P U E B L A

Capítulo III
Acción de la Iglesia con los constructores de la sociedad pluralista en América Latina

La Iglesia colabora por el anuncio de la Buena Nueva y a través de una radical conversión a la justicia y el amor, a transformar desde dentro las estructuras de la sociedad pluralista que respeten y promueven la dignidad de la persona humana y le abran la posibilidad de alcanzar su vocación suprema de comunión con Dios y de los hombres entre sí (cf. EN 18, 19, 20).

(Puebla, Conclusiones 1206)

3.1. Situación

Enfocamos solamente algunos aspectos que más directamente desafían nuestra acción pastoral, en cierta forma como síntesis de cuestiones tratadas en distintos lugares.

(Puebla, Conclusiones 1207)

Sobre todo desde Medellín, se perciben dos claras tendencias.

a) Por una parte, la tendencia hacia la modernización con fuerte crecimiento económico, urbanización creciente del continente, tecnificación de las estructuras económicas, políticas, militares, etc.

b) Por otra, la tendencia a la pauperización y a la exclusión creciente de las grandes mayorías latinoamericanas de la vida productiva. El pueblo pobre de América Latina, por tanto, ansía una sociedad de mayor igualdad, justicia y participación a todos los niveles.

(Puebla, Conclusiones 1207)

Estas tendencias contradictorias favorecen la apropiación por una minoría privilegiada de gran parte de la riqueza, así como de los beneficios creados por la ciencia y por la cultura; por otro lado, engendran la pobreza de una gran mayoría con la conciencia de su exclusión y del bloqueo de sus crecientes aspiraciones de justicia y participación. Comprobamos, con todo, que van aumentando las clases medias en muchos países de América Latina.

(Puebla, Conclusiones 1208)

Surge así un conflicto estructural grave: «la riqueza creciente de unos pocos sigue paralela a la creciente miseria de las masas» (Juan Pablo II, Discurso inaugural III 4: AAS 71 p. 200).

(Puebla, Conclusiones 1209)

3.2. Criterios doctrinales

Vivimos en una sociedad pluralista, en la cual se encuentran diversas religiones, concepciones filosóficas, ideologías, sistemas de valores que, encarnándose en diferentes movimientos históricos, se proponen construir la sociedad del futuro, rechazando la tutela de cualquier instancia incuestionable.

(Puebla, Conclusiones 1210)

Sabemos que la Iglesia, aportando una valiosa colaboración a la construcción de la sociedad, no se atribuye competencia para proponer modelos alternativos. Adoptamos así, los siguientes criterios doctrinales:

(Puebla, Conclusiones 1211)

a) No reivindicamos ningún privilegio para la Iglesia; respetamos los derechos de todos y la sinceridad de todas las convicciones en pleno respeto a la autonomía de las realidades terrestres.

(Puebla, Conclusiones 1212)

b) Sin embargo, exigimos para la Iglesia el derecho de dar testimonio de su mensaje y de usar su palabra profética de anuncio y denuncia en sentido evangélico, en la corrección de las imágenes falsas de la sociedad, incompatibles con la visión cristiana.

(Puebla, Conclusiones 1213)

c) Defendemos los derechos de los organismos intermedios dentro del principio de la subsidiaridad, incluso de los creados por la Iglesia, en colaboración con todo lo que se refiere al bien común.

(Puebla, Conclusiones 1214)

3.3. Criterios pastorales

Abogamos por:

(Puebla, Conclusiones 1215)

a) La superación de la diferenciación entre pastoral de élites y pastoral popular. La pastoral es una sola. Penetra «cuadros» o «élites» evangelizadoras; afecta todos los ámbitos de la vida social; dinamiza la vida de la sociedad y al mismo tiempo se pone a su servicio.

(Puebla, Conclusiones 1215)

b) La responsabilidad específica de los laicos en la construcción de la sociedad temporal, como lo inculca la Evangelii Nuntiandi.

(Puebla, Conclusiones 1216)

c) La preocupación preferencial en defender y promover los derechos de los pobres, los marginados y los oprimidos.

(Puebla, Conclusiones 1217)

d) La preocupación preferencial por los jóvenes de parte de la Iglesia que ve en ellos una fuerza transformadora de la sociedad.

(Puebla, Conclusiones 1218)

e) La responsabilidad insustituible de la mujer, cuya colaboración es indispensable para la humanización de los procesos transformadores, como garantía de que el amor es una dimensión de la vida y el cambio y porque su perspectiva es insustituible para la representación completa de las necesidades y esperanzas del pueblo.

(Puebla, Conclusiones 1219)

3.4. Opciones y líneas de acción

Sabemos que el pueblo, en su dimensión total y en su forma particular, a través de sus organizaciones propias, construye la sociedad pluralista. Frente a este desafío, tenemos conciencia de que la misión de la Iglesia no se reduce a exhortar a los diversos grupos sociales y a las categorías profesionales, en la construcción de una sociedad nueva para el pueblo y con el pueblo, ni se trata solamente de estimular a cada uno de los grupos y categorías a dar su contribución específica con honestidad y competencia, sino también a ser agente de una concientización general de responsabilidad común, frente a un desafío que exige la participación de todos.

