CAPÍTULO 7

De las oraciones

 

ARTÍCULO 1

De las oraciones diarias que se rezan en la escuela

 

Al comenzar la clase, por la mañana a las 8 h., al terminar el toque de la campana, se hará la Señal de la Santa Cruz, y luego se dirá: Veni Sancte Spiritus, etc. A mediodía se dirá: Ven Espíritu Santo, etc. como está señalado en el Libro de oraciones de las Escuelas Cristianas.

Antes y después del desayuno y de la merienda, se recitarán las oraciones que están señaladas para antes y después de las comidas, en el mismo libro.

Durante todo el tiempo de la escuela, fuera del tiempo del catecismo o de las oraciones, habrá siempre dos o tres alumnos de rodillas, uno de cada clase, que rezarán el rosario, unos después de otros, en un lugar de la escuela dispuesto a este efecto.

A cada hora del día se rezarán algunas oraciones breves que servirán al maestro para renovar la atención sobre sí mismo, y sobre la presencia de Dios; y a los alumnos para acostumbrarse a pensar en Dios de vez en cuando durante el día y para disponerlos a ofrecerle todas sus acciones y atraer sobre ellas su bendición.

Al comienzo de cada lección se harán algunas oraciones o algunos actos para pedir a Dios la gracia de estudiar y aprender bien la lección.

Todos los días se rezará la oración de la tarde y de la mañana en la escuela. La oración de la mañana se hará a las diez y tres cuartos, si se hace que los alumnos asistan a la Santa Misa en el tiempo de escuela; pero si han de asistir a la Santa Misa al terminar las clases, la oración de la mañana se hará a las diez.

La oración de la noche se hará al final de las clases, a las cuatro y media. Y durante el invierno, desde el 15 de noviembre hasta el 15 de febrero, ambos inclusive, se hará a las cuatro.

 

ARTÍCULO 2

De las reflexiones en la oración de la mañana y del examen en la oración de la tarde.

 

Hay cinco reflexiones en la oración de la mañana, para los cinco días de clase de la semana. Se leerán todos los días haciendo una pequeña pausa después de cada una. El alumno que rece la oración, después de haberlas leído todas, repetirá una de ellas que será en la que hay que pensar particularmente ese día. Después seguirá una pausa, como del tiempo de un Miserere, durante la cual, el maestro hará una pequeña exhortación a sus alumnos conforme a sus alcances, sobre el tema de esa reflexión.

Las cinco reflexiones se repetirán así por orden, y cada una servirá como tema de exhortación una tras otra, cada uno de los cinco días de la semana en que se tiene la escuela.

Si hay una fiesta en la semana que caiga en lunes, martes o miércoles, dos días de estos tres en que haya clase, el maestro hablará sobre el tema de las dos primeras reflexiones, y el jueves, sobre el tercero. Si la fiesta cae el viernes o el sábado, el maestro hablará sobre el tema de la cuarta reflexión, y el día siguiente que no sea fiesta, sobre el tema de la quinta. Si hubiese dos fiestas en la semana, entonces no hablará de la primera reflexión, y si hubiese tres fiestas, no hablará sobre las dos primeras.

Hay un examen en la oración de la noche, que se refiere a los pecados que los niños pueden cometer habitualmente. Este examen está dividido en cuatro partes, y cada parte o artículo, en cinco puntos.

Sólo se leerá cada día uno de los cuatro artículos y se leerá el mismo artículo todos los días de la semana; así esos cuatro artículos servirán para cuatro semanas consecutivas, y después de la última semana, se volverá a leer el primer artículo.

En cuanto a los cinco puntos del artículo que se leerá durante la semana, se seguirá el mismo orden y las mismas prácticas que se han señalado antes con respecto a las cinco reflexiones que se señalan para la oración de la mañana.

De este modo, cada día de la semana en que haya escuela, cada maestro explicará en su clase uno de los cinco puntos del artículo del examen que se leerá en esa semana, y explicarán detalladamente a los alumnos los pecados que pueden cometer, referentes a este artículo, sin decidir jamás si el pecado es mortal o venial. Tratará, al mismo tiempo, de inspirarles horror de ellos y les propondrá los medios para evitarlos.

 

ARTÍCULO 3

De las oraciones que se rezan en la escuela y que no son diarias.

 

Todos los sábados o las vísperas de las fiestas de la Santísima Virgen, después de la oración de la tarde, se rezarán las letanías de la Santísima Virgen.

En las vísperas de las fiestas de Navidad, Adoración de los Reyes y de la Purificación, se rezarán al final de la oración las letanías del Santísimo Niño Jesús.

En la víspera de la Circuncisión, se rezarán las letanías del Santo Nombre de Jesús, y en la víspera de San José, las letanías del Santo. Todo como está señalado en el Libro de oraciones de las escuelas cristianas.

Durante la Octava del Santísimo Sacramento, y el lunes y el martes antes de la Cuaresma, se enviarán a los alumnos de dos en dos, uno de cada clase, o de tres en tres si hay tres clases, unos después de otros, a la iglesia más cercana, donde esté expuesto el Santísimo Sacramento, para adorarle y permanecerán siempre de rodillas por espacio de media hora.

Los tres días de Cuatro Témporas y el día de San Marcos y de Rogativas, después de la oración que se hace al entrar en la escuela, y antes de la oración que se hace para el desayuno, se rezarán las Letanías de los Santos, así por las necesidades de la Iglesia, por las cuales se reza particularmente en este día, como por los sacerdotes y demás ministros de la Iglesia que deben ser ordenados el sábado.

Cuando se oiga en la escuela la campanilla que indica que se lleva el Santísimo Sacramento a un enfermo, todos los alumnos se pondrán de rodillas, y cada uno en particular adorará al Santísimo Sacramento, hasta que el maestro les haga seña de levantarse.

Cuando en la ciudad fallezca uno de los maestros, al fin de la oración, así de la mañana como de la tarde, se rogará después de ella por las almas del purgatorio, y antes de la bendición se dirá un De Profundis. El que preside las oraciones dirá un versículo y los alumnos dirán el siguiente. Terminado este salmo, el que preside reza la colecta : Inclina Domine por el descanso de su alma. 

Cuando fallezca un alumno de las clases de la Escuela se rezará en todas las clases de esta escuela solamente, el salmo: De Profundis, y la colecta Inclina Domine el primer día después del fallecimiento,por el descanso de su alma, siempre y cuando este alumno tenga al menos siete años. 

No se rezará en la escuela ninguna otra oración, en ninguna ocasión, fuera de las que están señaladas en este artículo, ni se añadirá nada sin orden del Hermano Superior del Instituto, quien podrá, en alguna necesidad pública, o por otra razón referente a las necesidades del Instituto, indicar que se añada, al fin de la oración, las letanías de la Santísima Virgen o alguna otra breve oración, y solamente durante cierto tiempo.

 

ARTÍCULO 4

De la postura que deben tener el maestro y los escolares durante las oraciones, de la manera de decirlas y del orden que debe observarse durante las mismas.

 

Durante las oraciones, el maestro hará, así como en toda otra ocasión, lo que quiera que hagan los alumnos. Para eso, durante las oraciones del comienzo de la clase, las oraciones de la mañana y de la tarde al final de la escuela, y los actos que se rezan antes de ir a la santa Misa, permanecerá siempre de pie delante de su sitial, con un exterior muy circunspecto, reservado y mesurado, con los brazos cruzados y mucha modestia, para dar ejemplo a los alumnos de cómo deben comportarse en ese tiempo.

Los escolares estarán siempre arrodillados, con los brazos cruzados, el cuerpo recto, bien ordenados y los ojos bajos.

El maestro procurará que no se muevan ni cambien de postura, que no se reclinen, que no se apoyen sobre los brazos ni por delante, ni por detrás, que no se sienten sobre los talones, que no vuelvan la cabeza para mirar atrás, y que no miren incluso delante de ellos, sobre todo que no se toquen unos a otros, cosa que no harán si el maestro procura que tengan siempre los brazos cruzados.

Durante las otras oraciones que se rezan en común en la escuela, el maestro y los alumnos permanecerán sentados en su puesto, con los brazos cruzados, con un exterior tan modesto como el que deben guardar en las oraciones de la mañana y de la noche, según lo indicado precedentemente.

En cada escuela habrá uno de los alumnos de la clase principal que estará encargado de comenzar todas las oraciones que se recen en la escuela; se le llamará por esta razón, recitador de oraciones. A él corresponde decir los títulos de los actos, las reflexiones y el examen, y en las oraciones del Veni Sancte y Ven Espíritu Santo que se rezan al comienzo de la clase, dirá sólo los versículos, las colectas y el Ave María hasta el Santa María. En las Letanías, dirá Kyrie eleison, los escolares responderán Christe exaudi nos; Después dirá todas las invocaciones y los escolares responderán miserere u ora pro nobis; al fin, dirá solo la colecta.

Rezará las oraciones en voz alta y de una manera inteligible, de modo que los demás puedan oir perfectamente todo lo que él diga, hasta las menores sílabas.

Observará todas las pausas; el maestro cuidará con todo que no grite o rece en tono demasiado fuerte, y que todos los escolares recen por lo menos en un tono más bajo que él, y que lo hagan suficientemente alto para que se les entienda claramente.

Todos los alumnos seguirán la recitación durante las oraciones, de modo que no digan ni una sola palabra antes o después; observarán las pausas como él y todo el tiempo que él tome, para evitar el desorden.

Los alumnos se dispondrán para las oraciones en cuanto comience a tocar la campana, y el recitador las comenzará tan pronto termine de tocar. Todos harán la señal de la Santa Cruz sobre ellos, cada vez que se diga In nomine Patris o En el nombre del Padre, y en la bendición: Padre, Hijo y Espíritu Santo; y todos se darán golpes de pecho, cuando se diga en la confesión: Por mi culpa.

El maestro no hablará a los escolares, ni en particular ni a todo el grupo, durante las oraciones, ni para reprenderles ni por cualquier otro motivo.

Tampoco corregirá a ningún alumno durante ese tiempo, sea cual sea el motivo; si nota que alguno hace algo reprensible y que merezca castigo lo dejará para otro momento.

Evitará todo lo que pudiera distraer a los alumnos de la atención que deben tener durante la oración, y todo lo que pudiese distraerlos, como sería cambiar a un alumno de un puesto a otro, etc.

El principal cuidado del maestro durante las oraciones será el de velar con sumo cuidado sobre cuanto acontece en la clase; velará también sobre sí mismo y con mayor atención que en cualquier otro momento, para no hacer nada fuera de propósito, y sobre todo para no incurrir en ninguna ligereza.

 

CAPÍTULO 8

De la Santa Misa

 

Se tomarán todas las disposiciones para que los alumnos oigan la Misa todos los días en la iglesia más cercana y a la hora más conveniente.

El tiempo más oportuno para ir a la Santa Misa comienza a las diez y media, para que se pueda tener tiempo de decir la oración de las diez, antes de ir.

Si no se puede ir a la Misa al final de la mañana, se procurará oirla a las nueve o hacia las nueve.

 

ARTÍCULO 1

De la manera cómo deben salir los alumnos de la escuela para ir a la Santa Misa, y de cómo deben comportarse en las calles al ir a ella.

 

Cuando los alumnos oigan Misa después de la clase, se prepararán para salir de la escuela, y lo harán todos exactamente como cuando salen al mediodía, según lo indicado en el capítulo de la salida de los escolares.

Cuando los alumnos oigan Misa en tiempo de clase, saldrán de ella con orden y por bancos. El primero de un banco tomará por compañero al segundo, el tercero al cuarto, etc.

