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Evangelio de Pentecostés 19 de Mayo de 2002
El
perdón de los pecados -y, por lo tanto, la lucha contra él- no lo podrán
realizar los ministros del Señor sin dejarse antes invadir por el Espíritu
Santo. Hay que evitar, en la administración de los sacramentos, toda
apariencia de magia, y hay que acudir más al Espíritu Santo en una
actitud humilde y constante de oración. Lectura
del santo Evangelio según San Juan 20,19-23. Al
anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos
en una casa, con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. En esto
entró Jesús, se puso en medio y les dijo: -Paz
a vosotros. Y
diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se
llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: -Paz
a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Y
dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: -Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.
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COMENTARIO Celebramos
Pentecostés,
la gran
fiesta
del
Espíritu
Santo.
Me
gustaría que te convencieras que necesitas la ayuda de Dios para caminar
por el mundo seguro y honradamente. El
Espíritu
Santo
está dispuesto a darte sus siete dones y sus frutos, pero tienes que pedírselo
como un pobrecito niño que necesita ayuda. Ahora es el momento para que
le digas: VEN,
ESPÍRITU
SANTO Y ENCIENDE MI ALMA CON EL FUEGO DE TU AMOR. Si nos dejamos ayudar
por el Espíritu de Dios, nuestra vida será otra cosa, porque caminaremos
con la alegría de los HIJOS DE DIOS. De ti depende. Tienes a Dios a tu
disposición.
Saludos de tu amigo Juan
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