SOLEDAD
VocTEO
 

El concepto de soledad es polivalente. A partir del significado fundamental de separación del hombre del mundo que lo rodea, el término puede tener diversas connotaciones, según el origen y la comprensión por parte del sujeto. Así por ejemplo, se puede hablar de una soledad impuesta y de una soledad libremente elegida.

La soledad impuesta. Tiene siempre una tonalidad negativa. En la base hay constricciones de carácter físico, político o psico-sociológico. En este nivel es como la soledad resulta particularmente ambigua y antitética. La sociedad moderna, que, a nivel empírico, parece ofrecer un mundo hecho para la intercomunicación, engendra de forma contradictoria una profunda sensación de soledad. Las nuevas técnicas, unidas al progreso de la informática, que rigen la vida de la sociedad, introducen mecanismos que tienen como punto de mira, no a la persona, sino la eficiencia y el beneficio, lo cual lleva a la selección o al desecho (elección genética, eutanasia, exclusión de la participación efectiva en la producción o en la política, etc.). En un mundo cada vez más robotizado, el individuo tiene lógicamente la sensación de ser, incluso en medio de la multitud, una persona sin rostro y sin capacidad de dejar oír su voz. Siente en su profundidad la soledad de ser hombre.

La soledad libremente escogida. Es una soledad de tipo fundamentalmente positivo, que busca en la interioridad el espacio y la oportunidad para el desarrollo de las propias virtualidades a nivel teórico, estético, pragmático y religioso. Pero también aquí está latente la ambigüedad entre autosuficiencia y autotrascendencia.

a} Autosuficiencia. Aparece cuando el movimiento hacia la interioridad, incluso el que se hace por fines terapéuticos, se lleva a cabo en clave autárquica (descubrir y perfeccionar las propias posibilidades, a la luz del principio clásico de la "autosuficiencia del sabio»).

b} Autotrascendencia. La soledad se entiende en este caso como nostalgia de alteridad y de comunión. En efecto, desde lo más profundo de la propia interioridad la inteligencia humana descubre que su ser de persona es constitutivamente experiencia "tensiva" de Dios (X. Zubiri). Pero ni siquiera en este nivel se supera la ambigUedad y la consiguiente zona dolorosa de la soledad. La compañía del "totalmente Otro» se desarrolla ciertamente en el silencio, en la obscuridad de la fe, en el contraste entre las metas particulares, intrahistóricas, y la meta definitiva que es, por naturaleza, metahistórica.

El reto de la soledad. Se trata ante todo de un reto de orden metafísico, como señal del rechazo de las diversas formas de disolución de la persona en el anonimato del grupo (como en el socialismo) o de los mecanismos técnico-económicos; pero tiene también una dimensión teologal, como testimonio de la irreductibilidad de lo metahistórico a lo histórico, de lo trascendente a lo inmanente. Bajo el impulso de esta experiencia, los grandes hombres de la historia han " descubierto" la verdadera fuente de la comunión interpersonal con Dios.

Esto no representa una fuga de carácter solipsista. La experiencia del Dios del desierto, por parte del pueblo de Israel y de sus profetas, y la experiencia del Dios de Jesús por parte de los cristianos, implica el rechazo radical de todo tipo de soledad impuesta por parte de los hombres. El Nuevo Testamento ofrece numerosas imágenes de la vocación del hombre a la comunión con Cristo y con los hombres, como la de la vid y los sarmientos (Jn 15,1s), la del cuerpo compuesto de muchos miembros (Rom 12,5), la del tempo de Dios del que todos somos piedras vivas ( 1 Pe 2,4). El cristiano es, por definición, aquel que ha vencido la soledad de la muerte mediante la inserción en la alteridad "plenificante» de Cristo resucitado (Rom 6,3ss). Toda la oikonomía del Reino va regida por la corresponsabilidad activa en la comunión (koinonía) del espíritu (Flp 2,1).

Por eso, el parámetro utilizado en el juicio escatológico no será el de la perfección consumida de manera solipsista, sino el amor efectivo especialmente para con los que son víctimas de la soledad amarga y dolorosa de la sociedad (Mt 25).

L. Álvarez

Bibl.: R, Latourelle, Soledad, en DTF, 13891395: Íd., El hornbre y sus problemas a la luz de Cristo, Sígueme, Salamanca 1984, 268287. M. Buber, yo y tú, Caparrós, Madrid 1993; Y Serrano, Espiritualidad del desierto, Studium, Madrid 1968: H. Cámara, El desierto es fértil Sígueme, Salamanca 1972: E. Lévinas, El tiempo y el otro, Paidós Ibérica, Barcelona 1993.