Guía de las Escuelas Cristianas


De  San Juan Bautista de la Salle




PRIMERA PARTE

DE LOS EJERCICIOS QUE SE HACEN EN LAS ESCUELAS CRISTIANAS

Y DE LA MANERA DE HACERLOS

PREFACIO


Fue necesario establecer esta Guía de las Escuelas Cristianas, a fin de que hubiese uniformidad en todas las Escuelas y en todos los lugares donde hay Hermanos de este Instituto, y para que las prácticas fuesen siempre las mismas. El hombre está tan propenso a la inconstancia e incluso al cambio, que necesita tener reglas por escrito que lo mantengan en los límites de su deber y le impidan introducir novedades o destruir lo que ha sido sabiamente establecido.

Esta Guía no fue redactada en forma de reglamento sino después de un gran número de intercambios con los Hermanos de este Instituto, los más antiguos y los más capaces de hacer bien la Escuela; y después de una experiencia de varios años no se ha consignado nada que no haya sido debidamente concertado y bien experimentado y de lo cual no se hayan sopesado las ventajas e inconvenientes y previsto, lo más posible, las buenas y malas consecuencias.

Aunque esta Guía no haya sido hecha en forma de regla, y conteniendo varias prácticas que no se indican más que como medios de llegar a actuar lo mejor posible, y que acaso no podrán ser observadas fácilmente por los que tienen poco talento para las escuelas, por eso varias de entre ellas se acompañan y refuerzan con razones con el fin de hacerlas comprender y dar a conocer la manera de practicarlas, sin embargo los Hermanos se aplicarán con muchísimo cuidado a ser fieles en observarlas todas, convencidos de que no habrá orden en sus clases y escuelas en tanto en cuanto sean exactos en no omitir ninguna, y recibiendo esta Guía como si hubiese sido dada por Dios, por medio de sus Superiores y de los primeros Hermanos del Instituto.

Esta Guía está dividida en tres partes. En la primera, se trata de todos los ejercicios de la Escuela y de todo lo que en ella se practica desde la entrada hasta la salida. La segunda expone los medios necesarios y útiles que emplearán los maestros para establecer y mantener el orden en las Escuelas. La tercera expone: los deberes del Inspector de las Escuelas; el cuidado y aplicación que debe emplear el formador de nuevos maestros; las cualidades que los maestros deben poseer o adquirir y cómo deben proceder para cumplir bien sus deberes en la escuela; 4º lo que deben observar los escolares; he aquí en general lo que contiene este libro.

Los Superiores de las casas de este Instituto y los Inspectores de las Escuelas se esforzarán para aprenderlas debidamente y poseer perfectamente todo cuanto contienen; y procederán de manera que los maestros observen exactamente todas las prácticas en ellas prescritas, hasta las menores, a fin de procurar por este medio un gran orden en las Escuelas, una actuación bien regulada y uniforme en los Hermanos que estén encargados de ella, y un fruto muy grande con respecto a los niños que serán instruídos.

Los Hermanos que trabajen en la Escuela leerán y releerán a menudo en ella, lo que les conviene para no ignorar nada, para tomar los medios de no olvidar nada de ellas, y para practicarlas fielmente.

 

CAPÍTULO 1

De la entrada en la Escuela y del comienzo de la clase

ARTÍCULO 1

De la entrada en clase y del comienzo de la clase

 

Se abrirá siempre la puerta de las Escuelas a las siete media por la mañana, a la una por la tarde.

Los escolares dispondrán de media hora para reunirse, así por la mañana como por la tarde.

Se cuidará de que no se amontonen en la calle donde está la Escuela, antes de que se abra la puerta, y de que no hagan ruido gritando o cantando.

 No se consentirá que se diviertan en ese lapso de tiempo corriendo o jugando por los aledaños de la Escuela, ni que molesten en modo alguno a los vecinos. Por el contrario se procurará que marchen con tal recato por la calle donde se encuentra la Escuela, y que permanezcan luego ante la puerta esperando que se abra, con tal compostura, que puedan edificar a los transeúntes.

El primer maestro o inspector de las Escuelas encargará a uno de los escolares más juiciosos que observe quiénes hacen ruido mientras se reúnen. Este escolar se contentará con observar sin hablar e informará luego al maestro de lo que haya ocurrido, sin que los otros puedan percatarse de ello.

Cuando se abra la puerta se cuidará de que los niños no entren en tropel sino que lo hagan pausadamente uno detrás de otro.

Al entrar en la escuela, todos los escolares caminarán tan suave y pausadamente que no hagan ruido alguno; teniendo su sombrero en la mano, tomarán agua bendita, y después de hacer la señal de la cruz irán directamente a sus clases.

Los que pasen por otras clases para ir a la suya, no se detendrán en ninguna por ningún motivo, bajo pretexto incluso de hablar con alguno, aunque fuese su propio hermano.

Se les inspirará que entren en sus clases con profundo respeto en atención a la presencia de Dios. Al llegar al centro harán una profunda reverencia al crucifijo y saludarán al maestro, si está presente, se pondrán de rodillas para adorar a Dios y rezar una breve oración a la Santísima Virgen. Una vez terminada se levantarán, repetirán la reverencia al Crucifijo y el saludo al maestro e irán pausadamente y sin ruido a su sitio ordinario.

Mientras los escolares se reúnen y al entrar en la clase, guardarán silencio, tan riguroso y exacto que no se oiga el menor ruido, ni de los pies; de manera que no se distinga quiénes van entrando, ni se note que los demás estudian.

Llegados a su puesto permanecerán quietos en él, sin dejarlo por ningún motivo, hasta que haya entrado el maestro.

Los maestros advertirán que quienes hablen o hagan ruido en la clase durante su ausencia, serán castigados rigurosamente, y que no se perdonarán nunca las faltas que cometan contra el silencio y buen orden durante ese tiempo.

Desde que los alumnos entren en clase hasta la llegada del maestro, los que saben leer estudiarán el catecismo, en voz tan baja que no se oigan unos a otros, y que no se perciba ningún ruido en la clase. Los que todavía no saben leer y no son capaces de aprenderlo de memoria se aplicarán a estudiar su lección.

Durante ese intervalo, en la primera clase habrá dos alumnos delegados por el maestro para señalar en los carteles del abecedario y de las sílabas, ya una letra o una sílaba, ya otra, y en diferentes lugares, con el fin de que los escolares que las aprenden puedan estudiar así su lectura.

Los de esta lección mirarán todos al mismo tiempo a la letra o sílaba que se señalará en el cartel, y cada uno de ellos la dirá en voz baja de manera que no le oigan más que los dos que están a su lado.

Los encargados de señalar en el mural lo harán sin decir una sola palabra. El maestro cuidará ante todo de que observen esto fielmente.

Los maestros harán cuanto esté de su parte para que todos los alumnos estén en clase y que ninguno llegue retrasado, sino por motivos justificados y por necesidad;

Estarán muy atentos para hacer observar este punto y el inspector de las Escuelas cuidará que se cumpla e indicará incluso a los padres al admitir a los escolares, que deberán llegar todos los días a la hora indicada y que se les recibe con esa condición.

 

ARTÍCULO 2

De la entrada de los maestros en la escuela y del comienzo de las clases

 

Los maestros irán a las clases tan pronto como se haya terminado el rosario por la mañana y después de comer; los días de ayuno por la tarde inmediatamente después de las letanías de San José, sin detenerse en ningún sitio de la casa.

Caminarán con gran modestia y en silencio, con paso no precipitado sino moderado, y manifestando en sus ojos y en todo el exterior una gran compostura.

Al entrar en la Escuela se descubrirán, tomarán agua bendita con mucho respeto y llegados a su clase harán reverencia al crucifijo, se pondrán de rodillas, harán la señal de la cruz y luego una oración breve; después de hacer una reverencia al crucifijo se colocarán en su puesto.

Cuando los maestros entren en la escuela, todos los alumnos de cada clase se levantarán y permanecerán en pie hasta que el maestro haya llegado a su sitio.

Aquellos a cuyo lado pase, le saludarán cuando pase delante de ellos, y los otros le saludarán cuando llegue al medio de la clase para orar, y todos saludarán todavía al maestro cuando esté en su sitio, y no se sentarán hasta que lo haya hecho él.

Si el Hermano Director o alguna persona externa viene a la escuela harán lo mismo, solamente la primera vez que entren. En caso de que se quede y que pase de una clase a otra, permanecerán descubiertos o de pie hasta que el maestro les haga señal de sentarse y de cubrirse.

Desde que los maestros se hayan sentado en su puesto hasta que comience la clase, se ocuparán en leer el Nuevo Testamento y permanecerán en silencio para dar ejemplo a sus escolares, vigilando sobre todo lo que ocurra en la clase para mantener el orden.

 Las clases comenzarán siempre a las 8 en punto de la mañana, y a la una y media de la tarde. A la última campanada de las 8 y de la una y media, un alumno tocará la campana de la escuela, y, al primer tañido, todos los alumnos se arrodillarán con los brazos cruzados, con una postura y un exterior modestos.

 En cuanto termine el toque de la campana, el presidente de oraciones comenzará la oración en tono alto y elevado, pausada y claramente, y después de hacer la señal de la Santa Cruz, y todos los alumnos con él, iniciará el Veni Sancte Spiritus. Los alumnos lo continuarán con él, pero en un tono más bajo, y dirán así, junto con él, el resto de la oración como se indica en el Libro de Oraciones para las Escuelas Cristianas. Terminada la oración, los maestros darán unas palmadas y en ese momento todos los alumnos se pondrán en pie y desayunarán en silencio.

 

CAPÍTULO 2

Del desayuno y de la merienda

 

ARTÍCULO 1

De las cosas sobre las que los maestros deben prestar atención

durante del desayuno y la merienda.

 

El maestro debe cuidar que los alumnos lleven todos los días el desayuno y la merienda, a menos que esté seguro de que sean pobres.

No les permitirá que traigan carne, y si alguno la trae hará que la den a los más pobres, de los que esté seguro que nunca la comen en su casa.

Tendrá también cuidado que no tiren huesos ni mondas al suelo, sino que les obligará a guardarlos en el bolsillo o en la talega.

Con el fin de asegurarse que no han comido su desayuno y que lo han traído, hará que todos se lo enseñen tan pronto como se termine la oración, antes de empezar a comer. Si alguno no lo trae, debiendo hacerlo, se le castigará.

El maestro se encargará de informarse si alguno desayuna en la calle.

No se debe pensar que si los escolares no traen pan a la escuela sea porque sus padres se lo prohíben, por temor a que se les obligue a darlo; pues no se les debe obligar a darlo a los pobres, esto es totalmente voluntario, y no deben hacerlo más que de buen grado y por amor de Dios.

Hay que hacerles comprender que si se desea que coman en la escuela es para enseñarles a comer con circunspección, con modestia, y de una manera cortés, y a rogar a Dios antes y después de hacerlo.

Cuidará el maestro de que los alumnos no bromeen durante el desayuno y la merienda, sino que estén muy atentos al ejercicio que se hace en este tiempo en la clase, y para cerciorarse que lo siguen, hará que alguno repita de vez en cuando lo que se haya dicho.

 No se permitirá que los escolares se den nada mutuamente, ni siquiera de su desayuno, ni de intercambiarlo y si el maestro nota que alguno lo hace, lo castigará al instante.

 El maestro cuidará de que los que no hayan desayunado o terminado de desayunar cuando se rece la acción de gracias no coman después, exceptuando los que hayan estado ocupados durante este tiempo en algo necesario.

 

ARTÍCULO 2

De lo que se practica durante el desayuno y la merienda

 

Durante el desayuno y la merienda, dos alumnos que estarán en medio de la clase, uno en cada extremo, repetirán.

Los dos primeros días de la semana en los que se tendrá escuela todo el día, los alumnos que lean sin deletrear, repetirán durante el desayuno la oración de la mañana, y durante la merienda, la de la tarde.

Y los dos últimos días de la semana en los que se tenga clase todo el día, repetirán durante el desayuno y la merienda todo lo aprendido durante la semana en el Catecismo Diocesano.

El maestro cuidará que lo repitan todos en estos dos días sin exceptuar uno solo. Lo que se deba aprender en cada clase en la semana, lo indicará el Hermano Director.

A este efecto, habrá en cada clase uno o varios catecismos diocesanos, donde se marcarán con cifras y con barras todas las lecciones que los alumnos de esta clase y de esta lección tendrán que aprender en cada semana, según la lección en la que estén.

