Antología de Textos
para la oración y la meditación
Autor: Francisco Fdez-Carvajal
Ediciones Palabra
ACCIÓN DE GRACIAS - ADULACIÓN - AFABILIDAD - ALEGRÍA - AMISTAD - AMOR - AMOR A DIOS - AMOR DE DIOS A LOS HOMBRES - ÁNGELES CUSTODIOS - APOSTOLADO - ARIDEZ - AVARICIA - AYUNO - BAUTISMO - BIENES TEMPORALES - BUEN PASTOR - CARIDAD - CASTIDAD - CIELO - COMPRENSIÓN - COMUNIÓN - COMUNIÓN DE LOS SANTOS - CONCIENCIA - CONFESIÓN - CONFIANZA EN DIOS -CONFIRMACIÓN - CONOCIMIENTO PROPIO - CONTEMPLACIÓN - CONTRICIÓN - CONVERSIÓN - CORAZÓN - CORRECCIÓN FRATERNA - CORRESPONDENCIA A LA GRACIA - COSAS PEQUEÑAS - CRISTIANOS - CRUZ - DEMONIO - DESCANSO - DESPRENDIMIENTO - DEVOCIONES - DIFAMACIÓN - DIFICULTADES - DIRECCIÓN ESPIRITUAL - EJEMPLARIDAD - ENFERMOS - ENTREGA - ENVIDIA - ESCÁNDALO - ESPERANZA - ESPÍRITU SANTO - ETERNIDAD - EUCARISTÍA - EXAMEN DE CONCIENCIA - FAMILIA - FE - FELICIDAD - FIESTAS Y TIEMPOS LITÚRGICOS - FILIACIÓN DIVINA - FIN DEL HOMBRE - FLAQUEZAS - FORMACIÓN DOCTRINAL - FORTALEZA - FRUTOS - GENEROSIDAD - GRACIA - HUMILDAD - IGLESIA - INFIERNO - INSTRUMENTOS DE DIOS - IRA - JESÚS - JUICIO - JUICIO TEMERARIO - JUSTICIA - LECTURA ESPIRITUAL - LIBERTAD - LIMOSNA - LUCHA ASCÉTICA - LUGARES Y OBJETOS DE CULTO - MAGNANIMIDAD - MANSEDUMBRE - MILAGROS - MISA - MISERICORDIA - MISERICORDIA DIVINA - MORTIFICACIÓN - MUERTE - OBEDIENCIA - OFRECIMIENTO DE OBRAS - OMISIONES - ORACIÓN - ORACIÓN DE PETICIÓN - PACIENCIA - PAZ - PECADO - PECADO VENIAL - PEREZA - PERSEVERANCIA - PIEDAD - PREDICACIÓN - PREMIO - PRESENCIA DE DIOS - PRIMEROS CRISTIANOS - PROVIDENCIA - PRUDENCIA - PURGATORIO - PURIFICACIÓN - RECOGIMIENTO - RECTITUD DE INTENCIÓN - REDENCIÓN - RESPETO A LA PERSONA - RESPETOS HUMANOS - RESPONSABILIDAD - ROMANO PONTÍFICE - SABIDURÍA - SACERDOCIO - SACRAMENTOS - BAUTISMO - CONFIRMACIÓN - PENITENCIA - SACRAMENTO DEL ORDEN - UNCIÓN DE LOS ENFERMOS - MATRIMONIO - SAGRADA ESCRITURA - SAN JOSÉ - SANTIDAD - SANTOS - SERVIR A DIOS - SINCERIDAD - SOBERBIA - TEMOR DE DIOS - TEMPLANZA - TENTACIÓN - TIBIEZA - TIEMPO - TRABAJO - TRISTEZA - UNIDAD - VANAGLORIA - VERACIDAD - VIDA SOBRENATURAL - VIGILANCIA - VIRGEN SANTÍSIMA - VIRGINIDAD - VIRTUDES - VISITA AL SANTÍSIMO - VOCACIÓN - VOLUNTAD DE DIOS |
MAGNANIMIDAD
MANSEDUMBRE
MILAGROS
MISA
MISERICORDIA
MISERICORDIA DIVINA
MORTIFICACIÓN
MUERTE
"Animarse a grandes cosas"
3445 Cuentan que un día salió al encuentro de Alejandro Magno un pordiosero,
pidiendo una limosna. Alejandro se detuvo y mandó que le hicieran señor de cinco
ciudades. El pobre, confuso y aturdido, exclamó: ¡yo no pedía tanto! Y Alejandro
repuso: tú has pedido como quien eres; yo te doy como quien soy (J. ESCRIVA DE
BALAGUER, Es Cristo que pasa,160).
3446 Quiere Su Majestad y es amigo de ánimas animosas, como vayan con humildad y
ninguna confianza de si; y no he visto a ninguna de éstas que quede baja en este
camino; ni ninguna alma cobarde, con amparo de humildad, que en muchos años
adelante lo que estotros en muy pocos. Espántame lo mucho que hace en este
camino animarse a grandes cosas, aunque luego no tenga fuerzas el alma; da un
vuelo y llega a muchos, aunque como avecita que tiene pelo malo, cansa y queda
(SANTA TERESA, Vida,13,2).
3447 Quien tiene grandeza de alma, vea lo que viere, y ocurra lo que ocurra, no
se aparta de la fe (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 265).
3448 Padeceráneacesidad es algo que puede sucederle a cualquiera; saber
padecerla es propio de las almas grandes. E igualmente, ¿quién no puede andar en
la abundancia? Pero saber abundar es propio de los que no se corrompen en la
abundancia (SAN AGUSTIN, Sobre el bien del matrimonio,21).
3449 Existe un "orgullo" laudable que consiste en que el alma se haga magnánima,
elevándose en la virtud. Tal elevación consiste en dominar las tristezas y en
soportar las tribulaciones con noble fortaleza; también en el menosprecio de las
cosas terrenas y en el aprecio de las del cielo. Esta grandeza de alma se
diferencia de la arrogancia que nace del orgullo, como se diferencia la
fortaleza de un cuerpo sano de la obesidad del que está hidrópico (SAN BASILIO,
en Catena Aurea, vol. VI, p. 303).
3450 Magnanimidad: ánimo grande, alma amplia en la que caben muchos. Es la
fuerza que nos dispone a salir de nosotros mismos, para prepararnos a emprender
obras valiosas, en beneficio de todos. No anida la estrechez en el magnánimo; no
media la cicatería, ni el cálculo egoísta, ni la trapisonda interesada. El
magnánimo dedica sin reservas sus fuerzas a lo que vale la pena; por eso es
capaz de entregarse él mismo. No se conforma con dar: se da. Y logra entender
entonces la mayor muestra de magnanimidad: darse a Dios (J. ESCRIVA DE BALAGUER.
Amigos de Dios,80).
3451 Tened unos para con otros un corazón grande, con mansedumbre, como lo tiene
Dios para con vosotros (SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta a S. Policarpo de
Esmirna,5).
3452 Lo que necesita el cristiano, cuando es odiado por el mundo, no son
palabras persuasivas, sino grandeza de alma (SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta a
los Romanos,3).
3453 Procurad entender en verdad que Dios no mira tantas menudencias como
vosotras pensáis, y no dejéis encoger vuestra ánima y ánimo, que se podrán
perder muchos bienes. La intención recta y la voluntad determinada de no ofender
a Dios, como tengo dicho. No dejéis arrinconar vuestra alma, porque en lugar de
procurar santidad sacará muchas imperfecciones que el demonio le pondrá por
otras vías; no aprovechará tanto a si y a las otras como pudiera (SANTA TERESA,
Camino deperfección,41,8).
3454 Señor, ¿cuántas veces deberé perdonar a mi hermano? (Mt
18,21). No encerró el Señor el
perdón en un número determinado, sino que dio a entender que hay que perdonar
con prontitud y siempre (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo,6).
3455 Que no se os haga pequeño el corazón con la impaciencia. (CASIANO,
Colaciones,16).
3456 Pararse en las pequeñeces del puesto, de la cortesía y del cumplimiento no
es de almas grandes que tienen otras cosas en qué pensar, sino de gente
desocupada. El que puede tener perlas no se carga con conchas, y el que busca la
virtud no se afana por distinciones (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida
devota, III,4).
Magnanimidad y audacia
3457 [. . . ] y tener una santa osadia, que Dios ayuda a los fuertes y no hace
acepción de personas (SANTA TERESA, Camino de perfección,16,12).
3458 José de Arimatea y Nicodemus visitan a Jesús ocultamente a la hora normal y
a la hora del triunfo. Pero son valientes declarando ante la autoridad su amor a
Cristoó"audacter"ócon audacia, a la hora de la cobardia. Aprende. (J. ESCRIVA DE
BALAGUER Camino, n. 841).
3459 Si es que teméis que os llegue a faltar el valor, dirigid vuestros ojos a
la cruz donde murió Jesucristo y veréis cómo no os faltará aliento (SANTO CURA
DE ARS, Sobre el respeto humano).
3460 ¡Oh grandeza de Dios!¡Y cómo mostráis vuestro poder en dar osadia a una
hormiga! ¡Y cómo, Señor mio, no queda por Vos el no hacer grandes obras los que
os aman, sino por nuestra cobardía y pusilanimidad! Como nunca nos determinamos,
sino llenos de mil temores y prudencias humanas, así, Dios mio, no obráis Vos
vuestras maravillas y grandezas. ¿Quién más amigo de dar, si tuviese a quién, ni
de recibir servicios a su costa? (SANTA TERESA, Fundaciones,2,7).
3461 No hagas caso. Siempre los "prudentes" han llamado locuras a las obras de
Dios.
¡Adelante, audacia! (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Camino,n. 479).
3462 Todo os es posible con la gracia de Dios. Acudid a El a buscar la voluntad
y la fuerza para hacer aquello para lo que El os llama. Nunca abandona a quien
le busca (CARD. J. H. NEWMAN, Sermón para el Domingo de Sexagésima: Llamadas de
la gracia).
3463 Es inútil lamentarse de que los tiempos son malos. Como ya escribía San
Pablo, hay que vencer el mal haciendo el bien (cfr.
Rm 12,21). El mundo
estima y respeta la valentia de las ideas y la fuerza de la virtud. No tengáis
miedo de rechazar palabras, gestos y actitudes no conformes con los ideales
cristianos. Sed valientes para oponeros a todo lo que destruye vuestra inocencia
o desflora la lozanía de vuestro amor a Cristo. (JUAN PABLO II, Aloc. 8-XI-1978).
Citas de la Sagrada Escritura
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra.
Mt 5,4.
Aprended de Mi, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis reposo para
vuestras almas.
Mt 11,29.
Al siervo de Dios no le conviene el altercar, sino ser manso con todos.
2Tm 2,24.
Amonéstales que no sean pendencieros, sino modestos, dando pruebas de
mansedumbre con todos los hombres.
Tt 3,1-2.
Los frutos del Espíritu Santo son: caridad. . . mansedumbre. . .
Ga 5,22-23.
(Jesucristo), un Rey lleno de mansedumbre:
Mt 21,5.
Consejos de mansedumbre:
Mt 5,38-42
Lc 6,27-30
Col 3,12-15
1P 3,8-9.
Es una forma de la caridad:
1Co 13,4-7.
Bendecid a los que os persiguen, bendecidlos y no los maldigáis.
Rm 12,14.
La falsa masedumbre de los hipócritas:
Rm 16,18.
Estemos siempre dispuestos a responder con dulzura y respeto a quien nos pida
razón de la esperanza en que vivimos.
1P 3,15.
Hermanos, si alguno fuere hallado en falta, vosotros, los espirituales,
corregidle con espiritu de mansedumbre [. . . ].
Ga 6,1.
Así, pues, os exhorto yo, preso en el Señor, a andar de una manera digna de la
vocación con que fuisíeis llamados.
Ep 4,1.
Inclina al pobre tu oído y con mansedumbre respóndele palabras amables.
Si 4,8.
Mansedumbre, caridad y fortaleza
3464 Te recomiendo la mansa y sincera cortesía que, sin molestar a nadie, a
todos obliga; que busca el amor con preferencia al honor; que no se divierte
nunca a expensas de otra persona, ni zahiere, ni rechaza, ni es rechazada, a no
ser alguna vez por excepción. (SAN FRANCISCO DE SALES, Carta 8-XII-1616, I. c. ,
p. 839).
3465 Los justos también suelen algunas veces indignarse con ra- zón contra los
pecadores. Mas una cosa es lo que se hace movidos por la soberbia, y otra lo que
se verifica por celo del bien: se indignan sin indignarse, desesperan sin
desesperar, mueven persecución pero amando; porque, aunque exteriormente parecen
extremar la represensión para corregir, interiormente conservan la dulzura en
virtud de la caridad. En su corazón prefieren las más veces a aquellos mismos a
quienes corrigen, y tienen como mejores a aquellos a quienes juzgan (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 34 sobre los Evang. ).
3466 Quien lleva en sus ojos la viga de la indignación, ¿podrá observar
serenamente la paja en el ojo de su hermano? (CASIANO, Instituciones,8).
3467 Ser manso y humilde es la mejor custodia de la caridad (SAN AGUSTIN, Coment.
Epístola a los Gálatas).
3468 Es necesario persuadirse de que no está permitido encolerizarse bajo ningún
pretexto (CASIANO, Colaciones,16).
3469 El que está en paz no piensa mal de nadie. En cambio, el descontento e
inquieto es atormentado por muchas sospechas; ni descansa él ni deja descansar a
los demás (Imitación de Cristo, II,2-3).
3470 El Señor conoce más que nadie la naturaleza de las cosas: él sabe que la
violencia no se vence con la violencia, sino con la mansedumbre (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo,33).
3471 Bienaventurados los mansos porque ellos en la guerra de este mundo están
amparados del demonio y los golpes de las persecuciones del mundo. Son como
vasos de vidrio cubiertos de paja o heno, y que así no se quiebran al recibir
golpes. La mansedumbre les es como escudo muy fuerte en que se estrellan y
rompen los golpes de las agudas saetas de la ira. Van vestidos con vestidura de
algodón muy suave que les defiende sin molestar a nadie. (F. DE OSUNA, Tercer
abecedario espiritual, III,4).