(Puebla, Conclusiones 1220)

Tenemos conciencia de que la transformación de estructuras es una expresión externa de la conversión interior. Sabemos que esta conversión empieza por nosotros mismos. Sin el testimonio de una Iglesia convertida serían vanas nuestras palabras de pastores.

(Puebla, Conclusiones 1221)

Asumimos la necesidad de una pastoral orgánica en la Iglesia como unidad dinamizadora para su eficacia permanente que comprenda entre otras cosas: principios orientadores, objetivos, opciones, estrategias, iniciativas prácticas, etc.

(Puebla, Conclusiones 1222)

Principios orientadores

La defensa y la promoción de la dignidad inalienable de la persona humana.

(Puebla, Conclusiones 1223)

El destino universal de los bienes creados por Dios y producidos por los hombres, quienes no pueden olvidar que «sobre toda propiedad privada grava una hipoteca social» (Juan Pablo II, Discurso inaugural III 4: AAS 71 p. 200).

(Puebla, Conclusiones 1224)

El recurso a la fuente de la fuerza divina de la oración asidua, la meditación de la palabra de Dios que cuestiona siempre, y la participación eucarística de los constructores de la sociedad, quienes, con sus enormes responsabilidades, se hallan rodeados de tentaciones que los llevan a encerrarse en el ámbito de las realidades terrenas sin apertura a las exigencias del Evangelio.

(Puebla, Conclusiones 1225)

La comunidad cristiana conducida por el Obispo ha de establecer el puente de contacto y diálogo con los constructores de la sociedad temporal, a fin de iluminarlos con la visión cristiana, estimularlos con gestos significativos y acompañarlos con actuaciones eficaces.

(Puebla, Conclusiones 1226)

En este contacto y diálogo debe circular, en actitud de escuchar en forma sincera y acogedora, la problemática traída por ellos desde su propio ambiente temporal. Así podremos encontrar los criterios, las normas y los caminos por los cuales profundizar y actualizar la enseñanza social de la Iglesia, en el sentido de la elaboración de una ética social capaz de formular las respuestas cristianas a los grandes problemas de la cultura contemporánea. Exhortamos a todos a que luchen contra la corrupción económica en los distintos niveles, tanto en la administración pública como en los negocios particulares, pues con ella se causa grave perjuicio a la gran mayoría.

(Puebla, Conclusiones 1227)

Este diálogo requiere iniciativas que permitan el encuentro y la relación estrecha con todos los que colaboran en la construcción de la sociedad, de tal manera que descubran su complementariedad y convergencia. Por lo mismo, en esta acción hay que trabajar prioritariamente con los que tienen poder decisorio. Esto no excluye el reconocimiento del valor constructivo de tensiones sociales que, dentro de las exigencias de la justicia, contribuyen a garantizar la libertad y los derechos, especialmente de los más débiles.

(Puebla, Conclusiones 1228)

Objetivos, opciones y estrategias

Formar en los distintos sectores pastorales personas capaces de ejercer en ellos un liderazgo como fermento evangelizador.

(Puebla, Conclusiones 1229)

Elaborar, con personas de cada sector, normas de conducta cristiana que constituyan objeto de reflexión y aplicación y que sean sometidas a una permanente revisión.

(Puebla, Conclusiones 1230)

Promover encuentros que reúnan personas de sectores pastorales diversos para confrontar sus experiencias y para la convergencia de su acción.

(Puebla, Conclusiones 1231)

Estimular la elaboración de alternativas viables para la acción evangelizadora tendientes a la renovación cristiana de las estructuras sociales.

(Puebla, Conclusiones 1232)

Promover la formación de sacerdotes y diáconos especializados y los nuevos ministerios confiados a los laicos que se adapten a las necesidades pastorales de cada sector.

(Puebla, Conclusiones 1233)

Desarrollar movimientos especializados que reúnan los elementos disponibles para la evangelización del propio ambiente.

(Puebla, Conclusiones 1234)

Saber valorar los medios pobres, humildes, populares e incluso artesanales, para comunicar el Mensaje.

(Puebla, Conclusiones 1235)

Preservar los recursos naturales creados por Dios para todos los hombres, a fin de transmitirlos como herencia enriquecedora a las generaciones futuras.

