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Evangelio del Corpus Christi 2 de Junio de 2002
La
celebración eucarística es una garantía de resurrección. Por eso, la
Eucaristía es la celebración de la vida. La comunidad cristiana, que se
congrega para comer la carne de Cristo y beber su sangre, debe dar señales
de optimismo renovador y liberador; debe convertirse en un estímulo para
todo proyecto que vaya a favor de la vida, de la libertad y del verdadero
progreso total de la humanidad. Jesús
se hace presente en nosotros y nosotros nos hacemos presentes a Jesús a
través de la comida fraternal del pan y del vino; a través de la puesta
en común de nuestros bienes, nuestras personas, nuestros dones e
indigencias. Todo esto debe significar la cena, el banquete eucarístico
en el que nos sentamos todos a la misma mesa.
Lectura
del santo Evangelio según San Juan 6,51-59. En
aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: -Yo
soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que come de este pan vivirá
para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo. Disputaban
entonces los judíos entre sí: ¿Cómo
puede éste darnos a comer su carne? Entonces
Jesús les dijo: -Os
aseguro que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su
sangre no tendréis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi
sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi
carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El
que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El
Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo el que
me come vivirá por mí. Este
es el pan que ha bajado del cielo; no como el de vuestros padres, que lo
comieron y murieron: el que come este pan vivirá para siempre.
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COMENTARIO
Hoy
es un día muy grande. Celebramos la gran fiesta solemne y popular del
Corpus, del Cuerpo de Cristo. Todo lo que hace referencia a Cristo, y a su
presencia real en la Eucaristía es fundamental. Pero en este día quiere
la Iglesia sacar el Señor a la calle, y que recorra nuestros pueblos, y
bendiga nuestras casas, y rendirle el culto que se merece, no sólo en el
templo, sino allí donde hacemos la vida normal, y en donde tantas veces
se le ofende. No es la Procesión del Corpus una más para ver, sino la más
importante para participar. Te animo a que acompañes a Jesús dando
testimonio público de tu fe y de tu amor a El.
Saludos de tu amigo Juan
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