Después. . . "pax Christi in regno Christi" -la paz de Cristo en el reino de
Cristo. (J. ESCRIVÄ DE BALAGUER, Camino, n. 301).
Los santos en la Patria definitiva. Intercesión y veneración
4879 Hemos de suponer, sin duda alguna, que aquella misma familiaridad, respeto
y altísima dignidad que Cristo tributó a José mientras vivía aquí en la tierra,
como un hijo con su padre, no se la ha negado en el cielo; al contrario, la ha
colmado y consumado. (S. BERNARDINO DE SIENA, Sermón
2).
4880 Los santos no necesitan de nuestros honores, ni les añade nada nuestra
devoción. La veneración de su memoria redunda en provecho nuestro, no suyo. Por
lo que a mí respecta, confieso que, al pensar en ellos, se enciende en mí un
fuerte deseo. (S. BERNARDO, Sermón 2).
4881 Contempla a tu lado el colegio de todos los santos, congregados para colmo
de tu felicidad por la divina clemencia, porque no es dichosa la posesión de un
bien cuando de él se goza en soledad. (S. BUENAvENTURA, Soliloquio,4).
4882 Siempre creyó la Iglesia que los apóstoles y mártires de Cristo, por haber
dado el supremo testimonio de fe y de caridad con el derramamiento de su sangre,
nos están más intimamente unidos en Cristo; les profesó especial veneración
junto con la Bienaventurada Virgen y los santos ángeles, e imploró piadosamente
el auxilio de su intercesión. (CONC VAT II, Const. Lumen gentium,50).
4883 Es algo injurioso rezar por el mártir, a cuyas oraciones debemos nosotros
encomendarnos. Sin embargo, las Oraciones de los santos mártires satisfacen a
Dios por los pecados de su pueblo. Todos los mártires que están alabando a Dios,
interceden por nosotros; y no cesan sus oraciones hasta que no cesan nuestras
lamentaciones. Se alegran de nosotros quienes oran por nosotros. (S. AGUSTIN,
Sermón sobre S. Esteban,1).
4884 De la misma manera que Noé y sus hijos, salvos en el arca, evitaron perecer
en el diluvio, así también los hombres podrán evitar el diluvio de la eterna
condenación si prontamente recurren al arca espiritual, es decir, si se refugian
en la intercesión de los santos. (SAN AMBROSIO, Sobre el arca de Noé,7).
4885 Que les enseñen que los santos, que reinan juntamente con Cristo, ofrecen
sus oraciones por los hombres; que es bueno y provechoso invocarles humildemente
y recurrir a sus plegarias, a su ayuda y socorro para obtener de Dios los
beneficios por su Hijo Jesucristo, nuestro Señor, que es nuestro único Redentor
y Salvador. Aquellos que niegan que han de ser invocados los santos que gozan en
el cielo de la felicidad eterna, los que afirman que ellos no oran por los
hombres o que es idolatría invocarles para que oren por cada uno de nosotros, o
que es cosa contraria a la palabra de Dios y Opuesta al honor debido a
Jesucristo, único mediador entre Dios y los hombres, o que es necedad suplicar
oral o mentalmente a los que reinan en el cielo, todos estos piensan impíamente.
(CONC. DE TRENTO, Ses. XXV).
Conocer la vida de los santos
4886 Debemos conocer la vida de los santos, para afinar en la corrección de
nuestra propia vida 1. . . ] y así el fuego de la juventud espiritual, que
tiende a apagarse por el cansancío, revive con el testimonio y el ejemplo de los
que nos han precedido. (S. GREGORIO MAGNO, Moralia,24).
Las fiestas de los santos
4887 Las fiestas de los santos proclaman las maravillas de Cristo en sus
servidores y proponen ejemplos oportunos a la imitación de Cristo. (CONC. VAT
11, Const. Sacrosanctum Concilium,111).
Veneración por las reliquias, lugares donde vivieron, etc.
Los fieles han de venerar también los santos cuerpos de los 4888 mártires y los
de los otros santos que viven con Cristo, pues fueron miembros vivos de Cristo y
templos del Espíritu Santo (1Co
3,16
1Co 6,19
2Co 6,16)
y serán resucitados y glorificados por él para la vida eterna. Por ellos Dios
concede muchos beneficios a los hombres. Por tanto, los que afirman que no se
debe honor y veneración a las reliquias de los santos, o que los fieles honran
inútilmente sus reliquias y los otros monumentos sagrados y que en vano visitan
los lugares de su martirio para obtener ayuda, estos tales han de ser
condenados, como antaño los condenó la Iglesia y ahora también los condena.
(CONC. DE TRENTO, Ses. XXV).
Imágenes de santos
4889 Las imágenes de Cristo, de la Virgen, Madre de Dios, y las de otros santos,
hay que tenerlas y guardarlas sobre todo en los templos y tributarles la
veneración y el honor debidos. No es que se crea que en ellas hay algo de divino
[. . i,. sino que el honor que se les tributa se refiere a los modelos
originales por ellos representados. Por tanto, a través de las imágenes que
besamos y ante las cuales descubrimos nuestra cabeza y nos postramos, adoramos a
Cristo y veneramos a los santos cuya semejanza ellas evocan. (CONC. DE TRENTO,
Ses. XXV).
4890 Definimos que [. . . ], tal como se hace con la cruz preciosa y
vivificante, las imágenes venerables y sagradas, tanto las pintadas como las de
mosaico y de otra materia apropiada, deben colocarse en las Iglesias santas de
Dios, en los vasos y en los ornamentos, en las paredes y en los cuadros, en las
calles y en las casas: tanto la imagen de nuestro Señor Jesucristo, Dios y
Salvador nuestro, como las de la Virgen santa, Madre de Dios y Señora nuestra,
de los ángeles venerables y de los justos. (II CONC DF NICEA Dz 511,302).
4891 En efecto, cuanto más frecuentemente son contempladas por medio de su
representación en la imagen, tanto más se mueven los que las contemplan al
recuerdo y deseo del modelo original, a besarías y a tributarles el culto
debido, no por cierto el de latría verdadera que, según nuestra fe, sólo
conviene a la naturaleza divina; sino que, como se hace con la cruz preciosa y
vivificante, con los santos evangelios y con los demás objetos sagrados, hay que
honrarlas con la ofrenda de incienso y luces, como fue costumbre piadosa de los
antiguos. "Porque el honor de la imagen se dirige al original" (S. Basilio). El
que venera una imagen venera a la persona por ella representada. (II CONC. DE
NICEA, Dz 511,302).
4892 Es conveniente, según lo que dicta la razón y en conformidad con la
tradición más antigua, honrar y venerar las imágenes, puesto que el honor se
refiere a los mismos originales, del mismo modo que el libro santo de los
Evangelios y la imagen de la cruz preciosa. Si, pues, no venera la imagen de
Cristo, Salvador nuestro, que no vea su forma cuando venga en la gloria de su
Padre a ser glorificado y glorificar a sus santos. Que sea excluido de su
sociedad y de su claridad. Lo mismo decimos para quien no venera la imagen de su
Madre inmaculada, Maria, Madre de Dios. Pintamos también las imágenes de los
santos ángeles, tal como los representan las palabras de la Sagrada Escritura.
Honramos y veneramos las imágenes de los Apóstoles, tan dignas de alabanza, de
los profetas, de los mártires, de los santos varones y de todos los santos.