El miércoles, cuando se tenga asueto el jueves por todo el día, o el día en que se tenga asueto por la tarde, si ocurre una fiesta en la semana, los que leen en latín repetirán las respuestas de la Santa Misa durante el desayuno.

Si en la clase donde se repiten las respuestas de la Santa Misa hay alumnos que las sepan o tengan aptitud para aprenderlas, aunque no lean aún en latín, cuidará el maestro de que las sepan bien, y se las hará repetir también.

Los alumnos que repitan todas las cosas de que se ha hablado anteriormente, deben haberlas aprendido de memoria en su casa o en el tiempo en que están en la escuela antes de comenzar las clases. Las repiten, no para aprenderlas sino para demostrar que las saben, y en relación con las oraciones y respuestas de la Santa Misa, para aprender a decirlas como es debido.

Todos los alumnos que reciten las oraciones y respuestas de la Santa Misa, las repetirán en todas partes uno después de otro, en seguida repetirán las oraciones y después, en orden diferente del de las oraciones, repetirán las respuestas de la Santa Misa.

El maestro cuidará de señalar con alguna marca particular, cada vez que se repitan las oraciones, en el Cartel del banco, los nombres de los dos que las hayan repetido los últimos, con el fin de que pueda notar y reconocer a la siguiente vez que se repitan, los que tengan que hacerlo los primeros. También señalará el nombre del último que haya repetido las respuestas de la Santa Misa.

La oración se repetirá en la forma siguiente: uno de los alumnos enunciará los títulos de las oraciones y otro recitará los actos y los artículos por orden y de seguido, desde el comienzo de la oración hasta el fin. Ambos realizarán las dos funciones uno después del otro.

Quien recite los títulos de las oraciones y las preguntas del catecismo corregirá al otro en caso de que se equivoque en algo, y si no le corrige, el maestro hará sonar la señal para corregirle, y si el alumno no sabe lo que ha dicho mal, el maestro, que debe entonces vigilar, no sólo a los que recitan, sino para mantener el orden de la clase, indicará a otro alumno que corrija, como se hace en la lectura.

En la clase de los que escriben, dado que el maestro está ocupado durante ese tiempo en la escritura, será un escolar en funciones de Inspector, quien realice lo que correspondería al maestro en relación con esta repetición sólamente. El maestro no debe dispensarse en modo alguno de velar por el orden de la clase durante este tiempo.

Las respuestas de la Santa Misa se recitarán de la forma siguiente. Un alumno hará durante toda la repetición lo que corresponde al sacerdote y dirá lo que le corresponde decir, como se indica en su oficio. Otro alumno estando a su lado, responderá y hará lo que corresponde al monaguillo.

El monaguillo hará exactamente lo que se señale en el Libro de Oraciones de las Escuelas Cristianas. Los que reciten las oraciones y las respuestas de la Santa Misa, conservarán durante este tiempo una postura muy modesta y muy piadosa, y tendrán las manos juntas y todo su exterior en gran compostura.

Pues hay que obligarles en ese momento, a recitarlas con la misma modestia y piedad, con el mismo exterior y en la misma forma como se desea que ayuden en la Santa Misa y que digan las oraciones en casa.

Cuidará el maestro que quienes reciten las oraciones y las respuestas de la Santa Misa, o el catecismo, en ese tiempo, hablen muy pausadamente y no demasiado fuerte, más bien bajo que alto, para obligar a los alumnos a guardar silencio, a escuchar y a prestar atención a lo que ellos reciten.

Vigilará el maestro durante este tiempo sobre todo lo que pase en la clase, y tendrá cuidado de que todos estén atentos, y de vez en cuando hará que se detengan quienes recitan para preguntar lo que dicen a quienes note que no están atentos, y si no saben responder les impondrá alguna penitencia o les castigará en la forma que juzgue necesario.

Durante esta repetición el maestro tendrá, sea el Libro de Oraciones, sea el Catecismo, y cuidará de que lo digan exactamente y muy bajo.

Los alumnos que aprenden las letras o sílabas en los carteles o en el silabario, y que deletrean o leen en el segundo libro, repetirán las oraciones durante el desayuno y la merienda, no solamente los dos primeros días de la semana sino también los dos días en los que se debe repetir el catecismo.

 Los que aprenden a leer en el primer cartel, aprenderán y repetirán solamente el Pater, Ave y Credo, en latín y en francés y el Confiteor en francés como están en el Libro de Oraciones de las Escuelas Cristianas. 

Quienes leen en el segundo cartel aprenderán y repetirán los actos de la presencia de Dios, de invocación al Espíritu Santo, de adoración y de agradecimiento que están reunidos al principio, así en la oración de la mañana como en la de la tarde.

Quienes leen en el Silabario aprenderán y repetirán de seguido, según el orden siguiente: los actos de ofrecimiento y de petición que están en la oración de la mañana; el acto: presentémonos ante Dios con confusión, el acto de contrición y el acto para ofrecer el sueño que están en la oración de la tarde, la oración al Santo Ángel Custodio, y las siguientes que están así en la oración de la mañana como en la de la tarde.

Si algunos de los que están en los dos últimos de estos tres niveles no saben lo que debieran haber aprendido de la oración en el nivel o en los niveles precedentes, el maestro les hará aprender y repetir lo que no saben con los del nivel en el cual hubieran debido aprenderlo; primeramente con los del primer cartel, por ejemplo, si no saben bien el Pater, Ave, Credo y Confiteor, y cuando lo sepan bien o suponiendo que lo saben bien, aprenderán con los que leen en el segundo cartel, los actos que deben aprender los que están en ese nivel.

Los que leen en el segundo libro aprenderán y repetirán todas las oraciones, tanto de la mañana como de la tarde. Si el maestro nota al repetirla que alguno no la sabe bien, le obligará a aprenderla en particular en el Libro de las Oraciones de la Escuela, y le dará un tiempo para repetirla, sea entera o en parte, según lo juzgue conveniente.

Si hay en la misma clase alumnos que deben repetir el Catecismo, lo repetirán el sábado o solamente el último día de clase de la semana, y, si durante el desayuno y la merienda de ese día hay más tiempo que el preciso para que todos lo repitan, el tiempo que queda se empleará para repasar las oraciones.

Repetirán la oración de esta manera: uno dice una parte y el otro la siguiente. El primero dirá por ejemplo: Acordémonos de que estamos en la presencia de Dios y digamos, después añadirá: Dios mío creo firmemente que estás en todas partes y que estáis aquí presente. El otro continuará: que me veis y que me escucháis. El primero dirá después: Creo que nada se te oculta y que conocéis todos mis pensamientos y el fondo de mi corazón.

Repetirán así los otros actos, según las pausas señaladas en el libro que servirá al maestro para mandar hacer esta repetición.

Los días de la semana en los cuales los otros repasan las respuestas de la Santa Misa, éstos aprenderán a rezar el rosario y lo harán de dos en dos de la forma siguiente.

Se mantendrán de pie uno frente a otro, harán los dos juntos la señal de la Santa Cruz. Uno dirá: Dignare me laudare te, Virgo sacrata; el otro responderá: Da mihi virtutem contra hostes tuos. Después uno dirá: Credo in Deum, y el otro responderá: Credo in spiritum Sm; continuarán así alternativamente. Uno dirá, Pater, el otro Ave, y el que haya dicho Pater, dirá Sancta Maria; dirán así las tres Ave que se dicen al comienzo del rosario, después de las cuales el que haya dicho Ave Maria, dirá Gloria Patri, y el que haya dicho Sancta Maria, dirá Sicut erat. Después el que haya dicho antes Ave Maria, dirá Pater, y el que haya dicho antes Sancta Maria dirá Ave Maria y el que haya dicho Ave Maria dirá Santa Maria. Dirán así alternativamente diez Ave Maria seguidas, después de las cuales dirán asimismo Gloria Patri y Sicut erat.

Únicamente rezarán esta decena, y el maestro les dirá que para rezar el rosario, hay que recitar seis decenas así como han rezado ésta.

Después de esta decena se les hará rezar:

Maria, mater gratiae,
Mater misericordiae
tu nos ab hoste protege
et hora mortis suscipe.

Y se les enseñará que deben decirlo así al fin del Rosario.

Se enseñará a rezar el rosario en esta forma a quienes no saben cómo se reza.

No habrá sino un mismo orden de todos los alumnos de estos cuatro niveles en la repetición de la oración, y repetirán todos de seguido lo que deben aprender, comenzando por los que leen en el primer cartel, y terminando por los que leen y deletrean en el Libro Segundo.

Habrá otro orden para los que aprenden a rezar el rosario.

 

ARTÍCULO 3

De la colecta que se hace para los pobres y de la manera de hacer la distribución

 

Durante el desayuno y la merienda, uno de los escolares, que será el primero de uno de los bancos que esté al principio, tendrá un cesto delante de él para recoger el pan para los pobres. Y los que hayan traído mucho pan podrán dar algún trozo o lo que les sobre después de haber comido suficientemente. El maestro sin embargo cuidará que no den tanto pan, que no les quede bastante para ellos.

Les animará de vez en cuando, durante el tiempo mismo del desayuno, a esta obra de caridad, sea con algún ejemplo, sea con algún motivo conmovedor, que les mueva a hacerla gustosos y con afecto por amor de Dios.

Alabará alguna vez a alguno que haya hecho esta acción de manera generosa, como privándose de la fruta que haya traído, o dando todo su pan un día de ayuno, en Cuaresma, por ejemplo, una vez a la semana, o alguna vez de paso un viernes o un sábado; lo que debe ser raro, una vez o más cada quince días o cada semana para los mayores.

Los que tengan pan para ofrecer, levantarán la mano enseñando el trozo de pan que van a dar, para que el limosnero pueda verlo y recogerlo.

Hacia el fin del desayuno, un poco antes de la acción de gracias, cuando se hayan recogido todas las limosnas o casi todas, el maestro tomará un trozo de pan del cesto y luego haciendo la señal de la Cruz, lo tendrá en la mano, entonces todos los pobres se levantarán y permanecerán de pie sin hacer señal alguna.

Después el maestro irá a todos, uno detrás de otro, para distribuirles según su necesidad, lo que haya en el cesto.

Si hay más o menos pan en el cesto de manera que los que son pobres no puedan comer razonablemente, el maestro preguntará al Hermano Director sobre lo que deberá hacer en esas ocasiones.

El maestro cuidará de no dar las limosnas que se hagan durante el desayuno o la merienda más que a los que sean verdaderamente pobres, y para estar seguro se informará, y se establecerá un turno de acuerdo con el Hermano Director o el Inspector de las Escuelas.

No tendrá en cuenta ni la recomendación de los padres ni el que el alumno no haya traído pan; pues algunos padres estarían muy contentos de descargarse del cuidado de dar de comer a sus hijos para que lo hagan en la escuela, y fácilmente se lograría que no trajesen pan, por esta razón.

El maestro comprometerá a los que haya distribuido las limosnas para que pidan particularmente a Dios por sus bienhechores.

 

CAPÍTULO 3

De las lecciones.

 

ARTÍCULO 1

De los niveles en general

 

Sección Primera

De las cosas que afectan a todos los niveles

 

Habrá nueve niveles en las Escuelas Cristianas. Primero, el cartel del Alfabeto. Segundo, el cartel de las Sílabas. Tercero, el Silabario. Cuarto, el Primer Libro. Quinto, el Segundo Libro, en el cual, los que saben deletrear perfectamente comienzan a leer. Sexto, el Tercer Libro, que sirve para aprender a leer de corrido. Séptimo, el Salterio. Octavo, la Cortesía Cristiana. Noveno, los Documentos Manuscritos.

Todos los alumnos de todos los niveles, excepto los que leen en los carteles, se distribuirán en tres órdenes: el primero, los principiantes; el segundo, los medianos; y el tercero, los avanzados y perfectos en ese nivel.

A los principiantes se les llama así, no porque comiencen a estar en ese nivel, pues varios podrían quedar mucho tiempo en ese orden de nivel porque no progresan lo suficiente para pasar a un orden superior.

El orden de los principiantes de cada nivel está formado por los que aún cometen muchas faltas al leer. El orden de los medianos lo estará por quienes cometan pocas faltas al leer, es decir, una o dos faltas cuando mucho, cada vez.

El orden de los avanzados y perfectos en cada lección, será el de quienes leen bien y que normalmente no cometen ninguna falta en la lectura.

Sin embargo, únicamente habrá dos órdenes de lectores en la Cortesía. El primero, de quienes cometen faltas en la lectura y el segundo, de los que casi no cometen ninguna.