El maestro cuidará que salgan de la escuela con mucha modestia, en silencio, y con comedimiento, y sin meter bulla.

Al ir a la iglesia, por las calles y en la misma iglesia, caminarán unos tras otros siempre de dos en dos, sin dejar a su compañero y sin alejarse de él, hasta que estén de rodillas en la iglesia.

El maestro cuidará que caminen exáctamente detrás de quienes los preceden, distanciados tan sólo de dos pasos. Cuidará también que no metan bulla, y que no hablen durante el camino con sus compañeros.

Les invitará incluso a que recen en voz baja el rosario con su compañero, o alguna otra oración, con el fin de que presten mayor atención a sí mismos, y que sean más recatados y más formales.

El maestro velará mucho sobre sus alumnos durante ese tiempo. Sería conveniente, sin embargo, que los escolares no percibiesen la estricta vigilancia que se ejerce sobre 

ellos; ofrecerá personalmente a los alumnos, por su modestia y circunspección, ejemplo de la manera como deben caminar.

A fin de que pueda ver más fácilmente a los alumnos y notar cómo se comportan mientras van a la Santa Misa, si los alumnos van por una de las aceras, él caminará por la otra.

No llamará la atención a los escolares en la calle acerca de las faltas que cometan, sino que esperará hasta el día siguiente antes de ir a la Santa Misa.

Procurará indicar de vez en cuando a los alumnos de una escuela, cuando se dispongan a salir o cuando salen los alumnos de las otras clases , la manera de andar en las calles y de comportarse en la iglesia; el buen ejemplo que deben dar a los demás, incitándoles a ello por motivos cristianos.

Les puntualizará también, que será mucho más severo en castigar las ligerezas y faltas que cometan en las calles que las que cometan en la escuela, a causa del escándalo que podrían ocasionar en quienes los ven.

 

ARTÍCULO 2

De la manera como deben entrar los alumnos en la iglesia

 

El maestro tendrá sumo cuidado para lograr que los alumnos entren en la iglesia en silencio y con una compostura extremada.

Convendrá que el maestro entre en la iglesia antes que los alumnos; que el maestro que le sigue vigile a los que quedan en la calle, al mismo tiempo que a los suyos.

Reviste gran importancia que el maestro vigile mucho sobre el comportamiento de sus alumnos cuando entran en la iglesia para evitar que hagan ruido, sea con los pies, sea con la lengua, y para hacer que caminen con mucha compostura, con los brazos cruzados, y observando el orden ya indicado para cuando van por las calles, para evitar cualquier desorden y ruido.

Habrá un alumno llamado portahisopo, que estará encargado de presentar el agua bendita a todos los alumnos, uno tras otro, al entrar y al salir.

Entrará el primero, y tomará de vez en cuando agua bendita en la pila con el hisopo y lo presentará de tal manera que todos los alumnos puedan tomarla fácilmente.

El maestro no permitirá que los escolares tomen directamente el agua bendita en la pila, y cuidará que la tomen de este hisopo de una manera digna, y que traduzca la devoción con la que ha de realizarse esta acción.

Cuando los alumnos hayan llegado al sitio que les está asignado en la iglesia, se pondrán inmediatamente de rodillas unos después de otros.

El maestro cuidará que los escolares estén debidamente colocados en la iglesia; de dos en dos unos detrás de otros. Se les pondrá en varias filas de dos, según la longitud y la anchura del espacio que deben ocupar. 

Estarán colocados de tal manera que los de una misma fila, tanto en el sentido de la longitud como de la anchura, estén todos uno detrás del otro y en línea recta.

Cuando haya columnas en medio del espacio que ocupen, se les colocará de tal manera que los alumnos de una misma clase estén entre las columnas y la pared, a fin de que cada maestro pueda ver fácilmente a sus alumnos y vigilarlos. 

Se les acostumbrará e incitará a colocarse ellos solos, sin que los maestros intervengan para nada.

 

ARTÍCULO 3

De las cosas en que deben ocuparse los alumnos durante la Santa Misa.

 

El maestro de la clase inferior de cada escuela cuidará de que el encargado de los rosarios los lleve a la iglesia cada vez que vayan a ella, y que dé uno a cada uno de los que no saben leer.

Habrá tantos alumnos, entre los más juiciosos, encargados de distribuirlos, cuantas sean las filas de a dos en la iglesia.

Tan pronto como los alumnos estén arrodillados, el encargado de los rosarios y sus ayudantes distribuirán los rosarios, cada uno en la fila que se les haya asignado, empezando por la parte anterior de la fila hacia el fondo de la iglesia.

Estos mismos volverán a recogerlos al fin de la Santa Misa, procurando recogerlos todos sin que se pierda ninguno.

Si alguno no entrega el rosario que se le ha entregado, el encargado lo pondrá en conocimiento del maestro.

El maestro velará con sumo cuidado para que cuantos tienen rosarios los empleen para orar a Dios sin interrupción, y que no se sirvan de ellos para jugar.

Incluso les enseñará en la escuela cómo usar el rosario en los días en que se enseña a rezarlo, y les exhortará a tenerlo de tal manera que pueda verse fácilmente.

Todos los que sepan leer tendrán cada uno un libro de ejercicios y oraciones que se usan en las Escuelas Cristianas para servirse de él durante el tiempo de la Santa

Misa.El maestro se preocupará y tendrá cuidado de que no tengan más libros que éste durante este tiempo. 

Dado que los escolares asisten todos juntos a la Santa Misa, en los días de escuela, no se levantarán cuando el sacerdote lea el evangelio, a fin de evitar el ruido y el

desorden que pudiera producirse. El maestro, no obstante, les recomendará que hagan tres veces la señal de la Cruz sobre sí mismos, al comenzar el santo Evangelio, cuando contesten Gloria tibi, Domine, a saber: una en la frente, otra en la boca, y la tercera en el pecho.

Uno de los escolares, que será el portahisopo, estará encargado de tocar una campanilla, en el caso de que el monaguillo lo olvide, con el fin de anunciar la consagración; sonará cinco o seis veces seguidas, cuando el sacerdote extienda las manos sobre el cáliz, para recordar a los escolares que deben prepararse entonces a adorar a Nuestro Señor. Tocará después en la elevación de la Hostia por tres veces, en cada una cinco o seis toques, y hará lo mismo para la elevación del Cáliz.

Cuando toquen para avisar que se preparen para la Consagración, todos los que usan libro lo pondrán debajo del brazo, y los que tienen rosario introducirán el brazo en él; luego todos juntarán las manos así como también el maestro, hasta después de la elevación del Cáliz.

Al tocar para la elevación, así de la Hostia como del Cáliz, todos los escolares harán una ligera inclinación de cabeza y del cuerpo, para adorar a Nuestro Señor en la Hostia y su preciosa Sangre en el Cáliz.

 

ARTÍCULO 4

De lo que deben hacer los maestros durante la Santa Misa

 

Los maestros vigilarán constantemente a los alumnos durante la Santa Misa para darse cuenta de qué manera se comportan durante la misma, de las faltas que puedan cometer y para impedir que puedan hablar unos con otros, cambiar de libro, de empujarse o cometer algunas otras ligerezas tan frecuentes entre los niños.

Para impedir que los escolares incurran en esas faltas y en las demás que podrían cometer durante la Misa, se emplearán los tres medios siguientes. El primero será obligarles a que tengan siempre el libro con ambas manos, delante de los ojos, y que lean de continuo en él.

El segundo será que los maestros se coloquen en algún lugar desde donde puedan fácilmente ver de frente a todos sus alumnos. El tercero será, distanciarlos lo más posible unos de otros, conforme lo permitan la extensión y la disposición del lugar.

Los maestros deben estar persuadidos de que no asisten a la Santa Misa para ellos mismos, cuando hacen que los alumnos las oigan, sino únicamente para velar sobre ellos. Es lo único en que deben pensar atentamente.

Los maestros no dejarán su puesto para llamar la atención a sus alumnos cuando jueguen, salvo cuando sea absolutamente necesario, y no les amenazarán nunca en la iglesia.

Ni siquiera usarán algún libro durante ese tiempo; se limitarán a prestar una simple atención al Santo Sacrificio.

Los maestros velarán también para que los escolares no lleven a la iglesia nada que resulte impropio o que pudiera distraerlos de la oración, como sería una plana recién escrita. Si llevan una estufilla durante el invierno deberán colocarla cerca de ellos, sin tocarla.

 

ARTÍCULO 5

De lo que hay que hacer, cuando al entrar en la iglesia ha principiado

ya la Misa y se encuentra adelantada.

 

Si los escolares llegan a la iglesia, cuando ha comenzado la Misa y se encuentra ya muy adelantada, se les hará que la oigan, si no hay otra que comience un poco más tarde; y si inmediatamente después comienza otra, se les hará oirla completa. Pero si no se celebra ninguna más después, se permanecerá tanto tiempo en la iglesia, incluído el de la misa oída en parte, cuanto se hubiera empleado para asistir a una Misa completa.

Se procurará con muchísimo cuidado que todos los escolares lleguen a la iglesia, y estén ordenados, colocados y de rodillas antes que comience la Misa; se tomarán para ello todos los medios necesarios, hasta llegar si fuera necesario, a enviar a un alumno a la iglesia para rogar que se toque a Misa un poco antes o que se comience un poco más tarde. Esto reviste muchísima importancia, y en caso de necesidad, vale más omitir la oración, que dejar de asistir a la Santa Misa.

Cuando sea imposible que los alumnos oigan la Misa, se les hará rezar el rosario en la escuela: los alumnos permanecerán de pie; una parte de ellos dirá el Ave Maria y los otros el Santa María.

 

ARTÍCULO 6

De cómo deben salir los alumnos de la Iglesia

 

Cuando los alumnos regresen de la iglesia a la escuela, transcurrido el tiempo de decir un Pater, después de terminada la Misa, el Hermano Director o el Inspector o el maestro que está encargado, dará una palmada y todos los alumnos se levantarán. Después dará una segunda palmada, y todos los alumnos de una fila de la misma clase harán una inclinación y dejarán enseguida su sitio para salir, de dos en dos, como han venido.

Dará una tercera palmada, de tal manera que los de la segunda fila de esta misma clase hagan la inclinación, salgan de su sitio y sigan inmediatamente detrás de los alumnos de la primera fila de esta misma clase. Seguirá dando palmadas de la misma manera, hasta que los alumnos de todas las clases hayan salido de sus sitios.

Cuando los alumnos regresen de la iglesia a su casa, se les enviará de dos en dos, como cuando salen de la escuela. El Hermano Director o Inspector de las Escuelas o uno de los maestros que haya recibido ese encargo, permanecerá en la puerta de la iglesia para que los alumnos no jugueteen, ni armen barullo en la calle, y para fijarse quienes podrían provocarlo o demorarse.

Todos los escolares caminarán siempre de dos en dos, así en las calles como en la iglesia, y distanciados unos de otros cosa de cuatro pasos, para evitar el ruido, el barullo y el desorden.

Los maestros tendrán cuidado de aleccionar a los alumnos en cuanto al modo de entrar en la iglesia y de salir de ella.

Se observarán las mismas prescripciones para impedir los desórdenes que podría haber, cuando se envía a los escolares a casa.

 

ARTÍCULO 7

De la asistencia a la Misa parroquial y a Vísperas

 

Se asistirá a la Misa mayor parroquial con los alumnos, en los lugares y parroquias donde se pueda hacer fácilmente; se asistirá también a Vísperas con ellos, después del catecismo, los domingos y fiestas, en la iglesia más cercana y que resulte más cómoda. Al Superior del Instituto corresponde indicar lo que se debe practicar a este recpecto.

