P U E B L A

TERCERA PARTE

Capítulo IV
Diálogo para la comunión y participación

Incrementar el diálogo ecuménico entre las religiones y con los no-creyentes con miras a la comunión, buscando áreas de participación para el anuncio universal de la salvación.

(Puebla, Conclusiones 1096)

1. Introducción

La Evangelización tiene una universalidad sin fronteras: «Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda creatura» (Mc 16, 15). La Iglesia, depositaria de la Buena Nueva y evangelizadora comienza por evangelizarse a sí misma. Este mandato del Señor, del que son depositarios todos los cristianos, motiva un esfuerzo común, impulsado por el Espíritu Santo a dar testimonio de nuestra esperanza «ante todas las gentes». Frente a la responsabilidad de la Evangelización, la Iglesia Católica se abre a un diálogo de comunión, buscando áreas de participación para el anuncio universal de la salvación.

(Puebla, Conclusiones 1097)

Esto supone que Evangelización y Diálogo están íntimamente relacionados. Las áreas de intercambio que se abren ante la Iglesia son muchas y variadas, pero aquí, conforme al Concilio y a la Encíclica Ecclesiam Suam, las hemos concretado a tres: los cristianos no católicos; los no cristianos; los no creyentes.

(Puebla, Conclusiones 1098)

El Continente latinoamericano fue evangelizado en la Fe católica desde el descubrimiento. Esto constituye un rasgo fundamental de identidad y unidad del Continente y, a la vez, una tarea permanente. Por diversas causas se aprecia hoy un creciente pluralismo religioso e ideológico.

(Puebla, Conclusiones 1099)

2. Situación

La Iglesia católica constituye en América Latina la inmensa mayoría, lo cual es un hecho de carácter no sólo sociológico, sino también teológico muy relevante.

(Puebla, Conclusiones 1100)

Junto a ella se encuentran Iglesias orientales e Iglesias y comunidades eclesiales de Occidente.

(Puebla, Conclusiones 1101)

El judaísmo está presente, con la variedad de corrientes y tendencias que le es propia.

(Puebla, Conclusiones 1103)

Encontramos el islamismo y otras religiones no cristianas.

(Puebla, Conclusiones 1104)

Observamos igualmente otras formas religiosas o para -religiosas, con un conjunto de actitudes muy diferentes entre sí que aceptan una realidad superior ( «espíritus», «fuerzas ocultas», «astros», etc.) con la cual entienden comunicarse para obtener ayuda y normas de vida.

(Puebla, Conclusiones 1105)

La «no creencia» es un fenómeno que designa realidades muy diversas. Se manifiesta por explícito rechazo de lo divino- forma la más extrema-, pero más frecuentemente por deformaciones de la idea de Dios y de la religión, interpretados como alienantes. Esto se aprecia bastante en los ambientes intelectuales y universitarios; en medios juveniles y obreros. Otros equiparan las religiones y las reducen a la esfera de lo privado. Finalmente, crece el número de quienes se despreocupan de lo religioso, al menos en la vida práctica.

(Puebla, Conclusiones 1106)

Aspectos positivos y negativos

Sobre todo después del Vaticano II, creció entre nosotros el interés por el ecumenismo. De esto tenemos pruebas en la promoción conjunta de la difusión, el conocimiento y aprecio de la Sagrada Escritura; en la oración privada y pública, cada vez más frecuente, por la unidad, que tiene en la semana dedicada a tal fin una expresión muy particular; en encuentros y grupos de reflexión interconfesionales; en trabajos conjuntos para la promoción del hombre, la defensa de los derechos humanos y la construcción de la justicia y de la paz. En algunos lugares se ha llegado a Consejos bilaterales o multilaterales de Iglesias, a diversos niveles.

(Puebla, Conclusiones 1107)

Persiste, con todo, en muchos cristianos la ignorancia o la desconfianza con respecto al ecumenismo. Desconfianza que en nuestras comunidades se origina en gran parte, en el proselitismo, serio obstáculo para el verdadero ecumenismo. Otro hecho negativo con respecto a éste es la existencia de tendencias alienantes en algunos movimientos religiosos, que apartan al hombre de su compromiso con el prójimo. Pero también se dan, so pretexto de ecumenismo, aprovechamientos o instrumentaciones políticas que desvirtúan el carácter del diálogo.

(Puebla, Conclusiones 1108)

Los «movimientos religiosos libres» manifiestan frecuentemente deseo de comunidad, de participación, de liturgia vivida que es necesario tener en cuenta. Con todo, no podemos ignorar, en lo tocante a esos grupos, proselitismos muy marcados, fundamentalismo bíblico y literalismo estricto respecto de sus propias doctrinas.

(Puebla, Conclusiones 1109)

Tanto a nivel continental como en algunas naciones en particular, ha comenzado a estructurarse el diálogo con el judaísmo. Sin embargo, se comprueba la persistencia de cierta ignorancia de sus valores permanentes y algunas actitudes deploradas por el mismo Concilio.

(Puebla, Conclusiones 1110)

El monoteísmo islámico, la búsqueda del absoluto y de respuestas a los enigmas del corazón humano, características de las grandes religiones no cristianas, constituyen puntos de aproximación para un diálogo que, en forma incipiente, se da en algunos lugares.

