JUDAÍSMO
TEOLOGÍA FUNDAMENTAL

I. El espíritu del judaísmo

II. La vida judía

 

I. El espíritu del judaísmo

Independientemente del lugar geográfico, los judíos se han sentido más o menos como si estuvieran viviendo en Tierra Santa; algunos, más que menos, como Judá Halevi, el poeta español, cuyos grandes poemas de amor a Sión han sido una constante fuente de inspiración para judíos desde que se publicaron por primera vez.

I. LA ALIANZA PATRIARCAL O ANCESTRAL: BERIT ABOT. El comienzo de esta íntima vinculación con la tierra es muy anterior a los tiempos medievales. Los judíos siempre se han comprendido a sí mismos como formando parte de una alianza entre su pueblo y Dios, que viene desde Abrahán, Isaac y Jacob. Desde el principio esta relación incluía la tierra de Israel como un constituyente indispensable de la realidad de la alianza. Su Dios, que llama a Abrahán de su tierra natal, era "Elohei Ha-aretz", el Dios de la tierra. Cuando Abrahán llega a la tierra se establece la alianza: "Yo establezco mi pacto contigo y con tu descendencia después de ti de generación en generación. Un pacto perpetuo. Yo seré tu Dios y el de tu descendencia después de ti. Yo te daré a ti y a tu descendencia después de ti en posesión perpetua la tierra en la que habitas ahora como extranjero, toda la tierra de Canaán. Yo seré vuestro Dios" (Gén 17,7-8). La denominación y la santificación del pueblo son inseparables de la santidad de la tierra.

La promesa a Abrahán fue confirmada a los patriarcas siguientes, Isaac y Jacob. Más tarde, cuando Moisés es enviado a Egipto a liberar al pueblo de la esclavitud, obra en el nombre de la alianza patriarcal. Sólo hay un posible destino después del éxodo: la tierra de Israel.

A1 entrar en la tierra bajo la guía de Josué, se le encarga: "Sé fuerte y ten ánimo, porque tú deberás dar a este pueblo la posesión de la tierra que a sus padres juré dar" (Jos 1,6).

Después de tomar posesión de la tierra, el agricultor israelita tenía que ir con su diezmo al santuario. Como parte de la confesión del diezmo tenía que hacer la siguiente oración: "Mira desde tu santa morada, desde los cielos, y bendice a tu pueblo y a la tierra que nos has dado, como habías jurado a nuestros padres, tierra que mana leche y miel" (Dt 26,15).

Las referencias son demasiado numerosas para referirlas. Lo que señalan todas es un lazo inseparable entre el pueblo y la tierra, entre el pueblo santo y la tierra santa. Los destinos de este pueblo y de esta tierra están ligados, unidos por la promesa de Dios. Lo mismo en la tierra que en el exilio, sigue siendo parte de su identidad y conciencia.

2. LA ALIANZA DEL SINAÍ: BERIT SINAÍ. Hay una segunda alianza importante para nuestro propósito. A esta alianza se ha hecho alusión ya en el ciclo de los relatos de Abrahán. Sin embargo, no se hace plenamente consciente hasta el monte Sinaí. Leemos lo siguiente en el Génesis, en el preludio de la destrucción de Sodoma: "¿Ocultaré yo a Abrahán lo que voy a hacer, cuando ha de convertirse en un pueblo grande y fuerte y cuando en él serán bendecidas todas las naciones de la tierra? No; le pondré al corriente para que ordene a sus hijos y a su casa, después de él, que observen la ley del Señor, practicando la justicia y el derecho, de modo que el Señor cumpla en Abrahán cuanto ha prometido acerca de él" (18,17-19). Más tarde, en el monte Sinaí, esta intimación a guardar el camino del Señor se convierte en la Torah, el sistema de 613 mandamientos que van a guiar la vida de los descendientes de Abrahán, el nuevamente liberado pueblo de Israel. Los pensadores judíos han entendido normalmente que estas dos alianzas siguen vigentes, sin que la segunda suplante a la primera. Así, el pueblo de Israel tiene una doble santidad: la alianza ancestral con su promesa de la tierra y la alianza del Sinaí con sus mandamientos. Desde el punto de vista de la primera, Israel fuera de casa, fuera de su tierra, está incompleto. No está cumpliendo su deber de ocupar la tierra y habitar en ella como pueblo de Dios; su santidad está disminuida. Sin embargo, la alianza del Sinaí no depende de la tierra. La Torah es portátil y su santidad acompaña al pueblo a todos los lugares que habita. Muchos de los mandamientos no pueden cumplirse fuera de la tierra, porque están relacionados con el asentamiento y cultivo de la tierra y la celebración en el templo de Jerusalén. No obstante, la santidad de la Torah del Sinaí prevalece en todas partes.

