TENTACIÓN
VocTEO
 

La tentación, en todas las dimensiones y en sus diversas intensidades, representa una perturbación del equilibrio espiritual del hombre, que no consiguen dominar su propia complejidad psicosomática y espiritual; en una palabra, es una incitación al pecado. La concupiscencia, substrato que desencadena la turbación del equilibrio del hombre, persigue sus fines particulares que no respetan el bien común ni sintonizan con él, sino sólo con las propias necesidades u orientaciones, independientemente de toda perspectiva de bien moral universal. Al no poder orientarse hacia el bien, en este sentido, este estado de cosas angustia al hombre, porque permanece en él mismo incluso cuando, en obediencia a Dios, lo combate y rechaza. La tentación sigue afianzandose en el hombre como adhiriéndose a su naturaleza, lo cual hace pensar que no tiene que darse aún por descontado el discurso sobre la salvación individual. Sólo a través de la fe y de la ascesis, la libertad y la responsabilidad del hombre pueden vencer la tentación. "Lo que nos mueve al pecado es un elemento de la condición humana que preexiste a nuestra libre decisión » (J Navone). Y esta preexistencia puede entenderse bien en aquellas situaciones externas como son los condicionamientos sociales y psíquicos, bien en algunos determinismos genéticos y espirituales que minan al hombre.- La tentación, cuando se juzga de sus efectos en el terreno moral, debe insertarse en este cuadro de articulaciones y determinismos, atendiendo además - al cuadro somático y espiritual del individuo, para verificar su responsabilidad y los márgenes de su libertad real.

G. Bove

Bibl.: J Navone, Tensaciótl, en NDE, 13381349: J, 1, González Faus, Las sensaciones de Jesús y la sensación cristiana, en La teología de cada día, Sígueme, Salamanca 1977. W Bitter El bien y el mal en psicología, Sígueme, Salamanca 1968: Ch, A. Bernard, Las tentaciones, en Teología espiritual, Atenas, Madrid 1944, 302ss.