(Puebla, Conclusiones 1111)

En las otras formas religiosas o para -religiosas se advierte la búsqueda de respuestas a las necesidades concretas del hombre, un deseo de contacto con el mundo de lo trascendente y de lo espiritual. Con todo, se nota en ellas, junto a un proselitismo muy acentuado, el intento de subyugar pragmáticamente la trascendencia espiritual del hombre.

(Puebla, Conclusiones 1112)

Para establecer un adecuado discernimiento del fenómeno de la no creencia con miras a un diálogo efectivo, es necesario tener presente la variedad de causas y motivos que lo generan, tales como las interrelaciones profundas entre las objetivaciones del pecado en lo económico, lo social, lo político e ideológico -cultural, así como las ambivalencias de toda búsqueda sincera de la verdad y de la promoción de la libertad. Tal vez la misma Iglesia no puede considerarse sin culpa en este orden de cosas. No raras veces los no creyentes se distinguen por el ejercicio de valores humanos que están en la línea del Evangelio. La época no es extraña, sin embargo, a formas de ateísmo militante y a humanismos que obstruyen un desarrollo integral de la persona.

(Puebla, Conclusiones 1113)

3. Criterios doctrinales

Evangelización y diálogo. En toda evangelización resuena la palabra de Cristo, que es a su vez Palabra del Padre. Esta palabra busca la respuesta de fe. Pero también la misma palabra, proclamada por la Iglesia, quiere entrar en fecundo intercambio con las manifestaciones religiosas y culturales que caracterizan nuestro mundo pluralista de hoy. Esto es el diálogo, que tiene siempre un carácter testimonial, en el máximo respeto de la persona y de la identidad del interlocutor. El diálogo tiene sus exigencias de lealtad e integridad por ambas partes. No se opone a la universalidad de la proclamación del Evangelio, sino que la completa por otra vía y salva siempre la obligación que incumbe a la Iglesia de compartir el Evangelio con todos. Es oportuno recordar aquí que precisamente en el ámbito de la misión nació, en el siglo pasado, por la gracia del Espíritu Santo, la preocupación ecuménica; no se puede predicar un Cristo dividido.

(Puebla, Conclusiones 1114)

Siendo esto así, la Iglesia en el Concilio impulsa a pastores y fieles a que «reconociendo los signos de los tiempos participen diligentemente en la labor ecuménica», a fin de «promover la restauración de la unidad entre todos los cristianos», «uno de los principales propósitos del Concilio» (UR 4).

(Puebla, Conclusiones 1115)

Respecto del judaísmo, el Vaticano II «recuerda el vínculo con que el Pueblo del Nuevo Testamento está espiritualmente unido con la raza de Abraham» y por ello «quiere fomentar y recomendar el mutuo reconocimiento y aprecio» (NA 4) entre los fieles de ambas religiones.

(Puebla, Conclusiones 1116)

La voluntad salvífica universal de Dios alcanza a todos los hombres; la Iglesia está persuadida de que habiendo Cristo muerto por todos y siendo una sola la vocación última del hombre, es decir, divina, el Espíritu Santo ofrece a todos las posibilidades de ser asociados de modo solamente conocido por Dios al misterio pascual. Siendo la fe personal un acto libre, es menester que la Iglesia, dialogante, se aproxime a los no creyentes con el mayor respeto de su libertad personal, procurando comprender sus motivaciones y razones. La no creencia, por lo demás, constituye una interpelación y un reto a la fidelidad y autenticidad de los creyentes y de la Iglesia.

(Puebla, Conclusiones 1117)

4. Aspectos pastorales

Fomentar una actitud más sencilla, humilde y autocrítica en la Iglesia y en los cristianos como condición para un diálogo religioso fecundo.

(Puebla, Conclusiones 1118)

Promover en los diversos niveles y sectores en que el diálogo se establece, un compromiso común decidido en la defensa y promoción de los derechos fundamentales de todo el hombre y de todos los hombres, especialmente de los más necesitados, colaborando en la edificación de una nueva sociedad más justa y más libre.

(Puebla, Conclusiones 1119)

Procurar la adecuada exposición de la doctrina católica, que ofrezca una justa «jerarquía de verdades» (UR 11) y una respuesta válida a los planteamientos que le vienen de la situación concreta latinoamericana. Procurar igualmente la educación, formación e información necesarias en orden al ecumenismo y al diálogo religioso en general, particularmente a los agentes de pastoral.

(Puebla, Conclusiones 1120)

Promover, en perspectiva ecuménica, un testimonio común a través de: oración, semana por la unidad, acción bíblica conjunta, grupos de estudio y reflexión y en donde sea posible comisiones y consejos interconfesionales, a diversos niveles.

(Puebla, Conclusiones 1121)

Estudiar diligentemente el fenómeno de los «movimientos religiosos libres» y las causas que motivan su rápido crecimiento, para responder en nuestras comunidades eclesiales a los anhelos y planteamientos a los cuales dichos movimientos buscan dar una respuesta, tales como liturgia viva, fraternidad sentida y activa participación misionera.