Quienes no sienten así, sean anatemas de parte del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo. (CONC. DE CONSTANTINOPLA IV, Dz. 513,337).
Comunión de los santos. Ver nn. 1046-1087.
Citas de la Sagrada Escritura
El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, vino a servir y a dar su vida en
rescate por muchos.
Mt 20,28.
Sabiendo que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas y que había
salido de Dios y a El volvía, se levantó de la mesa, se quitó los vestidos y,
tomando una toalla, se la ciñó; luego echó agua en la jofaina, y comenzó a lavar
los pies de los discípulos y a enjugárselos con una toalla que tenía ceñida. .
Cuando les hubo lavado los pies, tomando sus vestidos Y POniéndose de nuevo en
la mesa, les dijo: ¿Entendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis
Maestro y Señor, y decís bien, porque de verdad lo soy. Si yo, pues, os he
lavado los pies, siendo vuestro Señor y Maestro, también ha-
béis de lavaros vosotros los pies unos a otros. .
En verdad, en verdad os digo: No es el siervo mayor que su señor, ni el enviado
mayor que quien le envía.
Jn 13,16.
Hermanos míos, continuad firmes y constantes, trabajando siempre más y más en la
obra del Señor, sabiendo que nuestro trabajo no es inútil a los ojos de Dios.
1Co 15,58.
Servid a Yavé con júbilo, venid gozosos a su presencia.
Ps 99,2.
En ti, Señor, está la piedad, pues das a cada uno según sus obras.
Ps 61,13.
Así también vosotros, cuando hiciereis estas cosas que os están mandadas, decid:
Somos siervos inútiles; lo que teníamos que hacer, eso hicimos.
Lc 17,10.
Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mí
servidor; si alguno me sirve, mí Padre le honrará.
Jn 12,26.
El mas grande de vosotros sea vuestro servidor.
Mt 23,11
Ellos se callaron porque en el camino habían discutido entre si sobre quién
seria el mayor.
Mc 9,34.
No ha de ser así entre vosotros; antes, sí alguno de vosotros quiere ser grande,
sea siervo de todos.
Mc 10,40.
Servir a Dios es un honor
4893 Esclavitud por esclavitud -si, de todos modos, hemos de servir, pues,
admitiendolo o no, esa es la condición humana-, nada hay mejor que saberse, por
Amor, esclavos de Dios. Porque en ese momento perdemos la situación de esclavos,
para convertirnos en amigos, en hijos. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER Amigos de
Dios,35).
4894 Así acontece en el servicio de Dios: a Dios no le aporta nada, pues Dios no
tiene necesidad del servicio de los hombres; mas, a aquellos que le sirven y le
siguen, Dios les da la vida, la incorruptibilidad y la gloria eterna. El concede
su benevolencia a los que le sirven por el hecho de servirle, y a los que le
siguen por el hecho de seguirle, pero no recibe de ellos beneficio alguno porque
es perfecto y no tiene ninguna necesidad. Si Dios solícita el servicio de los
hombres es para poder, siendo bueno y misericordioso, otorgar sus beneficios a
aquellos que perseveran en su servicio; porque, del mismo modo que Dios no tiene
necesidad de nada, el hombre tiene necesidad de la comunión con Dios, pues la
gloria del hombre está en perseverar en el servicio divino. (S. IRENEO, Trat.
contra las herejías,4).
4895 El servir a Dios nada le añade a Dios, ni tiene Dios necesidad alguna de
nuestra sumisión; es él, por el contrario, quien da la vida, la incorrupción y
la gloría eterna a los que le siguen y sirven, beneficiándolos por el hecho de
seguirle y servirle, sin recibir de ellos beneficio alguno. (S. IRENEO, Trat.
contra las herejías,4).
4896 Algunas veces pienso hacéis semejantes mercedes a los que Os aman, y Vos
les hacéis tanto bien como es darles con que os sirvan. (SANTA TERESA,
Fundaciones,22,7).
El Señor es "buen pagador"
4897 Como los soldados, que -aunque hayan servido mucho siempre- han de estar a
punto para que el capitán les mande en cualquier oficio que quiera ponerlos,
pues les han de dar sueldo. ¡Y cuán mejor paga la pagará nuestro Rey que los de
la tierra! (SANTA TERESA, Camino deperfección,18,3).
4898 La pobre alma -aunque quiere- no puede todas las veces lo que querría ni
puede nada sin que se lo den, y ésta es su mayor riqueza; queda más adeudada
mientras más sirve. (SANTA TERESA, Camino de perfección,32, II).
4899 Esto es como cuando entra un criado a servir tiene cuenta con contentar a
su señor en todo; más él está obligado a dar de comer al siervo mientras está en
su casa y le sirve, salvo si no es tan pobre que no tiene para sí ni para él.
Acá cesa esto: siempre es y será rico y poderoso. Pues no seria bien andar el
criado pidiendo de comer, pues sabe que tiene cuidado su amo de dárselo y le ha
de tener. Con razón le dirá que se ocupe él en servirle y en cómo le ha de
contentar, que por andar ocupado el cuidado en lo que no le ha de tener no hace
cosa a derechas. (SANTA TERESA, Camino de perfección,34,5).
Servir con alegría
4900 Servid al Señor, con alegría (Sal 99,2): no hay otro modo de servirle. Dios
ama al que da con alegría (2Co
9,7), al que se entrega por entero en
un sacrificio gustoso, porque no existe motivo alguno que justifica el
desconsuelo. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,177).
4901 No existen fechas malas o inoportunas: todos los días son buenos, para
servir a Dios. Sólo surgen las malas jornadas cuando el hombre las malogra con
su ausencia de fe, con su pereza, con su desidia que le inclina a no trabajar
con Dios, por Dios. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios,52).
Servir a los demás, por Dios, sin esperar nada a cambio
4902 El que quiera ser el mayor que sea vuestro servidor, y el que quiera ser el
primero que sea esclavo de todos.
Este servicio hacia los hombres debe ser ciertamente gratuito y el que se
consagra a él debe sentirse sometido a todos y servir a los hermanos como si
fuera deudor de cada uno de ellos. (S. GREGORIO DE NISA, Sobre la conducta
cristiana).
4903 Busquemos aquellas virtudes que, junto con nuestra salvación, aprovechan
principalmente al prójimo [. . . ]. En lo terreno, nadie vive para sí mismo. El
artesano, el soldado, el labrador, el comerciante, todos sin excepción
contribuyen al bien común y al provecho del prójimo. Con mayor razón en lo
espiritual. Porque esto es sobre todo vivir. El que sólo vive para sí y
desprecia a los demás, es un ser inútil, no es hombre, no pertenece a nuestro
linaje. (S. JUAN CRíSÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo,77).
4904 Fijémonos en los soldados que prestan servicio bajo las órdenes de nuestros
gobernantes: su disciplina, su obediencia, su sometimiento en cumplir las
órdenes que reciben. No todos son generales ni comandantes, ni centuriones ni
oficiales, ni todos tienen alguna graduación; sin embargo, cada cual, en el
sitio que le corresponde, cumple lo que le manda el rey o cualquiera de sus
jefes. Ni los grandes podrían hacer nada sin los pequeños, ni los pequeños sin
los grandes; la efectividad depende precisamente de la conjunción de todos.
