REYES 1 y 2
VocTEO
 

1 El año 587 es una fecha trágica inolvidable en el historia de Judá. El ejército de Babilonia, bajo la guía de Nabucodonosor, profana con arrogancia la santa ciudad de Jerusalén, sin respetar siquiera el templo. Junto con la destrucción de la ciudad se vienen también abajo las esperanzas del pueblo y la confianza en su Dios. ¿Se había olvidado quizás de su antigua elección, fruto del amor (Dt 4,37-38)2 ¿No tenía va ningún valor la promesa hecha a David de una dinastía (2 Sam 7)2 Estas inquietantes preguntas turbaron la mente y el corazón de los judíos derrotados y desterrados; la obra que presentamos se escribió para dar una respuesta a estos interrogantes.

2. El último episodio del que se habla en el segundo libro de los Reyes es la benevolencia concedida por – Evil-Merodac a Jeconías, heredero último de la dinastía davídica, liberado ahora de la prisión e incorporado a la corte del rey de Babilonia (2 Re 25,27-30). Esta gracia se le concedió con ocasión de la subida al trono de Evil-Merodac, hijo de Nabucodonosor, el año 562. En el libro no se habla de la llegada de Ciro ni del regreso de los desterrados a la patria el año 539. Por tanto, la composición del libro debe colocarse entre estos dos extremos: 562 y 539.

3. Existen dos posibilidades sobre el lugar de composición. La obra podía haber visto la luz en la misma Palestina, entre los supervivientes de la catástrofe, o bien en Babilonia, entre los desterrados de la primera (597) o de la segunda (587) deportación. En el estado actual de los estudios es imposible hacer una opción, ya que las dos hipótesis son defendibles.

4. Estos libros estaban originalmente unidos, pero la versión griega de los Setenta introdujo en ellos una división llamándolos tercero y cuarto libro de los dos libros de los reinados», ya que Samuel eran considerados como el primero y el segundo de este conjunto. San Jerónimo en su versión (Vulgata) corrigió la traducción en "libros de los Reyes», siguiendo la tradición hebrea que prefería referirse a las personas más bien que a su gobierno.

5. La obra va destinada a los judíos que habían asistido a los trágicos sucesos del 587 y a sus hijos, cuya fe se había visto profundamente sacudida. Su finalidad era doble: instruirlos y animarlos. La instrucción se refería a las causas de lo ocurrido. En contra del pensamiento popular que proyectaba en Dios la responsabilidad de lo ocurrido por haberse olvidado de la alianza, el autor indica en el pecado el verdadero motivo del desastre. La infidelidad no es de Dios, sino del pueblo. La animación se basa en la convicción de que las promesas de Dios conservan su valor. Repetidamente y adrede se vuelve a la promesa de David sobre una dinastía ininterrumpida y sobre la vinculación de ésta con Jerusalén y con el templo.

6. El primer punto del mensaje teológico se expresa a través del juicio que el autor va dando inexorablemente sobre cada uno de los reyes. Excepto casos muy raros, todos los soberanos son considerados infieles a la alianza y al templo. Este juicio tiene que pasar a la conciencia del lector para que reconozca los verdaderos motivos de la derrota. En segundo lugar, al marcar fuertemente las tradiciones proféticas, el autor intenta mostrar la eficacia de la Palabra de Dios, que se cumple indefectiblemente. El tercer punto es consecuencia directa del segundo: aunque las circunstancias históricas impiden comprender cómo se cumplirá la promesa a David, ésta pertenece a la fe de Israel, que cree en el cumplimiento de los oráculos divinos. El cuarto aspecto de la teología de los Reyes se refiere a Jerusalén y al templo, relacionados con la dinastía de David y partícipes de su perpetuidad: Jerusalén, escogida por Dios, es la ciudad de David ( 1 Re 1 1,43; etc.); el templo es el lugar donde Dios ha decidido habitar para siempre (1 Re 8,13). Por último, se presenta también una doctrina sobre la retribución reservada a los individuos, a los reyes, así como a las colectividades y a los reinos, en la cual es decisivo el papel que tienen las buenas obras y el arrepentimiento ( 1 Re 2 1,29. 2 Re 1-8-20).

7. El hagiógrafo no procede con un método histórico similar a los criterios que nosotros tenemos en esta disciplina. Esto se explica no solamente por su pertenencia a una cultura distinta de la nuestra; es más importante todavía recordar que el autor quiere hacer teología a través de la historia. El material histórico está decididamente subordinado al objetivo teológico. Por eso se realiza una selección en los libros de la historia de Israel en favor de los episodios más idóneos para ser el soporte del pensamiento teológico.

Además, el deseo de claridad lleva a destacar el material en el que se podía leer más fácilmente la intervención divina, a fin de favorecer a los lectores menos instruidos. A través de la elección, la sistematización y la interpretación del material, se quiere presentar de manera muy accesible la obra de Dios en la historia de Israel. Para conseguir este fin, el autor interviene personalmente con notas explicativas (cf 1 Re 11; 2 Re 17), juicios teológicos (por ejemplo: 1 Re 14,7-16; 22-24; etc.) y discursos interpretativos ( 1 Re 8,2353; etc.).

8. Se citan expresamente tres de las fuentes utilizadas: el libro de los Hechos de Salomón ( 1 Re 1 1,41), el libro de los Hechos de los reyes de Israel ( 1 Re 14,19. etc.) y el libro de los Hechos de los reyes de Judá (1 Re 14,29; etc.). Actualmente no podemos decir si se trata de material de archivo o de una reelaboración de este material por parte de algunos autores que lo utilizaron como fuente, junto con otras fuentes de la escuela profética. Estas últimas se presentan ampliamente y adquieren un relieve especial con él ciclo de Elías (1 Re 17-19. 21; 2 Re 1,22-17), y de Eliseo (2 Re'2-8,15; 910; 13,14-21), y con una fuente sobre Isaías (2 Re 1-8,17-20,19). La fiabilidad histórica del contenido de los libros se ve confirmada por documentos egipcios, asirios, neobabilonios y palestinos (estelas de MeSa y óstraca de LakiS). .

9. Como estructura proponemos sólo las tres partes principales de la obra: sucesión de David y reinado de Salomón (1 Re 1,1-11,4l)~ historia paralela de los reinos divididos ( 1 Re 12,1-2 Re 17,41); historia de Judá después de la caída de Israel (2 Re 18,1 25,30).

G. Corti

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