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Evangelio
de la Ascensión del Señor 12 de Mayo de 2002
El testamento de Jesús, antes de subir al cielo, fue un testamento de universalidad. No dijo: «cread un pueblo único bajo unas nuevas leyes», sino: «haced discípulos de todos los pueblos». La evangelización no deba ser un imperialismo cultural, sino la predicación de la Buena Noticia a los diferentes pueblos y culturas, sin trastornarlos en su identidad específica. La celebración eucarística es una profecía del mundo que esperamos como don de Dios. En ella hacemos memorial de la exaltación de Jesús a la derecha del Padre y, celebrándola, anunciamos su venida gloriosa, que conducirá al hombre y a todo el universo a la plenitud.
Final del santo Evangelio según San Mateo 28,16-20. En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: -Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
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COMENTARIO COMENTARIO:
Hoy es un día muy importante. Celebramos la Solemnidad de la Ascensión
del Señor a los Cielos en Cuerpo, Alma y Divinidad. Nos invita esta
Fiesta a pensar un poco más en el Cielo. A recordar que no tenemos aquí
una estancia para siempre, sino que vamos de paso, somos peregrinos.
Nuestra meta es el CIELO. Es decir, gozar de la presencia gozosa de Dios
para siempre. Aunque el cielo no ocupa lugar, es bueno que como signo
miremos un poco más hacia arriba, y nos acordemos que algo grande nos
espera, y que Alguien, que es Dios, y junto a El la Virgen y los Santos,
nos miran con amor, y nos animan a llegar hasta el final felizmente.
Saludos de tu amigo Juan
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