P U E B L A

Capítulo III

Visión de la realidad eclesial hoy en América Latina

3.1. Introducción

La visión de la realidad en su contexto social que acabamos de presentar, nos muestra que el pueblo latinoamericano va también caminando entre angustias y esperanzas, entre frustraciones y expectativas.

(Puebla, Conclusiones 72)

Las angustias y frustraciones han sido causadas, si las miramos a la luz de la Fe, por el pecado, que tiene dimensiones personales y sociales muy amplias. Las esperanzas y expectativas de nuestro pueblo nacen de su profundo sentido religioso y de su riqueza humana.

(Puebla, Conclusiones 73)

¿Cómo ha mirado la Iglesia esta realidad? ¿Cómo la ha interpretado? ¿Ha ido descubriendo la manera de enfocarla y esclarecerla a la luz del Evangelio? ¿Ha llegado a discernir en qué aspectos esa realidad amenaza con destruir al hombre, objeto del amor infinito de Dios, y en qué otros aspectos, en cambio, se ha ido realizando de acuerdo con sus amorosos planes? ¿Cómo se ha ido edificando a sí misma la Iglesia, para cumplir con la misión salvadora que Cristo le ha encomendado y que debe proyectarse en situaciones concretas y hacia hombres concretos? ¿Qué ha hecho frente a la cambiante realidad, en estos últimos diez años?

(Puebla, Conclusiones 74)

éstos son los grandes interrogantes que como Pastores nos planteamos y a los que a continuación trataremos de responder, teniendo presente que la misión fundamental de la Iglesia es evangelizar en el hoy y el aquí, de cara al futuro.

(Puebla, Conclusiones 75)

3.2. Ante los cambios

Hasta cuando nuestro Continente no había sido alcanzado ni envuelto por la vertiginosa corriente de cambios culturales, sociales, económicos, políticos, técnicos de la época moderna, el peso de la tradición ayudaba a la comunicación del Evangelio: lo que la Iglesia enseñaba desde el púlpito era recibido celosamente en el hogar, en la escuela y era sostenido por el ambiente social.

(Puebla, Conclusiones 76)

Hoy ya no es así. Lo que la Iglesia propone es aceptado o no en un clima de más libertad y con marcado sentido crítico. Los mismos campesinos, antes muy aislados, van adquiriendo ahora ese sentido crítico, por las facilidades de contacto con el mundo actual, que les ofrecen principalmente la radio y los medios de transporte; también por la labor concientizadora de los agentes de pastoral.

(Puebla, Conclusiones 77)

El crecimiento demográfico ha desbordado las posibilidades actuales de la Iglesia para llevar a todos la Buena Nueva. También por falta de sacerdotes, por escasez de vocaciones sacerdotales y religiosas, por las deserciones producidas, por no haber contado con laicos comprometidos más directamente en funciones eclesiales, por la crisis de movimientos apostólicos tradicionales. Los ministros de la Palabra, las parroquias y otras estructuras eclesiásticas resultan insuficientes para satisfacer el hambre de Evangelio del pueblo latinoamericano. Los vacíos han sido llenados por otros, lo que ha llevado en no pocos casos al indiferentismo y a la ignorancia religiosa. No se ha logrado aún una catequesis que alcance toda la vida.

(Puebla, Conclusiones 78)

El indiferentismo más que el ateísmo ha pasado a ser un problema enraizado en grandes sectores de grupos intelectuales y profesionales, de la juventud y aun de la clase obrera. La misma acción positiva de la Iglesia en defensa de los derechos humanos y su comportamiento con los pobres ha llevado a que grupos económicamente pudientes que se creían adalides del catolicismo, se sientan como abandonados por la Iglesia que, según ellos, habría dejado su misión «espiritual». Hay muchos otros que se dicen católicos «a su manera» y no acatan los postulados básicos de la Iglesia. Muchos valoran más la propia «ideología» que su fe y pertenencia a la Iglesia.

