Antología de Textos
para la oración y la meditación
Autor: Francisco Fdez-Carvajal
Ediciones Palabra
ACCIÓN DE GRACIAS - ADULACIÓN - AFABILIDAD - ALEGRÍA - AMISTAD - AMOR - AMOR A DIOS - AMOR DE DIOS A LOS HOMBRES - ÁNGELES CUSTODIOS - APOSTOLADO - ARIDEZ - AVARICIA - AYUNO - BAUTISMO - BIENES TEMPORALES - BUEN PASTOR - CARIDAD - CASTIDAD - CIELO - COMPRENSIÓN - COMUNIÓN - COMUNIÓN DE LOS SANTOS - CONCIENCIA - CONFESIÓN - CONFIANZA EN DIOS -CONFIRMACIÓN - CONOCIMIENTO PROPIO - CONTEMPLACIÓN - CONTRICIÓN - CONVERSIÓN - CORAZÓN - CORRECCIÓN FRATERNA - CORRESPONDENCIA A LA GRACIA - COSAS PEQUEÑAS - CRISTIANOS - CRUZ - DEMONIO - DESCANSO - DESPRENDIMIENTO - DEVOCIONES - DIFAMACIÓN - DIFICULTADES - DIRECCIÓN ESPIRITUAL - EJEMPLARIDAD - ENFERMOS - ENTREGA - ENVIDIA - ESCÁNDALO - ESPERANZA - ESPÍRITU SANTO - ETERNIDAD - EUCARISTÍA - EXAMEN DE CONCIENCIA - FAMILIA - FE - FELICIDAD - FIESTAS Y TIEMPOS LITÚRGICOS - FILIACIÓN DIVINA - FIN DEL HOMBRE - FLAQUEZAS - FORMACIÓN DOCTRINAL - FORTALEZA - FRUTOS - GENEROSIDAD - GRACIA - HUMILDAD - IGLESIA - INFIERNO - INSTRUMENTOS DE DIOS - IRA - JESÚS - JUICIO - JUICIO TEMERARIO - JUSTICIA - LECTURA ESPIRITUAL - LIBERTAD - LIMOSNA - LUCHA ASCÉTICA - LUGARES Y OBJETOS DE CULTO - MAGNANIMIDAD - MANSEDUMBRE - MILAGROS - MISA - MISERICORDIA - MISERICORDIA DIVINA - MORTIFICACIÓN - MUERTE - OBEDIENCIA - OFRECIMIENTO DE OBRAS - OMISIONES - ORACIÓN - ORACIÓN DE PETICIÓN - PACIENCIA - PAZ - PECADO - PECADO VENIAL - PEREZA - PERSEVERANCIA - PIEDAD - PREDICACIÓN - PREMIO - PRESENCIA DE DIOS - PRIMEROS CRISTIANOS - PROVIDENCIA - PRUDENCIA - PURGATORIO - PURIFICACIÓN - RECOGIMIENTO - RECTITUD DE INTENCIÓN - REDENCIÓN - RESPETO A LA PERSONA - RESPETOS HUMANOS - RESPONSABILIDAD - ROMANO PONTÍFICE - SABIDURÍA - SACERDOCIO - SACRAMENTOS - BAUTISMO - CONFIRMACIÓN - PENITENCIA - SACRAMENTO DEL ORDEN - UNCIÓN DE LOS ENFERMOS - MATRIMONIO - SAGRADA ESCRITURA - SAN JOSÉ - SANTIDAD - SANTOS - SERVIR A DIOS - SINCERIDAD - SOBERBIA - TEMOR DE DIOS - TEMPLANZA - TENTACIÓN - TIBIEZA - TIEMPO - TRABAJO - TRISTEZA - UNIDAD - VANAGLORIA - VERACIDAD - VIDA SOBRENATURAL - VIGILANCIA - VIRGEN SANTÍSIMA - VIRGINIDAD - VIRTUDES - VISITA AL SANTÍSIMO - VOCACIÓN - VOLUNTAD DE DIOS |
IGLESIA
INFIERNO
INSTRUMENTOS DE DIOS
IRA
Citas de la Sagrada Escritura
1. I a Iglesia, Jundada por Jesucristo
Jcsucristo fundó una sociedad con docc Apóstoles escogidos entre sus discípulos:
Mt 10,1-4
Mc 3,13-19
Lc 6,13-16.
Les dio potestad para predicar con autoridad:
Mi 28,18-19
Mc 16,15-2.
Comunicó la potestad de perdonar los pecados:
Jn 20,21-23.
Nombró a San Pedro Pastor supren1o de esta sociedad: .
Jn 21,15-17.
Les prometió que les enviaria al Espíritu Santo:
Lc 24,49
Jn 14,16-17.
Prometió su perpetua asistencia a los Apóstoles y sus sucesores:
Mt 28,20.
Jesús pide a su Padre la unidad para su Iglesia:
Jn 17,21-23.
Jesucristo fundó una sola Iglesia sobre una sola piedra:
Mt 16,18-19.
Quicre un solo rebaño y un solo pastor:
Jn 10,16.
San Pablo pide, cn nombre de . Iesucristo, que no haya divisiones entre los
fieles:
1Co 1,10.
Todos hemos sido bautizados cn un mismo cspiritu para formar un solo cucrpo, ya
sean judíos o griegos, esclavos o libres.
1Co 12,13.
San Pablo deticnde con energía la unidad de la te:
2Co 11,46
Col 1,6-10.
No hay más que un solo cuerpo y un solo espiritu, así como también hemos sido
llamados por nuestra vocación a una misma esperanza. No hay más que un Señor,
una tc, un bautismo.
Ep 3,3.
Celo de San Pablo por la unidad de la fe:
Col 2,1-5.
San Pablo exhorta a Timoteo a que guarde puro e intacto el depósito de la fe:
1Tm 1,3.
2. Santidad de la Iglesia
Jesucristo pide a su Padre que santifique a los suyos:
Jn 17,17.
Dios nos ha colmado en Cristo de toda suerte de bendiciones espirituales [. . .
] para ser santos.
Ep 1,3-4.
La Iglesia es santa e inmaculada:
Ep 5,27,
Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella para santificarla:
Ep 5,25-26.
Se dio a si mismo por nosotros, para redimirnos de todo pecado:
Tt 2,14.
3. Catolicidad
Cristo vino a iluminar a todos los pueblos:
Lc 2,31-32.
Mandó predicar el Evangelio a todas las gentes:
Mt 28,19.
El Evangelio será predicado a todas las naciones antes del fin del mundo:
Mt 24,14
Mc 13,10.
En toda la tierra resonó la voz de los Apóstoles:
Rm 10,18.
El Evangelio se propaga en todo el mundo, donde fructifica y va creciendo:
Col 1
Col 6.
4. Apostolicidad
Los Apóstoles, encargados de la predicación del Evangelio:
Mt 10,15-42
Mc 6,7-12
Mc 16
Mc 15
Lc 9,1-6.
Los Apóstoles deben instruir y bautizar a todas las gentes:
Mt 28,19-20.
Predicación de los Apóstolcs.
Ac 5,42.
Veneración quc les muestra cl pueblo:
Ac 5,13-16.
Da a conocer su misión de prcdicar y orar:
Ac 6,4.
Los cristianos cstán edificados sobre cl fundamento de los Apóstoles:
Ep 2,20.
La . Jerusalén celestial, la Iglesia, tienc doce cimientos, y cn ellos están los
nombrcs de los doce Apóstoles:
Ap 21,14.
5. Rápida propagación
Jesús manda a los Apóstoles enseñar y bautizar a todas las na clones:
Mt 28,19-20
Mc 16,15-16.
Lcs promctc estar sicmprc con ellos:
Mt 28,2.
Primeros discursos de San Pedro. Frutos de la Iglesia en Jerusalén:
Ac 2,41
Ac 4,4.
Crecimicnto de la Iglesia y elección de los sietc Diáconos:
Ac 6
Propagación de la Iglcsia cn Judea:
Ac 8,1-4.
Propagación de la Iglesia en Samaria:
Ac 8,12-25.
Iíropagación de la Iglesia cn las comarcas limítrofes:
Ac 8,40
Ac 9,32
Ac 10,48
Ac 11,18.
El misterio de la Iglesia
2929 Es cosa normal que, en medio de este mundo tan agitado, la Iglesia del
Señor, edificada sobre la piedra de los Apóstoles, permanezca estable y se
mantenga firme sobre esta base inquebrantable contra los furiosos asaltos de la
mar (cfr.
Mt 16,18). Está
rodeada por las olas, pero no se bambolea, y aunque los elementos de este mundo
retumban con un inmenso clamor, ella, sin embargo, ofrece a los que se fatigan
la gran seguridad de un puerto de salvación (SAN AMBROSIO, Carta 2,1-2).
2930 Cristo es /a luz del mundo e ilumina a la Iglesia con su luz. Y como la
luna recibe su luz del sol para poder ella a su vez iluminar la noche, así la
Iglesia, recibiendo su luz de Cristo, ilumina a todos los que se encuentran en
la noche de la ignorancia [. . . ]. Cristo es, pues, la luz verdadera que
ilumina a todo hombre que viene a este mundo (Jn I,9), y la Iglesia, recibiendo
su luz, se convierte ella en luz del mundo, iluminando a los que están en las
tinieblas (Ro". 2,19) (ORiGENEs, Hom. sobre el Génesis,1).
2931 Nacida del amor del Padre Eterno, fundada en el tiempo por Cristo Redentor,
reunida en el Espíritu Santo, la Iglesia tiene una finalidad escatológica y de
salvación, que sólo en el siglo futuro podrá alcanzar plenamente (CONC. VAT. II,
Const. Caudiam et spes,40).
2932 Hace falta que meditemos con frecuencia, para que no se vaya de la cabeza,
que la Iglesia es un misterio grande, profundo. No puede ser nunca abarcado en
esta tierra. Si la razón intentara explicarlo por si sola, veria únicamente la
reunión de gentes que cumplen ciertos preceptos, que piensan de forma parecida.
Pero eso no seria la Santa Iglesia (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Hom. El fin
sobrenatural de la Iglesia,28-V-1972).
2933 Gens sancta, pueblo santo, compuesto por criaturas con miserias: esta
aparente contradicción marca un aspecto del misterio de la Iglesia. La Iglesia,
que es divina, es también humana, porque está formada por hombres y los hombres
tenemos defectos: omnes homines terra et cinis (Si
17,31), todos somos polvo y ceniza.
Nuestro Señor Jesucristo, que funda la Iglesia Santa, espera que los miembros de
este pueblo se empeñen continuamente en adquirir la santidad. No todos responden
con lealtad a su llamada. Y en la Esposa de Cristo se perciben, al mismo tiempo,
la maravilla del camino de salvación y las miserias de los que lo atraviesan (J.
ESCRIVA DE BALAGUER, Hom. Lealtad a la Iglesia,4-VI-1972).