Cada orden tendrá su lugar designado en la clase, de suerte que los de un orden no se mezclen ni confundan con los de otro orden del mismo nivel; los principiantes, por ejemplo, con los medianos, sino que puedan distinguirse fácilmente unos de otros por el lugar que ocupan.

Con todo, todos los alumnos de los terceros niveles leerán juntos, sin distinción, y sin excepción, conforme se lo indique el maestro. 

No se puede en este reglamento, precisar el tiempo de los niveles de cada clase, porque el número de alumnos de cada lección no es siempre el mismo. Por este motivo corresponde al Hermano Director o el Inspector de las Escuelas, prescribir el tiempo para cada nivel en cada clase.

Todos los alumnos de cada nivel seguirán en el mismo libro y la misma lección. Se hará que siempre lean primero, los menos adelantados, comenzando por el nivel inferior y terminando por el superior. 

Sin embargo, en la clase superior, y por la tarde, cuando haya alumnos que no escriben, se hará que lean primero los que escriben y luego los otros, incluso durante el tiempo de escritura hasta las tres y media.

 

Sección Segunda

De la postura que deben tener los maestros y los alumnos y de la manera de comportarse durante las lecciones.

El maestro debe permanecer siempre sentado o de pie ante su sitial durante todas las lecciones, tanto las de los carteles, como las de los libros y documentos manuscritos.

No debe abandonar su puesto sino cuando haya verdadera necesidad, y bastará suficiente atención sobre sí mismo para que tal necesidad resulte excepcional.

Cuidará de manifestar un exterior muy mesurado y de mantenerse con gran dignidad, sin incurrir en nada improcedente, ni en actuaciones infantiles o propias de escolares, como sería reír o hacer algo que pueda provocar la risa de los alumnos.

Esta gravedad externa que se exige a un maestro no consiste en mostrar un semblante severo, ni austero, en parecer enfadado, ni en decir palabras ásperas. Sino que consiste en observar gran compostura en sus acciones y en sus palabras.

El maestro estará muy sobre aviso para no familiarizarse con los alumnos, para no hablarles de manera poco viril, y para no consentir que los alumnos les hablen sino con gran respeto.

Para que un maestro cumpla bien con su deber debe estar formado para hacer estas tres cosas al mismo tiempo: Primero, vigilar sobre todos los alumnos para moverles a cumplir con su deber y mantenerlos en orden y silencio. Segundo, tener en la mano durante toda la lección el libro que se esté leyendo y seguir al lector con exactitud. Tercero, prestar atención a quien lee, y a la manera como lee, para corregirle cuando se equivoque.

Los alumnos deben estar siempre sentados durante las lecciones, incluso cuando lean en el cartel; tener el cuerpo derecho y los pies en el suelo y bien apoyados. Los que leen en los carteles deben tener los brazos cruzados, y los que leen en los libros deben sostener el libro con las dos manos sin colocarlos ni en las rodillas, ni en la mesa. Deben mirar hacia adelante volviéndose ligeramente hacia el maestro, quien, sin embargo, cuidará de que no giren tanto la cabeza que les permita hablar con sus compañeros, y de que no se estén volteando a uno y otro lado.

Mientras se lee, todos los del mismo nivel seguirán en el libro, y deberán tenerlo siempre en las manos.

El maestro prestará mucha atención a que todos lean en voz baja lo que el lector pronuncia en voz alta, y de cuando en cuando hará que alguno siga leyendo algunas palabras de pasada, para sorprenderlo, y darse cuenta si efectivamente sigue.

Si no sigue, el maestro le impondrá alguna penitencia o corrección; y, si nota que a algunos no les gusta seguir, o que se distraen fácilmente, pondrá empeño en hacerles leer los últimos, e incluso varias veces, poco cada vez, para que los demás tengan también tiempo de leer.

Todos los alumnos de un mismo nivel estarán descubiertos desde el comienzo de la lección y no se cubrirán sino después de haber leído.

Si el maestro les hace leer varias veces, se descubrirán al comenzar a leer por la segunda, la tercera y demás ocasiones, y se cubrirán tan pronto hayan leído.

 

Sección Tercera

De lo que cada maestro debe hacer a fin de que sus alumnos que estén preparados para ser cambiados de nivel.

 

Los maestros no cambiarán, ni de nivel ni de orden de lectura a ningún alumno de su clase. Presentarán sencillamente al Inspector aquellos que consideran hallarse en condiciones de ser cambiados.

Cuidarán particularmente de no presentar a ningún alumno para ser cambiado si no está perfectamente preparado. Los alumnos se desalientan fácilmente cuando han sido admitidos por el maestro, pero no son cambiados por el Inspector.

Para que ningún maestro se equivoque respecto a la preparación de los escolares para ser cambiados de lección, cada maestro examinará hacia el fin de cada mes, en el día que señale el Hermano Director o el Inspector de las Escuelas, a todos los alumnos de todos los niveles y de todos los órdenes de nivel que estén en condiciones de ser cambiados al final de mes.

Después de este examen, los maestros señalarán en su Registro, pinchando con un alfiler después de cada nombre, a los que han reconocido no estar preparados para cambiar de nivel, y si hay algunos cuya capacidad les resulta dudosa o no les parezca suficiente para ser colocados en un nivel superior o en un orden superior del mismo nivel, lo señalarán al Inspector de las Escuelas para que los pueda examinar más detenidamente;

después, el maestro escribirá en casa, durante el tiempo de la escritura, el día señalado por el Hermano Director, una lista de los alumnos que no están preparados para cambiar de nivel o de orden de nivel.

Los maestros se pondrán de acuerdo con el Inspector acerca de los alumnos que podrían ser cambiados, pero que no sería prudente hacerlo en esta ocasión, porque es conveniente dejar algunos en cada nivel y cada orden de nivel, que sepan leer bastante bien, para animar a los otros y servirles de modelo para enseñarles a pronunciar bien y a expresar bien claramente o las letras, o las sílabas, o las palabras, o a hacer bien las pausas.

Los maestros cuidarán, antes que llegue el día en que cambiará a los alumnos de nivel, de prever quiénes son, según lo convenido con el Hermano Director o el Inspector, los que no pueden ser cambiados, sea por su bien particular, porque son muy pequeños, sea por el bien de la clase y de ese nivel, con el fin de que queden algunos que puedan estimular a los demás, y procederán de tal manera que estos alumnos acepten con gusto el permanecer en el nivel o en el orden de nivel en el que están. 

Les moverán a ello, incluso con alguna recompensa, o bien encomendándoles un oficio, como por ejemplo, el de primero del banco; haciéndoles comprender que es mejor ser el primero o de los primeros en un nivel inferior que de los últimos en otro más avanzado.

Si es por la tarde cuando se cambia a los alumnos de nivel, la mañana anterior, o si es por la mañana, la tarde anterior, el maestro dará a cada uno de los avanzados o perfectos en cada nivel, una lección para estudiar para decirla como si efectivamente estuviesen en el nivel en el que quieren que se les ponga.

 

ARTÍCULO 2

De los carteles

 

Sección Primera

De los dos carteles. De lo que deben contener

y cómo deben colocarse los alumnos que leen en ellos.

 

Los alumnos que no saben nada, no utilizarán ningún libro para leer hasta que comiencen a deletrear bien las sílabas de dos y tres letras.

Por este motivo en la primera clase habrá dos grandes murales colgados en la pared, a la altura de 6 a 7 pies contados desde el borde superior de los murales al piso. Uno contendrá letras sueltas, minúsculas, mayúsculas, diptongos; y el otro sílabas de dos o tres letras.

1bis

Los dos carteles se compondrán de la siguiente manera, y serán idénticos en las casas de las Escuelas Cristianas:

 

PRIMER CARTEL DEL ALFABETO

a

b

c

d

e

A

B

C

D

E

f

g

h

i

y

F

G

H

I

Y

j

l

m

n

o

J

K

L

M

N

p

q

r

s

-

P

Q

R

T

Z

t

u

v

x

z

q

d

h

b

p

&

 

æ

et

ft

 

 

fft

 

 

 

SEGUNDO CARTEL

me

ba

et

eux

ai

ga

nos

em

ji

jo

lhu

of

cu

qui

oeu

en

ci

cho

vu

go

ont

ny

ge

in

gne

ah

on

sça

im

eu

xi

gue

ou

pei

est

ce

el

cum

gu

ji

nez

om

ex

ir

hau

co

ze

moy

 

Los carteles tendrán al menos dos pies y cuatro pulgadas (de largo) y un pie y ocho pulgadas de alto.

Las letras y las sílabas estarán colocadas unas sobre otras, tal como está señalado arriba en el modelo de los dos carteles.

El cartel del alfabeto se compondrá de dos tablas, la primera, contendrá las minúsculas, y la segunda las mayúsculas, tal como está señalado anteriormente.

Cada cartel contendrá seis renglones, y cada renglón cinco letras; las letras ligadas y juntas formarán un solo conjunto, no constituirán sino una sola, por ejemplo, oe, ff, y otras, que en cada renglón equivalen a una sola letra.

Los dos carteles con las minúsculas y las mayúsculas, tendrán una separación de aproximadamente tres pulgadas de distancia entre la última letra y el primer renglón del primer cartel, y la primera letra del primer renglón del primer cartel y la A mayúscula que es la primera letra del primer renglón del segundo cartel; y así los demás.

El primer miembro de cada letra en cada uno de los dos carteles, debe estar separado del primer miembro de la letra siguiente, dos pulgadas y media, por lo menos, y los renglones deben tener una separación de tres pulgadas entre sí.

El segundo cartel corresponde a las sílabas de dos y tres letras, debe tener siete renglones, y cada renglón siete sílabas; las tres primeras sílabas, así como la quinta y la sexta, deben tener sílabas con dos letras, y la cuarta y la séptima, sílabas con tres letras, tal como está señalado en modelo anterior. En cada renglón del cartel de las sílabas, es necesario que la separación entre ellas sea de al menos dos pulgadas y dos tercios, es decir, desde el final de la sílaba precedente hasta el comienzo de la siguiente, y los renglones, deben tener una separación de tres pulgadas.

Los bancos de los alumnos que leen en los murales, no estarán ni demasiado cerca ni demasiado lejos de ellos, para que los alumnos que lean en ellos puedan ver y leer fácilmente las letras y las sílabas; por este motivo se cuidará que el borde delantero del primer banco esté por lo menos a cuatro pies de la pared donde están colgados los murales.

Por idéntica razón, los alumnos que leen en los murales se colocarán en frente del mural en el cual leerán, de manera que si hay 24 alumnos que leen en el mural del alfabeto, y 12 que leen en el de las sílabas, y que cada banco contiene 12 alumnos,

se les colocará en tres bancos dispuestos uno detrás del otro, y habrá en cada uno ocho alumnos que leen en el mural del alfabeto y están delante de él, y cuatro que leen en el mural de las sílabas colocados de tal manera que estén también delante.

Se procederá en forma semejante dado caso que en los bancos haya más o menos alumnos, o que sea menor o mayor el número de los que leen en uno u otro de los dos carteles.

 

Sección Segunda

De cómo se debe hacer leer en el primer cartel.

 

Todos los alumnos que lean en este cartel, tendrán como lección un solo renglón de letras minúsculas o mayúsculas. No pasarán al renglón siguiente sino cuando sepan bien el que tienen que aprender; sin embargo para que no olviden los renglones que han aprendido, seguirán y dirán en voz baja, mirando con atención, las letras que pronuncia en voz alta el alumno que lee.

Cada escolar de este nivel leerá solo y en particular por lo menos tres veces todas las letras del renglón que le corresponde como lección, una vez de seguido y las otras dos veces sin orden, para que no las sepa sólo de carretilla.

Cuando un alumno no sepa decir una letra, si es minúscula, el maestro le mostrará la mayúscula correspondiente, y si no sabe ni una ni otra, hará que la diga alguno que la sepa bien, y algunas veces por otro que no esté en el mismo nivel, y no consentirá que un alumno nombre más de dos veces una letra por otra, como sería decir b, q, p, para decir d, y c.

Cuando alguno tenga dificultad para retener una letra habrá que hacérsela repetir varias veces seguidas, y no se le cambiará de renglón hasta que la sepa perfectamente al igual que todas las demás.

Cuando un alumno haya aprendido todas las letras del alfabeto, antes de pasarle al segundo cartel, tendrá por lección durante algunos días el alfabeto completo, y se le hará leer las letras en desorden, para comprobar si las conoce todas perfectamente.

Conviene recalcar que es muy importante que un alumno no deje el estudio del abecedario sino cuando lo sepa perfectamente. Sin esto sería imposible que aprendiese a leer bien y los maestros que tenga posteriormente lo pasarán muy mal con él.