(Puebla, Conclusiones 1122)

Propiciar el diálogo religioso con los judíos teniendo presente los principios y puntos contenidos en las «orientaciones y sugerencias para la aplicación de la Declaración Nostra Aetate»

(Puebla, Conclusiones 1123)

Informar y orientar a nuestras comunidades, en base a un lúcido discernimiento, acerca de las formas religiosas o para -religiosas arriba mencionadas y las distorsiones que encierran para la vivencia de la fe cristiana.

(Puebla, Conclusiones 1124)

Activar una presencia más decidida en los centros donde se generan las vigencias culturales y de donde emergen los nuevos protagonismos. En este sentido se hace necesaria una pastoral orgánica de la cultura, del movimiento de los trabajadores y de la juventud.

(Puebla, Conclusiones 1125)

Tomar conciencia de la realidad y extensión del fenómeno de la no creencia, con miras a la purificación de la fe de los creyentes; a la coherencia entre fe y vida y a la colaboración «en verdadera paz, para la edificación del mundo» (GS 92).

(Puebla, Conclusiones 1126)

Finalmente, considerar la dimensión ecuménica, así como la apertura al diálogo con el mundo no cristiano y de la no -creencia, más que como tareas sectoriales, como una perspectiva global del quehacer evangelizador.

(Puebla, Conclusiones 1127)

CUARTA PARTE
Iglesia misionera al servicio de la evangelización en América Latina

El Espíritu del Señor impulsa al Pueblo de Dios en la historia a discernir los signos de los tiempos y a descubrir en los más profundos anhelos y problemas de los seres humanos el plan de Dios sobre la vocación del hombre en la construcción de la sociedad, para hacerla más humana, justa y fraterna.

(Puebla, Conclusiones 1128)

Así aparece palpable en América Latina la pobreza como sello que marca a las inmensas mayorías, las cuales al mismo tiempo están abiertas, no sólo a las Bienaventuranzas y a la predilección del Padre, sino a la posibilidad de ser los verdaderos protagonistas de su propio desarrollo.

(Puebla, Conclusiones 1129)

La evangelización de los pobres fue para Jesús uno de los signos mesiánicos y será también para nosotros, signo de autenticidad evangélica.

(Puebla, Conclusiones 1130)

Además, la juventud latinoamericana desea construir un mundo mejor y busca, a veces sin saberlo, los valores evangélicos de la verdad, la justicia y el amor. Su evangelización no sólo llenará sus generosos anhelos de realización personal, sino que garantizará la conservación de una Fe vigorosa en nuestro continente.

(Puebla, Conclusiones 1131)

Los pobres y los jóvenes, constituyen, pues, la riqueza y la esperanza de la Iglesia en América Latina y su evangelización es, por tanto, prioritaria.

(Puebla, Conclusiones 1132)

La Iglesia llama también a todos sus hijos- dentro de sus peculiares responsabilidades- a ser fermento en el mundo y a participar como constructores de una nueva Sociedad a nivel nacional e internacional. Particularmente en nuestro continente, por ser mayoritariamente cristiano, los hombres deben ser germen, luz y fuerza transformadora.

COMPRENDE:
Capítulo I: Opción preferencial por los pobres.
Capítulo II: Opción preferencial por los jóvenes.
Capítulo III: Acción con los constructores de la sociedad pluralista.
Capítulo IV: Acción por la persona en la sociedad nacional e internacional.

(Puebla, Conclusiones 1133)

Capítulo I

Opción preferencial por los pobres

1.1. De Medellín a Puebla Volvemos a tomar, con renovada esperanza en la fuerza vivificante del Espíritu, la posición de la II Conferencia General que hizo una clara y profética opción preferencial y solidaria por los pobres, no obstante las desviaciones e interpretaciones con que algunos desvirtuaron el espíritu de Medellín, el desconocimiento y aun la hostilidad de otros. Afirmamos la necesidad de conversión de toda la Iglesia para una opción preferencial por los pobres, con miras a su liberación integral.

(Puebla, Conclusiones 1134)

La inmensa mayoría de nuestros hermanos siguen viviendo en situación de pobreza y aun de miseria que se ha agravado. Queremos tomar conciencia de lo que la Iglesia Latinoamericana ha hecho o a dejado de hacer por los pobres después de Medellín, como punto de partida para la búsqueda de pistas opcionales eficaces en nuestra acción evangelizadora, en el presente y en el futuro de América Latina.

(Puebla, Conclusiones 1135)

Comprobamos que Episcopados Nacionales y numerosos sectores de laicos, religiosos, religiosas y sacerdotes han hecho más hondo y realista su compromiso con los pobres. Este testimonio incipiente, pero real, condujo a la Iglesia latinoamericana a la denuncia de las graves injusticias derivadas de mecanismos opresores.

(Puebla, Conclusiones 1136)

Los pobres, también alentados por la Iglesia, han comenzado a organizarse para una vivencia integral de su fe y, por tanto, para reclamar sus derechos.

(Puebla, Conclusiones 1137)

La denuncia profética de la Iglesia y sus compromisos concretos con el pobre le han traído, en no pocos casos, persecuciones y vejaciones de diversa índole: los mismos pobres han sido las primeras víctimas de dichas vejaciones.