Los maestros instruirán a sus escolares acerca de la institución de la Misa Mayor Parroquial, y del modo de asistir a ella; y si hay sermón, procurarán que lo escuchen con mucha atención y

gran respeto. Y hasta les inspirarán una estima muy especial por los oficios de la iglesia, sobre todo por los que se practican en su parroquia.

Por lo que toca a la misa de la parroquia, los alumnos se reunirán en la iglesia, y se les obligará a encontrarse todos en ella antes de que comience la bendición del lugar, y a que permanezcan hasta el fin de la Misa.

Si hay bancos reservados para ellos en la iglesia, los ocuparán; los maestros cuidarán de ordenarlos debidamente.

Durante todo el tiempo que los escolares estén en la iglesia para la Misa parroquial y para las Vísperas, permanecerán sentados, de pie o de rodillas, según lo que sea de costumbre en la diócesis o en la parroquia;

no obstante todos estarán de rodillas durante el ofertorio hasta el prefacio, si es que no hay ofrenda, y hasta la ofrenda, cuando la haya, para unirse durante esta acción a la intención del sacerdote y ofrecerse también ellos mismos a Dios para quedar consagrados del todo a El.

Permanecerán en pie durante el prefacio; y cuando se cante el Sanctus, se pondrán todos de rodillas y permanecerán así hasta el fin de la Misa Mayor.

Si no hay bancos reservados para los escolares, estarán de pie todo el tiempo que los demás estén sentados, fuera del tiempo del ofertorio, y los maestros que estén presentes para vigilarlos, cuidarán de que se mantengan siempre con la debida postura y en perfecto orden.

Todos los domingos y fiestas en que se explique catecismo, los escolares asistirán a las Vísperas en la iglesia más cercana y que resulte más cómodo; sin embargo se preferirá la parroquia a otra iglesia.

Se tendrá cuidado de salir bastante pronto para estar al comienzo de las Vísperas. 

Durante la Misa Mayor parroquial y durante Vísperas, los maestros tendrán siempre a la vista a los alumnos, y cuidarán de que los que no saben leer, recen el rosario como los demás días, y que los que saben leer, tengan siempre en las manos el Libro de Oraciones de la Santa Misa, y un libro de Oficio durante las Vísperas y que miren y lean en él constantemente. 

Cuando los alumnos salgan de la iglesia, después de la Misa Mayor y de las Vísperas, se procederá exáctamente como a la salida de la Misa los días en que se da escuela.

Cuando se dé pan bendito a los escolares, uno de ellos, que será el que lleve los rosarios, llevará una cesta para echarlo en ella, y al fin de la Misa Mayor, lo distribuirá a todos, uno después de otro, cuando salgan de sus sitios para marchar.

 

CAPÍTULO 9

Del catecismo

 

ARTÍCULO 1

Del tiempo que se debe emplear para dar el Catecismo en la escuela

y sobre los temas que deben tratarse

 

Se dará todos los días Catecismo durante media hora, desde las cuatro hasta las cuatro y media. Desde el 15 de noviembre hasta el 15 de enero, se dará el Catecismo de tres y media a cuatro.

Los miércoles, vísperas de asueto, se dará catecismo durante una hora, de tres y media a cuatro y media; y, en invierno, de tres a cuatro: una media hora sobre el resumen y otra media hora sobre el asunto señalado para la semana.

Cuando haya una fiesta durante la semana, se dará asueto únicamente el martes o el jueves por la tarde, y ese día, por la mañana, se abreviarán las lecciones y se dará el catecismo durante media hora, al final de las clases.

El miércoles Santo por la tarde, los alumnos no leerán y no escribirán; únicamente se dará catecismo desde la una y media hasta las tres, como se practica los domingos y fiestas; lo mismo se hará en las vísperas de las fiestas de...

Al terminar el catecismo se rezará la oración, y después se despedirá a los alumnos como de ordinario.

Los alumnos de todas las clases estarán divididos en seis niveles por lo que se refiere al catecismo. El primer nivel será el de los que leen en el primer cartel; el segundo, el de los que leen en el segundo cartel; el tercero el de los que leen en el silabario; el cuarto el de los que leen en el primer libro; el quinto el de los que leen en el segundo libro; y el sexto el de los que leen en el tercer libro y el de todos los otros que están en niveles avanzados.

Los miércoles, víspera de los días en que se tendrá asueto todo el día, y los domingos y fiestas ordinarias, se dará catecismo en todas las clases. La primera media hora sobre el compendio de los principales misterios, y el resto del tiempo sobre el asunto señalado para la semana.

Las fiestas solemnes, en las que haya un tema señalado en el catecismo, éste se dará sobre el tema de la fiesta o del misterio, según lo indicado en el catecismo.

La tarde del miércoles siguiente, se dará catecismo durante una hora y media, la primera media hora sobre los principales misterios, y se dará de dos a tres, sobre la manera de pasar los días siguientes hasta el día de Pascua.

Las vísperas de fiestas de... se dará también el catecismo durante una hora, lo mismo que se hace los domingos y fiestas, de dos a tres. Se explicará sobre el tema de la fiesta que la Iglesia celebra al día siguiente.

El lunes se comenzará a hablar sobre el tema propio de la semana y el domingo será el último día para hablar de él.

Todos los días, se propondrá y explicará sólamente una o dos preguntas del asunto dado para la semana, tal como se explica en la hoja del tema de la semana, en la que se señalará el tema del que se hablará cada día con uno de los números 1, 2, 3, 4, 5, escritos en el margen.

Cada uno de los números dará a conocer por orden el tema del que se deberá tratar en el catecismo, cada uno de los cinco días de la semana, en los que haya escuela, sobre la pregunta o las dos preguntas propuestas para cada día.

El maestro hará varias subpreguntas. El domingo se repetirá todo lo que ha sido explicado durante la semana y el maestro interrogará a los alumnos acerca de todas las preguntas que hayan servido como tema para el catecismo en cada uno de los cinco días de la semana.

En las clases donde se aprende diariamente el Compendio del catecismo, (se dará catecismo) los domingos y fiestas, o los miércoles, vísperas de asueto por todo el día, sobre un tema particular señalado para la semana.

El domingo, el Hermano Director dará y señalará el tema que se comenzará a explicar el lunes en el catecismo y que continuará durante el resto de la semana.

 

ARTÍCULO 2

De la manera de preguntar a los escolares durante el catecismo

 

El maestro no hablará a los alumnos durante el catecismo como quien predica, sino que les interrogará casi continuamente, por preguntas y subpreguntas para hacerles comprender lo que les enseña.

El maestro preguntará sucesivamente a varios alumnos acerca de una misma cuestión, siete u ocho, y hasta diez o doce y, en ciertas ocasiones, incluso un número mayor.

Se preguntará a los alumnos y responderán uno detrás de otro, según el orden de los bancos; sin embargo, si el maestro nota que varios seguidos no pueden responder a la pregunta, o no contestan bien, podrá preguntar a uno o a varios en diferentes lugares de la clase; en tal caso, después de dar un golpe con la señal, indicará a uno para que responda, y después que uno o varios hayan contestado, hará que responda aquél a quien había preguntado anteriormente siguiendo el orden de los bancos.

El maestro preguntará cada día a todos los alumnos, aún varias veces si es posible; se interrumpirá el orden y la secuencia de las preguntas del catecismo para preguntar a aquéllos que ha notado distraídos, o también a los más retrasados.

Preguntará sobre todo y más a menudo que a los demás, a los lentos o cortos de entendimiento, especialmente lo contenido en el Compendio, y sobre todo las preguntas del Compendio que todo cristiano debe saber.

Los dos días de la semana en que se explica el catecismo durante media hora sobre el compendio de los principales misterios, el miércoles o el día de fiesta y el domingo, el maestro no preguntará de corrido siguiendo el orden de los bancos, como en el catecismo, sobre el tema de la semana, ni hará preguntas según el orden del catecismo; sino que preguntará a uno o a varios de cualquier lugar; después a uno o varios de otro lugar; y hará del mismo modo, una o varias preguntas sobre los misterios, sea sobre los sacramentos de la Penitencia o de la Eucaristía, o sobre algún otro tema, y así de los demás, sin ningún orden. Continuará preguntando de esta manera durante la media hora.

El maestro sólo empleará en sus preguntas expresiones sencillas y palabras muy fáciles de entender, que no necesiten explicación, en cuanto sea posible, y hará que las preguntas y respuestas sean lo más cortas posible.

El maestro no permitirá que le respondan palabra por palabra, sino que exigirá las respuestas completas y de corrido. Si se da el caso que algunos niños o retrasados no pudiesen dar la respuesta cabal, el maestro la dividirá de tal forma que el escolar que responda, logre realizar en tres veces lo que no podía en una.

Si sucede que alguno tiene el espíritu tan corto que no puede repetir bien una respuesta que varios hayan dicho sucesivamente, para ayudarle a retenerla, hará que la repita cuatro o cinco veces, alternando primero con un alumno que la sepa bien, ofreciéndole así mayor facilidad para aprenderla.

 

ARTÍCULO 3

De los deberes del maestro durante el catecismo

 

Una de las principales preocupaciones del maestro durante el catecismo, será la de procurar que todos los alumnos estén muy atentos y que retengan fácilmente cuanto se les diga.

Para lograrlo mirará siempre a todos los escolares y observará todo lo que hacen; cuidará de hablar poco y preguntar mucho; No hablará sino de la materia señalada para cada día, procurando no apartarse del tema.

Hablará siempre de una manera [digna], capaz de inspirar respeto y seriedad a los escolares, y no dirá nada vulgar o que pueda provocar la risa.

Cuidará de no hablar de manera dejada que cause aburrimiento. En cada explicación del catecismo, señalará, sin falta, algunas prácticas a los alumnos y les instruirá, tan profundamente como sea posible, sobre cuanto se refiere a las costumbres y al modo de vivir como verdadero cristiano; pero compendiará esas prácticas y esos puntos de moral, en preguntas y respuestas, lo que contribuirá a despertar mucho más la atención de los alumnos y permitirá que las retengan fácilmente. Se abstendrá de turbar al catecismo con reprimendas y correcciones inoportunas, y si sucede que algunos escolares hayan merecido una u otra, las pospondrá para el día siguiente antes de la explicación del catecismo, sin, sin embargo, dárselo a conocer.

Los domingos y fiestas en que la explicación del catecismo dura tres veces más que los otros días, seleccionará una historia que pueda cautivar a los escolares, refiriéndosela de forma que les agrade y renueve la atención, añadiendo pormenores capaces de mantener vivo el interés.

El maestro no dirá nada en los catecismos que no haya leído en algún libro debidamente aprobado, y de lo cual esté muy seguro, y no decidirá nunca si algo es pecado mortal o pecado venial, podrá solamente decir: eso ofende mucho a Dios, es un pecado que debe inspirarnos mucho temor, que tiene malas consecuencias, es un pecado considerable, etc. cuando así le parezca a él.

Aunque no hay que aumentar la gravedad real de los pecados, viene a ser más peligrosos presentarlos como insignificantes y veniales. Siempre hay que inspirar horror hacia ellos por pequeños que parezcan; una ofensa de Dios no puede ser pequeña, y lo que hiere a Dios no puede ser cosa ligera.

Los maestros propondrán todas sus subpreguntas al Hermano Director, antes de proponerlas en la clase.

