Jesús te llama:
Quiere hablar contigo

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E V A N G E L I O

 

Domingo 28 del tiempo Ordinario

13 de Octubre de 2002

 

 

El Reino de Dios, predicado por Jesús, salía de una etapa de privilegios concedidos al pueblo judío, hacia la etapa definitiva de la universalidad indiscriminada. Desde entonces ningún pueblo, cultura o civilización tendría derecho a monopolizar para sí el adjetivo «cristiano>.

La Eucaristía es el banquete de bodas abierto a todos. Exige un traje de fiesta, una actitud de agradecimiento y una exigencia de participación. Las excusas nos impiden con frecuencia ir al banquete a tomar parte en el mismo con plena disposición.

 

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 22,1-14.

En aquel tiempo volvió a hablar Jesús en parábolas a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo, diciendo:

-El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados encargándoles que les dijeran: tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto. Venid a la boda.

Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios, los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados:

-La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. [Cuando el rey entró a saludar a los comensales reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo:

-Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?

El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros:

-Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.]

 

 

 

 

COMENTARIO

Todos somos invitados a entrar en el banquete del Reino de Dios, pero no se puede ir vestido de cualquier forma. El alma ha de estar con  el “traje de bodas”. Es decir, hay que entrar en gracia de Dios. Se equivocan los que piensan que el Cielo es un “coladero” en donde se puede entrar como se quiera. Para eso no hubiera hecho falta la Redención y el camino de vida que nos marcó Jesucristo. Los que piensan así no le dan ninguna importancia a la Religión, porque al final todo vamos al mismo lugar. El Señor lo ha dejado bien claro. Y la puerta es estrecha. Pero todo que el se tome en serio el amor a Dios y al prójimo puede entrar. 

                                   Saludos de tu amigo Juan

 

juangainza@hotmail.com)