En el trato con los demás
3472 Conviene no forjarnos ilusiones. La paz de nuestro espiritu no depende del
buen carácter y benevolencia de los demás. Ese carácter bueno y esa benignidad
de nuestros prójimos no están sometidos en modo alguno a nuestro poder y a
nuestro arbitrio. Esto seria absurdo. La tranquilidad de nuestro corazón depende
de nosotros mismos. El evitar los efectos ridículos de la ira debe estar en
nosotros y no supeditarlo a la manera de ser de los demás. El poder superar la
cólera no ha de depender de la perfección ajena, sino de nuestra virtud
(CASIANO, Instituciones,8).
3473 Bienaventurados son los mansos porque tienen la virtud del imán, que atrae
el hierro con atracción natural. No hay manera mejor de atraer y ablandar la
dureza de los corazones ásperos que con la mansedumbre, como se lee del manso
David, (cfr. 1S
1S 24,17-18), que
muchas veces ablandó el corazón de su gran enemigo Saúl e incluso le hizo llorar
y le acercó a él con su misericordia. F. DE OSUNA, Tercer abecedario espiritual,
III,4).
3474 Era su labor profesional (de S. José) una ocupación orientada hacia el
servicio, para hacer agradable la vida a las demás familias de la aldea, y
acompañada de una sonrisa,de una palabra amable, de un comentario dicho como de
pasada, pero que devuelve la fe y la alegría a quien está a punto de perderlas
(J. ESCRIVA DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,51).
3475 No juzguéis y no seréis juzgados (Mt
7,1). Al decir esto, no descarta el
discernimiento y la sabiduría; lo que él llama juicio es una condenación
demásiado severa (ASTERIO DE AMASES, Hom. 13; PG 40,355).
Citas de la Sagrada Escritura
1. Finalidad de los milagros
El fin principal de los milagros de Nuestro Señor fue demostrar su misión divina
y la verdad de su doctrina:
Jn 14,21
Jn 15,24.
Para probar que puede perdonar los pecados cura a un paralitico: .
Realiza varias curaciones en día de sábado para probar que es dueño aun del
sábado:
Mt 12,8-13.
La liberación de los poseidos muestra que Nuestro Señor tiene poder de echar
fuera al demonio, "príncipe de este mundo":
Jn 7,31.
La multiplicación de los panes prepara la doctrina del Pan de Vida:
Jn 12,1-48.
Resucita a los muertos porque El es la resurrección y la vida:
Jn 11,25.
Todos los milagros, en fin, demuestran la compasión y la inmensa bondad de
Nuestro Señor:
Mt 15,32
Mc 7,34
Mc 8,2.
Nuestro Señor, en su bondad, cura hasta enfermos que no se lo piden:
Lc 7,13-15
Jn 5,6.
Así hace el milagro de las bodas de Caná, que no es, aparte de su significado
místico, sino un acto de gran bondad:
Jn 2,3.
2. Milagros operados sobre cosas,
animales, plantas o elementos
Transformación en Caná del agua en vino:
Jn 2,1-11.
Dos pescas milagrosas:
Lc 5,1-11
Jn 21,1-13.
La tempestad calmada:
Mt 8,23-27
Mc 14,35-40
Lc 8,22-25.
El andar sobre las aguas:
Mt 14,25-31
Mc 6,48
Jn 6,19.
La moneda encontrada en la boca del pez:
Mt 17,23-26.
La higuera seca:
Mt 21,18-19
Mc 11,12-14
Mc 19-21.
Las dos multiplicaciones de panes:
Mt 14,15-21
Mt 15,32-39
Mc 6,30-44
Mc 8,1-10
Lc 11,10-17
Jn 6,1-13.
3. Curaciones
Los Evangelistas hablan muchas veces de milagrosas curaciones obradas por
Nuestro Señor:
Mt 4,23
Mt 8,16-17
Mt 12,15
Mt 15,30-31
Mc 1,32-34
Mc 3,10-12.
Los Evangelistas hablan particularmente de la curación de personas a un tiempo
enfermas y poseídas:
Mt 8,28-34
Mt 9,32-33
Mt 12,22
Mt 17,14-20
Mc 1,23-37
Mc 5,1-20
Mc 9,13-28
Lc 8,26-39.
Ciegos:
Mt 9,27-31
Mt 20,29-34
Mc 8,22-26
Mc 10,46-52
Lc 18,215
Jn 9,1-38.
Leprosos:
Mt 8,2-4
Mc 1,205
Lc 5,12-15
Lc 18,11-19.
Paralíticos:
Mt 9,1-8
Mc 2,1-12
Lc 5,17-26
Jn 5,1-14.
Un hidrópico:
Lc 14,1-6.
Una mujer que tenía flujo de sangre:
Mt 9,20-22
Mc 5,25-34
Lc 8,43-48.
El hombre de la mano seca:
Mt 12,9-13
Mc 3,1-5
Lc 6,6-10.
La mujer encorvada:
Lc 13,11-13.
El herido:
Lc 22,40-51.
Y otras enfermedades:
Mt 8,5-13
Mt 15,21-28
Mc 1,29-31
Mc 7,24-30
Lc 4,38-39
Lc 7,1-10
Jn 4,46-54.
Ordinariamente Nuestro Señor curaba con una sola palabra:
Mt 9,6-7
Mc 5,33-34.
Otras veces empleaba ciertas acciones:
Mt 7,33
Jn 9,6.
O tocaba al enfermo:
Mt 8,3.
Otras veces hacía algunas recomendaciones:
Lc 5,14
Jn 9,7.
Curaciones obradas a distancia:
Mt 8,13
Mt 15,28
Jn 4,46-54.
Curaciones conseguidas por enfermos e inválidos que tocan a Nuestro Señor: .
Nuestro Señor da a sus discípulos el poder de realizar curaciones
sobrenaturales:
Mt 10,1
Mc 16,18
Lc 9,1
Lc 10,9.
4. Resurrecciones.
Los Evangelistas no cuentan más que tres:
la del hijo de la viuda de Naim:
Lc 7,11-17.
la de la hija de Jairo:
Mt 9,18-26
Mc 5,22-33
Lc 8,40-56.
La de Lázaro:
Jn 11,1-45.
Es probable que Nuestro Señor hiciera muchas otras resurrecciones, según puede
deducirse de las palabras que dirigió a los enviados de Juan Bautista: "Los
muertos resucitan":
Mt 11,5
Lc 7,22.
5. Milagros obrados por causa de
Nuestro Señor
Apariciones de Angeles, en diversas épocas de la vida de Nuestro Señor:
Mt 1,20
Mt 2,13.
La estrella de los Magos:
Mt 2,2.
La voz del Padre en el Bautismo de Nuestro Señor:
Mt 3,17
Mc 1,11
Lc 3,22.
La transfiguración:
Mt 17,1-3
Mc 9,1-16
Lc 9,28-35.
La voz de Dios Padre en el Templo:
Jn 12,28.
Aparición del Espíritu Santo bajo la forma de una paloma:
Mt 3,16.
Aparición de Elias y de Moisés:
Mt 17,3
Mc 9,3
Lc 9,30.
Las tinieblas en la muerte de Nuestro Señor:
Mt 27,45
Mc 15,33
Lc 23,44-45.
El velo del Templo que se rasga:
Mt 27,51
Mc 15,38
Lc 23,45.
El temblor de tierra y las piedras que se parten:
Mt 27,51.
La resurrección y la aparición de numerosos muertos:
Mt 27,52-53.
Manifestación del poder de Dios
3476 Nadie tiene poder sobre la naturaleza sino Aquel que la hizo. Nadie puede
obrar un milagro sino Dios. Si surgen milagros tenemos una prueba de que Dios
está presente [. . . ]. Es la llamada que El hace a nuestra atención. De esta
manera nos recuerda que es el Creador. Sólo quien hizo puede deshacer. Quien
construyó puede destruir. Quien dio a la Naturaleza sus leyes puede cambiarlas.
(CARD. J. H. NEWMAN, Sermón para el Domingo IV después de Epifania).
3477 Como el hombre se hace a todo y las cosas a que se acostumbra le producen
menos o ninguna impresión, se reservó Dios en su misericordia realizar algunas
cosas fuera del curso y orden acostumbrados de la naturaleza, a fin de que los
hombres, ante quienes habían perdido valor los acontecimientos cotidianos,
sintiesen admiración al ver, no cosas mayores, sino hechos más insólitos. Pues
más admirable es, por ejemplo, el gobierno de todo el mundo que saciar con cinco
panes el hambre de cinco mil hombres, aunque nadie admire lo primero y todos se
maravillen de lo segundo, no por ser esto más estupendo, sino más raro (SAN
AGUSTIN, Trat. Evang. S. Juan,24).
3478 ¿Por qué creéis en la resurrección de nuestra carne? Lo creéis porque nada
hay demásiado difícil para Dios; porque por más maravillosa que pueda ser una
cosa, El puede hacerla. ¿Por qué creéis que los santos oyen nuestras plegarias?
Porque nada es demásiado difícil para el Señor.
Esto se aplica especialmente al gran milagro del altar. ¿Por qué creéis que el
sacerdote transforma el pan en el Cuerpo de Cristo? Porque Dios es omnipotente y
nada es demásiado difícil para El. Y aún más, sabéis también, como he dicho, que
los milagros son los signos y señales de la presencia de Dios. Pues si El está
presente en la Iglesia católica, es natural esperar que hará algunos milagros, y
si no los hiciera estaríamos casi tentados de creer que había abandonado a su
Iglesia (CARD. J. H. NEWMAN, Sermón para el Domingo I V después de Epifania).
Ayudas a la fe
3479 Aunque el Señor realizó muchos milagros, no todos se escribieron. Como
atestigua el mismo evangelista Juan, Cristo dijo e hizo innumerables cosas que
no se escribieron (cfr.
Jn 20,30). Se
eligieron para escribirse las que parecian bastar para la salvación de los
creyentes (SAN AGUSTiN, Trat. Evang. S. Juan,49).
3480 Quien ahora quisiese preguntar a Dios o querer alguna visión o revelación,
no sólo haría una necedad, sino que haria agravio a Dios no poniendo los ojos
totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad (SAN JUAN DE LA
CRUZ, Subida del monte Carmelo,1,2, cap. 22, no. 3-4).
3481 Los milagros fueron precisos al principio para confirmar con ellos la fe.
Pero, una vez que la fe de la Iglesia está confirmada, los milagros no son
necesarios (SAN JERÓNIMO, Coment. Evang. S. Marcos).
También hay se realizan milagros
3482 El cristiano sabe que Dios hace milagros: que los realizó hace siglos, que
los continuó haciendo después y que los sigue haciendo ahora, porque non est
abbreviata manas Domini (Is
59, D, no ha disminuido el poder de
Dios.
Pero los milagros son una manifestación de la omnipotencia salvadora de Dios,y
no un expediente para resolver las consecuencias de la ineptitud o para
facilitar nuestra comodidad (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,50).
3483 Hizo allí (en Nazareth) algunos milagros (Mc
6, I ss. ) para que no pudieran
excusarse del todo; pero hace todos los dias mayores milagros en medio de los
hombres, no tanto por la salud de los cuerpos como por la de las almas (SAN
BEDA, en Catena Aurea, vol. IV, p. 138).
3484 Y si no vieren lo que ahora hay, no lo echen a los tiempos; que para hacer
Dios grandes mercedes a quien de veras le sirve, siempre es tiempo (SANTA
TERESA, Fundaciones,4,5).
3485 Este demonio, según San Mateo, no sólo era mudo, sino también ciego. Luego
hizo tres milagros en un solo hombre: siendo ciego ve, siendo mudo habla,
estando poseído por el demonio, queda libre. Esto se verifica todos los dias en
la conversión de los creyentes: primeramente, expulsando el demonio, ven la luz
de la fe, y después se desatan en alabanzas al Señor aquellas bocas que antes
eran mudas (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. Vl, pp. 23-24).
3486 Si dijeras que nadie ha visto milagros, te respondo: Es sabido que el mundo
entero daba culto a los ídolos y perseguia la fe de Cristo, según narran hasta
los mismos historiadores paganos; pero ahora se han convertido a Cristo todos,
sabios, nobles, ricos, poderosos y grandes, ante la predicación de unos
sencillos, pobres y escasos predicadores de Cristo. O se ha realizado esto con
milagros, o sin ellos. Si con milagros, ya tienes la respuesta. Si sin ellos,
diré que no pudo darse milagro mayor que éste de que el mundo entero se
convirtiese sin milagros. No necesitamos más (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo,1. c.
, p. 33).
3487 (Los judíos), queriendo imitar a Dios, no hacían nada en sábado, como si
Dios en este día hubiera dejado de actuar en absoluto. Es verdad que en sábado
descansó de la creación de nuevas criaturas, pero siempre y de forma continua
actúa, conservándolas en el ser [. . . ]. Dios es causa de todas las cosas en el
sentido de que también las hace subsistir; porque si en un momento dado se
interrumpiera su poder, al instante dejarían de existir todas las cosas que la
naturaleza contiene (SANTO TOMÁS, Coment. Evang. S. Juan,5,16).
Nuestro milagro diario
3488 El milagro que os pide el Señor es la perseverancia en vuestra vocación
cristiana y divina, la santificación del trabajo de cada dia: el milagro de
convertir la prosa diaria en endecasílabos, en verso heroico, por el amor que
ponéis en vuestra ocupación habitual. Ahi os espera Dios, de tal manera que
seáis almas con sentido de responsabilidad, con afán apostólico, con competencia
profesional (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,50).
Citas de la Sagrada Escritura
Tomad y comed: éste es mi cuerpo que por vosotros será entregado: haced esto en
memoria mía [. . . ]. Este cáliz es el Nuevo Testamento en mi sangre: haced esto
en memoria mia. 1Co 11,24-25; Lc22,19-20.
El cáliz de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de
Cristo?, y el pan que partimos, ¿no es la participación del cuerpo del Señor? [.
. . ]. Los que comen las victimas, ¿no tienen parte en el altar (o sacrificio)?