Tomemos como ejemplo a nuestro cuerpo. La cabeza sin los píes no es nada, como
tampoco los pies sin la cabeza; los miembros más íntimos de nuestro cuerpo son
necesarios y útiles a la totalidad del cuerpo; más aún, todos ellos se coordinan
entre sí para el bien de todo el cuerpo. Procuremos, pues, conservar la
integridad de este cuerpo que formamos en Cristo Jesús, y que cada uno se ponga
al servicio de su prójimo según la gracia que le ha sido asignada por donación
de Dios. (S. CLEMENTE, Carta a los Corintios; 36).
4905 Es conveniente que quienes están al frente de sus hermanos se esfuercen más
que los demás en trabajar por el bien ajeno, se muestren más sumisos que los
súbditos y, a la manera de un siervo, gasten su vida en bien de los demás,
pensando que los hermanos son en realidad como un tesoro que pertenece a Dios y
que Dios ha colocado bajo su cuidado. (S. GREGORIO DE NISA, Sobre la conducta
cristiana).
4906 (Debemos) examinar con mucho cuidado nuestra intención en todo lo que
hacemos, y no buscar nuestros intereses, si queremos servir al Señor. (S.
GREGORIO MAGNO, Hom. sobre el profeta Ezequiel,2).
4907 [. . . J para servir, servir. Porque, en primer lugar, para realizar las
cosas, hay que saber terminarías. No creo en la rectitud de intención de quien
no se esfuerza en lograr la competencia necesaria, con el fin de cumplir
debidamente las tareas que tiene encomendadas. No basta querer hacer el bien,
sino que hay que saber hacerlo. Y, si realmente queremos, ese deseo se traducirá
en el empeño por poner los medios adecuados para dejar las cosas acabadas, con
humana perfección. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,50).
Para servir es necesaria la humildad y la fortaleza
4908 Cuando se te presente la ocasión de prestar algún servicio bajo y abyecto
al prójimo, hazio con alegría y con la humildad con que lo harías si fueras el
siervo de todos. De esta práctica sacarás tesoros inmensos de virtud y de
gracia. (J. PECCI -León XIII- Práctica de la humildad,32).
4909 No es apto para servir quien no es fuerte. (SANTO TOMÁS, Catena Aurea, vol.
1P 52).
4910 En la casa del justo los que mandan sirven a aquellos a quienes parecen
mandar. La razón es que no mandan por afán de poder, sino porque tienen el
ministerio de cuidar de los demás; no son los primeros por soberbia, sino por
amor, para atenderles. (S. A(LTIN, La Ciudad de Dios,19,14).
4911 El espíritu crítico no sería expresión de la actitud de servicio, sino más
bien de la voluntad de dirigir la opinión de los demás según la opinión propia,
divulgada a veces de manera demásiado desconsiderada. (JUAN PABLO II, Enc.
Redemptor hominis,1,4).
Medios para servir a Dios
4912 Porque la confianza que el apóstol ha de poner en Dios debe ser tan grande
que, aunque no posea lo necesario para esta vida, tenga por cierto que nada le
ha de faltar. (S. GREGORIO MAGNO, Hom. 17 sobre los Evang. ).
4913 Una persona que no se esforzara por hacer lo que está de su parte,
esperándolo todo del auxilio divino, tentaría a Dios. (SANTO TOMÁS, Suma
Teológica,2-2, q. 53, a. 4).
4914 Después de la caída, su lenguaje es completamente distinto: ¿A qué nos
miráis a nosotros, como si por propia virtud o por propia piedad hubiéramos
hecho andar a éste? (Ac
3,12). De ahí aprendemos una gran
verdad, y es que no basta la voluntad del hombre, si no nos asiste la ayuda de
lo alto, si nos falta la voluntad [. . . ].
Por eso yo os exhorto a que ni se lo dejéis todo a Dios y os echéis vosotros a
dormir; ni, porque seáis fervorosos, penséis que por vuestro propio esfuerzo lo
vais a conseguir todo. Dios no quiere ni que nos tumbemos -y por eso no lo hace
él todo- ni que seamos arrogantes- y por eso tampoco nos lo deja a nosotros
todo-. (S. JUAN CRISOSTOMO Hom. sobre S. Mateo,84).
4915 En las empresas de apostolado está bien -es un deber- que consideres tus
medios terrenos (2 + 2 4), pero no olvides ¡nunca! que has de contar, por
fortuna, con otro sumando: Dios + 2 + 2. . . (J. ESCRIVÄ DE BALAGUER. Camino, n.
471).
4916 Al que es rico, y por su poder y excelente disposición corporal tiene
cierta grandeza, y hace buen uso de aquellos bienes que posee, justo es amarle y
respetarle como quien está dotado de bienes comunes, siempre que los emplee
conforme a lo que dicta la recta razón: de tal modo que sea caritativo con los
pobres, auxilie a los enfermos y considere todos los bienes que posee no más
suyos que de los indigentes. Por el contrario, al hombre que no procede así
debemos tenerle como más digno de lástima que de envidia, en cuanto que tiene
más medios y más ocasiones para pecar. (S. BASILIO, Hom. sobre la envidia>.
4917 Sirve a tu Dios con rectitud, séle fiel. . . y no te preocupes de nada:
porque es una gran verdad que "si buscas el reino de Dios y su justicia, El te
dará lo demás -lo material, los medios- por añadidura". (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER,
Camino, n. 472>.
4918 De aquí que no se deba tener al rico por dichoso sólo por sus riquezas; ni
al poderoso por su autoridad y dignidad; ni al fuerte por la robustez de su
cuerpo; ni al sabio por su eximía elocuencia. Todas estas cosas son instrumentos
de virtud para los que las usan rectamente; pero ellas, en sí mismas, no
contienen felicidad. (S. BASiLIO, Hom. sobre la envidia).
Citas de la Sagrada Escritura
Nuestro Señor aborrece la mentira y la hipocresía: .
La verdadera caridad es sincera:
Rm 12,9
1Co 13,5-6.
San Pablo es sincero como Nuestro Señor: pone su conducta de acuerdo con su
doctrina:
2Co 1,18-21.
Ser sincero sin temor a desagradar a los hombres:
Ga 1,10.
Todo lo que está oculto será descubierto:
Mt 10,26.
La obediencia debe ser sincera: .
Atractivo de la sinceridad en medio de la mentira que reina en el mundo: .
San Pablo exhorta a los Colosenses a la sinceridad:
Col 3,8-9.
La sinceridad busca agradar a Dios y no a los hombres: .
Hagamos todas las cosas con sinceridad y pureza de intención:
1Tm 5,21.
Nuestras acciones deben estar de acuerdo con nuestra fe:
Jc 1,19-27
Jc 2,1-26.
Señales de la auténtica caridad:
1Jn 2,3-11
1Jn 3,16-24
1Jn 4,20.
Nuestro Señor desprecia las limosnas, oraciones y ayunos de los hipócritas, por
los que no recibirán ninguna recompensa:
Mt 6,1-8.
Los hipócritas juzgan severamente a los demás: .
Indignación de Nuestro Señor contra los que traspasan con astucia y artificio
los mandamientos de Dios:
Mt 15,3-9
Mc 7,9-13.
Testimonio de Nuestro Señor contra ellos:
Lc 11,37-52.
Necedad de los hipócritas; en efecto, todo secreto será descubierto:
Lc 12,1-2.
El diablo es padre de la mentira:
Jn 8,44.
Sinceridad con Dios
4919 Toda santidad fingida está muerta; porque no obra impulsada por Dios, y más
bien no debiera llamarse santidad; así como un hombre muerto no es hombre, así
como los farsantes que fingen y simulan las personas de otros, no son las
personas que imitan. (ORIGENES, en Catena Aurea, vol. III, p. 129>.