(Puebla, Conclusiones 1138)

Todo ello ha producido tensiones y conflictos dentro y fuera de la Iglesia. Con frecuencia se la ha acusado, sea de estar con los poderes socioeconómicos y políticos, sea de una peligrosa desviación ideológica marxista.

(Puebla, Conclusiones 1139)

No todos en la Iglesia de América Latina nos hemos comprometido suficientemente con los pobres; no siempre nos preocupamos por ellos y somos solidarios con ellos. Su servicio exige, en efecto, una conversión y purificación constantes, en todos los cristianos, para el logro de una identificación cada día más plena con Cristo pobre y con los pobres.

(Puebla, Conclusiones 1140)

1.2. Reflexión doctrinal Jesús evangeliza a los pobres

El compromiso evangélico de la Iglesia, como ha dicho el Papa, debe ser como el de Cristo: un compromiso con los más necesitados (cf. Lc 4, 18 -21; Juan Pablo II, Discurso inaugural III 3). La Iglesia debe mirar, por consiguiente, a Cristo cuando se pregunta cuál ha de ser su acción evangelizadora. El Hijo de Dios demostró la grandeza de ese compromiso al hacerse hombre, pues se identificó con los hombres haciéndose uno de ellos, solidario con ellos y asumiendo la situación en que se encuentran, en su nacimiento, en su vida y, sobre todo, en su pasión y muerte, donde llegó a la máxima expresión de la pobreza.

(Puebla, Conclusiones 1141)

Por esta sola razón, los pobres merecen una atención preferencial, cualquiera que sea la situación moral o personal en que se encuentren. Hechos a imagen y semejanza de Dios, para ser sus hijos, esta imagen está ensombrecida y aun escarnecida. Por eso Dios toma su defensa y los ama. Es así como los pobres son los primeros destinatarios de la misión y su evangelización es por excelencia señal y prueba de la misión de Jesús.

(Puebla, Conclusiones 1142)

Este aspecto central de la Evangelización fue subrayado por S. S. Juan Pablo II: «He deseado vivamente este encuentro, porque me siento solidario con vosotros y porque siendo pobres tenéis derecho a mis particulares desvelos; os digo el motivo: el Papa os ama porque sois los predilectos de Dios. él mismo, al fundar su familia, la Iglesia, tenía presente a la humanidad pobre y necesitada. Para redimirla envió precisamente a su Hijo, que nació pobre y vivió entre los pobres para hacernos ricos en su pobreza (cf. 2Cor 8, 9)» (Juan Pablo II, Alocución en el Barrio de Santa Cecilia: AAS 71 p. 220).

(Puebla, Conclusiones 1143)

De María, quien en su canto del Magnificat proclama que la salvación de Dios tiene que ver con la justicia hacia los pobres, «parte también el compromiso auténtico con los demás hombres, nuestros hermanos, especialmente por los más pobres y necesitados y por la necesaria transformación de la sociedad» (Juan Pablo II, Homilía Zapopán 4: AAS 71 p. 230).

(Puebla, Conclusiones 1144)

El servicio al hermano pobre

Acercándonos al pobre para acompañarlo y servirlo, hacemos lo que Cristo nos enseñó, al hacerse hermano nuestro, pobre como nosotros. Por eso el servicio a los pobres es la medida privilegiada aunque no excluyente, de nuestro seguimiento de Cristo. El mejor servicio al hermano es la evangelización que lo dispone a realizarse como hijo de Dios, lo libera de las injusticias y lo promueve integralmente.

(Puebla, Conclusiones 1145)

Es de suma importancia que este servicio al hermano vaya en la línea que nos marca el Concilio Vaticano II: «Cumplir antes que nada las exigencias de la justicia para no dar como ayuda de caridad lo que ya se debe por razón de justicia; suprimir las causas y no sólo los efectos de los males y organizar los auxilios de tal forma que quienes los reciben se vayan liberando progresivamente de la dependencia externa y se vayan bastando por sí mismos» (AA 8).

(Puebla, Conclusiones 1146)

El compromiso con los pobres y los oprimidos y el surgimiento de las Comunidades de Base han ayudado a la Iglesia a descubrir el potencial evangelizador de los pobres, en cuanto la interpelan constantemente, llamándola a la conversión y por cuanto muchos de ellos realizan en su vida los valores evangélicos de solidaridad, servicio, sencillez y disponibilidad para acoger el don de Dios.

(Puebla, Conclusiones 1147)

La pobreza cristiana

Para el cristianismo, el término «pobreza» no es solamente expresión de privación y marginación de las que debamos liberarnos. Designa también un modelo de vida que ya aflora en el Antiguo Testamento en el tipo de los «pobres de Yahvé» y vivido y proclamado por Jesús como Bienaventuranza. San Pablo concretó esta enseñanza diciendo que la actitud del cristiano debe ser la del que usa de los bienes de este mundo (cuyas estructuras son transitorias) sin absolutizarlas, pues son sólo medios para llegar al Reino. Este modelo de vida pobre se exige en el Evangelio a todos los creyentes en Cristo y por eso podemos llamarlo «pobreza evangélica». Los religiosos viven en forma radical esta pobreza, exigida a todos los cristianos, al comprometerse por sus votos a vivir los consejos evangélicos.

