TRES CAPÍTULOS
(CONTROVERSIA DE LOS)
VocTEO
 

Esta controversia comenzó cuando Teodoro Ascidas, obispo origenista de Cesarea de Capadocia, convenció al emperador Justiniano I (527-565) para que condenara como herejes nestorianos a algunos jefes de la escuela teológica antioquena ya difuntos. Aquello serviría para unir de nuevo con la Iglesia del Imperio al grupo monofisita (ver monofisismo), de tendencias doctrinales opuestas. De hecho, en el 544 (¿o 543?) Justiniano procedió a la condenación de los "Tres capítulos», es decir: de Teodoro de Mopsuestia (vida y escritos), de los escritos de Teodoreto de Ciro y de una carta escrita por Ibas de Edesa en defensa de Teodoro y contra los anatematismos de Cirilo de Alejandría.

El edicto imperial contra los Tres capítulos suscitó fuertes oposiciones dentro del episcopado. Los obispos orientales, presididos por Menas, patriarca de Constantinopla, se plegaron con algunas vacilaciones a la voluntad del emperador. Para inducir también a los obispos occidentales a que firmasen su edicto, Justiniano hizo trasladar a Constantinopla al papa Vigilio (547), sometiéndolo a tales presiones que lo indujo a pronunciar el anatema contra los Tres capítulos (abril del 548). El acto del papa, visto en Occidente como un sometimiento al cesaropapismo bizantino, suscitó el descontento y el escándalo, hasta el punto de que las Iglesias de África excluyeron al papa Vigilio de su comunión eclesiástica. Por eso, Vigilio se vio obligado a retirar el documento anterior de condenación y, de acuerdo con el emperador, se pronunció por la convocatoria de un concilio ecuménico (550). Pero pilotado por Justiniano, este concilio, en el que no intervino el papa, reafirmó la condenación de los Tres capítulos (553).

Entre tanto Vigilio, en un Constitutum, a pesar de que condenaba muchas proposiciones de Teodoro de Mopsuestia, se negó a condenar su memoria, así como la de Teodoreto de Ciro y la de Ibas. Incapaz de sostener las continuadas y fortísimas presiones imperiales, Vigilio cambió una vez más de postura, aceptando las decisiones del concilio y la condenación de los Tres capítulos.

Las reacciones negativas que se desarrollaron en Occidente llevaron a la separación de las provincias eclesiásticas de Milán y de Aquileya de la comunión con Roma, sostenidas en esta actitud por el predominio longobardo en Italia. Tan sólo a finales del siglo VII (por el 689) se redujo por completo este cisma.

L. Padovese

Bibl.: M. Simonetti, Tres capítulos, cuestión de los, en DPAC, 11, 2153-2154; A. Alberigo, Historia de los concilios ecuménicos, sígueme, Salamanca 1993, 107-116.