Procurarán hacerles subpreguntas, y las respuestas a las subpreguntas deben reunir las tres condiciones siguientes:

1º que sean breves;

2º que tengan sentido completo;

3º que sean exactas;

4º que las respuestas correspondan al alcance de los alumnos, no de los más capaces o más listos, sino de los medianos para que la mayoría pueda responder a las preguntas que se les hagan.

Los maestros tomarán tan a pechos la instrucción de todos los escolares que no tolerarán que ninguno permanezca en la ignoracia, al menos de las cosas que un cristiano está obligado a saber, tanto en cuanto a la doctrina como en la práctica.

Y a fin de no descuidar punto de tantísima importancia, pensarán a menudo y con atención, que darán cuenta a Dios y que serán culpables ante él de la ignorancia de los niños que les hayan sido encomendados, y de los pecados en que los haya inducido esa ignorancia, si quienes han tenido ese encargo no se han preocupado con suficiente esmero para sacarlos de la ignorancia, y que éste será el asunto sobre el cual Dios les examinará y los juzgará con mayor rigor.

Los maestros ayudarán a los alumnos para que presten mucha atención durante el catecismo, cosa no fácil para ellos ya que se distraen con suma facilidad, y emplearán para ello los siguientes medios:

1.-Cuidarán de no desanimarlos ni intimidarlos, con sus palabras o con sus reacciones, cuando no puedan responder correctamente a las preguntas que se les hayan hecho.

2.-Les animarán e incluso les ayudarán a manifestar lo que les resulte difícil memorizar.

3.-Les prometerán recompensas, que darán de vez en cuando a los más atrasados que se hayan esforzado más para aprender debidamente.

Se servirán de otros medios semejantes, que la prudencia y la caridad les ayudarán fácilmente a descubrir, para mover a los alumnos a aprender con mayor rapidez y a retener con mayor facilidad el catecismo.

 

ARTÍCULO 4

Del comportamiento de los alumnos durante el catecismo

 

Durante todo el tiempo de la explicación del catecismo, los alumnos permanecerán sentados, con el cuerpo derecho, la cara y los ojos dirigidos hacia el maestro, con los brazos cruzados y los pies quietos. No se mirarán unos a otros, y el maestro cuidará que estén en muy grande compostura.

Durante el catecismo, se preguntará a todos los alumnos y responderán por turno, unos después de otros, según el orden de los bancos.

El maestro indicará con la señal al primero a quien pregunte, el cual, para responder, estará en pie y descubierto, y acto seguido hará la señal de la Santa Cruz, y responderá a la pregunta del maestro, de tal manera que la respuesta tenga sentido, incluyendo la pregunta en la respuesta.

Cuando el primero haya casi terminado la contestación, se levantará el que le sigue, hará la Señal de la Cruz, diciendo las palabras bastante bajo para no interrumpir a aquél que responde, y procurará hacer la Señal de la Cruz antes de que termine de responder el anterior.

Cuando haya terminado el que responde, dirá la misma contestación, a menos que el maestro le haga otra pregunta.

Todos los siguientes del mismo banco o del banco siguiente procederán de modo semejante.

Si sucede que el maestro pregunta a uno o varios alumnos fuera del orden de aquél a quien corresponde responder, éste permanecerá de pie durante ese tiempo hasta que el maestro le haga seña de responder. Si el maestro dice algo a manera de explicación, permanecerá también de pie; responderá en cuanto el maestro acabe de hablar.

El alumno que responda durante el catecismo tendrá los ojos modestamente bajos y no mirará fijamente

El maestro cuidará que no crucen las piernas, colocándolas una sobre otra, y que no metan las manos en los bolsillos, ni en otra parte debajo de los vestidos para evitar que puedan hacer algo, aunque sea insignificante, contra la pureza.

El maestro no permitirá que ningún escolar se ría cuando otro no haya respondido bien, ni que ninguno sugiera a su compañero lo que no sabe y a lo cual no puede responder; estos dos puntos son de mucha importancia.

El maestro cuidará que los escolares no salgan durante el catecismo, sino lo menos posible y sólo en caso de gran necesidad.

 

ARTÍCULO 5

De las particularidades durante los catecismos de los domingos y fiestas.

 

Todos los domingos y fiestas se explicará el catecismo durante hora y media, excepto los días de... en que no se dará.

Los escolares se reunirán durante la media hora que precede al catecismo, y, mientras se reúnen se preguntarán mutuamente por parejas, sobre el catecismo de la Diócesis, como lo hacen en los repasos que se practican durante el desayuno y la merienda. El maestro procurará señalar quiénes deben preguntarse y repasar el catecismo durante ese tiempo.

En los lugares en que se rezan Vísperas a las tres, se tendrá el catecismo desde la una hasta las dos y media; los alumnos se reunirán a partir de las doce y media hasta la una.

A las dos y media se rezará la oración de la tarde, que se tiene todos los días al concluir la clase, y, una vez terminada se cantarán seis estrofas de los Cánticos, como se hace de ordinario, si hay tiempo. Después los maestros llevarán a los alumnos a las Vísperas.

En los lugares en que se rezan las Vísperas a las dos y media, se tendrá el catecismo desde las doce y media hasta las dos; a las dos se rezará la oración, y seguidamente se llevará a los alumnos a la iglesia como se ha señalado antes.

En los lugares donde se rezan las Vísperas a las dos, se dará el catecismo a la una sobre el Compendio hasta la una y media. A la una y media, se rezará la oración, después de la cual se llevará a los escolares a Vísperas. Después de Vísperas se llevará a los escolares a la escuela, y se les explicará el catecismo desde las tres hasta las cuatro, sobre el tema de la semana o de la fiesta. A las cuatro, se hará rezar sólo a los escolares, de rodillas, la oración que se tiene al terminar el catecismo, seguido de la oración para pedir la bendición que se dice al fin; después se les despide como de ordinario.

Durante la primera media hora, se dará el catecismo sobre el Compendio, y el maestro se limitará a preguntar sin añadir ninguna explicación. No hablará sobre un solo tema, sino que hará diferentes preguntas acerca de todo el Compendio y sin seguir ningún orden. Durante la hora siguiente, el martes, se dará el catecismo sobre el tema completo que haya explicado parcialmente cada uno de los cinco días de la semana precedente, o sobre el tema de la fiesta.

Durante este tiempo, preguntará varias veces a los alumnos, y al fin les señalará algunas prácticas que sean el fruto que deben sacar del tema que les haya explicado.

 

ARTÍCULO 6

De los externos que asisten al catecismo los domingos y fiestas

 

Se podrá admitir externos que asistan al catecismo los domingos y fiestas. Se entienden por externos los que no asisten a las escuelas cristianas los días en que las tiene.

Todos los externos serán admitidos de la misma manera que se recibe a los escolares que asisten a la escuela. Si son pequeños y menores de 15 años, serán traídos por sus padres. Si tienen más de 15 años se les podrá recibir sin estar acompañados por sus padres, pero no se les recibirá sino después de haberlos examinado diligentemente.

Para ello se les hará venir dos o tres veces para hablar con ellos antes de admitirlos y para ponerlos al tanto de sus deberes y de las reglas que deberán observar cuando vengan al catecismo, y la manera en que deberán comportarse durante el mismo.

Se obligará a todos los externos a asistir asiduamente al catecismo, a presentarse desde el comienzo y permanecer hasta el fin, a comportarse debidamente y estar atentos, a no hablar ni bromear, a no provocar ningún desorden, sino a observar la misma postura, la misma reserva y la misma atención que se exige a los escolares.

No se les admitirá al catecismo sino en cuanto parezca que acuden para ser instruídos en las cosas que deben saber y practicar.

No se les obligará a asistir con los escolares ni a vísperas ni a la oración; será suficiente que acudan asiduamente al catecismo. Y cuando termine el acto con que se acaba el catecismo, los maestros permitirán que salgan; a menos que quieran permanecer de buena gana, a lo cual les animarán los maestros.

Ninguno de los externos admitidos al catecismo faltará sin permiso, y, si acontece que alguno se ausenta por propia decisión, el maestro se informará de la razón por la que haya faltado. Si alguno de los externos falta tres veces seguidas al catecismo, sin ninguna razón válida e incluso sin permiso, habiéndolo podido solicitar antes, si provoca algún desorden en el catecismo, o si no se comporta debidamente, y no se esfuerza por cambiar de conducta, será excluído y tachado de la lista; lo que no se hará, sin embargo, sin antes haber pedido el parecer del Director.

Si luego pide ser admitido de nuevo, solicitará este favor durante dos meses, antes de que le sea concedida, y no se concederá sino con grandes precauciones y después de que haya dado señales de un verdadero cambio.

No se obligará a los externos a ser interrogados como los escolares, bastará con que estén atentos. Sin embargo se preocupará de interrogar a algunos de vez en cuando, sobre todo a los que se note que no se avergüenzan porque se les pregunte y que no respondan de mala gana.

Los maestros procurarán animar a los externos para que sean asiduos, para que estén atentos y para que respondan de buena gana durante los catecismos, y emplearán para lograrlo los medios que les parezcan más adecuados, y los recompensarán de vez en cuando, especialmente a los que hayan respondido con agrado, y que se hayan esforzado para responder bien.

 

* CAPÍTULO 10

De los cánticos

 

CAPÍTULO 11

De la salida de la escuela

 

ARTÍCULO 1

De cómo deben salir de la escuela los escolares

 

Los alumnos de las clases inferiores saldrán antes que los de las clases superiores. Los de la clase elemental, por ejemplo, saldrán mientras que se cantan los cánticos.

Los escolares saldrán de sus clases y de la escuela de dos en dos, cada uno con el compañero que le haya señalado el maestro.

Los alumnos saldrán de su sitio ordenadamente y de esta manera: el maestro hará seña al primero de un banco para que se levante; este alumno saldrá de su puesto, llevando la cabeza descubierta y los brazos cruzados, y, al mismo tiempo, el que se le ha dado por compañero;

Se juntarán los dos en medio de la clase, uno al lado del otro, y después de hacer una reverencia al maestro, para hacerle una también.

Y si el Director o el Inspector de las Escuelas o algunas personas de fuera se encuentran en la escuela en ese momento, le harán o les harán, si son varias, una inclinación a todos y después a su maestro; y luego saldrán con toda compostura, llevando los brazos cruzados, y con la cabeza descubierta, hasta que hayan atravesado todas las clases.

Cuando los dos primeros lleguen al centro de la clase, el segundo del banco, cuyo primer alumno haya recibido la indicación, se levantará con aquél que le sigue, e irán al centro de la clase y harán la inclinación como los otros dos, y los demás harán después lo mismo.

Los demás de todas las clases saldrán en el mismo orden y de la misma manera.

Los maestros vigilarán para que caminen siempre de dos en dos hasta su casa, distanciados unos de otros al menos la longitud de una pica.

 

ARTÍCULO 2

De las oraciones que rezan los alumnos durante todo el tiempo en que salen de las clases

 

En cuanto se haya acabado de cantar los Cánticos, se rezarán en voz alta el Pater noster, el Avemaría, el Credo, el De Profundis y el Miserere; el recitador de las oraciones dirá solo en voz alta y clara: Roguemos a Dios por nuestros maestros y nuestros bienhechores vivos, para que Dios les conserve en la fe de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana y en su santo amor, y digamos 'Pater noster', etc, y los demás alumnos dirán junto con él, y en un tono más bajo, hasta el fin del Símbolo.