4920 (Y vino a El un leproso que, rogándole de rodillas, le decía: Si quieres,
puedes limpiarme). Aquel hombre se arrodilla postrándose en tierra -lo que es
señal de humildad y de vergÚenza que cada uno se avergúence de las manchas de su
vida. Pero la vergúenza no ha de impedir la confesión: el leproso mostró la
llaga y pidió el remedio. Su confesión está llena de piedad y de fe. Si quieres,
dice, puedes: reconoció que el poder curarse estaba en manos del Señor. (SAN
BEDA, Coment. Evang. S. Marcos).
4921 Así como en los teatros, cuando todo se acaba, y los que representan se
retiran y se desnudan el traje, los que antes parecían reyes o pretores aparecen
ahora tal y como son con todas sus miserias, así, cuando viene la muerte y
concluye el espectáculo de esta vida, depuestos de los disfraces de la riqueza y
de la pobreza, sólo por las obras se juzga quiénes son verdaderamente ricos y
quiénes pobres, quiénes dignos y quiénes indignos de gloria. (S. JUAN
CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 249).
4922 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que limpiáis por fuera la
copa y el plato, que por dentro están llenos de rapiña y codicia! Si el Señor
detesta la suciedad de los cuerpos y de los vasos que por necesidad tienen que
mancharse con el mismo uso, ¿cuánto más las inmundicias de la conciencia, que si
queremos podemos conservar siempre limpia? (S. JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea,
vol. III, p. 126).
Sinceridad en la Confesión
4923 No te acuses con aquellas fórmulas superfluas que muchos dicen por
costumbre: " Yo no he amado a Dios tanto como debía, no he orado con la devoción
que debiera, no he amado a mi prójimo como debiera amarle, no he recibido los
Santos Sacramentos con la reverencia que es debida", y otras semejantes. La
razón es porque diciendo esto no dices nada en particular que pueda manifestar
al confesor el estado de tu conciencia, pues cuantos hombres hay en la tierra y
cuantos santos están en el Cielo podrían decir lo mismo si confesasen. (S.
FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, II,19).
4924 Has de expresar también si te has detenido largo tiempo en el mal, pues la
prolongación del tiempo de ordinario acrecienta mucho la culpa, porque hay gran
diferencia entre una vanidad pasajera que haya ocupado el espíritu por espacio
de un cuarto de hora, y otra en que el corazón se mantuvo sumergido uno, dos y
tres días. En suma: es menester decir el hecho, el motivo y la duración de las
culpas; pues aunque por lo común no hay obligación de explicar tan puntualmente
los pecados veniales, y en rigor no estamos obligados a confesarlos, con todo,
los que quieren purificar bien sus almas para llegar mejor a la devoción santa
deben ser muy cuidadosos en manifestar claramente al médico espiritual la
enfermedad de que buscan el remedio, por pequeña que sea. (S. FRANCISCO DE
SALES, Introd. a la vida devota, II,19).
4925 Todo pecador, mientras oculta en su conciencia sus culpas, se esconde y
encubre en su interior; pero el muerto sale fuera cuando el pecador confiesa
espontáneamente sus maldades. A Lázaro se le dijoPs fuera, que es lo mismo que
si a cualquiera que está muerto en la culpa se le dijera:
¿por qué escondes el resto de tu culpa dentro de tu conciencia? Ya es tiempo de
que salgas fuera por medio de la confesión, tú que te escondes en tu interior
por medio de la negación. Salga fuera el muerto, esto es, confiese su culpa el
pecador. Los discípulos desataron al que salía del sepulcro, para que los
pastores de la Iglesia perdonen la pena que mereció el que no se avergonzó de
confesar lo que hizo. (S. GREGORIO MAGNO, Hom. 26 sobre los Evang. ).
4926 Al confesar los pecados, ¿qué otra cosa hacemos sino descubrir el mal que
estaba oculto dentro de nosotros? (S. GREGORIO MAGNO, Hom. 40 sobre los Evang.
).
4927 (Algunos van con los pecados disimulándonos y como) coloreando porque no
parezcan tan malos, lo cual más es irse a excusar que a acusar. (S. JUAN DE LA
CRUZ, Noche oscura,
1,2,4).
4928 Si no declaras la magnitud de la culpa, no conocerás la grandeza del
perdón. (S. JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre Lázaro,4,4).
Sinceridad con uno mismo
4929 No quisiera que ignoraseis, hermanos míos, de qué modo se baja, o por mejor
decir, se cae en estos caminos. El primer escalón es el disimulo de la propia
flaqueza, de la propia iniquidad y del propio fracaso, cuando perdonándose el
hombre a sí mismo, autoconsolándose, se engaña. El segundo escalón es la
ignorancia de sí[. . . ]. ¿Qué más lógico que no ver sus llagas, especialmente
si las ha tapado con el fin de no poderlas ver? De esto se sigue que,
ulteriormente, aunque se las descubra Otro, defienda con tozudez que no son
llagas, dejando que su corazón se abandone a palabras engañosas para buscar
excusas a sus pecados. (S. BERNARDO, Sermón sobre el Salmo 50).
4930 A la hora del examen ve prevenido contra el demonio mudo. (J. ESCRIVÁ DE
BALAGUER, Camino, n. 236).
4931 Los que tienen buena salud no necesitan del médico, sino los que están
enfermos (Mt
9,12). Si quieres ser curado,
reconoce tu enfermedad (. . . ]. No he venido a llamar a los justos, sino a los
pecadores (9,13). No es que Cristo rechace a los justos, sino que sin él no hay
nadie en la tierra que esté sin pecado. No rechaza a los justos, pero aquí abajo
sólo ha encontrado pecadores. (S. PEDRO CRISÓLOGO, Sermón 30).
4932 Te había pedido la pureza con estas palabras: Dame pureza y castidad, pero
no la des ahora. Tenía miedo de que me oyeras demásiado pronto, y de que
desapareciera la enfermedad de mi sensualidad demásiado temprano; prefería darle
un desahogo, en vez de apagarla. (S. AGUSTíN, Confesiones,8,7).
4933 (A veces, por soberbia oculta) decimos que somos la misma miseria y la
escoria del mundo; pero quedaríamos harto burlados si, cogiéndonos la palabra,
dijeran en público de nosotros lo mismo que hemos dicho. (S. FRANCISCO DE SALES,
Introd. a la vida devota, III,5).
4934 Son más peligrosos y más difíciles de remediar los vicios que tienen
apariencia de virtud y se cubren con la apariencia de cosas espirituales, que
los que tienen claramente por fin el placer sensual. A éstos, en efecto, como a
las enfermedades que se manifiestan con claridad, puede atacárseles de frente y
se les cura al instante. Los otros vicios, en cambio, paliados con el velo de la
virtud, permanecen incurables, agravando el estado de los pacientes y haciendo
desesperar de su remedio. (CASIANO, Colaciones,4).