(Puebla, Conclusiones 79)

Muchas sectas han sido, clara y pertinazmente, no sólo anticatólicas, sino también injustas al juzgar la Iglesia y han tratado de minar a sus miembros menos formados. Tenemos que confesar con humildad que en gran parte, aun en sectores de la Iglesia, una falsa interpretación del pluralismo religioso ha permitido la propagación de doctrinas erróneas o discutibles en cuanto a fe y moral, suscitando confusión en el Pueblo de Dios.

(Puebla, Conclusiones 80)

Todos estos problemas se ven agravados por la ignorancia religiosa a todos los niveles desde los intelectuales hasta los analfabetas. Con todo comprobamos que ha habido un avance muy positivo a través de la catequesis, especialmente de adultos.

(Puebla, Conclusiones 81)

La ignorancia y el indiferentismo llevan a muchos a prescindir de los principios morales, sean personales o sociales, y a encerrarse en un ritualismo, en la mera práctica social de ciertos sacramentos o en las exequias, como señal de su pertenencia a la Iglesia.

(Puebla, Conclusiones 82)

La secularización, que reivindica una legítima autonomía al quehacer terreno y puede contribuir a purificar las imágenes de Dios y de la Religión, ha degenerado con frecuencia en la pérdida de valor de lo religioso o en un secularismo que da las espaldas a Dios y le niega la presencia en la vida pública. La imagen de la Iglesia como aliada de los poderes de este mundo ha cambiado en la mayoría de nuestros países. Su firme defensa de los derechos humanos y su compromiso con una promoción social real la han acercado más al pueblo aunque, por otra parte, ha sido objeto de incomprensión o alejamiento por parte de algunos grupos sociales.

(Puebla, Conclusiones 83)

Urgida por el mandato de Cristo de predicar el Evangelio a toda creatura, por la inmensidad de la tarea y por el proceso de transformación, la Iglesia de América Latina al mismo tiempo que ha sentido su insuficiencia humana, ha experimentado que el Espíritu de Cristo la mueve e inspira y ha comprendido que no puede, sin caer en el pecado de infidelidad a su misión, quedarse a la zaga e inmóvil ante las exigencias de un mundo en cambio.

(Puebla, Conclusiones 84)

Desde la I Conferencia General del Episcopado realizada en Río de Janeiro en 1955 y que dio origen al Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y, más vigorosamente todavía, después del Concilio Vaticano II y de la Conferencia de Medellín, la Iglesia ha ido adquiriendo una conciencia cada vez más clara y más profunda de que la Evangelización es su misión fundamental y de que no es posible su cumplimiento sin un esfuerzo permanente de conocimiento de la realidad y de adaptación dinámica, atractiva y convincente del Mensaje a los hombres de hoy.

(Puebla, Conclusiones 85)

En esta actitud de búsqueda, se puede decir que, en América Latina, la Iglesia ha desplegado una actividad muy intensa y ha organizado, a todo nivel, reuniones de estudio, cursos, Institutos, encuentros, jornadas, sobre los más variados temas; todos orientados de diversa manera a la profundización del Mensaje y al conocimiento del hombre en sus situaciones concretas y en sus aspiraciones.

(Puebla, Conclusiones 86)

3.3. Ante el clamor por la justicia Desde el seno de los diversos países del continente está subiendo hasta el cielo un clamor cada vez más tumultuoso e impresionante. Es el grito de un pueblo que sufre y que demanda justicia, libertad, respeto a los derechos fundamentales del hombre y de los pueblos.

(Puebla, Conclusiones 87)

La Conferencia de Medellín apuntaba ya, hace poco más de diez años, la comprobación de este hecho: «Un sordo clamor brota de millones de hombres, pidiendo a sus pastores una liberación que no les llega de ninguna parte» (Med. Pobreza de la Igl. 2).

(Puebla, Conclusiones 88)

El clamor pudo haber parecido sordo en ese entonces. Ahora es claro, creciente, impetuoso y, en ocasiones, amenazante.