2934 La Iglesia, enriquecida con los dones de su Fundador y observando fielmente
sus preceptos de caridad, humildad y abnegación, recibe la misión de anunciar el
reino de Cristo y de Dios e instaurarlo en todos los pueblos, y constituye en la
tierra el germen y el principio de ese reino. Y, mientras ella paulatinamente va
creciendo, anhela simultáneamente el reino consumado, y con todas sus fuerzas
espera y ansia unirse con su Rey en la gloria (CONC. Vat. II, Const. Lumen
gentium,5).
2935 La Iglesia sabe de dos vidas, ambas anunciadas y recomendadas por el Señor;
de ellas, una se desenvuelve en la fe, la otra en la visión; una durante el
tiempo de nuestra peregrinación, la otra en las moradas eternas: una en medio de
la fatiga, la otra en el descanso; una en el camino, la otra en la patria; una
en el esfuerzo de la actividad, la otra en el premio de la contemplación (SAN
AGUSTIN, Trat. Evang. S. Juan,124).
2936 Allí donde está la Iglesia, allí está el Espíritu de Dios; y allí donde
está el Espíritu de Dios, allí está la Iglesia y toda la gracia (SAN IRENEO,
Trat. contra las herejías,3,24).
Cristo presente en su Iglesia
2937 Cristo, el único Mediador, instituyó y mantiene continuamente en la tierra
a su Iglesia santa, comunidad de fe, esperanza y caridad, como un todo visible,
comunicando mediante ella la verdad y la gracia a todos (CONC. VAT. II, Const.
Lumen gentiam,8).
2938 Pase lo que pase, Cristo no abandonará a su Esposa. La Iglesia triunfante
está ya junto a El, a la diestra del Padre. Y desde allí nos llaman nuestros
hermanos cristianos, que glorifican a Dios por esta realidad que nosotros vemos
todavía en la clara penumbra de la fe: la Iglesia Una, Santa, Católica y
Apostólica (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Hom. Lealtad a la Iglesia,4-VI- 1972).
2939 Bajó, pues, del cielo, por su misericordia, pero ya no subió él solo,
puesto que nosotros subimos también en él por la gracia. Así, pues, Cristo
descendió él solo, pero ya no ascendió él solo; no es que queramos confundir la
divinidad de la cabeza con la del cuerpo, pero sí afirmamos que la unidad de
todo el cuerpo pide que éste no sea separado de su cabeza (SAN AGUSTIN, Sermón
sobre la Ascensión,1-2).
2940 El EspIritu Santo la impulsa a cooperar para que se cumpla el designio de
Dios, quien constituyó a Cristo principio de salvación para todo el mundo (CONC.
VAT. II, Const. Lumen gentiam,17).
2941 Nada hizo El ni padeció que no fuera por nuestra salvación, para que todo
lo que de bueno hay en la cabeza lo posea también el cuerpo (SAN LEÓN MAGNO,
Sermón IS, sobre la Pasión).
2942 También directamente y por sí mismo nuestro divino Salvador gobierna y rige
la sociedad por él fundada [. . . ]. Con este gobierno interior no sólo tiene
cuidado de cada uno en particular como Pastor y guardián de nuestras almas (1P
2,25), sino que, además, mira por toda la Iglesia, ya sea iluminando y
fortificando a sus jerarcas para que cumplan fiel y fructuosamente sus
respectivos cargos, ya sea en circunstancias muy graves sobre todoósuscitando en
el seno de la madre Iglesia, hombres y mujeres insignes por su santidad, a fin
de que sirvan de ejemplo a los demás cristianos para acrecentamiento de su
Cuerpo místico. Añádese a esto que Cristo desde el cielo mira siempre con
particular afecto a su Esposa inmaculada, que sufre en el destierro de este
mundo, y, cuando la ve en peligro, por sí mismo o por sus ángeles o por Aquella
que invocamos como auxilio de los cristianos y por otros abogados celestiales,
la libra de las oleadas de la tempestad y, una vez calmado y apaciguado el mar,
la consuela con aquella paz que sobrepuja todo entendimiento (Ph
4,7) (Pio Xll, Enc. Mystici Corporis
Christi).
2943 La Iglesia, pues, nada puede perdonar sin Cristo, y Cristo nada quiere
perdonar sin la Iglesia. La Iglesia solamente puede perdonar al que se
arrepiente, es decir, a aquel a quien Cristo ha tocado ya con su gracia. Y
Cristo no quiere perdonar ninguna clase de pecados a quien desprecia a la
Iglesia (BEATO ISAAC, Sermón 11).
2944 Ysobrevino un gran alboroto en el mar, de modo que las olas cubrían la
barca. La nave es la Iglesia, en la que Jesucristo atraviesa con los suyos el
mar de esta vida, calmando las aguas de las persecuciones (SANTO TOMÁS, en
Catena Aurea, vol.
1P 502).
Cuerpo Místico de Cristo
2945 En ese cuerpo, la vida de Cristo se comunica a los creyentíes, quienes
están unidos a Cristo paciente y glorioso por los sacramentos, de un modo
arcano, pero real (CONC. VAT. II, Const. Lumen gentium,7).
2946 Y del mismo modo que todos los miembros del cuerpo humano, aun siendo
muchos, forman, no obstante un solo cuerpo, así también los fieles en Cristo (cfr.
1Co 12,12). También en
la constitución del cuerpo de Cristo está vigente la diversidad de miembros y
oficios. Uno solo es el Espíritu, que distribuye sus variados dones para el bien
de la Iglesia según su riqueza y la diversidad de ministerios (1Co
12,1-2) (CONC. VAT. II, Const. Lumen
gentiam,7).
2947 La Cabeza de este cuerpo es Cristo. El es la imagen de Dios invisible, y en
El fueron creadas todas las cosas. El es antes que todos, y todo subsiste en El.
El es la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia (CONC. VAT. II, Const. Lumen
gentiam,7).
2948 Para definir y describir esta verdadera Iglesia de Cristo óque es la
Iglesia santa, católica, apostólica, romanaó nada hay más noble, nada más
excelente, nada, en fin,más divino que aquella expresión que la designa como "el
Cuerpo místico de Jesucristo" [. . . . ] Que la Iglesia es un cuerpo, lo dice
muchas veces la Sagrada Escritura. Cristoódice el Apóstolóes la cabeza del
cuerpo de la Iglesia (Col I,18). Y si la Iglesia es un cuerpo, ha de
seráneacesariamente uno e indiviso, según aquello de San Pablo: Aunque muchos,
formemos un solo cuerpo en Cristo (Ro". 12,5). Y no solamente ha de ser uno e
indiviso, sino también algo concreto y perceptible (Pio XII, Enc. Mystici
Corporis Christi).
Los poderes del infierno no prevalecerán contra ella.
Confianza y seguridad
2949 Tú eres Pedro, esto es: "Yo soy la piedra inquebrantable, yo soy la piedra
angular que hago de los dos pueblos una sola cosa, yo soy el fundamento fuera
del cual nadie puede edificar; pero también tú eres piedra, porque por mi virtud
has adquirido tal firmeza, que tendrás juntamente conmigo, por participación,
los poderes que yo tengo en propiedad".
Y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y los poderes del Infierno no la
derrotarán. "Sobre esta piedra firme óquiere deciróedificaré un templo eterno, y
la alta mole de mi Iglesia, llamada a penetrar en el cielo, se apoyará en la
firmeza de esta fe".
Los poderes del infierno no podrán impedir esta profesión de fe, los vinculos de
la muerte no la sujetarán, porque estas palabras son palabras de vida. Ellas
introducen en el cielo a los que las aceptan, hunden en el infierno a los que
las niegan (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 4,2-3).
2950 La Iglesia vacilará si su fundamento vacila, pero ¿podrá vacilar Cristo?
Mientras Cristo no vacile, la Iglesia no flaqueará jamás hasta el fin de los
tiempos (SAN AGUSTIN, Coment. sobre el Salmo 103).
2951 No es de extrañar que, en medio de un mundo tan agitado, la Iglesia del
Señor, edificada sobre la roca apostólica, permanezca estable y, a pesar de los
furiosos embates del mar, resista inconmovible en sus cimientos. Las olas baten
contra ella. Pero se mantiene firme y aunque con frecuencía los elementos de
este mundo choquen con gran fragor, ella ofrece a los agobiados el seguro puerto
de salvación (SAN AMBROSIO, Carta 2,1-2).
2952 Muchas son las olas que nos ponen en peligro, y una gran tempestad nos
amenaza: sin embargo, no tememos ser sumergidos porque permanecemos de pie sobre
la roca. Aun cuando el mar se desate, no romperá esta roca; aunque se levanten
las olas, nada podrán contra la barca de Jesús (SAN JUAN CRISOSTOMO, Hom. antes
del exilio).
2953 Yo te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares sobre
la tierra será atado en el cielo; y todo lo que desatares sobre la tierra será
desatado en el cielo. Representaba a la Iglesia universal, que en este mundo es
azotada por las lluvias, por las riadas y por las tormentas de sus diversas
pruebas; pero, a pesar de todo, no cae, porque está fundada sobre piedra, de
donde viene el nombre de Pedro (SAN AGUSTIN, Trat. Evang. S. Juan,5).
2954 La nave de Jesús no puede hundirse [. . . ]. Las olas no quebrantan la
roca, sino que se tornan ellas mismas espuma. Nada hay más fuerte que la
Iglesia. Deja, pues, de combatirla, para no destrozar tu fuerza en vano. Es
inútil pelear contra el cielo. Cuando combates contra un hombre, o vences o eres
vencido; pero si peleas contra la Iglesia, el dilema no existe. Dios es siempre
más fuerte (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. antes del exilio).
2955 El vendaval que sopla es el demonio, quien se opone con todos sus recursos
a que nos refugiemos en el puerto. Pero es más poderoso el que intercede por
nosotros, el que nos conforta para que no temamos y nos arrojemos fuera del
navio. Por muy sacudido que parezca, sin embargo, en él navegan no sólo los
discípulos, sino el mismo Cristo. Por eso no te apartes de la nave y ruega a
Dios. Cuando fallen todos los medios, cuando el timón no funcione y las velas
rotas se conviertan en mayor peligro, cuando se haya perdido la esperanza en la
ayuda humana, piensa que sólo te resta rezar a Dios. Quien de ordinario impulsa
felizmente a puerto a los navegantes, no ha de abandonar la barquilla de su
Iglesia (SAN AGUSTIN, Sermón 63,4).
2956 Aunque la nave padezca turbación, sin embargo, es la nave. Ella sola lleva
a los discípulos y recibe a Cristo. Peligra, ciertamente, en el mar, pero sin
ella de inmediato estamos perdidos (SAN AGUSTIN, Sermón 75,3).
Las notas de la Iglesia
2957 La Iglesia ha de ser reconocida por aquellas cuatro notas, que se expresan
en la confesión de fe de uno de los primeros Concilios, como las rezamos en el
Credo de la Misa: Una sola Iglesia, Santa, Católica y Apostólica (Símbolo
Constantinopolitano, Dz Sch 150). Esas son las propiedades esenciales de la
Iglesia, que derivan de su naturaleza, tal como la quiso Cristo. Y, al ser
esenciales, son también notas, signos que la distinguen de cualquier otro tipo
de reunión humana, aunque en estas otras se oiga pronunciar también el nombre de
Cristo (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Hom. Lealtad a la Iglesia,4-VI- 1972).