(Puebla, Conclusiones 1236)

Iniciativas prácticas

Con simpatía y sin prevención, la Iglesia lleva su palabra a quienes, entre otros, sabe que la esperan y necesitan su orientación o estímulo. A los que elaboran, difunden y realizan ideas, valores y decisiones:

(Puebla, Conclusiones 1237)

A los políticos y hombres de gobierno recordamos las palabras del Concilio Vaticano II: «sólo Dios es la fuente de vuestra autoridad y el fundamento de vuestras leyes» (Vaticano II, Mensaje a la Humanidad, n. 2 A los Gobernantes) por mediación del pueblo. Afirmamos la nobleza y la dignidad del compromiso con una actividad orientada a consolidar la concordia interior y la seguridad exterior, estimulando la acción sensible e inteligente del político para la mejor conducción del Estado, para la consecución del bien común y para la conciliación eficaz de la libertad, la justicia y la igualdad en una genuina sociedad participada. «La comunidad política y la Iglesia son independientes y autónomas, cada una en su propio terreno. Ambas, sin embargo, aunque por diverso título, están al servicio de la vocación personal y social del hombre. Este servicio lo realizarán con tanta mayor eficacia, para bien de todos, cuanto mejor cultiven ambas entre sí una sana cooperación habida cuenta de las circunstancias de lugar y tiempo»(GS 76).

(Puebla, Conclusiones 1238)

Al mundo intelectual y universitario, para que actúe con libertad espiritual, cumpla con autenticidad su función creativa, se disponga para la educación política- distinta de la mera politización- y satisfaga la lógica interior de la reflexión y el rigor científico, porque de ese mundo se esperan proyectos y líneas teóricas sólidas para la construcción de la nueva sociedad (cf. Vaticano II, Mensaje a la Humanidad, a los hombres del pensamiento y de la ciencia).

(Puebla, Conclusiones 1239)

A los científicos, técnicos y forjadores de la sociedad tecnológica, para que alienten el espíritu científico con amor a la verdad a fin de investigar los enigmas del universo y dominar la tierra; para que eviten los efectos negativos de una sociedad hedonista y la tentación tecnocrática y apliquen la fuerza de la tecnología a la creación de bienes y a la invención de medios destinados a rescatar al hombre del subdesarrollo. Se espera de ellos especialmente estudios e investigaciones con miras a la síntesis entre la ciencia y la fe. Exhortamos a todos los pensadores conscientes del valor de la sabiduría- cuya primera y última fuente es el Logos- y preocupados con la creación del humanismo nuevo, a que tengan en cuenta la gran afirmación de la Gaudium et Spes: «El destino futuro del mundo corre peligros si no se forman hombres más instruidos en esta sabiduría» (n. 15c).

Para esto, es necesario un gran esfuerzo de diálogo interdisciplinario de la teología, la filosofía y las ciencias, en pos de nuevas síntesis.

(Puebla, Conclusiones 1240)

A los responsables de los medios de comunicación para que elaboren y respeten un código de ética de la información y la comunicación; para que tomen conciencia de que la neutralidad instrumental de los medios los hace disponibles para el bien o para el mal; para que sirvan a la verdad, la objetividad, la educación y el conocimiento suficiente de la realidad.

(Puebla, Conclusiones 1241)

A los creadores en el arte, para que intuyan los rumbos del hombre, presientan e interpreten sus crisis, abran la dimensión estética de la vida humana y contribuyan a la personalización del hombre concreto.

(Puebla, Conclusiones 1242)

A los juristas según su saber especial, para que reivindiquen el valor de la ley en la relación entre gobernantes y gobernados y para la disciplina justa de la sociedad. A los jueces, para que no comprometan su independencia, juzguen con equidad e inteligencia y sirvan a través de sus sentencias a la educación de gobernantes y gobernados en el cumplimiento de las obligaciones y el conocimiento de sus derechos.

(Puebla, Conclusiones 1243)

A los obreros. En el mundo que se urbaniza e industrializa crece el papel de los obreros «como principales artífices de las prodigiosas transformaciones que el mundo conoce hoy» (Vaticano II, Mensaje a los trabajadores n. 6). Para esto, deben comprometer su experiencia en la búsqueda de nuevas ideas; renovarse a sí mismos y contribuir de manera aún más decidida a construir la América Latina de mañana. Que no olviden lo que les dijo el Papa en el mismo discurso: es derecho de los obreros «crear libremente organizaciones para defender, promover sus intereses, para contribuir responsablemente al bien común» (Juan Pablo II, Alocución obreros de Monterrey 3: AAS 71 p. 241).

(Puebla, Conclusiones 1244)

A los campesinos: Vosotros sois fuerza dinamizadora en la construcción de una sociedad más participada. Abogando por vosotros, el Santo Padre dirigió estas palabras a los sectores de poder: «Por parte vuestra, responsables de los pueblos, clases poderosas que tenéis a veces improductivas las tierras que esconden el pan que a tantas familias falta: la conciencia humana, la conciencia de los pueblos, el grito del desvalido y, sobre todo, la voz de Dios, la voz de la Iglesia os repite conmigo: No es justo, no es humano, no es cristiano continuar con ciertas situaciones claramente injustas. Hay que poner en práctica medidas reales, eficaces, a nivel local, nacional e internacional, en la amplia línea marcada por la Encíclica Mater et Magistra... Amadísimos hermanos e hijos: trabajad en vuestra elevación humana» (Juan Pablo II, Alocución Oaxaca 9: AAS 71 p. 210).