Quienes lean en el segundo cartel mirarán todos a él y seguirán con los que le tengan por lección durante todo el tiempo que se lea en él. Y los que leen en el segundo cartel mirarán también al primero y seguirán en él durante todas las lecciones de este cartel.

Durante todas las lecciones del primer cartel, el propio maestro señalará siempre con el puntero todas las letras que quiera hacer pronunciar. 

Cuidará que todos los alumnos pronuncien bien todas las letras cuando lean, sobre todo las que ofrecen alguna dificultad en su pronunciación como son éstas: b c d f g 

h m n o p t x z . Atenderá particularmente a que pierdan los acentos regionales incorrectos como sería decir: baye en vez de decir bé, caye en vez de decir cé, daye en lugar de dé, etc. M, N se deben pronunciar como ème, ène, y no como ame, ane; x como icse y no como isque; y como i y no como y grec; z se debe pronunciar como zède, y no como zedre, etc., &, como et, en latín como ette, sin decir et perluette, oe ae como e, y no como si estuviesen separadas o e, a e. 

Las letras i y u pueden ser consonantes y vocales. Cuando van solas o delante de otras dos vocales sin consonantes, hacen de consonantes. Cuando estas dos letras son consonantes, se escriben de diferente manera que cuando son vocales. La i consonante se escribe con un rabo hacia abajo, así j, y la u consonante con un pico hacia abajo, así v. 

La i consonante se pronuncia como gi, y la u consonante como vé, y es conveniente distinguirlas tanto en la pronunciación como en la escritura.

Todas las letras del alfabeto deben pronunciarse muy claramente y separándolas una de otra, observando una pausa entre dos. 

El maestro cuidará que quien lea abra bien la boca y que no pronuncie las letras entre dientes, lo que constituye un defecto muy grande, ni demasiado de prisa ni muy lentamente; ni con alguna entonación o particularidad que manifiesten afectación, sino en forma muy natural; cuidará también que ninguno emplee un tono de voz demasiado alto al 

decir su lección. Basta que quien lea pueda ser escuchado por quienes están en el mismo nivel. 

También se hará pronunciar muy claramente las letras unidas y cada una por separado como si estuvieran efectivamente separadas una de otra; para decir bien, por ejemplo, estas dos letras Et, se debe decir primero solamente la e, y tras una breve pausa, decir la t; y así en los demás casos.

 

Sección tercera

Cómo se debe hacer leer en el 2º cartel

 

En el segundo cartel se hará leer de seguido como en los libros.

Los que aprenden en el primel cartel mirarán y seguirán mientras que los otros leen.

Los que siguen en este cartel leerán por lo menos tres líneas cada uno.

Debe observarse en la lectura de las sílabas lo que se ha dicho respecto del abecedario acerca de la correcta y clara pronunciación de las letras.

Cuidará el maestro que los escolares no lean las sílabas precipitadamente, sino que haciendo una ligera pausa entre las letras de una sílaba, hagan otra un poco mayor entre cada sílaba, estando atento para no permitirles decir varias demasisado de prisa, ni seguidas.

Hay tres letras que tienen alguna dificultad en la pronunciación, son: la C, la G y la T. Cuando la C precede a la a, la o, o la u se pronuncian como q, en el caso que no tenga la c una coma o rabillo en la parte inferior, en esta forma ç pues entonces se pronuncia como s, lo mismo que cuando preceda a la e o a la i.

De igual manera cuando la G precede a la a, a la o, o a la u, debe pronunciarse como si hubiera una u entre ambas y en la misma forma que se pronuncian en francés estas tres sílabas gua, guo, gue.

Cuando la g precede a la e, o a la i, se pronuncia como j consonante, por ejemplo: ge= je gi = ji.

Cuando la t precede a la i y ésta va seguida de otra vocal, se pronuncia como una c, por ejemplo la palabra prononciation se pronuncia como si estuviera escrito prononciacion, y así las demás.

 

ARTÍCULO 3

Del Silabario

 

El primer libro que los alumnos aprenderán en las Escuelas Cristianas contendrá toda clase de sílabas francesas de 2, 3, 4 , 5 , 6 y 7 letras, y algunas palabras para facilitar la pronunciación de las sílabas.

No se dará más que una lección de este libro y dos páginas serán la materia para una lección.

Los principiantes deben leer al menos dos líneas, y los demás al menos tres, según el número de alumnos y el tiempo de que disponga el maestro.

Los que comienzan a leer en el silabario señalarán las sílabas con una varita de madera o de alambre, que quedarán siempre en la escuela, para que pueda seguirse más fácilmente y no perder el lugar de la lección donde se va.

Antes de colocar a un alumno en este nivel y para que pueda acostumbrarse a seguir en su libro mientras leen los demás, el maestro cuidará de darle durante los días que sean necesarios, un compañero que le enseñe la manera de seguir, haciéndole seguir con él en el mismo libro, sosteniendo ambos el libro, uno de un lado y otro del otro.

En el silabario los escolares se limitarán a deletrear las sílabas, y no leerán; será necesario primero enseñarles bien las dificultades que se encuentran en la pronunciación de las sílabas, que no son pequeñas en el francés. Por tanto es preciso que cada maestro sepa perfectamente el tratado de la pronunciación.

Para aprender a deletrear bien hay que hacerles pronunciar todas las letras con el mismo tono y muy claramente, de modo que pueda percibírselas íntegramente, cada una separada de la otra, y de la misma forma hacer que se pronuncien las sílabas, de manera que quien deletrea haga oir enteramente y con toda claridad cada letra antes de comenzar a deletrear la siguiente, y que las separe como si hubiera una sílaba entre ellas. Por ejemplo, para deletrear bien esta sílaba quo es preciso hacérsela decir separando y diferenciando bien todas las letras q, u, o, quo, y así en las demás, y no de prisa y de corrido qo, quo. Esta práctica reviste mucha importancia. Sería más de temer, y hay muchos más inconvenientes, en deletrear o leer demasiado rápido en las lecciones que en hacerlo muy lentamente.

 

ARTÍCULO 4

Del Primer Libro

 

El primer libro que se usará en las Escuelas Cristianas será un texto seguido.

Deletrearán, al menos, tres renglones cada uno, de acuerdo con el tiempo de que disponga el maestro y con el número de alumnos.

El maestro cuidará que los de este nivel distingan y separen tan bien las sílabas de las palabras unas de otras, que no incluyan en la primera sílaba una letra que pertenece a la segunda, y así en las demás. Por ejemplo, la palabra déclare, que no digan déc-la-re, sino dé-cla-re, etc.

El maestro cuidará que pronuncien todas las sílabas de una misma palabra como deben pronunciarse en esa palabra, y no como se pronunciarían si estuviesen separadas una de otra, o en palabras diferentes; por ejemplo, la sílaba son se pronuncia en la palabra personne [persona] haciendo sonar la n como ha sonado siempre en la palabra son [sonido] cuando esta sílaba sola constituye una palabra que significa ruido, pues en tal caso no se apoya tanto sobre la n; así también en la palabra louppe, la primera sílaba se pronuncia muy distinto que loup, cuando significa un animal, ya que en la palabra louppe hay que pronunciar la p en la primera sílaba y en la palabra loup no se pronuncia la p, sino que se pronuncia como si se escribiera lou.

El maestro cuidará que los que están en este nivel pronuncien las palabras como si las leyesen aisladas sin tener en cuenta ni la palabra anterior ni la que sigue. Por ejemplo, en la frase : Ne pensez point à ce que vous aurez à dire, deletrearán la palabra point como si la deletreasen sola y sin estar seguida de vocal, y así no pronunciarán la letra t, sino que pronunciarán como si solamente hubiese poin nombrando sin embargo la letra t y todas las otras de esta forma p, o, i, n, t, point.

Lo mismo en esta otra palabra vous, nombrarán todas las letras, v, o, u, s, y la pronunciarán como si no hubiese s, y dirán v, o, u, s, vou; harán lo mismo con esta otra palabra aurez, no pronunciando la z y después de haber nombrado todas las letras de la última sílaba r, e, z, pronunciarán como si no hubiese z, ré con acento sobre la letra é, no haciendo caso, tanto en una como en otra de estas palabras, de las vocales que siguen.

 

ARTÍCULO 5

Del segundo libro

 

El segundo libro que se utilizará en las Escuelas Cristianas. Los alumnos no lo usarán para leer sino cuando sepan deletrear perfectamente.

Habrá dos grupos de lectores en este libro: unos deletrearán y leerán silabeando, y otros que no deletrearán y sólo leerán silabeando.

Todos seguirán la misma lección, y mientras uno deletrea o lee, todos los demás de la misma lección seguirán, tanto los que deletrean y leen como los que únicamente leen.

Todos los que deletrean y leen, deletrearán sólo por la mañana y no leerán; por la tarde deletrearán y leerán: primero deletrearán; segundo, después que todos hayan deletreado, leerán sin distinción junto con aquellos que únicamente leen.

Si los que únicamente leen están en la misma clase que aquellos que deletrean y leen, mientras éstos deletrean, los otros no harán más que seguir.

El maestro cuidará de vez en cuando de sorprender a algunos, haciéndoles deletrear algunas palabras para comprobar si en realidad siguen.

Todos los que leen en este libro leerán únicamente silabeando, es decir, con una pausa igual entre cada sílaba, sin tener en cuenta las palabras que forman. Por ejemplo, Es-te-ban lleno de fe y del Espíritu Santo hacía grandes prodigios.

Si estos dos tipos de lectores se encuentran en clases diferentes, los que sólamente leen, deletrearán cada uno más o menos un renglón como máximo todos los días por la tarde, antes de iniciar la lectura.

Los que deletrean, deletrearán más o menos tres renglones, y leerán después tanto cuanto hayan deletreado; y los que sólo leen, leerán cinco o seis renglones, según el número de alumnos y el tiempo de que disponga el maestro.

 

ARTÍCULO 6

Del tercero y cuarto libro

 

El tercer libro que se empleará para enseñar a leer en las Escuelas Cristianas.

Todos los que lean en este libro lo leerán por párrafos y de corrido, deteniéndose sólo en los puntos y en las comas. No se colocarán en este nivel sino a aquellos que sepan leer perfectamente silabeando.

Se señalarán cada vez dos o tres páginas para una lección, a partir de un párrafo con sentido completo hasta otro párrafo .

Los principiantes leerán aproximadamente ocho renglones y los más adelantados doce o quince, según el tiempo de que disponga el maestro y el número de los escolares.

Se les enseñará también a quienes lean en el tercer libro, todas las reglas de la pronunciación francesa y la manera de pronunciar perfectamente las sílabas y las palabras; y cómo deben articularse las consonantes finales de las palabras, cuando la palabra siguiente comienza por una vocal.

El maestro enseñará estas cosas a los escolares cuando lean, haciéndoles notar todas las faltas que cometen contra la pronunciación y corrigiéndolas exactamente, sin pasar por alto ninguna.

Por este motivo cada maestro debe saber perfectamente el tratado de la pronunciación.

 

ARTÍCULO 7

De los carteles con las vocales y consonantes, con los signos de puntuación y acentos, y del cartel con las cifras.

 

Se enseñará a los escolares que leen en el tercer libro a conocer las vocales y las consonantes, y a distinguirlas unas de otras. Se les enseñará, hasta razonando, por qué unas se llaman vocales y otras consonantes; se les instruirá sobre las pausas que deben observarse cuando hay un punto; dos puntos; punto y coma; sólo coma; y la diferencia y razón [. : ; , ].

Se les enseñará qué es un signo de interrogación ?, un signo de admiración !, los paréntesis ( ), el guión [-], la diéresis sobre la ë, sobre la ï, y sobre la ü, por qué se emplean esos signos, las diferentes abreviaturas y lo que significan, los tres acentos diferentes y por qué se usan [é, à, ô].

Se les enseñará también a nombrar los números, así franceses como romanos, al menos hasta cien mil y en todo tipo de combinaciones.

Para lograrlo debe haber en cada clase dos carteles: uno que presente separadamente las vocales y las consonantes, y encima de cada consonante la sílaba que sirve para nombrar esa consonante. En ese cartel estarán también los signos de puntuación; palabras y párrafos donde se empleen, el paréntesis, el apóstrofe, el guión, la diéresis sobre la ë, la ï, o la ü, los tres acentos y las abreviaturas con las diferentes maneras en que pueden usarse.

El otro cartel debe presentar la numeración francesa y romana por separado y en columnas, hasta cien mil.

Para aprender todas estas cosas, se tomará un cuarto de hora al principio, dos veces por semana.

