EL BAUTISMO
Fuente: www.rosario.org.mx
El que no renace del Agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios (Jn 3,5)
El Bautismo ha sido llamado "puerta de la Iglesia" expresando así su importancia singular en la comunidad cristiana. Sin embargo, podemos constatar en el ambiente de las sociedades llamadas cristianas que el Bautismo se ha convertido para muchos en un hecho de carácter sociológico que ha perdido su trascendencia eclesial.
El
hecho del Bautismo
El Significado de Bautismo
La Celebración del Bautismo
El término Bautismo procede del verbo griego baptizein, que significa sumergir, lavar. El simbolismo de los efectos del agua como signo de purificación es muy común en la historia de las religiones. Sabemos que Juan Bautista daba el bautismo a todos aquellos que aceptaban su predicación como cambio de vida.
Jesucristo enseñó a los apóstoles un bautismo diferente del conocido por los
judíos. No era sólo un símbolo, sino una verdadera purificación y un llenarse
del Espíritu Santo. Juan Bautista lo había anunciado: "Yo bautizo con agua,
pero pronto va a venir el que es más poderoso que yo, al que yo no soy digno de
soltarle los cordones de sus zapatos; él los bautizará en el Espíritu Santo y en
el fuego".
(Lc 3,16)
El hecho más importante para interpretar el Bautismo cristiano es el Bautismo de Jesús, en el que culminan las prefiguraciones del Antiguo Testamento sobre este sacramento.
Los cuatro evangelios cuentan el Bautismo que recibió Jesús (Mc 1, 9-11; Mt 3, 13-17; Lc 3, 21-22; Jn 1, 32-34) y los cuatro conceden excepcional importancia a este hecho porque representa el punto de partida y el comienzo del ministerio público de Jesús (Hch 1,22; 10,37; 1 Jn 5.6). Todos los evangelistas coinciden en narrar dos cosas:
El descenso del Espíritu
La proclamación divina asociada a la venida del Espíritu Santo
Según el judaísmo antiguo, la comunicación del Espíritu significa la inspiración profética. La persona que recibe el Espíritu es llamada por Dios para ser su mensajero (Eclo 48,24; Dn 13,45). Por lo tanto, en el momento del bautismo, Jesús recibió del Padre la vocación y el destino que marcó y orientó su vida.
La proclamación divina "Tú eres mi hijo amado, en ti me complazco" (Mc 1,11; Mt 3,17; Lc 3,22), acompañó la venida del Espíritu. Estas palabras evocan el texto de Isaías que da inicio a los cantos del Siervo de Yahvé (Is 42,1); este Siervo es el hombre solidario con el pueblo pecador, al que libera y salva a través de su sufrimiento y muerte. (Is 53, 1-12).
Con
ocasión de su Bautismo, Jesús experimentó su vocación, aceptando la misión y el
destino que le llevarían a su muerte violenta. Así se explica que las dos únicas
veces que Jesús utiliza el verbo bautizar (Mc 10,38; Lc 12,50) sea para
referirse a su propia muerte.
El bautismo par Jesús tiene un sentido concreto: es el acto y el momento en que
el hombre asume conscientemente una vocación y un destino en la vida, la
vocación y el destino de la solidaridad incondicional con los hombres,
especialmente los más pobres, hasta llegar a la misma muerte.
Juan bautizaba en vistas al juicio último de Dios; el Bautismo cristiano es la participación en la muerte y resurrección de Jesucristo; es decir, el bautizado ha muerto a una forma de existencia, para nacer a otra nueva que no acabará jamás.
La Iglesia bautiza porque así realiza el mandato de Jesús resucitado y porque está llena del Espíritu Santo para comunicar la salvación a través de este sacramento.
El Bautismo es el sacramento de la fe (Mc 16,16). Pero la fe tiene necesidad de la comunidad de creyentes. Solo en la fe de la Iglesia puede creer cada uno de los cristianos. La fe que se requiere para el Bautismo no es una fe perfecta y madura, sino un comienzo que está llamado a desarrollarse. En todos los bautizados, niños o adultos, la fe debe crecer después del Bautismo. Cuando se trata del Bautismo de niños, para su crecimiento en la fe es necesaria la ayuda de los padres y padrinos (CIC 1253-1255)
El
Bautismo, por ser un sacramento de iniciación, tiene unos efectos de
regeneración e incorporación muy especiales:
"Al bautizado le son perdonados los pecados y recibe una vida nueva, se une a
la muerte y resurrección de Jesucristo, participa de su misión sacerdotal,
profética y real y es incorporado a la Iglesia"
Perdona los pecados y da una vida nueva
El paso del mar Rojo fue para los israelitas el paso de la esclavitud a la
libertad. Por eso el Bautismo, que vinculó a aquellos hombres al destino de
Moisés ( 1 Cor 10,2), fue el bautismo de la liberación.
Así mismo, el Bautismo cristiano comporta una experiencia de liberación: de la misma forma que el paso del mar Rojo fue para los israelitas la experiencia fundamental de su liberación, así el paso por el agua bautismal comporta para los cristianos la experiencia de su propia libertad.