(Puebla, Conclusiones 1245)

A la sociedad económica, para que los economistas contribuyan con un pensamiento creativo a dar respuestas prontas a las demandas fundamentales del hombre y de la sociedad. Para que los empresarios, teniendo presente la función social de la empresa, actúen concibiéndola no sólo como factor de producción y lucro, sino como comunidad de personas y como elemento de una sociedad pluralista, sólo viable cuando no existe concentración excesiva del poder económico.

(Puebla, Conclusiones 1246)

A los militares: les recordamos con Medellín que «tienen la misión de garantizar las libertades políticas de los ciudadanos, en lugar de ponerles obstáculos» (Med. Pastoral de élites 20). Que tengan conciencia de su misión: garantizar la paz y la seguridad de todos. Que jamás abusen de la fuerza. Que sean más bien los defensores de la fuerza del Derecho. Que propicien también una convivencia libre, participativa y pluralista.

(Puebla, Conclusiones 1247)

A los funcionarios, para que asuman su actividad como un servicio, porque la dignidad de la función y la vida pública reside en el hecho de que su destinatario natural es la sociedad y, sobre todo, quienes menos tienen y más dependen del buen funcionamiento de lo público.

(Puebla, Conclusiones 1248)

A todos, por fin, que contribuyan al funcionamiento normal de la sociedad; profesionales liberales, comerciantes, para que asuman su misión en espíritu de servicio al pueblo que de ellos espera la defensa de su vida, de sus derechos y la promoción de su bienestar.

(Puebla, Conclusiones 1249)

3.5. Conclusión

En la actual coyuntura de América Latina, los cambios podrán ser rápidos y profundos en beneficio de todos, especialmente de los pobres por ser los más afectados, y de los jóvenes, que asumirán en breve los destinos del Continente.

(Puebla, Conclusiones 1250)

Proponemos para eso la movilización de todos los hombres de buena voluntad. Que se unan con nuevas esperanzas en esa inmensa tarea. Queremos escucharlos con viva sensibilidad; unirnos a ellos en su acción constructiva.

(Puebla, Conclusiones 1251)

Con nuestros hermanos que profesan una misma fe en Cristo, aunque no pertenezcan a la Iglesia Católica, esperamos unir los esfuerzos, preparando constantes y progresivas convergencias que apresuren la llegada del Reino de Dios.

(Puebla, Conclusiones 1252)

A los hijos de la Iglesia que se empeñan en puestos de avanzada queremos transmitirles nuestra confianza en su acción, haciendo de ellos nuestros mensajeros de nuevas esperanzas. Sabemos que en el Evangelio, en la oración y en la Eucaristía, tratarán de encontrar la fuente para constantes revisiones de vida y la fuerza de Dios para su acción transformadora.

(Puebla, Conclusiones 1253)

Capítulo IV

Acción de la Iglesia por la persona en la sociedad nacional e internacional

4.1. Introducción

La dignidad humana, lo ha recordado Juan Pablo II, es un valor evangélico y el Sínodo de 1974 nos enseñó que la promoción de la justicia es parte integrante de la evangelización. Esta dignidad y esta promoción de la justicia se debe verificar tanto en el orden nacional como en el internacional. (Puebla, Conclusiones 1254)

Ocupándonos de la realidad del orden nacional e internacional lo hacemos en una actitud de servicio como pastores, y no desde el ángulo económico, político, o meramente sociológico. Buscamos que haya entre los hombres una mayor comunión y participación en los bienes de todo orden que Dios nos ha dado.

(Puebla, Conclusiones 1255)

Por eso, queremos ver la situación de la dignidad de la persona humana y de la promoción de la justicia en nuestra realidad latinoamericana, reflexionando sobre la misma a la luz de nuestra fe y de los principios fundados en la misma naturaleza humana para encontrar los criterios y servicios que conducirán nuestra acción pastoral hoy y en el próximo futuro.

(Puebla, Conclusiones 1256)

4.2. Situación A nivel nacional

Recordamos algunos puntos que fueron considerados ya en otras partes de este documento:

(Puebla, Conclusiones 1257)

Son muchas las causas de esta situación de injusticia, pero en la raíz de todas se encuentra el pecado, tanto en su aspecto personal como en las estructuras mismas.

(Puebla, Conclusiones 1258)

Con profunda pena comprobamos que se ha agravado la situación de violencia que puede llamarse institucionalizada (subversiva y represiva) en la cual se atropella la dignidad humana hasta en sus derechos más fundamentales.

(Puebla, Conclusiones 1259)

De modo especial tenemos que señalar que, después de los años cincuenta y no obstante las realizaciones logradas, han fracasado las amplias esperanzas del desarrollo y han aumentado la marginación de grandes mayorías y la explotación de los pobres.