3. EL CONTENIDO DE LAS ALIANZAS. El rabino Joseph B. Soloveitchik discutía estas dos alianzas en un discurso ya famoso a los sionistas religiosos de América, los Mizrachi, en los años sesenta. Resaltaba que el contenido de la alianza del Sinaí es claro para nosotros. "Se expresa a sí misma en estatutos y juicios, en la promesa de observar 613 mandamientos". Esto da al pueblo judío su carácter y propósito, distintivos: su yiud. Preguntaba después: "Pero ¿cuál es el contenido de la alianza patriarcal? Aparte de la circuncisión, Dios no dio mitzvoth a los patriarcas... Me parece que el contenido de la alianza patriarcal se manifiesta asimismo en el sentido de separación del judío; en su aislamiento existencial; en el hecho de que debe luchar contra filosofías y fuerzas políticas seculares que el no judío culto ignora; en el hecho de que la seguridad de la sociedad generalmente no ofrece ipso facto seguridad al judío. En otras palabras, el judaísmo de la alianza patriarcal se expresa en nuestra identificación con Abrahán el hebreo: `Todo el mundo por una parte, y él por otra'. (Esta última cita es un comentario midrásico sobre la palabra hebrea ibri. La raíz eber puede significar `por otra partes".

"La alianza patriarcal se realiza dentro de la conciencia judía porque otros señalan y dicen: `¡Es judío!' En una palabra, la alianza patriarcal halla expresión en el sentido de unidad con klal Yisrael (el colectivo entero de Israel), en la participación de uno en el conjunto de todos los judíos, y en la conciencia del hecho de que ser judío es algo singular y único. El que carece de esta mentalidad y no se siente a sí mismo ligado al extraño y paradójico destino judío, carece de la santidad de la alianza patriarcal. Uno puede observar la Torah y los mandamientos y estar plenamente dentro de la alianza del Sinaí, pero al mismo tiempo estar profanando la santidad patriarcal". En otras palabras esta alianza es una alianza de sino, de su destino: goral.

Así pues, podemos decir que los judíos hacen derivar de la alianza ancestral o patriarcal su fuerte sentido de pertenecer a una familia: sorteos los hijos de los padres y madres de Israel. Como miembros de la misma familia cuidamos unos de otros, nos alegramos de los éxitos de los demás y lloramos cuando cualquier porción de la familia afronta la tragedia. La alianza del Sinaí es una alianza de aprendizaje: específicamente, hacer aquello que se nos ha mandado. La figura central de esta manera es Moisés, que es conocido en la tradición judía como "nuestro maestro".

4. IMPLICACIONES MESIÁNICO-REDENTORAS. Cada una de las alianzas tiene su propio dinamismo redentor. Para la Berit Abot, el drama de la redención se centra en la tierra. Fuera de la tierra, Israel está incompleto, en el exilio; la alianza sigue sin estar cumplida. La vuelta a la tierra, por tanto, tiene un significado mesiánico. La alianza se actualiza: una vez más el Dios de la tierra es su Dios. La posesión de la tierra y la soberanía sobre ella es el signo del retorno al favor redentor, posiblemente el comienzo de una era mesiánica.

La conciencia de la alianza del Sinaí se preocupa por la actualización de su programa de los mandamientos de la Torah como fuerza directriz de cada fase de la vida del pueblo. Se centra en la cuestión de los judíos que tienen poder para crear las circunstancias en las que poner por obra los términos de la alianza. El retorno a la tierra puede ser un signo de perdón de cualquiera de los pecados que fueron la causa de que el pueblo fuera al exilio y tiene la finalidad de ofrecer una nueva oportunidad para mejorar la actuación pasada. Esperando que se siga la sociedad más perfecta inspirada en la Torah.