(Puebla, Conclusiones 1148)

La pobreza evangélica une la actitud de la apertura confiada en Dios con una vida sencilla, sobria y austera que aparta la tentación de la codicia y del orgullo.

(Puebla, Conclusiones 1149)

La pobreza evangélica se lleva a la práctica también con la comunicación y participación de los bienes materiales y espirituales; no por imposición sino por el amor, para que la abundancia de unos remedie la necesidad de los otros.

(Puebla, Conclusiones 1150)

La Iglesia se alegra de ver en muchos de sus hijos, sobre todo de la clase media más modesta, la vivencia concreta de esta pobreza cristiana.

(Puebla, Conclusiones 1151)

En el mundo de hoy, esta pobreza es un reto al materialismo y abre las puertas a soluciones alternativas de la sociedad de consumo.

(Puebla, Conclusiones 1152)

1.3. Líneas pastorales Objetivo

La opción preferencial por los pobres tiene como objetivo el anuncio de Cristo Salvador que los iluminará sobre su dignidad, los ayudará en sus esfuerzos de liberación de todas sus carencias y los llevará a la comunión con el Padre y los hermanos, mediante la vivencia de la pobreza evangélica. «Jesucristo vino a compartir nuestra condición humana con sus sufrimientos, sus dificultades, su muerte. Antes de transformar la existencia cotidiana, él supo hablar al corazón de los pobres, liberarlos del pecado, abrir sus ojos a un horizonte de luz y colmarlos de alegría y esperanza. Lo mismo hace hoy Jesucristo. Está presente en vuestras Iglesias, en vuestras familias, en vuestros corazones» (Juan Pablo II, Alocución obreros de Monterrey 8: AAS 71 p. 244).

(Puebla, Conclusiones 1153)

Esta opción, exigida por la realidad escandalosa de los desequilibrios económicos en América Latina, debe llevar a establecer una convivencia humana digna y fraterna y a construir una sociedad justa y libre.

(Puebla, Conclusiones 1154)

El cambio necesario de las estructuras sociales, políticas y económicas injustas no será verdadero y pleno si no va acompañado por el cambio de mentalidad personal y colectiva respecto al ideal de una vida humana digna y feliz que a su vez dispone a la conversión.

(Puebla, Conclusiones 1155)

La exigencia evangélica de la pobreza, como solidaridad con el pobre y como rechazo de la situación en que vive la mayoría del continente, libra al pobre de ser individualista en su vida y de ser atraído y seducido por los falsos ideales de una sociedad de consumo. De la misma manera, el testimonio de una Iglesia pobre puede evangelizar a los ricos que tienen su corazón apegado a las riquezas, convirtiéndolos y liberándolos de esa esclavitud y de su egoísmo.

(Puebla, Conclusiones 1156)

Medios

Para vivir y anunciar la exigencia de la pobreza cristiana, la Iglesia debe revisar sus estructuras y la vida de sus miembros, sobre todo de los agentes de pastoral, con miras a una conversión efectiva.

(Puebla, Conclusiones 1157)

Esta conversión lleva consigo la exigencia de un estilo austero de vida y una total confianza en el Señor, ya que en la acción evangelizadora la Iglesia contará más con el ser y el poder de Dios y de su gracia que con el «tener más» y el poder secular. Así, presentará una imagen auténticamente pobre, abierta a Dios y al hermano, siempre disponible, donde los pobres tienen capacidad real de participación y son reconocidos en su valor.

(Puebla, Conclusiones 1158)

Acciones concretas

Comprometidos con los pobres, condenamos como antievangélica la pobreza extrema que afecta numerosísimos sectores en nuestro Continente.

(Puebla, Conclusiones 1159)

Nos esforzamos por conocer y denunciar los mecanismos generadores de esta pobreza.

(Puebla, Conclusiones 1160)

Reconociendo la solidaridad de otras Iglesias sumamos nuestros esfuerzos a los hombres de buena voluntad para desarraigar la pobreza y crear un mundo más justo y fraterno.

(Puebla, Conclusiones 1161)

Apoyamos las aspiraciones de los obreros y campesinos, que quieren ser tratados como hombres libres y responsables, llamados a participar en las decisiones que conciernen a su vida y a su futuro y animamos a todos a su propia superación.

(Puebla, Conclusiones 1162)

Defendemos su derecho fundamental a «crear libremente organizaciones para defender y promover sus intereses y para contribuir responsablemente al bien común» (Juan Pablo II, Alocución obreros de Monterrey 3: AAS 71 p. 242).

(Puebla, Conclusiones 1163)

Las culturas indígenas tienen valores indudables, son la riqueza de los pueblos. Nos comprometemos a mirarlas con respeto y simpatía y a promoverlas, sabiendo «cuán importante es la cultura como vehículo para transmitir la fe, para que los hombres progresen en el conocimiento de Dios. En esto no puede haber distinciones de razas y culturas» (Juan Pablo II, Alocución Oaxaca 2: AAS 71 p. 208).