Una única Iglesia de Cristo
2958 Esta es la única Iglesia de Cristo, que en el Símbolo confesamos como una,
santa, católica y apostólica, y que nuestro Salvador, después de su
resurrección, encomendó a Pedro para que la apacentara (cfr.
Jn 21,17), confiándole
a él y a los demás Apóstoles su difusión y gobierno (cfr.
Mt 28,18 ss), y la
erigió perpetuamente como columna y fundamento de la verdad (cfr. 1Tm 3,15)
(CONC. VAT. 11, Const. Lumen gentium,8).
2959 Es norma general que toda cosa debe ser referida a su origen. Y, por esto,
toda la multitud de comunidades son una con aquella primera Iglesia fundada
sobre los Apóstoles, de la que proceden todas las otras. En este sentido son
todas primeras y todas apostólicas, en cuanto que todas juntas forman una sola.
De esta unidad son prueba la comunión y la paz que reinen entre ellas, así como
su mutua fraternidad y hospitalidad. Todo lo cual no tiene otra razón de ser que
su unidad en una misma tradición apostólica (TERTUmANO, Sobre la prescripción de
los herejes,20).
2960 Una y única es la Iglesia fundada por Cristo Señor; sin embargo, son muchas
las Comuniones cristianas que se proponen a los hombres como herencia verdadera
de Jesucristo. Todos profesan, es cierto, que son discípulos del Señor, pero
sienten de modo diverso y caminan por vías distintas, como si Cristo mismo
estuviese dividido. Tal división no sólo contradice abiertamente la voluntad de
Cristo, sino que es también un escándalo para el mundo y perjudica a la causa
santísima de la predicación del Evangelio a toda criatura. (CONC. VAT II, Decret.
Unitatis redintegratio,1).
2961 Esta unidad de la Iglesia está prefigurada en la persona de Cristo por el
Espíritu Santo en el Cantar de los Cantares, cuando dice: Una sola es mi paloma,
mi hermosa es única de su madre, la elegida de ella (Ct
6,8). Quien no guarda esta unidad de
la Iglesia, ¿va a creer que guarda la unidad de la fe? Quien resiste
obstinadamente a la Iglesia, quien abandona la cátedra de Pedro, sobre la que
esta cimentada la Iglesia, ¿puede confiar que está en la Iglesia? (SAN CIPRIANO,
Sobre la unidad de la Iglesia,5).
2962 Las iglesias de las ciudades y de los pueblos, aun siendo muchas, son una
única Iglesia. Porque Cristo, perfecto e indivisible, es único en todas ellas (ORIGENES,
Hom. para el tiempo pascual).
2963 Se equivocarían gravemente los que intentaran separar una Iglesia
carismáticaóque seria la verdaderamente fundada por Cristoó, de otra jurídica o
institucional, que seria obra de los hombres y simple efecto de contingencias
históricas. Sólo hay una Iglesia. Cristo fundó una sola Iglesia: visible e
invisible, con un cuerpo jerárquico y organizado, con una estructura fundamental
de derecho divino, y una intima vida sobrenatural que la anima, sostiene y
vivifica (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Hom. El fin sobrenatural de la
Iglesia,28-V-1972).
2964 La Iglesia crece como una vid y se extiende por toda la tierra; los malos
pastores, en cambio, son como sarmientos inútiles que, a causa de su
esterilidad, han sido cortados por la podadera del agricultor, no para destruir
la vid, sino para que ésta continúe existiendo. Aquellos sarmientos, pues, han
quedado en el mismo lugar donde cayeron al ser cortados; la vid, en cambio,
extendiéndose entre todos los pueblos, reconoce como propios los sarmientos que
en ella permanecieron, y considera como cercanos a si aquellos otros que le
fueron cortados (SAN AGUSTIN, Sermón 46, sobre los pastores).
2965 Por diversos que sean los lugares, los miembros de la Iglesia profesan una
misma y única fe, la que fue transmitida por los Apóstoles a sus discípulos (SAN
IRENEO, Trat. contra las herejías,1,10).
2966 Pero no ignoramos, por otra parte, que esta salvación pertenece a la
Iglesia única y que nadie puede participar en Cristo, ni ser salvo, fuera de la
Iglesia católica y de su fe (ORiGENES, Hom. para el tiempo pascual).
2967 Tenemos que mantener y defender esta unidad, sobre todo los obispos, que
tenemos la presidencia en la Iglesia [. . . 1. Nadie engañe a la comunidad de
hermanos con una mentira, nadie deforme la verdad de la fe con una deformación
infiel [. . . ]. La santa Iglesia es una sola [. . . ]. Lo mismo que el sol
tiene muchos rayos pero una sola luz, y el árbol tiene muchas ramas, pero un
tronco único al que profundas raices dan posición fija, y lo mismo que de una
fuente saltan muchos arroyos, así la unidad es conservada en el origen, aunque
parezca que de ella brota una pluralidad en rica abundancia. Si un rayo se
aparta del cuerpo del sol, la unidad de la luz no sufre partición. Pero se
arranca del árbol una rama, y la arrancada no volverá a poder nacer. Divide el
arroyo de la fuente y, separado, pronto se secará. Y así también la Iglesia del
Señor, inundada de luz, envia sus rayos a todo el mundo. A pesar de ello, es
sólo una luz que se extiende hacia todas partes. Pero la unidad de su Cuerpo no
se divide [. . . ]. Y alguno cree todavía que esta unidad, proveniente de la
fuerza y virtud divina, referida a los misterios celestiales, pueden ser
destruida y dividida por escisión de opiniones opuestas (SAN CIPRIANO, Sobre la
unidad de la Iglesia,6).
2968 Se dispersaron por toda la tierra, a causa del amor de los bienes del
mundo, y son, en verdad, ovejas desperdigadas y sin rumbo por toda la tierra.
Viven en diversos lugares;una única madre, la soberbia, las engendró a todas, al
igual que una sola madre, nuestra Iglesia católica, ha dado también a luz a
todos los fieles critianos esparcidos por todo el orbe (SAN AGUSTIN, Sermón 46,
sobre los pastores).
La caridad, vinculo de unidad en la Iglesia
2969 Sabes cuál es la dulzura de la caridad y el deleite de la unidad. No
predicas sino la unión de las naciones. No aspiras más que a la unidad de los
pueblos. No siembras más que semillas de paz y caridad. Alégrate en el Señor,
porque no has sido defraudado en tus sentimientos (SAN LEANDRO, Hom. en elfinal
del Conc. 3. ° de Toledo).
2970 Dios, al conservar en la Iglesia la caridad que ha sido de- rramada en ella
por el Espíritu Santo, convierte a esta misma Iglesia en un sacrificio agradable
a sus ojos y la hace capaz de recibir siempre la gracia de esa caridad
espiritual, para que pueda ofrecerse continuamente a él como una ofrenda viva,
santa y agradable (SAN FULGENCIO, Libro 2,11 - 12).
2971 Hemos de ser comprensivos, cubrir todo con el manto en- trañable de la
caridad. Una caridad que nos afiance en la fe, aumente nuestra esperanza y nos
haga fuertes, para decir bien alto que la Iglesia no es esa imagen que algunos
proponen. La Iglesia es de Dios, y pretende un solo fin: la salvación de las
almas (J. ESCRJV¡ DE BAEAGUER, Hom. El fin sobrenatural de la
Iglesia,28-V-1972).
2972 Entrando el rey [. . . ], vio allí a un hombre que no llevaba el traje de
boda (cfr.
Mt 22,11). ¿Qué
debemos entender por vestido de bodas sino la caridad?, porque el Señor lo puso
de manifiesto cuando vino a celebrar sus bodas con la Iglesia. Entra, pues, a
las bodas sin el vestido nupcial quien cree en la Iglesia, pero no tiene caridad
(SAN GREGORIO MAGNO, en Catena Aurea, vol. lll, p. 66).
2973 Todo el que quiere vivir tiene de dónde vivir y de qué vivir. Que venga y
crea. Que se incorpore para ser vivificado, que no le atemorice la unión con los
demás miembros. Que no sea un miembro gangrenado que haya que amputar, ni
torcido, del que haya que avergonzarse. Que sea un miembro robusto, adaptado,
sano. Que se abrace firmemente al cuerpo (SAN AGUSTIN, Trat. Evang. S.
Juan,26,13).
2974 Si quieres amar a Cristo extiende tu caridad a toda la tierra, porque los
miembros de Cristo están por todo el mundo (SAN AGUSTIN, Coment. I Epist. S.
Juan,10,5).
2975 Entendí que sólo el amor es el que impulsa a obrar a los miembros de la
Iglesia y que, si faltase este amor, ni los apóstoles anunciarían ya el
Evangelio, ni los mártires derramarian su sangre. Reconocí claramente y me
convencí de que el amor encierra en si todas las vocaciones, que el amor lo es
todo, que abarca todos los tiempos y lugares, en una palabra, que el amor es
eterno.
Entonces, llena de alegría desbordante, exclamé: "Oh Jesús, amor mio, por fin he
encontrado mi vocación: mi vocación es el amor. Si, he hallado mi propio lugar
en la Iglesia, y este lugar es el que tú me has señalado, Dios mio. En el
corazón de la Iglesia, que es mi madre, yo seré el amor: de este modo lo seré
todo y mi deseo se verá colmado" (SANTA TERESITA, Manuscrito autobiográfico,1.
c. , pp. 227-229).
Santidad de la Iglesia y miembros pecadores
2976 Dichosa Iglesia nuestra, a la que Dios se digna honrar con semejante
esplendor, ilustre en nuestro tiempo por la sangre gloriosa de los mártires.
Antes era blanca por las obras de los hermanos; ahora se ha vuelto roja por la
sangre de los mártires. Entre sus flores no faltan ni los lirios ni las rosas
(SAN CIPRIANO, Carta 10,2-3).
2977 Y habiendo salido sus siervos a los caminos, reunieron a cuantos
encontraron, buenos y mulos, y la sala de bodas quedó llena de convidados (Mt
24,10). Y dice esto, porque en la
Iglesia no puede haber buenos sin malos, ni malos sin buenos, y no fue bueno
aquel que no quiso sufrir a los malos (SAN GREGOR[O MAGNO, en Catena Aurea, vol.
lll, p. 65).
2978 La Santa Iglesia es comparada a una red de pescar, porque también está
encomendada a pescadores, y por medio de ella somos sacados de las olas del
presente siglo y llevados al reino celestial, para no ser sumergidos en el
abismo de la muerte eterna. Congrega toda clase de peces, porque brinda con el
perdón de los pecados a los sabios e ignorantes, a los libres y a los esclavos,
a los ricos y a los pobres, a los robustos y a los débiles (SAN GREGORIO MAGNO,
Hom. 11 sobre los Evang. ).