No podéis, pues, beber el cáliz del Señor y el cáliz de los demonios; no podéis
tener parte en la mesa del Señor y en la mesa de los demonios. 1Co 10,1621.
Todas las veces que comiereis este pan y bebiereis este cáliz anunciaréis la
muerte del Señor hasta que venga. 1Co 11,26.
Desde el orto del sol hasta el ocaso es grande mi nombre entre las gentes, y en
todo lugar ha de ofrecerse a mi nombre un sacrificio humeante y una oblación
pura, pues grande es mi nombre entre las gentes, dice Yavé de los ejércitos.
Pero vosotros lo profanáis, diciendo: La mesa de Yavé es inmunda, y
despreciables sus alimentos. Y aún decís: ¡Oh, qué fastidio!, y lo despreciáis,
dice Yavé de los ejércitos, y of recéis lo robado, lo cojo, lo enfermo; lo
presentáis como ofrenda. ¿Voy a complacerme yo aceptándolo de vuestras manos?
Mal 1,11-13.
Que ésta es mi sangre de la alianza, que será derramada por muchos para remisión
de los pecados, Mt 26,28.
Y Melquisedec, rey de Salem, sacando pan y vino, como era sacerdote del Dios
Altísimo, bendijo a Abraham diciendo: "Bendito Abrabam del Dios Altísimo, el
dueño de los cielos y tierra"
Gn 14,18-19.
Sin padre, sin madre, sin genealogía, sin principio de sus días sin fin de su
vida, se asemeja en eso al Hijo de Dios, que es sacerdote para siempre. He 7,3.
Habiendo ofrecido en los dias de su vida mortal oraciones y súplicas con
poderosos clamores y lágrimas al que era poderoso para salvarle de la muerte,
fue escuchado por su reverencial temor. Y aunque era Hijo, aprendió por sus
padecimientos la obediencia, y al ser consumado, vino a ser para todos los que
le obedecen causa de salud eterna. He 5,7-9.
Pero éste (Cristo Sacerdote), por cuanto permanece para siempre, tiene un
sacerdocio perpetuo. Y es, por tanto, perfecto su poder de salvar a los que por
El se acercan a Dios y siempre vive para interceder por ellos. He 7,24-25.
Os ruego, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros
cuerpos como hostia viva, santa, grata a Dios; éste es vuestro culto racional.
Rm 12,1.
Mas yo por la misma Ley he muerto a la Ley, por vivir para Dios; estoy
crucificado con Cristo. Ga 2,19.
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Sacrificio incruento de la cruz
3489 Si alguien dijese que el sacrificio de la Misa es solamente de alabanza y
de acción de gracias, o una simple conmemoración del sacrificio consumado en la
cruz, y que no es (un sacrificio) propiciatorio, o bien que aprovecha sólo a
quien comulga, o que no se debe ofrecer por vivos y difuntos, por los pecados,
las penas, las satisfacciones y otras necesidades, sea anatema (CONCILIO DE
TRENTO, Denz Sch. ).
3490 La oblación es la misma, cualquiera que sea el oferente, Pablo o Pedro; es
la misma que Cristo confió a sus discípulos, y que ahora realizan los
sacerdotes; ésta no es, en realidad, menor que aquélla, porque no son los
hombres quienes la hacen santa, sino Aquel que la santificó. Porque así como las
palabras que Dios pronunció son las mismas que el sacerdote dice ahora, así la
oblación es la misma (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre la Epístola 2 a Timoteo).
3491 La Iglesia no cesa jamás de revivir su muerte en Cruz y su Resurrección,
que constituyen el contenido de la vida cotidiana de la Iglesia. En efecto, por
mandato del mismo Cristo, su Maestro, la Iglesia celebra incesantemente la
Eucaristía, encontrando en ella la "fuente de la vida y de la santidad" (cfr.
Letanías del Sgdo. Corazón), el signo eficaz de la gracia y de la reconciliación
con Dios, la prenda de la vida eterna (JUAN PABLO II, Enc. Redemptor hominis,11,7).
3492 Gracias a la transustanciación del pan en el Cuerpo y del vino en la Sangre
de Cristo, así como está realmente presente su Cuerpo, también lo está su
Sangre; y de esa manera las especies eucarísticas, bajo las cuales se halla
presente, simbolizan la cruenta separación del Cuerpo y de la Sangre. De este
modo, la conmemoración de su muerte que realmente sucedió en el Calvario, se
repite en cada uno de los sacrificios del altar, ya que por medio de señales
diversas se significa y se muestra Jesucristo en estado de victima (Pio XII, Enc.
Mediator Dei).
3493 [. . . ] toda Misa, aunque sea celebrada privadamente por un sacerdote, no
es acción privada, sino acción de Cristo y de la Iglesia, la cual, en el
sacrificio que ofrece, aprende a of recerse a si misma como sacrificio
universal, y aplica a la salvación del mundo entero la única e infinita virtud
redentora del sacrificio de la Cruz (PABLO Vl, Mysterium Fidei,3-9-1965, n. 4).
3494 El sacerdote habla en las oraciones de la Misa en nombre de la Iglesia, en
cuya unidad está. Mas en la consagración habla en nombre de Cristo, cuyas veces
hace por la potestad de orden (SANTO TOMAS, Suma Teológica,3, q. 82, a. 7 ad 3).
3495 La Misa [. . . ] es acción divina, trinitaria, no humana. E1 sacerdote que
celebra sirve al designio del Señor, prestando su cuerpo y su voz; pero no obra
en nombre propio, sino in persona et in nomine Christi, en la Persona de Cristo,
y en nombre de Cristo (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,86).
Santa Misa y redención del mundo. Eficacia de la Santa Misa
3496 Cada Misa que se celebra se ofrece no sólo por la salvación de algunos,
sino también por la salvación de todo el mundo (PABLO VI, Mysterium fidei,3-9-1965,
n. 4).
3497 La obra de nuestra redención se efectúa cuantas veces se celebra en el
altar el sacrificio de la Cruz, por medio del cual Cristo, que es nuestra
Pascua, ha sido inmolado (1Co
5,7) (CONC VAT. Il, Const. Lumen
gentium,3).
3498 Cuando celebro la Santa Misa con la sola participación del que me ayuda,
también hay allí pueblo. Siento junto a mi a todos los católicos, a todos los
creyentes y también a los que no creen. Están presentes todas las criaturas de
Dios -la tierra y el cielo y el mar, y los animales y las plantas-, dando gloria
al Señor la Creación entera (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Hom. Sacerdote para la
eternidad,13-41973).
3499 La santa Misa alegra toda la corte celestial, alivia a las pobres ánimas
del purgatorio, atrae sobre la tierra toda suerte de bendiciones, y da más
gloria a Dios que todos los sufrimientos de los mártires juntos, que las
penitencias de todos los solitarios, que todas las lágrimas por ellos derramadas
desde el principio del mundo y que todo lo que hagan hasta el fin de los siglos
(SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Santa Misa).
Jesucristo, Sacerdote y Victima
3500 El sacerdote es un representante del Sacerdote eterno, Jesucristo, que al
mismo tiempo es la Víctima (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,85).
3501 Cristo es a la vez la victima y pontifice. Pues el que ofrece el sacrificio
al Padre en el altar de la cruz es el mismo que ofrece su propio cuerpo como
victima (ORIGENES, Hom. sobre el Génesis,8).
3502 Jesucristo en verdad es sacerdote, pero sacerdote para nosotros, no para
si, al of recer al Eterno Padre los deseos y sentimientos religiosos en nombre
del género humano. Igualmente, El es victima, pero para nosotros, al ofrecerse a
si mismo en vez del hombre sujeto a la culpa. Pues bien, aquello del Apóstol:
tened en vuestros corazones los mismos sentimientos que tuvo Jesucristo en el
suyo, exige a todos los cristianos que reproduzcan en si, en cuanto al hombre es
posible, aquel sentimiento que tenia el divino Redentor cuando se ofrecía en
sacrificio, es decir, que imiten su humildad y eleven a la suma Majestad de Dios
la adoración, el honor, la alabanza y la acción de gracias. Exige, además, que
de alguna manera adopten la condición de victima, abnegándose a si mismos según
los preceptos del Evangelio, entregándose voluntaria y gustosamente a la
penitencia detestando y confesando cada uno sus propios pecados [. . . ] (Pio
XII, Enc. Mediator Dei,22).
3503 No es el hombre quien convierte las cosas ofrecidas en el cuerpo y sangre
de Cristo, sino el mismo Cristo que por nosotros fue crucificado. El sacerdote,
figura de Cristo, pronuncia aquellas palabras, pero su virtud y la gracia son de
Dios. Esto es mi cuerpo, dice. Y esta palabra transforma las cosas of recidas
(SAN JUAN CRISÓSTOMO, Homilía sobre la traición de Judas,1).
Sacramento de la unidad
3504 Esto es lo admirable de esta festividad: que él reúne para celebrarla a los
que están lejos y junta en una misma fe a los que se encuentran corporalmente
separados (SAN ATANASIO, Carta 5).
3505 El día llamado del sol nos reunimos en un mismo lugar, tanto los que
habitamos en las ciudades como en los campos, y se leen los comentarios de los
apóstoles o los escritos de los profetas, en la medida que el tiempo lo permite.
Después, cuando ha acabado el lector, el que preside exhorta y amonesta con sus
palabras, en la medida que el tiempo lo permite [. . . ] Luego, nos ponemos
todos de pie y elevamos nuestras preces; y, como ya hemos dicho, cuando hemos
terminado las preces se trae pan, vino y agua; entonces, el que preside eleva
fervientemente oraciones y acciones de gracias, y el pueblo clama: Amén.
Seguidamente tiene lugar la distribución y comunicación, a cada uno de los
presentes, de los dones sobre los cuales se ha pronunciado la acción de gracias,
y los diáconos los llevan a los ausentes (SAN JUSTINO, Apología 1. a,66-67).
3506 [. . . ] la unidad de los fieles, que constituyen un solo cuerpo en Cristo,
está representada y se realiza por el sacramento del pan eucarístico (CONC VAT
11, Const. Lumen gentium,
LG 3)
Preparación y acción de gracias
3507 ¿Estáis allí con las mismas disposiciones que la Virgen Santísima estaba en
el Calvario, tratándose de la presencia de un mismo Dios y de la consumación de
igual sacrificio? (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el pecado).
3508 Reunidos cada domingo, partid el pan y dad gracias, después de haber
confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro (Doctrina
de los doce apóstoles, cap. 9)
3509 La Misa acabada, recójase media hora a dar gracias y hólguese con el que en
sus entrañas tiene, y aprovéchese de El, no de otra manera de como cuando acá
vivía fue recibido de Zaqueo o de Mateo, o de otro que se lea; porque el más
quieto tiempo de todos es aquel mientras el Señor está en nuestro pecho, el cual
tiempo no se ha de gastar en otras cosas, si extrema necesidad a otra cosa no
nos constriñese ( . . ) (SAN JUAN DE AVILA, Carta 5).
3510 A la celebración ha de seguir la acción de gracias [. . . ]. ¡Cuántos
libros de piedad exhortan e inculcan la acción de gracias después de la Misa;
pero, ¿cuántos son los sacerdotes que la dan? [. . . 1 La acción de gracias
después de la Misa no habría de terminar sino con el día [. . . ]. El tiempo que
sigue a la Misa es tiempo de negociar con Dios y de hacerse con tesoros
celestiales de gracias [. . . ] (SAN ALFONSO Mª DE LIGORIO, Misa y of icio
atropellados,1. c. , pp. 422-423).
3511 La unión espiritual con Cristo, a la que se ordena el mismo sacramento, no
se ha de procurar únicamente en el tiempo de la celebración eucarística, sino
que ha de extenderse a toda la vida cristiana, de modo que los fieles
cristianos, contemplando asiduamente en la fe el don recibido y guiados por el
Espíritu Santo, vivan su vida ordinaria en acción de gracias y produzcan frutos
más abundantes de caridad. Para que puedan continuar más fácilmente en esta
acción de gracias, que de un modo eminente se da a Dios en la Misa, se
recomienda a los que han sido alimentados con la sagrada comunión que
permanezcan algún tiempo en oración (PABLO VI, Eucharisticum mysterium, n. 38).
3512 No saldréis de la iglesia al momento de terminar la santa Misa, sino que os
aguardaréis algunos instantes para pedir al Señor fortaleza en cumplir vuestros
propósitos [. . . (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Comunión).
Los ángeles, presentes en el Sacrificio eucarístico
3513 De la misma manera que vemos cómo los ángeles se encuentran rodeando el
cuerpo del Señor en el sepulcro, así debemos creer también que se encuentran
haciendo la corte en la Consagración (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. VI, p.
529).
3514 Allí están presentes muchos ángeles [. . . ], para venerar este santo
misterio; y así, estando nosotros con ellos y con la misma intención, es preciso
que con tal compañía recibamos muchas influencias propicias. En esta acción
divina se vienen a unir a nuestro Señor los corazones de la Iglesia triunfante y
los de la Iglesia militante, para prendar con El, en El y por El el corazón de
Dios Padre, y apoderarse de toda su misericordia (SAN FRANCISCO DE SALES,
Introd. a la vida devota, II,14).
3515 El santo abad Nilo nos refiere que su maestro San Juan Crisóstomo le dijo
un día confidencialmente que, durante lá santa Misa, veía a una multitud de
ángeles bajando del cielo para adorar a Jesús sobre el altar, mientras muchos de
ellos recorrían la iglesia para inspirar a los fieles el respeto y amor que
debemos sentir por Jesucristo presente sobre el altar. ¡Momento precioso,
momento feliz para nosotros, aquel en que Jesús está presente sobre nuestros
altares! ¡Ay!, si los padres y las madres comprendiesen bien esto y supiesen
aprovechar esta doctrina, sus hijos no serían tan miserables ni se alejarían
tanto de los caminos que al cielo conducen. ¡Dios mío, cuántos pobres junto a un
tan gran tesoro! (SANTo CURA DE ARS, Sermón sobre la Santa Misa).