(Puebla, Conclusiones 1260)

La falta de realización de la persona humana en sus derechos fundamentales se inicia aun antes del nacimiento del hombre por el incentivo de evitar la concepción e incluso de interrumpirla por medio del aborto; prosigue con la desnutrición infantil, el abandono prematuro, la carencia de asistencia médica, de educación y de vivienda, propiciando un desorden constante donde no es de extrañar la proliferación de la criminalidad, de la prostitución, del alcoholismo y de la drogadicción.

(Puebla, Conclusiones 1261)

Impedido, en este contexto, el acceso a los bienes y servicios sociales y a las decisiones políticas, se agravan los atentados a la libertad de opinión, a la libertad religiosa, a la integridad física. Asesinatos, desapariciones, prisiones arbitrarias, actos de terrorismo, secuestros, torturas continentalmente extendidas, demuestran un total irrespeto por la dignidad de la persona humana. Algunas pretenden justificarse incluso como exigencias de la seguridad nacional.

(Puebla, Conclusiones 1262)

Nadie puede negar la concentración de la propiedad empresarial, rural y urbana en pocas manos, haciéndose imperioso el reclamo de verdaderas reformas agrarias y urbanas, así como la concentración del poder por las tecnocracias civiles y militares, que frustran los reclamos de participación y de garantías de un Estado democrático.

(Puebla, Conclusiones 1263)

A nivel internacional

El hombre latinoamericano encuentra una sociedad cada vez más desequilibrada en su convivencia. Hay «mecanismo que, por encontrarse impregnados no de un auténtico humanismo sino de materialismo, producen a nivel internacional ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres» (Juan Pablo II, Discurso inaugural III 4: AAS 71 p. 200). Tales mecanismos se manifiestan en una sociedad programada muchas veces a la luz del egoísmo, en las manipulaciones de la opinión pública, en expropiaciones invisibles y en nuevas formas de dominio supranacional, pues crecen las distancias entre las naciones ricas y pobres. Hay que añadir, además, que en muchos casos el poderío de empresas multinacionales se sobrepone al ejercicio de la soberanía de las naciones y al pleno dominio de sus recursos naturales.

(Puebla, Conclusiones 1264)

Como consecuencia de los nuevos manejos y de la explotación causada por los sistemas de organización de la economía y de la política internacional, el subdesarrollo del hemisferio puede agravarse y hasta hacerse permanente. Por ello, vemos amenazado el ideal de la integración latinoamericana, hecho lamentable, motivado en gran parte por las ambiciones económicas nacionalistas, por la parálisis de los grandes planes de cooperación y por nuevos conflictos internacionales.

(Puebla, Conclusiones 1265)

El desequilibrio socio -político a nivel nacional e internacional está creando numerosos desubicados, como son los emigrantes cuyo número puede ser magnitud insospechada en el próximo futuro. A éstos debe añadirse desubicados políticos como son los asilados, los refugiados, desterrados y también los indocumentados de todo género. En una situación de total abandono se encuentran los ancianos, los minusválidos, los errantes y las grandes masas de campesinos e indígenas «casi siempre abandonados en un innoble nivel de vida y a veces atrapados y explotados duramente» (Pablo VI, Discurso a los campesinos, Bogotá, 23. 8. 1968).

(Puebla, Conclusiones 1266)

Finalmente, no resulta extraño en este complejo problema social el aumento de gastos en armamentos, así como la creación artificial de necesidades superfluas, impuestas desde fuera a los países pobres.

(Puebla, Conclusiones 1267)

4.3. Criterios

En la sociedad nacional:

La realización de la persona se obtiene gracias al ejercicio de sus derechos fundamentales, eficazmente reconocidos, tutelados y promovidos. Por eso la Iglesia, experta en humanidad, tiene que ser voz de los que no tienen voz (de la persona, de la comunidad frente a la sociedad, de las naciones débiles frente a las poderosas) correspondiéndole una actividad de docencia, denuncia y servicio para la comunión y la participación.

(Puebla, Conclusiones 1268)

Frente a la situación de pecado surge por parte de la Iglesia el deber de denuncia, que tiene que ser objetiva, valiente y evangélica; que no trata de condenar sino de salvar al culpable y a la víctima. Una tal denuncia hecha después de previo entendimiento entre los pastores, llama a la solidaridad interna de la Iglesia y al ejercicio de la colegialidad.

(Puebla, Conclusiones 1269)

El enunciado de los derechos fundamentales de la persona humana hoy y en el futuro, es y será parte indispensable de su misión evangelizadora. Entre otros, la Iglesia proclama la exigencia y realización de los siguientes derechos:

(Puebla, Conclusiones 1270)

Derechos individuales: derechos a la vida (a nacer, a la procreación responsable), a la integridad física y síquica, a la protección legal, a la libertad religiosa, a la libertad de opinión, a la participación en los bienes y servicios, a construir su propio destino, al acceso a la propiedad y a «otras formas de dominio privado sobre los bienes exteriores» (GS 71).