2979 No en si misma, sino en nosotros, sus miembros vivos, recibe la Iglesia las
heridas, y por eso hemos de procurar no afligirla con nuestras caídas. (SAN
AMBROSIO, Trat. sobre la virginidad,48).
2980 ¡Santa, Santa, Santa!, nos abrevemos a cantar a la Iglesia, evocando el
himno en honor de la Trinidad Beatisima. Tú eres Santa, Iglesia, Madre mia,
porque te fundó el Hijo de Dios, Santo; eres Santa, porque así lo dispuso el
Padre, fuente de toda santidad; eres Santa, porque te asiste el Espíritu Santo,
que mora en el alma de los fieles, para ir reuniendo a los hijos del Padre, que
habitarán en la Iglesia del Cielo, la Jerusalén eterna (J. ESCRIVA DE BALAGUER,
Hom. Lealtad a la Iglesia,4-VI-1972).
2981 No busquemos en la Iglesia los lados vulnerables para la critica, como
algunos que no demuestran su fe ni su amor [. . . ] Nuestra Madre es Santa,
porque ha nacido pura y continuará sin mácula por la eternidad. Si en ocasiones
no sabemos descubrir su rostro hermoso, limpiémonos nosotros los ojos; si
notamos que su voz no nos agrada, quitemos de nuestros oídos la dureza que nos
impide oir, en su tono, los silbidos del Pastor amoroso. Nuestra Madre es Santa,
con la santidad de Cristo, a la que está unida en el cuerpo óque somos todos
nosotrosóy en el espiritu, que es el Espíritu Santo, asentado también en el
corazón de cada uno de nosotros, si nos conservamos en gracia de Dios (J.
ESCRIVA DE BALAGUER, Hom. Lealtad a la Iglesia,4-VI1972).
2982 Yo abrazo a una Iglesia llena de trigo y de paja; con la palabra y la
disciplina del Señor enmiendo a los que puedo, y tolero a los que no puedo
enmendar (SAN AGUST[N, Contra el donatista Cresconio,3,25).
2983 Y tal es la Iglesia virgen, unida a un solo esposo, Cristo, que no admite
ningún error; de modo que en todo el mundo gozamos de una sola casta e íntegra
unión (SAN LEÓN MAGNO, Epist. 80, a Anatolio).
2984 En el cuerpo visible de la Iglesia en el comportamiento de los hombres que
la componemos aquí en la tierraó aparecen miserias, vacilaciones, traiciones.
Pero no se agota ahí la Iglesia, ni se confunde con esas conductas equivocadas:
en cambio, no faltan, aquí y ahora, generosidades, afirmaciones heroicas, vidas
de santidad que no producen ruido, que se consumen con alegría en el servicio de
los hermanos en la fe y de todas las almas.
Considerad además que, si las claudicaciones superasen numéricamente las
valentías, quedaria aún esa realidad místicaóclara, innegable, aunque no la
percibamos con los sentidosóque es el Cuerpo de Cristo, el mismo Señor Nuestro,
la acción del Espíritu Santo, la presencia amorosa del Padre (J. ESCRIVA DE
BALAGUER, Hom. El fin sobrenatural de la Iglesia,28-V-1972).
Católica, universal
2985 Nosotros somos la Santa Iglesia. Pero no he dicho "Nosotros" como si me
refiriera a los que estamos aquí, a los que ahora me habéis oído. Lo somos
cuantos, por gracia de Dios, somos fieles cristianos en esta Iglesia, esto es,
en esta ciudad; cuantos son tales en esta región, en esta provincia, y aun más
allá del mar, y hasta en todo el orbe de la tierra. . . Tal es la Iglesia
Católica, nuestra verdadera Madre (SAN AGUSTiN, Sermón 213).
2986 "Católica": este es el nombre propio de esta Iglesia santa y madre de todos
nosotros [. . . ], y es figura y anticipo de la Jerusalén de arriba, que es
libre, y es nuestra madre, la cual, antes estéril, es ahora madre de una prole
numerosa (SAN CIR1LO DE JERUSALÉN, Catequesis 18,26).
2987 Este carácter de universalidad que distingue al Pueblo de Dios es un don
del mismo Señor con el que la Iglesia católica tiende, eficaz y perpetuamente, a
recapitular toda la humanidad, con todos sus bienes, bajo Cristo Cabeza, en la
unidad de su Espíritu (CONC. VAT. II, Const. Lumen gentium,13).
2988 Jesucristo instituye una sola Iglesia, su Iglesia; por eso la Esposa de
Cristo es Una y Católica: universal, para todos los hombres. Desde hace siglos
la Iglesia está extendida por todo el mundo; y cuenta con personas de todas las
razas y condiciones sociales. Pero la catolicidad de la Iglesia no depende de la
extensión geográfica, aunque esto sea un signo visible y un motivo de
credibilidad. La Iglesia era Católica ya en Pentecostés; nace Católica del
Corazón llagado de lesús, como un fuego que el Espíritu Santo inflama (J.
ESCRIVA DE BALAGUER, Hom. Lealtad a la iglesia,4-VI- 1972).
2989 La Iglesia se llama católica o universal porque está esparcida por todo el
orbe de la tierra, del uno al otro confin, y porque de un modo universal y sin
defecto enseña todas las verdades de fe que los hombres deben conocer, ya se
trate de las cosas visibles o invisibles, de las celestiales o las terrenas;
también porque induce al verdadero culto a toda clase de hombres, a los
gobernantes y a los simples ciudadanos, a los instruidos y a los ignorantes; y,
finalmente, porque cura y sana toda clase de pecados sin excepción, tanto los
internos como los externos; ella posee todo género de virtudes, cualquiera que
sea su nombre, en hechos y palabras y en cualquier clase de dones espirituales
(SAN CI RILO DE JERUSALEN, Catequesis 18,23-25).
2990 Además de esta sabiduría, otras muchas cosas hay que me retienen muy
justamente en el seno de la Iglesia. Es el consentimiento de los pueblos y
naciones; es la autoridad, comenzada con milagros, sostenida por la esperanza,
aumentada por la caridad, robustecida por la antigüedad. Me retiene la sucesión
de los sacerdotes, que trae su origen de la misma sede de Pedro Apóstol, a quien
el Señor, después de la resurrección, encomendó las ovejas para guardarlas y
llega hasta el presente episcopado; me retiene, finalmente, el mismo nombre de
Católica, porque no sin razón, entre tan numerosas herejías, de tal modo sólo la
Iglesia se ha apropiado este nombre, que, aun queriendo llamarse católicos todos
los herejes, si un forastero pregunta dónde se reúne la Católica, ningún hereje
tendrá la osadía de señalar su basílica o su casa. (S. AGUSTIN, Contra la
epistala de los Maniqueos,4,5).
2991 Admirable es el testimonio de San Fructuoso, obispo. Como uno le dijera y
le pidiera que se acordara de él y rogara por él, el santo respondió: "Yo debo
orar por la Iglesia católica, extendida de Oriente a Occidente". ¿Qué quiso
decir el santo obispo con estas palabras? Lo entendéis, sin duda; recordadlo
ahora conmigo: "Yo debo orar por la Iglesia católica; si quieres que ore por ti,
no te separes de aquella por quien pido en mi oración" (SAN AGUSTIN, Sermón
273).
2992 La Iglesia católica: este es el nombre propio de quien es Madre Santa de
todos nosotros; ella es también Esposa de N. S. Jesucristo (SAN CIR1LO DE
JERUSALEN, Catequesis 18,26).
Apostalica. Actitud misionera de la Iglesia
2993 Este solemne mandato de Cristo de anunciar la verdad salvadora, la Iglesia
lo recibió de los Apóstoles con orden de realizarlo hasta los confines de la
tierra (cfr
Ac 1,8) Por eso hace
suyas las palabras del Apóstol: ,Ay de misi no evangelizare! (1Co
9,16) (CONC. VAT. II, Const. Lumen
gentiam,17).
2994 La Iglesia lleva a Cristo a los hombres: quiere comunicarles la vida que
apareció la noche de Navidad con el Verbo hecho carne; quiere proclamarles la
esperanza del eón futuro, que ya alborea en el siglo presente; quiere dilatar,
aun entre los sufrimientos del mundo, esa paz que anunciaron los ángeles en
Belén, y ese amor de beneplácito con el que Dios nos ha abrazado, dándonos al
Hijo: Gloria in excelsis Deo et in terra pax hominibus bonue voluntatis (Lc
2,14) (JUAN PABLO II, Al Sacro
Colegio Cardenalicio,22-XI- 1980).
2995 [. . . ] Iglesia, la cual con su predicación hace que la palabra luminosa
de Dios brille e ilumine a los hombres del mundo entero, como si fueran los
moradores de la casa, y sean llevados de este modo al conocimiento de Dios con
el resplandor de la verdad (SAN M¡XIMO, Cuestiones a Talasio,63).
2996 Esta misión de la Iglesia no se limita al cuidado pastoral de sus fieles:
se extiende a todos los hombres y a todos los tiempos (A. DEL PORTILLO, Escritos
sobre el sacerdocio, p. 40).
2997 La actitud misionera comienza siempre con un sentimiento de profunda estima
frente a lo que "en el hombre había" (Jn
2,25), por lo que él mismo, en lo
intimo de su espiritu, ha elaborado respecto a los problemas más profundos e
importantes; se trata de respeto por todo lo que en él ha obrado el Espíritu,
que "sopla donde quiere" (Jn
3,8). La misión no es nunca una
destrucción, sino una purificación y una nueva construcción por más que en la
práctica no siempre haya habido una plena correspondencia con un ideal tan
elevado. La conversión que de ella ha de tomar comienzo, sabemos bien que es
obra de la gracia, en la que el hombre debe hallarse plenamente a si mismo (JUAN
PABLO 11, Enc. Redemptor hominis,12).
2998 La Santa Iglesia se compara a una red barredera, porque está encomendada a
pescadores y por ella todos son traidos desde las ondas del presente siglo al
reino eterno [. . . ]. Esta red recoge toda clase de peces, porque llama al
perdón de los pecados a los sabios y a los ignorantes, a los libres y a los
esclavos, a los ricos y a los pobres, a los poderosos y a los débiles. Por eso
dice a Dios al Salmista (Sal 64,3): A ti vendrán todos los mortales. Red, esto
es, Iglesia, que se llenará del todo cuando dentro de ella se acoja lo último
del género humano; sacan la red y se sientan a la orilla, porque, como el mar es
figura del siglo, así la orilla del mar figura el fin del siglo, y allí los
peces buenos son colocados en los cestos y los malos son arrojados fuera [. . .
] (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 11 sobre los Evang. ).
2999 El término democracia carece de sentido en la Iglesia, que [. . . ] es
jerárquica por voluntad divina. Pero jerárquia significa gobierno santo y orden
sagrado, y de ningún modo arbitrariedad humana o despotismo infrahumano. En la
Iglesia el Señor dispuso un orden jerárquico, que no ha de transformarse en
tiranía: porque la autoridad misma es un servicio, como es la obediencia (J.
ESCRIVA DE BALAGUER, Hom. Elfin sobrenatural de la Iglesia,28-5-1972).