Para entender el significado religioso de Israel para los judíos deben tenerse en cuenta ambas alianzas. Actúan conjuntamente, dando lugar a diferentes acentos. Existen bajo formas religiosas y secularizadas. Así, en la evolución del sionismo hallamos judíos religiosos lo mismo que sionistas seculares preocupados por la supervivencia del pueblo judío. Temían que la emancipación y sus consecuencias condujeran a la completa asimilación o a la aniquilación antisemita. Sus prevenciones desafortunadamente se cumplieron y se confirmaron en el holocausto, así como la asimilación general que invade a las comunidades de la diáspora. Encontramos también judíos religiosos que están motivados por las preocupaciones del Sinaí, la oportunidad de realizar más las responsabilidades de la alianza en la tierra que fuera de ella, que incluye el mandato de ocupar la tierra y hacerla florecer. Los sionistas seculares también tienen una versión de la conciencia del Sinaí: desean construir una sociedad enraizada en los valores judíos de la justicia.

La empresa sionista está así motivada por ambas formas de conciencia de alianza. La emancipación condujo a la pérdida de soberanía sobre la vida comunitaria judía, un alto precio por la integración dentro del moderno Estado. Ahora los judíos quedarían integrados en su lugar de residencia como plenos ciudadanos. Esta adhesión, se temía, sería un desafío insuperable para la identificación con la nación judía. La Berit Abot estaba en peligro. Pronto la Berit Sinaí estaría amenazada también por el proceso de indigenización seguido. Los intentos de conservar un fuerte sentido de vida comunitaria se encontraron con el desarrollo del moderno antisemitismo político y racial. La soberanía judía sobre la antigua patria judía era una necesidad para la supervivencia de ambos impulsos de las alianzas. Un Estadonación fuerte sería el garante de la supervivencia física y de la renovación espiritual del pueblo judío en todas partes.

5. EL ESTADO DE ISRAEL. El cumplimiento de la aspiración sionista y del viejo sueño de nuestro pueblo tuvo lugar con la creación del Estado de Israel en 1948 mediante una resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Desde ese momento el Estado se ha transformado de modo progresivo en un elemento significativo de la vida religiosa, espiritual y moral de los judíos de cualquier parte. Esto ha sido verdad especialmente a partir de junio de 1967, cuando Jerusalén pasó a estar bajo control israelí durante la guerra de los seis días.

La guerra había estado precedida por semanas de terror que se apoderó de los judíos cuando oyeron las amenazas y vieron los preparativos para arrojar al mar a todos los judíos israelles. La rápida, dramática, decisiva y totalmente inesperada escapada del desastre y la vuelta a Jerusalén supuso un cambio decisivo para la mayoría de los judíos. Ahora se identificaron con Israel y su patrimonio espiritual renacido, como una aventura totalmente fresca y nueva para la vida judía moderna. Se percataron de que el renacimiento de Israel representa un compromiso de supervivencia para la nación judía, la determinación de reconstruirse a sí misma después del violento ataque del holocausto. Después de dos mil años de relativa impotencia para defenderse a sí mismos, los judíos tendrían ahora el poder para autoprotegerse y, lo que es más significativo, para trazar su destino como un pueblo moderno con raíces antiguas.

Aprender a usar este poder para crear un nuevo Estado ha sido una fuente de constantes desafíos. Incluyen éstos la aglutinación de numerosos grupos de refugiados de Europa y los países árabes, construir una sociedad moderna y justa y el intento de crear un centro espiritual para los judíos del mundo mientras procura defenderse a sí mismo y encontrar un modo de vida pacífico con sus vecinos.

Los judíos están muy orgullosos de los logros del Estado, aunque tienen clara conciencia de los muchos problemas que Israel afronta. De hecho, judíos de todo el mundo tratan de actuar como socios responsables en el desarrollo de la vida israelí. Son muy sensibles a los temas que se relacionan con la seguridad, estabilidad y la moral de sus ciudadanos. Muchas actividades comunitarias judías en la diáspora se relacionan con Israel: conferencias a cargo de prominentes eruditos o líderes israelíes, la creación de fondos con fines educativos y humanitarios, fomento de la inversión económica. Las visitas a Israel son frecuentes, y muchos jóvenes siguen parte de su educación allí. Estas actividades dan a los judíos individuales y a las comunidades judías un significativo sentido de participación con los judíos israelíes en la construcción de la nación.

