1.2.-
LA PERSONALIDAD HISTÉRICA O HISTRIÓNICA.
El
término histeria procede de la palabra griega hystera (útero, matriz) y
siempre se ha visto ligada al sexo femenino, si bien también los hombres puede
padecer trastornos histéricos, aunque es mucho menos frecuente. El término
histrión hace referencia a las máscaras de los actores del teatro griego, a la
teatralidad y dramatismo con la que suelen comportarse este tipo de personas. La
personalidad histérica o histriónica se caracteriza precisamente por esta
tendencia a la teatralidad, que procede de una exagerada necesidad de ser
admirado y estimado por los otros.
Son
personas que tienden a llamar la atención de los demás en sus opiniones, en su
forma de vestir, de comportarse, exagerando sus sentimientos, perdiendo el
autocontrol, etc. Muchas veces, dan la impresión de estar representando un
papel, aunque generalmente lo hagan de forma inconsciente.
Les
aburre y desespera lo rutinario, todo lo que suponga monotonía. Tienen un
exagerado afán de novedades que les sirvan para sentir la vida profundamente,
para vivir intensamente, sobre todo en el terreno amoroso y afectivo. Esto hace
que algunos se muestren muy activos en la búsqueda de experiencias novedosas,
excitantes, diferentes.
Odian
lo normal, que interpretan siempre como vulgar y valoran como aburrido y
despreciable. Su profundo egocentrismo les lleva siempre hacia lo raro, lo
diferente, lo inaudito, ya que de este modo pueden atraer sobre sí la atención
de los otros, y sentirse distintos, lo que para ellos equivale a decir
superiores, geniales.
El
mismo concepto de genio, que aparece en el arte durante el periodo romántico,
cobra aquí todo su esplendor. Para los románticos las personas geniales
estaban dotadas de una inspiración y naturaleza particular y superior, que se
manifestaba en su forma de sentir, expresarse, comportarse, etc. Son personas a
todas luces distintas de los demás y de una naturaleza superior. Por este
motivo, durante el romanticismo muchos artistas utilizan opiniones, atuendos y
comportamientos extravagantes, con el fin de diferenciarse de los demás y
argumentar, de este modo, su naturaleza de genios.
Son
muy dados a las fantasías, a soñar despiertos, a intentar vivir una vida de
novela. Este uso exagerado e inadecuado de la imaginación, en forma de evasión
o para realizar deseos insatisfechos o inalcanzables, les aleja paulatinamente
de la realidad, conduciéndoles a un mundo privado y distante, desde el cual la
realidad siempre resulta insuficiente. Suelen ser grandes insatisfechos.
Pueden
ser personas muy creativas, pero no en el aspecto intelectual. Su creación se
encamina más al terreno artístico, particularmente en los campos donde resulta
importante la expresión artística (teatro, cine, danza, poesía, etc). Sus
planteamientos son más intuitivos, afectivos, inspirados, que intelectuales,
reflexivos, razonados.
Suelen
ser personas muy sugestionables e influenciables, en las que los argumentos
afectivos dominan a los racionales. Metafóricamente, se podría decir que su
corazón domina su cerebro.
En
sus relaciones con las personas desconocidas o con las que tienen poca confianza
suelen mostrarse atentos, agradables, cálidos, encantadores, aduladores y
seductores, aunque se percibe en ellos la inautenticidad. Con esto pretenden
agradar y recibir de este modo una aprobación y alta valoración de los otros,
lo cual les resulta imprescindible para incrementar la imagen que tienen de sí
mismos, su autoestima.
Buscan
y agradecen siempre los halagos de los demás, soportando muy mal sus críticas,
a pesar de que digan frecuentemente que no les importan lo más mínimo las
opiniones ajenas. Se trata de personas con una hipersensibilidad emocional y
afectiva que procede de una profunda inseguridad en sí mismos.
Les
resulta fácil idealizar rápidamente a algunas personas que acaban de conocer,
aunque al cabo de poco tiempo, por un pequeño detalle, se ven profundamente
decepcionados por éstas, pasando de una exagerada idealización a la
infravaloración más cruel y despiadada.
Con
las personas de la familia o de más confianza se comportan de un modo muy
distinto. Son vanidosos, caprichosos, desconsiderados, exigentes, despectivos,
hirientes, a veces verdaderamente crueles en sus comentarios. Tienden a culpar
siempre a éstos de sus frustraciones o problemas, reaccionando frecuentemente
con explosiones de ira irracional e injustificada. Los demás no saben qué
hacer, cómo tratarlos, ya que de todos modos al final comprueban cómo les
terminan diciendo que lo han hecho mal.