"Centro y raíz" de la vida cristiana
3516 La Santa Misa nos sitúa de ese modo ante los misterios primordiales de la
fe, porque es la donación misma de la Trinidad a la Iglesia. Así se entiende que
la Misa sea el centro y la raíz de la vida espiritual del cristiano. Es el fin
de todos los sacramentos (cfr. SANTO TOMÁS, Suma Teológica 3, q. 65 a. 3). En la
Misa se encamina hacia su plenitud la vida de la gracia, que fue depositada en
nosotros por el Bautismo, y que crece, fortalecida por la Confirmación (J.
ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,87).
La Santa Misa en la vida del sacerdote
3517 La devota y sincera celebración de la Santa Misa-que se recomienda
vivamente sea cotidiana-lleva el alma del sacerdote a penetrar vitalmente en el
sentido profundo de su existencia: que es sacrificio y comunión, vida plenamente
consagrada al Padre y plenamente enviada, donada, comunicada al mundo y a los
hombres (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 63).
3518 En el misterio del sacrificio eucarístico, en que los sacerdotes cumplen su
principal ministerio, se realiza continuamente la obra de nuestra redención, y,
por ende, encarecidamente se les recomienda su celebración cotidiana, la cual,
aunque pueda no haber en ella presencia de fieles, es ciertamente acto de Cristo
y de la Iglesia. Así, al unirse los presbíteros al acto de Cristo sacerdote, se
ofrecen diariamente por entero a Dios y, al alimentarse del cuerpo de Cristo,
participan de corazón la caridad de Aquel que se da en manjar a los fieles
(CONC. VAT. II, Decr. Presbyterorum Ordinis,13).
3519 Para satisfacer esta exigencia de unión con Dios y de entrega a los
hombres, el sacerdote encuentra el centro y raíz de toda su vida en el
Sacrificio Eucarístico, donde en unión con Jesucristo, se ofrece enteramente a
Dios en sacrificio de adoración, para llenarse a su vez de la caridad de Cristo
pro mundi vita (Jn
6,52) (A. DEL PORTILLO, Escritos
sobre el sacerdocio, p. 54).
3520 Todos los afectos y las necesidades del corazón del cristiano encuentran,
en la Santa Misa, el mejor cauce: el que, por Cristo, llega al Padre, en el
Espíritu Santo. El sacerdote debe poner especial empeño en que todos lo sepan y
lo vivan. No hay actividad alguna que pueda anteponerse, ordinariamente, a ésta
de enseñar y hacer amar y venerar a la Sagrada Eucaristía (J. ESCRIVÁ DE
BALAGUER, Hom. Sacerdote para la eternidad,13-4-1973).
Atención y participación en la Misa
3521 ¡Cuántas almas saldrían del pecado, si tuviesen la suerte de oír la Santa
Misa en buenas disposiciones! No nos extrañe, pues, que el demonio procure en
ese tiempo sugerirnos tantos pensamientos ajenos a la devoción (SANTO CURA DE
ARS, Sermón sobre la Santa Misa).
3522 Conviene, pues, venerables hermanos, que todos los fieles se den cuenta de
que su principal deber y mayor dignidad consiste en la participación en el
sacrificio eucarístico (Pio XII, Enc. Mediator Dei, n. 22).
3523 La Iglesia, con solícito cuidado, procura que los cristianos no asistan a
este misterio de fe como extraños y mudos espectadores, sino que,
comprendiéndolo bien a través de los ritos y oraciones, participen consciente,
piadosa y activamente en la acción sagrada (CONC. VAT. II, Const. Sacrosanctum
Concilium,48).
3524 Es menester que el rito externo del sacrificio, por su misma naturaleza,
manifieste el culto interno; y el sacrificio de la nueva ley significa aquel
supremo acatamiento con que el mismo oferente principal, que es Cristo, y por El
todos sus miembros místicos, honran y veneran a Dios con el debido honor (Pio
XII, Enc. Mediator Dei).
Vivir la Misa a lo largo del día
3525 Encontramos en el libro de los Proverbios: si te sientas a comer en la mesa
de un señor, mira con atención lo que te ponen delante, y pon la mano en ello
pensando que luego tendrás que preparar tú algo semejante. Esta mesa de tal
señor no es otra que aquella de la cual tomamos el cuerpo y la sangre de aquel
que dio su vida por nosotros. Sentarse a ella significa acercarse a la misma con
humildad. Mirar con atención lo que nos ponen delante equivale a tomar
conciencia de la grandeza de este don. Y poner la mano en ello pensando que
luego tendremos que preparar algo semejante, significa que así como Cristo dio
su vida por nosotros, también nosotros debemos dar la vida por los hermanos (SAN
AGUSTIN, Trat. Evang. S. Juan,84).
3526 Después de haber participado en la Misa, cada uno ha de ser solicito en
hacer buenas obras, en agradar a Dios y vivir rectamente, entregado a la
Iglesia, practicando lo que ha aprendido y progresando en el servicio de Dios,
trabajando por impregnar al mundo del espiritu cristiano y también
constituyéndose en testigo de Cristo en toda circunstancia y en el corazón mismo
de la convivencia humana (PABLO VI, Eucharisticum mysterium,n. 13).
La oración de petición en la Santa Misa
3527 No hay momento tan precioso para pedir a Dios nuestra conversión como el de
la Santa Misa (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Santa Misa).
3528 El Sacrificio del Calvario es una muestra infinita de la generosidad de
Cristo. Nosotros-cada uno-somos siempre muy interesados; pero a Dios Nuestro
Señor no le importa que, en la Santa Misa, pongamos delante de El todas nuestras
necesidades. ¿Quién no tiene cosas que pedir? Señor, esa enfermedad. . . Señor,
esta tristeza. . . Señor, aquella humillación que no sé soportar por tu amor. .
. Queremos el bien, la felicidad y la alegría de las personas de nuestra casa;
nos oprime el corazón la suerte de los que padecen hambre y sed de pan y de
justicia; de los que experimentan la amargura de la soledad; de los que, al
término de sus dias, no reciben una mirada de cariño ni un gesto de ayuda.
Pero la gran miseria que nos hace sufrir, la gran necesidad a la que queremos
poner remedio es el pecado, el alejamiento de Dios, el riesgo de que las almas
se pierdan para toda la eternidad. Llevar a los hombres a la gloria eterna en el
amor de Dios: ésa es nuestra aspiración fundamental al celebrar la Misa, como
fue la de Cristo al entregar su vida en el Calvario (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Hom.
Sacerdote para la eternidad,13-4-1973).
La Virgen y la Santa Misa
3529 ¿Cómo podríamos tomar parte en el sacrificio sin recordar e invocar a la
Madre del Soberano Sacerdote y de la Victima? Nuestra Señora ha participado muy
intimamente en el sacerdocio de su Hijo durante su vida terrestre, para que esté
ligada para siempre al ejercicio de su sacerdocio. Como estaba presente en el
Calvario, está presente en la Misa, que es una prolongación del Calvario. En la
Cruz asistia a su Hijo ofreciéndose al Padre; en el altar, asiste a la Iglesia
que se ofrece a si misma con su Cabeza, cuyo sacrificio renueva. Ofrezcámonos a
Jesús por medio de Nuestra Señora (P. BERNADOT, La Virgen en mi vida, p. 233).
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Citas de la Sagrada Escritura
Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso.
Lc 6,36.
Sed más bien unos para otros bondadosos, compasivos, y perdonaos los unos a los
otros, como Dios os ha perdonado en Cristo.
Ep 4,32.
Si abundares en bienes haz de ellos limosna, y si éstos fuesen escasos, según
sea tu escasez, no temas hacerla.
Tb 4,8.
Nunca dejará de haber pobres en la tierra, por eso te doy este mandamiento:
abrirás tu mano a tu hermano, al necesitado y al pobre de tu tierra.
Dt 15,11.
Libra al que es llevado a la muerte, al que está en peligro de muerte, reténlo.
Pr 24,11.
Según tus posibilidades socorre al prójimo [. . . ]
Si 29,27.
Asi habla Yavé de los ejércitos; juzgad conforme a la verdad, practicad la
piedad y la misericordia hacia vuestro prójimo.
Za 7,9.
¿No convenia, pues, que tuvieras tú piedad de tu compañero, como la tuve yo de
ti?
Mt 18,33.
No le digas al prójimo: Vete y vuelve, mañana te lo daré. . .
Pr 3,28.
El que maltrata al pobre injuria a su Hacedor; quien tiene piedad del pobre le
honra.
Pr 14,31.
Y yo os digo: con las riquezas injustas haceos amigos, para que, cuando éstas
falten, os reciban en los eternos tabernáculos.
Lc 16,9.
El que tiene bienes del mundo y, viendo a su hermano tener necesidad, le cierra
sus entrañas, ¿cómo la caridad de Dios permanece en él?
1Jn 3,17.
Por amor de la ley acoge al pobre y en su necesidad no le despidas de vacío.
Si 29,12.
Bienaventurado el que se preocupa por el necesitado y el desvalido, en el día
malo le librará Yavé.
Ps 40,2.
Que no te abandonen jamás la bondad y la fidelidad, átatelas al cuello,
escríbelas en tu corazón y hallarás favor y dignidad ante Dios y ante los
hombres.
Pr 3,3.
Y dirá a los de la izquierda: Apartaos de mi, malditos, al fuego eterno,
preparado para el diablo y para sus ángeles; porque tuve hambre y no me disteis
de comer, tuve sed y no me disteis de beber.
Mt 25,41-42.
El misericordioso se hace bien a si mismo, el de corazón duro a si mismo se
perjudica. Pr 2,17.
Es un buen regalo la limosna en la presencia del Altísimo para todos los que la
hacen.
Tb 4,11.
Encierrá la limosna en tus arcas, y te librará de toda miseria.
Si 29,15.
Por tanto, ¡oh rey!, sírvete aceptar mi consejo: redime tus pecados con justicia
y tus iniquidades con misericordia a los pobres, y quizá se prolongará tu dicha.
Da 4,24.
A Yavé presta el que da al pobre; El le dará su recompensa.
Pr 19-17.
Cuando des de tu pan al hambriento y sacies al alma indigente, brillará tu luz
en la oscuridad y tus tinieblas serán cual mediodía.
Is 58,10.
Y el que diere de beber a uno de estos pequeños sólo un vaso de agua fresca en
razón de discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa.
Mt 10,42.
El que da al pobre no tendrá pobreza, el que aparta de él sus ojos tendrá muchas
maldiciones.
Pr 28,27.
Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia.
Mt 5,7.
Pues os digo: el que escaso siembra, escaso cosecha; el que siembra con largueza
con largueza cosechará.
2Co 9,6.
Dad y se os dará: una medida buena, apretada, colmada, rebosante, será derramada
en vuestro regazo. La medida que con otros usareis, ésa se usará con vosotros.
Lc 6,38.
Haz justicia y juicio, que eso es más grato a Yavé que el sacrificio.
Pr 21,3.
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Compasión de las miserias ajenas
3530 (Es) la tristeza del mal ajeno, pero en cuanto se estima como propio (SANTO
TOMAS, Suma Teológica,1-2, q. 35, a. 8).
3531 Por misericordia se entiende aquí no sólo la que se practica a través de
las limosnas, sino la que produce el pecado del hermano, ayudando así unos a
otros a llevar la carga (SAN JERÓNIMO, en Catena Aurea, vol. l, p. 248).
3532 (Se llama misericordia a) cierta compasión de la miseria ajena nacida en
nuestro corazón, que nos impulsa a socorrerla si podemos (SAN AGUSTIN. La Ciudad
de Dios,9).
3533 Se llama misericordioso al que [. . . ] considera la desgracia de otro como
propia, y se duele del mal de otro como si fuera suyo (SAN REMIGIO, en Catena
Aurea, vol.
1P 248).
3534 La misericordia no se queda en una escueta actitud de compasión: la
misericordia se identifica con la superabundancia de la caridad que, al mismo
tiempo, trae consigo la superabundancia de la justicia. Misericordia significa
mantener el corazón en carne viva, humana y divinamente transido por un amor
recio, sacrificado, generoso (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios,232).
3535 Quien practique la misericordia-dice el Apóstol-, que lo haga con alegría:
esta prontitud y diligencia duplicarán el premio de tu dádiva. Pues lo que se of
rece de mala gana y por fuerza no resulta en modo alguno agradable ni hermoso
(SAN GREGORIO NAClANCENO, Disert. 14 sobre amor a los pobres).
Especialmente con los "hermanos en la fe"
3536 Con esto no queremos decir que no se deba dar limosna a los judíos pobres,
ni a los gentiles, ni a ningún pobre de cualquier nación que sea. sino que
prefiramos los pobres cristianos y creyentes a los incrédulos, y distingamos
entre los mismos cristianos a los santos de los pecadores. De aquí viene que el
apóstol San Pablo exhorte a hacer obras de caridad a todos los pobres, sin
distinción, pero especialmente a los domésticos en lá misma fe (Ga 6,10).
Doméstico de la fe es quien está unido a ti por el vinculo de la misma religión
y no le separan sus pecados de la comunidad de la fe. Pues si el apóstol nos
manda que si nuestros enemigos tienen hambre les demos de comer, y si tienen sed
les demos de beber, y obrando así reunamos carbones encendidos sobre sus cabezas
(Ro". 12,20), ¿cuánto más habremos de asistir a aquellos que no son enemigos
nuestros, sino cristianos y santos? (SAN JERÓNIMO, Epístola 120 a Hebidia; PL
22,983 ss. ).
3537 [. . . ] mirad, ciertamente, por todos los indigentes con benevolencia
general, pero acordaos especialmente de los que son miembros del Cuerpo de
Cristo y nos están unidos por la unidad de la fe católica. Pues más debemos a
los nuestros por la unión en la gracia que a los extraños por la comunidad de
naturaleza (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 89).
El tiempo de la misericordia
3538 Las palabras de la lección sagrada (parábola del mal rico y del pobre
Lázaro) deben enseñarnos a cumplir los preceptos de la caridad. Todos los dias,
si lo buscamos, hallamos a Lázaro, y aunque no le busquemos le tenemos a la
vista [. . . ] No perdáis el tiempo de la misericordia (SAN GREGORIO MAGNO, Hom.
40 sobre los Evang. ).