(Puebla, Conclusiones 89)

La situación de injusticia que hemos descrito en la parte anterior nos hace reflexionar sobre el gran desafío que tiene nuestra pastoral para ayudar al hombre a pasar de situaciones menos humanas a más humanas. Las profundas diferencias sociales, la extrema pobreza y la violación de derechos humanos que se dan en muchas partes son retos a la Evangelización. Nuestra misión de llevar Dios a los hombres y los hombres a Dios, implica también construir entre ellos una sociedad más fraterna. Esta situación social no ha dejado de acarrear tensiones en el interior mismo de la Iglesia; tensiones producidas por grupos que, o bien enfatizan «lo espiritual» de su misión, resintiéndose por los trabajos de promoción social, o bien quieren convertir la misión de la Iglesia en un mero trabajo de promoción humana.

(Puebla, Conclusiones 90)

Fenómenos nuevos y preocupantes son también la participación por parte de sacerdotes en política partidista, ya no solamente en forma individual como algunos lo habían hecho, sino como grupos de presión, y la aplicación a la acción pastoral en ciertos casos por parte de algunos de ellos de análisis sociales con fuerte connotación política.

(Puebla, Conclusiones 91)

La conciencia de la misión evangelizadora de la Iglesia la ha llevado a publicar en estos últimos diez años numerosos documentos pastorales sobre la justicia social; a crear organismos de solidaridad con los que sufren, de denuncia de los atropellos y de defensa de los derechos humanos; a alentar la opción de sacerdotes y religiosos por los pobres y marginados; a soportar en sus miembros la persecución y, a veces, la muerte, en testimonio de su misión profética. Sin duda, falta mucho por hacer para que la Iglesia se muestre más unida y solidaria. El temor del marxismo impide a muchos enfrentar la realidad opresiva del capitalismo liberal. Se puede decir que, ante el peligro de un sistema claramente marcado por el pecado, se olvida denunciar y combatir la realidad implantada por otro sistema igualmente marcado por el pecado. Es preciso estar atentos ante éste, sin olvidar las formas históricas, ateas y violentas del marxismo.

(Puebla, Conclusiones 92)

Ante si misma urgida por un pueblo que pide el pan de la Palabra de Dios y demanda la justicia; en actitud de escuchar ese pueblo profundamente religioso y por la misma razón pueblo que pone en Dios toda su confianza, la Iglesia, en estos últimos diez años, ha realizado grandes esfuerzos para dar una respuesta pastoral adecuada.

(Puebla, Conclusiones 93)

A pesar de lo indicado anteriormente, han ido surgiendo y madurando felices iniciativas y experiencias. Si, por una parte, hay familias que se disgregan y destruyen, corroídas por el egoísmo, el aislamiento, el ansia de bienestar, el divorcio legal o de hecho, es también cierto que hay familias, verdaderas «Iglesias domésticas», en cuyo seno se vive la Fe, se educa a los hijos en la Fe y se da buen ejemplo de amor, de mutuo entendimiento y de irradiación de ese amor al prójimo en la parroquia y en la diócesis.

(Puebla, Conclusiones 94)

Por una parte, no podemos negarlo, se producen dolorosos conflictos generacionales entre padres e hijos; hay jóvenes que buscan únicamente el placer o conquistar una posición lucrativa y de prestigio, imbuidos de una filosofía de «arribismo» y de dominación. Pero, por otra, gracias a la educación que se realiza en la familia, en los colegios que han renovado su sistema educativo en los grupos juveniles, hay también jóvenes que vibran por el descubrimiento de Cristo y que viven intensamente su Fe en el compromiso con el prójimo, particularmente con el pobre.

(Puebla, Conclusiones 95)

Las Comunidades Eclesiales de Base que en 1968 eran apenas una experiencia incipiente, han madurado y se han multiplicado, sobre todo en algunos países, de modo que ahora constituyen motivo de alegría y esperanza para la Iglesia. En comunión con el Obispo y como lo pedía Medellín, se han convertido en focos de Evangelización y en motores de liberación y desarrollo.

(Puebla, Conclusiones 96)

La vitalidad de las Comunidades Eclesiales de Base empieza a dar sus frutos; es una de las fuentes de los ministerios confiados a los laicos: animadores de comunidades, catequistas, misioneros.