(Puebla, Conclusiones 1164)

Con su amor preferencial, pero no exclusivo por los pobres, la Iglesia presente en Medellín, como dijo el Santo Padre, fue una llamada a la esperanza hacia metas más cristianas y más humanas. La III Conferencia Episcopal de Puebla quiere mantener viva esa llamada y abrir nuevos horizontes a la esperanza.

(Puebla, Conclusiones 1165)

Capítulo II

Opción preferencial por los jóvenes

Presentar a los jóvenes el Cristo vivo, como único Salvador, para que, evangelizados, evangelicen y contribuyan, con una respuesta de amor a Cristo, a la liberación integral del hombre y de la sociedad, llevando una vida de comunión y participación.

(Puebla, Conclusiones 1166)

2.1. Situación de la juventud Características de la juventud: La juventud no es sólo un grupo de personas de edad cronológica. Es también una actitud ante la vida, en una etapa no definitiva sino transitiva. Tiene rasgos muy característicos:

(Puebla, Conclusiones 1167)

Un inconformismo que lo cuestiona todo; un espíritu de riesgo que la lleva a compromisos y situaciones radicales; una capacidad creativa con respuestas nuevas al mundo en cambio que aspira a mejorar siempre como signo de esperanza. Su aspiración personal más espontánea y fuerte es la libertad, emancipada de toda tutela exterior. Es signo de gozo y felicidad. Muy sensible a los problemas sociales. Exige autenticidad y sencillez y rechaza con rebeldía una sociedad invadida por hipocresías y antivalores.

(Puebla, Conclusiones 1168)

Este dinamismo la hace capaz de renovar las culturas que, de otra manera, envejecerían.

(Puebla, Conclusiones 1169)

La juventud en el cuerpo social

El papel normal que juega la juventud en la sociedad es el de dinamizar el cuerpo social. Cuando los adultos no son auténticos ni abiertos al diálogo con los jóvenes, impiden que el dinamismo creador del joven haga avanzar el cuerpo social. Al no verse tomados en serio, los jóvenes se dirigen por diversos caminos: o son acosados por diversas ideologías, especialmente las radicalizadas, ya que siendo sensibles a las mismas por su idealismo natural, no siempre tienen una preparación suficiente para un claro discernimiento, son indiferentes al sistema vigente o se acomodan a él con dificultad y pierden capacidad dinamizadora.

(Puebla, Conclusiones 1170)

Lo que más desorienta al joven es la amenaza a su exigencia de autenticidad por el ambiente adulto en gran parte incoherente y manipulador y por el conflicto generacional, la civilización de consumo, una cierta pedagogía del instinto, la droga, el sexualismo, la tentación de ateísmo.

(Puebla, Conclusiones 1171)

Hoy día la juventud es manipulada especialmente en lo político y en el uso del «tiempo libre». Una parte de la juventud tiene legítimas inquietudes políticas y conciencia de poder social. Su falta de formación en estos campos y la asesoría equilibrada la lleva a radicalizaciones o frustraciones. El joven ocupa gran parte del «tiempo libre» en el deporte y en la utilización de los medios de comunicación social. Para algunos, son instrumento de educación y sana recreación; para otros, elementos de alienación.

(Puebla, Conclusiones 1172)

La familia es el cuerpo social primario en el que se origina y educa la juventud. De su estabilidad, tipo de relaciones con la juventud, vivencia y apertura a sus valores, depende, en gran parte, el fracaso o el éxito de la realización de esta juventud en la sociedad o en la Iglesia.

(Puebla, Conclusiones 1173)

La juventud femenina está pasando por una crisis de identidad por la confusión reinante acerca de la misión de la mujer hoy. Los elementos negativos sobre liberación femenina y un cierto «machismo» todavía existente, impiden una sana promoción femenina como parte indispensable en la construcción de la sociedad.

(Puebla, Conclusiones 1174)

La juventud de América Latina

La juventud de América Latina no puede considerarse en abstracto. Hay diversidad de jóvenes, caracterizados por su situación social o por las experiencias socio -políticas que viven sus respectivos países.

(Puebla, Conclusiones 1175)

Si atendemos a su situación social, observamos que, al lado de aquellos que por su condición económica se desarrollan con normalidad, hay muchos jóvenes indígenas, campesinos, mineros, pescadores y obreros que, por su pobreza, se ven obligados a trabajar como personas mayores. Junto a jóvenes que viven holgadamente, hay estudiantes, sobre todo de suburbios, que viven ya la inseguridad de un futuro empleo o no han encontrado su camino por falta de orientación vocacional.

(Puebla, Conclusiones 1176)

Por otra parte, es indudable que hay jóvenes que se han visto defraudados por falta de autenticidad de algunos de sus líderes o se han sentido hastiados por la civilización de consumo. Otros, en cambio, como respuesta a las múltiples formas de egoísmo, desean construir un mundo de paz, justicia y amor. Finalmente, comprobamos que no pocos han encontrado la alegría de la entrega a Cristo, no obstante las variadas y duras exigencias de su cruz.

(Puebla, Conclusiones 1177)

Los jóvenes y la Iglesia

La Iglesia ve en la juventud una enorme fuerza renovadora, símbolo de la misma Iglesia. Esto lo hace por vocación y no por táctica, ya que está «llamada a constante renovación de sí misma, o sea, a un incesante rejuvenecimiento» (Juan Pablo II, Alocución Juventud 2: AAS 71 p. 218). El servicio a la juventud realizado con humildad debe hacer cambiar en la Iglesia cualquiera actitud de desconfianza o de incoherencia hacia los jóvenes.