3539 Ya ves qué bueno es nuestro negocio con los pobres; éstos no se encuentran
allá (en la otra vida), sino aquí; por tanto, aquí es donde conviene hacer
acoplo de aceite (de buenas obras de caridad) para que nos sirva allá, cuando
Jesucristo nos llame (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol. III, p. 220).
3540 Estas vírgenes no sólo eran necias porque descuidaron las obras de
misericordia, sino también porque creyeron que encontrarían aceite en donde
inútilmente lo buscaban. Aunque nada más misericordioso que aquellas vírgenes
prudentes que por su caridad fueron aprobadas, sin embargo, no accedieron a la
petición de las necias. De aquí aprendemos que a nadie podrán servirle otras
obras que no sean las propias (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. III,
p. 219).
3541 No perdáis la ocasión de hacer obras de misericordia, no ocultéis los
remedios recibidos (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 40 sobre los Evang. ).
Justicia y misericordia
3542 La justicia y la misericordia están tan unidas que la una sostiene a la
otra. La justicia sin misericordia es crueldad; y la misericordia sin justicia
es ruina, destrucción (SANTO TOMÁS, en Catena Aurea, vol.
1P 247).
3543 Amar la justicia no es otra cosa sino amar a Dios. Y como este amor de Dios
va siempre unido al amor que se interesa por el bien del prójimo, el hambre de
justicia se ve acompañada de la virtud de la misericordia (SAN LEÓN MAGNO,
Sermón sobre las bienaventuranzas,95).
3544 [. . . ] la misericordia se hace elemento indispensable para plasmar las
relaciones mutuas entre los hombres, en el espiritu del más profundo respeto de
lo que es humano y de la recíproca fraternidad. Es imposible lograr establecer
este vinculo entre los hombres si se quiere regular las mutuas relaciones
únicamente con la medida de la justicia. Esta, en toda las esferas de las
relaciones interhumanas, debe experimentar por decirlo asf, una notable
"corrección" por parte del amor que-como proclama San Pablo-es "paciente" y
"benigno", o dicho en otras palabras, lleva en si los caracteres del amor
misericordioso, tan esenciales al evangelio y al cristianismo. Recordemos además
que el amor misericordioso indica también esa cordial ternura y sensibilidad, de
que tan elocuentemente nos habla la parábola del hijo pródigo o la de la oveja
extraviada o la de la dracma perdida. Por tanto, el amor misericordioso es
sumamente indispensable entre aquellos que están más cercanos: entre los
esposos, entre padres e hijos, entre amigos; es también indispensable en la
educación y en la pastoral (JUAN PABLO II, Enc. Dives in misericordia,14).
El Señor tendrá misericordia con quien es misericordioso
3545 Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dulce
es el nombre de misericordia [. . . ]. Todos los hombres la desean, mas, por
desgracia, no todos obran de manera que se hagan dignos de ella; todos desean
alcanzar misericordia, pero son pocos los que quieren practicarla (SAN CESÁREO
DE ARLÉS, Sermón 25).
3546 Tanto se complace Dios en nuestros actos de bondad para con los demás, que
ofrece su misericordia solamente a quienes son misericordiosos (SAN H1LARIO, en
Catena Aurea, vol.
1P 248).
3547 Oh, hombre, ¿cómo te atreves a pedir, si tú te resistes a dar? Quien desee
alcanzar misericordia en el cielo debe él practicarla en este mundo. Y por esto,
ya que todos deseamos la misericordia, actuemos de manera que ella llegue a ser
nuestro abogado en este mundo, para que nos libre después en el futuro. Hay en
el cielo una misericordia, a la cual se llega a través de la misericordia
terrena (SAN CESÁREo D ARLÉS, Sermón 25).
3548 Quizá existan algunos ricos que, aunque no suelen ayudar a los más
necesitados de la Iglesia, sin embargo, guardan otros mandamientos divinos y
estiman que ante sus diversos méritos de virtud y probidad es leve que les falte
la misericordia. Pero ésta es de tanta importancia que sin ella las demás,
aunque existan, para nada sirven. Pues aunque uno sea fiel, casto, sobrio y esté
adornado de otras virtudes principales e insignes, sin embargo, si no es
misericordioso, no merecerá la misericordia. Bienaventurados -dice el Señor-los
misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia (Mt
5,7) (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 10).
Obras de misericordia
3549 Las obras de misericordia son la prueba de la verdadera santidad (SANTO
TOMÁS, en Catena Aurea, vol. II, p. 15).
3550 Mejor sería que nadie tuviera hambre y no hubieses de dar pan a nadie.
Suprime los menesterosos: ya están cumplidas las obras de misericordia; pero ¿el
fuego del amor va a extinguirse por eso? (SAN AGUSTIN, Coment. 1. u Epístola S.
Juan,8).
3551 La caridad no se practica sólo con el dinero. Podéis visitar a un enfermo,
hacerle un rato de compañía, prestarle algún servicio, arreglarle la cama,
prepararle los remedios, consolarle en sus penas, leerle algún libro piadoso
(SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la limosna).
3552 Las obras de misericordia son variadísimas, y así todos los cristianos que
lo son de verdad, tanto si son ricos como si son pobres, tienen ocasión de
practicarlas en la medida de sus posibilidades; y aunque no todos puedan ser
iguales en la cantidad de lo que dan, todos pueden serlo en su buena disposición
(SAN LEÓN MAGNO, Sermón 6 sobra la Cuaresma).
3553 Dad limosna: esta palabra se refiere a todas las obras de misericordia,
porque da limosna no sólo el que da de comer al que tiene hambre y otras
necesidades por el estilo, sino también el que perdona a quien le falta y ruega
por él, el que corrige a otro [. . . ] (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. Vl, p.
49).
3554 El que ama al prójimo debe hacer tanto bien a su cuerpo como a su alma, y
esto no consiste sólo en acudir al médico, sino también en cuidar el alimento,
la bebida, el vestido, la habitación, y proteger el cuerpo contra todo lo que
pueda resultar molesto [. . . ]. Son misericordiosos los que ponen cortesía y
humanidad al proporcionar lo necesario para resistir males y dolores [. . . ].
¿No sabéis que tener misericordia significa hacerse uno mismo miserable,
condoliéndose del otro? (SAN AGUSTIN, Sobre /as costumbres de la Iglesia
Católica,1,28,56).
3555 No hay mejor misericordia que otorgar el perdón a quien nos ha ofendido
(SANTO TOMÁS, Sobre la caridad,1. c. , p. 226).
Frutos de la misericordia
3556 De dos modos podemos llevar la cruz del Señor: o afligiendo a nuestro
cuerpo con la abstinencia o, por compasión al prójimo, considerando como
nuestras sus necesidades. El que se conduele de las necesidades ajenas lleva la
cruz en su corazón (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 3 7 sobre los Evang. ).
3557 Todo aquel que por amor se compadece de cualquier misería ajena se
enriquece, no sólo con la virtud de su buena voluntad, sino también con el don
de la paz (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 6 sobre la Cuaresma).
3558 El ayuno no da fruto si no es regado por la misericordia, se seca sin este
riego; lo que es la lluvia para la tierra, esto es la misericordia para el ayuno
(SAN PEDRO CRISÓLOGO, Sermón 43).
3559 (La misericordia) es el lustre del alma, la enriquece y la ha- ce aparecer
buena y hermosa. El que piensa compadecerse de la miseria de otro, empieza a
abandonar el pecado [. . . 1 (SAN AGUSTIN, en Catena Aurea, vol. Vl, p. 48).
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Citas de la Sagrada Escritura
Sed misericordiosos como también vuestro Padre es misericordioso.
Lc 6,36.
Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias
y Dios de toda consolación.
2Co 1,3.
Dios es rico en misericordia.
Ep 2,4.
Dios ejercita con todos su misericordia:
Rm 11,32.
La misericordia de Dios se derramará de generación en generación:
Lc 1,50.
Os ruego encarecidamente, por la misericordia del Señor, que le ofrezcáis
vuestros cuerpos, como una hostia viva, santa y agradable.
Rm 12,1.
Por su misericordia Dios nos ha salvado.
Tt 3,5
1P 1,3.
Clemente y misericordioso es Yavé, lento a la ira y de muy gran piedad.
Ps 144,8.
Pues es más grande que los cielos tu misericordia, y llega hasta las nubes tu
fidelidad.
Ps 107,35.
Tengo siempre ante mis ojos tus misericordias, y ando en tu verdad.
Ps 25,3.
Por eso os está esperando Yavé, para haceros gracia; por eso se levanta, para
tener misericordia de vosotros, que es Yavé Dios justo, y cuantos se le acogen
son bienaventurados.
Is 30,18.
cados de los hombres para traerlos a penitencia.
Sg 11,24.
A todos perdonas, porque son tuyos, Señor amador de las almas.
Sg 11,27.
En todas las cosas está tu espíritu incorruptible. Y por eso corriges poco a
poco a los que caen, y a los que pecan los amonestas, despertando la memoria de
su pecado, para que apartándose de la maldad crean, Señor, en ti.
Sg 12,1-2.
Como benigno es un padre para sus hijos, tan compasivo eS Dios para con los que
le temen.
Ps 102,13.
Himno a la misericordia divina:
Jon 7,18-20.
Y justicia:
Ez 33,12-19.
La tierra está llena, ¡oh Yavé!, de tu piedad: enséñame tus mandatos.
Ps 118,64.
¡Cuán grande es la misericordia
¡Qué grande es la misericordia del Señor, y su perdón para los que a él se
convierten! (Eclesiástico (Sirácida)
Si 17,28.
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Supera cualquier medida humana
3560 (La misericordia es) lo propio de Dios, y en ella se manifiesta de forma
máxima su omnipotencia (SANTO TOMÁS, Suma Teológica,2-2, q. 30, a. 4).
3561 Dios se mostró magnánimo ante la caida del hombre y dispuso aquella
victoria que iba a conseguirse por el Verbo. Al mostrarse perfecta la fuerza en
la debilidad, se puso de manifiesto la bondad y el poder admirable de Dios (SAN
IRENEO, Trat. contra las herejías,3).
3562 Os aseguro que habrá en el cielo gran alegría por un pecador que se
convierta. Con este fin, a aquel hombre que cayó en manos de los ladrones, que
lo desnudaron, lo golpearon y se fueron dejándolo medio muerto, El lo
reconfortó, vendándole las heridas, derramando en ellas acite y vino, haciéndole
montar sobre su propia cabalgadura y acomodándolo en el mesón para que tuvieran
cuidado de él, dando para ello una cantidad de dinero y prometiendo al mesonero
que, a la vuelta, le pagaria lo que gastase de más (SAN MÁXIMO, Carta 11).
3563 Se da prisa en buscar la centésima oveja que se había perdido [. . . ]
¡Maravillosa condescendencia de Dios que así busca al hombre; dignidad grande la
del hombre, así buscado por Dios! (SAN BERNARDO, Sermón I Dom. Adviento,7).
3564 Como nuestros pecados nos impiden en ocasiones dirigirnos a El, viene El a
nosotros: viene a sembrar su palabra misericordiosa, y lo hace copiosamente (SAN
JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. IV, p. 95).
3565 Si recorréis las Escrituras Santas, descubriréis constante- mente la
presencia de la misericordia de Dios: llena la tierra (Sal 32,5), se exiende a
todos sus hijos, super omnem carne". (Si
18,12), se multiplica para ayudarnos
(Sal 35,8), y continuamente ha sido confirmada (Sal 116,2). Dios, al ocuparse de
nosotros como Padre amoroso, nos considera en su misericordia (Sal 24,7): una
misericordia suave (Sal 108,21), hermosa como nube de lluvia (Si (35,26) (J.
ESCRIVA DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,7).
3566 Debemos comprender, si no somos insensatos, los sentimientos de bondad de
nuestro Padre; El nos habla, enseñándonos cómo debemos acercarnos a El, porque
no quiere que le busquemos por caminos desviados (Epístola de Bernabé,2).
3567 El mismo Jesucristo, que conocía la malicia de los fariseos, condescendió
con ellos para ganarlos, a semejanza de los buenos médicos, que prodigan más
remedios a los enfermos más graves (SAN CIRILO, en Catena Aurea, vol. Vl, p.
46).
3568 ¡ Qué grande es la misericordia de nuestro Creador! No somos ni siervos
dignos y nos llama amigos. ¡Qué grande es la dignidad del hombre al ser amigo de
Dios! (SAN GREGORTO MAGNO, Hom. 27 sobre los Evang. ).
3569 La suprema misericordia no nos abandona ni aun cuando la abandonamos (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 36 sobre los Evang. ).
3570 En ocasiones, Dios no desdeña visitarnos con su gracia, a pcsar de la
negligencia y relajamiento en que ve sumido nuestro corazón [. . . ]. Tampoco
tiene a menos hacer nacer en nosotros abundancia de pensamientos espirituales.
Por indignos que seamos, suscita en nuestra alma santas inspiraciones, nos
despierta de nuestro sopor, nos alumbra en la ceguedad en que nos tiene
envueltos la ignorancia, y nos reprende y castiga con clemencia. Pero hace más:
se difunde en nuestros corazones para que siquiera su toque divino nos mueva a
compunción y nos haga sacudir la inercia que nos paraliza (CAS1ANO,
Colaciones,4).
Acudir siempre a la misericordia de Dios. Confianza
3571 Todos los que vivimos esta vida mortal tenemos nuestras aflicciones.
Vosotros tenéis vuestras pesadumbres; pero cuando estéis afligidos y las olas
parezcan elevarse y estar prontas a sumergiros, haced un acto de fe, un acto de
esperanza en vuestro Dios y Salvador. Os llama Aquel que tiene su boca y sus
manos llenas de bendiciones para vosotros. Dice: Venid a Mi todos los que estáis
fatigados y cargados, que yo os aliviaré (Mt
11). Todos los que estais
sedientos-dice por su profeta-venid a las aguas. . . Nunca entre en vuestra
mente la idea de que Dios es un amo duro, severo. Dia llegará, es verdad, en que
vendrá como justo Juez, pero ahora es tiempo de misericordia. Beneficiaos de él,
aprovechad el tiempo de gracia. Mirad que ahora es el tiempo grato, mirad que
ahora es el día de la sa/vación (CARD. J. H. NEWMAN, Sermón para el Domingo IV
después de Epifanía).