(Puebla, Conclusiones 97)

En algunos lugares, no se ha dado la adecuada atención al trabajo en la formación de Comunidades Eclesiales de Base. Es lamentable que en algunos lugares intereses claramente políticos pretendan manipularlas y apartarlas de la auténtica comunión con sus Obispos.

(Puebla, Conclusiones 98)

Florecen también otros grupos cristianos eclesiales de seglares hombres y mujeres, que reflexionan a la luz del Evangelio sobre la realidad que les rodea y buscan formas originales de expresar su Fe en la Palabra de Dios y de ponerla en práctica.

(Puebla, Conclusiones 99)

Con estos grupos, la Iglesia se muestra en pleno proceso de renovación de la vida parroquial y diocesana, mediante una catequesis nueva, no sólo en su metodología y en el uso de medios modernos, sino también en la presentación del contenido, orientado vigorosamente a introducir en la vida motivaciones evangélicas en busca del crecimiento en Cristo.

(Puebla, Conclusiones 100)

La liturgia ha logrado notables purificaciones de costumbres simplemente ritualistas y, celebrada en parroquias renovadas y en grupos reducidos, una participación personal y activa, tal como lo pide la Constitución Sacrosanctum Concilium del Vaticano II. Lamentablemente, algunos grupos han sido reacios a la renovación; otros han introducido abusos. Para los Sacramentos, a pesar de resistencias encontradas al comienzo, la Iglesia ha obtenido ya el establecimiento y la aceptación, tal vez con raras excepciones, de cursos catequéticos pre -sacramentales y, en la celebración misma, la proclamación de la Palabra, con lo cual la vida cristiana va ganando en iluminación y profundidad.

(Puebla, Conclusiones 101)

Las dolorosas tensiones doctrinales, pastorales y sicológicas entre agentes pastorales de distintas tendencias, si bien subsisten aún van siendo superadas gradualmente, mediante la práctica del diálogo abierto y constructivo. En muchos lugares, los sacerdotes, para ayudarse y sostenerse mutuamente en su vida espiritual y en su labor pastoral, se han organizado en equipos. A veces, colaboran pastoralmente en estos equipos, religiosos, religiosas y seglares.

(Puebla, Conclusiones 102)

La generosa ayuda recibida por nuestras Iglesias y el CELAM de las Iglesias hermanas de Europa y Norteamérica, en personal y medios económicos, ha contribuido significativamente al esfuerzo evangelizador en todo el continente. Por ello expresamos nuestro profundo agradecimiento. Este hecho es un signo de la caridad universal de la Iglesia. El esfuerzo de encauzar este aporte dentro de los planes de las Iglesias locales, constituye un signo de respeto y comunión.

(Puebla, Conclusiones 103)

Para terminar esta somera descripción de la realidad eclesial, queremos hacer notar que, en la Iglesia de América Latina, se está viviendo la comunión, no sin vacíos y deficiencias, a diversos niveles:

(Puebla, Conclusiones 104)

Se vive la comunión en núcleos menores, la comunión en las familias cristianas, en las Comunidades Eclesiales de Base y en las parroquias. Se realizan esfuerzos para una intercomunicación de parroquias.

(Puebla, Conclusiones 105)

Se vive la comunión intermedia, la de la Iglesia particular o diócesis, que sirve de enlace entre las bases más pequeñas y la universal. De igual manera, se vive la comunión entre diócesis a nivel nacional y regional, expresada en las Conferencias Episcopales y, a nivel latinoamericano, en el CELAM.

(Puebla, Conclusiones 106)

Existe la comunión universal que nace de la vinculación con la Sede Apostólica y con el conjunto de las Iglesias de otros continentes. La Iglesia de América Latina posee conciencia de su vocación específica, del papel y aporte al conjunto de la Iglesia universal, en esta comunión eclesial que tiene su expresión culminante en nuestra adhesión al Santo Padre, Vicario de Cristo y Pastor supremo.

(Puebla, Conclusiones 107)

La actividad ecuménica, expresada en el diálogo y en los esfuerzos conjuntos por la promoción humana, se inscribe en el camino hacia la unidad anhelada.