Fin sobrenatural de la Iglesia
3000 La Iglesia desea servir a este único fin: que todo hombre pueda encontrar a
Cristo, para que Cristo pueda recorrer con cada uno el camino de la vida, con la
potencia de la verdad acerca del hombre y del mundo, contenida en el misterio de
la Encarnación y de la Redención, con la potencia del amor que irradia de ella
(JUAN PABLO II, Enc. Redemptorhominis,13).
3001 Cristo dijo a Pedro: En adelante vas a ser pescador de hombres (Lc
5,10); esta pesca misteriosa
corresponde a la misión incesante de la Iglesia, de cada una de las comunidades
en la Iglesia y de cada uno de los cristianos. Lleva a los hombres vivos, a las
almas humanas, a la luz de la fe y a la fuente del amor; mostrarles el Reino de
Dios presente en los corazones y en el designio de la historia de la humanidad;
reunir a todos en esa unidad, cuyo centro es Cristo: he aquí la misión continua
de la Iglesia (JUAN PABLO 11, Hom. 10-11-1980).
3002 (El fin de la Iglesia es) revelar a Cristo al mundo, ayudar a todo hombre
para que se encuentre a si mismo en él, ayudar a las generaciones contemporáneas
de nuestros hermanos y hermanas, pueblos, naciones, estados, humanidad, paises
en vías de desarrollo y paises de la opulencia, a todos en definitiva, a conocer
las insondables riquezas de Cristo (Ep
3,8), porque éstas son para todo
hombre y constituyen el bien de cada uno (JUAN PABLO II, Enc. Redemptor hominis,
II).
3003 La Iglesia no es un partido politico, ni una ideología social, ni una
organización mundial de concordia o de progreso material, aun reconociendo la
nobleza de esas y de otras actividades. La Iglesia ha desarrollado siempre y
desarrolla una inmensa labor en beneficio de los necesitados; de los que sufren,
de todos cuantos padecen de alguna manera las consecuencias del único verdadero
mal, que es el pecado. Y a todosóa aquellos de cualquier forma menesterosos, y a
los que piensan gozar de la plenitud de los bienes de la tierraóla Iglesia viene
a confirmar una sola cosa esencial, definitiva: que nuestro destino es eterno y
sobrenatural, que sólo en Jesucristo nos salvamos para siempre, y que sólo en El
alcanzaremos ya de algún modo en esta vida la paz y la felicidad verdaderas (J.
ESCRIVA DE BALAGUER, Hom. Lealtad a la Iglesia,4-VI-1972).
3004 La Iglesia, en consideración de Cristo y en razón del misterío, que
constituye la vida de la Iglesia misma, no puede permanecer insensible a todo lo
que sirve al verdadero bien del hombre, como tampoco puede permanecer
indiferente a lo que lo amenaza (JUAN PABIO II, Enc. Redemptor hominis,13).
3005 La Iglesia que, por razón de su ministerio y de su competencia, de ninguna
manera se confunde con la comunidad politica y no está vinculada a ningún
sistema politico, es al mismo tiempo el signo y la salvaguardia del carácter
trascendente de la persona humana (CONC. VAr. 11, Const. Gaudium et spes,76).
3006 Debiéndose extender a toda la tierra, la Iglesia entra en la historia de
los hombres, pero, al mismo tiempo, trasciende los tiempos y los confines de
todos los pueblos. En las tentaciones de su camino, la Iglesia se ve sostenida
por la fuerza de la gracia de Dios, que le ha sido prometida por el Señor, para
que por la debilidad humana no se debilite la fidelidad perfecta, sino que
permanezca digna esposa de su Señor y no cese de renovarse bajo la acción del
Espíritu Santo, a fin de que, a través de la cruz, llegue a la luz que no conoce
ocaso (CON. VAT. II, Const. Lumen gentium,9).
Nuestra Madre la Iglesia
3007 No puede tener a Dios por Padre quien no tiene a la Iglesia por madre (SAN
CIPRIANO, Sobre la unidad de la Iglesia,6).
3008 No es coherente con la fe cristiana, no cree verdaderamente en el Espíritu
Santo quien no ama a la Iglesia, quien no tiene confianza en ella, quien se
complace sólo en señalar las deficiencias y las limitaciones de los que la
representan, quien la juzga desde fuera y es incapaz de sentirse hijo suyo (J.
ESCRIVA DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,130).
Amor a la Iglesia
3009 Siendo nuestros argumentos de tanto peso, no hay para qué ir a buscar
todavía de otros la verdad que tan fácilmente se encuentra en la Iglesia, ya que
los apóstoles depositaron en ella, como en una despensa opulenta, todo lo que
pertenece a la verdad, a fin de que todo el que quiera pueda tomar de ella la
bebida de la vida. Y esta es la puerta de la vida: todos los demás son
salteadores y ladrones. Por esto hay que evitarlos, y en cambio hay que poner
suma diligencia en amar las cosas de la Iglesia y en captar la tradición de la
verdad (SANIRENEO, Trat. contra las herejías,3,4).
3010 El verdadero y auténtico católico es el que ama la verdad de Dios y a la
Iglesia, cuerpo de Cristo; aquel que no antepone nada a la religión divina y a
la fe católica: ni la autoridad de un hombre, ni el amor, ni el genio, ni la
elocuencia, ni la filosoíia; sino que, despreciando todas estas cosas y
permaneciendo sólidamente firme en la fe, está dispuesto a admitir y a creer
solamente lo que la Iglesia siempre y universalmente ha creído (SAN VICENTE DE
LERINS, Conmonitorio, n. 20).
3011 Cristo no excluyó a los pecadores de la sociedad por El fundada. Si, por
tanto, algunos miembros están aquejados de enfermedades espirituales, no por eso
debe disminuir nuestro amor a la Iglesia; al contrario, ha de aumentar nuestra
compasión hacia sus miembros (Pio XII, Enc. Mystici Corporis Christi).
3012 Si amas la Cabeza, amas también a los miembros (SAN AGUSTIN, Trat. Epist.
S. Juan,10,3).
3013 ¡Qué alegría, poder decir con todas las veras de mi alma: amo a mi Madre la
Iglesia santa! (J. ESCRIVADE BALAGUER, Camino, n. 518).
Responsabilidad de todos los fieles y de la jerarquía
3014 Procurarán con diligencia, a la manera de un médico precavido, conocer
todas las enfermedades que afligen a la Iglesia y que piden remedio, para poder
aplicar a cada una de ellas el remedio adecuado. Por lo que mira a estos
remedios, ya que han de ser comunes a toda la Iglesia [. . . ] habría que fijar
la atención primeramente en todos aquellos que están puestos al frente de los
demás, para que así la reforma comenzara por el punto desde donde debe
extenderse a las otras partes del cuerpo. Habría que poner un gran empeño en que
los cardenales, los patriarcas, los arzobispos, los obispos y los párrocos, a
quienes se ha encomendado directamente la cura de almas, fuesen tales que se les
pudiera confiar con toda seguridad el gobierno de la grey del Señor (SAN JUAN
LEONARD!, Cartas a Pablo V para reforma de la Iglesia).
3015 De la Iglesia recibimos la predicación de la fe, y bajo la acción del
Espíritu de Dios la conservamos como un licor precioso guardado en un frasco de
buena calidad (SAN IRENEO, Trat. contra las herejías,3,3).
3016 La misión de la Iglesia, recibida de Jesucristo, es única, y su
cumplimiento se encomienda a todos los miembros del Pueblo de Dios que, por los
Sacramentos de iniciación, se hacen participes del sacerdocio de Cristo para
ofrecer a Dios un sacrificio espiritual y dar testimonio de Jesucristo ante los
hombres. Cada uno ha de realizar la parte que le compete dentro de esa misión
total, en servicio y edificación de la comunidad (A. DEL PORTILLO, Escritos
sobre el sacerdocio, p. 39).
Santa Maria, Madre de la Iglesia
3017 Para gloria de la Virgen y consuelo nuestro, Nos proclamamos a Maria
Santísima Madre de la Iglesia, es decir, Madre de todo el pueblo de Dios, así de
todos los fieles como de los Pastores que la llaman Madre amorosa, y queremos
que de ahora en adelante sea honrada e invocada por todo el pueblo cristiano con
este gratisimo titulo (PABLO Vl, Discurso final III Ses. Concilio Vaticano II,21-11-1964).
3018 Se trata de un título (Madre de la Iglesia) [. . . ] que no es nuevo para
la piedad de los cristianos; antes bien, con este nombre de Madre, y con
preferencia a cualquier otro, los fieles y la Iglesia entera acostumbran a
dirigirse a Maria. Ciertamente que este titulo pertenece a la esencia de la
devoción a Maria, encontrando su justificación en la dignidad misma de la Madre
del Verbo Encarnado (PABLO Vl, Discurso final lll Ses. Concilio Vaticano
ll,21-11-1964).
3019 [. . . ] la Iglesia, siempre y en especial en nuestros tiempos, tiene
necesidad de una Madre [. . . ].
Maria es Madre de la Iglesia, porque en virtud de la inefable elección del mismo
Padre Eterno y bajo la acción particular del Espíritu de Amor ella ha dado la
vida humana al Hijo de Dios, por el cual y en el cual son todas las cosas y del
cual todo el Pueblo de Dios recibe la gracia y la dignidad de la elección. Su
propio Hijo quiso explícitamente extender la maternidad de su Madreóy extenderla
de manera fácilmente accesible a todas las almas y corazonesó confiando a ella
desde lo alto de la Cruz a su discípulo predilecto como hijo. El Espíritu Santo
le sugirió que se quedase también ella, después de la Ascensión de Nuestro
Señor, en el Cenáculo, recogida en oración y en espera junto con los Apóstoles
hasta el día de Pentecostés, en que debía casi visiblemente nacer la Iglesia,
saliendo de la oscuridad. Posteriormente todas las generaciones de discípulos y
de cuantos confiesan y aman a Cristoóal igual que el apóstol Juanó acogieron
espiritualmente en su casa a esta Madre, que así desde los mismos comienzos, es
decir, desde el momento de la Anunciación, quedó inserida en la historia de la
salvación y en la misión de la Iglesia. Así, pues, todos nosotros, que formamos
la generación contemporánea de los discípulos de Cristo, deseamos unirnos a ella
de manera particular (JUAN PABLO II, Enc. Redemptor hominis,22).
3020 Maria debe encontrarse en todas las vías de la vida cotidiana de la
Iglesia. Mediante su presencia materna, la Iglesia se cerciora de que vive
verdaderamente la vida de su Maestro y Señor, que vive el misterio de la
Redención en toda su profundidad y plenitud vivificante (JUAN PABLO II, Enc.
Redemptor hominis,22).
3021 En las Escrituras divinamente inspiradas, lo que se entiende en general de
la Iglesia, virgen y madre, se entiende en particular de la Virgen María; y lo
que se entiende de modo especial de Maria, virgen y madre, se entiende de modo
general de la Iglesia, virgen y madre. Y cuando los textos hablan de una u otra,
dichos textos pueden aplicarse indiferentemente a las dos (BEATO ISAAC, Sermón
51).
