SIRÁCIDA ( ECLESIÁSTICO)
VocTEO
 

«Doctrina de sabiduría y ciencia, dejó escrita en este libro Jesúss, hijo de Sirac, hijo de Eleazar, de Jerusalén" (Eclo 50,27); de esta «firma» que se puso a uno de los libros sapienciales más largos del Antiguo Testamento se deriva el patronímico «hijo de Sirac", de donde viene el nombre Sirácida de la tradición griega. En la latina este libro se llama eclesiástico, ya que la «ecclesía" se refería constantemente a él, por motivos morales y de fe. De la firma en el texto hebreo se deriva el apelativo Ben Sirac: «Jesús, hijo de Sirac" (50,27, 51,30).

1 Según el prólogo del nieto del autor que después del 132 a.C. tradujo del hebreo al griego en Alejandría. su «abuelo Jesús" se había «aplicado asiduamente a la lectura de la ley, de los profetas y de los otros escritos de los antepasados, habiendo adquirido un gran dominio en ellos" (Prólogo, 6-9), antes de ponerse a escribir para animar a otros a vivir «según la ley» (Ib., 14).

El original hebreo, publicado por el 180 a.C., quedó excluido del canon hebreo (finales del siglo 1 d.C.). Pero su fama continuó: lo citan los rabinos y lo conoce san Jerónimo en el siglo IV. Mucho más tarde, en 1896, comienza en El Cairo una historia de hallazgos, con fragmentos de una copia del siglo XI; en 1955 en Qumrán y en 1964 en Massada se encuentran otros textos que pueden datarse por el siglo 1 a.C., y que confirman el valor de los de El Cairo y de la primera traducción griega. Actualmente existen dos tercios del texto hebreo (1.108 versículos de los 1.616 que tiene el griego), en los que es posible encontrar dos capas: la más antigua (Hebr 1), que sirvió para la traducción griega del nieto (el llamada Gr 1), y la más reciente (Hebr 11 del 50-150 d.C.), sometida a «revisiones" fariseas y que se utilizó como base de otra traducción griega (el Grildel 130-215 d.C.) y de la versión siríaca. La Vulgata absorbió la versión de la Vetus Latitza, citada por san Cipriano (siglo 11). La numeración de J. Ziegler, editor crítico del griego, se está convirtiendo en la base convencional de los recientes estudios y traducciones. Ziegler sigue el Gr 1, insertando con caracteres más pequeños los versículos de Gr 11, que se consideran importantes por su antigüedad. La historia del texto, mejor dicho de los textos, explica la complejidad filológica y teológica del Sirácida. " Deuterocanónico» para los católicos, "apócrifo» para los protestantes y sospechoso para los judíos, este libro gozó en su nacimiento de la estima universal. Los estudios sobre la formación del canon y sobre el intertestamento lo descubren como punto de encuentro entre el judaísmo en evolución, la cultura helenista y el cristianismo naciente.

2. En el libro falta un plan sistemático. Algunos dividen la obra en dos partes (cc. 1-23 y 24-50), precedidas cada una de ellas por un elogio a la Sabiduría; otros distinguen entre la sabiduría de Dios en la vida de los hombres (1,1-42,14) y la sabiduría de Dios en la creación y en la historia de Israel (42, l 5-50,29). En líneas generales se pueden señalar tres bloques enlazados por cuatro himnos a la Sabiduría: el c. 1, que introduce el libro y el primer bloque (1-23): el c.24, que cierra el primer bloque y abre el segundo (2442,14); los cc. 42,15-43,33, que introducen el tercero (44-50); el c. 5 l , que concluye la obra. Algunos de los temas más comunes son: la sabiduría y el temor de Dios (1,1-30; 32,14-16; 40,2627; 43,33, la confianza en Dios (2,118), la verdadera gloria 110,19-1 1,6), la humildad (3,17-24), la limosna y los pobres (3,30-4,10), la lengua (5,9~6,1), y la conversión (5,4-8), el pecado, la venganza y el perdón (27 22-28,1 1), los padres y los hijos (311-16: 723-25: 42,9-14), las mujeres (7,19.24-26: 25,13-26; 26,5-18), los verdaderos y falsos amigos y compañeros (6,5-17: 1 1,29-12,18), los ricos y los pobres (13,1-14,2), la voluntad libre y la responsabilidad (15,1 1-16,23), la dignidad del hombre en la creación ( 16,2417 14), la salud y los médicos (30,20. 38,1-15), la muerte (38,16-23), el artesano y el escriba (38,24-39, l l ), la verdadera y la falsa vergüenza (41, 14- 42,8), el elogio (24,1-22) y la búsqueda de la sabiduría (51, 13-30), la sabiduria y la ley (24,23-29), los antepasados de la história de Israel (44-50).