El primer día de escuela de la semana, se enseñará durante ese cuarto de hora (por la tarde dos veces por semana) todo lo que presenta el primer cartel, procediendo así:

El maestro señalará en el cartel y hará que varios alumnos repitan uno tras otro, las diferentes dificultades y las razones de lo que en ellas se presenta.

Mientras uno explica, los otros mirarán el cartel y estarán atentos para poder comprender y retener lo que se explique.

El maestro procurará preguntar a otros sobre lo que se está explicando para darse cuenta de si siguen lo que dice el compañero y si lo comprenden.

Por lo que se refiere a los números, se les enseñará del mismo modo, el día siguiente al día de asueto, o el tercer día de escuela si no hay asueto en esa semana.

 

Primer Cartel

 

Vocales
a e i y o u

Consonantes

effe

ache

ca

el

eme

ene

b

c

d

f

g

h

k

l

m

n

 

cu

er

esse

ve

icce

zede

p

q

r

s

t

v

x

z

Puntuación

punto . dos puntos : punto y coma ; coma ,

interrogación ?

admiración !

¿Dónde está Dios?

¡Oh Señor!

apóstrofo '
Il n'y a qu'un seul Die [no hay mas que un solo Dios]
paréntesis ( )
Dad (dice Jesucristo) y se os dará
unión [liaison] -
Y-a-il, est-il, Trés-Saint
acénto agudo
aimé, loüé, prisé, pansé, amitié
acento grave
près, auprès, où, à, là
circunflejo
Vôtre, même, mâitre, être

ë, ï, ü con diéresis
vuë, ruë, aïez, haïr, seüil, deüil

Abreviaciones

Deû, ãte, numquã, dus, ej9, utiq;, Doñs.

Segundo Cartel

centena de millón

decena de millón

millón

centena de mil

decena de mil

mil

centena

decena

unidad

 

 

 

 

 

 

 

3

2

 

 

 

 

 

 

5

4

4

 

 

 

 

 

7

6

5

4

 

 

 

 

9

8

7

6

5

 

 

 

6

5

9

8

7

6

 

 

9

8

9

2

9

8

7

 

6

4

9

0

3

1

9

8

1

2

4

4

5

6

4

8

9

10. 11. 12. 14. 14. 15.
16. 17. 18. 19. 20. 30.
40. 50. 60. 70. 80. 90.
100. 1000. 10000. 100000

Cartel de números romanos

C    D    I    L    M     V    X

I

XII

XC      C

IC

XXXV

II

XIV

CC

IIC

XLX

III

XV

CCC

IIIC

LXIV

IV

XIX

CCCC

IVC

XCIX

V

XX

D

VC

I )

VI

XXX

DC

VIC

I )C

VII

XL

DCC

VIIC

I )CC

VIII

L

DCCC

VIIIC

DCCC

IX

LX

DCCCC

IXC

I )CCCC

X

LXX

MCI )

Xm

IIm

XI

IIIIXX

XXmLm

LXX

Xm

XII

IIIIXXX

CLXIVm

 

MM

 

ARTÍCULO 8

De la lectura del latín

 

El libro en el que se aprenderá a leer el latín, será el Salterio. No se colocará en este nivel sino a quienes sepan leer perfectamente en francés

Habrá dos grupos entre los que leen el latín: los principiantes que leerán únicamente silabeando y los adelantados que leerán de corrido.

No se les hará leer de corrido sino cuando sepan leer perfectamente silabeando; y tanto los que leen de corrido como los que leen silabeando tendrán la misma lección; leerán, sin embargo, por separado, pero todos seguirán mientras los otros leen.

Los que aprendan a leer el latín, antes de aprender a escribir, lo harán tanto por la mañana como por la tarde, excepto los días en que aprendan las vocales y los números; en estos días no leerán en latín por la tarde.

Por la mañana leerán en latín después de haber leído en el tercer libro, y por la tarde comenzarán leyendo en latín.

Los que aprenden a escribir leerán en latín únicamente por la mañana y por la tarde en francés. Se les dará únicamente unas dos páginas como lección para cada día. Los que leen silabeando leerán aproximadamente seis renglones y los que leen de corrido unos diez.

El maestro tendrá cuidado de enseñar a los alumnos que empiecen a leer el latín, cómo debe pronunciarse correctamente, pues difiere en varias cosas de la pronunciación francesa.

Les harán comprender que en latín se pronuncian todas las letras y que todas las sílabas que comienzan por una g o una q se pronuncian de modo distinto que en francés, como se señala al fin del tratado de la pronunciación.

El maestro enseñará a los alumnos cuanto se refiere a la pronunciación latina mientras vayan leyendo, como ya se ha indicado respecto del francés.

 

ARTÍCULO 9

De la urbanidad

 

Una vez que los alumnos sepan leer perfectamente tanto en francés como en latín, se les enseñará a escribir, y desde que comiencen a escribir, se les enseñará a leer en el libro de la Urbanidad. 

Este libro contiene todos los deberes, así para con Dios como para con sus padres, y las reglas de la buena educación social y cristiana. Está impreso en caracteres góticos, más difíciles de leer que los caracteres franceses. 

En este libro no se deletreará, ni tampoco se leerá silabeando, sino que cuantos lo reciben leerán siempre de corrido.

Se leerá en el libro de la Urbanidad solamente por la mañana; se señalará cada vez por lección un capítulo, un artículo o una sección. Los principiantes leerán unos diez renglones y los adelantados unos quince.

 

ARTÍCULO 10

De los Registros

 

El Inspector procurará que se enseñe a leer en los Registros a los que estén en el cuarto orden de letra redondilla y en el tercero de bastardilla.

Para distribuir bien estos papeles o pergaminos manuscritos, que se llaman Registros, debe haber muchos en cada casa, diferentes y que se distingan unos de otros según la facilidad o dificultad que haya al leerlos.

Como los Registros que ofrecen la misma dificultad, son normalmente de un mismo autor y escritos con la misma clase o tipo de letras, particularmente los que no constan más que de una hoja o unos folios, como por ejemplo, las órdenes de comparecencia, los recibos, los contratos,

etc., es muy útil hacer que los alumnos aprendan a leer en forma seguida todos los Registros de un mismo autor, porque grabándose en la memoria e imaginación su escritura y sus abreviaturas, no tendrán ya dificultad para interpretarlos, y los más difíciles y complicados llegan a hacérseles muy fáciles gracias a esa práctica.

Los alumnos que leen en los Registros se distribuirán en seis órdenes, según la dificultad mayor o menor de los grupos de Registros, para que leyendo todos estos papeles seguido y por orden, adquieran al fin facilidad para leer los más difíciles, y lean por orden y seguido todos los niveles de papeles o Registros que estén en la clase.

Se leerá en los Registros dos veces cada semana, por la tarde, al comenzar la clase: el primero y el cuarto día de escuela, si es que no hay fiestas; y si hay una fiesta que no cae en martes o dos fiestas en la semana, el primero y el tercer día de escuela.

Los alumnos leerán uno después de otro e irán de dos en dos y por turno delante del maestro, siguiendo los puestos que ocupan en los bancos donde están y los que los bancos tienen en la clase, de manera que todos los del mismo banco acudan uno tras otro, y a continuación los del banco siguiente, o colocado detrás.

Los principiantes leerán unas cuatro palabras, los de los otros órdenes diez palabras más que los del orden precedente; en cada orden se aumentarán diez palabras.

 

CAPÍTULO 4

De la escritura

 

ARTÍCULO 1

De lo que se refiere a la escritura en general

 

Es necesario que los alumnos sepan leer perfectamente, tanto en francés como en latín antes de que comiencen a escribir. 

Con todo, si sucediera que algunos alumnos han cumplido los 12 años y aún no han comenzado a escribir, se les podrá poner a escribir antes que aprendan a leer en latín, con tal que sepan leer bien y correctamente el francés, y que se prevea que no acudirán a la escuela el tiempo suficiente para aprender a escribir satisfactoriamente. Prestarán atención a ello el Hermano Director y el Inspector de las Escuelas. 

Se hará de tal manera que los alumnos no aprendan a escribir antes de los diez años de edad.

 

ARTÍCULO 2

Del material particular que se usa en la escritura

 

Sección Primera

Del papel

 

El maestro cuidará que los alumnos tengan siempre papel blanco en la escuela, y para ello les indicará que lo pidan a sus padres, a más tardar cuando no les queden sino

seis hojas de papel en blanco. Cuidará incluso que, si algún alumno ha olvidado de traer papel, no se lleve el que ha escrito hasta que haya traído papel en blanco.

Todos los que escriben traerán cada vez, al menos, media mano de papel bueno.

El maestro cuidará que no sea ni grueso, ni demasiado gris, ni demasiado áspero. Que sea blanco, terso, bien seco y bien colado; sobre todo que no absorba fácilmente la tinta, lo cual es un gran defecto y grave impedimento para la escritura.

No tolerará que ningún alumno traiga papel sin que esté cosido, ni que esté doblado en cuatro. Es preciso que las hojas estén cosidas de arriba abajo.

El maestro cuidará que los alumnos tengan siempre el papel muy limpio, no arrugado ni con las esquinas dobladas.

Habrá en la escuela un cofre o un armario en el cual se guardarán todos los papeles, por orden, según el sitio de los alumnos, con el fin de poderlos repartir enseguida.

Los Oficiales para la escritura, encargados de distribuir y recoger los papeles, y colocándolos en orden, procurarán ver si cada uno tiene una copia, una falsilla y un papel secante, si ha hecho su deber, y si ha practicado lo que el maestro le ha dicho o enseñado al corregirle, si ha dejado caer tinta sobre el papel o hecho garabatos, y darán su informe al maestro.

 

Sección Segunda

De las plumas y del cortaplumas

 

El maestro exigirá que los alumnos traigan diariamente dos plumas grandes a la escuela para que siempre puedan escribir con una mientras tajan la otra.

Cuidará que las plumas no sean ni demasiado finas, ni demasiado gruesas, sino cilíndricas y muy limpias, secas y de la segunda muda.

Cuidará que las plumas que usan los alumnos estén bien limpias, no llenas de tinta ni mordisqueadas por la punta, no demasiado cortas; que no las lleven a la boca y que no las dejen tiradas en cualquier parte.

Los que escriben en el tercer grado deben tener también un cortaplumas para que puedan aprender a tajar sus plumas.

Todos los escribanos tendrán también un cartapacio donde puedan guardar sus plumas y cortaplumas.

El maestro procurará que todos los alumnos tengan siempre las plumas más largas que puedan conseguirse para que no se vean obligados a cortar las plumas demasiado cortas, lo cual les impediría escribir bien.

 

Sección Tercera

De la tinta

 

Se proporcionará tinta a los alumnos; con este fin habrá en las mesas tinteros de plomo que no puedan volcarse fácilmente. Se colocará uno entre cada dos alumnos.

El maestro cuidará de que se distribuya la tinta necesaria y de que los encargados de recoger los papeles limpien los tinteros una vez por semana, el último día de clase. No habrá algodón en los tinteros, sino solamente tinta.

El maestro cuidará de que los alumnos tomen tinta moderadamente, mojando tan sólo la punta de la pluma, sacudiéndola luego en el tintero, y nunca en el suelo.

 

Sección Cuarta

De los modelos

 

Habrá dos clases de modelos para distribuirlos a los alumnos; unos con el alfabeto, con todas las letras del alfabeto unidas.

En segundo lugar, muestras presentadas en renglones, cada una debe comprender cinco o seis renglones.

Los modelos que se proponen a los alumnos estarán en hojas sueltas y los maestros no trazarán las muestras en los papeles de los alumnos.

Todas las muestras por renglones serán textos de la Sagrada Escritura o bien máximas cristianas sacadas de los Santos Padres o de libros de piedad.

Con este objeto habrá en cada clase dos colecciones, una con textos de la Sagrada Escritura, así del Antiguo como del Nuevo Testamento, y otra con máximas de piedad tomadas de algunos buenos libros. 

Los maestros no pondrán ninguna muestra que no haya sido tomada de una de estas dos Colecciones, y preferirán sobre todo de la Sagrada Escritura que debe conmover más hondamente y tocar más fácilmente el corazón siendo, como es, palabra de Dios. 

Los modelos del alfabeto estarán escritos con caracteres grandes de contabilidad. Las muestras para quienes escriben por renglones serán de tres tipos diferentes: unos con caracteres grandes de contabilidad, y otros con escritura menuda trazada lentamente.

 

ARTÍCULO 5

Las falsillas y secantes

 

Se darán falsillas únicamente a aquellos que no puedan escribir derecho por sí mismos.