3022 Habitaré en la heredad del Señor. La heredad del Señor en su significado
universal es la Iglesia, en su significado especial es la Virgen Maria y en su
significado individual es también cada alma fiel. Cristo permaneció nueve meses
en el seno de Maria; permanecerá en el tabernáculo de la fe de la Iglesia hasta
la consumación de los siglos; y en el conocimiento y en el amor del alma fiel,
por los siglos de los siglos (BEATO ISAAC, Sermón 51).
3023 Si toda la Iglesia está en deuda con la Virgen Maria, ya que por medio de
ella recibió a Cristo, de modo semejante le debe a San José, después de ella,
una especial gratitud y reverencia (SAN BERNARDINO DE SIENA, Sermón 2,7).
3024 Con su caridad cooperó para que nacieran en la Iglesia los fieles, miembros
de aquella Cabeza, de la que Ella es efectivamente Madre según el cuerpo (SAN
AGUSTIN Trat. sobre la virginidad,6).
El Espíritu Santo y la Iglesia
3025 El Espíritu habita en la Iglesia y en el corazón de los fieles como en un
templo (cfr.
1Co 3,16
1Co 6,19),
y en ellos ora y da testimonio de su adopción como hijos (cfr.
Col 4,6
Rm 8,15-16
y
Rm 26). Ciuia a la
Iglesia a toda la verdad (cfr.
Jn 16,13), la unifica
en comunión y ministerio, la provee y gobierna con diversos dones jerárquicos y
carismáticos y la embellece con sus frutos (cfr.
Ep 4,11-12
1Co 12,4
Ga 5,22).
Con la fuerza del Evangelio rejuvenece la Iglesia, la renueva incesantemente y
la conduce a la unión consumada con su Esposo. En efecto, el Espíritu y la
Esposa dicen al Señor Jesús: ¡Ven! (cfr.
Ap 22,17) (CONC. VAT.
Il, Const. Lumen gentium,4).
3026 Una vez cumplida la obra que el Padre había confiado al Hijo en la tierra,
el día de Pentecostés fue enviado el Espíritu Santo para santificar
incesantemente a la Iglesia, y para que los creyentes tuvieran así acceso al
Padre por medio de Cristo en un solo Espíritu (cfr.
Ep 2,18) [. . .
]. Toda la renovación de la Iglesia [. . . ] no puede realizarse a no ser en el
Espíritu Santo, es decir, con la ayuda de su luz y de su virtud (JUAN PABLO 11,
Carta en el aniversario de los Conc de Constantinopla y Efeso,25-111-1981, n°
7).
3027 Al Espíritu de Cristo, como a principio invisible, cabe atribuir que todos
los miembros del Cuerpo estén unidos tanto entre sí como con su excelsa Cabeza,
puesto que reside todo entero en la cabeza, todo entero en el cuerpo y todo
entero en cada miembro, en los cuales varía la manera de estar presente y de
conceder su asistencia, según sus diversos cargos y funciones, según el grado
más o menos elevado de santidad de que gozan. El es quien, con su soplo de vida
celestial, debe considerarse como el principio de toda actividad vital y
verdaderamente saludable en todas las partes del Cuerpo. El es quien, aunque por
sí mismo se halle presente en todos los miembros y ejerza en ellos su divino
influjo, actúa en los inferiores por ministerio de los superiores. Finalmente,
es él quien, dando cada día nuevos incrementos a la Iglesia bajo el infiíujo de
la gracia, rehúsa habitar con la gracia santificante en los miembros totalmente
separados del Cuerpo (Pio Xll, Enc. Mystici Corporis Christi).
Citas de la Sagrada Escritura
Apartaos de mi, malditos, al fuego eterno, que fue destinado para el diablo y
sus ángeles.
Mt 25,41.
Murió también el rico y fue sepultado en el infierno [. . . ]: me abraso en
estas llamas.
Lc 16,22-24.
Si tu mano (si tu ojo. . . si tu pie) te es ocasión de escándalo, córtala; más
te vale el entrar manco en la vida (eterna) que tener dos manos e ir al
infierno, en donde el gusano que les roe nunca muere, y el fuego nunca se apaga.
Mc 9,42-43.
Los que no obedecen al Evangelio sufrirán la pena de una eterna condenación:
2Th 1,8-9.
Mas en orden a los cobardes, incrédulos, homicidas, deshonestos. . . , su suerte
será en el lago que arde con fuego y azufre: que es la muerte segunda.
Ap 21,8.
Y al salir verán los cadáveres de los que se rebelaron contra mi, cuyo gusano
nunca morirá y cuyo fuego no se apagará, que serán objeto de horror para toda
carne.
Is 66,24.
Los hombres buscarán en aquellos días la muerte y no la hallarán, y desearán
morir y la muerte huirá de ellos.
Ap 9,6.
Mientras que los hijos del reino serán arrojados a las tinieblas exteriores,
donde habrá llanto y crujir de dientes.
Mt 8,12.
Si alguno adora la bestia y su imagen y recibe su marca en la frente o en la
mano, éste beberá el vino del furor de Dios, que ha sido derramado sin mezcla en
la copa de su ira.
Ap 14,9.
Los poderosos serán poderosamente atormentados.
Sg 6,6.
Cuanto se envaneció y entregó al lujo, dadle otro tanto de tormento y duelo [. .
. ].
Ap 18,7.
Dadle según lo que ella dio, y dadle el doble de sus obras; en la copa en que
ella mezcló, mezcladle el doble.
Ap 18,6.
Irán al suplicio eterno, y los justos a la vida eterna.
Mt 25,46.
. . . Los abandonaré y esconderé de ellos mi rostro, y los devorarán y vendrán
sobre ellos muchos males y aflicciones.
Dt 31,17.
Tierra de negrura y desorden, en la que la claridad es como la oscuridad.
Jb 10,22.
Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y espaciosa la senda
que lleva a la perdición; muchos son los que por ella entran.
Mt 7,13.
Como la sequedad y el calor funden la nieve, así arrebata a los malvados el seol.
Jb 24,19.
Eternidad y enormidad de las penas
3028 Se hizo digno de pena eterna el hombre que aniquiló en si el bien que pudo
ser eterno (SAN AGUSTIN, La Ciudad de Dios,11).
3029 Y no se extinguirá la muerte, sino que será muerte sempiterna, y el alma no
podrá vivir sin Dios, ni librarse de los dolores muriendo (SAN AGUSTIN, Ibídem
21,3).
3030 Los malvados maldecirán eternamente el día en que recibieron el santo
bautismo, los pastores que los instruyeron, los Sacramentos que se les fueron
administrados. ¡AY! ¿qué digo?, este confesonario, este comulgatorio, estas
sagradas fuentes, este púlpito, este altar, esa cruz, ese Evangelio o, para que
lo entendáis mejor, todo lo que ha sido objeto de su fe, será objeto de sus
imprecaciones, de sus maldiciones, de sus blasfemias y de su desesperación
eterna (SANTO CURA DE ARS, Sobre el misterio).
3031 Sobre todo, considera la eternidad de las penas, pues ella sola basta para
hacer el infierno insoportable. Si la picadura de una pulga en una oreja o el
ardor de una ligera calentura es suficiente para que juzguemos larguisimo e
insufrible el corto espacio de una noche, ¡qué espantosa será la noche de la
eternidad con tantos tormentos! (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida
devota, I,15).
3032 De manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de
allf pasar aquí. En esto hay un argumento contra los herejes, que dicen que
habrán de tener término las penas, y que llegará día en que los pecadores podrán
unirse con los justos y con Dios (TEÓFILO, en Catena Aurea, Vl, p. 254).
3033 A lOS mártires les parecía frío el fuego de los verdugos, porque tenían
ante los ojos el huir de aquel que es eterno y nunca se extinguirá (Martirio de
S. Policarpo,10).
3034 Estando un día en oración, me hallé en un punto toda, sin saber cómo, que
me parecía estar metida en el infierno. Entendí que quería el Señor que viese el
lugar que los demonios allá me tenían aparejado, y yo merecido por mis pecados.
Ello fue en brevisimo espacio; mas, aunque yo viviese muchos años, me parece
imposible olvidárseme [. . . ], sentí un fuego en el alma, que yo no puedo
entender cómo poder decir de la manera que es. Los dolores corporales tan
insoportables, que, con haberlos pasado en esta vida gravísimos, y según dicen
los médicos, los mayores que se pueden acá pasar (porque fue encogérseme todos
los nervios cuando me tullí, sin otros muchos de muchas maneras que he tenido, y
aun algunos, como he dicho, causados del demonio), no es todo nada en
comparación con lo que allí sentí, y ver que habían de ser sin fin y sin jamás
cesar. Esto no es nada, pues, nada en comparación del agonizar del alma, un
apretamiento, un ahogamiento, una aflicción tan sensible y con tan desesperado y
afligido descontento, que yo no sé cómo encarecerlo. Porque decir que es un
estarse siempre arrancando el alma, es poco; porque aun parece que otro os acaba
la vida, mas aquí el alma misma es la que se despedaza. El caso es que yo no sé
cómo encarezca aquel fuego interior, y aquel desesperamiento sobre tan
gravísimos tormentos y dolores. No veia yo quién me los daba, mas sentiame
quemar y desmenuzar a lo que me parece, y digo que aquel fuego y desesperación
interior es lo peor [. . . ]; fue una de las mayores mercedes que el Señor me ha
hecho, porque me ha aprovechado muy mucho, así para perder el miedo a las
tribulaciones y contradicciones de esta vida, como para esforzarme a padecerlas
y a dar gracias al Señor, que me libró, a lo que ahora me parece, de males tan
perpetuos y terribles (SANTA TERESA, Vida,32,1-4).
3035 Hay infierno. Una afirmación que, para ti, tiene visos de perogrulladaó. Te
la voy a repetir: ¡hay infierno! Hazme tú eco, oportunamente, al oído de aquel
compañero. . . y de aquel otro (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Camino, n. 749).
3036 Todas estas cosas se dicen para que nadie pueda excusarse basado en su
ignorancia, que únicamente cabria si se hubiera hablado con ambigüedad sobre el
suplicio eterno (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. sobre los Evang. ).
3037 Me amenazas con un fuego que sólo abrasa una hora y se extingue pronto;
porque tú no conoces el fuego del juicio futuro y del eterno castigo que espera
a los ateos (Martirio de San Policarpo,10).
Pena de daño
3038 Esa pena será inmensa en primer lugar por la separación de Dios y de los
buenos todos. En esto consiste la pena de daño, en la separación, y es mayor que
la pena de sentido. Arrojad al siervo inútil a las tinieblas exteriores (Mt
25,30). En la vida actual los malos
tienen tinieblas por dentro, las del pecado, pero en la futura las tendrán
también por fuera. Será inmensa, en segundo lugar, por los remordimientos de su
conciencia [. . . ]. Sin embargo, tal arrepentimiento y lamentaciones serán
inútiles, pues provendrán no del odio de la maldad, sino del dolor del castigo.