(Puebla, Conclusiones 108)

La revalorización de la religiosidad popular, a pesar de sus desviaciones y ambigüedades, expresa la identidad religiosa de un pueblo y, al purificarse de eventuales deformaciones, ofrece un lugar privilegiado a la Evangelización. Las grandes devociones y celebraciones populares han sido un distintivo del catolicismo latinoamericano, mantienen valores evangélicos y son un signo de pertenencia a la Iglesia.

(Puebla, Conclusiones 109)

3.4. Estructuras de evangelización

Las parroquias

Se anota que la organización pastoral de la parroquia, sea territorial o personal, depende ante todo de quienes la integran, de la unión que existe entre ellos como comunidad humana. (Puebla, Conclusiones 110)

La parroquia rural se encuentra identificada generalmente en sus estructuras y servicios con la comunidad existente. Ella ha tratado de crear y coordinar Comunidades Eclesiales de Base que correspondan a los grupos humanos dispersos por el área parroquial. Las parroquias urbanas, en cambio, desbordadas por el número de personas a las que deben atender, se han visto en la necesidad de poner mayor énfasis en el servicio cultual litúrgico y sacramental. Cada día se hace más necesaria la multiplicación de pequeñas comunidades territoriales o ambientales para responder a una evangelización más personalizante.

(Puebla, Conclusiones 111)

La escuela

Es un lugar de Evangelización y comunión. El número de escuelas y colegios católicos ha disminuido en proporción con las exigencias de la comunidad, pero, por otra parte, se es más consciente de la necesidad de la presencia de cristianos comprometidos en las estructuras educativas estatales y privadas no de la Iglesia. Los centros educativos católicos se abren cada día más a todos los sectores sociales.

(Puebla, Conclusiones 112)

3.5. Ministerios y carismas

Obispos

La imagen y la situación del Obispo ha cambiado quizás en estos años. Se nota un mayor espíritu de colegialidad entre ellos y mayor corresponsabilidad con el clero, los religiosos, las religiosas y los laicos, especialmente a nivel de Iglesia particular, aunque es lamentable que no siempre se tenga en cuenta la necesaria coordinación regional o nacional.

(Puebla, Conclusiones 113)

Hoy, de manera especial, se pide al Obispo un testimonio evangélico personal, más acercamiento a los sacerdotes y al pueblo. Sin duda, actualmente hay más sencillez y pobreza en su forma de vida.

(Puebla, Conclusiones 114)

La multiplicación de Diócesis ha favorecido el contacto entre el Obispo y la comunidad diocesana.

(Puebla, Conclusiones 115)

Presbiteros

La escasez de sacerdotes es alarmante, aunque en algunos países se da un resurgimiento de vocaciones. Los sacerdotes viven sobrecargados de trabajo pastoral, especialmente donde no ha habido suficiente apertura a los ministerios que se confían a los laicos y a la cooperación en su misión. Es alentador el espíritu de sacrificio de muchos sacerdotes que asumen con valentía la soledad y el aislamiento sobre todo en el mundo rural.

(Puebla, Conclusiones 116)

Aún persisten, sin embargo, métodos pastorales inadaptados a las actuales situaciones y a la pastoral orgánica.

(Puebla, Conclusiones 117)

En la formación sacerdotal, aunque hay insuficiencia numérica de formadores, no han faltado experiencias valiosas; en algunos casos ha habido exageraciones que se van superando.

(Puebla, Conclusiones 118)

Diáconos permanentes

El diácono permanente es algo nuevo en nuestras Iglesias. Son bien aceptados en sus comunidades, pero el número de ellos es aún muy pequeño. Aunque las Comunidades Eclesiales de Base son el ambiente adecuado para el surgimiento de diáconos, en la mayoría algunas tareas pastorales se confían más bien a laicos (Delegados de la Palabra, catequistas, etc.).

(Puebla, Conclusiones 119)

Vida consagrada

La Vida Consagrada es una gran fuerza para la Evangelización de América Latina. Ha vivido un período de búsqueda por definir su identidad y su propio carisma, reinterpretándolo en el contexto de las nuevas necesidades y de la inserción en el conjunto de la pastoral diocesana.