Todo esto ha conducido a un sentimiento vital de identidad comunal y nacional judía -el cumplimiento de la alianza patriarcal-, que incluye esfuerzos por mantener bien asistidas a las comunidades de la diáspora, prestando mucha atención a la ayuda a los judíos que están en circunstancias angustiosas, como en Rusia, Siria y Etiopía.

Así pues, el renacimiento del Estado de Israel en su tierra de la alianza ancestral ha marcado un renovado compromiso con la población judía, que ha sido siempre la esencia de la conciencia de la alianza patriarcal. En esta perspectiva, la supervivencia del pueblo a lo largo de la historia es ella misma, un fenómeno sagrado, que anima a muchos judíos en la actualidad judíos comprometidos y otros algo alejados de la tradicióna fortalecer sus lazos judíos e incluso a profundizar su modo de entender las enseñanzas religiosas, espirituales y morales que constituyen su herencia y se derivan de la alianza del Sinaí.

6. PODER: BENDICIONES Y DILEMAS. Así, el poder es necesario para sobrevivir como pueblo independiente. El poder es necesario también para la realización de la visión del Sinaí. Este desafío exige que el judaísmo haga frente al mundo real y a los asuntos de la vida moderna. Los que no tienen poder pueden sentarse en las orillas y moralizar. Es infinitamente más difícil erradicar la pobreza, crear puestos de trabajo y combatir el terrorismo y las guerras con dignidad. Hay que elegir, y a menudo se cometen errores. A veces incluso las mejores opciones tienen algunas consecuencias desafortunadas e imprevistas.

El poder del Estado significa una oportunidad para hacer que el judaísmo sea algo vivo, para poner los mandamientos de Dios en práctica como guía de una sociedad moderna. ¿Puede lo sagrado entrar en el mundo y transformarlo, o debe lo sagrado quedar enclaustrado en la sinagoga o los centros de estudio, lejos de las tensiones de la vida real? ¿Pueden los judíos crear una sociedad que sea fiel a los valores de la bondad y la justicia? ¿O son éstas apropiadas sólo para los sueños y no para la realidad?

Puesto que los judíos consideran la lucha mediante el poder y sus implicaciones como un tema crítico actualmente, debemos meditar sobre este asunto y ampliar la dialéctica. En nuestro tiempo, hemos llegado a darnos cuenta de que las palabras ásperas y actitudes tácitas podían terminar en una forma de articulación particularmente peligrosa. Los judíos están con frecuencia preocupados de que no recordemos las lecciones del poder. A lo largo de nuestra historia hemos tenido poder suficiente para negociar nuestra existencia, manteniéndonos como una entidad física y espiritual distinta. Cada cierto tiempo el equilibrio se ha inclinado contra nosotros. Carecíamos del poder para protegernos, y sufrimos por ello. El caso más extremo de lo último ha tenido lugar en nuestro mismo tiempo. Durante el holocausto sufrimos una impotencia extrema. No pudimos hacer casi nada para salvar a seis millones de judíos, que fueron destruidos, y a las numerosas comunidades que experimentaron desplazamientos. Este acontecimiento fatal está todavía fresco en nuestras mentes y evoca pesadillas en muchos de aquellos que sobrevivieron. Sin embargo, nuestra generación ha experimentado también un milagro. El nacimiento y desarrollo del Estado de Israel, a pesar de sus muchos problemas, es nada menos que un milagro moderno. Esperamos y pedimos que sea "reshit zemihat geulatenu", el primer florecimiento de la gran redención prometida. Israel se considera hoy entre las grandes potencias mundiales en cuanto a capacidad militar. En toda nuestra historia no hemos sido tan poderosos absoluta o relativamente como lo somos hoy. Hasta donde la memoria alcanza, hemos pasado de una extrema impotencia a un poderío extremo. Pero este poder no es sólo una ventaja; es un desafío. Una nación puede emborracharse con su propio poder, como le sucedió al antiguo Egipto de los faraones. ¿Vamos a ignorar la lección del profeta Zacarías: "No por el poder de las armas ni por la violencia, sino por mi espíritu, palabra del Señor todopoderoso"? Leemos estos versos en la Hanukah, trayendo a la memoria la victoria y poderío de los Macabeos. Son un desafío permanente para quienes ostentan poder.