3572. . . En los momentos de angustia he invocado al Señor. . . Libra, oh Señor,
mi alma de los labios mentirosos, de las lenguas que engañan. ¡Señor!, me
refugio en ti (Sal 119,12 yPs 7,2). Conmueve esta insistencia de Dios, nuestro
Padre, empeñado en recordarnos que debemos acudir a su misericordia pase lo que
pase, siempre (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Hom. Lealtad a la Iglesia,4-6-1972).
3573 Recordáis que el endemoniado dijo: ¿Qué hay entre ti y nosotros, Hijo de
Dios? ¿ Has venido aquí a destiempo para atormentarnos? (Mt
8). La venida de Cristo no era
confortadora para ellos [. . . ] Porque a los hombres les destina bienes y,
sabiendo y sintiendo esto, los hombres son atraidos hacia El. No Irán a Dios
hasta estar serguros de esto. Deben creer que es no sólo omnipotente, sino
también misericordioso. La fe está fundada en el conocimiento de que Dios es
omnipotente; la esperanza lo está en el conocimiento de que Dios es
misericordioso. Y la presencia de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo nos mueve
a esperar tanto como a crcer, porque su nombre, Jesús, significa Salvador, y
porque fue tan amante, dulce y bondadoso cuando estuvo en la tierra (CARD. J. H.
NEWMAN, Sermón para el Domingo I V después de Epifania).
3574 No conviene a una Misericordia tan grande como la vuestra olvidarse de una
tan grande miseria como la nuestra (SAN ALFONSO M. a DE LIGORIO, Visitas al Stmo.
Sacramento,16).
3575 Pedid y recibiréis. . . (cfr.
Mt 7,7-8): lo repite
para recomendar a justos y pecadores la confianza en la misericordia de Dios, y
por eso añade: todo el que pide recibe; es decir, ya sea justo, ya sea pecador,
no dude al pedir, para que conste que no desprecia a nadie [. . . ]. No puede
concebirse que Dios, cuando manda la gran obra de caridad de hacer bien a los
enemigos, imponga a los hombres el deber de que hagan lo que El no hiciera,
siendo bueno (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1, pp. 428-429).
3576 Ninguno es suficientemente fuerte por sus solas fuerzas, sino que está
seguro por la misericordia de Dios (SAN CIPRIANO, en Catena Aurea, vol.
1P 360).
3577 Para caer había muchos amigos que me ayudasen; para levantarme, hallábame
tan sola que ahora me espanto cómo no me estaba siempre caída, y alabo la
misericordia de Dios, que era solo el que me daba la mano (SANTA TERESA,
Vida,7,8).
3578 Te ves tan miserable que te reconoces indigno de que Dios te oiga. . .
Pero, ¿y los méritos de María? ¿Y las llagas de tu Señor? Y. . . ¿acaso no eres
hijo de Dios?Además, El te escucha "quoniam bonus. . . , quoniam in saeculum
misericordia ejus": porque es bueno, porque su misericordia permanece siempre
(J. ESCRiVÁ DE BALAGUER, Camino, n. 93).
3579 De la misma forma que los cuidados del médico se manifiestan en los
enfermos, así Dios se manifiesta en los hombres (SAN IRENEO, Trat. contra /as
herejias,3).
3580 ¿Dónde me esconderé de Dios? ¿Dónde te esconderás, hermano? En su misma
misericordia. Nadie puede huir de Dios más que refugiándose en su misericordia
(SAN AGUSTIN, Sermón 351).
3581 Mi único mérito es la misericordia del Señor. No seré pobre en méritos
mientras El no lo sea en misericordia. Y porque la misericordia del Señor es
mucha, muchos son también mis méritos. Y aunque tengo conciencia de mis muchos
pecados, donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia (SAN BERNARDO, Sermón
sobre el Cantar de los Cantares,61).
El pecador y la misericordia divina
3582 La profundidad del pozo de la miseria humana es grande;y si alguno cayera
allí, cae en un abismo. Sin embargo, si desde ese estado confiesa a Dios sus
pecados, el pozo no cerrará su boca sobre él [. . . ]. Hermanos, hemos de temer
esto grandemente [. . . ]. Desdeñada la confesión de los pecados, no habrá lugar
para la misericordia (SAN AGUSTIN, Coment. sobre el Salmo 68).
3583 Dios, el pastor supremo y verdadero agricultor, es podero- so tanto para
hacer volver a la oveja al buen camino, como para injertar el sarmiento
desgajado (SAN AGUSTIN, Sermón 46, sobre los pastores).
3584 No dudéis del perdón, pues por grandes que sean vuestras culpas, la
magnitud de su misericordia perdonará, sin duda, la enormidad de vuestros muchos
pecados (SAN JERÓNIMO, Coment. sobre el profeta Joel).
3585 He aquí que llama a todos los que se han manchado, desea abrazarlos, y se
queja de que le han abandonado. No perdamos este tiempo de misericordia que se
nos ofrece, no menospreciemos los remedios de tanta piedad que el Señor nos
brinda. Su benignidad llama a los extraviados, y nos prepara, cuando volvamos a
El, el seno de su clemencia. Piense cada cual en la deuda que le abruma, cuando
Dios le aguarda y no se exaspera con el desprecio. El que no quiso permanecer
con El, que vuelva; el que menospreció estar firme a su lado, que se levante,
por lo menos después de su caída [. . . ]. Ved cuán grande es el seno de su
piedad, y considerad que tenéis abierto el regazo de su misericordia (SAN
GREGORIO MAGNO, Hom. 33 sobre los Evang. ).
3586 El nos ha prometido el perdón de los pecados y no puede faltar a su
palabra, ya que, al enseñarnos a pedir que sean perdonados nuestras ofensas y
pecados, nos ha prometido su misericordia paternal y, en consecuencia, su perdón
(SAN CIPRIANO, Trat. sobre la oración,18).
3587 Te contemplo, Señor, en aquel patíbulo en el que parecías hallarte sin
auxilio alguno, y considero de qué manera envías delante a tu reino al buen
ladrón en virtud de tu sublime potestad. Con esta elección nos enseñas de un
modo bien manifiesto cuánto provecho has producido en los desamparados, de entre
los cuales éste fue el primero que, coronado de gloria, fue constituido, en el
mismo día, ciudadano del paraíso y amigo de la curia celestial (PSEUDOCIPRIANO,
De cardinalibus operibus Christi).
3588 (Dios a todos) los pecadores les promete misericordia para que se animen a
levantarse (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 34 sobre los Evang. ).
3589 Consideremos cuán grandes son las entrañas de su misericordia, que no sólo
nos perdona nuestras culpas, sino que promete el reino celestial a los que se
arrepienten de ellas (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 19 sobre los Evang. ).
3590 Este cometió muchos pecados, y se hizo gran deudor; el otro hizo pocos por
haberle llevado Dios de la mano. Si, pues, el uno le atribuye la remisión de los
cometidos, atribúyale también el otro el no haberlos cometido (SAN AGUSTIN,
Sermón 99).
3591 Salió un sembrador a sembrar. . . Se acercó a nosotros vistiéndose de
nuestra carne. Como no podíamos penetrar donde El se hallaba, porque los pecados
oponían un muro a nuestro acceso, hubo de venir El a nosotros. Y, ¿a qué salió?
¿A destruir la tierra plagada de espinas? ¿A castigar a los labradores? De
ningún modo. Salió a labrarla, a cuidarla y a sembrar la palabra de la piedad
(SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo,44).
3592 ¡Qué cercano está Dios de quien confiesa su misericordia! Si; Dios no anda
lejos de los contritos de corazón (SAN AGUSTIN, Sermón 11).
3593 No suelen los ricos ir a casa de los pobres, aunque tengan la intención de
hacerles algún bien. Eramos nosotros los que teníamos que ir a Jesús; pero se
interponia un doble obstáculo. Nuestros ojos estaban ciegos [. . . ]. Nosotros
yaciamos paralizados en nuestra camilla, incapaces de llegar a la grandeza de
Dios. Por eso nuestro amable Salvador y Médico de nuestras almas descendió de su
altura (SAN BERNARDO, Sermón I Dom. Adviento,78).
Maria, Madre de la misericordia
3594 Nadie ha experimentado como la Madre del Crucificado el misterio de la
cruz, el pasmoso encuentro de la trascendente justicia divina con el amor: el
"beso" dado por la misericordia a la justicia. Nadie como Ella, Maria, ha
acogido de corazón ese misterio: aquella dimensión verdaderamente divina de la
redención, llevada a efecto en el Calvario mediante la muerte de su Hijo, junto
con el sacrificio de su corazón de madre, junto con su "fiat" definitivo. (JUAN
PABLO II, Enc. Dives in misericordia,9).
3595 Maria, pues, es la que conoce más a fondo el misterio de la misericordia
divina. Sabe su precio y sabe cuán alto es. En este sentido la llamamos también
Madre de la misericordia: Virgen de la misericordia o Madre de la divina
misericordia; en cada uno de estos titulos se encierra un profundo significado
teológico, porque expresan la preparación particular de su alma, de toda su
personalidad, sabiendo ver primeramente a través de los complicados
acontecimientos de Israel, y de todo hombre y de la humanidad entera después,
aquella misericordia de la que "por todas las generaciones" nos hacemos
participes según el eterno designio de la Santísima Trinidad (JUAN PABLO II, Enc.
Dives in misericordia,9).
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Citas de la Sagrada Escritura
En verdad, en verdad os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y
muere, quedará solo; pero si muere, llevará mucho fruto.
Jn 12,24.
Os digo, pues: Andad en espíritu y no deis satisfacción a la concupiscencia de
la carne.
Ga 5,16.
Si padecemos con El, también con El viviremos. Si sufrimos con El, con El
reinaremos.
2Tm 2,11.
Mejor que el valiente es el que aguanta, y el que sabe dominarse vale más que el
que conquista una ciudad.
Pr 16,32.
Cuanto a mí, jamás me gloriaré a no ser en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo,
por quien el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo.
Ga 6,14.
El que ama su vida, la pierde; pero el que aborrece su vida en este mundo, la
guardará para la vida eterna.
Jn 12,25.
Los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y
concupiscencias.
Ga 5,24.
Si alguno quiere venir en pos de mi, niéguese a si mismo, tome cada día su cruz
y sígame.
Lc 9,23.
Llevando siempre en el cuerpo la Cruz de Cristo, para que la vida de Jesús se
manifieste en nuestro cuerpo.
2Co 4,10.
Si viviereis según la carne, moriréis; mas si con el espíritu mortificáis las
obras de la carne, viviréis.
Rm 8,13.
Castigo mi cuerpo y lo esclavizo, no sea que habiendo predicado a los otros
venga yo a ser reprobado.
1Co 9,27.
Mortificad, pues, vuestros miembros de hombre terreno.
Col 3,5.
Necesidad de mortificar la carne y todas las concupiscencias para tener la vida
del espíritu:
Rm 6,12
Rm 8,12-13.
La verdadera caridad impone privaciones para socorrer al prójimo:
2Co 8,2-5.
Mortificación de la lengua:
Jc 1,26
Jc 3,3-12.
La mortificación es principio de paz:
Jc 4,1-10.
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Necesidad de la mortificación
3596 (La penitencia) purifica el alma, eleva el pensamiento, somete la carne
propia al espíritu, hace al corazón contrito y humillado, disipa las
nebulosidades de la concupiscencia, apaga el fuego de las pasiones y enciende la
verdadera luz de la castidad (SAN AGUSTIN, `Sermón 73).
3597 Tomar la cruz-el cumplimiento costoso del deber o la mortificación
cristiana asumida voluntariamente-es [. . . ] componente indispensable del
seguimiento de Jesucristo. Si alguno quiere venir en pos de mí-dice el
Señor-niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígueme (Lc
9,23). Estas palabras de Jesús
conservan hoy su vigencia de siempre porque son palabra-s dichas a todos los
hombres de todos los tiempos, y expresan una condición inexcusable del
seguimiento de Cristo: y el que no toma su cruz y me sigue, no puede ser mi
discípulo (Lc
14,27). Un Cristianismo del que
pretendiera arrancarse la cruz de la mortificación voluntaria y la penitencia,
so pretexto de que esas prácticas serían hoy residuos oscurantistas,
medievalismos impropios de una época humanista, ese Cristianismo desvirtuado lo
sería tan sólo de nombre; pero ni conservaría la doctrina del Evangelio ni
serviría para encaminar en pos de Cristo los pasos de los hombres. J. ORLANDIS,
Las bienaventuranzas, Pamplona 1982, pp. 71-72).
3598 Al ser, pues, nocivo para el cuerpo el demásiado cuidado y un obstáculo
para su alma, es una locura manifiesta servirle y mostrarse sumiso con él (SAN
BASILIO, Discurso a los jóvenes).
3599 Este gusto por la virtud no se adquiere sino a trueque de una profunda
contrición del corazón y una perfecta mortificación de los sentidos (CASIANO,
Colaciones,5).
3600 La pureza del alma está en razón directa de la mortificación del cuerpo.
Ambas van a la par. No podemos, pues, gozar de la perpetua castidad si no nos
resolvemos a guardar una norma constante en la temperancia (CASIANO,
Instituciones,5).
3601 El resultado de la mortificación debe ser el abandono de las malas acciones
y de las voluntades injustas. Y esto no excusa de practicarla a quienes están
enfermos, pues en un cuerpo débil puede encontrarse un alma sana (SAN LEÓN, en
Catena Aurea, vol. 1, pp. 281-282).
3602 ¡ Desde el momento en que un cristiano abandona las lágrimas, el dolor de
sus pecados y la mortificación, podemos decir que de él ha desaparecido la
religión! Para conservar en nosotros la fe, es preciso que estemos siempre
ocupados en combatir nuestras inclinaciones y en llorar nuestras miserias (SANTO
CURA DE ARS, Sermón sobre la penitencia).
3603 Donde no hay mortificación no hay virtud (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino,
n. 180).
3604 Al decir porque son pocos los que la encuentran (la senda estrecha),
manifiesta la desidia de muchos; y por eso advirtió a los que le escuchaban que
no atendiesen al bienestar de muchos, sino a los trabajos de los pocos (SAN JUAN
CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. I, pp. 438-439).