El Inspector de las Escuelas y el maestro examinarán quienes tienen necesidad de ellas, y las usarán lo menos posible.

La falsilla es una hoja de papel con renglones, en sentido de lo ancho, según la longitud que deben tener; se llama falsilla porque al colocarla debajo de la hoja en que se escribe los renglones aparecen a través de esa hoja y sirven para regular las líneas que escriben, porque las escriben sobre los renglones de la falsilla.

Cada uno de los que escriben tendrá en su cartapacio una hoja de papel gris del tamaño del cartapacio, que absorba muy fácilmente la tinta, a fin de poder secarla sin emborronarla; se llama papel secante a causa del uso que se le da.

El maestro y los Oficiales cuidarán que todos tengan estos materiales.

 

ARTÍCULO 2

Del tiempo que se dedicará a la escritura y de lo que cada alumno debe escribir diariamente.

 

Los alumnos dedicarán una hora a la escritura así por la mañana como por la tarde. Por la mañana desde las ocho hasta las nueve, y por la tarde desde las tres hasta las cuatro.

Desde el 15 de noviembre hasta el 15 de enero ambos inclusive, se comenzará a escribir a las dos y media y se terminará a las tres y media.

Se hará lo mismo los días en que se tenga una hora de catecismo, y las vísperas de los días en que se tenga vacación todo el día.

Si sucede que algunos escolares asisten a la escuela sólo por poco tiempo y que necesiten escribir más tiempo que los otros para aprender a escribir satisfactoriamente, se les podrá conceder que escriban en la escuela fuera del tiempo de la lectura de los Registros, de las Oraciones y del Catecismo, a condición de que ya lean tan bienen francés, en latín y en el Manual de Urbanidad que no puedan aprovechar más, y que lean al llegar su turno en todas las lecciones, que hagan también, cuando sea su turno, las repeticiones del Catecismo, de las respuestas de la Santa Misa y de las oraciones que se hacen durante el desayuno y la merienda, y que sepan escribir a renglón seguido, desde hace por lo menos seis meses, y esto no se le concederá a ninguno sin orden del Hermano Director.

Los alumnos escribirán a lo menos dos páginas cada día, una por la mañana y otra por la tarde.

 

ARTÍCULO 3

De los diferentes órdenes de escolares que escribirán redondilla

 

Habrá seis órdenes de escribanos en letra redondilla, distintos y diferenciados entre sí, según las cosas que se enseñarán a los alumnos en cada uno de ellos.

El primer orden será el de aquellos que aprenden a tomar bien la pluma, a mantener debidamente el cuerpo, y a ejecutar con facilidad estos dos movimientos vertical y circular.

Respecto a estos escolares, los maestros se limitarán a obtener que mantengan correctamente el cuerpo, la pluma y las manos, y que ejecuten debidamente esos dos movimientos.

El segundo orden o grado de escribanos será el de aquéllos que aprenden a formar las cuatro letras o, i, f, m, y para conseguirlo deben escribir una página de cada letra, una después de otra.

El tercer orden corresponde a los que aprenden a formar bien todas las letras. Para conseguirlo deberán, primero, escribir una línea de cada letra, una después de otra.

Los maestros velarán con cuidado y frecuentemente para que los alumnos de estos dos órdenes den a las letras la forma que deben tener y que tracen los enlaces nítidos y tal como deben ser, que estén debidamente colocados; y cuando sepan formar bien las letras, antes de hacerlos pasar al cuarto orden, se les enseñará las letras derivadas de la o, i, f, y la manera de formar las derivadas partiendo de estas tres letras. 

El cuarto orden será el de aquellos que, además de perfeccionarse en cuanto aprenden los grupos anteriores, se aplican para dar a las letras el lugar y la regularidad que deben tener en cada renglón y para dar a los rasgos que sobresalen del cuerpo de la escritura y a los que descienden, la longitud que deben tener, de acuerdo con las normas.

Para lograrlo harán un renglón de cada letra unida una detrás de otra y una línea de cada letra seguida una de otra.

El quinto orden será el de aquellos que, además de perfeccionarse en las cosas precedentes, se esfuerzan de modo especial en dar a las letras firmeza, seguridad y soltura, y a colocar las letras y las líneas a la distancia y separación que deben tener unas de otras.

Los escolares de este orden escribirán el alfabeto completo uniendo las letras en cada renglón, y en este alfabeto escrito seguido en un mismo renglón, guardarán las mismas reglas que se observan en una palabra que ocupase una línea entera.

El sexto orden será el de los que escriben textos seguidos con caracteres grandes de contabilidad. Mientras escriben con ese carácter deben escribir durante una semana, una página de cada renglón de su modelo, una después de otra; de este modo escribirán solamente cada uno de los cinco días de las dos semanas en las que habrá escuela y las dos semanas siguientes, copiarán todo el modelo seguido.

De esta manera copiarán todos los modelos de este carácter que se les dé y se les dará todos los meses modelos diferentes. Siempre escribirán también el alfabeto unido y completo en cada renglón, en la otra cara de la hoja, cada vez la mitad de una página al comienzo de la escritura, así por la mañana como por la tarde.

El séptimo orden o grado de escribanos será el de los que escriben en caracteres de contabilidad y en caracteres de comercio. Por la mañana deben escribir en caracteres de contabilidad y por la tarde en caracteres de comercio.

Escribirán siempre el modelo completo y seguido, y continuarán escribiendo el alfabeto en caracteres grandes como los del orden precedente.

El octavo orden o grado de los escribanos será el de los que escriben en caracteres de comercio por la mañana, y en caracteres de letra menuda por la tarde.

Los de este orden, en lugar de escribir el alfabeto al comienzo de la escritura, harán cada vez letra menuda rápida en la mitad de la otra cara de la hoja. Para lograrlo, todos los días por la mañana copiarán de algunos buenos libros, sobre todo cosas prácticas y que les convengan; y todos los días por la tarde copiarán manuscritos, llamados también Registros, en especial mandatos judiciales y de embargo, contratos, recibos, presupuestos y contratos de obreros, arrendamientos, contratos notariales de varias clases. Cuando hayan copiado manuscritos durante tres meses, dos veces a la semana, los días en que se enseña aritmética, en lugar de copiar esta clase de manuscritos, inventarán cartas ordinarias, contratos, recibos, arrendamientos y contratos de obreros y otras cosas que puedan serles útil más tarde.

El maestro cuidará que los de este orden escriban todas estas cosas con letra cursiva, bien legible y con buena ortografía; los maestros corregirán las faltas que hayan hecho, así en la dicción como en la escritura, la ortografía y la puntuación.

 

ARTÍCULO 4

De los diferentes órdenes de alumnos que escriben bastardilla

 

Ningún alumno escribirá letra bastardilla si no ha escrito la redondilla en el tercero o segundo orden, y que no esté en condiciones de pasar del tercer orden al cuarto, a menos que sea por razones señaladas en el artículo primero del presente capítulo.

Un escolar, pues, no comenzará ordinariamente a escribir en bastardilla hasta que esté en el cuarto orden de escribanos, y entonces, si el Inspector o el maestro juzgan conveniente hacerle escribir en bastardilla, le mandarán que deje la escritura redondilla. 

Habrá, pues, solamente cinco órdenes de escribanos en letra bastardilla, cuando un alumno comience a escribir en letra redondilla.

El primer orden será el de los que aprenden a diferenciar la escritura bastardilla de la redondilla, y la manera de formar la letras bastardillas, el lugar que deben ocupar y la manera de inclinarlas. 

Para lograrlo escribirán una página de cada letra uniéndolas entre sí. 

El segundo orden será el de aquellos a quienes se enseñe la igualdad que deben tener las letras entre sí, la distancia que debe separarlas entre sí y la separación que deben tener los renglones. 
Se les debe formar también en este grupo a escribir con seguridad y a pasar fácilmente de una letra a otra. 

Los alumnos de este orden escribirán todo el alfabeto, uniendo las letras en cada. [renglón]. 

En el tercer orden de los escribanos en bastardilla, los alumnos [escribirán] textos seguidos en caracteres grandes.

Los del cuarto orden escribirán, por la mañana, textos seguidos en caracteres de comercio, y por la tarde en pequeños caracteres, y, en estos tres órdenes de escribanos, los maestros y escolares observarán las mismas cosas que los escribanos de letra redondilla en las órdenes sexta, séptima y octava.

Si un alumno comienza a escribir con letra bastardilla y no puede emplear más que seis meses para aprenderla, escribirá el alfabeto durante tres, el primer mes una página de cada letra unida y el tercer mes el alfabeto completo y seguido en cada renglón. 

Después escribirá durante otros tres meses textos seguidos en caracteres de comercio, y escribirá el alfabeto al comienzo de la escritura, como se ha dicho antes con respecto a la letra redondilla.

Si un alumno que principia a escribir en letra bastardilla dispone de un año, es decir once meses para aprenderla, el primer mes se le enseñará a mantener correctamente el cuerpo y la pluma y a realizar los dos movimientos, derecho y circular, como se ha dicho referente a la letra redondilla. Después escribirá el alfabeto durante seis meses, los dos primeros, una página de cada letra unidas entre sí, y los dos últimos meses el alfabeto completo y seguido en cada renglón; los cuatro últimos meses escribirá textos seguidos en caracteres de comercio, y escribirá el alfabeto al comienzo de la escritura como se ha dicho con respecto a la letra redondilla.

Respecto de los alumnos que tengan poco tiempo para aprender a escribir, se les distribuirá el tiempo según se expone más arriba, conforme al tiempo de que dispongan para aprenderlo, y se les cambiará necesariamente al transcurrir el tiempo establecido, tanto si saben lo que deben saber, cuanto si no lo saben.

Los maestros, no obstante, se aplicarán a enseñarles en la lección siguiente lo propio de la lección precedente, en caso de que no lo sepan completamente.

Todos estos órdenes de escribanos tendrán, cada uno, su lugar asignado en la clase, de manera que los escribanos del mismo orden estén todos juntos, y que pueda distinguirse fácilmente los de un orden de los de otro.

 

ARTÍCULO 5

De la manera de enseñar a mantener la buena postura del cuerpo

 

El maestro cuidará que los alumnos mantengan el cuerpo lo más derecho que les sea posible y que lo inclinen sin tocar la mesa, de modo que colocando el codo sobre la mesa, la barbilla pueda apoyarse sobre el puño; es preciso que tengan el cuerpo un poco vuelto y libre hacia el mismo lado y que todo el peso del cuerpo caiga sobre el lado izquierdo. El maestro velará para que observen exactamente las otras indicaciones referentes a la postura del cuerpo, como se señala en las reglas de la escritura. 

Procurará sobre todo que no tengan los brazos demasiado separados del cuerpo, y que no opriman el estómago contra la mesa, porque, además de ser esto bastante desagradable de ver, esa postura podría causarles grandes incomodidades. 

Para mantener bien el cuerpo, el maestro colocará él mismo al alumno en la postura que debe tener. Para ello, le colocará cada miembro en el lugar que le corresponde, y cuando le vea cambiar de postura, tendrá cuidado de que la corrija.

 

ARTÍCULO 6

De la manera de enseñar a tener correctamente la pluma y el papel.

 

La segunda cosa que el maestro deberá cuidar en la escritura será enseñarles a tener correctamente la pluma y el papel. Esto tiene importancia, porque los alumnos que no han sido inicialmente formados a tomar bien la pluma, nunca escribirán bien.

Para enseñarles a tomar bien la pluma, el maestro mismo colocará la mano del alumno y la pluma entre sus dedos, como se explica en la regla de escritura.

Para esto será útil, cuando comienzan a escribir, darles un bastoncillo que tenga el grosor de la pluma y con tres muescas, una a la derecha y otra a la izquierda, en las que puedan colocar los tres dedos, para que aprendan a sujetar correctamente la pluma entre los dedos, y hacer que éstos tengan la posición debida.

El maestro se preocupará de que coloquen los tres dedos sobre estas tres muescas, y de que durante ocho días, se apliquen en la escuela, durante la primera media hora de escritura, a adquirir soltura de la mano con ese bastoncillo. Les animará incluso a practicarlo entonces y después, lo más a menudo que puedan, en su casa y en cualquier otro lugar.

Mandará utilizar un tornillo de cama o un trozo redondo de hierro, en lugar de un bastoncillo, a los que tengan la mano dura.

Respecto a los dos últimos dedos, que deben quedar debajo de la pluma, sería bueno mantenerlos atados en la postura que deben tener y durante el tiempo que fuera necesario.