(Puebla, Conclusiones 1178)

Actualmente, sin embargo, los jóvenes ven a la Iglesia de diversas maneras: unos la aman espontáneamente como ella es, sacramento de Cristo; otros, la cuestionan para que sea auténtica y no faltan los que buscan un Cristo vivo sin su cuerpo que es la Iglesia. Hay una masa indiferente, acomodada pasivamente a la civilización de consumo u otros sucedáneos, desinteresada por la exigencia evangélica.

(Puebla, Conclusiones 1179)

Existen jóvenes muy inquietos socialmente, pero reprimidos por los sistemas de gobierno; éstos buscan a la Iglesia como espacio de libertad para poder expresarse sin manipulaciones y poder protestar social y políticamente. Algunos, en cambio, pretenden utilizarla como instrumento de contestación. Finalmente, una minoría muy activa, influida por su ambiente o por ideologías materialistas y ateas, niega y combate el Evangelio.

(Puebla, Conclusiones 1180)

Los jóvenes deseosos de realizarse en la Iglesia, pueden quedar defraudados cuando no hay una buena planificación y programación pastoral que responda a la realidad histórica que viven. Igualmente sienten la falta de asesores preparados, aunque en no pocos grupos y movimientos juveniles se encuentran dichos asesores competentes y sacrificados.

(Puebla, Conclusiones 1181)

2.2. Criterios pastorales Queremos responder a la situación de la juventud, con los tres criterios de verdad propuestos por S. S. Juan Pablo II: la verdad sobre Jesucristo, la verdad sobre la misión de la Iglesia y la verdad sobre el hombre.

(Puebla, Conclusiones 1182)

La juventud camina, aun sin darse cuenta, al encuentro de un Mesías, Cristo, quien camina hacia los jóvenes. Sólo él hace verdaderamente libre al joven. éste es el Cristo que debe ser presentado a los jóvenes como liberador integral: quien por el espíritu de las Bienaventuranzas ofrece a todo joven la inserción en un proceso de conversión constante; comprende sus debilidades y le ofrece un encuentro muy personal con él y la Comunidad, en los sacramentos de la reconciliación y la Eucaristía. El joven debe experimentar a Cristo como amigo personal, que no falla nunca, camino de total realización. Con él y por la ley del amor, camina al Padre común y a los hermanos. Así se siente verdaderamente feliz.

(Puebla, Conclusiones 1183)

El jóven en la Iglesia

Los jóvenes deben sentir que son Iglesia, experimentándola como lugar de comunión y participación. Por esto, la Iglesia acepta sus críticas, porque se sabe limitada en sus miembros y los hace gradualmente responsables de su construcción hasta su envío como testigos y misioneros especialmente a la gran masa juvenil. En ella los jóvenes se sienten pueblo nuevo; el de las Bienaventuranzas, sin otra seguridad que Cristo; un pueblo con corazón de pobre, contemplativo, en actitud de escuchar y de discernir evangélicamente, constructor de paz, portador de alegría y de un proyecto liberador integral en favor, sobre todo, de sus hermanos jóvenes. La Virgen Madre, bondadosa, la creyente fiel, educa al joven para ser Iglesia.

(Puebla, Conclusiones 1184)

El joven con las actitudes de Cristo promueve y defiende la dignidad de la persona humana. Por el bautismo es hijo del único Padre, hermano de todos los hombres y contribuye a la edificación de la Iglesia. Cada vez se siente más «ciudadano universal», instrumento en la construcción de la comunidad latinoamericana y universal.

(Puebla, Conclusiones 1185)

2.3. Opciones pastorales La Iglesia confía en los jóvenes. Son para ella su esperanza. La Iglesia ve en la juventud de América Latina un verdadero potencial para el presente y el futuro de su evangelización. Por ser verdadera dinamizadora del cuerpo social y especialmente del cuerpo eclesial, la Iglesia hace una opción preferencial por los jóvenes en orden a su misión evangelizadora en el Continente.

(Puebla, Conclusiones 1186)

Por ello, queremos ofrecer una línea pastoral global: Desarrollar, de acuerdo con la pastoral diferencial y orgánica, una pastoral de juventud que tenga en cuenta la realidad social de los jóvenes de nuestro continente; atienda a la profundización y al crecimiento de la fe para la comunión con Dios y con los hombres; oriente la opción vocacional de los jóvenes; les brinde elementos para convertirse en factores de cambio y les ofrezca canales eficaces para la participación activa en la Iglesia y en la transformación de la sociedad.

(Puebla, Conclusiones 1187)

Aplicaciones concretas: Comunión y compromiso

La Iglesia evangelizadora hace un fuerte llamado para que los jóvenes busquen y encuentren en ella el lugar de su comunión con Dios y con los hombres, a fin de construir «la civilización del amor» y edificar la paz en la justicia. Los invita a que se comprometan eficazmente en una acción evangelizadora sin excluir a nadie, de acuerdo con la situación que viven y teniendo predilección por los más pobres.