En tercer lugar, por la enormidad de la pena sensible, la del fuego del
infierno, que atormentará alma y cuerpo. Es este tormento del fuego el más
atroz, al decir de los santos. Se encontrarán como quien se está muriendo
siempre y nunca muere ni ha de morir; por eso se le llama a esta situación
muerte eterna, porque, como el moribundo se halla en el filo de la agonía, así
estarán los condenados [. . . ]. En cuarto lugar, por no tener esperanza alguna
de salvación. Si se les diera alguna esperanza de verse libres de sus tormentos,
su pena se mitigaria; pero perdida aquélla por completo, su estado se torna
insoportable (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo,12,1. c. , p. 1 13).
3039 Además de todos estos tormentos, hay otro todavía mayor, que es la
privación y pérdida de la gloria de Dios, de la cual los condenados están
excluidos para siempre. Si Absalón juzgó que el estar privado de ver el amable
rostro de su padre David era más penoso que su destierro, ¿cuál será, Dios mio,
la pena de estar para siempre privado de ver vuestro dulce y suave rostro? (SAN
FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, I,15).
3040 La pena del infierno es insufrible, es verdad; pero si alguno fuera capaz
de imaginar diez mil infiernos, nada seria el sufrimiento en comparación de la
pena que produce el haber perdido el cielo y ser rechazado por Cristo (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo 28).
3041 Si fuese sólo la Justicia la que ha cavado el abismo, aún tendría remedio,
pero es el Amor quien lo ha cavado; esto es lo que quita toda esperanza. Cuando
se es condenado por la Justicia, se puede recurrir al Amor; pero cuando se es
condenado por el Amor, ¿a quién recurrir? ¡Tal es la suerte de los condenados!
El Amor que ha dado por ellos toda su sangre, es el mismo Amor que les maldice.
¡Cómo! ¿Habría venido un Dios aquí abajo por vosotros, habría tomado vuestra
naturaleza, hablado vuestra lengua, curado vuestras heridas, resucitado vuestros
muertos; habría sido El mismo muerto en la Cruz para que, después de todo esto,
penséis que os es lícito blasfemar y reír, y caminar sin temor, desposarse con
todas las disoluciones? Oh, no. Desengañaos, el amor no es un juego, no se es
amado impunemente por un Dios, no se es amado impunemente hasta la muerte. No es
la Justicia la que carece de misericordia, es el Amor quien os condena. El
amorólo hemos experimentado en demásíaóes la vida o la muerte; y si se trata del
amor de Dios, es la vida eterna o la muerte eterna (LACORDAIRE, Conferencias de
Nuestra Señora,72).
Pena de sentido
3042 LOS condenados están en el abismo infernal como dentro de una ciudad
malaventurada, en la cual sufren indecibles tormentos en todos los sentidos y
miembros; porque como emplearon en el pecado todos sus miembros y sentidos,
sufrirán en todos ellos las penas correspondientes al pecado. LOS ojos, por sus
licenciosas e ilícitas miradas, sufrirán la horrible visión de los demonios y
del infierno; los oídos, por haberse deleitado con discursos malos, jamás oirán
í otra cosa que llantos, lamentos y desesperaciones, y así de los restantes (SAN
FRANCISCO DE SALES, Introd. a /a vida devota,1,15).
3043 Entre aquellos que Irán al infierno habrá diferencias de tormentos: [. . .
] quien se condena [. . . ] queda hecho hijo del infierno por cada una de las
especies de pecados que comete, de manera que así como el justo tendrá aumento
de gloria según sus méritos, así el pecador tendrá una pena en el infierno
proporcionada, según el número de sus pecados (ORIGENES, en Catena Aurea, vol.
lll, pp. 117-118).
3044 Se nos dice que en aquel lugar habrá llanto y crujir de dientes; de suerte
que allí rechinarán los dientes de los que, mientras estuvieron en este mundo,
se gozaban en su voracidad; llorarán allí los ojos de aquellos que en este mundo
se recrearon con la vista de cosas ilícitas; de modo que cada uno de los
miembros que en este mundo sirvió para la satisfacción de algún vicio, sufrirá
en la otra vida un suplicio especial (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 38 sobre los
Evang. ).
Los cuerpos de los condenados
3045 El castigo eterno producirá en los cuerpos cuatro taras contrarias a las
dotes de los cuerpos gloriosos. Serán oscuros: Sus rostros, caras chamuscadas (Is
13,8). Pasibles, si bien nunca
llegarán a descomponerse, puesto que constantemente arderán en el fuego pero
jamás se consumirán: Su gusano no morirá, y su fuego no se extinguirá (Is
66,24). Pesados y torpes, porque el
alma estará allí como encadenada: Para aprisionar con grillos a sus reyes (Ps
149,8). Finalmente, serán en cierto
modo carnales, tanto en alma como el cuerpo: Se corrompieron los asnos en su
propio estiércol (Joel I,17) (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo,11,1. C. , P. 109).
Citas de la Sagrada Escritura
Victoria de Gedeón y los trescientos escogidos: Jue 7,1-7.
David y Goliat: I Sam 17,31
La borriquillo de Balaám: Nb 22,21-34.
Considerad si no, hermanos, vuestra vocación: no hay muchos sabios según la
carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; mas Dios eligió lo necio del mundo
para confundir a los sabios, lo débil para confundir a los fuertes, lo vil, lo
despreciable, lo que es nada, para anular lo que es; para que nadie se glorie
delante de Dios. Por él vosotros estáis en Cristo Jesús, quien de parte de Dios
se ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención, para
que, como está escrito, el que se glorie, que se glorie en el Señor. 1Co
1,26-31.
Poderoso es Dios para hacer que nazcan de las mismas piedras hijos de Abraham.
Mt 3,9.
Como el barro en manos del alfarero, que le señala el destino segun su juicio,
así son los hombres en manos del Hacedor, que hace de ellos según su voluntad.
Si 33,13-14.
¿Deberia acaso estar agradecido al siervo porque hizo lo que se le había
ordenado?
Lc 17,9-10.
Que nos tengan los hombres por ministros de Cristo y dispensadores de los
misterios de Dios.
1Co 4,1-2.
Cada uno permanezca en la condición que Dios le ha asignado, en la que tenia
cuando fue llamado. Asi lo dispongo en todas las Iglesias.
1Co 7,17.
Porque si predico el Evangelio, no tengo de qué gloriarme; es que tengo
obligación. Pues ¡ay de mi si no evangelizare! Si hiciera esto por propia
voluntad, mereceria recompensa; pero si lo hago por mandato, cumplo con un cargo
que se me ha confiado.
1Co 9,16-17.
Dios suele escoger "instrumentos desproporcionados" para que colaboren con El.
3046 Te reconoces miserable. Y lo eres. A pesar de todo ómás aún: por esoóte
buscó Dios.
Siempre emplea instrumentos desproporcionados: para que se vea que la "obra" es
suya. A ti sólo te pide docilidad (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Cam¿no, n. 475).
3047 Mas la providencia de Dios, que quiere que los hombres se salven y vengan
al conoc¿m¿ento de la verdad (I T¿m 2,4), permite en ocasiones, por su magnífica
liberalidad, que incluso quien no se ha hecho digno de predicar el Evangelio por
una vida irreprochable, obtenga la gracia de la ciencia espiritual para la
salvación de muchos (CASIANO, Colaciones,14,19).
3048 El sacerdote presta (a Cristo) su lengua y le ofrece sus ma- nos (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, Hom. Evang. S. Juan 86,4).
3049 Con frecuencia, escoge para esto a personas aparentemente inadecuadas, pero
eleva de tal modo sus cualidades personales que las hace capaces de realizar
acciones absolutamente superiores a sus posibilidades. Y esto lo hace no tanto
para confundir la sabiduría de los sabios, como para poner de relieve su obra,
que no necesita apoyos humanos, y para indicar más claramente a los hombres cuál
es la dignidad a que los eleva su gracia y a qué grandeza puede y quiere
conducirles bajo su guía (JUAN PABLO II, Carta Apost. Amantíssima Providentia,14-VI-1980).
El Señor da las gracias necesarias
3050 A los que Dios elige para una misión los prepara y dispone de suerte que
resulten idóneos para desempeñar la misión para la que fueron elegidos (SANTO
TOMÁS, Suma Teológ¿ca,3, q. 27, a. 4 c).
3051 Nosotros somos simples braceros, porque Dios es quien siembra (SAN AGUSTIN,
Sermón 73,3).
3052 Les invita a la fe con la parábola del grano de mostaza; y les hace ver
que, de todos modos, se propagará la predicación del Evangelio. Es necesaria la
fe para comprender esto. Los más pequeños, los más débiles entre los hombres,
eran los discípulos del Señor; pero como había en ellos una eficacia divina
grandiosa, esa fuerza se desplegó y se difundió por todo el mundo. Con esto
quiso dar el Señor una prueba de su grandeza (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S.
Mateo 46).
Dios es quien actúa a través de sus instrumentos
3053 Pecadores e ignorantes son enviados a predicar, para que se comprenda que
la fe de los creyentes está en la virtud de Dios, no en la elocuencia ni en la
doctrina (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. IV, p. 31).
3054 Nosotros os hablamos desde el exterior, pero es él quien edifica desde
dentro [. . . ]. Es él quien edifica, quien amonesta, quien amedrenta, quien
abre el entendimiento, quien os conduce a la fe; aunque nosotros cooperamos
también con nuestro esfuerzo (SAN AGUSTIN, Coment. Salmo 126,2).
3055 Todos los que reciben el bautismo de manos de un borracho, de un homicida,
de un adúltero, si el bautismo es de Cristo, por Cristo son bautizados (SAN
AGUSTIN, Trat. Evang. S. Juan 5,18).
3056 Hay que insistir en que los hombres no son más que instrumentos, de los que
Dios se sirve para la salvación de las almas, y hay que procurar que estos
instrumentos se encuentren en buen estado para que Dios pueda utilizarlos (SAN
Pio X, Haerent animo,4-8-1908).
3057 El Espíritu Santo se sirve de la palabra del hombre como de un instrumento.
Pero es El el que interiormente perfecciona la obra (SANTO TOMÁS, Suma
Teológica,2-2, q. 177, a. lc).
3058 Si contamos exclusivamente con nuestras propias fuerzas, no lograremos nada
en el terreno sobrenatural; siendo instrumentos de Dios, conseguiremos todo:
todo lo puedo en aquel que me conforta (Ph
4,3). Dios, por su infinita bondad,
ha dispuesto utilizar estos instrumentos ineptos (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Es
Cristo que pasa,120).
La gloria para Dios. Humildad del instrumento
3059 Imitad el ejemplo de humildad del Bautista. Lo toman por Cristo, pero él
dice que no es lo que ellos piensan ni se adjudica el honor que erróneamente le
atribuyen. Si hubiera dicho: "Soy Cristo", con cuánta facilidad le hubieran
creído, ya que lo pensaban de él sin haberlo dicho. No lo dijo: reconoció lo que
era, hizo ver la diferencia entre Cristo y él, y se humilló. Vio dónde estaba la
salvación, comprendió que él era sólo una antorcha y temió ser apagado por el
viento de la soberbia (SAN AGUSTIN, Sermón 293,3).