Por lo que toca a la manera de colocar el papel como es debido, es preciso que esté recto. El maestro debe tener en esto mucho cuidado, porque si la posición del papel es defectuosa, los renglones resultan torcidos, el cuerpo no puede conservar la postura adecuada, ni las letras pueden formarse bien.

 

ARTÍCULO 7

De la manera de formar para escribir bien

 

Tan pronto como un escolar comience a escribir y esté colocado en el segundo y tercer orden de los escribanos, el maestro le enseñará a formar bien las letras : dónde deben iniciarse, cuándo deberá dejar de presionar y levantar la pluma, lo que es preciso hacer de un tirón y lo que hay que hacer repetidas veces. Después les hará comprender la manera de hacer bien todas esas cosas. 

Para que los escolares puedan observar detenidamente y trazar correctamente la forma de las letras, el maestro cuidará de llevarles la mano de vez en cuando, siempre que que considere que lo necesitan, y lo hará únicamente con los que estén en el primero y en el segundo orden de los escribanos.

Los dejará escribir solos algún tiempo después de haberles llevado la mano y de haberles enseñado la manera de formar las letras, con todo revisará de vez en cuando lo que hayan escrito.

Los ejercitará después y les ayudará a trazar bien los enlaces con soltura, levantando ligeramente la pluma del lado del pulgar, y cuidará de que lo hagan siempre del mismo modo.

El maestro no tolerará que los alumnos escriban nada diferente del modelo, y por tanto que nadie escriba más que el alfabeto, hasta que esté en el sexto orden de la letra redondilla y en el tercero de la bastardilla.

Cuidará también el maestro, cuando los escolares escriban el alfabeto, que no aprieten y no distancien demasiado las letras ni los renglones.

Desde que el maestro pase a los alumnos al segundo orden de escritura, les dará una falsilla para acostumbrarlos a seguir un renglón recto cuando escriban; y velará para que coloquen la base de las letras sobre el renglón de la falsilla. 

No les permitirá, sin embargo, servirse continuamente de la falsilla, sino que se la quitará de vez en cuando, haciéndoles escribir cinco o seis renglones sin emplearla, para que se acostumbren insensiblemente a escribir recto sin esa ayuda.

Los que escriben por renglones corridos utilizarán la falsilla todo lo más durante el primer mes. 

Importa mucho hacer que los escolares escriban por renglones seguidos, sólo cuando sepan formar bien todas las letras, y escribir el alfabeto de las diferentes maneras señaladas en los órdenes de escritura; pueden estar seguros de que, observando esta práctica, los escolares progresarán más en la escritura al cabo de un mes, que de otra manera en seis.

 

ARTÍCULO 8

Del tiempo en que el maestro tajará las plumas a los escolares; y del tiempo y de la manera de enseñar a los escolares a tajarlas.

 

El maestro tajará las plumas de los escolares cuando éstos lo necesiten, pero solamente durante el tiempo de la escritura.

Para esto, los escolares que tuviesen necesidad de que se tajen sus plumas, cuidarán de colocarlas delante de ellos, para que cuando llegue el maestro para corregir su escritura, las vea. Permanecerán descubiertos hasta que el maestro se la haya devuelto, y, al recibirla le besarán la mano, y le harán una inclinación. No dejarán de escribir mientras el maestro taja su pluma.

Tan pronto como un escolar haya escrito un mes en el tercer orden, el maestro le obligará a que él mismo taje sus plumas.

El maestro utilizará los primeros quince días del primer mes en que un alumno esté en el tercer orden, para enseñarle la manera de tajar bien las plumas, y no lo enseñará a cada alumno más que una vez al día.

Para que un alumno pueda aprender a tajar bien las plumas, el maestro le hará venir junto a sí y le hará notar lo que fuere necesario para hacerlo bien, y procederá así:

El maestro, para enseñar bien las diversas formas de tajar una pluma, utilizará una nueva, y enseñará al escolar:


1º cómo arrancar las barbas sin desgarrarla;
2º la manera de sujetarla entre los dedos;
3º la manera de abrir el tubo de la pluma desde la punta, así sobre el lomo como sobre el vientre;
4º la manera de sujetar la pluma para henderla;
5º con qué y cómo hay que henderla;
6º cuánto hay que henderla, así para la letra redondilla como para la bastardilla y la cursiva;
7º la manera de vaciarla, y que para hacerlo, hay que utilizar la punta del cortaplumas;
8º que para la cursiva es preciso que los dos ángulos de la pluma sean iguales, y que, para las otras letras, uno de los ángulos sea más grueso y más largo y el otro más fino y más corto;
9º qué lado debe ser más grueso y más largo;
10º qué lado debe ser más fino y más corto;
11º la manera de abrirla: qué longitud y qué profundidad debe tener la apertura y con qué lugar de la hoja del cortaplumas hay que hacerla;
12º la manera de descargar el pico de la pluma, y de cortarla por el medio de la hoja;
13º cómo hay que tener el cortaplumas para cortarla, si hay que tenerlo vertical u horizontal;
14º por fin, que no hay que tajarla sobre la uña del pulgar izquierdo, ni sobre la mesa o sobre madera, sino sobre el lomo del tubo de otra pluma que se introducirá en el tubo de la pluma que hay que tajar.

 

El maestro explicará después al escolar todos los términos que se emplean al tajar la pluma, como por ejemplo, qué son los ángulos, las esquinas y lo demás, y hacérselo repetir.

El maestro para hacer comprender, retener y practicar a los escolares todas las cosas referentes a la manera de tajar bien la pluma, hará tres cosas:

1º tajará una pluma nueva durante tres días en presencia del escolar, el escolar le mirará y el maestro hará entender al escolar todo lo que hace para tajarla y cómo lo hace;
2º el maestro tajará una pluma en presencia del escolar, y seguidamente le hará tajar otra, diciéndole cuanto tiene que hacer, y la manera de hacerlo bien y rectificará cuando se equivoque en algo; hará esto durante ocho días.

3º el maestro, primeramente, hará tajar una al escolar que está junto a él, sin decirle nada de lo que hay que hacer, y después le mostrará las faltas que haya cometido al tajar y hará que las corrija, lo cual continuará haciendo hasta que sepa tajar perfectamente.

 

ARTÍCULO 9

De la manera de revisar y de corregir la escritura

 

Es necesario que el maestro visite cada día a todos los que escriben, y hasta varias veces a los que comienzan, y que al visitarlos se fije si las plumas de los que ya las tajan, están bien tajadas; si mantienen el cuerpo en la postura que deben tener; si el papel está derecho y limpio; si toman bien la pluma; si tienen muestras; si escriben todo el tiempo debido y si se aplican a hacerlo bien; si no escriben demasiado aprisa; si los renglones salen derechos; si trazan todas las letras con la misma inclinación, y con la debida separación, si el cuerpo de todas las letras tiene la misma altura y todas son de un mismo tipo; si están claras y bien formadas; si las palabras y los renglones no están ni muy juntos, ni muy separados.

El maestro corregirá en cada visita la escritura de la mitad de los que escriben, y así los corregirá a todos, tanto por la mañana como por la tarde, sin falta.

Pasará por detrás de todos, uno tras otro, y para ello habrá alguna separación entre los bancos de los que escriben; se pondrá al lado derecho de aquél a quien corrige y le hará notar todos los defectos en que incurre al escribir, tanto en la postura del cuerpo, como en la manera de tomar la pluma, de formar las letras y todas las demás cosas que debe notar cuando revisa, y que se indican a continuación.

Cuando el maestro, al corregir, les hable de rasgos verticales, del cuerpo de la letra, de pies, cabezas y colas, miembros y cuerpo de letra, separaciones, distancias, alejamiento; altura, anchura, curvatura y media curvatura, llenos y perfiles, letra menuda, letra grande, etc. les explicará todos esos términos uno por uno y pedirá a continuación que lo expliquen, diciéndoles por ejemplo, qué se entiende por rasgos verticales.

El maestro velará para que los alumnos estén atentos cuando corrija su escritura, señalándoles con un pequeño rasgo de pluma las principales faltas que han cometido.

Se limitará al principio, a hacerles notar únicamente tres o cuatro defectos para no enredarles si les señalara mayor número y hacerles así olvidar lo que les habría enseñado debido a la confusión que produciría en su espíritu el gran número de faltas que les habría señalado.

Cuando el maestro corrija la escritura hará notar a los escolares cómo traza él mismo las sílabas o letras que escribirá para corregirlas y para que se apliquen después a formarlas de la misma manera puesto que las habrá escrito arriba o en el margen de la plana; les hará escribir una línea de cada letra o sílaba que les haya corregido, y dos líneas de cada palabra, y, si no tiene bastante tiempo para hacer todo ese mismo día, les ordenará que terminen al día siguiente antes de iniciar la copia de la muestra, y, si ni aún así lo logran, les ordenará que escriban únicamente esas letras, sílabas o palabras, repitiéndolas una o dos veces durante todo el tiempo de la escritura.

Cuando el maestro corrija la escritura de los escolares no escribirá sobre la plana un renglón completo, ni ninguna palabra de varias sílabas. Bastará que trace la letra que el alumno ha escrito mal, y, si ha fallado en los enlaces, que escriba dos letras enlazadas, o, a lo más, la sílaba.

Mientras revise y corrija la plana de un escolar, tendrá cuidado de no perder de vista a los demás, y por eso levantará de vez en cuando la cabeza para ver lo que pasa en la clase; si observa a alguno en falta le llamará la atención con una señal de boca; velará particularmente sobre aquéllos que más lo necesiten, es decir, los principiantes y los negligentes; pondrá particular esmero, sobre todo durante ese tiempo, para que nada escape a su mirada.

Cuando el maestro revise y corrija la escritura de los escolares, prestará atención muy especial a quienes practican movimientos rectos y circulares; si la pluma no sobresale de los dedos, y se la colocará en la mano, indicándoles qué deben hacer para sujetarla entre los dedos, si, al hacer los movimientos no desplazan el brazo en lugar de alargar solamente los dedos, y doblarlos; si tienen más dificultad en mover los dedos que el brazo; si el pulgar se mueve siempre el primero; si no hacen esos movimientos teniendo la mano asentada; si apoyan al hacerlos, en vez de trazarlos con soltura; les hará caer en la cuenta de estos defectos que pueden cometer y cómo tienen que habérselas para corregirlos, enseñandoles cómo tienen que plegar y alargar los dedos; cómo deben colocar el brazo sin apoyarlo demasiado sobre la mesa, cómo deben escribir de lado a lado de la plana, tocando sólo ligeramente el papel con el pico de la pluma y deslizando ligeramente el brazo de un lado al otro y de izquierda a derecha.

Respecto del movimiento procurará que lo ejecuten recto de arriba abajo; y que no tengan los dedos demasiado rígidos, sino que los doblen cuanto sea necesario para ejecutarlos bien; si mantienen siempre la pluma, sin cambiar su posición, ni al subir ni al bajar.

Respecto del movimiento circular, si comienzan por abajo y por arriba con la misma facilidad, tanto de izquierda a derecha como de derecha a izquierda; si no tienen los dedos demasiado rígidos y el brazo demasiado apoyado en la mesa.

Observará con cierta frecuencia cómo ejecutan esos dos movimientos los del primer orden, para conocer por sí mismo los defectos en que incurren respecto de lo que queda dicho; e indicarles al mismo tiempo, los medios para corregirlos inmediatamente.

El maestro señalará a los de segundo y tercer orden y hasta de los órdenes siguientes, todos los defectos relativos a la manera de hacer las letras, si, por ejemplo, una b en redondilla trazada por el alumno está demasiado inclinada a uno u otro lado; si está demasiado encorvada o como gibosa; si no tiene todas sus dimensiones, es decir, si no tiene la altura adecuada que debe ser el cuerpo de la escritura, a saber, ocho puntos de la pluma; o si es demasiado alta; si no tiene la anchura que debe tener en la cabeza o en la base; si carece de alguna de estas partes en la cabeza o en la base; si no tienen las partes que deben tener, o si los llenos no están donde deben o los perfiles no están tampoco donde deben; y así respecto de las demás letras. 

Les señalará todos los defectos que hayan cometido en la formación de las letras con un rasgo de pluma en cada lugar. Por ejemplo, si la b está demasiado inclinada hacia la derecha, lo señalará con un trazo que vaya hacia el lado derecho, y si está demasiado inclinada hacia la izquierda, hará un trazo que vaya hacia el lado izquierdo.

