RETRIBUCIÓN
VocTEO
 

Recompensa que proviene de la santidad y del amor de Dios que todo hombre recibe en conformidad con sus obras. En el contexto del juicio, la retribución es la vida eterna para los justos y la condenación eterna para los que obran la iniquidad. En el Antiguo Testamento la retribución se ve inicialmente en una perspectiva terrena, sobre todo como el obrar del Dios santo, que castiga el pecado a través de los acontecimientos de la historia. El Deuteronomio es el primero en presentar la doctrina del premio y del castigo según el esquema pecado-maldición justicia-bendición (Dt 28). Sin embargo, Dios es libre para diferir la pena, para cambiarla y para perdonarla. En general, el Antiguo Testamento considera la retribución como un hecho colectivo, familiar o nacional. En Jeremías y a partir de Ezequiel (Ez 18), la retribución individual va adquiriendo cada vez más importancia. En los libros sapienciales se afirma la correspondencia entre la acción y la retribución. Job protesta contra esta concepción que somete a Dios al obrar del hombre. En los salmos el contenido de la retribución se espiritualiza; la amistad con Dios se convierte en el bien supremo (Sal 23; 73,25-28). Además, la retribución es completa sólo después de la muerte (Sab 3; 5,15-16).

En el Nuevo Testamento, Jesús supera en los sinópticos la idea judía de la retribución. La retribución que promete se anticipa va en esta vida, pero no está constituida por las realidades terrenas: es Dios mismo, la intimidad con él, su reino. La perspectiva de Jesús es escatológica. Para transmitir la idea de la retribución, se sirve de varias imágenes: el banquete, la cosecha, el pago de unas monedas, o por el contrario las tinieblas, el fuego del infierno, la exclusión del banquete, que contienen un profundo realismo. Los dos aspectos positivo y negativo de la retribución se describen claramente en la escena del juicio final (Mt 25,31-46). Jesús no olvida la responsabilidad del hombre y la obediencia a la voluntad de Dios (Mt 7 21), pero insiste en la eminencia de la misericordia divina. Su recompensa es gratuita y sobreabundante, como en la parábola de los vendimiadores (Mt 20,1-15). El creyente delante de Dios es un "siervo inútil» (Lc 17,10), va que el premio que Dios quiere darle supera todas las capacidades humanas. Para Pablo, la retribución está relacionada fundamentalmente con el día de la parusía y del juicio (2 Cor 11,15; 2 Tim 4,8). En continuidad con la enseñanza de Jesús, Pablo no ignora la importancia del obrar humano, pero subraya que el obrar moral del cristiano es expresión del Espíritu que se le ha dado; por eso hay que excluir todo orgullo y todo mérito (Rom 3,27): cada uno recogerá según lo que sembró «en la carne» o "en el espíritu» (Gál 6,8); pero, si la vida eterna es don de Dios, la corrupción y el castigo son obra solamente del hombre.

En la reflexión doctrinal, en los primeros siglos aparece el tema de la escatología intermedia en relación con la retribución definitiva del hombre después de la muerte. En los Padres de la Iglesia no existe un criterio unánime.

Justino, Ireneo y Tertuliano admiten sólo una retribución inmediata imperfecta; la retribución plena -exceptuando a los mártires, según Tertuliano- sólo tiene lugar después de la resurrección. En el siglo IV son más frecuentes los testimonios explícitos sobre la retribución plena después de la muerte (san Efrén, Gregorio de Nisa).

Después de la controversia suscitada por Juan XX, Benedicto XII, en la bula Benedictus Deus (1336), declara la retribución definitiva inmediatamente después de la muerte para los justos (DS 1001) y para los injustos (DS 1002). El concilio Vaticano II distingue entre la retribución inmediata después de la muerte y la retribución final en la parusía (LG 8).

La teología contemporánea se pregunta por la diferencia que existe entre la retribución inmediata y la retribución en la parusía; algunos hablan de que se completa el premio o el castigo debido al carácter corpóreo y comunitario de la retribución final. En cuanto a la retribución en sí misma, se vuelve al dato bíblico: la retribución no es un acto jurídico, sino que pertenece a la economía de la salvación e implica una relación de amor entre Dios y el hombre.

E. C Rava

Bibl.: A. Bonora, Retribución, en NDTB, 1660-1674; W Pesch, Retribución. en CFT 11, 565ss; J Alonso Díaz, En lucha con el misterio, Sal Terrae, Santander 1967. R, Schnackenburg, testimonio moral del Nuevo Testamento, Rialp, Madrid 1965; J L, Ruiz de la Peña, La otra dimensión, Sal Terrae, Santander 1986.