Es
frecuente que intenten manipular a los demás en su beneficio, recurriendo a
chantajes afectivos, entre los que cabe destacar las amenazas o tentativas de
suicidio.
Por
tanto, sus relaciones humanas terminan siendo superficiales, insanas,
inestables, poco sinceras. Ellos siempre culpan de esto a los otros, a la
sociedad, al mundo, a la mala suerte, incapaces de admitir que el fallo está en
su propio comportamiento, por lo que rara vez rectifican. Esto resulta aún más
grave si se tiene en cuenta que estas personas, en el fondo, tienen una gran
dependencia de los demás y que lo que más valoran son los logros de tipo
afectivo.
El
trastorno histérico de la personalidad conduce, en algunos casos, al abuso de
alcohol o de otras drogas. Se recurre a estas sustancias para compensar los
descensos bruscos del estado emocional que suelen padecer estas personas ante
una frustración, ante un comentario desfavorable de otras personas, etc. El
alcohol o las drogas pueden ser un refugio, servir para aumentar la autoestima o
aliviar los síntomas ansiosos o depresivos, pero a medio plazo agravan la
situación y crean dependencia.
Generalmente,
el trastorno histérico de la personalidad termina produciendo, a medio o largo
plazo, distimias o neurosis depresivas. Sus síntomas más comunes son:
cansancio, disminución de la autoestima, inseguridad, indecisión, tristeza,
desesperanza, dificultades de concentración, angustia y alteraciones del sueño
y del apetito.
Estos
síntomas aparecen con una intensidad variable, agravándose y aliviándose periódicamente,
en relación con circunstancias exteriores y tomando un curso crónico.
También
es frecuente que entre las personas que padecen una personalidad histérica se añadan
otros trastornos no histéricos, como la neurosis histérica o la psicosis histérica,
incluidas últimamente dentro de los llamados trastornos disociativos.
Estos
trastornos disociativos consisten en una división de la propia identidad, de la
identidad del "yo". Se suelen manifestar en forma de despersonalización,
es decir, en la experiencia de sentirse extraño, como si uno fuese espectador
de sí mismo, notando extraño su propio cuerpo o su propia forma de actuar. A
veces se puede llegar a establecer una doble personalidad o incluso una
personalidad múltiple, como si fuesen varias personalidades, con toda su
estructura distinta, las que conviven en esa persona. Con frecuencia estos fenómenos
se acompañan de períodos en los que no se recuerda nada de lo ocurrido
(amnesia psicógena) o de fugas por las que se realizan viajes inesperados e
injustificados de un modo casi automático (fugas psicógenas).
La
neurosis histérica, también llamada neurosis de conversión, consiste
esencialmente en el traslado inconsciente del conflicto psíquico al ámbito
corporal o somático. Así, por ejemplo, como consecuencia de un conflicto en el
terreno afectivo, una persona puede sufrir una parálisis, ceguera, afonía,
sordera, etc, que no se corresponde con ninguna causa orgánica.
La
psicosis histérica, también conocida como psicosis psicógena, consiste en la
aparición de ideas delirantes (irreales, absurdas, e ilógicas), alucinaciones
y grandes alteraciones del comportamiento, como consecuencia de un
acontecimiento que supone una gran carga afectiva. Los síntomas son muy
llamativos y suelen ser de aparición brusca, si bien su duración generalmente
es reducida. Los americanos denominan a este trastorno psicosis reactiva breve.
Las
psicosis histéricas eran más frecuentes hace años que en la actualidad.
Muchos casos de presuntas posesiones diabólicas, endemoniamientos, o de fenómenos
de apariencia de paranormales, son, en realidad, psicosis de este tipo.
Principales
características de la personalidad histérica:
-
Tendencia
a la teatralidad y al dramatismo.
-
Exagerada
necesidad de estimación ajena.
-
Tendencia
a llamar la atención.
-
Egocentrismo.
-
Hipersensibilidad
emocional.
-
Predominio
de lo afectivo sobre lo racional.
-
Tendencia
a enfrascarse en fantasías.
-
Sugestionabilidad.
-
Excesiva
dependencia de la opinión de los demás.
-
Escaso
autocontrol emocional.
-
Tendencia
a manipular a los demás y al chantaje afectivo.
-
Inestabilidad
emocional.