(Puebla, Conclusiones 120)

Los religiosos, en general, se han renovado, se han acrecentado las relaciones personales a nivel de comunidades y también entre las distintas familias religiosas. La presencia de los religiosos en las zonas pobres y difíciles se ha intensificado. Tienen a su cargo la mayoría de las misiones entre indígenas.

(Puebla, Conclusiones 121)

En algunas ocasiones ha habido ciertos conflictos por el modo de integrarse a la pastoral de conjunto o por la insuficiente inserción en ella; por falta de apoyo comunitario, por falta de preparación para su trabajo en el campo social o por falta de madurez para vivir estas experiencias.

(Puebla, Conclusiones 122)

Las comunidades contemplativas, baluarte espiritual para la vida diocesana, han pasado también un período de crisis; ahora en varios países ven un reflorecimiento de vocaciones.

(Puebla, Conclusiones 123)

Los institutos seculares han florecido igualmente en nuestro continente.

(Puebla, Conclusiones 124)

Laicos

Su sentido de pertenencia a la Iglesia se ha acrecentado en todas partes, no sólo por el compromiso eclesial más permanente, sino por su participación más activa en las asambleas litúrgicas y en las tareas apostólicas. En muchos países las Comunidades Eclesiales de Base son prueba de esta incorporación y deseo de participación. El compromiso del laicado en lo temporal, tan necesario para el cambio de estructuras, ha sido insuficiente. En general, se podría decir que hay una mayor valorización de la necesaria participación del laicado en la Iglesia.

(Puebla, Conclusiones 125)

La mujer merece una mención especial: tanto la religiosa como la de institutos seculares y las laicas tienen actualmente una participación cada vez mayor en las tareas pastorales, aunque en muchas partes aún se ve con recelo tal participación.

(Puebla, Conclusiones 126)

Capítulo IV

Tendencias actuales y evangelización en el futuro

4.1. En la sociedad

Mirando el mundo actual con ojos de pastores, comprobamos algunas tendencias que no podemos dejar de tener en cuenta:

(Puebla, Conclusiones 127)

América Latina seguirá en un ritmo acelerado de aumento de población y concentración en las grandes ciudades. Se agudizarán los problemas que afectan los servicios públicos. La población será mayoritariamente joven y tendrá dificultad creciente para encontrar puestos de trabajo. (Puebla, Conclusiones 127)

Por una parte, la sociedad del futuro se perfila más abierta y pluralista; por otra, sometida al influjo cada vez mayor de los dictámenes de los medios de comunicación, que irán programando progresivamente la vida del hombre y de la sociedad.

(Puebla, Conclusiones 128)

Parece que la programación de la vida social responderá cada vez más a los modelos buscados por la tecnocracia, sin correspondencia con los anhelos de un orden internacional más justo, frente a la tendencia de cristalización de las desigualdades actuales.

(Puebla, Conclusiones 129)

En el cuadro internacional, se va tomando conciencia de la limitación de los recursos del planeta y de la necesidad de su racionalización. Unos quieren limitar la población sobre todo de los países pobres; otros proponen la «prosperidad racionada», es decir: una sobriedad compartida y no la riqueza creciente, no compartida.

(Puebla, Conclusiones 130)

A la vista de estas tendencias nos sentimos solidarios con el pueblo latinoamericano del cual formamos parte y con su historia. Queremos escrutar sus aspiraciones, tanto las que expresa claramente como las que apenas balbucea, que nos parece son éstas:

(Puebla, Conclusiones 131)

- Una calidad de vida más humana, sobre todo por su irrenunciable dimensión religiosa, su búsqueda de Dios, del Reino que Cristo nos trajo, a veces confusamente intuido por los más pobres con fuerza privilegiada.

(Puebla, Conclusiones 132)

- Una distribución más justa de los bienes y las oportunidades: un trabajo justamente retribuido que permita el decoroso sustento de los miembros de la familia y que disminuya la brecha entre el lujo desmedido y la indigencia.

(Puebla, Conclusiones 133)

- Una convivencia social fraterna donde se fomenten y tutelen los derechos humanos; donde las metas que se deben alcanzar se decidan por el consenso y no por la fuerza o la violencia; donde nadie se sienta amenazado por la represión, el terrorismo, los secuestros y la tortura.