Por el bautismo, el cristiano se separa del destino colectivo de una humanidad fatalmente sometida a la esclavitud del pecado, liberándose del pecado original que corrompe y desgarra al hombre y al mundo. La persona que ha vivido la experiencia del Bautismo, ha vivido la experiencia de la liberación del pecado. El pecado ya no tiene dominio sobre los cristianos ( 1 Jn 3, 5-6)
Para el bautizado no existe más ley que la del amor, a eso re refiere Pablo en Rm 13, 8-10 y en Gal 5, 14. Luego la experiencia fundamental del creyente en el Bautismo es la experiencia del amor, no sólo del amor a Dios, sino también del amor al prójimo.
Une al bautizado a la Muerte y Resurrección de Jesucristo.
De la misma manera que Jesús pasó por la muerte, para llegar a una vida sin
límites, igualmente el cristiano tiene que pasar por una muerte (el Bautismo),
para empezar una nueva vida, la vida de la fe, la vida propia del cristiano.
Esto es lo que dice san Pablo en su carta a los Romanos:
"¿Ignoráis acaso que todos a quienes el bautismo ha vinculado a Cristo hemos
sido vinculados a su muerte?. En efecto, por el bautismo hemos sido sepultados
con Cristo quedando vinculados a su muerte, para que así como Cristo ha
resucitado de entre los muertos por el poder del Padre, así también nosotros
llevemos una vida nueva. Porque si hemos sido injertados en Cristo a través de
una muerte semejante a la suya, también compartiremos su resurrección" (Rm 6,
3-5)
"Morir con Cristo" significa morir al mundo, al orden establecido, como fundamento de la vida del hombre (Gal 6,14) o a los poderes del mundo que esclavizan (Col 2,20), a la esclavitud de la ley (Rom 7,6), a la vida en pecado (Rom 6,6) o a la vida para sí mismo ( 2 Cor 5, 14-15).
Hace participar al bautizado de la misión sacerdotal, profética y real de
Jesucristo
Quien recibe el Bautismo queda revestido de Jesús el Mesías, lo que significa
que la misma vida de Cristo está presente y actúa en el que ha recibido el
Bautismo.
El bautizado, unido a Cristo en la Iglesia, es como Cristo Sacerdote, Profeta y
Rey, y está llamado a dar testimonio del Señor en este mundo. El Concilio
Vaticano II ha enseñado que "los bautizados son consagrados como casa
espiritual y sacerdocio santo por la regeneración y la unción del Espíritu
Santo"
( LG 10; cfr. 1 Pe 2, 9-10).
El Bautismo imprime en el cristiano, un sello espiritual indeleble de su pertenencia a Cristo. Este sello no es borrado por ningún pecado, aunque el pecado impida al Bautismo dar frutos de salvación. Dado una vez por todas, el Bautismo no puede ser reiterado.
Incorpora al bautizado a la Iglesia
La Iglesia es la comunidad de los bautizados, pues el efecto fundamental del
Bautismo es incorporar al hombre a la comunidad de la Iglesia. La Iglesia es la
comunidad de los que libre y conscientemente han asumido como destino en la vida
sufrir y morir por los demás, es decir, la Iglesia es la comunidad de los que
viven para los demás; es así mismo, la comunidad de los que se han revestido de
Cristo, reproduciendo en su vida lo que fue la vida de Jesús el Mesías.
La costumbre de bautizar a los niños desde pequeños data desde los primeros siglos de la Iglesia, pues no es posible privarlos de los efectos que el sacramento produce. El hombre nace con una naturaleza humana caída y manchada por el pecado original, por lo que necesita el nuevo nacimiento en el Bautismo para recibir la Gracia Divina.
La celebración del Bautismo
¿Quién puede recibir el Bautismo y quién lo puede administrar?
Todo ser humano, aún no bautizado, y sólo el, es capaz de recibir el Bautismo.
El ministro ordinario del Bautismo es el obispo
y el presbítero y, en la Iglesia latina, también el diácono.
En caso de necesidad, cualquier persona, incluso no bautizada, si tiene la intención de hacer lo que hace la Iglesia al bautizar y emplea la fórmula bautismal trinitaria.
Celebración:
El Bautismo cristiano se celebra bañando en agua al que lo recibe (bautismo por
inmersión) o derramando agua por la cabeza (bautismo por infusión), mientras el
ministro invoca a la Santísima Trinidad.
El rito completo consta de tres momentos:
Preparación:
Consiste en la bendición del agua, en la renuncia de los padres y padrinos al
pecado, en la profesión de fe y en una pregunta a los padres y padrinos sobre si
desean que el niño sea bautizado.
Ablución o bautismo:
Mientras el ministro baña con agua a quien se bautiza, dice: "Yo te bautizo
en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo"
Ritos complementarios:
Son la crismación, la vestidura blanca y la
entrega de la luz.
La crismación por la que el ministro unge la
cabeza a cada bautizado con el santo crisma, como señal de incorporación al
pueblo creyente;
La vestidura blanca, signo de la nueva vida y
dignidad del cristiano.
La entrega de la luz de Cristo expresada por una velita cuya llama ha sido tomada del cirio pascual.