3605 El sacrificio del cuerpo y su aflicción es acepto a Dios, si no va separado
de la penitencia; ciertamente es un verdadero culto a Dios (CLEMENTE DE
ALEJANDRIA, Stromata,5).
3606 La Iglesia exige la mortificación externa corporal para declarar las
virtudes de un siervo de Dios (BENEDICTO XIV, cfr. De boatificocione Sanctorum,
III).
3607 Quien a Dios busca queriendo continuar con sus gustos, lo busca de noche y,
de noche, no lo encontrará (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual,3,3).
3608 Si queremos guardar la más bella de todas las virtudes, que es la castidad,
hemos de saber que ella es una rosa que solamente florece entre espinas; y, por
consiguiente, sólo la hallaremos, como todas las demás virtudes, en una persona
mortificada (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la penitencia).
3609 El que no es perfectamente mortificado en sí, pronto es tentado y vencido
en cosas bajas y viles (Imitación de Cristo, I,ó,1).
La oración acompañada de mortificación
3610 Creer que admite a Su amistad a gente regalada y sin trabajos es disparate
(SANTA TERESA, Camino de perfección,18,2).
3611 Si no eres mortificado, nunca serás alma de oración (J. ESCRIVÁ DE
BALAGUER, Camino, n. 172).
"Mortificaciones pequeñas>>. Algunos ejemplos y detalles
3612 Es necesario [. . . ] ser muy generosas [. . . ] y tener gran valor para
despreciar nuestras malas inclinaciones, nuestro mal humor, nuestras rarezas y
sensiblerías, mortificando continuamente todo esto en todas las ocasiones (SAN
FRANCISCO DE SALES, Plática XIV, Del juicio propio,1. c. ).
3613 En la comida no debes sentir disgusto cuando los alimen- tos no sean de tu
agrado; haz, más bien, como los pobrecitos de Jesucristo, que comen de buen
grado lo que les dan, y dan las gracias a la Providencia (J. PECCI-León Xlll-
Práctica de la humildad,24).
3614 Difícilmente se refrenarán las pasiones ocultas y más violentas de la
carne, si [. . . ] se es incapaz de mortificar siquiera un poco las delicias del
paladar (CASIANO, Colaciones,5).
3615 Un buen cristiano no come nunca sin mortificarse en algo (SANTO CURA DE ARS,
Sermón sobre la penitencia).
3616 Debe ponerse en guardia contra estas tres especies de gula mediante una
triple observancia. Ante todo, deberá esperar, para comer, la hora fijada;
luego, se contentará con una cantidad prudente, no permitiéndose llegar hasta el
exceso; por último, comerá de cualesquiera manjares y especialmente de los que
puedan obtenerse a un precio módico (CASIANO, Instituciones,5).
3617 Los cotidianos, aunque ligeros, actos de caridad: el dolor de cabeza o de
muelas; las extravagancias del marido o de la mujer; el quebrarse un brazo;
aquel desprecio o gesto; el perderse los guantes, la sortija o el pañuelo;
aquella tal cual incomodidad de recogerse temprano y madrugar para la oración o
para ir a comulgar; aquella vergüenza que causa hacer en público ciertos actos
de devoción; en suma, todas estas pequeñas molestias, sufridas y abrazadas con
amor, son agradabilísimas a la divina Bondad, que por solo un vaso de agua ha
prometido a sus fieles el mar inagotable de una bienaventuranza cumplida. Y como
estas ocasiones se encuentran a cada instante, si se aprovechan son excelente
medio de atesorar muchas riquezas espirituales (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd.
a la vida devota, lll. 35).
3618 También es muy cierto que aquel que ama los placeres, que busca sus
comodidades, que huye de las ocasiones de sufrir, que se inquieta, que murmura,
que reprende y se impacienta porque la cosa más insignificante no marcha según
su voluntad y deseo, el tal, de cristiano sólo tiene el nombre; solamente sirve
para deshonrar su religión, pues Jesucristo ha dicho: Aquel que quiera venir en
pos de mi, renúnciese a si mismo, lleve su cruz todos los días de su vida, y
sigume (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la penitencia).
3619 Prepárate [. . . ] a sufrir por nuestro Señor muchas y grandes aflicciones,
y aun también el martirio; resuélvete a sacrificarle lo que más estimas si
quieres recibirle, sea el padre, la madre, el hermano, el marido, la mujer, los
hijos, tus mismos ojos y tu propia vida, porque a todo ello ha de estar
preparado tu corazón; pero en tanto que la divina Providencia no te envía tan
sensibles y grandes aflicciones, en tanto que no exige de ti el sacrificio de
tus ojos, sacrifícale a lo menos tus cabellos, quiero decir que sufras con
paciencia aquellas ligeras injurias, leves incomodidades y pérdidas de poca
consideración que ocurren cada día, pues aprovechando con amor y dilección estas
ocasioncillas, conquistarás enteramente su corazón y le harás del todo tuyo (SAN
FRANCISCO DESALES, Introd. a la vida devota,3,35).
3620 Donde más fácilmente encontraremos la mortificación esen las cosas
ordinarias y corrientes: en el trabajo intenso, constante y ordenado; sabiendo
que el mejor espíritu de sacrificio es la perseverancia por acabar con
perfección la labor comenzada; en la puntualidad, llenando de minutos heroicos
el día; en el cuidado de las cosas, que tenemos y usamos; en el afán de
servicio, que nos hace cumplir con exactitud los deberes más pequeños; y en los
detalles de caridad, para hacer amable a todos el camino de santidad en el
mundo: una sonrisa puede ser, a veces, la mejor muestra de nuestro espíritu de
penitencia. . . Tiene espíritu de penitencia el que sabe vencerse todos los
días, of reciendo al Señor, sin espectáculo, mil cosas pequeñas (J. ESCRIVÁ DE
BALAGUER, en Gran enciclopedia Rialp 16,336).
La mortificación interior
3621 Mas, me diréis vosotros, ¿cuántas clases de mortificaciones hay? Hay dos:
una es interior, otra es exterior, pero las dos van siempre juntas (SANTO CURA
DE ARS, Sermón sobre la penitencia).
3622 Si la salud poco firme u otras causas no permiten a alguno mayores
austeridades corporales, no por ello le dispensan jamás de la vigilancia y de la
mortificación interior (Pio Xll, Enc. Sacra virginitas,25-3-1954).
3623 Así, aunque viva en la soledad o retirado en una celda, la vanidad le hace
deambular con la mente por casas y monasterios, y le muestra en su fantasía una
multitud de almas que se convierten al imperio y eficacia de su palabra. El
desgraciado, juguete de tales quimeras, parece sumergido en un profundo sueño.
De ordinario vive seducido por la dulzura de estos pensamientos. Absorto en
tales imágenes, ni advierte lo que hace ni se da cuenta de lo que sucede en
torno. Ni siquiera repara en la presencia de sus hermanos. El infeliz va
meciéndose, cual si fueran verdad, en las fantasías que soñó despierto (CAS1ANO,
Instituciones,11).
3624 Si haces alguna mortificación extraordinaria, procura preservarte del
veneno de la vanagloria, que destruye a menudo todo su mérito (J. PECCI-León
XIII-, Práctica de la humildad,34)
3625 Es ciertamente imposible que la mente no se vea envuelta en múltiples
pensamientos; pero aceptarlos o rechazarlos sí que es posible al que se lo
propone. Aunque su nacimiento no depende enteramente de nosotros, está desde
luego en nuestra mano el darles acogida o soslayarlos (con la ayuda de la
gracia) (CASIANO, Colaciones,1).
Alegría en la mortificación
3626 Mortificación no es pesimismo, ni espíritu agrio (J. ESCRIVÁ DE BAEAGUER,
Es Cristo que pasa,37).
3627 (Cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu cara. . . ). Aquí se habla de la
costumbre que existía en Palestina de ungirse la cabeza los días de fiesta, y
mandó el Señor que cuando ayunemos nos manifestemos contentos y alegres (SAN
JERÓNIMO, en Catena Aurea, vol.
1P 380).
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Citas de la Sagrada Escritura
Por un solo hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte.
Rm 5,12.
El estipendio del pecado es la muerte.
Rm 6,23.
Está decretado a los hombres morir una sola vez, y después el juicio.
He 9,27.
Bienaventurados los que mueren en el Señor; sí, dice el espíritu, para que
descansen de sus trabajos, pues sus obras los acompañan.
Ap 14,13.
Es cosa preciosa a los ojos de Yahvé, la muerte de sus justos.
Ps 115,15.
Pues sabemos que si la tienda de nuestra mansión terrena se deshace, tenemos de
Dios una sólida casa, no hecha por manos de hombres, eterna, en los cielos,
2Co 5,1.
Cuando se dicen: "paz y seguridad" entonces, de improviso, les sobrevendrá la
ruina, como los dolores del parto a la preñada.
1Th 5,3.
No sabéis cuál será nuestra vida mañana, pues sois humo que aparece un momento y
al punto se disipa. .
No queremos, hermanos, que ignoréis lo tocante a la suerte de los muertos, para
que no os aflijáis como los demás que carecen de esperanza. Pues si creemos que
Jesús murió y resucitó, así también Dios (Padre) tomará consigo por Jesús a los
que se durmieron en El.
1Th 4,13.
Una es la entrada para todos en la vida, e igual la salida.
Sg 7,6.
No temas el fallo de la muerte, acuérdate de los que te precedieron y de los que
te seguirán, y que éste es el juicio del Señor sobre toda carne.
Si 41,5.
Como vestido, se envejece toda carne, porque ésta es la ley desde el principio:
que has de morir. Como las hojas verdes de un árbol frondoso, que unas caen y
otras brotan, así es la generación de la carne y de la sangre: unos mueren y
otros nacen. Toda obra humana se carcome, al fin acaba, y tras ella se va el que
la hizo.
Si 14,18-20.
El número de los días del hombre, cuando mucho, son cien años; como una gota de
agua en el mar, como un grano de arena, así son sus pocos años a la luz del día
de la eternidad.
Si 18,8.
No te presentes ante el Señor con las manos vacias.
Si 35,6
Ex 23,15.
- Las almas de los justos están en las manos de Dios, y el tormento no los
alcanzará. A los ojos de los necios parecen haber muerto, y su partida es tenida
por desdicha. Su salida de entre nosotros, por aniquilamiento; pero están en
paz. Pues aunque a los ojos de los hombres fueron atormentados, su esperanza
está llena de inmortalidad.
Sg 3,1-4.
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El pecado y el misterio de la muerte
3628 La muerte no es sólo una necesidad natural. La muerte es un misterio [. . .
]. Cristo Hijo de Dios aceptó la muerte como necesidad de la naturaleza, como
parte inevitable de la suerte del hombre sobre la tierra. Jesucristo acepto la
muerte como consecuencia del pecado. Desde el principio, la muerte está unida al
pecado [. . . ]. Jesucristo aceptó la muerte para vencer al pecado (JUAN PABLO
II, Hom. 28-111979).
El cristiano no debe tener miedo a la muerte
3629 Mi mayor bien es morir y ser llevado a Dios para que amanezca en él (SAN
IGNACIO DE ANTIOQUIA, Epístola a los Romanos,1,2).
3630 No te perturbe el oír el nombre de muerte, antes bien, deléitate en los
dones que te aporta este tránsito feliz. ¿Qué significa en realidad para ti la
muerte sino la sepultura de los vicios y la resurrección de las virtudes? (SAN
AMBROSIO, Trat. sobre el bien de la muerte).
3631 Oh muerte, qué amargo es tu recuerdo para el que vive tranquilo con sus
posesiones, para el hombre contento que prospera en todo y tiene salud para
gozar de los placeres (Si 41,1). Temen mucho la muerte porque aman mucho la vida
de este mundo y poco la del otro. Pero el alma que ama a Dios vive más en la
otra vida que en ésta, porque el alma vive más donde ama que donde anima (SAN
JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual,11,10).
3632 [. . . ] Cuando venga la muerte, que vendrá inexorable, la esperaremos con
júbilo como he visto que han sabido esperarla tantas personas santas, en medio
de su existencia ordinaria. Con alegría: porque, si hemos imitado a Cristo en
hacer el bien-en obedecer y en llevar la Cruz, a pesar de nuestras miserias-,
resucitaremos como Cristo: surrexit Dominus vere! (Lc
24,34), que resucitó de verdad (J.
ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa,21).
3633 . . . Y les dijo: Retiraos, porque no está muerta la niña, sino dormida.
Estas palabras [. . . ] nos enseñan, además, que no debemos tener miedo a la
muerte; porque El mismo había de morir, y valiéndose de la muerte de otros (como
sucedió también con Lázaro: Nuestro amigo Lázaro duerme), inspira confianza a
sus discípulos, y les enseña a sufrir con valor la muerte. Porque desde su
venida, la muerte no es más que un sueño (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea,
vol. II, p. 33).
3634 No tiene gran importancia escapar a la muerte si es por poco tiempo y hay
que morir después; pero gran cosa es escapar a la muerte de manera definitiva,
como ocurre con nosotros, por quienes Cristo nuestra Pascua se ha inmolado (ORIGENES,
Hom. para el tiempo Pascual).
3635 En Cristo, la muerte ha perdido su poder, le ha sido arrebatado su aguijón,
la muerte ha sido derrotada. Esta verdad de nuestra fe puede parecer paradójica,
cuando a nuestro alrededor vemos todavía hombres afligidos por la certeza de la
muerte y confundidos por el tormento del dolor. Ciertamente el dolor y la muerte
desconciertan al espíritu humano y siguen siendo un enigma para aquellos que no
creen en Dios, pero por la fe sabemos que serán vencidos, que la victoria se ha
logrado ya en la muerte y resurrección de Jesucristo, nuestro redentor (JUAN
PABLO II, Hom. 16-II-1981).
3636 No tengas miedo a la muerte. -Acéptala, desde ahora, generosamente. . . ,
cuando Dios quiera. . . , como Dios quiera. . , donde Dios quiera. -No lo dudes:
vendrá en el tiempo, en el lugar y del modo que más convenga. . . , enviada por
tu Padre-Dios. -¡Bienvenida sea nuestra hermana la muerte! (J. ESCRIVÁ DE
BALAGUER, Camino, n. 739).