- Cambios estructurales que aseguren una situación justa para las grandes mayorías.

(Puebla, Conclusiones 134)

- Ser tenido en cuenta como persona responsable y como sujeto de la historia capaz de participar libremente en las opciones políticas, sindicales, etc., y en la elección de sus gobernantes.

(Puebla, Conclusiones 135)

- Participar en la producción y compartir los avances de la ciencia y la técnica moderna lo mismo que tener acceso a la cultura y al esparcimiento digno.

(Puebla, Conclusiones 136)

Todo esto llevará a una mayor integración de nuestros pueblos en coincidencia con las tendencias universales de una sociedad, como suele decirse, más globalizada y planetaria, potenciada por los medios de comunicación de amplísimo alcance.

(Puebla, Conclusiones 137)

Pero mientras haya grandes sectores que no logran satisfacer estas legítimas aspiraciones mientras otros las alcanzan con exceso, los bienes reales del mundo moderno se traducen en fuente de frustraciones crecientes y de trágicas tensiones. El contraste notorio e hiriente de los que nada poseen y los que ostentan opulencia, es un obstáculo insuperable para establecer el Reinado de la paz.

(Puebla, Conclusiones 138)

Si no cambian las tendencias actuales, se seguirá deteriorando la relación del hombre con la naturaleza por la explotación irracional de sus recursos y la contaminación ambiental, con el aumento de graves daños al hombre y al equilibrio ecológico.

(Puebla, Conclusiones 139)

Animando todo esto, el hombre aspira, en su realización, a tener libertad para vivir y expresar su fe.

(Puebla, Conclusiones 140)

En una palabra, nuestro pueblo desea una liberación integral que no se agota en el cuadro de su existencia temporal, sino que se proyecta a la comunión plena con Dios y con sus hermanos en la eternidad, comunión que ya comienza a realizarse, aunque imperfectamente, en la historia.

(Puebla, Conclusiones 141)

4.2. En la Iglesia

La Iglesia, a través de su acción y de su doctrina social, hace suyas estas aspiraciones. Baste recordar el vigoroso llamado de la Conferencia de Medellín que expresó la voluntad de hacer que el anuncio evangélico logre desplegar toda su potencia de fermento transformador.

(Puebla, Conclusiones 142)

Esta Conferencia, reiterando aquel llamado, quiere poner al servicio los recursos de una acción pastoral adaptada a las circunstancias actuales.

(Puebla, Conclusiones 143)

La Iglesia requiere ser cada día más independiente de los poderes del mundo, para así disponer de un amplio espacio de libertad que le permita cumplir su labor apostólica sin interferencias: el ejercicio del culto, la educación de la fe y el desarrollo de aquellas variadísimas actividades que llevan a los fieles a traducir en su vida privada, familiar y social los imperativos morales que dimanan de esa misma fe. Así, libre de compromisos, sólo con su testimonio y enseñanza, la Iglesia será más creíble y mejor escuchada. De este modo, el mismo ejercicio del poder será evangelizado, en orden al bien común.

(Puebla, Conclusiones 144)

La Iglesia acompaña con profunda simpatía la búsqueda de los hombres; sintoniza con sus anhelos y esperanzas, sin aspirar a otra cosa que a servirles, alentando sus esfuerzos e iluminando sus pasos, haciéndoles conocer el valor trascendente de su vida y de su acción.

(Puebla, Conclusiones 145)

La Iglesia asume la defensa de los derechos humanos y se hace solidaria con quienes los propugnan. A este propósito nos place recordar aquí por su especial valor, entre la vasta enseñanza sobre la materia, el discurso de S. S. Juan Pablo II al Cuerpo Diplomático el 20 de octubre de 1978: «La Santa Sede actúa en esto sabiendo que la libertad, el respeto de la vida y de la dignidad de las personas- que jamás son instrumento-, la igualdad de trato, la conciencia profesional en el trabajo y la búsqueda solidaria del bien común, el espíritu de reconciliación, la apertura a los valores espirituales, son exigencias fundamentales de la vida armónica en sociedad, del progreso de los ciudadanos y de su civilización».

