PENTATEUCO
VocTEO


1. El término griego «Pentateuco», traducido luego al latín por el adjetivo Pentateuchus (sobrentendido el substantivo liber) indica los cinco primeros libros de la Biblia, que correspondían en su origen a cinco rollos guardados (del vocablo teuche, caja, custodia). El término hebreo empleado para designar a estos cinco libros es Torá, que significa «ley» y antes todavía «enseñanza».

Esta denominación está ya presente en el prólogo del libro del Sirácida, pero se hace habitual en el Nuevo Testamento con la expresión «la ley (y los profetas)» (cf. Mt 5,17; Lc 10,26; 24,44).

El término Pentateuco con la división en cinco libros es anterior a la misma tradición de los Setenta. Pero no es posible señalar una fecha que pueda orientarnos sobre el origen de esta división.

A finales del siglo pasado empezó a utilizarse también el término «hexateuco», es decir, seis libros. En nuestro tiempo han utilizado a veces esta misma terminología algunos importantes exegetas. Esto se debe al hecho de que el arco de acontecimientos históricos anunciados por las promesas a los patriarcas en el Génesis tiene su conclusión en el libro de Josué, con lo que se llega a formar un conjunto de seis libros.

Por otra parte, generalmente se re conoce en la actualidad, desde el punto de vista literario, la oportunidad de considerar los cuatro primeros libros (Génesis, Éxodo, Levítico, Números) como una unidad independiente (aparece entonces el término Tetrateuco), atribuyéndose al Deuteronomio una vinculación literaria evidente con los posteriores libros históricos (Josué, Jueces, 1-2 Samuel, 1-2 Reyes).

De todas formas, el Pentateuco, más allá de la discusión sobre la agrupación de los diversos libros, se presenta como una gran obra histórico-literaria que va temáticamente desde la creación del cosmos y del hombre a la ya inminente entrada del pueblo de Dios en Canaán, constituyendo un pueblo basado en la alianza con Dios y en el culto, que habita finalmente en la tierra prometida. El contenido esencial de estas narraciones es el que se propone en las dos formulaciones más conocidas del llamado « credo histórico» de Israel: Dt 26,5-10 y Jos 24,2-13.

2. Los cinco primeros libros se convirtieron para Israel en la parte más importante de las Escrituras, en la Palabra por excelencia.

Tradicionalmente se les atribuyó a Moises. Encontramos expresamente esta atribución en Eclo 24,22-39; la expresión «Libros de Moisés» aparece en 2 Cr 30,16; Esd 10,3 y Neh 8,3; podemos tener igualmente presentes los textos de 2 Cr 25,4; 35,12 y de Neh 13,1.

En el Nuevo Testamento se atribuye el Pentateuco a Moisés en Mt 19,3-8 y en Mc 12,26. Pero en realidad só1o se presenta a Moisés como escritor en algunos versos del Pentateuco: Éx 17 14; 24,4; Nm 33,2 y Dt 31,9.24.

En la actualidad, aun comprendiendo que es importante y significativo, para Israel la atribución de una gran obra a un profeta y guía del pueblo, calificado carismáticamente por Dios, no es ya posible afirmar la intervención directa de Moisés como autor y escritor de todo el Pentateuco.

Baste señalar la presencia de estilos y de lenguajes muy diversos entre una narración y otra, a pesar de su estrecha conexión. Lo cierto es que tenemos, por ejemplo, dos narraciones de la creación distintas tanto por la ordenación de los seres creados como por el mensaje teológico y no sólo lingüístico que nos presentan (Gn 1,1-2,4a y 2,4b-25).

Reconocemos también tres narraciones distintas para defender a la mujer de un patriarca (Gn 12,10-20; 20,118; 26,1-11); en el libro del Éxodo encontramos dos llamadas de Moisés (Éx 3,1-4.17. 6,2-77); lo mismo hay que decir del manantial de agua salido de la roca, mencionado en Ex 17 1-7 y en Nm 20,1-13; tenemos finalmente dos redacciones del decálogo en Éx 20,1-17 y en Dt 5,6-21.

Es necesario intentar dar una fecha y elaborar hipótesis literarias basadas en las diversas intervenciones y autores que han puesto su mano en el Pentateuco; puede tomarse en seria consideración la hipótesis llamada documental nueva que vuelve a proponer la teoría de Wellhausen (cf. G. von Rad, M. Noth): hay cuatro fuentes o redacciones-tradiciones del Pentateuco: yahvista, elohísta, sacerdotal y deuteronomista. Son cuatro los autores o las escuelas diversas que han puesto su mano en este grupo de libros en siglos distintos; el estilo, la elección de los vocablos, los modos de decir, la preferencia misma que se les da a los diversos géneros literarios, la predilección por unos temas teo1ógicos concretos, nos aconsejan aceptar como útil esta hipótesis de trabajo para la comprensión de la Escritura.

3. La teoría documental no impide la interpretación igualmente oportuna de cada una de las unidades literarias según su propio género literario. Entre los diversos géneros de notable importancia, no só1o cuantitativa, figuran las leyes. Habitualmente, después de los estudios de A. Alt, reconocemos las leyes casuísticas, que comienzan siempre de forma condicional («si..., en el caso de que..., siempre que...), y las leyes apodícticas, que enuncian un mandamiento sin más indicación contextualizante y excusante.

También las leyes son palabras de salvación; nótese cómo el decálogo se cualifica como «las diez palabras» (cf. Éx 20,2; Dt 5,6). Remitimos a la voz Torá para la lista de los cuerpos legislativos más importantes contenidos en el Pentateuco.

L. Pacomio

 

Bibl.: A. Bonora, Pentateuco, en NDTB, 1472-1484; J. Briend, El Pentateuco, Verbo Divino, Estella 31993; W G. Heidt, Introducción al Pentateuco, Mensajero/Sal Terrae, Bilbao/Santander 1972; L. Alonso Schokel, Pentateuco, 2 vols., Cristiandad, Madrid 1970; A. González Lamadrid, Teología de las tradiciones yavista y sacerdotal, Casa de la Biblia, Madrid 1970; N. Negretti, Yahvista y Elohísta, en DTI, IV 701-743.