(Puebla, Conclusiones 1271)

Derechos sociales: derecho a la educación, a la asociación, al trabajo, a la vivienda, a la salud, a la recreación, al desarrollo, al buen gobierno, a la libertad y justicia social, a la participación en las decisiones que conciernen al pueblo y a las naciones.

(Puebla, Conclusiones 1272)

Derechos emergentes: derecho a la propia imagen, a la buena fama, a la privacidad, a la información y expresión objetiva, a la objeción de conciencia «con tal que no se violen las justas exigencias del orden público» (DH 4), y a una visión propia del mundo.

(Puebla, Conclusiones 1273)

Sin embargo, la Iglesia también enseña que el reconocimiento de estos derechos supone y exige siempre «en el hombre que los posee otros tantos deberes: unos y otros tienen en la ley natural que los confiere o los impone, su origen, su mantenimiento y vigor indestructibles» (PT 28).

(Puebla, Conclusiones 1274)

En la sociedad internacional

Tanto el desequilibrio de la sociedad internacional como la necesidad de salvaguardar el carácter trascendente de la persona humana en un nuevo orden internacional, hacen que la Iglesia urja la proclamación y el esfuerzo por hacer realidad ciertos derechos como:

(Puebla, Conclusiones 1275)

El derecho a una convivencia internacional justa entre las naciones, con pleno respeto a su autodeterminación económica, política, social y cultural.

(Puebla, Conclusiones 1276)

El derecho de cada nación a defender y promover sus propios intereses frente a las empresas transnacionales, haciéndose necesaria la elaboración a nivel internacional de un estatuto que regule las actividades de dichas empresas.

(Puebla, Conclusiones 1277)

El derecho a una nueva cooperación internacional que revise las condiciones originales de dicha cooperación.

(Puebla, Conclusiones 1278)

El derecho a un nuevo orden internacional con los valores humanos de solidaridad y de justicia.

(Puebla, Conclusiones 1279)

Este nuevo orden internacional evitará una sociedad edificada sobre criterios neomalthusianos; se fundará en las legítimas necesidades sociales del hombre; asumirá un sano pluralismo con la adecuada representación de las minorías y los grupos intermedios, a fin de que él mismo no sea un círculo cerrado de naciones; preservará el patrimonio común de la humanidad y en especial los océanos.

(Puebla, Conclusiones 1280)

Finalmente, los excedentes económicos, los ahorros provenientes del desarme y cualquiera otra riqueza sobre la que, aun a nivel internacional, pesa la «hipoteca social», deberán ser utilizados socialmente, asegurando al acceso inmediato y libre de los más débiles a su desarrollo integral.

(Puebla, Conclusiones 1281)

En especial reconociendo que los pueblos latinoamericanos tienen tantos valores, necesidades, dificultades y esperanzas en común, se debe promover una legítima integración que supere los egoísmos y los estrechos nacionalismos y respete la legítima autonomía de cada pueblo, su integridad territorial, etc., y promueva la autolimitación de los gastos de armamentos.

(Puebla, Conclusiones 1282)

4.4. Servicios

La Iglesia, además del anuncio de la dignidad de la persona humana, de sus derechos y deberes y de la denuncia de los atropellos al hombre, tiene que ejercer una acción de servicio como parte integrante de su misión evangelizadora y misionera. Ella debe crear en común con todos los hombres de fe y buena voluntad, una conciencia ética en torno a los grandes problemas internacionales. Por lo tanto:

(Puebla, Conclusiones 1283)

- Da testimonio evangélico de Dios presente en la historia y despierta en el hombre una actitud abierta a la comunión y a la participación.

(Puebla, Conclusiones 1284)

- Establece en su ámbito organismos de acción social y promoción humana.

(Puebla, Conclusiones 1285)

- Suple en la medida de sus posibilidades las lagunas y ausencias de los poderes públicos y de las organizaciones sociales.

(Puebla, Conclusiones 1286)

- Convoca la comunidad humana para que se revisen y orienten las instituciones internacionales y se creen nuevas formas de protección que basadas en la justicia, garanticen la promoción auténticamente humana de la creciente muchedumbre de los desamparados.

(Puebla, Conclusiones 1287)

Se recomienda la colaboración entre Conferencias Episcopales para el estudio de problemas pastorales, especialmente en cuanto a la justicia, que desbordan el nivel nacional.

(Puebla, Conclusiones 1288)

Corresponde en particular a la acción de la Iglesia, frente a los anónimos sociales, el deber de acogerlos y asistirlos, de restaurar su dignidad y su rostro humano «porque cuando un hombre es herido en su dignidad, toda la Iglesia sufre» (Pablo VI, Enero de 1977).

(Puebla, Conclusiones 1289)

La Iglesia debe propiciar el que este grupo flotante de la humanidad se reintegre socialmente, sin perder sus propios valores; debe velar por la restauración plena de sus derechos; debe colaborar para que quienes no existen legalmente posean la necesaria documentación a fin de que todos tengan acceso al desarrollo integral, que la dignidad de hombre y de hijo de Dios merece. Así ella cooperará a garantizar al hombre una existencia digna que lo capacite para realizarse al interior de la familia y de la sociedad.