(Puebla, Conclusiones 1188)

La integración en la Iglesia se canalizará especialmente a través de movimientos juveniles o comunidades que deben estar integradas en la pastoral de conjunto diocesana o nacional, con proyecciones a una integración latinoamericana. Esta integración se hará especialmente con:

- La pastoral familiar;

- La pastoral de la Iglesia diocesana y parroquial en sus diversos aspectos de catequesis, educación, vocaciones, etcétera;

- La interrelación de los diversos movimientos de juventud o comunidades, considerando su situación social concreta: estudiantes de secundaria, universitarios, obreros, campesinos, que tienen condicionamientos propios y exigencias distintas frente al proceso evangelizador y que piden, por lo tanto, una pastoral específica.

(Puebla, Conclusiones 1189)

Esta pastoral de movimientos y comunidades debe tener en cuenta a los jóvenes en una interrelación fecunda, en cuanto que los grupos deben ser fermento en el conjunto y deben propiciar una evangelización total.

(Puebla, Conclusiones 1190)

Se deberá preparar acogida y atención a los jóvenes que, por diversos motivos, deben emigrar temporal o definitivamente y que son víctimas de la soledad, la desubicación, la marginación, etc.

(Puebla, Conclusiones 1191)

Formación y participación

La inserción en la Iglesia y la tarea de compromiso efectivo en la edificación de la nueva civilización del amor y de la paz, es muy exigente y requiere profunda formación y participación responsable. Por tal motivo:

(Puebla, Conclusiones 1192)

La pastoral de juventud en la línea de la evangelización debe ser un verdadero proceso de educación en la fe que lleve a la propia conversión y a un compromiso evangelizador.

(Puebla, Conclusiones 1193)

El fundamento de tal educación será la presentación al joven del Cristo vivo, Dios y Hombre, modelo de autenticidad, sencillez y fraternidad; único que salva liberando de todo pecado y sus consecuencias y compromete a la liberación activa de sus hermanos por medios no violentos.

(Puebla, Conclusiones 1194)

La pastoral de juventud buscará que el joven crezca en una espiritualidad auténtica y apostólica, desde el espíritu de oración y conocimiento de la Palabra de Dios y el amor filial a María Santísima que uniéndolo a Cristo lo haga solidario con sus hermanos.

(Puebla, Conclusiones 1195)

La pastoral de juventud ayudará también a formar a los jóvenes de un modo gradual, para la acción socio -política y el cambio de estructuras, de menos humanas en más humanas, de acuerdo con la Doctrina Social de la Iglesia.

(Puebla, Conclusiones 1196)

Se formará en el joven un sentido crítico frente a los medios de comunicación social y a los contravalores culturales que tratan de transmitirle las diversas ideologías, especialmente la liberal capitalista y la marxista, evitando así las manipulaciones.

(Puebla, Conclusiones 1197)

Se empleará un lenguaje sencillo y adaptado con una pedagogía que tenga presente las diferencias sicológicas del varón y la mujer y esté signada por la mutua confianza y respeto recíproco; en una conversión al medio en el que vive y actúa para centrar así su dinámica misión evangelizadora.

(Puebla, Conclusiones 1198)

Se estimulará la capacidad creadora de los jóvenes para que ellos mismos imaginen y encuentren los medios más diversos y aptos para hacer presente, de una manera constructiva, la misión que tienen en la sociedad y en la Iglesia. Para ello, se les facilitará los medios y las áreas donde ejerzan su compromiso. Entre otros, se recomienda la presencia misionera de los jóvenes en lugares especialmente necesitados.

(Puebla, Conclusiones 1199)

Se procurará dar a los jóvenes una buena orientación espiritual a fin de que puedan madurar su opción vocacional, sea laical, religiosa o sacerdotal.

(Puebla, Conclusiones 1200)

Se recomienda dar la mayor importancia a todos aquellos medios que favorecen la evangelización y el crecimiento en la fe: Retiros, Jornadas, Encuentros, Cursillos, Convivencias, etc.

(Puebla, Conclusiones 1201)

Como tiempo fuerte para la maduración en la fe- que necesariamente lleva a un compromiso apostólico- hay que destacar la celebración consciente y activa del sacramento de la confirmación, precedida de una esmerada catequesis y siempre de acuerdo con las orientaciones de la Santa Sede y de las Conferencias Episcopales.

(Puebla, Conclusiones 1202)

Se procurará formar prioritariamente animadores juveniles calificados (sacerdotes, religiosos o laicos) que sean guías y amigos de la juventud, conservando su propia identidad y prestando ese servicio con madurez humana y cristiana.

(Puebla, Conclusiones 1203)

La juventud no puede considerarse en abstracto, ni es un grupo aislado en el cuerpo social. Por lo tanto, requiere una pastoral articulada que permita una comunicación efectiva entre las diversas etapas de la juventud y una continuidad de formación y compromiso luego en la edad mayor.

(Puebla, Conclusiones 1204)

La pastoral juvenil será la pastoral de la alegría y de la esperanza que transmite el mensaje gozoso de la salvación a un mundo muchas veces triste, oprimido y desesperanzado en busca de su liberación.

(Puebla, Conclusiones 1205)