 

Hará notar a los de tercer orden y siguientes, todos los defectos cometidos en cuanto a los enclaces: 1º si los han hecho donde no había que hacerlos;
2º si no los han hecho donde había que hacerlos;
3º si los comienzan en otro lugar de la letra y no en el que tenían que principiar;
4º si tienen mucha altura;
5º si no tienen bastante altura;
6º si están demasiado perfilados;
7º si son demasiado gruesos;
8º si los hacen ondulantes cuando tienen que ser circulares;
9º si son rectos cuando tienen que ser circulares;
10º si no tienen la pluma como hay que tenerla para trazarlos; si la giran en lugar de aligerarla.

 

Para hacer que los escolares comprendan fácil y perfectamente los defectos de sus letras y enlaces, el maestro después de mostrárselos, les preguntará qué falta a la letra o al enlace que el escolar habrá hecho mal, la forma que deben tener trazándolos sobre la letra o el enlace que el alumno habrá formado y hecho mal; luego les preguntará por qué lo que él ha modificado está bien y qué tiene ahora que no estaba en la escritura del alumno; después escribirá una o dos letras con sus enlaces encima y entre los renglones les hará escribir algunas iguales y observará cómo las forman.

Cuando el maestro haya enseñado o corregido al escolar algo en los tres primeros órdenes, no les dejará enseguida, sino que le hará realizar lo que le haya enseñado, o las letras que le haya corregido. El maestro estará presente y observará cómo procede así para ver si toma la pluma como le ha enseñado como para ver si comienza las letras y si hace bien lo que le ha mostrado, para decirle en qué falta, porque si le dejase enseguida, este escolar se olvidaría de todo lo que le ha dicho o enseñado; además, no dejándole, agradaría a los padres porque el niño no dejará de decirles que el maestro le ha enseñado haciéndole escribir delante de él, que le ha llevado la mano, y así de lo demás. 

Si el escolar se equivoca en la posición de las letras, el maestro trazará dos líneas rectas con la pluma en todo el sector del renglón en que el alumno se ha equivocado; uno de los rasgos desde la base de la primera letra que está bien trazada y el otro sobre la parte superior del cuerpo de la letra.

Después le hará entender dónde está el defecto de la posición, y cuáles son las letras que no están en su debido lugar. 

El maestro hará otro tanto cuando los palotes no tengan la misma altura o la misma posición. Para corregir la distancia defectuosa entre las letras, el maestro indicará la distancia correcta entre ambas letras y, a continuación trazará con la pluma una línea de arriba a abajo en el lugar que debiera ocupar el primer elemento de la letra siguiente, cuando está demasiado cerca o demasiado alejada de la precedente. 

Para corregir el defecto de distancia entre dos palabras, sea que estas palabras estén demasiado juntas o demasiado separadas, el maestro escribirá entre las dos palabras una m, cuya anchura equivale a siete picos de pluma, que es el espacio que debe mediar entre dos palabras separadas por un punto.

Si hay un punto, un punto y coma, o dos puntos, hará dos n que equivalen a diez picos de pluma, que es la distancia que debe haber entre ambas palabras. 

Para corregir el defecto de distancia entre renglones, trazará cuatro cuerpos de letra juntos en el margen del papel entre los renglones, que están, o demasiado separados o demasiado juntos, para que el alumno vea qué espacio debe haber entre dos renglones. El maestro trazará por ejemplo, cuatro o una sobre la otra, lo que equivale a dieciséis picos de pluma. 

Para hacer adquirir destreza y corregir la falta de elegancia en la escritura, el maestro velará para que los escolares no se apoyen sobre el papel; que se limiten a tocarlo ligeramente con la punta de la pluma, casi sin sentirlo y que no escriban con excesiva lentitud.

Les hará notar que este defecto viene de que tienen el brazo como pegado a la mesa, o de que no doblan los dedos y no les dan el movimiento que deben tener o porque el cuerpo está demasiado inclinado e incluso encorvado sobre la mesa. 

Para hacer que un escolar se corrija de sus defectos, si es lento hay que animarle a que escriba de prisa, sin apoyar el brazo sobre la mesa, sino solamente la extremidad de los dos dedos que sostienen, sin tener en cuenta si las letras están bien o mal, buscando sólo que vaya adquiriendo elegancia y soltura. 

Si es un alumno vivaracho por naturaleza, bastará enderezarle la mano, el brazo y el cuerpo, y después de haberle indicado lo que tiene que hacer, dejarle que escriba solo, reteniéndole, no obstante, y moderándole, si es demasiado activo. 

Y para hacer adquirir libertad y soltura a todo tipo de escolares, el maestro les enseñará la manera de pasar correctamente de una letra a otra, como de una "j" a una f, de una c a una o, etc. de corrido, sin levantar la pluma; y para corregir el defecto que pudieran haber cometido en todo lo que se relaciona, tanto con la elegancia como con la soltura, él mismo hará delante de ellos lo que quieren que hagan para corregirse, y hará que repitan enseguida lo que él acaba de hacer, y que ellos habían hecho mal.

 

CAPÍTULO 5

De la aritmética

 

En cada clase donde se escribe en renglones , habrá una pizarra de... pies de ancho, de... de altura, que contenga dos paneles donde se puedan escribir reglas de aritmética, fuera de la división y las reglas que a ella se refieren, para las que hace falta un panel completo.

Esta pizarra debe de estar colgado en la parte más apropiada de la pared, a cinco pies de altura del suelo, y la parte superior inclinado hacia adelante medio pie.

Los dos paneles de esta pizarra deben estar pintados con aceite de color negro, para que puedan escribirse las reglas con tiza. El pizarrón tiene que estar hecho como se indica en la página siguiente.

 

En la lección de Aritmética habrá escolares de diferentes niveles. Unos aprenderán la suma, otros la resta, la multiplicación o la división, según el progreso alcanzado.

El maestro cuidará de escribir en la pizarra una regla para cada nivel, los sábados o el último día de clase de la semana, si cayere una fiesta el sábado.

Cuidará que todos los que aprendan la Aritmética escriban cada uno esa regla el lunes por la mañana al principio de la escritura, o el primer día de clase de la semana si cae una fiesta el lunes. Se necesita para esto que tengan un cuadernillo de papel blanco doblado en cuatro.

Se enseñará la Aritmética sólo a los que han iniciado el cuarto orden de escritura redondilla y segundo de bastardilla, y será el H.Director o el Inspector de las Escuelas quien coloque a los alumnos en este nivel lo mismo que en los otros.

Se enseñará la Aritmética el martes y el viernes por la tarde, desde la una y media hasta las dos. Si hay una fiesta el martes, se enseñará el miércoles; si hay una fiesta el viernes se enseñará el sábado.

Para enseñar Aritmética el maestro estará sentado delante de su sitial, y un alumno de cada nivel, de pie, aplicará la regla de su nivel señalando las cifras unas tras otras, con un puntero y sumando, restando, multiplicando o dividiendo en voz alta.

Así, para hacer bien una suma comenzará por los denarios y siempre en la parte superior. Dirá, por ejemplo, 6 y 9 son 15, etc.

Mientras un alumno haga ejercicios sobre la regla de su nivel, el maestro le hará varias preguntas tocante a esta regla para hacérsela comprender y retener mejor, y, si el maestro se sirve de términos que no entiende el alumno, que son términos propios del arte, se los explicará todos y se los hará repetir antes de seguir adelante.

El maestro preguntará también de vez en cuando, a cualquier otro alumno del mismo nivel para darse cuenta si están atentos y si comprenden.

Si el que aplica la regla se equivoca en algo, el maestro señalará a otro del mismo nivel o de un nivel superior para que le corrija, diciendo bien lo que el otro haya dicho mal, y si no hay nivel superior o ningún escolar pueda decirlo bien, lo dirá el mismo maestro.

El alumno que aplica la regla en el pizarrón escribirá debajo el total de la suma, la suma restada y el total de la sustracción, el producto y el total de la multiplicación, el cociente y las sumas para restar en la división; enseguida la prueba de la regla que ha aplicado. Después el alumno borrará todo lo que haya escrito, y sólo eso, para que otro alumno pueda aplicar la misma regla.

En la Aritmética, lo mismo que en las otras lecciones, se comenzará por la más sencilla y se acabará por la más difícil.

Cuando el escolar que aplica la regla de la primera, es decir, de la lección más fácil, haya terminado, el que deba aplicar la regla de la lección siguiente, lo hará de la misma manera, y así las demás.

Cuando un alumno practique una regla de Aritmética, de cualquier nivel que sea, todos los otros del mismo nivel mirarán hacia la pizarra, permaneciendo sentados, y seguirán con atención a las cifras que señale el alumno y a lo que diga, mientras aplica la regla.

Todos los alumnos que escriben y que no estudian aún la Aritmética, prestarán también atención.

El maestro tendrá la lista de todos los alumnos que aprendan la Aritmética, agrupados por niveles, y hará que todos practiquen en la clase una regla de su nivel en la pizarra, unos después de otros, sin exceptuar a ninguno.

Los escolares de cada nivel se dividirán en principiantes y avanzados. Los principiantes aplicarán la regla en su papel, después que el escolar que le toca lo haya hecho en alta voz; con respecto a los que están en la división, los principiantes aplicarán algunas reglas de sustracción y de multiplicación, mientras que los que están en los primeros niveles aplicarán su regla con el fin de no olvidar lo que han aprendido.

Todos los avanzados del nivel que sea, aplicarán las reglas de su nivel en ejercicios que hayan inventado, mientras que los de los otros niveles aplicarán la suya.

El martes de cada semana, o el primer día en que se dé Aritmética, todos los que la aprenden y están entre los adelantados, traerán efectuado en su papel un ejercicio del nivel que el maestro haya escrito en la pizarra para esa semana, con algunos otros que ellos mismos hayan inventado, y el viernes traerán cierto número de ejercicios, tanto de su nivel como de los precedentes que ellos hayan inventado, y que el maestro les haya encargado hacer, según su capacidad.

El maestro corregirá el martes y el viernes por la tarde, durante el tiempo de escritura, los ejercicios que hayan hecho en su papel, y por sí mismos, los que estudian aritmética, en lugar de corregir su escritura ; les hará conocer los errores, preguntándoles,por ejemplo, respecto de la suma, por qué hay que comenzar por los denarios; por qué hay que reducir los denarios a soles y los soles a libras; y haciéndoles otras preguntas semejantes según capte las necesidades de los alumnos y para que lo entiendan todo perfectamente.

 

CAPÍTULO 6

De la ortografía

 

El maestro de escritura se esmerará para enseñar la ortografía a los alumnos que están en el séptimo orden de letra redondilla y en el cuarto de bastardilla. El Inspector de las escuelas velará para que se haga.

La manera de enseñar la ortografía consistirá en hacerles copiar manuscritos, sobre todo de cosas cuyo aprendizaje les resulte útil y que podrán serles necesarias posteriormente, como son contratos, recibos, contratos de obreros, contratos notariales, obligaciones, cartas de poder, contratos de alquiler y arrendamiento, notificaciones, procesos verbales, etc.; con el fin de que esos documentos se graben en su memoria y aprendan

a hacer otros semejantes. Después que hayan copiado esta clase de documentos durante cierto tiempo, el maestro les hará escribir, por sí mismos, contratos, recibos, contratos de obreros, memorias de obreros hechas de diferentes clases de ocupaciones, comprobantes de mercancías despachadas, presupuestos de obreros, etc.

Les obligará también a escribir, en ese mismo tiempo, lo que hayan retenido del catecismo explicado durante la semana, sobre todo de los domingos y de los miércoles, vísperas de asueto, si no ha habido fiesta en la semana.

Si el maestro considera que algunos no pueden hacerlo, les hará escribir la lección del catecismo de la diócesis, que habrán aprendido la semana anterior y tendrán que escribir sin mirar el libro. Para esto les obligará a tener un cuadernillo y a entregárselo todos los martes y viernes u otros días en los que se enseña la Aritmética que hayan realizado.

Para corregir las faltas de ortografía en esos escritos, el maestro añadirá y escribirá por sí mismo las letras que hayan omitido, o aquellas en que se hayan equivocado, después de haber tachado las que no vienen al caso. Si hay varias palabras parecidas que un escolar haya escrito echando faltas de ortografía, el maestro corregirá la primera de estas palabras, escribiendo las letras que deberían estar y tachando las que sobran, y señalará con trazos de pluma, hechos de la misma manera, el lugar donde el escolar se ha equivocado en las otras palabras.

El maestro obligará después a los escolares, cuyos escritos haya corregido en cuanto a la ortografía, a repetirlos en su casa y a ponerlos en limpio, tal como los haya corregido. Y se fijará, la primera vez que haya corregido la ortografía, si han cumplido ese deber.