Sinceridad con los demás, especialmente con quienes representan a Dios
4935 (A uno que había vivido la virtud de la sinceridad): Has triunfado hoy
sobre tu Adversario. Con tu propia acusación le has confundido mucho más de lo
que te había abatido él a ti con tu silencio. La causa de haberte dominado él
hasta ahora fue porque ni tu palabra ni la de otro por ti le opuso la menor
resistencia. Por eso le dabas la posibilidad de subyugarte [. . . ]. Pero ahora,
al denunciar a tu enemigo y sacarle a plaza, has anulado su poder de inquietarte
en lo sucesivo. Esta terrible serpiente no podrá encontrar
La sinceridad se opone a todo tipo de hipocresía
4943 Debajo de unos vestidos harapientos puede haber mucha jactancia; y esto es
más peligroso, pues ocultándose en un manto de piedad, engaña con la apariencia
de servir a Dios. (S. AGUSTIN, Sobre el Sermón de la Montaña,2,12).
4944 Hay muchos que siendo soberbios se colocan en los últimos sitios, y por el
orgullo de su corazón les parece que se sientan a la cabeza de los demás, y
también hay muchos humildes que, aun cuando se sientan en los primeros puestos,
están convencidos en sus conciencias de que deben ocupar los últimos puestos.
(S. JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. III, p. 106>.
4945 ¿No ves cuán grande es el pecado de hipocresia? Pues ésta 4945 es fruto de
la envidia. Porque la envidia es la que principalmente produce en los hombres la
doblez, puesto que, sintiendo odio en su interior, manifiestan cierto exterior
ciue revela un tinte o especie de caridad; como los escollos ocultos en el mar,
que encubiertos bajo muy poca agua, causan a los incautos un mal imprevisto. (S.
BASILIO, Hom. sobre la envidia).
4946 El nombre de hipócrita procede de aquella clase de hombres que entran en
los espectáculos con la cara tapada, pintándola de diversos colores con el fin
de asemejarse a la persona que fingen ser y de la cual simulan lo exterior [. .
. ]. (S. ISIDORO, en Catena Aurea, vol.
1P 340).
4947 Es un hipócrita todo aquel que aparenta lo contrario de lo que es. (S.
JERÓNíMO, en Catena Aurea, vol. III, p. 72).
4948 (. . . Echan pesadas cargas. . . >. Tales son también muchos jueces:
severos con los que pecan e indulgentes consigo mismos, legisladores
intolerables y débiles observantes de las leyes; no quieren observar una vida
honesta ni acercarse a ella, y exigen a sus subordinados que la observen con
todo rigor. (S. GREGORIO DE NISA, en Catena Aurea, vol. VI, p. 55)
4949 El alma que usa de mentira, doblez y simulación muestra debilidad y vileza.
(S. FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, III,30).
en ti acogida para ocultarse de nuevo en tu pecho, pues por tus palabras la has
sacado de las tinieblas de tu corazón poniéndola a la luz del día. (CASIANO,
Colaciones,2).
4936 No permitáis que en vuestra alma anide un foco de podredumbre, aunque sea
muy pequeño. Hablad. Cuando el agua corre, es limpia; cuando se estanca, forma
un charco lleno de porquería repugnante, y de agua potable pasa a ser un caldo
de bichos. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios,181).
4937 (Los discípulos de Emaús) habiendo dado a conocer su herida, encuentran la
medicina, (TEÓFILO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 532).
4938 No podía presentar por sí mismo su súplica, pues estaba mudo; y a los otros
tampoco podía rogarles, pues el demonio había trabado su lengua, y juntamente
con su lengua le tenía atada el alma. (S. JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S.
Mateo,82).
4939 ¿Por qué ese reparo de verte tú mismo y de hacerte ver por tu Director tal
como en realidad eres?
Habrás ganado una gran batalla si pierdes el miedo a darte a conocer. (J.
ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, n. 65).
4940 Rasgando el velo con que la falsa vergúenza querría cubrirlos, manifestamos
a nuestros mayores todos los secretos de nuestra alma. Vayamos con confianza a
buscar en ellos el remedio a nuestras heridas y el ejemplo de una vida santa.
(CASIANO, Colaciones,2>.
4941 Aparenta ser justo, y no lo prueba, el que coloca su mérito en la alabanza
de los hombres. (S. AGUSTIN, en Catena Aurea, vol.
1P 341).
4942 Aunque algunas veces se puede disimular con discreción y prudencia,
encubriendo la verdad con algún artificio de palabras, esto no se ha de hacer
sino en asunto de importancia, cuando lo pidan claramente la gloria y servicio
de Dios; porque fuera de estos casos es arriesgado el artificio, puesto que,
como dice la Sagrada Escritura no habita el Espíritu Santo en el corazón fingido
y doble. (S. FRANCIS-CO DE SALES, Introd. a la vida devota, III,30).
Sinceridad y sencillez
4950 En el modo de hablar conviene mirar que no hablemos ni con demásiada
blandura, ni con demásiada desenvoltura, ni apresuradamente, ni curiosa y
pulidamente, sino con gravedad, con llaneza y sencillez. A este modo pertenece
también no ser hombre porfiado y cabezudo y amigo de salir con la suya, porque
muchas veces por aquí se pierde la paz de la conciencia y aun la caridad y la
paciencia y los, amigos. (FR. Luís DE GRANADA, Guía de pecadores, P. 448).
4951 No demos a entender que queremos el último lugar Sin quererlo
verdaderamente, y esta regla la establezco tan general que no admite excepción
alguna: sólo añadiré que la cortesía exige algunas veces que ofrezcamos la
preferencia a los que ciertamente no la han de tomar, sin que en e116 haya
doblez de humildad fingida, porque entonces el ofrecer la preferencia es un
principio de distinción, y ya que no podemos dársela entera, no es mal hecho que
les demos el principio. (S. FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, III,5).
4952 Deja ese "aire de suficiencia" que aísla de la tuya a las almas que se te
acercan. Escucha. Y habla con sencillez:
sólo así crecerá en extensión y fecundidad tu trabajo de apóstol. (J. ESCRIVÁ DE
BALAGUER, Camino, n. 958).
4953 Hay algunos, en efecto, a quienes les falta sencillez en las buenas obras
que realizan, porque buscan no la retribución espiritual, sino el aplauso de los
hombres: Por esto dice con razón uno de los libros sapienciales: ¡Ay del hombre
que va por dos caminos! (S. GREGORIO MAGNO, Moraha,1).
4954 Os recomiendo, sobre todo, la santa simplicidad: veos a vos en vez de ver
peligros ajenos. Os parecerá que son ejércitos, cuando no son más que sauces de
ramaje tronchado, y mientras anduvieseis mirándolos, podríais dar un traspié.
Tengamos el propósito firme y general de servir a Dios de corazón, toda la vida,
y con eso no queramos saber sino que hay un mañana, en el que no hemos de
pensar. Preocupémonos por obrar bien hoy; el mañana vendrá también a llamarse
hoy, y entonces pensaremos en él. Hay que hacer provisión de maná para cada día
y nada más; no tengamos la menor duda de que Dios hará caer otro maná al día
siguiente, y al otro, y al otro, mientras duren las jornadas de nuestra
peregrinación. (S. FRANCiSCO DE SALES, Epistolario, fragm. 131, l. c. 766).
Citas de la Sagrada Escritura
La soberbia sólo ocasiona contiendas [. . . ]
Pr 13,10.
¿Qué nos aprovechó la altanería, qué ventaja nos trajeron la riqueza y la
jactancia?
Sg 5,8.
Así dice Yavé: Que no se gloríe el sabio de su sabiduría, que no se glorie el
fuerte de su fortaleza, que no se gloríe el rico de su riqueza.
Jr 9,23.
Las altivas frentes de los hombres serán abatidas y será humillada la soberbi
humana, y sólo Yavé será exaltado aquel día.