(Puebla, Conclusiones 1290)

Es también necesaria la acción de la Iglesia para que los desubicados y marginados de nuestro tiempo no se constituyan permanentemente en ciudadanos de segunda clase, puesto que son sujetos de derecho con legítimas aspiraciones sociales y tienen derecho a una adecuada atención pastoral, según los documentos pontificios y las orientaciones propuestas en las reuniones latinoamericanas sobre pastoral de migraciones.

(Puebla, Conclusiones 1291)

La Iglesia hace un urgente llamado a la conciencia de los pueblos y también a las organizaciones humanitarias para que:

- Se fortalezca y se generalice el derecho de asilo, institución genuinamente latinoamericana (tratado de Río de Janeiro, 1942), forma actual de la protección que brindaba antes la Iglesia;

- los países amplíen sus cuotas de recepción de refugiados y emigrantes y se agilice la implementación de los acuerdos y mecanismos de integración competentes en estas acciones;

- se ataque la raíz del problema ocupacional, con políticas específicas de tenencia de la tierra, de producción y de comercialización, que cubran las necesidades urgentes de la población y que fijen al trabajador en su medio;

- se aliente la concurrencia fraterna de las naciones en ocasión de catástrofe;

- se posibilite la amnistía como signo de reconciliación para conseguir la paz, de acuerdo con la invitación de Pablo VI en la proclamación del Año Santo de 1975;

- se creen centros de defensa de la persona humana que trabajen con el objeto de «que se quiten barreras de explotación hechas frecuentemente de egoísmos intolerables y contra los que se estrellan sus mejores esfuerzos de promoción» (Juan Pablo II, Alocución Oaxaca 5).

(Puebla, Conclusiones 1292)

A todas las personas afligidas y a los que sufren por la violación de sus derechos, les hacemos llegar nuestra palabra de comprensión y aliento. Exhortamos a los responsables del bien común a que con decidida voluntad pongan todo su empeño en remediar las causas que generan estas situaciones y a que creen las condiciones necesarias para una convivencia auténticamente humana.

(Puebla, Conclusiones 1293)

QUINTA PARTE

Bajo el dinamismo del espíritu: opciones pastorales

El Espíritu de Jesús Resucitado habita en su Iglesia. él es el Señor y dador de vida. Es la fuerza de Dios que empuja a su Iglesia hacia la plenitud; es su Amor, creador de comunión y de riqueza; es el Testigo de Jesús que nos envía, misioneros con la Iglesia, a dar testimonio de él entre los hombres.

(Puebla, Conclusiones 1294)

Queremos ser dóciles a esta fuerza y a este amor. Por eso, impulsados por él buscamos la comunión, deseamos ser servidores del hombre, enviados al mundo para transformarlo con los dones de Dios.

(Puebla, Conclusiones 1295)

Y, pensando en nuestras tareas y planes pastorales, deseamos poseer la creatividad del Espíritu, su dinamismo para hacer del hombre latinoamericano un hombre nuevo, a imagen de Cristo Resucitado, portador de la nueva esperanza para sus hermanos.

(Puebla, Conclusiones 1296)

Opciones pastorales

El examen de los núcleos anteriores nos ha puesto delante de los grandes desafíos que el Continente latinoamericano ofrece a su Evangelización presente y futura.

(Puebla, Conclusiones 1297)

¿Cuál es la respuesta que los cristianos estamos llamados a dar a esa realidad? ¿Cuáles son las líneas y criterios de una verdadera y auténtica Evangelización para América Latina? ¿Cuáles son las opciones pastorales fundamentales para que el Evangelio sea acontecimiento actual con toda su vitalidad y fuerza original?

(Puebla, Conclusiones 1298)

Las opciones pastorales son el proceso de elección que mediante la ponderación y el análisis de las realidades positivas y negativas, vistas a la luz del Evangelio, permiten escoger y descubrir la respuesta pastoral a los desafíos puestos a la Evangelización.

(Puebla, Conclusiones 1299)

Las comisiones, en sus respectivos temas, ya dieron una respuesta. No es necesario repetirla. En este último apartado, a manera de conclusión, deseamos solamente presentar las grandes líneas u opciones claves. Es, ante todo, un espíritu, una característica que debe enmarcar la Evangelización en nuestro continente radicalmente cristiano, pero donde la fe, como vivencia total y norma de vida, no tiene la incidencia que sería de desear en la conducta personal y social de muchos cristianos. Las formas de injusticia que debilitan y violentan nuestra convivencia social y que se manifiestan especialmente en la extrema pobreza, en el atropello a la dignidad de la persona y en las violaciones de los derechos humanos, ponen de manifiesto que la fe no ha alcanzado aún entre nosotros su plena madurez. Las mismas culturas vivas en el continente y la nueva civilización que se va formando por el influjo del mundo técnico -científico, con tendencia fuertemente secularista, piden un empeño más evangélico de los cristianos y una actitud de diálogo permanente.