(Puebla, Conclusiones 146)

La Iglesia ha intensificado su compromiso con los sectores desposeídos, abogando por su promoción integral, lo cual produce en algunos la impresión de que ella deja de lado a las clases pudientes.

(Puebla, Conclusiones 147)

Subraya mejor el valor evangélico de la pobreza que nos hace disponibles para construir un mundo más justo y más fraterno. Siente vivamente la situación penosa de los desposeídos de lo necesario para una vida digna. Invita a todos a transformar su mente y sus corazones, según la escala de valores del Evangelio.

(Puebla, Conclusiones 148)

La Iglesia confía más en la fuerza de la verdad y en la educación para la libertad y la responsabilidad, que en prohibiciones, pues su ley es el amor.

(Puebla, Conclusiones 149)

4.3. Evangelización en el futuro La Evangelización dará prioridad a la proclamación de la Buena Nueva, a la catequesis bíblica y a la celebración litúrgica, como respuesta al ansia creciente de la Palabra de Dios.

(Puebla, Conclusiones 150)

Pondrá el máximo empeño en salvar la unidad, porque el Señor lo quiere y para aprovechar todas las energías disponibles, concentrándolas en un plan orgánico de pastoral de conjunto, evitando así la dispersión infecunda de esfuerzos y servicios. Tal pastoral se perfila en los diversos niveles: diocesano, nacional y continental.

(Puebla, Conclusiones 151)

Dará importancia a la pastoral urbana con creación de nuevas estructuras eclesiales que, sin desconocer la validez de la parroquia renovada, permitan afrontar la problemática que presentan las enormes concentraciones humanas de hoy. También acrecentará sus esfuerzos para atender mejor la pastoral rural.

(Puebla, Conclusiones 152)

Se esforzará en multiplicar los agentes de pastoral, tanto clérigos como religiosos y laicos. Adaptará la formación de estos agentes a la exigencia de comunidades y ambientes.

(Puebla, Conclusiones 153)

Pondrá de relieve la importancia de los laicos, tanto cuando desempeñan ministerios en la Iglesia y para la Iglesia, como cuando, cumpliendo la misión que les es propia, son enviados como su vanguardia, en medio de la vida del mundo, para rehacer las estructuras sociales, económicas y políticas, de acuerdo con el plan de Dios.

(Puebla, Conclusiones 154)

Para formar a los laicos y darles un sólido apoyo en su vida y acción, procurará incorporarlos a las organizaciones y movimientos apostólicos y potenciará todos sus instrumentos de formación, de modo particular los propios del campo de la cultura; solamente así tendrá un laicado maduro y evangelizador.

(Puebla, Conclusiones 155)

Reconocerá la validez de la experiencia de las Comunidades Eclesiales de Base y estimulará su desarrollo en comunión con sus pastores.

(Puebla, Conclusiones 156)

La Iglesia tendrá mucho empeño en educar en la fe cristiana al pueblo sencillo, naturalmente religioso, y preparará en forma adecuada para la recepción de los sacramentos.

(Puebla, Conclusiones 157)

La Iglesia dará mayor importancia a los medios de comunicación social y los empleará para la Evangelización.

(Puebla, Conclusiones 158)

Tanto el CELAM con todos sus servicios como las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano, son una expresión de integración pastoral de la Iglesia de América Latina. Es necesario que siga acentuándose para beneficio de las Iglesias particulares.

(Puebla, Conclusiones 159)

La voz colectiva de los Episcopados, que ha ido despertando interés creciente en la opinión pública, encuentra, sin embargo, frecuentemente reservas en ciertos sectores de poca sensibilidad social, lo cual es un signo de que la Iglesia está ocupando su puesto de Madre y Maestra de todos.

(Puebla, Conclusiones 160)

De cualquier manera, la Iglesia debe estar dispuesta a asumir con valor y alegría las consecuencias de su misión, que el mundo nunca aceptará sin resistencia.

(Puebla, Conclusiones 161)