Is 2,11.
Asola Yavé la casa del soberbio y afirma los linderos de la viuda. .
La soberbia es odiosa al Señor y a los hombres [. . . J.
Si 10,7.
Todo lo que hay en el mundo es concupiscencia de la carne, concupiscencia de los
ojos y soberbia de la vida.
1Jn 2,16.
El Señor hizo alarde del poder de su brazo, deshizo las miras del corazón de los
soberbios.
Lc 1,53.
Quien no abraza las saludables palabras de Nuestro Señor Jesucristo y la
doctrina que es conforme a la piedad, es un soberbio que nada sabe.
1Tm 6,3-4.
¿Qué tienes que no hayas recibido? Y silo que tienes lo has recibido, ¿de qué te
jactas como si no lo hubieses recibido?
1Co 4,7.
No seamos ambiciosos de vanagloria, provocándonos unos a los otros y
recíprocamente envidiándonos.
Ga 5,26.
Qué es la soberbia
4955 ¿Qué es la soberbia sino un apetito desordenado de grandeza pervertida? La
grandeza pervertida consiste en abandonar el principio a que el ánimo debe estar
unido, hacerse uno en cierta manera principio para sí y serlo. Esto sucede
cuando el espíritu se agrada demásiado a sí mismo, y se agrada a sí mismo cuando
declina el bien inmutable que debe agradarle más que a sí mismo. (S. AGUSTIN, La
Ciudad de Dios,14,13).
4956 El soberbio intenta inútilmente quitar de su solio a Dios, que es
misericordioso con todas las criaturas, para acomodarse él, que actúa con
entrañas de crueldad. (J. ESCRIVÄ DE BALAGUER, Amigos de Dios,100).
4957 La soberbia es el menosprecio de Dios. Cuando alguno se atribuye las buenas
acciones y no a Dios, ¿qué otra cosa hace sino negar a Dios? (TEÓFILO, en Catena
Aurea, vol. VI, p. 298).
4958 (Es) el apetito desordenado de la propia excelencia. (SANJO TOMAS, Suma
Teológica,2-2, q. 162, a. 2).
4959 Si bien todos los vicios nos alejan de Dios, sólo la soberbia se opone a
El; (a ello se debe) la resistencia que Dios ofrece a los soberbios. (SANTO
TOMAS, Suma Teológica,2-2, q. 162, a. 6).
4960 A' considerar la entrega de Dios y su anonadamiento [. . . ], la
vanagloria, la presunción del soberbio se revela como un pecado horrendo,
precisamente porque coloca a la persona en el extremo opuesto al modelo que
Jesucristo nos ha señalado con su conducta. Pensadlo despacio: El se humilló,
siendo Dios. El hombre, engreído por su propio yo, pretende enaltecerse a toda
costa, sin reconocer que está hecho de mal barro de botijo. (J. ESCRiVÁ DE
13ALAGUER Amigos de Dios,112).
4961 No es grandeza la soberbia, sino hinchazón. (S. AGUSTIN, Sermón 380).
Está en la raiz de todo pecado y descamino
4962 El orgullo es la fuente de todos los vicios y la causa de todos los males
que acontecen y acontecerán hasta la consumación de los siglos. (SANTO CURA DE
ARS, Sermón sobre el orgullo).
4963 No existe ninguna otra pasión como la soberbia, capaz de aniquilar las
virtudes y despojar al hombre de toda justicia
y santidad. Al modo de una enfermedad contagiosa que afecta a todo el organismo,
y no se contenta con debilitar un solo miembro sino que corrompe el cuerpo
entero, así esta pasión derriba a aquellos que están ya firmes en la cima de la
virtud para deshacerse de ellos. (CASIANO, Instituciones,12).
4964 Se dispersaron por toda la tierra, a causa del amor de los bienes del
mundo, y son, en verdad, ovejas desperdigadas y sin rumbo por toda la tierra.
Viven en diversos lugares; una única madre, la soberbia, las engendró a todas,
al igual que una sola madre, nuestra Iglesia católica, ha dado también a luz a
todos los fieles cristianos esparcidos por todo el orbe. (S. AGUSTiN, Sermón 46,
sobre los pastores).
4965 En todos los bienes temporales, el fin que el hombre busca es poseer cierta
perfección o gloria. Por esta vía descubrimos que la soberbia, apetito de la
propia excelencia, se pone como principio de todo pecado. (SANTO TOMÁS, Suma
Teológica,1-2, q. 48, a. 2).
4966 (La soberbia es el) principio de todos los pecados y de todos los crímenes.
No se da por satisfecha con exterminar la humildad, su virtud contraria, como
hacen los otros vicios. Aspira a extirpar todas las virtudes a un tiempo. Ni se
limita únicamente a agredir a los mediocres, o a los pequeños, antes bien tienta
con preferencia a los que han llegado a la cúspide de la fortaleza. (CASIANO,
Institucines,12).
4967 ¡Tanto pudo la soberbia humana, que necesitó de la humildad divina para
curarse! (S. AGUSTIN, Sermón 183)
4968 Es la reina suprema de todo el ejército de los vicios Aunque puede decirse
que la soberbia es la madre y la raíz de todos los vicios y pecados, hay tres de
los que lo está una manera específica: la vanagloria, la ambición y la
presunción, que, sin embargo, se distinguen de ella. (S GREGORIO MAGNO, Moralia,31).
4969 (La apostasía es un pecado de infidelidad que) nace de soberbia, por la que
el hombre no se somete a las reglas de la fe. (SANTO TOMÁS, Suma Teológica,2-2,
q. 10, a. 1).
4970 [. . . j Superbia vitae. No se trata sólo de pensamientos efímeros de
vanidad o de amor propio: es un engreimiento general. No nos engañemos, porque
éste es el peor de lo males, la raíz de todos los descaminos. (J. ESCRIVÄ DE
BALAGUER, Es Cristo que pasa,6).
4971 El horizonte del orgulloso es terriblemente limitado: se agota en él mismo.
El orgulloso no logra mirar más allá de su persona, de sus cualidades, de sus
virtudes, de su talento. El suyo es un horizonte sin Dios. Y en este panorama
tan mezquino ni siquiera aparecen los demás: no hay sitio para ellos. (S.
CANALS, Ascética meditada, p. 87).
4972 Como un cruel tirano, se apodera de la ciudadela sublime de las virtudes,
trastorna y destruye de una a otra parte la ciudad entera, abate luego hasta el
suelo los altos muros de la santidad y lo desquicia todo en su recinto. No deja
subsistir en el alma que le está sujeta el más mínimo destello de libertad:
cuanto más rica es su víctima, más pesado es el yugo de la servidumbre a que la
somete. En fin, no ceja hasta asolaría por completo y dejarla desnuda de todas
las riquezas espirituales. (CASIANO, Instituciones,12).
Algunas manifestaciones y consecuencias de la soberbia
4973 El amor propio está a veces adormecido en nosotros como una zorra, y luego,
de repente, se lanza sobre los polluelos. Por esto es necesario vigilarle con
constancia, con suavidad y paciencia. (S. FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm.
75, l. c. , p. 709).
4974 Lo más terrible de ese pecado es que, cuanto más domina al hombre, menos
culpable se cree éste del mismo. En efecto, jamás el orgulloso querrá
convencerse de que lo es, ni jamás reconocerá que no anda bien: todo cuanto hace
y todo cuanto habla, está bien hecho y bien dicho. (SANTO CURA DE ARs, Sermón
sobre el orgullo).