Terminado el rezo del Símbolo, el recitador de oraciones dirá: Roguemos a Dios por nuestros maestros, por nuestros padres y nuestros bienhechores difuntos, y digamos, por el descanso de sus almas: De Profundis, Requiem aeternam, A porta inferi, Domine exaudi...

Todas las oraciones se rezarán alternativamente en la forma acostumbrada en la escuela; y después el mismo recitador de oraciones dirá: Oremus, Fidelium, etc.

Terminadas estas oraciones el recitador continuará diciendo él solo en voz alta: Roguemos a Dios que nos perdone las faltas que hemos cometido hoy en la escuela, y digamos con esta intención 'Miserere'. Este salmo se dirá alternativamente, lo mismo que el salmo De Profundis; el recitador de oraciones dirá un versículo completo, los demás escolares juntos, dirán los siguientes, y así los demás.

Una vez que los alumnos hayan salido de su clase, dejarán de rezar a Dios en voz alta y caminarán en silencio y ordenadamente, unos tras otros.

Los maestros exhortarán después a sus alumnos y procurarán convencerlos para que recen el rosario por el camino, cada uno con su compañero, hasta que lleguen a casa. Esta práctica les mantendrá en el orden durante todo el trayecto y será indudablemente muy edificante.

 

ARTÍCULO 3

De los deberes del maestro mientras los alumnos salen, y cuando ya han salido.

 

Uno de los maestros, si hay más de dos en la misma escuela, vigilará la salida de los alumnos, desde la última clase hasta la puerta de la calle, estando atento también a lo que acontece en esta clase.

Si hay tan solo dos maestros, uno de ellos vigilará a las dos clases, para que salgan los escolares con orden, y el otro vigilará en la puerta de la calle.

El Director o el Inspector de las Escuelas, o uno de los maestros que tenga este encargo, estará en la puerta de la calle, y exigirá que los alumnos salgan con orden, con compostura y modestia.

Cuidará de que los alumnos no se separen uno del otro en las calles, que no se tiren piedras, que no corran, que no griten, que no molesten a nadie, sino que vayan siempre en silencio.

Los maestros recomendarán encarecidamente a sus alumnos que no satisfagan sus necesidades, tampoco orinar en las calles al salir de la escuela, y advertirán a los que tengan necesidad que la satisfagan antes de salir.

Los maestros mandarán a sus alumnos que no se hablen, ni de una fila a otra, aunque se encuentren en la calle, y el maestro que esté encargado de vigilar en la puerta de la calle se preocupará de ello, y cuidará también de que no se acerquen demasiado unos a otros.

Un buen medio para hacerles cumplir todas estas cosas muy fácilmente será el de obligar a los alumnos a no separarse hasta que hayan llegado a la casa de uno de los dos, y de que se comprometan a rezar el rosario en el trayecto.

Como el maestro puede ver tan sólo lo que pasa en la calle de la Escuela, el Director o el Inspectorde las Escuelas, junto con los Hermanos, ordenará a algunos alumnos que observen lo que pasa en las otras calles, sobre todo en las que viven muchos alumnos, y que den cuenta fielmente de lo que hayan observado.

Será preciso, sin embargo, que esos escolares observen únicamente, sin decir una sola palabra, en caso contrario serán castigados o se les impondrá una penitencia por haber hablado.

Cuando todos los alumnos hayan salido de la escuela, los dos últimos una vez llegados a la puerta de la calle, habiendo saludado al Inspector o al maestro que esté allí, uno de ellos le indicará con la mano que ya puede entrar y que ya no hay más escolares.

Tan pronto como este Inspector o este maestro entre en la escuela, y habiéndose reunido todos los demás maestros en una de las clases y arrodillados ante el Crucifijo, si es en casa, dirá Viva Jesús en nuestros corazones, y los otros responderán Por siempre, y luego todos regresarán a la casa.

En las escuelas que estén fuera de casa, dirá: Dignare me laudare te, etc., y los otros responderán: Da mihi virtutem, etc. y seguidamente todos rezarán el Pater noster y saldrán todos de la escuela en silencio, rezando el rosario durante todo el camino hasta entrar en casa. Una vez llegados irán al oratorio y dirán: O Domina, etc., y luego: ¡Viva Jesús en nuestros corazones! ¡Por siempre!

 

SEGUNDA PARTE

DE LOS MEDIOS PARA ESTABLECER Y MANTENER EL ORDEN EN LA ESCUELA

 

Son nueve las cosas que pueden contribuir a establecer y mantener el orden en las escuelas:

1.- la vigilancia del maestro;
2.- los signos;
3.- los catálogos;
4.- las recompensas;
5.- las correcciones;
6.- la asiduidad de los escolares y su exactitud en llegar a la hora;
7.- el reglamento para los días de asueto;
8.- el establecer varios oficiales y la fidelidad de éstos en cumplir bien su cometido;
9.- la estructura, la calidad y la uniformidad de las Escuelas y de los muebles convenientes.


CAPÍTULO 1
De la vigilancia que el maestro debe ejercer en la escuela

 

La vigilancia del maestro en la escuela se ejercerá especialmente en tres cosas:

1.- corregir todas las palabras que el alumno que lee diga mal;
2.- hacer que sigan todos los que están en el mismo nivel;
3.- exigir completo silencio en la clase. Debe prestarse siempre mucha atención a estas tres cosas.

 

ARTÍCULO 1


Del cuidado que debe tener el maestro para corregir

todas las palabras en la lección y de cómo hacerlo bien

 

Es preciso que el maestro sea exactísimo para corregir todas las letras, todas las sílabas y todas las palabras que un escolar dice mal, cuando practica la lectura; el progreso de los escolares será tanto más grande cuanto mayor sea la exigencia del maestro en este punto.

El maestro no se servirá de la palabra, ni de ningún ruido de boca para corregir en la lectura, sino que dará dos golpecitos seguidos, uno tras otro, con la señal. Desde el momento en que el maestro dé la señal, el alumno que lee repetirá la última palabra que leyó. Si todavía la dice mal, o que no es ésa la palabra mal pronunciada, el maestro continuará dando dos golpes, uno tras otro, y golpe sobre golpe, hasta que el escolar haya dicho bien la palabra mal pronunciada.

Si el escolar repite hasta tres veces la palabra sin darse cuenta o sin corregirla, el maestro dará un sólo golpe con la señal, y mandará a otro que lea solamente para corregirle, y éste dirá sólo la letra, la sílaba o la palabra que el otro ha dicho mal.

Después de lo cual, el maestro hará repetir, dos o tres veces seguidas, la sílaba o la palabra al que leía y que había pronunciado mal.

Cuando un alumno se equivoque en la lectura, el maestro dará la señal precisamente en el momento en que el escolar comete la falta, para no obligar al alumno a buscar la palabra que dijo mal.

Cuando un alumno se equivoque en la lectura, y siga leyendo dos o tres palabras, antes de que el maestro dé un golpe para corregirle, -como si por ejemplo, al leer Señor Dios omnipotente y eterno, se equivoca en la primera sílaba- hay que evitar cuidadosamente consentir que continúe sin corregirlo, pero en ésta como en parecidas ocasiones, el maestro deberá dar dos golpes sucesivos, repitiéndolos hasta que el alumno atine con la palabra mal pronunciada; o bien el maestro dará tres golpes seguidos para que el alumno perciba que la palabra sobre la cual se dio esta primera señal no es aquélla en la que se ha equivocado.

Si el alumno que lee silabeando no pronuncia bien una de las sílabas de una palabra, y no puede corregirse él mismo, el maestro mandará a otro escolar que le corrija, y éste no leerá solamente la sílaba que el otro leyó mal, sino que repetirá la palabra completa, leyendo separadamente las sílabas, una tras otra, como si el que leyó, en lugar de decir semblable hubiese leído semblabe.

El alumno que le corrija dirá semblable, y no la sílaba ble solamente.

El maestro estará muy atento para que los alumnos que silabean no pronuncien las sílabas con dejadez, y que no repitan varias veces la misma sílaba; si llegasen a incurrir en esa falta, les impondrá algún pequeño castigo, para que no adquieran ese tipo de lectura que es muy desagradable y difícil de corregir en aquéllos que se acostumbran a leer así.

El maestro cuidará también que los alumnos no pronuncien demasiado aprisa, comiéndose las sílabas, diciendo, por ejemplo, qo, quo, sino que procurará que pronuncien claramente todas las sílabas q, u, o, y que no pronuncien tampoco demasiado despacio, sino pausadamente:

1.-porque leyendo demasiado rápido, están expuestos a invertir el orden de las letras, diciendo por ejemplo, om en lugar de mo;

2.-porque los que son nuevos en ese nivel, y de aprendizaje lento, no pueden seguir con los que leen rápido;
3.-porque cuando los escolares leen pausadamente, aprenden mucho más fácilmente.

El maestro debe tener mucho cuidado para que el que lee pronuncie tan distintamente, que todos puedan oírle fácilmente, y que los que leen de corrido, sin arrastrar, ni adquirir ninguna costumbre desagradable; que pronuncien las sílabas claramente, de modo que puedan distinguirse unas de otras mientras leen; que observen las pausas como es debido: muy poco en las comas, algo más en el punto y coma, en los dos puntos el doble que en las comas, y en el punto el doble que en los dos puntos.

 

ARTÍCULO 2

Del cuidado que debe tener el maestro para hacer que sigan todos

los que están en un mismo nivel

 

En todos los niveles de carteles del silabario y los demás libros de francés, latín e incluso de aritmética, mientras que uno lee, seguirán todos los demás del mismo nivel, es decir, que leerán en sus libros en voz baja, lo que el que lee pronuncie en voz alta, sin hacer ningún ruido con los labios.

El maestro tendrá cuidado de que todos los alumnos de un mismo nivel sigan a medida que el que lee adelanta de sílaba, o de palabra en palabra, y que si se señala a otro para que continúe, no repita ninguna de las palabras que haya dicho quien leyó anteriormente; esta práctica permite comprobar si el que lee ha seguido como se debe.

El maestro no permitirá nunca que los alumnos se soplen unos a otros las letras, sílabas o palabras durante la lectura, ni tampoco las respuestas completas, en los repasos o durante el catecismo.

El maestro estará muy atento a los diferentes niveles, tendrá siempre su libro, y sin embargo tendrá cuidado, de vez en cuando, de que todos los del nivel sigan.

Para ser fiel a esta práctica, no tendrá nada entre las manos, durante todo el tiempo de la lección, sino la señal, el libro durante la lectura, las plumas, papeles y demás cosas necesarias para la escritura, si está en la clase de los escribanos.

Si alguno de los alumnos está jugueteando con algo en la clase, un escolar se encargará de quitárselo, y lo guardará hasta el final de la escuela, en que, habiendo salido todos los escolares, y estando presentes el alumno o alumnos a los que pertenecen las cosas que tiene en la mano, presentará esas cosas al maestro, para devolvérselas a estos escolares o disponer de ellas al instante mismo, según lo juzgue oportuno el maestro, si cree que las cosas pueden perjudicarles.

Esto mismo se observará respecto de los libros u hojas impresas o grabados que los alumnos pudieran llevar a la escuela diferentes de aquéllos que necesitan durante el tiempo que permanecen en ella; el maestro no los guardará ni verá, ni leerá mientras esté dando clase, aun en el caso que juzgara necesario examinar si hay en ellos algo malo, lo que hará en un momento al terminar las clases, cuando todos los alumnos hayan salido, revisando algunas partes del libro.

