PARUSÍA
VocTEO
 

Del griego parousía, significa presencia, llegada. Se trata de la venida de Cristo en poder y en gloria al final de la historia. En el terreno político, en el mundo grecorromano indicaba la llegada, la visita oficial de los emperadores, como manifestación de su soberanía.

En el Antiguo Testamento, entre los profetas, se utilizaba la expresión "día del Señor" (Am 4,18; Sof 1,14. 1s 2,1222) para significar la manifestación triunfal y judicial de Dios en la historia. En Dn 7 13ss aparece en relación con el Hijo del hombre que recibe la soberanía universal.

En el Nuevo Testamento el término tiene un carácter cristológico: se usa para designar la venida de Cristo al fin de los tiempos; es el día de nuestro Señor Jesucristo (1 Tes 2,19; 1 Cor 1,81, En las cartas pastorales aparece el término "epifanía" (1 Tim 6,14; Tit2,131, que indica tanto la primera venida de Cristo en la pobreza como la llegada del Cristo glorioso. En los orígenes de la Iglesia, los cristianos pensaban que era inminente la venida gloriosa del Señor (1 Tes 4,17. Ap 22,20), pero el mismo Señor nos dejó sin saber el día ni la hora (Mt 24,36). Si parece que Cristo tarda, es porque él no mide el tiempo como los hombres y espera con paciencia la conversión de todos (2 Pe 3,8).

La Iglesia vive en la espera de la parusía, en la vigilancia y la oración, con la certeza de que después de Pascua la salvación está ya en acto y de que nuestra vida está va desde ahora escondida con Cristo en Dios (Col 3,351, habiendo comenzado ya los últimos tiempos.

En la tradición de la Iglesia hay otras afirmaciones escatológicas relacionadas con la plena manifestación de Cristo al final de la historia: la resurrección de los muertos (1 Tes 4,161, el juicio final y universal (Mt 24,37-431, los nuevos cielos y la nueva tierra (Ap 21,1). En la escritura y corrientemente en la Tradición, la parusía va precedida de algunos signos precursores, como la predicación del Evangelio en lodo el mundo (Mt 24,14: Mc 13,10), la conversión de los judíos (Rom 1 1,25ss), la difusión de la apostasía y la aparición del Anticristo (2 Tes 2,8-11 ), grandes aflicciones y calamidades (Mt 24,29). Estos signos apocalípticos deben interpretarse según las reglas hermenéuticas, distinguiendo entre el signo y el significado. Además, su repetición a lo largo de la historia indica que no se trata de hechos que sea posible fechar cronológicamente, sino más bien de la expresión de ese continuo y profundo esfuerzo de la historia que se encamina ya desde ahora, bajo la acción del Espíritu y a través de sucesivas etapas, hacia la nueva creación. La salvación está va en acto y con ella el desarrollo paraalelo del Anticristo como misterio de incredulidad.

La parusía dirige a la historia y al cosmos hacia su cumplimiento, recapitulándolo todo en Cristo (Ef 1,10), y marca el establecimiento pleno del Reino, en el que la humanidad será definitivamente glorificada, las potencias del mal serán derrotadas, el cosmos quedará plenamente transfigurado y Dios será todo en todos ( 1 Cor 15,28).

E. C Rava

Bibl.: AA. vv., Parusía, en DTNT 111, 295304: K. Berger - K. Rahner Parusía, en SM, Y 237-248: L, Ruiz de la Peña, La otra dimensión, Sal Terrae, Santander 1986. 153181. Ch, Duquoc, Cristología, 11, Sígueme, Salamanca 1972, 375-424.