4975 Cuanto más humilde sea el hombre ante sí mismo, más 4975 grande será ante
Dios; el soberbio, cuanto más glorioso aparece ante los hombres, más abyecto es
delante de Dios. (S. AGUSTIN, Sermón sobre la humildad y el temor de Dios).
4976 Porque el natural de las mujeres es flaco, y el amor propio 4976 que reina
en nosotras muy sutil. (SANTA TERESA, Fundaciones,4,2).
4977 Si hemos de dar oídos a sus palabras (de los soberbios), diremos que fueron
los más valerosos conquistadores de la tierra; parece como si hubiesen recorrido
el universo entero; y los jóvenes alábanse de lo que no harán nunca; todos
mendigan, todos corren detrás de una boqueada de humo, que ellos llaman honor.
(SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el orgullo).
4978 Y ¿quién ignora que a los soberbios se les dice inflados, como si
estuvieran hinchados de viento? (S. AGUST¡N, Sobre el Sermón de la Montaña,1).
4979 Ves a un artesano contemplando la obra de otro; hallará en ella mil
defectos y dirá: "¿qué le vamos a hacer? ¡Su capacidad no da más de sí!". Pero,
como el orgulloso no rebaja nunca a los demás sin elevarse a sí mismo, entonces,
a renglón seguido, os hablará de tal o cual obra por él realizada, diciéndoos
que ha llamado la atención de los inteligentes, que se ha hablado mucho de ella
[. . . j. (SANTO CURA DE ARs, Sermón sobre el orgullo).
4980 La soberbia inclina a los principiantes a huir de los maestros que no
aprueban su espíritu, y aun terminan Por tenerles aborrecimiento. (S. JUAN DE LA
CRUZ, Noche Oscura,1,2).
4981 La reprensión, que hace mejorar a los humildes, suele parecer intolerable a
los soberbios. (S. CJRILO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 52).
4982 Todo frutal, todo grano, toda semilla, todo árbol, tiene su gorgojo o
gusano. Y no es el mismo el gusano del manzano y el del peral que el gorgojo de
las habas o del trigo. El gusano de las riquezas es la soberbia. (S. AGUSTIN,
Sermón 61).
4983 Pero lo más triste y lamentable es que este pecado sume al alma en tan
espesas tinieblas, que nadie se cree culpable del mismo. Nos damos perfecta
cuenta de las vanas alabanzas de los demás, conocemos muy bien cuándo se
atribuyen elogios que jamás merecieron; mas nosotros creemos ser siempre
merecedores de los que se nos tributan. (SANTO CURA DE ARs, Sermón sobre el
orgullo).
4984 Aunque en medio de los desprecios y de las contradicciones conserves la paz
y la alegría, no creas por esto haber alcanzado la humildad, porque, a menudo,
la soberbia no está sino adormecida, y basta con que se despierte para que
comience a hacer estragos. (J. PECcI León XIII- Práctica de la humildad,55).
4985 Los hombres tendemos a defendernos, a apegamos a nuestro egoísmo. Siempre
intentamos ser reyes, aunque sea del reino de nuestra miseria. (J. ESCRIVÁ DE
BALAGUER. Es Cristo que pasa,17).
4986 1. . . ] se ha de tomar como señal muy cierta para distinguir los dones que
Dios da de los que finge el demonio; que los de nuestro Señor son maravillosos,
llenos de verdad y de gran peso y quilates, y humillan y abajan más al hombre
que si no los tuviera, en cambio, los que finge el demonio lo hacen vano, y en
vez de humillarle lo suben a mayores para derribarlo de más alto y despeñarlo
hasta la profundidad del infierno. Los que no miran bien las cosas suelen decir
que Dios les quita los dones, a ellos o a otros, para humillarlos. Sin embargo,
mejor dirían que se los quita para confundirlos y vencerlos, porque han sido
soberbios y negligentes; porque para humillar no suele Dios quitar dones, sino
darlos. Debes saber que sin duda alguna sus dones son tales y tan buenos que por
si mismos humillan al hombre que no está dañado por algún vicio, como el buen
vino, que adoba el vaso donde se echa; sin embargo, si el vaso está muy dañado,
el mismo vino se daña. (F. I)L OSUNA, Tercer abecedario espiritual,19,2).
4987 Con la soberbia pierdes todo cuanto recibiste. (S. AGUSTIN, Sermón 82).
4988 Dura tierra es el corazón del soberbio para la penitencia; no se ablanda si
Dios no le envía su lluvia. (S. AGUSTíN, Sermón 92).
4989 Hay dos clases de orgullo. El primero es carnal, el segundo espiritual.
Este es más peligroso, por cuanto inquieta más especialmente a los que han
progresado en alguna virtud. (CASIANO, Colaciones,5).
4990 El amor propio puede ser mortificado en nosotros, pero no por ello muere
nunca; antes bien, de vez en cuando y en diversas ocasiones, saca retoños que
atestiguan que, aunque se le haya cortado por el tallo, no queda desarraigado.
Por eso no tenemos el consuelo debido cuando vemos a los demás hacer el bien; lo
que no vemos en nosotros no nos es agradable, y lo que vemos en nosotros es
dulce, porque nos amamos tierna y amorosamente. (S. FRANCISCO DE SALES,
Epistolario, fragm. 75, l. c. , p. 709).
4991 Todo soberbio se mira a sí mismo, y se cree grande, pues se paga de sí.
Pero quien se complace en sí mismo se complace en un hombre necio, porque él
mismo es necio al poner su agrado en sí mismo. (S. AGUSTíN, Coment. sobre el
Salmo 122).
4992 De cuatro maneras suele presentarse la arroga primero, cuando cada uno cree
que lo bueno exclusivamente de sí mismo; cuando cree que la gracia sido
alcanzada por los propios méritos; cuando se -uno de tener lo que no tiene; y
cuando se desprecia a demás queriendo aparecer como que se tiene lo que aquéllos
desean; así, el fariseo de la parábola se atribuye sí mismo los méritos de sus
buenas obras. (S. GREGORIO MAGNO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 299).
4993 Cuando el orgullo se adueña del alma, no es extraño que' detrás, como en
una reata, vengan todos los vicios: lá' avaricia, las interiperancias, la
envidia, la injusticia. (J. ,' ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios,100).
4994 (A veces, por soberbia oculta), decimos que somos la' misma miseria y la
escoria del mundo; pero quedaríamos harto burlados si, cogiéndonos la palabra,
dijeran en público de nosotros lo mismo que hemos dicho. (S. FRANCISCO DE SALES,
Introd. a la vida devota, III,5).
4995 A' no conocerse rectamente, los malos no se aman en verdad a sí mismos,
sino que aman lo que creen que son. (SANTO TOMÁS, Suma Teológica,2-2, q. 25, a.
7).
4996 Las personas que van por este camino no Soportan que haya nadie superior a
ellas [. . . ]. Los defectos de los demás deben servir para poner en evidencia y
para subrayar sus propias virtudes. Los errores de los demás deben servir para
poner de relieve su sabiduría y destreza; y la escasa inteligencia ajena, para
hacer resplandecer su gran valía. Y aquí está la raíz de las envidias, de los
celos y ansiedades que acompañan la vida de todos aquellos que siguen la ruta
del orgullo.
Pero este desgraciado camino no acaba aquí. De la envidia se pasa a la
enemistad. ¡Y cuántas no son las enemistades que tienen su origen -¡extraño
origen!- en la envidia!