3060 Ya puedes desechar esos pensamientos de orgullo: eres lo que el pincel en
manos del artista. Y nada más.
Dime para qué sirve un pincel, si no deja hacer al pintor (J. ESCRIVA DE
BALAGUER, Camino, n. 612).
3061 Rechaza las alabanzas que te hagan por el éxito obtenido, porque no se
deben a un vil instrumento como tú, sino a El, que, si así lo quiere, puede
servirse de una vara para, hacer brotar el agua de una roca, o de un poco de
tierra para devolver la vista a los ciegos [. . . ] (J. PECCIóLeón Xllló,
Práctica de la humidad,45).
Citas de la Sagrada Escritura
El que se venga será victima de la venganza del Señor, que le pedirá exacta
cuenta de sus pecados.
Si 28,1.
¿Guarda el hombre rencor contra el hombre, e irá a pedir al Señor curación? ¿No
tiene misericordia de su semejante, y va a suplicar por sus pecados? Siendo
carne, guarda rencor. ¿Quién va a tener piedad de sus delitos? Acuérdate de tus
postrimerías y no tengas odio.
Si 28,3-6.
Aléjate de contiendas y aminorarás los pecados. Porque el hombre iracundo
enciende las contiendas. El hombre pecador siembra la turbación entre amigos y
en medio de los que en paz están arroja la calumnia.
Si 28,10-11.
A tenor del combustible se enciende y se alimenta el fuego, y según el poder del
hombre así es su ira; según su riqueza crece su cólera, y se enciende según la
violencia de la disputa. Pendencia súbita alumbra el fuego, y riña apresurada
hace correr la sangre. Si soplas sobre brasas, las enciendes, y si escupes sobre
ellas, las apagas; y ambas cosas proceden de tu boca.
Si 28,1
Si 2-14.
Toda amargura, ira y enojo y gritería [. . . ] destiérrese de vosotros.
Ep 4,31.
Sea todo hombre refrenado en la ira, porque la ira del hombre no se compadece
con la justicia de Dios.
Jc 1,19-20.
Si os enojáis no queráis pecar, no sea que se os ponga el sol estando airados.
Ep 4,26.
El que aborrece a su hermano en tinieblas está y en tinieblas anda, porque las
tinieblas le han cegado los ojos.
1Jn 2,11.
Quienquiera que tome ojeriza contra su hermano, merecerá que el juez le condene.
Mt 5,22.
Si al tiempo de presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas que tu hermano
tiene alguna queja contra ti, deja allí mismo tu ofrenda [. . . ] y ve primero a
reconciliarte con tu hermano.
Mt 5,23-24.
Si alguno dice: Yo amo a Dios, al paso que odia a su hermano, es un mentiroso.
1Jn 4,20.
La ira y el odio
3062 La ira es un movimiento que impulsa a venganza de las injurias recibidas
(SANTO TOMÁS, Sobre los mandamientos,1. c. , p. 264).
3063 En comparación del odio, la ira no es más que una mota de paja, pero si la
fomentas llegará a viga. Si la desarraigas y la arrojas no es nada (SAN AGUSTIN,
Sermón 211 De fraterna concordia).
3064 Hay que guardarse de que la ira pase al corazón, cosa que ocurre cuando se
transforma en odio. La diferencia entre la ira y el odio reside en que la
primera es repentina y el segundo es sostenido (SANTO TOMÁS, Sobre los
mandamientos,1. c. , p. 265).
Violencia y odio
3065 La violencia que está destruyendo el tejido social de la nación italiana no
es casual: parte de un programa preciso, nace del espíritu del odio. Aquí está
la matriz de la violencia; sólo aquí. Es necesario no dejarse engañar por otras
motivaciones. He aquí por qué es muy necesario, por parte de los cristianos,
saber discernir este espiritu, comprender su perversión intrínseca (cfr.
1Jn 3,15), y no
dejarse contaminar por él, para librarse con vigor de su espiral y no dejarse
engañar por sus sugestiones. Sed, en cambio, apóstoles perspicaces y generosos
del amor (JUAN PABLO II, Aloc 23-III-1980).
La ira deja sin luz el corazón
3066 Quien lleva en sus ojos la viga de la indignación, ¿podrá observar
serenamente la paja del ojo de su hermano? (CASIANO, Instituciones,8,5).
3067 Sea cual fuere la causa de esa efervescencia que radica en la cólera, la
verdad es que ciega los ojos del corazón (CA SIANO, Instituciones,8,6).
3068 No olvidemos que cuando estamos irritados perdemos por completo la libertad
de ponernos en oración y ofrecer nuestras plegarias al Señor (CAS¡ANO,
Instituciones,8,22).
Consecuencias de la ira
3069 (La ira) normalmente provoca la injuria (SANTO TOMÁS, Suma Teológica,2-2,
q. 72, a. 4).
3070 Tu mal carácter, tus exabruptos, tus modales poco amables, tus actitudes
carentes de afabilidad, tu rigidez (¡tan poco cristiana!), son la causa de que
te encuentres solo, en la soledad del egoísta, del amargado, del eterno
descontento, del resentido, y son también la causa de que a tu alrededor, en vez
de amor, haya indiferencia, frialdad, resentimiento y desconfianza.
Es necesario que con tu buen carácter, con tu comprensión y tu afabilidad, con
la mansedumbre de Cristo amalgamada a tu vida, seas feliz y hagas felices a
todos los que te rodean, a todos los que te encuentren en el camino de la vida.
(S. CANALS. Ascética meditada, pp. 72-73).
3071 Cuando somos zarandeados por la ira estamos faltos de lucidez en el juicio,
de la imparcialidad en el discernimiento, de la justa medida indispensable para
dirimir las diferencias (CASIANO, Instituciones,8,1).
3072 En toda nuestra actuación hemos de practicar dos virtudes, la justicia y la
misericordia. Pues bien, la ira cierra el camino a las dos (SANTO TOMÁS, Sobre
los mandamientos, I. c. ,p. 266).
3073 A veces la tristeza no es más que una consecuencia de la ira (CASIANO,
Instituciones,9,4).
Existe una ira justa y virtuosa
3074 Quien se enfurece con causa no es culpable; porque si la ira no existiese,
ni aprovecharia la doctrina ni los tribunales estarían constituidos, ni los
crimenes. se castigarían. ASi, quien no se enfurece, cuando hay causa para ello,
peca: la paciencia imprudente fomenta los vicios, aumenta la negligencia e
invita a obrar el mal, no sólo a los malos sino también a los buenos (SAN
AGUSTiN, Sobre la Ciudad de Dios,105).
3075 Si uno se encoleriza cuando debe, en la medida que debe, por lo que debe
encolerizarse, etc. , es entonces la ira un acto de virtud (SANTO TOMÁS, Sobre
los mandamientos,1. c. , p. 263).
La virtud de la paciencia Ver nº. 3967-4004.
Remedios contra la ira
3076 ASi como es excelente remedio contra la mentira desdecirse al instante que
se advierte haberla dicho, también es remedio eficaz contra la ira repararla
prontamente con su acto contrario, que es el de mansedumbre; que las llagas,
como se suele decir, se curan con más facilidad cuando están recién hechas (SAN
FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, III,8).
3077 Calla siempre cuando sientas dentro de ti el bullir de la indignación. Y
esto, aunque estés justisimamente airado.
Porque, a pesar de tu discreción, en esos instantes siempre dices más de lo que
quisieras (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Camino, n. 656).
3078 La indignación debe mantenerse en secreto [. . . ]. Porque es de tal
naturaleza que, diferida, languidece y muere; manifestada, se enciende más y más
(CASIANO, Colaciones,16,27).
3079 A tu paso debes dejar el buen aroma de Cristoóbonus odor Christió: tu
sonrisa habitual, tu calma serena, tu buen humor y tu alegría, tu caridad y tu
comprensión. Debes asemejarte a Jesús que pertransiit benefaciendo, que pasó
haciendo el bien.
Quienes no conocen la mansedumbre de Cristo dejan tras de si una polvareda de
descontento, una estela de animosidad y de dolorosas amarguras, una secuela de
heridas sin cicatrizar; un coro de lamentos y una cantidad de corazones
cerrados, por un tiempo más o menos largo, a la acción de la gracia y la
confianza en la bondad de los hombres. (S. CANALS. Ascética meditada, p. 73).
3080 Como el hombre encolerizado jamás tiene por injusto su enojo, alimenta su
ira con muchos falsos juicios. De lo dicho se infiere que vale más aprender a no
enfadarse que intentar enfadarse con moderación y prudencia; y por si por
imperfección o flaqueza nos sorprende la ira, más vale rechazarla al instante
que entrar con ella en capitulaciones, pues, por poco lugar que se le dé, se
apodera de la plaza y hace como la serpiente, que donde entra la cabeza
fácilmente entra todo el cuerpo (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida
devota, III,8).
3081 Pero conviene no forjarnos ilusiones. La paz de nuestro espiritu no depende
del buen carácter y benevolencia de los demás. Ese carácter bueno y esa
benignidad de nuestros prójimos no están sometidos en modo alguno a nuestro
poder y a nuestro arbitrio. Esto seria absurdo. Sino que la tranquilidad de
nuestro corazón depende de nosotros mismos. El evitar los efectos ridículos de
la ira debe estar en nosotros y no supeditarlo a la manera de ser de los demás.
El poder superar la cólera no ha de depender de la perfección ajena, sino de
nuestra virtud (CAS1ANO, Instituciones,8,17).
3082 Al despachar a sus hermanos de Egipto, el santo y famoso patriarca José,
para que se restituyesen a la casa de su padre, sólo les hizo este encargo: No
os enojéis por el camií?O. Y pues esta miserable vida es camino de la
bienaventurada, lo mismo te digo: no nos enojemos en el camino unos contra
otros; caminemos con nuestros hermanos y compañeros con dulzura, paz y amor; y
te lo digo con toda claridad y sin excepción alguna: no te enojes jamás, si es
posible; por ningún pretexto des en tu corazón entrada al enojo (SAN FRANCISCO
DE SALES, Introd. a la vida devota, III,8).
3083 Recuerdo que, cuando vivía yo en el desierto, disponia de una caña para
escribir, que, a mi parecer, era o demásiado gruesa o demásiado fina; tenia
también un cuchillo, cuyo filo, embotado sobremanera, apenas si podía cortar; un
sílex cuya chispa no brotaba lo bastante prontamente para satisfacer mi afán de
leer en seguida; y entonces sentía yo nacer en mí tales oleadas de indignación,
que no podía menos de proferir maldiciones, ora contra estos objetos
insensibles, ora contra el mismo Satanás.
Ello es una prueba fehaciente de que de poco sirve no tener a nadie con quien
enojarnos, si no hemos alcanzado antes la paciencia. Nuestra ira se
desencadenará incluso contra las cosas inanimadas, a falta de alguien que pueda
sufrir el golpe (CASIANO, Instituciones,8,17).