(Puebla, Conclusiones 1300)

Por eso, hoy y mañana en América Latina los cristianos, en nuestra calidad de Pueblo de Dios, enviados para ser germen segurísimo de unidad, de esperanza y de salvación, necesitamos ser una comunidad que viva la comunión de la Trinidad y sea signo y presencia de Cristo muerto y resucitado que reconcilia a los hombres con el Padre en el Espíritu, a los hombres entre sí y al mundo con su Creador. «Todo es vuestro y vosotros de Cristo y Cristo de Dios» (1Cor 3, 23). «Cuando hayan sido sometidas a él todas las cosas, entonces también el Hijo se someterá a Aquel que ha sometido a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todo» (1Cor 15, 28).

Optamos por:

(Puebla, Conclusiones 1301)

Una Iglesia -sacramento de comunión, que en una historia marcada por los conflictos, aporta energías irreemplazables para promover la reconciliación y la unidad solidaria de nuestros pueblos.

(Puebla, Conclusiones 1302)

Una Iglesia servidora que prolonga a través de los tiempos al Cristo -Siervo de Yahvé por los diversos ministerios y carismas.

(Puebla, Conclusiones 1303)

Una Iglesia misionera que anuncia gozosamente al hombre de hoy que es hijo de Dios en Cristo; se compromete en la liberación de todo el hombre y de todos los hombres (el servicio de la paz y de la justicia es un ministerio esencial de la Iglesia) y se inserta solidaria en la actividad apostólica de la Iglesia Universal, en íntima comunión con el sucesor de Pedro. Ser misionero y apóstol es condición del cristiano.

(Puebla, Conclusiones 1304)

Esas actitudes fundamentales del ser pastoral de nuestras Iglesias en el continente exigen una Iglesia en proceso permanente de evangelización, una Iglesia evangelizada que escucha, profundiza y encarna la Palabra y una Iglesia evangelizadora que testimonia, proclama y celebra esa Palabra de Dios, el Evangelio, Jesucristo en la vida, y ayuda a construir una nueva sociedad en total fidelidad a Cristo y al hombre en el Espíritu Santo, denunciando las situaciones de pecado, llamando a la conversión y comprometiendo a los creyentes en la acción transformadora del mundo.

(Puebla, Conclusiones 1305)

Planificación pastoral

El camino práctico para realizar concretamente esas opciones pastorales fundamentales de evangelización es el de una pastoral planificada.

(Puebla, Conclusiones 1306)

La acción pastoral planificada es la respuesta específica, consciente e intencional, a las necesidades de la evangelización. Deberá realizarse en un proceso de participación en todos los niveles de las comunidades y personas interesadas, educándolas en la metodología de análisis de la realidad, para la reflexión sobre dicha realidad a partir del Evangelio; la opción por los objetivos y los medios más aptos y su uso más racional para la acción evangelizadora.

(Puebla, Conclusiones 1307)

El hombre nuevo

Es necesario crear en el hombre latinoamericano una sana conciencia moral, sentido evangélico crítico frente a la realidad, espíritu comunitario y compromiso social. Todo ello hará posible una participación libre y responsable, en comunión fraterna y dialogante para la construcción de la nueva sociedad verdaderamente humana y penetrada de valores evangélicos. Ella ha de ser modelada en la comunidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y debe ser respuesta a los sufrimientos y aspiraciones de nuestros pueblos, llenos de esperanza que no podrá ser defraudada.

(Puebla, Conclusiones 1308)

Signos de esperanza y alegria

A Dios gracias, actualmente hay mucha vitalidad evangelizadora en nuestro Continente:

Las comunidades eclesiales de base en comunión con sus Pastores. Los movimientos de apostolado seglar organizados, como matrimonios, juventud y otros.

La conciencia más aguda de los seglares respecto de su identidad y misión eclesial. Los nuevos ministerios y servicios. La acción pastoral comunitaria intensa de los sacerdotes, los religiosos y las religiosas en las zonas más pobres. La presencia de los Obispos cada vez mayor y más sencilla entre el pueblo. La colegialidad episcopal más vivida. La sed de Dios y su búsqueda en la oración y contemplación a imitación de María, que guardaba en su corazón las palabras y hechos de su Hijo. La conciencia creciente de la dignidad del hombre en su visión cristiana, son otros tantos signos de esperanza y alegría para quien está inmerso en el misterio pascual de Cristo y sabe que solamente el Evangelio vivido y proclamado, a imitación de él, lleva a la auténtica y total liberación de la humanidad: «Ningún otro nombre fue dado a los hombres en el cual puedan ser salvos sino el nombre de Jesucristo» (Hch 4, 12). (Puebla, Conclusiones 1309)

Él es plenitud de todo el ser. Sólo en Cristo el hombre encuentra su alegría perfecta.

(Puebla, Conclusiones 1310)