Los maestros serán muy fieles en no recibir nada de los alumnos y en no guardar nada de lo que éstos hayan llevado a la escuela, bajo ningún pretexto, excepto los malos libros que llevarán al Hermano Director para que los queme; este asunto reviste mucha importancia.

Para obligar a los alumnos a seguir, el maestro se servirá de los medios siguientes: primero, vigilará muy exactamente sobre todos los escolares, particularmente sobre los que no tienen costumbre de seguir; segundo, les hará leer a cada uno varias veces, y poco cada vez;

Tercero, impedirá a los que no se sirven de la pequeña regla, de poner el dedo sobre sus libros; cuarto, obligará a todos los que leen y que no hayan seguido, a presentarse por sí mismos al maestro y pedir el castigo, inmediatamente, y, con el fin de animarles a ser fieles en esto, les perdonará algunas veces, y a los que reincidan les castigará severamente.

 

ARTÍCULO 3

Del cuidado que debe tener el maestro para que se observe mucho silencio en la escuela

 

El silencio es uno de los principales medios para establecer y conservar el orden en las escuelas, por lo cual cada maestro hará que se observe exactamente en su clase, no tolerando que ninguno hable sin permiso.

Con este fin, hará que los alumnos entiendan que deben observar silencio, no porque él esté presente, sino porque Dios los ve y esa es su voluntad.

Se cuidará de que los escolares estén colocados de tal manera que los maestros les puedan tener siempre a la vista. El maestro velará particularmente sobre sí mismo para no hablar sino muy rara vez, y en voz muy baja, a menos que sea necesario hacerse oír de todos los alumnos.

Cuando dé algunas indicaciones a los escolares, lo hará siempre en tono moderado, lo mismo que en cualquier otra ocasión, y cuando tenga que hablar a todos los alumnos en general.

No hablará a ningún alumno en particular, ni a todos en general, sin haber examinado lo que va a decir, y sin considerar que es necesario.

Cuando algún alumno pida hablar, no se lo concederá sino en contadas ocasiones, y no le responderá sino cuando esté sentado en su silla y siempre en voz baja.

No permitirá que los alumnos hablen mientras reciben una corrección, ni les permitirá que salgan de su puesto sin permiso.

El maestro hará entender a los escolares que no se les permitirá hablar alto en la escuela, más que en tres ocasiones, a saber: cuando les corresponde leer, en el catecismo y cuando rezan.

El maestro observará igualmente una regla semejante, y hablará alto sólo en tres momentos:

1.-para corregir a los alumnos durante la lectura, cuando sea necesario, porque ningún alumno puede hacerlo;

2.-durante el catecismo;

3.-en las reflexiones y en el examen.

Fuera de estas tres circunstancias el maestro no hablará alto sino cuando lo juzgue necesario y procurará que esto sea pocas veces.

Cuando los alumnos anden dentro de la escuela, el maestro cuidará que estén descubiertos y con los brazos cruzados, que caminen pausadamente, sin arrastrar los pies en el suelo, o hacer ruido con los zuecos, si tienen, para no perturbar el silencio que debe ser constante en la escuela.

El maestro hará observar fácilmente el silencio, si exige que los escolares estén siempre sentados, con el cuerpo siempre derecho, con la mirada hacia el frente, ligeramente dirigida hacia el maestro, que tengan los libros en las manos, leyendo siempre en él, que coloquen los brazos y las manos de tal modo que los pueda ver bien, que no se toquen mutuamente con los pies o con las manos, que no se den nada los unos a los otros, que no se miren nunca unos a otros, que no se hablen por signos, que tengan siempre los pies apoyados tranquilamente, que no saquen los pies fuera de los zapatos o zuecos, que los que escriben no estén como echados sobre la mesa cuando terminan, ni adopten posturas descuidadas.

 

CAPÍTULO 2

De las señales que se emplean en las Escuelas Cristianas

 

De poco serviría que el maestro se esforzase por mantener en silencio, si él mismo no lo guardase; les enseñará mejor esta práctica con sus ejemplos que con sus palabras, y el silencio incluso de un maestro contribuirá, mejor que cualquier otro medio, a mantener mucho orden en la escuela, al permitirle velar más fácilmente sobre sí mismo y sobre los alumnos.

Por esta razón se ha introducido el uso de las señales en las Escuelas Cristianas

Como hay muchas ocasiones en que los maestros deben hablar, y en las que se le ordena utilizar la señal en vez de la palabra, se han establecido numerosas señales de diferentes clases, para ordenarlas en alguna forma se las ha calificado en relación con los ejercicios y actividades que se practican normalmente en las Escuelas Cristianas.

Para hacer la mayor parte de esas señales que se utilizan en las Escuelas Cristianas, se empleará un instrumento llamado señal, que se hará de la forma siguiente.

Todas las señales serán las mismas en todas las casas, sin cambiar ni añadir nada. Todos los maestros emplearán las mismas señales; las que se usan son las siguientes.

 

ARTÍCULO 1

De las señales durante las comidas

 

Para hacer rezar las oraciones, el maestro juntará las manos.

Para indicar que deben repetirse las respuestas, de la Santa Misa golpeará el pecho. Para indicar que se repita el catecismo, hará la señal de la Cruz.

Para comprobar si un alumno está atento durante los repasos, el maestro dará un golpe con la señal para detener a aquél que habla, y después señalará al otro alumno con la punta de la señal para que repita lo que su compañero acaba de decir.

 

ARTÍCULO 2

De las señales tocante a la lectura

 

Para indicar a los alumnos que se preparen para comenzar la lectura, el maestro dará un golpe con la mano sobre el libro cerrado en el que se va a iniciar la lectura.

Para indicar al que lee que debe terminar, dará un golpe con la señal; todos los alumnos mirarán, entonces, al maestro, quien señalará con la punta de la señal al alumno que debe continuar la lectura.

Para indicar al que lee que se corrija cuando ha leído mal, o ha pronunciado mal una letra, una sílaba o una palabra, o que no ha hecho las pausas donde debería hacerlas, o que ha hecho una demasiado larga, el maestro dará dos golpes sucesivos, uno detrás de otro, con la señal; o que, si después de haber hecho las señales dos o tres veces, el alumno no lee bien, el maestro dará un solo golpe con la señal, como para suspender la lectura, para que todos los alumnos levanten la vista, y señalará a otro para que lea en voz alta la letra, la sílaba o la palabra que el primero leyó o pronunció mal.

Si se desconoce el motivo por el cual el maestro ha hecho la señal dos o tres veces, y si el que lee no encuentra la palabra que ha leído o pronunciado mal, porque ha leído varias después de ésta, antes de que el maestro le llamase la atención para corregirse, el maestro dará tres golpes sucesivos, uno tras otro, para darle a entender que lea más atrás, y continuará haciéndolo hasta que el alumno dé con la palabra que ha leído mal.

Para indicar que hable más fuerte, el maestro levantará la señal con la punta hacia arriba, y para señalar que hable más bajo, bajará la punta de la señal hacia el suelo.

Para avisar a uno o a varios que no hablen tan alto cuando siguen o cuando estudian, el maestro levantará un poco la mano con la señal, como si quisiera llevarla al oído,

Hará la misma señal cada vez que oiga ruido en clase; si es al lado derecho, levantará la mano derecha, y si es al lado izquierdo levantará la mano izquierda.

Para indicar que se lea pausadamente, el maestro dará dos golpes nítidos y separados uno del otro.

Para indicar que se lea o silabee una palabra que uno de los principiantes no dice bien, el maestro bajará una sola vez la punta de la señal sobre el libro que tiene en la mano.

Para indicar al que lee todavía por sílabas, de silabear o leer de corrido, cuando el alumno no observa una pausa entre dos sílabas, o cuando hay signos de puntuación lee de corrido, el maestro bajará una sola vez la punta de la señal sobre el libro que tiene en la mano, pausadamente y repetidas veces.

Para hacer cambiar de lectura dará una palmada sobre su libro abierto y en ese momento el que leía dejará de leer y dirá en voz alta: Bendito sea Dios por siempre.

Todos los alumnos se descubrirán y prepararán su libro o su lectura, todo lo cual debe hacerse rápidamente.

Para indicar que se termina definitivamente la lectura y que deben cerrar los libros, el maestro dará una palmada sobre la pasta del libro que tiene en la mano y en el cual se está leyendo.

 

ARTÍCULO 3

De las señales respecto de la escritura

 

Al principio de la escritura y para comenzarla, el maestro hará tres señales, golpeando espaciadamente con la señal tres veces, con un solo golpe cada vez.

A la primera, los alumnos sacarán todas sus escribanías, sus plumas y cortaplumas si deben tenerlo, y las enseñarán, de manera que el maestro pueda verlos todos muy bien; a la tercera mojarán la pluma en la tinta y escribirán todos al mismo tiempo.

Cuando un alumno se recueste sobre la mesa para escribir o tenga una postura defectuosa cuando escribe, el maestro le hará una señal con la boca, después levantará la mano de derecha a izquierda, para que ponga el cuerpo como es debido.

Cuando uno o varios escolares no sujeten bien la pluma, el maestro dará dos golpes con la señal; si nota que alguno no escribe, le hará un pequeño ruido con la boca y después el movimiento de los dedos.

 

ARTÍCULO 4

De las señales durante el catecismo

 

Para indicar a un alumno que cruce los brazos, el maestro le mirará fijamente y al mismo tiempo cruzará los suyos.

Para indicar a un alumno que tenga el cuerpo derecho, le mirará fijamente, enderezará al mismo tiempo su propio propio cuerpo, y, mirándole, colocará los pies correctamente.

Cuando un alumno no haya hecho bien la señal de la Cruz, pondrá su propia mano en la frente.

Para indicar a un alumno que baje los ojos, le mirará fijamente y él mismo bajará los suyos.

Para indicar a un alumno que junte las manos, el maestro juntará las suyas, mirándole. En una palabra, en estas ocasiones y en otras semejantes, él hará, mirando a los alumnos, lo que quiere que hagan y que observen.

 

ARTÍCULO 5

De las señales durante las oraciones

 

Cuando se quiera comenzar una oración, se dará una palmada con las dos manos; inmediatamente todos los escolares se descubrirán y se pondrán en la disposición en que deben estar.

Cuando todos los escolares estén en la disposición y en la postura que deben tener, se dará una segunda palmada con las dos manos, para comenzar la oración.

Cuando un escolar no rece a Dios, se le mirará fijamente, rezando la oración un poco más fuerte.

 

ARTÍCULO 6

De las señales para las correcciones

 

Todas las señales para las correcciones quedan reducidas a cinco, y los maestros harán que los alumnos comprendan por cuál de las 5 cosas se les corrige. 

Las cinco cosas por las cuales se impondrán correcciones en la escuela, serán :
1º por no haber estudiado;
2º por no haber escrito;
3º por haber estado ausente de la escuela;
4º por no haber escuchado el catecismo;
5º por no haber rezado a Dios.

Habrá cinco frases en diferentes lugares de cada clase, que recordarán la obligación de hacer estas cinco cosas, cada una expresada en los términos siguientes:

1.- No hay que ausentarse de la escuela, ni llegar tarde a ella sin permiso.
2.- Hay que aplicarse en la escuela a estudiar su lección.
3.- Hay que escribir sin perder tiempo.
4.- Hay que escuchar atentamente el catecismo.
5.- Hay que rezar piadosamente a Dios, en la iglesia y en la escuela.

Cuando un maestro quiera corregir a un alumno, le hará un signo señalándole con la señal, y al mismo tiempo le indicará, con la misma señal la sentencia contra la cual ha faltado, y después le hará un signo para que se acerque, si es para darle un palmetazo; si es para aplicarle la corrección, le hará un signo mostrándole con la señal el lugar donde se administra.

