SOCIEDAD CIVIL
VocTEO
 

La expresión «sociedad civil» se usa hoy comúnmente para indicar el conjunto de las relaciones sociales no reguladas por el Estado. Esta acepción, que tiene su origen en el pensamiento alemán del siglo XIX (particularmente en la filosofía política de Hegel y de Marx), va estrechamente unida, por un lado, a una concepción restrictiva del Estado, concebido como simple órgano del poder coactivo, y, por otro, al reconocimiento de que- existen derechos naturales y originales de los individuos y de los- grupos que restringen en cuanto tales la esfera de ejercicio del poder político.

La aparición de este concepto de sociedad civil en una perspectiva más bien negativa y defensiva ha contribuido sin duda alguna a limitar su significado. Esto no quita que, sobre todo en estos últimos decenios, se haya ampliado notablemente el horizonte axiológico de este concepto, recogiendo en torno al mismo elementos vitales de gran interés para el desarrollo de la vida colectiva. La sociedad civil se entiende cada vez más como la agregación de los sujetos en los que se articula la sociedad -clases sociales, grupos de interés, movimientos, asociaciones de diverso género con fines sociales. - y que deben encontrar una expresión concreta en el sistema político. La relación entre la sociedad civil y el Estado se interpreta por eso mismo en términos positivos según un modelo de dialéctica constructiva. El antagonismo entre los dos es considerado más bien como fruto de una situación patológica, debida a la disyunción entre las demandas que surgen de abajo y la incapacidad de las instituciones públicas de responder adecuadamente a las mismas. La legitimación del poder político, y por tanto la posibilidad de una gobernabilidad real, va unida a la consecución de un equilibrio dinámico entre las instancias sociales que surgen del país real y su asunción correcta por parte del llamado «país legal» Esta concepción de las relaciones entre la sociedad civil y el Estado no siempre ha sido (ni es todavía) pacífica. La evolución del pensamiento político occidental, y más radicalmente la historia de los pueblos, pone de manifiesto la existencia de una notable variedad de sistemas socio-políticos que han interpretado de varias maneras la relación entre la sociedad civil y el Estado. Se va desde una identificación total de la sociedad civil con el Estado -recordemos la posición de Aristóteles- hasta su separación total, e incluso hasta su contraposición, que se produce con el nacimiento de la sociedad burguesa. La diferenciación cada vez más marcada de tareas entre el poder económico y el poder político está en la raíz de esta contraposición, que ha caracterizado por largo tiempo a las sociedades modernas- El proceso que se ha venido desarrollando ha estado marcado por la emancipación substancial de la sociedad respecto al Estado, con las reivindicaciones de una autonomía cada vez mayor de los individuos y de los grupos -intermedios. Sólo con la transformación del Estado de derecho en Estado social, empeñado en regular las relaciones económicas, se abrió paso la tendencia a una compenetración mutua. Efectivamente, a una especie de estatalización de la sociedad ha correspondido una amplia socialización del Estado mediante formas nuevas de participación en las opciones políticas por parte de las organizaciones de masa representativas de la sociedad real. Se ha verificado entonces un fenómeno de ósmosis por el que el Estado y la sociedad se han ido impregnando mutuamente.

A pesar de estos progresos efectivos, todavía está lejos de haberse solucionado la tensión conflictiva entre la sociedad y el Estado; más aún, esta tensión parece ir haciéndose cada vez más aguda, La posibilidad de un arreglo -que nunca llegará a ser total- está ligada hoy más que nunca al reconocimiento de la distinción de las dos realidades, que constituyen dos momentos necesarios, separados pero interdependientes, del sistema social, Pero está ligada sobre todo a la capacidad de elaborar reglas nuevas de gestión del poder político, que dejen cada vez más espacio a una representación real de la sociedad y favorezcan por tanto una ampliación del consenso, Sólo con estas condiciones la sociedad civil podrá conservar su justa autonomía y convertirse al mismo tiempo en ámbito fecundo de elaboración de proyectos y de propuestas, que deben encontrar en el Estado su momento más alto de confluencia.

G. Piana

Bibl.: E. Chiavacci, Social, en DTI, 1V, 360372; T. W Adorno - M. Horkheimer, La sociedad, Proteo, Buenos Aires 1969; Íd" Sociología, Madrid 1979; F Tonnies, Comunidad y asociación, Península. Barcelona 1979; M, Vidal, Moral de actitudes, IIL Moral social, pS, Madrid 1979. J. M. Auhelt, Moral social para nuestro tiempo, Herdel, Barcelona 1973.