3637 El que está lejos de su patria es natural que tenga prisa por volver a
ella. Para nosotros, nuestra patria es el paraíso; allí nos espera un gran
número de seres queridos, allí nos aguarda el numeroso grupo de nuestros padres,
hermanos e hijos, seguros ya de su suerte, pero solicitos aún de la nuestra (SAN
CIPRIANO, Trat. sobre la muerte,18).
3638 Si tienes miedo a la muerte, ama la vida. Tu vida es Dios, tu vida es
Cristo, tu vida es el Espíritu Santo Le desagradas obrando mal. No habita El en
templo ruinoso, no entra en templo sucio (SAN AGUSTIN, Sermón 161).
3639 El hombre nace al mundo para el trabajo, y los elegidos pasan del mundo al
descanso por la muerte (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. IV, p. 150).
3640 El mejor favor que podéis hacerme es dejar que sea inmolado para Dios,
mientras el altar está aún preparado: así, unidos por la caridad en un solo
coro, podréis cantar al Padre por Cristo Jesús, porque Dios se ha dignado hacer
venir al obispo de Siria desde el oriente hasta occidente. ¡Qué hermoso es que
el sol de mi vida se ponga para el mundo y vuelva a salir para Dios! (SAN
IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta a los Romanos,1).
Más allá de la muerte
3641 No quedará sobre la tierra ni una señal de lo que somos: la carne cambiará
de naturaleza; el cuerpo recibirá otro nombre; "incluso el nombre de cadáver no
le durará por mucho tiempo; se convertirá-dice Tertuliano-en no sé qué cosa que
no tiene nombre en ninguna lengua": tan verdad es que todo muere en él, hasta
los mismos términos fúnebres con los que se nombraban sus restos mortales
(BOSSUET, Sermón sobre la muerte,1. c. , t. IV, p. 279).
3642 La muerte no es un punto final, es un tránsito. Al acabar nuestro viaje en
el tiempo, viene el paso a la eternidad (SAN CIPRIANO, Tratado sobre la
muerte,22).
3643 Aunque mis amigos mueran, no muere mi amistad; antes bien, si algún cambio
se verifica es para que renazca más viva y firme entre las cenizas, como una
especie de fénix místico, pues, si bien las personas a quienes amo son mortales,
lo que sobre todo amo yo en ellas es inmortal (SAN FRANCISCO DE SALES,
Epistolario, fragm. 112,1. c. , p. 746).
3644 Misericordiosa conducta del que socorre nuestras necesidades. Existe el
propósito [. . . ] de rehacer la casa que nos han dado: mientras que la destruye
y derriba para rehacerla de nuevo, nosotros tenemos que desocuparla. El mismo
nos ofrece su palacio; nos concede una habitación para que esperemos con calma
la reparación completa de nuestro antiguo edificio (BOSSUET, Sermón sobre la
muerte,1. c. , t. IV, p. 279).
3645 Consuélate, alma: si este divino arquitecto que ha emprendido tu reparación
deja caer pieza a pieza ese viejo edificio de tu cuerpo, es que quiere
devolvértelo en mejor estado, es que quiere reconstruirlo con mejor estilo: poco
tiempo estará bajo el imperio de la muerte, pero no dejará nada entre sus manos
excepto la mortalidad [. . . ]. Como un viejo edificio irregular que se desecha
para levantarlo de nuevo con un orden arquitectónico más hermoso, así Dios deja
caer en la ruina esta carne descompuesta por el pecado y la codicia, para
rehacerla a su modo y según el primitivo plan de la creación: tiene que
reducirse a polvo porque ha servido al pecado (BOSSUET, Sermón sobre la
muerte,1. c. , t. IV, p. 279).
Nos espera el Señor
3646 ¡Qué gran dignidad y seguridad, salir contento de este mundo, salir
glorioso en medio de la aflicción y la angustia, cerrar en un momento estos ojos
con los que vemos a los hombres y el mundo para volverlos a abrir en seguida y
contemplar a Dios! (SAN CIPRIANO, Trat. a Fortunato,13).
3647 Llegará aquel dia, que será el último y que no nos causa miedo: confiando
firmemente en la gracia de Dios, estamos dispuestos desde este momento, con
generosidad, con reciedumbre, con amor en los detalles, a acudir a esa cita con
el Señor llevando las lámparas encendidas. Porque nos espera la gran fiesta del
Cielo (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios,40).
3648 Tu luz es tu Dios, él es tu aurora, porque a ti vendrá después de la noche
de este mundo (SAN AGUSTIN, Trat. Evang. S. Juan,17).
3649 El cristianismo es un programa lleno de vida. Ante la experiencia cotidiana
de la muerte, de la que se hace partícipe nuestra humanidad, repite
incansablemente: Creo en la vida eterna. Y en esta dimensión de vida se
encuentra la realización definitiva del hombre en Dios mismo: Sabemos que. . .
seremos semejantes a El, porque le veremos tal cual es (1Jn
3,2) (JUAN PABLO II, Hom. en el
cementerio de Roma, l -XI- 1979).
3650 Mi amor está crucificado y ya no queda en mi el fuego de los deseos
terrenos; únicamente siento en mi interior la voz de un agua viva que me habla y
me dice: "Ven al Padre" (SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta a los Romanos,4,1-2).
3651 No lo olvidéis nunca: después de la muerte, os recibirá el Amor. Y en el
amor de Dios encontraréis, además, todos los amores limpios que habéis tenido en
la tierra. El Señor ha dispuesto que pasemos esta breve jornada de nuestra
existencia trabajando y, como su Unigénito, haciendo el bien (Ac
10,38). Entretanto, hemos de estar
alerta, a la escucha de aquellas llamadas que San Ignacio de Antioquia notaba en
su alma, al acercarse la hora del martirio: ven al Padre, ven hacia tu Padre,
que te espera ansioso (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios,221).
La muerte revela la riqueza o la pobreza interior de cada hombre
3652 Asi como en los teatros, cuando todo se acaba y los que representan se
retiran y se quitan el traje, los que antes parecían reyes o pretores aparecen
ahora tal y como son con todas sus miserias, así, cuando viene la muerte y
concluye el espectáculo de esta vida, depuestos los disfraces de la riqueza y de
la pobreza, sólo por sus obras se juzga quiénes son verdaderamente ricos y
quiénes pobres; quiénes dignos y quiénes indignos de gloria (SAN JUAN CRISOSTOMO,
en Catena Aurea, vol. VI, p. 249).
3653 Si uno tuviera un hermano rey y se hallara lejos de él, desearía m'archar,
encontrarse y vivir con él. Siendo Cristo hermano nuestro, debemos desear estar
con El, reunirnos con El [:. . ]. El Apóstol sentía deseos de morir y estar con
Cristo; estos deseos crecen en nosotros al considerar su Encarnación (SANTO
TOMAS, Sobre el Credo,3,1. c. , p. 60).
3654 Sólo la virtud es la que acompaña a los difuntos; únicamente nos sigue la
caridad [. . . ] (SAN AMBROSIO en Catena Aurea, vol. Vl, p. 86).
3655 La muerte separa el alma del cuerpo, pero no cambia las disposiciones de
aquélla (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol.
1P 454).
3656 Para que los hombres encuentren algo en su mano después de la muerte, deben
poner antes de ella sus bienes en manos de los necesitados (SAN GREGORIO MAGNO,
en Catena Aurea, vol. Vl, p. 230).
Nuestras obras a la luz de la muerte
3657 ¿Quién se acordará y quién rogará por ti después de muerto? Ahora, ahora,
hermano, haz lo que pudieras, que no sabes cuándo morirás, ni qué te acaecerá
después de la muerte. Ahora que tienes tiempo, allega espirituales riquezas
inmortales y no tengas demásiado cuidado, salvo de tu salvación y de las cosas
de Dios. Hazte amigo de los santos, hónralos imitando sus obras, para que cuando
salieras de esta vida te reciban en las moradas eternas (Imitación de
Cristo,1,23,7).
3658 Las cosas están tocando a su término, y se nos proponen juntamente estas
dos cosas: la muerte y la vida, y cada uno irá a su propio lugar. Es como si se
tratara de dos monedas, una de Dios y otra del mundo, que llevan cada una
grabado su propio cuño (SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta alos Magnesios,1).
3659 Cuando llega el anochecer ordena a su pagador que les convoque y les dé sus
jornales por el día transcurrido. El significado de esto está muy claro. El
dueño de la viña es Nuestro Señor y Salvador. Nosotros somos los trabajadores.
El atardecer es la hora de la muerte, cuando cada uno de nosotros recibirá la
retribución por nuestro trabajo si hemos trabajado bien [. . . ].
La hora de la muerte está bien descrita como un anochecer. En el anochecer hay
algo especialmente solemne y tranquilo, que representa adecuadamente la hora de
la muerte (CARD. J. H. NEWMAN, Domingo de Septuagésima, Sermón del juicio).
3660 Cuando viniere aquella hora postrera, de otra manera comenzarás a sentir de
toda tu vida pasada, y mucho te dolerás porque fuiste tan negligente y perezoso.
¡Cuán bienaventurado y prudente es el que vive de tal manera cual desea ser
hallado en la muerte! (Imitación de Cristo,1,23,2).
Todos hemos de morir, y es incierto el día de la muerte
3661 Como los médicos, cuando diagnostican una enfermedad y la encuentran
mortal, sentencian: "De ésta muere; no hay escape", así, desde que nace el
hombre, hay que diagnosticar: "No hay escape" (SAN AGUSTIN, Sermón 92).
3662 Lo mismo muere el justo y el impío, el bueno y el malo, el limpio y el
sucio, el que ofrece sacrificios y el que no. La misma suerte corre para el
bueno que para el que peca. El que jura lo mismo que quien teme el juramento. De
igual modo se reducen a pavesas y a cenizas hombres y animales (SAN JERÓNIMO,
Epístola 39).
3663 Asistimos todos los días a la muerte de muchos, celebramos sus entierros y
funerales y seguimos prometiéndonos larga vida (SAN AGUSTIN, Sermón 17).
3664 Es absolutamente cierto que llegara nuestro último día, pero ignoramos del
todo cuándo, dónde y como será; sólo sabemos, como se ha dicho, que "la muerte
está en el umbral de los ancianos y al acecho de los jóvenes". . . Y, como está
acechando, debemos prepararla mas, ya que no podemos ni verla ni librarnos de
ella. Por lo tanto, la única seguridad es no considerarse nunca seguro (BEATO
GUERRIC, Sermón 3. ° para el Adviento,1. c. , p. 119).
3665 ¡Oh loco!, ¿por qué piensas vivir mucho, no teniendo un día seguro?
¡Cuántos han sido engañados y sacados del cuerpo cuando no lo pensaban! ¿Cuántas
veces oíste contar que uno murió a espada, otro se ahogó, otro cayó de lo alto y
se quebró la cabeza, otro comiendo se quedó pasmado, a otro jugando le vino su
fin? Uno muere a fuego, otro a hierro, otro con pestilencia, otro a manos de
ladrones, y así la muerte es el fin de todos, y la vida de los hombres pasa como
una sombra (Imitación de Cristo, I,23,6).
Aceptación de la muerte de las personas queridas
3666 [. . . ] en las pérdidas temporales toque Dios y pulse por donde quiera, y
en la cuerda que El escoja de nuestro laúd nunca dejará de producir una buena
armonía. Jesús, Señor, sin reservas, sin excepción, sin limitación, hágase tu
voluntad sobre padre, sobre madre, sobre hija, en todo y siempre.
Aunque Dios nos lo quite todo, nunca nos dejará sín El, mientras no lo queramos.
Pero hay más; nuestras pérdidas y separaciones no son más que por breve plazo
(SAN FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm. 19,1. c. , p. 653).
La vida pasa de prisa
3667 Esta renovación continua del género humano, quiero decir los niños que
nacen, a medida que crecen y avanzan, parece que nos empujan por las espaldas y
nos dicen: Retiraos, ahora nos toca a nosotros. Así como nosotros vemos que
otros pasan, también otros nos verán pasar, y esos darán a sus sucesores el
mismo espectáculo (BOSSUET, Sermón sobre la muerte,1. c. , t. IV, p. 266).
3668 Este mundo, mis hijos, se nos va de las manos. No podemos perder el tiempo,
que es corto [. . . ]. Entiendo muy bien aquella exclamación que San Pablo
escribe a los de Corinto: tempus breve estl, ¡qué breve es la duración de
nuestro paso por la tierra! Estas palabras, para un cristiano coherente, suenan
en lo más íntimo de su corazón como un reproche ante la falta de generosidad, y
como una invitación constante para ser leal. Verdaderamente es corto nuestro
tiempo para amar, para dar, para desagraviar (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Hoja
informativa n. I, sobre el proceso de beatificación de este Siervo de Dios, p.
4).
Es útil considerar la realidad de la muerte y la brevedad de la vida
3669 Si así pensáramos al levantarnos cada día por la mañana, no consideraríamos
que hemos de llegar vivos a la noche, y al acostarnos no tendríamos por seguro
que vamos a levantarnos por la mañana; así es de incierta nuestra vida (SAN
ATANASIO, Vida de S. Antonio,19).
3670 Por no pensar con frecuencia en nuestra última hora, cometemos muchos
pecados; porque si pensáramos que el Señor ha de venir y que nuestra vida ha de
concluir pronto, pecaríamos menos (TEOFILO en Catena Aurea, vol. Vl, p. 111).
3671 Si alguno vive como si hubiese de morir todos los dias, porque es incierta
nuestra vida por naturaleza, no pecará, puesto que el temor grande apartará la
mayor parte de los malos deseos; y al contrario, el que se prometa una vida
larga se llenará de ellos (SAN ATANASIO en Catena Aurea, vol. VI, p. 83).
3672 El monje deberia darse al ayuno como si tuviera que vivir cien años. Y
deberia refrenar las pasiones de su alma, olvidar las injurias, ahuyentar la
tristeza y menospreciar el dolor y la desazón, como si tuviera que morir cada
día (CASIANO, Instituciones,5).