Cuando el maestro quiera amenazar a los alumnos con alguna corrección hará una signo dando un golpe con la señal, y cuando todos le miren, señalará con la misma señal, la sentencia que marca el deber, por cuya transgresión el maestro les amenaza con la corrección, y después, con la señal otra vez, les enseñará el lugar donde se recibe la corrección, o bien tendrá la mano como se pone para recibir la palmeta.

 

ARTÍCULO 7

De las señales que se emplean en algunas circunstancias especiales

 

Cuando un alumno pida permiso para hablar, se pondrá de pie en su puesto con los brazos cruzados y los ojos modestamente bajos, sin hacer señal alguna.

Si el maestro le concede permiso, le hará señal de acercarse adelantando el extremo de la señal hacia sí; se servirá de la misma señal cada vez que tenga necesidad de hablar con algún alumno. Si le rehúsa el permiso, bajará la señal hacia el suelo, frente al escolar.

Cuando un alumno pida permiso para ir a satisfacer sus necesidades permanecerá sentado y levantará la mano: para concederle permiso el maestro dirigirá la señal hacia la puerta; y para rehusar le hará señal de permanecer tranquilo, bajando la señal hacia el suelo.

Para que un alumno se ponga de rodillas, el maestro le mostrará el centro de la clase con la señal; para hacer besar, llevará el extremo de la señal a la boca, y después le señalará el suelo con la misma señal.

 

CAPÍTULO 3

De los catálogos

 

Una cosa que puede contribuir mucho a mantener el orden en las escuelas, es que haya Catálogos debidamente ordenados; debe haberlos de seis clases. La primera, de los Registros de matrícula; segunda, catálogos para cambio de niveles; tercero, catálogos para los grados en los niveles; cuarto, catálogos de las cualidades buenas o malas de los alumnos; quinto, catálogos de los primeros del banco; sexto, catálogos de los visitadores de los ausentes.

Los dos primeros serán para uso del Inspector de las Escuelas. Los maestros se servirán de los otros dos, y los dos últimos serán para uso de los alumnos.

 

ARTÍCULO 1

De los Registros de Matrícula

 

Los registros de matrícula son aquellos en los que se anotan todos los nombres de los escolares recibidos y admitidos en las escuelas, desde el comienzo del año escolar hasta el final.

Todos los registros de todos los años estarán escritos de seguido en un libro grueso; los escolares recibidos en un año, separados de los que se hayan recibido en otro año.

Al comienzo de cada registro se pondrá por título: Registro de escolares recibidos y admitidos para las clases de N...

En seguida se escribirán con letra grande el mes en el que cada escolar haya sido recibido, cada mes se anotará igualmente al comienzo y encima de los nombres de los escolares recibidos durante ese mes. En el margen se escribirá solamente con números: el día del mes en que el escolar haya sido recibido, y si han sido recibidos varios en el mismo día, bastará con señalar el día en el margen y al lado del nombre del primer escolar que se haya recibido en ese día.

El apellido de cada escolar se anotará también en el margen, al lado del sitio donde está escrito en el registro, para que se le pueda localizar fácilmente. Si está confirmado, se le marcará con una +, y si ha hecho la primera Comunión, con una C.

Al fin del registro habrá índices con los nombres y apellidos de los escolares de todos los catálogos contenidos en este registro, por orden alfabético; un índice para cada año escolar y junto a cada apellido estará marcada con un número la página del registro en el que está escrito.

Al principio de cada índice se pondrá como título: Indice de nombres y apellidos de los escolares recibidosen el año N

El índice de un año escolar se escribirá solamente al fin de ese año, cuando no haya más escolares para recibir.

En el texto mismo del registro se anotará el nombre y apellido de cada escolar recibido, su edad, si ha sido confirmado, si ha hecho la 1ª comunión, cuánto tiempo hace, el nombre de su padre y de su madre, o, si es huérfano de ambos, el nombre de la persona con la cual vive, la calle, el símbolo, la habitación y la parroquia; en qué nivel y en qué orden de nivel ha sido colocado; si no debe venir a la escuela desde el principio hasta el final; a qué hora ha de llegar por la mañana y por la tarde, y en qué día de la semana puede ausentarse; si ha estado ya en la escuela y cuánto tiempo, si ha tenido uno o varios maestros y cuanto tiempo. Después de anotar estos datos, será preciso dejar un espacio en blanco suficientemente amplio, para agregar posteriormente indicaciones: cuál es su manera de ser; si ha recibido la confirmación; si ha hecho la primera comunión después de haber ingresado en la escuela, qué día, de qué mes y de qué año; si es asiduo, si no lo es, por qué razón, si es frecuente, más o menos cuántas veces cada mes; si se ausenta durante el invierno; si llega tarde a la escuela, si es a menudo, aproximadamente cuántas veces por semana o por mes; si se aplica, si aprende bien; si se le cambia normalmente en el debido tiempo; si sabe el catecismo y las oraciones; cuáles son sus buenas y malas cualidades o costumbres; si ha dejado la escuela, qué día, para hacer qué cosa; qué día ha sido recibido la 1ª, 2ª ó 3ª vez; si ha dejado la escuela por segunda vez, qué día, para hacer qué cosa.

Acerca de todos estos datos, el Director escribirá en el registro, lo que juzgue a propósito añadir.

MODELO

Registro de los escolares recibidos y admitidos en las escuelas de la casa de Reims, en el año 1706

[Escrito al margen: agosto 31 Mulot + C ]Jean Mulot, recibido el 31 de agosto de 1706, 16 años de edad. Confirmado hace dos años. Primera comunión en la última Pascua. Hijo de Joseph Mulot, cardador de lana, domiciliado en la calle de Contray, parroquia de San Esteban, en la Cruz de Oro, en un taller. Ha sido puesto en el tercer orden de escribanos, y en el primero de urbanidad, debe venir a las 9 h. y a las 3 h., ha estado dos años en la escuela del Sr. Cabo, calle de San Esteban, ocho meses en la escuela del Sr. Ralot, un año en la escuela del Sr. Mulot, maestro de escuela. Los ha dejado porque sus padres creían que aprendería mejor en otra parte.

De lo que está escrito arriba, de lo que acerca de ello haya aprendido ya por sí mismo, gracias a su primera experiencia, ya por los informes de los maestros, especialmente mediante el catálogo de buenas y malas cualidades de sus escolares, que redactarán al final de cada año.

Tiene un espíritu inconstante, se ausenta aproximadamente dos veces por mes por alguna necesidad de su madre; se aplica medianamente; aprende fácilmente, ha fallado raramente para ser cambiado de nivel; sabe el catecismo y poco las oraciones, está inclinado a la mentira y a la glotonería, tiene una piedad mediocre [mediana] y nada de modestia, ha faltado a la escuela durante tres meses del invierno, abandonó completa- mente la escuela el 31 de agosto de 1706 para aprender el oficio de escultor o para mozo de servicio, o para ir a...

 

ARTÍCULO 2

De los catálogos para cambios de niveles

 

Los Inspectores de cambio de nivel tendrán cada uno un catálogo en el que figuren los nombres de los alumnos, y ordenados según los niveles y según los grados de cada nivel; cada alumno estará anotado en el grado del nivel al cual pertenece.

Habrá tantos catálogos de esta clase, cuantas sean las escuelas que dependen de una misma casa; y cada catálogo comenzará por los nombres de los alumnos del primer grado del nivel inferior, continuando así hasta el último grado del último nivel que es el de los registros.

Los catálogos para cambio de nivel en la lectura y en la escritura, así redondilla como bastardilla, y de Aritmética, estarán escritos en un mismo libro, uno tras otro. Los catálogos de escritura redondilla comienzan por el primer nivel y terminan por el 7º. Los catálogos de escritura bastardilla comienzan por el primer orden y terminan por el 5º, y los catálogos de aritmética comienzan por el primer orden y terminan por el 5º.

Habrá un libro que contenga los catálogos de los cambios de nivel de escritura y de aritmética, para cada escuela que dependa de una misma casa.

Cada página de este catálogo estará dividida en cinco columnas separadas por líneas de arriba abajo; la columna del medio debe ser más ancha que las otras dos.

Arriba de cada página se escribirá como título el orden de nivel en el que están los alumnos, cuyos nombres están escritos en esta hoja.

Segundo libro (primer orden)

En la columna del medio estarán escritos los nombres y apellidos de los escolares de un mismo orden de nivel, todos seguidos, sin ningún orden, según hayan sido admitidos en la escuela, o según hayan sido cambiados de nivel.

En la primera columna y al lado de cada alumno se anotará el día del mes en que cada alumno que está escrito en la hoja, haya sido colocado en ese nivel de lectura; en la segunda columna se anotará el mes.

En la cuarta columna, al lado de cada apellido, el día del mes en que cada alumno de ese nivel de lectura haya sido cambiado y colocado en otro nivel de lectura; y en la quinta columna, se escribirá el mes

 

MODELO

ESCRITURA del tercer grado

1 enero

Jacques Maturin

2 abril

1 marzo

Hubert Valle

3 junio

2 mayo

François Duterioux

6 julio

1 junio

Nicolas Paulet

1 agostp

1 julio

Louis Adam Rive

1 octubre

2 agosto

Jean Grimoine

2 noviembre

1 octubre

Philippe Le Gendre

1 diciembre

2 noviembre

Pierre Le Large

2 febrero

 

ARTÍCULO 3

De los catálogos para los grados en los niveles

Cada maestro tendrá un catálogo que contenga 24 folios, en el cual estarán consignados los nombres de los alumnos de su clase conforme a los grados de cada nivel; todos los nombres de los alumnos del mismo grado y nivel estarán escritos seguidos bajo el título del grado y nivel en el cual están.

Cada maestro tendrá todos los años un catálogo nuevo de esta clase.

El Inspector escribirá o mandará escribir todos los catálogos de los grados, y los entregará a los maestros, el primer día de cada mes, por la mañana, antes de que vayan a la escuela.

Habrá tres columnas en cada folio de estos catálogos, las cuales estarán separadas por líneas de arriba abajo.

En la primera columna, que será más estrecha, al lado de cada nombre, se anotará el mes y el día del mes en que cada uno de esos alumnos haya sido colocado en ese grado y nivel.

En la columna del medio se anotarán el nombre y apellido de cada alumno de un mismo grado y nivel, todos seguidos, sin orden alguno, conforme hayan sido admitidos en la escuela o colocados en el grado y nivel en el que están, y todos los nombres estarán separados entre sí por líneas que van de un lado al otro del folio.

En la tercera columna habrá cuatro cuadraditos al lado de cada nombre en los cuales se indicará, por puntillos, en el primero, cuántas veces llegó tarde el alumno; en el segundo, cuántas veces ha estado ausente con permiso; en el tercero, cuántas veces ha estado ausente sin permiso; y en el cuarto, cuántas veces no ha sabido el catecismo diocesano. Arriba de los cuadraditos de la primera columna se escribirá: arriba del 1º, tarde; arriba del 2º, ausente mamaña; arriba del 3º, ausente tartde, y arriba del 4º, Ign. del catecismo.

Los maestros apuntarán en estos catálogos a los que han llegado tarde y los que hayan estado ausentes, en el momento en que los primeros de banco y los visitadores de ausentes les informarán sobre los ausentes, y apuntarán a los que no hayan sabido el catecismo de la diócesis cuando se lo repasa.