¿Qué es este espíritu de Dios al que se refiere Zacarías? Con toda seguridad, es parte de la conciencia del Sinaí. Antes que Zacarías, había sido ya bellamente descrito por Isaías con respecto al líder mesiánico: "Sobre él reposará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fuerza, espíritu de conocimiento y de temor del Señor". El sentido de la verdad, la justicia y la bondad caracterizará sus acciones. Repara en el resultado. "El lobo habitará con el cordero, el leopardo se acostará junto al cabrito; ternero y leoncillo pacerán juntos, un chiquillo los podrá cuidar. La vaca y la osa pastarán en compañía, juntos reposarán sus cachorros, y el león como un buey comerá hierba". El espíritu de Dios queda patente cuando el poderoso no abusa de los débiles, sino que aprende a vivir con ellos en el mismo mundo. Además, es un deber del rico y del poderoso iniciar este proceso. Ellos deben asumir la responsabilidad, utilizando su riqueza -la fuerza y riqueza que Dios les ha confiado- para ayudar a otros. Ésta es nuestra visión del futuro.

La arrogancia del poder consiste en el empeño de imponer a otros mi voluntad de modo total y completo. En efecto, las necesidades de otros deben ser ignoradas, su dignidad y derechos tenidos en nada. La tentación del poder está en soñar que puedes alcanzar todo lo que deseas, forzando una decisión si es necesario con tu poder. Más que pensar en un éxito modesto, crees que puedes tenerlo todo. Los humildes saben que en el mundo imperfecto en el que vivimos la voluntad inadecuada normalmente tiene que ser adecuada. La arrogancia de quererlo todo puede llevar a no tener nada. En el lenguaje de Pirke Abot: "Tafasta merubah, lo tefasta; si intentas tomar o arrebatar demasiado, acabas por no tener nada". Es una verdad que es aplicable a muchísimas áreas de la vida.

Palabras pronunciadas dentro de la comunidad como meras palabras pueden finalmente mover y justificar hechos criminales que estaban lejos de la intención original de quienes las dijeron. Me estoy refiriendo, por supuesto, de nuevo a nuestra experiencia del siglo xx del holocausto, que nos ha enseñado que creencias y actitudes hostiles afectan en última instancia a nuestra conducta respecto a los otros. Los hechos pueden ponerse en marcha con palabras, y finalmente el proceso de deshumanización puede conducir a la destrucción. Tras siglos de deshumanizar a los judíos los hechos siguieron las palabras, y hubimos de enfrentarnos con nuestra conocida tragedia. En el acelerado ritmo de vida actual, el proceso es más rápido. Encerrar a árabes inocentes en una choza y quemarlos hasta morir es un ejemplo de ese fenómeno. Aquellos que detentan poder y autoridad deben ser incluso más cuidadosos con sus palabras, porque incluso sus palabras tienen poder. "Hakhamim, heezaharu bedibreykhem: Sabios, tened cuidado con vuestras palabras", se nos aconseja en Pirke Abat. Sabio consejo, ciertamente.

7. ALIANZAS EN CONFLICTO. Los dos tipos de conciencia de la alianza pueden estar en conflicto. Porque el modo de pensar del Sinaí el cumplimiento de las normas de la Torah de paz, justicia y compasión, deben ser equilibradas con los otros mandamientos de asentamiento y cultivo de la tierra y con el deber de crear una existencia segura paró los judíos. Quienes toman decisiones deben concertar cómo equilibrar las normas concurrentes y sopesar cada componente de la situación. No todos los elementos pueden ser satisfechos de forma total o absoluta en el intento de alcanzar una solución equilibrada.

Sin embargo, la conciencia de la alianza ancestral tiene solamente un punto en el orden del día: la posesión de la tierra, soberanía y poder con que proteger la supervivencia judía según su visión de la alianza. Otras consideraciones son irrelevantes.

La realidad actual de Israel refleja a menudo el conflicto de estos modos de pensar. Tradicionalmente, en los judíos ha predominado la conciencia del Sinaí, y han intentado aplicar los mandamientos a la realidad diaria. La disposición de ánimo de los judíos de la pos-emancipación y del posholocausto parece estar más preocupada por la pura supervivencia. Ha habido un decidido cambio hacia la conciencia de la alianza ancestral incluso en muchos de los defensores de

la tradición aprendida del Sinaí. La vida y el pensamiento judíos deberían reflejar estas dos antiguas alianzas fundacionales que configuraron a nuestro pueblo a lo largo de los siglos. Queda por ver cómo elegirán los judíos afrontar sus responsabilidádes.

J. Howard