4996 No perder el puesto, no ceder las armas: quien se encamina por esta
dirección suele recurrir a la ficción y a la hipocresía. Simula lo que no es,
exagera lo que posee. Todo es lícito, todo es bueno, en este maldito camino, a
condición de que uno sea el primero y el mejor ante uno mismo y en la estimación
de los demás. (S. CANALS. Ascética meditada, pp. 88-89).
4997 El amor propio hace que queramos hacer tal o cual cosa por nuestra
elección, pero no quisiéramos hacerla por la elección ajena, ni por obediencia;
quisiéramos hacerla porque salíó de nosotros, pero no como emanada de otros. Nos
buscamos siempre a nosotros mismos, a nuestra voluntad y a nuestro amor propio.
Si tuviésemos la perfección del amor de Dios nos gustaría más hacer lo que está
mandado, porque viene de Dios mejor que de nosotros. (S. FRANCISCO DE SALES
Epistolario, fragm. 75, l. c. , p. 709).
4998 Que alguien desee desordenadamente algún bien temporal, procede de que se
ama a si mismo desordenadamente, puesto que amar a alguien es querer el bien
para él. (SANTO TOMÁS, Suma Teológica,1-2, q. 77, a. 5).
4999 La doctrina de la verdad abandona a las almas soberbias. (S. GREGORIO
MAGNO, Hom. 20 sobre los Evang. ).
5000 Juzgan algunos temerariamente, no por amargura, sino por orgullo,
pareciéndoles que a medida que rebajan la estimación de otro realzan la suya
propia; espíritus arrogantes y presuntuosos, que se glorían en si mismos y se
elevan tanto en su propia estimación, que miran todo lo demás como humilde y
bajo. Tal era el necio fariseo cuando decía: No soy como los demás hombres. (S.
FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, III,28).
Soberbia y faltas de caridad
5001 En las relaciones con el prójimo, el amor propio nos hace susceptibles,
inflexibles, soberbios, impacientes, exagerados en la afirmación del propio yo y
de los propios derechos, fríos, indiferentes, injustos en nuestros juicios y en
nuestras palabras. Se deleita en hablar de las propias acciones, de las luces y
experiencias interiores, de las dificultades, de los sufrimientos, aun sin
necesidad de hacerlo. En las prácticas de piedad se complace en mirar a los
demás, observarlos y juzgarlos; se inclina a compararse a creerse mejor que
ellos, a verles los defectos solamente y negarles las buenas cualidades, a
atribuirles deseos e intenciones poco nobles, llegando incluso a desearles el
mal. El amor propio -para deshonra de la piedad- hace que nos sintamos ofendidos
cuando somos humillados, insultados o postergados, o no nos vemos considerados,
estimados y obsequiados como esperábamos. (BAUR, B. En la intimidad con Dios, p.
89).
5002 Como el publicano está cerca de él, se le presentaba ocasión para aumentar
su orgullo. Prosigue: no como este publicano. Como diciendo: yo soy único, éste
es como los demás. (S. AGUSTIN, en Catena Aurea, vol. VI, p. 299).
5003 Cuanto más vacíos estamos de la hinchazón de la soberbia más llenos estamos
de amor. (S. AGUSTIN, Trat. sobre la Trinidad,8).
5004 Entre soberbios hay siempre contiendas (Pr
13,10); pues quien tiene un elevado
concepto de sí mismo y menosprecia al prójimo no puede Soportar los fallos de
éste. (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, l. c. ,221).
5005 Nada tiene de extraño que la soberbia engendre divisiones y el amor,
unidad. (S. AGUSTIN, Sermón 46, sobre los pastores).
5006 Los que suelen engreírse por una falsa justicia, desprecian a todos los
demás, y no tienen compasión alguna de los débiles; y cuanto más libres de
pecado se consideran ellos, tanto peor tratan a los pecadores. (S. GREGORIO
MAGNO, Hom. 34 sobre los Evang. ).
5007 (Una forma de soberbia): el desprecio de los demás, con ansia de que todos
nos miren a nosotros. (SANTO TOMÁS, Suma Teológica,2-2, q. 162, a. 4).
Soberbia y tristeza
5008 La mayor parte de los conflictos, que se plantean en la vida interior de
muchas gentes, los fabrica la imaginación:
que si han dicho, que si pensarán, que si me consideran. . . Y esa pobre alma
sufre, por su triste fatuidad, con sospechas que no son reales. En esa aventura
desgraciada, su amargura es continua y procura producir desasosiego en los
demás: porque no sabe ser humilde, porque no ha aprendido a olvidarse de sí
misma para darse, generosamente, al servicio de los otros por amor de Dios.
(J. ESCRiVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios,101).
5009 Hay también otro género de necia tristeza, que debiéramos silenciar, de no
constamos que algunos monjes se abandonaron a ella. Sonroja el decirlo.
Entristecidos o airados, se abstienen de comer con insolente pertinacia. Y
precisamente éstos suelen ser de la categoría de aquellos que, estando
tranquilos y en calma, andan diciendo que no pueden soportar el ayuno hasta
mediodía o, cuando mucho, hasta las tres de la tarde. En cambio, cuando les
oprime la tristeza, no tienen inconveniente en pasar dos días sin probar bocado,
remediando entonces el hambre con la hartura de su cólera. (CASIANO, Colaciones
16).
Algunos remedios
5010 Y, sepámoslo, nunca seremos vencidos más fácilmente por nuestro rival que
cuando le imitemos en la soberbia [. . . ], ni le derribaremos con más empuje
que imitando la humildad de Nuestro Señor, ni le serán nunca nuestros golpes más
dolorosos y duros que cuando curemos nuestros pecados con la confesión y la
penítencia. (S. AGUSTiN, Sermón 351).
5011 En la comida no debes sentir disgusto cuando los alimentos no sean de tu
agrado; haz, más bien, como los pobrecitos de Jesucristo, que comen de buen
grado lo que les dan, y dan las gracias a la Providencia. (J. PECCI
-León XIII- Práctica de la humildad,24).
5012 Cuando sentimos el orgullo que barbota dentro de nosotros, la soberbia que
nos hace pensar que somos superhombres, es el momento de decir que no, de decir
que nuestro único triunfo ha de ser el de la humildad. Así nos identificaremos
con Cristo en la Cruz, no molestos o inquietos o con mala gracia, sino alegres:
porque esa alegría, el olvido de si mismo, es la mejor prueba de amor.
(J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,19).
5013 Piensa a menudo que más pronto o más tarde has de morir, y que tu cuerpo se
pudrirá en la sepultura; ten siempre ante los ojos el tribunal inexorable de
Jesucristo, ante el cual todos necesariamente hemos de comparecer; medita en los
eternos dolores que esperan a los malos en el infierno, y especialmente a los
imitadores de Satanás, que son los soberbios. (J. PECCI -León XXIII- Práctica de
la humildad,6).
5014 Los que beben el zumo de la hierba ofusia de Etiopía ven por todas partes
serpientes y otros objetos formidables; y los que han bebido la soberbia, la
envidia, la ambición y el rencor, no ven cosa que no juzguen mala y reprensible;
aquéllos, para curar, han de beber vino de palma; lo mismo digo a éstos: bebed
cuanto podáis el sagrado vino de la caridad, que os limpiará de los malos
humores que hacen formar estos errados juicios. (S. FRANCISCO DE SALES, Introd.
a la vida devota, III,28).