 

MODELO

Catálogo de la tercera clase de la calle Princesa.

Para enero de 1706.

 

 

Retr

Aus M

Aus T

Ign Cat

del 20
1 de junio

Maturin Mouchet
Denis Maillot
Antoine Renualt
Antoine Dory
Antoine Fatrice

 

 

 

 

 

3er orden

1 Julio

Prudent Du But
Antoine Pierre du But
Denis Vison
François Thiéry
Simón Cottin

 

 

 

 

1 Agosto

Jean Augé

 

 

 

 

 

ARTÍCULO 4

De las buenas y malas cualidades de los escolares

 

Hacia el fin de cada año escolar, durante el último mes que se tengan las clases antes de las vacaciones, todos los maestros redactarán cada cual un registro de sus escolares, en el que señalarán las buenas y malas cualidades, según sus observaciones durante el año. Escribirán el nombre y apellido de cada escolar, cuánto tiempo hace que viene a la escuela, el nivel y el orden de nivel en los que se encuentra, el carácter de su inteligencia, si es piadoso en la iglesia y durante las oraciones, si está sujeto a algunos vicios tales como: la mentira, la blasfemia, el robo, la impureza, la gula, etc. Si tiene buena voluntad o es incorregible; cómo hay que vérselas con él, si la corrección resulta útil o no, si ha sido asiduo a la escuela, o si se ha ausentado a menudo o rara vez, por algunas buenas razones, o sin motivo, con permiso o sin permiso; si ha sido exacto o no para llegar a la hora y antes que el maestro, si se aplica en la escuela, si lo hace por sí mismo, si es propenso a hablar y bromear, si aprende bien, si ha sido cambiado habitualmente en el tiempo requerido, o cuánto tiempo ha permanecido en cada orden de nivel, más allá del tiempo establecido para ser cambiado; si esto ha sido por su culpa, o porque tiene una inteligencia lenta, si sabe bien el catecismo y las oraciones, o si ignora lo uno y lo otro; si es obediente en la escuela, si no es de genio difícil, terco y propenso a resistir al maestro; si no es demasiado mimado por sus padres, si no les gusta que se le corrija, si se han quejado a este respecto; si ha tenido algún oficio y cuál, y cómo lo ha cumplido.

Cada maestro al fin del año escolar, entregará al Director este registro que haya redactado, y el Director lo dará, el primer día de clase después de las vacaciones, al maestro que atenderá esa clase, si es uno diferente del año precedente, el cual se servirá del registro durante los tres primeros meses para aprender a conocer a los escolares y cómo deberá proceder respecto a los mismos. Si es el mismo maestro, lo conservará el Director. Transcurridos los tres primeros meses del año escolar, el maestro a quien el Director haya entregado este registro el primer día, lo devolverá al Director. El Director los conservará todos, y tendrá cuidado de confrontar los de los años anteriores con los de años siguientes, y los de un maestro con los de otro de la misma clase y de los mismos escolares, para ver si están de acuerdo o si difieren, sea en todo o en alguna cosa. Si acontece que un maestro novel no puede preparar este registro, el Director o el Inspector le enseñarán a hacerlo, y si llegase a ser necesario lo harán en su lugar.

EJEMPLO

Registro de escolares de la 4ª clase de la calle San Plácido (París) en el año 1706
donde figuran sus buenas y malas cualidades.

François de Terieux, 8 años y medio de edad, viene a la escuela desde hace dos años. Está en el tercer orden de escritura desde el 1º de julio último; es de espíritu inquieto, tiene poca piedad y modestia en la iglesia y en las oraciones, a menos que se esté sobre él, pero por ligereza; su vicio particular es la inmodestia. Tiene bastante buena voluntad, es preciso ganarle y animarle para que lo haga; la corrección le sirve de poco, porque es ligero; ha faltado raramente a la escuela, algunas veces sin permiso, por juntarse con algún compañero libertino y por su comodidad no ha llegado a la hora, no se aplica más que medianamente, a menudo observa y se duerme, a menos que se le vigile. Aprende fácilmente, ha faltado dos veces antes de ser cambiado de nivel del 2º al 3º orden; falto de aplicación; sabe bien las oraciones, es sumiso en la corrección, si se la aplica con autoridad y es reticente si no se la tiene. Es sin embargo, de un carácter difícil; es preciso que se le gane y hará lo que uno quiere; es querido por sus padres y no están contentos de que le corrija, no ha estado en ningún oficio, porque no es muy capaz, es vigilante, cumplirá bien su deber, si es que no llega tarde a menudo.

Lambert du Long, 12 años y medio de edad, viene a la escuela desde hace 4 años, está en el 7º orden de la escritura y en el 4º de la aritmética, desde el 4 de mayo último, es de un espíritu superficial y ligero, aprende y retiene fácilmente, tiene muy poca piedad en la iglesia y en las oraciones, frecuenta poco los sacramentos, su vicio particular es el orgullo; se molesta mucho cuando se le humilla; la corrección le es a veces útil; es ordinariamente asiduo, se aplica mucho en el catecismo, en la escritura y en la aritmética; ha cambiado siempre de nivel a su tiempo; es sumiso si reconoce a su maestro, si no, es desobediente; ha sido recitador de oraciones y primero de banco; se realiza muy bien en estos oficios.

 

ARTÍCULO 5

De las listas de los primeros de banco

 

Habrá en cada clase una lista de cada banco que contenga los nombres y apellidos de todos los escolares del mismo banco.

Uno de los escolares de este banco, que será colocado el 1º, y al cual se le llamará el 1º del banco, estará encargado de esa lista y su nombre será colocado el primero de los que estarán en esa lista.

Los nombres de los demás escolares de este banco serán colocados a continuación según el orden que tengan después de él en ese banco. Las listas se escribirán en un cartón, cubierto con papel de medio pie de alto, y unas cuatro pulgadas de ancho.

Los nombres de los escolares estarán escritos sobre fichas de cartón, cuyos dos extremos se insertarán en dos cordones tendidos desde arriba hasta abajo de la lista. Tendrá dos listones de hilo rojo en ambos lados de cada ficha, el primero para señalar los que han llegado tarde y el segundo para señalar los ausentes.

Unos y otros serán señalados por el 1º del banco, como está dispuesto en el artículo de su oficio. Estas listas estarán colgadas con un cordón en un clavo fijado en la pared, cada lista en el extremo del banco en el que están colocados los escolares, y cuyos nombres estarán anotados.

 

EJEMPLO

Ausentes

 

Atrasados

 

Damien Rivasson

 

 

Lambert du Long

 

 

Martin Hacq

 

 

Jean-Bapte. La Chapelle

 

 

Nicolas du Four, etc.

 

 

ARTÍCULO 6

Listas para los Visitadores de los ausentes

 

Habrá en cada clase, listas para los visitadores de los ausentes, en cada una se anotarán como máximo unos 15 ó 20 escolares. Cada una de estas líneas corresponderá a los escolares de un mismo barrio para que puedan ser fácilmente visitados por los visitadores de ese barrio.

Cada visitador tendrá su lista y allí señalará todos los días a los ausentes, como está expresado en el artículo de los visitadores de los ausentes. Estas listas se escribirán en un cartón plegado en dos, cubierto por dentro con un papel blanco, y por fuera con un pergamino. Cada lado de una lista tendrá unas 2 pulgadas de ancho, y medio pie de alto.

Los nombres de los escolares estarán escritos sobre fichas de cartón cuyos dos extremos se insertarán en dos cordones tendidos de arriba hasta abajo de la lista. En el borde y a ambos lados de cada ficha habrá un listón de color rojo que se sacará, el que está del lado izquierdo de la ficha servirá para señalar cuando algún escolar haya llegado tarde y el del lado derecho de la ficha servirá para señalar cuando esté ausente.

 

EJEMPLO

O

Jean B. Lardier
Rue de Tillois

O

André Gazin
Rue St. Jacques

O

O

Nicole Ruvene
Rue de Bougrêle

O

Quentin Dubré
Rue Maillet

O

O

Nicole le Becq
Rue de la Couture

O

Henry Guimbert
A la Couture

O

O

Pierre Drotin
Rue Bourgresle

O

Jean Guimbert
A la Couture

O

O

Joseph d'Allure
Rue Chativer

O

Thiéry Guimbert
A la Couture

O

O

Nicolas Mulot
Rue de Tapisiers

O

Pierre Henry
Vieille Couture

O

O

Pierre Jobart
Rue des deux Anges

O

Nicolas Muet
Vieille Couture

O

 

CAPÍTULO 4

De las recompensas

 

Los maestros darán recompensas de vez en cuando a los alumnos que hayan sido más fieles en el cumplimiento del deber, a fin de inducirlos a que lo hagan de buena gana y para estimular a los otros con la esperanza de la recompensa.

Las recompensas que se darán a los alumnos serán de tres clases:
1º, recompensas por la piedad,
2º, recompensas por la capacidad,
3º, recompensas por la asiduidad.

Las recompensas por la piedad serán siempre más hermosas y más valiosas que las otras, y las recompensas por la asiduidad mejores que las que se otorgan por la capacidad.

Las cosas que podrán darse como recompensas serán de tres grados diferentes:

1º libros,

 2º estampas de papel satinado, imágenes de yeso, como vírgenes, agnus y otras pequeñas obras manuales,
3º estampas de papel y sentencias en letras grandes.

Normalmente, se distribuirán sentencias a los alumnos a modo de recompensas, porque suelen ser más útiles y mejor aceptadas, y todas estas sentencias serán piadosas.

Todas las estampas serán también piadosas; lo más a menudo representaciones de crucifijos, de misterios del Niño Jesús, de la Santísima Virgen y de San José.

Los libros serán siempre recompensas extraordinarias, y sólo el Hermano Director los entregará después que haya examinado a los alumnos que el maestro considera dignos de recibirlas.

Los libros que podrán darse como recompensa serán libros de piedad, como por ejemplo la Imitación de Jesucristo, Las Pláticas prudentes, Las Verdades Cristianas, Los Pensamientos cristianos, el Pensadlo mucho, etc.

A los pobres se les darán únicamente los Cánticos Espirituales, las Oraciones de la escuela, el Catecismo de la diócesis, y otros libros de uso en las Escuelas, que no se darán a los que puedan comprarlos

Cada semana se dará en las clases como recompensa una estampa y una sentencia, una más bonita que la otra; la sentencia, o la más bonita, si hay dos, será para el que mejor haya dado y respondido al Catecismo, y la estampa o la sentencia menos bonita será para el segundo que mejor lo haya sabido.

Las recompensas por la capacidad se darán únicamente cada mes, cuando el Hermano Director o el Inspector comience los exámenes. Habrá una sola para el más sobresaliente en cada nivel.

Todos los meses se dará también una recompensa en cada clase, al que haya sido más piadoso y modesto en la iglesia y durante las oraciones.

También se podrá dar cada mes en cada clase un libro, una sentencia extraordinaria y muy grande, o una estampa grande y bonita, o alguna otra cosa que pueda gustar a los alumnos a quienes se les manifestará estima y afecto particular, y esta recompensa se dará al que haya sobresalido en todo, es decir, en piedad, en modestia, en asiduidad y en capacidad. Será preciso que estas tres cualidades se den en aquellos a quienes se otorgue esta recompensa.

Las recompensas ordinarias de cada semana y del último día de curso antes de las vacaciones serán distribuidas por los maestros. Las recompensas extraordinarias, y que se entregan todos los meses, como está señalado arriba, serán distribuidas por el Director o por el Inspector de las Escuelas.