3. La "firma» y el prólogo revelan que esta obra fue concebida no sin cierta influencia helenística: pero su autor es un ciudadano de Jerusalén, nacido por el año 250 y muerto antes del 175, después de haber conocido al sumo sacerdote Simón, hijo de Onías (50,1-24), que vivió entre el 200 y el 187, y antes de la sublevación de los Macabeos (167-164 a.C.). Ben Sirac, o simplemente Sirácida, buscador asiduo de la sabiduría (5 1, 13s), es un escriba de profesión (38,24-39,1 1) y consejero autorizado, presente en todos los aspectos socio-religiosos de la ciudad. Es un representante destacado de aquellos hasidim (hombres piadosos: 43,33-44,1: cf. l Mac 2,42) a los que se celebra en el elogio a los padres (hombre de bien y virtuosos: 44,1.10). Se considera sucesor de los profetas (24,33) y último representante de una gran tradición "(rebuscador tras los vendimiadores»: 33, 16), a la que se referirán los fariseos y los esenios. No es convincente la hipótesis de un Ben Sirac "proto-saduceo' Durante sus numerosos viajes (34, i 1; 51 , 13) parece ser que pasó grandes peligros, pero se salvó gracias a la vasta experiencia y a la protección divina (34,12-17). Se dedicó con espíritu misionero a la formación de los jóvenes en una escuela de Jerusalén (51, 23), fomentando el aprecio por el templo y su liturgia: no parece que fuera sacerdote, sino más bien un laico casado.

4. En el elogio del sumo sacerdote Simón (50,1-24), Ben Sirac une la conciencia nacional y la fe en la presencia de Dios en la historia de Israel. Aquí reside su novedad: la permanencia de la sabiduría no es solamente un dato universal, sino que esta sabiduría se identifica con la ley proclamada por Moisés (24,23-24; así también en Bar 4,1). La ley y la sabiduría tienen las mismas cualidades : el mismo origen divino, la misma función en la creación: las dos están personificadas. La sabiduría se da a los que meditan los mandamientos (1,26; 6,37) y viven en el temor de Dios, es decir, en una piedad personal para con Dios creador y legislador.' "Toda la sabiduría es temor de Dios y en toda sabiduría está la práctica de la ley» (19,20). En el pasado de Israel Ben Sirac encuentra motivos de orgullo cultural y de estímulo espiritual para el presente: puesto que no falla la alianza real concedida a David (47 l 1), espera que "vuelvan a florecer los huesos» de los jueces y de los profetas (46,12: 49,10). A propósito del futuro, parece estar lejos de las esperanzas mesiánicas (a pesar del c. 36) y más acá de las perspectivas del libro de la Sabiduría; el horizonte de la retribución sigue siendo terreno. A diferencia del Qohélet, el Sirácida invita a preocuparse del buen nombre, porque te sobrevivirá y vale más que mil fortunas de otro; la buena vida tiene contados sus días, el buen nombre permanece por siempre» (14,12-13). Ante la cultura griega, en expansión entonces por obra de la aristocracia laica de los Tobíadas incluso en el corazón del judaísmo, Ben Sirac asume una actitud equilibrada y prudente: no es un censor intransigente, pero tampoco un progresista a toda costa. Fiel a la tradición, critica abiertamente a los fanáticos del helenismo, pero se porta como un conservador ilustrado, sin temer aceptar lo que hay de bueno en el mundo griego.

P. Fragnelli

BibI.: G, Ravasi, Sirácida, en NDTB, 18091815; L. Alonso Schokel, Proverbios y Eclesiástico, Lisa, Madrid 1985; G. von Rad, La sabiduría del Eclesiástico, en La Sabiduría en Israel, Cristiandad, Madrid 1985; T H, Weber, Eclesiástico (Sirac}, en Comentario bíblico San Jerónimo 11, Cristiandad, Madrid l972, 565-57l : J Vílchez, Sabiduría, Verbo Divino, Estella l994.